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"Al América se le odia o se le ama"

UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA «AL AMÉRICA SE LE ODIA O SE LE AMA» AFICIÓN FUTBOLERA, MELODRAMA, AGUANTE, IDENTIDAD Y CLIENTELISMO EN MÉXICO TESIS Que para obtener el grado de DOCTOR EN ANTROPOLOGÍA SOCIAL Presenta SERGIO VARELA HERNÁNDEZ MÉXICO, D. F. 2012 ÍNDICE Página A manera de introducción La afición al futbol en clave melodramática..................................................... 4 La imaginación melodramática, la afición futbolera y el México moderno...... 12 La afición futbolística y la conformación identitaria de la liga profesional....... 20 Cómo surgió la investigación........................................................................... 24 La metodología del estudio............................................................................. 28 La estructura del texto..................................................................................... 31 PARTE I. AFICIÓN AMERICANISTA E IMAGINACIÓN MELODRAMÁTICA: UNA INCURSIÓN ETNOGRÁFICA Capítulo 1. El awante según el Ritual del Kaos Una primera aproximación al RK………………………………………………… 35 Un día con los “Patanes”................................................................................. 39 La violencia ritualera: una revisión teórica...................................................... 55 ¿Violentos, desmadrosos o melodramáticos?................................................. 57 Una breve historia del RK................................................................................ 63 Masculinidad ritualera: el imaginario melodramático de la violencia, el aguante y el descontrol................................................................................... El aspecto organizativo del RK........................................................................ 73 101 El RK en el internet: los casos de Fotolog y Youtube..................................... 109 Capítulo 2. Educación sentimental futbolera y clientelismo político: el caso de la Porra Unión Un primer acercamiento a las porras familiares………………………………... 120 La Porra Unión................................................................................................ 122 La organización vertical................................................................................... 128 Una breve historia de la Porra Unión y los conflictos actuales por el liderazgo.......................................................................................................... La organización horizontal y la moralidad familiar........................................... 140 152 Capítulo 3. El Estadio Azteca in situ: espacio, consumo cultural, emociones y grandeza El escenario del melodrama y la comercialización…………………………….. 160 Un día de partido a finales de octubre............................................................. 161 En las inmediaciones del estadio.................................................................... 167 En la explanada............................................................................................... 181 1 El ingreso a las gradas.................................................................................... 184 El inicio del encuentro..................................................................................... 190 El final del encuentro, la salida del estadio y el regreso a casa...................... 195 Capítulo 4. Un viaje a Guadalajara con la Porra Unión. Identidades regionales en tensión La salida a Guadalajara................................................................................... 198 El trayecto........................................................................................................ 200 La entrada a la ciudad de Guadalajara........................................................... 203 La llegada y entrada al Estadio Jalisco........................................................... 206 La salida y el regreso al Distrito Federal......................................................... 207 Capítulo 5. “Ódiame más” y el antiamericanismo Amor y odio en el entramado futbolístico mexicano........................................ 209 La superlatividad como marca identitaria del club........................................... 213 Corrupción, negación, descalificación sexualizada y antiamericanismo......... 216 PARTE II. EL MELODRAMA COMO ESPECTÁCULO MEDIÁTICO Capítulo 6. La construcción mediática de las rivalidades a través de la imaginación melodramática El caso del América versus Guadalajara......................................................... La historia del clásico de clásicos………………………………………………... Capítulo 7. El espectador, el sistema de rivalidades y el club América. El melodrama antes de la televisión Un preámbulo a la temática……………………………………………………... 226 227 245 El futbol y otros “espectáculos” (... mucho antes de la tele)............................ 247 La fundación del club América........................................................................ 261 El club y el futbol en la transición al espectáculo masivo................................ 266 Capítulo 8. El club América, el melodrama y la rivalidad futbolística contemporánea en México después de la televisión De héroes, villanos, urbanos y modernos. Televisa y la narrativa melodramatizada............................................................................................. La incursión de la televisión en el futbol mexicano......................................... 278 288 El afianzamiento contemporáneo de la liga y la (segunda) fundación americanista en los años ochenta................................................................... La afición americanista, la televisión y el futbol: del Estado paternalista a la era neoliberal................................................................................................... Capítulo 9. Consideraciones finales……………………………………………….. 291 304 317 Glosario……………………………………………………………………………………... 323 Bibliografía………………………………………………………………………………...... 324 2 ÍNDICE DE FIGURAS Página 1. “En la tribuna con el RK”. Foto del autor………………………………………………. 37 2. “Los Ritualeros”. Tomadas del blog del RK http://tunel48.blogspot.com............. 74 3. “Amor suicida”. Tomadas del Fotolog………………………………………………….. 89 4. “BoRrAcHoZ & AgReCiVoZ”. Tomadas de Fotolog ………………………………….. 90 5. “En referencia a la película Asesinos por naturaleza”. Tomado de Fotolog……….. 93 6. “La venganza del Ritual”. Tomada de Fotolog………………………………………… 94 7. “Tú siempre nos cuidas”. Tomada de Fotolog………………………………………… 98 8. “Los RK”. Tomada del blog del RK http://tunel48.blogspot.com.......................... 97 9. “El puesto de ventas del RK”. Foto del autor………………………………………… 101 10. “Credencial de José”. Foto del autor………………………………………………….. 130 11. “El ambiente familiar”. Foto del autor…………………………………………………. 138 12. “Porra IMSS en 1971”. Fotograma del documental Las Águilas del América……. 145 13. “Rumbo al estadio”. Foto del autor……………………………………………………. 164 14. “El Estadio Azteca. Vendimia informal y mercadotecnia”. Foto del autor………… 169 15. “El Citlali. Punto de reunión”. Foto del autor…………………………………………. 172 16. “La presencia policial”. Foto del autor………………………………………………… 180 17. “La detención del autobús en Guadalajara”. Foto del autor……………………… 203 18. “El cerco policial en Guadalajara”. Foto del autor…………………………………… 205 19. “El rechazo al América en números”. Consulta Mitofsky (Campos, 2012) 211 20. “Fotomontaje del América como equipo odiado”. Tomado de Google imágenes. 222 21. “Fotomontaje del antiamericanismo”. Tomado de Google imágenes……………... 223 22. “Temporada 1943-1944”. Elaborado por el autor con datos de la FEMEXFUT…. 274 23. “Temporada 1944-1945”. Elaborado por el autor con datos de la FEMEXFUT…. 275 24. “Temporada 1944-1945”. Elaborado por el autor con datos de la FEMEXFUT…. 275 25. Publicidad de “Grande. Muy grande” en homenaje al jugador Salvador Cabañas. Tomado de http://somos-aguilas.blogspot.mx 312 3 A manera de introducción El fútbol es en tantas cosas semejante al cine que quizá por eso se ha llevado rara vez a la pantalla: parecería una redundancia. Javier Marías en Salvajes y sentimentales (2 000) La afición al futbol en clave melodramática Durante una de mis visitas al Estadio Azteca en 2010, acompañé unas cuadras a un par de mis informantes a recoger los instrumentos musicales de la murga 1 del Ritual del Kaos (RK). Los guardaban en una pequeña bodega junto a la casa de uno de los jóvenes integrantes de este grupo de aficionados. En el camino hacia la casa nos esperaban algunos de los integrantes de los Rompe Canchas, la murga del RK. Llegamos a la casa. Los cerca de doce jóvenes comenzaron a sacar los bombos, las tarolas, los instrumentos de viento y algunas banderas que guardaban en el mismo lugar. Varios de ellos ya habían bebido alcohol y algunos más habían inhalado solventes. Sin embargo, todos estaban relativamente tranquilos. Salimos de la casa y caminamos entre las angostas calles de la colonia aledaña al estadio. Cuando salimos a la avenida principal, es decir, a la calzada de Tlalpan, vimos pasar un microbús repleto de integrantes del RK con un trapo2 que los identificaba como habitantes de la colonia popular Martín Carrera, ubicada al norte de la ciudad. La murga ya se estaba alineando en una especie de doble fila india y comenzaban a tocar alguno de los cantos de apoyo al equipo. El microbús paró unos metros delante. De él descendieron todos los jóvenes. En una 1 Ver Glosario de términos. Ver Glosario de términos. 2 4 especie de movimientos de éxtasis, gritaban y silbaban. De pronto, sin previo aviso ni motivo, alcancé a ver de reojo que uno de los jóvenes que habían descendido del micro tomó una piedra de considerable tamaño, la cual se encontraba casualmente junto a las escaleras de acceso a un puente peatonal. El joven, que sólo estaba a unos diez o doce metros lanzó la piedra en nuestra dirección. Afortunadamente todos, de una u otra forma, nos encontrábamos atentos a la acción, además de que los gritos rápidos de alerta hicieron que el proyectil pasara muy cerca, pero sin lastimar a nadie. Observé como Pete, el joven del RK que en esos momentos se encontraba al mando de la murga corrió rápidamente en dirección al joven que había lanzado la piedra. “Óyeme, hijo de la chingada ¿qué te pasa? ¿Estás pendejo o qué? Casi nos rompes la madre”, le gritó, además de encararlo con vehemencia. El otro joven se veía perturbado por los solventes y no estoy seguro de que haya entendido perfectamente lo que estaba sucediendo. Al final, seguimos nuestro camino y tanto la murga como los pasajeros del micro cantaron y gritaron hasta la llegada del estadio. Cuando concluyó ese día, y después de cerca de dos años de visitas al estadio, reflexioné sobre el evento que acababa de presenciar. No podía decir que había visto un acto puro de “salvajismo” o de violencia irracional. Tampoco podía decir que nada había sucedido, porque literalmente una piedra de medio kilo había pasado a escaso medio metro de mi cabeza. Estaba confundido en cuanto a la significación del evento. Sin embargo, en ese momento comencé a percibir que, independientemente del grupo con el que me moviera en el estadio, el ambiente siempre estaba “cargado”, saturado de un sustrato emocional que todo lo impregnaba. 5 Esa “saturación emocional” la percibía como una especie de capa que matizaba las prácticas de los aficionados. Evidentemente, las emociones de los aficionados americanistas no se expresaban de igual forma. A lo largo de los dos años que había convivido con las porras familiares3 pude observar la forma en que los cuerpos de sus integrantes expresaban esas emociones, de forma más mesurada y en un ambiente de relativa camaradería, pero siempre al límite de la explosión impulsiva y emocional. Las porras familiares están fuertemente organizadas y su jerarquización le da un sesgo muy particular. Las agrupaciones juveniles, en especial el RK, son exultantes. Las diferencias son notables, pero el elemento emotivo las identificaba y, hasta cierto punto las uniformizaba. El paso siguiente era ubicar conceptualmente esto que yo ya identificaba como el “sustrato emocional” del aficionado. La pista que seguí provino no tanto de mis observaciones en campo, sino de mis incursiones historiográficas. Al leer la forma en que los dueños de la televisora Telesistema Mexicano/Televisa, especialmente Emilio Azcárraga Milmo, idearon su incursión en el negocio futbolístico, reparé en que me estaba acercando a un producto mediático, a una suerte de género cultural y narrativo. Sabía que Azcárraga Milmo decidió comprar un club de futbol profesional y que este se convirtiera en una especie de personaje radio o telenovelístico con características villanescas. El club que compró y que dotó con ciertos elementos distintivos, que a la larga lo convertirían en el equipo con más detractores, pero al mismo tiempo con una de las aficiones más grandes, fue el club América del Distrito Federal. 3 Ver Glosario de Términos. 6 Tenía entonces dos cuestiones: ese sustrato emocional que los aficionados evocan y practican con sus respectivas variaciones y matices, por un lado, y un elemento de intervención comercial y mediática, por el otro. También sabía que el deporte, en especial el futbol, bien podía ser considerado como un fenómeno propio de la modernidad, entendida ésta bajo una óptica absolutamente racional e instrumental y parte del llamado proceso civilizatorio. Pero entonces ¿dónde ubicar conceptualmente el sustrato emotivo, a veces gozoso, a veces frenético y otras francamente agresivo y violento de los aficionados americanistas? La respuesta la obtuve en lo que algunos teóricos definen como la imaginación melodramática. A continuación intentaré perfilar esta idea de forma más clara. La imaginación melodramática es la clave interpretativa de este trabajo. En algunas ocasiones, imaginación melodramática podrá ser sustituida indistintamente por “lo melodramático” o simplemente el “melodrama”. La entiendo no tanto (ni sólo) en un sentido literario. Más bien, inscrita bajo la lógica de los llamados estudios culturales, ubico a la imaginación melodramática como una forma o un conjunto de formas de percibir y construir discursos y narrativas sociales, tanto como prácticas y acciones empíricamente verificables en campo. En primer lugar, la imaginación melodramática cruza todas las clases sociales y no es exclusiva de alguna de ellas. Tiene que decirse, no obstante, que sí hay una fuerte inclinación o tendencia a identificarla con las prácticas de los sectores populares y que algunas veces toma el cariz de violencia. Surge de una relación dialéctica y contradictoria entre las elites y los grupos subalternos, por lo que su propia configuración siempre está en disputa. Por otro lado, lo melodramático se ha desarrollado de forma histórica y no es estático e inmutable. 7 Como expondré, la imaginación melodramática será la clave para entender la conformación del espectáculo futbolístico nacional. Tanto la liga como los clubes estarán marcados por coordenadas melodramáticas más o menos definidas. El caso del club América será paradigmático en este sentido. En primera instancia, porque a partir de 1959 forma parte del consorcio televisivo propiedad de la familia Azcárraga. En segunda, porque aquello que Magazine (2008) señala como las visiones ideales de sociedad que objetivan los clubes son eminentemente simbólicas y “emotivas”, derivadas y atadas a la “pasión” (base de lo melodramático). Como intentaré demostrar, la “pasión” no está contrapuesta a la razón, sino que ambas se complementan dialécticamente en un ciclo de mutua conformación. Lo pasional es, si no racional, sí racionalmente practicado y ejecutado. Sin código y símbolos que la determinen ontológicamente, la pasión no podría realizarse en lo social. En el caso de la pasión futbolística, los códigos y los símbolos que la representan y por medio de los cuales puede ejecutarse, están histórica, cultural, económica y políticamente determinados. “Irle al América”, expresión nativa de la emotividad pasional por el club, es decir, por su amor a éste, no se verifica empíricamente de la misma forma ni en el tiempo ni en el espacio sociales. “Irle al América” no es lo mismo para un viejo, que para un joven, para un rico que para un pobre, para un hombre que para una mujer. Tampoco es lo mismo ser un aficionado de televisión que uno presencial en el estadio; no es igual ser un aficionado individual a uno colectivo y organizado. Pero no sólo eso: las prácticas y discursos de los aficionados estarán igualmente relacionados a la particular forma de percibir y actuar socialmente a través del melodrama. La pasión es una especie de código, el cual tendrá 8 objetivaciones muy específicas en los performances sociales y en las corporeidades de los sujetos que la “sienten” y, por lo tanto, la ejecutan prácticamente. “Irle al América”, en este nivel, se ve reflejado de forma distinta entre los diversos aficionados, lo cual es una muestra de que el sujeto social aficionado-espectador está también en constante y permanente transformación. Pertenecer o no a una organización ya es una clara diferenciación. A qué organización pertenece uno u otro aficionado también demuestra que las variables son evidentes: ser de una porra familiar implicará, en todo caso, una expresión específica de la imaginación melodramática. Ser de una “barra”4 implicará una práctica muy diferente, en algunos aspectos contradictoria a la de las porras. Las mismas barras americanistas son distintas una a la otra y pertenecer a alguna de ellas representará una especial forma de practicar dicha afición, que se reflejará en los códigos de moralidad de sus integrantes. No obstante estas diferencias, la imaginación melodramática permitirá, simultáneamente, hilar las similitudes. Tanto para los “productores” y “propietarios” de la narrativa melodrámatica (Televisa, en este caso), como para los “consumidores” de esos productos culturales, el melodrama ofrece ciertas constantes simbólicas y culturales. Tal vez una de las más sobresalientes sea la del género: el melodrama permite orientar prácticas y discursos de forma ordenada por la masculinidad. Antes que nada, para ser aficionado se necesita “ser hombre” o por lo menos “actuar” como tal. “Irle al América” significa ser hombre y pertenecer al equipo “más grande” de México. Esto es, ser aficionado americanista significará 4 Ver Glosario de Términos 9 concebirse como hombre e identificarse con una visión ideal de sociedad que implica una superlatividad en el ámbito futbolístico, la cual se verá expresada en una serie de prácticas y discursos fuertemente masculinizadas (expresados en frases como “echarle huevos”, “no rajarse”, “no abrirse” y feminizando todo rasgo de “debilidad”). Bajo esta lógica, entre más se acerque un discurso y una práctica de aficionado a este ideal de masculinidad, mejor aficionado se es. Aunque cabe decir que las moralidades entre un grupo y otro son muy distintas. Así, los integrantes de las porras familiares buscan ser festivos, alegres y chacoteros, pero al mismo tiempo respetuosos, respetables e institucionales (pertenecientes a una comunidad horizontal pero fuertemente jerarquizada). Los hinchas juveniles, por el contrario son sacrificiales, aguantadores, desmadrosos, descontrolados y “violentos”, además de transgresores de la institucionalidad, como en el caso del RK. Para los aficionados americanistas, la televisora jugará “desde arriba” un papel preciso en la conformación melodramática del espectador, ubicándolo en determinadas posiciones dentro del ámbito general de los patrones de consumo mediático, asociadas a los gustos determinados por el género y concebidos como modernos. El club América, desde 1959 pretenderá ser “el mejor equipo de México”, y con ellos será presentado como el equipo a vencer y más odiado de la liga. Jugará una especie de “villanía” (acentuada a partir de los años ochenta) dentro del sistema futbolístico nacional, en donde el poder económico, la “desnacionalización” (a través de la contratación de jugadores extranjeros de renombre), la modernidad (su estadio e instalaciones deportivas, pero más importante aún: el comportamiento familiar, urbano y “ejemplar” de sus jugadores y directivos) serán sus características esenciales. El América será concebido, 10 como producto mediático, central en la trama de rivalidades futbolísticas: al América, dice el refrán popular, “se le ama o se le odia”, pero no se le puede ser indiferente. Así, la pretensión sería dividir las aficiones futbolísticas en una lógica melodramática dicotómica entre americanistas y antiamericanistas. Ningún otro equipo lograría concitar tales filias y fobias y por lo tanto su representación identitaria será fundamental para el sistema de rivalidades del futbol profesional. Por otro lado, “desde abajo”, los aficionados americanistas desarrollarán prácticas y discursos que recuperarán las características melodramáticas ideadas desde la elite, pero las reconfigurarán de diversas maneras. A mí me interesará ubicar sólo dos de ellas, expresiones ambas de los aficionados organizados: las de las porras y las barras. De esas, la Porra Unión y el RK me permitirán ejemplificar los elementos de la imaginación melodramática con características semejantes y, simultáneamente, diferentes. Ambas expresiones son fuertemente masculinizadas, notablemente “pasionales” y claramente jerarquizadas. Al mismo tiempo, diferenciadas por sus prácticas y discursos, los cuales estarán ligados a visiones de nación históricamente diferenciados. Así, las porras remiten a un momento histórico en el cual la familia, es decir, su idealización clasemediera, urbana, católica y nuclear, se combinará con el patronazgo y el corporativismo; en una palabra, se asociará al régimen político clientelar de Partido Revolucionario Institucional. Esta será una forma de expresión melodramática en la que los estereotipos masculinos y femeninos se consolidarán como parte del patronazgo político y la jerarquización familiar. Las barras evocarán una forma melodramática diferente. Surgidas en un contexto sociopolítico en el que el patronazgo y el clientelismo político parecen desintegrarse con la salida del PRI de la presidencia de la república. Contexto en 11 el que la precariedad de las instituciones educativas y de la llamada movilidad social, es decir del estado de bienestar, se encuentran en franca crisis. Los individuos, en especial los jóvenes no sólo desconfían de las instancias corporativas, sino que se refugian en una especie de ostracismo corporal en el que “aguantar” y expresar la pasión y el amor implican un tremendo esfuerzo y desgaste físico. Lo melodramático se sublimará en un código y en una práctica casi de martirologio. Así los términos generales de la relación entre imaginación melodramática y afición futbolística en México, especialmente la americanista. Ahora será menester precisar teóricamente ambos conceptos en el contexto histórico de la modernidad posrevolucionaria mexicana cruzándolo desde el imaginario melodramático. La imaginación melodramática, la afición futbolera y el México moderno Según Herlinghaus, la imaginación melodramática “[...] es entendida como concepto de búsqueda cuya acepción interfiere drásticamente en la comprensión de la modernidad” (2002: 12). La modernidad concebida como una dimensión histórico-social estrictamente racional y racionalizada contará con claros elementos “anacrónicos” o desfasados en su desarrollo. Si la modernidad es la búsqueda y la objetivación permanente de la razón, las expresiones emotivas (rituales, religiosas, afectivas, estéticas) siempre contarán con cargas valorativas que irán en contrasentido. El melodrama será una forma radical de estas expresiones. Por lo tanto, siguiendo nuevamente a Herlinghaus “[...] el melodrama nos interesará no tanto como tema, conjunto de temas o género, sino como una matriz 12 de la imaginación teatral y narrativa que ayuda a producir sentido en medio de las experiencias cotidianas de individuos y grupos sociales diversos” (2002: 23). En el caso de la afición al futbol en México, la imaginación melodramática complementará (de forma contradictoria, en muchos aspectos) a los ideales modernizadores impulsados por el régimen posrevolucionario. El ideal de construir un país moderno, racional y en constante progreso, tendrá en el melodrama, discursos y prácticas en apariencia anacrónicas que lo confrontarán, pero que simultáneamente le dan sentido a la vida cotidiana de los sujetos sociales. Según Tuñón, el melodrama no se circunscribe a los géneros narrativos (literarios, radiofónicos o cinematográficos), sino que es un rasgo cultural que atraviesa todas las expresiones populares en el México postrevolucionario y “[...] procura la exaltación emocional y convoca a las lágrimas. Es el mundo de los sentimientos desmesurados y se expresa a través de una representación hiperbólica de lo visual y lo verbal, con una música que reitera las emociones” (2010: 97-98). Para Monsiváis, el melodrama es “en una síntesis forzada, pero tal vez no inexacta, la expresión frenética y al fin de cuentas divertida de una necesidad: el espectador quiere hallar en su vida el argumento teatralizable o filmable o radionovelable o telenovelable cuya mayor virtud es la garantía de un público muy fiel, él mismo” (2002). En sentido estrictamente narrativo, el melodrama se relata cronológicamente, cuyos elementos descriptivos e introspectivos se subordinan a los de la acción, que es la que describirá a los personajes. Es reiterativo en cuanto a la acción y por lo tanto se basa sobre una construcción de “arquetipos”, atributos, motes, apodos (De Lizaur 2002: 92-93). 13 Y son las características morales de los estereotipos sobre las cuales se montan los recursos narrativos de la acción melodramática mediatizada y de la explotación sentimental-comercial de los mismos. A saber, el melodrama pretende ubicar con sencillez dicotomías de acciones morales que bien podrían resumirse en bandos de personajes elementalmente “buenos” y elementalmente “malos”. Es decir, que para que el melodrama funcione como espectáculo y como negocio debe contar con un “discernimiento maniqueo” del comportamiento de los personajes, de tal suerte que sus actuaciones se “polaricen” (De Lizaur 2002: 9293). En los años cuarenta del siglo pasado, la radionovela sentó criterios casi axiomáticos de la narrativa melodramática y en buena medida “educó” al público 5, esencialmente femenino, que quedó cautivo de las tramas y repercutió en su propio comportamiento, de manera dialéctica6. Sin embargo, los dueños de la radio privada mexicana pronto vieron que el melodrama bien podría ser transferido a la televisión, merced del gran impacto que ya tenían en los Estados Unidos las 5 Monsiváis cuenta: “En una de sus acepciones, tradición es el recuerdo de la vida en familia o en familias, y allí la americanización [es decir, lo estadounidense] provoca transformaciones internas persuasivas y perdurables: renueva las veladas domésticas, rehace la idea del hogar y del ama de casa. («La radio inventó el ama de casa», sostiene Emilio Azcárraga Vidaurreta), alivia las tareas del hogar (los electrodomésticos, la liberación parcial); compone casi todos los géneros y subgéneros del cine nacional; sojuzga la televisión desde su primer programa cómico, la transmisión del Informe Presidencial el primero de septiembre de 1952” (2008: 100). 6 “En México, a partir de 1940, las estructuras familiares de profunda raigambre, con fuertes vínculos a valores morales y creencias religiosas, se vieron desafiadas por los nuevos y difundidos patrones de urbanización, industrialización y migración, sobre todo por el número creciente de mujeres que trabajaban tanto fuera de su casa como (a diferencia de los jornaleros agrícolas) lejos de su familia. Esta transformación de la vida familiar normal, con los patrones de creencias y comportamiento asociados con ella, se ilustró en radionovelas, películas hechas con financiamiento estatal y cómics. La elevación de la soldadera a nivel de un fetiche fue tan sólo la parte más visible de este proyecto cultural. Entretanto, un nuevo grupo de mujeres célebres – escritoras, artistas, cantantes, modelos, bailarinas y estrellas de cine-, lesionaban, con su mera existencia, las ideas conservadoras acerca del decoro femenino, mientras una prensa relativamente libre de censura aprovechaba al máximo el choque de valores que causaban. Los conservadores se quejaban en términos vagos de los cambios acarreados por la industrialización y la urbanización, pero se expresaban de manera mucho más directa y específica contra representaciones de esos cambios tal como se manifestaban en libros de texto, películas, canciones, radioteatros y publicaciones periódicas” (Rubenstein, 2004: 24-25). 14 famosas soap-operas. No queda la menor duda que la simultaneidad entre la transferencia a la televisión de la narrativa del melodrama radiofónico y cinematográfico (aunque también el literario y de historietas) coincidió plenamente con las pretensiones de Emilio Azcárraga por comprar un club de futbol y hacer de él una especie de “chico malo” en el circuito futbolístico profesional mexicano. La primera telenovela que se produjo en México, Senda prohibida, inició sus transmisiones en junio de 1958 (De Lizaur 2002: 116). El club América, como lo he mencionado, fue comprado por Emilio Azcárraga en julio de 1959. Mientras tanto, a la par del melodrama mediatizado y el acercamiento de los dueños de la televisión al futbol, en el México urbano desde los 1940, un espectáculo deportivo penetró con singular fuerza y forjó un imaginario de gran alcance moral y cultural, que desde mi punto de vista acompaña con gran sintonía al mundo de las rivalidades futbolísticas mexicanas en formación: la lucha libre.7 Esta extraña y peculiar forma de teatro-deporte, es llevada a niveles superlativos en México. Luchadores profesionales como “El Santo” y “Blue Demon” son elevados a la categoría de ídolos nacionales, a tal grado que sus figuras se fetichizan en las pantallas del cine y melodramatizan (con una gran cantidad de comicidad involuntaria) las disputas entre el “bien” y el “mal”, entre los “héroes” y “villanos” del México contemporáneo. 7 Para Levi, la lucha libre es: “Una disputa entre dos o más luchadores que no compiten como ellos mismos, sino como personajes que ellos (o sus promotores) inventan. Los personajes están moralmente codificados, así que normalmente cada encuentro presenta un tipo ‘bueno’ (de los ‘técnicos’) y un tipo ‘malo’ (de los ‘rudos’). El luchador que realiza el rol de los ‘malos’ engaña, usa rudeza innecesaria y despliega cobardía y mañas. Hay jueces, pero por corrupción y/o incompetencia, no desean o son incapaces de aplicar las leyes en contra de los malos. Cuando la gente pregunta acerca de la corrupción, se refieren a la versión muy difundida de que la lucha libre es un montaje y que el combate está decidido de antemano. Decir que es corrupto, sin embargo, es malinterpretar el género. No es corrupto. Más bien, es un drama sobre la corrupción y, como tal, su relación con otros deportes es problemática” (1997: 57). 15 Como ningún otro espectáculo, en los derivados cinematográficos y de historietas de la lucha libre, la visión maniquea del “héroe” se ancló en buena medida a la de un nacionalismo rancio y a la vez ambiguo (metaforizado en la pobreza y sencillez de la escenografía y del montaje fílmico y de los cómics), cuyos enemigos siempre provenían de lugares y/o tiempos remotos, extranjeros desconocidos y capaces de las peores atrocidades. Estos tipos malos eran hombres, mujeres o monstruos con plenitud de recursos y siempre ávidos de destrucción.8 La lucha libre, por lo tanto, es un producto cultural que se entremezcla sincrónicamente con el ingreso de la televisión en el futbol. Así, las narrativas radio y telenovelísticas, junto con el de la lucha libre (y otros productos como el bolero, el cine, los cómics), demuestran con claridad que el melodrama se erigió como un bastión sentimental en México. Además de estas características, lo melodramático se ensarta en el tiempo de la cotidianeidad, a pesar de ser una narrativa exaltada y polarizante. De esta forma, para Martín-Barbero, uno de los principales teóricos que han abordado la importancia del melodrama en América Latina, éste “[...] toca la vida cotidiana, enchufa en ella no sólo como su contraparte o sus sustituto sino como algo de lo que está hecho, pues, como ella, vive del tiempo de la recurrencia y la anacronía y es espacio de constitución de identidades primordiales” (2002: 68) 8 “En 1948, El Santo le alquila su efigie al productor y argumentista de historietas José G. Cruz, para sus mezclas inverosímiles de fotonovela y cómic. Allí El Santo vence y combate (en orden), a zombies diabólicos, vampiras del siglo III a. C., científicos dementes, tribus perdidas... El éxito obliga al paso siguiente: el cine [...]. ¡Qué envidiable el repertorio de este ‘cine de Neanderthal’! Criminales ansiosos de prodigar viudas y huérfanos (o en su defecto, ávidos de genocidio) maquetas que se jactan de su humilde origen carpintero, peligros tanto más diabólicos cuanto el guión jamás aclara su naturaleza, castillos sombríos reducidos por el presupuesto a cubículos de universidades pobres, combates espeluznantes por la salvación de la joven bella, del científico bueno, del género humano, de la galaxia” (Monsiváis 1995: 130). 16 Específicamente, como estructura narrativa, el mismo autor continúa señalando que en el melodrama hay un “[...] predominio de la intensidad sobre la complejidad, expresada en dos dispositivos claves: la esquematización que vacia (sic) a los personajes de espesor psicológico convirtiéndolos en signos e instrumentos del destino, y la polarización que, más allá de las trazas de una moral maniquea, remite a la identificación de los espectadores con los personajes de signo positivo y bienhechores y a los personajes objetos de proyección con el signo negativo de los agresores”. Además de esto, “[...] la estructura melodramática exigirá una retórica del exceso: todo tiende al derroche desde una puesta en escena que exagera los contrastes visuales y sonoros, hasta una trama dramática y una actuación que exhiben descarada y efectistamente los sentimientos, exigiendo constantemente del público una respuesta en llantos, risas, estremecimientos” (Martín-Barbero, 2002: 71). Otra característica especial de la narrativa melodrámatica es su serialización o entrega por episodios, con lo que aporta una especie de identificación con el transcurrir cotidiano del tiempo, del día a día. Además de esto, la narrativa melodramática serializada alude a una “narración primitiva”, la cual según MartínBarbero: “[...] separa tajantemente a los héroes de los villanos aboliendo la ambigüedad y exigiendo al lector tomar partido. Se trata de héroes y villanos cuya separación simboliza una ‘topografía de la experiencia’ sacada del contraste entre dos mundos: el que se halla por encima de la experiencia cotidiana de la vida mundo de la felicidad y de la luz, de la seguridad y la paz- y el que se halla por debajo: mundo de lo demoníaco y lo oscuro, del terror y las fuerzas del mal” (2002: 73). 17 Hasta aquí, lo más importante es señalar que lo melodramático lo considero una forma de imaginación que entrecruza y subvierte lo cotidiano y el tiempo de la gran historia. En cierta medida, la aproximación de Turner (1988) sobre los rituales ndembu y su explicación relativa a la conexión dialéctica entre la estructura y la antiestructura puede guiarnos un poco en el entendimiento del melodrama. El melodrama no es sólo una narrativa (simbólicamente pautada, en el cual los símbolos estereotipados establecen conexiones entre lo conocido -la cotidianeidad- y lo desconocido -el tiempo de la gran historia), sino una práctica que se realiza para eliminar simbólicamente las diferenciaciones y jerarquizaciones sociales. En el melodrama, tanto narrativa como prácticamente, los individuos buscan (no sé si en el caso de los aficionados al futbol lo logren) “desestructurar” las jerarquías sociales. A pesar de que los actores del melodrama mediático y del melodrama (llamémoslo) social están más que claramente diferenciados y jerarquizados, la homogeneización (real o pretendida) de los mismos juega un papel muy importante. En este sentido, Magazine afirma respecto al futbol y su afición: “[…] la afición futbolística se ha convertido en un espacio para desarrollar y expresar alternativas para y para negociar confrontaciones” entre los imaginarios colectivos mexicanos dominantes de la “vida real” (el trabajo, la política y la democracia). Y dice que la afición futbolística “[…] se convierte en un símbolo, pero no en el sentido de algo que refleja la vida real. Más bien es un símbolo en el sentido de un modelo para seguir. Esto es precisamente lo que hace que la atención a la afición futbolística en México sea tan importante: que ofrece una oportunidad para observar los sueños sociales de cada día, los proyectos y las divisiones que están invisibilizados por los 18 imaginarios colectivos dominantes, tales como clase, sociedad civil y Estado, derivadas de las sociedades colonizadoras” (2008: 30). En el futbol mexicano, la liga profesional se basará sobre la creación de identidades específicas de cada club, amarradas a características territoriales (regionales), institucionales y clasistas, cambiantes a lo largo del tiempo, pero con cierta consistencia. Las identidades futbolísticas, estereotipadas y realizadas a través de visiones ideales de lo social, como lo señala Magazine (2008), plantean diferentes aspectos de la imaginación melodramática y reflejan grados distintos del poder deportivo y de la capacidad de convocatoria. Sin embargo, para que la liga funcione y el sistema de rivalidades sea eficiente, se requiere de una relativa igualdad de oportunidades en la competencia deportiva, a pesar de las notables diferencias. Por otro lado, los aficionados (organizados e individuales) están altamente diferenciados al interior de cada organización y entre ellas, todos basan su lógica en un código común de “pasión” y amor por el futbol o sus respectivos clubes. Como rezaba un conocido comercial televisivo de una cervecera “el futbol nos une”, pero al mismo tiempo genera claras diferencias. En la mayoría de los productos culturales melodramáticos, el dinero y el poder dividen a los individuos entre ricos y pobres o entre poderosos y desposeídos. Sin embargo, como trasfondo del melodrama, el amor (y las virtudes que se le asocian) iguala a los individuos e incluso puede subvertir las diferencias de clase. En el caso de las porras familiares, las relaciones verticales de orden clientelar, se refugian en un trasiego de prebendas materiales y simbólicas sometidas a grandes diferencias de clase y poder político, pero que con la idea del amor al club parecen desvanecerse o ser aniquiladas. 19 Ahora bien, el melodrama es una expresión sui generis de la modernidad mexicana. Lo considero, al igual que Herllinghaus, como una imaginación, en la medida en que surge como parte de las narrativas iconográficas que representan valores, moralidades y proyectos de nación y visiones ideales de sociedad. El cine y la pintura nacionalista de mural dan cuenta de ellos en la primera mitad del siglo. La telenovela y otros productos televisivos como los deportes (véase la lucha libre y los toros), básicamente son fenómenos visuales y por lo tanto cargadamente dramatizados. El Estado mexicano posrevolucionario pretendió establecer condiciones de desarrollo social que se fundaran en un igualitarismo republicano y se expresaran en un constante y permanente crecimiento económico. El desarrollo de las ciudades y la modernización del país se entendían como la expresión más clara de ese crecimiento. El problema es que a la luz de las prácticas de la vida cotidiana, muchas personas, evidentemente, no han visto reflejado ese crecimiento o desarrollo tan promocionado por el Estado y sus aliados. Algunos autores (como a los que he hecho referencia) interpretan que el melodrama ha fungido como una especie de instrumento cultural alternativo para dar cuenta de las diferencias, la desigualdad, el abuso, la explotación, el patronazgo y la corrupción (económica y moral) que la modernidad engendra. Sentando ciertas bases ideológicas y simbólicas para desafiar y explicar esas contradicciones, la imaginación melodramática expresa y acepta las diferencias pero las subvierte en una especie de juego dialéctico de equilibrio social. 20 La afición futbolística y la conformación identitaria de la liga profesional En este sentido, el futbol, y en especial la liga profesional, se incrusta entre los elementos modernizadores del México posrevolucionario (sólo véase el papel higienista del deporte o las ventajas morales que ofrece la educación pedagógica derivada de la práctica del futbol). Sin embargo, la forma de construir su narrativa dará cuenta de esas contradicciones y desigualdades. No todos los equipos partirán de la misma base ni con los mismos recursos. La construcción del imaginario melodramático del futbol buscará explotar esas diferencias que se verán reflejadas en las identidades de los clubes y sus aficionados. Se puede decir que las prácticas de los aficionados futboleros no deben de ser leídas en una sola dirección, como resultado de la urbanización de México, sino también en sentido inverso, ya que fueron precisamente este tipo de prácticas las que le dieron coherencia a la idea de urbanización-urbanidad. Por lo tanto, debe entenderse al aficionado deportivo, especialmente al futbolero y más aún al americanista, como resultado de ese proceso de urbanización y urbanidad, pero de forma simultánea como un sujeto activo y creador de esa urbanización y esa urbanidad. Así, las representaciones identitarias de los aficionados al fútbol en México se corresponden con lo que Hobsbawm y Ranger (2002) acertadamente señalaron como la “invención de tradiciones”, es decir, un juego dialéctico entre la fabricación de tradiciones oficiales (impulsadas desde los regímenes políticos y las élites económicas que buscaban su legitimación en ámbito de los Estados nacionales) y las tradiciones informales (desde sectores no organizados, de eso que a la postre se llamaría la ‘sociedad civil’) a lo largo de todo el siglo XX. La afición al futbol como tradición urbana será “inventada”, primero, y legitimada, 21 después, dentro del proceso general de la modernidad y la urbanidad-urbanización mexicana. Las identidades de los clubes de futbol han sido construidas por muchos elementos y es difícil determinar cuál de ellos es el más importante. Elementos tales como la adscripción regional en el contexto del sistema urbano regional es fundamental en la concepción y consolidación de dichas identidades afianzadas por los clubes,9 como se podrá apreciar en el caso de la rivalidad entre el club América y el club Guadalajara. Otras características, como la pertenencia a una determinada institución, son muy importantes en la creación de este imaginario. Los casos de los clubes América y de la Universidad Nacional son elocuentes en este sentido. Por un lado, la pertenencia del primero al conglomerado televisivo Televisa lo ata de manera definitiva a la elite política y económica del país. Por el otro, los Pumas de la Universidad se verán inevitablemente asociados a la institución educativa que los alberga, con las connotaciones del caso. Las adscripciones e identidades, cualesquiera que estas sean y que los clubes hayan desarrollado están ineludiblemente adscritas a un código que se pretende básicamente emocional (o emotivo). Esa adscripción emotiva de los aficionados es todo, menos originalmente biológica. Si bien tiene repercusiones y manifestaciones físico-biológicas y está corporizado (incorporado, según los términos bourdianos), el amor por los clubes que todos y cada uno de los aficionados al futbol manifiestan sentir, es un código cultural socialmente 9 Para Magazine y Martínez, “[…] aunque la rivalidad entre dos equipos parezca ser única y exclusivamente deportiva, situar históricamente a estos clubes y los lugares que simbólicamente representan dentro del sistema urbano nacional facilita el entendimiento de aspectos cruciales de la identidad y la tensión existente entre sus aficionados” (2009) 22 determinado. Cuando un aficionado dice sentir que la pasión y el amor por su club “proviene de sus más profundos sentimientos”, lo que en verdad está diciendo es que esa pasión es la manifestación más clara de la “educación sentimental” a la que ha sido sometido social y culturalmente. Y esta educación sentimental de los sectores populares pasa, casi siempre, por lo que se escucha y se ve en los medios de comunicación.10 Así, el amor por los clubes es entonces una creación social que mezcla la influencia de los medios de comunicación, las intenciones de un estado nacional (por reconocerse a sí mismo como la entidad rectora de moralidades y políticas) y las prácticas mismas del “pueblo”, que desde la precariedad económica reconocen en las valoraciones sentimentales zonas de realización simbólica y de adscripción identitaria. Por ejemplo, según nos dice Fábregas Puig, para el caso de Guadalajara, las identidades de sus principales clubes (Chivas y Atlas), a principios del siglo XX surgen “los símbolos que cada equipo portaría en adelante. El sello popular y nacionalista en el club Guadalajara y el talante de elite, oligárquico y extranjerizante del Atlas. De hecho, ambos equipos, enfrentándose en la cancha de futbol, escenificaban el dilema del país entero, que además, en aquellos años, iniciaba su integración como tal. Aun cuando la mayoría de los seguidores actuales de ambos equipos desconocen sus orígenes y los contextos respectivos, el simbolismo se ha transmitido socialmente hasta nuestros días”. (2009) 10 Según Monsiváis: “El punto de partida del entendimiento de reglas y condiciones de la cultura popular urbana es la cuantía del analfabetismo. La Revolución Mexicana se hace en un país de iletrados que sólo reconocen como suyos sonidos e imágenes y que atienden religiosamente a las palabras” (1978). 23 Se ama (y se forma parte) del club América, como un reconocimiento sentimental a la ubicuidad que la industria cultural televisiva impulsa. Pero también se ama a este club porque es necesario reiterar la adscripción territorial. “Yo no entiendo cómo alguien del Distrito Federal le puede ir a las Chivas de Guadalajara. Si vives en el Distrito Federal le tienes que ir a un equipo que juegue aquí; no a uno de otra ciudad. Eso me parece ridículo”, me dijo alguna vez un informante americanista. Lo importante, no obstante, es reconocer que el valor del sentimentalismo y la emotividad que los aficionados dicen tener por sus clubes de futbol es lo sobresaliente. Las maneras en que este sentimentalismo se expresa concretamente es la materia de este trabajo. El sentimiento que las atribuciones que cada club genera son, en todo caso una creación social, mediáticamente inducida y socialmente transformada. Cómo surgió la investigación El presente trabajo es el resultado de cuatro años de investigación. A mediados de 2007 me acerqué al grupo liderado por Roger Magazine y Samuel Martínez en la Universidad Iberoamericana. Mi contacto con ellos fue azaroso (me pregunto qué no es así en el proceso creativo e intelectual). Conectado al messenger me encontré con un amigo, a quien le solicité ayuda para perfilar la bibliografía que necesitaba para presentar un proyecto de investigación doctoral. Yo estaba en el proceso de graduación de la maestría en Estudios Latinoamericanos de la UNAM, con un tema relacionado al futbol, el poder político y la identidad en América del Sur. Este amigo me comentó acerca del “Diplomado sobre Futbol, Cultura y 24 Sociedad” que Samuel Martínez estaba organizando en la UIA. De inmediato fui a verlos ya que, al igual que la mayoría de quienes estamos inmiscuidos en la investigación social sobre los deportes, sabía que no había muchos espacios académicos dedicados a esta temática. Samuel y su colaborador, Miguel Ángel Lara, fueron muy amables conmigo e inmediatamente entablamos amistad. Me propusieron dar una charla sobre mi trabajo de maestría durante el diplomado, a lo cual yo accedí. Después me presentaron a Roger Magazine, con quien charlé varios minutos. De esa plática surgió lo que parecía una remotísima (y hasta entonces, para mí, impensada posibilidad) de estudiar el doctorado en Antropología Social que ofrece la Ibero. Toda mi vida había estudiado en escuelas públicas, así que pensaba que era casi una consecuencia natural que terminara mi doctorado en alguna de ellas. Sin embargo, los azares del destino me llevaron hasta esta institución, la única que tenía un proyecto de investigación afín a mis intereses académicos. Sólo un par de semanas después de ese primer acercamiento informal ya estaba sosteniendo entrevistas para ingresar al doctorado. ¿Qué fue lo que me atrajo? Principalmente el proyecto intitulado “Identidades, prácticas y representaciones de los aficionados al fútbol en México”, el cual calzaba perfectamente con mi propósito de continuar bajo esa temática de investigación, radicada en México y bajo la perspectiva de una ciencia social, como la antropología. El problema básico al que me enfrentaba (además del económico, que afortunadamente pudo resolverse de varias maneras) era mi pobrísima formación etnográfica, condición sine qua non para desarrollar el doctorado y para formar parte del proyecto. Básicamente me había formado bajo 25 una suerte de matriz “teórica” antes que “empírica”, así que adecuarme a la investigación in situ y participativa sería el mayor reto personal. Otro de los problemas era que debía de escoger un equipo de futbol profesional de primera división y seguir etnográficamente a sus aficionados por cerca de tres años. Y ahí radicaba el mayor de los conflictos: o salía del Distrito Federal o me quedaba aquí y le entraba a la investigación del club América. No es que me estuviesen obligando a hacerlo ni mucho menos, pero los demás equipos estaban ya bajo la lupa de otros grupos y Roger Magazine acababa de publicar su libro sobre los Pumas, así que era el América u otro equipo fuera de la capital. Los que no son aficionados al futbol y más aún los que no son mexicanos y desconocen las rivalidades futboleras en este país se preguntarán: ¿Y eso qué? Bien, pues el punto es que yo no le voy al Américae incluso puedo decir que siempre lo he considerado como el rival a vencer (ya que mis filias futbolísticas se inclinan por los Pumas) y, a pesar de que tengo muchos amigos que le van al América, la mayoría de mis amistades son abiertamente antiamericanistas. Al aceptar la investigación sabía que me estaba ganando, de manera inevitable, la burla y el escarnio abiertamente melodramatizado de muchos de ellos. Sabía de antemano, lo cual confirmé posteriormente, que varios me bromearían con: “Qué se me hace que le vas al América” o “Eres americanista de clóset”. Haber aceptado la investigación de la afición del club América me significó, hasta cierto punto, un conflicto personal en mi categoría de aficionado (sentimental e inscrito bajo la lógica melodramática) en la medida en que mi trayectoria política de izquierda y mi afición hacia los Pumas de la UNAM, me alejaban “emotivamente” del americanismo. En algún momento llegué a pensar que podría 26 desistir de la misma. Busqué otros espacios fuera del Estadio Azteca como fuentes de datos para el trabajo. Así, fui a la Deportiva de la Magdalena Mixhuca a un campamento-escuela afiliado al club, con la idea de que ahí podría mantenerme y recabar la información. Busqué amigos de amigos que fuesen americanistas y platicaba con ellos. La verdad es que todos estos intentos no eran sino evasiones mal disfrazadas de mis propios prejuicios y sentimientos como aficionado y mi propia animadversión hacia el club. “Bueno, todo será por la ciencia”, me decía mientras tomaba fuerzas para ir al Estadio Azteca por primera vez. Era obvio que la única forma de realizar la observación directa y participativa de los “verdaderos” aficionados al club era asistiendo a los encuentros en el Estadio Azteca. Finalmente, un día a finales de noviembre de 2007, me dirigí hacia allá, sin saber bien a bien qué pasaría ni cómo lo enfrentaría. Sería el encuentro con el “otro”. Si bien muchos códigos del aficionado mexicano los compartía ya de antemano, las razones de estos individuos para irle al América seguían estando más o menos alejados de mi comprensión. En las afueras del estadio pude observar a la “tribu” de amarillo y azul, colores del club. Durante varios minutos antes del inicio del partido caminé sin rumbo fijo sobre la explanada contigua a la calzada de Tlalpan. Después de reconocer elementalmente el espacio, y cargándome de valor decidí comenzar una plática. No lo sabía en ese momento, pero con quienes contacté eran integrantes de la Porra Unión, una de las agrupaciones conocidas como porras familiares del club. Los tres individuos con los que conversé se portaron amables y accesibles a mis preguntas. Les dije que estaba realizando un trabajo de investigación y que me gustaría conocer su organización más a fondo. Ellos aceptaron. 27 Luego de unas cuantas visitas preeliminares al estadio y en compañía de los porristas, logré articular algunas de las ideas que eventualmente se plasmaron en mi proyecto de investigación. Mientras esto sucedía, mis conversaciones con Roger Magazine y el grupo de compañeros de la Red de Investigación sobre Deporte, Cultura y Sociedad fueron perfilando aún más la propuesta investigativa. Mis iniciales temores, reticencias y animadversión no se disiparon, ni mucho menos, pero pude contenerlos y enfocarlos “objetivamente”. Poco a poco avancé en el terreno. Conocí a más informantes y después de varios meses ingresé también al espacio de las llamadas barras, que son las agrupaciones compuestas por jóvenes varones, conocidas y autorepresentadas como violentas, desmadrosas, vandálicas y hasta delincuenciales. En este sentido, tuve la suerte de contar con un excelente guía. Gracias a sus contactos pude acceder a algunos de los intersticios de la organización llamada RK. Con ello, desde mi perspectiva, estaba cubriendo un amplio espectro de aficionados, tanto organizados como no organizados. La metodología del estudio El Estadio Azteca es un espacio abrumador. La cantidad de gente y actividades que se pueden observar son múltiples y muy variadas. Lograr la concentración en alguno de los elementos no es una tarea sencilla, por más básico que parezca. Sin embargo, sin obviarlo, sabía que las acciones “dentro” de la cancha no eran las prioritarias, aunque determinaran mucho de lo que sucede en las gradas, así que decidí no concentrarme en ellas. 28 El proyecto “Identidades, prácticas y representaciones de los aficionados al fútbol en México” señalaba que su objetivo general era “analizar las representaciones, prácticas y formas de organización social de los aficionados de distintos equipos profesionales de futbol en México, con la intención de [acercarse] a la construcción de las identidades de género, edad, clase social y, en particular, locales-regionales que surgen a partir de la adscripción a distintos equipos”. Yo, de hecho, ya estaba trabajando con una organización formal e instituida de aficionados, lo cual me permitía recabar datos precisamente sobre sus prácticas específicas como aficionados. El estadio es un lugar en el cual no se pueden desarrollar con facilidad muchas de las técnicas para recabar información. Es difícil, incluso, introducir papel y pluma ya que en algunos espacios está muy restringido el ingreso de casi cualquier instrumento que pueda ser considerado peligroso (y los bolígrafos son considerados así). Las cámaras fotográficas y de video tampoco son fáciles de llevar dentro, aunque muchas veces lo pude hacer sin mayores contratiempos. De esta forma, la mayor parte de la información fue recabada mediante observación directa y pláticas informales que al final del día eran vertidas en un diario de campo. Varias fotografías y algunos videos me ayudaron a recabar más datos, pero fueron mis observaciones y conversaciones informales las que me permitieron obtener la mayor parte de mi información. Integrantes de la Porra Unión y del RK fueron mis informantes claves y casi exclusivos en el conocimiento del mundo del aficionado americanista. Sus pláticas, anécdotas, comentarios, gestos, actitudes y, por supuesto, el “amor hacia” club América fueron la médula informativa de este trabajo. Asistí a cerca de treinta partidos del club América de los campeonatos nacionales en el Estadio Azteca, 29 incluyendo cinco encuentros con equipos sudamericanos, correspondientes a la Copa Libertadores de América. Además presencié tres encuentros del club azulcrema contra los Pumas de la UNAM en el Estadio de la Ciudad Universitaria. Uno contra el Cruz Azul en el Estadio Azul. Otro contra el Puebla, en Puebla. Uno más en el Nemesio Diez de Toluca. Y uno contra el Guadalajara en el Estadio Jalisco de aquella ciudad. La mayoría de las veces fui en medio de la Porra Unión o del RK, pero algunas otras me distancié de ellos para observar desde otros puntos de los estadios. En dos ocasiones visité las instalaciones del club: una para ver el proceso de obtención de la credencial y otra para ver el entrenamiento del equipo. Además de los múltiples encuentros y entrevistas con mis informantes claves, realicé cerca de cincuenta entrevistas cortas a aficionados de los equipos rivales, con la finalidad de obtener respuestas rápidas y poco meditadas sobre el club América, lo que me permitió darme una idea del imaginario y discurso antiamericanistas en nuestro país. Los resultados de esas entrevistas se verán plasmadas a lo largo de la tesis. En muy pocas ocasiones conviví con los aficionados “fuera” del espacio restringido del estadio. Fueron dos veces que tomé cerveza con los integrantes de la porra y una sola con los de la barra, pero esas sesiones fueron interesantes en la medida en que logré conocer a sus simpatizantes. Asistí a una reunión general del RK en la que se trataron temas organizativos de gran importancia par sus integrantes y a un ensayo de su murga. También realicé entrevistas semiestructuradas y a profundidad a personas ligadas de una u otra manera al americanismo. Hice una entrevista a un alto 30 mando de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal que me dio información acerca de la forma en que se organizan los llamados “operativos” policíacos y de seguridad en los partidos que se llevan a cabo en el estadio. Visité los hogares de un par de aficionados americanistas que siguen al club por la televisión. Vía internet entablé una plática de cerca de dos horas con el líder y fundador del RK, quien actualmente radica en la ciudad de Barcelona, España. Mediante las llamadas “redes sociales” que se publican en internet, tales como Facebook y Fotolog, Metroflog, Youtube y varios “blogs” me fue posible seguir de cerca a los integrantes del RK, quienes son asiduos usuarios de esos servicios. De forma periódica y sistematizada pude leer comentarios, ver fotografías y videos que de forma masiva e incesante “suben” los integrantes de las barras mexicanas y de manera notable los del RK. La estructura del texto Este trabajo está conformado por dos partes. La primera de ellas, intitulada “Afición americanista e imaginación melodramática. Una incursión etnográfica”, es, como su nombre lo indica, una descripción etnográfica de los sujetos sociales que forman parte de la afición americanista. En el Capítulo 1 hago una etnografía de las prácticas y discursos del RK, que se representan bajo los conceptos del awante, el colorido y el descontrol. Estas prácticas y discursos las ubico en el contexto del proceso neoliberal, el cual ha puesto fin, o por lo menos ha obstaculizado fuertemente al Estado benefactor, asistencialista y clientelar del viejo régimen priísta. Las instituciones de este régimen (escuela, trabajo formal, familia clasemediera) han perdido relevancia y dado paso a una lógica de vida precaria y fuera de la asistencia estatal, lo que ha intensificado el repliegue al 31 cuerpo que “aguanta”, resiste y vive al día. Este discurso de exceso sentimental demuestra con contundencia el sustrato melodramático del aficionado futbolero contemporáneo, en el cual el amor pasional y descontrolado por el club es la guía moral que pauta la vida cotidiana de los hinchas. En el Capítulo 2, los protagonistas son los integrantes de la Porra Unión, una organización de corte “familiar” y clientelar auspiciada por el propio club. Para ellos, el amor por el club también es el signo distintivo y con ello se asemejan a los hinchas del RK. Sin embargo, su amor se expresa bajo preceptos de lealtad, jerarquía institucional y respeto, idealizados a través de la familia. Están “credencializados” y por lo tanto institucionalizados por la directiva del club, lo cual es el blanco de ataque de los integrantes del RK. El sesgo melodramático de su afición no se plantea tanto en términos corporales sino a través de la idealización de los roles familiares y de las solidaridades y sujeciones que ésta determina, bajo un precepto de patronazgo y jerarquía sólidamente constituidos. Serán las prebendas y el flujo de bienes simbólicos de arriba hacia abajo el pilar que estructure este tipo de organizaciones. En el Capítulo 3 hago un recorrido etnográfico en campo, es decir, en el estadio mismo. Recreo los espacios de consumo y los intersticios de la afición americanista a lo largo de un día de partido. El Capítulo 4 cuatro es un breve ejercicio etnográfico de una salida con la Porra Unión hacia Guadalajara, en el cual se pueden entrever las tensiones sociales del regionalismo mexicano a través de la afición futbolera. Con el Capítulo 5 se cierra la primera parte. En él analizo la forma polarizada, es decir melodramatizada, en que la liga profesional de futbol está planteada para 32 los aficionados: americanistas contra antiamericanistas. Una relación de amor y odio que deja entrever posiciones políticas y visiones ideales de sociedad. Mientras los segundos acentúan la relación del club con Televisa y el régimen presidencial y, por ende, con la corrupción y el trasiego vertical de favores, los primeros se identifican con la aspiración superlativa del club y gustosamente aceptan el odio de sus rivales. La Parte II “El melodrama como espectáculo mediático” pretende hacer una revisión retrospectiva de la forma en que la élite ha impulsado productos culturales en una lógica de modernización nacional y nacionalista. En primer lugar, en el Capítulo 6 planteo una mirada histórica de cómo se conformó el llamado clásico de clásicos del futbol profesional mexicano entre el Guadalajara y el América. En el Capítulo 7 realizo una revisión de la forma en que la producción de los espectáculos corren de forma simultánea con la creación y educación sentimental del espectador per se, hasta antes de la llegada de la televisión. También abordo cómo se fundó y constituyeron el club y la liga profesional de futbol antes de que Telesistem Mexicano-Televisa comprara al América. El recuento histórico termina en el Capítulo 8, en el cual abordo la llagada de la televisión al futbol profesional y cómo a partir de ese momento, tanto el club América como la liga profesional cambiarán radicalmente de derrotero. Mi retrospección va de 1959 hasta la llegada de Emilio Azcárraga Jean a la presidencia del consorcio televisivo y por lo tanto abarca el cambio del régimen priísta y la era neoliberal. 33 PARTE I AFICIÓN AMERICANISTA E IMAGINACIÓN MELODRAMÁTICA: UNA INCURSIÓN ETNOGRÁFICA 34 Capítulo 1 El awante según el Ritual del Kaos La diversión genuina (ironía, humor, relajo) es la demostración más tangible de que, pese a todo, algunos de los rituales del caos pueden ser también una fuerza liberadora. Carlos Monsiváis en Los Rituales del Caos (1995) Una primera aproximación al RK El RK es una de las organizaciones de aficionados conocidas como barras o “hinchadas” populares y juveniles. Este grupo practica una exacerbación de los discursos y las prácticas que se asumen como eminentemente corporales y que giran alrededor del concepto social del “aguante”. Los ritualeros, como ellos se autodenominan, enfrentan a la “autoridad” (genérica y que puede asumir la forma de la directiva, el gobierno, la familia, las “buenas costumbres” o las prácticas saludables o meritorias). Este enfrentamiento se conecta con un factor muy importante de su discurso y práctica: la “violencia”. En cualquier caso, el asunto de la violencia dentro del RK es un elemento muy complejo y cruza irremediablemente todas sus facetas, desdoblándose o realizándose alrededor de ciertos (y muchas veces ambiguos) discursos, símbolos, identidades y representaciones masculinas-masculinizantes. Obviamente, la carga socio-cultural del americanismo y sus consecuencias en el conjunto de rivalidades futbolísticas en el México contemporáneo ha sido son un afluente discursivo y pragmático muy importante del factor violencia y de las prácticas sociales de los ritualeros, los cuales adjudican al club la grandeza, 35 superlatividad y cierta “villanía” impuestas por la directiva, incrustado bajo la lógica narrativa de la imaginación melodramática. De igual forma, como se verá, los discursos y prácticas de los ritualeros están conectados con una lógica que se contrapone a la idea del corporativismo y el patronazgo que identifican con claridad en las porras familiares y en las otras barras auspiciadas por el club. En ese sentido, estos discursos de los ritualeros son altamente individualizantes y anticorporativos pero (casi siempre) reducen su diatriba antiautoritaria a la dimensión corporal: los tatuajes, el exceso del consumo de alcohol y sustancias inhalantes van en esa dirección. Si bien reivindican su propio agrupamiento, desestiman casi cualquier otra forma de organización y sus prácticas sociales como aficionados-espectadores están cruzadas por consumos y ostentaciones culturales de aquello que perciben como riesgoso y extremo, o en sus palabras como prácticas “suicidas”, “excesivas” o “pasionales” y, por ende, sólo experimentadas en cuerpo propio. Así, el riesgo acompaña al aguante, y entre mayor sea el riesgo mayor es la potencial recompensa, siempre reconfigurada por el cuerpo en forma de emociones. Si la vida social previa al neoliberalismo propugnaba por una sociedad que disminuyese el riesgo personal y colectivo, el neoliberalismo exalta el riesgo y lo estimula, aseverando que mayor será la retribución económica. Pero esta será una experiencia individual por excelencia. Por último, la afición del club cuenta con tres barras. Por un lado, dos que reconoce el club: “La Monumental” y “El Disturbio”. Por el otro, la que no es reconocida por la directiva del equipo: El “Ritual del Kaos”. El RK, también autodenominado como la “hinchada”11 popular o “del 48”12, 11 Ver Glosario de Términos. 36 es una agrupación juvenil y, básicamente, varonil que alienta al club América desde la tribuna norte del Estadio Azteca. Dependiendo del partido (y de la temporada) he podido observar desde unos doscientos o trescientos integrantes hasta unos dos mil jóvenes, aunque debo admitir que es muy difícil contabilizarlos ya que no tienen un padrón ni una lista verificable de integrantes, además de que hay una gran laxitud para ser parte de sus filas. De hecho, sus números son veleidosos y cambian de partido a partido. Debido a conflictos internos y con la directiva, he presenciado rompimientos y desbandadas que han mermado el número de sus integrantes. Figura 1. En la tribuna con el RK 12 Se le conoce así porque dentro del Estadio Azteca se ubica en el sector del túnel 48, en la parte alta, conocida como la zona de precio popular. 37 A contrapelo de lo anterior, el autodenominado “núcleo” o “primera fila”, un petit comite, es el que le da sentido y coherencia a la organización. Son cuatro (a veces cinco) los jóvenes que pertenecen a este selecto grupo. Ellos establecen los criterios generales del RK, sus ramas organizativas, actividades cotidianas, discurso, etc. Aunque de entre todos ellos, Efraín o el “Pardo” (a su grupo cercano de amigos se le conoce como la “Banda del Pardo”) es el líder indiscutible. Algunos de los subalternos se refieren a él como el “patrón” y lo consideran el “cerebro” que mueve al grupo y toma las decisiones estratégicas. También están el “Chapis”, quien está más avocado a tareas administrativas y de mercadeo de productos de la propia barra. El “Chetos” que se encarga de varios aspectos de la logística y de la musicalización, lo que lo convierte en el líder de la banda musical del RK: “Los Rompe Canchas”. El “Impa” es un “hombre fuerte”, encargado de “asuntos” que requieren de fuerza física, aunque también realiza actividades administrativas y logísticas. El hermano de Efraín, conocido como el “Astivia”, por su supuesto parecido con el ex-jugador de club, a veces se le puede considerar como un integrante más de la “primera línea”, aunque es uno de los integrantes más agresivos y combativos de la agrupación. En una “segunda línea” se encuentran el “Pete”, ágil y hábil organizador logístico; y Dany (uno de mis principales informantes). A finales de 2010, el “Isma”, uno de los integrantes del “núcleo” y líder de la agrupación en varios de los barrios al norte de la ciudad se escindió con un buen número de elementos, quienes ahora forman parte de las barras La Monumental y El Disturbio. La diversidad de actividades que tienen los integrantes de la barra hace de ésta una organización sumamente compleja. En los días de partido, a las afueras del Estadio Azteca instalan un puesto de venta de artículos “oficiales” del RK, que 38 ellos mismos producen y diseñas (gorras y camisetas, principalmente); tienen su murga, los “Rompe Canchas”, con todo lo que esto implica: ensayos, compra de instrumentos, almacenaje de los mismos en las cercanías del estadio, traslado y gestión para el ingreso al estadio; realizan viajes fuera del Distrito Federal cada vez que el equipo juega de visita, lo cual amerita renta del transporte, convocatorias a través de las redes de comunicación en internet, cobros, adquisición de boletos; los días de partido en el Distrito Federal, organizan los viajes dentro de la ciudad desde algunos puntos: estaciones del metro, básicamente; maquinan y organizan acciones de apoyo al club que no pueden definirse con claridad bajo un concepto: algunas veces, como son clandestinas y contrarias a la legislación y reglamentación vigentes en el Distrito Federal y en el estadio, simplemente son convocadas como “lo que haremos por el club”, “lo que se viene el próximo domingo” o “lo que le darán al club”. Sobre todos estos aspectos ahondaré en este capítulo. Recurriré nuevamente al relato etnográfico para plantear con más detalle algunas de estas cuestiones y simultáneamente elaboraré una discusión sobre ellos. Un día con los “Patanes” Ese día fue martes. El América jugó contra el Nacional de Uruguay, uno de los equipos latinoamericanos más reconocidos. Es un juego de Copa Libertadores, el torneo de clubes con más prestigio en América Latina. Desde hace algunos días había quedado con Dany, mi principal informante, de ir a ver el juego. Él es mi “amigo” en Facebook y varias de nuestras comunicaciones las hemos realizado 39 por este medio, del cual muchos de los integrantes del RK son asiduos. Dany es un joven menor de edad, apunto de cumplir los 18 años. Tiene más de un año que lo conozco, desde mediados de 2009. Me lo presentó Mauro, un sociólogo fundador y ex-integrante de las barras del club que a su vez conocí por un familiar. Ambos viven en Santo Domingo, una de las colonias populares más grandes del sur de la ciudad de México. Dany estudia en el Bachilleres y hasta hace poco tiempo yo tenía la impresión de que era un estudiante “ejemplar”, con buenas calificaciones y más o menos constante en la escuela. Alguna vez me comentó que quería ser sociólogo, aunque recientemente coquetea con la idea de ser abogado o trabajador social. Es un chico muy delgado y no muy alto, de 1.70 m o algo así. Las primeras veces que conversé con él me dijo que no le gustaba beber alcohol ni “monear” y que para él lo más importante eran el futbol, el América y la escuela, aunque no necesariamente en ese orden jerárquico. Su entusiasmo y, podría afirmar, ingenuidad ante los riesgos lo han acercado notoriamente a los integrantes del “núcleo” o “primera línea” del RK, a tal grado que Efraín le ha llegado a solicitar que realice ciertas actividades que son propias de un integrante del “núcleo”, como la distribución de boletos para los jóvenes de la zona sur de la ciudad. Sin embargo, Dany a veces parece no tomarse eso muy en serio y me ha dado la impresión de que considera todo lo relativo al RK como un juego que debe de ser jugado con precisión y estrategia, pero al mismo tiempo con cierto desenfado. 