Nothing Special   »   [go: up one dir, main page]

Academia.eduAcademia.edu

La génesis de la estética estadounidense

2022, Metafísica y Persona

En este artículo planteamos una aproximación general sobre el surgimiento de la estética en la cultura estadounidense del siglo XIX. Utilizando un enfoque histórico-crítico, desarrollamos este trabajo en tres partes. En primer lugar, analizamos los argumentos de las dos teorías interpretativas dominantes, cuyo núcleo argumental consiste en sostener la ausencia de una tradición estética estadounidense en el siglo XIX. La teoría del “influjo pionero”, por un lado, está asociada a la tesis de que la ausencia de una estética estadounidense en el siglo XIX, se debe a la cultura materialista y refractaria a las artes que se engendra a partir de la figura del pionero. La teoría de la “colonización cultural”, por otro lado, gira alrededor de la idea de la importación pasiva de paradigmas culturales europeos como rasgo característico de la estética estadounidense de la época. En segundo lugar, sostenemos que en las obras de numerosos pensadores estadounidenses desde (al menos) el siglo XIX aparecen esbozos que sientan las bases de la cultura estética de los Estados Unidos. La relevancia de las obras de estos autores, frecuentemente injustamente olvidados, es pasada por alto debido a las limitaciones de las teorías dominantes mencionadas (la teoría del ”influjo pionero” y la de la “colonización cultural”). Finalmente, a partir de lo desarrollado en el punto anterior, argumentamos que es posible desarrollar una interpretación alternativa a las dos teorías dominantes, que remarque el carácter fragmentario, discontinuo e interdisciplinario del surgimiento de la estética en el siglo XIX en Estados Unidos. Esta interpretación (en este artículo sólo esbozada) es fundamental, a nuestro juicio, para tener una comprensión cabal del surgimiento sistemático de la estética estadounidense (ya sea que la ubiquemos en la obra de George Santayana o en la de John Dewey) y las diversas formas en que tematizaron sobre la experiencia estética en su contexto.

Metafísica y Persona Filosofía, conocimiento y vida Metafísica y Persona, Año 14, No. 28, Julio-Diciembre 2022, es una publicación semestral, coeditada por la Universidad de Málaga y la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla A.C., a través de la Academia de Filosofía, por la Facultad de Filosofía y Humanidades y el Departamento de Investigación. Calle 21 Sur No. 1103, Col. Santiago, Puebla-Puebla, C.P. 72410, tel. (222) 229.94.00, www.upaep.mx, contacto@metyper.com, roberto.casales@upaep.mx. Editor responsable: Roberto Casales García. Reservas de Derecho al Uso Exclusivo 04-2014061317185400-102, ISSN: 2007-9699 ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Licitud de Título y contenido No. (en trámite), otorgados por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Impresa por Mónica Lobatón Díaz, Servicios editoriales y de impresión, Enrique Rébsamen 124, colonia Narvarte Poniente, 03020, Ciudad de México, este número se terminó de imprimir en julio de 2022, con un tiraje de 250 ejemplares. Metafísica y Persona está presente en los siguientes índices: Latindex, ÍnDICEs-CSIC, REDIB, SERIUNAM, The Philosopher’s Index, ERIH PLUS, Dialnet, Fuente Académica. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura de los editores de la publicación. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de los editores. ISSN: 2007-9699 Metafísica y Persona Filosofía, conocimiento y vida Año 14 — Número 28 Julio-Diciembre 2022 Información general Objetivos científicos Metafísica y Persona es una revista de difusión internacional y carácter académico, cuyo objetivo principal es la transmisión y discusión de los resultados de las últimas investigaciones en el ámbito que reflejan su título y subtítulo, mediante la publicación de Artículos y Notas inéditos y de contrastado valor científico. Pretende ser un lugar de encuentro y difusión de estudios que ahonden en las relaciones entre filosofía, conocimiento y vida, y que, por su calidad, originalidad y rigor, representen un claro avance en el saber y una contribución de relieve en el campo científico de las materias que abarca. Cobertura temática El eje central de la revista es la realidad de la persona. Los artículos publicados en ella abordarán el estudio de la persona desde los distintos puntos de vista que permiten conocerla mejor. El lector encontrará, por tanto, trabajos de Filosofía, Teología, Sociología, Psicología, Psiquiatría, Neurociencia, Medicina y otros saberes centrados en el hombre. No obstante, la revista otorga una especial atención a la Antropología filosófica y, muy en particular, a la Metafísica de la persona, pues son ellas las que dan sentido y sirven de fundamento al resto de saberes sobre el ser humano. Público al que se dirige Metafísica y Persona se dirige especialmente a la comunidad científica y académica y, más en concreto, a aquellos investigadores de Instituciones Universitarias y otros Centros afines que, sobre todo desde una perspectiva filosófica, dedican todo o parte de sus trabajos a mejorar el conocimiento de la persona, necesitado de una constante revisión y puesta al día. No obstante, por las múltiples orientaciones que acoge, la Revista está también abierta a un público más amplio: a todos aquellos que, dotados de una base filosófica y de cierta formación en los saberes acerca de la existencia humana, desean profundizar en el conocimiento de la persona. Carácter de las contribuciones Las contribuciones enviadas a Metafísica y Persona han de ser inéditas en cualquier idioma y no estar sujetas a revisión para ser publicadas en ninguna otra revista o publicación, ni digital ni impresa. En principio, los artículos se publicarán en la lengua en que hayan sido redactados, aunque en ocasiones, de acuerdo con el autor, podrán ser traducidos al castellano o al inglés. Los artículos y las notas son sometidos a un arbitraje doble-ciego. Para ser publicados, los artículos han de obtener dos dictámenes favorables. Las notas, sin embargo, podrán ser admitidas con un solo dictamen positivo y rechazadas con un solo dictamen negativo. Más detalles en relación a este extremo figuran en las Normas editoriales. Datos generales (edición, difusión, identificación y contacto) Metafísica y Persona es coeditada entre la Universidad de Málaga (UMA) y la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP). Nació como revista electrónica, pero hoy se ofrece a los lectores tanto en formato digital como en papel. En su versión impresa, la revista se distribuye, con alcance internacional, mediante intercambio, donaciones e inscripciones (ver Suscripciones). Identificación esencial Título: Metafísica y Persona Subtítulo: Filosofía, conocimiento y vida Carácter: Revista filosófica Periodicidad: Semestral Difusión: Internacional ISSN en línea: 1989-4996 ISSN impreso: 2007-9699 Lugar de edición, año de edición y entidad editora • Málaga (España), Universidad de Málaga (Grupo PAI, Junta de Andalucía, HUM-495) • Puebla (México), Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (Facultad de Filosofía y Humanidades, y Departamento de Investigación) Año de fundación: 2009 Dirección postal y electrónica • Livia Bastos Andrade Facultad de Filosofía Decanato de Artes y Humanidades Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla Calle 21 Sur No. 1103, Col. Santiago 72410 PUEBLA (México) livia.bastos@upaep.mx • Gabriel Martí Andrés Departamento de Filosofía Facultad de Filosofía y Letras Universidad de Málaga Campus de Teatinos E-29071 MÁLAGA (España) gmartian@uma.es Consejo Directivo Director emérito: Director: Subdirector: Secretarios: Melendo Granados, Tomás, Universidad de Málaga, España Bastos Andrade, Livia, Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, México Martí Andrés, Gabriel, Universidad de Málaga, España García Martín, José, Universidad de Granada, España Castro Manzano, José Martín, Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, México Consejo de Redacción Blancas Blancas, Noé, Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, México García González, Juan A., Universidad de Málaga, España Jiménez, Pablo, Australian National University, Australia Lynch, Sandra (emérito), University of Notre Dame, Australia Porras Torres, Antonio, Universidad de Málaga, España Rojas Jiménez, Alejandro, Universidad de Málaga, España Villagrán Mora, Abigail, Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, México Consejo Científico Asesor Arana Cañedo, Juan, Universidad de Sevilla, España Brock, Stephen L., Università della Santa Croce, Italia Caldera, Rafael T., Universidad Simón Bolívar, Venezuela Casales García, Roberto, Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, México Clavell, Lluís (emérito), Università della Santa Croce, Italia D’Agostino, Francesco, Università Tor Vergata, Italia Donati, Pierpaolo, Università di Bologna, Italia Falgueras Salinas, Ignacio, Universidad de Málaga, España González García, Ángel L. (†), Universidad de Navarra, España Grimaldi, Nicolás, Université de Paris-Sorbonne, Francia Hittinger, Russell, University of Tulsa, Oklahoma Jaulent, Esteve, Instituto Brasileiro de Filosofia e Ciência “Raimundo Lúlio”, Brasil Livi, Antonio (†), Università Lateranense, Italia Llano Cifuentes, Carlos (†), Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa, México Medina Delgadillo, Jorge, Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, México Morán y Castellanos, Jorge (†), Universidad Panamericana, México Pithod, Abelardo, Centro de Investigaciones Cuyo, Argentina Pizzutti, Giuseppe M., Università della Basilicata, Italia Peña Vial, Jorge, Universidad de los Andes, Chile Ramsey, Hayden, Australian Catholic University, Australia Redmond, Walter, University of Texas, U.S.A. Sánchez Muñoz, Rubén, Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, México Sánchez Sorondo, Marcelo, Pontificia Accademia delle Scienze, Italia Vigo, Alejandro, Universidad de los Andes, Chile Wippel, John F., Catholic University of America, U.S.A. Zagal, Héctor, Universidad Panamericana, México Contenido Artículos La génesis de la estética estadounidense Laura Elizia Haubert Fabio Campeotto Claudio M. Viale . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .11 Thomas Reid y la percepción humana y animal José Hernández Prado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .41 La responsabilidad moral como una forma de narrativa Rodrigo Laera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .61 Trascendentales y desafío antropológico y cultural en Karol Wojtyla/Juan Pablo II Alejandro Pardo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .81 “Hablan raro allá arriba; pero se les entiende”: la gramática generativa de Rulfo Noé Blancas Blancas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .123 Idiots rather than persons? The crisis of education in the neoliberal era Juan Pablo Aranda Vargas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .137 Max Scheler: del personalismo ético a la metafísica del hombre Aldo Alejandro Camacho . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .163 Notas críticas ¿Cómo comprender la solución de Meillassoux al dilema espectral? Nicolás Antonio Rojas Cortés . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .199 Reseñas Casales García, R., Avatares de la contemplación y otros ensayos críticos de filosofía, México: Editorial Torres Asociados, 2009, 265pp. Cristina Elith Reyes Miranda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .231 Normas editoriales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .235 7 Artículos Metafísica y Persona. Filosofía, conocimiento y vida Año 14, Núm. 28, Julio-Diciembre, 2022, ISSN: 2007-9699 La génesis de la estética estadounidense The genesis of American aesthetics Laura Elizia Haubert1 CONICET / Universidad Católica de Córdoba - Unidad Asociada al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Córdoba, Argentina eliziahaubert@gmail.com Fabio Campeotto2 Universidad Católica de Córdoba - Unidad Asociada al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Córdoba, Argentina fcgumbo@gmail.com Claudio M. Viale3 CONICET / Universidad Católica de Córdoba - Unidad Asociada al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Córdoba, Argentina cmviale@gmail.com Resumen En este artículo4 planteamos una aproximación general al surgimiento de la estética en la cultura estadounidense del siglo XIX. Utilizando un enfoque histórico-crítico, desarrollamos este trabajo en tres partes. En primer lugar, analizamos los argumentos de las dos teorías interpretativas dominantes, cuyo núcleo argumental consiste en sostener la ausencia de una tradición estética estadounidense en el siglo XIX. La teoría del “influjo pionero”, por un lado, está asociada a la tesis de que la ausencia de una estética estadounidense en el siglo XIX, se debe a la cultura materialista y refractaria a las artes que se engendra a partir de la figura del pionero. La teoría de la “colonización cultural”, por otro lado, gira alrededor de la idea de la importación pasiva de paradigmas culturales europeos como rasgo característico de la estética estadounidense de la época. 