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Encarar el miedo: Don Francisco Fernández de la Cueva, VIII duque de Alburquerque (1619-1676), Virrey de Nueva España y de Sicilia; sobre su estancia en Flandes y su retrato por los hermanos Michaelina y Charles Wautier

2020, Philostrato. Revista de Historia y Arte

El presente artículo desvela la identidad y autoría de un Retrato de Caballero desconocido que estuvo atribuido al círculo de Velázquez. En base a la peculiar fisionomía del retratado y al parecido con otros retratos conocidos, se identifica al personaje con Don Francisco Fernández de la Cueva, VIII duque de Alburquerque (1619-1676), Virrey de Nueva España (1653-1660) y de Sicilia (1668-1670). Alburquerque estuvo en Flandes entre 1640 y 1643, periodo durante el cual habría sido retratado por los hermanos Michaelina y Charles Wautier, a quienes se restituye la pintura tanto por razones estilísticas e históricas como por la evidencia de los restos de una firma en la parte superior izquierda del lienzo. El texto traza la carrera de este personaje ligado a la historia de España, Flandes, México y Sicilia, destacando su inclinación a las Bellas Artes y adentrándose en su polémica participación en la Batalla de Rocroi en 1643.

Philostrato. Revista de Historia y Arte, nº 7 Año 2020, pp. 61-98 DOI: 10.25293/philostrato.2020.03 Encarar el miedo. Don Francisco Fernández de la Cueva, VIII duque de Alburquerque (1619-1676): sobre su estancia en Flandes y su retrato por los hermanos Michaelina y Charles Wautier Facing Fear. Don Francisco Fernández de la Cueva, 8th Duke of Alburquerque (1619-1676) : on his stay in Flanders, and his portrait by siblings Michaelina and Charles Wautier Jahel Sanzsalazar1 Resumen: El presente artículo desvela la identidad y autoría de un Retrato de Caballero desconocido que estuvo atribuido al círculo de Velázquez. En base a la peculiar fisionomía del retratado y al parecido con otras representaciones conocidas, se identifica al personaje con don Francisco Fernández de la Cueva, VIII duque de Alburquerque (1619-1676), virrey de Nueva España (1653-1660) y de Sicilia (16681670). Alburquerque estuvo en Flandes entre 1640 y 1643, periodo durante el cual habría sido retratado por los hermanos Michaelina y Charles Wautier, a quienes se restituye la pintura tanto por razones estilísticas e históricas como por los restos de una firma en la parte superior izquierda del lienzo. El texto traza la carrera de este personaje ligado a la historia de la Monarquía Hispánica, Flandes, México y Sicilia, destacando su inclinación a las Bellas Artes y deteniéndose en su polémica participación en la Batalla de Rocroi en 1643. Palabras clave: Retrato, pintura flamenca, Michaelina Wautier, Charles Wautier, Rocroi, Alburquerque, Cantelmo, Bucquoy. Abstract: This paper reveals the identity and authorship of an unknown Portrait of a Gentleman previously attributed to the circle of Diego Velázquez. Based on the peculiar physiognomy of the sitter, and in comparison to other known portraits, it 1 https://orcid.org/0000-0001-8564-9703 © 2020 Philostrato. Revista de Historia y Arte can be identified as don Francisco Fernández de la Cueva, 8th Duke of Alburquerque (1619-1676), Viceroy of New Spain (1653-1660) and Sicily (1668-1670). Albuquerque was known to be in Flanders between 1640 and 1643, during which time he was portrayed by siblings Michaelina and Charles Wautier, to whom the painting can now be attributed for stylistic and historical reasons, and supported by evidence of the remains of a signature in the upper left-hand corner of the canvas. This paper traces the career of the Duke of Albuquerque, which is linked to the history of the Spanish monarchy, Flanders, Mexico, and Sicily, highlighting his inclination towards the Fine Arts, whilst delving into his polemic participation in the Battle of Rocroi in 1643. Keywords: Portrait, Flemish Painting, Michaelina Wautier, Charles Wautier, Rocroi, Alburquerque, Cantelmo, Bucquoy. racias a la exposición que el museo MAS y la Rubenshuis de Amberes han dedicado en 2018 a la figura de Michaelina Wautier (Mons, 1604 - Bruselas, 1689)2, se ha puesto por fin de relieve la gran calidad de la obra de esta pintora olvidada en la historiografía. El caso de Michaelina interesa porque es insólito. Sorprende que estemos aún en proceso de reconstrucción de la obra de esta mujer pintora, olvidada hasta fechas recientes, que abordó con igual logro todos los géneros de la pintura. La exposición ha destacado también la producción de su hermano, Charles Wautier (Mons, 1609 – Bruselas, 1703), así como las características comunes de sus estilos. Como se ha apuntado sucesivas veces, deslindar la obra de estos hermanos unidos por la pintura es cuestión difícil de resolver3; y es que, probablemente, trabajaron mano a mano en más de una ocasión, en una colaboración lógica al compartir vivienda y taller en Bruselas. Hasta el momento sólo podemos atender a las pinturas firmadas por uno y otro; y reunir otras por aproximación estilística. Con motivo de la exposición citada han aflorado importantes retratos, tanto de Charles como de Michaelina, que ponen de manifiesto el renombre que lograron en el género y la relevancia de su clientela: pinturas de imponente calidad en las que inmortalizaron a las más importantes personalidades de su época a nivel internacional, no sólo en el ámbito político, también en el militar y en el intelectual. Dada la jerarquía de los personajes a los que ambos retrataron, la reputación de los Wautier en el género del retrato debió ser grande en su época. Tanto fue así que el pintor Florent de Rieu consagró un elogioso poema a Charles en Les tableaux parlans du peintre Namurois 2 K. van der Stighelen (dir), Michaelina Wautier 1604–1689. Glorifying a Forgotten Talent, Cat. Exp., (Antwerpen: Rubenshuis-Bai,2018). 3 J. Sanzsalazar, “Michaelina Wautier y el enviado español”, Tendencias del mercado del Arte, (Abril, 2018), p. 88; Ídem, “La Vocación de San Mateo: ¿Charles o Michaelina Wautier?”, Tendencias del mercado del Arte, (Mayo 2019), pp. 88-92. 62 Fig. 1. Michaelina y Charles Wautier (posiblemente Michaelina), (aquí atribuido). Identificado aquí como Retrato de don Francisco Fernández de la Cueva, VIII duque de Alburquerque, ca 1640-1643, lienzo, 68,5 x 56,2 cm. Reino Unido, colección privada. 63 (1658). Dedicado “A Charles Wautier, pintor de retratos de la ciudad de Bruselas”, dice: “Wautier dans l’art de la Peinture / Fait beaucoup plus que la Nature, Puis que comparee à ses traits / elle prise pour ses Portraits”4. 1. Español el retratado, no el retratador Tuve ocasión de estudiar de forma detenida el Retrato de caballero de colección privada británica, considerado del círculo de Diego Velázquez 5 (Fig. 1). Pudo llevar a confusión la fisonomía del retratado, un hombre de cabello negro y grandes ojos oscuros que tiene aspecto de español y lleva la banda carmesí cruzada al pecho, signo reconocible de los capitanes al servicio de Felipe IV. La obra tiene algo de la imponente realidad que el genial pintor español supo imprimir en sus retratados; una característica común con los pintores flamencos que ha provocado confusiones en más de una ocasión6. No obstante, el tipo de retrato, de busto y con ostentación del bastón de mando, no es típico de Velázquez ni de los pintores de su círculo y corresponde, en cambio, a una fórmula muy repetida en grabados flamencos. Tampoco vemos la atmósfera envolvente, la captación del aire intermedio entre el retratado y el espectador, ni los perfiles diluidos que caracterizan los retratos de Velázquez. Hay aquí una plasmación de la materia más aferrada a la tangible realidad que es típica de los maestros del Norte, una precisión en los perfiles y en los encajes de la gorguera que se distancian de lo español. En la obra de Michaelina Wautier se ha dado también la confusión con la pintura española: recordamos el caso del San Juan Bautista del museo Lázaro Galdiano de Madrid, atribuido a Juan Martínez Cabezalero hasta su reciente y convincente restitución a la pintora7. En el retrato en estudio la autoría de los Wautier se revela, junto a las razones de estilo, a través de la firma parcial que aparece en la parte superior izquierda: “Wa…” (Fig. 2). Ha sido rascada y no era fácil de ver. El rascado de las firmas fue un fenómeno desafortunadamente frecuente. Con fines especulativos se pedía a los restauradores borrar firmas de pintores que no eran célebres, con idea de hacerlos pasar por otros de mayor fama. Es lo que con toda probabilidad sucedió con la firma de este retrato en el pa- 4 F. de Rieu, Les tableaux parlans du peintre Namurois, (Namur: chez Pierre Gerard, 1658); P.Y. Kairis, “Foisonnement et diversité: les peintres du XVIIe siècle”, en VAAA, Un double regard sur 2000 ans d’art wallon, Cat. Exp., (Liège: Musée de l’Art Wallon, 2000), (Tournai, 2000), p. 338; J. Sanzsalazar, “The influence of Others. The Wautiers, David Teniers and the Archduke Leopold Wilhelm’s Theatrum Pictorium”, en Michaelina Wautier 1604–1689. Glorifying a Forgotten Talent, cat. Exp., (Antwerpen: Rubenshuis-Bai, 2018), p. 73, nota 27. 5 Lienzo, 68,5 x 56,2 cm. Sotheby’s, (6.12.2018, lot. nº 193), Follower of Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, Portrait of a Gentleman, half-length, with a moustache and Goatee, wearing a hat and armor with a lace collar. 6 La confusión entre Gaspar de Crayer y Velázquez ha sido frecuente: M. Díaz Padrón, “Gaspar de Crayer, pintor de retratos de los Austria”, Archivo Español de Arte, XXXVIII, 151, (1965), pp. 229-244; así como entre Jacob van Oost y Maíno: M. Díaz Padrón, “Retrato de Sir Arthur Hopton y secretario del Meadows Museum restituido a Jacob van Oost”, Archivo Español de Arte, 82, (2009), pp. 202-212. 7 Lienzo, 68 x 61 cm. Madrid, museo Lázaro Galdiano, inv. 2145. Van der Stighelen, en Michaelina Wautier 1604–1689, pp. 218-221, cat. 14. 