40 “El Traidor”13, como también he oído que llegan a apodarle a Dany, ha tratado de consolidar un grupo de “ritualeros” en las colonias del sur del Distrito Federal, como Santo Domingo, Ajusco y Santa Úrsula, todas ellas conocidas desde hace unas tres décadas por ser el lugar donde han vivido y se han agrupan grandes “pandillas” o “bandas” juveniles. Un par de días antes del juego contra El Nacional, me encontré a Dany conectado al servicio de Facebook: -Hola, ¿vas a ir al juego el martes? –le pregunté. -Sí. ¿Tú vas a ir? -me reviró. -Sí quiero ir y salir con alguna de los grupos que viajan desde algún metro rumbo al estadio ¿con quién me recomiendas que vaya? -Ven conmigo y vamos con los de Santocho [Santo Domingo]. Pasa por mí a mi casa a las 5 y de ahí nos vamos al estadio –me escribió. Acordé con él y el día martes llegué a su domicilio alrededor de las 17:00 hrs. Santo Domingo es una colonia popular al sur de la ciudad de México. Sus calles son “rectas” pero para atravesarlas es necesario esquivar un sinnúmero de “topes” (reductores de velocidad para los autos), baches y obstáculos que se interponen en ellas, además de una gran cantidad de perros y transeúntes que, por el tortuoso y precario estado de las banquetas, caminan por el pavimento de las calles. Ese día, precisamente, en la esquina de su hogar, un grupo de personas realizaba un trabajo de compostura del sistema de agua o drenaje (me fue imposible saber si eran vecinos o personal del gobierno), por lo que la calle estaba bloqueada con una tina de baño y tuve que acceder a su casa dando la vuelta a la manzana. Marqué a su celular y le avise que ya estaba ahí. Me dijo que lo esperara uno minutos. Salió de su casa y nos saludamos. Se sentó por unos 13 El título de una canción del grupo de punk argentino “Vamos perdiendo” es la razón del sobrenombre de Dany. 41 minutos en el asiento del copiloto de mi auto y me dijo que tendríamos que esperar a que llegaran un par de sus amigos para, de ahí movernos a otro punto y aguardar por el resto del contingente. Al cabo de una media hora llegaron Wilbert y “El Chaparrín”. Ambos vecinos de la zona y recientemente integrantes del RK. Los dos son adolescentes, pero me parecieron todavía más jóvenes, aunque: “Así como lo ves, ‘El Chaparrín’ ya tiene IFE”14, le dice Dany a Wilbert. “El Chaparrín” sonríe nerviosamente ante la mirada curiosa de Wilbert, quien ronda también esa edad. Los tres visten prendas que los identifican como americanistas: Wilbert una camiseta blanca “retro” (de los 90’s); “El Chaparrín” una chamarra con la versión retro del escudo del club, diseñado por allá de los años 1920. Dany una chamarra azul oscuro con el escudo del club en el pecho y la leyenda América a la espalda. Los tres se ponen a platicar acerca de la proximidad de los exámenes de ingreso a la UNAM. Hablan también sobre mujeres y alguno de ellos cuenta, mezclando slang, la anécdota de una chica que tuvo que salir en ropa interior a la calle para recibirlo en su casa, lo cual causa mucha risa entre ellos. Dany se acerca a mí y me dice que sólo entrará a su casa por una chamarra y entonces partiremos. Yo me quedo unos instantes a solas con Wilbert y “El Chaparrín”. Wilbert me dice que va por un cigarro a la tienda y me pregunta si quiero algo de ahí. Le digo que no y en ese momento se perfila junto con su camarada hacia la tienda de la esquina. Regresan con par de cigarros mientras que Dany sale de su casa con una bandera chilena que tiene inscrito el número “8” (en remembranza 14 Tener IFE significa tener la credencial electoral (expedida por el Instituto Federal Electoral, de ahí sus siglas), es decir la identificación que se sirve para votar en las elecciones y funge como la cartilla de identidad de los mexicanos. Obviamente, sólo los mayores de 18 años cuentan con ella. 42 de Carlos Reinoso, el icónico jugador chileno del club durante los años 1970’s y el actual director técnico del club) y un largo tramo de tela amarilla. Enseña esos artículos a sus compañeros, que los analizan con cierto cuidado. Después de eso, todos subimos al automóvil. A unas cuadras de ahí, recogemos a un par más de jóvenes. Uno de ellos, el que parece de mayor edad, lleva unos periódicos en una bolsa de plástico y viste un suéter de Guillermo Ochoa (el actual portero del equipo). El otro, que me da la impresión de no tener más de 14 años, viste una camiseta del club. Ninguno de ellos me saluda al subir auto, más que nada por inhibición que por otra razón. Llegamos a la Av. Santa Úrsula, a un kilómetro de distancia del Estadio Azteca. La cita la hicieron con algunos camaradas más que se unirán al contingente. Esperamos en una esquina, junto a una carnicería que los fines de semana vende “carnitas” estilo Michoacán y, según escuche decir de los ritualeros, es de la familia de Javier Cortés, el joven jugador de los Pumas de la UNAM. Rápidamente, Wilbert, Dany y “El Chaparrín” se ponen de acuerdo para comprar unas cervezas. Puedo decir que incluso están un poco ansiosos por comenzar a beber. Como he mencionado, Dany no bebía alcohol cuando lo conocí, por lo que me sorprende un poco el hecho de que ahora sea él quien tome la iniciativa para comprar las cervezas. Y no sólo toma la iniciativa, sino que asume el liderazgo, pidiéndole a Wilbert que “haga la vaca”, es decir que recolecte el dinero entre los demás jóvenes. Wilbert junta el dinero de las cooperaciones y entonces, con Dany, cruzan la calle en búsqueda de algunas latas de cerveza. Mientras tanto yo me quedo con el resto de los jóvenes ritualeros. Mientras tanto, platico un rato con “El Chaparrín”. Él me dice que acaba de terminar el 43 bachillerato, pero que no quiere continuar estudiando la universidad, sino ingresar al “Instituto Martell”, una escuela privada de enseñanza musical, enfocada a los géneros populares. “Me dedico a la composición de música electrónica, por computadora”, me comenta. Me llama la atención el hecho de que se vea un joven muy tranquilo e incluso medio introvertido y al mismo tiempo le guste el “desmadre” de la barra. “A mí me gusta beber, pero no me pongo loco. En el ambiente musical corre mucha droga y alcohol, pero yo trato de evitar todo eso”, me dice. “¿O sea que no te gusta mucho el desmadre?”, le pregunto. “Sí, me gusta el desmadre, pero trato de no pasarme”, me contesta. En esas estábamos, cuando Wilbert y Dany regresan con las cervezas. Lograron comprar unas doce. Velozmente se las reparten y al mismo ritmo las abren y comienzan a beber. En unos cuantos sorbos acaban con la primera ronda y continúan presurosos con la segunda. En unos diez o quince minutos se han acabado el lote de cervezas y comienzan con la colecta para conseguir un segundo. Los dos jóvenes que recogimos al final, van por ellas. Entonces comienzo a platicar con Wilbert, que ya con dos o tres cervezas ingeridas, se vuelve mucho más elocuente. -¿Tú no bebes? –me preguntó. -Sí, lo que pasa es que ahora estoy trabajando –le contesté y le explico que estoy realizando una investigación etnográfica, lo cual le atrae y nos toma unos minutos de plática. Después, ya más en confianza, continuamos nuestra conversación. -Yo ahora sólo bebo. Antes me atascaba de cocaína, de piedra, pero ya la dejé –me dijo. Mi papá es de Mozambique y mi mamá es mexicana, pero se conocieron en Portugal. Ambos estaban estudiando química. Mi mamá quedó embarazada y mi papá intentó venir a México, pero al final no le dieron la entrada por lo que se regresó a Mozambique. Yo no lo he visto nunca y está difícil que lo vea algún día. -¿Y ahora estudias? –le pregunté. 44 -Sí, estudio en la Prepa 5. -¿Y te gusta mucho el futbol? -Sí, desde que era niño me gustaba y siempre le he ido al América. En esos momentos, un grupito más de jóvenes ritualeros se acercaron a nosotros. Dany los recibió efusivamente y le presumió a Wilbert una botella de brandy “Los Reyes” que uno de los recién llegados llevó. “Mira, te dije que este cabrón no nos iba a fallar”, señalaba Dany. Con mucha soltura, Dany organizó una nueva colecta entre los ya cerca de quince ritualeros, pero ahora para los “chescos”15. Algunos van por los refrescos y de paso traen vasos desechables para servirse unas “cubas”. Algunos de ellos se sirven los vasos con buenas fuertes de alcohol y muy poco refresco. Los beben con velocidad, teniendo en mente que la botella se acaba rápido y que quieren emborracharse lo más que puedan. La botella de “Los Reyes”, un brandy de baja calidad y precio, se vació en unos diez minutos. Pronto organizan una nueva colecta “para otro pomo”, pero algunos de los jóvenes ya están notoriamente alcoholizados. Juntan más dinero y una nueva comitiva va y regresa en unos minutos, ahora con dos botellas más de brandy y una de coca-cola. El “cotorreo” se ha intensificado y los jóvenes ahora hablan con más fuerza. Juguetean empujándose y de vez en vez se dan una que otra palmada en la cabeza o en alguna que otra parte del cuerpo. Se oyen risotadas y carcajadas por alguno que otro chiste, generalmente con connotaciones misóginas u homófobas. Los vasos se siguen llenando y vaciando a un buen ritmo. Dany se acerca a mí y me dice entre risas: 15 “Chescos” son los refrescos. En este caso unas coca-colas. 45 -Este güey quiere que lo entrevistes –señalando a un muy joven integrante. Tiene 12 años –continúa-, pero ya es del núcleo. Así como lo ves, es del núcleo. El jovencito, casi niño, viste una chamarra rompevientos color gris y no mide más de 1.50. Sin embargo, me voltea a ver, en espera de que yo acepte la propuesta de Dany. -Cuando quieras, tú me dices –les comento. En ese instante, alguien le da una palmada en la cabeza y los demás comienzan a reírse, excepto él, quien reacciona de forma irascible y encara al joven que lo palmeó. A manera de juego le revira algunos golpes y patadas, pero todos, con cierta sorna y sarcasmo los inhiben y finalmente el juego termina. Los vecinos de la zona que llegan a pasar entre el grupo lo hacen apurando el paso, pero los jóvenes en realidad no los toman mucho en cuenta. Otro par de integrantes llega al punto. Llevan unos trapos: una bandera del RK-Ajusco y otra con un águila estilizada que muestra una dentadura felina. Ambos trapos son colgados en el portón de la carnicería. Pronto, los ya cerca de veinte jóvenes, se agrupan frente a los trapos y comienzan a tomarse fotografías, posando delante de ellas. El alcohol que han ingerido es combinado, por un par de ellos, con la inhalación de solventes y pegamentos, la “mona”,16 como le dicen. Los que inhalan son un par de jóvenes de los que más tarde llegaron al punto de reunión y que no han bebido tanto. Ya son cerca de las 19:30 hrs. y la noche ha caído. Yo desconozco cuál es el plan, así que le pregunto a Dany qué es lo que van a hacer. Él ya está notoriamente alcoholizado. “Vamos a ir caminando desde aquí al estadio”, me 16 Ver Glosario de Términos. 46 dice. Uno de los ritualeros trajo consigo un bombo que está en el suelo. Me acerco a él y pregunto de quién es para iniciar la conversación. El joven de unos dieciséis años contesta que es de él. “¿Te lo vas a llevar cargando hasta el estadio?”, le pregunto. “Sí, no pesa tanto”, me dice mientras se coloca la banda a la espalda para cargarlo. De inmediato, comienza tocar, lo cual provoca los cánticos de sus compañeros. Los veinte jóvenes comienzan a corear al ritmo del bombo: “Mi corazón/ pintado bicolor/ te quiere ver campeón...”. Todos menean uno o ambos brazos al ritmo de su cántico. “Vamos a cerrar la calle”, grita Dany. Tres o cuatro de ellos descuelgan los trapos a toda velocidad y sin mayores trámites, todos comienzan a cruzan temerariamente la calle, obligando a varios automovilistas a frenar drásticamente sus vehículos. La Av. Santa Úrsula es muy ancha, así que primero paran el tráfico que va en un sentido. Algunos automovilistas, molestos por la acción de los ritualeros les gritan y tocan el claxón en señal de protesta y enfado. El joven del bombo cruza la avenida y los demás lo siguen. Despliegan los trapos y las banderas, de tal suerte que sin pensarlo, bloquean el tráfico de la avenida que va en sentido al estadio. Cantan, manotean y brincan. Uno de ellos, probablemente el que más alcohol ha ingerido, lleva en una de sus manos la botella con el brandy restante y ya sin combinarlo con refresco bebe directo el contenido de la misma. Yo los sigo a unos cuantos metros. Muy rápido, unos diez automóviles detienen su marcha al paso de los improvisados manifestantes. Uno de los automovilistas comienza a presionarlos con la bocina. El joven con la botella en la mano se mueve con mucha velocidad hacia él y lo amaga con la botella. El conductor sube su ventanilla. El joven le sigue espetando acaloradamente y por momentos parece que va a lanzarle la botella al auto. 47 El contingente continúa avanzando. Algunas personas de los locales aledaños les gritan o les silban. “Chinguen a su madre, pinches americanistas”, se oyen insultos desde el otro lado de la calle. De forma inmediata, el joven con la botella azuza a todos los demás: “Topón, topón”, grita, dando a entender con ello que quieren pelea. El contingente sale desaforado y cruza la avenida. Los transeúntes se repliegan con sorpresa. Los más envalentonados son el joven con la botella y el adolescente del rompevientos gris que dice formar parte del núcleo. “A ver, hijos de la chingada ¿cuál es su pedo?”, les grita el joven con botella a los ya asustados peatones. De pronto, la cortina de uno de los negocios se cierra y el joven finalmente lanza la botella, que se estrella estrepitosamente contra el metal. Los jóvenes comienzan a gritar excitados y por algún momento me dio la impresión de que agredirían a los demás peatones, pero la pasividad de estos hace que al final los ritualeros se replieguen y continúen su marcha. Durante los quince minutos que dura su recorrido hasta las afueras del estadio, no se divisa a ningún policía. Ya eran cerca de las 20:00 hrs. cuando finalmente llegamos a la explanada del Citlali. Había mucha agitación entre los integrantes del RK que ya habían llegado a esa hora. No pasó mucho tiempo antes de que Efraín, el líder se acercara a mí y me saludara. -¿Cómo estás carnal? –me preguntó mientras me dio un abrazo- ¿Ya tienes boleto para entrar? -No –le contesté-. Efraín saca un boleto de su bolsillo trasero y me lo da. -No nos quieren dejar pasar los instrumentos musicales y de hecho están diciendo que ya no nos dejarán entrar. Vete con el Piradito y observa qué dice la directiva –me dice a mí y al Pirado. Este último es un participante más del RK que se encuentra muy cercano a los integrantes de la “primera línea”, pero que no pertenece formalmente a ese 48 núcleo, por lo que asumo que debe de considerarse como de la “segunda línea”. El Piradito iba acompañado de su mujer. Ambos eran jóvenes de unos veintiuno o veintidós años de edad y vestían sendas camisetas del América. Efraín le dio instrucciones al Piradito y al final le pide que se apure. El Piradito me ve a los ojos y me dice que con la mirada que nos tenemos que apurar. Toma a su esposa de la mano y avanzamos hacia la entrada principal del estadio. Ahí, un joven con cinturones en la mano grita: “No pueden pasar con cinturones. Los cinturones no pasan”. Yo recuerdo entonces llevar el mío, así que tengo que dejárselo. A cambio me da una ficha, con la cual podría recuperarlo al final del partido. Ingresamos a la explanada del estadio y nos catean. Pasamos ese filtro y entonces nos dirigimos a la entrada de la recién estrenada tienda de la empresa Nike, la cual se encuentra a un costado de la explanada. Ahí, en una de las jardineras siempre se encuentra el “Lic.” Ismael Coronado, el personero del club encargado de las porras y barras. Vamos a paso veloz y yo le pregunto al Piradito: “¿Oye, pero yo qué voy a hacer? Yo ni quiero ni puedo hablar por ustedes, así es que sólo voy a escuchar”. El asiente y complementa: “Le voy a decir a Coronado que eres mi primo de Los Ángeles”. Llegamos al lugar en donde se encuentra Coronado. Con cierto desdén o por lo menos aparentándolo, el “Lic.” Coronado saluda al Piradito, a su esposa y a mí. El Piradito le dice a Coronado que soy su primo y que vengo desde Los Ángeles, a ver el partido. Él asiente como si nada. -¿Entonces qué, vamos a poder pasar las cosas? –le pregunta el Piradito a Coronado, en relación a las banderas y a los instrumentos musicales. -No, no las van a poder pasar. De hecho, ustedes ya no van a poder pasar –le responde. -¿Cómo que ya no vamos a poder pasar? 49 -Ahora van a venir los representantes del estadio, de la Procu17 y de la SSP18 para platicar y decirte qué se ha determinado. El Piradito me voltea a ver con cierta sorpresa y continúa su interlocución. -Pero ¿qué determinación? –pregunta. -Ya te diremos, pero sólo te adelanto que hoy es el último partido que suben al [túnel] 48. Se van a tener que bajar con las demás barras –dice lacónico Coronado. En esos instantes se acerca un hombre de unos treinta y cinco años con un conjunto deportivo que lleva los logos del América. -Hola, mi nombres es Mauricio y soy el representante del club en el estadio –nos dice. ¿Cuáles son sus nombres? –nos pregunta. El Piradito duda un poco y finalmente da su nombre. Yo no dudo y le digo mi nombre. Él apunta los datos en un cuaderno. -¿Entonces ustedes son los representantes del RK? –inquiere. -Sí, yo soy el representante –dice el Piradito. -Bueno, sólo esperemos a que vengan los de seguridad y las autoridades. Pasan un par de minutos y dos policías uniformados, más una mujer de la policía judicial (la Procu) y un par de representantes de la empresa privada “Lobo” (encargada de la seguridad del estadio) se unen a Coronado, Mauricio y el Piradito. “Bien, ya estamos todos”, dice Coronado. -Bueno, aquí está el joven en representación del RK. Sólo queremos comunicarle cuál ha sido la determinación que se ha tomado respecto a ellos –dice Coronado. -Sí, en una reunión que tuvimos durante la semana –continúa Mauricio-, se determinó que el RK va a tener que dejar de ir a la parte alta del estadio y se tendrá que bajar y credencializarse para poder ingresar al estadio. -¿Y por qué se determinó eso? –pregunta el Piradito. 17 18 Se refiere a la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal. Es la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal. 50 -Bueno, pues ya se les había advertido. Ustedes ya sabían que cualquier otro problema sería el último que se admitiría. La pelea del fin de semana pasado fue la gota que derramó el vaso –intervino Coronado. -Pero esa no fue nuestra bronca, incluso nosotros tratamos de pararla y por eso se armó la madriza19 –dice el Piradito, pero es abruptamente interrumpido por la policía uniformada. -Eso no es cierto, ustedes la iniciaron –dice la policía. -No, así no fue. Un cabrón metió una bengala al estadio y nosotros nos dimos cuenta y se la quitamos para que no la encendiera. Como sus camaradas se dieron cuenta nos quisieron pegar y algunos de los nuestros reaccionaron. Pero al final les dijimos a ustedes quién era él y sus compas –dice el Piradito a la policía. -Sí, pero después que se lo habían madreado20 –dice la policía. -Eso nos costó una multa de $60 mil –dice Coronado. Ustedes sabían que cualquier otra bronca sería la última, así que tendrás que comunicárselo a tus camaradas. Van a tener que obtener sus respectivas credenciales y bajarse a la zona de barras. Al club le está costando mucho que ustedes estén arriba. Todos los partidos tenemos que desembolsar una buena cantidad de dinero para pagar a la policía que los cuida en el 48. Y a eso hay que añadirle lo de las multas –remata Coronado. -Yo no puedo tomar una decisión por todos mis compañeros, así que tendré que comunicarles esto que me están diciendo –contestó el Piradito. -Pues como sea, la determinación está tomada y tanto la seguridad privada como la del gobierno están al tanto. Cualquier intento de su parte va a ser castigado –dice Coronado, mientras los policías asienten con la mirada. La improvisada reunión termina con unos rápidos apretones de manos. El Piradito está contrariado y toma su celular. Hace una llamada y le informa, presumo que a Efraín, lo que le acaban de decir las autoridades del estadio, del club y del gobierno. Toma de la mano a su mujer y apresuran el paso rumbo a las gradas. El partido ya comenzó hace un cuarto de hora y al parecer el América ya anotó un gol. Entramos a la zona de las rampas que permiten el ingreso a las 19 20 Golpiza. Golpeado. 51 gradas. El ascenso es largo hasta la parte más alta del estadio, así que apuramos el paso. Como todos los días que he ingresado al túnel 48, un dispositivo policíaco está desplegado. Otro cateo más y ahora me revisan hasta la cartera. El túnel 48 está en la cabecera norte, en la parte más alta del estadio y durante todos los partidos es “aislado” con el dispositivo de la policía. “Si entras aquí tendrás que salir media hora después”, me dice el policía que realiza el cateo. “Sí, lo sé”, le digo. El Piradito y su mujer se han adelantado y los alcanzo a la entrada del túnel. Subimos entre las gradas. Deben estar unos trescientos o cuatrocientos ritualeros en las gradas. Ahí se encuentran El Impa y el Pete, justo arriba del número 48. Echo un vistazo, en búsqueda de Dany y su contingente, a quienes les perdí la pisita hace una hora, aproximadamente. No los veo, así que me acerco a saludar al Impa y al Pete. El Piradito les está informando acerca de lo que acaba de platicar en la explanada. Todos se notan compungidos y pensativos. El partido está en marcha, pero a ellos no parece importarles mucho. Una jugada genera una exclamación generalizada, y distrae a estos tres personajes, pero no mucho. El Impa y el Pete, reciben llamadas a sus celulares y se concentran en ellas. El Piradito se aleja un poco de mí, por lo que yo me quedo al lado de su mujer. Sin previo aviso, el Pete y el Impa comienzan a agitar sus manos, señalando el túnel. Se acercan lo suficiente a mí y finalmente logro escuchar: “Nos vamos a salir. Afuera todos, al 46 (se refieren al túnel). Rápido, rápido, todos afuera”, dicen el Impa y el Pete. En menos de un minuto, la voz se ha corrido y los cuatrocientos ritualeros comienzan a movilizarse hacia a la salida. Hay momentos de confusión, pero de una u otra forma todos parecen saber qué hacer. Yo dejo que salgan, sin saber qué hacer. Con cierta prudencia, avanzo hacia la salida. Al igual que yo, la 52 policía se muestra completamente desconcertada y observo cómo algunos mandos de la policía se comunican a través de sus radios, tratando de averiguar lo qué está pasando y cuál será su respuesta. Salgo por el túnel 48 y en esos instantes, la mayor parte del contingente de ritualeros irrumpe nuevamente al estadio, pero ahora por el túnel 46. En la rampa de entrada, observo al Piradito y al Astivia que platican con mucha efusividad con algunos mandos policíacos. Yo me quedo a la entrada de los túneles. Nuevamente me encuentro con la mujer del Piradito. Ella tampoco sabe lo que está pasando y me dice que espera a su marido. Mientras me está explicando cómo el contingente rompió el débil cerco policial, nuevamente el grupo de ritualeros sale a toda velocidad por el túnel 46. La policía sigue sin dar respuesta, por lo que su salida es en absoluta calma y sin oposición policial. A unos veinte metros observo un grupito policial, pero al ver a los ritualeros salir del túnel no hacen nada por impedirles el paso. Se dirigen hacia el túnel 43, fuera del cerco metálico que divide la parte alta del estadio entre la zona de acceso general y aquella en donde se ubica el RK. La policía simplemente se encuentra pasmada y no logra responder a los movimientos del RK. Ingreso nuevamente a las gradas y observo lo que está sucediendo. El contingente de ritualeros se ha acomodado en medio del público general. Muchos de los asistentes “normales” se notan desconcertados y comienzan a retirarse de la zona. El primer tiempo del encuentro está por terminar y los desplazamientos del público general y de ritualeros se han intensificado en la zona. La policía sigue en completo pasmo, aunque parece que comienzan a organizar la respuesta y comienzan a cercar al contingente ritualero. El primer tiempo termina. 53 El RK aprovecha el entretiempo para consolidarse en una zona. Además, sin tener idea de dónde los sacan, comienzan a repartir globos amarillos entre sus filas y el público general. En un par de minutos, cientos de globos han sido repartidos e inflados. También, sin saber cómo ni por dónde, los ritualeros lograron introducir bombos y trompetas, por lo que comienzan a tocar algunas de sus canciones. La policía finalmente logra “encapsular” al contingente, aunque de manera parcial, ya que la zona que ocupan es mucho mayor a la del túnel 48, por lo que el número de elementos de la policía son insuficientes. El segundo tiempo comienza y la situación llega a “normalizarse”. Al final no hay enfrentamientos con la policía y el partido transcurre sin mayores incidentes. Al día siguiente, sin embrago, en el Fotolog de Efraín, se lee: LA LUCHA DE DEFENDER NUESTRA PASION Y EN LO QUE CREEMOS. EN PLENA [Copa] LIBERTADORES, LE DEMOSTRAMOS A LA DIRECTIVA QUE EN [sic] ESTA BANDA CAMINAMOS TODOS JUNTOS, QUE AHORA ELLOS PEDIRAN HABLR [sic] CON NOSOTROS, LA DIRECTIVA Y LA POLICIA AHORA PENSARAN 2 VECES CUANDO QUIERAN REPRIMIR LA ENTRADA DE BANDERAS E INSTRUMENTOS DE LA BANDA... EL DOMINGO REGRESAMOS AL 48, EL 48 ES TODA LA CABECERA NORTE POPULAR. GRACIAS A TODA LA BANDA QUE FORMO PARTE DE ESTA PROTESTA, PROTESTA PERO SIEMPRE ALENTANDO Y SACANDO LA VICTORIA DE 2 A 0. DIRECTIVA A NOSOTROS JAMAS NOS PODRAS CONVENCER, POR QUE NOSOTROS NO VAMOS POR UN LUCRO A LA CANCHA ESTA BANDA SE MUEVE SOLA!! ESTA BARRA ES DE TODOS. SIGUE MANIPULANDO A TUS CREDENCIALIZADITOS!! UNA ABRAZO HERMANOS. 54 LARGA VIDA RK 48 (usuario criminal_soccer, ver información de internet en la bibliografía).21 Este conflicto físico y de intereses en el estadio se emplaza bajo una lógica de excesos sentimentales y de violencia. Quiero abordar ahora, antes de regresar a la etnografía del RK, algunas aproximaciones teóricas sobre la violencia y su conexión con la imaginación melodramática que pueden observarse La violencia ritualera: una revisión teórica El tema de la violencia es la expresión social más categórica, visible (y visibilizada) de lo que yo asocio con el imaginario melodramático de la afición futbolera, el cual cruza simbólica y prácticamente a toda la sociedad mexicana. Mediante las clasificaciones (y descalificaciones) polarizadas y estereotipadas que ofrece el discurso social basado en las desigualdades de clase y género, atadas al imaginario melodramático, los jóvenes organizados en la hinchada del RK desarrollan prácticas contestatarias de valores y moralidades que ellos consideran caducos o plenamente autoritarios. En primera instancia, los aficionados del RK han sido estereotipados bajo etiquetas de “barbarie”, “animalismo”, “pseudoafición” y “salvajismo”. Las prácticas sociales de los aficionados ritualeros son una constelación de elementos “pasionales” y de muestras de “amor por el club”, las cuales caen en la lógica de una exacerbación sentimental, una polarización de identidades y ciertas 21 N.B.: Todas las citas de los diversos portales de internet como Fotolog o Facebook los he transcrito tal cual los escribieron sus autores. Quedará claro que las reglas gramaticales y ortográficas convencionales no fueron aplicadas casi nunca en esos escritos. Sin embargo, he optado por mantenerlas así en la medida en que forman parte de la propia condición social de los integrantes del RK. En los casos en los que la escritura es demasiado complicada para entenderse, realizo una “traducción” a pie de página. 55 características morales del comportamiento masculino. Más que una “carencia de metarrelatos y de un principio integrador de lo social” (Santos, 2003: 78), pienso que lo que la hinchada americanistas nos muestran es, en primera instancia, el repliegue hacia y, en segundo lugar, la transformación de formas alternas de relatar la historia y la cotidianeidad de sus vidas.22 Sin embargo, esa violencia la encuentro como un recurso discursivo, narrativo y pragmático que pone en juego valores que provienen de una trayectoria histórica más larga y que se enlaza con imaginarios sociales que dan sentido a la vida cotidiana de los hinchas. Como producto consumible, elaborado por los medios de comunicación, el melodrama ha encontrado muchos formatos (folletines, historietas, radionovelas, telenovelas, canciones, películas, etc) que son, a su vez, el resultado de una forma de socialización popular. Mucho se debate sobre la posible conexión cristiana (sacrificial y pasional, pero finalmente redentora) del melodrama como forma vulgarizada de la tragedia de origen griego (hagiográfica y extraordinaria). No es mi intención abordar esta discusión. Quiero señalar, no obstante, que las características pasionales, sacrificiales y violentas del hincha del RK no es el resultado de un proceso de individualización, hipermercantilización del futbol (como producto cultural) ni de la expansión del tiempo de ocio entre los individuos. Son más bien características que están tamizadas por un 22 Es parcialmente cierto que: La violencia ‘hard’ [entendida como violencia física], derivada de la indiferencia por lo real y por el vacío del sentido, en una sociedad estimulada por modelos individualistas y hedonistas, invita a [los hinchas] a vivir intensamente el presente, incitando a una criminalidad sin proyectos, sin ambiciones, en la cual hay una desproporción entre los riesgos y las ganancias y entre un fin insignificante y medios extremos. También porque, al procurar aumentar la responsabilidad de los individuos, el proceso de personalización basado sobre la lógica ‘cool’ [la violencia simbólica y sutil] sigue por otros caminos el trabajo secular de la exclusión y la relegación [de los sectores populares]” (Santos, 2003: 77). 56 dislocamiento de los actores sociales “tradicionales” del doble tiempo y espacio de la trama melodramatizada que se engarza al futbol. Por un lado, el dislocamiento y pérdida de la centralidad del actor on stage, en este caso los hacedores tradicionales del espectáculo futbolístico: los jugadores, entrenadores y árbitros. Por el otro, y en consecuencia, el dislocamiento y centralidad del agente observador off stage: el espectador-aficionado. La trama social compuesta por estas dos escenas simultáneas, y en muchos aspectos contrapuestas, del devenir melodramático del futbol requiere de una enorme circulación simbólica, física y comercial de emociones (de ciertas emociones). Son las coordenadas sociales del amor pasional y el sufrimiento físico (el aguante), además de la caracterización más o menos estereotipada de los actores del sistema de rivalidades futbolísticas lo que le da sentido a la cotidianeidad y de los ritualeros americanistas. ¿Violentos, desmadrosos o melodramáticos? El problema de la violencia, en particular el de la violencia que pude identificar etnográficamente en torno a los aficionados del RK es de nuestro interés. Por un lado, algunos autores han estado interesados en la manera en que la práctica deportiva, hija de la modernidad, ha sido causa y efecto del llamado proceso civilizatario, el cual es una forma alternativa de nombrar a la modernidad. Además de la función complementaria de proporcionar ejercicio físico a la población con tendencias sedentarias en las sociedades “altamente industrializadas”, el deporte cumple una función de regulación de las tensiones, conflictos y potenciales irrupciones violentas (Elias, 1995). 57 Sin embargo, señala Elias que cuando la línea del juego placentero derivado del ocio moderno, que por múltiples razones ha sido mercantilizado y llevado al plano del espectáculo profesional, es rebasada y deja de ser un ejercicio mimético de la emoción (casi adrenalínica), entonces el ensayo “civilizatorio” que ofrece el deporte deja de serlo y se convierte en un problema de control social y policíaco. De forma el fenómeno de la “deportivización” surgió y consolidó nuevas formas de expresar la individualización creciente de la sociedad moderna, aportando, a decir de Elias, una poderosa fuerza de disciplinamiento. Pero el proceso civilizador no avanza linealmente hacia el “progreso”; éste está saturado de contradicciones y contrasentidos. De discursos y prácticas “anacrónicas”, como lo señala MartínBarbero respecto al melodrama23. En este tenor, Dunning, alumno de Elias, establece una tipología de la violencia, en general y la distingue con ocho características a saber: 1) que sea real o simbólica; 2) que se realice como un “juego” o que sea “real”; 3) con armas o sin ellas; 4) si es con armas que haya contacto físico; 5) intencional o accidental; 6) con o sin provocación; 7) que sea legítima, reglamentada y normada o ilegítima y no cumpla reglas o normas y 8) que sea “instrumental” o “expresiva” (1995: 273274). En una clara línea neo-evolucionista, Dunnig plantea que la violencia puede ser entendida bajo la lógica durkheimiana que divide las sociedades entre aquellas basadas en la solidaridad mecánica y la solidaridad orgánica. Precisamente es 23 Según Walter: “Martín-Barbero hace hincapié en el hecho de que ciertas matrices culturales de la tradición siguen teniendo vigencia de tal manera que en lo melodramático, ‘una narrativa anacrónica conecta con la vida de la gente’. Esto quiere decir, Martín-Barbero distingue el melodrama en cuanto a género, y ‘lo melodramático’ como un fenómeno performativo en el cual interactuan (sic) matrices culturales con formatos (técnicos o industriales) de la comunicación sobre la base de un determinado núcleo narrativo” (2002: 215) 58 aquí donde el problema de la violencia asociada a los deportes, dentro y fuera de la cancha irrumpe como un problema de investigación. La hipótesis que lanzan los integrantes de la escuela de Leicester es la siguiente: el violento comportamiento de los aficionados (y los practicantes) contemporáneos del futbol es el equivalente al de sus ancestros medievales, pero entremezclado y sobrepuesto al de la práctica “civilizada” del futbol reglamentado y moderno (Dunning, 1995: 293). No comparto dicha hipótesis, ya que generalmente se asocia la violencia con la clase trabajadora y su supuesto comportamiento “primitivo”, fincado en los llamados “lazos segmentarios” de socialización. En buena medida, esta hipótesis está amarrada y se activa, como ya lo mencioné, gracias al pensamiento evolucionista, el cual logra dislocar al “salvaje” o “primitivo” del tiempo moderno. Es decir, “lo que hace significativo al salvaje en el Tiempo evolucionista es que éste vive en otro Tiempo” (Fabian, 1983: 27). En el caso de la “afición violenta” al futbol, “viven” ahora, pero se comportan como sus ancestros medievales. Para Alabarces, los hinchas de futbol viven y se relacionan socialmente bajo el signo de la violencia (que ellos en varios sentidos generan y a la que están sometidos), y la cual no puede ni debe explicarse de manera fácil y simplista, sino a través de una exhaustiva recolección de datos etnográficos y sociológicos. Muchos de los conceptos y de los vocablos que en la actualidad se usan entre los jóvenes ritualeros tienen una connotación sudamericana, en especial argentina. En este país surgió un amplio interés por entender las causas de la violencia futbolística. A finales de la década de los sesenta, se ubica el fenómeno de las llamadas barras bravas y sus secuelas sociales. Con el asesinato del joven Héctor Souto (Alabarces, 2004: 25), en 1967, los medios de comunicación y la policía “inventan” el concepto de “barrabrava” y de paso permiten la llegada concomitante 59 de la represión ilegal e ilegítima del Estado en los estadios de futbol. La representación (mediática y social) del aficionado argentino de futbol comenzó a dejar de situarse en el idílico y aséptico espacio creado por el espectador racional y civilizado, para dar paso al de los “marginales inadaptados, alcoholizados y drogadictos”, es decir, los “gérmenes, [y] las enfermedades” del futbol, para lo cual “un único remedio puede ser prescripto y recetado: su expulsión de la sacrosanta inocencia del futbol” (Alabarces, 2004: 11). Pero esta visión dicotómica de la realidad social, entre “civilizados” e “incivilizados” simplemente busca ocultar una realidad mucho más compleja. De hecho, para quienes detentan el ejercicio “legítimo” de la violencia, es de vital importancia “deslegitimizar”, perseguir y castigar el uso (de la violencia) a todo aquel grupo que pueda transgredir esta regla de oro. Bajo esta perspectiva, los barras han sido colocados en el lado “incivilizado”, “primitivo” y “salvaje” de la (falsa) dicotomía. Aragón (2007), sostiene que la violencia de los barras de un equipo argentino, el San Lorenzo de Almagro, dista mucho de ser disruptiva e irracional. Si hay una explicación posible ante el hecho del comportamiento violento de los “hinchas”, ésta tiene que hallarse en una lógica de moralidad y de accionar racional (incluso instrumental) que éstos desarrollan en su práctica cotidiana. El concepto del “aguante” fue clave para esta interpretación.24 Como queda claro, el “aguante” es una categoría moral que rige las prácticas cotidianas de los integrantes “barrabravas” argentinos y en buena medida es lo 24 Así, Pablo Alabarces define muy precisamente la idea de ‘aguante’ en oposición a ‘amargura’: el que no canta si se va ganando o se festeja algún título. También en oposición al ‘puto’, al cobarde, al que ‘no se la banca’. El poseedor del aguante es el ‘macho’, el que aguanta lo que sea, se gane o se pierda. Enfrentar físicamente al otro, aún siendo menos en número, sobre todo cuando se disputan partidos en condición de visitantes en estadios especialmente hostiles, es tener aguante (Aragón, 2007: 31) 60 que le da sentido a su propia vida. Por lo tanto, conceptualizar que el comportamiento de estos sujetos sociales es “animalesco”, “salvaje” o “primitivo” no es sino un burdo intento por deslegitimizar las prácticas (en efecto violentas, pero regidas por cierta moralidad intrínseca) de los aficionados al futbol. En México, Magazine (2008) ha incursionado en este terreno. Una de las principales conclusiones a las que llega en el análisis de una porra del club de futbol Pumas de la UNAM, es la de que el “desmadre” (un concepto relativamente cercano al del “aguante”) es una práctica que responde a la representación que de ellos se tiene.25 “Desmadre” es entonces una “tradición” inventada por la modernidad mexicana, cargada de moralidad y por ende de una lógica social inherente. Así, para Magazine “desmadre” son “las prácticas juguetonas, pero con frecuencia violentas y sexualmente agresivas” (2008: 60) de los integrantes de la porra. Además de esto, el autor señala que su estudio de la porra Plus de los Pumas, en la década de los noventa, lo llevó a pensar en las similitudes que el movimiento romántico del siglo XIX tenía con las prácticas de esos jóvenes aficionados. Retomado a Grenier, Magazine señala que “los miembros de la porra han desarrollado su visión ideal de sociedad, la cual favorece la expresión individual libre sobre todo orden impuesto externamente, en el contexto del fracaso de la estructura social clientelística y jerárquica de México” (2008: 89). De igual forma, utilizando el argumento de Talmon respecto al movimiento Romántico, el cual, cita Magazine, “anhelaba no encontrar la misma verdad universal, sino 25 “Los aficionados de los Pumas en general y más específicamente los miembros de la porra están caracterizados de esta manera: como hombres jóvenes que están enojados por su exclusión política y económica, pero que canalizan este enojo por medio de actos de violencia sin sentido y al azar, causados por su falta de guía para hacer cualquier otra cosa. Debido a estas imágenes, mucha gente considera al estadio como un lugar peligroso para ir, pero al mismo tiempo no ve a estos jóvenes como una amenaza seria para el orden social y la seguridad, precisamente a causa de su supuesta desorganización” (Magazine, 2008: 43). 61 experimentar la realidad de una manera completamente propia. Esto no se iba a dar por medio del razonamiento, sino a través de la emoción, del sentimiento, de la imaginación, del instinto, de la pasión, de los sueños y del recuerdo” (2008: 89). En otras palabras haciendo uso de la imaginación melodramática. El concepto de la imaginación melodramática toma lugar. Ya he planteado en la introducción qué entiendo y cómo debe leerse lo melodramático: como un contexto político y moral que abarca al sistema de rivalidades del futbol profesional mexicano y a las prácticas sociales de los aficionados. Con en este acercamiento etnográfico he intentado explicar cómo las prácticas de los integrantes del RK plantea una exacerbación del performance corporal que busca enfatizar, mediante la práctica del “aguante”, las características pasionales del amor al club. Lo paradójico de esta práctica emotiva de lo “pasional” (y por lo tanto entendida como irracional) es que sólo puede realizarse a través de una práctica moral sistematizada de masculinidad. Esta práctica sistematizada y reiterativa está enmarcada en el imaginario melodramático del México urbano contemporáneo. Para finales de los años ochenta, el modelo de modernización a ultranza impulsado por la elite gobernante fue reconfigurado por las fuerzas del mercado capitalista mundializado. Los ideales de un público futbolero amigable y respetuoso habían concordado con el modelo político-económico del clientelismo y de la pretendida armonía social encarnada, entre otros, en el ideal de una familia biparental encaminada al progreso social. Las porras de corte familiar en las tribunas fueron cuestionadas por las generaciones de nuevos clasemedieros que, poco a poco, fueron concibiendo sus relaciones de afición por caminos muy distintos al de la familia idealizada en las gradas. 62 Los jóvenes que de manera abrupta quedaron fuera del sistema de aspiraciones del progreso social que se había pregonado hasta la década de los setentas, comenzaron agruparse alrededor de nuevas instancias de organización. Su visión de mundo, que pretende contraponerse a las prácticas corporativas y clientelares de la usanza anterior (vinculada con el presidencialismo priísta), irrumpió en las tribunas. El desmadre y el uso sufriente/pasional/melodramatizado del cuerpo fue retrolimentado en las tribunas por los fenómenos mundiales del llamado hooliganismo o barrismo, que poco a poco comienzó a copar los espacios de las nuevas tecnologías como la televisión satelital por cable y el internet. Para finales de la década de los noventa, en México, pequeñas agrupaciones y organizaciones de aficionados juveniles aumentaron sensiblemente el número de sus integrantes. Surgieron La Rebel, seguidora de los Pumas de la UNAM; La Monumental y, posteriormente, el RK, aficionados del América. muchas. La transmisión de recursos simbólicos y organizativos desde Europa y Suramérica fue notable. Se hablaba entonces de la “argentinización” de las porras mexicanas. Los medios de comunicación y las directivas de los clubes alentaron esta nueva forma de organización, ya que en ella veían un potencial aliado en la comercialización y atracción de más aficionados a los estadios. Es pues menester hablar sobre este proceso, específicamente el del RK y la forma en que esta organización fue concebida. Una breve historia del RK Como ya lo señalé, el RK es una organización juvenil de apoyo al club América. Según sus integrantes, tienen 11 años de vida. A finales de los años noventas el 63 club, bajo la presidencia de Javier Pérez Teuffer impulsó la creación de una gran organización de aficionados que a la postre se convertiría en la barra denominada La Monumental, la más conocida de las organizaciones juveniles del club América. El club Pachuca y otros, como los Pumas, ya contaban con organizaciones de aficionados relativamente distintas a las de las porras familiares y más cercanas a la concepción de las barras sudamericanas. Muchos jóvenes aficionados mexicanos comenzaron a interesarse en las formas de organización de las barras suramericanas y de “ultras”, “tifozzi” y “hooligans” europeos. La interacción mediante el internet y la mayor cobertura de los partidos europeos y suramericanos a través de la televisión por cable, aunado a que los equipos mexicanos (tanto los clubes como las selecciones nacionales) comenzaron a tener una mayor participación en torneos internacionales como la “Copa “Libertadores de América” y la “Copa América”, ambas realizadas en países suramericanos, contribuyeron notablemente a un cambio de concepción relativa a la forma de apoyar a los equipos. El “colorido” que esas organizaciones extranjeras le daban a los encuentros fue forjando un gran ánimo entre las nuevas generaciones de aficionados mexicanos. Los cánticos, los papeles y las banderas de colores, además de los fuegos artificiales y el permanente movimiento de los cuerpos se comenzaron a consolidar en el gusto de los jóvenes mexicanos y pronto confrontaron esos nuevos patrones de comportamiento con el de la “vieja guardia” de aficionados de las porras familiares y de los aficionados casuales que, a la luz de las experiencias europeas y suramericanas, según los jóvenes, se volvieron pasivas y poco emotivas. 64 Algunos de mis informantes me comentaron que varios jóvenes y adolescentes que asistían regularmente al Estadio Azteca comenzaron a reunirse en algún punto del mismo y colocaban una manta o trapo de La Monumental. Esto atrajo a un incipiente pero creciente número de aficionados, que con el pasar de los meses llamó la atención de la propia directiva del club. Estos jóvenes, concientemente buscaban generar un “ambiente” parecido al de las barras suramericanas. Papeles de colores, largos tramos de tela, algunas banderas, globos y música se convirtieron en los atractivos de La Monumental. Un ex-integrante de La Monumental, actualmente de 34 años de edad, me explicó que para él, las primeras veces que vio a los integrantes de La Monumental, lo que le llamó la atención fueron los globos, los cánticos que entonaban y los “brincos que daban”, diferenciándose mucho de los aficionados que pasaban con las “clásicas banderotas en el estadio” y el “chiquiti bum”26. Él mismo comentó que no le sorprendió tanto el hecho de ver aficionados realizando ese tipo de acciones de apoyo al club, ya que conocía a las barras argentinas. Más bien, lo que le sorprendió sobremanera fue el hecho de que eso ya estuviera sucediendo en México a finales de los 1990. Tanto él, como su hermano, diez años menor, pronto se involucraron de lleno con la nueva organización y sus formas de apoyo, que a decir de ellos “hacía sentir con mucho más fuerza su pasión americanista”. Desde fines de los 1990, La Monumental comenzó a utilizar una buena cantidad de los elementos que las barras suramericanas venían empleando desde algunas décadas atrás: banderas 26 Una de las viejas porras (consignas coreografiadas) de los aficionados al futbol mexicanos es conocido como el “Chiquití bum”, porque así comienza. La frase completa es para alentar al América: “Chiquití bum, a la bim, bom, ba. A la bio, a la bao, a la bim, bom, ba. América, América, ra, ra, ra”. 65 y trapos, además de fuegos artificiales y globos. Sin embargo, la organización de viajes fuera de la Ciudad de México también afianzó al grupo. A mediados de 1999, un pequeño grupo de jóvenes aficionados llevaron “tiras” de tela muy largas, papel picado y comenzaron a cantar. Según uno de mis informantes, probablemente el primer canto fue el llamado “Ame, mi buen amigo”, que para algunos es una copia de un cántico suramericano ya popularizado por alguna de las barras argentinas. La gran popularidad de La Monumental se basó, según otro informante, en que quienes la impulsaron estaban interesados en crear un apoyo al club “de una forma más activa y más participativa en el estadio”. El mismo informante señala que el nombre de la barra se debe al apelativo no oficial, pero sí muy popular que se le da al estadio: “El monumental Estadio Azteca”. Como he mencionado, el crecimiento y popularización de la barra atrajo la atención de los dueños del club, quienes de forma directa intervinieron en su organización. Las versiones al respecto son muy contradictorias y confusas, pero en términos generales se puede afirmar que, al igual que lo hecho por los dueños del club Pachuca, los del América, sino contrataron los servicios de argentinos para la organización de La Monumental, por lo menos no obstaculizaron su llegada. En mis primeras visitas al estadio, en 2008, me fue posible observar la presencia de un argentino en la organización de la barra El Disturbio, que a decir de algunos informantes llevaba ya varios años “apoyando” al club en la formación de las barras “oficiales” del América. No es mi intención determinar el grado de intervención directa de suramericanos en el proceso de creación y organización de las barras americanistas, sino más bien señalar que su presencia sí es un elemento muy claro de injerencia directa de los dueños del club en este proceso. 66 No obstante, el desarrollo de La Monumental acarreó de forma rápida sus propias contradicciones y escisiones. Sólo unos meses después de la fundación de La Monumental, un pequeño grupo de adolescentes comenzaron a autoidentificarse como la Tremenda Monu. El pequeño núcleo inicial de la Tremenda sigue siendo la base organizativa del RK, es decir, su “núcleo” o “primera línea”. El nombre de la organización surgió, según “El Chetos”, por el título del libro del escritor Carlos Monsiváis, Los rituales del caos. Llama la atención que uno de los líderes fundadores del RK, al cual no conozco personalmente, y que algunos de mis informantes han identificado como el creador intelectual de la barra, es un joven de clase media o alta que ha estudiado la universidad. Incluso, el “Chetos” y Dany me han comentado que Ignacio, el líder fundador, a pesar de ser bastante inteligente y reconocido por esa característica, también era rechazado por otros integrantes debido a que era muy excluyente y aislado. “Chetos” señala que cuando salían de viaje fuera de la ciudad, Ignacio se iba a la ciudad de destino en su auto, lo que muchos tomaban a mal y con mucho recelo. De cualquier manera, La tremenda Monu-RK pasó rápidamente a convertirse en un grupo que gustaba de identificarse con un discurso y unas prácticas sumamente incómodas y antagónicas con los demás integrantes de La Monumental y con la directiva del club. Grupúsculos de diferentes partes de la ciudad de México y sus áreas aledañas se fueron integrando paulatinamente a la naciente organización, que ya para el 2000 pasó a denominarse simplemente como el RK, dejando atrás el apelativo Tremenda Monu. Los crecimientos de La Monumental y del RK fueron, al decir de mis informantes, notables en cuanto al número y a la capacidad organizativa. Los 67 registros fotográficos de la primera mitad de la década inicial del siglo XXI que he podido consultar demuestran que las barras del club crecieron no sólo numéricamente, sino cualitativamente. Los cánticos y la música (especialmente el ska, el punk, el reaggeatón y la llamada cumbia villera, de origen argentino); las coreografías; las banderas con efigies de jugadores insignes del club o con los nombres de los barrios de pertenencia de los barristas; los fuegos artificiales; el papel picado y los rollos de papel fueron elementos claramente identificables con el movimiento barrista mexicano de aquellos años y las del club América pronto tomaron un rol muy importante en ese sentido. Pero un elemento indispensable de este proceso, el cual marcó de manera indeleble al RK fue la ostentación de elementos claramente identificados como “violentos”, transgresores y riesgosos. Más adelante abordaré este proceso. El RK se comenzó a perfilar, como una barra distinta a La Monumental, desde marzo o abril de 1999. Algunos jóvenes (muchos de ellos de tan solo 13 ó 14 años de edad), portadores de los trapos de: Santa Anita (barrio de la delegación Iztacalco); los llamados “ATC” (de varios barrios del municipio de Naucalpan, en el Estado de México); quienes llevaban las insignias de: “Amor eterno”, “Los Vandals”, “Aguante Verti”, “Aguante, Pasión y Locura” y “La Libre”; de Villa de las Flores al noreste de la ciudad de México (barrio circundante al municipio de Ecatepec, el más poblado del país) y “Los Crudos de Culhuacán” entre otros, tomaron distancia no sólo con la dirigencia de La Monumental, sino con la propuesta de la directiva de crear una gran agrupación que se denominaría “Nación Azulcrema”, lo cual implicaría el control de la misma por parte de los dueños del club. La Monumental sufrió también varios cambios de liderazgo. Me han comentado que un argentino de nombre Tobías fue, probablemente 68 “contratado” por la directiva del club, el primer líder de esta agrupación. Los conflictos internos pronto lo sacaron de esa posición, que a la postre fue ocupada por otros individuos como “Los hermanos Calderas”, Carlos Roberto y Antonio, igualmente desplazados del liderazgo. Los conflictos entre los integrantes del naciente RK y de La Monumental fueron creciendo en la medida en que el RK optó por un discurso “radical”, basado sobre la lógica de un distanciamiento con “cualquier” tipo de autoridad, incluyendo por supuesto las de los liderazgos de La Monumental y (sus reales o pretendidos) vínculos con el club. El conflicto, por supuesto, se decantó, entre otros medios, por el de la violencia física. A finales de la década de los 90’s, los adolescentes liderados por El Astivia, Efraín, Isma, Chetos y Chapis pronto quisieron tomar el control total de La Monumental. Según uno de mis informantes claves del RK, el motivo principal de dicha acción fue llanamente “el poder”. En esos primeros meses, el personero del club, Coronado, alentó el conflicto y hasta se podría presumir que favoreció el crecimiento del RK. Dentro de esta misma lógica, escuché el rumor, obviamente imposible de corroborar, de que Efraín había pertenecido a la Rebel de los Pumas y que había sido corrido de dicha agrupación, por lo que llegó a La Monumental con afanes de controlarla a través del uso de la fuerza física. No es mi intención dar por cierto ese rumor, ya que el efecto real fue la división del RK de La Monumental y en todo caso, si Efraín tenía o no una relación anterior con otro equipo, es irrelevante en ese sentido. Lo importante es señalar que el rumor es una de las prácticas más comunes que se utilizan para minar la posición de alguno de los integrantes o de un grupo en particular. De esto hablaré más adelante. 69 En aquellos años, todas las barras se encontraban en la parte alta del estadio. Sin embargo, las constantes disputas por el control de La Monumental y la escisión del RK, provocadas por los comunes enfrentamientos físicos y verbales dieron pie a la separación de ambas barras en secciones distintas del estadio. Varios hechos de “violencia” (riñas fuera y dentro del estadio) consolidaron la separación de las barras física como discursivamente. Asimismo, la gran bronca que se suscitó el 11 de mayo de 2004 en el Estadio Azteca, junto con las batallas campales entre aficionados americanistas y pumas a finales de octubre de 2005 y en abril de 2006, a las afueras del estadio de la Ciudad Universitaria y del Estadio Azteca, respectivamente, se convirtieron en algunos de los eventos que habrían de marcar el final de lo que para muchos integrantes de las barras fue la “época de oro” del barrismo mexicano.27 27 El primero de los eventos es comentado así en una nota periodística: “El partido entre América y Sao Caetano de Brasil terminó de una forma muy lamentable, ya que los jugadores de ambos equipos protagonizaron una pelea donde varios fueron los que resultaron lastimados por los golpes físicos que recibieron [...]. Hay que destacar que algunos aficionados saltaron a la cancha para también agredir a los jugadores de Sao Caetano por lo que elementos del cuerpo de granaderos tuvieron que intervenir para poner orden, lo cual tardó en suceder pues los ánimos seguían muy calientes entre los jugadores y cuerpo técnico de ambos equipos.” (Ramírez Álvarez, 2004) El segundo es relatado en un diario mexicano de esta forma: “Al término del partido de futbol entre Pumas y América, 312 personas fueron detenidas por distintas causas, algunos de ellos luego de un enfrentamiento entre porras de ambos equipos frente al estadio Olímpico Universitario. Por su parte, la Universidad Nacional Autónoma de México lamentó los hechos de violencia ocurridos después del partido, a través de un comunicado en el que condenó todo acto que haya puesto en duda la seguridad de los asistentes. Cuando los integrantes de la porra Monumental del América eran desalojados por la Policía Preventiva, un grupo de fanáticos de la Rebel de Pumas, saltaron una de las rampas del estadio y lanzaron un petardo en contra del convoy americanista, lo que provocó la reacción de la policía preventiva, que intervino para detener a los agresores, quienes desataron con ese hecho una riña colectiva frente a la Rectoría de Ciudad Universitaria que duró poco más de 15 minutos y que arrojó un saldo de dos policías y dos aficionados lesionados. Tras el incidente se montó un operativo para detener a los aficionados que viajaban sobre el toldo de los autobuses de la Red de Transporte Público, resultando 280 personas arrestadas, que se sumaron a los 32 aficionados que fueron detenidos en los filtros instalados en las puertas 70 Con el argumento de que los trapos de las barras se había convertido en el principal problema, debido a que el reciproco “afane” (es decir los asaltos, robos y riñas para obtener las banderas insignia de barristas de diferentes equipos) y la introducción de petardos, armas y otros instrumentos en su interior, la Federación Mexicana de Futbol y algunos de los gobiernos estatales (especialmente el del Distrito Federal), comenzaron una dura campaña que dio como resultado la aplicación de una nueva ley, conocida como Ley para prevenir la violencia en los espectáculos deportivos en el Distrito Federal, cuyo objetivo principal sería “que no se altere la seguridad ni se ponga en riesgo la integridad de los participantes y espectadores, [y aplicar] reglas en casos específicos derivados de la violencia en torno a espectáculos deportivos” (Fernández, 2006b). de ingreso al estadio, por diversos motivos. Los detenidos fueron puestos a disposición del juez cívico número 23 en la delegación Tlalpan. Al final del encuentro, otro grupo de aproximadamente 300 aficionados del América, fueron escoltados al Estadio Azteca se concentraron en la calzada de Tlalpan en donde apedrearon a automovilistas, donde la policía preventiva del sector Xotepingo los dispersó antes de otro enfrentamiento.” (Fernández, 2005). El último de los eventos es relatado así: “Por lo menos 900 aficionados que asistirían al clásico de futbol capitalino entre los equipos América y Pumas de la Universidad fueron detenidos por la policía preventiva y presentados a los diferentes juzgados cívicos del Distrito Federal. A partir de las 11:00 horas de ayer cuando inició el desplazamiento de aficionados hacía el Estadio Azteca y conforme fueron detectados los camiones y microbuses alquilados y en cuanto los fanáticos fueron sorprendidos viajando sobre el toldo de los mismos, lanzando papel picado, agrediendo física o verbalmente a los transeúntes y tomando cerveza, los camiones fueron detenidos junto con sus ocupantes. A lo largo del domingo hubo detenciones simultáneas en varias delegaciones y los policías debieron cuidar que los aficionados de ambos equipos no se juntaran en las galeras para evitar enfrentamientos. Un menor de edad fue detenido al ingresar al Estadio Azteca cuando llevaba escondido en un tambor 50 bombas de humo, 100 ratones y 65 misiles, según informes de la policía preventiva. Otros fueron detenidos por transportar droga o ingresar al Estadio Azteca en estado de ebriedad, como fue el caso de unos 50 integrantes de la Rebel que fueron sacados de las gradas para evitar provocaciones. A las 19: 00 horas la SSP informó que la cantidad de detenidos era muy cercana a los 900 y el foro de aficionados que ingresaron al estadio rebasó los 60 mil. Para evitar que los integrantes de las porras Ritual del Caos y Monumental del América se encontraran con la Rebel y Ultra, de los Pumas, la salida se espació hasta 30 minutos después de terminado el partido” (Fernández, 2006). 71 Esta ley pretende, entre otras cosas, que los aficionados no ingresen a los estadios con banderas, trapos, armas o petardos y al mismo tiempo obliga a los clubes a registrar a todos los integrantes de sus porras y barras en un padrón, además de exigirles que entreguen credenciales a los mismos. Ahondaré sobre esto más adelante en el punto sobre la violencia, pero es importante señalar aquí que el asunto de la “credencialización” de los integrantes de las barras se volvió una de los asuntos principales para desarrollar el discurso “autogestivo” y “contestatario” del RK, en la medida en que para ellos, las credenciales significan el plegamiento a las directrices del club y del gobierno, contra quienes arguyen estar en completo desacuerdo y enfrentamiento. Mientras el crecimiento del RK, cuantitativa y cualitativamente tomó efecto en la primera mitad de la década inicial del siglo XXI, La Monumental comenzó a tener severos problemas. El fracaso del intento del ex-presidente del club, Javier Pérez Teuffer, por crear una sola agrupación entre porras familiares y barras, denominada “Nación Azulcrema” afectó directamente a La Monumental. Una escisión más del grupo conocido como “La Fenomenal”, dio paso a la creación de la más reciente de las barras americanistas: El Disturbio. Según algunos de mis informantes, El Disturbio ha sido un velado esfuerzo de la directiva del club por tener nuevamente el control de las barras, en especial de La Monumental. A través de un nuevo nombre (y nuevos líderes), los dueños del club han desaparecido prácticamente a La Monumental, dejando sólo su mote, ya que los actuales líderes de El Disturbio son los verdaderos líderes de la otrora numerosa barra Monumental. Se puede incluso asegurar que este desplazamiento de la directiva ha buscado mermar al RK. 72 Una separación más de La Monumental, cerca del 2006, con la gente del RK, mermó la base de aquella y fortaleció la posición del RK en la parte alta del estadio. El túnel 48 del Azteca, desde entonces se ha convertido en el espacio simbólico de actuación del RK; un espacio segregado, a partir de la nueva ley, por cordones policíacos y de seguridad del estadio. Cuando comencé mi investigación etnográfica a principios del 2008, me fue muy difícil diferenciar entre las barras y sus discursos y prácticas. En la explanada del Citlali, podía observar a los jóvenes de las diferentes barras reunirse más o menos de forma “pacífica”, lo cual me dificultaba observar las diferencias que, con un poco más de profundidad en la investigación, se pueden identificar. Sin embargo, a mediados de 2010, en espera de un importante encuentro, en compañía de tres de mis informantes claves, una “batalla campal” entre miembros del RK y El Disturbio me hicieron comprender que las diferencias ente ambas organizaciones era más fuerte de la que había pensado en una primera instancia. El relato de este suceso y sus connotaciones serán abordados a continuación. La historia del RK no ha sido exhaustivamente expuesta, pero el breve relato que he realizado permite comprender un poco la lógica intrínseca a las barras americanistas al momento de mi incursión etnográfica. Masculinidad ritualera: el imaginario melodramático de la violencia, el aguante y el descontrol Ya había señalado con anterioridad que el RK asumió una posición de radicalidad discursiva con la cual pretenden distinguirse y separarse de las demás barras del América, de las porras familiares, de la directiva del club y de las instancias gubernamentales, especialmente de la policía. Los apelativos con los 73 que se ha identificado al grupo así lo demuestran, comenzando con el nombre de la agrupación: RK. La utilización de la “k” en lugar de la “c”, ya da cuenta de ese afán diferenciador de las normas, incluyendo las ortográficas. La agrupación se atribuye un buen número de denominaciones que están vinculadas a una lógica de fortaleza, desorden, abuso, virilidad, poder, astucia, embriaguez que denotan una clara lógica masculina y masculinizante: “Los Patanes”, “Los Ritualeros” (este apelativo lo he visto inscrito en gorras estilo beisboleras y estilizado a semejanza del logo de la serie de televisión “Los Sopranos”, que en lugar de la “r” se ve una silueta de una pistola, ver imagen a continuación), “La Mafia del 48”, “Violentos por Naturaleza”, “La Banda que Nunca Abandona”, “La Barra que Manda en Dos Países”, “Los Más Bravos”, “Los Famosos RK”, etc. Figura 2. Los Ritualeros A mediados de 2010, como he comentado, presencié una batalla campal entre integrantes del RK y de El Disturbio. En algún sentido, se podría decir que el motivo de la riña sería secundario, ya que como la mayoría de las peleas que se suscitan en este medio, son causadas por aspectos que pueden entenderse como irrelevantes: rumores o agresiones verbales, por ejemplo. Pero esto es precisa y 74 paradójicamente lo que le da notabilidad al “motivo” de las riñas, es decir, su aparente irrelevancia. Lo cotidiano y banal es precisamente el espacio social de lo melodramático y sus efectos. En este caso, la riña fue causada por un roce físico, un pequeño encontronazo corporal entre integrantes de un grupo con otro. Es notable que los roces físicos, tan comunes en otros espacios, como en el transporte público o en la calle, aquí pueden (y en algunos casos deben) tomar una dimensión y un cariz de enfrentamiento y exacerbación corporal. Como se dice en el argot popular, ambos individuos se “cantaron el tiro”, es decir que explícitamente manifestaron sus intenciones de pelea. Así, la riña uno a uno comenzó rápidamente. Sin embargo, más rápido que el inicio de la pelea individual, la riña colectiva tomó lugar. Yo reconstruí los hechos a posteriori, ya que la velocidad con la que se desarrollaron no me permitió captar la disputa, que por su dimensión me hizo correr a un lugar seguro. Desde ese lugar pude observar cómo ambos bandos tomaron piedras, objetos contundentes, palos de madera y de PVC y los arrojaban con frenesí. Obviamente se intercambiaron puñetazos y patadas. La policía comenzó una redada y al final de la disputa atrapó a varios individuos que en primera instancia pensé eran de ambos bandos. Sin embargo, Mauro, con quien yo me encontraba ese día, me explicó después que en realidad a los únicos a quienes había aprehendido la policía eran miembros del RK: “Sólo agarraron a unos seis o siete del RK. Del Disturbio no apañaron a ninguno. Es que esos cabrones están coludidos con las autoridades del estadio y de la policía. Por eso siempre se van a sobre los del RK y les echan la culpa de todos los desmadres”, me dijo con mucha seguridad. También me enteré de que el protagonista de la riña era El Astivia, hermano de 75 Efraín y conocido por ser uno de los integrantes del RK con más “aguante” y disposición para los enfrentamientos. En efecto, el motivo inmediato de la disputa fue una aparente nimiedad, pero en el fondo subyacen muchos elementos de mayor alcance y que a continuación abordaré. En primera instancia es menester reflexionar sobre un elemento que, desde mi punto de vista es sobresaliente: la práctica de la masculinidad, llevada a cabo en contraposición a la de la femineidad, caracterizada ésta como débil física y moralmente, sin aguante. Inscrita (y reforzando dialéctica y recíprocamente por el neoliberalismo) la práctica masculina más notable en los jóvenes barritas del RK se identifica por medio de varios conceptos y prácticas. El más conspicuo es el “aguante” (y probablemente englobe a los demás), pero no es el único, ya que otros como la “locura”, la “pasión”, el “colorido”, el “descontrol/desmadre”, el “topón”, el “afane”, la “patanería”, la “mafia”, el “sentimiento”, la lealtad, el orgullo y el honor dan cuenta de las múltiples facetas del desarrollo de una masculinidad construida socialmente e incorporada (literalmente en los cuerpos de y) por los integrantes del RK. La conexión social entre neoliberalismo y el concepto y práctica del “aguante”, tiene que ver con muchos factores. Hay que recordar que el neoliberalismo de los años 1990 se consolidó como una ideología político-económica hegemónica en México, con devastadoras consecuencias en los ingresos monetarios, prestaciones sociales, derechos humanos y formas de organización social (laboral, principalmente) de la clases populares mexicanas, primordialmente la urbana en 76 las primeras etapas de inserción en el mercado trabajo28. Con la caída de cerca del 70% en el poder adquisitivo del salario mínimo, las familias tuvieron que ocupar a los más jóvenes en actividades laborales remuneradas, desplazándolos de la escuela. Según Fernández-Vega en México, desde la década de los 1990: No sólo no crecieron las remuneraciones al trabajo, sino que, por el contrario, aumentaron las retribuciones al capital: en 1994 la masa salarial representó el 35.26 por ciento del ingreso total de nuestro país, para descender en 2009 a sólo el 29.3. En México el excedente empresarial representó 61.6 por ciento del ingreso total en 2009. Lo anterior se confirma con la pérdida de 75 por ciento en el poder adquisitivo del salario mínimo mexicano de 1976 a 2010, resultado de un aumento en los precios de 26 por ciento en promedio anual, contra 21 en el salario mínimo nominal. (Fernández-Vega, 2010). Otro efecto, de los más claros, es el debilitamiento del sindicalismo mexicano y las consecuentes disminuciones en las prestaciones y derechos sociales y colectivos29. De esta forma, la llamada economía “informal” con nulas o pocas prestaciones sociales; la venta de drogas; el poco estímulo del crecimiento educativo y (su vocación productivista y competitiva) han generado cambios radicales en las formas de organización social y sus expresiones culturales. 28 “Muchos años de investigaciones realizadas por científicos sociales (antropólogos, sociólogos, sociodemógrafos y economistas) tanto en las grandes metrópolis del país como en ciudades de tamaño medio, muestran que los hogares mexicanos han recurrido al empleo de la fuerza de trabajo para evitar los efectos de las crisis sobre sus niveles de bienestar. Apoyándonos en el conocimiento acumulado, podríamos sostener que la intensificación del esfuerzo productivo de los hogares es una consecuencia directa del deterioro en las condiciones económicas de los sectores más desfavorecidos del país, quienes, para defender sus precarios niveles de vida, no tienen otra opción que recurrir al trabajo femenino, de los viejos, y de los miembros en edad escolar” (Cortés, 2001) 29 “Durante los años ochenta y noventa del siglo pasado el pacto corporativo entre los sindicatos, los empleadores y el Estado se resquebrajó. México abrió su economía tanto en el ámbito regional como en el internacional. De esta manera, la política económica nacional dependió de las exportaciones, principalmente a Estados Unidos, y la atracción de inversión extranjera para estimular la economía y el sistema productivo. En suma: un sistema económico en el cual el poder e influencia de los sindicatos fue perdiendo fuerza progresivamente, ya que el funcionamiento de este modelo los excluía” (Zepeda Martínez, 2009). 77 Pero un efecto (y causa simultánea del poder ideológico y cultural) del neoliberalismo ha sido la exacerbación de las prácticas y discursos consideradas como riesgosos30 (los cuales van, por supuesto en conformidad con la clase social) y corren de la mano con las tendencias al riesgo financiero y la desarticulación del discurso de la seguridad social y colectiva enarboladas por el sistema del Estado benefactor. Por ejemplo, los jóvenes ricos o con mayores recursos económicos experimentan el riesgo por medio de la práctica deportiva extrema (montañismo, raffting, descenso de montaña en bicicleta, etc). Sin embargo, los jóvenes de clases bajas o pobres han aumentado sus experiencias de riesgo a través del excesivo consumo de sustancias y de alcohol, además de someterse a peleas callejeras y en los estadios. “Sí, he estado en un chingo de peleas”, me dijo El Chetos en una ocasión. “Hace unos años, aún más”, me señaló con cierto orgullo. El Chetos, uno de los integrantes más respetados del RK, es un joven de 22 años y fundador del mismo. Es un hombre corpulento, incluso gordo, que gusta de llevar pantalones cortos y camisetas sin mangas. Puedo decir que todas las veces que he conversado con él, me parece tranquilo, ecuánime e inteligente. Sin embargo, no todas las relaciones que guarda y las actividades que realiza son tan pasivas. “Hace unos días, el Efraín que se pone bien (sic) loco”, me dijo. “Ya estaba muy pedo 30 Las prácticas y los discursos del riesgo “[...] funcionan en un contexto ideológico a la par que reconocen y desconocen diferencias de clase en la toma de riesgo y sus consecuencias. Pero también funcionan como recursos para la auto-configuración. En este sentido proveen experiencias prácticas, ideas y narrativas alrededor de las cuales se generan y popularizan nuevas subjetividades. Incluso aquellos que leen acerca de o ven deportes extremos, estas actividades producen imágenes que los obligan a valorizar aquellas características de los sujetos más valorados en el liberalismo avanzado. Estos discursos no son, sin embargo, simples anuncios de la ideología dominante, sino un lugar de disputa en el que se crean nuevas subjetividades acordes a las nuevas formas de gobernabilidad y al nuevo estatus que tiene la toma de riesgo. Éstas proveen, como ya lo hacían, de acceso y visibilidad a ciertos tipos de mentalidad, destrezas, relaciones y objetivos” (Simon, 2002: 180-181) 78 (borracho) y de repente que se pone a romper los cristales de coches que estaban estacionados en la calle por la que estábamos caminando. Imagínate, rompió ocho y nadie lo podía parar. ¡Ocho cristales, loco! ¡No manches, son un chingo y lo que hubiera costado si nos apaña la tira!”31, aseguró con una gran sonrisa en su rostro. “¿Y por qué los rompió?”, le pregunté. “Pues nada más; por el desmadre, por la locura. Ya sabes, cuando activas32 y chupas,33 te descontrolas”, me dijo entre risas. A mí me dio la impresión de que esas risas denotaban complicidad y que probablemente Chetos también participó en la ruptura de los cristales. No obstante, un aspecto que debe recalcarse de su relato es el de su permanencia al lado de su camarada, a pesar del riesgo que él corría al estar ahí. “Hay que aguantar, carnal”, sentenció. “Si la tira se aparecía teníamos que estar ahí”, finalizó. En un relato más de otro de informante, “aguantar” es una forma de solidaridad, pero una especial, la cual requiere mostrar, demostrar y, en muchos sentidos, provocar, buscar e inflingir cierto daño al cuerpo propio y/o ajeno. El informante relata: Pues mira, como te dije anteriormente, yo llevo cinco años en la barra. A mí ya no me tocaron esas épocas donde en verdad se vivían peleas y acciones cabronas. El movimiento ya había tomado un rumbo más tranquilón (sic). Pero, sí recuerdo que recién empecé a ir a la barra, en un partido América contra el Atlas, de regreso, en el metro General Anaya, habían agarrado a Efraín. La verdad no se por qué. Todo eso adentro del metro. Entonces la banda se salió del metro. Éramos unos quince. Lo bajaron a los torniquetes porque ya le habían hablado a la patrulla, y Efraín quiso zafarse y nos empezamos a pelear contra la policía. Ellos [la policía] eran unos diez. Logramos zafar a Efraín y de ahí nos tocó correr. Yo iba 31 La policía. Inhalar solventes. 33 Beber alcohol. 32 79 corriendo, y un güey34 se cayó. Él me trató de agarrar y me logré quitar y por ayudarlo a pararse pues la policía nos agarró; nada más a él y a mí. Recuerdo a ese compadre. Era el Ze Nene. La policía nos agarró de pagadores por la vergiza35 que les habíamos dado. Nos empezaron a pegar y después nos subieron a la parte de arriba del metro. Ahí había un cuartito y nos metieron. Nos agarraron a toletazos y zapatazos. De todo. A mí me quebraron la clavícula y ahí nos tuvieron como una hora. Nos abrieron las puertas y nos dijeron: “Tienen cinco minutos para irse”. Y pues a correr. Esa experiencia sí me marcó machín36. Me ayudó a saber que siempre hay que estar bien pilas37. No me arrepiento porque me agarraron por ayudar al compadre. Si me volviera a pasar, ¡lo vuelvo hacer! Queda claro que sin solidaridad, lealtad y (muy importante) visibilidad del daño y del sacrificio, el aguante de este barrista no tendría ningún valor. En términos generales, las acciones de “violencia”, físico-corporales o simbólico-discursivas de los ritualeros tienen una teleología, es decir una racionalidad encaminada a la consecución de fines ulteriores dentro y fuera de la barra. Para ello, las acciones deben ser “vistas”, es decir, deben ser notables y entre más daño al cuerpo y/o a la mente del ritualero, mayor reconocimiento recibirá de sus contrapartes. “Me quebraron la clavícula” es una declaración que busca el reconocimiento, la visibilidad del hecho por el que el declarante ha pasado. En el relato, sin embargo, no todo es grandilocuencia: A Efraín lo atrapó la policía y la respuesta de los ritualeros fue darle una “vergiza” a la tira y él tuvo que “pagarla” con una golpiza y un hueso roto. La clavícula fracturada es un “trofeo” de guerra que puede y debe ser expuesto. Con ello, dentro de la (auto-negada) jerarquía del RK, los integrantes van ascendiendo en la escala. Ese es precisamente el fin último: la persecución de posiciones más altas, lo cual repercute en un estatus de prestigio y 34 Tipo. Golpiza. 36 Mucho, con gran fuerza. 37 Atento. 