1 2 3 4 ORCID: https://orcid.org/0000-0002-7323-441X ORCID: https://orcid.org/0000-0001-7590-7027 ORCID: https://orcid.org/0000-0002-3968-1646 Este artículo fue llevado a cabo en el marco de dos proyectos de investigación: “Pragmatismo y educación. Fundamentos teóricos y abordajes empíricos”, financiado por la Universidad Católica de Córdoba (2019-2023) y “Praxis, experimentalismo, aprendizaje y democracia: hacia una reevaluación de la filosofía de la educación contemporánea”, PICT 2020 serie A 01539 financiado FONCyT. Ambos proyectos son dirigidos por Claudio M. Viale. Recepción del original: 10/01/2022 Aceptación definitiva: 25/05/2022 11 Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida Año 14, Núm. 28, Julio-Diciembre, 2022, ISSN: 2007-9699 En segundo lugar, sostenemos que en las obras de numerosos pensadores estadounidenses desde (al menos) el siglo XIX aparecen esbozos que sientan las bases de la cultura estética de los Estados Unidos. La relevancia de las obras de estos autores, frecuentemente injustamente olvidados, es pasada por alto debido a las limitaciones de las teorías dominantes mencionadas (la teoría del “influjo pionero” y la de la “colonización cultural”). Finalmente, a partir de lo desarrollado en el punto anterior, argumentamos que es posible desarrollar una interpretación alternativa a las dos teorías dominantes, que remarque el carácter fragmentario, discontinuo e interdisciplinario del surgimiento de la estética en el siglo XIX en Estados Unidos. Esta interpretación (en este artículo sólo esbozada) es fundamental, a nuestro juicio, para tener una comprensión cabal del surgimiento sistemático de la estética estadounidense (ya sea que la ubiquemos en la obra de George Santayana o en la de John Dewey), y las diversas formas en que tematizaron sobre la experiencia estética en su contexto. Palabras clave: historia cultural estadounidense, filosofía estadounidense, estética, cultura pionera, siglo XIX. Abstract In this article we propose a general approach to the emergence of aesthetics in 19th century American culture. Using a historical-critical approach, we develop this work in three parts. First, we analyze the features of the two dominant interpretive theories, whose core argument consists in sustaining the absence of an American aesthetic tradition in the 19th century. The theory of the “pioneer influence”, on the one hand, is associated with the thesis that the absence of an American aesthetics in the 19th century is due to a materialistic culture and refractory to art generated from the figure of the pioneer. The “cultural colonization” theory, on the other hand, revolves around the idea of a passive importation of cultural paradigms from Europe as a characteristic feature of American aesthetics of the time. Second, we argue that in the works of many American thinkers since (at least) the nineteenth century there are sketches that lay the foundation for American aesthetic culture. The relevance of the works of these authors, frequently unjustly forgotten, is overlooked due to the limitations of the dominant theories mentioned (the theory of “pioneer influence” and that of “cultural colonization “). Finally, starting from what developed in the previous point, we argue that it is possible to develop an alternative interpretation to the two dominant theories, which highlights the fragmentary, discontinuous and interdisciplinary nature of the emergence of aesthetics in the 19th century United States. This interpretation (in this article only outlined) is fundamental, in our opinion, to have a complete understanding of the systematic emergence of American aesthetics (whether we place it in the work of George Santayana or in that of John Dewey) and the various ways in which they thematized about aesthetic experience in its context. Keywords: American cultural history, american philosophy, aesthetics, pioneer culture, 19th century 12 La génesis de la estética estadounidense Introducción En este trabajo presentamos un análisis del surgimiento de la estética (en tanto disciplina filosófica) en los Estados Unidos, a partir de la reconstrucción de aspectos histórico-sociales y culturales del siglo XIX. Usualmente, la cultura estadounidense de este período es concebida en dos formatos: o bien, se señala que sus rasgos característicos son el “materialismo” y el “utilitarismo”5 (lo que llamaremos “influjo pionero”); o bien se arguye la existencia de un dramático sentido de inferioridad con respecto a Europa6 (lo que definiremos como “colonización cultural”). A nuestro juicio, ambas interpretaciones son inconducentes a la hora de captar la formación de un pensamiento original y distintivamente estadounidense sobre la estética y las artes. En este contexto, algunos intérpretes remiten el inicio de una tradición estética estadounidense a la obra de Ralph W. Emerson (1803-1882),7 máximo exponente del Trascendentalismo, prolífico poeta y literato. Otras reconstrucciones, en tanto, sitúan sus inicios recién en el siglo XX,8 es decir, en el momento en que tanto George Santayana (1863-1952)9 como John Dewey (1859-1952)10 abordaron sistemáticamente esta temática. 5 6 7 8 9 10 Sobre este punto, ver Mumford, L., The Golden Day: A Study in American Experience and Culture, Nueva York, Boni & Liveright, 1926. En el artículo se hace referencia principalmente a las interpretaciones de Martha Banta y Jaap Verheul. Banta, M., One Truth Theory and the Quest for an American Aesthetics, New Haven y Londres: Yale University Press, 2007; Verheul, J., “ ‘A Peculiar National Character’: Transatlantic Realignment and the Birth of American Cultural Nationalism after 1815”, European Journal of American Studies, vol. 7, núm. 2, 2012, doi.org/10.4000/ejas.9638 Sobre la centralidad de Emerson en el desarrollo de la estética estadounidense, ver Marsoobian, A., “Art and the Aesthetic”, en Marsoobian, A. y Ryder, J. (Eds.), The Blackwell Guide to American Philosophy, 2004, pp. 364-367. doi:10.1002/9780470996843.ch23 Según Paul Guyer, “puede decirse que, en los Estados Unidos, la estética del siglo XX, y más en general la estética como rama de la filosofía, empieza con el trabajo de George Santayana de 1896, y asume una connotación típicamente estadounidense en la estética pragmatista de John Dewey”. Guyer, P., A History of Modern Aesthetics. Volume 3: The Twentieth Century, Cambridge: Cambridge University Press, 2014, p. 2. Salvo que citemos las referencias, las traducciones son propias. Santayana desarrolló una prolífica actividad como esteta. En 1896 publica su primer libro sobre esta temática: The Sense of Beauty: Being the Outlines of Aesthetic Theory, Nueva York: Charles Scribner’s Sons, 1896. En 1906, en tanto, publica Reason in Art como parte de la serie The Life of Reason or the Phases of Human Progress, Londres: Archibald Constable & Co., 1906. En 1910 dicta un ciclo de conferencias sobre Lucrecio, Dante y Goethe en la Universidad de Columbia, que constituye el núcleo de su libro Three Philosophical Poets: Lucretius, Dante, and Goethe, Cambridge: Harvard University Press, 1910. Una visión general de su enfoque puede apreciarse en el ensayo “What is Aesthetics?”, Philosophical Review, vol. 13, núm. 3, 1904, pp. 320-327, https:// doi.org/10.2307/2176284. Los rasgos característicos de su teoría del arte son reconstruidos en Haubert, L. E., “Observações introdutórias sobre a natureza da beleza na filosofia de George Santayana”, Griot, vol. 21, núm. 1, 2021, pp. 237-249, https://doi.org/10.31977/grirfi.v21i1.2162 La mayoría de los intérpretes colocan el comienzo de un enfoque estético en Dewey entre 1920 y 1930. Al respecto, ver Westbrook, R. B., John Dewey and American Democracy, Ithaca/ Londres: Cornell University Press, 1991, p. 387. En aquel periodo, Dewey aborda la esté- 13 Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida Año 14, Núm. 28, Julio-Diciembre, 2022, ISSN: 2007-9699 Nuestra hipótesis interpretativa es que en el curso del siglo XIX la cultura estadounidense no era refractaria a teorizar sobre el arte (pese a no ser una tradición consolidada como la europea), y que las raíces de la concepción estética dotada de rasgos locales deben buscarse en las obras de una serie de pensadores y artistas, cuyas figuras no están necesariamente asociadas a las universidades y los espacios culturales canónicos del presente. La tarea de visibilización de esas raíces, además, es crucial para interpretar y contextualizar adecuadamente el alcance del surgimiento de la estética sistemática estadounidense, ya sea en la obra de Santayana o en la de Dewey. Para llevar a cabo nuestra tarea, dividimos el texto en cuatro partes: en la primera (“La cultura estadounidense del siglo XIX: entre el materialismo y la dependencia europea’”) analizamos las distintas claves interpretativas con respecto a las teorías del “influjo pionero” y de la “colonización cultural”. En la segunda (“La producción estética fragmentaria”) establecemos nuevos parámetros con los cuales evaluar tanto la situación cultural de los Estados Unidos en el siglo XIX, como el desarrollo en ella de una tradición estética. En tanto, en la tercera parte (“La tradición olvidada: la estética no académica”) rescatamos el aporte de una serie de autores usualmente olvidados por los historiadores de la filosofía, destacando su rol paradigmático en la articulación de un enfoque estético típicamente estadounidense. Finalmente, en la cuarta parte, presentamos unas conclusiones. 1. La cultura estadounidense del siglo XIX: entre el materialismo y la dependencia europea En un discurso pronunciado el 30 de diciembre de 1908 en la Universidad John Hopkins de Baltimore, Hugo Münsterberg (1863-1916), psicólogo y filósofo de origen alemán, define a la estética como el tópico filosófico más descuidado entre los pensadores estadounidenses. Para el catedrático de Harvard, a los filósofos del país norteamericano, “salvando dos o tres notica en el capítulo noveno de La experiencia y la naturaleza, traducción de J. Gaos, México: FCE, 1967/1925, pp. 289-320; y le dedica integralmente el tratado El arte como experiencia, traducción de J. Claramonte, Barcelona: Paidós, 2008/1934. Sin embargo, en Dewey existe un tratamiento fragmentario y discontinuo de este tópico, que empieza desde Psychology (1887), cuando aún desarrollaba su actividad en el marco de la filosofía idealista. Dewey, J., “Psychology”, en Boydston, J.A. (Ed.), The Early Works of John Dewey, vol. 2, Carbondale y Edwardsville: SIU Press, 1967, pp. 267-280. Sobre la estética fragmentaria deweyana, ver Campeotto, F. y Viale, C.M., “Barnes’ Influence on Dewey’s Aesthetics”, Cognitio, vol. 19, núm. 2, 2018, pp. 227-241, doi: 10.23925/2316-5278.2018v19i20227-241; Campeotto, F.; Saharrea, J.M. y Viale, C.M., “Art as Occupations. Two Neglected Roots of John Dewey’s Aesthetics”, en The Pluralist, en prensa. 