64 Fig. 2. Detalle de la firma rascada (arriba a la izquierda), Retrato de don Francisco Fernández de la Cueva, VIII duque de Alburquerque. sado8, cuando el nombre de Wautier no resultaba conocido. Al margen de esto, el estilo de los Wautier se reconoce con facilidad, aunque cabe siempre la duda de si sería obra de Charles o de su hermana Michaelina. Por las características del retrato y su cotejo con obras firmadas por ella, cabría pensar que fuera de su mano. La ubicación de la firma, arriba a la izquierda, y la larga extensión de la zona rascada apuntan también a esta hipótesis, pues Michaelina -a juzgar por las firmas conocidas- suele firmar en minúsculas y con el nombre completo, a diferencia de su hermano, que suele firmar con la inicial “C”, seguida del apellido “WAUTIER”, en mayúsculas. No obstante, existe también la sospecha de que algunas obras firmadas por Charles pudieran ser de la mano de su hermana9. Ante estas circunstancias, y dada la similitud de sus estilos, pensamos que, en vez de tratar de deslindar al uno del otro, cabría más bien hablar de los Wautier. El desconocido caballero es un hombre joven, representado de busto, con cabello largo, sombrero y bigote imperial. Viste armadura, cuello de encaje de valona caída, cruzada al pecho la banda carmesí distintiva de los militares al servicio del rey de España, y lleva en la mano derecha el bastón de mando. Por el estilo y la composición recuerda al Retrato de caballero del museo de 8 Nuestro agradecimiento a Regina Moreira, que nos facilitó el estudio de la pintura en curso de limpieza, confirmando la presencia de la firma y el rascado de la superficie en esta parte del lienzo. 9 Es el caso, por ejemplo, del Joven Baco del museo de Praga (lienzo, 81 x 62 cm. Firmado y fechado en 1652), que de no ostentar claramente la firma “C. WAUTIER”, se adscribiría a Michaelina, como bien se ha apuntado K. van der Stighelen, “Michaelina’s Versatile Hand. A career without Beginning or End?”, en Michaelina Wautier 1604–1689, pp. 146, 148. 65 Fig. 3. Michaelina Wautier, Retrato de Don Antonio Pimentel de Prado, firmado y fechado (arriba a la derecha): “Michaelina Wautier 1646”. Lienzo, 63 x 56,5 cm. Bruselas, Musées Royaux des Beaux Arts (inv. 297). Bruselas identificado en 2018 con Don Antonio Pimentel de Prado10 (Fig. 3), pintura firmada y fechada: “Michaelina Wautier. 1646”11, lo que demuestra – junto con el Retrato de Andrea Cantelmo grabado en 164312 (Fig. 10)- que desde fechas tempranas Michaelina está en contacto con la élite militar. Son claras las analogías en términos formales, de encuadre, colorido y estilo. El lienzo que nos ocupa tiene la misma anchura y unos cinco centímetros más de alto. Ambas figuras se insertan de idéntica manera en el mismo espacio circundante, sobre un fondo pardo oscuro, como en todos sus retratos conocidos. Especialmente comparable es el tratamiento de los cabellos, la construcción del rostro y el diseño de los ojos, con una acuosidad muy característica que confiere una emotiva profundidad a la mirada, evitando la dirección frontal, como es el caso también en el Retato de Martino Martini Lienzo, 63 x 56,5 cm. Firmado y fechado (arriba a la derecha): “Michaelina Wautier 1646”. Bruselas, Musées Royaux des Beaux Arts (Inv. 297). Adquirido en 1812 a M. Thys. H. Fierens-Gevaert, Musées Royaux des Beaux-Arts de Belgique. Catalogue de la peinture ancienne, (Bruxelles, 1922), p. 232, nº 934; 2ª ed. con A. Laes, 1927, pp. 37, 238, 294. Sanzsalazar, “Michaelina Wautier y el enviado …”, pp. 88-91, fig. 1; Van der Stighelen, en Michaelina Wautier 1604–1689, pp. 162-165, cat. 2. 11 Durante la exposición de la obra en Amberes en 2018, pudimos observar, en la zona correspondiente a la firma, un recuadro más oscuro indicando que se habían hecho pruebas en la zona. Ignoramos qué ha sucedido en esta parte del lienzo, pero lo cierto es que la firma no era visible. 12 Inscrito: “Michaelina Woutiers pinxit, Paull. Pontius fecit exc. et EXCELLme suae Lub. Mer. Dedicauit. 1643”. Hollstein, Dutch & flemish etchings, engravings and woodcuts ca. 1450-1700, XVII, (Amsterdam, 1974), p. 167, n° 61; Van der Stighelen, en Michaelina Wautier 1604–1689, pp. 156-161, cat. 1. 10 66 Fig. 4. Pieter de Jode siguiendo a Charles Wautier. Retrato de Don Antonio Pimentel de Prado, 1650. Grabado. Madrid, Biblioteca Nacional de España (IH/7299 Colección Carderera.Vtu.ø 297-1) (1654) 13 y en el de Pierre Wautier 14 (Fig. 5). De corte ovalado, el rostro comparte con éstos la plasticidad de las carnaciones, de una tonalidad cálida con realces sonrosados en las mejillas, y el mismo diseño de la barbilla, redonda, así como la atención prestada al tratamiento de las cejas. Comparable es también la valona de encaje que, aunque de diferente diseño, tiene el mismo sostén y relación con el cuello, que proyecta su sombra sobre él, con la irrupción de algunos rizos de los abundantes cabellos de los retratados. Destaca el color rosado de la banda, la misma tinta utilizada en los retratos de Antonio Pimentel de Prado (Fig. 3) y del Archiduque Leopoldo Guillermo de Austria en la batalla de Dunquerque (1652)15 (Fig. 6). Lienzo, 69,5 x 59 cm. Firmado y fechado (arriba a la izquierda): “Michaelina Wautier fecit 1654”, y en caracteres chinos (a la derecha, de arriba a abajo): “Wei Kaungguo”, junto a la trascripción en latín. Colección privada. L. Huet y J. Grieten, Oude meesteressen. Vrouwelijke kunstenaars in de Nederlanden, (Leuven: Van Halewyck, 1998), pp. 156-157; Van der Stighelen, en Cat. Exp., 2018, pp. 186-193, cat. 8. 14 Lienzo, 73 x 58,5 cm. Con el escudo de la familia Wautier (arriba a la izquierda, bajo la capa de pintura). J. Sanzsalazar, “Michaelina Wautier y la boda de su hermano: historia de un retrato identificado”, Tendencias del mercado del Arte, (enero 2014), pp. 90-94, fig. 1; Van der Stighelen, en Michaelina Wautier 1604–1689, pp. 182-185, cat. 7. 15 Lienzo, 210 x 120 cm. Supuestamente firmado: “C. Wautier”. República Checa, Chateau Hluboká, inv. HL-HL-05510. En 1988 se señaló la presencia de la firma de Charles Wautier: Huet y Grieten, Oude meesteressen..., p. 155; información que se transmite en publicaciones posteriores sin ilustrar la pintura, Kairis, “Foisonnement et diversité…”, p. 338; Kairis, “Le portrait dans le Namurois au XVIIe siècle, en Jacques Toussaint (ed.), Portraits en Namurois, (Namur: Société archéologique de Namur, 2002), p. 49, n. 22; K. Van der Katlijne van der Stighelen, “Prima inter pares: over de voorkeur van aartshertog LeopoldWilhelm voor Michaelina Woutiers”, in Sponsors of the past: Flemish art and patronage 1550-1700, Symposium Katholieke Universiteit Leuven, (14-15 December 2001), (Turnhout: Brepols, 2005), p. 93, nota 19. Más recientemente se reproduce el retrato con una atribución a “J. Wauters”, L. Slavícek, ‘Sobě, umění, přátelům’: kapitoly z dějin sběratelství v Čechách a na Moravě; 1650–1939, (Brno, 2007), pp. 19– 20; K. Cichrová, Vlámské tapiserie na zámcích Hluboká a eský Krumlov: Flemish Tapestries at the Castles of Hluboká and eský Krumlov, Národní památkový ústav, (2014), p. 23, fig. 13, lo que sugiere una lectura 13 67 Fig. 5. Michaelina Wautier. Retrato de Pierre Wautier, ca 1662, lienzo, 73 x 58,5 cm. Colección privada. En cuanto a la identidad del retratado, su indumentaria no deja lugar a dudas de que se trata de un alto militar al servicio del rey de España. Dados sus rasgos, muy marcados, teníamos esperanzas de hallar su nombre. Una intensa búsqueda entre posibles candidatos nos permitió dar con un personaje de idénticas características: cejijunto, con los mismos ojos grandes, el cabello largo en bucles, los labios protuberantes, el particular bigote y la perilla. Se trata de Don Francisco Fernández de la Cueva, VIII duque de Alburquerque, Grande de España, virrey de México y de Sicilia, caballero de la Orden de Santiago (Barcelona, 1619 - Madrid, 1676). Lo reconocimos en un grabado reproducido y publicado por el historiador Galeazzo Gualdo Priorato en 167416 (Fig. 8). La cartela que acompaña la imagen de nuestro ilustre personaje en aquella edición yerra en el nombre de pila del retratado, llamándolo Fernando –según su patronímico- en lugar de errónea de la firma. Sin embargo, la jefa de colecciones Ivana Troupová, a quien solicitamos la inspección de la misma, sostiene que tal firma no existe (comunicación escrita, 12.12.2017). Al no tener la posibilidad de comprobarlo en persona, no hemos podido esclarecer la cuestión. En cualquier caso, el retrato se cataloga como anónimo en el museo, junto a una copia de idénticas dimensiones, pero de calidad muy inferior (lienzo, 210 x 120 cm. Hluboká nad Vltavou, inv. HL-HL-03004. El estudio de la cabeza del archiduque, localizado en subasta y atribuido por error a Justus van Egmont, demuestra que el archiduque posó del natural, Sanzsalazar, “The influence of Others… “, p. 70-73, fig. 6, 8, 9. 16 “D FERNANDO DELLA CVEVA DVCA DI ALBVRQVE / QVE, GRANDE DI SPAGNA DI PRIMA CLASSE, VICERE / E CAPITAN GENERALE DEL REGNO DI SICILIA / MAGGIORDOMO MAGGRE DELL’AVGVSTISSIMA IMPERATRICE: MARGHERITA NELL SVO VIAGGIO DA SPAGNA IN TIROLO”. Historia di Leopoldo Cesare descritta dal co. Galeazzo Gualdo Priorato…, parte terza, (In Vienna d’Austria: appresso Gio. Battista Hacque, 1674), pp. 48-49. 68 Francisco, siguiendo sus títulos y la alusión a la infanta Margarita, a quien el duque acompañó en su largo viaje a Viena en 1666 para encontrarse con su tío y esposo, el emperador Leopoldo I. Si bien no hay inscripción que informe del artista que ejecutó el grabado ni del pintor, otros retratos grabados del mismo volumen llevan la inscripción “Corn. Meÿsens Fe.”, atestiguando de la autoría del grabador Cornelis Meyssens, de quien se conocen, de otra parte, varios grabados siguiendo retratos de los Wautier17. La misma imagen, pero sin la cartela, fue reproducida por Fernández Duro en la contracubierta del volumen que dedicó a este personaje en 188518. El caballero es más conocido por haber sido virrey de México (1653-1660). De hecho, es muy elocuente el cotejo con los dos retratos del virrey que se conocían hasta hoy, obra de un anónimo pintor del México virreinal19 (Fig. 9). Si bien sus facciones parecen suavizadas y embellecidas en el retrato que nos ocupa, el bigote, la perilla, los labios, la nariz, los ojos grandes y las pobladas cejas resultan inconfundibles. La frente ancha queda disimulada en el retrato de Wautier por el sombrero. Tanto en el óleo mexicano como en el grabado, don Francisco ostenta en el pecho la cruz de Santiago, honor que recibió en 163520. No obstante, este detalle se omite en el óleo de Wautier. No sabemos si por mera coincidencia, pero recordamos que igualmente se prescinde de esta condecoración en el Retrato de Don Antonio Pimentel de Prado, (Fig. 3) también poseedor de la encomienda en el momento que posa para Michaelina Wautier en 1649; detalle presente, sin embargo, en el grabado del mismo personaje (Fig. 4), obra de Pieter de Jode ejecutada –como indicaría la inscripción “C. Woutiers pinx”- a partir de un retrato de Charles Wautier que no habría llegado a nosotros21. Sanzsalazar, “The Influence of Others…”, p. 82, nota 30; Kairis, en Michaelina Wautier 1604–1689, pp. 268, 272, cats. 28, 30. 