35 80 en la ampliación de las redes y conexiones para la obtención de recursos que incrementan recíprocamente el goce mismo del cuerpo a través de drogas, alcohol o la adrenalina del enfrentamiento físico y verbal, además de dinero y recursos económicos derivados de los anteriores. En todo caso, esos “trofeos” apuntalan la práctica de una masculinidad envalentonada y despreciativa de cualquier (real o imaginaria) debilidad, asociada a la homosexualidad y/o a la feminidad. El 14 de abril de 2010, América enfrentó a los Pumas de la UNAM. Ese día asistí al Estadio Azteca con Dany. Nos quedamos de ver en su casa, por lo que fui por él en mi automóvil. Él se mostraba especialmente nervioso, ya que el partido contra Pumas es de mucha intensidad. Llegamos a las afueras del estadio y conseguimos los boletos. Entramos por la explanada de Tlalpan, y previa revisión subimos al túnel 48. Este es uno de los partidos con mayor convocatoria y que potencialmente puede generar enfrentamientos de gran escala entre los aficionados de ambos equipos, por lo que el Gobierno del Distrito Federal despliega una cantidad muy grande de elementos policíacos. Las medidas de “seguridad” alrededor y dentro del estadio son muy notorias. Como en todos los encuentros, el núcleo del RK planea una acción de “colorido”. El “colorido” es un concepto un poco vago, que incluye desde arrojar papelitos de colores a la cancha, hasta acciones consideradas como peligrosas (e incluso ilegales) como la utilización de petardos y fuegos artificiales. Yo había escuchado y leído (en las páginas de internet por las que se ponen de acuerdo los integrantes del RK) que se llevaría a cabo una acción “nunca antes vista en alguna otra cancha del mundo” (usuario criminal_soccer en Fotolog). De la misma forma que en otros encuentros, la revisión y cateo personal hasta la zona alta del estadio fue exhaustiva por parte de la policía. El partido, por 81 haberse realizado a media semana y no contar con las mejores alineaciones de los clubes, no atrajo el número de aficionados que yo pensé. De cualquier manera, la tribuna del 48 contaba con un regular número de asistentes. Dany, una vez en la tribuna, se alejó de mí y fue con sus camaradas. Los ritualeros cantaban a capela, ya que el ingreso de los instrumentos musicales ha sido un problema constante con las autoridades del estadio. En la cancha, los equipos todavía realizaban sus ejercicios de calentamiento. De forma sorpresiva, las mascotas de ambos equipos, “Agui” (del América) y “Goyo” (de los Pumas) ingresaron a la cancha para jugar unos tiros de penalty. Después, “Goyo” organizó y coordinó el grito de guerra de los Pumas: un “Goya”. Los ritualeros observaban con molestia la acción y gritaban y cantaban lo más alto que podían para ocultar la acción coordinada de los aficionados Pumas. Los ánimos eran a cada momento más efusivos. El partido comenzó y los equipos simplemente no estuvieron a la altura de las expectativas y se mostraron bastante tímidos. En las tribunas, por el contrario, la “batalla” fue mucho más intensa. Los cánticos de un lado y del otro se alternaban y traslapaban en un constante escándalo. Diez minutos después del inicio del primer tiempo, los instrumentos musicales del RK finalmente aparecieron por el túnel 48. Mientras eso sucedía, un gran contingente de ritualeros seguían al Chetos y a otros líderes de la “primera línea”. Su movimiento fue rápido y de alguna manera sospeché que la acción planeada estaría por realizarse. Pasaron algunos minutos, cuando de pronto, en medio del contingente ritualero, justo arriba del portal del túnel 48, una gran nube blanca se formó. No existió ninguna explosión, por lo que no podía ser humo, además de que nadie corrió desaforadamente. Por el contrario, gritos de euforia secundaron a 82 la nube. La policía comenzó a movilizarse, pero el asunto pareció no pasar a mayores. Yo salí unos minutos antes de finalizar el encuentro. Al siguiente día me comuniqué con Dany y le pregunté qué había sucedido. Él me comentó que la “acción de colorido” consistió en introducir seis extinguidores que fueron activados, lo cual provocó la nube. También me dijo que al final del encuentro, en la salida del túnel 48, se suscitó un “moderado” enfrentamiento con la policía, pero que en las cercanía del estadio Chetos y otros dos jóvenes integrantes del RK fueron aprehendidos por la policía, acusándolos de la introducción de dichos extinguidores e imputándoles una lista de cargos: daño a propiedad ajena, lesiones e incluso “tentativa de homicidio” (en palabras del propio Chetos). Cuando charlé con Chetos al respecto, él se mostraba muy orgulloso de la acción realizada y de haber sido arrestado por la policía. “Nos pasamos de verga 38”, me dijo con una mirada de satisfacción y orgullo. “Seis extinguidores. ¿Te das cuenta de lo que eso significa?”, me preguntó. “¿Y cómo los pasaron?”, le cuestioné. “Mmm..., ese es el secreto ¿tú cómo crees que lo hicimos? Piensa mal y vas a acertar”, sentenció lacónico y presumido. Desde mi punto de vista, la colusión con la policía era evidente. Algún mando de la policía debió saber lo que estaba pasando, ya que de otra manera no hubiese sido posible la introducción de los extinguidores. También me comentó que a él y a un par más de jóvenes los arrestaron y los mantuvieron con el ministerio público por más de veinticuatro horas. “Pero eso es lo de menos. Lo importante es que nadie dijo nada. Todos aguantaron vara”, 38 Se excedieron. 83 aseveró. Continuó: “Y eso que nos estaban acusando de una cantidad de mamadas39 que ni te imaginas: hasta de intento de homicidio, ¿cómo ves? Decían que el polvo de los extinguidores puede matar a alguien. Al final también dijeron que se había dañado el pasto de la cancha, que se había quemado y que costaba varios millones de pesos. Puras mamadas, carnal”. Al final, los dejaron libres, pero Chetos tuvo que pagar una fianza de $30 mil. Para tal efecto los ritualeros organizaron un “vaca”, es decir una cooperación monetaria. Algunos de los puntos destacables del relato son: 1) Que las llamadas acciones de “colorido” son usadas como parte de una lógica de disputa con las barras rivales, pero en el caso del RK también lo son en contra de la autoridad y los dueños del club, por lo menos discursivamente. En segundo lugar la disputa discursiva en contra de las relaciones “verticales”, igualmente identificadas por los ritualeros como prácticas de viejo cuño (casi de corte priísta). En una ocasión, a principios de 2011, entrevisté a Chetos y Pete, en un bar cercano al Monumento a la Revolución. Tomamos una cuantas cervezas y, para efectos de este apartado, lo más sobresaliente fue la forma en que Chetos literalmente sometió a Pete por medio de la gestualidad y las miradas. Chetos y Efraín son muy enfáticos al decir que el RK “no tiene capos (líderes) y es de todos”. Sin embargo, durante la charla, Chetos siempre inhibió la participación de Pete. Cuando yo preguntaba o comentaba algo, aludiendo a Pete, Chetos extendía su mano y brazo frente a Pete, en señal de que debía callar. Al pretender contestar algo, Pete siempre miraba a Chetos y éste, devolviéndole el mensaje, 39 Asuntos fuera de lugar, en este caso. 84 asentía o negaba la intervención de aquel. En una sola palabra, la jerarquía de Chetos sobre Pete fue absoluta. El discurso de los líderes del RK pretende engarzase al de la horizontalidad, igualdad y democracia en torno a la toma de decisiones, pero la realidad es muy distinta, en la medida en que las jerarquías (si bien no están estipuladas formalmente) sí se plantean de muchas maneras. Un ejemplo de ello nos lo ofrece un mensaje que Efraín mandó a través de la red social llamada Fotolog. En ese mensaje, Efraín, llama “coordinación” a lo que evidentemente es liderazgo y jerarquía interna, fuertemente territorial. Sin embargo, este apartado no versa sobre la organización ni la coordinación del grupo, así que el análisis de este mensaje será abordado más adelante y por lo pronto abordaré un aspecto más del amplio concepto de la masculinidad barrista de los jóvenes ritualeros: la música y los cánticos. Para los ritualeros, el cuerpo sin movimiento es un cuerpo “amargo” y mediocre. El cuerpo debe moverse exagerada, alcocada y “pasionalmente”. Es un cuerpo en “resistencia”. El cuerpo del ritualero es la materialización de una moralidad masculina que se mueve en la ambigüedad discursiva del descontrol, por un lado, y la racionalidad de la violencia homofóbica y misogina, por el otro. El descontrol es expresado vehementemente por el uso intensivo y extensivo de sustancias (alcohol, solventes y/o pegamentos primordialmente) y toma lugar en las tribunas brincando, agitando los brazos, desgarrándose las cuerdas vocales. La racionalidad de la violencia no sólo se expresa mediante golpes y riñas, sino que se consolida en expresiones marcadamente racionales, organizadas y tecnificadas, como la musical. 85 En el argot barrista suramericano y trasladado al mexicano, la murga es la organización musical por excelencia para alentar a los equipos de futbol desde las gradas. En esencia, una murga está compuesta por instrumentos de percusión como bombos, platillos y tarolas, aunque puede incluir algunos metales como la trompeta o el trombón. El efecto de la musicalización de las prácticas de los ritualeros es sobresaliente y en buena medida, la exacerbación del “sentimiento” sólo se puede realizar a través de la música. En alguna ocasión que la directiva del club no dejó que el RK ingresara ningún instrumento musical, uno de los integrantes me comentó que el partido no iba a ser igual sin la música. Para ellos, el colorido que genera la sincronización de movimientos al ritmo de la música es una forma básica de expresar el amor por el club. La murga del RK es llamada “Los Rompe Canchas”. En abril de 2010 fui invitado por Dany a un ensayo de “Los Rompe Canchas”. Él me citó a las afueras del estadio Azteca. Ese día, cuando arribamos al Citlali, punto de encuentro, ya estaban unos seis o siete jóvenes ritualeros. No fue hasta que Chetos llegó cuando el grupo se movió al lugar de los ensayos, en casa de uno de los integrantes, ubicada a unas cuantas cuadras del estadio. La casa tenía un patio amplio y en uno de sus costados se encontraba un pequeño cuartito que servía de bodega para los instrumentos y otras cosas como banderas del RK. Chetos daba las indicaciones de qué hacer. “Saquen los instrumentos, ¿no?”, le dijo al dueño de la casa, quien rápidamente juntó al grupo para sacar todos los instrumentos. En esa ocasión pude contar cuatro bombos, un tambor y una tarola. Además un trombón y una trompeta. Los bombos tenían inscritos el número “48” de un lado y 86 en el otro la leyenda “Los Rompe Canchas” y el escudo del club América. Técnicamente, el más avanzado de los integrantes era el propio Chetos, quien, a pesar de ser el más experimentado, carece de una formación musical. El ensayo se basó sobre un arreglo muy elemental de la famosa melodía del “Negro José”. La coordinación rítmica fue muy limitada durante todo el ensayo, sin embargo, después de una hora, la melodía fue interpretada con cierta consistencia. Una vez que la murga logra la musicalización, antes de los encuentros se distribuyen las letras de las canciones, además de las que ya se consideran como parte del repertorio. Durante los encuentros, la música funge como uno de los elementos principales del “colorido” y la fiesta en la gradas. Por obvias razones, la música logra una sincronización de movimientos, lo cual genera una fuerte sensación de pertenencia colectiva. Al ritmo de las melodías, los ritualeros brincan, se balancean, realizan ademanes y, por supuesto, cantan. Pero los cantos no están vacíos de contenido. Son una mezcla de autoafirmación (referentes al aguante, la locura, la pasión, el amor, la embriaguez o el exceso) y de desprecio hacia los seguidores contrarios (generalmente revestido de homofobia y misoginia). Si las letras de las canciones originales se refieren al amor romántico entre hombres y mujeres, en las canciones del RK ese amor es sustituido por el que tienen hacia el club. Ese amor, siempre es considerado como verdadero, original y, podría decirse, inmaculado. Jugando bien o jugando mal, yo te quiero. No me importa nada, nada. Te vengo alentar. 87 Discursivamente es un amor inconmensurable, ajeno a las veleidades de la vida diaria, pero paradójicamente inscrito en la dimensión de la vida cotidiana. El amor que los ritualeros expresan en sus canciones raya en el martirologio. Es pasional, desbordado y exhaustivo: Vamos, vamos Crema Ponga muchos huevos Que juntos la vuelta vamos a dar. Que esta banda loca Te sigue alentando hasta el final Hace referencia al corazón, el cual se idealiza como el órgano pasional por excelencia, y que tiene que acelerarse y explotar de pasión por medio del movimiento continuo, los gritos y hasta el llanto; Mi corazón pintado bicolor Te quiere ver campeón De igual forma el amor desmedido exige virilidad al equipo, el cual debe poner todos sus esfuerzos y fortalezas en consecución de la victoria y satisfacción de los seguidores: Vamos azulcrema con huevos vaya al frente, de corazón te lo pide esta gente. Seguirte a todos lados esa es mi ilusión de mi corazón. Todas estas canciones y melodías tienen una gran influencia por parte de grupos profesionales. La influencia de agrupaciones musicales suramericanas es notable. Entre los grupos preferidos de los ritualeros podemos citar a “2 Minutos”, “Ataque 77”, “Auténticos Decadentes”, “Cartel de Santa”, etc. Estos grupos son de diferentes géneros musicales, pero sus composiciones redundan en temáticas que 88 son del agrado (y podría decir, del culto) de los ritualeros y las cuales redundan en las conductas (por lo menos en los discursos) que los ritualeros quieren imponer. “2 Minutos”, por ejemplo, es una agrupación argentina de música punk cuyos títulos de canciones son, entre otros: “Amor suicida”, “Borracho y agresivo”, “Vómito bar”. La canción describe en unos cuantos versos el encuentro de un hombre y una mujer en la plaza. Ella esta bebiendo. Él la aborda y conversan. La última estrofa de la letra de “Amor suicida” es la siguiente: El tiempo corría; la verdad no avanzó. Ella me dio un beso y se despidió. Caminó unos pasos y un arma sacó. Yo le pregunte: “¿Nena qué vas a hacer?” No me respondió, y el gatillo ella apretó. En las afueras del estadio es común encontrar camisetas con la leyenda: “Amor suicida” en referencia al club América. Un informante del RK señala, al invitar a un concierto de este grupo en la ciudad de México: “2 minutos fue de los primeros grupos que cantaron dedicando letras a la gente que para en las (gradas) populares, alentando. Su símbolo nunca falta en las rejas de las canchas de Latinoamérica y sobre todo sudacas (suramericanas). Nunca faltan las batallas en su conciertos entre barra rivales”. Figura 3. Amor suicida 89 En el Fotolog de uno de los integrantes del RK, aparece la siguiente fotografía: Figura 4. BoRrAcHoZ & AgReCiVoZ La noche es muy larga sin pericos ke platiken La referencia a los “pericos que platiquen” es muy clara: se relaciona a la cocaína, que entre otros nombres, cuando es inhalada recibe el nombre de “perico” y es sacada la letra de una canción de otro grupo: Cartel de Santa, al cual nos referiremos más adelante. Pero el hecho aquí es que el título de esta fotografía está vinculado a la canción homónima de “2 Minutos”: “Borracho y agresivo”, cuya letra es la siguiente: Otra maldita noche más, llegaste puesto a tu hogar. Tus críos dormidos están, y tu mujer te dice: “Borracho otra vez, ¿vos querés comer?” El plato de guiso de ayer, recalentado otra vez. Y en la damajuana no hay nada que beber. Te estás poniendo nervioso otra vez. Borracho y agresivo. “Cartel de Santa” es otro grupo de gran influencia entre los ritualeros. Este grupo tiene un estilo “hip-hop” y las letras de sus canciones hablan (y hacen apología) de sustancias ilegales, la violencia, el alcohol. Una de sus canciones, 90 que uno de los ritualeros me comentó es de sus favoritas es la que se llama “Súbele a la greibol40”. Esta canción es un panegírico bastante elemental sobre el uso del alcohol y las drogas (la cocaína) y de la violencia física que normalmente se relaciona a ellas, especialmente entre los varones: Súbele a la greibol. Sírveme un Black Label [...] pa’ bajar el pase porque ya me ando torciendo. Compa, sáquese otra bolsa pa’ dormirnos el tabique que ocupo que se aplique. La noche es muy larga sin pericos que platiquen. Llevo tres días sin dormir y hoy quiero amanecerla aunque me sangre la nariz, ya lo decidí. No ve que ando dolido. No pregunte el motivo porque luego no lo olvido [...] La canción hace referencia clara al “aguante” del cuerpo varonil. Las frases: “Tres días sin dormir” y “aunque me sangre la nariz” son evidencia discursiva del aguante corporal que demuestra la resistencia varonil, tan preciada entre los ritualeros. De igual manera, el “reggaetón”, la “cumbia villera” y los llamados “narcocorridos” son otras fuentes de recursos simbólico-musicales utilizados por los ritualeros. El reggaetón, como es sabido, es una mezcla de estilos musicales, con un marcado ritmo caribeño. La proclividad rítmica y las letras de las canciones desenfadadamente misóginas, violentas y provocativas sexualmente, han producido un fenómeno juvenil (poco estudiado, por cierto): los “perreos”. He tenido conocimiento de que varios de los integrantes del RK son asiduos a estos eventos, los cuales constan de la programación permanente de reggaetón y el uso 40 La “greibol” es la grabadora músical. 91 intensivo de alcohol y “mona”. Los varones bailan detrás de las mujeres, que, de espaldas y moviendo las caderas y el culo, rozan y frotan el pene de sus parejas. Es particularmente interesante que la lírica del reggaetón establece a la ciudad, en general, y a la calle, en particular, como los lugares en los que se desenvuelven los jóvenes varones descalificados por la pobreza y la exclusión (Flores, Zaire Zenit Dinzey. “De la Disco al caserío:Urban Spatial aesthetics and policy to the beat of reggaetón”, Centro Journal, núm. 2, vol. XX, otoño, 2008). De forma dialéctica entre la lírica reggeatonera, el discurso y práctica del aguante de los ritualeros se consuma, por antonomasia, en el barrio, en la calle o en la fiesta (o el estadio, para efectos específicos) y generalmente esta realización es en contraposición a las mujeres o aquellos considerados como mujeres. La cumbia “villera”, por su lado, es un género musical muy popular en la Argentina. La sencillez de los acordes y las narraciones de sus letras, referidas a la vida cotidiana en los barrios pobres y populares (también conocidas como “villas”) de Buenos Aires es una fuente inagotable de Otro recurso discursivo que da cuenta del aguante, el descontrol y el gusto por la violencia, del cual he podido hacer seguimiento por medio de las redes sociales, como Facebook y Fotolog, son las películas que los ritualeros consideran de culto. Sobresalen algunas como Naranja Mecánica (A Clockwork Orange), El Padrino (The Godfather), Caracortada (Scarface), ‘V’ de Vendetta (‘V’ for Vendetta) o Asesinos por naturaleza (Natural born killers). Estas películas tratan, desde diferentes puntos de vista, el tema de la violencia. Bajo cierta perspectiva, las cintas recrean la violencia organizada (de pandillas y de gángster). 92 Figura 5. En referencia a la película Asesinos por naturaleza Uno de mis informantes claves, de hecho, utiliza el seudónimo “Brasi” como la forma en que se identifica en las redes sociales. (Luca) Brasi es el nombre de uno de los personajes más violentos de la saga El Padrino y probablemente el único a quien Vito Corleone (Marlon Brando) teme. Otro de mis informantes se hace pasar en la red Facebook como Alex De Large (utilizando una figura estilizada del personaje), el sicópata y ultraviolento protagonista de Naranja Mecánica. De forma permanente, mis contactos hacen referencia a frases de estas dos u otras películas. En sus perfiles de las redes sociales es posible observar cómo se regodean con enunciados extraídos de esas cintas tales como: “La violencia engendra violencia”, “Bueno, esto sí que ya es lo último. Lo último de verdad, sí. Ya eres un asesino, pequeño Alex. Un verdadero asesino” (Naranja Mecánica); “Cuida siempre a tu hermana de tu mejor amigo, podrías llevarte una sorpresita...” (Caracortada) o “El único veredicto es la venganza, la vendetta, como voto y no en vano, pues la valía y veracidad de ésta, un día vindicará al vigilante y al victorioso” (‘V’ de Vendetta). 93 Figura 6. La venganza del Ritual Después del fuerte conflicto, el cual desembocó en la escisión que he narrado, Efraín escribió en su página personal, utilizando la imagen arriba insertada: Esta imagen [tomada de la película Naranja Mecánica] ustedes la conocen, ALEX le tubo que dar una leccion a sus drogos por quererlo rebasar, por querer hacer cosas atras de su espalda, ESPERO Y NO TENER QUE LLEGAR A PUNTOS violentos entre nosotros pero deben entender Y SABER RESPETAR (usuario criminal_soccer de Fotolog). Más recientemente, la película Hooligans se ha convertido en un referente casi ineludible del estilo, el argot y las aspiraciones de los jóvenes barritas del RK. La película, como su titulo lo indica, es un relato ficticio de una agrupación de fans ingleses (hooligans) al futbol, extremadamente violentos y en permanentes disputas con las bandas rivales y la policía. Un informante ritualero, alguna vez me comentó que ellos no eran simples aficionados de futbol sino “verdaderos obsesionados de la cultura de las barras y los hooligans”, haciendo referencia a dicha película. Un aspecto más de la utilización exacerbada del cuerpo trasgresor del cual los ritualero hacen gala son los tatuajes, el cual nos lleva a otro aspecto, sobre el cual 94 no he podido ahondar, por lo que sólo habré de realizar un apunte: el culto a la Santa Muerte. En mis visitas al estadio, he podido observar cómo es usual que integrantes del RK anden con el torso desnudo. Es una clara y contundente muestra de masculinidad, que se ve reforzada por los múltiples y variados tatuajes que pueden observarse en sus cuerpos. Varios de ellos tienen tatuado el símbolo del RK, un número 48 o algún otro símbolo que haga referencia a su pertenencia o simpatía por el club América y/o el RK. Sin embargo, además de estos tatuajes relativos al club, muchos de ellos tienen inscripciones religiosas y del culto a la Santa Muerte. Efraín se refiere a la Santa Muerte como la “patrona de todo el RK” y del barrio del cual es oriundo, en la Delegación Iztacalco, al oriente de la ciudad de México. Dice con orgullo que él es amigo en especial de “la banda que no para de tomar en la semana” ya que “la Santa nos cuida” y además de pensar “todo el tiempo en nuestro amado club América”, él y su grupo cercano “se emborrachan hasta embrutecerse”. Muchos integrantes tienen tatuadas figuras de la Santa Muerte en sus brazos o su torso. Figura 7. Tú siempre nos cuidas 95 No obstante, algunos de los principales temas a los que hacen referencia los tatuajes, como se ha visto con la música, son: el corazón y la “pasión”. Idealizando y estilizando al corazón como el órgano “pasional” por excelencia, los tatuajes combinan el concepto de un amor pasional, quemante, incontrolable por el club y la noción de un corazón que corresponde a ese “sentimiento”. Asumiendo que la pasión es una emoción “natural” e inherente a la esencia humana, los ritualeros caracterizan su pasión por el club (en algunas ocasiones le llaman “sentimiento”) como inevitable y fuera de la fuerza de la razón. Así, los tatuajes (como el de la fotografía siguiente) representan corazones ardiendo e impulsados por el amor al club, simbolizados por los colores y logotipos del club América. Vale detenerse en esta conjunto de ideas desplegadas por los ritualeros y expresada en los tatuajes: amor/pasión/sentimiento. Como lo he mencionado respecto a la utilización que hace Magazine (2009) de la lógica del movimiento Romántico, los integrantes del RK ven a la “razón” no como un obstáculo o enemigo, pero tampoco como un fin per se. La razón y la racionalización denodada de las prácticas y los procesos de apoyo al club serían vistas en demérito absoluto del crecimiento de la pasión y el sentimiento, tan ligadas al ideal de aguante, descontrol y locura. Además, la racionalización implicaría, según ellos, una subordinación jerárquica a las directrices institucionales del club y los diferentes ámbitos del gobierno. Es decir, racionalización y razón son asociadas por los ritualeros a la jerarquía y, por ende al control institucional. Así, según Efraín: La barra del América [el RK], es una barra enferma, un poco loca pero distinta a las demás. Nuestra dignidad y nuestro honor valen todas las estrellas [campeonatos]. Nuestro destino no lo maneja nadie, somos cautivos del cemento [las gradas] de atrás del arco. No tenemos líderes, ni 96 los queremos. Acá todos somos hermanos, todos somos iguales. Cada domingo en la popular norte del Azteca, tratamos de darle al club más grande y glorioso del país algo especial. Aunque nuestra directiva y la policía nos traten de boicotear los sueños. No importa si jugamos contra Gallos, Indios o Pumas. Tampoco importa si contra el Barcelona, River o el Resto del mundo. Para el Ritual del Kaoz el resultado y el rival son lo de menos. Pasión, sentimiento, locura y enfermedad son todas categorías que dicen los ritualeros vienen de “adentro”, desde el corazón (y para el corazón) y ningún tipo de racionalización o jerarquía caben en la práctica moral para acrecentarlas hasta lo máximo posible. Es obvio que ni la pasión, el sentimiento, la locura ni la enfermedad son conceptos neutrales o puramente “biológicos”. Todas ellas están inscritas en códigos sociales y culturales, pero al mismo tiempo esas categorías son códigos sociales y morales con los cuales los integrantes se desplazan y comunican. Si todos esos conceptos pueden englobarse en uno, ese sería el del aguante, como ya se ha dicho. Pero el aguante es una decantación (podría afirmar) corpórea del imaginario que le da sentido al futbol como espectáculo y al espectador mismo como sujeto social activo. Figura 8. Los RK 97 Según Aragón (2009) la violencia que expresan los aficionados argentinos al futbol es todo, menos irracional. Interpreto a través de este autor que la forma en que están estructuradas y codificadas las prácticas violentas y de aguante entre los hinchas de la Argentina, implica que a su vez éstas sirvan como código de relaciones sociales entre ellos. Pero al igual que con la violencia propiamente dicha (es decir, física), los ritualeros también actúan racional y codificadamente con la pasión, la locura y el descontrol. Asumir que la dimensión pasional se contrapone a la racional es impreciso, por lo menos en cuanto al hecho de que la pasión no es un “sentimiento”, sino un código, un bien valorizado (y valorizable) y un efecto del propio del proceso de espectacularización. En otras palabras, el amor pasional, el aguante, el descontrol, el colorido, entre otros conceptos que apelan a la dimensión corporal y, por ende, irracional del sujeto, son precisa y paradójicamente los conceptos cultivados por lógicas, racionalidades y (mayormente) moralidades bien codificadas. Como tales, estos conceptos son valorizados e intercambiados en una mecánica a veces muy semejante a la del mercado, en otras al de la reciprocidad, pero siempre bajo un mínimo de racionalidad y teleologías muy concretas, nunca azarosas del todo. El aspecto organizativo del RK Si bien es cierto que el discurso del RK se basa sobre la lógica del aguante y sus conceptos y prácticas asociadas, como el descontrol o el colorido, en efecto la agrupación tiene claros rasgos organizativos y jerárquicos. El primero y más elemental de los aspectos que denotan la jerarquía del grupo es la denominación ya referida de la “primera fila” o “núcleo” del RK, actualmente liderado por el Pardo. Sin tapujos, como ya también lo he señalado, ese petit comite es referido 98 como “La Banda del Pardo”, haciendo clara referencia al líder de la agrupación, Efraín. En mis primeros contactos con Dany, me advertía que al “núcleo” se ingresa poco a poco y que muchas de las cosas que se expresan y dicen dentro de ese círculo, sólo son del conocimiento de sus integrantes. Dany fue quien me comentó que uno de los lugares de reunión al que asisten con mucha frecuencia es una pulquería en el centro de la ciudad. Lo que realizan en esa cantina-pulquería, es un nítido ejemplo de lo ambiguo y contradictorio del sentido discursivo y pragmático del RK. Por un lado, el lugar es espacio de expresión del aguante masculino, mediado por el consumo de alcohol y la realización de “ligues” femeninos. Pero por el otro, es un espacio organizativo y de planeación. Dice Efraín: “[Allí nos consiente] el dueño de la cantina, Don ‘Pifas’. [Y ahí], en esta famosa pulquería, ideamos planes de la barra, toda la semana. Amigos y enemigos acá nos pueden encontrar”. Tal como he señalado, las acciones de los fines de semana son planeadas y organizadas en el seno del “núcleo”. Generalmente, a través del internet o de los teléfonos celulares, el “mero mero”, el “patrón”, es decir, Efraín, y los demás integrantes del núcleo esparcen (casi siempre de forma parcial) la información de la “acción” del fin de semana correspondiente. Arriba relaté acerca de la “acción” que llevaron a cabo con algunos extinguidores, durante un encuentro contra los Pumas. Algunas semanas antes de ese hecho, Dany me dijo que “algo grande” se estaba planeado para ese partido. Por los medios de comunicación normalmente utilizados por ellos (internet y celulares), El Pardo fue informando de la acción. En su página de Fotolog insertó la imagen de un extinguidor y de una sombrilla (inicialmente tenían planeado introducir sombrillas y extinguidores) y solicitaba la 99 cooperación de los “barrios”. De forma críptica, Efraín estaba dando a entender lo que él y su grupo planeaban: la introducción de esos artefactos al estadio, con el fin de generar la nube de polvo y abrir sombrillas que le dieran “colorido” a la tribuna. Pero ¿cómo se organiza la gente del RK? En primera instancia, hay una organización territorial fundamental. Según la información a la que he podido acceder, la mayoría de los jóvenes que se integran al RK provienen de barrios populares. Un buen número de ellos vienen del oriente y nororiente de la ciudad: Iztacalco, Iztapalapa, Aragón, Ciudad Azteca, Nezahualcoyotl, Pantitlán, Chalco, Ixtapaluca y Ecatepec; del norte y norponienete: Naucalpan, Atizapán, Azcapotzalco, Tultitlán y Coacalco; del poniente: de lugares como Mixcoac, Magdalena Contreras, Álvaro Obregón; del sur: Coyoacán (Santo Domingo, Culhuacán, Santa Úrsula), Tlahuac, sólo por poner algunos ejemplos. Para quienes no están familiarizados con las zonas del Distrito Federal y su metrópolis, éste tiene áreas de administración política denominadas Delegaciones (equivalentes a municipios), que a su vez se subdividen en colonias (barrios y áreas residenciales). Azcapotzalco y Coyoacán son delegaciones que a su vez tienen barrios como El Rosario y Santo Domingo, respectivamente. Estas dos son barriadas populares en donde habita una gran cantidad de niños y jóvenes que se incorporan a las barras americanistas (y de otros equipos). Sin embargo, el “núcleo”, según me relató Isma, el fundador original del RK, no surgió precisamente de los barrios populares, sino en universidades particulares clasemedieras, como el Tecnológico de Monterrey. Al decir de su relato, él conoció personalmente en esa escuela a fundadores de otras barras del Distrito Federal, como los de la Rebel, que apoyan a los Pumas de la UNAM. Me comentó que 100 Tobías, uno de sus ex-compañeros, y ya desde aquellos años (finales de los 1990) era asiduo al internet y a la televisión por cable, le planteó la idea de crear una barra al estilo suramericano que apoyase al club América. Isma se vio tentado y atraído por la idea, por lo que gustoso aceptó la propuesta. Como ya he mencionado, fue así que se conformó La Monumental, una barra que por el gran atractivo del club rápidamente creció en número y fuerza. Como también lo he comentado, casi de manera inmediata surgieron las diferencias internas. Muchos consideraron que Tobías era un tipo demasiado “cuadrado” y rígido, poco proclive al “desmadre” y al “descontrol”. Pronto, rebasado por las circunstancias, Tobías dejó la dirección de La Monumental. Isma asumió parcialmente su lugar, pero, según su propio relato, su “ideología anarquista” también lo alejó de La Monumental. Fue el momento de la creación del RK, una agrupación de menor tamaño que La Monumental, pero que propugnaba por un “estilo” diferente de apoyar al club, independiente de la directiva y con marcadas tendencias “argentinas”. Para lograr su objetivo, Isma se apoyó en un pequeño grupo, en aquel entonces denominado “La Tremenda Monu”, casi todos oriundos del barrio de Santa Anita, en la Delegación Iztacalco, muy conocido por ser un barrio bravo del Distrito Federal. En ese grupo se encontraban Efraín, su hermano (El Astivia), Chetos y algunos más. Como relata Efraín, la adscripción territorial era muy importante, así que los trapos, en aquellos primeros años del siglo XXI, hacían referencia a los lugares de origen de los diferentes grupos como el trapo del barrio de marras, Santa Anita; o Santa Úrsula, Tepito, Villa de las Flores, etc., incluyendo colonias clasemedieras como la Condesa o Satélite. Según un relato de Efraín, esta última colonia (clasemediera por excelencia), estaba representada por los “Lobos”. 101 Pienso (y manifiesto que en esto especulo un poco) que la cercanía territorial del “núcleo” concentrado en barrio de Santa Anita, le permitió la coherencia organizativa al RK. La mancuerna Efraín y Astivia fue fundamental en este sentido, ya que precisamente por ser hermanos y vivir en la misma colonia les otorgó la posibilidad de planear las acciones del grupo. Isma me comentó que él buscó integrar la “ideología anarquista” al grupo, de tal suerte que la autonomía respecto a la directiva fuese un valor y una marca identitaria del RK, pero siempre resguardando una base organizativa territorial mínima, básicamente a cargo del grupo de Efraín. Fue éste quien logró consolidar a gente de Naucalpan, como los ATC Vandals y los Chapis Boys. Para la asistencia a los partidos en el Estadio Azteca, el RK ha mantenido una relativa estructura que les permite ser visibles como agrupación. En un día promedio de partido es normal que grupos provenientes de distintas partes de la ciudad se junten en las salidas de sendas estaciones del metro. Así, por ejemplo, los provenientes de la “zona oriente” se vean en el metro San Juan de Aragón. Los del norte, de barrios de Naucalpan y Atizapán, se reúnen en una esquina de la zona para de ahí salir al estadio; los de otras zonas norteñas de la ciudad se ven en el metro Aquiles Serdán y así en los demás puntos de la ciudad. Todo esto está planeado y organizado por el núcleo y realizado por los diferentes líderes territoriales. Ellos reciben los boletos que son gestionados por Efraín. Pero aquí hay que hacer un alto. Según lo dicho por los integrantes del núcleo, el RK no depende de la entrega de boletos por parte de la directiva, ni están afiliados formalmente al club, por lo cual no cuentan con credencial de ingreso al estadio. Este es uno de los elementos de los que más se jactan. Sin embargo, de alguna forma, la primera línea siempre cuenta con un “stock” de 102 boletos que ponen a disposición de los demás ritualeros. De hecho, sólo la gente de la primera línea puede recibir las series de boletos y venderlas a sus allegados a precios relativamente preferenciales. Uno de mis informantes me dio la versión de que mediante las gestiones de una mujer muy cercana a los integrantes del núcleo, el RK obtiene el stock de boletos quincenales para ingresar al estadio, ya que ella trabaja directamente en el club América. Nunca pude corroborar la historia, pero tampoco me parece imposible que esto fuese cierto, en la medida en que los únicos canales por los que se pueden obtener los boletos son a través de la taquilla o por medio de la directiva del club. Un aspecto más en el que se refleja la organización centralizada del RK es la venta de mercancía “original”. Chapis es uno de los encargados formales más importantes de la venta de camisetas, gorras y demás artículos disponibles para la venta del público en general. Los días de partido en el Estadio Azteca es posible observar que algunos de los integrantes del RK, a las órdenes de Chapis, colocan la mercancía sobre el suelo o en un puesto prefabricado que instalan ex profeso antes de los encuentros. Desconozco las cifras y montos de venta, pero lo que es notable es el esfuerzo organizativo y el establecimiento de reglas específicas para la producción y distribución de la mercancía oficial. En su página personal, Efraín señaló: “un aviso a aquellos que venden mercancia (sic) de la barra, ya sean boletos o mercancia (sic) RK, por el momento QUEDAN SUSPENDIDAS LAS VENTAS, HASTA PROXIMO (sic) AVISO” (usuario criminal_soccer de Fotolog). Y es que la venta de mercancía (camisetas principalmente) del RK está concesionada directamente por Efraín, mediante el pago de una cuota. Así lo describe él mismo: “quien vaya querer alguna plaza o concecion para la proxima temporada, tendra que haber dado la cuota a mi o a Chetos antes de que termine 103 este año. la cuota consta de $500 es igual para los gente que quiera comenzar su proyectos o para los de antes, que tenian plazas [...]” (ver “Voz de la popular” en Información del internet de la bibliografía) Figura 9. El puesto de ventas del RK Otra de las labores que Chapis realiza con regularidad es la de la renta de vehículos para los viajes foráneos. Un torneo consta de diecisiete juegos por equipo, por lo que en el caso del América, nueve u ocho se realizan fuera del Estadio Azteca. En algunas ocasiones, dos de las vistas se hacen a estadios dentro del propio Distrito Federal (Cruz Azul y Pumas), por lo que el equipo sólo sale de la capital del país una seis o siete veces. Algunos de esos viajes son realmente largos, como los que se realizan a Tuxtla Gutiérrez, Monterrey o Torreón. Otros más son de menor kilometraje como los de las visitas a los equipos Pachuca, Toluca y Querétaro. Sin embargo, todos ellos requieren de un mínimo de capacidad organizativa y coordinación logística. La mayoría de las salidas son 104 iniciadas en el Monumento a la Revolución. Si es un viaje largo, la cita se realiza la noche anterior al día del encuentro. Es decir, si el juego es el sábado a las 16:00 hrs. la salida es prevista a la media noche del viernes. Obviamente se pide una cuota de recuperación (que variará según el trayecto), la cual es pagada por los ritualeros antes de la salida y registrada acuciosamente por el Chapis o Pete, encargados principales de la organización logística. Los vehículos que se rentan también varían. Algunas veces, para los trayectos cortos se rentan autobuses de “ruta”, es decir, autobuses de transporte urbano cuyos chóferes están dispuestos a realizar el viaje. Pero estos camiones (como se les denomina en México a los autobuses) de ruta también son utilizados para viajes largos, lo cual es en una buena medida de gran incomodidad para los pasajeros del RK. En algunas otras ocasiones y cuando prevén que el contingente será pequeño, rentan camionetas tipo van, bastante bien equipadas y cómodas. Algunos de mis informantes me han comentado que durante los viajes, los ritualeros generalmente van consumiendo alcohol y/o inhalando solventespegamento, lo que hace de los periplos un momento muy importante para expresar su aguante, ya que entre más consuman dichas sustancias se manifiesta más el descontrol corporal, tan preciado entre ellos, y entre más largo y penoso el viaje más posibilidades de mostrar su aguante y apoyo al club. Pero para efectos de este apartado, lo importante es que viajar, además de lo anterior, también es, simultáneamente una oportunidad del núcleo para demostrar sus capacidades jerárquicas y organizativas. Por lo general, Efraín o alguien más del núcleo colocan en diferentes espacios del internet los anuncios para viajar, además de que se corre la voz de boca en boca al respecto. Por ejemplo, El Chetos anunció por internet, para el viaje a Guadalajara de abril de 2011: “Mañana ultimo dia para 105 pagar su boleto del clasico..... Se tienen pocos asi que aprovechen ...240 $ La cita es de 11 am a 1 pm en chabacano”. También es posible ver carteles digitales en las diversas “redes sociales” como el siguiente. Otro componente muy importante que denota el nivel organizativo del RK son las reuniones generales. Éstas, como es de suponerse, son reuniones que se realizan no sólo con los integrantes del núcleo, sino que en ellas participan todos aquellos que quieran hacerlo. Al igual que con otras actividades las convocatorias a estas reuniones generales se realizan de boca en boca y mediante el internet. Estas juntas se realizan pocos días antes del inicio de cada temporada, es decir, cada seis meses, aproximadamente. Asistí, invitado por Chetos, a la que se llevó a cabo en el Monumento a la Revolución el día 4 de enero de 2011. Esta reunión, según se leía en la página personal de Efraín en Fotolog, tendría la siguiente agenda: SE VIENE LA JUNTA GENERAL DE LA BANDA, NO SIN ANTES TENER MIL CONVIVIOS EN ESTE DICIEMBRE CON MI COMBO. MARTES 4 DE ENERO MONUMENTO DE LA REVOLUCION 7 PM. INVITADOS A LA JUNTA TODOS LOS AZULCREMAS DE CUALQUIER BANDA QUE QUIERAn CAMBIAR LAS COSAS CON ACCIONES Y NO PALABRAS, DE ARRIBA CORREMOS A ROBA-CELULARES A LOS PORROS, Y LOS QUE QUIERAN LUCRAR CON EL SENTIMIENTO DE LA BANDA, iniciaremos un movimiento para unir a la hinchada azulcrema SOLO EN LA POPULAR NORTE, la directiva de mierda que en estos años le ah intentado quitar la grandeza al CLUB AMERICA ya no podra seguir seperandonos con sus estupidas credenciales y estupidas porras por todos lados (usuario criminal_soccer en Fotolog) En efecto, el día señalado asistieron unos cien integrantes del RK. La mayoría jóvenes varones, pero la presencia de unas quince o veinte mujeres era visible. El comienzo de la reunión se retrasó hasta cerca de las 20:30 hrs., tiempo en el cual 106 varios de los ritualeros aprovecharon para beber cerveza o inhalar solventes y/o pegamento. Cabe señalar que esta reunión fue precedida por una crisis muy importante no sólo del RK (el cual recientemente había sufrido la notable separación de uno de los integrantes del núcleo y un buen número de sus integrantes), sino de la afición barrista americanista en general. Semanas atrás los Pumas de la UNAM habían visitado al América. El partido lo ganaron los Pumas (con lo cual obtuvieron su calificación a la liguilla) y en las tribunas muchos pensaron que la afición universitaria había superado por mucho a la americanista en su propia casa, lo cual fue percibido como una grave afrenta y humillación. En el internet se generó una andanada de críticas a los dirigentes de las barras, acusándolos de la debacle. En ese tenor, el núcleo del RK “retó” a todos los críticos a asistir a su reunión para que estos propusieran “soluciones”. Sin embargo, más allá de esa coyuntura, la reunión de comienzos de 2011 me permitió observar de primera mano características que yo identifico como fuertemente jerarquizadas y organizativas del RK. Efraín, como he señalado, citó a la reunión y fue hasta que él llegó al Monumento a la Revolución que ésta comenzó. De igual forma, él señaló el punto preciso y estableció el orden de la reunión: la forma de reorganizarse territorialmente; los mecanismos de apoyo (el “colorido”) en los juegos de local y los temas relativos a los viajes. Este tema fue de suma importancia e interés, ya que el club habría de realizar viajes a América del Sur con motivo de los encuentros relativos a la Copa Libertadores. Las intervenciones iniciales fueron de integrantes del núcleo, quienes argumentaron que, si bien estaban de acuerdo en que las crisis coyunturales eran resultado de malas decisiones, estas decisiones eran responsabilidad colectiva y no de un individuo o grupo reducido. Invitaban a los demás asistentes a que 107 plantearan abiertamente sus críticas y que realizaran sus propuestas. El principal orador fue El Chetos, que de manera elocuente exponía sus puntos y los del núcleo. Casi nadie se atrevió a tomar la palabra y cuando alguien lo hacía simplemente desviaba su argumentación y se prestaba más a reclamos generales y ambiguos que a propuestas concretas. En términos generales, observé que el núcleo planteó los problemas relativos a la reciente escisión, al decrecimiento numérico y a los conflictos del RK con la directiva del club, pero que de manera velada la verdadera discusión ya estaba solventada y todo fue más una especie de ejercicio terapéutico que de real discusión. Sin embargo, cuando de los viajes se trató, en especial los de América del Sur, los asistentes se animaron a participar y proponer formas de financiarse o disminuir los costos de los viáticos. Algunos plantearon conocer personas dedicadas al flete de autobuses o en líneas aéreas, cuyos apoyos podrían servir para tales fines. Más que a acuerdos, al final todo preció quedar en buenas intenciones y propósitos. A la par de esto, no obstante, Pete generó una lista de asistentes en un cuadernillo y llevó una especie de minuta de la reunión. La lista, hasta donde me pude percatar, contenía los datos de los asistentes y sus correos electrónicos. Con este relato de la reunión termino el planteamiento de algunos de los aspectos y prácticas organizativas del RK, los cuales, de forma contradictoria y dialéctica, se presentan a la par de los discursos y prácticas asumidas como pasionales e irracionales, tales como el descontrol, la violencia, la embriaguez y el colorido, enmarcados en el concepto del aguante. Mi descripción no ha sido exhaustiva, ni lo pretende ser, ya que he dejado fuera algunos otras prácticas que dan cuenta de esta dicotomía organizativo-irruptiva de los ritualeros (organizan 108 torneos de futbol barriales, fiestas y tocadas, entre otros), pero las que he presentado sirven para establecer mi argumento. El RK en el internet: los casos de Fotolog y Youtube Para varios de los integrantes del RK, el intercambio simbólico de insultos y ofensas entre ellos mismos, las barras rivales y la policía es una práctica común. A través del internet, especialmente de algunos recursos como el video y la fotografía, este intercambio discursivo es intenso y extenso. Cabe señalar que al igual que en las relaciones vis a vis, en la red electrónica, los intercambios discursivos y las prácticas están altamente sexualizadas y codificadas, lo cual habla de ciertos criterios de racionalidad comunicativa y simbólica, que echan por la borda todo intento de categorizarlos como irracionales y espontáneos, tal como apuntan los medios del mainstream hegemónico. Por el contrario, a través de la recolección y análisis de datos a través del internet, es posible realizar una decodificación e interpretación de dichas racionalidades, muchas veces las cuales lindan con lo instrumental, aunque estén revestidas de apasionamiento y emociones de corte melodramático. A través de mis observaciones directas en campo, he descubierto que muchos integrantes del RK recurren a un determinado número de instancias de la red para realizar su intercambio discursivo, fuertemente agresivo, sexual y confrontador. Uno de ellos es el portal www.fotolog.com. Este portal se define a sí mismo de la siguiente manera: Fotolog es el lider [sic] mundial de Foto-blogging, una de las redes sociales más amplias del mundo y un fenómeno cultural global. Más de 22 millones de miembros en más de 200 países usan Fotolog como un simple y 109 divertido modo de expresarse a través de los diarios fotográficos online o los Foto blogs. Lo que hace a Fotolog especial no es la funcionalidad de subir fotos, sino el modo en que permite conectar con otros de una forma sencilla permaneciendo en contacto con amigos y familia, explorando el universo Fotolog, descubriendo fotos de gente nueva de diferentes culturas, participando en las comunidades de interes [sic] del site, o quizás lo más importante, recibiendo comentarios sobre tus fotos de personas de todo el mundo. En efecto, es una de las llamadas redes sociales en las cuales sus usuarios tienen una acción comunicativa recíproca mediante los comentarios y mensajes que se pueden escribir mutuamente. Los integrantes de diversas barras alrededor del mundo intercambian información (identitaria y/o violenta) a través de este medio. Es posible ver información de organizaciones de aficionados de Argentina, Chile, Brasil, etc. La versatilidad del mismo radica precisamente en los diversos contenidos que pueden agregar sus usuarios: fotografía y texto, principalmente. Otro elemento muy importante es el relativo anonimato en el que los usuarios pueden desempeñarse en esta red. Y digo “relativo” porque para los usuarios externos a circuitos específicos, los seudónimos son barreras infranqueables de identificación personal. Sin embargo, para los integrantes de cada circuito, los seudónimos tienen claras y específicas referencias personales. Otro de los foros electrónicos por medio del cual hay una fuerte interacción entre los integrantes de las barras mexicanas es el popular Youtube. Este foro se especializa en la presentación de videos que los propios usuarios comparten para tal efecto. Como Fotolog, Youtube tiene la posibilidad de recibir “comentarios” sobre los videos. Nuevamente, el factor anónimo juega un papel importante, ya que los usuarios generalmente utilizan seudónimos para escribir sus comentarios. Estos comentarios son muy importantes, en la medida en que es posible observar, 110 en primera instancia, ciertos perfiles de aquellos que siguen determinados temas y subtemas. En segundo lugar, porque es un registro escrito (a pesar de –o tal vez gracias al– anonimato) muy poderoso de testimonios de muchos usuarios que directamente están involucrados en las temáticas presentadas por los videos. Pasaré entonces a realizar una pequeña etnografía basada sobre los comentarios en estas redes. Uno de los integrantes del R.K. con mayor actividad es el usuario que se identifica como “Azkm_0213”. Es un usuario del Distrito Federal, de unos 25 años de edad. Tiene un buen número de fotografías colocadas en su portal. Cada una de esas fotografías cuenta con un título y un comentario escrito por él. Azkm_0213 tiene una pluma relativamente fluida y por lo general sus participaciones escritas se apegan más a los cánones ortográficos que el de la mayoría de sus compañeros. Por lo general, sus colaboraciones van dirigidas a (no necesariamente en esta jerarquía): a) Señalar ciertos aspectos organizativos de la barra. Lugares de reunión, precios de boletos. Puntos de encuentro para salidas del Distrito Federal. b) Colocar fotos de las actividades de la barra dentro y fuera del estadio. c) Colocar fotos de banderas (trapos o jergas, como ellos les llaman) de equipos rivales que fotografiados de cabeza sirven como “trofeos”. Ahora bien, Azkm_0213 inició actividades en la red Fotolog a partir de 2006, año en el que se encontraba en los Estados Unidos. Las primeras fotografías que “subió” (colocó en el portal), hacen referencia a la creación de una especie de sucursal del R.K. en Los Ángeles, California. Una de ellas es un mosaico de cuatro fotografías en las que el usuario aparece frente a los trapos robados a aficionados de otros equipos. Sobre este mosaico, el usuario Azkm_0213 escribió: “Quien 111 manda en kalifornia?? RK”.41 Como comentario al pie de foto insertó el siguiente mensaje: UNA FOTO DE LOS QUE SE CREEN BARRAS .....PERO NO BIENEN POR SUS JERGAS... AHORA SI YA SABEN QUIEN MANDA EN KALIFORNIA??? AWANTE RITUAL DEL KAOZ!! Las jergas son las banderas “ganadas” a los aficionados rivales y el mensaje es claro. Este mosaico fotográfico recibió un par de respuestas de un aficionado al club Guadalajara, que aparece en el mosaico colocado por “Azkm_0213”. El usuario “Chiva100%” escribió en respuesta: NETA ME VALE MADRE KAON AMI NO ME IMPORTA LO KE DIGA LA GENTE YO SOY CHIVA Y NO ME METO KON NADIE ASI ME LA AGAN DE PEDO YO SOY KALMADO YO SOY PASION SIN VIOLENCIA ASI QUE AHORRATE TUS KOMENTARIOS PERO SI QUIERES PEDO DIME DONDE NOS BEMOS HORITA TODABIA BENGO KALIENTITO DE DONDE ANDABA SOLO ME TOMARA 3 MINUTOS PARTIRTE LA MADRE (http://www.fotolog.com).42 A su vez “Azkm_0213” respondió: JAJAJJAJAJA......BIEN MALOS LOS DE LA LESBION....JAJAJAJAJAJAJA....... QUE LOS VENGAN A VER...QUE LOS VENGAN A VER....ESO NO ES UNA BARRA SON UNAS PUTAS DE CABARET!!!! (http://www.fotolog.com) 41 Es importante señalar que el lenguaje escrito de los jóvenes internautas (los aficionados al futbol, entre ellos), es un lenguaje plagado de representaciones onomatopéyicas y cuasigráficas, además del uso exhaustivo de abreviaturas y sustitución de letras (la “q” y la “c” por la “k”, la ”w” por la “g”) en las que las letras, números y los símbolos ortográficos son utilizados para crear figuras gestuales y dibujos. Este lenguaje, según un artículo publicado por el periódico La Jornada es denominado ideal nol (Avilés, 2008). 42 Una traducción libre de esta respuesta: “La verdad no me importa lo que diga la gente. Yo soy aficionado de las Chivas y no me meto con nadie. Soy una persona pacífica aunque me busquen pleito. Soy pasión sin violencia, así que ahórrate tus comentarios, pero si quieres problemas, dime en dónde nos vemos ahora mismo. Todavía estoy caliente. Sólo me tomaría tres minutos romperte la cara”. 112 En esta respuesta, “Azkm_0213” se burla de “Chiva100%” a través de una multiplicidad de insultos de poderoso contenido sexual, provocándolo e intentándolo someter a través de esta forma de discurso. En primera instancia, el grupo de aficionados del club Guadalajara en cuestión se autodenominan la “Legión Chiva”. Azkm_0213 trastoca el nombre a la “Lesbión” y el resto del mensaje es elocuente por sí mismo. Este ejemplo, demuestra, en primera instancia, que las rivalidades futboleras mexicanas se han trasladado allende la frontera norte. En segundo lugar, que las prácticas atribuidas a los aficionados (hinchas) sudamericanos, especialmente a los argentinos, son racionalizadas y valoradas por muchos aficionados mexicanos. Para algunos de ellos, quitarle (“afanarles”, en su lenguaje) los trapos a los grupos de aficionados rivales a través de actos violentos (a los cuales se refieren como “combates” o “topones”, aunque muchas veces no son más que emboscadas de grupos muy numerosos en contra de pequeños grupos o individuos solos), denostarlos a través del internet, burlarse de su afición son prácticas muy comunes. Un tercer punto es la importancia de la territorialidad de las identidades que se generan alrededor de las aficiones futbolísticas. Este elemento es sobresaliente, ya que puede dar cuenta de muchas de las acciones que se forjan en el imaginario violento de los aficionados. Para ejemplificar el anterior punto describiré el video que se puede observar en Youtube, intitulado “La mentira se acabó!!!”, subido por el usuario “Kelreme05”. En una primera instancia, aparece un grupo de aficionados del club América corriendo (presuntamente en persecución de aficionados Pumas). El usuario 113 “Kelreme05” escribe: “En tus videos nunca se ve nada”, en alusión al aficionado del RK que supuestamente colocó el video de esta persecución en el mismo portal de Youtube. Después de esto escribe (utilizando letras azules sobre fondo dorado, los colores de los Pumas): “En los mano a mano me la chupas”, dando a entender que los aficionados del América, en duelos vis à vis, pierden contra los Pumas. Sin que las imágenes sean claras, en un descampado, se ve una secuencia en la cual varios aficionados presuntamente de los Pumas, están golpeando a aficionados del América y despojándolos de su camisetas amarillas. Si bien el video deja ver muchas cuestiones interesantes, los comentarios perfilan más el tema de la territorialidad que quiero establecer. Comenta el usuario “Zapantitlan”: el video lo dise todo ! eran mas !! no pasavan mas de 5 de la rebel contra un buen de putras gallinas y ps ya lo ven son montonero aver rifensen un tiro todos parejos y aver qien es mas puto y como disen !! ustedes gay inas q vaiamos a c. mezteca ust vengan a cu universitaria aver si si muchos wuevos tan solo se paran en la linea q va a universidad y ya les van poniendo en su madre !!! putas43 AguEnThe REbEl (http://www.youtube.com) Este comentario es refutado por el usuario “Buda1916”: ZAPANTITLAN ESTA POR LA VERGA LA REBEL SON MAMADAS SE ACUERDAN CUANDO LES DIMOS EN SU MADRE ALA PANTIREBEL KE SEGUN BARRIO PESADO LLA VIERON KE NO Y SI NO SABEN KIEN FUE FUE MONU NEZA44 (http://www.youtube.com) 43 Traducción libre: “El video lo dice todo. Eran más. No eran más de cinco integrantes de la Rebel (barra de los Pumas) contra muchos aficionados del América. Los retamos a un combate cara a cara para ver quién es más puto. Como dicen ustedes, aficionados del América de Ciudad Azteca (barrio al nororiente de la ciudad de México), mejor vengan ustedes a la Ciudad Universitaria para ver si tienen muchos huevos. Sólo se paran en la línea del metro que va Universidad y ya los van golpeando. Putas.” 44 Traducción libre: “Zapantitlan está mal. La Rebel no existe. ¿Se acuerdan cuando le ganamos en una riña a la Panti Rebel (Pantilán es un barrio popular al oriente de la ciudad de México)? Dizque Pantitlán es barrio bravo. Ya vieron que no. Si no saben quién fue: La Monumental (barra del América) de ciudad Neza (el municipio de Nezahualcoyotl es uno de los más poblados del país y linda con el lado oriente de la ciudad de México, muy cerca de Pantitlán)”. 114 Los comentarios continúan en este sentido. Asegura “Tavo16”: jajaja no se ve nada??? pero preguntales a los ke korrieron si no ubo o no, todos putos se bajan a tirar komo tres piedras y ya ke ven la de adeberas se hechan a korrer todos putos y hasta dejan a sus kompas ke stabamos madreando... jajaja y luego el video de iztapa ke pedo?? si les pegaron pero hay si pa ke vean eran komo 100 vs 30 no mamen komo no les van a pegar????? PURA MONU EKTPK MANDA RE-ÑEROS-DE-EKT Y BANDA BURRA.. NO ME KREN KAIGANLE POR EKT Y VERAN KIEN MANDA PUTAS GATAS PITERAS45 Como es posible observar, los subgrupos de aficionados tienen una clara referencia territorial. Se puede pertenecer a una barra del América, pero de forma simultánea, el aspecto territorial de sus integrantes determinará varias de sus prácticas y discursos. Para muchos aficionados del América, pertenecer a una barra del club no basta. La consolidación de relaciones más fuertes y estrechas pasa necesariamente por conexiones territoriales. El barrio es un elemento fundamental. De esta forma, Ecatepec, Iztapalapa, Agrícola Oriental, Nezahualcoyotl, etc, serán referentes indiscutibles de las identidades de sus integrantes. Serán en esos espacios en los cuales se establezcan vínculos de violencia entre los integrantes de las barras de los diferentes clubes. En la ciudad de México, los clubes con número mayor de integrantes entre sus barras son América y Pumas, seguidos muy de lejos por el Cruza Azul, por lo 45 Traducción libre: “¿Qué no se ve nada? Pregúntale a los que corrieron si hubo o no algo. Todos putos. Tiran tres piedras y cuando ven la realidad corren y dejan atrás a sus compañeros que estábamos golpeando. ¿Y luego el video de Iztapalapa (demarcación política al oriente del Distrito Federal) qué? Sí, les pegaron, pero eran cien contra treinta ¿cómo no les vana pegar así? Firma: Monumental (barra del América) Manda. Reñeros (ñero es un apócope de compañero) de Ecatepec (municipio del Estado de México al nororiente del Distrito Federal) y Banda Burra (el burro es el animal insignia del Instituto Politécnico Nacional, institución con la cual la U.N.A.M. tiene una gran rivalidad deportiva). Si no me creen, vayan a Ecatepec, y verán quién manda, putos aficionados a los Pumas”. 115 menos a decir de algunos de mis informantes. No es casual que la territorialidad de los integrantes sea un aspecto recurrente en sus referencias a través del internet. Los jóvenes que están en constante intercambio de agresiones físicas en los diferentes espacios en los que se sucintan sus encuentros, y discursivos en el internet tienen fuertes vínculos territoriales. Algunos de estos vínculos se establecen en las escuelas. De esta forma, estudiantes de planteles de niveles medio y medio superior incrementan sus intercambios violentos a través de sus actividades en los grupos de barras futboleras. Es posible observar en campo cómo la rivalidad deportiva entre la U.N.A.M. y el I.P.N. es reforzada por las aficiones al futbol entre Pumas y América, respectivamente. De esta forma, las escuelas, territorialmente ubicadas, también juegan un papel importante en el discurso violento a través del internet. Se pueden ver unas dos o tres decenas de videos colocados en Youtube en los cuales los integrantes de las barras del América cantan el “Huelum” (canto del Instituto Politécnico Nacional). En los comentarios de esos videos es posible leer tanto a universitarios como politécnicos defendiendo su pretendida identidad institucional. Las firmas de alumnos presuntamente inscritos en el I.P.N y pertenecientes a grupos estudiantiles históricamente vinculados a actividades porriles como la Federación de Estudiantes Politécnicos, la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos o la Organización de Estudiantes Técnicos aparecen al calce de sus comentarios. Tal es el caso del usuario “Megavandalo” que en uno de esos videos afirma su identidad americanista y politécnica a través de La Monumental y la FNET, respectivamente. Esta pretendida o real identidad escolar apunta claramente a espacios de socialización en los cuales la violencia no está completamente circunscrita a las 116 rivalidades futboleras. Las disputas territoriales por diferentes causas son comunes entre los grupos estudiantiles más violentos. El futbol es un elemento más en esas disputas. En esta parte del trabajo he mostrado algunos ejemplos de los discursos que los usuarios e integrantes de barras del club América desarrollan en el internet. Los casos de Fotolog y Youtube son masivos en número y crecen constantemente, por lo que sería imposible realizar un recuento exhaustivo de los mismos. No obstante, he pretendido señalar que la violencia discursiva está muy codificada y racionalizada. De ninguna forma estas expresiones de violencia discursiva y simbólica son producto de individuos “salvajes”, mucho menos de “animales” y por tanto, no dan cuenta de efectos espontáneos y disruptores de la civilización. Más bien dan cuenta de construcciones sociales altamente jerarquizadas y excluyentes. Los discursos excesivamente masculinizados, homófonos y misóginos visibilizan jerarquías simbólicas (criticables, por supuesto) entre sus actores. Feminizando al rival, convirtiéndolo en puto o maricón, los aficionados pretenden establecer jerarquías en sus relaciones sociales, las cuales están profundamente historizadas por las desiguales relaciones de género. A través de las adscripciones territoriales, barriales como escolares, los usuarios del internet e integrantes de las barras dejan ver claramente la necesidad de decantar o sedimentar identidades que, como la futbolera, tendrían un menor grado de racionalización. Restan algunos apuntes sobre el discurso violento que los integrantes de las barras dejan ver en el internet. Uno de ellos, muy sobresaliente, es el aspecto “pasional”, casi martirológico de los contenidos. El amor por el club es sublimado 117 al extremo. Es decir, uno de los objetivos principales de la violencia discursiva, por paradójico que parezca, son ellos mismos. Esta especie de amor pasional/amor sufriente tiene altos rasgos abiertamente autodenigrantes. El exceso en el consumo de sustancias, principalmente el alcohol (que es el que menos problemas legales genera su ostentación), es valorado enormemente en el discurso de sus integrantes. Pareciera que hay una relación inversamente proporcional entre la trasgresión a las normas morales, que ellos entienden como las de la normalidad o del satus quo, e intensificar la devaluación física y moral de sus actividades y categorías identitarias. Así por ejemplo, es posible ver que los seudónimos de los usuarios de la barra RK de Fotolog, hacen muchas referencias a este aspecto: “borracho_y_bebedor” y “borrachoxsiempre”. De igual forma, las firmas de quienes dejan comentarios apuntan en ese sentido: “borrachos y orgullosos”. Los usuarios pertenecientes al RK plagan sus acervos fotográficos con imágenes en ambientes donde las botellas de cerveza y alcohol son fundamentales. “Se me antoja un Smirnoof con arandano y unos hielos... Carajo!!” (sic), apunta en un comentario reciente Azkm_0213 en su página de Fotolog. Por otro lado, como ya lo señalaba Castillo Berthier (2002) acerca de los nombres de las bandas de jóvenes en las décadas de los setenta y ochenta, los apelativos mismos de identificación muchas veces apuntan a la autodevalución. De esta forma, es común ver en Fotolog que sus usuarios se denominen a sí mismos como: mañosos, patanes, borrachos, alcohólicos, huevones. Es aquí donde en algún sentido se inscribe la lógica del discurso en contra de algunos aspectos de lo que, al parecer, ellos identifican con la “moralidad familiar”. Sin exceso, ni cuerpo ni espíritu alcanzan los niveles necesarios para la reafirmación del verdadero amor por 118 el equipo y odio por el rival. Autodenigrándose, autoinfligiéndose atributos negativos, segregándose del mundo de la contención que implica el discurso familiar impulsado por el estado, el deporte, el club y otras instancias, los aficionados del R. K. pretenden “transgredir”, por lo menos discursivamente su condición subordinada. La violencia, así vista, en buena medida, es reflexiva. A pesar de ello, algunos de los integrantes del RK, de diversas formas intentan desactivar este potente aparato discursivo trasgresor, mostrando aspectos de su “lado humano”. El multicitado “Azkm_0213” relata acerca de la foto en la que aparece junto a su hijo en el Estadio Azteca: PORKE A PESAR DE NUESTRA REPUTACION Y NUESTROS DEFECTOS, SIEMPRE TENEMOS UNA RAZON IMPORTANTE PARA SEGUIR ADELANTE, PARA AKELLAS PERSONAS KE PIENSAN KE UNO NO TOMA LA VIDA EN SERIO... TALVEZ NO SEAMOS LOS MEJORES SERES HUMANOS PERO ANTE TODO NUNCA PERDEMOS NUESTRA CALIDAD COMO PERSONAS! (http://www.fotolog.com) La reivindicación, contradictoria con la mayoría de los comentarios que este integrante del RK realiza, deja entrever las múltiples fuerzas morales que actúan sobre ellos. Por un lado, la fuerza social de una moralidad “familiar” que, a pesar de todo, sigue teniendo resonancia entre los integrantes de las barras. Por el otro, el intento vago y casi invisible por demostrar que la violencia simbólica y real que los barristas americanistas ejercen contra los rivales, la policía y contra ellos mismos, no es absoluta ni pura, sino divergente y contradictoria, llena de vicisitudes, no obstante su racionalidad. 119 Capítulo 2 Educación sentimental futbolera y clientelismo político: el caso de la “Porra Unión” Todo es mejor en familia Campaña publicitaria e ideológica del grupo Televisa Un primer acercamiento a las porras familiares Las llamadas porras familiares son un tipo especial de organizaciones de aficionados, las cuales surgen en, y que al mismo tiempo éstas refuerzan, un contexto social en el que el Estado mexicano consolida varias de sus instituciones (vinculados a la satisfacción de derechos individuales y sociales emanados de la Constitución de 1917) que evolucionaron a lo largo de las décadas posrevolucionarias, con continuidades, discontinuidades y contradicciones. La satisfacción de estos derechos ha sido mediada por prácticas que propongo llamar “clientelares”, a falta de otra categoría para definirla (ver Adler Lomnitz, 1994: 217274). No pretendo establecer de ningún modo que las porras familiares deben ser entendidas como resultado directo del contexto social y político en el que se organizaron. Leer la realidad de esa forma es simplista y poco explica las múltiples fuerzas que actúan en las coyunturas históricas, ya que las porras familiares aún siguen existiendo en un contexto que no es propiamente el que las vio surgir. La denominación “porra familiar” da cuenta efectivamente de un concepto, idealizado, moralizado, ambiguo y contradictorio, llamado “familia”, que a la luz de la historia del siglo XX posrevolucionario en nuestro país, será recurrente en muchos de los discursos hegemónicos y subalternos. Esta concepción de familia tiene, al igual que en el caso de las barras juveniles, un sustrato melodramático. 120 Esta base melodramática se dota simbólica y prácticamente, a su vez, bajo lo que se puede entender como una “educación sentimental”, cuyos valores y moralidad responden a los lineamientos del Estado posrevolucionario y las industrias culturales de él emanadas. Como señala Monsiváis para el ámbito de la llamada cultura popular del México urbano posrevolucionario, las porras recurren a discursos y prácticas que se encuentran bajo los preceptos de una “moral pública” urbanizada “fruto de la operación de la censura a cargo del Estado, la Iglesia (católica) y los representantes oficiosos de la Familia” (2008: 68). Es decir, promovido por la élite a través de los medios como el cine: “La adopción del melodrama (las frases, las poses, las actitudes solidarias, los estallidos autoritarios) como lo propio de la vida familiar. Sin el melodrama, las familias no consolidan redes de apoyos y sujeciones, y en los instantes de crisis las parejas se quedan solas”.46 De esta forma, se puede establecer que la imaginación melodramática cruza, bajo preceptos diferentes a los de las barras, las formas de organización verticales y de patronazgo-clientelares que se establecen como formas de organización de las porras, afianzando estereotipos de posiciones y “roles” familiares supuestamente tradicionales. El Estado y el patrón (en este caso el club) fungirán 46 Si bien es cierto que Monsiváis hace un recuento preciso del impacto del cine sonoro en el modo de vida urbano del México posrevolucionario, las características que el autor señala son perfectamente utilizables para el fenómeno deportivo y de su espectacularización y masificación en la misma época. Además de la arriba señalada, Mosiváis afirma que el cine sonoro aporta, y por lo tanto convierte en forma de vida ampliada de las clases populares en las ciudades mexicanas, lo siguiente: “La formación de imágenes comunitarias que, no obstante sus falsificaciones notorias, son eficaces y perdurables: ‘el cine de los pobres’, ‘la cultura de las vecindades’, el medio rural que auspicia la tragedia o se moderniza con la comedia, la ‘teatralización del machismo’, los modelos de belleza (sólo femenina) y apostura (sólo masculina), lo popular urbano como solidaridad retenida en la penuria. La indiferencia del Estado ante el cine [que bien podría aplicarse al futbol espectáculo], ‘mero entretenimiento de multitudes’. El régimen del PRI casi hasta su final en el año 2000, afirma y reafirma las reglas de censura: ninguna crítica a las instituciones, respeto irrestricto a la moral familiar, sometimiento a la tutela del gobierno” (2009: 68-69). 121 como entidades patriarcales, cuya autoridad, si bien puede ser cuestionable, rara vez es confrontada. Otorgando prebendas y dádivas clientelares, que se verán claramente reflejadas en los boletos y las credenciales de ingreso al estadio, la directiva del club (actor fundamental del patronazgo) ejercerá, mediante diversas instancias intermedias, su autoridad indiscutible. No debe perderse de vista que, al igual que los jóvenes hinchas del RK, los integrantes de la Porra Unión se adscriben al club y asumen un orgullo intrínseco al amor que les despierta “el club más grande de México”, característica que en ningún momento dejan de pregonar. El orgullo de “grandeza” de estos aficionados es condición sine qua non para afiliarse bajo los colores del club. La Porra Unión El América tiene siete grupos identificados como porras familiares: Porra Unión, Porra Familiar, Porra Amigos, Porra Cuahtli, Porra Club América, Porra Águilas y Porra Popular (de esta última se desprendieron todas las demás). Estas agrupaciones tienen ciertas características que las definen. Unas de esas características son delimitadas internamente, en los discursos y las prácticas de sus integrantes. Otras de ellas son atributos que agentes “externos”, especialmente los aficionados no organizados y los periodistas, les han conferido. Los aficionados no organizados, por lo general, ven con cierto respeto y hasta admiración a los integrantes de aquellas. Como un informante casual me comentó en alguna ocasión: “Sí, las porras familiares son agradables, ya que vienen a apoyar al equipo y no generan desmanes como las barras. Hay, señores y señoras, niños y niñas, viejos y jóvenes. Todos conviven en paz”. El orden y la convivencia pacífica son elementos fundamentales en esta concepción de 122 aficionado. Y esta concepción no es asunto menor, ya que está intrínsecamente ligada a un ideal de nación incluyente y basada sobre principios de un aficionado patriótico, entusiasta y festivo, pero al mismo tiempo respetuoso y afable.47 En este discurso, el concepto familia atraviesa todos los niveles de conformación de las porras. Por un lado, la organización jerarquizada y vertical funge como forma de relacionarse con el Estado y las demás instancias de autoridad, como el club y su directiva, así como los liderazgos internos de las mismas. Sin embargo, y en buena medida, las relaciones verticales que se establecen entre los integrantes de las porras, sus líderes y la directiva del club, son concebidas como parte de una relación más amplia entre los ciudadanos y el Estado, que son concebidas metafóricamente como familiares. La directiva del 47 Calderón sintetiza a la perfección el modelo de aficionado promovido por la élite y la prensa durante el régimen priísta, justo en el momento en que en México se inauguraba la Copa Mundial en 1970: “Con alegría desbordante, música llena de colorido, un soberbio desfile y miles de globos –que competían con el arco iris- inundaron el cielo diáfano de aquel día [31 de mayo]: así comenzó la fiesta más bella del deporte mundial. El Azteca, vistiendo sus mejores galas, daba la bienvenida al planeta entero y demostraba que México tenía no sólo la mejor afición en lo que a futbol se refiere, sino también la más educada y la más amable. Cada invitado, fuera del país que fuese, se sentía mejor que en su casa. El trato afable del mexicano era la mejor carta de presentación para que se tuviera la certeza de el Mundial sería inolvidable” (Calderón, 1991: 40). Este mismo autor escribió en uno de los portales futbolísticos más visitados de México: “Hace no mucho tiempo, el acudir a un estadio de futbol en México era una cosa cien por ciento familiar. Las llamadas porras, no eran más que una continuación de amistad y compadrazgo en el que familias enteras gustosas de irle al mismo equipo de futbol, decidían reunirse en torno a él en las tribunas, buscando una zona específica en las gradas y apoyando con banderas, y gritos de aliento a su equipo favorito. Pero en los últimos años, esto ha cambiado paulatinamente, ya que el surgimiento en nuestro país de las llamadas barras, tal y como acontecen en Sudamérica, ha desvirtuado el gusto por el deleite de un deporte como el futbol y lo ha ido convirtiendo en un acontecer violento, generando que en algunos estadios, las anteriores porras de aliento se conviertan hoy en día en consignas y palabras soeces y majaderas en contra de los aficionados rivales y los desmanes, antes aislados, son pan de todos los días” (Calderón, 2002). En cierto sentido, este fenómeno no es exclusivo de México. En prácticamente toda América Latina, el fenómeno del futbol masivo y espectacularizado fue impulsado por las élites bajo una lógica de identidad nacional y patriótica. Aguilera, siguiendo a Moura, apunta que la prensa y el Estado brasileño jugaron papeles fundamentales en la promoción de la Copa del Mundo de 1950, llevada a cabo en ese país. Apuntalando un ideal patriótico y nacionalista, la prensa impulsaba la formación de un aficionado popular, apasionado y festivo, pero al mismo tiempo organizado, respetable y decoroso: “[...] los periódicos promovieron una representación específica del torcedor [aficionado] brasileño: amante su patria, incondicional, alegre, pero también respetuoso y decoroso” (Aguilera, 2004: 22). 