14 La génesis de la estética estadounidense tables excepciones, nunca les interesó destacar que la belleza también está entretejida con la vida que pretendemos comprender”.11 Indudablemente, desde que Münsterberg pronunció su discurso, en los Estados Unidos la estética tuvo una transformación constante y significativa, tanto que hoy puede considerarse uno de los campos más fecundos de toda su producción filosófica.12 Aun así, en una publicación reciente, Walter B. Gulick lamenta que “se ha prestado relativamente poca atención a la posibilidad [de delinear] una tradición distintivamente estadounidense” en esta rama del pensamiento.13 En otros términos, a pesar de constituir un ambiente fértil y vital, los autores estadounidenses se han mostrado tradicionalmente reacios a las reconstrucciones históricas de sus propias raíces. Las razones que han llevado a este descuido pueden remitirse a dos lecturas parciales de la historia cultural estadounidense del siglo XIX. La primera de ellas es la que llamamos la teoría del “influjo pionero”. Para esta interpretación, el rasgo distintivo de la cultura estadounidense de la época era el desinterés en las artes, ya que sus inquietudes más apremiantes se situaban en las razones materiales y económicas de la existencia. La segunda, la teoría de la “colonización cultural”, subraya la carencia de modelos locales de referencia, por un lado, y remite toda conceptualización estética a criterios importados de Europa, por el otro. El núcleo conceptual de la primera interpretación señala que la enorme expansión económica y territorial de las antiguas Trece Colonias no fue acompañada por un avance fructífero de su cultura. Más bien, las libertades que los Estados Unidos alcanzaron desde su Independencia, en lugar de representar un estímulo para el progreso cultural, se convirtieron en una drástica limitación para el desarrollo de las ciencias y las artes. Indudablemente, uno de sus más destacados representantes es Lewis Munford (1895-1990), para quien la progresiva colonización del oeste de Estados Unidos produjo no sólo una suerte de estancamiento cultural, sino una verdadera regresión a modos de vida “bárbaros”, que durante el 1800 se volvieron dominantes. Al respecto, en 1926 el gran sociólogo neoyorquino escribe: Puede marcarse una diferencia sobre este movimiento y el que plantaron los primeros colonos del Nuevo Mundo en Massachusetts y Pensilvania. En el primer periodo […] los Estados Unidos eran un lugar en que los europeos 11 12 13 Münsterberg, H., “The Philosophy of Beauty”, The Philosophical Review, vol. 18, núm. 2, 1909, p. 122. Diffey, T.J., “On American and British Aesthetics”, The Journal of Aesthetics and Art Criticism, vol. 51, núm. 2, 1993, pp. 169-175, doi.org/10.2307/431382. Gulick, W. B., “Towards and American Aesthetics”, en Gulick, W. B. y Slater, G. (Eds.), American Aesthetics: Theory and Practice, Albany: SUNY Press, 2020, p. 7. 15 Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida Año 14, Núm. 28, Julio-Diciembre, 2022, ISSN: 2007-9699 podían permanecer más cercanos a su propia esencia […]. En cambio, con la expansión hacia el oeste, los Estados Unidos se convirtieron en un lugar donde los europeos podían rápidamente transformarse en algo distinto, donde el hombre civilizado podía convertirse en un rudo salvaje, donde el hombre social se transformaba en “individuo”, donde el hombre sedentario podía volverse nómade.14 Mumford destaca que, a partir del siglo XIX, se impone en el país un estilo de vida basado en el deseo material y el éxito individual, perseguidos tanto a costa del equilibrio natural, como a expensas de las culturas originarias que habitaban aquellos lugares. Para el autor de The Golden Day, el atractivo de este nuevo estilo de vida se había tornado tan fuerte que hasta los máximos exponentes de la cultura de la época se dejaron cautivar por él: En lugar de tratar a la Naturaleza con sabia pasividad [… el pionero] violentó a su patrona en una furia ciega de pasión obstinada […]. La defensa de estos hábitos se basaba en los motivos más nobles; difícilmente pueden hallarse descripciones del periodo pionero sin encontrar en ellas relatos floridos sobre el nuevo estilo de vida, que contrastaban con una Europa despreciable, despótica y falsamente bella. Y este ánimo resuena también en los comentarios de Hawthorne y Emerson sobre las instituciones del Viejo Mundo, sin mencionar a los de un verdadero pionero como Mark Twain.15 Según esta visión, la mentalidad pionera, con su búsqueda del éxito individual, del enriquecimiento y del consumo a toda costa, se convierte rápidamente en un eje cultural del Nuevo Mundo. Hasta un intelectual de renombre como Emerson parece respaldar este horizonte, cuando en 1844 escribe: “el Comercio plantó la América y destruyó el feudalismo” (mayúscula en el original).16 En tanto, casi tres décadas después del comentario emersoniano, el escritor Charles D. Warner vuelve sobre la cuestión del materialismo y de su influencia en el estilo de vida del estadounidense promedio: El estadounidense crece y se desarrolla con pocas limitaciones. Los extranjeros solían describirlo como esbelto, hambriento, un animal nervioso, demacrado [… Hoy] esta versión no tiene fundamento […] Si alguna vez el ser humano se apoderó ansiosamente de las cosas mundanas y las destinó para su propio disfrute personal, este fue el estadounidense. Comemos de manera grosera, bebemos mucho […] estoy lleno de una especie de consternación cada vez que veo los almacenes de Chicago o Cincinnati […] es siempre la 14 15 16 Mumford, L., The Golden Day…, pp. 57-58. Mumford, L., The Golden Day…, pp. 59-60. Emerson, R. W., Ensayo sobre la naturaleza, seguido de varios discursos, traducción de E. González Blanco, Madrid: La España Moderna, 1904, p. 202. 16 La génesis de la estética estadounidense hora de comer en los Estados Unidos […]. Si una civilización puede juzgarse en base a sus deseos, entonces somos los más civilizados. Nunca tenemos bastante tierra, vestimentas, casas o comida.17 De la misma manera, en el curso del siglo XX, las reconstrucciones de intelectuales públicos18 e historiadores culturales19 insisten sobre el mismo argumento: la preocupación por la expansión territorial del Estado, la ansiedad por su explotación económica y el énfasis en la acumulación de bienes materiales, no les habían dejado a los estadounidenses el tiempo necesario “para desarrollar un gusto por las bellas artes y por todo lo que [en general] implica un interés en las artes”.20 En este contexto, la refinación y el cultivo de las artes eran vistos como un lujo vano o, aún peor, como un gasto innecesario de energías, típico de una sociedad decadente y obsoleta como la europea. En tanto, contrastando con el oeste salvaje, en las grandes ciudades de la costa este la percepción del retraso cultural estadounidense generaba sentimientos de desolación y abatimiento. Efectivamente, pese a algunas interpretaciones entusiastas –las más destacadas son las de Henry Adams (1891)21 y de Oliver W. Holmes (1923)–22 los documentos del tiempo describen a las mayores ciudades como una suerte de desierto cultural. Esta dicotomía entre un rápido avance económico y tecnológico, y la constatación de un notable retraso cultural, se hace patente en un editorial del Scribner’s Monthly de 1873: 17 18 19 20 21 22 Warner, C. D., “What Your Culture Means to Me”, Scribner’s Monthly, vol. 2, núm. 2, 1872, pp. 476-477. En el artículo “American Education and Culture” (1916), John Dewey, indudablemente el máximo intelectual público estadounidense en la primera mitad del siglo XX, denuncia “las feroces ilusiones de la América materialista y utilitarista”, que tradicionalmente han obstaculizado cualquier intento de fomentar las artes y la cultura en el país: “Soy uno de los que piensan que la única prueba y justificación de cualquier forma de sociedad política y económica es su contribución al arte y al conocimiento, a lo que puede denominarse cultura. Que Estados Unidos todavía no se haya justificado tanto es demasiado obvio para lamentarlo. La explicación de que primero debía completarse la conquista física de un continente es una paradoja”. Dewey, J., “American Education and Culture”, en Boydston, J. A. (Ed.), The Middle Works of John Dewey, vol. 10, Carbondale y Edwardsville: SIU Press, 1980, pp. 199. Sobre este aspecto, ver: Nye, R. B., The Cultural Life of the New Nation: 1776-1830, Nueva York: Harper & Brothers, 1960; Wright, L. B., “From Wilderness to Republic”, en Wright, L. B.; Tatum, G. B. et al., The Arts in America: The Colonial Period, Nueva York: Charles Scribner’s Sons, 1966, pp. 3-40. Wright, L. B., “From Wilderness to Republic”, p. 3. Según Adams, la emancipación cultural estadounidense empezó después de la Guerra Angloamericana (1812-1815), cuya consecuencia fue el “alejamiento [de los Estados Unidos] de las sociedades más antiguas”. Adams, H., History of the United States of America During the Second Administration of James Madison, Nueva York: C. Scribner’s Sons, 1891, p. 220. Oliver Wendell Holmes (1923) considera al ensayo “The American Scholar” (1837) de Emerson como la “Declaración de Independencia Intelectual” de Estados Unidos. Richardson, R.D., Emerson: The Mind on Fire, Berkley y Los Angeles: University of California Press, 1995, p. 263. Del texto emersoniano existe una traducción al español de Edmundo González-Blanco: “El hombre pensador”; en Emerson, R. W., Ensayo sobre la naturaleza…, pp. 65-91. 17 Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida Año 14, Núm. 28, Julio-Diciembre, 2022, ISSN: 2007-9699 Una ciudad puede no tener los conforts y las comodidades de la vida civilizada y ser, aun así, como Roma, una ciudad con un alma. ¿Pero cómo puede esperarse que Nueva York sea una ciudad con un alma, si no tiene nada para mantener un alma viva? No tenemos bibliotecas, museos, colecciones de historia natural, no hay galerías de pinturas o estatuas dignas no solo de una ciudad que se autodefine una “Metrópolis”, sino tampoco de un pueblo grande.23 La segunda interpretación a la que nos referimos es la de “colonización cultural”. Según el análisis de Martha Banta, los Estados Unidos del siglo XIX estaban aún lejos de declararse culturalmente independientes. Más bien, el reconocimiento de su retraso con respecto al Viejo Mundo llevaba consigo la inevitable necesidad de adoptar costumbres y modelos ajenos, a pesar de no contar con el apoyo de “instituciones oficiales, como la Iglesia y el Estado” que en Europa “hacían del acceso al arte un hecho establecido”.24 Por ello, según Banta, las declaraciones grandilocuentes de Adams, Holmes y otros, escondían en realidad un profundo sentido de ineptitud y desánimo: [los Estados Unidos] no eran todavía independientes en un sentido cultural, ya que su arte era nada menos que un ‘reflejo’ de las viejas naciones del otro lado del Atlántico. Los comentaristas estaban destinados a permanecer a la defensiva. Muchos intentaban enmascarar su doloroso sentido de inferioridad con un vocabulario lleno de esperanza, promesas y tiempos futuros.25 En ausencia de un interés público dirigido explícitamente al desarrollo cultural, el refinamiento y el cultivo de las artes se vuelven una ocupación privada y exclusiva de las clases más acomodadas. En su clásico libro The Theory of the Leisure Class (1899), el sociólogo y economista Thorstein Veblen destaca una situación conflictiva entre el estilo de vida materialista y utilitarista, que las clases medias rurales heredan de la mentalidad pionera, y la persistencia de modelos culturales de la aristocracia europea, ostentados por la llamada “clase ociosa” [leisure class]. Para Veblen, el prestigio de esta clase social, en lugar de depender de un linaje nobiliario, se basaba en la prerrogativa de invertir tiempo y recursos en actividades no productivas, como las centradas en el cultivo del “buen gusto”, o en la posesión y apreciación de objetos artísticos. En este sentido, su descripción de la sofisticación rebuscada de la clase ociosa contrasta netamente con la rudeza y tosquedad de la clase media retratada por Warner en 1872. En términos de Veblen: 23 24 25 Scribner’s Monthly, “Culture and Progress”, Scribner’s Monthly, vol. 1, núm. 7, pp. 121-125. Banta, M., “Raw, Ripe, Rot: Nineteenth-Century Pathologies of American Aesthetics”, American Literary History, vol. 17, núm. 4, 2005, p. 672, doi: 10.1093/alh/ahi052 Banta, M., “Raw, Ripe, Rot…”, p. 14. 