18 C. Fernández Duro, Don Francisco Fernández de la Cueva, Duque de Alburquerque. Informe en desagravio de tan ilustre Prócer, Memorias de la Real Academia de la Historia, tomo X, (Madrid: Academia de la Historia, 1885). 19 (1). Lienzo, Medidas desconocidas. Con la inscripción: “DON FRANCISCO FERNANDEZ Đ LACVEVA DUQV / ALBVRQVERQ. GENTILHOBRE Đ LA CAMARA ĐL EXERCICIO ĐSV / MAGESTAD, VIREI CAPPN. GL ĐLA NVEVA ESPANA, i CAPPN GL PERPETVO / ĐLAS GALERAS Đ ESPANA SVDAD 34 ANOS ENTRO ANO Đ 1653”. México, Secretaría de Cultura, Salón de Cabildos. (2) Lienzo, 100 x 74 cm. Con la inscripción: “D.D. francçiscus fernnandes de la Cueba. Dux de albur / querque 22ProRex U dux Generalis Ano 1653”. México, Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec. Este lienzo repite la misma figura, pero sobre fondo neutro. Véase F. Montes González, Mecenazgo virreinal y patrocinio artístico. El ducado de Alburquerque en la Nueva España, (Sevilla: Real Maestranza de Caballería de Sevilla, 2016), pp. 113-119, figs. Nuestro agradecimiento a Francisco Montes González, que nos proporcionó una copia de su libro, así como la imagen ilustrada (comunicación escrita, 31.03. 2020). 20 Sección de órdenes militares: índice de expedientillos y datas de hábito de caballeros en Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa, (Madrid: Archivo Histórico Nacional, 1976), Expediente 2935. 21 Con la inscripción: “Illustrissimus D. Antonius Pimentel de Prado Eques auratus S. Jacobi Catholicae Maiest. a consiliis belli et sui in Belgio exercitus et praefectus generalis locum tenens ac ad Sueciae Coronam deputatus Legatus etc”; y debajo “C. Woutiers pinx. Petrus de Iode sculp. Gaspar de Hollander exc. 1650”. Madrid, Biblioteca Nacional de España (IH/7299 Colección Carderera. Vtu.ø 297-1); también en Londres, British Museum, inv. 1891,0414.169. El ejemplar de la BNE se conserva en el volumen publicado por Pieter de Jode del Theatrum pontificum, imperatorum, regum, ducum, principum, etc. pace et bello illustrium, (Antuerpiae: apud Petrum de Iode, 1651), parte de un conjunto de 181 retratos y dos grabados alegóricos de la muerte y la fama. Véase Sanzsalazar, “Michaelina Wautier y el enviado…”, p. 89, señalando ediciones de Johannes Meysens, Th. Van Merlen y Gaspar Hollander; Kairis, en Cat. Exp., 2018, p. 268, cat. 29 (edición de Van Merlen). 17 69 Fig. 6. Charles Wautier. Retrato del archiduque Leopoldo Guillermo de Austria vencedor de la Batalla de Dunquerque en 1652. Supuestamente firmado: “C. Wautier”, lienzo, 210 x 120 cm. República Checa, Chateau Hluboká, (inv. HL-HL-05510) Nos preguntamos si el grabado de Alburquerque -sin inscripción que testimonie de su autoría- no derivaría también de un retrato de los Wautier como éste, como parecen indicar las fuertes analogías. Sucede a menudo que, a medida que se publican los grabados en ediciones más tardías, se omiten las inscripciones que recuerdan los nombres del pintor y/o del grabador. Es lo que se ha observado, por ejemplo, al comparar los cinco grabados conocidos con el Retrato de Andrea Cantelmo: la inscripción “Michaelina Woutiers pinxit” presente abajo a la izquierda en la primera edición de 1643 (Fig. 10), cambia de ubicación y de tamaño en ediciones posteriores para terminar por desaparecer por completo22. En el caso del Retrato de Antonio Pimentel de Prado nos preguntamos si hay que dar crédito a la inscripción “C. Woutiers pinx” del grabado y concluir que Charles Wautier realmente ejecutó un segundo retrato al óleo, o si el grabado parte del único 22 Van der Stighelen, en Michaelina Wautier 1604–1689, pp. 160-161, figs. D-H. 70 Fig. 7. Charles Wautier. Retrato del archiduque Leopoldo Guillermo de Austria, 1652, lienzo, 43 x 34,2 cm. Paradero desconocido retrato conocido, firmado por Michaelina, introduciendo cambios de indumentaria y accesorios. Estos interrogantes quedarían resueltos si apareciera un retrato repitiendo el modelo del grabado, pero las evidencias hasta ahora disponibles son prueba de cómo la producción de estos hermanos está profundamente imbricada. 2. Momento y circunstancias El VIII duque de Alburquerque estuvo en Flandes entre finales de 1640 y finales de 1643, momento en el que pudo posar para los Wautier. Esto implica que el retrato en cuestión es anterior al de Don Antonio Pimentel de Prado (1646) y contemporáneo al del general Don Andrea Cantelmo. De hecho, creemos posible que Alburquerque acudiera a los Wautier por recomendación de este general, pues ambos se conocían y coincidieron en Flandes al servicio de la corona de España en los mismos momentos, colaborando estrechamente en la Batalla de Rocroi (1643): Alburquerque como General de la caballería de los Estados de Flandes, y Cantelmo como Maestre de Campo General de la caballería de Brabante. Otros nexos posibles estarían en la propia familia Wautier, ya que varios de los hermanos hicieron carrera militar: Jacques Wautier (1602-1656) sirvió en Madrid en el cuerpo de arche ros de la Guardia Real hasta su muerte (1615-1656), siendo ennoblecido en 71 Fig. 8. Anónimo (siguiendo a Wautier ?), Retrato de Don Francisco Fernández de la Cueva, VIII duque de Alburquerque. Grabado 1674. Madrid, Biblioteca Nacional Fig. 9. Anónimo novohispano. Retrato de Don Francisco Fernández de la Cueva, VIII duque de Alburquerque, 22 Virrey de Nueva España (16531660). México, Salón de los cabildos 162823; y Pierre II Wautier (1611-1662) estaba en la caballería de Flandes, primero como soldado y después como capitán (1654)24. En 1638 Alburquerque había destacado en la batalla de Fuenterrabía contra los franceses. Al volver a Madrid, ofreció al rey “ir donde le mandare”25. El rey decidió enviarlo a Flandes, a donde llegó a finales de 1640, recibiendo a los pocos meses el mando del Tercio de Saavedra26. Tenía poco más de veinte años. Luchó en las campañas de 1641, señalándose en la defensa de la Ribera del Saso contra los holandeses. Demostró tanto valor en la Batalla de Chate- 23 J. Hortal Muñoz, Las Guardias reales de los Austrias hispanos, (Madrid: Polifemo, 2013), pp. 141, 161, 165, 1044; K. van der Stighelen, “Growing up with Eight Brothers. A Biographical Exploration”, en Michaelina Wautier 1604-1689. Glorifying a Forgotten Talent, Cat. Exp., (Amberes 2018), pp. 15-39. 2018, p. 20-21. 24 Sanzsalazar, “Michaelina Wautier y la boda…”, pp. 90-94. 25 Memorial histórico español: colección de documentos, opúsculos y antigüedades que publica la Real Academia de la Historia, Tomo XV, (Madrid, 1862), Madrid y agosto 24 de 1639, (legajo suelto, n° 1, fol. 429), A. Rodríguez Villa, “El Duque de Alburquerque en la Batalla de Rocroy. Impugnación a un artículo del Duque de Aumale sobre esta batalla y noticia bibliográfica de aquel personaje”, (Madrid: Imprentas D. G. Hernando, 1884), en Cesáreo Fernández Duro, Don Francisco Fernández de la Cueva, Duque de Alburquerque. Informe en desagravio de tan ilustre prócer presentado a la Real Academia de la Historia, (Madrid: Imprenta y fundición de Manuel Tello, 1884), p. 337, seguido de un informe de Cesáreo Fernández Duró, pp. 358, y ss. 26 Rodríguez Villa, “El Duque de Alburquerque en la Batalla de Rocroy…”, p. 326. 72 Fig. 10. Paulus Pontius siguiendo a Michaelina Wautier. Retrato de Andrea Cantelmo, 1643. Colección privada let27 (1642), que recibió carta del rey, informado de sus heroicos hechos, agradeciéndole su coraje28. 3. La polémica participación en la Batalla de Rocroi (1643) La misión más rememorada del duque de Alburquerque en tierras flamencas fue su participación en la Batalla de Rocroi el 19 de mayo de 1643, que conllevó la derrota para el ejército español. Las noticias de la época destacan que Alburquerque fue acompañado por el conde de Fontana, “flamenco, soldado viejo y de mucha experiencia”29. Se trata de Paul-Bernard, conde de Fontaine (Lorena, 1566 – Rocroi, 1643)30, Maestre de Campo al 27 Melo señala a “Alburquerque, también con la espada en la mano, cumpliendo con las obligaciones de la sangre”, “Carta de Don Francisco de Melo al Rey, Madrid y 11 de junio de 1642”, en Memorial histórico español…, Tomo XIX, (Madrid: Real Academia de la Historia, 1865), p. 265. 28 “D. Francisco de Melo alaba mucho el valor con que habéis procedido …” y el “ejemplo que dais para que se alienten todos”, (“Carta de Felipe IV a Alburquerque, de Molina á 2 de julio de 1642”, original en el archivo de la casa de Alburquerque; en Memorial histórico español… Tomo XIX, (1865), p. 463; Rodríguez Villa, “El Duque de Alburquerque en la Batalla de Rocroy…”, p. 338.). 29 Carta de Madrid y mayo 19 de 1643, en Memorial histórico español…, Tomo XVII, (1863), p. 95. 30 La carrera de Paul Bernard, Conde de Fontaine o Fontana –cuyo título se españolizó llamándolo Conde de Fuentes- se ha confundido con la de Pedro Enríquez de Acevedo, conde de Fuentes de Valdeopero (Zamora, 1525- Milán, 1610), que estuvo en los Países Bajos entre 1592 y 1596 (H.-L.-Gustave baron Guillaume, “Fontaine (Paul-Bernard, comte de)”, en Biographie Nationale publiée par l’Académie Royale des Sciences, des Lettres et des Beaux-Arts de Belgique, tome septième, (Bruxelles, 1883), p. 191; Ch. Guyoit y L. Germain de Maidy, “Paul-Bernard comte de Fontaine, tué à la bataille de Rocroi en 1643”, Mémoires de la société d'Archéologie Lorraine et du musée historique de Lorrain, 3e série, n ° XIV (1886), 73 Fig. 11a. A Boudan. Rocroi, o Les Heureux commencements du règne de Louis XIII sous la généreuse conduite du duc d’Enguien. Paris, Bibliothèque Nationale de France, département Estampes et photographie, (RESERVE QB-201 (37)-FOL) mando de la infantería de Flandes que, inválido, dirigiendo sus ejércitos desde una silla, murió en la batalla; detalle que no omiten los grabados franceses, incluyendo la leyenda “Muerte de Fontana Mariscal de Campo General del Ejército de España. Matado en su silla”31 (Figs. 11a y 11b). Alburquerque está representado poco más arriba, retirándose con el resto de la caballería. Un pp. 301-336.; L. Van Meerbeeck, "Un officier Lorrain au service des Pays-Bas, Paul-Bernard de Fontaine d'après des documents inédits (1596-1643)", Revue Internationale d'Histoire Militaire, (1965), pp. 302320. A este respecto recordamos que el genealogista Goethals señala que el padre de los Wautier -Charles Wautier (†1617)-, habría sido “paje del marqués de Fuentes” (“Seigneur de Ham-sur-Heur, page du marquis de Fuentes, vice-roi de Naples, mort à Mons le 24 novembre 1617 et enterré à l'église SaintNicolas de cette ville (Mons)”; F.V. Goethals, Dictionnaire généalogique et héraldique des familles nobles du Royaume de Belgique, vol IV (Bruxelles: Polack-Duvivier, 1852), p. 464). Eso significaría que Charles Wautier padre habría estado en el entorno del dicho Pedro Enríquez de Acevedo poco después de su primer matrimonio en 1593 (Van der Stighelen, “Growing up with Eight Brothers...”, (2018), p. 17, señala varios errores transmitidos por Goethals). La coincidencia del nombre nos trae la duda de si el Fuentes señalado por Goethals podría ser Paul Bernard, o el padre de éste, François de Fontaine, conde de Fontaine, Señor de Cierges en Champagne, mayordomo del duque de Lorena que ocupó grandes puestos políticos y militares. 