123 club (como el Estado) es una especie de “padre” que otorga prebendas a sus “hijos”, en la medida en que estos demuestren su amor y lealtad. El flujo de estas prebendas (algunas de ellas materiales –como los boletos de entradas- y otras simbólicas –como el prestigio de pertenecer a una comunidad admirada como lo es club América) no siempre es transparente y fijado por reglas claras. En otras palabras, hay una percepción muy amplia de corrupción en la distribución de las prebendas materiales. Por un lado, los integrantes de las porras, que se encuentran en la base de la pirámide, ven con recelo y hasta con desconfianza a varios de los líderes y la forma en que ellos “reparten” las prebendas. Sin embargo, de forma simultánea, los porristas asumen con cierta disciplina y resignación fatalista esa distribución desigual y bastante discrecional que ejercen los directivos del club y los líderes de las porras. Lo único que mantiene a los porristas bajo esa circunstancia es el hecho de aceptar que los liderazgos implican también responsabilidades que casi nadie quiere asumir. Po el otro, los líderes distribuyen de forma discrecional las prebendas. La medida básica de esta distribución es el amor al club, cuantificable únicamente bajo el criterio de asistencia constante al estadio. El líder de la porra, auspiciado por la directiva, distribuye las prebendas materializadas en los boletos y credenciales de entrada, y como un buen padre, recompensa a los hijos que le son leales y fieles, mientras que recrimina y castiga a los faltistas e inconstantes. El caso de la Porra Unión es el que me servirá de parámetro para las seis organizaciones más, ya que fue con el que más contacto tuve, pero de muchas 124 maneras logré establecer conexiones con los otros grupos, por lo que puedo extender mis descripciones e hipótesis a ellas. La organización vertical La Porra Unión tiene una clara organización vertical, que alcanza ámbitos del poder gubernamental más altos (el consorcio Televisa tiene estrechos lazos con la presidencia de la república) y a estructuras organizativas transnacionales (medios de comunicación, la misma empresa Televisa y las corporaciones rectoras del negocio futbolístico internacional, como la Confederación Norte, Centroamericana y del Caribe de Futbol o la Federación Internacional de Futbol Asociación). Explico esta dimensión organizativa. La organización vertical estructura un “flujo” desigual de capitales, bienes materiales, simbólicos y culturales; de servicios y de aspectos intangibles como el prestigio de pertenecer al club “más grande de México”; flujo que va tomando formas específicas en sus diferentes niveles jerárquicos subalternos. Así, si tomamos al consorcio Televisa como la última instancia vertical del club, descenderemos hacia un nivel organizativo menor, representado por el Club América de Futbol, S. A. de C. V. Desde aquí, se parte a una escala subalterna menor, representada por el área específica del club encargada de la organización de los grupos de aficionados “institucionalizados”, que a través de su personero, “el Lic.” Ismael Coronado, dialoga, negocia y a veces se confronta con los aficionados organizados en las porras y barras. Según Adler Lomnitz (1994), la sociedad posrevolucionaria en México generó una nueva clase social (entendida básicamente como la burocracia, tanto pública 125 como privada) que se ha hecho cargo del intercambio de bienes entre las clases y los “sectores” en que se ha configurado la sociedad urbana y rural mexicana48. Debo señalar que a través del estudio historiográfico ha sido posible detectar con mayor claridad los vínculos “verticales” que la Porra Unión guarda con poderes aparentemente fuera del ámbito estrictamente futbolístico. La relación orgánica del consorcio Televisa con todos los presidentes de la república, desde los años cincuenta del siglo XX, da cuenta, en cierto sentido, de cómo esas instancias han sido determinantes en la creación y consolidación del futbol profesional en México y de lo que llamaré el “sistema de rivalidades” futbolísticas en nuestro país, incluyendo la conformación de las porras familiares del Club América, que en esencia son instancias “clientelares” y corporativas (que se consolidan por medio de la idea de una familia). Asimismo, la perspectiva histórica me ha permito detectar que algunas de las características que definen las prácticas, discursos e identidad de los aficionados de la porra, como jugar el papel del “malo de la película”, ser parte de la “grandeza” del club o la creación de una idea de familia, los cuales han sido previamente configurados y fuertemente inducidos por los dueños del consorcio Televisa. En esta misma dirección, el club de futbol América define, en la actualidad, un buen número de las características que le dan sentido a la porra: su 48 Para esta autora: “[...] El surgimiento de una clase dominante, cuyo recurso principal es el poder político basado en ciertos tipos especializados de conocimiento, ha modificado la estructura social superponiéndole una estructura de poder sectorial basada en el clientelismo político. [...] Los intercambios [de bienes, servicios y simbólicos] se rigen por relaciones de poder. La estructura interna de los sectores es muy compleja y no es horizontal. En otras palabras, el concepto de sector podría asimilarse del sector con el microscopio de la investigación antropológica (sic), se descubre que hay una estructura de poder con numerosos niveles y que los individuos tienen acceso a los recursos económicos, políticos y sociales según la posición que ocupan dentro de dicha estructura de poder” (Adler Lomnitz, 1994: 225). 126 ubicación en el estadio; el número de integrantes; el liderazgo de la misma; los instrumentos y objetos que pueden o no ingresar al estadio; quién puede y quién no puede entrar a la porra y, por supuesto, la relación clientelar que se establece por medio del boletaje de entrada. Es posible afirmar que la idea de “familia”, como espacio de recreación de ciertos valores entendidos como familiares (respeto, fidelidad, lealtad) y que le otorgan el apelativo a estas porras, son impulsados abiertamente por la directiva del consorcio televisivo y del club. La discusión alrededor del concepto “familia” en la antropología mexicana está relacionada con los resultados de los estudios etnográficos estadounidenses e ingleses, principalmente. Robichaux (2007) plantea un abordaje general de las diferentes formas de organización social en el ámbito doméstico y establece la complejidad teórica y práctica del concepto familia, con énfasis en América Latina. Sin embargo, este trabajo no pretende, salvo tangencialmente, referirse a esta discusión, ya que el concepto “familia” que se usa en el espacio de las porras hace referencia a una idea de familia nuclear, específica (e idealmente) patrilineal y fuertemente asociada a la concepción que el Estado mexicano proyecto de dicho concepto49. Las “buenas costumbres” de la elite nacional, además de los sentidos de lealtad, fidelidad y respeto, se proyectan desde el ámbito doméstico hacia las gradas del estadio. Un ejemplo de ello, que sólo pretende ilustrar lo anterior: En 2010 Televisa lanzó la campaña promocional Todo es mejor en familia, la cual pretendía 49 Así: “la supuesta ‘cultura nacional’ consistía en los ‘patrones ideales’ que, de hecho, eran las ‘buenas costumbres’ de las elites. En caso de lograr acceso al nivel económico correspondiente, los grupos sociales subalternos y de menores recursos tenderían a realizar este modelo ideal. De este modo, aunque este tipo de abordaje [el de la antropología cultural estadounidense] reconocía la existencia de prácticas divergentes del ‘patrón ideal’, este último era el privilegiado objeto de interés, en tanto se trataba de lo representativo de la ‘cultural nacional’” (Robichaux, 2007: 29). 127 “promover la unión y revalorar el papel de la familia dentro de la sociedad mexicana” la cual debe ser vista, según la compañía, “como una red social de apoyo, cariño y estabilidad”50. En el último nivel de organización vertical, la porra está constituida por un liderazgo claro, representado por una triada de individuos, que no por casualidad son una “familia” y se han convertido en algunos de mis informantes clave: José, Diana y Cristián. Ellos realizan la intermediación entre la directiva del club y los integrantes de la porra. Realizan la “talacha” (el trabajo cotidiano de organización): solicitan los documentos a quienes quieren ingresar a la porra; los llevan a las oficinas del club; administran las credenciales; cobran las mensualidades y las entradas al estadio; dan respuesta a las llamadas que piden información sobre los partidos; deciden si algún integrante puede o no llevar invitados externos; asisten a las juntas previas a los encuentros; llevan los instrumentos musicales y las banderas al estadio y los introducen; coordinan los cánticos y las consignas o determinan quién lo haga por ellos, entre otras. De la forma en que realizan su trabajo reciben recíprocamente el trato de los integrantes de la porra. José, es condescendiente en muchos aspectos: permite que ingresen muchos invitados, cobra bajas mensualidades y los boletos de entrada (por lo menos a mí). Al mismo tiempo es un hombre que apela al discurso y, en algunas ocasiones al recurso de la “violencia” o talvez, más precisamente, al de la intimidación, generalmente verbal. No sólo él lo hace en la porra, ya que 50 En el portal de la campaña se lee lo siguiente: “La familia en nuestro país representa un fuerte soporte, una red social de apoyo, cariño y estabilidad dentro de la cual tenemos la oportunidad de formarnos como mejores personas y trabajar por el mundo que queremos para nosotros y los nuestros. La familia es la única base firme para una sociedad sana. Por lo anterior, en Televisa queremos promover de manera muy directa estas ideas entorno a la familia, creemos firmemente que las semillas del cambio y del bienestar social, deben sembrarse dentro de la familia” (ver Televisa, s/f, en Información de internet de la bibliografía). 128 algunos otros de sus integrantes son copartícipes en las acciones intimidatorias y en este sentido es posible observar un comportamiento, al que me referiré más adelante, que es percibido como “propiamente” masculino. José, Diana y Cristián son, como lo he señalado, los intermediarios entre las directrices del club y los aficionados que integran la porra. Un ejemplo: el club estableció un convenio comercial con la empresa cervecera Modelo, la cual entrega gratuitamente unas trompetitas de plástico y unos “aplaudidores” inflables. Ellos son los encargados de repartirlos entre los integrantes de la porra, acción que los coloca en un lugar central en la distribución de estos bienes y en la “cadena de mando”. Pero el elemento principal de intercambio entre los integrantes de la Porra Unión y el club son, por supuesto, las entradas al estadio. A partir de 2006, cada semestre los líderes de las porras están obligados a solicitar documentación que pruebe la residencia e identidad de los solicitantes a ingresar a alguna de estas organizaciones. A quien quiera pertenecer a alguna de ellas le solicitan copias fotostáticas de la credencial de elector, comprobante de domicilio, de la Clave Única de Registro de Población, dos fotografías y un pago mensual de cerca de $100. Estos documentos, posteriormente, serán remitidos a las oficinas del club, en el cual, previa cita general (es decir que todos los solicitantes acuden el mismo día) les son requeridos los papeles, se les toman huellas digitales y se les fotografía. Con estos datos, enmarcados pomposamente en la Ley para Prevenir la Violencia en los Espectáculos Deportivos en el Distrito Federal, (Gaceta Oficial del Distrito Federal, 2006) el club hace una credencial por cada integrante de las porras. Dichas credenciales son entregadas a los líderes de las porras y barras (excepto los del RK) un par de días antes de cada encuentro como local. Así, 129 todos los integrantes se reúnen con los líderes de cada organización en el punto señalado y ahí reciben su credencial, la cual es canjeada por un boleto (administrado por la empresa Ticketmaster) a la entrada del estadio. “Vas a tener que ir el próximo sábado”, me dijo José un día de juego en enero de 2008. “Ese día es para obtener la credencial. La cita es a las afueras del club, en Coapa. ¿Sí conoces dónde están, verdad?”, me preguntó. El torneo Clausura 2008 ya tenía dos juegos de haber iniciado. Durante esos primeros juegos del campeonato yo había ingresado con los integrantes de la Porra Unión presentando una copia de mi credencial de elector, a la cual se le pegaba una contraseña firmada por Ismael Coronado (el personero del club), que a la entrada del estadio me canjeaban por un boleto. Sin embargo, a partir de la fecha cuatro o cinco de la temporada, sólo se podría ingresar como miembro de la porra teniendo la credencial, así que obtenerla era un paso absolutamente necesario. Figura 10. Credencial de José Ese sábado fui al club como había acordado con José. Unos días antes le había entregado copias de la credencial de elector, de mi Clave Única de Registro de 130 Población y de mi comprobante de domicilio. La entrada a las oficinas del club no se realizó por el acceso principal, el cual está ubicado sobre la Avenida División del Norte, sino por la parte posterior, en el callejón del Carrizal. Cuando llegué a la puerta principal pregunté a los vigilantes por dónde sería la entrada para la credencial. Ellos me dieron las indicaciones. En ese instante un adolescente de unos trece años se acercó a mí y me preguntó si iba a “lo de las credenciales”. Le dije que sí. Él me comentó que estaba muy interesado en formar parte de una de las porras. Yo no sabía si lo que quería era entrar a una porra familiar o a una de las barras, pero me dio la impresión de que en realidad quería ingresar a La Monumental. De cualquier manera caminamos juntos el trayecto hacia la entrada posterior y yo, mientras tanto, le dije qué papeles tenía que presentar para ingresar a alguna de las porras. Él se mostró complacido por la información y me dijo que llevaba todos los papeles. Me solicitó si le podía presentar a alguno de los líderes. Yo le dije que le podía presentar a los de la Porra Unión, lo cual hice al llegar a la entrada. José y Diana estaban parados cerca de su camioneta51, una van que habían comprado recientemente. Ambos llevaban papeles en las manos. Me saludaron. “¿Ya me entregaste todos tus papeles verdad?”, me preguntó José. “Sí, te di todo lo que me pediste”, le contesté. Revisó el fajo de papeles que llevaba consigo. “No los tengo. ¿Seguro que me los diste?”. Nuevamente le contesté que sí y me pidió que esperara un segundo mientras corroboraba con Diana. Se acercó a ella y, en efecto, ella tenía mi documentación. 51 La camioneta de José es también otra expresión metafórica de lo importante que es la familia para estos grupos. En alguna ocasión, él mismo me comentó que había comprado la camioneta porque con ella podría viajar junto con toda la familia. 131 “Bueno, vas a tener que entrar por esta puerta e inmediatamente das vuelta a la izquierda. Ahí vas a ver a la gente que está tomando las fotografías”, me dijo José, señalándome la entrada. Me dio mis papeles y me llevaron a la puerta que correspondía. Un par de vigilantes, vestidos con trajes oscuros y que portaban sistemas de radiocomunicación revisaron los papeles y corroboraron con José que yo iba a hacer el trámite. Él les dijo que sí, que no había ningún problema. Al ingresar, del lado izquierdo, pude observar un par de canchas de futbol en las cuales varios jóvenes estaban practicando o entrenando. Sólo unos metros más adelante una joven mujer me señaló la entrada a las oficinas en las cuales estaban realizando los trámites para la credencial. Adelante de mí estaban unas tres o cuatro personas más en la fila. Las oficinas eran muy bajas y de materiales prefabricados, por lo que el calor era más o menos intenso, ya que era un día soleado a pesar de que estábamos en pleno invierno. Otra joven, sentada detrás de un escritorio y una computadora, me pidió mi nombre y solicitó mis documentos. Le dije quien era y le entregué las hojas. Esperé unos minutos de pie y después me dijo que pasara a una oficina contigua. En ella, otra mujer y un hombre se encontraban detrás de una mesa sobre la cual estaban dispuestos una cámara y un escáner electrónico para las huellas digitales. Me pidieron mi nombre y poner mis dos dedos índices sobre el escáner. A continuación me pidieron que me sentara frente a la cámara. Rápidamente me tomaron una fotografía y me dijeron que con eso concluía el trámite. Por la misma puerta por donde ingresé, salí, tan sólo para despedirme de José y Diana, quienes continuaban realizando los trámites de otras personas. Me despedí de ellos y me encaminé rumbo a la Calzada de Tlalpan para regresar al metro Taxqueña. 132 El punto fundamental de esta descripción, sin embargo, radica en el valor de la credencial como elemento simbólico en la estructuración y organización de las porras, ya que se convierte en el “objeto” sintetizador de la relación vertical que guardan el gobierno, el club y los aficionados. Como se vio en el caso del RK (la única organización que rechaza las credenciales) fundamenta su discurso contra la “credencialización” de sus integrantes porque ven a las credenciales como un símbolo de sumisión y de sometimiento a las políticas del club y de vigilancia por parte del gobierno (en este caso de la policía del Distrito Federal, principalmente). El tema de la credencial para ingresar a la porra, me parece, forma parte de un proceso socio-político más amplio, cuyas conexiones se dejan ver, de igual manera, en las discusiones sobre las credenciales para votar en nuestro país (en una lógica semejante a la del corporativismo como el “pase de lista” o las prácticas corporativas de peticionarios de vivienda)52. Las credenciales para votar se han convertido en un objeto de disputa política, ya que, por un lado, muchos críticos y analistas las consideran como elementos fundamentales de la democratización y, por el otro, como parte de la lógica del fraude, la corrupción y el tráfico de favores y servicios políticos (véase Cornelius, 2002 :19; Díaz-Santana :106-107). En el caso de los defensores de la credencial para las porras (y las barras) argumentan que con ellas es posible mantener un cierto orden y control sobre sus integrantes. 52 Según Aparicio: “Uno de los rasgos que caracterizó durante años al sistema político dominado por el PRI fue precisamente el de las relaciones clientelares entre el partido en el gobierno y la ciudadanía, debido al control corporativo de grandes conglomerados de población a través de las organizaciones campesinas, obreras y populares. Existen tanto elementos de tipo teórico como evidencia empírica que sugieren que el clientelismo es un fenómeno que afecta fundamentalmente a los grupos sociales y a los individuos que viven en zonas rurales y en condiciones de pobreza y de marginalidad” (2002: 80). El mismo autor señala que para las elecciones de 2000: “Casi la cuarta parte de los ciudadanos que experimentaron alguna acción de manipulación participó en la negociación de su voto, y a uno de cada veinte de ellos se le ofreció algún bien o servicio a cambio de su credencial de elector” (2002: 92). 133 Sin embargo, sus críticos (básicamente los jóvenes del RK) aseguran que la credencial es un símbolo de corrupción y mercantilización del “sentimiento” y afición por el equipo. Según mis informantes, el club convoca (y obliga) a los representantes y líderes de las porras y barras a una reunión quincenal en las instalaciones del club. Esas reuniones tienen como objetivo plantear, básicamente, las directrices de los dueños del equipo y del estadio en términos del número de entradas disponibles; revisar el comportamiento de los integrantes de las organizaciones de aficionados, que puede incluir las sanciones a los miembros que hayan desacatado las disposiciones o las felicitaciones y encomios a los que según el club vayan por buen camino; someter a consideración los comentarios, sugerencias y reclamos de los aficionados y organizar las acciones siguientes dentro del estadio. Dependiendo de la importancia del encuentro siguiente o de la gravedad de una situación determinada, según José, es que el club establece quiénes asisten a la reunión por su parte. De ser sólo una reunión rutinaria, quien lleva la batuta es Isaías Coronado. Pueden asistir a la reunión dos representantes de cada grupo (o sea que pueden ir catorce personas por las porras). En esas reuniones, él da las últimas indicaciones a los líderes y, lo más importante, les entrega las credenciales de los afiliados. Isaías Coronado es un hombre de mediana estatura, moreno y con abultado abdomen. Todas las veces que lo he visto ha ido vestido con trajes oscuros. Según me han dicho un par de informantes, Coronado es un político profesional; priísta para ser más precisos. Me han comentado, sin que yo haya podido confirmarlo, que trabajaba en la administración pública del Distrito Federal y que 134 sus dotes de intermediario (una especie de “broker”) fueron la razón principal de su llegada al club como personero de la directiva en las negociaciones y gestiones con las porras y barras. Le solicité en unas tres o cuatro ocasiones una entrevista, pero siempre se negó a ella. Todas las veces que lo he visto se hacía acompañar de un pequeño séquito de jóvenes mujeres, que fungen como sus asistentes. En los días de partido en el Estadio Azteca, Coronado camina cerca de la entrada principal con su séquito femenino y un par de hombres del personal de seguridad del estadio, además de dos o tres policías uniformados. Siempre llevan radios de intercomunicación con ellos. Hasta donde tengo conocimiento, Coronado cita a los líderes de las porras y de las barras aproximadamente unas tres horas antes del inicio de cada partido, realizan los últimos ajustes (como meter las banderas e instrumentos musicales) y les entrega unos cuantos papeles adheribles con su firma y un sello, que podrán “vender” para su canje por un boleto de entrada. “Comprando” unos de estos “estiquers” fue precisamente el mecanismo con el que yo pude entrar durante mis primeras visitas al estadio. Ahora, para dar una mejor idea de la Porra Unión, presento una descripción de una jornada prototipo de esta organización. José y Diana, apoyados por Cristián, son los líderes y organizadores de la Porra Unión. Él es un hombre de unos 40 ó 41 años, alto y de gran talla. Trabaja en el sector eléctrico. Ella es una mujer de unos 28 años. Son pareja, pero no están casados. Él tiene un hijo de unos 20 años que asiste de manera interrumpida al estadio, llamado Cristián. Este último, cuando va, siempre ayuda a su padre y Diana con todas las cuestiones organizativas. Todos los días de partido, llegan con unas cuatro o tres horas de 135 anticipación, ya que el club los cita en el estadio para meter las banderas y los instrumentos musicales (un par de bombos). José, Diana y Cristián se mueven constantemente alrededor del “Sol Rojo”, la escultura en la explanada de Calzada de Tlalpan. Van y vienen a la entrada del estadio. Entregan credenciales, venden boletos, entregan contraseñas. El teléfono celular para ellos reviste, desde mi punto de vista, un símbolo de estatus, prestigio e importancia, y José es asiduo en su uso. En prácticamente todas las ocasiones que he platicado con él, su teléfono celular suena varias veces. Acostumbra decirme: “Espérame tantito”, con una señal de la mano que refuerza el mensaje. Su celular suena. “Este cabrón, me marcó y de seguro no tiene crédito. Quiere que le marque yo”, continúa diciéndome. “Le voy a llamar”, afirma. Después de marcar, inicia un diálogo que más o menos va así: “¿Qué pasó? Aquí estamos donde siempre, en el Citlali 53, cabrón. ¿Dónde dices qué estás?... Ah sí, ya te vi”, dialoga con su interlocutor mientras otros miembros de la porra y yo lo observamos. Su interlocutor andaba cerca y finalmente realizan contacto visual. José cuelga e inmediatamente se dirige a Cristián o Diana. “Que siempre sí viene El Chore con sus dos hijos. Ya están aquí. ¿Tienes las credenciales de... cómo se llaman... de los güeyes54 esos... de la familia esa que ya no viene?”, pregunta. “¿Dices las credenciales de Marco?”, le pregunta a su vez Diana. “Sí, las de ese cabrón”, le replica José. “Yo creo que con esas pasan El Chore y sus hijos”, le indica José a Diana. 53 Así le dicen a la escultura oficialmente llamada “Sol Rojo”. Citlali es estrella en náhuatl y durante varios años era el nombre de los trofeos que la Federación Mexicana de Futbol entregaba a los jugadores, equipos y entrenadores más destacados de una temporada. Imagino que la figura de esos trofeos asemeja a la de la escultura y de ahí venga el nombre. 54 Güey es una derivación de la palabra buey, que en México puede tener connotaciones despectivas, pero por lo general se usa para referirse a alguien de forma amistosa. 136 Una vez que El Chore llega, José lo saluda de mano mientras observa alternadamente su rostro y la fotografía de la credencial que tiene en su mano. “¿Qué pasó mi hermano? Aquí está tu credencial. Vela. ¿Si te pereces, no?”, le dice con una socarrona inflexión de voz. El Chore observa la foto y un poco sorprendido dice: “No manches55, ¿a poco si me parezco a este güey?”. José, ya más suelto con el sarcasmo le replica: “Pues yo digo que sí, que están igual de pinches56 nacos57 los dos”, y amplía su sonrisa en el rostro, mientras que otros miembros de la porra festejan con sonrisas cómplices la broma que José aplica. José ejerce su liderazgo de manera indiscutible entre los integrantes de la porra y se le ve muy confiado en sus acciones. Tiene un conflicto de intereses no muy intenso con Bolaños, el fundador de la porra. Su gran corpulencia lo hace un hombre bastante visible. Utiliza una barba a medio crecer. Su pelo es muy largo y hace con él una “cola de caballo” atándolo con una liga. Camina casi siempre de manera lenta y con paso calculado. Ambos antebrazos suyos llevan sendos tatuajes: uno de la santa muerte y otro de algún icono azteca. Nunca realiza exabruptos ni manotea. Habla con voz ronca, pero pausadamente. Sin embargo, de su boca salen palabras altisonantes con bastante desenfado y casi siempre con un tono burlón y “chacotero”.58 55 Mancharse, en la Ciudad de México es pasarse de la raya, exagerar o excederse en algo. Pinche es una palabra muy utilizada en México. Tiene varios significados, pero en este caso sólo es un sinónimo de muy, es decir, reafirma (de cierta forma despectiva) la categoría que se usa inmediatamente: naco. 57 Naco es una palabra con múltiples significados, pero básicamente podemos decir que se usa como sinónimo de “indio” y en todos los sentidos es despectiva y racista. Debido a la carga racista y colonial del mestizo mexicano, decirle a alguien que es naco es categorizarlo como inculto, tonto, feo, curioso o de poca distinción, o sea, vulgar, popular y hasta mezquino. 58 La “chacota” es una ruidosa y alegre verborrea, que se puede acompañar con gestos y movimientos corporales acordes a la situación. Generalmente, el chacoteo de la porra está altamente sexualizado. Los encomios y halagos siempre tienen referencias a una hombría valentona. Las descalificaciones siempre asociadas a características femeninas u homosexuales. 56 137 Figura 11. El ambiente familiar En alguna ocasión, a las afueras del estadio, en el lugar de reunión de la porra, un varón se acerca con su hijo, un chico de unos doce años. Es un hombre de cuarenta años y de una corpulencia resultado del ejercicio laboral o del gimnasio. Su corte de cabello asemeja al de un policía. Ambos llevan camisetas del América. El padre viste un pantalón corto de mezclilla y tenis. Viene caminando de manera ostentosamente envalentonada, pero juguetona. Se para frente a José. Ambos se miran retadoramente. Yo sé que es un performance, pero por momentos me hacen dudar. Por cinco segundos sólo se siguen mirando. “Dale a este hijo de la chingada su pinche credencial y que se vaya de aquí”, le dice José a Cristián. Sus miradas siguen fijas. El recién llegado saca más el pecho y se acerca a José, que sigue firme en su posición. No se tocan, pero se colocan muy juntos uno al otro. Abruptamente, José le da un moderado puñetazo en el hombro y el otro hombre se encoje y se enconcha, comenzando a reír. “Hijo de la chingada 59, sí me dolió”, 59 Sin que sea precisamente su sinónimo, “hijo de la chingada” puede entenderse como “hijo de puta”. 138 le dice mientras se soba el hombro. “¿Cómo ves a mi perro?”, me pregunta José, dibujando una amplia sonrisa. “No lo conocía”, le contesto yo. “Este güey hace lo que yo le digo”, me dice, mientras el tipo empuja juguetonamente a José. La pareja de padre e hijo reciben sus credenciales para ingresar. Antes de partir, José le dice al hijo: “¿Por qué tienes un papá tan puto?” y lanza una risotada. El jovencito solo levanta los hombros y no atina a dar respuesta. El liderazgo de José, una extraña mezcla de desenfado, moderación, respeto y “chacoteo” es contrarrestado por la extrema sobriedad de Diana. Ella, en muchos aspectos, es el alma administrativa de la porra. Es ella en realidad quien cobra las mensualidades y recibe los pagos para ingresar al estadio. Es de pocas palabras y difícilmente expresa otra cosa que no sea el saludo y alguna observación sobre las asistencias: “Hola. No habías venido a los últimos partidos”, le dice a un integrante de la porra que reapareció en el estadio en alguna ocasión, pero la plática no va más allá. Siempre porta un bolso de esos que se amarran a la cintura, en el cual tiene las credenciales y uno que otro elemento más necesarios para la administración in situ de la porra, como lápices y clips. Casi siempre lleva sus lentes oscuros y al igual que José, porta su playera del América. A diferencia de José, ella no levanta la voz y es muy difícil escuchar que diga una mala palabra. Sólo con Cristián y un par más de los integrantes de la porra es con quienes se le puede ver platicar con más confianza y hasta juguetonamente. Por su parte, Cristián es la persona de confianza de José y Diana. Él va y viene con los encargos de su padre. “Lleva a este carnal60 a la puerta y dile a Juan que es la persona que le había dicho que iba a pasar”, suele decirle José a Cristián. 60 Aquí puede ser traducido como amigo. 139 Éste último, también de muy pocas palabras, acompaña a las personas a la puerta o realiza actividades específicas que su padre o Diana le indiquen. Antes de pasar al siguiente apartado hace falta comentar que algunos autores (Salmerón, 2002; Adler Lomnitz, 1988) han establecido que las redes “informales” de ayuda reciproca (y no cabe duda que en este sentido las porras familiares funcionan como tal) han servido como mecanismos que complementan las incapacidades del sector formal o estatal para cubrir las necesidades de los “marginados” (el de la recreación y el ocio no son la excepción). No quiero señalar como marginales (por lo menos no a todos) a los integrantes de las porras, pero de alguna manera, las relaciones ptronales-clienterales que se observan al interior de las porras siguieren que existen formas de intercambio reciprocas y simultáneas a las “institucionales”, las cuales generan beneficios a ambos lados de la estructura vertical. Por un lado, los líderes de las porras se revisten de prestigio (y dinero) y pueden asumir cada vez mayor poder de maniobra política si logran distribuir las prebendas y favores que dispensan con mucha arbitrariedad. Por el otro, los integrantes de las porras pueden recurrir con los líderes para la obtención de boletos a buenos precios a lo largo de toda la temporada, sin tener que lidiar en taquillas, además de integrarse a un espacio que consideran seguro y respetable. Una breve historia de la Porra Unión y los conflictos actuales por el liderazgo La Porra Unión es una escisión de la Porra Popular, la más antigua de todas estas. A finales de los años sesenta, en el todavía recién estrenado Estadio Azteca se podían observar dos grupos de animación en la zona poniente del 140 graderío. Una en la parte baja, la de entradas caras ($12.00 por boleto en aquellos años), llamada Porra América. La otra en la parte alta, en la zona económica ($3.00 el boleto): la Porra Popular. Según los cálculos que se desprenden de la información de la revista Fibra América (1973a; 1973b; 1973c y 1973d), la Porra América fue fundada en 1968, por Jorge Sepúlveda. Sin embargo, según la misma revista, la Porra Popular fue fundada en 1949 por Julio Mata “El Camarón”: De acuerdo con la determinación tomada en la asamblea de fecha 23 de mayo de 1949, en la ciudad de México, D.F., se constituye un grupo de amigos y partidarios del Club de futbol América, que en lo sucesivo se denominará ‘Porra Popular América’(1973d: 23). Este grupo de animación estaba organizado formalmente y, ateniéndome a los datos de la revista, llegó a contar con unos trescientos aficionados: Ya suman alrededor de 300 [integrantes]. La inscripción cuesta $10.00. Tienen, cada vez que juega el América en casa, una dotación gratuita de 200 boletos... Y con todo ese exclusivo caudal, manejado por un tesorero (CARLOS CORTÉS), pagan la renta de un local donde se reúnen todos los martes (MIGUEL SCHULZ Nº 6-103), compran matracas y banderas, alquilan música, rentan autobuses para los viajes a provincia (jamás son camiones de escuela, siempre son de turismo, que cuestan $1400...), dan viáticos a un enviado que deba (sic) ir a asegurar equis cantidad de boletos a Guadalajara o León o plazas donde los partidos tienen trascendencia tan grande que resulta imposible asegurarlos de otra manera (1973b: 22-23. Negritas mías). Tenía una mesa directiva: [...] presidida por ALBERTO LEFORT. Hay un vicepresidente: el “Camarón”, JULIO MATA y hasta un encargado de Actas y Filiación (RAÚL LÓPEZ), más 2 vocales (ING. PRIETO y Sr. ZAMORA)... Aunque el más sufrido es el tesorero, quien tiene que andar tras las cuotas mensuales... (1973b: 22-23. Mayúsculas en el original). 141 En sus reuniones semanales: Los debates y las ponencias son insólitas. Hasta risueñas... ‘El domingo, fulano no gritó igual que todos...’. ‘Aquel llevó más cantidad de amigos de lo permitido...’. ‘Perengano no llegó a la hora convenida para la salida del autobúas’. ‘Zutano abusó de los tragos”... Pero también convienen en la hora en que deberán de verse a la entrada del Azteca, aunque son los directivos los encargados de llegar más temprano para apartar los lugares hasta un tiempo prudencial (1973b: 2223). La Porra Popular (como lo constata la revista Fibra América, editada oficialmente por el club) recibió un apoyo muy fuerte de la directiva. La organización de la porra tenía tintes formales y la jerarquía del club sobre ella era muy notoria. A lo largo de los años, la Porra Popular se mantuvo muy cercana a los lineamientos del club y siempre se mostraron accesibles y dispuestos a respetar las indicaciones de los dueños. En esta etapa histórica, como lo abordaré en el capítulo 5, los aficionados de los clubes profesionales, en especial los del América, están inmersos en un proceso con múltiples facetas. En una primera instancia, los aficionados están consolidando cada vez más su dimensión de espectador y por, ende de consumidor (cultural) bajo los márgenes que la elite va proponiendo y estableciendo para tales fines. La separación objetiva entre los practicantes (jugadores y entrenadores), los dueños del negocio, los medios de comunicación (sobresalientemente la televisión) y las instancias gubernamentales (administrativas y policíacas), por un lado, y los observadores (espectadoresconsumidores), por el otro, se van volviendo cada vez más tajantes en el ámbito del futbol profesional mexicano. Este desdoble del observador en espectadorconsumidor tiene también otra fuerte connotación: la del cliente político, que he perfilado ya con la relación de patronazgo-clientelar vertical. A su vez, las 142 relaciones fuertemente corporativizadas, jerarquizadas y verticales que se van estableciendo en las porras familiares están cruzadas por sesgo moral anclado en una idealización de la familia de “buenas costumbres” y valores, tales como la lealtad y la fidelidad. Además, esta moralidad es un recurso discursivo que tiene su correlato con el modelo patriarcal y corporativo del Estado mexicano, el cual se desarrolla en el período de crecimiento económico y seguridad social más importante del país. También forma parte de la todavía muy fuerte y categórica separación de actividades masculinas y femeninas, como se demuestra a continuación. Dice la revista Fibra América: “¿Quieres pertenecer a las porras del América?”. Inmediatamente explican: Un gran caudal de las cartas que se reciben solicitando distintos informes contienen una pregunta que ahora respondemos a petición oficial: HAY 3 PORRAS, DOS MASCULINAS Y UNA FEMENIL. Las porras de los hombres están divididas en “PORRA POPULAR DEL CLUB AMÉRICA” y es la que ocupa las localidades superiores del Azteca ($3.00); y en “PORRA AMÉRICA” que instala su show emotivo, trepidante, en la zona de numerado ($12.00). [...] También hay un “CLUB SOCIAL FEMENIL AMÉRICA”. Y quien desee tomar parte de él, puede acudir a alentar al equipo o para realizar obras de carácter asistencial, debe comunicarse telefónicamente [...] (Fibra América,1973a: 22. Mayúsculas en el original). Si bien esta separación entre las porras femeninas y masculinas era categórica y lo masculino se desenvuelve con características de fuerza, agresión y voluntad, su práctica todavía raya en lo que Alabarces describe como una “masculinidad primaria” y el futbol (en la cancha como en la tribuna) está lejos de ser pensado como un espacio de violencia: [...] como mucho es cosa de hombres, es un espacio de una afirmación de masculinidad primaria que resuelve todo con un par de cachetazos y pierna fuerte, “pero leal”. De códigos, que antes de describir los silencios mafiosos 143 remite a los aprendizajes barriales: “No se le pega al caído”, “No se le pega a alguien con anteojos”, “Los hombres resuelven sus problemas a las piñas”. Sin duda es una sensibilidad elemental, pero funciona; y en el futbol se reproduce y exhibe. “Si tenés algún problema, decímelo en la cara”. Y “a llorar a la iglesia” (2004: 19) Es el tiempo de la “fibra”, la lealtad y el vigor masculino, antes que del aguante y el descontrol que posteriormente enarbolarán las barras juveniles. Se tiene que ser hombre en la cancha o en las tribunas; sí, indiscutiblemente. Pero esta hombría vigorosa y llena de “fibra” es también la de los hombres protectores y patriarcales, al mismo tiempo que leales, patrióticos, nacionalistas e institucionales, como se ha visto. Para ejemplificar lo anterior, en un documental de la historia del club (Prieto, 2000) aparece claramente un grupo de aficionados que visten sombreros amarillos y portan una bandera con los colores y logotipo del club y la leyenda “Porra IMSS”. Los sombreros fueron evidentemente confeccionados y otorgados a los asistentes de ese instituto para que asistieran a la final del torneo 1970-1971, disputado entre los clubes América y Toluca. Lo significativo de esto es la práctica corporativa y clientelar que este documento presenta, ya que difícilmente se podría pensar que los integrantes de dicha “Porra IMSS” hayan asistido sin ninguna conexión de patronazgo sindical, siendo el Instituto Mexicano de Seguridad Social una de las dependencias gubernamentales del régimen príista más importantes. De cualquier manera, y de igual forma, se puede inferir que los trabajadores sindicalizados han sido sujetos del sistema clientelar y que son estos sectores los que han conformado a los grupos de aficionados organizados desde hace varias décadas. 144 Figura 12. Porra IMSS en 1971 A la par de todo esto, corre también el proceso del imaginario melodramático que matiza al futbol profesional mexicano. Aquí tal vez la interpretación que ofrece Levi es mucho más adecuada que las previamente utilizadas. Para esta autora, la diferencia entre el “modo melodramático” norteamericano y latinoamericano radica más en sus características clasistas que de género, aunque estas siguen teniendo relevancia (1997). El sustrato de clase popular que tiene la afición futbolera y en especial la americanista es indiscutible en este sentido. El número de aficionados americanista creció sensiblemente a lo largo de las décadas de los años setenta y ochenta. Los logros deportivos en los ochenta provocaron que mucha gente asistiera al Estadio Azteca. José, el líder de la Porra Unión recuenta: Te voy a platicar desde que llegué a la porra. Yo siempre he venido al estadio. Siempre he trabajado [en la] seguridad [privada] y se gana bien. Lo primero que hacía era apartar para mi boleto. Ahí conocí a un amigo que ya no viene y a Bolaños [el fundador de la porra]. Exactamente en una bronca en la tribuna me metí a defenderlo. De ahí me invitaron a venir. No me llamaba mucho la atención por la forma en que tratan a la gente, imagen 145 que yo quiero cambiar en la actualidad. Ahorita ya se tranquilizó, pero antes era bien brava la gente. Apartaban un lugar y si te metías aunque trajeras una bandera del América te corrían, te trataban mal. Entonces empecé a llegar a la porra y como siempre, ya sabes, donde hay dinero hay problemas. Estábamos en la porra familiar y empezaron los problemas. Un día Bolaños se sale y me dice que si jalaba con él, que iba a hacer su porra y yo eso lo veía muy lejano porque no estaba tan adentrado en esto. Un día me habla y me dice que ya está constituida la porra. Y continúa: En el 75 aniversario, que fue en el [año] 1990 fue el primer partido que venimos como Porra Unión. Y se puso Porra Unión porque veníamos de varias porras. Venían algunos de la Popular, veníamos de la Porra Familiar y otros de la Porra Águilas. O sea, a los que no querían porque eran desmadrosos61 se les marcaba y nos empezamos a juntar. Éramos una porra, en ese tiempo, de jóvenes. El primer partido fue en el 75 aniversario, Copa Interamericana contra el Olimpia de Paraguay. Igual se soltó una bronca arriba contra los cerveceros. Yo traía a mi hijo de brazos, el que anda por aquí ahorita. Yo lo traía de brazos. Con mi hijo en brazos y dando madrazos62. Quien sabe, alguna de esas personas que tienen educación, un psicólogo, piensan que son maneras equivocadas de comportarse, pero yo así crecí. Yo crecí en medio de la violencia, en donde el pez grande se chinga63 al chico. Trato de que eso no se refleje ahora que traigo la porra yo. A la persona que se acerca yo nunca la he tratado mal ni se le excluye del lugar ¿no? Tú has visto que llegan y mientras traigan la playera del equipo, bienvenido. Eso es lo único que yo trato de cambiarle de cara a la porra, no ser tan agresivos entre nosotros mismos. También comenta: Bolaños se encargaba de todo… antes nos apoyábamos más. En ese tiempo, me imagino, todos éramos solteros. Yo tenía otro tipo de necesidades. Llegamos a ser la mejor porra. Teníamos dos águilas vivas. En ese tiempo eran tambos de agua que le poníamos cuero y esos eran los tambores; teníamos tres. Banderas grandes, teníamos cinco. Teníamos sirenas, caracoles. Éramos aproximadamente cien, pero, de esos, todos 61 En este caso, “desmadroso” puede ser entendido como peleonero, poco afecto a la reglas. “Dar madrazos” es golpear y soltar puñetazos. 63 “Chingar” a alguien es someterlo, ganarle, dominarlo, etc. 62 146 gritaban al parejo. Después de Gonzalo [actual líder de la Porra Popular] como que empezamos a mover esto nosotros. Era la contraparte de Gonzalo, que traía su porra bien constituida y con puras chavas y, según, la mejor porra que traía el América. Traía sus edecanes y todo. Nosotros éramos la contraparte, los peleoneros y escandalosos, pero siempre gritando y siempre apoyando al América. En la actualidad, como he señalado, José, Diana y Cristian son los principales organizadores de la porra. Sin embargo, como el relato del propio José nos indica, Rubén Bolaños fue el fundador de la porra. Él es un hombre de unos cincuenta y cinco años. Bajo de estatura y desaliñado. Le faltan algunos dientes. Las veces que lo he visto lleva el cabello entrecano sin peinar y su tupida barba a medio crecer. Su ropa es vieja y no siempre muy limpia. Pero su trato es amable y cortés. A diferencia de José, no lo he escuchado decir palabras altisonantes. Durante algunos años dejó de asistir al estadio, al parecer por un problema judicial que incluso lo llevó a la cárcel. Desafortunadamente, el tema es tan escabroso que mis informantes no me quisieron decir los motivos de su encarcelamiento. No obstante, la causa que por la que haya ido a la cárcel fue suficiente para que la directiva del club lo dejara fuera del liderazgo de la porra. Durante mis primeros acercamientos al estadio, a principios de 2008, fue que lo conocí. De hecho, puedo afirmar que él fue mi primer contacto formal con las porras. En alguna ocasión, otro de los integrantes que fundaron la Porra, un hombre cuarentañero, alto y delgado, con el pelo relamido y peinado hacia atrás, que en algunas ocasiones va de traje al estadio (cosa verdaderamente extraña) y una corbata amarilla con el logo del equipo, me comentó: 147 [En los años 1990] con Bolaños esto era diferente. Ahora con José la cosa es distinta. Bolaños era muy movido. ¿Te acuerdas de un programa que salía con Lagrimita, el payaso64? -Creo que sí -contesté dubitativamente. -Pues Bolaños nos conseguía pases para entrar como público. A veces también íbamos con Chabelo65. O sea, un domingo veníamos al estadio y otro íbamos a los programas. Bolaños era muy movido y siempre andaba consiguiendo cosas para todos. -¿Salían mucho a otros estadios? -No, casi no. Sólo a Guadalajara… -¿Veracruz, Toluca y Puebla?... -… Sí, a lugares más o menos cercanos. Pero antes el club ponía más billete. Bueno les convenía. A Televisa le convenía. El club y Televisa son lo mismo, son la misma empresa y les convenía tener contentos a los aficionados del América. Bolaños me comentó en una plática informal a principios de 2008 que estaba muy “sacado de onda”66 porque había perdido el control de la Porra qua él había organizado. “Ahora estoy desempleado y ‘medio’ trabajo con un diputado del PRD, en el poniente de la ciudad”, me dijo. -¿Se saca dinero de ser líder de una porra? –le pregunté. -Por supuesto. Ser líder de una porra es un negocio más o menos redituable. Aquí no todo es por amor a la camiseta, como todos los líderes dicen. Es obvio que yo perdí ingresos económicos importantes al dejar de ser el líder –me contestó. Yo fui el culpable, en parte, pero también la gente de la directiva exageró y pienso que fue injusto que me quitaran la porra. Ahora José es quien dirige la Porra, y lo hace bien, pero también saca dinero de esto. En otra ocasión dentro del estadio, otro de los viejos integrantes de las Porras familiares me dijo: 64 Un programa de televisión con público asistente que se transmitía, probablemente en los 1990 en algún canal de Tlelevisa. 65 El programa de televisión más antiguo de la televisión mexicana: Un programa de concursos, llamado En Familia, cuyo locutor, Chabelo, es conocido por su americanismo. El programa se transmite en vivo los domingos por la mañana y tiene público en el estudio. 66 “Sacarse de onda” puede entenderse como consternado o molesto. 148 Cuando yo vine por primera vez al estadio tenía 14 años. Ahora ya tengo 49, échale cuentas. Yo todavía viene cuando las porras estaban allá arriba, del otro lado del estadio. Eso fue a mediados de los setenta. -¿Esa porra era la Popular, no? -Sí, primero fue la Popular, que después se fue dividiendo. Los primeros organizadores fueron Efrén y “El Camarón”, que en paz descanse. Lugo de ahí fueron surgiendo otras porras, “La Unión” y la “Amigos” que es la de Gonzalo. Yo tuve mi propia porra, pero ya sabes, siempre hay broncas y… (me da la impresión de que duda en decir “tranzas”67), bueno conflictos. Yo dejé de venir unos cuantos años y cuando regresé quise que me dieran de nuevo mi porra, pero todos me echaron mucha tierra68. Echan mucha tierra estos cabrones… [se refiere a los otros líderes]. -¿Lana69? -Hum (me mira asintiendo), pues tú sabes, esto no se hace todo por amor a la camiseta. -¿Esto también le paso a Bolaños, no? -No a Bolaños le pasó otra cosa, pero yo no sé qué (me dice apuradamente como intentando cambiar de tema lo más pronto posible). A mí nunca me quiso decir qué le pasó, yo no sé. No, a mí me quitaron la porra mi propia gente y ahora son ellos quienes la dirigen. Yo apoyo junto con mi hija (que se llama América), pero ellos son los que mueven la porra. El asunto del dinero se ubica en el centro de los conflictos por los liderazgos de las Porras. Sin embargo, quienes ocupan los roles de líderes siempre buscan que esta cuestión sea subestimada y manifiestan que su verdadero interés es “el equipo”, su “amor a la camiseta” y al club. Se sobreestima el aspecto emocional que se guarda con el club, adjudicándole al amor, a la pasión y a la lealtad desmedida el vínculo que los une con su equipo (y como derivado con su Porra). “Naturalizando” la relación con el club, me parece, los integrantes de las porras buscan establecer que el “amor” y la “pasión” son vínculos de orden biológico, más que de índole social o culturalmente construidos. Esto es un señalamiento 67 Una “tranza” en México es sinónimo de corruptela o acción ilegal o inmoral. “Echar tierra” es sinónimo de decir mentiras o medias verdades con el afán de socavar la credibilidad y/o honorabilidad de alguna persona. 69 “Lana” es sinónimo de dinero. 68 149 importante, ya que perciben que el amor y la pasión por el club son tan “naturales” como la sangre que corre por sus venas. De ahí que muchos digan simplemente que la camiseta del equipo es como su “segunda piel”. Este tipo de amor, por lo tanto, no tiene posibilidades de ser tasado en una escala monetaria o económica de valores. Sería tanto como cuestionar el amor (el cual debe de ser absoluto bajo esta lógica) que una madre o padre le deben profesar a su hijo o hijos; por tanto, sentir este amor es “natural”. En consecuencia, la “grandeza” del club corre por su sangre. Regresando a la Porra, quienes se encuentran en posiciones subalternas tienen críticas hacia sus líderes, aunque no todos los relacionan con “tranzas” o beneficios económicos, que demeritan abiertamente el amor y la pasión que deben sentir por el club. Si bien es cierto que todos mis informantes consideran que los líderes lucran de su posición, no todos están interesados en disputar esos lugares. José y Bolaños tienen un conflicto de intereses que no se ha manifestado de manera directa ni contundente. Ambos hacen críticas veladas hacia el otro. “Bolaños casi nunca viene, pero cuando viene sólo lo hace para cobrar la entrada de sus invitados”, me dice José un poco molesto por la situación. Por su lado, Bolaños piensa que José lo ha excluido de toda toma de decisión de la Porra y principalmente le ha restado sus ingresos económicos. José argumenta que no fue él quien le quitó la Porra a Bolaños, sino la directiva del club y que de cierta manera él se hizo cargo de forma indirecta y casual, y hasta defendió a Bolaños en las juntas con la directiva. “Lo querían vetar del estadio después de haber caído en la cárcel. Yo lo defendí y les dije que él es una buena persona, a pesar de su falta”, me ha dicho José, en varias ocasiones. Asegura que no estaba en 150 sus planes hacerse del liderazgo de la Porra, pero que tampoco los demás integrantes lo quisieron hacer, así que él llegó ahí sin haberlo premeditado. Las críticas entre los líderes son a veces, menos soterradas. “Mira, esto es lo que yo gano en mi trabajo”, me enseñó José una vez un cheque de su trabajo. Y ahondó: Yo no tengo necesidad de andar robando a la gente, ni de cobrarle más de lo que es justo. Gano bien y tengo muchas prestaciones laborales. A mí me han acusado de que yo trafico con la Porra. Pero eso es falso. Una vez, Gonzalo me vio manejando mi camioneta y me dijo: “¿Si deja [dinero] la Porra, verdad?”. Yo cargo en mi cartera siempre los recibos de mis ingresos. En esa ocasión le respondí a Gonzalo: “Mira, este es el recibo de lo que me tocó por la caja de ahorros de muchos años de trabajo. Con eso me compré mi camioneta”. Él es quien se ve beneficiado de todas las tranzas con la directiva. No yo. Todo mundo te puede confirmar que es Gonzalo quien tranza con el equipo, es un lamebotas y un arrastrado de Ismael y de la directiva. Y en efecto, prácticamente todos mis informantes coinciden en que Gonzalo, el líder de la Porra Amigos (la más grande), es el hombre que más lucra en la porras. Yo he querido entrevistarlo y platicar con él, pero siempre se ha negado y esquiva cualquier tipo de conversación. Sin embargo, es un secreto a voces que revende boletos, trafica entradas y está dispuesto a tranzar con todo lo que sea negociable en el ámbito de las porras familiares. El escrutinio al que están sometidos los líderes de las porras por parte de la directiva y la policía es intenso. Su comportamiento siempre será cuestionado o tolerado en la medida en que se apeguen o no a ciertos códigos morales. En un lado de la escala, el “amor a la camiseta” es entendido como el trabajo organizativo desinteresado y sin fines de lucro. Es una especie de valor idealizado en el que antes que el beneficio personal se encuentra el de la colectividad, es 151 decir el de la familia americanista a la cual pertenecen todos los integrantes de las porras. Los miembros comunes ven con cierto agrado y satisfacción que otros, es decir, los líderes, se “fleten” en la organización de las Porras. Asistir a las reuniones, llegar mucho tiempo antes de los partidos, llevar la administración y comprar banderas e instrumentos musicales no es algo que todos estén dispuestos a hacer y son tareas percibidas como expresiones del “amor a la camiseta”. Por el otro lado, la venta excesiva de boletos y el lucro desmedido es percibido como una actitud deshonesta, ambiciosa, condenable moralmente y percibida como contrapuesta al amor por el equipo, pero tolerada y hasta aceptada como una práctica que compensa las obligaciones del liderazgo y, por supuesto, del patronazgo. Es momento de contraponer estas relaciones verticales con las que pueden entenderse como prácticas “horizontales” (o menos verticales) ente los integrantes de la Porra, expresadas en la idealización de familia. La organización horizontal y la moralidad familiar Como se ha planteado hasta aquí, la disposición “endógena” de la Porra Unión tiene claros sesgos jerárquicos. Sin embargo, las prácticas y relaciones que se establecen entre sus integrantes fluyen más “horizontalmente” que entre la porra y otras instancias organizativas del club. En este ámbito, el concepto “familia”, idealizado e impulsado por la propia directiva del club, toma relevancia. Muchos de los integrantes de la porra van acompañados por familiares consanguíneos o político: esposas, padres, hijos e hijas, primos o hermanos. Quienes no se hacen acompañar por ellos, idealizan a la porra como una familia, en la cual los valores 152 de lealtad, honor, tradición, fidelidad y respeto (que asocian directamente con la moralidad familiar) deben prevalecer. Así, la familia se extiende a la porra. Por ello, los integrantes de la porra ven con extrañeza y rechazo a todos aquellos individuos y grupos que les parece están “acabando” con los valores de la familia dentro y fuera del estadio. La incursión reciente, desde hace unos diez años aproximadamente, de las llamadas barras juveniles es vista por los integrantes de la porra en este tenor. Para ellos, las barras, son percibidos como una fuerte amenaza a la moralidad familiar que aquellos dicen representar. Esta percepción se extiende hacia los grupos de aficionados organizados de los equipos rivales, principalmente a la de los Pumas de la UNAM. Uno de mis informantes me comentó lo siguiente en alguna ocasión: “[Los jóvenes de las barras] son puros chavos mariguanos y muy desmadrosos. Antes no era así. Yo pienso que el ambiente debe de ser familiar. Entre las porras se armaban rivalidades, pero sanamente. Ahora se pelean”. Obviamente esta descripción raya en lo falaz, ya que la agresión verbal, la diatriba, la arrogancia, el escarnio y hasta el enfrentamiento físico de los integrantes de las porras familiares es corroborable durante cualquier partido, por lo que esa idealización de un espectador pasivo, amable, comprensivo, amigable y familiar sólo puede comprobarse parcialmente en las porras. En estricto sentido, aquello que puedo identificar como prácticas horizontales, con cierto aspecto de “reciprocidad”, son intercambios de algunos bienes, como alimentos y bebidas, pero principalmente son intercambios simbólicos cuyo objetivo último es demostrar el “amor a la camiseta” y al club: saludos, vivencias 153 personales a lo largo de los días que dejan de verse. Evidentemente, los cánticos, consignas y coreografías que se realizan durante los partidos, requieren de la conjunción de esfuerzos colaterales de sus integrantes. “Uniendo” esfuerzos con sus pares, los integrantes de la porra piensan que contribuyen en mejorar las posibilidades de triunfo del equipo y, por tanto, de satisfacerse ellos mismos con las victorias del club, o en todo caso disminuir la sensación de derrota entre sus compañeros. Dentro del estadio, en las gradas, las jerarquías no “desaparecen” ni dejan de tener validez, pero la idea de formar parte de la “familia-porra” ejerce una gran influencia que discursivamente se pretende como igualitaria y equitativa. “Aquí se trata de que todos ‘jalemos parejo’, por el bien del equipo”, me dice uno de mis informantes de la porra. Es decir, durante los partidos, de todos y cada uno de los integrantes, se espera un esfuerzo relativamente equitativo. No quiere decir que de un niño se espera lo mismo que de un adulto, por obvias razones, pero tanto niños como adultos, hombres y mujeres son percibidos como “americanistas”, y por lo tanto la pasión por el club más o menos equipara a los integrantes. “Jalar parejo” es un enunciado de pretendida equidad. La equidad, sin embargo, es fácilmente confundida con la sincronía de movimientos y de acciones. Pero la sincronía no establece una igualdad de obligaciones y prácticas entre los integrantes de las porras. Quienes establecen los momentos de “echar una porra”, es decir, gritar una consigna, que generalmente es el grito “Águilas, Águilas...”, son los líderes de las porras o quienes ellos determinen. De todas mis visitas al estadio, nunca pude observar que José, Cristián o Diana “echaran una porra”. José y Diana son particularmente displicentes en cuanto a gritos y consignas se 154 refiere, pero ninguno de los integrantes de la porra ha cuestionado esta displicencia. En otras palabras, el discurso y las prácticas de la porras, engarzados al de la familia, como un espacio de “igualdad” sólo se sustenta muy endeblemente, ya que “jalar parejo” no es más que una aspiración que en la práctica no es tan fácil de observar. Ante la precariedad de los recursos económicos y del salario, la diversión y “desahogo de la vida diaria” se vuelven un elemento fundamental del aficionado al futbol que requiere de compartirse con sus pares. Otras cuestiones menos evidentes están presentes en las relaciones “horizontales” de la porra. Una de ellas, la relativa homogeneidad de clase social de los integrantes de las porras. Todos los integrantes son trabajadores ya sea autoempleados o profesionistas, y ninguno de ellos podría considerase como un capitalista o con ingresos por rentas bancarias o bursátiles, por ejemplo. Sus niveles y preferencias de consumo son relativamente equiparables, lo cual les permite establecer estos intercambios horizontales. Muchos gustan de las cervezas y de los refrescos de cola, así que durante un partido, generalmente un grupo de amigos “rola” el pago de las rondas de cervezas o refrescos. “Yo pago esta ronda”, se puede escuchar por ahí. La subsiguiente puede ser pagada por alguien más o en un partido siguiente. Otro factor más es la relativa cercanía territorial de los integrantes, lo cual los vuelve partícipes de un ámbito cultural regional y de clase más constreñido. Si bien es cierto que el factor de que el club sea de la Ciudad de México no es el determinante, de muchas maneras, “ser chilango”, establece códigos de conducta y prácticas sociales más o menos homogéneas. Una de ellas es el lenguaje. Un 155 bien simbólico muy importante que se intercambia entre los integrantes de las porras es el “chiste” o el lado “cotorro” de las situaciones. “Pasarse un buen momento” es uno de los bienes más preciados por los integrantes de las Porras familiares y entre más ameno y “cotorro” sea la estancia en el estadio, mejor para ellos. En una visita que realizaron un par de amigos argentinos míos al estadio Azteca en 2009, las bromas y el “cotorreo” que se estableció en las gradas no fue del todo claro para ellos. “Alburear” a algún jugador contrario o a un aficionado del equipo rival es una práctica muy socorrida en las gradas del estadio, pero requiere compartir el código verbal correspondiente. De esa forma, el chiste o el albur es un bien que se intercambia, pero sólo entre los pares (regionales o de la ciudad) que pueden descifrar el mensaje y conectarlo con su intención lúdica. Dentro del estadio, los aficionados de las porras familiares ocupan la sección sur oriental de la parte baja del estadio. Entre las diferentes organizaciones es posible contabilizar, en un día de partido contra algún rival “fuerte” unos quinientos aficionados. En los momentos en que el equipo local ingresa, la porra, casi al unísono, responde con gritos de aliento. Cuando el equipo visitante ingresa recibe rechiflas, “mentadas de madre” y gritos descalificadores (“putos”, “pinches culeros”, “chinguen a su madre”, etc). El último campeonato del 2007, los dos del 2008 y el primero del 2009 han sido los peores en varias décadas para el club. No han calificado a la llamada “liguilla” (especie de post-temporada en el que ocho equipos se disputan el título) y en el torneo, “Clausura 2008”, el equipo quedó en el último lugar de la tabla general de puntuación, lo cual no sucedía desde los años cincuenta. Esto se ha reflejado sensiblemente en la porra. Las contrataciones, para la cuales, como es característico del club, se han dilapidado millones de pesos no han surtido los 156 efectos positivos que se esperaban. En las gradas, los comentarios son una mezcla de “ahora sí vamos a salir de la mala racha”, “pinche Fulanito (refiriéndose al director técnico. El club ha tenido cerca de cuatro cambios en la dirección técnica en un año) no ha hecho nada”, “en este partido sí le tienen que poner “güevos” (huevos) estos cabrones (los jugadores)”. El “chacoteo”, es decir la farsa y el doble sentido es un intercambio dialógico de homogeneidad de género, en el cual sólo los varones participan. “Ahí te habla tu hijo”, le gritan a José, señalándole a uno de los jugadores del equipo contrario. “Perro”, les responde, queriendo decir que primero preferiría ser perro que el padre de tal jugador. Los allegados ríen ante los albures y los dobles sentidos. Según Lauria, en el Puerto Rico de los años 1960: El intercambio del “relajo”, también descrito como “se relajaban uno al otro”, puede ocurrir como un intercambio sostenido, que permanece en el nivel de un simple juego cuyo vocabulario es parte un ritual de difamación y humillación, pero nadie lo toma en serio. En otras ocasiones, los participantes pueden llegar a tomarlo seriamente, y todavía mantener la fachada de una broma amistosa. Para fines analíticos, se pueden distinguir dos categorías: el simple juego de bromas y la mucho más seria “competencia de bromas”. En la segunda, el relajo mutuo se convierte en una competencia, en un concurso sofisticado de de difamación, un ritual de degradación, en el cual los jugadores están agresivamente enganchados buscando obtener puntos a costa del otro, buscando llegar lo más lejos posible y aun así tener el consenso superficial de la amabilidad (1964: 61). De esta forma el “relajo” o “chacoteo” es una forma de intercambio verbal muy socorrida entre los aficionados mexicanos a los deportes. Si bien es cierto que las descripciones que he hecho aquí son las observadas en el estadio Azteca, también he podido ver este tipo de prácticas y discursos en otros foros deportivos como en el béisbol o en la lucha libre. 157 La plática entre los integrantes de la porra, por supuesto, no es homogénea. Algunos conversan sobre los resultados del equipo o de otros clubes a lo largo del torneo. Las mujeres, he escuchado, hablan sobre temáticas variadas: la familia, el trabajo o hasta realizan algunos negocios personales. Tal es el caso de Diana, que a través de un catálogo realiza ventas de artículos de belleza y zapatos, los cuales vende a plazos entre los integrantes de la porra. He podido observar que una buena parte de los gestos y de los sentimientos de los integrantes de la porra están pautados por ciertos cánones. Los líderes de la porra son un referente ineludible, por lo menos para algunos integrantes de la misma. De manera casi imperceptible y pareciera que inconciente, algunos integrantes imitan los movimientos y las gesticulaciones de José. Los tiros a gol, las faltas cometidas a los jugadores, las marcaciones de los árbitros generan ciertos tipos de gestos y comentarios. Si el árbitro marca una falta a favor del equipo contrario los integrantes de la porra lo increpan: “Estás ciego”, “No seas pendejo, árbitro”. Si es favor del equipo: “Árbitro justo”. Un gol genera la reacción colectiva. Hay gritos y abrazos y un revuelo general, aunque la intensidad de la celebración varía dependiendo del marcador. Para los integrantes de la porra, ser un “americanista”, como me lo han confirmado algunos informantes, es un “estilo de vida” que se “lleva en la sangre”. Pienso que en algún sentido, esto lo experimentan como una responsabilidad pasional (en el sentido cristiano del término, es decir, como un “sufrimiento”) que se combina con un sentimiento de orgullo relativamente placentero. José me cuenta que todos los lunes recibe las burlas (cuando el equipo pierde) de sus compañeros de trabajo, “pero eso sólo es con el América”, afirma. “Lo importante es que están al pendiente del equipo. Yo no sé cómo quedan sus equipos aunque 158 ganen, pero ellos sí saben cómo va el América, aunque pierda. Eso es lo importante”, asegura. De esta forma, los aficionados americanistas viven pasionalmente y desde una posición (autoidentificada) de altivez o grandeza, como mirando para abajo a los demás, con cierto desprecio y autocomplacencia, a pesar de (o podría decirse gracias a) las agrias críticas de los rivales. El club es “grande” porque los presupuestos a su disposición lo son y estos a su vez se han materializado en objetos (el “coloso” de Santa Úrsula, como es conocido el Estadio Azteca) y en la alta tecnología que implican las transmisiones mediáticas (“tecnología Televisa”, por ejemplo) y las costosas contrataciones de los jugadores y entrenadores. Pero los presupuestos de la afición de la “porra familiar” liderada por José son austeros, escasos y extremadamente ajustados. 159 Capítulo 3 El Estadio Azteca in situ: espacio, consumo cultural, emociones y grandeza Somos una empresa que busca ofrecer: El mejor confort. El mejor servicio. La mejor seguridad. Valores: Lealtad y compromiso con la empresa Responsabilidad social Actitud de servicio Desarrollo integral del personal Búsqueda continua de la calidad Innovación y creatividad De la página web del Estadio Azteca El escenario del melodrama y la comercialización El estadio es el lugar en el que la trama “ritual” del futbol se desarrolla. Las emociones que se expresan, las identidades que se manifiestan son ubicables en ese espacio simbólico y material del futbol profesional. El Estadio Aztaca70 es la sede del club América y el lugar en el cual desarrollé mayoritariamente mis actividades etnográficas. Parafraseando a Fábregas (2001), el estadio es esa especie de “aldea” en la que el etnógrafo urbano puede encontrar los rasgos 70 En el Estadio Azteca, el club juega todos los partidos en calidad de local. Esta enorme infraestructura, que puede albergar a hasta 105 mil aficionados, está ubicado al sur de la ciudad de México, específicamente en la colonia Santa Úrsula Coapa, en la Delegación Coyoacán. El estadio fue diseñado por los arquitectos Pedro Ramírez Vázquez y Rafael Mijares Alcérreca. Fue inaugurado en mayo de 1966, con el partido entre el América y el Torino de Italia. Según la historia oficial que promueven sus dueños: “En el año de 1962, Don Emilio Azcárraga Milmo, decide la construcción del Estadio Azteca, sueño que se hizo realidad en 1966. En el momento en que el Sr. Azcárraga Milmo decidió participar directamente en el fútbol, lo hizo con una visión plena de hacer algo grande, algo que debía sacudir al fútbol mexicano, que estaba en la antesala del profesionalismo. El primer paso fue adquirir la franquicia del Club América, así fue como Televisa entró al fútbol en 1959 y fue por la puerta grande, esto dio pie al nacimiento de un proyecto que era el sueño dorado de los aficionados, contar con un estadio de fútbol a la altura de los mejores en el mundo, un escenario que le hacía falta a este deporte en México para proyectarse a nivel internacional” (ver en información del internet: Página del Estadio Azteca) 160 característicos de una “cultura futbolística” determinada. El Estadio Azteca, por lo tanto, será el espacio en el que el americanismo se desarrolla con mayor nitidez. El Estadio Azteca y los espacios urbanos que se conectan a él en un día de partido ( es decir, las rutas de acceso y los medios de transporte que llevan a su público) son lugares de múltiples manifestaciones. Éstas van desde las expresiones de la vida cotidiana del transeúnte hasta espacios disputados simbólica y materialmente por varios sujetos sociales: el gobierno, los grupos de aficionados individuales y organizados y, por supuesto, las empresas capitalistas que buscan lucrar mediante el negocio futbolístico. El sentimentalismo melodramatizado que se le ha impreso de varias maneras al negocio futbolístico es ya de por sí un producto más que las empresas dedicadas a los consumos culturales y materiales asociados con el futbol. El “amor al club” es un “sentimiento” que se explota comercialmente de muchas maneras: a través de la televisión, adquiriendo una camiseta, comiendo a las afueras del estadio, etc. Pero no hay muestra más clara de ello que asistiendo al estadio, comprando un boleto y expresando la afiliación sentimental en las gradas del estadio. Este capítulo intentará dar parte de este espacio y de las prácticas que en él se desarrollan. Un día de partido a finales de octubre Nota: Esta es una etnografía de un partido en este estadio, incluyendo algunos momentos que se desarrollan en otras zonas de la ciudad, pero que se acoplan al desarrollo mismo del partido en cuestión. 161 Me desperté cerca de las 9 de la mañana y me dirigí hacia el puesto de periódicos. Algunas de las primeras planas de los periódicos llamados de “circulación nacional” mencionaban que por la tarde se jugaría el partido. Así, El Universal escribió: “Que no sea un clásico empate. América y Chivas tienen la misión de responder hoy a la expectativa generada”. Por su lado, Milenio mencionó escuetamente en su primera plana: “Hoy: América vs. Guadalajara. 17 horas. Canal 2”. El amarillista diario La Prensa, de gran consumo popular, colocó una composición fotográfica de cuatro jugadores (dos del América y dos de las Chivas) al lado de una que presentaba a un hombre muerto en un accidente automovilístico y escribió: “¡Hoy, el clásico! Más de dos mil polis vigilarán el América-Chivas; ojalá no defrauden”, sin dejar en claro si se referían a los polis o a los jugadores. Por supuesto, los periódicos deportivos tenían como noticia principal la realización del juego. Estadio imprimió en su plana principal las fotografías (que ocupan casi la totalidad de ésta) de los jugadores Salvador Cabañas (América) y Omar Bravo (Guadalajara) y editorializaron: “Honor en juego. Esta tarde se jugará una edición más del clásico nacional; Chivas promete ser ofensivo pero América es favorito”. Por último, Esto imprimió los escudos de ambos equipos ocupando media plana y escribe: “Lucha de gigantes. América recibe a Chivas en una edición más del clásico nacional”. Yo regresé a casa y tomé un café leyendo el periódico. A las 12:00 hrs., salí nuevamente de casa para comer. En uno de los locales del mercado del barrio colindante con el que vivía (colonia Obrera) se vendían tacos y consomé de barbacoa. El local atraía una clientela numerosa y a esas horas del día prácticamente estaba lleno. Sabía que los jóvenes que atendían al público eran aficionados al futbol porque generalmente vestían camisetas de equipos de 162 futbol mexicanos o europeos. Uno de ellos vestía en esta ocasión una playera del América. Pedí un consomé y tres tacos “suaves”71. Mientras comía, el joven con la playera americanista fue interpelado de forma burlona en un par de ocasiones. Una de ellas: “Quítate esa playera, mi buen [amigo]”, le dijo un comensal burlonamente. La otra: “Van a volver a perder. ¿Qué tal un dos a cero?”, le espetó retadora, pero juguetonamente el transeúnte. El equipo había sufrido una de las rachas perdedoras más largas y contundentes en su historia, por lo que las burlas no pudieron ser repelidas más que con risitas nerviosas por parte del joven despachador. Yo le pregunté si era aficionado del América. Él me dijo que no, que en realidad le iba al Cruz Azul. Yo, sorprendido, le volví a cuestionar: “¿Y entonces por qué traes una camiseta del América?”. Él meneó la cabeza de un lado a otro, se encogió de hombros y simplemente me dijo: “No sé, sólo para provocar a la gente… y bueno una apuesta, ¿tú sabes, no?”. En realidad no entendí bien lo que me quiso decir el joven, pero intuí que estaba pagando una apuesta y que debía portar la camiseta del rival. Lo interesante fue que mencionó la palabra “provocación” y la asoció al club América. Yo terminé mis tacos y mi consomé. Pagué, me despedí del joven despachador y me enfilé hacia el estadio. En el camino hacia el metro, que dista unas cinco cuadras, observé un par de transeúntes enfundados en sendas camisetas del América y de las Chivas. Este hecho es tan común actualmente en la ciudad de México que generalmente pasa inadvertido, pero que en definitiva es parte fundamental y evidente de la lógica de 71 En muchos locales en que se vende barbacoa en la ciudad de México, preparada con carne de borrego desmenuzada y frita sobre una plancha de metal abundante en grasa, ésta se vende en forma de tacos “suaves” o “dorados”. Los tacos “suaves” se colocan dentro de tortillas de maíz sin freír y son acompañados con cebolla y cilantro picados, aderezados con alguna salsa picante y jugo de limón. Los tacos “dorados” se fríen en aceite y son acompañados con crema, queso rayado, lechuga y la infaltable salsa picante. 163 mercantilización deportiva. Como fue mi costumbre cuando asistí a los encuentros en el estadio Azteca, abordé un micro en la estación Chabacano del metro. Estos microbuses viajan por toda la Calzada de Tlalpan hacia el sur de la ciudad, en dirección a Xochimilco. Eran cerca de las 13:30 hrs. Hice la parada a uno de estos microbuses, que me cobró $4.50. Este vehículo de transporte público, como muchos de los que circulan en la ciudad, estaba en muy malas condiciones mecánicas y podrían ser considerados como chatarra en otros países. Pueden llevar unos treinta pasajeros sentados y hasta unos veinte parados. En este, en particular, iba sentado un hombre de unos treinta y tantos años vestido con un pants del América. Poco a poco, el micro se fue llenando con más pasajeros, entre los cuales estaban muchos aficionados de ambos clubes, pero mayoritariamente americanistas. Figura 13. Rumbo al estadio 164 En la estación Nativitas, un grupo de jóvenes abordó el micro. Eran unos diez, la mayoría hombres y una sola mujer, que por sus camisetas, evidentemente eran seguidores de ambos equipos, pero amigos entre ellos. Me llamó la atención el hecho de que comentaban haber sufrido una agresión, muy probablemente en el metro. Esto viene a cuento después de que el micro hace otra parada y más aficionados subieron a él, hecho que provocó que los jóvenes le gritasen al chofer, en son de broma, que sólo dejara subir a “puros pacíficos”. Este comentario provocó que entre ellos comenzaran a recordar el altercado que habían sufrido unos minutos antes. Por lo que pude entender, algún grupo de aficionados americanistas ingresó al metro (o probablemente a otro micro) y a patadas los sacó de ahí. Sus risas eran nerviosas y para su fortuna, el altercado no fue más grave. Después de ello subió otro pasajero. No vestía ninguna ropa que lo identificara como aficionado. Sujetaba una lata de aluminio. Me di cuenta que era una cerveza que llevaba cubriendo con una servilleta de papel, para disimularla. Se acercó hacia el lugar en el que yo estaba sentado. Finalmente se sentó muy cerca de mí. Miró hacia atrás del micro y vio a un grupo de tres varones. Dos niños y un adulto que portaban playeras del América. Les sonrió y preguntó: “¿Van al estadio, verdad?”