18 La génesis de la estética estadounidense Ya que el consumo de […] bienes excelentes es una muestra de riqueza, se vuelve honorífico; y, en consecuencia, la incapacidad de consumir en la cantidad y calidad oportuna se convierte en un símbolo de inferioridad y fracaso. El crecimiento de una discriminación quisquillosa, así como de una excelencia cualitativa en comer, beber, etc. en este momento afecta no solo el estilo de vida, sino la formación y la actividad intelectual del caballero [gentleman] de la clase ociosa. Ya no es más simplemente un hombre agresivo y exitoso –un hombre de fuerza, recursos e intrepidez. Para evitar la puesta en ridículo [stultification], debe también cultivar su buen gusto, porque ahora le corresponde discriminar con cierta sutileza entre lo que es noble y lo que es innoble entre los bienes de consumo. Se vuelve un connoisseur de manjares que pueden elogiarse en distintos grados y méritos, de bebidas y bisuterías masculinas, de la indumentaria correcta y de la arquitectura, de armas, juegos, danzas y narcóticos. Este cultivo de la facultad estética requiere tiempo y aplicación […]. El consumo de bienes valiosos es el medio del caballero de la clase ociosa para ganarse una reputación.26 En tanto, en el campo de las artes y la estética, Banta señala dos peculiares influencias europeas que se afianzaron en distintos momentos de la historia cultural estadounidense. Por un lado, destaca una influencia del arte y la estética italiana de los siglos XV y XVI, que se impone en los círculos de connoisseurs hasta poco después de la mitad del siglo XIX: “los Viejo Maestros de Italia eran tomados para enseñarle al público estadounidense la manera correcta o incorrecta” de progresar en la estética y el gusto.27 Por otro lado, Banta marca un decisivo cambio de rumbo en la parte final del siglo, cuando Francia se vuelve el modelo principal de referencia: Los estudiantes elegían París, dejando que la Roma de fin de siglo se ocupara de algo que los protestantes norteamericanos interpretaban como una situación sórdida, ya que el Vaticano no pudo conservar el poder temporal luego de la formación de un Estado unitario en 1861, este último también plagado por problemas políticos y económicos, que les dejaban a sus ciudadanos muy poco tiempo por la discusión estética.28 En esta sección hemos intentado reconstruir las dos interpretaciones dominantes sobre la vida cultural estadounidense del siglo XIX. En primer lugar, hemos destacado la influencia de la mentalidad pionera, que no solo se arraigó en las costumbres de las clases medias y del interior del país, sino que, según Mumford, también impactó en el pensamiento de algunos intelectuales. Este influjo, por un lado, estimuló a los estadounidenses a “explorar 26 27 28 Veblen, T., The Theory of the Leisure Class: An Economic Study of Institutions, Nueva York: The MacMillan Company, 1908, pp. 74-75; cursiva nuestra. Banta, M., “Raw, Ripe, Rot…”, p. 676. Banta, M., “Raw, Ripe, Rot…”, p. 678. 19 Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida Año 14, Núm. 28, Julio-Diciembre, 2022, ISSN: 2007-9699 y desarrollar una concepción esencialista de Europa como un ‘otro’ contra quien definir su propia civilización emergente”.29 Por el otro, condicionó la asunción de las razones económicas como un atributo distintivo de su propia cultura, a expensas del cultivo de las ciencias y de las artes. En segundo lugar, hemos mostrado los rasgos centrales de lo que llamamos “colonización cultural”. En palabras de Jaap Verheul: “la rivalidad intelectual estadounidense con el Viejo Mundo coincidía con una dependencia implícita de normas y criterios europeos para la excelencia en la literatura y la erudición”.30 En este contexto, las clases más acomodadas se esforzaron por adoptar un estilo de vida inspirado en el esteta, el aristócrata y el dandy europeo, aunque lo despojaron de sus significados más intrínsecos, y lo redujeron a un mero pretexto para erigirse sobre las masas incultas. 2. La producción estética fragmentaria El cuadro que se acaba de delinear muestra una cultura estadounidense tensionada entre dos polos opuestos: el del materialismo y utilitarismo, concebidos como alternativa y/o reacción al colonialismo cultural europeo, por un lado; y por el otro, el de la asimilación acrítica de costumbres extranjeras, vista como paliativo a la ausencia de un enfoque autóctono. En definitiva, ambas reconstrucciones insisten sobre la idea de una cultura estadounidense incapaz de desarrollar una teoría estética dotada de rasgos genuinamente locales. Contrastando con estas interpretaciones, en esta sección pretendemos socavar su reduccionismo y proponer una lectura alternativa sobre el desarrollo de la estética en los primeros tiempos de Estados Unidos. Estimamos que el límite principal, tanto de la teoría del “influjo pionero”, como de la llamada “colonización cultural”, es que ignoran una serie de aportes intelectuales fragmentarios que se fueron acumulando a lo largo del siglo XIX, hasta desembocar en una tradición estética con rasgos propios. En este sentido, la tesis del “influjo pionero” tiene el límite de enfatizar solo una de las diversas facetas de la vida sociocultural estadounidense. En efecto, aunque la mentalidad pionera se propagó durante la llamada Conquista del Oeste, influyó solo marginalmente en los antiguos centros urbanos de la costa este. Asimismo, si bien la teoría de la “colonización cultural” ha relevado la tendencia de ciertos grupos sociales a homologarse a los hábitos 29 30 Verheul, J., “ ‘A Peculiar National Character’...”, párr. 20. Verheul, J., “ ‘A Peculiar National Character’...”, párr. 20; cursiva nuestra. 20 La génesis de la estética estadounidense europeos, pasa completamente por alto la relevancia de las aproximaciones originales imbuidas del espíritu local. Entre los historiadores estadounidenses, Meredith J. Neil es quien ha planteado la interpretación alternativa más notable, que intenta superar la imagen del país como un “desierto cultural”, y también las nociones de provincialismo y dependencia intelectual que históricamente han afectado los juicios sobre su cultura. Neil reconoce que “un lamento estándar escuchado a lo largo de nuestra historia nacional ha sido que los estadounidenses, en su alocada lucha por la riqueza y la comodidad, no lograron mostrar aprecio por las artes”.31 El autor define esta concepción como una “ficción”, construida sobre la base de un análisis reduccionista y superficial de la cultura local: “la afirmación que los Estados Unidos […] no eran particularmente propicios para el arte –que pretendo llamar “ficción pionera”– es tan ampliamente aceptada que se ha vuelto un lugar común”.32 Para Neil, esta visión puede asimilarse a una suerte de ritual imposible de derrocar: “como una letanía, esta actitud es más un ritual que una declaración de hechos, y el ritual relata y celebra una fe que lo abarca”.33 En realidad, “muchos estadounidenses manifestaron un interés en la estética con anterioridad al 1815, si bien no [se concretó] en la forma de un tratamiento sistemático”.34 En tanto, con respecto a la dependencia de modelos extranjeros, Neil describe la formación, desde principios del 1800, de un frente intelectual estadounidense que asumía a los asuntos estéticos como punto de partida para la creación de una cultura distintivamente local. Estos autores “creían que el desarrollo del arte y del gusto estadounidenses tomaría [material de] culturas más antiguas y no simplemente imitaría estilos y actitudes extranjeras”.35 En otras palabras, en lugar de recibir pasivamente lo que llegaba del exterior, estos intelectuales se esforzaron en dirección de una reinterpretación crítica de las ideas europeas, acorde con los parámetros y la sensibilidad de su propia época y cultura. Si bien en un contexto menos fecundo que el del Viejo Mundo, y aun dependiendo en parte de sus formulaciones, según Neil estos pensadores dieron un aporte esencial en la creación de una auténtica tradición local, a la que Emerson, Santayana, Dewey, etc., sucesivamente se vincularon. 31 32 33 34 35 Neil, M.J., “American Indifference to Art: An Anachronistic Myth”, American Studies, vol. 13, núm. 2, 1972, p. 93. Neil, M. J., Toward a National Taste: America’s Quest for Aesthetic Independence, Honolulu: The University Press of Hawaii, 1975, pp. X-XI. Neil, M.J., “American Indifference to Art…”, p. 100. Neil, M. J., Toward a National Taste…, p. XI. Neil, M. J., Toward a National Taste…, pp. 43-44. 21 Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida Año 14, Núm. 28, Julio-Diciembre, 2022, ISSN: 2007-9699 Esta estética incipiente posee tres características peculiares que pueden haber afectado la visión distorsiva y sin matices de los defensores de las tesis reduccionistas. En primer lugar, la ausencia de lugares públicos de exposición y debate, como editoras, revistas y periódicos especializados en las artes, inevitablemente ha condicionado su carácter fragmentario y a menudo interdisciplinario.36 Según Frank L. Mott, en el siglo XIX solo existían “pocas revistas de duración efímera sobre las artes occidentales”,37 de las cuales The Crayon se destacaba como la más sobresaliente.38 Tampoco existían revistas específicamente dedicadas a la teoría estética, ya que el Journal of Aesthetics and Art Criticism, fundado recién en 1941, puede considerarse como la más antigua.39 En este contexto, numerosas contribuciones deben necesariamente rastrearse en revistas de alcance general o en periódicos dedicados a otros tópicos. En palabras de Neil: “En lugar de teorías formales del tamaño de un libro para unos pocos eruditos, el gusto estadounidense se formuló y expresó primariamente en periódicos para las masas alfabetizadas”.40 Thomas Munro comparte esta postura y asevera que la discontinuidad y la fragmentariedad deben tomarse como los rasgos más distintivos de esta primera producción.41 En tanto, un segundo aspecto se refiere al notorio desinterés de los ambientes académicos respecto a la estética y la teoría del arte. Sobre este punto, en 1951 Thomas Munro escribe: En los Estados Unidos la materia se encuentra todavía en un estado rudimentario de su desarrollo, si es comparado con el de la Alemania de preguerra o con otras ramas de la filosofía estadounidense […] Ninguna universidad estadounidense ha enseñado estética durante mucho tiempo y de manera constante, como para construir una tradición acumulativa de intereses y logros. Normalmente se enseña, cuando se hace, como un curso avanzado opcional en los depar- 36 37 38 39 40 41 Sobre este aspecto, puede compartirse el análisis de Stephen D. Ross sobre el carácter interdisciplinario que históricamente ha definido tanto el desarrollo de la filosofía estadounidense, en general, como el crecimiento en ella de una teoría estética, en particular. Ross, S. D., “Aesthetics”, en Lachs, J. y Talisse, R. (Eds.), American Philosophy: An Encyclopedia, Nueva York: Routledge, 2008, p. 22, https://doi.org/10.4324/9780203492796 Mott, F.L., A History of American Magazines. Volume II: 1850-1865, Cambridge: Belknap Press, 1967, p. 193. La revista The Crayon se publicó entre 1855 y 1861. Martha Banta subraya su cercanía con el idealismo alemán y sostiene que su director, William James Stillman, era “emersoniano hasta la médula”. Banta, M., “Raw, Ripe, Rot…”, 2005, pp. 666-667. Francis G. Townsend, en tanto, destaca su centralidad para la difusión en los Estados Unidos de las ideas del teórico inglés John Ruskin. Townsend, F. G., “The American Estimate of Ruskin, 1847-1860”, Philological Quarterly, vol. 32, núm. 4, 1963, p. 77. Munro, T., “Aesthetics as Science: Its Development in America”, The Journal of Aesthetics and Art Criticism, vol. 9, núm. 3, 1951, p. 162, https://doi.org/10.2307/425882 Neil, M. J., Toward a National Taste…, p. XI. Munro, T., “Aesthetics as Science…”, p. 173. 22 La génesis de la estética estadounidense tamentos de filosofía […] raramente es considerada como algo necesario, ni siquiera en los currículos de estudios liberales y humanísticos.42 En otro artículo de 1946, Munro reconstruye el complicado derrotero de la estética en las universidades estadounidenses. Su rol, sostiene el ex estudiante de John Dewey, puede aproximarse al de la última hija de la familia filosófica, a quien frecuentemente se mira con poco interés y escaso compromiso: Desde el siglo XVIII, [la estética] ha ocupado un lugar algo incierto como integrante de la familia filosófica. Su posición no es diferente a la de una llegada tardía e inesperada, un infante no buscado y accidental, que viene a bendecir la vejez de una pareja cuyos otros hijos han crecido hace mucho tiempo. Los torpes intentos del bebé de caminar y hacer cosas por sí mismo son entretenidos, pero un poco vergonzosos, entre hermanos mayores mucho más balanceados […]. La estética se incluye a veces entre las ramas reconocidas de la filosofía, a veces no. El estudiante puede leer una larga lista de historias recientes de la filosofía y de estudios de problemas contemporáneos, sin descubrir que la estética existe, o que algún gran filósofo se haya preocupado por el arte […]. La Introducción a la filosofía de Friedrich Paulsen, todavía en uso desde que William James la aprobó en 1895, no menciona la estética entre las ramas de la filosofía –la lógica, la ética, la epistemología y la metafísica. Ni el arte ni la estética se mencionan en su índice.43 La gris descripción de Munro encuentra un sólido respaldo en un documento de 1882, en que el programa filosófico de la Universidad John Hopkins (en aquel momento la más avanzada del país) muestra un currículo dominado por la ética, la psicología y la lógica, donde la estética está totalmente ausente.44 Por esta razón, se infiere que las raíces estéticas de Estados Unidos no deberían buscarse en los ambientes académicos, ni tampoco en los escritos de los grandes catedráticos, sino más bien en el trabajo apasionado de los filósofos diletantes, de los círculos culturales y de los clubes que tenían contactos esporádicos