31 “Mort du Comte de / Fontaine Mareschal de Camp / General de L’armée d’Espagne / Tué dans sa Chaise”. Con la inscripción “A. Boudan excudit Cum Privilegio Regis”, y bajo el título: Les Heureux commencements du règne de Louis XIII sous la généreuse conduite du duc d’Enguien. Collection Michel Hennin, Estampes 74 Fig. 11b. A Boudan. Rocroi, o Les Heureux commencements du règne de Louis XIII, detalle. retrato grabado de Fontana, con armadura, casco y bastón de mando, fue incluido en el Theatrum pontificium imperatorum, regum, ducum, principum editado por Peter de Jode en Amberes en 165132 (Fig. 12). La participación de Alburquerque en Rocroi fue muy polémica. Cuentan las crónicas que erró don Francisco de Melo (Estremoz, 1597 –Madrid, 1651), Capitán General de los Estados de Flandes, en ponerlo por General de la caballería de Flandes; pues era uno de los “cabos principales que no tenían la experiencia ni la inteligencia que los oficios requerían”; insinuando que la razón estaba en que pretendía a su hija -“dicen trata de casarse con una hija suya”33-. Pero el propio Alburquerque se defiende, y afirma que sus puestos se los ganó “subiendo sus escalones” y que cuando lo nombraron General de la caballería de Flandes, lo había sido antes de la de Milán34. Las fuentes inrelatives à l'Histoire de France, Tome 37, Pièces 3305-3407, période: 1643. Paris, Bibliothèque nationale de France, département Estampes et photographie, RESERVE QB-201 (37)-FOL. 32 De Jode, Theatrum pontificium…, 1651, pl. 101; con la inscripción: “EXCELLENTISSIMVS DNS PAVLVS BERNARDVS / COMES DE FONTAINE, &. CATHO. MA. /TIS PER / BELGIVM GNALIS PRÆFECTVS”, y “P. De Iode ex.”. Amberes, Museum Plantin Moretus, inv. PK.OPB.0134.102. Hollstein, Dutch & flemish…, IX, p. 220, n° 205-384. Existe otro retrato distinto grabado por Lucas Vorsterman, Hollstein, Dutch & Flemish…, XLIII, n° 158.155. 33 Madrid y Julio 28 de 1642, en Memorial histórico español…, Tomo XVII, p. 163 (pp. 159—167); J.F. Monlezun, Bataille de Rocroi, (Paris, 1877), p. 7. 34 “Ninguno de los puestos que he tenido me le ha granjeado la atención de lo que soy. A todos he subido tan por sus escalones, que para ser maestro de campo serví dos campañas con una pica. El puesto de general de la caballería de Milán tampoco se dió al duque de Alburquerque, sino al maestro de campo más antiguo de todos los Tercios españoles. El cargo de general de la caballería de Flandes, me halló ya general de la de Milán”, Memorial del duque de Alburquerque representando sus servicios y pretendiendo al virreinato de Nueva España, enviado a Felipe IV, sin fecha (debe datar de a poco de su vuelta España, la última campaña que menciona es la de Rocroi), Archivo de la Casa de Alburquerque; Rodríguez Villa, “El Duque de Alburquerque en la Batalla de Rocroy…”, (1884), p. 339, 378. 75 Fig. 12. Pieter de Jode II siguiendo a anónimo. Retrato de Paul-Bernard, conde de Fontaine. Grabado. Anterior a 1651. Amberes, Museo Plantin Moretus, (inv. PK.OPB.0134.102) dican que Alburquerque estaba al mando de una compañía que había costeado él mismo35, pero también que había sido decisivo el apoyo del conde-duque de Olivares, quien insistía desde 1640 en que “el duque de Alburquerque ha dado muestras de valor personal, y es mozo, y parece de buen aliento”; alegando que su valor se vio en el sitio de Fuenterrabía, por lo que se le podría “enviar á Flandes, y que sirva con dos compañías de caballos, y después mudarle a la infantería” 36. En la Relación del Secretario de los Avisos secretos de Guerra don Juan Antonio Vincart, se da detallada cuenta al rey de los sucesos de armas de ese año de 164337. Melo había dado dineros para remontar la caballería, para reclutar a maestres de campo y coroneles en vistas de la campaña venidera. Ordenó Melo diferentes plazas de armas, una en el país de Artois, donde mandaría el duque de Alburquerque; otra en Henao, donde mandaría Charles Rodríguez Villa, “El Duque de Alburquerque…”, p. 337; Monlezun, Bataille de Rocroi…, (1877), p. 7. “lo que hay que considerar es la forma de encaminarle al servicio, si ha de ser por la caballería ó por la infantería”, Consulta original del Consejo de Estado, fecha en Madrid á 9 de Marzo de 1640, sobre la necesidad de que se emplease la Nobleza en el ejercicio de las armas, en Antonio Cánovas del Castillo, Estudios del reinado de Felipe IV, tomo II, (Madrid: Imprenta de A. Pérez Dubrull, 1988), pp. 396-397 ; Fernando González de León, The road to Rocroi, Class, Culture and Command in the Spanish Army of Flanders, 1567-1659, History of Warfare 52;( Leiden-Boston: Brill, 2009), p. 282. 37 J. A. Vincart, Relación de los sucesos de armas de S. M. Don Felipe IV, nuestro Señor, gobernadas por el Excmo. Sr. D. Francisco de Melo, marqués de Tordelaguna, conde de Assumar, del Consejo de Estado de S. M., Gobernador, Lugarteniente y Capitán General de los Estados de Flandes y de Borgoña, de la Campaña del año de 1643, dirigida à S. M. por Juan Antonio Vincart, Secretario de los Avisos Secretos de Guerra, Colección de documentos inéditos para la Historia de España, tomo 75, (Madrid: Academia de la Historia, 1880), pp. 417-469. 35 36 76 Fig. 13. Pieter de Jode II siguiendo a Charles Wautier. Retrato de Charles Albert de Longueval, III conde de Bucquoy. Grabado. Anterior a 1651. Ámsterdam, Rijksmuseum, (inv. RP-P-1937-843) Albert de Longueval III conde de Bucquoy (Artois, 1607- Mons, 1663); el conde Ernst de Isenburg (Renania, 1584– Bruselas, 1664) entre los ríos Sambre y Mosa; en Luxemburgo el barón de Jean Georges de Beck y Capelle (Pfaffenthal, 1588 – Arras, 1648); y en Lens Claude Lamoral Ier príncipe de Ligne (Beloeil, 1618 – Madrid, 1679). Fontana debía enfrentarse contra el ejército de Francia, y Andrea Cantelmo, al mando del ejército de Brabante, contra el de Holanda38. Antes de salir de Bruselas el 15 de abril, Melo nombró a Alburquerque General de la caballería de los Estados de Flandes39, retirando de ese puesto a Bucquoy; una medida inexplicable40 que habría avivado el desánimo de las tropas valonas41. Que Bucquoy era “el caballero del país más bien visto del pueblo” se comenta en carta del Secretario de Estado y Guerra en Flandes Francisco de Galarretta (Vitoria, 1602-1659). Un grabado de Bucquoy con la 38 H. d'Orléans, duque de Aumale, Histoire des princes de Condé pendant le XVIe et XVIIe siècles, t. IV, (Paris, 1886), p. 52. 39 Vincart, Relación… de 1643…, p. 420. 40 Aumale tacha la medida de inexplicable y apunta al desánimo que provocó en las tropas, Aumale, Histoire des princes…, p. 53. 41 “ ..una de las cosas que mas ha exasperado los ánimos de esta gente, y ha perdido la buena voluntad que mostraban a D. Francisco (de Melo), ha sido ver el puesto de la caballería en manos del Duque de Alburquerque, cuya elección atribuyen à diligencias suyas por fines de propia conveniencia, en que hasta ahora no hallo ningún fundamento, pero el pueblo difícilmente retrocederá este sentir”, “Carta de Francisco de Galarreta al Secretario Andrés de Rozas, fecha en Bruselas el 19 de Agosto de 1643”, en Colección de Documentos inéditos para la Historia de España, t. LIX, (Madrid, 1873), p. 259, Gachard, Les bibliothèques, (1875), pp. 500-502. 77 inscripción “Charles Wautier pinxcit” 42, (Fig. 13) demuestra que los Wautier lo conocían y lo retrataron -en un óleo que no ha llegado a nosotros-, utilizando el mismo esquema del Retrato del duque de Alburquerque. El grabado no sólo confirma las relaciones de los Wautier con la élite militar43, también con varios protagonistas de la Batalla de Rocroi. Cantelmo, Bucquoy y Alburquerque solicitaron sus servicios, probablemente en los mismos momentos, y quien sabe si guiados por la recomendación, por la emulación o por competir. El nombramiento de Alburquerque en 1643 provocó el descontento manifiesto de Cantelmo que, habiéndolo tenido bajo su mando, se negaba ahora a seguir sus órdenes44. Bucquoy, en cambio, habría manifestado no tener quejas, sabiendo que Alburquerque “desea servir, y aunque conoce es mozo, ve que se han dado puestos a quien no peina mas canas” 45. Así, el secretario de guerra recomienda que el rey escriba a Alburquerque “mostrándole satisfacción de su celo y puntualidad”46. En la plaza de Artois, Alburquerque estaba al mando de seis tercios de españoles, tres de italianos, y tres de valones47. Había que entrar en Francia para resistir mejor a los franceses y pelear con ellos. Con tal fin, Melo eligió la ciudad de Rocroi por la cercanía de la ribera del Mosa para los víveres, y porque desde allí se podrían abrir más fácil camino a Francia, sabiendo que en esa plaza había muy pocos soldados franceses. Si bien no fue difícil apresarlos, al ser “de tal manera sorprendidos de la inopinada llegada de este ejército español”48, los españoles se confiaron y subestimaron las fuerzas del oponente: “nadie podía creer que los cuerpos de ejército franceses podrían juntarse en tan poco tiempo”49. Como los franceses avanzaban, Melo resolvió con Alburquerque y Fontana estudiar los puestos más ventajosos para esperarlos50. Pensando que no era digno del ejército de su majestad católica aparentar miedo esperando, resolvió salir a encontrarlos. Así, mandó formar Inscrito en la cartela “CAROLVS ALBERTUS DE LONGVEVAL COMES DE BVQVOY / ET DE GRATZEN, BARO DE VAVX ET DE / ROSENBERGHE COMIT: HANNONIAE GVBERNATOR”. Abajo, a la izquierda: “Charles Wautier pinxcit”, y a la derecha: “P. de Iode sculp”. Amsterdam, Rijksmuseum, RP-P-1937-843. Incluido en De Jode, Theatrum pontificum, (1651); Hollstein, Dutch & Flemish, IX, p. 217; Kairis, en Michaelina Wautier 1604–1689, p. 268, cat. 31. 43 Se ha señalado un cierto número de retratos del Castillo de Beloeil, con importantes personajes de la élite militar : Conde Ferdinand-Gaston Lamoral de Croÿ et du Roeulx (lienzo, 103 × 85 cm. Cliché kikirpa: b189948) ; Jean Charles de Watteville, Marqués de Conflans y Conde de Bussoleno (lienzo, 118 × 92 cm. Cliché kik-irpa b189950) ; Eugène de Berghes, conde de Grimberghen (lienzo, 111 × 89 cm. Cliché kik-irpa b189935) ; Ferdinando Carlo Gonzaga, Duque de Mantua y Montserrat (Lienzo, 120 × 91 cm. Cliché kik-irpa b189932) ; Sanzsalazar, “The influence of Others… “, p. 82, notas 29, 30. 