. Ellos asintieron con cierta indiferencia. “Yo también voy para allá. Vengo de la fiesta y me la estoy curando (tratando de aliviar la resaca)”. El adulto al final del micro sonrió y se puso en disposición de dialogar con el recién llegado, que de forma inmediata les dijo: “Estuve con el hermano del Cuau72 y estuvimos 72 Cuauhtémoc Blanco, ex jugador del América y uno de los ídolos más recientes de la afición americanista 165 chupando73 hasta hace rato. Yo me fui a bañar y voy al estadio a ver si los alcanzo. La bronca es que no tengo boletos y este cabrón no me contesta. ¿Crees que alcance boleto?”, le preguntó al hombre con lo niños. “Sí, yo creo que sí encuentras. ¿A poco conoces al Cuau?”, le dijo con azoro. “Sí, en serio. Es bien chido74 y su hermano también. Conozco a su mamá que también es bien (sic) buena persona”, dijo el hombre con la cerveza. La plática continuó en ese tenor a lo largo de todo el trayecto hacia el estadio y los niños cada vez más animados preguntaban cosas sobre Cuauhtémoc Blanco, las cuales el hombre con la cerveza fue respondiendo con cierto aire de vanidad. El trayecto se prolongó y el tráfico comenzó a ser cada vez más denso. Un par de convoyes del metro rebasaron al micro. En su paso fue posible observar que dos o tres vagones de cada uno los trenes estaban colmados de aficionados americanistas que llevaban banderas e iban enfundados en sus camisetas amarillas. Supuse que eran integrantes de algunas de las barras juveniles del club. Muchos de los automóviles que pasaban al lado del micro llevaban aficionados que se dirigían al estadio. Fue posible observar que algunos de ellos iban bebiendo alcohol, principalmente cerveza. Otros iban pitando sus cláxones en un intermitente “pi, pi, pi, pipipí”. Las banderas del América y de las Chivas salían de las ventanillas de varios automóviles. A lo largo del trayecto75 se observaba un buen número de policías. Muchos de ellos intentaban agilizar el tráfico con su infaltable: “Avance, avance”76. En un 73 Bebiendo alcohol. Muy buena persona. 75 Que es de unos doce kilómetros de distancia, desde el metro Chabacano hasta el Estadio Azteca. 76 En la Ciudad de México, mucha gente hace burla de los policías, entre otras cosas, por su forma de hablar, que a decir de muchos clasemedieros es muy vulgar (y llegan a calificarla de “naca”, 74 166 momento determinado, otro micro, ocupado por unas cuatro decenas de aficionados americanistas que, literalmente colgaban del mismo y desplegaban varias banderas del club, se emparejó al micro en el que viajaba. La tensión subió un poco, ya que los jóvenes (de cerca se notaba que eran jóvenes, en su mayoría) comenzaron a increpar a los poco aficionados Chivas que iban en el micro en el que yo estaba sentado. “Chinguen a su madre77, putos”, gritaban con fuerza, a la par que gesticulaban y señalaban con vehemencia a los aficionados con las playeras del Guadalajara. Un envalentonado Chiva les reviró la mentada de madre y les silbó con fuerza. Por fortuna (mía y de mis acompañantes) el micro con los aficionados americanistas se alejó sin mayor problema. En las inmediaciones del estadio Para llegar al Estaio Azteca existen diferentes formas: a través de vehículos particulares que pueden ser estacionados en cualquiera de los cuatro lotes disponibles alrededor del estadio o en las calles circunvecinas, en la cuales el resguardo, cuidado y limpieza de los autos se ha convertido en un negocio no sólo para los vecinos del inmueble, sino para los policías que permiten y avalan tales prácticas. Otra forma de llegar al estadio es a través del sistema de transporte público. En este caso se puede acceder por medio del tren ligero, el cual tiene una estación denominada “Estadio Azteca” y realiza su conexión más importante con asociándola con lo indígena). Entre las frases sometidas al escarnio está la tautológica: “Oríllese a la orilla” (cuando ordenan detenerse al conductor de un auto) y ésta de “Avance, avance” o “aváncele, aváncele”. 77 En México, una mentada de madre es una ofensa fuerte. Como su nombre lo indica, implica a la madre de la persona interpelada y refiere a un acto sexual edípico. La ofensa puede ser verbal: “Chinga a tu madre”; gestual, con el movimiento súbito y ascendente de un brazo flexionado por el codo; u onomatopéyico, a través de un silbido con una tonada específica en cinco notas que asemeja a la expresión verbal. 167 el metro de la ciudad de México en su terminal Taxqueña. Esto es relativamente importante, ya que muchos de los aficionados organizados en las porras o barras realizan sus traslados al estadio bajo esta modalidad. Una vía más de acceso es por medio del transporte colectivo concesionado o popularmente conocido como “micros”. El Estadio Azteca tiene nominalmente once entradas (aunque algunas de ellas no funcionan en realidad), distribuidas alrededor de su explanada y estacionamientos. Dos plazas, oriente (Tlalpan) y poniente (Insurgentes) fungen como los ingresos principales al estadio. Treinta túneles distribuyen el ingreso a los tres niveles y palcos del estadio. En las explanadas o plazas, se concentran puestos comerciales que venden comida; artículos deportivos (en su mayoría relacionados a los clubes de fútbol y especialmente del América) o souveniers de distinta índole: llaveros, música grabada, tazas, etc. También existen personas encargadas de tomar fotografías con un águila, símbolo del club o la venta de fotografías de los jugadores. Entre más me acercaba al estadio, el tráfico era cada vez más denso. Se llevaba a cabo la fiesta patronal en el pueblo de Santa Úrsula Coapa78 y la Calzada de Tlalpan79 la cual estaba cerrada justo en la bifurcación con ViaductoTlalpan, por lo que este último era la única vía de acceso al estadio. Cerca de las 14:30 hrs. bajé frente al parque ubicado entre Viaducto- Tlalpan y Acoxpa. En él 78 Barrio al sur de la Ciudad de México y uno de los que son considerados como “pueblos originales” de la Delegación Coyoacán. En octubre se celebra su fiesta patronal y en sus inmediaciones se encuentra ubicado el Estadio Azteca o “Coloso de Santa Úrsula”, como también se le conoce. 79 El Estadio Azteca se encuentra ubicado entre grandes avenidas del sur de la Ciudad: Calzada de Tlalpan, el Viaducto-Tlalpan y Periférico. La avenida Acoxpa y el circuito del Estadio Azteca son calles aledañas que desembocan en otras de menor importancia. 168 se podía observar una concentración de aficionados jóvenes de las barras del América. Algunos de ellos tomaban cerveza, inhalaban solventes-pegamento o fumaban marihuana80. Figura 14. El Estadio Azteca. Vendimia informal y mercadotecnia Varios policías observaban a los jóvenes, sin intervenir. Sobre la calle lateral que conecta el Viaducto-Tlalpan con Acoxpa, un grupo de jóvenes bebía cerveza y al momento en que un auto con aficionados vistiendo camisetas de las Chivas quedó junto a ellos, comenzaron a agredirlos verbalmente y se acercaron retadoramente al automóvil. Los pasajeros subieron con velocidad las ventanillas y nerviosamente trataron de seguir su camino, pero dado el número de vehículos y 80 Como explicaré más adelante, las prácticas del consumo de bebidas alcohólicas, la inhalación de solventes y fumar mariguana son sumamente comunes entre los integrantes de las organizaciones juveniles de aficionados. 169 transeúntes les fue difícil moverse con agilidad. Observé uno que otro manotazo y patadas sobre el auto. La policía no intervino. Sobre Acoxpa, que estaba cerrada al tránsito vehicular, unos ciento cincuenta barristas comenzaron a alinearse y se organizan para salir cantando rumbo a la calzada de Tlalpan. Unas diez tarolas, ocho bombos y dos trompetas acompañaban al contingente, que cantaba: “Otra, otra vuelta/ dale, otra vuelta, otra/ dale, campeón…”, mientras lanzaban algunos cohetones y prendían algunas luces de bengala. Crucé el puente de Acoxpa que comunica el lado sur con el norte de Calzada de Tlalpan y sirve como entrada y salida para el tren ligero en su estación “Estadio Azteca”. En ambos lados de calzada de Tlalpan y sobre el puente estaban ya colocados puestos de comida y de venta de artículos relativos al futbol, en general, y al club América, en especial. Las camisetas “oficiales” del club y las de las barras eran los artículos que más se promocionan. Llamaban la atención las leyendas inscritas en las camisetas de las barras. Algunas rezaban simplemente “Monu 16”, aludiendo tanto a una de las barras como al año en que fue fundado el club: 1916. Otras frases inscritas eran más retadoras: “Ódiame más”, “A nadie amo, a nadie respeto”. Mientras avanzaba entre los aficionados que iban llegando al estadio, varios revendedores de boletos se acercaban y preguntaban: “¿Te sobran boletos?”, evitando con esto proposiciones más directas que dieran cuenta de la reventa81. 81 No he realizado una investigación específica en cuanto a la reventa de boletos en el Estadio Azteca, por lo que me es imposible señalar el número de revendedores que se ubican en sus inmediaciones y la forma en que están organizados. Sin embargo, su presencia es notable en todos los encuentros, especialmente en los partidos más importantes, como éste. Los precios de los boletos, por supuesto, varían en función de la zona a la que se accede con ellos y del partido 170 En partidos como este, contra las Chivas, no es posible avanzar más de diez metros sin toparse con un revendedor o revendedora de boletos. En esta ocasión, mientras observaba uno de los puestos de artículos de venta pude escuchar una conversación bastante ríspida entre un grupo de revendedores. Entendí que uno de ellos había amenazado a otro con una golpiza. Yo no conocí el motivo de la amenaza, pero intuyo que la única razón válida era de dinero e invasión de territorios. El que supongo era el jefe del grupo mandó a llamar al rijoso y a su acompañante: “¿Qué pasó? ¿Por qué te estás peleando con esos tipos?”, le preguntó el hombre de mayor edad y voz ronca al joven peleonero. El joven no atinó a contestar y sólo alcancé a observar que se encogió de hombros. “Mira, yo llevo treinta años en esto y nunca he tenido problemas, y así quiero seguir. No tienes porque pelearte ni amenazarlos. Si ellos quieren pelea contigo, te das la vuelta, vienes conmigo y yo hablo con su jefa”, dijo el viejo. “Así se maneja este negocio; nada de peleas. ¿Entendiste? Te pido que no te metas en problemas y no me metas a mí en problemas. Sigan con la venta y nada más de broncas”, finalizó. El joven no dijo una sola palabra y simplemente escuchó lo que su jefe le indicó. Yo continué mi camino. En los alrededores del estadio, las calles comenzaba a llenarse de vehículos estacionados y en circulación82. Algunos otros vehículos accedían a los en cuestión. Otro hecho notables es que la acción policíaca en su contra es prácticamente nula y podría decirse que actúan en absoluta impunidad y libertad. 82 Otro de los “negocios” sumamente visibles en las calles circunvecinas al estadio es el “cuidado” y resguardo de vehículos estacionados. Las familias propietarias de casas cercanas al estadio ofrecen cuidar el vehículo de los aficionados que así lo deseen. Muchas mujeres y hombres se apostan en las calles aledañas al estadio y con una franela que menean en mano señalan la posibilidad de estacionarse frente a sus hogares o incluso dentro de sus patios y garajes. Las tarifas varían dependiendo de la cercanía al estadio y si es dentro o fuera de la casa. Generalmente se cobra de $30 a $50 pesos por partido. 171 estacionamientos del estadio, que en los encuentros contra las Chivas se saturan al cien por ciento, a pesar de las altas tarifas que cobran, hasta los $100. Como siempre, llegué al punto de reunión con la gente de la porra “Unión” en la escultura denominada “Sol Rojo” (o “Citlalli”) de la explanada en calzada de Tlalpan. José (el representante y presidente de la porra) me recibió con más euforia que de costumbre. Me dijo que este partido “es de vida o muerte para las aspiraciones del América”. También me exigió que para este partido hay que “echar más porras y gritar más”. Figura 15. El Citlali. Punto de reunión 172 Tres horas antes de mi llegada al estadio, José, Diana y Cristian, los organizadores principales de la porra “Unión”, a veces apoyados por Ramiro o Alberto ya habían realizado preparativos. Desde antes de salir de casa, José, Diana (su esposa) y Cristian (su hijo) cargan su vehículo con banderas y bombos, además de organizar por folio las credenciales de los integrantes de la porra. Las llamadas a sus celulares comienzan desde temprano. “¿A qué hora va a ser el partido?” o “¿Puedo llevar a un amigo?”, les preguntan con insistencia. Cerca de las 13:00 hrs. todos ellos llegan a la Puerta 1 del estadio. Ahí esperan a que les permitan el acceso al mismo. En esta ocasión, José, que viste una playera del América y pantalones de mezclilla, había platicado algo con un policía. Se sonrieron y se palmearon la espalda. Acordaron algo. José se acercó a Diana y le dijo: “Van a entrar estos chavos con nosotros, señalando a un trío de adolescentes. Hay que darles uno tambores para que los carguen”. Volteó a ver al policía con el que acababa de hablar y les señaló a los jóvenes. El policía asintió. Los muchachos entraron al estadio como integrantes de la porra. Ya dentro desplegaron sus banderas sobre las gradas y colocaron los tambores, trompetitas, globos y demás artículos que distribuirían antes y durante el encuentro. Al punto de reunión llegó Ramiro, otro de los integrantes de la porra. Inmediatamente se dio cuenta que yo iba vestido con un pantalón de mezclilla azul, una playera blanca y que llevo una chamarra roja: “¿Qué pasó? Vienes con los colores de las Chivas”, me dijo. En efecto voy vestido así, pero yo no había reparado en ello. “Pues, sí, pero fue pura coincidencia, ¿a poco crees que lo planeé?”, le reviro. Él se quedó con una mirada suspicaz pero no dijo nada más. Yo simplemente le comenté que tenía que ir al cajero automático y que en un rato habría de regresar. Efectivamente me dirigí al cajero. 173 En el trayecto por la explanada era posible ver a los diferentes aficionados que llegaban al estadio. Aquellos que iba acompañados de uno o varios amigos o de sus familiares. La mayoría portaban las playeras de su equipo, y en este caso era notoria la superioridad en número de los americanistas. Sin embargo, los aficionados con los colores del equipo de Guadalajara también se dejaban ver en gran número. Algunos de ellos iban observando los puestos comerciales, analizando la posibilidad de comparar algún recuerdo o de hecho haciéndolo. Otros más comían algo de la variedad culinaria que se ofrece en ellos: tacos y tortas83, principalmente. Algunos más aprovechaban la oportunidad para tomarse una fotografía con uno de los fotógrafos que disponen de águilas vivas que se posan sobre el hombro de quienes lo soliciten. Otros más se pintaban la cara o el cabello con algún símbolo de los equipos. Sin embargo, la mayoría de los aficionados de las Chivas se encontraban en la otra explanada, la de Insurgentes. En esa otra explanada, se concentraban la mayoría de los aficionados de las Chivas. Al igual que en la de Tlalpan, en la explanada de Insurgentes (que en realidad se encuentra lejos de esa avenida, pero así se le conoce), estaban colocados puestos de comida, ropa y souveniers. Esta explanada se encuentra al costado del estacionamiento principal del estadio, por el cual acceden los autobuses que transportan a los aficionados de las Chivas. En ese lado del estadio se concentraban los aficionados de “La Legión”, la barra que apoya al club Guadalajara y algunos grupillos más de aficionados Chivas. De forma sorpresiva, caminando entre los aficionados pasó un seguidor del club que a su vez llevaba 83 Los tacos son tortillas de maíz a las que se les añade básicamente carne (de res, cerdo o pollo) y una salsa picante. Las tortas son sándwiches de pan blanco a las que igualmente se les añade carne (milanesas, o cortes finos de cerdo, res o pollo); rebanadas de tomates rojo, de aguacate y de cebolla; queso (amarillo o blanco) y el infaltable chile estilo jalapeño o chipotle. 174 atado a una correa un chivo enfundado en una camiseta del equipo tapatío. Varios transeúntes se acercaban a ellos y le pidieron permiso para fotografiarse con el animal. El dueño accedió gustosamente y en menos de un minuto ya se había fotografiado cerca de cinco personas. Los demás aficionados veían con sonrisas al chivo y lo señalan constantemente. El dueño continuaba su trayecto y se llevó al animal, mientras más personas le pedían fotografiarse con su mascota. De pronto, un par de autobuses más se acercaron al contingente, lo que provocó que un grupo de policías avanzara hacia donde finalmente se estacionaron los vehículos. Los granaderos rodearon las unidades vehiculares y formaron una valla a su alrededor. Los aficionados, al parecer, venían de Guadalajara y lugares aledaños al Distrito Federal y pertenecían a “La Legión”. No se presentaron tumultos ni empujones a la hora en que descendieron de los vehículos. Todo se desarrolló en relativa calma y sin mayores contratiempos. Poco a poco, los pasajeros que fueron descendiendo de los autobuses se quedaron dentro del perímetro policial. Algunos llevaban instrumentos musicales y todos vestían camisetas de las Chivas. La policía sólo observó a los jóvenes y los encaminó hacia la entrada. Ellos, sin mayores exabruptos fueron ingresando al estadio, custodiados por el contingente policial. Los aficionados comunes seguían llegando a la explanada y lentamente iban ingresando al inmueble. Yo volví a caminar de regreso a la explanada de la calzada de Tlalpan. Una vez de vuelta, observé cómo los integrantes de las porras familiares y de las barras juveniles iban atiborrando la explanada. Los más jóvenes, pertenecientes a las barras continuaban bebiendo cerveza e inhalando solventes o pegamento, a pesar de la prohibición expresa para realizar esas actividades en la calle. Jugueteaban con los puños; se empujaban constantemente; reían 175 estrepitosamente; algunos de sus integrantes estaban ensayando las canciones que entonarían durante el partido. De vez en vez, alguna cámara de las grandes televisoras se paseaba entre ellos, lo cual generaba gran revuelo entre los jóvenes84, que muchas veces ni se percataron de ello debido al fuerte estado de intoxicación en el que ya se encontraban. Por lo general, los aficionados de los equipos rivales evitan pasar por donde ellos se encuentran. En este caso fue difícil ver aficionados de las Chivas que caminaran cerca de ellos. A media distancia, vi un grupo de jóvenes de una de las barras que colocaba unos instrumentos musicales a un lado de “Citlalli. Junto a estos instrumentos desplegaban un pequeño puesto de camisetas. Algunos más se acercaron a ver los modelos en venta. Desdoblaron las playeras, las observaron y leyeron las leyendas inscritas en ellas. Algunos las compraron y otros, la mayoría, simplemente las devolvió. Entre los diferentes grupos de las barras se veían varios subgrupos. Eran jóvenes que venían de diversos puntos de la zona metropolitana y que se mantuvieron relativamente juntos. Otros grupitos más que observé son los que se establecen alrededor de los llamados “capos” o “subcapos”, es decir, los jefes de y subjefes de las barras. En estos grupitos se estaban distribuyendo boletos de entrada. En un momento determinado, de forma sorpresiva, un grupo de policías atravesó entre los jóvenes de las barras tomando rápida y fuertemente a un par de ellos. A empellones los alejaron del grupo. Por unos instantes, los jóvenes de las 84 Los periodistas generan un especial comportamiento entre los aficionados. Cuando las cámaras y micrófonos de las televisoras nacionales e internacional circulan entre ellos, los aficionados saltan y gritan. Cuando los periodista realizan una entrevista, decenas de aficionados se colocan al lado o detrás del entrevistado y el entrevistador, realizando muecas y gestos festivos, además de gritar consignas a favor de su equipo o en contra del rival. 176 barras se quedaron en una especie de pasmo. Los policías intentaron someter e introducir al par de detenidos dentro de una patrulla. Sin embargo, los muchachos resistieron y finalmente sus compañeros respondieron y comenzaron a juntarse para increpar a los policías. Eran integrantes del RK y muy rápido se vieron volar objetos en dirección a los oficiales, principalmente botellas de plástico. Conforme pasaba el tiempo se observaban más empujones y la policía intentaba dispersar a los barristas, al mismo tiempo que intentaba organizarse. El tono de voz fue cada vez más fuerte y los insultos cada vez más vehementes. “Chinguen a su madre putos”, gritaban los jóvenes a los policías. “Bájenlos, bájenlos”, gritaban otros. El remolino de jóvenes se acercó tanto a los detenidos que por un momento la policía se vio completamente rebasada. Casi en vilo, los muchachos detenidos fueron rescatados por sus camaradas. Por ahí apareció José, quien ya estaba enfrentando verbalmente a un policía. “Vámonos de aquí”, gritaron varios policías. “Hazte ya para acá, Perro. Ya, Perro”, ordenaba un excitado subjefe ritualero a uno de sus allegados. “Llévatelo ya, por favor”, le dijo el jefe policiaco de turno al subjefe de la barra. “Jefe, yo me lo estoy llevando ya”, le contestó el subcapo. “Pero está bien (sic) cemento85”, le reviró el policía. “Pero esa manera de actuar no debe de ser”, le espetó por último el líder de las barras al policía, mientras era llevado lejos de ahí por José. “Se pasa de verga86”, gritó por último el líder de la barra. Los ánimos comenzaron a relajarse. “Esto le hace daño al América”, me dijo José. “Pero la verdad se 85 86 Intoxicado con solvente. Rebasa los límites. 177 manchan87 los policías. No tenían porque hacer eso. Ni porque eran tantos pudieron subirlos”, finalizó. Uno de los factores más importantes en la configuración de la violencia relativa al futbol es atribuible amplia y poderosamente a la policía. Ésta es la que en la mayoría de los casos (aunque no siempre) inicia la confrontación, la lleva al terreno de lo físico y termina expandiendo la disputa, lo cual la vuelve responsable directo de la violencia futbolera en México. Pasado el altercado, en uno de los puestos que vendían playeras (y además anuncia que “se cuidan mochilas y cinturones”), solicité a su dueño si me podía guardar mi chamarra, a lo que accedió sin ningún problema. Busqué a José para que me diera la credencial que se requiere para ingresar al estadio. Lo esperé unos quince minutos y finalmente apareció. Lo vi y me la entregó. Diana y Cristián lo acompañaban. Ingresé al estadio, pero con mayor dificultad que en otras ocasiones, debido a la gran cantidad de gente que entraba al estadio. Era posible observar, además de los revendedores de boletos, a un buen número de policías y granaderos antimotines. Debajo del puente que sale de la puerta “1” del estadio y cruza Tlalpan se instaló el centro de operaciones de la policía preventiva y del ministerio público. Siempre que algún aficionado es aprehendido, es llevado a este lugar. Personal de Protección Civil y de la policía judicial también estaba presente. Me detendré un poco en este punto. Realizaré una pequeña descripción del “dispositivo” u “operativo” que monta el Gobierno del Distrito Federal para la 87 Se exceden. 178 vigilancia de estos partidos. Un funcionario de alta jerarquía88 dentro de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal me explicó la forma en que se organiza el “dispositivo” policiaco y de seguridad para un encuentro catalogado, por la Ley para prevenir la violencia en los espectáculos deportivos en el Distrito Federal, como de “alto riesgo” (y el partido entre América y Guadalajara lo es). Dice que existe una mesa de coordinación, presidida por la Secretaría de Gobierno, la cual se realiza los días martes previos a la realización del evento. En ella intervienen, además de la Secretaría de Gobierno, la Secretaría de Seguridad Pública, la Procuraduría General de Justicia del D. F. como oficinas principales para la salvaguarda del evento. Además de ellas, en calidad de “monitores” y supervisores, participan el Sistema de Transporte Colectivo Metro, la Secretaría de Protección Civil, las Delegaciones y las redes de transporte público. En esas mesas, me explicó el funcionario, se revisan los antecedentes históricos de dichos encuentros y se detectan cuáles han sido los principales problemas y los actores protagonistas de dichos sucesos, de tal forma que se puedan prever las medidas gubernamentales que ellos consideran pertinentes. Me comentó, por ejemplo, que en la mesa se ve qué tan importante es el partido en particular, es decir, si se está jugando el pase a la fase final, si es un encuentro amistoso o que defina el campeonato, además de la posición de los equipos en la tabla. Otro elemento importante es el de previas agresiones entre barras de los clubes. Él define esto como un “análisis de riesgo”, con el cual “se opta por el dispositivo correspondiente”. También me comentó que en casos como el de este encuentro es posible que los secretarios mismos dirijan el “dispositivo” de seguridad. 88 Entrevista realizada en noviembre de 2010. 179 Figura 16. La presencia policial Después de ese análisis, el “operativo” se ejecuta de la siguiente forma. Se ubica personal de la S.S.P. en los puntos de reunión de las barras juveniles dentro del D.F. En las zonas fuera del Distrito Federal, el personal del metro realiza la observación de los integrantes de las barras. Me comentó que desde esos momentos, personal de la policía realiza revisiones visuales o físicas para detectar armas o pirotecnia entre los integrantes de las barras. A lo largo de los recorridos que hacen los grupos de las barras juveniles, la policía los “arponea”, es decir los va siguiendo con alguna unidad vehicular. Con ello se pretende evitar que los jóvenes roben locales comerciales y suban a los toldos de los vehículos en que se transportan. En su explicación, lo más importante para el Gobierno del Distrito Federal es mantener bajo vigilancia a los grupos de jóvenes pertenecientes a las barras. Desde el llamado “puesto de mando” (que precisamente se encuentra en las inmediaciones del Estadio Azteca, justo debajo del puente que cruza la Calzada 180 de Tlalpan) y a través del sistema de circuito cerrado de televisión, las autoridades del GDF y del estadio “monitorean” las acciones de los aficionados, como ya dije, en especial de las barras, aunque aseveró, también supervisan cualquier otro tipo de situación que se pueda presentar, v. gr., incendios, reventa de boletos, etc. Es significativo resaltar que cualquier tipo de circunstancia “anómala” que se presente en las inmediaciones o dentro del estadio puede ser observada por las cámaras de vigilancia. En otras palabras, la capacidad de vigilancia por parte del Estado se complementa con la fuerza tecnológica de los dueños del estadio en aras de mantener un ambiente, que por lo menos parezca, seguro. En la explanada La entrada al estadio, como ha sido siempre que he asistido, se realizó con la entrega de la credencial, la cual a su vez es canjeada por un boleto al cual le es escaneado el código de barras. Esto lo realiza personal de seguridad del estadio, que generalmente está acompañado por policías del Gobierno del Distrito Federal. A los integrantes de las porras familiares, que entran por las puertas al lado sur del acceso principal, se les catea para ingresar. Los integrantes deben de ponerse de espaldas a la persona que los revisa. Se levantan los brazos y el personal de seguridad recorre con sus manos las prendas de los integrantes de las porras, de tal suerte que no se puedan pasar bebidas alcohólicas, armas u objetos que puedan ser lanzados a la cancha o contra otros aficionados. Sin embargo, el cateo que se realiza a los integrantes de las porras familiares es, a pesar de lo molesto, sumamente moderado si se le compara al que son sometidos los integrantes de las barras. Las barras entran por una puerta que se 181 encuentra sólo cinco metros más al sur del acceso principal. A la entrada, una fila de policías dispone una de aficionados. Algunos de estos aficionados, que en su mayoría son varones de entre trece y treinta años, van con el torso desnudo, mostrando sus tatuajes. Algunos más, casi todos, llevan camisetas del club o alusivas a alguna de las barras. Otros visten pantalones estilo bermuda o cargo, con múltiples bolsillos. Casi todos llevan zapatos tenis de diversos colores. Es posible, sin embargo ver diversos estilos de vestir que elocuentemente hablan de los gustos musicales de los jóvenes que integran las barras. Hay desde quienes visten al estilo “emo-punk”, con pantalones más ajustados y sus característicos cortes de cabello con grandes flecos, pasando por los “reguetoneros” y sus cortísimas cabelleras teñidas de rubio y sus aretes brillantes. Mujeres en un porcentaje menor, pero en un número considerable, también acompañan a los grupos de aficionados de las barras. No obstante, todos son sometidos a un intenso cateo. Si llevan gorros o cachuchas, se les retiran de la cabeza y son revisadas para no permitir que en ellas oculten algún objeto. Se les revisan todos los bolsillos. En esa ocasión fue posible observar cómo una agente de la policía tocaba provocadoramente los genitales de varios aficionados varones. Algunos de ellos respondieron con cierto descontento, aunque la mayoría continuó la revisión con una extraña sonrisa de incredulidad y hasta satisfacción. Se les obligó a quitarse los zapatos y a sacudirlos para demostrar que están vacíos. Al final de la revisión algunos bromeaban: “Pinche gorda, me agarró los huevos”, dicen entre risas. Ya dentro de los confines del estadio, en la explanada interna, la publicidad corporativa se imponía en el paisaje. Los bancos de siempre (Banamex) regalando 182 baratijas a quien se acerque a sus módulos. Empresas automotrices (Nissan) también promovían sus productos. Edecanes, enfundadas en los uniformes estilizados y siempre bastante pequeños de los dos clubes, posaban para los transeúntes, en búsqueda de promocionar a tal o cual compañía. Más venta de camisetas “oficiales” a sólo $50.00 en los locales que ex profeso se instalaron para este encuentro. Grandes globos con figuras de refrescos y de cervezas fueron inflados, como siempre que asistí, y se colocaron en la explanada. Unos diez pendones gigantes colgaban desde lo alto del estadio anunciando compañías cerveceras (Corona) y de telefonía móvil (Telcel) y esbozaban rostros frenéticos de aficionados o de algunos de los jugadores del club. Los altavoces de los varios “stands” anunciaban desaforadamente los servicios y productos de sus compañías. En alguno que otro local se realizaban juegos para llevarse algún presente publicitario. Las cámaras de televisión y los reporteros realizaban una que otra entrevista o toma videográfica. Los aficionados caminaban rumbo a las entradas del estadio bajo este asedio publicitario. Algunos de ellos aprovechaban la ocasión para tomarse alguna fotografía con el estadio como telón de fondo. Más policías se podían observar en el trayecto de unos cien metros que lleva del acceso principal a los túneles del estadio. Yo me dirigí, como todos los integrantes de las porras familiares, al túnel 28. Ahí, nuevamente personal de seguridad del estadio escaneó el código de barras del boleto. Crucé el torniquete. A la entrada del túnel siempre se encuentran los “acomodadores”, que es el personal que por una propina conduce a los aficionados hacia sus lugares: “¿Le indico su lugar?”, me preguntó uno de ellos. Yo seguí mi camino, agradeciendo y negando su petición. El túnel de unos cinco 183 metros de ancho, tres de alto y unos treinta o cuarenta de largo es frío y oscuro. Al final fue posible ver a los vendedores de cervezas en sus frenéticos preparativos para la venta durante el juego. El ingreso a las gradas Entré al estadio. Dentro de él, la publicidad de grandes corporaciones acaparaba mucho del paisaje interior. Sobre la cancha y a su alrededor fueron desplegadas, como fue costumbre observar en mis visitas, más figuras gigantes e infladas con aire, las cuales imitan las formas de botellas de refrescos, galletas dietéticas, envases de yogures y otras mercancías. Grupos de cinco o seis mujeres enfundadas en entalladas ropas caminaban por el perímetro de la cancha, portando banderas publicitarias de cervezas, automóviles, bancos, refrescos o teléfonos. Una que otra botarga con figuras de cerveza las acompañaban. Algunos de estos contingentes iban arrojando hacia los aficionados productos publicitarios, principalmente camisetas con los logos de las compañías o en algunos casos balones de futbol, lo que generó gran expectativa entre el público asistente. Las mujeres que desfilaban dentro de la cancha recibían una buena cantidad de piropos y en algunas ocasiones insultos de los aficionados. Algunas de ellas posaban rápidamente para las fotos que les solicitan. De vez en cuando, el sonido del estadio tocaba parte del himno del club, pero básicamente sirve para anunciar más productos y servicios de las mismas compañías. De igual forma, en las dos pantallas gigantes se proyectaban más anuncios publicitarios. Como siempre, el perímetro de la cancha estaba rodeado 184 por un cerco publicitario con pantallas de video que promocionan más de los mismos productos. Como última valla entre la cancha y las tribunas, más policías. En las tribunas, el ajetreo del consumo se fue incrementando conforme se acercaba la hora del partido. Los asientos del estadio, en su parte baja, son individuales. Es decir, sobre las gradas de concreto están montados asientos plásticos para cada aficionado. El espacio entre cada grada es muy reducido, por lo que el acceso a los lugares más céntricos de cada zona es muy complicado. En las zonas bajas del estadio, los asientos de plástico tienen diversos colores, de tal forma que están agrupados para generar un mosaico publicitario con los logotipos de la empresa Coca-Cola y del club América. Vendedores de refrescos y cervezas (o “chelas” como se les denomina en la actualidad en la ciudad de México) iban y venían a y desde los contenedores y hieleras, y de regreso a los asientos de los solicitantes, las cuales son entregadas en vasos de cartón para evitar que las botellas de vidrio puedan ser utilizadas como misiles. Vendedores de pizzas, “cueritos” (de cerdo), papas, hamburguesas, tortas (en México son sándwiches de jamón o carne) se paseaban entre los aficionados y gritando a su paso el producto que venden. Algunos otros comerciaban con fotografías de los jugadores, pan dulce y otros productos. Simultáneamente, los aficionados de las porras se fueron colocando en los lugares que comúnmente utilizan. Por su lado las barras se organizan en la otra cabecera del estadio (norte). Fue posible observar cómo, frente al restaurante de la franquicia Freedom que se encuentra en el centro de la tribuna baja-oriente del estadio, un grupo de aficionados se agolpaba frente a él. Ahí se encontraba, firmando autógrafos, 185 Carlos Reinoso, uno de los jugadores más populares en la historia del club y entrenador en alguna ocasión del mismo club. Muchos se tomaban fotografías con el ídolo, que gustoso accede a las peticiones. Me acerqué a la cabecera norte y del otro lado de la cerca ciclónica 89 que sirve como límite entre la barra y el público en general se podía observar cómo un grupo de policías resguardaban el perímetro interno. Todos ellos miraban hacia el interior del círculo que forman, es decir, algunos le dan la espalda a la cancha de futbol y no saben lo que pasa en ella. La barra despegó globos amarillos y azules y banderas de distintos tamaños. Algunos de sus integrantes, como lo he comentado, andaban con el torso desnudo, mostrando tatuajes. Se podía observar, de pronto, a un integrante en cuya camiseta se lee el lema: “América eres como el Sida. Te llevo en la sangre y para toda la vida”. Cabe destacar que un trío de aficionados se acercó al límite de las gradas para solicitar a las chicas de Nissan que posaran para unas fotos. Estas chicas iba vestidas con unos shorts bastante cortos y parte de sus nalgas eran fácilmente visibles, lo que estimulaba con mucha fuerza a estos aficionados. “Pst, pst, hey, hey, voltea”, les gritaban, pero las chicas nunca voltearon. Al final, un: “Pinches viejas”, cerró el intento de los aficionados por obtener sus fotografías. De pronto, algunos aplausos y sonrisas fueron observables en los aficionados de las barras, porras y del público americanista no organizado. Estaba entrando a la cancha, para realizar sus ejercicios previos al partido, el portero del conjunto 89 Es importante señalar que las barras, además de ser sometidas al severo cateo que he descrito, también son confinadas en espacios especiales dentro del estadio y resguardadas por la policía durante todo el encuentro. En algunas ocasiones es posible observar grescas (yo he observado a lo largo de tres temporadas unas tres de ellas) que se dan entre los integrantes de las propias barras. 186 americanista y su equipo de entrenamiento: Memo Ochoa. Como en todos los partidos, las integrantes del club de “Memo 8A”90, gritaban eufóricamente y saltan gustosas por su presencia. Ochoa es uno de los líderes del equipo, por lo que su presencia siempre es muy reconocida. En esos momentos, el maestro de ceremonias comenzó a hablar por el micrófono del estadio y dijo algo así: “Este es un gran día para México por ser día del clásico…”. Mientras tanto, en las pantallas gigantes del estadio, apostadas en las gradas altas de ambas cabeceras, transmitían un video del triunfo del taekwondista Guillermo Pérez, del combate en el cual ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Beijing. No entendí y un poco después anunciaron que en el estadio se encontraba un gran americanista: era precisamente Guillermo Pérez, quien había ido al Azteca a la fiesta por el 92 aniversario del América. Por su parte, el portero de las Chivas, Víctor Hernández, hizo lo mismo que Ochoa, pero a diferencia de éste, aquel fue recibido con rechiflas y mentadas de madre. Abruptamente empezó a oírse el himno del club. El equipo América entró a la cancha a realizar sus ejercicios de calentamiento. Pocos minutos después entraron las Chivas y las mentadas de madre: “Chinguen a su madre, pinches putos”, se escucharon por parte de los americanistas, simultáneamente al grito de “Chivas, Chivas”, que lanzaban los aficionados del club de Jalisco. La mayoría de los integrantes de las barras se pusieron de espalda a la cancha cuando entró el Guadalajara, lo cual es una práctica común en los partidos del Azteca. 90 Durante mis visitas al estadio, en las tribunas debajo de las porras familiares, siempre pude observar un grupo de diez jovencitas de entre quince y veinte años que forman parte del “Club oficial de Memo Ochoa”. En sus playeras, con letras muy estilizadas llevan el acrónimo “8A” en referencia obvia a Ochoa. 187 También aparecieron los árbitros en la cancha para realizar sus ejercicios de calentamiento. A su ingreso, mucho aficionados repitieron las mentadas de madre que previamente les habían propiciado a los jugadores de las Chivas Figura 17. La comercialización exacerbada dentro del estadio Casi inmediatamente después, el maestro de ceremonias dice que se transmitiría un video de algún programa de apoyo social, pero a los pocos segundos lo cortaron porque en la cancha apareció Pelé (el ex jugador brasileño, apodado El Rey y considerado por muchos como el mejor jugador de futbol de la historia), apoyando al programa de asistencia social. Le entregaron unos cuantos reconocimientos y finalmente se fue, pasando a saludar a uno que otro jugador en la cancha, sin pena ni gloria. Los equipos terminaron sus ejercicios de calentamiento y regresaron al vestidor. Faltaban unos quince minutos para comenzar el juego, el cual inició a las 16:00 hrs. 188 Un grupo de unos quince aficionados (que fueron invitados por quien es el encargado de esta actividad) y que pertenecían a las porras familiares o eran cercanos a ellos, bajó a la cancha y dio dos vueltas completas al perímetro de la misma enarbolando banderas del club que tenían inscritos los nombres de las porras. Al pasar frente a los aficionados, algunos se levantaron, aplaudieron, agitaron banderas del club y/o gritaron consignas. Los promocionales publicitarios continuaban ininterrumpidamente. Las tribunas estaban casi todas ocupadas y la gente esperó el inicio del partido. Súbitamente, de unos tubos colocados cerca de la portería sur salieron disparados papelitos de color amarillo y azul metálicos y en el sonido local se escuchó el himno del club, nuevamente. Los gritos de apoyo al América se escucharon, mientras los jugadores ingresaban al terreno de juego. En los altavoces se oyó: “Estas son las alineaciones del encuentro. Por el América, con el número…” y en las tribunas empezaron los aplausos y sonrisas; las banderas se agitaban y sonaban las trompetitas de plástico que la cervecería Modelo regala a los aficionados de las porras y que previamente habían entregado a los líderes de las mismas para ser repartidas. En las pantallas gigantes, las fotografías, números y nombres de cada uno de los jugadores fueron apareciendo secuencialmente. Las “porras”91 a favor del América subieron de tono. Un constante retumbar de tarolas y bombos indujo el grito de “Águilas, águilas” o “a la bio, a la bao, a la bim, bom, ban, Águilas, Águilas, 91 Es importante señalar que “porra” tiene un doble significado. Por un lado es la forma en que se denomina a la organización misma de aficionados y por otro lado son las consignas que se gritan en el estadio. Así, echar porras significa gritar al unísono consignas previamente aprendidas por los aficionados. A diferencia de los aficionados que no están organizados, las consignas de los integrantes de las porras están relativamente coreografiadas y sincronizadas por los líderes. 189 ra, ra, ra…”. A continuación en el sonido local se escuchó: “Por el equipo Guadalajara, con el número…”, y más mentadas de madre se escucharon entre los aficionados de las porras americanistas. Nuevamente saltó a la cancha el equipo América. Se colocaron en el centro del campo, formaron una fila, se tomaron de las manos, levantaron los brazos y aplaudieron, saludando a la afición y girando sobre sus ejes corporales, para dar una vuelta completa. Los aficionados aplaudieron y gritaron gustosos. En el sonido local el himno del club continuó con su estribillo: “… América, tú serás el campeón…”. En fila, desde la portería norte, ingresaron los jugadores de las Chivas. La tribuna sur-alta, colmada de aficionados de las Chivas lanzó papelitos rojos y blancos y encendió algunas luces de bengala y humo rojo (que de manera sorprendente lograron introducir), mientras que las porras familiares intentaban aumentar el volumen de sus gritos y porras. Los jugadores de las Chivas realizaban la misma actividad que los americanistas desde el centro de la cancha y saludaban a la afición. Después ambos equipos posaron para los fotógrafos. Un par de minutos antes de las 16:00 hrs. los equipos distribuyeron sus posiciones dentro de la cancha. El árbitro saludó a los capitanes de cada club y sortearon el saque inicial. En el sonido local se escuchó: “Estadio Azteca, estadio seguro. Di no a la violencia”. El inicio del encuentro El partido comenzó puntualmente a las 16:00 hrs. De este lado del estadio fue muy difícil escuchar los cánticos y las porras del equipo rival, ya que en la medida en que los numerosos aficionados del Guadalajara comenzaban a cantar, la respuesta de los americanistas no permitía escuchar a los rivales. El canto más 190 popular de la porra americanista es el: “Vamos, vamos, América/ que esta noche (tarde) tenemos que ganar”. Como en todos los partidos, el sonido de fondo del estadio Azteca es muy particular, pero en esta ocasión fue más alto el volumen y más fuerte la intensidad. Un ulular continuo y más o menos uniforme se escuchó en una especie de segundo plano, el cual es producido por el susurro de las voces y los cientos de trompetitas que son accionadas en secuencia y generan ese eco. En un plano más cercano, las trompetitas irrumpía con sonidos más espasmódicos y abruptos. Las tarolas y los bombos, al igual que la resonancia de unos globos (de los cuales desconozco su nombre) en forma de cilindro, de unos cinco centímetros de diámetro y cincuenta de largo, que son inflados por los propios aficionados, sujetados por ambas manos y golpeados unos contra otros, en una especie de aplauso magnificado, también matizaban el ambiente sonoro. Las arengas irrumpían sobre el eco de fondo. El olor también estaba intensificado este día. La cerveza siempre es la que da ese olor característico. Por múltiples razones, gotas o vasos completos caen y son arrojados intencionalmente, por lo que el aroma de esta bebida impregna el ambiente. De vez en vez, los aficionados contiguos comen algunos de los alimentos que se venden dentro del estadio o que subrepticiamente introducen al mismo, generando los olores correspondientes. Los vendedores pasaban entre los aficionados y caminaban por los pasillos cargando sus productos. Un constante y reiterado grito se escuchaba: “¡Chelas!”, el cual generalmente se acompaña con el levantamiento del brazo y una señal con los dedos que indica el número y tamaño de las cervezas. Algo muy parecido pasa 191 con los refrescos y las demás mercancías en venta. El vendedor se acercó lo más que pdo al comprador. En general los vendedores intentan entregar mano a mano el producto, pero por la gran cantidad de gente, en algunas ocasiones les es imposible llegar a todos los lugares, por lo que requieren de la ayuda de los asistentes. “No sea malito. Pásele las cervezas al señor de la gorra”, dijo una vendedora al aficionado más cercano, que a su vez le pasó los vasos a la persona de junto, hasta que llegó a manos del comprador. Éste a su vez realizó la acción inversa con el dinero. El vendedor tiene que devolver cambio, por lo que la operación se repitió nuevamente. Esto evidentemente genera muchas distracciones a lo largo del partido. Sobre la cancha, en una jugada que se desarrolló por el lado suroriental, el equipo jalisciense concretó el primer gol a los doce minutos del primer tiempo. La afición de las Chivas celebró ruidosamente por unos segundos. Tanto las barras como las porras americanistas tardaron unos instantes en reponerse y no lograron articular respuesta de forma inmediata. Después, comenzaron a cantar e intentaron apoyar al equipo otra vez. Los aficionados se notaban tensos y con un nerviosismo sensible. La disputa que se realizaba en la cancha tenía su correlato en las tribunas. El club América se mostraba débil e incompetente. Sus aficionados expresaban descontento, nerviosismo e incredulidad. Sorpresivamente, al minuto treinta y dos, los americanistas empataron el partido con un cabezazo del defensa Sebastián Domínguez. El gol entusiasmó sobremanera a la afición americanista. Yo estaba sentando junto a una joven pareja. Ella vestía la camiseta del América y él la de las Chivas. Llevaban a una niña en brazos, la cual se alternan para cargar. Ella se veía tranquila y no realizaba ademanes ni exhibía nerviosismo alguno. Él, por su parte, se levantaba y 192 manifestaba una ansiedad que expresaba fumando, mordiéndose las uñas, sentándose, volviéndose a parar. Con el gol del América, su inquietud se incrementó. Los aficionados americanistas gritaban, se abrazaban y celebraban con porras y agitando las banderas. Momentáneamente parece que la calma y el alivio retornaban a los aficionados del club. Terminó el primer tiempo del encuentro. Los aficionados atiborraron los pasillos de salida. Muchos querían aprovechar el entretiempo para ir al sanitario. Algunos otros se levantaban y estiraban los músculos. Intercambiaban puntos de vista sobre las jugadas del primer tiempo. Se notaban preocupados y hasta enojados por el pobre desempeño del equipo. “No le están echando huevos”, dijo alguien por ahí, en clara referencia a que los jugadores americanistas no se estaban desempeñándose con la fuerza suficiente para remontar al contrario. Muchos aficionados americanistas tenían la mirada extraviada en algún punto del estadio, pensando y analizando las posibilidades del triunfo. Sin embargo, generalmente durante los quince minutos del descanso es cuando se puede observar una especie de “desestructuración” de las porras familiares y los momentos en que espirit du corps casi se diluye por completo. Mientras tanto, la andanada publicitaria y la vendimia interna continuaba frenéticamente al interior del estadio. El sonido local anunció: “A continuación: el vuelo del águila”, que es un acto de adiestramiento animal que se desarrolla de la siguiente manera: un hombre, enfundado en un conjunto deportivo con los colores del América se coloca en el centro de la cancha. Tiene en sus manos una cuerda, la cual, por el otro extremo tiene atado un balón amarillo de futbol. El personaje comienza a girar el balón sobre su cabeza a través de la cuerda. Simultáneamente un águila comienza un 193 vuelo descendente desde el extremo sur del techo del estadio. Cuando el águila se ha aproximado lo suficiente, el hombre suelta la cuerda y el balón cae al suelo para rodar unos cuantos metros. El águila cae precipitadamente sobre el balón en movimiento, deteniéndolo y posándose sobre él. Muchos aficionados observan la acción y algunos aplauden y sonríen; otros toman fotografías o video del acto. Los aficionados que fueron al baño van regresando y tomado sus lugares. Terminaron los quince minutos y reinició el encuentro. La porra “Unión” siguió sincronizando sus movimientos y al ritmo de los tambores gritaban “Águilas, águilas”. En un par de ocasiones cantaron el “Vamos América”. El partido se volvió tenso y muy cerrado, lo cual provocó reacciones de mayor nerviosismo en los aficionados. Durante el desarrollo del encuentro, los aficionados retomaron la “estructura” en sus movimientos y el espirit du corps regresó. El partido “sincronizaba” las reacciones y las acciones de los aficionados. Un balón que pasó cerca de la portería provocó “Ohs” y “Uffs”, casi de manera unísona. Las miradas seguían el balón y el desarrollo del juego de lado a lado de la cancha. Por su parte, los jóvenes de las barras, gritaban, cantaban y brincaban a un frenético ritmo. Es obvio que en algunas ocasiones, muchos de sus integrantes no estaban atentos al juego y que lo que pasaba en la cancha era menos importante a lo que se observa en la propia tribuna. Algunos de ellos observaban más a sus compañeros, como escudriñándose mutuamente para ver quién sí quién no apoyaba al equipo. Al minuto setenta y uno, un gol más del Guadalajara puso a los aficionados de la porra del América en un estado de mayor expectativa y excitación. De esta forma, ni los esfuerzos sobre la cancha ni aquellos que la afición realizó dieron frutos y el equipo perdió nuevamente un partido. La temporada estaba 194 completamente desperdiciada y la afición americanista se encontraba muy descontenta. Algunos gritaron consignas en contra del entrenador, el argentino Ramón “El Pelado” Díaz, pidiéndole que renunciase y regresase a Argentina. El final del encuentro, la salida del estadio y el regreso a casa Finalmente, cerca de las 18:00 hrs., el partido terminó. La derrota generó un ambiente sombrío, triste y con buenas dosis de frustración entre los aficionados americanistas. La gran cantidad de gente dificultó la salida. Mientras tanto, muchos aficionados sacudían con cierta discreción la cabeza, como no creyendo la derrota. Se cruzaban de brazos y tomaban sus barbillas. Los aficionados de las Chivas que se encontraban en la parte alta de la cabecera sur, seguían ondeando las banderas, pero rápidamente comenzaron a desalojar el inmueble. En la parte baja, algunos aficionados americanistas cruzaban insultos con los aficionados de los palcos ubicados inmediatamente arriba de ellos. Más mentadas de madre se dejaron escuchar y señales fálicas y gonadales fueron intercambiadas. Se arrojaron mutuamente objetos, principalmente vasos. Los altercados no pasaron a mayores y los más borrachos de todos los aficionados (de ambos clubes) todavía tenían en sus manos los vasos sobrepuestos de sendas cervezas que se han bebido, como una especie de trofeo que tuviese que ser mostrado. Los aficionados de las porras americanistas se fueron despidiendo y tomando sus pertenencias, para poco a poco ir saliendo del estadio. Algunos aprovecharon para una nueva visita al baño, que en estos minutos estaban atiborrados y exudaban su hediondez. “Con lo que guste cooperar”, se podía leer a la entrada de los sanitarios, pidiendo una colaboración económica para las personas 195 encargadas de limpiarlos. Sobre una pequeña mesa estas personas acostumbran colocar trozos de papel higiénico y monedas que algunos aficionados les entregan a la entrada buscando llamar con eso la atención de los usuarios. Mientras tanto, las luces comenzaron a ser apagadas dentro del estadio. Los muchos vendedores, que minutos antes de que terminase el partido habían comenzado a levantar sus mercancías y equipo de trabajo, apuraron el paso y comenzaron a guardar en las bodegas todo el material restante y reutilizable. También iniciaron las cuentas. Por su lado, las barras juveniles tendrían que esperar dentro del estadio una hora más, aproximadamente. Salvo ellos, todos los demás aficionados se dirigieron a los estacionamientos o hacia las salidas que los conducían al tren ligero, los micros o taxis que los llevarían de vuelta a sus casas. Fuera del estadio, el tránsito peatonal era muy lento, y en algunos puntos casi nulo. La vendimia fuera del estadio se reanimó. “Llévese su torta”, gritaban desde algunos puestos. El sonido de los CD con los cánticos de las barras del club América se escuchaba con un simultáneo: “De a 10, de a 10”, señalando el precio de los mismos. Algunos aficionados aprovechaban para tomarse una foto instantánea con un águila en el hombro. También se vendían fotografías de los jugadores, “originales” a decir de los vendedores. Había almohaditas con los logotipos de los dos clubes. Los puestos de tacos y de tortas se saturaron. Muchos aficionados necesitaron cruzar el puente de Acoxpa para ingresar al tren ligero o llegar a los micros que los lleven al metro. El puente y sus accesos se saturaron y era casi imposible caminar en él. La policía inició sus operaciones nuevamente e intentaba agilizar a los peatones como a los conductores que, diez 196 minutos después de terminar el encuentro ya saturaban la calzada de Tlalpan. El día del clásico había terminado. Con este trabajo etnográfico he buscado establecer los elementos básicos que se pueden observar en el entorno inmediato a la afición americanista, como forma una expresión cultural contemporánea del México urbano. La descripción ha señalado los principales elementos que conforman la totalidad de mi sujeto de investigación: su entorno (el estadio) y sus sujetos más notorios, tales como los aficionados que asisten regularmente al estadio. También ha quedado de manifiesto cómo ciertas fuerzas sociales actúan y conforman directa e indirectamente al americanismo, incluyendo al capital (medios de comunicación y mercado cultural) y al propio gobierno en su actuación en un sentido regulador y vigilante. 197 Capítulo 4 Un viaje a Guadalajara con la Porra Unión Identidades regionales en tensión Cuando Ignacio Martín del Campo, director de la XEW, regresó a su natal Guadalajara sintió en carne propia el rechazo por haber vivido una década en el DF y "parecer" chilango: "Lo primero que encontré fue un muro de prohibiciones para los del DF". Cuando quiso rentar casa sostuvo este diálogo: -¡Ah, del DF! No, pues no. No hay casas en renta por el momento. -Pero había un anuncio -Para chilangos no. Jesusa Cervantes en “La muerte del antichilanguismo” en La Jornada del 22 de agosto de 1999 La salida a Guadalajara Este capítulo pretendo mostrar la forma en que los aficionados organizados al futbol realizan una de las actividades que más los identifica y diferencia de los aficionados “comunes”: los viajes a otras ciudades para ver jugar a su equipo. Viajar a otra ciudad, especialmente a Guadalajara para ver un encuentro entre el América y las Chivas es algo que los aficionados americanistas organizados en una porra aprecian mucho sentimentalmente y los hace pensarse como agentes fundamentales del espectáculo futbolístico en sí. Estos viajes, además demuestran ciertas características de la identidad regional que toma la adscripción a un club como el América. 198 A las 22:00 hrs. de la noche del 18 de abril de 2009 acordé reunirme con Diana, José y Cristián para realizar un viaje a la ciudad de Guadalajara y asistir al partido entre las Chivas y el América, al día siguiente en el estadio Jalisco. La reunión para partir fue acordada en una conocida tienda de muebles de la colonia Peralvillo, cerca del centro de la ciudad de México. De los invitados por José, llegaron aproximadamente quince personas, incluyéndolos a ellos y a mí. Sin embargo, el autobús, que finalmente se llenó, también transportó a integrantes de otra de las porras familiares del club, especialmente de la “Porra Amigos” dirigida por Gerardo, que no por casualidad vive a unas cuadras de ahí y fue él quien contrató el servicio del autobús. Gerardo es un personaje de suma importancia en el ámbito de las porras familiares. Considerado por muchos como un “mercenario” del América, que “vive del” y no “para el” club, es el más reconocido de los líderes de las siete porras americanistas. El trato que tiene con la gente llega a ser despótico o descortés. Las pocas veces que yo lo abordé, tratando de entablar una plática, siempre evadía mis preguntas y buscaba la forma de no comprometerse con una entrevista: “Sí, dile a mi hija. Arréglala con ella la cita”, me decía. De vuelta con el viaje a Guadalajara, la espera de los integrantes que lo realizarían y del autobús en que nos transportaríamos, se alargó hasta cerca de la 12:00 hrs. del domingo. Dos niños de unos cinco o seis años realizaron el viaje junto a sus padres. José platicaba tangencialmente con Gerardo para arreglar lo de los lugares dentro del autobús, su pago y los boletos de entrada al estadio. José se acercó a mí y me dijo que la tarifa del viaje aumentaría unos $50, ya que cerca de cinco personas habían cancelado el viaje, por lo que la cuota por persona 199 aumentaría. Le di el dinero. Algunos minutos después regresó y me entregó mi boleto de entrada al estadio. De no ser por José, Diana y Cristián, todos eran personas desconocidas para mí. Yo tomé un asiento en la parte trasera del vehículo. Junto a mí se sentó un joven de unos veinticinco años y adelante un par de amigos suyos. El autobús, dicho sea de paso, era un autobús en medianas condiciones de confort, pienso que más o menos viejo y cuyo motor hacía bastante ruido. Al final, cada quien escogió el lugar que más le pareció, aunque de una u otra forma, los de una porra se juntaban con sus pares y los de las otras con sus respectivos camaradas. El trayecto La salida de la ciudad de México comenzó cerca de las 01:00 hrs. Sólo se nos informó que habría un par de paradas, para provisiones (y baño) y en San Juan de los Lagos, en el santuario de la Virgen patrona de la ciudad y uno de los templos de peregrinaje más importantes de México. La primera parada fue para el avituallamiento: comida y bebida. Yo compré un par de sándwiches y un refresco. Sin embargo, José, además de comida compró una botella de tequila. Me invitó un par de tragos durante el trayecto. Lo sobresaliente del viaje de ida fue un grupito de jóvenes que durante todo el trayecto bebieron y cantaron. De la información que he recabado, los viajes con las barras es muy parecido: todos beben y cantan sin cesar. Y los jóvenes (dos mujeres y dos hombres) que en esta ocasión venían con nosotros, llevaron al máximo esta práctica. Cantaron y bebieron sin parar, hasta que Gerardo, cerca de las cinco de la mañana, con una tardía indignación los detuvo. Este episodio es relevante en la medida en que pone de manifiesto las contradicciones inherentes a 200 las dos formas de alentar al equipo: la de viejo cuño, que apoyan los de las porras familiares y la de nueva fisonomía, que apoyan los de las barras juveniles. Si bien en cierto que la simple diferencia de edades es elemento para ver notables diferencias entre los grupos, no es suficiente para la explicación más amplia. En la mañana, los hombres pertenecientes a las porras se burlaban de la “cruda” de los jóvenes y del vómito de uno de ellos, el cual dejó una tremenda mancha afuera de la ventanilla de su asiento. “Eres un artista”, le dijo José al joven que vomitó. “Mira, es toda una obra de arte esta guacareada”, le remató en son de broma, mientras señalaba la mancha sobre el autobús. El joven sólo sonreía un poco apenado, un poco ufano. Las mujeres, en cambio, especialmente Diana y la hija de Gerardo (que viajó con su padre), se quejaban amargamente del escándalo que habían armado los cuatro muchachos y de lo poco y mal que habían dormido. La llegada a San Juan de los Lagos fue un momento más del viaje. El autobús se estacionó en las cercanías del centro de la ciudad, a eso de las 8 de la mañana. “Vamos a estar aquí una hora”, le dijo Gerardo a José, quien a su vez nos informó sobre el tiempo de estancia. Algunos desayunaron en las cercanías del autobús y otros más se dirigieron rápidamente al templo, para “visitar a la virgen”. Ya algunos de los pasajeros vestían camisetas amarillas del club cuando salieron a caminar. El tiempo transcurrió y mis acompañantes regresaron más o menos a la hora acordada, cerca de las 9 de la mañana. Fue entonces que Gerardo nuevamente abordó a José: “Vamos a tener que irnos por una ruta alterna. Dicen que los policías están parando a todos los autobuses que salieron del D.F. [con aficionados de las barras] y no los están dejando entrar a Guadalajara, así que 201 mejor nos vamos por una ruta menos transitada”, le dijo. Subimos al autobús y continuamos con el viaje. Ya arriba del vehículo, Gerardo informó a todos acerca de la situación, por lo que solicitó que se comportaran tranquilos, que no sacaran banderas y que permanecieran sin beber. El ambiente fue, a partir de ese momento, muy diferente. Nadie hablaba y el calor era intenso, por lo que había una gran pesadez. La ruta escogida fue muy larga y el tiempo del recorrido se incrementó en tres o cuatro horas. Todo, a pesar del tenso ambiente, parecía normal. Sin embargo, en las cercanías de Guadalajara y alrededor de las 13:00 hrs. nuestro recorrido fue interrumpido por la policía estatal de Jalisco, en un retén colocado ex profeso para la detección y detención de aficionados americanistas venidos del Distrito Federal. Unos seis policías (incluyendo una mujer) fuertemente armados y vestidos con equipo antimotines detuvieron el autobús y subieron al mismo para preguntar si todos veníamos del D.F. Evidentemente la respuesta que se les dio fue afirmativa. Preguntaron si cargábamos algún tipo de arma, explosivo o droga. En este caso, obviamente, la respuesta fue negativa. Los policías vieron al los pequeños niños que viajaban con nosotros, pero aún así, ordenaron que el autobús quedase detenido hasta que ellos lo autorizaran. No sobra decir que la detención del vehículo fue ilegal y anticonstitucional. Además de la ilegalidad de su acción, los policías siempre se mostraron hostiles y burlones hacia el grupo. Pasados varios minutos, sin embargo, fue posible interactuar un poco con ellos, a la sombra de un árbol que se encontraba cerca. Uno de ellos preguntó a uno de los americanistas: “¿Y por qué realizan un viaje como este? ¿A qué vienen?”. El joven le dijo que lo hacían para apoyar al equipo y porque a él en particular le gustaba viajar. El policía le reviró: “¿Y no es muy 202 riesgoso y demasiado costoso venir hasta acá? Se exponen a muchas cosas ¿no?”. En su pregunta, el policía parecía insinuar que una de las penurias por las que deberían de pasar era, precisamente, que la policía los hostigase. El joven sólo reiteró su anterior respuesta y dio por concluida la plática. Figura 17. La detención del autobús en Guadalajara La entrada a la ciudad de Guadalajara No sabíamos realmente cuánto tiempo más tendríamos que esperar, y ya eran casi las 14:00 hrs. El partido estaba a tres horas de comenzar y la policía se comportaba con desesperante parsimonia. Alrededor de las dos de la tarde, arribaron un tercio de policías en motocicletas. Dieron la orden de subir al autobús y de seguirlos, sin banderas ni ningún tipo de signo que identificase al autobús con el América y menos aún con el D.F. El autobús se puso en camino, escoltado por los motociclistas. Rápidamente nos internamos a la ciudad. Después de unos veinte minutos, la policía nos condujo a la Avenida de los Normalistas, junto al parque “Unidad Tucson”, a unas cuadras del estadio Jalisco. Allí, nos ordenaron 203 no bajar del vehículo y esperar a que ellos nos indicaran el momento para descender de él. Pasaron unos diez minutos y el calor era insoportable dentro del autobús, así que algunos decidieron bajar. Yo salí tras de ellos. Al descender observé una larga fila de autobuses que se alineaban con el nuestro. Esos eran en los cuales los jóvenes de las barras del América habían realizado el viaje. Serían una docena de vehículos. Algunos de los jóvenes estaban descendiendo también. Sobre la avenida, decenas de policías antimotines hacían una valla. Conforme más personas bajaban de los autobuses, los policías se notaban más nerviosos y hostiles. Algunos de ellos se acercaban y ordenaban que regresáramos al interior de los autobuses. “Hace mucho calor dentro y queremos comprar agua e ir al baño”, dijo una de las mujeres que viajaban conmigo. “No pueden salir de esta zona”, le reviró uno de los policías al mando. La presión de la gente para salir del cerco iba en aumento. La policía “cedió” y permitió a algunos salir del cerco e ir a tomar agua al parque, del cual sólo nos separaba una valla metálica. Yo había perdido de vista a José, Diana, Cristián y a Gerardo. Así que comencé a tomar algunas fotografías de lo que ahí sucedía. El ambiente parecía más relajado y en algunos momentos la policía parecía incluso ser amigable. Sin embargo, unos minutos después de que los primeros integrantes de las porras y barras habían salido del cerco al baño, un grupo de policías agredió a un par de jóvenes de las barras. Los detuvieron y, a rastras, los subieron a una de las camionetas que tenían cerca de ahí. Observé cómo los golpearon y sometieron. 204 Figura 18. El cerco policial en Guadalajara Después de esa escena, una de las mujeres del grupo con el que viajaba se acercó muy alarmada y molesta. En ese momento volvía a ver Gerardo, ya que la mujer se acercó a él. “Están golpeando a mi hermano. Los pinches policías están golpeando a mi hermano”, le gritó a Gerardo. Éste se acercó hacia ella y le pidió calma. La mujer le explicó que su hermano había querido salir del cerco porque intentaba visitar a una pariente que vivía cerca del estadio y que la policía le negó la salida. El hombre se molestó por la negativa y eso provocó que los policías lo detuvieran y, al igual que lo observado con los jóvenes, fuese golpeado. Gerardo se movió y dirigió a uno de los mandos. Dialogó con ellos y a los cinco o diez minutos el hombre en cuestión apareció. Se veía claramente golpeado y alterado. En su relato corroboraba lo dicho por su hermana. El incidente terminó ahí. Mientras tanto, los jóvenes de las barras se impacientaban con el transcurrir de los minutos y la proximidad del inicio del encuentro. Pero la cantidad de jóvenes era tal que ya parecía una verbena. La música de los integrantes del RK comenzó 205 a escucharse y algunos más se avocaron a colocar algunos de los trapos afanados a las barras rivales de Guadalajara. A lo lejos también se escuchaban tambores y cánticos americanistas que se acercaban. Dos minutos después un contingente de jóvenes cruzaba frete a nosotros, del otro lado de la avenida. Eran miembros de alguna de las barras americanistas conformadas por habitantes de Guadalajara. La llegada y entrada al Estadio Jalisco Eso pareció ser la orden de ingreso al estadio, ya que unos instantes después, José, Cristián y Diana se aparecieron y me contactaron. Era momento de ir al estadio. La policía nos dirigió hacia la calle Monte Carmelo, la cual ascendía, en dirección sureste, al estadio Jalisco. Ese fue uno de los momento de mayor tensión del viaje. El cerco policial se difuminó un poco a lo largo del recorrido. Mucha gente al lado de la calle observaba y gritaba a nuestro paso. “Pinches americanistas” o “pinches chilangos ¿a qué vienen?”, se escuchaba de vez en vez. Sin embargo, el contingente de aficionados americanistas continuó su recorrido cantando reiteradamente la frase: “Llegó papá, llegó papá, hijos de puta llegó papá...”. La llegada al estadio fue caótica. Un cerco policial impedía nuestro paso y empujaba con vehemencia a todos los integrantes. Yo alcancé a escuchar a la hija de Gerardo decir amargamente: “Nos tratan así por culpa de esos patanes [los integrantes de las barras]”. José estaba muy alterado y Diana muy nerviosa. La policía se comportaba muy agresivamente y en algún momento pensé que la situación se volvería en una batalla campal. Sin embargo, los integrantes de las 206 porras y barras venidos del D.F. pudieron sortear el cerco policial e ingresar al estadio. Dentro del inmueble, las cosas se tranquilizaron un poco. La afición americanista se concentró en una de las cabeceras bajas del estadio, rodeados por un fuerte dispositivo de policías antimotines, los cuales se mantuvieron en permanente vigilancia durante todo el encuentro y de vez en cuando hostigando a alguno de los integrantes de las barras. Los Rompe Canchas, la banda musical del RK amenizó durante el partido. Además de la confrontación verbal que se suscitó a las afueras del estadio, fue dentro cuando la tensión regionalista se volvió más evidente. Los gritos que provenían desde americanistas de casi cualquier “nacos”, dirección “mugrosos” y señalando demás a los aficionados descalificativos eran inequívocamente xenófobos. El contenido regionalista de las descalificaciones de los habitantes de Guadalajara se comprobaba con la actitud siempre hostil de los policías. Las genuflexiones de decenas de aficionados tapatíos con señas obscenas, el constante lanzamiento de objetos a la parte de los aficionados americanistas siempre estuvieron acompañadas de una fuerte descarga emocional en contra de los capitalinos. Para desgracia de estos últimos, al final, el América perdió 1 a 0 este encuentro, lo cual desbordó la alegría de la afición anfitriona y metió en una especie de pasmo a los visitantes. La salida y el regreso al Distrito Federal La salida se dio de forma calmada, pero ya a las afueras del estadio, cuando tomábamos de vuelta la calle Monte Carmelo, rumbo a los autobuses, José estuvo a punto de liarse a golpes con un policía que estuvo presionándolo durante un 207 tramo de la caminata. Sin embargo, otro de los integrantes de la porra logró tranquilizarlo y convencerlo de que desistiera de responder a la agresión. Cerca de las 19:00 hrs. finalmente estábamos de vuelta en el autobús. Unos quince minutos más tarde ya todos estaban arriba. No habíamos tenido tiempo de comer ni de beber. La policía siguió con su estrecha vigilancia y obligó a todos a subir a los autobuses. El chofer arrancó el vehículo y comenzamos en trayecto de vuelta. Los integrantes del las porras estaban molestos por el resultado del encuentro, pero más aún por el trato que se había recibido por parte de la policía, la cual continuaba escoltando el autobús. Algunos de los integrantes de atrevían a a sacar la cabeza por la ventanilla y gritar consignas regionalistas en contra de los transeúntes, tales como: “Pinche pueblo rascuache”, “Pinches piojosos”, “Pinches rancheros”, “Pinches robavacas”, todas las cuales hacían referencia a que Guadalajara es una ciudad de menor importancia que la de la Ciudad de México, colocando a la primera como una zona “rural” y menos avanzada que el Distrito Federal. Eso enfureció a uno de los policías que seguía escoltando al vehículo, quien con una macana intentó golpear a uno de los americanistas que gritaban la consigan. Ambos se hicieron de palabras y llegué a pensar que la policía detendría al autobús y comenzaría una agresión mayor. Afortunadamente nada de eso pasó y después de unas cuadras, los motociclistas que nos escoltaban se desviaron por otra avenida. El autobús siguió su marcha y cerca del centro se detuvo. Paramos en un restaurante, en el cual comimos algo, para finalmente tomar el camino de regreso al Distrito Federal. 208 Capítulo 5 “Ódiame más” y el antiamericanismo […] puede decirse que el «medio de comunicación» amor no es en sí mismo un sentimiento, sino un código de comunicación de acuerdo con cuyas reglas se expresan, se forman o se simulan determinados sentimientos; o se supedita uno a dichas reglas o las niega, para poder adaptarse a las circunstancias que se presentan en el momento en que deba realizarse la correspondiente comunicación Niklas Luhmann (1985) Amor y odio en el entramado futbolístico mexicano Esta primera parte del trabajo no podría estar completa sin abordar el tema del llamado antiamericanismo y la división casi tajante entre quienes dicen “amar” y “odiar” al club América. Es parte del refranero popular aseverar que al América “se le odia o se le ama, pero no se le puede ser indiferente”. Uno de los elementos más poderosos de la imaginación melodramática es la ubicación polarizada, estereotipada y con poca profundidad psicológica de los personajes que le dan vida a la trama, tanto narrativa como social. El caso de la división categórica que los aficionados al futbol hacen entre americanistas y antiamericanistas convierte a este club en uno de los nodos centrales de la identidad futbolística nacional. Lo interesante de la identidad de este club es que en el discurso de quienes dicen odiarlo hay un claro contenido social y político. La asociación directa entre el club América y Televisa, y de ésta con la clase política en México, genera entre los aficionados rivales un acendrado sentimiento de rechazo hacia el club. Esta polarización entre americanistas y antiamericanistas es, sino la única, sí la más clara del futbol mexicano. Ningún otro equipo concita este rechazo. Es decir, no 209 existe proporcionalmente una división de la liga entre Pumas y antipumas o entre atlantista y antiatlantistas. La relevancia de esta división polarizada entre americanistas y antiamericanistas traza la importancia de la televisión en el entramado identitario de los aficionados futboleros mexicanos. Es una polarización, en buena parte inducida y generada por Televisa, indiscutiblemente, la cual, hábilmente ha podido lucrar con esa división identitaria. El club de futbol América es el club de la “polémica” o el “más grande”, a decir de sus aficionados. Para sus detractores, el club es el equipo “de Televisa”, “del poder” o “de los ricos”, cuyo nombre no le gusta mencionar a algunos, pretendiendo con la negación restarle la importancia que evidentemente guarda en la liga de futbol profesional mexicana. Si bien es cierto que esto no siempre ha sido así desde que la liga profesional de futbol fue creada y que tampoco los grados de “amor” y “odio” que el club “despierta” han sido iguales a lo largo de las décadas, sí lo es el hecho de que el América genera una antipatía casi proporcional al “amor” que sus seguidores aseveran profesarle. Una primera dato de esto. Según la encuestadora Mitofsky, en 2008 la “[...] dualidad amor-odio hacia el América es [confirmada por] el porcentaje de aficionados que [lo] rechazan 44 por ciento del total de aficionados” (Mitofsky, 2008). En el cuadro siguiente, se puede apreciar una secuencia a partir de 2008 y hasta 2012 de rechazo que el club genera entre los aficionados futboleros, según la misma encuestadora. 