o simplemente nominales con las universidades.45 42 43 44 45 Munro, T., “Aesthetics as Science…”, p. 162; cursiva nuestra. Munro, T., “Aesthetic and Philosophy in American Colleges”, The Journal of Aesthetics and Art Criticism, vol. 4, núm. 3, 1946, p. 180. Ver “Philosophy at John Hopkins University”, The Journal of Speculative Philosophy, vol. 16, núm. 4, 1882, pp. 430-433. Sobre este argumento pueden verse los siguientes trabajos: Kuklick, B., A History of Philosophy in America 1720-2000, Oxford: Clarendon Press, 2001; Schweighauser, Ph., Beautiful Deceptions: European Aesthetics, the Early American Novel, and Illusionist Art, Charlottesville: University of Virginia Press, 2016, https://doi.org/10.2307/j.ctt1djmjbd. Sin embargo, entre los académicos estadounidenses pueden mencionarse algunas excepciones aisladas. Por ejemplo, el texto Element of Art Criticism de George W. Samson, ex presidente del Columbian College, fue pensado explícitamente para “despertar, fomentar y apoyar la creciente aspiración de los estudiantes y aficionados estadounidenses en el arte”. Samson, G. W., Element of Art Criticism, Filadelfia: J.B. Lippincott, 1867, p. 3. En el mismo año, George F. Comfort, profesor 23 Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida Año 14, Núm. 28, Julio-Diciembre, 2022, ISSN: 2007-9699 Finalmente, la tercera característica de esta incipiente teoría es el dominio de la literatura sobre las demás artes, que puede argumentarse según dos razones históricas. En primer lugar, la literatura fue el arte que se afianzó más rápidamente en Estados Unidos. Según Jay Martin, “como en la mayoría de los países en desarrollo, las artes literarias, que se relacionaban con el lenguaje, maduraron mucho más rápidamente que las artes visuales y musicales”.46 Este aspecto peculiar de la cultura estadounidense47 ha sido subrayado también por Munro: En la mayoría de los centros de aprendizaje europeos, donde se ha escrito y enseñado la estética, las grandes obras de arte han estado presentes desde hace mucho tiempo. Rodean al estudiante universitario en Roma, Florencia, París, Londres, Viena, Múnich y Berlín. Si no basan sus teorías estéticas en la observación de primera mano de la gran arquitectura, escultura, pintura, música y teatro, no es por falta de oportunidades […]. En los Estados Unidos, hasta las últimas décadas, la mayoría de las bellas artes se han realizado a pequeña escala. El artista visual estadounidense tuvo pocas oportunidades de ver grandes obras de arte […] excepto a través de un viaje ocasional a Europa, o en una reproducción mediocre.48 46 47 48 de estética en la Universidad de Syracuse y cofundador del Metropolitan Museum de Nueva York, dedica al mismo argumento el artículo “Esthetics in Collegiate Education”; en The Methodist Quarterly Review, vol. 27, núm. 49, 1867, pp. 572-590. Martin, J., The Education of John Dewey, Nueva York: Columbia University Press, 2002, p. 400. Más recientemente, este aspecto de la cultura estadounidense ha sido destacado también por Campeotto, F. y Viale, C.M., “Pragmatismo clásico y estética. Perspectivas contemporáneas”, Stromata, vol. 75, núm. 2, 2019, pp. 9-12. Esta preponderancia de la literatura es una constante que se repite entre los grandes nombres de la estética estadounidense. En efecto, tanto Emerson, como Santayana fueron prolíficos artistas en el campo de las letras y han teorizado prevalentemente sobre este argumento. Al respecto, ver: Cavanaugh, C. A., “The Aeolian Harp: Beauty and Unity in The Poetry and Prose of Ralph Waldo Emerson”, Rocky Mountain Review of Language and Literature, vol. 56, núm. 1, 2002, pp. 25-35; Singer, I., George Santayana: Literary Philosopher, New Haven y Londres: Yale University Press, 2000. También John Dewey incursionó en este campo, si bien como poeta aficionado. Boydston, J.A., (Ed.), The Poems of John Dewey, Carbondale: SIU Press, 1977. Es sabido que Dewey se acercó a las artes visuales recién en la década del 1920, mientras que sus primeras aproximaciones al arte muestran su predilección originaria por la poesía. Ver, por ejemplo, su texto de 1890 “Poetry and Philosophy”, en Boydston, J. A. (Ed.), The Early Works of John Dewey, vol. 3, Carbondale y Edwardsville: SIU Press, 1969, pp. 110-124. Sobre el acercamiento de Dewey a las artes visuales, ver: Campeotto, F. y Viale, C.M., “Educación y arte. Acerca de John Dewey”, Cuestiones de filosofía, vol. 3, núm. 21, 2017, pp. 135-164, doi: 10.19053/01235095. v3.n21.2017.7705; Campeotto, F. y Viale, C.M., “Barnes’ Influence on Dewey’s Aesthetics”. A pesar de no haber desarrollado una estética sistemática, William James fue el único, entre los nombres más destacados de la llamada “Filosofía Clásica Americana”, en tener una sólida preparación en las artes visuales, ya que en su juventud había estudiado pintura en Francia con Loen Coignet y en Massachussets con William Morris Hunt. Ver: Richardson, R. D., William James in the Maelstrom of American Modernism: A Biography, Boston y Nueva York: Houghton Mifflin Company, 2007, p. 22; Jatuff, J. y Campeotto, F., “Mesura y grandes relieves. William James, Víctor Hugo y Correggio”, Boletín de estética, vol. 14, núm. 44, 2018, pp. 66-98, http://www.boletindeestetica.com.ar/index.php/boletin/article/view/32/18 Munro, T., “Aesthetics as Science…”, pp. 167-168. 24 La génesis de la estética estadounidense En segundo lugar, a pesar de la escasez de revistas sobre la estética y las artes plásticas, en el curso del siglo XIX proliferaron en los Estados Unidos las publicaciones de corte literario. Por este motivo, Edward Cahill nombra un largo listado de revistas y periódicos que jugaron un papel determinante en la formación de una estética filosófica estadounidense: The Boston Magazine, The Literary Magazine, The New-York Magazine, The North American Review, The Port Folio, The United States Magazine, The Universal Asylum and Columbian Magazine,The Massachusetts Magazine, American Literature, Early American Literature, New England Quarterly y William and Mary Quarterly, entre otras.49 Más en general, Cahill precisa que una “retórica de la teoría estética”, original y cualitativamente elevada, puede encontrarse en casi toda la producción literaria de ese tiempo: “En periódicos y revistas, libros y memorias corrientes, sermones y tratados morales, correspondencia privada y conversaciones corteses, en casi todos los géneros y medios de expresión, la retórica de la teoría estética es ubicua e insistente”.50 3. La producción olvidada: la estética no académica A pesar de un desarrollo apenas incipiente de las artes visuales, y de un clima académico notoriamente desinteresado, las raíces de la estética como disciplina filosófica en los Estados Unidos, pueden rastrearse a partir del trabajo de artistas, teólogos, intelectuales públicos y aficionados.51 En el curso del siglo XIX, sus reflexiones sobre las artes o bien ocupaban las páginas de periódicos populares y revistas literarias, o bien a menudo pueden hallarse en fragmentos de tratados, discursos y cartas sobre otros tópicos. En este contexto, el lento desarrollo de una estética originalmente estadounidense puede reconstruirse siguiendo tres etapas: 1. Un primer enfoque fragmentario surge ya en el curso del siglo XVIII, gracias al aporte de intelectuales públicos, teólogos y aficionados. 49 50 51 Cahill, E., Liberty of the Imagination: Aesthetic Theory, Literary Form, and Politics in the Early United States, Filadelfia: University of Pennsylvania Press, 2012, p. 6. Cahill, E., Liberty of the Imagination…, p. 6. Según Bruce Kuklick, no solo la estética, sino la filosofía estadounidense en general surgió, en los siglos XVIII y XIX, prevalentemente en ámbitos no académicos. Para el conocido historiador, los primeros años de la filosofía estadounidense se caracterizan por un diálogo cerrado entre aficionados, teólogos y, sólo en último término, los catedráticos. Kuklick, B., A History of Philosophy in America 1720-2000, Cambridge: Clarendon Press, 2001, p. 2. 25 Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida Año 14, Núm. 28, Julio-Diciembre, 2022, ISSN: 2007-9699 2. Posteriormente al viaje de Emerson a Europa (1832), en que establece un contacto con Carlyle, Coleridge y Wordsworth, la estética se vuelve un eje en las reflexiones de poetas, literatos y artistas plásticos cercanos al intelectual de Massachussets. 3. En la segunda mitad del 1800 un grupo de filósofos no académicos radicados en Misuri (conocidos como los “Hegelianos de Saint Louis” [Saint Louis Hegelians]) difunde y reinterpreta las ideas estéticas de Hegel. En su primera fase, la estética estadounidense se caracterizó prevalentemente por algunos aportes episódicos y dispersos que ocupaban partes de proyectos más amplios sobre los tópicos de la teología, de la moral y de la política. Aun así, pueden rastrearse algunos ejes temáticos comunes a los distintos autores, como el interés en la definición de los conceptos de belleza y de sublime, el énfasis en el rol de la literatura en la experiencia estética y el reconocimiento del papel de las artes en la moral, la política y la educación. A esta primera etapa puede remitirse el trabajo del teólogo Jonathan Edwards quien, en su libro The Nature of True Virtue (1765) trata la belleza como un elemento esencial tanto del mundo humano (que define belleza primaria o terrenal), como del cosmos (que llama belleza secundaria o espiritual).52 En este sentido, Robert C. Neville lo ha considerado un precursor de Emerson, Peirce, Santayana y Dewey en sus incursiones posteriores en los campos de la metafísica y la estética.53 En el mismo periodo también Benjamin Franklin, conocido científico y hombre político, dedicó al arte algunas reflexiones. En particular, según la interpretación de Max I. Baym, Franklin contribuyó a redirigir la estética teológica de Edwards a la dimensión de las ciencias naturales humanas, inaugurando un nuevo itinerario en la cultura estadounidense del que posteriormente son parte tanto Santayana como Dewey.54 Como señala Baym, Franklin muestra un interés peculiar en el valor moral y educativo de las artes, que puede apreciarse, por ejemplo, en una carta de 1762 al filósofo británico Lord Kames: “Estoy convencido […] que un buen gusto en las artes contribuye a la mejora de la moral”.55 52 53 54 55 Louie, K. Y., The Beauty of the Triune God: The Theological Aesthetics of Jonathan Edwards, Eugene: Wipf and Stock Publishers, 2013. Neville, R, C., “Harmony, Existence, and the Aesthetics”, en Gulick, W. B. y Slater, G. (Eds.), American Aesthetics: Theory and Practice, Albany: SUNY Press, 2020, p. 211. Baym, M. I., A History of Literary Aesthetics in America, Nueva York: Frederick Ungar Publishing Co., 1973, p. 4. Franklin, B., The Papers of Benjamin Franklin. Vol. 10: January 1 1762 through December 31 1763, edición de Labaree, L. W. et al. (Eds.), New Haven y Londres: Yale University Press, 1966, p. 147. 26 La génesis de la estética estadounidense Con todo, Franklin no fue el único político en meditar sobre el valor de las artes, ya que en aquellos años también dos expresidentes esbozaron algunas ideas de cierta relevancia. En primer lugar, Thomas Jefferson (quien se desempeñó también como arquitecto) en su texto Notes on the State of Virginia (1785) se expresa sobre la belleza, lo sublime y la relación entre arte y moral. En segundo lugar, John Quincy Adams (quien fue un experto en la retórica) publica en 1810 un ciclo de conferencias titulado Lectures on Rhetoric and Oratory, del cual emerge su gusto refinado por la literatura.56 En tanto, en el mismo periodo puede destacarse la labor del poeta John Trumbull, cuyo discurso de graduación de Yale, Essay on the Use and Advantages of the Fine Arts (1770), es considerado por Edward Cahill como un precedente crucial para el desarrollo de una teoría estética enraizada en la cultura estadounidense.57 Otro artista que se involucró en la teoría del arte fue el pintor Washington Allston, quien en 1841 publica Lectures on Art and Poems, considerado el primer tratado escrito por un estadounidense sobre este tópico.58 En él pueden encontrarse agudas reflexiones sobre la experiencia artística, la creación, la originalidad, la poesía, la forma, y el placer originado por el arte.59 Finalmente, a este heterogéneo grupo de intelectuales puede agregarse el pastor unitario William Ellery Channing, quien en 1826 publica el libro Remarks on the Character and Writings of John Milton. En su obra, Channing anticipa algunas posiciones que se vuelven centrales en la estética de Emerson, Santayana y Dewey, como su concepción instrumental de la poesía, exaltada por la capacidad de despertar en la consciencia valores puros y nobles. En sus propias palabras: “la poesía tiene una alianza natural con nuestros mejores afectos. Se deleita en la belleza y sublimidad de la creación exterior y del alma”.60 Para Clemens Spahr, en la estética de Channing pueden reconocerse los primeros gérmenes del pensamiento trascendentalista, que su amigo Ralph W. Emerson populariza y expande.61 56 57 58 59 60 61 Hafertepe, K., “An Inquiry into Thomas Jefferson’s Ideas of Beauty”, Journal of the Society of Architectural Historians, vol. 59, núm. 2, pp. 216-231. Cahill, E., Liberty of the Imagination…, p.46. Hasta donde sabemos, el trabajo de Trumbull ha pasado desapercibido en la crítica de lengua castellana. Sin embargo, existe una traducción al portugués de su obra de 1770: “Um ensaio sobre o uso e as vantagens das belas-artes”, traducción de L.E. Haubert, Paralaxe, vol. 8, núm. 1, 2021, pp. 193-201, https://revistas.pucsp. br/index.php/paralaxe/article/view/54649/38744 Soria, R., “Washington Allston’s Lectures on Art: The First American Art Treatise”, The Journal of Aesthetics and Art Criticism, vol. 18, núm. 3, 1960, pp. 329-344. Allston, W., Lectures on Art and Poems, Nueva York: Baker and Scribner, 1841. Channing, W. E., Remarks on the Character and Writings of John Milton, Boston: Isaac R. Butts and Co., 1826, p. 7. Spahr, C., Radical Beauty: American Transcendentalism and the Aesthetic Critique of Modernity, Paderborn: Schöningh, 2011, p. 16. 