44 Las quejas de Cantelmo figuran en carta de Melo del 15 de abril de 1642: Valladolid, Archivo General de Simancas (E 2259, CCE 23-5-1943), y de Felipe IV a Melo, 5-7-1943 (AGS E 2250); citado por González de León, The Road to Rocroi…, p. 283, nota 15. 45 “Carta de Francisco de Galarreta de 1643…”, p. 260. 46 Ibídem, p. 260. 47 Vincart, Relación… de 1643…, p. 421; Aumale, Histoire des princes, p. 50. 48 Vincart, Relación… de 1643…, p. 425. 49 Ibídem, p. 426. 50 Ibídem, p. 430. 42 78 los batallones de infantería con la caballería a ambos lados, disponiendo un frente muy grande y pensando siempre que la intención del enemigo era sólo de socorrer la plaza y no de aventurarse en una batalla. Pero los franceses se pusieron en postura de querer embestir. Cuenta Vincart que fue entonces cuando el duque de Alburquerque, que luchaba al costado izquierdo contra la caballería francesa, exclamó: “Agora es tiempo de hacer como quien somos”51. Y así hizo, rompiendo la vanguardia de la caballería e infantería francesas, dejando muchos enemigos muertos y otros pidiendo cuartel. Otro tanto hizo el conde de Isenburg con la caballería de Alsacia. Los ejércitos franceses estaban muy debilitados y los soldados de Felipe IV cantaban victoria “echando sus sombreros en lo alto”52. Pero los enemigos doblaron la carga, y la infantería española empezó a desordenarse. La lucha fue muy sangrienta, resultando numerosas muertes. Melo mandó a Alburquerque y a sus tenientes a avanzar las tropas de reserva, pero “vinieron tantos escuadrones y batallones de caballería e infantería francesa a embestirles que rompieron otra vez todos los escuadrones”53. Se produjeron muchas pérdidas por el lado español y –nos cuenta Vincart- que cuando ya se estaban retirando aún se “toparon al duque de Alburquerque con la espada en la mano” queriendo juntar escuadrones54, pero no hallando sino oficiales y capitanes sin soldados. Como ya no había más caballería en pie, el duque de Alburquerque, que había sido herido de un mosquetazo en la pierna, fue forzado a retirarse. El ejército español fue cercado por todas partes. Se vieron obligados a ceder a la siniestra fortuna de la guerra y hacer su retirada. 4. Una reputación desprestigiada En el siglo XIX, la versión francesa del duque de Aumale cuenta, no obstante, que Alburquerque salió huyendo velozmente durante 32 kilómetros55, haciéndole responsable de la derrota. Ante tal acusación de cobardía se indigna y arremete el historiador español Rodríguez Villa en un artículo en que toma la defensa de Alburquerque, e insiste en su valor basándose en los testimonios históricos de Vincart y de Francisco Dávila Orejón Gastón56. En efecto, éste también afirma respecto al Tercio del duque de Alburquerque “que todo un ejército vencedor los respetó por unido y bien ordenado”57 y que, al contrario, cuando ya casi estaban vencidos, “solo se mantenía el escuadrón del tercio que había sido del Señor Duque de 51 Ibídem, p. 434. Ibídem, p. 435. 53 Ibídem, p. 438; Rodríguez Villa, “El Duque de Alburquerque en la Batalla de Rocroy…”, p. 343. 54 Vincart, Relación… de 1643…, p. 438. 55 “Albuquerque, entraîné par les fuyards, arrivait à Philippeville [32 km de Rocroy] dès huit heures du matin. ‘Il a dû partir de bonne heure et aller vite’, ajoutait Fabert en donnant ce renseignement à Mazarin” en Aumale, “La première campagne de Condé”, Revue des Deux Mondes, 3eme période, tome 56, (1883), p. 735, nota 22. 56 Rodríguez Villa, “El Duque de Alburquerque en la Batalla de Rocroy…”, p. 333. 57 F. Dávila Orejón Gastón, Política y mecánica militar para sargento mayor de Tercio…, (Madrid, 1669), p. 188. 52 79 Alburquerque”58. Tras la protesta de Rodríguez Villa, Aumale se disculpa en cierto modo y explica haber dado crédito a una carta enviada à Mazarino en la que se señala la huida de Alburquerque59, en una memoria que aseguraban verídica60. En el grabado de La Batalla de Rocroi que editó en Ámsterdam Jan van Hilsten61 (1643) se lee el nombre del duque de Alburquerque abajo a la izquierda, pero no se sabe si se trata del hombre derribado en el suelo junto a su caballo o del que, montado, emprende la retirada ante la embestida del mariscal de Guisa. En el siglo XVII se especulaba ya sobre el valor de Alburquerque y su responsabilidad en la derrota de Rocroi. De hecho, el propio Alburquerque, en carta dirigida al Rey con posterioridad, se justifica e insiste en su servicio al rey en esta ocasión: “Ningún día me he debido tanto al servicio de S. M.”– escribe-; no hubo “peligro que yo no buscara para mejorar el estado de la batalla”, perderla no “dependió de mi (…) ni de medios humanos”62. Según Vincart el éxito de los franceses estuvo en que los escuadrones de caballería venían mezclados con los de infantería; de tal manera que, estando un escuadrón de caballería roto, podía retirarse tras la infantería, rehacerse y volver a pelear63. Pero la idea de que Alburquerque era el responsable de la derrota corría en Flandes64. Hubo incluso falsos rumores de que los españoles habían asesinado a Bucquoy por burlarse de Alburquerque y culparlo de perder la guerra pese a haberle quitado el puesto65. Mientras, en España se desmentía “que la caballería dejase de pelear por haberle dado por general a Alburquerque”, y se afirmaba “que es señor bien quisto y valiente”, que fue uno de los muchos “cabos y personas de cuenta que salieron heridos”. Se culpaba de la derrota al “improviso”, que fue lo que “los agallinó” –se dijo66. En cualquier caso, tras la pérdida en la batalla de Rocroi, el Rey recibió buenos 58 Ibidem, p. 97. “Nous croyons avoir rendu à l’armée espagnole de Rocroy et à ses chefs une éclatante justice; nous en avons parlé, non seulement avec respect, mais avec admiration” en Aumale, Histoire des princes…, p. 508. 60 Carta envivada por Fabert, desde Sedan, el 31 de mayo de 1643, con Memoria de la que dice: “l’on m’a assuré estre véritable”, dando cuenta de la Infantería que escapó del combate de Rocroy, siendo después apresados y conducidos à Philippeville: “Le Duc d’Alburquerque, général de cavalerie, arrive à Philippeville avant huit heures du matin; pour cela il fallut partir de bonne heure et aller viste” Aumale, Histoire des princes…, pp. 506-508). 61 Papel, 418 x 432 mm. Fechado en 1643. Se atribuye a Salomon de Bray. Amsterdam, Rijsmuseum, inv. RP-P-OB-81.522. (En red: http://hdl.handle.net/10934/RM0001.COLLECT.462527, consultada 14 de mayo de 2019). 62 Representación, original en el archivo de Alburquerque, citada por Rodríguez Villa, “El Duque de Alburquerque en la Batalla de Rocroy…”, p. 345. 63 Vincart, Relación… de 1643…, p. 444. 64 La decisión de sustituir a Bucquoy por Alburquerque al mando de la caballería se vio como causa de la derrota. Johan Van den Sande, Belgicarum historiarum epitome: quâ initium, progressus & exitus motuum atque discordiarum lucidè demonstrantur, ab anno 1566 ad 1648, (Ultrajecti: apud Joannem à Waesberge, 1652), p. 358. 65 “Le bruit court ici que les Espagnols ont assassiné le Comte de Bucquoy, pour s’estre moqué du Duc d’Alburquerque, de ce qu’il lui avoit osté la charge de Général de la cavallerie Espagnole, pour s’enaquiter si mal qu’il avoit fait. Le mesme bruit ajouste que les amis du Comte de Bucquoy pour vanger sa mort, ont aussi tué le Duc d’Alburquerque”, en Carta desde Guise, el 25 de mayo de 1643, T. Renaudot, Recueil des gazettes et nouvelles…, (Paris, 1643), p. 450. 66 “… y el hallarse desordenados y cebados en el saco y despojo de los que habían vencido: cosa fea, pero vista infinitas veces”, “Capítulos de una carta de 3 de Julio de 1643, de lo mas nuevo que ha habido en la villa de Madrid y Cuidad-Real”, en Memorial histórico español…, Tomo XVII, p. 144 (143-145); Rodríguez Villa, “El Duque de Alburquerque en la Batalla de Rocroy…”, p. 346. 59 80 informes sobre Alburquerque y le escribió de nuevo agradeciéndole “el valor y zelo de mi servicio que mostrays en todas ocasiones”, esperando que su “exemplo animará á todos á cumplir con sus obligaciones”67. Alburquerque, por su parte, a los pocos días de la batalla había escrito a Olivares una larga carta en la que relataba su vivencia, pidiéndole que la divulgara para que la verdad fuera conocida por todos68. Le echa la culpa de la derrota a Fontana69, a quien “Dios le auia dado ciencia infusa para herrarlo todo”. Añade que con decir que dirigía sus ejércitos desde una silla (Fig. 11a y 11b), “está dicho todo”70. Alburquerque asegura que Fontana era “tan porfiado” que no escuchaba sus advertencias de los peligros, y que todas salieron verdaderas. Critica la mala forma “con que estaba dispuesto el ejército, que parece imposible que pudiese herrar un niño, quanto mas un hombre tan viejo como Fontana”71. Alburquerque afirma que Fontana “nunca se persuadía a que el enemigo nos auia de dar la batalla”, y que como no le hizo caso cuando le aconsejó disponerlos mezclando los batallones, avisó a sus capitanes: “Presto veremos que el enemigo nos ataca y nos corta ganándonos la retaguardia y la victoria”; lo que sucedió “al pie de la letra”72. Los grabados franceses muestran que no hicieron caso a Alburquerque en la organización de los batallones, que aparecen agrupados, mientras que los franceses están mezclados73. Aunque a caballo dirigiendo a los suyos, Alburquerque sabía que la batalla “estaba perdida desde que se puso el exercito en forma de pelear, o, por mejor decir, en forma de muestra, pues Fontana no le puso mas que para mostralle”; y se lamenta “de averlo visto obrar tan mal y el aver dado mis consejos en vano”74. Subraya el valor de los españoles, en especial de su Tercio “a quien llaman en Francia el ‘petit chapeau’ por la firmeza con que se defendió siempre”. Para terminar, confiesa no tener ningún escrúpulo en su conciencia, maldiciendo a Fontana y defendiéndose75: “no fui llamado a consejo, ni quisieron tomar el mío, ni pude hacer mas ni menos de lo que hice”76. “Carta de Felipe IV al duque de Alburquerque, de Madrid, a 30 de julio de 1643”, Archivo de Alburquerque, archivo del Sr. Marqués de Alcañices; Rodríguez Villa, “El Duque de Alburquerque en la Batalla de Rocroy…”, p. 346. 