210 Figura 19. El rechazo al América en números El rechazo al club tiene múltiples facetas y se expresa de varias formas. A lo largo de mi investigación de campo, realicé cerca de sesenta entrevistas cortas a aficionados de otros equipos, de tal suerte que pudiera consolidar una especie de “mapa sentimental” e identitario sobre la base de la imaginación melodramática que supongo subyace en la constitución del futbol profesional en México. Mis entrevistas fueron realizadas afuera de los estadios y previas a encuentros entre sus equipos y el América. Ninguna de ellas duró más de tres minutos. Estaban pensadas en obtener una respuesta lo más rápida y espontáneamente que se pudiese respecto al “sentimiento” que les generaba el club América. No se puede decir que el club sólo “genera” un sentimiento entre los aficionados rivales, pero es indiscutible que las palabras “odio”, “rencor” y “asco” son tres de las más reiteradas. Los sentimientos de odio, rencor y asco que genera el club no están siempre asociados explícitamente con su vinculación institucional a Televisa, pero 211 indiscutiblemente una buena parte de los aficionados rivales sí perciben eso como una característica primordial del sentimiento adverso que les causa el América. En una entrevista realizada en noviembre de 2009, un aficionado de los Pumas de la UNAM me dijo categóricamente que para él, los juegos contra el América le significaban “odio al cien por ciento... [el América es] el equipo que Pumas más odia” y lo calificaba como “hijos de Televisa”. En ese mismo tenor, un aficionado del Cruz Azul me señaló en marzo del mismo año que “el América es el equipo más odiado del futbol mexicano... porque el América representa al capital, a los ricos, a la gente que no es bien vista socialmente como los televisos”, en clara alusión a Televisa. Evidentemente, estas dos opiniones no tienen una cobertura estadística, pero me parece que sí son, en muchos sentidos, representativas de ese 43.5% de aficionados al futbol que dicen rechazar al club americanista. En este sentido, en un importante portal de análisis y discusión futbolística de internet, uno de sus editorialistas señala que “el antiamericanismo surge para hacer contrapeso al llamado imperialismo televisivo, mediático y hasta arbitral que se da entorno a nuestro futbol a raíz de la compra de este equipo por parte de Emilio Azcárraga Milmo” (Roa, 2009). Y añade que “quienes somos antiamericanistas disfrutamos verlos perder, gozamos observarlos en problemas y nos regocijamos cuando se enojan. No obstante reconocemos lo fundamental que son las Águilas dentro de nuestro panorama futbolístico y que al final, contribuyen a todo el folklore cultural inclusive de nuestra sociedad más allá del deporte. Al final, este sentimiento es necesario para que nuestro juego siga alimentando la pasión entre todos los aficionados” (Roa, 2009). 212 La superlatividad como marca identitaria del club La identidad o “marca sociocultural” (Edelman, 2002) se desarrolla por una adscripción geográfica, de clase, institucional o con características nacionalistas. En México, el caso de las Chivas del Guadalajara nos habla en este sentido, ya que al ser el equipo de “mexicanos”, es decir, en el cual no han jugado individuos que no hayan nacido en México y que reclama ciertos valores real o pretendidamente nacionales y asociados con el estado de Jalisco (el charro, el mariachi, el tequila), las Chivas se adscriben a un nacionalismo-regionalismo muy especial. Por su lado, los Pumas, Tigres y Tecos, por ejemplo, se adscriben abiertamente a su identidad institucional, que son sus respectivas universidades. El caso del América es diferente. Sus aficionados no asumen su condición regional o geográfica. Es significativo que los aficionados al club no hacen referencia a su categoría de equipo del Distrito Federal, salvo en contadas excepciones y no cuenta con un gentilicio específico para hacer referencia a esta característica. De hecho, el club es llamado las Águilas del América y no el América del Distrito Federal o de la Ciudad de México. Sus aficionados tampoco apelan a su adscripción institucional, por lo menos no abiertamente y es prácticamente imposible escuchar que un aficionado americanista diga que Televisa le otorga la identidad al club. No hacen referencia a su condición de clase, ya que el club, a pesar de que forma parte del corporativo Televisa, es seguido por muchos aficionados de las clases medias y de los sectores populares. La característica reiterada y consecuente con el discurso oficial del club y que sus aficionados han retomado es la que yo llamo superlatividad: el club es el para ellos el “más” grande, el “más” odiado, el de los “mejores” jugadores, el del estadio 213 “más” grande e importante, el que “más” dinero invierte, el “más” polémico, el que “todos” quieren derrotar. En otras palabras, para el americanista no importa ser odiado (a todos los equipos los “odian” sus contrarios en alguna medida), sino ser el “más” odiado. No importa ser grande (los propios aficionados americanistas reconocen la “grandeza” de otros clubes), sino ser el “más” grande, en calidad y número. Lo importante no es tener buenos jugadores, sino a los “mejores” (aunque esto no sea siempre así y se confunda el “mejor” con el “más caro” o el “mejor pagado”). Tampoco importa generar polémica deportiva y extradeportiva, sino ser el “más” polémico, o aún mejor, ser “el equipo de la polémica”, el poseedor exclusivo de esa cualidad. Para el americanista promedio no es suficiente una rivalidad acentuada contra un club92; importa ser el equipo que “todos” los demás quieran vencer. Para el americanista, en resumen, la liga y sus rivalidades son dicotómicas: los americanistas y los antiamericanistas. La superlatividad (relativa y discursiva de los aficionados del club), por tanto, es la característica específica de la adscripción al equipo. Pretender ser el “más” en muchos aspectos, casi siempre negativos, evidentemente guarda una relación dialéctica con el discurso melodramatizado que sus directivos y la televisora han buscado explotar. Al dotar al club con características superlativas, los demás equipos ven en el América uno de los referentes más importantes y centrales de su rivalidad, aceptando explícita o implícitamente la “grandeza” del club de Coapa. Es común que los propios 92 Las rivalidades con el Guadalajara, los Pumas y el Cruz Azul son muy importantes, pero los aficionados americanistas asumen que “todos” los equipos los quieren derrotar por igual. De ahí que para muchos de ellos, una visita del club a un estadio foráneo garantiza el lleno del mismo. 214 futbolistas y entrenadores rivales identifiquen los juegos contra el América como los más importantes.93 Un ejemplo de cómo Televisa influye en la construcción de esta superlatividad lo ofrece la transmisión del programa que celebró los noventa años de fundación del club en 2007. En él, el locutor Javier Alarcón apuntó lo siguiente: […] tanto la altivez, sus títulos, sus figuras. Esa mezcla de ‘me lo propongo y lo consigo’ han hecho del América el equipo más trascendente de la liga. No aseguro que el más importante, el más querido o el más popular, pero sin duda, en torno a sus actuaciones para verlo perder o ganar hay más atención que la que recibe cualquiera de los otros. Felicidades a todos aquellos que con sus ideas o sudor han hecho del América un referente obligatorio para entender al futbol mexicano a través de la historia (Televisa Deportes, 2006. Cursivas mías). Cabe apuntar aquí, el hecho de que esa superlatividad discursiva se encuadra melodramáticamente con lo que dice Arroyo, quien asevera que tanto en el análisis literario como en antropológico “se observará que los héroes y santos tienden a ser austeros en el habla, en la comida y en lo sexual; por el contrario, los villanos suelen ser lujuriosos, comilones, bebedores, charlatanes y bravucones” (Arroyo, 2006). La televisora ha enaltecido, muchas veces de forma bravuconamente, características de este tipo: egocentrismo, capacidad económica y megalomanía del club, lo cual genera una fuerte animadversión entre los aficionados rivales. 93 El jugador argentino Martín Bravo declaró en 2011 que “América es el gran rival de Pumas”. En esa misma ocasión, otro integrante del equipo de la UNAM, David Cabrera dijo que el América es “el rival más importante” de los Pumas (Martínez, 2011). De igual forma, el jugador del club Cruz Azul, Javier Aquino, señaló: ““Es un odio deportivo que existe entre las instituciones, son Clásicos y hay que ganarlos. Para nosotros siempre ha sido un partido especial, para los que venimos desde fuerzas básicas, existe esa rivalidad desde que estamos muy pequeños” (Salazar y Palafox, 2011). 215 Al respecto, uno de mis informantes me comentó: “Al América podrán decir que le ayudan [los árbitros], pero significa algo que lucha para salir siempre avante (sic), sin importarle a quien. Aquí [en el estadio Azteca] se la juegan todos [los equipos rivales] a morir contra el América. No es lo mismo ganar tres puntos a cualquier equipo que ganárselos al América. Así de fácil”. Y añade: “El América siempre fue criticado, [es el equipo] de la polémica y a mí me gustó eso; llevar, no tanto la contraria, sino tratar de imponer tus ideas y defender la forma de juego y… cuando tú entras a un estadio y ves a toda la gente que apoya al mismo equipo es un ambiente distinto en donde crees que has encontrado a alguien que considera y ha encontrado los mismos gustos que tú”. Corrupción, negación, descalificación sexualizada y antiamericanismo Precisamente, uno de los elementos fundamentales del odio que los aficionados rivales dicen sentir por el club América está vinculado a una percepción de corrupción, que a decir de ellos ha redundo en que este club ganase varios campeonatos. Los ejemplos más recurrentes en este sentido son los campeonatos 1984-1985, Prode-1985 y 1987-88 y 1988-89.94 94 La siguiente es una cronología de los campeonatos del club América hecha por un aficionado antiamericanista. Evidentemente, el objetivo de colocar este texto no es para darle credibilidad o no a las acusaciones que en él se realizan, sino demostrar la forma en que la disputa contra el club América es permanente y que dichos alegatos van a estar influenciados por una idea de corrupción, robo y ayuda por parte de Televisa y la Federación Mexicana de Futbol: “1984-1985: Conocida como la Noche Negra de Querétaro. El América se gana el odio de los Pumas de la UNAM en la final mas (sic) corrupta de la historia del fútbol mexicano. 3 expulsados en contra de Pumas, 2 goles anulados al cuadro universitario y un penal que nunca existió marcado favor de las Águilas. PRODE 85: Torneo amistoso que no fue oficial, porque la temporada 1985-1986 se partió en dos torneos cortos gracias al terremoto de la Ciudad de México y al mundial de México 86. El América ganó el torneo gracias a Cristóbal Ortega, quien hizo chilpachole de jaiba con el Tampico-Madero. En los 90s hicieron válido los dos torneos cortos para darle un campeonato a los Rayados del 216 Uno de los impulsores más conspicuos de la parafernalia antiamericanista es el comentarista de futbol José Ramón Fernández, quien desde los diferentes espacios mediáticos a los que ha tenido acceso ha intentado sistemáticamente demostrar la forma en que Televisa ha controlado el futbol mexicano. Esto evidentemente, le ha acarreado una gran animadversión y simultáneamente una admiración, de americanistas y antiamericanistas, respectivamente. Sobre el club América y sus dirigentes, en especial de Guillermo Cañedo, “brazo derecho de Emilio Azcárraga para asuntos de futbol”, Fernández señala que este directivo, simultáneamente presidente del club América y de la Federación Mexicana de Futbol hizo crecer la infraestructura del balompié mexicano, pero “lo que no crece es nuestro futbol”. Añade el periodista de forma provocadora: “Y detrás de todo esto está el dominio absoluto de la televisión [...] que se traduce en hacer de la Monterrey y para que el América pudiera alcanzar al Guadalajara que ya lo superaba con 10 títulos y rebasar al Cruz Azul, que ya lo había igualado con 8. 1987-1988: El América le gana a los Pumas 4 goles a 2. Pero eso no fue lo importante, ya que los Pumas jugaron bien feo y merecían perder la final. Lo relevante del torneo fue que en la semifinal de la liguilla al América se le ayudó contra el los Canarios del Morelia. Después del tiempo reglamentario el partido estaba empatado y el Morelia avanzaba a la final por el gol de visitante. Pero a Televisa y a la Femexfut se les ocurrió decir que en el artículo 20 del reglamento de competencia en su párrafo 5 mencionaba que el gol de visitante no era válido si no se anotaba al estilo del juego de pelota azteca. Por lo que el partido se decide en penalties (sic), consiguiendo las Águilas el pase a la final. Los penalties se cobraron una hora después del final del partido. 1988-1989: El América le ganó al Cruz Azul 5-4 en un juego polémico ya que Cruz Azul no alineó a sus principales figuras. Bueno si estaban jugando, pero por la manera que se dejaron perder se piensa que estaban en otro planeta. Verano 2002- El América le gana la final a su hermano menor, el Necaxa por orden de papá Televisa. ¿Se debe decir por qué estuvo amañado este juego? Clausura 2005- El América hace polvo a los Tecos de la UAG porque necesitaba darle un título a Cuauhtémoc Blanco antes de abandonara al cuadro águila. El América destrozó a los Tecos por marcador global de 7 goles contra 4. Al final del juego se vió al el dueño y al capitán de los Tecos, retirándose del Estadio Azteca en unos autos Mercedes-Benz del año y cargando unos sacos que parecían estar llenos de monedas” (ver sección Información de internet en la bibliografía; usuario “Yo tmb odio al América” del porta Facebook). 217 competencia una lucha de un equipo prepotente, el América, contra 19 bienintencionados” (1994: 78-79).95 El internet es un espacio en el cual los epítetos descalificativos entre americanistas y antiamericansitas demuestran esta dicotomía identitaria. Es común encontrar “páginas” dedicadas exclusivamente a denostar a la afición americanista. De hecho, es posible encontrar “decálogos” o “mandamientos” que ordenan el comportamiento antiamericanista. Uno de ellos prescribe: Antiamericanistas del mundo e integrantes de los 18 equipos honestos del futbol mexicano: Haciendo la declaración renovatoria de este website, se hace este documento que es la máxima norma de comportamiento para los que tengan aberración al amierdica y todo lo que representa. Queda sintetizado en estos diez mandamientos inamovibles e inalienables. 1. Odiarás al amierdica sobre todas las cosas de este mundo, pero amarás a tu equipo tanto como el infinito. 2. No dudarás en desearles lo peor al amierdica y sus secuaces. 3. Celebrarás las derrotas del amierdica tanto como los triunfos de tu equipo. 4. Honrarás a todo análisis crítico de futbol, como los de José Ramón Fernández, desechando a los programas de Televisa. 5. No te cambiarás al amierdica o lo apoyarás por ningún motivo. 6. No fornicarás con ningún amierdicanista (son todos maricones y las mujeres lesbianas). 7. Perdonarás a los ex amierdicanistas, cuando ellos estén arrepentidos de su pasado oscuro. Las excepciones son aquellos que no están arrepentidos de su amariconismo (ej. Cuauhtemoc Blanco). 8. No te creerás las mentiras que dicen los programas de Televisa, acuérdate que ti si eres una persona inteligente y vales mucho. 9. No desees la extinción del amierdica ni de los amierdicanistas, piensa que el mundo necesita reír. 10. No envidiarás los títulos, ni los logros, ni el dinero que posee el amierdica, recuerda que esa es la razón de su perdición. Con estas palabras dichas, aceptarás estos mandamientos si deseas ser antiamericanista. Sé que estás en el camino correcto (ver “Destino 95 En este sentido, Fernández identifica a los clubes de la siguiente manera: “Así como el Guadalajara es considerado el equipo del pueblo, porque sus aficionados son realmente gente del pueblo, el América se convierte en el equipo de los ricos, porque es un equipo con muchos recursos que importa jugadores costosos y paga sueldos exorbitantes. Los Pumas por su parte representan a la clase pensante y a los estudiantes de la Universidad Nacional” (1994: 73). 218 Manifiesto Antiamericanista” en la sección Información de Internet en la bibliografía). Nótese que las descalificaciones en contra de los aficionados americanistas están permeadas de un fuerte contenido escatológico y sexual. No obstante, la relación del club con Televisa, es un referente muy común al que hacen alusión los aficionados de otros equipos cuando hablan del América, como en este caso. Creer “las mentiras que dicen los programas de Televisa” y envidiar “los títulos, logros y dinero” que tiene el América es la razón de la “perdición” de cualquier aficionado al futbol. Como en las tramas melodramáticas del cine o la televisión, la riqueza está asociada a un mundo de corrupción y de perdición moral. Carecer de esos vínculos (por lo menos simbólicos) con el poder económico y político, hace que los restantes “dieciocho” equipos tengan la categoría de “honestos”. Otros aficionados expresan ese odio y malestar en una forma más sutil: la negación silenciosa del club. He observado que algunos aficionados acérrimos del club niegan (paradójicamente con vehemencia) al América. En algunas entrevistas realizadas por investigadores de la Universidad Autónoma de Coahuila en Torreón, varios aficionados negaron cualquier relevancia del club América. Un ejemplo de ello. A pregunta expresa de qué significa para un aficionado el club azulcrema, contestó: “Nada, ese equipo no existe”. Respuesta que se asemeja demasiado a la de un aficionado del Cruz Azul que contestó: “El América no significa nada. [Jugar contra el América] es un partido más […] El América y sus barras no existen”. Evidentemente, el objetivo de los aficionados que niegan la existencia del América es disminuir la relevancia y superlatividad que los propios aficionados y la directiva del club han promovido. No sé si la estrategia funcione o no, ya que en 219 las respuestas de negación se percibe una clara animadversión hacia el club América. Una negación de este tipo, me da la impresión, es una reafirmación bastante elocuente de la relevancia del equipo en la liga profesional. Otra categoría que es común escuchar entre los aficionados futboleros mexicanos es la siguiente: “americanista de clóset”. Al respecto, en el programa televisivo “Hazaña. Deporte vivo” de la cadena ESPN (s/f, ver en Información de internet en bibliografía), dedicado al club América, en la editorial final del comentarista Heriberto Murrieta, conductor de dicho programa, asevera: Porque odiando a esta institución [al club América] los antiamericanistas se integran al equipo de mercadotecnia más efectivo en México: el de los promotores del orgullo águila. La mejor muestra la dan algunos medios [de comunicación] que han sido sus detractores. Es sorprendente ver la atención que ponen sobre el América, al que critican con fervor casi religioso cada que tienen oportunidad. Porque como dice el dicho: ‘Gato que no caza, ¿qué hace en casa?’. Sin detractores, el equipo sería uno más. Con ellos haciendo propaganda los estadios se llenan y la pasión se intensifica cada fin de semana. Eso sí, y no otra cosa, es americanismo de clóset. Quienes hablan del “americanismo de clóset” intentan mostrar una doble moral de los aficionados futboleros que critican al club. Los americanistas aseveran que los antiamericanistas, al descalificarlos permanentemente, sólo están mostrando una especie de deseo latente que no puede mostrarse en público, debido al vínculo que el América guarda, presumiblemente, con el poder económico y político. Con ello buscan señalar que los críticos le ponen tanta atención a este club que en realidad más que odio sienten admiración y amor por el América.96 96 En un foro de internet, un aficionado pregunta: “¿Ustedes creen que José Ramón Fernández sea un americanista de closet?”. Este mismo aficionado escribe: “Es que veo sus programas en espn [la cadena de televisión], y siempre tiene en la boca al América, para mal o para bien (que es mas para mal), yo creo que tanto hablar del América le hace irle al América, si se dan cuenta, casi no 220 Esta categorización de los detractores del club se asocia casi de manera inmediata con su contraparte político institucional: ser “priísta de clóset”. Cuando alguien se refiere a otra persona como “priísta de clóset” está diciendo que a pesar de todas las críticas o antipatías que le genere el Partido Revolucionario Institucional, su comportamiento cotidiano y sus preferencias son iguales a las de un priísta militante. La doble moral de los priístas encubiertos los vuelve blanco de la crítica y el escarnio, ubicándolos como corruptos y traidores de las causas enarboladas como justas97. De esta forma, el antiamericanismo basa su crítica a los aficionados americanistas sobre lo que ellos perciben como una relación corrupta, que emana del poder económico y político. Los antiamericanistas alegan, en términos generales, que el amor a su equipo es real y sincero, mientras que el amor que los aficionados americanistas dicen expresar por su club está cruzado indefectiblemente por las corruptas y corruptoras instancias del poder, materializadas en el vínculo del equipo con Televisa. A su vez, en general, los americanistas procesan el odio que los aficionados antiamericanistas tienen hacia el club de dos maneras: la primera (como ya se señaló) revirtiendo el discurso del habla de su equipo los pumas. A el (sic) le va pasar igual que a un tío mió, que cuando vivía acá en donde vivo(Chiapas), era antiamericanista, no le iba a ningún equipo, solo era antiamericanista, le gustaba ver perder al América, y hablaba mal del América, pero ahora que se fue a vivir a Veracruz, salio (sic) del closet y es americanista a muerte, tiene playeras, banderas, mochilas, hasta bóxer del América, mi tía no los confirmo (sic)” (ver usuario RONI en la sección Información de internet de la bibliografía) 97 En una nota del periodista Hernández, critica a los “aliancistas” del Partido de la Revolución Democrática (nominalmente de izquierda) que en la actualidad encabezan gobiernos estatales y que incluso han realizado acciones represivas en contra de movimientos sociales. El caso reciente de la represión y asesinato de dos estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero, Hernández dice: “el principal lesionado es el […] gobernador Aguirre, beneficiario de las fórmulas aliancistas del camachismo-calderonismo que así hicieron perder al PRI (postulando a alguien que sigue siendo priísta de corazón y peñanietista [priísta] casi sin clóset) y ganar a la oposición, específicamente a la de izquierda, con Marcelo Ebrard como orgulloso padrino de la criatura contrahecha” (2011) 221 odio con el subterfugio del “americanismo de clóset”. La segunda, mediante la aceptación (pretendidamente) gustosa y entusiasta de ese odio, expresada discursivamente a través de frases como: “ódiame más”, “somos la envidia de la nación”, o la más antigua “América y ya”. A continuación reproduzco una serie de imágenes tomadas de diferentes sitios del internet que ilustran esto último: Figura 20. Fotomontaje del América como equipo odiado Y aquí algunas de las críticas iconográficas en contra del club y sus aficionados, con un notable sesgo homófobo y escatológico:98 98 Un colaborardor del blog “Quen pompó” escribió con prolija ironía las siguientes razones para ser americanista: “El Ame es uno de los equipos de la liga mexicana con mayor tradición futbolística. Sus proezas viven en la memoria de nuestros padres y abuelos, y mucha gente lo considera EL equipo de la liga nacional. 222 Figura 21. Fotomontaje del antiamericanismo Los americanistas son legión, son México, son el Ser. El Club América resume al mexicano y por eso es grande: es teatrero, casi siempre pierde y tiene una muy alta opinión de sí mismo. En el museo del templo mayor hay un lounge VIP reservado para los guerreros águila. ¿No lo han visitado? Tiene aire acondicionado, asientos de peluche y harta coca cola y tacos de canasta. Dicen que es de buena suerte tomarte una foto con el guerrero antes de un partido del Ame o un examen (excepto si es de secundaria o mayor. A un americanista ni los chochos ni el Papa le ayudarán con su IQ -que generalmente es el número de su playera). Irle al América te distancia social y moralmente de los fósiles rijosos y pseudointelectuales que le van a los Pumas. Hay que aceptarlo, que se sientan más por estar teniendo una educación universitaria no los hace mejores, de hecho, los transforma en gente proclive a la mamonería y a las prácticas homosexuales. Y no es que tengamos algo en contra de los homosexuales en Quen Pompó, sino que un verdadero homosexual le va a las Chivas, no al Ame o a los Pumas. Ser americanista es, como votar por el peje, robarte la luz y meterte en las filas, una celebración sublime de la chilangueidad. El americanista ve las telenovelas del Canal de las Estrellas, compra Asepsia, huye del trabajo, vota por López Obrador, está afiliado a un sindicato, pasa horas en el transporte público escuchando La Qué Buena, tira basura en la calle, escupe en la calle, faja en la calle, bebe en la calle y muere en la calle. Esto es 99% de la población del DF, es por eso que tenemos el glorioso nido de las águilas en esta ciudad. Nuestro orgullo, nuestra forma de ser y de vivir la vida. Casi una religión. En el fondo, todos los hombres desean ser así. Pertenecer al Club América te acerca un poco más al cielo de los héroes [debajo de este párrafo una fotografía del icónico jugador Cuauhtémoc Blanco (Gómez, 2011). 223 Cierro este capítulo con los apuntes que Magazine realiza respecto al americanismo y el antiamericanismo. Pare el autor, la cuestión que subyace en esta dicotomía es la percepción que se tiene entre los flujos “verticales” del poder, que para los antiamericanistas es la marca distintiva del club América y su afición, y la amenaza que estos flujos representan a la “solidaridad” horizontal del verdadero amor por los clubes (2001: 187-198). En otras palabras, para los antiamericanistas, el americanismo es una identidad futbolística que privilegia ciertas características y aspiraciones de la movilidad social ascendente y, por lo tanto, corrupta, semejantes a las que el clientelismo y el patronazgo priísta impulsaba durante su régimen político. Las constantes referencias a Televisa y la descalificación casi unánime que los antiamericanistas establecen por este vínculo demuestran que sí existe una arraigada percepción de que el poder corrompe las relaciones horizontales de socialización. 224 PARTE II EL MELODRAMA COMO ESPECTÁCULO MEDIÁTICO 225 Capítulo 6 La construcción mediática de las rivalidades a través de la imaginación melodramática Ellos eran los populares. Nosotros los impopulares. Ellos eran los de las simpatías. Nosotros de las antipatías. Ellos eran los galanes de la película. Nosotros los villanos. Fernando Marcos en entrevista a la revista Fibra América en 1976 El caso del América versus Guadalajara Una rivalidad, la que se da entre los clubes América-Guadalajara es ilustrativa de los diferentes ámbitos que he planteado como parte de la imaginación melodramática. En primer lugar, da cuenta de la disputa urbano-regional del México postrevolucionario, la cual se da entre diferentes regiones y ciudades del país, pero principalmente entre el Distrito Federal y otras centros urbanos como Guadalajara, la cual le disputa su primacía económica, cultural y política. En segunda instancia, da cuenta de las representaciones identitarias entre los seguidores de uno u otro club de la liga profesional de futbol en México y las formas en que dichos aficionados recrean sus filias y sus animadversiones, representaciones que están cargadas de valoraciones de género, de clase (y pertenencia a una u otra ciudad), de generación y visiones ideales de nación, concepciones que yo aglutino bajo la lógica melodramática, exacerbando y, de varias maneras creando, el sentimentalismo propio del aficionado. A través de un primer acercamiento etnográfico daré una ilustración cultural y sincrónica de las múltiples formas en que los aficionados al futbol profesional se 226 adscriben y representan en el México urbano de la actualidad. Otros aficionados de otras regiones y equipos recrean sus prácticas en coordenadas culturales semejantes, pero con visiones relativamente diferentes a las del americanismo y de los seguidores de las Chivas del Guadalajara. Sirva pues este ejercicio sólo como una referencia para el entendimiento general de las rivalidades futbolísticas y sus conexiones más amplias en el contexto político, cultural y social del México actual. La historia del clásico de clásicos Es importante comenzar con una breve digresión sobre la trayectoria histórica de la rivalidad entre los clubes América y Guadalajara, sus connotaciones identitarias y sus conexiones con los medios de comunicación. Sigo parcialmente la propuesta de Hobsbawm (2002) respecto al “invención” de tradiciones que se dieron en el proceso de modernidad.99 99 Según el autor, desde finales del siglo XIX y a lo largo de las primeras décadas del siglo XX “el estado, visto desde arriba con la perspectiva de sus gobernantes formales o grupos dominantes, planteaba problemas sin precedentes sobre cómo mantener o siquiera establecer la obediencia, la lealtad y la cooperación de sus súbditos o miembros, o su propia legitimidad a ojos de estos. EI hecho mismo de que sus relaciones directas y cada vez más intrusivas y regulares con los súbditos o ciudadanos como individuos (o, a lo sumo, cabezas de familia) se hicieran cada vez más esenciales en sus actuaciones tendía a debilitar los mecanismos antiguos que habían permitido mantener, en gran parte, la subordinación social: colectividades o corporaciones relativamente autónomas bajo el gobernante, pero que controlaban a sus propios miembros, pirámides de autoridad vinculadas a autoridades superiores en sus ápices, jerarquías sociales estratificadas en las que cada estrato reconocía su lugar, etcétera. En todo caso, resultaron debilitadas por las transformaciones sociales como, por ejemplo, las que sustituyeron los rangos por las clases. Evidentemente, los problemas de los estados y los gobernantes eran mucho mas agudos aquí donde sus súbditos se habían convertido en ciudadanos, esto es, personas cuyas actividades políticas eran reconocidas institucionalmente como algo que había que tener en cuenta, aunque solo fuera por medio de elecciones. Se agudizaron aun mas cuando los movimientos políticos de ciudadanos como masas desafiaban de forma deliberada la legitimidad de los sistemas de dominación política o social, y resultaban o amenazaban con resultar incompatibles con el orden del estado, al colocar las obligaciones para con alguna otra colectividad humana -la clase, la Iglesia o la nacionalidad eran las mas frecuentes- por encima de él”. De esta forma, con el avance de la democracia liberal electoral, el estado se vio en la necesidad de “inventar” tradiciones que 227 La narrativa melodramática se corresponde con el relato histórico de esta rivalidad. Tuñón (2010) ve en el melodrama “un rasgo cultural” que atraviesa todas las expresiones populares en el México postrevolucionario. Entiendo, pues, al campeonato profesional mexicano en este tenor. Ahora bien, para ser entendible, toda narrativa debe guardar cierta estandarización o para ser más preciso, utilización de ciertos estereotipos o arquetipos. Concibo a los torneos de futbol profesional mexicanos como una especie de tramas narrativas, de ahí que la forma en que estos se desarrollan y las identidades que se han inventado los clubes en esas competencias se corresponden, en varios aspectos, con la imaginación melodramática. Obviamente, la trama futbolística no está concebida de forma idéntica a la literaria, radiofónica, televisiva o cinematográfica, pero los mandamases del futbol mexicano, y aquí no cabe casualidad alguna, han sido históricamente los mismos que los dueños de las industrias culturales del país, a quienes la utilización intensiva y exhaustiva del melodrama les ha redituado comercialmente. Así llevar (o pretender llevar este género) al ámbito futbolístico fue casi una consecuencia previsible. El desarrollo de los “personajes” en esa especie de trama narrativa no ha sido totalmente planeado, pero tampoco puede ser leído como mera casualidad o simplemente azaroso. Como se verá a continuación, la rivalidad América versus las Chivas de Guadalajara está claramente concebida para explotar una dicotomía propiciasen tal legitimidad y obediencia. A la par de las tradiciones surgidas desde las élites, los movimientos sociales crearon las suyas, en una relación igualmente dialéctica entre las dirigencias y las bases. Hobsbawm, señala que como parte del «movimiento» social, algunas expresiones identitarias “[...] eran compartidas por los líderes y los militantes, pero no necesariamente por los votantes y los seguidores” y de forma inversa “[...] la clase podía crear sus propias «tradiciones inventadas», que o bien eran independientes de los movimientos organizados o incluso resultaban sospechosas a ojos de los activistas”. Dos de ellas la fueron “la aparición -especialmente en Gran Bretaña, pero es probable que también en otros países- de la indumentaria como demostración de clase. La segunda tiene que ver con los deportes de masas” (Hobsbawm y Ranger, 2002: 297). 228 al estilo melodramático. Ambos equipos y los demás que conforman la liga, han buscado incrustarse en este juego de identidades (ancladas en tradiciones inventadas) y alteridades, de tal suerte que la exacerbación de las emociones será una de las marcas específicas de los aficionados espectadores. Jugando el papel nacionalista (humilde, pueblerino y pobre) el Guadalajara. Vistiendo el traje de una especie de “villano” (rico, moderno y engreído), el club América, fiel representación (casi personal) de su propio dueño, Emilio Azcárraga Milmo.100 A continuación un acercamiento etnográfico inicial. En muchas partes del país, a diferentes ritmos y con diversas formas, algunos clubes de la época amateur (anterior a 1943) pasaron a la Liga Profesional y poco a poco, construyeron sus bases de aficionados-espectadores y, además, se volvieron partícipes del proceso de la pretendida “modernización” impulsada por el Estado nacional (y del espectáculo futbolístico mismo). Un ejemplo de este proceso se dio en el Bajío (Macías, 2009). El futbol fue creciendo como un espectáculo de grandes dimensiones, dando lugar a un buen número de equipos. La afición también tuvo que ser creada en esos lugares del país.101 100 Según Fernández y Paxman: “Emilio Azcárraga fue bautizado como El Tigre a finales de la década de los sesenta, antes de tomar el control de la compañía que su padre había fundado, aquel apodo no llegó a ser muy conocido sino hasta la de los ochenta [...] Atinadamente, el apodo también reflejaba las agudas aristas del carácter de Azcárraga: la velada amenaza que a menudo acompaña sus saludos, una actitud demandante hacia los empleados, que rayaba en la posesión y el hábito de recordarle a la gente, en voz alta –aún a sus más cercanos amigos- que era él quien mandaba. En otras palabras, ‘hasta cuando acariciaba, rasguñaba’. O como ha dicho Valentín Pimpstein, el gurú de las telenovelas de Televisa: ‘Le dicen Tigre porque cuando abraza te saca sangre’. O como describió Vélez: ‘Te da un zarpazo y luego una lamida’. Los filosos ángulos de la personalidad de Azcárraga eran más evidentes en su lenguaje. Al igual que su padre, tenía por costumbre dirigirse a la gente llamándola ‘pendeja’, y disfrutaba emplear expresiones amenazadoras cuando quería que algo se hiciera. ‘¡Te cuelgo de los huevos si no lo haces a tiempo’, gritaba a sus empleados” (2000: 18). 101 De un informante fundador de uno de los clubes locales de Irapuato, Macías rescata de otra fuente lo siguiente: “Cuando jugábamos nadie nos iba a ver, era la realidad. El paseo en Irapuato por aquellos tiempos, era ir a la estación de ferrocarriles, ahí se juntaban la ‘crema y nata’ de 229 Sin embargo, con el pasar de los años, la profesionalización y la instauración de un modelo empresarial de clubes, generó que el futbol rápidamente sobrepasara al boxeo y otros deportes como la mayor atracción deportiva.102 El club León se convertiría en el primer “campeonísimo” de la era profesional del futbol mexicano, dominado la primera mitad de la década de los cincuenta. A su vez, y de gran importancia para esta tesis, en el estado de Jalisco, varios equipos se afianzaron en el competido ambiente futbolístico de la ciudad de Guadalajara, pero se destacaron dos históricamente: el Atlas y el Guadalajara. Para Fábregas (2009) “el sello popular y nacionalista en el club Guadalajara y el talante de elite, oligárquico y extranjerizante del Atlas” marcaron ambos clubes. Sin embargo, fue el Club Guadalajara el que a la postre se convertiría en el referente inevitable de los demás clubes, primero en Jalisco y después en el país en su conjunto.103 En el terreno deportivo la consolidación “del Guadalajara ocurrió la noche del 3 de enero de 1957, ocasión en la que con un gol del legendario Chava Reyes, el Rebaño Sagrado derrotó al Irapuato, el símbolo de los agricultores freseros de El nuestra sociedad. Daban la vuelta, la música tocaba. Un domingo le pagamos a la banda, creo que fueron veinte pesos para que fuera a tocar al campo de futbol, la gente al oír la música se acercó y vio que estábamos jugando, desde entonces la banda iba a tocar domingo a domingo, les pagábamos y todavía nos quedaban algunos centavitos” (Macías, 2009). 102 Como comenta Fábregas: “[El boxeo] fue el deporte masivo más importante en los decenios que van de 1920 hasta finales de los años 1950. Los boxeadores mexicanos, a los ojos de las culturas populares, simbolizaban al pueblo mexicano y sus esfuerzos por prevalecer. En los momentos culminantes del boxeo mexicano, con figuras como el Toluco López, Joe Becerra, Ratón Macías, Pajarito Moreno, Rubén Olivares y antes Kid Azteca, nadie hubiese pensado en la decadencia del box” (2005). 103 “En una sorprendente ligazón, el simbolismo popular de un equipo de fútbol jalisciense, se entrelaza con el de la aristocracia ranchera, la charrería, denominada el ‘deporte nacional’, y con el de una bebida de Jalisco, también convertida en parte de la simbología nacionalista: el tequila. Así, el charro, figura señera de los grandes hacendados, de los ‘hombres a caballo’ que beben tequila, se identificó con las chivas del futbol para completar hacia mediados del siglo XX, un complejo simbólico que arraigó en la nación mexicana. Incluso, hasta Petróleos Mexicanos (PEMEX) fue unida a esta simbología con aquella identificación publicitaria del ‘Charrito PEMEX’. Completó este cuadro la música de mariachi. La sociedad ranchera se alzó como el icono de ‘lo mexicano’” (Fábregas, 2009). 230 Bajío, para erigirse como campeones del fútbol mexicano”. Continúa el autor diciendo que “esa noche también triunfó el nacionalismo mexicano. Fue la demostración de que, por sobre la presencia extranjera, un equipo de jugadores nacionales, era capaz de alzarse con la victoria. El Rebaño Sagrado se había consolidado. De 1957 a 1965, el Guadalajara, ante el delirio de sus seguidores a lo ancho y a lo largo de todo el país, ganó sucesivamente los campeonatos de liga” (Fábregas, 2009). Había nacido el “chico bueno” del espectáculo futbolístico, casi de forma espontánea, gracias a las fuerzas sociales y políticas de un país que se reinventaba y buscaba su singularidad en el “concierto de las naciones”. La modernidad mexicana posrevolucionaria recurrió, entre otras, a las repetidas imágenes del indigenismo y del México rural para dar cierto sentido a la naciente idea de mexicanidad. De esta forma, “los arquitectos del [...] Partido Revolucionario Institucional esperaban responder [a la pregunta de qué cultura heredaban los nuevos habitantes de las ciudades] a través de la promoción de la cultura manufacturada y la historia ideológica que se basaba sobre las pretensiones del indigenismo y el antiimperialismo” (Pedelty, 1999: 33). Esto incluyo a los pintores muralistas y a los músicos nacionalistas, liderados por Carlos Chávez que basaron toda su inspiración en los recursos culturales de los indios y los mestizos mexicanos. El cine y la radio jugaron un papel fundamental en este aspecto. Monsiváis señal que “el país requiere bases comunes, lazos colectivos. El cine y la radio (la XEW inicia sus transmisiones en 1930) se anticipan a la televisión en el otorgamiento de esos vínculos y se presentan como factores irremplazables de unidad nacional” (1978: 106). De la mano, cine y música, productos culturales ya de por sí prefabricados, a su vez prefabrican sus propios estereotipos, los cuales 231 les darán coherencia social en la invención de la mexicanidad posrevolucionaria, de la cual “Las Chivas”, en particular, y el futbol, en general, comenzaban a formar parte. El continuum charro-ranchero-mariachi se va estabilizando y a su vez va dotando de un fuerte arsenal de comportamientos de género y generacionales a hombres y mujeres a través de la radio, el fonógrafo y el cinematógrafo104. No podemos dejar pasar el importantísimo peso que tuvieron (los también en proceso de formación) periodistas deportivos en la creación de las identidades de las rivalidades futbolísticas nacionales. En primera instancia se debe reconocer que la prensa escrita “prestó”, poco a poco, más atención a los deportes a tal 104 “Tan dolida mezcla de sentimentalismo atraviesa por diversas etapas: “(a)La teatralización ‘agraria’ de la cantante Lucha Reyes (‘La Reina del Mariachi’) de quien la XEW impulsa versiones ‘bravías’ y exaltadas que refrendan localismos, definiciones de la feminidad (‘como buena mexicana sufriré el dolor tranquila’), jactancias y retos como decorados del animo festivo. “(b) A fines de los treintas y a principios de los cuarentas, las exigencias del desarrollo de la industria cinematográfica -fomento del turismo interno y externo- conducen a la fabricación en serie de canciones que ambientan películas de pretensión ‘rural’ y fomentan orgullos estatales (‘¡Ay, que lindo es Michoacán!’, ‘El corrido de Chihuahua’, ‘¡Ay, que lindo es Guanajuato!’, ‘Ojos tapatíos’). Para los transmigrados en el Distrito Federal estas ‘vivencias provincianas’ evocan situaciones míticas cuya estabilidad y armonía social han de contrarrestar, en la imaginación del oyente, la opresión visual y psicológica del medio urbano (medio que, de cualquier modo, es advertido como un domicilio completamente utilitario) “A la imposición en el gusto público de este giro, contribuye notoriamente una moda: la fijación, recreación o creación de ‘lo mexicano’. El éxito latinoamericano de Allá en el Rancho Grande genera exigencias de mercados. Si el charro es un símbolo de vastas posibilidades financieras, es preciso surtirlo de frases (‘¿Qué hay? ¿Se es o no se es?’) y de melodías con letras altaneras y bravuconas. Una voz sonoramente convencional y una figura rígida se vuelven vehículos idóneos de tal proyecto: la voz y la figura de Jorge Negrete. Ernesto Cortazar (letrista) y Manuel Esperón (músico) se constituyen en proveedores del armamento: ‘¡Ay Jalisco no te rajes!’, ‘Cocula’, ‘Tequila con limón’, ‘No volveré’. Esta noción de ‘lo mexicano’ recibe una ayuda vigorosa: la llegada a la capital del Mariachi Vargas de Tecalitlán que organiza la primera ‘épica’ de la canción popular: la irrupción agresiva de una nacionalidad que se va inventando entre descripciones costumbristas, al vencer subliminalmente la incredulidad de sus oyentes. Negrete colabora a esta desintegración del nacionalismo cultural con una imagen: el Macho Distinguido. Lucha Reyes la complementa formidablemente con la voz de la Hembra Bravía” (Monsiváis, 1978: 111-112). 232 grado que los periódicos “incluyeron” secciones deportivas y de hecho, algunos grupos empresariales comenzaron a editar periódicos y diarios de este género.105 El periodismo deportivo es precisamente la dimensión en la cual se desdobla el fenómeno de la espectacularización en pleno, ya que de forma simultánea y poderosa, el periodismo se erige como: 1) el ojo del observador-aficionadoespectador, 2) el agente que ofrece la “disciplina” y otorga elementos culturales a los aficionados-espectadores ( que a su vez son lectores y consumidores) a través de sus múltiples recursos narrativos e iconográficos, 3) un espectáculo per se, es decir, el periodista se vuelve un espectáculo por sí mismo106. Fábregas (2009) apunta con claridad que el apelativo del Club Guadalajara, “Las Chivas” fue el resultado dialéctico entre la afición-espectadores y el periodismo deportivo del momento.107 Los periodistas a través de sus recursos narrativos e iconográficos han sido parte fundamental de la construcción social de las rivalidades futbolísticas mexicanas, atribuyéndoles real o ficticiamente 105 El diario deportivo Esto comenzó a circular en 1941 y el Ovaciones en 1947, convirtiéndose en dos de los principales periódicos de circulación nacional que apoyaron este proceso. 106 “En busca de conformar exitosas empresas de entretenimiento informativo, el periodismo deportivo requiere de algo más que la oportunidad y precisión de sus datos, recurre al dramatismo, a la exaltación de lo inusual, al público mismo como concursante, en fin, echa mano de todo dispositivo de espectacularización. Al igual que en el cine o en el teatro, el del periodismo deportivo es un espectáculo planeado y muy bien estructurado” (Domínguez Pérez, 2009). 107 “Transcurría el campeonato de la Liga Mexicana 1948-1949, jugándose la jornada número dos en la Ciudad capital de Jalisco, un jueves 30 de septiembre de 1948, entre los equipos Guadalajara y Tampico. El partido se escenificaba en el memorable Parque Oblatos al que concurrió Reynaldo Martín del Campo, cronista y jefe de la página deportiva del periódico El Informador, el más importante de Jalisco. El partido había sido tan malo, que a Martín del Campo se le ocurrió que una cabeza periodística justa era la que finalmente publicó: Jugaron a las carreras y ganaron las chivas: uno a cero. Lo paradójico del caso es que el apelativo ‘chivas’ se le vino a la mente al cronista deportivo por haberlo oído en boca de los espectadores atlistas que así se burlaban no sólo del partido, sino de sus irreconciliables rivales del club Guadalajara. Eran estos los que, a los ojos atlistas, ‘corrían como chivas’ en lugar de jugar al futbol. Con tal apelativo a las espaldas, el antiguo club Unión convertido en el Club Guadalajara, se fue arraigando en la mente y el sentimiento de miles y miles de tapatíos y de aficionados por todo el país. El éxito del apelativo está asociado a su categoría de símbolo que vino a unirse al complejo simbólico representativo de la nacionalidad mexicana” (Fábregas, 2009) 233 características específicas a los clubes y a los jugadores. Esas cualidades son resultado, en muchos casos de “eventos” efectivamente suscitados en la realidad social, como en el caso del apelativo de “Las Chivas” y que los periodistas proyectan y amplifican socialmente a través de sus vehículos mediáticos. En el caso del América y de la rivalidad con las Chivas se pueden encontrar muchos ejemplos. El mote de “millonetas” o “millonarios” surge a partir de los discursos periodísticos y el vínculo del club con grupos empresariales, apodo que le otorgaba al equipo un sesgo de arrogancia económica.108 Algunos de los cronistas deportivos de radio y televisión tuvieron gran influencia en la construcción de la narrativa sobre el club. Uno de ellos, Ángel Fernández fue un “americanista confeso, [quien] contribuyó a formar una cultura azulcrema” (Murrieta, 2009) plegado completamente a los designios de los dueños de Televisa y del club. Según Murrieta (2009), a Ángel Fernández lo invitó directamente Emilio Azcárraga Milmo para trabajar en la re-construcción mediática y narrativa del futbol mexicano y del club en particular: “Azcárraga le pidió a Ángel que le recomendara narradores de futbol, pues acababa de comprar el equipo América, y se iban a necesitar sus servicios en las transmisiones. Con esa mentalidad formó un trabuco y lo primero que hizo fue contratar, a través de Guillermo Cañedo, a Nacho Trelles, que era el entrenador más reconocido del momento. Ángel propuso a los locutores Jorge Sonny Alarcón y Antonio Andere, entre otros”. 108 Según un estudio de una firma de consultoría mercadológica, el “primer paradigma de la marca” América fue la del “villano de la película, el antihéroe”. Según la empresa que realiza el estudio, los dueños del club optaron por esa característica ya que: 1) El puesto estaba vacante, 2) El villano algunas veces es más interesante que el protagonista de la película, 3) No tiene que ser perfecto, 4) Puedes ser arrogante, sarcástico, irónico, obsesivo, burlón, inteligente, incisivo, romper las reglas y 5) De hecho, sólo hay algo que no puede darse el lujo de ser: tibio (ver Mercadotecnia Deportiva en la sección bibliográfica Otros Documentos). 234 Pero Azcárraga también le dijo: “«Ellos están muy bien, pero también quiero incorporarte a ti». La noticia le sorprendió muchísimo, ya que no conocía a fondo el deporte del futbol y sólo había asistido a presenciar un partido por invitación de su amigo Jorge El Ché Ventura. Pero no escurrió el bulto y pronto se vio como hombre ancla en un estudio de Televicentro durante la llegada de los kinescopios que se iban a utilizar para emitir las señales del Mundial de Futbol de Chile 62” (Murrieta, 2009). Narra el propio Murrieta que Fernández le confesó que en “alguna ocasión cantó con mucho énfasis un gol anotado contra el América y Guillermo Cañedo, que era el presidente de los cremas, le susurró al oído, sutilmente, sin aspavientos: «Angelito, bájale, no es para tanto...»” (Murrieta, 2009). Esta es una muestra muy clara de la forma sutil, casi imperceptible en que los dueños de la televisora, de la Federación y del club (las mismas personas) influían abiertamente en la construcción discursiva del americanismo. Archetti (1995) ha señalado con claridad que las narrativas periodísticas deportivas son ambiguas y contradictorias en sí mismas y cuando se les confronta con otras narrativas de un país, como la literaria. Los periodistas deportivos asignan cualidades morales (virtudes) de lo nacional (nosotros podríamos añadir también de lo regional) en el desempeño de los jugadores profesionales, y los conceptualizan como “estilos de juego”, que detonan en identidades de múltiples tipos. El club Guadalajara, “Las Chivas” fueron asociadas con ese ideal nacional en el cual lo “puramente” mexicano definió sus cualidades. El proyecto nacionalista y desarrollista que la clase política imponía, no vio con malos ojos esa asociación conceptual del “buen chico mexicano”. Al América, por otro lado, se le atribuyeron valores morales distintos, ufano de contar con grandes recursos 235 económicos y extranjeros a su disposición, pero igualmente impulsados por la elite nacional.109 Un par de películas, de muy pobre manufactura: Las Chivas Rayadas y Los fenómenos del futbol, estrenadas ambas a mediados de los años sesenta (Muñoz, 1964 y 1964b, ver en Filmografía), dan cuenta de la idealización nacionalista, casi bucólica del origen humilde y honesto de los jugadores “Chivas”, asociados a toda una retórica de tintes regionales (música ranchera-mariachi) con pretensiones nacionales. Por su lado, la saga llamada El Chanfle de Roberto Gómez Bolaños (de finales de los 1970 y principios de los 1980) basa su argumento sobre aspectos diferentes del futbol. En primera instancia, en contraste a las películas sobre las Chivas, en las cuales la estrella futbolística del club, Salvador Reyes es retratado como un humilde jugador, en las de El Chanfle, el actor Carlos Villagrán encarna el personaje de Valentino Milton, concebido como un arrogante, frívolo y mujeriego jugador del club. Estos contrastes, casi polarizados, entre los dos equipos calzan muy bien bajo el sesgo del melodrama que los dueños de la televisión le han querido imprimir al futbol profesional. En la gran urbe de la ciudad de México, la situación y las intenciones de ciertos sectores no se van a corresponder del todo con la lógica y los simbolismos del México exacerbadamente nacionalista, y otra lógica con pretensiones igualmente modernizantes y progresistas de lo citadino van pronto a irrumpir. A partir de los años sesenta, el tiempo de un gran cambio conceptual en el manejo el futbol se 109 En este sentido, cabe señalar que México pasaba, en los años 50, a una nueva etapa de su vida posrrevolucionaria. Desde la presidencia de Miguel Alemán Velasco (tan ligado al consorcio televisivo de la familia Azcárraga), primer gobierno civil, “[...] la memoria nostálgica de la epopeya revolucionaria dejaba paso a la épica futurista del desarrollo económico. [...] [G]racias a los provechos de la industrialización y la urbanización terminaba ahora de tomar forma una nueva élite a la vez política y de negocios destinada a tener peso creciente en la vida mexicana” (Halperin: 517-18). 236 perfiló: el de la irrupción de la televisión. Este es el momento de la llegada del “chico malo”, que no ve con malos ojos el arribo de recursos del extranjero y de forma abundante. Era el momento histórico del clásico y la confrontación de esas dos “visiones ideales” de la nación a través del identidad futbolística. Fernando Marcos, quien fungió (no en ese orden necesariamente) como jugador, árbitro, entrenador y comentarista de la cadena de televisión, se le atribuye la creación del clásico América contra Guadalajara. Apenas un año después de que Azcárraga comprara al América en 1959, Marcos fue contratado como el entrenador del club. Durante esa campaña, el América visitó a los equipos de Guadalajara: Oro, Atlas y las Chivas. A los tres equipos los derrotó con idéntico marcador de 2-0. Seguramente influenciado (y podría decirse que inducido) por las nuevas políticas arrogantes del club, Macos declaró a la prensa: "América no viene a Guadalajara a ganar, eso es rutina". Y remató su celebérrima frase de la siguiente manera: “Nosotros venimos para cambiarle el número de su teléfono de larga distancia; así es que ya lo saben mis amigos, cada que quieran llamar a Guadalajara marquen dos cero, dos cero, dos cero, cortesía del América” (ver Mediotiempo, 2009, en Información de Internet de la bibliografía). Para los dueños de la televisora era muy importante crear esta rivalidad entre el América y el Guadalajara. El Guadalajara era indiscutiblemente el equipo más popular de los años cincuenta y rivalizar abiertamente con él fue una estrategia que los dueños de la televisora y del club americanista (a partir de 1959) impulsaron sin muchos tapujos. Resalta, pues, el hecho que este encuentro no era considerado el “clásico” antes de que Televisa comprara al América. 237 Evidentemente, la televisión, ha jugado un papel fundamental para la exacerbación de esta rivalidad. Y en estricto sentido, se puede decir que, en lenguaje hobsbawmniano, “inventa” esa rivalidad. El consorcio Televisa se jacta abiertamente de ello. En la transmisión del 18 de octubre del programa de “análisis” deportivo, La Jugada, que Televisa difunde los domingos por la noche a través de su cadena nacional, una semana antes de que se jugara una edición más de dicho encuentro se ve y escucha en pantalla: Reportaje: “50 años de clasico (sic)” [dice el titular. Inmediatamente se proyectan imágenes de algunas peleas que se han suscitado entre jugadores de ambos equipos]. “[...] la bronca, la pasión estallando, [...] ahí están los golpes”, se oye decir con voces en off a los locutores enardecidos. [Y entonces comienza la narración. Transcribo todos los diálogos de este breve reportaje para ilustrar la forma en que los medios exacerban y fabrican el “ambiente” de rivalidad de este juego] Es el partido más importante del futbol mexicano. Pero hace cincuenta años aún no era así. -El clásico América... con América no existía [dice Walter Ormeño, ex jugador del América en la década de los cincuenta]. El clásico de aquí era Necaxa-Atlante. Ese era el clásico de México. -En ese tiempo no eran clásicos. Porque nos ganaban allá de vez en cuando [afirma Crescencio “Mellone” Gutiérrez, ex jugador del Guadalajara]. Fue a finales de los cincuenta cuando la pugna se hizo insoportable, por ser dos equipos y dos mundos completamente distintos [al fondo se ven fotografías en blanco y negro de partidos de la década del cincuenta y una del cómico mexicano “Cantinflas” el día en que pateó un balón como presidente honorífico del América, antes de su compra por Televisa]. -Yo sigo creyendo que la rivalidad era ya entre los “chilangos”110 y los “jalisquillos”111, a nivel amateur. Y así se reconocían mutuamente [dice Francisco “Panchito” Hernández, ex-directivo del América]. 110 “Chilango” es una forma despectiva y/o coloquial de denominar a los habitantes de la Ciudad de México. 111 “Jalisquillo” es la forma igualmente despectiva y/o coloquial de llamar a los habitantes del estado de Jalisco, en especial a los de la ciudad capital, Guadalajara. 238 Una rivalidad que no se perdía ni cuando se encontraban en las concentraciones de la selección nacional. -Los de [la ciudad de] México ya estaban cenando y al llegar nosotros, luego luego, se levantaban y decían: “Ya llegaron estos maricones de Jalisco. Ya llegaron estos jotos jalisquillos. Cállense móndrigos112, chilangos mugrosos. Mal educados” [narra, con gran exaltación, Guillermo Sepúlveda, ex-jugador de las Chivas]. -Sí, ellos se burlaban mucho de nosotros. Cuando nos ganaban se burlaban mucho [comenta Alfonso Portugal, ex-jugador americanista]. En ese marco, llegó una racha de victorias americanistas sobre los equipos de Jalisco durante la primera vuelta de la temporada de 1959. -En esa oportunidad me acuerdo que nos ganó 2-0 a los tres equipos de Guadalajara. Al Guadalajara 2-0, al Atlas 2-0 y al Oro 2-0 [señala Jaime “Tubo” Gómez, ex-jugador de las Chivas]. -Yo no vengo a burlarme aquí de nadie. Lo que vengo aquí es a cambiarles su número de teléfono. Ya saben que a partir de hoy todos los que quieran hablar a Guadalajara marquen 2-0, 2-0, 2-0... cortesía del América [narra con ironía el ex-entrenador del América, Fernando Marcos]. Con la frase vino la revancha, y esa revancha fue el origen del clásico de clásicos del futbol mexicano, que está cumpliendo cincuenta años de vida. -El ambiente lo hacen y ya después al terminar el partido es cuando cada quien queda en su lugar. En aquel entonces todos quedaron en su lugar [dice incomprensiblemente Salvador Reyes, ex-jugador de las Chivas]. -Todo el interés de la jornada futbolística se concretaba, creo yo, al partido en la cumbre, al partido del año, al partido clásico de clásicos entre América y Guadalajara [cometa en imágenes de archivo el ex locutor deportivo Jorge Labardini, a fines de 1959]. Desde ese memorable 12 de noviembre de 1959, el clásico ha sido un infinito compendio de emociones y pasión. [El reportaje continúa con una secuencia más de las riñas memorables entre los jugadores de ambos equipos.] -No los soporto. Nunca se me va a borrar a mí lo mal que me han caído... [recalca Guillermo Sepúlveda]. -El clásico es el clásico y es el partido más importante difinitivamente (sic). Nosotros no viviríamos sin ellos y ellos sin nosotros [dice Alfredo Tena, exjugador americanista]. -Ese partido lo tienes que ganar o ganar [sentencia Luis Alberto Alves “Zaguiño”, ex-jugador americanista]. 112 Epíteto mexicano de despreciable. 239 El próximo domingo se jugará el clásico número doscientos seis. Una larga historia lo contempla. Así como dos aficiones que no aceptan otro resultado que no sea la victoria (ver MrAmericanista1, 2009, en Información de Internet en la bibliografía) El reportaje demuestra con claridad otro factor más de esta rivalidad: la regional. Tanto jugadores como aficionados se adscriben a una región y la confrontación entre los equipos de Jalisco y el Distrito Federal expresan esa rivalidad, la cual, por supuesto, va mucho más allá de la meramente deportiva. 113 A través de otros códigos, como las bromas y los chistes a favor y en contra de ambos equipos son se intensifica las sensaciones de animadversión y rivalidad en los días previos a dichos encuentros, pero obviamente no entre todos los 113 Según Magazine, Ramírez y Martínez: “En la liga mexicana de fútbol profesional participan 18 clubes, de los cuales 4 son conocidos como los “equipos nacionales” ya que atraen aficionados de todas partes del país y no de una sola región. Tres de ellos están ubicados en la Ciudad de México mientras uno se ubica en Guadalajara. En la Ciudad de México, se escucha hablar de las rivalidades entre estos cuatro clubes, mientras en las otras ciudades están presentes estas mismas rivalidades pero también la oposición entre el equipo local (donde hay) y cada uno de los equipos nacionales. Cada uno de los cuatro clubes nacionales representan para los aficionados una identidad diferente, un conjuntos de valores, o una visión ideal de la sociedad mexicana. El equipo conocido como América, cuyo dueño es el poderoso conglomerado de la televisión, Televisa, tiene una fuerte asociación con el poder y la élite del país. Apoyar al club significa alinearse con la élite y su proyecto para el país, actualmente constituido por el neoliberalismo con su apertura al mercado libre global. Este proyecto se refleja en la práctica de los dirigentes del equipo de pagar altos sueldos a los jugadores “estrellas” nacionales e internacionales. Por el vínculo entre el América y el poder y por la práctica asociada con sus aficionados de alinearse con los poderosos a través de las relaciones de patrón-cliente, la afición de cada uno de los otros tres equipos nacionales considera al América su rival más grande. Por el hecho de que el América es más estrechamente asociado con el poder proveniente de la Ciudad de México, también los aficionados de los equipos regionales suelen odiar más al América que a cualquier otro club. Las Chivas de Guadalajara, el único equipo nacional ubicado fuera de la ciudad de México, en la región que ha producido varios símbolos nacionales importantes como el tequila y el mariachi, sigue un credo de ‘puros mexicanos’, poniendo en la cancha sólo a jugadores mexicanos y ejemplificando un ideal de autonomía nacional. Este ideal encaja con la estrategia estatal dominante de los años treinta a los años setenta, que se basó en la substitución de importación y la nacionalización de varias industrias como la petrolera. Mientras para los aficionados de las Chivas en la ciudad de Guadalajara “ser Chiva” implica una oposición a la Ciudad de México y todo lo que representa, incluyendo los políticos de corte neoliberales que recientemente han ‘vendido’ el país a los extranjeros, hay una enorme afición a los Chivas en la Ciudad de México. Esta última comparte la visión ideal y crítica de puros mexicanos, pero sin ubicar la culpa por la apertura reciente solamente en la capital y sus residentes. En las otras ciudades, una de las razones porque el club de las Chivas atrae más aficionados y es menos odiado que los otros equipos nacionales es que no es asociado con la Ciudad de México” (2009). 240 aficionados. Según Lauria en un estudio realizado entre varones del Puerto Rico de los años sesenta (1964), las relaciones interpersonales entre pares (es decir, entre varones), aun y cuando estén jerarquizadas, se basan sobre la forma del “respeto” y sus clichés discursivos que acompañan. Sin embargo, durante ciertos momentos, el protocolo simbólico y ritual del respeto “se relaja” y, por tanto se entra a la etapa del “relajo” y de las bromas. He podido observar algo similar en el México contemporáneo, ya que en los encuentros importantes de futbol, como el caso del América contra las Chivas, el “relajo” y las bromas se intensifican. Las bromas son ambiguas e intercambiables. No hay más que sustituir los sustantivos para que éstas cambien de sentido. De esta forma, si la broma original es, por ejemplificar: ¿Por qué al América le dicen el horóscopo chino?... Pues porque son once animales. No será nada difícil escuchar que alguien simplemente lo sustituya por: ¿Por qué a las Chivas les dicen el horóscopo chino?... Tampoco es difícil imaginar que las bromas pretenden colocar al equipo propio en un lugar dominante en el discurso y socavar por medio de dobles sentidos y albures al equipo rival. No es motivo de este primer acercamiento realizar una exhaustiva revisión de los elementos que conforman este aspecto de las rivalidades conformadas entre los aficionados mexicanos, especialmente los de la ciudad de México, pero sí perfilar que a través de la broma, el albur, el chiste y la diatriba ironizada se pueden identificar algunos de los elementos que dan sentido a las rivalidades futbolísticas, máxime cuando este duelo está por realizarse. De esta forma, las bromas, chistes y albures toman rasgos especialmente misóginos y homofóbicos: 241 El primer día de clases la maestra les dice a sus alumnos: -Levántense, digan su nombre y a qué se dedica su papi”. Los niños se levantan: - Yo me llamo Pepito y mi papá es policía. - Yo me llamo Juanito y mi papá es cocinero. - Yo me llamo Jorgito y mi papá es vendedor de seguros. - Yo me llamo Bruno. Mi padre es joto114 y trabaja de bailarín stripper en un club gay. Es el más aclamado por todos los homosexuales del lugar y se acuesta con todos. La profesora, ante lo que Bruno está diciendo, se apresura a cambiar de tema y a terminar las intervenciones. Durante el descanso, los niños se aceran a Brunito y le preguntan: - ¿De verdad tu papá es gay y se desnuda por dinero delante de otros hombres? - No. En realidad es jugador del América, pero me da un chingo115 de pena decirlo” (ver usuario “argot85” en Información de Internet de la bibliografía) La rivalidad futbolística reviste formas de antagonismo que enardecen las filias y las fobias debido a su fuerte carga sexualizada, las cuales permiten ver cómo las preferencias sexuales y las relaciones de género en muchos sectores urbanos masculinos aún siguen siendo bastante ortodoxas y rígidas. Así, aunado al discurso mediático, una multiplicidad de prácticas y de discursos de los aficionados al futbol, y en especial al América y a las Chivas del club Guadalajara, se desarrollan en la actualidad como una forma de acentuar dichas identidades y animadversiones y que dejan entrever las “visiones ideales” de sociedad, aquellas que se vinculan a la idea del nacionalismo asociado al equipo de “puros mexicanos” y aquella del equipo “más grande” (y odiado) extranjerizante y poderoso. 114 115 “Joto”, mexicanismo despectivo para homosexual. “Un chingo”, mexicanismo para mucho. 242 Para el día del partido, los seguidores asiduos de ambos clubes, por lo tanto, están listos y en un clímax de nerviosismo expectante para ir al estadio, ver el encuentro por televisión o seguirlo por la radio. Como dice uno de mis informantes claves: “[…] Ya no veo noticias en la semana porque me presiono más. Llego nada más el domingo a ver el juego […]”. Y añade: Un clásico… una semana antes y una semana después repercute en mi vida personal, porque hasta el más pendejo (que no sabe de futbol) te carga la mano toda la semana [y te dice]: “El domingo van a ver”. Y si pierde [el América] pues, peor. Yo en la casa tengo dos puertas, puedo salir por dos calles diferentes. Cuando el señor Antonio Lavolpe hizo sus pendejadas116 y nos ganaron 5-0, allá [en Guadalajara], una semana no me vieron la jeta117. Salía como en las caricaturas, donde no hubiera gente. Una semana, me acuerdo, no me vieron. Y aún así cuando me volvieron a ver, las burlas… y todo. Sí, se traslada a tu vida personal. En la semana previa al encuentro que describiré a continuación (octubre 2009), el actual presidente del club Guadalajara, Jorge Vergara, mandó a colocar una animación en la página web oficial su club, en la cual un pollo ensartado en un eje metálico giraba sobre fuego, representando un pollo rostizado, evidentemente aludiendo al club “Águilas” del América. En el mensaje se leía: “Como ya es tradición... comenzamos a calentar el clásico”, firmado, por supuesto, por las Chivas. Las apuestas de los directivos y dueños de los equipos también azuzan las expectativas del encuentro por jugarse: Rafael Lebrija, presidente deportivo de Chivas no se reservó para calentar el Clásico contra América y ha lanzado una apuesta de 100 mil pesos al 116 El 25 de agosto de 1996, el club Guadalajara ganó 5 por 0 al América. En aquel año, Ricardo Antonio Lavolpe, un conocido entrenador argentino de futbol radicado por muchos años en México, dirigía al equipo azulcrema, de ahí que el comentario de mi informante se dirija hacia este personaje. 117 “Jeta” es sinónimo de cara. 243 presidente del América, Michel Bauer. La cantidad será donada a una institución de beneficencia pública que elija el directivo americanista (Fares, Omar, s/f) Claro que las apuestas entre los señores del dinero varían no sólo en el monto sino en el supuesto propósito benéfico: Yo quisiera lanzar una apuesta a Michel Bauer, a ver si la acepta, son 100 mil pesos para que sea a beneficio de alguna institución como podría ser al Teletón, como ya lo hicimos anteriormente en una apuesta que hice con Jorge Vergara, no se trata de ganar más dinero cualquiera de nosotros, es para una causa noble. Dudo que la acepte, pero vamos a ver. Es sólo para meterle más sabor al caldo y ya lo pusimos (Fares, Omar, s/f) Como se observa, entonces, el “clásico de clásicos” o “súper clásico” acapara los comentarios futbolísticos, en algunas ocasiones incluso de aquellos que no son aficionados de estos clubes o ni siquiera aficionados futboleros. De esta forma, el partido se transforma en una arena de disputas y de lealtades, básicamente emocionales, derivadas de una especie de educación sentimental, engarzada ésta a un discurso moderno, pero de igual forma anacrónico. En otras palabras, la modernidad del país, impulsada por la elite nacional, nunca pudo completarse bajo los preceptos de una racionalidad absoluta. Así, por medio de diversos recursos culturales, discursos y prácticas derivadas de una cultura alterna, sentimental y emotiva, es decir, melodramática, esa modernidad tomó otros caminos. 244 Capítulo 7 El espectador, el sistema de rivalidades y el club América. El melodrama antes de la televisión « Pour faire un bon mélodrame, il faut premièrement choisir un titre. Il faut ensuite adapter à ce titre un sujet quelconque, soit historique, soit d'invention: puis on fera paraître pour principaux personnages un niais, un tyran, une femme innocente et persécutée, un chevalier et autant que faire se pourra, quelque animal apprivoisé, soit chien, chat, corbeau, pie ou cheval. [...] Le tyran sera tué à la fin de la pièce, la vertu triomphera et le chevalier devra épouser la jeune innocente malheureuse, etc. On terminera par une exhortation au peuple, pour l'engager à conserver sa moralité, à détester le crime et ses tyrans, surtout on lui recommandera d'épouser des femmes 118 vertueuses » Jean-Marie Thomasseau, Le Mélodrame citado por Elena Real en La fiesta de las lágrimas: el melodrama (2001) Un preámbulo a la temática En este capítulo se abordará, con más detalle, la trayectoria histórica (combinando la narrativa oficial del club con relatos de otras fuentes) del club América y la forma en que el futbol pasó a ser un espectáculo masivo y una interpretación de la forma en que el aficionado al futbol es espectador y espectáculo simultáneamente. Debe considerarse que si bien es cierto que el matiz melodramático del futbol profesional cruza, a veces explícita pero muchas veces veladamente, los afanes de una racionalización instrumental se desarrollan de forma simultánea en su consolidación como espectáculo masivo. Esta interacción simultánea entre racionalidad instrumental y sesgo melodramático es lo que a continuación se planteará. 118 “Para hacer un buen melodrama, primero debe elegirse un título. A continuación, debe adaptarse a este título cualquier objeto, ya sea histórico o inventado: después deben crearse por principio los personajes de un tonto, un tirano y de una mujer inocente que será perseguida; de un caballero y en la medida de lo posible de un animal manso ya sea un perro, un gato, un cuervo, una urraca o un caballo. [...] El tirano será asesinado al final de la obra, la virtud triunfará y el caballero se casará con la infeliz e inocente joven, etc. Se concluirá con una exhortación a la gente para que mantenga su moralidad y a que deteste el crimen y a los tiranos, especialmente se recomendará casarse con mujeres virtuosas” (traducción libre del autor). 245 Previo a la masificación de los deportes y en especial del futbol, la sociedad capitalista va sentando las bases de su espectacularización y mercantilización, dando paso, de forma simultánea a la aparición del sujeto social que yo denomino como aficionado espectador, el cual basará su identidad en actos emotivos y racionales simultáneamente. El proceso de masificación deportiva fue consecuencia de la profesionalización y la promoción a través de los grandes medios de comunicación, como la radio y la televisión. De la masificación del futbol, eminente urbana y después de que el grupo televisivo Telesistema Mexicano-Televisa adquirió al club América, sostengo que el club se afianzó como un elemento fundamental en el imaginario popular (principalmente el masculino) en la ciudad de México y como uno de los nodos de identidad básica de aquello que he denominado como el sistema de rivalidades futbolísticas en México. La liga profesional sufrió un radical cambió una vez que la profesionalización del futbol tomó lugar en México, a principios de los años cuarenta. Sin embargo, el formidable centralismo político-administrativo mexicano repercutió mucho en la conformación de la liga nacional, ya que por varios años, dicha liga no logró tener presencia en la mayor parte del territorio del país. Antes del ingreso de la televisión, se puede asegurar que la liga profesional mexicana sólo tenía una influencia en ciertas regiones del país, especialmente en el centro y centro occidente, abarcando en esencia los estados de Jalisco, Veracruz, Guanajuato y el Distrito Federal. No obstante, este proceso de profesionalización, racionalización, comercialización y masificación del futbol en México fue creando identidades alrededor de los clubes y también afianzó las simpatías de muchos sectores urbanos por el futbol. 246 El futbol y otros “espectáculos” (... mucho antes de la tele) He establecido que la llegada de la televisión comercial al futbol profesional le dio un giro radical a las rivalidades futbolísticas en México a través del sesgo melodramático de su configuración. Sin embargo, quiero establecer que el espectador, como sujeto social, no es un “producto”, ni el “reflejo” del proceso histórico de la modernidad mexicana, sino que es un agente social que se fue desenvolviendo simultáneamente a ella y que, de varias maneras, aquel la reforzó recíprocamente.119 Hay autores que se han referido al fenómeno del espectáculo y de la espectacularización de la sociedad moderna (en sus diferentes variables sociales, políticas y económicas, incluyendo los totalitarismos fascistas y del bloque ex-soviético) como un elemento fundamental para la creación de las “unidades” e identidades nacionales, especialmente a través del fenómeno deportivo (Tomlinson y Young, 2006). Sin embargo, estos mismos autores aseveran que en el ámbito local, regional o nacional, las identidades de los “espectadores” no han sido (por lo menos no del todo) erosionadas por las fuerzas mundiales que ellos denominan GGATaC (Globalization, Governmentalization, Americanization, Televisualization and Commodification)120. Sin embargo, los procesos de comercialización y mercantilización, que se han incrementado a lo largo del periodo neoliberal, iniciado en las últimas décadas del siglo XX, han establecido comportamientos de consumo que han afectado sensiblemente las relaciones sociales e individuales con el cuerpo (las relaciones de género, generacionales y con el Estado), trayendo de la mano consecuencias identitarias muy 119 En este sentido, Aliano et al, describen el proceso simultáneo de creación, entre el discurso y la práctica, del sujeto aficionado al rock chabón argentino: “Desde un análisis de la articulación entre interpelaciones musicales y narrativas identitarias [...] el rock chabón no ‘refleja’ a un actor social previamente constituido, sino que, por el contrario, se vuelve uno de los discursos que mas ayuden a su constitución: la constitución de una identidad imaginaria como ‘joven de sector popular que no tiene lugar en el proceso neo-liberal post-populista’” (2009). 