27 Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida Año 14, Núm. 28, Julio-Diciembre, 2022, ISSN: 2007-9699 En tanto, avanzando hacia mediados del siglo XIX, en la producción estadounidense empieza a vislumbrarse un tratamiento más homogéneo y convencional de la estética, cuyo centro está ocupado por la obra de Ralph W. Emerson.62 En efecto, a lo largo de su vasta obra (tanto en sus ensayos, poemas y diarios, como en los sermones que escribe sobre los tópicos más diversos) con frecuencia pueden encontrarse profundas reflexiones sobre la belleza y las artes. En este marco, el núcleo de su pensamiento estético puede reconstruirse a partir de tres textos, “Art” (1841),63 “Thoughts on Art” (1841)64 y “Beauty” (1860),65 donde el filósofo bostoniano exalta dos matices que posteriormente se tornan cruciales en la producción estadounidense. En primer lugar, expone una idea orgánica de la belleza que está enraizada en la Naturaleza y lo cotidiano, y que intenta superar toda barrera entre la experiencia estética y la ordinaria, entre arte y vida. Sobre este aspecto, John Dewey escribe en 1903: Emerson encuentra la verdad en la calle, en el esfuerzo no aprendido, en la idea inesperada […] sus ideas no se fijan en ninguna Realidad que esté más allá o detrás o de ninguna manera separada […]. Son versiones del Aquí y el Ahora, y fluyen libremente.66 62 63 64 65 66 Sobre el papel de la estética en el Trascendentalismo estadounidense nos remitimos a los siguientes textos: Cheever, S., American Bloomsbury: Louisa May Alcott, Ralph Waldo Emerson, Margaret Fuller, Nathaniel Hawthorne, and Henry David Thoreau: Their Lives, Their Loves, Their Work, Nueva York: Simon & Schuster Paperbacks, 2007; Kuklick, B., A History of Philosophy in America…; Guardiano, N. L., Aesthetic Transcendentalism in Emerson, Peirce, and Nineteenth-Century American Landscape Painting, Lanham: Lexington Books, 2017. Emerson, R. W., The Complete Works of Ralph Waldo Emerson. Vol. II: Essays, Nueva York y Boston: Houghton, Mifflin & Co, 1904, pp. 349-370. Emerson originalmente publica el ensayo “Thoughts on Art” en 1841 en la revista The Dial, que él mismo creó y dirigió. En su obra completa este texto se encuentra bajo el título de “Art”, en The Complete Works of Ralph Waldo Emerson. Vol. VII: Society and Solitude. Twelve Chapters, Nueva York y Boston: Houghton, Mifflin & Co., 1922, pp. 35-58. Laura E. Haubert ha publicado recientemente una traducción de este texto al portugués: “Reflexões sobre a Arte”, en Cognitio Estudos, vol. 18, núm.1, 2021, pp. 136-145, https://doi.org/10.23925/1809-8428.2021 v18i1p136-145 Emerson, R. W., The Complete Works of Ralph Waldo Emerson. Vol. VI: The Conduct of Life, Nueva York y Boston: Houghton, Mifflin & Co, 1904, pp. 279-306. Dewey, J., “Emerson The Philosopher of Democracy”, en Boydston, J. A. (Ed.), The Middle Works of John Dewey. Vol. 3, Carbondale y Edwardsville: SIU Press, 1977, pp. 189-190. En otros escritos juveniles Dewey destaca con énfasis la unión emersoniana entre arte y vida para superar la visión dualista típica de la tradición europea. En este sentido, pueden apreciarse ecos emersonianos en “Outlines of a Critical Theory of Ethics” (1891): “Si la parte necesaria que el cultivo artístico desempeña en la conducta no es tan clara, se debe en gran parte a que el “Arte” se ha convertido en un Fetiche irreal, una especie de refinamiento extraño y extremadamente fino que solo puede ser adquirido por personas especialmente cultivadas. En realidad, la vida misma es el arte supremo”. Dewey, J., “Outlines of a Critical Theory of Ethics”, en Boydston, J. A. (Ed.), The Early Works of John Dewey, vol. 3, Carbondale y Edwardsville: SIU Press, 1969, p. 317. En su reseña de History of Aesthetics de Bernard Bosanquet (1892), Dewey cita un pasaje del texto “Art” (1841) de Emerson para socavar la concepción dualista del filósofo 28 La génesis de la estética estadounidense En segundo lugar, su estética rechaza la separación tradicional entre las bellas artes y las llamadas artes útiles o menores. En sus propios términos: “La belleza tiene que volverse a las artes útiles, y la distinción entre bellas artes y artes útiles tiene que olvidarse. Si la historia se contara de verdad, si la vida fuera gastada noblemente, no sería ni fácil ni posible distinguir las unas de las otras”.67 Según Raymond Bayer, también esta posición anticipa la teoría que John Dewey desarrolla en el curso del siglo XX.68 Más en general, su pensamiento no solo influyó en la formación de una teoría estética específicamente estadounidense, sino que tuvo consecuencias evidentes también en el desarrollo de las artes visuales. A partir de mediados del siglo XIX la corriente del Luminismo, con su estética centrada en una naturaleza pura e incontaminada, impone un estilo que se vuelve dominante en la pintura de paisaje estadounidense. Para Caroline Turner: “La naturaleza fue un elemento clave en las ideas estadounidenses del siglo XIX, pero también lo fue un nuevo interés en la ciencia”. En este sentido, la pintura estadounidense contrastaba con la europea al caracterizarse “por un énfasis en lo conceptual y lo fáctico”. A mediados del siglo XIX, en su periodo clásico, el Luminismo estaba relacionado con las interpretaciones religiosas, filosóficas y literarias de la naturaleza y con una síntesis [distillation] de la luz que tenía un profundo significado filosófico. El Luminismo está vinculado al Trascendentalismo y a las ideas de Emerson y Thoreau. El concepto emersoniano de “globo ocular transparente” es esencial para comprender el papel impersonal del artista [quien transmite…] una sensación de “un momento encerrado en el lugar”.69 67 68 69 británico: “Hay un trabajo más elevado que las artes para el Arte […]. Su fin es nada menos que la creación del hombre y la naturaleza”. Ver Dewey, J., “A History of Aesthetics by Bernard Bosanquet”, en Boydston, J. A. (Ed.), The Early Works of John Dewey. Vol. 4, Carbondale y Edwardsville: SIU Press, 1971, p. 198. Emerson, R. W., Ensayo sobre la naturaleza…, pp. 368-369. Bayer, R., Historia de la estética, traducción de J. Reuter, México: Fondo de Cultura Económica, 2014, p. 361. No solo Dewey, sino que también Santayana comparte el mismo asunto. Ver, por ejemplo, Santayana, G., La razón en el arte y otros escritos de estética, edición y traducción de Ricardo Miguel Alfonso, epílogo de Fernando Savater, Madrid: Verbum, 2008, p. 220. Sobre la influencia de la estética emersoniana en Dewey, puede verse un ensayo de Antonio Fernández Diez, “Una historia común y más amplia. El concepto de experiencia en Emerson y Dewey”, en Arenas, L. et al. (Eds.), John Dewey: Una estética de este mundo, Zaragoza: Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2018, pp. 119-146. Richard Shusterman, en cambio, releva la escasa consideración que Dewey en su madurez le tributa a Emerson en El arte como experiencia. Shusterman, R., “Emerson’s Pragmatist Aesthetics”, Revue Internationale de Philosophie, vol. 57, núm. 1, 1999, p. 87. Turner, C., “The Search for an American Identity: Recent Trends in Nineteenth Century American Art History”, Australasian Journal of American Studies, vol. 6, núm. 1, 1987, p. 47. En el párrafo citado, Turner alude a un texto de Barbara Novak, que puede considerarse una fuente esencial para la reconstrucción de la cultura artística estadounidense del siglo XIX: Novak, B., American Painting of the Nineteenth Century: Realism, Idealism and the American Experience, Nueva York, Washington y Londres: Prager, 1969. 29 Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida Año 14, Núm. 28, Julio-Diciembre, 2022, ISSN: 2007-9699 Gracias a Emerson y a su incansable actividad de escritor, intelectual público y conferencista, la estética se vuelve un tópico dominante en las teorías de algunos pensadores de su entorno, entre los cuales pueden destacarse Margaret Fuller, Elizabeth Peabody y Horatio Greenough. Fuller publica, en 1846, el texto Papers on Literature and Art, que Clemens Spahr ha señalado como una contribución vital en el fortalecimiento de una línea estética estadounidense.70 De acuerdo con la concepción emersoniana, la teoría de Fuller hace hincapié en la integración tanto del arte con la vida, como de la belleza con la moral. Para Roland C. Burton, su conocimiento profundo del arte, de la filosofía y la literatura, sumado a su perspicacia y capacidad crítica, le permitían moverse libremente entre problemas artísticos, estéticos y críticos, abordando cuestiones complejas y diversas como la expresión artística, lo sublime, el problema de la forma y del contenido, el concepto de belleza y las implicancias sociales del arte.71 Según Martha A. Fisher, también la estética de Elizabeth P. Peabody “dejó una huella inestimable en el desarrollo de la cultura de la Nueva Inglaterra”.72 En 1849 Peabody fue editora del libro Aesthetic Papers (una colección de escritos en la que colaboraron Emerson, Hawthorne y Thoreau, entre otros), que puede considerarse el primer libro publicado en los Estados Unidos que contiene el término “estética” en su título.73 En la introducción del texto, Peabody sostiene que la estética no debería limitarse a las teorizaciones filosóficas sobre el arte y la belleza, sino que debería tratarse como “un componente y una parte inescindible de todas las creaciones humanas”.74 Finalmente, el escultor Horatio Greenough formuló una concepción en la cual, a la manera de Fuller, la estética y la crítica artística se funden e influencian mutuamente. En su ensayo de 1851, “Aesthetics at Washington”, Greenough destaca con énfasis el rol imprescindible cumplido por las artes en la sociedad, anticipando de varias décadas las formulaciones de John Dewey sobre el mismo argumento: “Creo que estos Estados necesitan del arte como componente visible de su civilización”.75 70 71 72 73 74 75 Spahr, C., Radical Beauty..., p. 108. Burton, R.C., “Margaret Fuller’s Criticism of the Fine Arts”, College English, vol. 6, núm. 1, 1944, pp. 18-23. Fisher, M. A., “German Influence on Elizabeth Palmer Peabody: The Spirit of Hebrew Poetry in the Aesthetics Papers”, The Concord Saunterer, vol. 16, núm. 2, 1982, p. 7. Gilmore, P., Aesthetic Materialism: Electricity and American Romanticism, Stanford: Stanford University Press, 2009, p. 1. Peabody, E.P., “Introduction – The Word ‘Aesthetic’”, en Peabody, E.P. (Ed.), Aesthetic Papers, Boston: The Editor, 1849, p. 1. Greenough, H., Form and Function: Remarks on Art, Design and Architecture, Berkeley y Los Angeles: University of California Press, 1958, p. 5. 