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Cápsula 2 Un día en la vida. El Mundo del Trabajo, Radio Nicolaita 107 años de Benita Galeana, la defensora de las trabajadoras Por: Raúl Jiménez Lescas Recuerdo que después del terremoto del 19 de septiembre de 1985, un grupo de costureras se organizaron en un sindicato y, en el campamento que instalaron en la calzada Tlalpan de la ciudad de México, le pusieron a su salón de juntas “Benita Galeana”. ¿Quién fue Benita?, pregunté. ¿Cómo compañero?, respondió una costurera y dijo simplemente: “Benita, vive y lucha”. Caminó con el siglo, nacida el 7 de septiembre de 1907 en el pueblo guerrerense de la Costa Grande de San Jerónimo, murió en la ciudad de México, donde libró sus mejores batallas, el 17 de abril de 1995, a la edad de 88 años. Su compañero, el periodista Mario Gil, ordenó las narraciones vívidas de la aguerrida, Benita. Aunque su cuna fue noble, no tuvo una infancia feliz, ya que el padre Genaro Lacunza dilapido la fortuna. Fue sobrina del general Albino Lacunza y pariente del ex gobernador de Guerrero, Rodolfo Neri Lacunza. En su pueblo natal conoció la violencia intrafamiliar y las carencias. Así que probó suerte en el puerto de Acapulco y luego en la ciudad de México, trabajando en lo que fuera. Fue como tantos luchadores de esos años, autodidacta. Se topó con los comunistas en la capital del país, se relacionó con José Revueltas, Juan de la Cabada y Rubén Salazar Mallén. Afiliada al Partido Comunista Mexicano (PCM), piso la cárcel, quizá medio centenar de veces. Sus principales banderas fueron hacer efectiva la jornada laboral de 8 horas, la protección de las mujeres y el voto femenino. En sus Memorias recordó cómo se inició en el difícil oficio de luchadora social: “Viendo la injusticia que cometían conmigo, empecé a pensar que entonces mi marido también estaba preso por una causa justa y que yo debía seguir el camino de él: luchar por los demás, por los pobres, por los oprimidos, como me decía mi marido. Y como yo ya había llevado una vida arrastrada, ya conocía lo que era la miseria y el hambre, comprendí que el único camino que debía seguir era el de los trabajadores”. Dice la Enciclopedia Guerrerense que: “En unión de Consuelo Uranga, Concha Michel, Margarita Gutiérrez y Julia Hernández impulsó a las mujeres sin empleo y demandó la instalación de guarderías para los hijos de trabajadores, sanatorio para mujeres y la homologación de salarios (en condiciones iguales) entre mujeres y varones. Pugnó por el reconocimiento de los derechos para los hijos naturales e insistía en obtener el voto de las mujeres (que se hará realidad en 1952).”. A la edad de 10 años escuchó del artículo 123 constitucional y los derechos laborales, pero a los 45 años, vio el anhelado voto a las mujeres. Tras el terremoto de 1985, las costureras que salieron de los escombros de los “talleres del sudor”, con su organización y lucha, le rindieron en vida su mejor homenaje. Benita no sólo fue una guapa mujer, tampoco una luchadora más, también aportó a la creación literaria femenina. Como escribió Perla Schwartz (Historia Mexicana 139), pocos son los estudios sistemáticos sobre el tema y, la obra de Martha Robles es un aporte al quehacer literario femenino, entre ellos, los escritos de Benita. Le chocaba que le pusieran etiquetas, en una entrevista dijo: Soy una luchadora social y punto (El Búho:1994). Para conocer más: Su autobiografía: Benita, México, Extemporáneos, 1940 (1974, 1979, y SEP, 1994); El peso mocho (cuentos), Editorial Extemporáneos, 1979. Sobre Benita: Francisco Gómezjara, María la O y Benita Galeana, precursoras del feminismo socialista en Guerrero, Chilpancingo, UAG, 1982; Rosa Isela Vega Rivera, Benita Galeana, mujer indómita, México, Quadrívium, 1998; Martha Robles, La sombra fugitiva, México UNAM, 1986, dos volúmenes.