120 Mundialización, gubernamentalización, estadounización, televisionización y mercantilización. 247 notables (Horne, 2006). En este capítulo abordaré la forma en cómo el sujeto (u objeto, dependiendo de la metodología y la perspectiva teórica que se aplique) de investigación, llamado “aficionado” ha evolucionado a lo largo de la historia, especialmente en México, y con más precisión sobre la afición americanista. Los datos etnográficos me han permitido observar que los aficionados del club América, dependiendo de múltiples y variados factores (edad, clase y género, esencialmente) crean comportamientos, prácticas e identidades diferenciadas en el estadio. Estas diferencias me han obligado a reflexionar en retrospectiva histórica, en la medida en que el sujeto “aficionado” se ha construido de forma diacrónica y que la sincronicidad de los múltiples tipos de aficionados que actúan en el presente en el Estadio Azteca son el resultado de este proceso histórico. Este trayecto histórico imbrica relaciones entre sujetos sociales tales como el régimen gubernamental (imprecisamente llamado Estado), el gran capital (especialmente el vinculado a los medios de comunicación) y a los sujetos que se identifican propiamente como los “aficionados-espectadores”, que han formado parte de las clases medias y populares emergentes después de la Revolución mexicana, punto de quiebre histórico en la vida social de nuestro país. Comenzaré mi análisis a través de un debate, casi eminentemente teórico, acerca de las concepciones del fenómeno del espectáculo, ligado estrechamente al del aficionado. Desde mi punto de vista, para los aficionados organizados al club América, el asistir al estadio es una acción que se vive y representa fuera y en contraposición a los tiempos del trabajo. Como lo expresa uno de mis informantes de las porras familiares: “Así como yo lo disfruto, mi hija, mi esposa, a veces mis sobrinos, mi familia, que son americanistas, me acompañan a venir (sic). Nos la hemos pasado… saben que se la 248 pasa uno de maravilla. Pierda o gane [el América], a fin de cuentas es una diversión. A fin de cuentas lo debes de ver como tal”. Esto sin embargo es contrastado, relativamente, con la forma en que los jóvenes del RK experimentan su afición. Para ellos, si bien es cierto que es una actividad fuera del tiempo de trabajo, seguir al América se vuelve una consigna, por lo menos discursivamente, de total entrega al equipo. Dice uno de los integrantes del RK: “la etapa mas importante en la vida, la vivimos en la banda [del RK]. Alegrías, sufrimientos, recuerdos, jugadores y domingos de gloria”. Si bien es cierto que el club puede generar una identidad amplia entre los tipos de aficionados, esta amplitud también genera ambigüedades en la identidad americanista. La diferencia entre la (o las formas) de experimentar y practicar la afición, es decir, de ser “espectador” entre los grupos organizados del club, muestran con claridad que ese concepto no es homogéneo. Sincrónicamente hay diferencias. Pero las diferencias diacrónicas, es decir las diferencias históricas no deben ser subestimadas. “Espectador” y “aficionado”, como sujetos de la praxis del tiempo libre son construcciones sociales históricas. Desde mi punto de vista, el futbol profesional como “espectáculo” no inicia con el futbol mismo. Mas bien, se debe rastrear históricamente el concepto “espectáculo” y aquellas prácticas que se objetivaron propiamente como las del “tiempo libre”. En primera instancia, es preciso reconocer que el “tiempo libre” es una idea que acompaña (dicotómicamente) a la de “trabajo”, o con mayor precisión, a la de “jornada laboral”. El tiempo libre (ocio) es precisamente aquel que, por lo menos pretendidamente, no se inscribe en el ámbito del tiempo de las jornadas de trabajo. Para Marx (1982) la jornada laboral es el tiempo teórica y socialmente requerido para que: 1) el trabajador “pague” al capital el valor de la compra de su fuerza de trabajo a través de la producción de 249 mercancías equivalentes al valor de dicha fuerza desplegada, y 2) obtenga con ese “pago” los medios de subsistencia necesarios para su reproducción biológica y social. Obviamente, bajo la lógica del capitalismo, la jornada laboral no es igual a ninguna de estas dos condiciones, juntas ni separadas. Ésta ocupa más tiempo del estrictamente necesario para equipararse al valor de cambio de la fuerza de trabajo comprada por el capitalista a través del pago del salario. Dice Marx, que los límites de la jornada de trabajo oscilan “dentro de ciertos límites”. Por un lado, el límite mínimo quedaría fijado como la “parte del día que el obrero tiene forzosamente que trabajar para vivir” (1982: 178. Cursivas mías). Por el otro, el límite máximo quedaría fijado de dos modos. Uno, por la “limitación física de la fuerza de trabajo” (cursivas en el original), es decir por las fuerzas estrictamente físicas que un trabajador puede desplegar en un día, tomando en cuenta que esas fuerzas deben de ser recuperadas por medio del descanso y el sueño, además de la alimentación, el aseo, etc. En segundo lugar, por “fronteras de carácter moral” (cursivas en el original), las cuales permiten al obrero “una parte del tiempo para satisfacer necesidades espirituales y sociales cuyo número y extensión dependen del nivel general de cultura”. En otras palabras, las “fronteras morales” del tiempo de producción son, al mismo tiempo, las del tiempo de ocio o de satisfacción de “necesidades espirituales y sociales”, en la frase de Marx. Así, la noción y práctica del tiempo libre sólo puede ser realizada bajo la forma específica del trabajo asalariado, es decir, del trabajo bajo la formación social capitalista. Por antonomasia, la oposición entre la burguesía y el proletariado, inscribe una primera fase de la dicotomía ocio-trabajo. La primera es por definición, una clase ociosa, en el sentido vebleniano. La segunda es la que objetiva corporalmente el trabajo socialmente requerido para la producción capitalista. 250 En una segunda instancia, la clase trabajadora asalariada, eminentemente urbana, logró la reducción de las jornadas laborales y ciertas regulaciones de la misma, lo que propició un reducto de tiempo no dedicado (propiamente) a la producción. En la actualidad, los juegos de los equipos profesionales de la liga mexicana, por ejemplo, están programados para los fines de semana, días normalmente de asueto. En especial, los juegos del club América, hoy en día, se realizan los domingos por la tarde. El espectáculo deportivo en Europa (referente indiscutible de lo que ha pasado en México) se decantó mediante una constante lucha entre las clases sociales y económicas. De esta forma, el proceso de instauración de los criterios para determinar qué se jugaba y qué no entra en esta dinámica de disputa social. Los “juegos” semejantes al futbol en la edad media que practicaron las clases populares (tales como el hurling121 o el choule122) fueron prohibidos parcial o totalmente y posteriormente (mediados del siglo XIX) retomados, institucionalizados y sistematizados por la burguesía, en su forma deportiva, gracias a la intervención de los aparatos educativos, de mercado y gubernamentales. La ampliación de la fuerza laboral asalariada y su consecuente regularización y acortamiento, dio paso a tiempos y espacios en los que, de nueva cuenta, las clases trabajadoras retomaron los juegos en su fase deportivizada. Para las décadas de los 1860 y 1870, los deportes forman parte del paisaje social y cultural europeo, 121 El hurling es un juego antecedente al fútbol moderno. Los británicos lo practicaban realizando carreras desenfrenadas por la campiña, cruzando valles, llanuras y ríos. El objetivo ya consistía en depositar el balón en una portería, perteneciente al equipo contrario. 122 “La soule oponía a los jóvenes de dos pueblos vecinos, o también a los solteros con los casados de un mismo pueblo. En ocasiones participaban también los nobles (...) los dos equipos intentaban desplazar al campo contrario la soule, es decir, una especie de pelota con un relleno de heno o de salvado, o hecha de mimbre. La organización era bastante informal y las reglas bastante flexibles al no sustentarse en reglas escritas y estar legitimadas sólo por la tradición, evolucionaban lentamente. No se fijaba el número de participantes ni la duración del juego, ni siquiera los límites del espacio”. Whal, Alfred (1998:12) 251 básicamente en Inglaterra.123 Jean-Marie Brohm identifica este proceso de instauración de criterios del tiempo de ocio a través de los juegos codificados como el “sistema deportivo moderno”. Por ejemplo, desde el siglo XVII, las carreras de caballos se habían configurado como una actividad en donde, a decir del propio Brohm, se perfilaban ya todas las características del deporte moderno: “la persecución del récord, el creciente interés por la velocidad, y la obsesión por lo mesurable” (Brohm (1982: 71). De esta forma, el deporte se fue erigiendo como una fase conspicua del “uso” del tiempo libre y del ocio masivo. Sin embargo, es importante señalar que la racionalidad puramente instrumental, aquella con arreglo a fines, es decir, planificada y calculable (Weber, 1996: 82-86), constriñó sensiblemente los límites de las prácticas inscritas en el tiempo libre. Como he señalado, el ocio, característico de la aristocracia y la alta burguesía decimonónicas europeas, fue ganando, de vuelta, espacio y tiempo en el mundo del obrero y de la naciente clase media. A lo largo del siglo XIX, el movimiento laboral europeo, en sus 123 “El deporte inglés evolucionó tan espontánea y armoniosamente con los tiempos, que apenas fue percibido como algo extraordinario por los críticos sociales de entonces ni por los historiadores después. El deporte, como la manufactura o el comercio, se dirigía más y más hacia la consecución de una eficacia que debía hacerse patente y demostrable estadísticamente y con éxitos constatables. Al igual que se observaba una tendencia hacia la codificación y la racionalización de las leyes y del gobierno, el deporte se codificaba y humanizaba por medio de reglamentos de obligado cumplimiento bajo la estricta supervisión de un cuerpo de árbitros y jueces. En este sentido el deporte inglés reflejaba y reforzaba los conceptos fundamentales del mundo industrial necesarios para mantener un mínimo de cohesión social, en un momento en que la cultura local y tradicional ofrecían su mayor índice de desarraigo. Podía haberse dado el caso, más factible, de que los reglamentos, la imposición de límites fijos a los terrenos de juego y de una jerarquía entre los participantes de ciertos deportes (por ejemplo, los capitanes de los equipos) o las distancias precisas y absolutas de las pruebas de velocidad y de fondo fuesen negativos para una amplia aceptación de los nuevos juegos y deportes, dado que, en teoría, juego y recreación son el polo opuesto de los factores citados anteriormente. Pero los nuevos deportes estaban en consonancia con una Inglaterra en el umbral de la era industrial. Aunque es evidente que millones de obreros se vieron privados de cualquier tipo de actividad recreativa por sus largas jornadas laborales (doce horas diarias durante seis días semanales), muchos artesanos, comerciantes, capataces, empresarios, estudiantes y ‘diletantes’ abrazaron los nuevos deportes, ahora sin restricciones localistas. Buscaban dinero, fama y placer como participantes, y diversión como espectadores. El deporte no sólo facilitó, sino que en realidad estimuló la adaptación mental de toda la población a las demandas del mundo moderno” (Mandell, s/f). 252 diferentes ramificaciones, logró que las regulaciones respecto al tiempo de trabajo fuesen menos desfavorables para los trabajadores. En Inglaterra, el tiempo de trabajo infantil y femenino fue restringido legalmente a través de las Mines Act (1842)124, la Factory Act (1833, 1844)125 y la Ten Hour Act (1847)126. Los varones también fueron afectados por estas disposiciones legales que la movilización y lucha obreras consiguieron. La Ten Hour Act, además de limitar, como su nombre nos indica, la jornada laboral a tan sólo diez horas (de seis o siete de la mañana a seis o siete de la tarde, con una hora y media de descanso), también consiguió que las tardes de los sábados fuesen libres. Dice Whal al respecto: “La extensión [en el caso del futbol], que empieza a finales de la década de 1860, se desarrolla a la vez en el plano regional y en el social, y debe mucho a la instauración del descanso los sábados por la tarde, desde 1860 en algunos casos, en provecho de la middle class” (1998: 18). En México, “en 1912 se fundó el Departamento del Trabajo y se estableció la Casa del Obrero Mundial que en 1913 conmemoró ‘por primera vez en el país, el 1o. de mayo, exigiendo la jornada de ocho horas y el descanso dominical’” (Lastra, 2002). De hecho, puedo afirmar que la reducción de la jornada de trabajo fue la condición sine qua non del proceso de creación efectiva de las masas de aficionados-espectadores en nuestro país. Como dice Leal-Isla, “el contexto del siglo XIX y principios del XX fue de fuertes exigencias a la clase trabajadora, bajo un trato inhumano que incluía el trabajo de sol a sol. La inclusión de las jornadas máximas surgió como un paliativo a ese 124 Cf. Enciclopedia Britannica (s/f) en Información del Internet en la bibliografía. Cf. The National Archives (s/f) en Información del Internet en la bibliografía 126 Cf. The Free Dictionary by Farlex (s/f) en Información del Internet en la bibliografía. 125 253 aspecto” (2005). Dicha exigencia se vio plasmada formalmente en el artículo 123 constitucional127 y en el artículo 59 de la Ley Federal del Trabajo128. Las clases trabajadoras y medias europeas comenzaron a incorporar (a partir de la segunda mitad del siglo XIX) las “nuevas” prácticas deportivas aburguesadas. De forma inexorable, dichas prácticas se masifican “teatralizándolas”, es decir, modificándolas en “espectáculo”. En México, un proceso semejante se fue fraguando, aunque en un momento y contexto histórico distintos. Pare comprenderlo es preciso que se explore el concepto “espectáculo”, ya que con ello es posible abordar con mayor claridad las formas y prácticas contemporáneas del aficionado organizado en torno a los clubes de futbol mexicanos, en especial los americanistas. El espectáculo no es un fenómeno a priori a la creación de la idea misma de ocio. En otras palabras, no sólo el espectáculo es efecto del tiempo libre, sino que el tiempo libre moderno es un efecto de la “espectacularización” de las relaciones sociales. El tiempo libre se inscribe y adapta a los preceptos de la “espectacularización”, tanto como el espectáculo está determinado y es configurado por el tiempo de ocio. Una primera derivación: más que espectáculo, lo que el mundo moderno comienza a objetivar e inventar son pedagogías y disciplinas “teatralizadas” del tiempo libre. El tiempo libre y el ocio se incrustan en el tiempo del espectáculo y de la fascinación teatralizada (disciplinaria y pedagógica) y en consecuencia se inventa al “espectador” como sujeto social, delimitado por una serie de normas y prácticas morales, legales, de mercado, género, etc. De esta forma, los sujetos sociales (trabajadores y clasemedieros) ven 127 “El artículo 123 de la Constitución mexicana dispone en su apartado B, fracción I, que la jornada diurna no de be exceder de ocho horas y que la nocturna no de be exceder de siete horas diarias. Por su par te, en estricto apego a la jerarquía de leyes prevista en el artículo 133 de la Constitución,1 la Ley Federal del Trabajo confirma lo anterior, al disponer lo propio en su artículo 60, incluyendo además lo relativo a la jornada mixta”(Leal-Isla, 2005). 128 “[E]l artículo 59 de la Ley Federal del Trabajo dispone en su segundo párrafo que ‘los trabajadores y el patrón podrán repartir las horas de trabajo, a fin de permitir a los primeros el reposo del sábado en la tarde o cualquier modalidad equivalente’” (Leal-Isla, 2005). 254 restringidas sus prácticas sociales de ocio, no totalmente pero sí considerablemente, a las del “espectador”. Dicho de otra manera, el tiempo libre se inventó de tal forma que éste generó ciertos comportamientos (llámense emociones como el miedo, la pasión, alegría) acordes a la lógica de espectáculo y tiempo de consumo. El paso entre feligresía religiosa y espectáculo moderno. En el tiempo que podríamos considerar como del ancient regime, es decir, antes de la Reforma, el Porfiriato y, por supuesto, antes de la Revolución, en México se vivía una situación semejante a la que se experimentaba en la España de los siglos XVIII y XIX. En esos momentos: “La vida cotidiana aparece, pues, regulada también por la fiesta, de forma que, en ocasiones, el calendario laboral queda considerablemente reducido, ante la presencia del Santoral. De acuerdo siempre con el concepto de dies festus, o día de fiesta religiosa, como jornada de alegría, de diversión (festivus), en relación con la palabra festivitas, significativa de la alegría propia de tales días: Alegría pública. El día festivo es, así, un día público” (Peñafiel, 2001-2003). Las fiestas de canonización, pero especialmente las de representación, “esto es, en la existencia del espectáculo, primera parte de la celebración, que supone dos categorías claramente diferenciadas: actores y espectadores. Los primeros, en número reducido pero activo, y los segundos en número mayoritario, pero habitualmente pasivo. Se trata, pues, de la fiesta controlada y dirigida por las autoridades al pueblo” (Peñafiel, 2001-2003). A pesar de que el autor y seguramente los documentos de la época señal con claridad la categoría “espectador”, es importante decir que éste no es entendido bajo los mismos esquemas que en la modernidad plenamente racionalizada y capitalista. En primera instancia, porque los resortes que mueven la práctica y el imaginario religiosos del “barroco” son no solamente los comerciales, sino los de una 255 lógica de control eclesiástico sobre el cuerpo y las mentes de los individuos para fines políticos y de jerarquías distintas a las del capital.129 Hay varias interpretaciones sobre el espectáculo. Algunas de ellas Debord (1967), Subirats (2004) o Dorfman y Mattelart (2007) mantienen posiciones sumamente críticas ante el fenómeno de la creación del espectáculo masivo moderno totalizante y alienante, según estos autores. De esta forma, se puede decir que en el capitalismo la producción de objetos y su consumo, incluyendo al espectáculo, son simultáneas: producción y consumo ocurren a un mismo tiempo. Hay que añadir, no obstante, que dicha producción y consumo no sólo producen y consumen objetos, sino que “producen” y “consumen” a los propios productores y consumidores y, en consecuencia, a los modos en que ambos producen y consumen. En México, los espectáculos que se fueron sedimentando (algunos desde el siglo XVIII, pero de manera muy clara a partir del periodo porfirista) para el solaz del público (que se va inventando de forma simultánea) fueron básicamente la “fiesta” taurina, el teatro, ciertas presentaciones musicales y, por supuesto algunos deportes como el béisbol, el boxeo, las carreras hípicas, el ciclismo y el futbol. Ya en el siglo XX, las industrias culturales como el cine y pocas décadas después la radio y la televisión, los cómics, la prensa, y (hasta cierto punto) la literatura, fungen como medios espectacularizados para las masivas audiencias. La tauromaquia, a partir de fines del siglo XVIII, fue probablemente el primer “espectáculo” masivo en el territorio que actualmente conocemos como México (Flores, 2004: 492). A lo largo del siglo XIX y principios del XX, la fiesta taurina cambió y se 129 Gurzinski dice respecto a una de las imágenes más poderosas de México: la de la Vírgen de Guadalupe: “El escamoteo de la trascendencia de la religión en provecho del consumo –convirtiendo así lo que sólo era uno de los resortes del imaginario barroco en un fin en sí mismo- es el abismo que separa a Televisa del dispositivo colonial. Lo que los une es una explotación sistemática del atractivo, de la ubicuidad y de la magia de la imagen, la uniformación de los imaginerios, la recuperación de las tramas populares; la leyenda de la Guadalupana posee ya el ritmo y la eficacia de los folletines” (2001: 212). 256 aproximó paulatinamente a una organización más apegada a los criterios empresariales y de lucro capitalista. El aspecto de la fiesta taurina que quiero rescatar (Flores, 2004) es la forma en que el “aficionado” pasa de ser el practicante para convertirse en el observador. Es decir, el “aficionado tradicional” fue, en primera instancia, aquel que realiza la faena taurina. Los concurrentes que miraban las lidias taurinas no eran propiamente “aficionados” ni “espectadores”. Hasta mediados del siglo XVIII, los cosos taurinos (de por sí provisionales) no son entendidos como espacios en los cuales “se llevará a cabo” un espectáculo. Son, mas bien, vistos y experimentados como espacios de socialización en los cuales los practicantes y los observadores son relativamente intercambiables. Otro aspecto sobresaliente de esta transición es la del toreo a caballo a la del toreo a pie, que denota precisamente la fuerte transición de la tradición (previa a las reformas borbónicas) a las formas más próximas al sentido moderno, regido por el capital, el liberalismo político y el individualismo exacerbante (Flores, 2004:491). Los cosos taurinos fueron, en efecto, uno de los (sino es que el principal) “espacios públicos” en los que se van decantado las nuevas formas y los nuevos sujetos sociales demandados por el orden burgués del espectáculo. Antes, la fiesta taurina no profesional estaba dominada por una fuerte indeterminación entre el practicante y el observador. Las autoridades virreinales establecieron paulatinamente criterios más precisos de las fiestas taurinas, es decir, generaron un corpus legal que fue creando y ordenando, con una mayor racionalidad, la fiesta taurina (Flores, 2004: 507) De tal suerte, la separación cada vez más clara entre el “espectador” y el practicante del espectáculo taurino se fue acentuando a lo largo de las décadas. Pero debe quedar claro que estos dos sujetos no fueron (y no son) los únicos involucrados. El estado ya es desde el siglo XVIII un sujeto fuertemente activo en la construcción del espectáculo taurino moderno y por extensión del espectáculo en general. Por supuesto, el capitalista 257 taurino se forja igualmente en ese tiempo, de la mano del impulso gubernamental. Así desde principios del siglo XIX, este proceso en el ámbito taurino puede ejemplificarse de la siguiente manera: Para las últimas décadas del siglo XIX y principios del siglo XX, periodo conocido como el porfiriato, la elite política y económica ha consolidado ya un corpus legal y unas prácticas de ocio fuertemente aceptadas como modernas, pero todavía parcialmente expandidas a los demás sectores de la sociedad. Esta etapa de la historia mexicana es fundamental para la comprensión del fenómeno del espectáculo moderno mexicano, en general, y del deporte profesional espectacularizado, en particular. Sobre esta temática, para el caso de la Ciudad de México hacia fines del siglo XIX e inicios del XX ya se presentaban “una variedad considerable de actividades y distracciones, públicas y privadas, capaces de ocupar las horas de ocio, tanto diurnas como nocturnas, de sus habitantes. La asistencia a los bailes y a las funciones de teatro, al circo, a los toros o a los gallos, formaba parte de una cotidianidad construida a lo largo de la historia colonial e independiente, que desembocaba en un afán cosmopolita finisecular” (Pérez, 2003: 57). Los afanes “modernizadores” de la elite mexicana porfirista tenían como modelos culturales a algunos países europeos (principalmente Francia, Inglaterra, Alemania e Italia) y a los Estados Unidos. Evidentemente, la urbanización es uno de los efectos y objetivaciones más notables del periodo. La ampliación de las calles, la iluminación, el transporte, la arquitectura, la higiene, etc. fueron elementos concomitantes a la urbanización y modernización del país. “Orden y progreso”, fundamentaba el positivismo “científico” de la elite porfirista. Pero el “orden y el progreso” porfiristas no sólo se manifestaron en aspectos “materiales”, sino en prácticas sociales que dieron sentido a dichas objetivaciones 258 materiales y que se contraponían a las viejas tradiciones rurales del México colonial y prehispánico. Algunos autores clásicos han abordado la idea de urbanización y modernización desde diferentes perspectivas, pero todas ellas haciendo hincapié en la dicotomía entre campo y tradición, por un lado, y ciudad y modernidad, por el otro. Simmel, vio que la ciudad es una especie de ethos o de mentalidad que se ha establecido en contraposición con la mentalidad rural (vista o imaginada como tradicional), reconocida como no intelectual y mezquina. La dicotomía entre las dos mentalidades que se contraponen, por un lado, la del hombre “metropolitano” que es “«libre» en un sentido espiritualizado y refinado”, y por el otro, la del “hombre de pueblo chico”, quien es “mezquino” y “prejuicioso” (Simmel, 1988: 55-56), es resultado y confirmación de una contradicción pretendidamente obvia entre la civilización urbana y las formas premodernas o rurales. La creciente urbanización del México porfirista, por lo tanto, generó un gran número de procesos sociales, muchos de ellos contradictorios y complejos, tales como el deporte y su gran expansión en el conjunto de la sociedad. En Europa, parangón de la elite porfirista, según Hobsbawm y Ranger (2002), el paso arrollador de la revolución tecnológica y política a fines del siglo XIX desestructuró los sentidos de muchas de las viejas prácticas sociales, arraigadas en modos de producción y sistemas culturales preindustriales y pre-capitalistas. Para sustituir esas prácticas, la modernidad europea recurrió, literalmente, a la fabricación en serie de “nuevas” tradiciones. El historiador inglés plantea que uno de los efectos más importantes de la hegemonía burguesa y la concomitante “racionalización” del pensamiento europeo, fue el desplazamiento de viejas costumbres por una serie de “tradiciones inventadas” por la modernidad. Así pues, los ancestrales rituales y muchas de las vinculaciones simbólicas que los europeos feudales todavía conservaban, fueron reemplazados por un sinnúmero de 259 “nuevas tradiciones” que vinieron a ocupar los espacios rituales que la modernidad capitalista (y por dominación de ésta también la obrera) practicó o sigue practicando. Provocativamente, Hobsbawm y Ranger mencionan que, por un lado, el deporte de las clases medias (aburguesadas) combina dos vertientes en la invención de tradiciones: el elemento político y el elemento social. En esta medida, el deporte se convierte en un “esfuerzo conciente, aunque generalmente no oficial, por formar una élite gobernante de acuerdo con el modelo británico que complementara los modelos continentales aristocrático-militares más antiguos”, además de que representa un intento ciertamente más “espontáneo de trazar líneas de clase contra las masas, principalmente por medio del énfasis sistemático en el amateurismo”. Finalmente, el deporte aburguesado de las clases medias y altas inglesas es un “intento de crear tanto una nueva y específica pauta burguesa de actividad de ocio y estilo de vida” (2002: 311) de identificación y pertenencia de clase. Por el otro lado, el deporte de masas y de las clases medias también contribuyó en la invención de tradiciones consolidando medios, mecanismos, ritos y símbolos para la creación de las identidades nacionales y comunidades artificiales. Para fines del siglo XIX y principios del XX, aún en ciudades como la de México, el tiempo de ocio espectacularizado, y por tanto los espectadores, eran formalmente los clasemedieros y los ricos de la urbes. Sus tradiciones inventadas estaban perfilándose hacia un modelo netamente europeo. Así: “[...] lo que se comprendía específicamente como diversiones públicas eran más bien aquellos acontecimientos que podían romper con la tediosa cotidianidad y proporcionarles a los ciudadanos clasemedieros y bien acomodados algún momento de goce estético, esparcimiento o simplemente olvido de la rutina” (Pérez, 2003: 59-60). 260 La fundación del club América El club de futbol América, hoy conocido como “Las Águilas”, no ha sido (hasta 2010) la misma institución a lo largo de los noventa y cuatro años de su existencia. Los clubes de futbol mexicanos, por supuesto, han estado marcados por los tiempos políticos, sociales y culturales del devenir histórico mexicano e internacional y el club América no es la excepción. Oficialmente (así lo señala su directiva) se acepta que el club América de futbol fue fundado en 1916, el 12 de octubre, fecha en que se ha celebrado el “descubrimiento” del continente americano. Fueron un grupo de jóvenes educados en escuelas confesionales (maristas y jesuitas) quienes “fundaron” el que a la postre se convertiría en el económicamente poderoso club de futbol América. En su apologético (y en algunos datos inexacto) libro, Calderón (1999: 12) señala que fue “hacia 1916, el futbol era practicado con avidez por los jóvenes estudiantes de los colegios jesuitas y maristas”. Añade que “en el Colegio Mascarones, un grupo de muchachos que no rebasaban los trece años de edad, encabezados por Rafael Garza Gutiérrez y su primo, Germán Núñez Cortina, decidió crear un equipo con los mejores jugadores de su escuela”. En primera instancia, cabe señalar que el “Colegio Mascarones” no existió formalmente y fue conocido así sólo por un tiempo, antes de 1916 130. Es importante decir que el “mito” fundacional del club América atribuye a alumnos del mencionado 130 El edificio conocido como “Los Mascarones”, ubicado en Ribera de San Cosme número 71, en la colonia Santa María la Ribera de la Ciudad de México, ha albergado diferentes instituciones educativas desde la segunda mitad del siglo XIX. Entre ellas, el Colegio de San Luis, el Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe, el Liceo Franco-Mexicano, el Instituto Científico de México (de corte jesuita y contra el cual el gobierno federal mantuvo un litigio por la propiedad del inmueble desde 1914 hasta 1940), la Escuela Nacional de Maestras, las primarias 7 y 59. Como parte del patrimonio de la Universidad Nacional ha albergado a la Escuela de Verano, la Escuela de Música y la Facultad de Filosofía y Letras. Actualmente la Dirección General de Cómputo Académico de la UNAM ocupa dichas instalaciones (Romo, 2007). 261 “Colegio Mascarones” (Instituto Científico de México), la creación de dicho equipo y que la edad de los fundadores del club oscilaba los trece años, cuando, en realidad, Rafael Garza nació en 1896, por lo que en 1916 ya tenía veinte. Sin embargo, para fines de este estudio la fundación del club América obedece a (y refuerza) ciertos procesos y potencias históricas que a continuación analizaré brevemente. En primera instancia, los alumnos de instituciones de educación privada de la época, como los del “Instituto Científico de México” y del entonces llamado “Colegio Francés” (actualmente Centro Universitario México), estaban sometidos abiertamente a pedagogías y disciplinas exacerbadamente europeizantes por parte de las congregaciones religiosas católicas, como los maristas y los jesuitas. De esta forma “en México, [dichas] congregaciones se instalaron en zonas donde tuvieron redes de apoyo, ya fuera por medio de laicos o de los obispos que las invitaban, en una gran mayoría se fundaron colegios en la capital de México, Monterrey, Jalisco, Puebla, Oaxaca, Yucatán, Campeche, entre otros estados”, cuyo objetivo fundamental fue “estar presentes e influir en el ámbito educativo mexicano a través de su cultura, la ciencia y la fe, cuando fue posible” (Munguía, 2009). Evidentemente, es imposible traspolar las explicaciones históricas de un país a otro. No obstante, se puede ver que ciertos (talvez demasiados) aspectos de la pedagogía europea fueron impuestos en la vida educativa mexicana. Las public schools inglesas forjaron, es decir, inventaron mentalidades, moralidades y cuerpos acordes a las necesidades sociales de la industrialización y modernización decimonónicas en Inglaterra, a través de idearios político-pedagógicos como los de Thomas Arnold131, enraizados en la dinámica greco-cristiana del agonismo. La pedagogía deportiva 131 Thomas Arnold, según Whal (1998: 16), director del Colegio de Rugby entre 1828 y 1840 puso en práctica tímidamente algunas medidas encaminadas a la regulación del juego de pelota y al control de los profesores sobre los alumnos, entre los cuales algunos, a través de prácticas como la “novatada” (castigos y burlas a los de nuevo ingreso y más débiles físicamente), buscaban ejercer su dominio. 262 impulsada por Pierre de Coubertin (y su consolidación a través del idealismo olímpico) fue el resultado de un largo proceso pedagógico que combinó un higienismo social y corporal radical y una ética liberal-cristiana132 que, asumiéndose como “universales” en tiempo y espacio, fueron abrazadas con fervor por la elite mexicana de fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Este proceso fue notable en las instituciones educativas fundadas por religiosos y laicos fuertemente influenciados por el pensamiento cristiano, en las cuales los postulados pedagógicos europeos y en especial los relativos a las actividades físicas y deportivas impulsadas por ingleses y franceses. El concepto de deporte (de influencia anglosajona) pronto se popularizó (y se impuso hegemónicamente) a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, no sólo en todos los países de Europa, sino en el mundo entero. Sus múltiples facetas (pedagógica, lúdica, organizativa) permitieron que su expansión fuera realizada por diferentes grupos sociales. Las escuelas confesionales como las jesuitas y maristas en México no vieron con malos ojos la práctica de los juegos colectivos reglamentados por los ingleses y de hecho las impulsaron como parte de sus actividades pedagógicas. Cabe mencionar, que no sólo las órdenes católicas en sus espacios educativos impulsaron la práctica deportiva. Trabajadores de cuello blanco y de cuello azul venidos a fines del siglo XIX desde Inglaterra, España, Francia y Alemania, principalmente, popularizaron las prácticas deportivas sin un expreso plan pedagógico pero que a la larga tuvieron una enorme aceptación social. No existe en nuestro país ningún estudio que dé cuenta con suficiente profundidad histórica y sociológica del proceso de adaptación de las prácticas deportivas en el México porfirista. Algunos esbozos como el 132 Un ejemplo: según la Carta Olímpica, en su segundo artículo: “El Olimpismo es una filosofía de vida que exalta y combina en un conjunto armónico las cualidades del cuerpo, la voluntad y el espíritu. Aliando el deporte con la cultura y la educación, el Olimpismo se propone crear un estilo de vida basado en la alegría del esfuerzo, el valor del buen ejemplo y el respeto por los principios éticos fundamentales universales” (ver Carta Olímpica (s/f) en Información del Internet de la bibliografía) 263 Angelotti (2004) señalan de la gran influencia de los mineros cornish (de Cornwell, Inglaterra) en la zona de Pachuca, aunque no logra dibujar con nitidez ese proceso. De cualquier manera, he establecido el hecho de que el club de fútbol, hoy conocido como América, fue fundado por ex-alumnos de instituciones educativas confesionales, fuertemente vinculados a las pedagogías higienistas y de formación ética que veían en los deportes un elemento educativo sobresaliente. Asimismo, la fundación del club queda atrapada en una narración histórica relativamente “oscura” y con ciertas inexactitudes, lo cual le aporta un aire de misticismo y mitología, necesarias para fundamentar la invención de su “tradición”. Talvez un elemento que permite afianzar esa tradición es la que le confiere el carácter “nacional” de sus primeros integrantes y fundadores. Fueron: Alonso Sordo, Fernando Sierra, Rubilio Torres, Carlos Garcés, Manuel Marroquín, Juan Andrade, Rafael Garza, Francisco Oribe y José Izquierdo (Bañuelos, 1998: 82) los jóvenes mexicanos que fundaron el club que algunos años después “[...] se [impondría] a los orgullosos españoles y además los [mantendría] alejados del título por cuatro años. Eso le dio un nuevo interés al futbol y permitió que las tribunas se volvieran a llenar” (Bañuelos, 1998: 23). En este sentido, de manera semejante en que, para los jóvenes sudamericanos, en especial entre los argentinos, la dicotomía entre los estilos de juego “británico” y “criollo” (y las virtudes masculinas que se asociaban a ellos) es el referente principal, en la ciudad de México del período revolucionario, el estilo de juego “español” (dominante a principios de los 1920’s a través de los clubes España, Asturias y Aurrerá) se convirtió en un antagónico muy importante. Para los argentinos de origen italiano y español, derrotar la hegemonía “británica” de su futbol fue un hito necesario para que se asumiese plenamente el estilo argentino de jugar al futbol. Así lo reconoce la narrativa 264 deportiva argentina de aquellas épocas133. En México, la supremacía “española” fue derrotada precisamente por el América. Algunos clubes como el Atlante (también fundado en 1916), el Necaxa (fundado en 1923) y el propio América pretendieron disputarles a los equipos “españoles” dicha supremacía. Es, de cualquier manera, notable el hecho que la vieja reivindicación del club América, aquella que lo remite como el primer equipo campeón (en la zona de la ciudad de México) cuyos jugadores fueron todos de nacionalidad mexicana no permaneciera como el “mito” fundacional del club. En 1924 logró el campeonato de la Liga Amateur del Distrito Federal, lo cual consiguió tres años consecutivos más. Su raigambre “mexicana”, no obstante, dejaría de servir como sino identitario varias décadas después. Este tetracampeonato (1924-1928), le permitió al club consolidar una base de aficionados relativamente amplia entre la población masculina de la ciudad de México. El futbol mexicano, para la década de los años treinta había madurado en términos organizativos y administrativos, aunque con vaivenes y graves conflictos. Lo que hoy conocemos como la Federación Mexicana de Futbol fue fundada en 1927 (ver Federación Mexicana de Futbol en Información del Internet de la bibliografía) y al cabo de algunas décadas logró establecer su hegemonía sobre las organizaciones regionales, tales como las ligas amateurs del Distrito Federal, de Jalisco, de Nuevo León y de Veracruz, entre otras. 133 Dice Archetti (1995) que: “La fundación criolla [en el futbol de la Argentina] comienza en 1913, cuando el Racing Club, sin un solo jugador de origen británico, conquista el campeonato de primera división por primera vez. A partir de ese momento los clubes ‘británicos’ pierden su peso futbolístico y sus jugadores desaparecerán de los equipos nacionales”. Después cita a la revista deportiva El Gráfico, la cual asevera que “este cambio ha sido posible ya que: ...cuando el football comenzó a difundirse, dejaron de ser los cracks nombres británicos para transformarse en apellidos puramente latinos, especialmente italianos y españoles, como García, Martínez, Ohaco, Olazar, Chiappe, Calomino, Laforia, Isola, etcétera" 265 Pero aquí es importante señalar que el futbol no es el único fenómeno social que se consolida en el devenir histórico mexicano asociado al campo del espectáculo y del ocio. De forma simultanea y reciproca, otros “espectáculos”, junto con los “medios de comunicación” van inventando al “aficionado-espectador”, que de manera recíproca se va consolidando per se. Como se verá a continuación, las conexiones entre todos estos factores se verán sintetizados en la concepción del club América de los años 1960’s, dando pauta a los fenómenos contemporáneos de las organizaciones llamadas porras familiares y barras del club, como la Porra Unión y la barra RK. El club y el futbol en la transición al espectáculo masivo Los años treinta marcaran el final de la lucha armada posrevolucionaria y la consolidación del régimen del PNR-PRM-PRI. En marzo de 1929, se forja el Partido Nacional Revolucionario, predecesor del Partido de la Revolución Mexicana y del posterior Partido Revolucionario Institucional. El país se estabiliza políticamente y los poderes gubernamentales se centralizan. En 1934, Lázaro Cárdenas fue el primer presidente que se mantuvo seis años al frente del gobierno, durante los cuales se robustecieron muchas de las prácticas sociales del México moderno, entre ellas las del espectáculo masivo. En esos años, el club América y la Liga Mayor del Distrito Federal se encontraban en una fase de franco y amplio arraigo social. El aficionado, en aquellas épocas fuertemente asociado al concepto del amateurismo, dejó de tener su centro en el practicante, el cual pasó al sujeto observador y consumidor del espectáculo mismo: el aficionado-espectador. Durante los años treintas, varios países latinoamericanos experimentaron la transición del futbol amateur al futbol profesional. Para 1934, en Argentina, Uruguay, 266 Brasil y Chile, el futbol se había profesionalizado sensiblemente y con ello, los practicantes (y otros sujetos como los entrenadores) y las cada vez mayores masas de espectadores se van diferenciando con nitidez. En México, los debates entre los que se oponen y los que se inclinan por la profesionalización del juego no se hacen esperar. En 1943, las fuerzas a favor de la profesionalización vencen la resistencia amateur y en ese año se consolidó finalmente una liga con aspiraciones nacionales y profesionales. Simultáneamente, en la ciudad de México, los espacios para la práctica del futbol fueron cambiando al ritmo de las directrices políticas y las innovaciones tecnológicas y sociales. En 1936 (Calderón, 1998: 36-37) fue inaugurado el “Parque Asturias”, en Chabacano, el último y más grande de los estadios con gradas de madera que se construyeron en la ciudad de México a lo largo de la década de los 1930’s. Sólo tres años más tarde, el formidable estadio, que podía albergar hasta treinta mil personas, quedó reducido a cenizas después de un controvertido encuentro entre el Necaxa y el Asturias que desembocó en un gran zafarrancho y en el incendio del inmueble. El 4 de mayo de 1924, en la ciudad de México fue inaugurado el primer estadio hecho de concreto, el “Estadio Nacional”, que a la postre sería derruido para la construcción de lo que ahora se conocen como los “Multifamiliares Juárez”, inaugurados en 1957 por el entonces presidente Miguel Alemán. Dicho recinto, a la luz de la política nacionalista impulsada por el a la sazón secretario de Educación Pública, José Vasconcelos, buscaba una semejanza con la polis griega en la cual la gente “[...] era espectadora y actora y quienes [en ese entonces estaban en la tribuna] –obreros, campesinos, niños– mañana podían bajar a la arena en legítimo ejercicio del protagonismo cívico” (Musacchio, 2003). Propiamente, el estadio no albergó encuentros futbolísticos, pero sí contribuyó notablemente a la consolidación de la espectacularización cultural en el México urbano. Para 1946, el primer estadio de 267 concreto específico para la práctica del futbol, el de la “Ciudad de los Deportes”, vecino del coso taurino más grande del mundo, la “Plaza de Toros México”, fue inaugurado y se apuntalaría como la casa de todos los equipos de futbol profesionales de la ciudad de México en aquella época: Necaxa, Atlante y América. Hoy es conocido como el Estadio Azul y es propiedad del club Cruz Azul. De forma simultánea, los medios de comunicación y ciertas actividades se afianzaron como parte de la cultura urbana del Distrito Federal y dieron pauta a la masificación de los espectáculos modernos. La radio y la prensa escrita sedimentaron las prácticas del tiempo libre y la ociosidad urbanas, a la par de que establecen criterios para el comportamiento “moderno”, fuertemente anclado en perspectivas de género, generacionales y de clase. Asimismo, por medio de los espectáculos y la cultura masiva, tanto hombres como mujeres “aprendieron”, de muchas maneras, cómo provocar y encausar las emociones “propias” de su clase, género y edad. La nítida diferenciación entre los públicos que se van decantando para los múltiples tipos de espectáculo habla de ello. Radionovelas, algunas secciones de los periódicos y ciertas historietas (cómics), estaban “dedicadas” a las mujeres de cierta edad y clase; los deportes y otro tipo de espectáculos a los varones, igualmente diferenciados por la case, la edad y hasta la región en la que vivían. Lo expuesto en el párrafo anterior es lo que Monsiváis y otros autores identificaban con la creación de la “cultura popular”. Para él, lo que hoy se conoce como tal es el efecto de un proceso histórico de dimensiones latinoamericanas o mundiales, dependiendo del enfoque, “mediante el cual a partir de las innovaciones tecnológicas, un proceso de dominación ideológica desplaza y oprime los intentos de mantener una tradición, de erigir una ‘singularidad’ cultural y artística. Siguiendo al autor, los repertorios culturales de los mexicanos, especialmente desde las décadas de los 1930268 1950’s, se forjaron gracias a la creación de los mitos y símbolos impulsados por la influencia de los medios de comunicación y el poder de la entonces llamada industria cultural. En cualquier caso, “en México casi todo lo que aparece con el membrete ‘cultural popular’ es el resultado de afanosas manipulaciones, del proyecto imperial de la industria cultural” (Monsiváis, 1978: 98). Desde la década de los años diez y hasta la de los cincuentas, en México “los espectadores se descubren y se reconocen gracias a sus contrapartes escénicas y aplauden la novedad” (Monsiváis, 1978: 100), moviéndose a la velocidad tecnología a la que los medios caminaban, los impulsos políticos que se lanzaban y al ritmo del capitalismo que se imponía. El futbol espectáculo, como he expuesto, fue adquiriendo su propia masa cultural en la medida en que los medios de comunicación y la industria cultural lo fueron moldeando. El paso al profesionalismo fue fundamental para la madurez del futbol espectáculo. Esto sólo pudo ser entendido en la medida en que la infraestructura futbolística se fue objetivando en nuevos estadios y clubes. De igual forma, la profesionalización del futbol en México acarreó una organización de racionalidad instrumental mayor. La consolidación de la Liga Profesional en 1943, obligó a los clubes que la conformaron a tomar una postura eminentemente empresarial, supeditando cualquier elemento “tradicional” o pre-moderno en sus estructuras orgánicas. Sin embargo, y dado que el elemento más importante de afiliación e identidad entre, los ahora sí aficionados-espectadores y sus respectivos clubes, es un elemento (supuestamente) “irracional” y emotivo (de amor), los clubes tuvieron que cultivar y calcular sus respectivos intereses económicos y deportivos sobre la base de un engarce sentimental con la creciente masa de seguidores. En otras palabras, el futbol mexicano para modernizarse y comercializarse se “melodramatizaría”, pero sobre una base racional de cálculo racional, paradójicamente. 269 Es precisamente en este período en el que los clubes de futbol se ven obligados a formarse una “identidad” propia, que los representase como singulares en el competido mercado sentimental de las rivalidades futbolísticas. Detrás, al lado y sobre la identidad, sin embargo, se encuentra la dimensión mercadológica. Ganar, por supuesto era muy importante, pero no lo era (ni lo es todo) en el mundo del futbol espectáculo. El sello regional, fue un factor sobresaliente en la conformación de las identidades futbolísticas. Ser de la capital de la república significaba una cierta marca de identidad y de antagonismo. Los clubes América, Atlante y Necaxa gozaron de esa categoría geográficamente impuesta. Los directivos del Atlante, por ejemplo, pretendieron afianzar al club en el mercado de filias del futbol mexicano a través de la idea de su raigambre popular y explotaron el mote del “equipo del pueblo” y los “prietitos”, apelando a sus pobres y humildes orígenes134. Con ello, eran evidentes dos cosas: por un lado, que el club realmente provenía de las clases bajas de la ciudad de México y , por el otro, que esta identificación popular podría ser bastante redituable comercialmente en el mercado sentimental que el futbol profesional y melodramatizado estaba imponiendo en México. Por su parte, el Necaxa de la era profesional apeló a su origen obrero (fueron trabajadores del sector eléctrico los que lo fundaron en 1923 y lo refundaron en 1950) y de manera abierta sus dueños explotaron esa característica, que dado el carácter profesional del futbol mexicano desde la década de los cuarenta, no era más que una 134 En la página oficial del club se lee el siguiente párrafo, que es ilustrativo de esta identificación: “Aquel equipo [el de los fundadores del Atlante en 1916] comenzó a jugar con balones de papel, la cuna azulgrana era tan humilde que no podían darse el lujo de gastar los 14 pesos que costaba por esos años una pelota de futbol, es más, llegaron a utilizar balones que ellos mismo armaban de la padecería de las pelotas que tiraban los del club España. En esos años los balones eran inflados a puro pulmón, sin ayuda de bombas. Esos fundadores eran obreros, casi todos de fábricas textiles. Había algunos que incluso jugaban con sus uniformes de trabajo y descalzos, para no desgastar sus zapatos del diario. Sus grandes rivales de la época fueron el equipo Tacubaya y la Condesa, vecinos del naciente conjunto azulgrana” (ver Club Atlante de Futbol en la sección Información del Internet de la bibliografía) 270 identificación relativamente ficticia. Sin embargo, dada la masificación del deporte y de que la mayoría de los nuevos adeptos al futbol provenían de las clases populares y obreras, generar esas identificaciones con los varones urbanos era casi una consecuencia ineludible de los dueños. Sin embargo, si al inicio de su historia, el club América contó con los referentes identitarios de la mexicanidad, su origen clasemediero y colegial y, por lo tanto, juvenil, aunado al de su referencia geográfica capitalina, con el pasar de los años el club fue cayendo en una franca indiferencia y mediocridad que se vio claramente reflejada en pobres actuaciones a lo largo de las décadas de los treintas, cuarentas y cincuentas. Salvo el campeonato de la llamada Copa México, todavía en la época amateur del futbol mexicano, ganada en 1938, el club no conquistó ningún título, hasta 1966, cuando finalmente se coronó como campeón de una liga nacional. Mientras tanto, clubes como el Atlante y el Necaxa, junto con los “españoles” Asturias y España se fueron endilgando características identitarias que los fortalecieron entre las crecientes masas de aficionados que se fueron formando alrededor del espectáculo futbolístico capitalino. El Atlante se convirtió en el “equipo del pueblo” y el mote de los “prietitos” los fue sedimentando entre el gusto capitalino. El Necaxa hizo lo propio con su origen obrero-sindicalista, que aunado a algunas temporadas triunfales les ampliaron las bases de seguidores y los catalogan como los “once hermanos” y el primer “campeonísimo” capitalino. En términos de su organización, el futbol mexicano se transformó radicalmente para estas fechas. Las ligas regionales y estatales fungían como las instancias más importantes de la organización futbolística nacional. Las ligas de varios estados de la república y las Distrito Federal actuaban de forma casi autónoma y prácticamente sin ningún tipo de contacto. Dos grandes instituciones, no obstante, dominaban el 271 panorama: la Liga Mayor (LM) y la Federación Mexicana del Centro (FMC). Bajo la política cardenista de consolidación del aparato gubernamental, fue creada la Confederación Deportiva Mexicana. Por presiones estatales y bajo una lógica cada vez más empresarial y capitalista de operaciones, las diferentes federaciones, incluyendo a la LM y a la FMC, dieron paso a la Federación Mexicana de Futbol Asociación (FMFA) en 1937 (Calderón, 1998: 60-61). Las discrepancias entre los clubes, las ligas, las federaciones estatales y la FMFA continuaron a finales de los 30’s y principios de los 40’s. En 1942, un año antes de la profesionalización del futbol, la LM y la FMFA rompieron vínculos organizativos. La LM se erigió en 1943 en una entidad básicamente empresarial y consolidó el profesionalismo en México. La FMFA técnicamente estaba en bancarrota y sólo organizaba al futbol amateur de ciertas partes del país, cuyo único activo para negociar era que la FIFA la reconocía como el organismo representativo del futbol mexicano. La LM exacerbó y radicalizó el profesionalismo mediante la importación masiva de jugadores sudamericanos, especialmente argentinos. A instancias del América (paradójicamente el club que una década después erigiría como su nom de guerre el extranjerismo más radical), secundado por el Atlante, la LM negociaría ante el entonces presidente de la república, Manuel Ávila Camacho, la regulación y disminución de los extranjeros que jugaban en los equipos profesionales del Distrito Federal.135 135 “Se hablaba de que los futbolistas extranjeros «quitan el pan de la boca de los mexicanos». Y, en efecto. La libre contratación de futbolistas afectó a todos los equipos; por ende, el ingeniero César Martino, del América, y el general José Manuel Núñez, del Atlante, urgieron al presidente Ávila Camacho que tomara las medidas pertinentes. Ante lo anterior, el regente de la ciudad, Javier Rojo Gómez, expidió el 19 de enero de 1945 un decreto que destacaría en su artículo undécimo: «Las autoridades del Distrito Federal no permitirán la celebración de juegos de fútbol soccer como espectáculos públicos de paga, ni la organización de ligas, ni campeonatos de este deporte si en los equipos participantes no actúan como mínimo seis jugadores mexicanos por nacimiento durante la temporada oficial correspondiente a los años de 1945 a 1946; y un mínimo de siete jugadores por nacimiento desde el primer juego de la temporada oficial de 1946 a 1947, y en adelante»” (Satow, 2003: 66) 272 El 13 de diciembre de 1948, la LM, ya profesionalizada, y la FMFA volvieron a unirse para finalmente establecer la Federación Mexicana de Futbol, que hasta nuestros días sigue siendo la instancia organizativa del futbol mexicano, bajo premisas eminentemente capitalistas y empresariales. Los clubes y su organización dejaron atrás la visión amateur y por ende, la diferenciación radical entre practicantes y observadores se volverá aún más patente. Así practicantes profesionales y aficionados estuvieron mediados básicamente por una relación comercial, devenida en espectáculo masivo. En específico, en el club, según la página oficial del club América “desafortunadamente no todo [fue] bonanza y nuestro equipo lo vivió en carne propia durante los años 50. Durante la temporada de 1952-1953, la franquicia estuvo al borde del descenso” (ver Club América en Información del Internet de la bibliografía). Sin obtener títulos y rayando en el descenso de categoría, el club se vio envuelto en “una serie de crisis, tanto deportivas como económicas, [...] y en más de una ocasión se vio salvado milagrosamente del descenso”. A tal grado llegó la desesperación que “se buscó salvar la causa americanista a como diera lugar y el cómico mexicano Mario Moreno ‘Cantinflas’ fue nombrado presidente honorífico de la institución con el afán de que ayudara económicamente al equipo. Futbolísticamente no hay nada que destacar, fue la etapa más gris de nuestra gloriosa historia” (ver Club América en Información del Internet de la bibliografía). El 22 de enero de 1950, en el periódico Esto136, antes de la visita del poderoso equipo argentino River Plate a tierras mexicanas, el periodista de origen catalán y para entonces refugiado en México, Aymamí i Baudina, planteaba lo siguiente: Por otra parte ésta es una oportunidad histórica para el América. Resurgido de sus cenizas –diríamos milagrosamente- un éxito internacional acabaría de 136 Uno de los periódicos deportivos más importantes de México, fundado en 1941 y que continúa vendiéndose en la actualidad. 273 completar la resurrección. El América sabe que en este partido se juega no solamente lo que se jugarán ante el River todos los equipos mexicanos que se le opongan, sino la posibilidad de reconquistar de una vez, el centro de la popularidad capitalina que retuvo en otros tiempos y que ahora se está marchitando en manos del Atlante (Aymamí, 1950). Como lo demuestra esta cita, en estos años era común que la identidad regional fuese una de las más importantes entre los clubes profesionales, lo cual no implicaba que entre equipos de una misma ciudad o región las diferencias de clase no se marcasen. Los equipos “tapatíos” y los “capitalinos”, sin embargo, hegemonizaban esas rivalidades. En gran medida, porque el sistema de competencia profesional de futbol, a la par y en concordancia con el todavía incipiente avance en otras materias, como la infraestructura de transportes y comunicaciones, no se desarrollaba más equitativamente en todo el país. Las siguientes tablas muestran la distribución geográfica de los clubes de la Primera División. Figura 22. Temporada 1943-1944 Equipos por entidad federativa Distrito Federal Veracruz Jalisco Real Club España ADO Guadalajara Asturias Veracruz Atlas América Moctezuma Atlante Club Deportivo Marte Para la siguiente temporada, la de 1944-45, la Liga se amplió a trece equipos, todavía concentrados en la zona central del país. De los trece clubes que participaron en el certamen “nacional”, cinco eran del D. F., tres de Jalisco (Guadalajara), tres de Veracruz (Orizaba y el Puerto), uno de Guanajuato (León) y uno de Puebla. La concentración geográfica seguía siendo notable, ya que sólo tres estados y el Distrito Federal participaban con equipos en el torneo de futbol. En estos años, el futbol no 274 dominaba la atención mediática y se disputaba con el béisbol, el futbol americano, el boxeo y el toreo las notas periodísticas. Distrito Federal Figura 23. Temporada 1944-1945 Equipos por entidad federativa Veracruz Jalisco Puebla R.C. España ADO Guadalajara Asturias Veracruz Atlas América Moctezuma Oro Puebla F.C. Guanajuato León Atlante C.D. Marte . Fue en la siguiente temporada, la de 1945-46, cuando finalmente aparecieron equipos del norte del país: los clubes Monterrey y Tampico. Sin embargo, su permanencia no fue prolongada. El club Monterrey se mantuvo solamente por esa temporada y desapareció del circuito de primera división por cinco años, hasta su regreso en la temporada 1951-52. Temporada 1944-1945 Equipos por entidad federativa Distrito Federal Veracruz Jalisco Puebla Guanajuato Nuevo León Tamaulipas R.C. España ADO Guadalajara Puebla F.C. León Monterrey Tampico Asturias Veracruz Atlas América Moctezuma Oro San Sebastián Atlante C.D. Marte 275 De cualquier manera, la centralización de la vida nacional se vio patente también en la configuración geográfica y administrativa del futbol en esos momentos. Sólo en tres entidades de la federación se encontraban 70 % de los equipos del circuito de la primera división. Bajo esas condiciones incipientes de rivalidad geográfica y de inestabilidad de los propios clubes, las identidades engarzadas a los equipos no alcanzaban a perfilarse plenamente. Así las cosas, mientras el club América pasó los peores años de su historia deportiva, sin aparente rumbo institucional e identitario, organizativa y administrativamente el futbol mexicano se fue modernizando bajo la lógica política del momento, en una especie de modelo desarrollista y de consolidación de una base nacional de aficionados. El club América tenía en esos años el mote de “Los Canarios”, debido al color de sus camisetas. Cuando se enfrentaba a los equipos de Jalisco, eran catalogados como los “capitalinos”, apelativo que compartía con otros equipos como el Atlante. La rivalidad entre los equipos de estas dos entidades era muy importante, pero al interior de la ciudad de México, el América fue perdiendo considerablemente su base de aficionados, en la medida en que el Atlante creció en el gusto de los capitalinos. Todos los clubes de la capital compartían estadios en esos años. En estas fechas, como se ha mencionado, el estadio de la Ciudad de los Deportes fungió como la sede de los encuentros locales de dichos clubes, lo cual generó que los aficionados capitalinos de cada uno de los clubes no se “apropiaran” de un espacio. No hay un estadio para el América, el Atlante y los demás clubes capitalinos que aparecieron y desaparecieron al pasar de las décadas. Un elemento que debe ser considerado de manera muy clara es que los clubes de futbol en México siguieron el patrón estadounidense de clubes-franquicia, de corte 276 básicamente empresarial y comercial. A diferencia de lo que sucedió en América del Sur, en donde los clubes han tenido una raigambre barrial y local muy fuerte, en México las identidades clubísticas han tenido, desde la profesionalización, un sesgo comercial muy fuerte, y será precisamente su pertenencia a una empresa la que forjará muchas de las referencias de identidad. Las rivalidades se fueron estableciendo en la medida en que ciertos clubes se afianzaron en la naciente industria del espectáculo deportivo mexicano. Abordemos, pues la forma en que se fueron consolidando estas identidades y rivalidades futbolísticas, fundamental para la comprensión de la manera en que los aficionados se agruparon, organizaron e identificaron en la constelación de equipos profesionales bajo una forma de narrativa melodramática. 277 Capítulo 8 El club América, el melodrama y la rivalidad futbolística contemporánea después de la televisión —Ferrabas, ya hablé con De Filipo y con Camargo. En la fecha próxima pierde Abasto, por dos a uno. Hay juego recio, pero no vaya a recaer, acuérdese bien, en el pase de Musante a Renovales, que la gente lo sabe de memoria. Yo quiero imaginación, imaginación. ¿Comprendido? Ya puede retirarse . Junté fuerzas para aventurar la pregunta : —¿Debo deducir que el score se digita? Savastano, literalmente, me revolcó en el polvo. —No hay score ni cuadros ni partidos. Los estadios ya son demoliciones que se caen a pedazos. Hoy todo pasa en la televisión y en la radio. La falsa excitación de los locutores ¿nunca lo llevó a maliciar que todo es patraña? El último partido de fútbol se jugó en esta capital el día 24 de junio del 37. Desde aquel preciso momento, el fútbol, al igual que la vasta gama de los deportes, es un género dramático, a cargo de un solo hombre en una cabina o de actores con camiseta ante el cameraman. —Señor ¿quién inventó la cosa? —atiné a preguntar . —Nadie lo sabe. Tanto valdría pesquisar a quién se le ocurrieron primero las inauguraciones de escuelas y las visitas fastuosas de testas coronadas. Son cosas que no existen fuera de los estudios de grabación y de las redacciones. Convénzase Domecq, la publicidad masiva es la contramarca de los tiempos modernos. Adolfo Bioy Casáres y Jorge Luis Borges “Esse es percipi” en Crónicas de Bustos Domecq De héroes, villanos, urbanos y modernos. Televisa y la narrativa melodramatizada Este capítulo es un recuento interpretativo de la forma en que la televisión comercial mexicana incursionó en el (también nuevo negocio) futbolístico nacional a mediados del siglo XX. La incursión está cruzada por intereses comerciales y políticos, de los cuales sólo apuntaré algunos de ellos. 278 La estrategia de los dueños del consorcio mediático Telesistema Mexicano-Televisa para consolidar al futbol como un importante negocio televisivo se basó en la creación de una fuerte base de aficionados espectadores americanistas, pero, por supuesto no exclusivamente. Para ello, crear una liga con clubes cuyas identidades pudiesen explotarse sentimentalmente fue una tarea ineludible. La compra del club por parte de los dueños de la televisora, la construcción de un estadio y la organización de un campeonato mundial de futbol sentaron las bases de ese plan. El Segundo Campeonato Panamericano de Futbol en 1956 dio la pauta para el ingreso de la televisión en el negocio futbolístico y su posterior consolidación en una liga con claras similitudes a las radionovelas, telenovelas y melodramas cinematográficos. Desde los años sesenta y hasta los ochenta, los dueños del club América consolidaron la identidad del club como aquel con más recursos económicos y por ende más poderoso, estableciendo una clara diferencia con todos los demás clubes de la liga. En los ochenta, finalmente, el club reinventa su identidad y de “canarios” pasan a llamarse Las Águilas, intentando darle un carácter más fuerte y poderoso a su identidad. En el argot de la afición futbolística mexicana se dice de manera regular que al club América se le odia o se le ama. Todos mis informantes americanistas hablan del club como si este fuese el “más grande” y el “mejor”. Los aficionados rivales hablan dentro de un espectro que va de la admiración y el respeto, pasando por la franca animadversión hasta el desdén hacia el club del barrio de Coapa137 en la ciudad de México. Sin embargo, se puede coincidir que el América es un referente ineludible de lo 137 Según Giglia, “la llamada ‘Villa Coapa’, [originalmente fue diseñada para ser] el asentamiento construido para las Olimpiadas de 1968, para los periodistas y otras personas involucradas en los juegos olímpicos”. Es un espacio urbano habitado básicamente “por familias de clase media y media baja, que trabajan como empleados públicos, comerciantes, profesionales, pequeños empresarios” (2002). 279 que podríamos llamar el sistema de rivalidades del futbol mexicano. Si este sistema de rivalidades pudiera ser interpretado gráficamente, de manera indiscutible, el América sería un nodo primordial de la trama. El México “moderno” posrevolucionario se consolidó en las grandes ciudades. Guadalajara, Monterrey y en especial la Ciudad de México se pusieron “al día” con la modernidad. A lo largo de todo el siglo XX, su infraestructura se modificó y adecuó por y para las fuerzas del capital industrial y financiero. El régimen político mexicano surgido de la Revolución se estructuró con rasgos fuertemente centralistas y autoritarios, pero con la suficiente flexibilidad y capacidad de cambio como para mantenerse sucesivamente en el poder. Los medios de comunicación y la vida diaria de los habitantes del país se transformaron sensiblemente. El cine, la radio, los diarios, los comics fueron adaptados por y para las nuevas formas masivas de comunicación. En este tenor, “nuevos” sujetos y prácticas fueron forjadas dialécticamente entre las fuerzas y proyectos de las elites dirigentes y lo que las clases subalternas medias y populares lograron establecer en la vida cotidiana. Entre estos “nuevos” sujetos, el aficionado-espectador, fue una sui generis forma de consumidor-ciudadano-observador, que apareció en la vida social. Las artes y los deportes, a la par de los medios masivos de comunicación lo “inventaron” paulatinamente, casi de manera subrepticia. La práctica del futbol observó con cierta claridad la transición entre el aficionadopracticante al aficionado-espectador (que pronto mutaría a nuevas formas), allá a finales de los años veintes. Su consolidación y epítome se dio con la mutación del futbol amateur al profesionalismo. Para los años cuarenta, sin embargo, el circuito futbolístico mexicano, tanto como el mercado nacional y la consolidación de la sociedad civil mexicana no alcanzaban todavía ni la escala ni las formas propiamente contemporáneas. Un elemento hacía falta, ese eslabón que le daría finalmente la 280 coherencia distintiva de la actualidad. Evidentemente, ese elemento fue la televisión. Una vez que la televisión se estableció como el “medio” hegemónico, no sólo en México, sino en el mundo entero, las transformaciones sociales experimentadas antes de ella, parecieron palidecer bajo su influjo. Los deportes, en especial el futbol, fueron desde entonces proyectados en forma y escalas impensables. Ensayaré una breve historia de la televisión en México. Un grupo ha monopolizado el desarrollo de la televisión en México: el actual consorcio Televisa y las compañías que le antecedieron. Una familia se adjudicó la dirección y los beneficios del negocio televisivo: los Azcárraga. Será precisamente uno de los tres Emilios, al que se le conocía como “El Tigre” (1930-1997), quien transformó, de la mano de la televisión, el espectáculo futbolístico mexicano. Fue él quien se apropió del mediocre y alicaído equipo azul y crema, el club América, a mediados de 1959. Con esa compra, el sistema de rivalidades y la afirmación de las identidades futbolísticas en México finalmente se estabilizaron y se plantearon a favor o en contraposición de dicho club. Esta historia no puede ser contada de manera cronológicamente unilineal. Será necesario realizar algunas regresiones más. Primero, tendré que vincular el poder de la familia Azcárraga, en especial la de Emilio Azcarrága Milmo (de aquí en adelante sólo Emilio Azcárraga), con el negocio futbolístico, y a su vez el negocio televisivo con un tercer vértice: el poder presidencial, piedra angular del poder político en el México posrrevolucionario. Este recuento me dará la pauta para establecer las conexiones que el negocio televisivo generó con el negocio futbolístico y en especial con el negocio de las rivalidades futbolísticas mexicanas. Para crear (o más bien, intensificar) esas rivalidades, afirmo que Emilio Azcárraga recurrió de manera más o menos coherente a la narrativa de un tipo de espectáculo ya probado en México antes de los 60’s: la 281 telenovela (heredera inmediata de la radionovela). Esto no quiere decir que las narrativas propias de otros espectáculos como las de la lucha libre, el boxeo, el toreo, el cine o las historietas no hayan influenciado directamente en esta construcción de las rivalidades futbolísticas. El asunto, es muy sencillo en realidad. Para finales de los años 50’s, en México, el futbol no contaba con un gran “villano”. Emilio Azcárraga lo inventó: el club América. Antes de acercarme al problema propiamente histórico de la creación del villano tengo forzosamente que referirme a Emilio Azcárraga como “villano” per se. Emilio Azcárraga Milmo fue el hijo del capitalista mediático del mismo nombre, Emilio Azcárraga Vidaurreta. Éste fue fundador de las estaciones radiofónicas XEW-NBC (1931) y XEQCBS (1938) (Fernández y Paxman 2005: 95-96), que le sirvieron como base para construir la gigantesca y poderosa empresa de telecomunicaciones TelevicentroTelesistema Mexicano (a la postre Televisa en los años setenta). El modelo radiofónico, y en consecuencia el televisivo, fue eminentemente el estadounidense, el cual se basaba sobre una lógica mercantil y comercial exacerbada. En 1950, Emilio Azcárraga tenía veinte años y las presiones de su padre en cuanto a la continuación del negocio mediático eran muy fuertes. Azcárraga Vidaurreta tenía una gran cantidad de socios y compadrazgos políticos que lo mantenían en la cúspide del poder. La concesión para operar un canal de televisión se vio concretizada en 1951, cuando finalmente la XEW-TV, Canal 2 comenzó a transmitir, a pesar de las controversias con el entonces presidente Miguel Alemán Velasco (Fernández y Paxman 2000: 51-56). El joven Emilio se fue incorporando paulatinamente al negocio paterno y la “XEW-TV también fue pionera al televisar deportes, especialmente béisbol (elegido para la transmisión inaugural), la lucha libre y las corridas de toros, una tendencia que 282 se debió en gran parte a la insistencia de Emilio Jr. [Azcárraga Milmo] de que los deportes atraerían al público masculino” (Fernández y Paxman 2000: 55). Desde esas fechas, el hijo fue afianzando su liderazgo dentro de Telesistema Mexicano, compañía que surgió en 1955 de la fusión ilegal de las empresas de Rómulo O’Farrill (XH-Canal 4, prestanombre del ex-presidente Miguel Alemán), Guillermo González Camarena (XHGC-Canal 5) y la propia de los Azcárraga, XEW-TV, Canal 2. La elite138 del poder mediático mexicano, en especial el consorcio Televisa, ha estado vinculada vitalmente a las camarillas del poder presidencial (desde la presidencia de Miguel Alemán) y de la Federación Mexicana de Fútbol. Dice Granados Chapa, citado por Díaz, que Televisa “nació desde el poder. El presidente Miguel Alemán otorgó las primeras concesiones de televisión hacia 1950 y se concedió una a sí mismo, el canal 4, a través de un prestanombres, Rómulo O'Farril. Entonces así como el PRI nació del PNR, desde el poder, la televisión comercial nació desde el poder” (2006). La (real o supuesta) confrontación con su padre lo llevó a iniciar una serie de negocios por su propia cuenta. Incluso se dedicó en algunos momentos de esta etapa a la venta de enciclopedias visitando casas. Fernández y Paxman plantean que su gusto por los deportes, especialmente el futbol y los toros, aunado al desagrado que su padre tenía por ellos, fue la combinación perfecta para que Emilio Azcárraga finalmente lanzara una iniciativa capitalista propia, su “Gran Idea”: la compra del club América y la construcción del Estadio Azteca (2000: 99). 138 Las élites del poder económico y político nacionales son esos minúsculos grupos de gran influencia en el conjunto de la sociedad. Una elite puede considerarse como aquellas personas cuyos miembros pertenecen a “un estrado social cimero, como una serie de grupos cuyos individuos se conocen entre sí, se relacionan entre sí en la vida social y en la vida de los negocios, y así, al tomar decisiones, se tienen en cuenta unos a otros” (Mills, 2005: 18). 