30 La génesis de la estética estadounidense En tanto, la tercera etapa formativa de la estética estadounidense se remite a un grupo de filósofos no académicos formado en Misuri en la década del 60 (la Saint Louis Philosophical Society), cuyo aporte se reveló fundamental para el progreso de la filosofía estadounidense. En efecto, la creación por parte de su líder William T. Harris del Journal of Speculative Philosophy (1867-1893) –la primera revista dedicada únicamente a la filosofía de todo el mundo anglófono–76 les proporcionó por primera vez a los pensadores del país norteamericano un espacio de diálogo y debate de alcance internacional77. Según la reconstrucción de James M. Greenwood (1910), el Journal of Speculative Philosophy representó la experiencia “más importante realizada hasta ahora en este país [… ya que] su publicación puso a Harris en contacto estrecho con los pensadores más importantes de Gran Bretaña, Alemania, Francia y Canadá”.78 En este marco, durante las décadas del 1870 y 80, destacados filósofos como Channing, Peabody, Davidson, Peirce, James, Royce y Dewey publicaron allí algunos artículos. En tanto, a partir de la década del 80, Harris se convierte en un enlace crucial entre las distintas escuelas que se habían formado de manera separada e independiente en el país; particularmente, su labor fue esencial para armonizar las experiencias de los grupos de recientes formación con la tradición filosófica más consolidada de la Nueva Inglaterra.79 Debido a ello, John Dewey desarrolló en su juventud una fecunda relación intelectual con Harris y su entorno.80 En este contexto, tanto Harris, como el Journal of Speculative Philosophy, tuvieron un rol paradigmático también para el progreso de los estudios estéticos en el país. Harris incursionó en este campo con el artículo “The Relation 76 77 78 79 80 Murphy, A.E., Reason, Reality, and Speculative Philosophy, Madison y Londres: The University of Wisconsin Press, 1996, p. xlvii. Sobre la importancia de los llamados “Hegelianos de Saint Louis” en el desarrollo de la filosofía estadounidense, ver Good, J. A., “The Saint Louis Hegelians and the Civil War”, Journal of American Studies, vol. 34, núm. 3, 2000, pp. 447-464. Mott, F.L., A History of American Magazines. Vol. 3: 1865-1885, Cambridge: The Belknap Press, 1957, p. 387. A partir de 1880 Harris acompañó a Amos B. Alcott y su hija Louisa May Alcott en el proyecto de la Concord School of Philosophy en Massachussets. Alcott, A.B.; Jones, H.K.; Harris, W.T.; Emery, S.H. Jr. y Sanborn, F.B., “The Concord Summer School of Philosophy”, The Journal of Speculative Philosophy, vol. 14, núm. 1, 1880, pp. 135-138. En 1881 Dewey envía su primer artículo, “The Metaphysical Assumption of Materialism” al Journal of Speculative Philosophy. Según Geroge Dykhuizen, la respuesta que recibe de Harris fue “un factor importante que lo inspiró a seguir una carrera profesional en la filosofía”. Dykhuizen, G., “John Dewey: The Vermont Years”, Journal of the History of Ideas, núm. 20, 1959, p. 536. La relación entre los dos intelectuales es testimoniada por un denso intercambio de cartas, que desde 1881 se prolonga hasta la muerte de Harris, en 1909. Ver Hickman, L. E. (Ed.), The Correspondence of John Dewey, Vol. 1. Charlottesville: Intelex, 2008. 31 Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida Año 14, Núm. 28, Julio-Diciembre, 2022, ISSN: 2007-9699 of Religion to Art” de 1876,81 en que puede apreciarse un enfoque cercano al de Hegel en su Introducción a la estética. Además, a finales de la década del 80, cuando se desempeñaba como Comisario Nacional de Educación, dedicó algunos textos al vínculo entre arte, estética y educación, entre los cuales puede destacarse Art Education. The True Industrial Education de 1889.82 Además, el Journal of Speculative Philosophy siempre se mostró muy activo en la difusión de ideas estéticas, tanto a través de traducciones de textos extranjeros, como a través de contribuciones originales de pensadores norteamericanos. En términos de Frank L. Mott: “Podía encontrarse mucha estética de Goethe, Winckelmann y Hegel, entre otros; estaban los ensayos de Harris sobre el arte, algunas discusiones sobre la música de E. Sobolewski y otros, y ocasionalmente unos poemas”.83 Entre 1867 y 1873 J. A. Martling publica en el Journal, bajo el título de “Analysis of Hegel’s Aesthetics”, parte de la traducción francesa de Charles Bénard de la estética de Hegel. Mientras tanto, S.A. Longwill, entre 1872 y 1873, traduce algunas partes de la versión original del segundo libro de la Estética, con el título de “Hegel’s Philosophy of Art”. Otro integrante del grupo de Saint Louis, W. M. Bryant, publica, entre 1877 y 1879, las partes del texto hegeliano sobre el arte simbólico, clásico y romántico. Las traducciones de Bryant son también publicadas en formato de libro, con el título The Philosophy of Art (1879).84 Asimismo, entre las colaboraciones más originales cabe destacarse el artículo “The Philosophy of Art” (1876) del neohegeliano George S. Morris, quien fue el principal mentor de John Dewey durante su doctorado en la Universidad John Hopkins (1882-1884) y en sus primeros años de docencia en Michigan (1884-1889).85 81 82 83 84 85 Harris, W.T., “The Relation of Religion to Art”, Journal of Speculative Philosophy, vol. 10, núm. 2, 1876, pp. 204-215. Harris, W.T., Art Education the True Industrial Education. A Cultivation of Aesthetic Taste of Universal Utility, Syracuse: O.W. Bardeen Publisher, 1889. Mary Ann Stankiewicz ha publicado un estudio detallado sobre la concepción de Harris de educación estética y artística, en el cual utiliza varios manuscritos y textos inéditos del filósofo. Stankiewcz, M. A., “Beauty in Design and Pictures: Idealism and Aesthetic Education”, The Journal of Aesthetic Education, vol. 21, núm 4, 1987, pp. 63-76, https://doi.org/10.2307/3332831 Mott, F.L., A History of American Magazines…, p. 386. Knight, W., The Philosophy of the Beautiful, Being Outlines of History of Aesthetics. Volume I: Its History, Nueva York: Charles Scribner’s Sons, 1905, pp. 279-280. Sobre la relación entre los dos intelectuales puede verse el ensayo que Dewey le dedica a Morris en 1913: “George Sylvester Morris: An Estimate”, en Boydston, J. A. (Ed.), The Middle Works of John Dewey, vol. 10, Carbondale y Edwardsville: SIU Press, 1980, pp. 110-116. Sin embargo, la influencia del hegelianismo en Dewey no se limita a sus años formativos, sino que puede encontrarse a lo largo de su vasta carrera, incluso luego de su pasaje al pragmatismo a principios del siglo XX. Dewey, J., “From Absolutism to Experimentalism”, en Boydston, J. A. (Ed.), The Later Works of John Dewey, vol. 5, Carbondale y Edwardsville: SIU Press, 1984/1930, p. 155. Recientemente, Roberta Dreon ha dedicado un estudio sobre la persistencia de ele- 32 La génesis de la estética estadounidense En tanto, gracias al activismo del Journal of Speculative Philosophy, el interés por las teorías estéticas hegelianas llegó a trascender el mismo círculo intelectual de Harris. En este sentido, en 1885 el teólogo de Minnesota John S. Kedney publica el libro Hegel’s Aesthetics: A Critical Exposition. Este texto, junto con las traducciones de Bryant de 1879, constituye el núcleo del curso “The Philosophy of the Beauty” que en 1891 John Dewey dicta en la Universidad de Michigan.86 Hasta donde sabemos, se trata del único curso sobre este tópico que el gran filósofo estadounidense organizó en su larga trayectoria como docente universitario. Conclusiones En este artículo hemos intentado mostrar que las teorías del “influjo pionero” y de la “colonización cultural” son inadecuadas para marcar y reconstruir las raíces de la estética en los Estados Unidos del siglo XIX. Particularmente, hemos señalado que sus concepciones sesgadas y reduccionistas han alimentado algunos prejuicios sobre la cultura estadounidense de este periodo que en gran parte se han mantenido hasta el día de hoy: su pobreza y su provincialismo, por un lado, y su desinterés en la estética y las artes, por el otro. Respaldando la interpretación de Meredith J. Neil, puede decirse que siempre existió en los intelectuales estadounidenses una preocupación por la dimensión estética de la existencia, si bien se concretó de forma sistemática recién en el siglo XX, gracias al trabajo de Santayana y Dewey. En nuestra reconstrucción hemos rescatado el aporte de intelectuales que han desarrollado sus ideas principalmente lejos de los ambientes académicos, y hemos destacado este punto como un rasgo distintivo de la estética incipiente de los Estados Unidos. En este sentido, Ralph W. Emerson representa una suerte de piedra de toque, siendo la figura más emblemática de filósofo y ensayista no catedrático en la historia del país norteamericano. Aun así, hemos visto que los gérmenes de una cultura estética local pueden encontrarse con anterioridad tanto a Emerson, como al Trascendentalismo, en los comentarios de teólogos, políticos y artistas. 86 mentos hegelianos en la estética madura de Dewey: Dreon, R., “Dewey After the End of Art: Evaluating the ‘Hegelian Permanent Deposit’ in Dewey’s Aesthetics”, Contemporary Pragmatism, vol. 17, núm. 2-3, 2020, pp. 146-169. Sobre el programa del curso, ver: “Philosophy, Course 11 - Aesthetics”, en University of Michigan - The University Record, vol. 1, núm. 3, pp. 58-59. En una carta a Thomas Davidson de marzo de 1891, Dewey menciona el libro de Kedney y la traducción de Bryant como parte de la bibliografía esencial de este curso. Hickman, L. E. (Ed.), The Correspondence of John Dewey, carta núm. 00453. 33 Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida Año 14, Núm. 28, Julio-Diciembre, 2022, ISSN: 2007-9699 En este marco, puede inferirse que algunos rasgos dominantes de la estética estadounidense en sus años formativos se mantuvieron también en su desarrollo posterior. En primer lugar, su carácter fragmentario y disperso es una constante que involucra también a los mayores catedráticos e intelectuales que operaron en el siglo XIX y la primera parte del siglo XX (véase, por ejemplo, el tratamiento de la estética no solo en Peirce, James y en Dewey hasta la década del 1920, sino también en Oliver W. Holmes, Jane Addams, James Tufts y George Mead, entre otros). La tendencia de estos autores del pragmatismo clásico, como bien relevan Reyes Cárdenas y Marques Serdán,87 es la de restaurar la continuidad entre arte y vida. Su ideal estético, por tanto, está íntimamente vinculado con la noción de experiencia, como en Emerson y otros pensadores del siglo XIX. En segundo lugar, existe indudablemente una preeminencia de la literatura sobre las demás artes: entre los siglos XIX y XX esta característica es todavía dominante en el enfoque de un poeta filósofo como Santayana, o en las aproximaciones juveniles de Dewey. Finalmente, cabe destacarse su rasgo interdisciplinario e instrumental, en el cual temáticas como el arte, la belleza y el placer, lejos de concebirse como entidades separadas de la vida, se vinculan y entrelazan con la moral, la teoría política y la educación. Desde la época de Franklin, esta tendencia se prolonga a lo largo del siglo XIX, y puede apreciarse, por ejemplo, en los trabajos de W.T. Harris, de G.S. Morris, e incluso en algunos textos de William James. En el curso del siglo XX, este tipo de enfoque llega a afectar el pensamiento y el trabajo social de Jane Addams, y puede encontrarse también en buena parte de las reflexiones de John Dewey sobre el arte. Bibliografía Adams, H., History of the United States of America During the Second Administration of James Madison, Nueva York: C. Scribner’s Sons, 1891. Alcott, A.B.; Jones, H.K.; Harris, W.T.; Emery, S.H. Jr. y Sanborn, F.B., “The Concord Summer School of Philosophy”, The Journal of Speculative Philosophy, vol. 14, núm. 1, 1880, pp. 135-138. Allston, W., Lectures on Art and Poems, Nueva York: Baker and Scribner, 1841. 87 Reyes Cárdenas, P. y Marques Serdán, S., “An Approximation to Art and Aesthetics from Classical American Pragmatism”, Al-Mukhatabat, vol. 39, 2021, pp. 13-32. Sobre el mismo tema, ver también Haubert, L. E., “Notes On Aesthetic Experience and Everyday Experience in John Dewey”, Cognitio estudos, vol. 16, núm. 2, 2019, pp. 222-232. doi: 10.23925/1809-8428.2019v16i 2p222-232; “Notas sobre uma filosofía da arte em John Dewey: A arte como modelo de experiências”, Revista Apotheke, vol. 7, núm. 2, 2021, pp. 104-115. 