68 “suplico a V.S. procure sacar copia de la carta que e Sr Don Francisco escribe a su Magd o saber lo que ai de cierto, que yo escribo al rey y VS. me haga merced de enseñar esta a todos, que sepan la verdad”, Carta que Alburquerque envía desde Mons a Olivares el 15 de mayo de 1643, en A. Rodríguez Villa, “La Batalla de Rocroy”, Boletín de la Real Academia de la Historia, XLIV, (1904), p. 515. 69 “por su culpa padece hoy la reputación de tantos”, Ibídem, p. 513 70 “Cuando se a bisto tantos erodes como en esta ocasion: en fin el que auia destar en todas partes andaba en una silla de manos, que con esto está dicho todo” Ibídem, p. 515. 71 Ibídem, p. 511. 72 Ibídem, pp. 512-513. 73 Sebastien de Beaulieu y Steffano della Bella, La bataille de Rocroi, 1643. Con la leyenda: “Ordres de Bataille des deux Armées, lesquelles demeurent en / presence l’une de l’autre depuis trois heures apres midÿ jusques au lendemain cinq / heures du matin que le Combat commença”. Paris, Bibliothèque Nationale de France, RESERVE QB-201 (171)-FT 5. En red: http://catalogue.bnf.fr/ark:/12148/cb40745181t (consultada 14.05.2019). 74 Rodríguez Villa, “La Batalla de Rocroy”, p. 513. 75 “no me queda ningun escrupulo en la consiensia pus todo lo dije a todos y al Senor Don Francisco y al maldito Conde de Fontana” Ibídem, p. 515. 76 Ibídem, p. 514. 67 81 Alburquerque continuó al mando de la caballería durante el mes de junio, cuando franceses y españoles se enfrentaron de nuevo en Thionville, con el resultado de la derrota española, al tiempo que vencieron a los holandeses con la intervención de Cantelmo77. Alburquerque permaneció en Flandes hasta que recibió orden de volver a la corte de Madrid, saliendo de Bruselas el 2 de diciembre de 164378. En Flandes había aún rumores sobre su regreso y se temía “una gran moción si como se publica fuese cierta la vuelta del Duque de Alburquerque, por el aborrecimiento notable que le han cobrado estos pueblos y el temor con que están de que continuara las desórdenes pasadas”79. Los historiadores españoles objetaron que no hay general que haya sido amado por el pueblo80, y que las “simpatías y efectos que logró inspirar en aquel país” se vieron cuando lo acompañó “toda la corte en coches hasta la salida”81. No obstante, no se disipó la idea de que Alburquerque demostró en Rocroi “más aptitudes de soldado que de General” y que en buena parte la causa de la derrota estaba en su falta de experiencia82. Amado o aborrecido, héroe o cobarde, el joven duque de Alburquerque fue retratado por los Wautier, igual que Bucquoy y Cantelmo, hombre éste muy cortés, instruido y temido83. No sabemos si, como fue el caso con el archiduque Leopoldo en 1652 (Figs. 6 y 7), se captaron los rostros en un boceto preparatorio para luego traspasarlos al lienzo final84; o si, al tratarse de retratos de busto, trabajarían directamente sobre el lienzo. En cualquier caso, los retratados debieron posar para los Wautier más de unas horas, el tiempo suficiente para tomar sus rostros del vivo; los accesorios se pintarían después. Nos preguntamos de qué hablarían, si conversarían sobre los sucesos de la guerra o sólo de Arte. ¿Habrá mencionado Cantelmo su encargo a Peter Snayers de un gran lienzo con la Batalla de Kallo85, o los tapices con Vincart, Relación… de 1643…, p. 461; Rodríguez Villa, “El Duque de Alburquerque en la Batalla de Rocroy…”, p. 349. 78 “a traer la nueva de la victoria (en la batalla de Tuttlingen) que los imperiales habían tenido de los franceses, vaimareses y suecos, que ha sido de las mas insignes que ha habido en estos tiempos”, Memorial histórico español, Tomo XVII, p. 406, 426, 389. 79 Testimonio del Obispo de Bolduque recogido en Carta de Francisco de Galarreta al Secretario Andrés de Rozas, fecha en Bruselas à 2 de Febrero de 1644, en Documentos para la Historia, pp. 323, 328; Gachard, Les bibliothèques, p. 507; Fernández Duró, Don Francisco Fernández de la Cueva, p. 364 (apunta que no hay general que haya sido amado por el pueblo). 80 Fernández Duro, Don Francisco Fernández de la Cueva, p. 364. 81 “El duque de Alburquerque pasó á España por Francia á 2 de Diciembre; acompañóle toda la corte en choches hasta la salida; va por posta”, “Carta de Madrid y Enero 22 de 1644”, en Memorial histórico español, Tomo XVII, p. 426; Rodríguez Villa, “El Duque de Alburquerque en la Batalla de Rocroy…”, p. 350. 82 W. R. de Villa Urrutia, Relaciones entre España y Austria durante el reinado de la Emperatriz Doña Margarita, infante de España, esposa del Emperador Leopoldo I, (Madrid: Ricardo Fe, 1905), p. 77. 83 Véase el poema en que se llama a Cantelmo “monstruo”, y se afirma preferir la muerte a su regreso; Petronella Keysers, Hemelsprake voor den Brugsen H. Bloeddag, 1644; Cit. Van der Stighelen, en Cat. Exp., 2018, p. 159, cat. 1, nota 13. 84 Sanzsalazar, “The influence of Others… “, pp. 70-71, figs. 6 y 8. 85 (Lienzo, 197 x 271 cm.) Bruselas, Koninklijk Museum voor Schone Kunsten, (inv. 1477). Posterior a 1638. L. Kelchtermans, Geschilderde gevechten, gekleurde verslagen; een contextuele analyse van Peter Snayers (1592-1667) topografische strijdtafeleren voor de Habsburgse elite tussen herinnering en verheerlijking, Tesis Doctoral inédita, KU Leuven. (Leuven: 2013), I, pp. 21-22; III, n° 30.8; Van der Stighelen, en Cat.Exp., 2018, cat. 1, p. 158, fig., n. 10. 77 82 Fig. 14a. Anónimo español del siglo XVII. El Sitio de Barcelona, 1651-1652. Lienzo, 202,5 x 319 cm. Barcelona, Museo de Historia de Cataluña, (inv. inv. MHC4605). las Artes Liberales siguiendo cartones de Cornelis Schut86? ¿Y Alburquerque? También él, como veremos, amaba las Bellas Artes. Al volver a la corte, Alburquerque pretendió el cargo de virrey de Nueva España, pero el rey lo consideraba aún muy joven para este puesto, nombrándolo gentilhombre de Cámara87. En 1645 casó en Madrid con doña Juana Francisca de Armendáriz, segunda marquesa de Cadreita (Madrid, †1692), hija del que había sido decimosexto virrey de Nueva España88, y dama de la difunta reina Isabel de Borbón89. Como General de caballería en el ejército de Cataluña se enfrentó de nuevo a los franceses, obteniendo victorias muy loadas por el rey90. El Museo de Historia de Cataluña ha adqui- 86 Hacia 1640. G. Wilmers, Cornelis Schut (1597-1655): a Flemish painter of the High Baroque, (Turnhout: Brepols, 1996), pp. 21, 47-48, 120-122, 287; Van der Stighelen, en cat.exp. Amberes 2018, cat. 1, p. 159, fig., n. 14. 87 Rodríguez Villa, “El Duque de Alburquerque en la Batalla de Rocroy…”, pp. 353-354, 379. 88 Lope Díez de Armendáriz, I Marqués de Cadreita (Charcas, s. XVI – Madrid, 1644), Virrey de nueva España de 1635 a 1640. L. Hanke y C. Rodríguez, Los virreyes españoles en América durante el gobierno de la casa de Austria, t. IV, (Madrid: Atlas, 1977), pp. 9-23. 89 Rodríguez Villa, “El Duque de Alburquerque en la Batalla de Rocroy…”, p. 351. 90 Relacion de la gran victoria que han tenido las galeras de España, siendo General dellas el… Duque de Alburquerque, Madrid, 1650; Carta del excellentissimo señor Duque de Alburquerque, Capitan General de las galeras de Esapaña escrita al exellentissimo señor d. fr. Pedro de Vrbina, Arçobispo de Valencia, Virrey y Capitan General deste Reyno, en que se da quenta de la victoria… en las costas de Cataluña … contra quatro nauios que venían a socorrer… al exercito de Francia… para… la plaça de Tortosa, 1650. (BNE: R. MICRO/8813); Relacion puntual y verdadera en que se da quenta el suceso que se ha tenido en la empresa de San Feliu, gouernada, y executada por el Serenissimo Señor Don Iuan, assitido del Duque de Alburquerque, Capitan General de las Galeras de España, y del Marques de Bayona, de la esquadra de 83 Fig. 14b. Anónimo español del siglo XVII. El Sitio de Barcelona, 1651-1652. Detalle rido últimamente dos grandes lienzos que recuerdan su actuación en estas campañas: el Sitio de Tortosa en 1648 y el Sitio de Barcelona en 1651-165291, (Figs. 14a y 14b) donde se reconoce a Alburquerque junto a Don Juan José de Austria92, montado en su caballo y tocado con su sombrero negro. De idénticas medidas y probablemente ejecutados por la misma mano, estos lienzos debieron ser encargo de Alburquerque, protagonista en las dos batallas muy destacado en las inscripciones, con intención de subrayar sus Sicilia, lunes a 17 de iunio deste año de 1652, (En Madrid: por Diego Diaz de la Carrera, impresor del Reyno, 1652). 91 (Lienzos, 202,5 x 319 cm). Ambas obras llevan inscripciones con mención de la participación de Alburquerque. El Sitio de Tortosa: "LA CIUDAD DE TORTOSA.SITIADA PORTIERA CON EL.EX.TO DE SU MAG.D SIENDO. SU CAPIT.N.G.L. Y VI REI DE CATALUNA EL EX.MO S.R MARQ.S DE MORTARA LA GUARDA Y DEFENSA DEL MAR ACARCO DEL EX.MO S.R DUQUE DE ALBURQUERQUE CAP.N G.L DE LAS GALERAS DE ESPANA Y CO.6.DELLAS SALE EL DUQUE ENBUSCA DEL SOCORO QUE VENA EN ESTOS 4 VAXELES AL EX.TO ES FRAN.A PARA SOCORER CO EL LOS CAMBAE I PE LEA Y POR ABORDO SO RENI D DOS TODOS 4 SU ZEDO ES E GRAN SUCESO Y NUNCA VISTO A 24 DE 9.BRE ENTRE TARA CO.NA Y CANABRILES AUSTA DEL EX.TO DE FRAN.CIA GOVERNADO POR EL DUO MERCURIO ENTRO EL DUQ DE ALBURQUERQUE CON LOS.4. VAXEL DEI REM OL CO EN LOS FAQUES”. El sitio de Barcelona lleva la inscripción: "DESDE IS DEAG.TO DE 1651 ASTA 3 DE OTUBRE DE 52 BARCELONA SITADA POR LAS ARMAS DEL REI N.RO S.R. D.PHELIPE 4 TERES TRES I MARITIMAS A CARGO DEL S.R.D.JUA (?) OVI REI I CAP.N GEN.L DEL PRINCIPADO YE XE.TO EL EX. MO S. MARQUES DE MORTARA Y EL EX. MO S.R DUQ DE AL BUQUERQ CAP. N G.L DE LA GALERAS RE ESPANA A QUIA ORDEN ESTAVAN TODAS LAS ESQUADRAS DE GALERAS YA (?) A.DA R.L DE OCEANO I POR QUIA CUENTA CORIA LA DEFENSA Y GAURDA DE LA MAR CONTRA LA CIUDAD Y PROVINCIA DE CATALUNA". Barcelona, Balclis, (19.05.2015, lot. nº 1118 y lot. 1120); Barcelona, Museo de Historia de Cataluña, inv. MHC4605 y MHC4606. Nuestro agradecimiento a Francisco Montes González, quien nos advirtió de la existencia de estas pinturas (comunicación escrita, 30.03.2020). 92 El modelo a caballo del príncipe parece seguir el Retrato ecuestre de Don Juan José de Austria por Ribera en el Palacio de El Pardo, del que también es conocido un grabado firmado y fechado en 1648. Véase un segundo estado en Londres, British Museum; Andrea Bayer, en A.E. Pérez Sánchez y Nicola Spinosa, dir, Jusepe de Ribera 1591-1652, Cat.Exp. (Nueva York: Metropolitan Museum of Art, 1992), p. 189, cat. 86. 84 méritos. Por fin obtuvo el nombramiento de virrey de Nueva España que tanto anhelaba. 