34 La génesis de la estética estadounidense Banta, M., “Raw, Ripe, Rot: Nineteenth-Century Pathologies of American Aesthetics”, American Literary History, vol. 17, núm. 4, 2005, doi: 10.1093/alh/ahi052 Banta, M., One Truth Theory and the Quest for an American Aesthetics, New Haven y Londres: Yale University Press, 2007. Bayer, R., Historia de la estética, traducción de J. Reuter, México: Fondo de Cultura Económica, 2014. Baym, M. I., A History of Literary Aesthetics in America, Nueva York: Frederick Ungar Publishing Co., 1973. Boydston, J. A. (ed.), The Early Works of John Dewey, vol. 3, Carbondale y Edwardsville: SIU Press, 1969. Boydston, J. A. (ed.), The Middle Works of John Dewey, vol. 10, Carbondale y Edwardsville: SIU Press, 1980. Boydston, J.A., (Ed.), The Poems of John Dewey, Carbondale: SIU Press, 1977. Burton, R.C., “Margaret Fuller’s Criticism of the Fine Arts”, College English, vol. 6, núm. 1, 1944, pp. 18-23. Cahill, E., Liberty of the Imagination: Aesthetic Theory, Literary Form, and Politics in the Early United States, Filadelfia: University of Pennsylvania Press, 2012. Campeotto, F. y Viale, C.M., “Barnes’ Influence on Dewey’s Aesthetics”, Cognitio, vol. 19, núm. 2, 2018, pp. 227-241, doi: 10.23925/2316-5278.2018v19i20227-241 Campeotto, F. y Viale, C.M., “Educación y arte. Acerca de John Dewey”, Cuestiones de filosofía, vol. 3, núm. 21, 2017, pp. 135-164, doi: 10.19053/01235095. v3.n21.2017.7705 Campeotto, F. y Viale, C.M., “Pragmatismo clásico y estética. Perspectivas contemporáneas”, Stromata, vol. 75, núm. 2, 2019, pp. 9-12. Campeotto, F.; Saharrea, J.M. y Viale, C.M., “Art as Occupations. Two Neglected Roots of John Dewey’s Aesthetics”, en The Pluralist, en prensa. Cavanaugh, C. A., “The Aeolian Harp: Beauty and Unity in The Poetry and Prose of Ralph Waldo Emerson”, Rocky Mountain Review of Language and Literature, vol. 56, núm. 1, 2002, pp. 25-35. Channing, W. E., Remarks on the Character and Writings of John Milton, Boston: Isaac R. Butts and Co., 1826. Cheever, S., American Bloomsbury: Louisa May Alcott, Ralph Waldo Emerson, Margaret Fuller, Nathaniel Hawthorne, and Henry David Thoreau: Their Lives, Their Loves, Their Work, Nueva York: Simon & Schuster Paperbacks, 2007. Dewey, J., “A History of Aesthetics by Bernard Bosanquet”, en Boydston, J. A. (ed.), The Early Works of John Dewey. Vol. 4, Carbondale y Edwardsville: SIU Press, 1971. Dewey, J., “Emerson The Philosopher of Democracy”, en Boydston, J. A. (ed.), The Middle Works of John Dewey. Vol. 3, Carbondale y Edwardsville: SIU Press, 1977, pp. 189-190. Dewey, J., “From Absolutism to Experimentalism”, en Boydston, J. A. (ed.), The Later Works of John Dewey, vol. 5, Carbondale y Edwardsville: SIU Press, 1984/1930. 35 Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida Año 14, Núm. 28, Julio-Diciembre, 2022, ISSN: 2007-9699 Dewey, J., “Outlines of a Critical Theory of Ethics”, en Boydston, J. A. (ed.), The Early Works of John Dewey, vol. 3, Carbondale y Edwardsville: SIU Press, 1969. Dewey, J., “Psychology”, en Boydston, J.A. (ed.), The Early Works of John Dewey, vol. 2, Carbondale y Edwardsville: SIU Press, 1967 Dewey, J., El arte como experiencia, traducción de J. Claramonte, Barcelona: Paidós, 2008/1934. Dewey, J., La experiencia y la naturaleza, traducción de J. Gaos, México: FCE, 1967/1925. Diez, Antonio Fernández, “Una historia común y más amplia. El concepto de experiencia en Emerson y Dewey”, en Arenas, L. et al. (Eds.), John Dewey: Una estética de este mundo, Zaragoza: Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2018, pp. 119-146. Diffey, T.J., “On American and British Aesthetics”, The Journal of Aesthetics and Art Criticism, vol. 51, núm. 2, 1993, pp. 169-175, doi.org/10.2307/431382. Dreon, R., “Dewey After the End of Art: Evaluating the ‘Hegelian Permanent Deposit’ in Dewey’s Aesthetics”, Contemporary Pragmatism, vol. 17, núm. 2-3, 2020, pp. 146-169. Dykhuizen, G., “John Dewey: The Vermont Years”, Journal of the History of Ideas, núm. 20, 1959. Emerson, R. W., “Art”, en The Complete Works of Ralph Waldo Emerson. Vol. VII: Society and Solitude. Twelve Chapters, Nueva York y Boston: Houghton, Mifflin & Co., 1922, pp. 35-58. Emerson, R. W., “El hombre pensador”, traducción de Edmundo González-Blanco, en Emerson, R. W., Ensayo sobre la naturaleza, seguido de varios discursos, traducción de E. González Blanco, Madrid: La España Moderna, 1904a, pp. 65-91. Emerson, R. W., “Reflexões sobre a Arte”, traducción de Laura E. Haubert, en Cognitio Estudos, vol. 18, núm.1, 2021, pp. 136-145, https://doi.org/10.23925/18098428.2021v18i1p136-145 Emerson, R. W., “Thoughts on Art”, The Dial, núm. 1, 1841, pp. 367-378 Emerson, R. W., Ensayo sobre la naturaleza, seguido de varios discursos, traducción de E. González Blanco, Madrid: La España Moderna, 1904a. Emerson, R. W., The Complete Works of Ralph Waldo Emerson. Vol. II: Essays, Nueva York y Boston: Houghton, Mifflin & Co, 1904b. Emerson, R. W., The Complete Works of Ralph Waldo Emerson. Vol. VI: The Conduct of Life, Nueva York y Boston: Houghton, Mifflin & Co, 1904c, pp. 279-306. Fisher, M. A., “German Influence on Elizabeth Palmer Peabody: The Spirit of Hebrew Poetry in the Aesthetics Papers”, The Concord Saunterer, vol. 16, núm. 2, 1982. Franklin, B., The Papers of Benjamin Franklin. Vol. 10: January 1 1762 through December 31 1763, edición de Labaree, L. W. et al. New Haven y Londres: Yale University Press, 1966. George F. Comfort, “Esthetics in Collegiate Education”, en The Methodist Quarterly Review, vol. 27, núm. 49, 1867, pp. 572-590. 36 La génesis de la estética estadounidense Gilmore, P., Aesthetic Materialism: Electricity and American Romanticism, Stanford: Stanford University Press, 2009. Good, J. A., “The Saint Louis Hegelians and the Civil War”, Journal of American Studies, vol. 34, núm. 3, 2000, pp. 447-464. Greenough, H., Form and Function: Remarks on Art, Design and Architecture, Berkeley y Los Angeles: University of California Press, 1958. Guardiano, N. L., Aesthetic Transcendentalism in Emerson, Peirce, and Nineteenth-Century American Landscape Painting, Lanham: Lexington Books, 2017. Gulick, W. B., “Towards and American Aesthetics”, en Gulick, W. B. y Slater, G. (Eds.), American Aesthetics: Theory and Practice, Albany: SUNY Press, 2020. Guyer, P., A History of Modern Aesthetics. Volume 3: The Twentieth Century, Cambridge: Cambridge University Press, 2014. Hafertepe, K., “An Inquiry into Thomas Jefferson’s Ideas of Beauty”, Journal of the Society of Architectural Historians, vol. 59, núm. 2, pp. 216-231. Harris, W.T., “The Relation of Religion to Art”, Journal of Speculative Philosophy, vol. 10, núm. 2, 1876, pp. 204-215. Harris, W.T., Art Education the True Industrial Education. A Cultivation of Aesthetic Taste of Universal Utility, Syracuse: O.W. Bardeen Publisher, 1889. Haubert, L. E., “Notas sobre uma filosofía da arte em John Dewey: A arte como modelo de experiências”, Revista Apotheke, vol. 7, núm. 2, 2021, pp. 104-115. Haubert, L. E., “Notes On Aesthetic Experience and Everyday Experience in John Dewey”, Cognitio estudos, vol. 16, núm. 2, 2019, pp. 222-232. doi: 10.23925/1809-8428.2019v16i2p222-232; Haubert, L. E., “Observações introdutórias sobre a natureza da beleza na filosofia de George Santayana”, Griot, vol. 21, núm. 1, 2021, https://doi.org/10.31977/ grirfi.v21i1.2162 Hickman, L. E. (ed.), The Correspondence of John Dewey, Vol. 1. Charlottesville: Intelex, 2008. Jatuff, J. y Campeotto, F., “Mesura y grandes relieves. William James, Víctor Hugo y Correggio”, Boletín de estética, vol. 14, núm. 44, 2018, pp. 66-98, http:// www.boletindeestetica.com.ar/index.php/boletin/article/view/32/18 Knight, W., The Philosophy of the Beautiful, Being Outlines of History of Aesthetics. Volume I: Its History, Nueva York: Charles Scribner’s Sons, 1905. Kuklick, B., A History of Philosophy in America 1720-2000, Cambridge: Clarendon Press, 2001. Louie, K. Y., The Beauty of the Triune God: The Theological Aesthetics of Jonathan Edwards, Eugene: Wipf and Stock Publishers, 2013. Marsoobian, A., “Art and the Aesthetic”, en Marsoobian, A. y Ryder, J. (Eds.), The Blackwell Guide to American Philosophy, 2004, pp. 364-367. doi:10.1002/9780470996843.ch23 Martin, J., The Education of John Dewey, Nueva York: Columbia University Press, 2002. 37 Metafísica y persona. Filosofía, conocimiento y vida Año 14, Núm. 28, Julio-Diciembre, 2022, ISSN: 2007-9699 Mott, F.L., A History of American Magazines. Vol. 3: 1865-1885, Cambridge: The Belknap Press, 1957. Mott, F.L., A History of American Magazines. Volume II: 1850-1865, Cambridge: Belknap Press, 1967. Mumford, L., The Golden Day: A Study in American Experience and Culture, Nueva York, Boni & Liveright, 1926. Munro, T., “Aesthetic and Philosophy in American Colleges”, The Journal of Aesthetics and Art Criticism, vol. 4, núm. 3, 1946. Munro, T., “Aesthetics as Science: Its Development in America”, The Journal of Aesthetics and Art Criticism, vol. 9, núm. 3, 1951, https://doi.org/10.2307/425882 Münsterberg, H., “The Philosophy of Beauty”, The Philosophical Review, vol. 18, núm. 2, 1909. Murphy, A.E., Reason, Reality, and Speculative Philosophy, Madison y Londres: The University of Wisconsin Press, 1996. Neil, M. J., Toward a National Taste: America’s Quest for Aesthetic Independence, Honolulu: The University Press of Hawaii, 1975, pp. X-XI. Neil, M.J., “American Indifference to Art: An Anachronistic Myth”, American Studies, vol. 13, núm. 2, 1972, p. 93. Neville, R, C., “Harmony, Existence, and the Aesthetics”, en Gulick, W. B. y Slater, G. (Eds.), American Aesthetics: Theory and Practice, Albany: SUNY Press, 2020. Novak, B., American Painting of the Nineteenth Century: Realism, Idealism and the American Experience, Nueva York/Washington/Londres: Prager, 1969. Nye, R. B., The Cultural Life of the New Nation: 1776-1830, Nueva York: Harper & Brothers, 1960. Peabody, E.P., “Introduction – The Word ‘Aesthetic’”, en Peabody, E.P. (ed.), Aesthetic Papers, Boston: The Editor, 1849. “Philosophy at John Hopkins University”, en The Journal of Speculative Philosophy, vol. 16, núm. 4, 1882, pp. 430-433. “Philosophy, Course 11 - Aesthetics”, en University of Michigan - The University Record, vol. 1, núm. 3, pp. 58-59. Reyes Cárdenas, P. y Marques Serdán, S., “An Approximation to Art and Aesthetics from Classical American Pragmatism”, Al-Mukhatabat, vol. 39, 2021, pp. 13-32. Richardson, R. D., William James in the Maelstrom of American Modernism: A Biography, Boston y Nueva York: Houghton Mifflin Company, 2007 Richardson, R.D., Emerson: The Mind on Fire, Berkley y Los Angeles: University of California Press, 1995. Ross, S. D., “Aesthetics”, en Lachs, J. y Talisse, R. (Eds.), American Philosophy: An Encyclopedia, Nueva York: Routledge, 2008, https://doi. org/10.4324/9780203492796 38 La génesis de la estética estadounidense Samson, G. W., Element of Art Criticism, Filadelfia: J.B. Lippincott, 1867. Santayana, George, “What is Aesthetics?”, Philosophical Review, vol. 13, núm. 3, 1904, pp. 320-327, https://doi.org/10.2307/2176284. Santayana, George, La razón en el arte y otros escritos de estética, edición y traducción de Ricardo Miguel Alfonso, epílogo de Fernando Savater, Madrid: Verbum, 2008, Schweighauser, Ph., Beautiful Deceptions: European Aesthetics, the Early American Novel, and Illusionist Art, Charlottesville: University of Virginia Press, 2016, https://doi.org/10.2307/j.ctt1djmjbd. Scribner’s Monthly, “Culture and Progress”, Scribner’s Monthly, vol. 1, núm. 7, pp. 121-125. Shusterman, R., “Emerson’s Pragmatist Aesthetics”, Revue Internationale de Philosophie, vol. 57, núm. 1, 1999. Singer, I., George Santayana: Literary Philosopher, New Haven y Londres: Yale University Press, 2000. Soria, R., “Washington Allston’s Lectures on Art: The First American Art Treatise”, The Journal of Aesthetics and Art Criticism, vol. 18, núm. 3, 1960, pp. 329-344. Spahr, C., Radical Beauty: American Transcendentalism and the Aesthetic Critique of Modernity, Paderborn: Schöningh, 2011. Stankiewcz, M. A., “Beauty in Design and Pictures: Idealism and Aesthetic Education”, The Journal of Aesthetic Education, vol. 21, núm 4, 1987, pp. 63-76, https://doi.org/10.2307/3332831 Townsend, F. G., “The American Estimate of Ruskin, 1847-1860”, Philological Quarterly, vol. 32, núm. 4, 1963, p. 77. Trumbull, “Um ensaio sobre o uso e as vantagens das belas-artes”, traducción de L.E. Haubert, Paralaxe, vol. 8, núm. 1, 2021, pp. 193-201, https://revistas.pucsp. br/index.php/paralaxe/article/view/54649/38744 Turner, C., “The Search for an American Identity: Recent Trends in Nineteenth Century American Art History”, Australasian Journal of American Studies, vol. 6, núm. 1, 1987. Veblen, T., The Theory of the Leisure Class: An Economic Study of Institutions, Nueva York: The MacMillan Company, 1908. Verheul, J., “ ‘A Peculiar National Character’: Transatlantic Realignment and the Birth of American Cultural Nationalism after 1815”, European Journal of American Studies, vol. 7, núm. 2, 2012, doi.org/10.4000/ejas.9638 Warner, C. D., “What Your Culture Means to Me”, Scribner’s Monthly, vol. 2, núm. 2, 1872, pp. 476-477. Westbrook, R. B., John Dewey and American Democracy, Ithaca/Londres: Cornell University Press, 1991. Wright, L. B., “From Wilderness to Republic”, en Wright, L. B.; Tatum, G. B. et al., The Arts in America: The Colonial Period, Nueva York: Charles Scribner’s Sons, 1966, pp. 3-40. 39