5. Alburquerque, protector de las Artes Llegando a México en 1653 se le recibe con gran aparato: la relación de aquellos actos quedó reflejada en diversos textos impresos en 1653 y 165493. Desembarca en Veracruz en los primeros días de julio, pasando por San Cristóbal y Chapultepec para hacer su entrada triunfal en México el 15 de agosto, llegando a la catedral por una magnífica portada efímera especialmente construida para recibirlo y una fachada en la que se le identificaba con Marte victorioso, ensalzando sus éxitos en las campañas94. En Nueva España llevó una política impulsadora de las minas y ganados como fuente de riqueza, llevando a cabo numerosas obras públicas95, cuidando la instrucción de los indios y, particularmente, los adelantos de las ciencias y de las artes96. Destacó como protector y mecenas, honrando “continuamente las letras y las ciencias”, siendo su palacio “el modelo de la elegancia y el buen gusto”97. Que era aficionado al “derroche de lujo y magnificencia” quedó patente en las celebraciones y desfiles que organizó en México por el nacimiento del príncipe Felipe Próspero (Madrid, 1657-1661), hijo de Felipe IV98. Su encargo al “Ticiano de los Plateros” de México de un gran medallón 93 Felicissima entrada y recibimiento, que esta Muy Noble, y Muy Leal Ciudad de Mexico hizo Al Excellentissimo Señor Don Francisco Fernandez de la Cueva, Duque de Alburquerque… Virrey Gobernador Capitan general de la Nueva España, (Méjico: Vda. De Bernardo Calderon, 1653); Relacion del grandioso recebimiento, y elogios que la muy Noble y muy Leal Ciudad de Mexico hizo a la entrada del Excelentissimo señor Don Francisco Fernandez de la Cueua, Duque de Alburquerque, Marques de Cadereyta y Cuellar, Conde de Ledesma, y Guelma ... Virrey, Gouernador y Capitan General de la Nueua España, y Presidente de aquella su Real Chancilleria, por Juan Gomez de Blas, (1654,) BNE, VE/1446/23; Francisco de Solano, “Fiestas en la ciudad de México: Estudio historiográfico”, en Ídem, Ciudades hispanoamericanas y pueblos de indios, (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1990), p. 274. 94 Marte Catholico, planeta de héroes y ascendente de príncipes que en las lucidas sombras de una triunfal portada ofrece, representa, dedica la siempre esclarecida, sacra, augusta iglesia metropolitana de México al excelentísimo señor don Francisco Fernández de la Cueva, duque de Alburquerque, marqués de Cadereyta y de Cuéllar … , Virrey gobernador Capitán General de Nueva España, y presidente de su Real Academia, México, 1653, México Biblioteca Nacional, UNAM ; J. Chiva Beltrán, El triunfo del virrey. Glorias novohispanas: origen, apogeo y ocaso de la entrada virreinal, (Castellón de la Plana: Universitat Jaume I, 2012), pp. 150-152. A propósito de las ceremonias y de la reconstrucción hipotética de estos arcos, véase Montes González, Mecenazgo virreinal…, pp. 88-113, figs. p. 99, 102, 110. 95 A propósito de las obras públicas, véase Montes González, Mecenazgo virreinal, pp. 171-177. 96 Fernández Duro, Don Francisco Fernández de la Cueva, p. 374; V. Fernández Bulete, “La desconocida “relación de gobierno” del duque de Alburquerque, virrey de Nueva España”, Anuario de Estudios Americanos, Vol 55, No 2, (1998), pp. 677-702. 97 M. Romero de Terreros, “El Virrey Duque de Alburquerque y las Bellas Artes”, Anales del Instituto de investigaciones estéticas, Universidad Nacional de México, Volumen V, número 19, (1951), p. 93. A propósito de la remodelación del Palacio Virreinal, véase Montes González, Mecenazgo virreinal, pp. 181186. 98 Relacion ajustada, y diseño breue y montea succinta de los festiuos aplausos con que desahogó pequeña parte de los immensos júbilos de su pecho en la regozijada nueva del feliz nacimiento de Nuestro Deseado Príncipe Don Phelipe Prospero que Dios guarde, el EXmo. Señor D. Francisco Fernández de la Cueva, Duque de Alburquerque …, (México: en la Imprenta de Iuan Ruyz, Año de 1658); Francisco Montes González, “Celebrar al heredero. Fastos por el Príncipe Felipe Próspero en Nueva España”, en Actas de la XI Reunión Científica de la Fundación Española de Historia Moderna, ed. Antonio Jiménez Estrella, Julián Lozano Navarro (Granada: Universidad de Granada, 2012), I, pp. 469-480; Montes González, Mecenazgo virreinal, pp. 187-207. 85 de oro cincelado que mandó al Rey como regalo99, así como de otros muebles donde se han encontrado sus escudos, son muestra de su compromiso con los artistas locales100. Pero lo más relevante de su virreinato en el campo artístico fue la consagración de la Catedral de México, por fin posible gracias al gran empeño que él mismo puso en la terminación de las bóvedas101. En 1656 escribe al Rey, y le da cuenta de todo lo que estaba acabado en el templo102. El sacerdote y secretario del cabildo de México, Gregorio Martín Guijo, apunta en su Diario que Alburquerque acudía a diario a vigilar las obras y que “en menos de dos años hizo el virrey más que todos los demás virreyes que han gobernado este reino, desde que se empezó la iglesia”103. La catedral de Morelia fue otra construcción que impulsó Alburquerque, contratando al arquitecto italiano Vincenzo Barroccio, que puso las primeras piedras al final de su virreinato104. Pocas son las imágenes de Alburquerque que se conservan de este periodo. Junto con los citados retratos del Museo Nacional y del Salón de los cabildos de México, sólo queda una estampa de 1657 donde Alburquerque aparece a caballo, enmarcado entre dos columnas salomónicas, seguido de su tropa, frente a un puerto de mar que se supone Veracruz105. Se le representa de Romero de Terreros, “El Virrey Duque de Alburquerque y las Bellas Artes…”, p. 93. A propósito de los diferentes y valiosos regalos que envió a los reyes, véase Montes González, Mecenazgo virreinal…, pp. 226-227. 100 Véase el biombo con la Vista de la plaza Mayor de la ciudad de México y del paseo de Iztacalco (México, colección Rivero Lake), donde se han encontrado las armas de la duquesa, M. C. Amerlinck de Corsi, “Vista del palacio del virrey de México”, en Los Siglos de Oro en los virreinatos de América. 1550-1700, Cat. Exp. (Madrid: Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 1999), 158163, cat. 5; identificándola a ella con su esposo asomados al balcón; F. Montes González, “La “jaula” de las virreinas. Polémica en torno a un asiento indecoroso en la catedral de México”, en C. López Calderón, M.A. Fernández Valle, M. I. Rodríguez Moya (coords), Barroco iberoamericano: identidades culturales de un imperio, Vol. I, (Santiago de Compostela: 2013), p. 235, fig. 1. No obstante, recientemente se ha apuntado que pudiera ser anterior y proceder del virreinato del padre de la dama, A. Baena Zapatero, “Apuntes sobre la elaboración de biombos en la Nueva España”, Archivo Español de Arte, 350, (2015), p. 178; F. Montes González, “Un palacio virreinal en la corte madrileña. Tesoros virreinales de la Casa ducal de Alburquerque”, Libros de la Corte.es., Monográfico 5, (2017), p. 156, nota 21, fig. 8. 101 G. Martín de Guijo, Diario de sucesos notables escrito por el Licenciado D. Gregorio Martin de Guijo, y comprende los años de 1648 a 1664, Documentos para la Historia de México, (México, 1853), tomo II, pp. 43-54, 108, 112-113, y 122; AGI, México, 38, n.º 57, Alburquerque al Consejo, 15 de noviembre de 1658; ibídem, n.º 58, Alburquerque al Consejo, 20 de octubre de 1658; citado por Fernández Bulete, “La desconocida ‘relación…”, p. 683, nota 29; Noticia breve de la solemne deseada última dedicación del templo metropolitano de México…, Con Licencia, (en México: Por Francisco Rodríguez Lupercio Mercader de libros en la puente de Palacio, Año 1668), pp. 12v-14r; Romero de Terreros, “El Virrey Duque de Alburquerque y las Bellas Artes”…, pp. 91-99; M. Toussaint. La catedral de México y el sagrario metropolitano: su historia, su tesoro, su arte, (México: Comisión Diocesana de Orden y Decoro, 1948); L. Pérez Puente, Tiempos de crisis, tiempos de consolidación: la catedral metropolitana de la ciudad de México, 1653-1680, (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2005), pp. 51-91, Montes González, Mecenazgo virreinal…, pp. 120-165. 102 Véase la carta que le envía desde México, a 6 de abril de 1656, en Romero de Terreros, “El Virrey Duque de Alburquerque y las Bellas Artes…”, pp. 96-98. 103 Guijo, Diario de 1648 a 1664, tomo I, p. 342. 104 Montes González, Mecenazgo virreinal, pp. 165-170. 105 Grabado estampado en los talleres del impresor Francisco Rodríguez Lupercio, 1657 (34 x 48 cm) para la invitación a la tesis universitaria de don José Francisco de Armendáriz: Romero de Terreros, “El Virrey Duque de Alburquerque y las Bellas Artes” …, p. 94, fig. 2; Montes González, Mecenazgo virreinal…, p. 118. 99 86 nuevo como militar, vestido con armadura y llevando en la mano derecha el bastón en la mando, igual que en el retrato de Wautier pintado tiempo atrás. Después de siete años en México volvió a la Península Ibérica. Al poco de su llegada varios poetas granadinos publican una serie de versos panegíricos para celebrar su regreso, “sus heroicas hazañas y gloriosas victorias”, y los méritos de sus antepasados, presentando su vida como un modelo de conducta, particularmente en el ámbito militar106. En 1662 fue nombrado por el rey Capitán General de la Armada del mar Océano, y posteriormente ascendido a Teniente General de la mar (1644)107. Aun teniendo problemas de salud Alburquerque condujo a la infanta Margarita a Viena como su Mayordomo mayor (1666)108. La corona quedó tan satisfecha del éxito de su misión que fue nombrado Consejero de Estado y Virrey de Sicilia109, cargo que desempeño tres años (1668-1670), teniendo especial actuación en la revuelta de Messina110. Al fallecer Felipe IV vuelve a España, reclamado por Mariana de Austria para su puesto en el Consejo de Estado, siendo después nombrado Mayordomo mayor del Rey Carlos II. Alburquerque murió en 1676, y sus restos se inhumaron en Cuéllar, en la iglesia del convento de San Francisco según sus deseos111. Su testamento (1676) deja clara constancia de su piedad religiosa, pero también de su amor por la pintura. Menciona como obra de su “mayor estimación” una Santa Rosalía, que lega al Rey. Se ha dicho que se trata de un Van Dyck, identificándolo con el lienzo de este asunto del museo del Prado112. No obstante, hoy sabemos que este Van Dyck había sido enviado al Rey años antes desde Nápoles, por el conde de Peñaranda (1664) para decorar las estancias de El Escorial113. A falta de poder consultar el testamento de Alburquerque en su totalidad, no hemos podido cerciorarnos de si se menciona el nombre de Van Dyck en el documento. Recurriendo a Fernández de Bethencourt, que transcribe con cierta amplitud la entrada en cuestión, constatamos la ausencia del nombre del pintor. Tampoco queda claro si se trata de una o de dos pinturas con el mismo tema: pues menciona 106 P.A. de la Cueva y Benavides, Espejo poético en que se miran las heroicas hazañas, y gloriosas, vitorias, ejecutadas, y conseguidas por el Excelentísimo Señor don Francisco Fernández de la Cueva, Duque de Alburquerque …, (Impresso en Granada: En la Imprenta Real, por Baltasar de Bolibar, 1662); Fernández Duro, Don Francisco Fernández de la Cueva, p. 374; S. Fasquel, “De la academia al monumento. Las hazañas del duque de Alburquerque y el Espejo poético, 1662”, Criticón, 119, (2013), pp. 9-22. 107 Fernández Duro, Don Francisco Fernández de la Cueva, p. 364; Rodríguez Villa, “El Duque de Alburquerque en la Batalla de Rocroy…”, p. 354. 108 Alburquerque sufrió calenturas que después “degeneraron en quartanas” en: J. de Villarroell, Relacion diaria de la jornada de la Señora Emperatriz, desde que desembarcó en el Final, hasta que salió de Lombardía, Al Ilustrissimo Señor Conde Bartholomé Ares, Regente del Supremo Consejo de Italia, y Presidente del Senado de Milan, (Milan, 1667), pp. 23, 41; Villa Irrutia, Relaciones, p. 79. 109 Rodríguez Villa, “El Duque de Alburquerque en la Batalla de Rocroy…”, p. 355. 110 E. Laloy, La révolte de Messine; l’expédition de Sicile et la politique française en Italie (1674-1678); avec des chapitres sur les origines de la révolte (1648-1674) et sur le sort des éxilés (1678-1702), tome 1, (Paris: C. Klincksieck, 1929), pp. 84, 112, 113, 457, 462. 111 Fernández Duro, Don Francisco Fernández de la Cueva, p. 374. 112 Romero de Terreros, “El Virrey Duque de Alburquerque y las Bellas Artes” …, p. 95. Menciona que la noticia de Van Dyck proviene de Fernández Duro, pero no se halla en el artículo citado. 113 M. Díaz Padrón, J. Sanzsalazar y A. Diéguez, Van Dyck en España, (Barcelona: Prensa Ibérica, 2012), vol. I, p. 362, cat. 31. 87 una pintura de Santa Rosalía “en elevación, por ser la de mayor estimación, y devoción que tengo”, que lega al rey Carlos II; y luego suplica a la reina admita como regalo una pintura donde la santa está en penitencia: “una pintura de Santa Rosolea en penitencia, á que he tenido especial devoción”114. Sin duda Alburquerque tenía predilección por esta santa. No es extraño que diese a su única hija el nombre de Ana Rosalía (1647-1716). Cierto es que podría haber adquirido un lienzo de Van Dyck con este asunto durante su estancia en Sicilia, pues fue allí donde el pintor creó una nueva imagen iconográfica de la santa, habiéndose encontrado su cuerpo en Palermo en 1624. Buena parte de las Santa Rosalía de Van Dyck proceden de España115. Entre todas, por exclusión podría tratarse de la versión del duque de Wellington que se conserva en Apsley House, cuya procedencia conocida no se remonta más allá de 1686, cuando se registra en el Alcázar de Madrid, en las bóvedas de Ticiano116. (Fig. 15). La santa aparece en penitencia y elevándose, por lo que podría corresponder a la pintura descrita en el testamento. En cualquier caso, el hecho de legar un cuadro al Rey como el objeto más preciado revela que la estimación de Alburquerque por el arte de la pintura pervivió hasta el final de sus días. 6. Un retrato para afirmar su imagen de poder. En busca de una posible cronología En sus años de juventud, como demuestra el nuevo retrato identificado, Alburquerque acudió a los Wautier con idea de fijar su imagen. El retrato pone en valor su condición militar, llevando armadura, banda carmesí y bastón de mando, según un esquema tradicional en los grabados flamencos. Quizá el sombrero negro con el que aparece aquí y en el Sitio de Barcelona fuera un rasgo personal, y la razón del apodo de “petit chapeau” que dieron los franceses a su Tercio. Nos preguntamos si las victorias obtenidas en 1641 y 1642 habrían motivado el retrato, aunque parece más probable que fuera su designación como General de la caballería de Flandes el 15 de abril de 1643— en cuyo caso se habría ejecutado entre la derrota de Rocroi en mayo y su partida a España a principios de diciembre. Sabemos que después de la de- “Suplico al Rey Nuestro Señor, que Dios guarde y prospere largos y felices años, se sirva de mandar recivir, en memoria al amor y reverencia que devo á las singulares honras y mercedes que se ha servido hacerme por su Real benignidad, una pintura de Santa Rosolea (Rosalía) en elevación, por ser la de mayor estimación, y devoción que tengo. Suplico á la Reina Nuestra Señora que Dios guarde que se sirva de mandar admitir mi buena ley y rendimiento con la corta demostración de una pintura de Santa Rosolea en penitencia, á que he tenido especial devoción” (Testamento del 12 de marzo de 1676, ante Andrés de Calatañazor, escribano Real de Madrid, y Antonio Flores, escribano de S.M., en F. Fernández de Bethencourt, Historia genealógica y heráldica de la monarquía española, Casa Real y Grandes de España, tomo X, (Madrid: Jaime Ratés, 1897-1920), p. 290. 115 Al menos ocho lienzos de Van Dyck con Santa Rosalía provienen de España. A. Diéguez Rodríguez, “Dos obras de Anton van Dyck del Alcázar de Madrid en la Alte Pinakothek de Munich”, Archivo Español de Arte, LXXIX, 314, (abril-junio 2006), pp. 187-204; M. Díaz Padrón, “Religión y devoción de Van Dyck en el coleccionismo español del siglo XVII”, Anales de Historia del Arte, 20, (2010), pp. 134-135; Díaz Padrón et al., Van Dyck, pp. 352-377, cats. 29-36. 116 (Lienzo, 114 x 84 cm.) Londres, Apsley House, colección Wellington, (inv. 246). Díaz Padrón et al., Van Dyck, vol. I, pp. 352-355, cat. 29. 114 88 Fig. 15. Anton van Dyck. Santa Rosalía, lienzo, 114 x 84 cm. Londres, Apsley House, colección del duque de Wellington© (inv. 246) 89 rrota, Melo y sus tropas se atrincheraron en Mons junto a Bucquoy117, y que allí estaba Alburquerque al menos hasta el 15 de julio, cuando escribe su carta a Olivares antes de partir a Thionville al día siguiente118. Por consiguiente, cabe preguntarse si el retrato pudo hacerse en Mons, cuna de los Wautier. Y aunque no se sabe dónde estaba Michaelina Wautier en estos momentos, pensamos que podría haberse alejado de Bruselas, donde tras sucesivas amonestaciones se había prohibido a su hermano Charles ejercer la profesión de pintor –según documento del 16 de Mayo de 1643– hasta no inscribirse en la guilda, lo que finalmente hizo en 1651119. Si bien se ha especulado sobre un posible viaje a Italia durante estas fechas120, cabe la posibilidad de que los Wautier volvieran a Mons y coincidieran allí con Alburquerque. En cualquier caso, sin duda guiado por un deseo de rehabilitar su imagen y legitimar su poder, Alburquerque fue retratado con los atributos de los más altos rangos militares121. Los Wautier supieron captar algo más, y en su mirada humedecida dejaron vislumbrar un atisbo de su alma, expresando el peso de los acontecimientos vividos. Quizá, este yo dignificado le sirviera para restaurar su “expuesta reputación” y cerrar “la boca de la malicia”, males de los que llegó a quejarse al Rey122. Sin duda llevó el retrato consigo a su vuelta a España; y también a México diez años después. Sabemos que, aunque tuvo poco tiempo para preparar esta mudanza, se hizo un registro de las pertenencias que debían quedar almacenadas en Cuéllar123, sin que sepamos nada de lo que llevaba consigo a México124. Quizá el retrato le siguiera también a Sicilia; y nos preguntamos si, vuelto a España y muerto el duque, la obra acabaría entre los numerosos retratos familiares sin citar autor que recogen los inventarios de sus herederos125. En cualquier caso, con el tiempo “Dom Francisco de Mello depuis sa défaite devant Rocroy, s’est retranché pres de Monts en Hainaut avec six mille fantassins tirez des garnisons voisines”. En carta de Amberes, 29 de mayo de 1643. “Nouvelles Ordinaires du Sixiesme Iuin 1643”, en Renaudot, Reccueil des gazettes et nouvelles…, (Paris, 1643), p. 464; Commelyn, Histoire de la vie & actes, p. 130. 118 Ibídem, p. 130. 119 Van der Stighelen, “Prima inter pares…”, pp. 108-109. 120 Van der Stighelen, “Growing up with Eight Brothers… “, p. 22. 121 Si bien la bengala se asocia habitualmente a los Capitanes generales, también la llevaban los Maestres de Campo, como bien indican varias fuentes: “Los Maestres de Campo, pueden traer bastón, y lo mismo los Sargentos Mayores de los Tercios, y los Capitanes de Campaña”. F. Ventura de la Sala y Albarca, Despues de Dios la primera obligacion y glosa de ordenes militares, (Nápoles: por Geronimo Fasulo, 1681), p. 160. “El distintivo de estas jerarquías (maestres de campo y maestres de campo generales) era la banda roja, pero el que ejercía el mando superior llevaba además un bastón de corta longitud”. F. Barado y Font, Museo militar. Historia del ejército español: armas, uniformes, sistemas de combate, instituciones, organización del mismo, desde los tiempos más remotos hasta nuestros días, II, (Barcelona, 1880), p. 407. 122 Véase el Memorial del duque de Alburquerque en Rodríguez Villa, “El Duque de Alburquerque en la Batalla de Rocroy…”, p. 379. 123 El 17 de mayo de 1635 se procede al inventario de los objetos enviados desde Madrid a Cuéllar: Memoria de las alhajas que se enviaron a Cuéllar para que se guarden en la fortaleza de ella durante el tiempo de la ausencia de su excelencia en el virreinato de México, Cuéllar, Archivo Alburquerque, caja 39, exp. 17, fols. 1-7; Montes González, Mecenazgo virreinal, pp. 234-235. 124 Se les concedía el privilegio de traer hasta 30.000 pesos en las cosas de su servicio y casa. Al hablar de su palacio, Guijo menciona “colgaduras que trajo de España, sin permitir entrase en palacio un clavo prestado, porque todo lo trajo de España” en: Guijo, Diario de 1648 a 1664, tomo I, p. 23; Montes González, Mecenazgo virreinal, p. 181. 125 Numerosos son los retratos sin especificar en los inventarios de Ana de la Cueva Enriquez Diez de Acero y Armendariz (1727), y Francisco Fernández de la Cueva (1733): “Retratto de s.r De la Cassa de Dha 117 90 y hasta el día de hoy había desaparecido su rastro, olvidándose las identidades del retratado y del artista que lo inmortalizó. ex.ma señora Marquesa, De medio Cuerpo”; “Dos rettratos de señores de la dha casa en zientto y Veintte rreales ambos 120”; “Ottro de un señor de dicha Cassa en sesentta Reales 60”; “Ottros dos Rettrattos de señores de la referida Cassa en sesentta reales ambos por mittad 60”; “Ottro de un señor de dicha Cassa en sesentta Reales 60”; “Quatro retratos de señores de la Casa de la dha Ex.ma S.ra Marquesa de Cadreitta los tres de cuerpo entero y el otro de medio cuerpo y todos con sus marcos negros en ziento y veinte rs 120”. 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