283 A continuación buscaré que mi interpretación no sea entendida como una especulación, ya que no cuento con la documentación que compruebe empíricamente que Emilio Azcárraga haya razonado de esta manera. Sin embargo, dadas las características del proceso en el que el club América fue adquirido y “reinventado”, mis hipótesis se sustentan ampliamente. Para finales de los 1950’s, el club se encontraba en una crisis económica y deportiva muy profunda. Desde mediados de esa década, el club había sido propiedad del capitalista de las bebidas Isaac Besudo, dueño de la popular bebida “Jarritos”, quien a la postre vendería el equipo a Emilio Azcárraga en 1959. En el documental sobre la historia del club, Las Águilas del América, el narrador dice: “1959 es un año crucial para el América. El joven empresario Emilio Azcárraga Milmo decide adquirir al equipo” (ver en videografía Prieto 2000). Los periódicos de la época retomaron el caso con cierto interés. La mayoría de ellos reportó la compra-venta del club con escepticismo respecto a la incursión de la televisión en el medio futbolístico, al que tan renuente se había mostrado Azcárraga Vidaurreta. El 22 de julio de 1959, un diario deportivo de gran circulación publicó la siguiente nota: Hoy a las seis y media será firmado el contrato por el que pasa el América, decano de nuestros equipos, a manos distintas de las que hasta ahora lo venían moviendo. Sabemos que el señor Isaac Besudo dejará la presidencia y será sustituido por un señor Pastrana, con quien no recordamos haber tropezado en el ambiente futbolero. Se dice que representa intereses de la televisión, que se meterá así por su conducto en la organización del deporte más popular. Circularon rumores en las últimas semanas; hoy el traspaso es un hecho” (Esto 1959: 2). Un columnista deportivo escribió: “Salió un dueño y entró otro dueño. Eso visto fríamente no tiene la menor importancia. Ocurre con frecuencia en el futbol mexicano, y a eso se le llama cambiar de directiva”. Dicho columnista presumía haber adelantado dos meses antes la nota acerca de la compra del club por parte Emilio Azcárraga y que 284 con esa compra la posibilidad de la construcción de un gran estadio de futbol para los equipos capitalinos se volvería una realidad. Exultante, terminaba su nota con un: “¡Viva el radio y la televisión!” (Zavala Millet,1959: 5). El documental arriba mencionado presenta el testimonio de Francisco Hernández, ex vicepresidente del club, quien narra en él: “Cuando Emilio Azcárraga compra al club (sic), y alguien le manifiesta que por qué no se hace un club popular dentro de la gente y se venden acciones. «No», dice [Azcárraga]. «Yo quiero mi club»”. Otro testimonio es el de Walter Ormeño, ex-jugador del club que cuenta: “Recuerdo mucho que cuando él adquirió el equipo, nos dijo: «Señores, yo de futbol no sé nada, pero de negocios conozco mucho y yo les garantizo que esto va a ser un negocio»” (Prieto, 2000, en Filmografía). Francisco “Panchito” Hernández relata: “Para convertir al América en un verdadero negocio, Emilio Azcárraga contrata al directivo más exitoso de la primera división: Guillermo Cañedo”. “Y Cañedo y el señor Azcárraga dicen: «¿Cuál va a ser la política nuestra si ya tenemos un club cien por ciento mexicano y no podemos competir con él. Es muy popular. Y es el Guadalajara. Es el muchacho bonito de la película. Vamos a buscarle ahora al villano. Y el villano tiene que tener extranjeros, pero extranjeros de gran calidad»” (Prieto, 2000, en Filmografía). La narración del documental continúa: “Al arrancar la década de los sesentas, la directiva azulcrema viaja a Brasil en búsqueda de jóvenes talentos y contrata a José Alves Zague, Moacyr, Ney Blanco y Urbatao. Los flamantes millonetas logran el subcampeonato de liga en las temporadas 61-62 y 63-64. Sin embargo, el campeonísimo Guadalajara sigue siendo el protagonista indiscutible del futbol mexicano. Al América le hace falta un título y para conseguirlo busca consolidar el funcionamiento de su escuadra con dos nuevas contrataciones, los brasileños Vava y Arlindo” (Prieto 2000, 285 en Filmografía). En 1966, el club logró finalmente su ansiado campeonato, dejando en el camino al archirival Guadalajara en tercer lugar, por un pequeño margen de dos puntos (el segundo lugar lo ocupó el Atlas de Guadalajara). El villano (millonario y extranjerizante) se había forjado finalmente. Es importante señalar que para los años sesenta, la radio, el cine, la literatura y otros medios y productos culturales ya habían afianzado ideas acerca de la mexicanidad, relacionada con variopintos proyectos nacionales y “nuevas” prácticas sociales derivadas de la industrialización, la urbanización y la migración. Como he mencionado, el club Guadalajara, en cierta medida sin un plan para ello, había logrado explotar con bastante eficacia su carácter “nacional” y popular. En una escala menor, el Atlante y el Necaxa también se habían afianzado como equipos con raigambre popular, que para el imaginario colectivo del México de los 1960, estaba también fuertemente anclado a una moralidad urbana pobre y popular. La trilogía “Nosotros los pobres”, “Ustedes los ricos” y “Pepe El Toro”, protagonizadas por Pedro Infante, son un ejemplo idealizado de ese vínculo estrecho entre la pobreza urbana y una moralidad de honradez. En la “Advertencia” que el director Ismael Rodríguez monta al principio de la primera cinta escribe: “En esta historia ustedes encontrarán frases crudas, expresiones descarnadas, situaciones audaces... Pero me acojo al amplio criterio de ustedes, pues mi intención ha sido presentar una fiel estampa de estos personajes de nuestros barrios pobres –existentes en toda gran urbe- en donde al lado de los siete pecados capitales florecen todas las virtudes y noblezas y el más grande de los heroísmos: ¡el de la pobreza!” (ver en filmografía Rodríguez 1947). En la “advertencia” de su segundo film, el director sentenció: “Vaya mi esfuerzo a aquellos cuyo único pecado es el haber nacido 286 POBRES y a aquellos otros que hacen un pecado del haber nacido RICOS” (ver Rodríguez,1948, en Filmografía. Las mayúsculas aparecen en el original). El éxito de la trilogía no es muestra indiscutible de que los mexicanos de los años sesenta aceptaban el discurso del “pobrismo” de manera absoluta, sin crítica o reflexión, pero sí demuestra que de alguna manera en el imaginario social, pobreza, honradez y heroísmo versus riqueza, poder, corrupción y villanía podían ser combinados para explotarlos comercialmente. Las radionovelas mexicanas ya se habían acercado con mucha intensidad al melodrama y a la confrontación sentimental entre ricos-pobres, honrados-corruptos, héroes-villanos para explotar sentimental y comercialmente dichas dicotomías. De hecho, Nosotros los pobres ya había sido experimentada por Pedro de Urdimalas (Jesús Camacho, el escritor del guión) como melodrama radiofónico, y con un notable éxito, antes de ser adaptada para la pantalla grande. Azcárraga Vidaurreta a través de sus socios comerciales tenía una larga trayectoria haciendo melodramas seriados en la radio.139 Fueron estos melodramas seriados y transmitidos por la radio los que antecedieron temporalmente a las telenovelas y establecieron muchas de las pautas “pedagógicas” del comportamiento ad-hoc del 139 “Un último reconocimiento tiene que ver con que la telenovela en México y en América Latina, a diferencia de lo que ha sucedido en países de habla inglesa con las soap operas e inclusive en Brasil con sus propias telenovelas, prosigue de una veta de narrativa dramática propia de la radionovela. Radionovela que tuvo su esplendor en la primera mitad del siglo, primero en Cuba y luego en el resto del continente. La actuación remarcada de los personajes junto a un mayor protagonismo de la palabra hablada, no de los gestos o de lo visual, ha permitido calificar a muchas telenovelas, sobre todo de las primeras décadas, como “radionovelas escuchadas en pantalla”. Esto también se explica porque tanto en México como en Colombia o Venezuela, por citar sólo tres de los países latinoamericanos productores de este género televisivo, su producción arranca con empresarios de la radio, como Emilio Azcárraga Vidaurreta, abuelo del actual presidente de Televisa en México, que extienden su dominio mediático de la radio a la televisión, para lo cual trasladan técnicas, lógicas de producción, géneros y estrategias propias de esa industria. Por supuesto que también emigran de un medio a otro la mayoría de los actores. Esto significa que tanto en términos de estilo de actuación como de producción industrial, la telenovela mexicana proviene de una tradición oral, más que visual o de otras fuentes, y como en la radio, buena parte de lo que acontece siempre es bajo techo, casi siempre ¡en el mismo lugar del escenario!” (Orozco, 2006: 21). 287 espectador urbano contemporáneo, fiel y estrechamente engarzado a una lógica sentimental melodramática. La incursión de la televisión en el futbol mexicano En 1956, la Ciudad de México fue sede del Segundo Campeonato Panamericano de Futbol en el que además del equipo representativo de México, acudieron los de Costa Rica, Brasil, Argentina, Perú y Chile. Los periódicos de la época muestran que previo al campeonato, las expectativas eran halagüeñas para los organizadores, especialmente la gente de la Federación Mexicana de Futbol. El estadio de la Ciudad Universitaria fue la sede de dicho evento. Ese torneo fue crucial para el ingreso de los Azcárraga al mundo futbolístico. Daré una versión de lo sucedido. El domingo 26 de febrero de ese año la selección de México enfrentó a Costa Rica. Los aficionados que asistieron al estadio rebasaron con creces el número de localidades disponibles. En un primer momento, los medios relataron la inauguración de dicha competencia como una “emotiva y sencilla” ceremonia en la que el estadio de C. U. había lucido “pletórico de aficionados eufóricos de alegría” (Esto 1956: 1). Dos días después, Argentina enfrentó a Perú que con el empate a cero goles y la afición mexicana apoyando a los peruanos, los argentinos comenzaron una tremenda gresca dentro de la cancha. Sin embrago, lo más importante ocurrió fuera del terreno de juego: masas desbordadas de aficionados con y sin boleto seguían acudiendo al estadio y saltando las bardas del mismo. Cerca de cien mil boletos se pusieron a la venta. El estadio sólo tenía cupo para setenta mil. La prensa y los aficionados cuestionaron severamente a los organizadores.140 Como nunca antes en la historia del país, 140 El periódico Esto reportó: “Nadie ignora lo sucedido el domingo [26 de febrero en el encuentro de México contra Costa Rica]. Miles de personas que habían madrugado para llegar temprano a la no próxima Ciudad Universitaria, con 288 multitudes se agolparon a las afueras de las oficinas de la Federación Mexicana de Futbol, que en esos años era presidida por Salvador Guarneros en busca de un boleto para ir al estadio. Para el gobierno capitalino, el torneo se estaba convirtiendo en un asunto de importancia, por lo que “el Departamento del Distrito Federal a través de la Oficina de Espectáculos Públicos pidió a Telesistema Mexicano (hoy Televisa) que transmitiera los encuentros. Los directivos televisivos se encontraban renuentes pero aceptaron al ver que era incontrolable el número de aficionados” (Calderón, 2010)141. De esta forma se inauguraban las transmisiones televisivas del futbol en México. De manera dialéctica, medios y productos mediáticos, junto a los espectadores que se van educando e inventando por aquellos, crean y promueven códigos sentimentales forjado sobre una base de moralidades simples y dicotómicas, entre las cuales las del “héroe” y el “villano” son paradigmáticas. Con un amplio conocimiento en este terreno, gracias a las incursiones de su familia en todos los ámbitos de la producción cultural masiva, Emilio Azcárraga penetró en el futbol profesional mexicano y lo transformó a tal grado que el club América se convirtió (con base en el poder de la televisión) en el centro gravitacional de las animadversiones y rivalidades, es decir, en el gran “villano” del melodrama futbolístico nacional. tiempo suficiente para ocupar un sitio desde el que pudieran seguir cómodamente el espectáculo que aguardaban con paciencia, se encontraron con las puertas del estadio, permanecían cerradas, contra toda lógica y contra lo que les habían anunciado. Se había dispuesto que las autoridades que las puertas no se abriesen hasta que llegaran las fuerzas del orden [...] La multitud, cada vez más densa, se exasperó. Y se lanzó al asalto de la ‘fortaleza’. Por los muros exteriores treparon racimos humanos, cayéndose, levantándose, rompiéndose las ropas, los zapatos, desgarrándose las carnes. Así entraron miles de personas tranquilamente... y otros miles que no hubiesen entrado, porque carecían de boleto. Así se produjo la tremenda congestión en las localidades populares, con riesgo hasta de vidas humanas (sic). Así quedaron atropellados los seres más débiles, los que merecen mayores respetos: niños y mujeres. Así una fiesta del deporte, empezó siendo, y no por culpa del público, tumulto bárbaro, incivilizado” (1956b: 8). 141 Según este cronista: “Por primera vez en México el futbol se vería y escucharía a través de un aparato de televisión. El éxito fue inmediato. Se alcanzaron los raitings más altos hasta entonces y en cada encuentro los mismos aumentaban. Emilio Azcárraga Milmo, el magnate televisivo sin salir de su sorpresa y dilucidando el potencial que tenía en sus manos, comenzó a planear una estrategia para aglutinar a esa masa creciente de adictos al futbol. El primer paso fue adquirir en 1959 al equipo con mayor presencia en la Ciudad de México y uno de los máximos exponentes con miles de seguidores en el país: el América” (Calderón, 2010). 289 Con su antípoda, las Chivas del Guadalajara, y otros equipos de suma importancia, como el Cruz Azul, Atlante, Necaxa, Monterrey, Pumas, Toluca y Tigres, el América daría forma al sistema de rivalidades futbolísticas en México. Cada uno de estos equipos adoptará un sino identitario que lo distinguirá de los demás, pero de forma sobresaliente todos estos clubes buscarán derrotar al arrogante y pretensioso villano del sistema. Los aficionados y seguidores de cada uno de ellos también se inclinarán por actitudes y prácticas morales significativamente diferenciadas entre sí, de tal suerte que ser aficionado de un club no es reducible simplemente a un mero consumo de un bien, sino a una práctica que identifica, de alguna forma, a cada grupo de seguidores. Según Magazine: Los aficionados del América enfatizan el hecho de que ‘tiene los mejores jugadores’. Los aficionados de las Chivas apuntan que el equipo sigue el credo de ‘puros mexicanos’, refiriéndose a que el equipo alinea solamente jugadores mexicanos. Los aficionados al Cruz Azul con frecuencia hacen algún tipo de referencia a una asociación con la clase trabajadora. Y, finalmente, los aficionados de los Pumas mencionan la filosofía del equipo de ‘puros jóvenes’ [...] En otras palabras, hay un acuerdo general sobre lo que cada equipo representa entre los residentes de la ciudad de México [ya que este acuerdo] evoca asociaciones más extensas con un conjunto de valores, e incluso con una ‘visión ideal de la sociedad mexicana’, como yo le llamo, que va mucho más allá de la afición futbolística, aun cuando, tal vez, se vean claramente representadas en el apoyo a uno de los equipos nacionales (2008: 22). De esta forma, la liga de futbol profesional, configurada básica y esencialmente por los dueños de los equipos y en especial por los intereses de los medios de comunicación (a partir de los sesenta por la televisión fundamentalmente) establecieron y/o explotaron las características propias de cada club, insertando esas identidades en una trama narrativa que yo identifico ampliamente con la probada narrativa melodramática. Los aficionados-espectadores, en consecuencia han adaptado estos signos identitarios de sus clubes a prácticas morales y culturales que a su vez pueden ser entendidas como una “visión ideal” de la sociedad mexicana. 290 El afianzamiento contemporáneo de la liga y la (segunda) fundación americanista en los años ochenta Una vez que la televisión estableció sus reales en el medio futbolístico, la proyección de este deporte tomó la dimensión, la escala y las características que aún hoy casi se mantienen intactas. La instancia organizativa (Femexfut), a partir de estos años, se convirtió en un brazo institucional del poder televisivo. Emilio Azcárraga, una vez con el control del club América, pronto movió sus piezas para instalarse como el hombre central en las redes de los intereses futbolísticos. La lección y aprendizaje adquiridos por Emilio Azcárraga, después del Segundo Campeonato Panamericano en 1956 y la transmisión televisiva de este deporte fue fundamental, pero aún incipiente. El consorcio mediático quiso incrementar su influencia. Una vez dueño del club América y su proyecto de fortalecimiento en la liga, Emilio Azcárraga se lanzó con un plan más ambicioso: la organización del IX Campeonato Mundial de Futbol en 1970. Para lograrlo, el dueño de la televisora necesitaba ensamblar una serie de elementos políticos y económicos de gran envergadura. La construcción de un gigantesco y faraónico estadio que albergara los juegos del club América y de (a la postre) Copa Mundial en México, no obstante, se convirtió en la pieza medular del plan, pero no en la única. Rastrear y documentar los movimientos de Emilio Azcárraga y de Guillermo Cañedo para realizar ambos proyectos no es la materia de este estudio. Sin embargo, es menester comentar brevemente algunas de ellas. De manera casi inmediata a la finalización del Segundo Campeonato Panamericano, Emilio Azcárraga imaginó la posibilidad de un gran estadio hecho de concreto en la ciudad de México. Después de comprar al club América y contratar a Guillermo Cañedo, aquél se apresuró para utilizar la gran influencia de su padre en la consecución de sus fines. Según Calderón (2001: 20), Emilio Azcárraga Milmo y Guillermo Cañedo le presentaron al entonces presidente 291 Adolfo López Mateos su plan para construir el gran estadio. Qué se dijo en esa reunión y a qué acuerdos llegaron, es imposible saberlo. Lo que sí se sabe es que el propio Adolfo López Mateos convenció a Pedro Ramírez Vázquez, el ya para entonces famoso y prolífico arquitecto, que se hiciese cargo del proyecto. El mismo arquitecto narra: Tenía una fila interminable de construcciones por terminar, como el Museo de Antropología, el Museo de Arte Moderno y la Secretaría de Relaciones Exteriores. Sin embargo, el [entonces] presidente de México, Adolfo López Mateos, al saber que ese estadio representaría el desarrollo del futbol en nuestro país me dijo: “Concurse arquitecto, porque si no, van a decir que sólo tiene trabajo porque es mi amigo. Vaya y gánele a todos”, ante semejantes ánimos, supongo que nadie podría negarse (Ramírez, 2011) Concursaron los despachos arquitectónicos de Félix Candela y Enrique de la Mora a la par de Ramírez Vázquez. No importa aquí el proceso de selección del proyecto ganador, sino la abierta intervención presidencial para la realización del mismo y de la utilización parcial de ese poder a favor de la corporación televisiva. Este consorcio, a su vez, ya había consolidado la empresa “Fútbol del Distrito Federal, S.A. de C.V.”, la cual se encargaría de comprar el terreno y todos los materiales para la construcción del mismo. En esta empresa participaban todos los clubes del Distrito Federal de aquella época: América, Necaxa y Atlante, y su objetivo fundamental era la construcción y posterior administración del inmueble. La forma en que Azcárraga Milmo se hizo del terreno en el que se construyó el estadio está oculta y es muy complicado determinar si los favores presidenciales influyeron en ello. El estadio Azteca fue planeado y construido en terrenos (y este es el problema) que no se sabe si pertenecían o no al Ejido de Santa Úrsula Coapa. Por mis consultas en el Registro Agrario Nacional, los ejidatarios tenían en disputa (o por lo menos una parte de) esos terrenos y esperaban desde muchos años los títulos de propiedad, que a la larga no se les otorgaron. 292 A pesar de esta situación y gracias al apoyo gubernamental, incluyendo por supuesto el del entonces Regente del Distrito Federal, Ernesto P. Urruchurtu142, Azcárraga y Cañedo fueron atando cabos en su ambicioso plan. Por el lado institucional y como presidente del club América, Guillermo Cañedo muy pronto se hizo de la presidencia de la Federación Mexicana de Futbol en 1960. Una vez ahí, el siguiente paso fue lanzar la candidatura para el mundial de 1970. Para tales efectos, Emilio Azcárraga y Guillermo Cañedo necesitaban de votos en el Congreso de la FIFA que decidiría la sede de ese mundial, el cual se habría de llevar a cabo en octubre de 1964, en la ciudad de Tokio, previamente a la inauguración de los Juegos Olímpicos de ese año. Como parte del plan, Emilio Azcárraga y Guillermo Cañedo consolidaron la idea de que crear una confederación regional. Esa confederación reuniría a las federaciones (y más importante para sus fines: los votos) de América del Norte, Centroamérica y el Caribe. Así, con el apoyo centroamericano, estadounidense y caribeño, la Federación Mexicana de Futbol, a través de la flamante Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Asociaciones de Fútbol (CONCACAF) logró fusionar en un solo bloque a la Confederación de Centroamérica y el Caribe y a la Confederación Norteamericana de Fútbol, con lo cual recibiría una importante cantidad de votos como sede del mundial, que según los mandamases del futbol mexicano acarrearía prestigio y recursos al futbol regional. Según Sudgen y Tomlinson (1998: 106) la carrera para obtener la sede del Mundial 1970 fue una ascendente disputa de dinero entre México y Argentina. Es de suponer 142 Garibay (1980) narra ciertas circunstancias que Fausto Zapata (el influyente subsecretario de la Presidencia de la República durante la presidencia de Luis Echeverría) que el propio Emilio Azcárraga alguna vez le comentó en torno a la inauguración del estadio Azteca y su relación personal con el exregente. Dice Garibay: “Y que el protagonista narrador había sido Emilio Azcárraga, el hijo, el de Televisa, y faltaba como un año para acabar su estadio, el Estadio Azteca, e iba y venía supervisando las obras y entrevistándose con Ernesto P. Uruchurtu, Jefe del Departamento del Distrito Federal. Ya mero, licenciado, ya mero, meses más, meses menos, y por supuesto, usted tendrá que inaugurarlo. No, no. ¡Sí, sí, señor licenciado, piense usted, ciento cincuenta mil almas el día de la inauguración, y toda la ciudad y todo el país pendiente desde millones de televisores! 293 que la mayor fortuna, las promesas en infraestructura (básicamente el nuevo estadio Azteca, cuyo proyecto y maqueta fueron presentados a diestra y siniestra entre los mandamases del futbol mundial), además de la pretendida estabilidad política mexicana y los votos en bloque de la CONCACAF, jugaron finalmente a favor de este país. Azcárraga y Cañedo habían logrado entrelazar los intereses públicos con los privados, de tal suerte que el Mundial de Futbol 1970 se realizaría en México. Sólo quedaba finalizar la construcción del estadio, el cual se había planeado fuese autofinanciado con la venta de los palcos. No profundizaré en esta temática, ya que de varias maneras Emilio Azcárraga logró obtener el dinero necesario para la finalización del Estadio Azteca en 1966. El México de principio de los años sesenta se encontraba en una etapa de franco crecimiento económico y estabilidad política, afianzados en un proyecto de nación altamente centralizado, clientelar, corporativo y represivo. Sin embargo, la infraestructura urbana y el proyecto “modernizador” parecían ir viento en popa. El futbol profesional, por su lado, había entrado a su etapa de madurez. En 1960 ascendió el actual Club Monterrey; los Pumas de la UNAM ascendieron a la Primera División en 1962; el Cruz Azul en 1964; el Toluca ya había hecho lo propio en 1953. Los Tigres de la UNAL tuvieron que esperar hasta 1974. Con esto, la liga se había consolidado prácticamente con un grupo básico de equipos que conforman el entramado de rivalidades en el futbol mexicano contemporáneo. En la década de los 1960, el club América contrató futbolistas extranjeros de gran prestigio. Obtuvo los servicios de José Alves Zague, que procedía del club Corinthians de São Paulo; a Vavá, bicampeón mundial, proveniente del Palmeiras de São Paulo; Arlindo dos Santos que previamente jugaba en el club Botafogo (y anotó el primer gol 294 en la historia del Estadio Azteca) y Moacyr Santos, jugador brasileño de menor renombre. Para los intereses del club y sus dirigentes era de necesidad absoluta conseguir un título de liga, el cual nunca habían conseguido en la etapa profesional y tampoco jugando un torneo que no fuese propiamente del Distrito Federal, ya que sus viejos campeonatos en la década de los años 1920 sólo participaban equipos capitalinos. Finalmente, en la última campaña que jugaron antes de que fuese inaugurado el Estadio Azteca, en la Ciudad Universitaria, el club consiguió el tan ansiado trofeo de la liga profesional en la temporada 1965-1966. Pasaron los Juegos Olímpicos y el Mundial de Futbol en 1968 y 1970, respectivamente. La infraestructura deportiva mexicana ya se encontraba francamente muy desarrollada, al igual que la televisión como medio de transmisión deportiva. El Mundial de 1970 fue difundido a colores por primera vez y las transmisiones satelitales se perfeccionaron. Telesistema Mexicano, la cadena de los Azcárraga se lanzó de lleno a la conquista monopólica de las concesiones televisivas en México y en 1972 doblegó a la cadena competidora, Televisión Independiente de México, fusionándose en lo que hoy conocemos como Televisa. Por otro lado, en la temporada 1969-1970, el club contrató al icónico jugador de los Pumas de la UNAM, Enrique Borja, lo cual generó una severa crítica por la forma prepotente en que se realizó el traspaso, una muestra más del estilo villanesco y altanero adoptado por el club, que antes que nada pretendía generar ese tipo de polémica. El mismo Enrique Borja señaló que él no “era un costal de papas para que lo vendieran así” (ver usuario Noraeleisa, 2011 en la Información del Internet de la bibliografía). Relata que mientras se mantenía negociando con el club Universidad, Guillermo Cañedo lo visitó y sin mediar palabra alguna le entregó su contrato con el 295 América. También señala que el problema llegó a tal grado que él visitó al entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, buscando que le solucionara el problema de su traspaso, a lo cual el ex-presidente se negó. Pocos meses después, llegó al América otra figura sobresaliente del equipo: Carlos Reinoso. Jugador chileno proveniente del club Audax. Junto con Enrique Borja, y bajo la dirección de José Antonio Roca, Carlos Reinoso se convirtió en un símbolo de la pregonada supremacía americanista. Rápidamente, en la temporada 1970-1971, el club logró su segundo título en la liga profesional, ya jugando en el gigantesco Estadio Azteca. Para entonces, el club fue uno de los pocos capaces de generar una base de aficionados y simpatías no sólo a través de la transmisión televisiva de los encuentros, sino por medio de un amplio y vasto arsenal de vehículos mediáticos. Algunos intentos por colocar al América entre las preferencias de los aficionados, especialmente los niños, fueron las tiras cómicas Pirulete y Borjita. Ambas historietas narraban las peripecias de personajes creados por estos jugadores: Carlos Reinoso con Pirulete y Enrique Borja con Borjita. He revisado algunos de los números de Borjita, disponibles en la Hemeroteca Nacional. La tira cómica no hacía referencia estricta al América, sino a un ficticio club amateur llamado “Aguiluchos”, cuyo uniforme llevaba los mismos colores que el América: amarillo y azul, sólo que en la tira cómica el pantaloncillo era amarillo y la camiseta azul. Básicamente las Aventuras de Borjita plantean en su tramas diferencias de clase (entre pobres y ricos), entre el campo y la ciudad y entre el bien y el mal, utilizando estereotipos muy básico, pero al mismo tiempo elocuentes por su sencillez. Antes, una digresión sobre las historietas, las cuales han sido uno de los productos 296 periodístico-mediáticos más criticados (tanto por la derecha como por la izquierda). Dice Rubenstein: Siguiendo a Lewis, otros etnógrafos, ensayistas, psicólogos, periodistas y autores de libros de viajes emplearon el tema de los cómics como una fuerza corruptora de la modernización, o por lo menos como un tropo definitorio de la pobreza urbana. En 1984 un reportero del New York Times repitió lo que la sociología liberal daba por sentado y presentó una sombría imagen de las lectoras de historietas como inocentes jovencitas campesinas recién llegadas a la gran ciudad, que trabajaban de sirvientas y eran corrompidas por los medios de comunicación de masas que “las exponían [...] a criterios de moralidad diferentes”, volviéndolas vulnerables al embarazo prematrimonial y al posterior abandono por parte de parientes, patrones y amantes. Los estudiosos más serios y comprensivos, como Larissa Lomnitz, llegaron a conclusiones menos radicales; sin embargo, en 1977 esta antropóloga afirmó que “las historietas, las fotonovelas [y] los periódicos deportivos” que había visto en todas partes en la “ciudad perdida” que estudió eran “transmisores de los valores, las normas y las aspiraciones de la cultura urbana nacional” (Rubenstein, 2004: 87-88). Borjita, bajo esta perspectiva, era (no sólo) un producto de entretenimiento, ya que también era uno más de los elementos de la pedagogía general de la creación del espectador futbolístico y en particular de la base de simpatizantes americanistas de los años 1970. Como ejemplo, en las páginas del número 56 de la serie (ver Borja, 1974, en Otros documentos de la bibliografía), los jugadores “Aguiluchos” y su entrenador “Toño Picapiedra” (en clara referencia a José Antonio Roca) son invitados a jugar en “San Diego El Alto”, un ficticio pueblo a las afueras de la ciudad de México. La salida de la ciudad la realizan en un autobús de baja calidad y el periplo es muy complicado ya que en el vehículo van apretujados y junto a animales y campesinos que los “Aguiluchos” ven con desprecio y malestar. Al llegar al pueblo son bien recibidos, pero los locales son presentados por el autor de la historieta como “hurachudos” o descalzos y su lenguaje es presentado como vulgar y deforme: a los “Aguiluchos” les dicen “juereños” en vez de fuereños. También los locales catalogan de “catrines” y “güeros 297 desabridos” a los capitalinos. El partido comienza y los aficionados locales, después de un gol de Borjita, arrojan piedras y son representados como salvajes y mal educados. Al medio tiempo, los “rancheros” toman pulque y se embriagan, lo cual redunda en un comportamiento aún más violento. A pesar de que los “Aguiluchos” quieren perder el encuentro, la mala calidad técnica de los “rancheros” resulta en un autogol, con lo cual pierden el partido 2-0. Los “Aguiluchos” tienen que salir corriendo en medio de la turba. Borjita, al finalizar la trama de este número le dice en son de reclamo a Toño Picapiedra: “Por favor, Don Toño, no vuelva a aceptar invitaciones para jugar en ningún pueblito” (ver Borja, 1974: 32, en Otros documentos de la bibliografía). Los supuestos valores del buen comportamiento y maneras de los “Aguiluchos”, urbanos y modernos por excelencia, son contrastados con el mundo campesino/indígena representado como salvaje y atrasado. El futbol es utilizado retóricamente como una muestra que confronta la civilidad contra un primitivismo rural (aquí identificado con los “rancheros”). En este caso los “Aguiluchos” (el América), capitalinos emperifollados y modernos, sirven de recurso retórico que avala la modernidad urbana y cosmopolita del Distrito Federal, contrastado con el provincialismo y atraso de sus rivales que son representados como jugadores muy malos y sus seguidores como salvajes. Esta visión encaja perfectamente con la del consorcio Televisa y la forma en que quiere que los seguidores del club se vayan incorporando al espectáculo. Es precisamente en estos años cuando van estableciéndose y afianzándose las llamadas porras familiares, bajo el modelo de una tradición patriarcal y jerarquizada. Pero Borjita y Pirulete no son los únicos productos que van promoviendo esta relación dialéctica entre Televisa/Club América y sus aficionados. La revista Fibra América es tal vez más elocuente y de mayor peso en este proceso de construcción dialéctica de la afición americanista a lo largo de los años 1970. 298 Durante su historia, dicha revista entró y salió del mercado en varias ocasiones. El número 1 de la primera época apareció el 1º de diciembre de 1972, bajo el sello editorial Dimensión y en ella, el entonces presidente del club, Guillermo Cañedo, escribió acerca del nombre de la revista (que también forma parte del título de este trabajo) y de la importancia de tener un medio de comunicación como este: Desde la mayor intimidad, allá en los vestidores, en el último instante de las instrucciones técnicas, antes de salir al campo, surge siempre ese grito colectivo de aliento mutuo que por tradición se ha convertido en un símbolo azulcrema: “¡FIBRA, AMERICA...! Y es para nosotros, directiva del Club América, un motivo de satisfacción el que ese rito infalible, entre jugadores, técnicos y dirigentes, pueda ser compartido ahora por los muy reconocidos fanáticos americanistas, que constituyen la porra más grande, multitudinaria del futbol nacional. Porque ese clamor ha quedado impreso... [...] Al mismo tiempo que expresamos esta satisfacción y que reiteramos el agradecimiento por el fin que se persigue y por la oportunidad de utilizar por esta vez la página editorial para dirigirnos en la inmensa porra, invitamos a todos ellos a que junten las manos con nuestros muchachos en torno al balón y en ese ritmo íntimo entonen el grito que ahora tiene dimensión periodística: FIBRA, AMÉRICA...! (Mayúsculas en el original) (Fibra América, 1972) El concepto “fibra” tiene una correlación corporal (los músculos están compuestos de fibras), pero es en esencia un elemento de índole moral. “Fibra” efectivamente se asocia a los músculos, pero éstos a su vez se asocian a los varones. Tener fibra es un eufemismo de lo que en la actualidad se expresa como “echarle huevos”, es decir, mostrar hombría y virilidad en el juego, o lo que es lo mismo: “no rajarse” o dar señales de debilidad física ni moral. Para competir “como hombres” en el futbol se requiere de capacidad física desbordada, tener fibra, pero principalmente se tiene que actuar “como hombres”. En otras palabras, cualquier síntoma de debilidad física y/o moral sería mal visto. 299 Este esfuerzo por publicar una revista, se puede enmarcar en el ámbito general no sólo de acrecentar las bases de seguidores al futbol y al América, sino de establecer los criterios de esa afición. Rubenstein señalaba para las historietas, lo que bien se podría aplicar para la revista Fibra América (y por supuesto a Borjita y Pirulete): Las historietas comenzaron a dirigirse a segmentos mejor definidos de su público lector, y dejaron de ofrecer algo para cada quien. O por decirlo de otra forma, los lectores habían aprendido a exigir relatos sólo para ellos. Las historietas para niños fueron los primeros cómics especializados, tal vez como respuesta a la crítica moralista, según la cual los cómics para el público en general eran nocivos para los menores, aun cuando los adultos pudiesen no sufrir daños por su lectura. De modo que para principios de los cincuenta los lectores podían escoger entre romances rurales y revistas de humor urbano, historietas protagonizadas por superhéroes, ídolos del cine o luchadores (Rubenstein, 2004: 75). Así, siguiendo con los cómics, pero pudiéndose aplicar sin ningún problema a las revistas especializadas en deportes como Fibra América, “los editores no sabían muy bien qué haría que un lector siguiera adquiriendo sus cómics, así que en cada número al principio ponían en juego múltiples estrategias para atraer y retener al lector”. Según la autora, entre las principales estrategias utilizadas por los editores se encontraban “la variedad, la familiaridad, el sentimentalismo –incluyendo el llamado a los sentimientos patrióticos- y, por encima de todo, la identificación del lector con el creador” (Rubenstein, 2004: 49). Queda claro que Fibra América es parte de la estrategia general del club y de la televisora por ampliar su base de aficionados y, por lo tanto, la forma en que se componía la revista buscaba generar una identificación entre el lector y el editor. De igual forma, el equipo de Coapa es el único que tiene una saga fílmica doble, de cuestionable calidad artística pero de cierta calidad socio-antropológica, llamadas El Chanfle I y II. Estas cintas fueron producidas a fines de los setentas y principios de los ochentas y promovidas fuertemente por el consorcio televisivo. En ellas se narran las 300 peripecias cómicas de El Chanfle, personaje protagonizado por uno de los productores televisivos más conocidos en la historia mexicana: Roberto Gómez Bolaños Chespirito. El Chanfle representa a un utilero del club América que lidia con las veleidades (despóticas, presuntuosas, deshonestas y egoístas, características intrínsecas al club) tanto del entrenador, “Moncho” Reyes como de la estrella del club, “Valentino”, protagonizados por Ramón Valdés y Carlos Villagrán, respectivamente. La saga fílmica de El Chanfle a pesar de su escasa calidad técnica y artística da cuenta del intento constante de Televisa por colocar al club como el antagonista fundamental de todos los equipos de la liga. Otro elemento fundamental que colocó al club en los niveles de popularidad tan altos fue su constante y permanente exposición en los diversos programas de la televisora. Pero esta exposición en realidad fue más intensa sólo después de la llegada de Emilio Diez Barroso a la presidencia del club. En 1981, después de muchos años, Guillermo Cañedo dejó el club en manos del sobrino de Emilio Azcárraga. El plan de Diez Barroso buscó una re-fundación del club. En esta ocasión, la nueva directiva cambió las tonalidades y el diseño del uniforme. Compuso un himno y de manera muy importante le da otro mote: las Águilas. De esta forma: El concepto “Águilas del América” se concreta el 20 de septiembre de 1981, el equipo cambió de imagen y adquirió este mote (que sonaba mejor que el de “Canarios”), y con base en una agresiva campaña publicitaria que duró dos décadas a través de sus propios medios (los canales de televisión), se consiguió que el mote “Águilas” se haya quedado grabado en la mente de la afición mexicana (Anaya, 2011). La exposición exhaustiva del club a través de los canales de Televisa alcanzó altos niveles. Por ejemplo, en aquellos años el famoso grupo de música infantil Parchis, de origen español, promocionó fuertemente al club América. Aparecieron en varios de los programas de mayor rating de esos años cantando el nuevo himno del club. En esos 301 programas como la Hora del Loco Valdés, los integrantes del grupo musical se enfundaban en el nuevo uniforme y cantaban la recién estrenada canción dedicada ex profeso al club. De hecho, la promoción del himno americanista a través de los canales de la televisora también fue intensa. El compositor Carlos Blanco compuso la música y letra, la cual dice: ¡Águilas a ganar! América, ¡Águilas! América ¡a ganar! Estoy contigo, oye mi corazón. América, ¡Águilas! América, ¡a ganar! No te detengas, tú serás el campeón. Hoy mira el águila que llega majestuosa y audaz. Oye su canto, es el canto del que viene a triunfar. Cuando las Águilas atacan con coraje y con fe, tiembla el estadio, casi estalla cuando llegan al gol. Fueron los años ochenta, de gran promoción y propaganda sobre el club América y el futbol, los que afianzaron, por un lado, una masiva identificación al club y, por el otro, la animadversión al mismo. Si bien es cierto que las rivalidades que el club había consolidado, como aquellas con el club Guadalajara y el Cruz Azul, ya eran bastante fuertes, a lo largo de la década de los años ochenta, el América incorporó a su repertorio algunas más, pero principalmente con el club que a la postre se convertiría en uno de sus principales antagonistas: los Pumas de la UNAM. Esta rivalidad se consolidó gracias a tres finales que ambos equipos disputaron en un período de tiempo muy corto y las cuales siguen siendo motivo de debate (ver el capítulo sobre el antiamericanismo). 302 El poder de Televisa sobre el futbol mexicano se dejó sentir con todo su peso en los años ochenta. Da cuenta de ello el cabildeo que la televisora realizó para obtener la sede del Campeonato Mundial del año 1986. Una vez que Colombia, que inicialmente había sido elegida la sede, declinó la organización del mismo, el grupo mediático buscó vehementemente organizar dicho torneo. Cuatro hombres fueron los principales actores en la obtención y organización de este campeonato: Emilio Azcárraga Milmo, Rafael del Castillo Emilio Díez Barroso y Guillermo Cañedo (Fernández, 1994: 94-95).143 El torneo mundial, además de proyectar al grupo Televisa como un poderosísimo agente del futbol internacional, también demostró su capacidad para movilizar recursos políticos y económicos para organizar y, principalmente, comercializar todo aspecto relativo a este evento deportivo.144 Es posible afirmar que el Campeonato Mundial México 86 fue, si no el primero de la época neoliberal, sí el que logró consolidar al sector privado como el agente promotor más importante del espectáculo futbolístico, desplazando en mucho sentidos al Estado como regulador y creador del imaginario social vinculado a este deporte profesional. 143 Fernández se pregunta: “Qué tan fuerte sería este grupo, que consigue el sitial del campeonato mundial ganándoselo a Estados Unidos, que lo buscaba promovido por dos indiscutibles personalidades: el ex secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger y Pelé, que hacía cabildeo para los norteamericanos. João Havelange [poderosos e influyente presidente, en aquellos años, de la Federación Internacional de Futbol Asociación], por la estrecha relación que guarda con Televisa, y como agradecimiento a Cañedo por haberlo apoyado en los momentos clave de las votaciones para reelegirse, le da sede a México y promete a Estados Unidos la de 1994. Y Del Castillo [presidente de la Federación Mexicana de Futbol en esa época] adopta una posición tan sumisa que ni aparece en el mapa, ya que por primera vez en la historia de los mundiales no es el presidente de la federación local el presidente del Comité Organizador, sino que en este caso fue nuevamente Guillermo cañedo, ‘el hombre’ de Televisa” (1994: 95). 144 Fernández y Paxman escriben: “La inversión que que realizó Televisa en México 86 fue sustancial, pero Azcárraga se aseguró de que casi toda redundara en beneficio de su empresa durante los años por venir. En 1984, aseguró una línea de crédito por $25 millones de dólares, presumiblemente con el apoyo del gobierno, para adquirir equipo Phillips; 85% de este equipo lo utilizaría Televisa después del evento”. Los mismos autores afirman que: “Cuando todo se calmó, México 86 todavía resultaba un negocio lucrativo, al menos para Televisa. Un estimado coloca la cifra en publicidad en unos $20 millones de dólares. Sin duda, Azcárraga ganó decenas de millones más por la venta de boletos, la mercadotecnia, la publicidad en el estadio y, más que todo, los cargos por uso de las instalaciones y el equipo a las televisoras extranjeras, los cuales pagaron mediante depósitos en una cuenta bancaria en Estados Unidos” (2000: 270-272). 303 La liga profesional mexicana, por su lado, ya contaba con una variedad regional e identitaria que, mediante la televisión se proyectaba a escala nacional. Los años dorados del club, sin duda, fueron los de la década de los ochenta. Cinco veces campeón, retransformado en la Águilas, polémico y con altísimos niveles de popularidad y animadversión por parte de sus seguidores y detractores, respectivamente, el club América se convirtió, definitivamente, en el nodo central de la trama de rivalidades futbolísticas nacionales. El futbol profesional, la televisión y el club América: del Estado paternalista a la era neoliberal A lo largo de los años setenta y hasta los noventa, Emilio Azcarrága Milmo desarrolló su empresa, Televisa, bajo la égida del régimen priísta al estilo corporativo, paternalista y clientelar. Bajo los nuevos patrones de configuración estatal impulsados por el llamado Consenso de Washington, las políticas neoliberales, los cambios políticos y sociales de la llamada transición democrática en el país durante la década de los años noventa, el grupo Televisa tuvo que transformarse. Este cambio se dio bajo una forma dialéctica entre la socialización en las tribunas y la creación del espectáculo futbolístico. Por el lado de la empresa, la forma de producir el espectáculo del futbol se perfiló hacia un ámbito más gerencial y de negocios. Por el lado de los espectadores, la radicalidad melodramática de algunos, como el caso de la barra el RK, da cuenta de la contradicción con las políticas de la globalización que la empresa asumió. Emilio Azcárraga Milmo murió en 1997. Su gran conglomerado de empresas se encontraba para esos años en una situación de grave crisis financiera y económica. En 1993 apareció un nuevo actor en el negocio televisivo: Televisión Azteca. Esta televisora comprometió en varios aspectos la supremacía y control casi absoluto de 304 Televisa. Además, Televisión Azteca le ha disputado a Televisa el control y gerencia del futbol profesional en México. En los años noventa, la aparición de esta nueva cadena televisiva dio paso a lo que Gómez perfila de la siguiente manera: “El sistema televisivo en México [ha estado] experimentando cambios importantes. Se advierte como consecuencia de estos cambios una diversificación de la oferta televisiva; sin embargo, […] el Estado está disminuyendo, cada vez más, su participación en el sector, dejando casi toda la responsabilidad de la producción y distribución televisiva a la lógica comercial” (2004: 52). La desregulación y comercialización de la producción y distribución de los productos televisivos, además de la competencia con Televisión Azteca, contribuyeron a un cambio en la forma en que Televisa comenzó a concebir al televidente y al consumidor de los productos mediáticos. Pero el aficionado futbolero, también comenzó una transformación importante en este período. El sesgo melodramático del espectador futbolístico no sólo no dejó de manifestarse, sino que de muchas maneras se intensificó. Varios factores intervinieron en esta nueva lógica. En primera instancia, a la par de la desregulación económica y del cuasi monopolio mediático de Televisa, en el campo político el PRI fue perdiendo cada vez más espacios institucionales de poder. En 1988, las elecciones presidenciales fueron extremadamente competitivas y el PRI, de hecho, perdió las elecciones generales, pero mediante un contundente fraude electoral logró imponer al candidato oficial, Carlos Salinas de Gortari, quien a la larga se convertiría en uno de los personajes más importantes del paradigma de la política neoliberal latinoamericana. En 1989, el Partido Acción Nacional logró su primera gubernatura en el estado de Baja California. La inestabilidad política a la mitad de los años noventa es la marca del decenio. A pesar 305 de que la entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y Canadá apuntaba a ser el evento culminante del sexenio salinista, el 1º de enero de 1994, el levantamiento zapatista en el estado de Chiapas cambió radicalmente la percepción ciudadana en las instituciones políticas, incluyendo, por supuesto, a la televisora. Los asesinatos del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en 1993, y del entonces candidato a la presidencia, Luis Donaldo Colosio y del secretario general del PRI, José Francisco Ruiz Massieu, en 1994, contribuyeron a la oleada de desconfianza y rechazo al partido gobernante. En 1997, casi de manera simultánea a la muerte de Azcárraga Milmo, el PRI perdió el gobierno en el Distrito Federal. Finalmente, en el año 2000, el candidato panista, Vicente Fox Quesada ganó la presidencia de la república, dando fin a siete décadas de dominio priísta. Además la privatización de la mayoría de las empresas estatales y la intensificación del proyecto neoliberal, cuya máxima expresión se materializó en la profunda crisis económica de 1994-1995, fueron piezas claves en la transformación social que también se dio en el ámbito del consumo de los productos culturales mediáticos.145 En segunda instancia, las nuevas tecnologías reconfiguraron las prácticas y percepciones de los consumidores culturales. Con el impulso de la televisión de paga y por cable y/o satélite, además del crecimiento exponencial del internet, se pudieron conocer prácticas sociales de consumidores y sujetos culturales en otras partes del 145 Gómez también señala, apoyándose en Lorenzo Meyer: “En el rubro de la política social mexicana el viraje fue profundo, ya que se desmanteló el Estado de bienestar implantado por el régimen posrevolucionario desde 1934, en casi todos sus niveles, al reducir la participación del Estado en los sectores productivos y en los programas relacionados con el sistema de seguridad social que proveían a la clase trabajadora de pensiones y servicios médicos. Esto ha ido repercutiendo poco a poco en la hegemonía de una cultura pro-iniciativa privada liberal al interior de las empresas, la administración pública, los planes de estudio en las universidades y en las relaciones laborales –en donde los sindicatos, cada vez más, van perdiendo capacidad y poder de negociación. En respuesta a estas circunstancias, amplios sectores de la población mexicana comenzaron a demostrar su descontento al participar y organizarse activamente en la vida política y en los procesos electorales del país, con lo que se empezó a transformar lo que hasta entonces se había entendido como ‘un sistema político autoritario, de pluralismo político limitado, aunque más institucionalizado y mucho menos excluyente que las dictaduras que florecieron en América Latina en los años setenta y ochenta’” (2004: 58). 306 mundo. Esto afectó la manera en que se producen los espectáculos masivos y la forma en que los consumidores mexicanos se apropiaron de ellos. Evidentemente, los dueños de las grandes corporaciones televisivas han sabido aprovechar comercialmente este fenómeno y, a pesar de la relativa ampliación de la competencia en el mercado de las comunicaciones en México, la concentración de la oferta mediática sigue siendo bastante restringida. En 1997, Emilio Azcárraga Jean heredó el diez por ciento de Televicentro, compartiendo el control de la empresa con Alejandro Burillo Azcárraga (14%), Miguel Alemán Velasco (8.3%), Miguel Alemán Magnani (6.1%), José Antonio y Guillermo Cañedo White (10.2%) y Paula Cussi (10%) (Villamil, 2010: 75). Bajo una enorme deuda, calculada en 1,480 millones de dólares, el todavía joven y aparentemente inexperto Emilio Azcárraga Jean se lanzó a la reconfiguración de la empresa que su padre había consolidado. Para ello, en primera instancia, Azcárraga Jean tuvo que instrumentar una estrategia que le permitiera apoderarse de la fragmentada empresa.146 Esta transformación del consorcio y de las condiciones políticas, culturales y sociales tuvo una profunda repercusión en la forma en que el negocio futbolístico se comenzó a gestionar en México. La competencia entre las televisoras de alguna forma incrementó la tensión entre los detractores de Televisa y sus críticos. Desde los años setenta, pero principalmente a lo largo de los años ochenta y noventa, el periodista José Ramón Fernández había fortalecido su posición como crítico a la facción del negocio 146 De esta forma: “El 4 de marzo de 1997, Azcárraga Jean asumió el control del Grupo Televisa como Presidente. En ese momento, aunque Televisa contaba con décadas de experiencia en producción de contenidos, se encontraba en circunstancias financieras especialmente delicadas. Inmediatamente, Azcárraga Jean y su equipo emprendieron una profunda estrategia de cambio y reposicionamiento de la empresa. Empezó con una reestructuración de su deuda y programas de reducción de costes y desinversiones junto al desarrollo de una diversificación relacionada que canalizara el crecimiento. Trece años más tarde, Televisa disfrutaba de la mejor situación financiera de su historia, con un considerable flujo de tesorería en casi todas las divisiones empresariales. Además, producen la mayor parte del contenido que transmiten y visto desde hace muchos años por una audiencia cada vez mayor y más globalizada” (Íñiguez, 2010: 1). 307 futbolístico dominada por los Azcárraga y Televisa, ya que según muchas de sus críticas, este grupo manipulaba los destinos de la liga profesional y del futbol espectáculo. El contrapeso relativo que Televisión Azteca creó contra Televisa se vio reflejado en la disputa de las audiencias generadas por las transmisiones futbolísticas y los programas de comentarios. Desde mediados de los años setenta y hasta mediados de la primera década de este siglo, los programas Deportv y Los Protagonistas, del mencionado periodista, tuvieron un enorme interés de la afición futbolera, compitiendo fuertemente con los programas deportivos de Televisa.147 A partir de 1997, la competencia entre las dos televisoras repartió los derechos de transmisión de los equipos profesionales bajo un esquema en el que Televisa tuvo que ceder bastante. Según Rivera (2000): “Los derechos de transmisión para la temporada 97 de fútbol de la primera división en México pertenecen a las compañías televisoras de la manera siguiente: Televisa: Chivas, América, Necaxa, Atlante, Pumas, Toluca, Monterrey, Tecos, Tigres, Puebla y Atlas. TV-Azteca: Santos, Toros Neza, Cruz Azul, Celaya, Veracruz, Morelia, y León”.148 Bajo estas consideraciones, el futbol profesional mexicano se ha visto sometido a la extraordinaria fuerza del proceso eufemísticamente llamado globalización. Todos los clubes han resentido esta nueva configuración económica y política. En este sentido, el 147 Un reporte del periódico El Universal realizado al inicio del Mundial de futbol de 2006, realizado en Alemania ya señalaba la importancia de esta rivalidad entre televisoras y sus programas deportivos: “Durante la primera emisión de los programas mundialistas de las televisoras, Televisa superó a TV Azteca en rating, según datos dados a conocer por Gustavo Adolfo Infante en su programa de radio Reporte 98.5. Según el periodista, La Jugada tuvo 10.1 puntos, mientras que Los Protagonistas sólo 7.6. En el foro de opinión de ELUNIVERSAL.com.mx las opiniones respecto al inicio de estos programas está muy dividida, con lo que no se puede reconocer a un favorito. Ambos programas se trasmiten a partir de las 22:30 y hasta la media noche” (Redacción, 2006). 148 El caso de los Pumas de la UNAM en ese año, fue uno sumamente relevante. Rivera (2000) comenta al respecto: “Sonado resultó el caso del equipo Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México, que después de 22 años en el entonces Canal 13, Imevisión y posteriormente TV-Azteca, dejó el contrato con dicha televisora. ‘Televisa nos da más’ tituló Reforma la noticia y la declaración del vicepresidente del club Raúl Borja Navarrete. ‘Los Pumas de la UNAM dejaron TV Azteca porque Televisa les ofreció más y un mayor beneficio en lo económico, además de un mejor trato...’ cosa que no cumplía TV Azteca en las expectativas de la organización universitaria”. 308 club América ha experimentado cambios durante el período en que Azcárraga Jean ha presidido al consorcio televisivo. Tal vez uno de los más notables es el hecho de que, desde 1998, al club lo han dirigido seis presidentes, que comparado con los tres del período de Azcárraga Milmo (1959-1997), es desproporcionado. En esta misma perspectiva, se puede decir que a diferencia de Guillermo Cañedo de la Bárcena y Emilio Díez Barroso, quienes fungieron como personeros directos de Azcárraga Milmo en el club (al estilo patrimonialista y patriarcal), los presidentes del equipo en la era de Azcárraga Jean tienen características más cercanas a las de ejecutivos tecnócratas, que han convertido al equipo en una “marca” más que en un club deportivo.149 La forma gerencial en que el club, en particular, y el futbol profesional en México, en general, son administrados es la característica principal de este período reciente de la historia y en este sentido, la televisión sigue jugando el papel protagónico. Los dueños de las televisoras siguen siendo a la vez quienes dominan el negocio futbolístico. En todo caso, la incursión de Televisión Azteca es probablemente el elemento nuevo en este entramado. Según Terán, “Televisa y TV Azteca mandan en la FEMEXFUT. La 149 En un comunicado del club América realizado a finales de 2011 se lee: “Buscando la excelencia en todas sus áreas, se ha llevado a cabo una reestructura en la organización del Club América, dicha reestructura contempló la creación de un Consejo Directivo, el cual fijará el rumbo y determinará las estrategias que se aplicarán en el manejo de la Institución. El Consejo será Presidido por el Señor Emilio Azcarraga Jean, Presidente de Grupo Televisa. Con el fin de eficientar sus funciones, los integrantes de dicho Consejo no serán dados a conocer al público, a excepción del Ing. Yon de Luisa Plazas, quien además de ser uno de sus integrantes, se desempeña como Director General del Comité de Fútbol de Grupo Televisa. En su primera sesión de trabajo, el nuevo Consejo Directivo del Club América resolvió nombrar como Presidente Deportivo del Club América al Señor Ricardo Peláez y Linares y como Presidente de Operaciones al Ing. Yon de Luisa Plazas. El Sr. Peláez será el responsable de todos los aspectos deportivos del Club, teniendo a su cargo, el Primer Equipo y las Fuerzas Básicas. Por su parte las responsabilidades del Ing. De Luisa se enfocarán a los aspectos operativos, administrativos, comerciales y de control de la Institución. Ambos funcionarios perfilaron los objetivos primordiales en los que sustentaran su desempeño CORTO PLAZO: Estabilizar al equipo para que regresen los resultados positivos. MEDIANO PLAZO: Estructurar una base sólida con los futbolistas formados de la cantera americanista y que sean reforzados con extranjeros de calidad. LARGO PLAZO: Llegar al Centenario del club con un equipo competitivo "en todos los sentidos", incluyendo títulos. Este nuevo proyecto tiene como principal estandarte el trabajo, la humildad y el respeto (ver Club América, 2011). 309 Junta de Dueños y la Asamblea de la Primera División, dos de los más importantes agentes al interior de la Federación Mexicana de Futbol, encuentran abrumador dominio por las televisoras, las cuales gozan de 5 de 18 votos en la Asamblea y de 2 de 15 en la Junta de Dueños” (2010). Además, señala el mismo reportero “la liga mexicana ocupa el décimo sitio en una lista de las 13 ligas con más ingreso por concepto de derechos de televisión. De acuerdo con el listado, son 2.5 millones de dólares en promedio, los que un equipo del futbol local obtiene por este concepto, siendo los Rojinegros del Atlas los que menos perciben con 1.5 millones, mientras que Chivas está recibiendo cerca de 11 millones por sus derechos hasta el año 2013” (2010). A pesar del dominio y el control que Televisa tiene sobre el futbol profesional en México, los resultados específicamente deportivos no han sido favorables para el club América. A partir de 1997, año en que Azcárraga Jean se hizo dueño del equipo, éste sólo ha ganado dos campeonatos: Verano 2002 y Clausura 2005. De hecho, en la temporada Clausura 2008, el club quedó en último lugar del torneo. En el Apertura 2008, en el decimotercero. Para los siguientes años, su ubicación en la tabla general ha sido mediocre y en algunas ocasiones de muy bajo desempeño, como en el torneo Apertura 2011, en el cual cayó hasta el penúltimo lugar. Con estos resultados, la gestión del club como el equipo superlativo de la liga ha sido más complicada. De cualquier forma, el intento por mantenerlo en el gusto de los aficionados se ha hecho de diversas maneras. La primera de ellas a través de campañas de afiliación, entre las cuales destaca Socio Águila. Esta campaña, según el propio club tiene el siguiente objetivo: [C]rear un vínculo entre los aficionados y el Club América, a través de una serie de beneficios exclusivos que te acercan con el equipo, te hacen un americanista diferente y te brindan ahorros con valor de más de $1,000 pesos al año. Socio Águila cuenta actualmente con dos tipos de membresías, las cuales fueron diseñadas en base a las necesidades de nuestros socios: Clásica y Junior. 310 Además a los socios que permanecen 3 años con nosotros, los premiamos otorgándoles la tarjeta Dorada, con la que aumentan los beneficios que reciben (ver Club América en Información del Internet de la bibliografía). Esta campaña de afiliación es estrictamente comercial, aunque discursivamente, el club pretende mostrarla como una de amor pasional por el mismo. Así, la denominada “Memebresía Clásica” del programa Socio Águila es descrita de la siguiente manera: Esta (sic) diseñada para los verdaderos aficionados que quieren sentirse más cerca del América y ser parte del equipo más grande de México. Vivirás de cerca tu pasión por el América, al recibir beneficios que te permitirán tener ventajas para asistir al Estadio Azteca, recibir descuentos en la compra de productos oficiales, tener información exclusiva del Club, presenciar un entrenamiento y muchos otros beneficios con los que serás un aficionado diferente (ver Club América en Información del Internet de la bibliografía). Otra de las formas en que el equipo ha querido mantener su relevancia ha sido a través de campañas publicitarias que impulsan la idea de un equipo poderoso y grandioso. Una de ellas fue lanzada en 2009 y se intituló “Me vuelves loco”. El más emblemático de los spots fue el de una mujer anciana que rememora a su gran amor. La secuencia del spot comercial parece indicar que la mujer está hablándole al “gran amor” de su vida, que podría ser su esposo o pareja. Sin embargo, casi al final del mismo, la mujer aparece en las tribunas del Estadio Azteca, cantando exaltadamente a favor del club América. Otra campaña, que en términos generales provocó reacciones más fuertes en contra del club fue la que lanzó la directiva en 2011, cuyo eslogan fue “América grande. Muy grande”. Dicha campaña publicitaria fue ideada por el publicista Carlos Alazraki quien aseguró “que de acuerdo con los estudios de mercado no había una definición de la marca, por lo que decidieron crear un nuevo posicionamiento: América grande, muy grande”. En la misma entrevista, el publicista dijo: "La forma en que lo quiero hacer es de un modo un poco sarcástico, que empiece a llenar el orgullo al americanista (…) Ese 311 es el plan que le propusimos a Michel Bauer (presidente de las Águilas del América), creo que el América tiene que ser el club o la institución más importante del continente americano" (Orvañanos, 2011).Durante la conferencia de prensa que se organizó para presentar dicha campaña, se dijo que ésta “tiene el objetivo de posicionar al América como el equipo más querido o más odiado a través de una campaña de 'spots' publicitarios que se verán en los diferentes medios de comunicación, durante el Torneo Apertura 2011 del futbol mexicano”. De igual forma, el propio publicista aseveró que “por primera vez se va a generar la verdadera mercadotecnia deportiva, darle una significación a la marca América, Águila y Socio Águila y desde ahí generar un orgullo, un espíritu de pertenencia con los aficionados y quien lo odie que verdaderamente lo odie y quien lo ame verdaderamente lo ame” (Notimex, 2011). Figura 25. Publicidad de “Grande. Muy grande” 150 en homenaje al jugador Salvador Cabañas A la par de estas campañas y de los artilugios comerciales que Televisa ha impuesto al futbol y al club América, el fenómeno de la transformación radical en las 150 El jugador paraguayo Salvador Cabañas fue agredido en un bar de la ciudad de México el 25 de enero de 2010. El jugador recibió un balazo en la cabeza y de forma sorprendente sobrevivió. Su prestigiada carrera futbolística profesional quedó truncada, pero en agosto de 2011 el club América, a la sazón de su campaña “Grande. Muy Grande”, organizó un juego para homenajearlo. 312 percepciones y prácticas de los propios aficionados ha tenido que ser retomado por la directiva del club y los dueños de la televisora. El cambio generacional del aficionado que asumía su identidad con el equipo bajo una lógica clientelar y familiar se vio contrapuesto por los jóvenes que comenzaron a tomar un papel más activo y participativo en las tribunas. La forma de organización al estilo barra se fue apoderando, con cierta rapidez a finales de los años noventa, de las tribunas de los estadios mexicanos, incluyendo el Azteca. Bajo esta situación, los gerentes del club pronto se dieron cuenta que la independencia de esos grupos respecto a las directrices del club podían ser contraproducentes. Uno de los factores que jugaron un papel primordial fue el de la “seguridad” en el estadio, debido a la creciente idea de la “violencia” de los jóvenes barristas. De esta forma, “La Monumental, que surgió bajo la tutela de Raúl Quintana cuando presidía el América, fue infiltrada según Pérez Teuffer, por grupos de jóvenes rijosos que están identificados y que eran los que causaban desmanes, por lo que se optó por eliminarla, aunque planteó la posibilidad de que en el futuro apoyen otro grupo de animación” (Notimex, 2001). Las barras del club no desaparecieron y tampoco dejaron de tener apoyos del club. De hecho, éstas crecieron a lo largo de los siguientes años. Lo importante es rescatar que para el club, de varias maneras, los integrantes de las barras se convirtieron en una especie de activo fijo para sus propios intereses comerciales, ya que las barras pasaron a formar parte del “folklore” de la cultura futbolera mexicana. El “colorido”, la música y los cánticos que los jóvenes barristas realizan, es un fenómeno concomitante al de la transformación comercial de la pasión y el “sentimiento” americanista. Según el ex Subsecretario de Seguridad Pública del Distrito Federal, Gabriel Regino, a la par de buscar un aumento en el número de espectadores, las directivas tuvieron 313 que recurrir a grupos delictivos para organizar las barras.151 Esta versión es, por supuesto, insostenible, ya que si bien se puede asegurar que las barras tienen actividades que se pueden considerar delictivas, no pude observar en mis visitas de 151 “El ex subsecretario de Seguridad Pública capitalina relató paso a paso cómo lo que la directiva del América inició como un intento para captar espectadores derivó en la intromisión de bandas delictivas, como la Mara Salvatrucha, en sus grupos de apoyo. «Esta crisis del futbol de no tener espectadores se va a juntar con otro fenómeno: la prohibición de celebrar partidos de la ONEFA de futbol americano colegial, en el 2002, en la ciudad de México, por los actos violentos que se daban en los encuentros entre Pumas y Politécnico. Entonces con esto se dejaba a un gran sector de jóvenes sin tener a dónde ir. América empieza a tratar de conseguir público por donde sea a través de sus dirigentes; llegaron a entregar ¡hasta 12 mil boletos! con tal de llevar a quien fuese, pero que llenasen el estadio. Muchos dirigentes de porras del América empiezan a buscar contactos en el Politécnico con los ex porristas de futbol americano; empiezan a nutrir con gente a La Monumental y esta barra llega a tener una gran hegemonía en la repartición de boletos, de los viajes, y la disputa económica de los ingresos es motivo de fricción, que es cuando surge la Ritual del Kaos, en la que van no sólo gente que se dedica al seguimiento del futbol americano, sino que también empiezan a traer gentes que son integrantes de bandas delictivas». El ex subsecretario de la SSP explicó la manera en que la dependencia comenzó a ubicar delincuentes infiltrados en las barras americanistas. «Empezábamos a notar que había muchas denuncias de robos, lesiones y, conforme hacíamos detenciones, la información preventiva que logramos obtener nos indicaba que el centro de operaciones de la Ritual del Kaos se encuentra en Santa Anita (delegación Iztacalco, al oriente del DF). Ahí viven los dirigentes, por eso se reunían ahí y empezamos a comparar el fenómeno de criminalidad de la zona: quiénes eran las personas que cometían delitos (robo a transeúnte, lesiones, robo de vehículo) e hicimos un gran comparativo de edades y nombres, cotejamos información y eran los mismos: dirigentes de la Ritual del Kaos eran culpables de robo de vehículo, de robo a transeúnte; esto prendió la luz de alerta». Y de ahí, a decir de Regino, a la llegada de la Mara Salvatrucha a las barras americanistas: «Sí nos dimos cuenta de gente de la Mara, hubo muchas ocasiones en que, en seguidores de Ritual del Kaos, esta porra que el club dice que no reconoce pero que existe es la que invadió hace poco el campo de entrenamiento del América el día de su aniversario, en octubre, que se metieron todos en tropel; hay gente que trae el tatuaje de la Mara Salvatrucha, gente que viene de El Salvador y que se había quedado en las periferias de la ciudad. Sí hubo Maras (en las barras del América) y el licenciado (Marcelo) Ebrard (cuando era secretario de Seguridad Pública) dijo que teníamos que tener cuidado porque sí había intromisión de Maras en esta barra». En el caso de La Monumental, barra que sí es reconocida por el América como oficial, la infiltración de porros entre sus filas es un hecho, según Regino. «La Monumental está integrada por estudiantes de diferentes escuelas politécnicas que están asociados a las federaciones de estudiantes, mejor conocidos como porros. Esta gente tiene años y se dedica, a las afueras de las escuelas, a cobrar las rentitas, a asaltar, estas gentes se metieron a apoyar a la barra Monumental». Para Gabriel Regino, el culpable del surgimiento de estas barras y todo lo que derivó tiene nombre y apellido: Javier Pérez Teuffer, ex presidente del América y recientemente, de Necaxa. «América lo que hizo fue decir ‘yo no me hago responsable de la Ritual, La Monumental, pues sí es mía’. Yo advertí por parte del club América una decidida intención de bloquear los esfuerzos del control de las porras y me llamó la atención algo: Javier Pérez Teuffer es un personaje que motivó el crecimiento de las barras. Cuando, por razones que desconozco, se va a dirigir al club Necaxa, se presenta de nueva cuenta el fenómeno de las barras y violencia en el estadio (Victoria) de Aguascalientes, algo que ahí no existía, se empezaron a dar con todo, pero quisieron hacer la réplica de llenar los estadios a como diera lugar. Seguramente que la gente que se enfrentó en Aguascalientes no era de allá, sino era de la Ciudad de México llevada para allá y era de las antiguas barras del América ocasionando los mismos problemas»” (Magallán, 2007) 314 campo la incursión de ningún grupo como los maras. De lo que sí da cuenta el ex funcionario y ex asesor de la FEMEXFUT es del interés que los clubes han tenido en las nuevas generaciones de aficionados para producir un ambiente más festivo en los estadios de futbol mexicanos y aumentar el número de asistentes. El club América, a través de intermediarios, maneja muchos aficionados bajo una lógica clientelar, pero al mismo tiempo de forma gerencial. La corrupción y el trasiego de entradas y boletos han sido un buen negocio para ciertos grupos dentro de la propia directiva del club, mediante los liderazgos de las barras Monumental y Disturbio. 152 El aspecto gerencial del manejo del club quedó firmemente evidenciado en el momento en que Emilio Azcárraga Jean nombró a Michel Bauer como presidente del club en julio de 2008. Bauer se había desempeñado como director general de ventas de Televisa y en 2007 realizó estudios de dirección deportiva, lo cual le permitió ocupar la presidencia del equipo. En una entrevista que dio al programa deportivo La Jugada, de 152 Según un reportaje del suplemento deportivo Cancha del periódico Reforma: “Los líderes de las barras del América convirtieron en un jugoso negocio la credencialización que el club implementó para controlarlos. Una investigación realizada por CANCHA en 6 partidos de las Águilas en el Estadio Azteca, entre octubre de 2010 y marzo de 2011, revela que los cabecillas de El Disturbio y La Monumental han acaparado las credenciales emitidas por el club y las venden a sus propios integrantes y al público en general. Las credenciales cuestan entre 50 y 350 pesos, dependiendo de la expectativa del partido, y a la entrada del Azteca son canjeadas por un boleto de cortesía para los duelos de las Águilas. La Federación Mexicana de Futbol calcula que el América cuenta con alrededor de 4 mil 800 credencializados, por lo que el monto recaudado por partido fluctúa entre los 240 mil y el millón 680 mil pesos. Barristas entrevistados por CANCHA denunciaron que el negocio cuenta con la anuencia del coordinador de los grupos de animación del equipo y empleado del club, Isaías Reyes de Jesús. Los líderes de las barras El Disturbio y La Monumental, Diego Aguilar y "El Congo", así como otros barristas como ‘Mamalucha’, Héctor Aguilar, Ricardo Aguilar, ‘El Miguelón’, ‘El Trastor’, ‘El Oso’, ‘El Wendys’, ‘Argénesis’ y ‘El Richie’ son los que encabezan el negocio. ‘Todo está bajo el control y el mando de Isaías Reyes, Diego Aguilar, líder de El Disturbio, y 'El Congo', líder de La Monumental. Ellos lucran con las credenciales que se les dan a las porras y que son totalmente gratis (sic)’, dijo uno de los barristas entrevistado. La credencialización de los grupos de animación del América surgió en 2004, luego de la invasión de cancha por parte de algunas personas en el América-Sao Caetano de la Copa Libertadores. El Club tomó esa determinación con el objetivo de tener un padrón de los integrantes de dichos grupos y, al identificarlos, inhibir los actos delictivos. La FMF reconoció dicha iniciativa y, años después, conminó al resto de los clubes a que la emularan. Sin embargo, a 7 años de su origen, la medida se ha desvirtuado (Staff Cancha, 2011) 315 la propia cadena de televisión, Bauer aseguró que “el tema de las ventas y de la reingeniería que queremos hacer en el América es una parte muy importante. Queremos tomar en consideración a la afición. Queremos hacer proyectos importantes que no necesariamente vayan hacia el punto deportivo” (La Jugada, 2008). Sin embargo, los malos resultados deportivos provocaron la salida de Michel Bauer en 2011. La estrategia de Azacárrga Jean, no obstante, ha sido intensificar la lógica gerencial del club y en lugar de un sólo líder, el club ahora cuenta con dos: uno especializado en los asuntos “deportivos” y otro en los del manejo de la marca, es decir, comerciales del club.153 De esta forma, en la actualidad, el club América, en particular, y el futbol mexicano en general, se encuentran en una etapa en la que el manejo de las estrategias comerciales y de mercadeo se impone a las de la relación y creación sentimental con los aficionados de los clubes. El melodrama como forma de engarce sentimental con el club persiste, pero el negocio futbolístico lo está reconfigurando. 153 “Para remediar esta crisis [la creada durante la presidencia de Bauer], Televisa decidió cortar de tajo con los presidentes todopoderosos y darle al equipo un enfoque empresarial. Así, desde el 10 de noviembre pasado es guiado por dos cabezas: Yon de Luisa, como presidente Operativo, y Ricardo Peláez, como presidente Deportivo. El primero dirigió el Comité Organizador del último Mundial Sub-17 realizado en México, y el segundo es ex jugador del club y fue director de Selecciones Nacionales. La división de funciones es clarísima. Peláez está centrado exclusivamente en las decisiones futbolísticas, mientras que De Luisa se encarga de las estrategias económicas y los aspectos financieros, administrativos y operativos. “La intención es que deje de ser un proyecto del presidente en turno y se convierta en un proyecto de la empresa sin importar quién esté al mando”, explica un integrante de la nueva directiva. Además hay un Consejo Directivo integrado por cuatro personas que no han sido reveladas por el club. Se habla de Bernardo Gómez, VP ejecutivo de Televisa; Salvi Folch, VP de Finanzas; Ricardo Pérez Teuffer, VP de Televisa Deportes, y el mismo De Luisa, quien se encargará de justificar frente a la plana mayor las decisiones que tome junto con Peláez” (Del Palacio, 2012). 316 Capítulo 9 Consideraciones finales Llego al final de este trabajo. Más que un resumen de mi propuesta, enunciado como conclusiones, quiero plantear algunas ideas generales a manera de proyecciones para posteriores ejercicios antropológicos sobre el campo de los deportes. Sé que la idea de la imaginación melodramática es controvertida como clave para interpretar al futbol mexicano. He expuesto las razones por las cuales considero que es pertinente verlo bajo esta perspectiva. Quiero, sin embargo, reafirmar ciertas reservas. En primer lugar, utilizo la idea de la imaginación melodramática como un recurso interpretativo de la realidad social mexicana contemporánea, la cual cruza prácticamente todas las facetas culturales de nuestro país, incluyendo el deporte. Con ello planteo una forma de entender el proceso de la modernización del país después de la Revolución. Los deportes jugaron un papel fundamental en la creación de lo que el régimen entendía como comportamientos modernos y urbanos, instrumentalmente racionales. Con la profesionalización, espectacularización, comercialización y mediatización de muchos de los deportes, en especial el futbol, el régimen político mexicano avanzó bajo los ideales del desarrollismo nacional. A la par de los deportes, en un proceso de muto apoyo, las ciudades fueron creciendo. Ser moderno cada vez se asoció más con una idea de moralidad generada en los centros urbanos. Sin embargo, los apegos y las identidades que se fueron consolidando en este proceso no siempre han respondido a los criterios de una racionalidad instrumental. Es aquí donde imaginarios identitarios y culturales como los del melodrama toman su relevancia, ya que si bien no son estrictamente opuestos al tipo de racionalidad instrumental, sí son formas de socialización en el que las emociones, los afectos y la vida cotidiana tienen un peso fundamental. 317 Estos afectos y sentimientos no pueden ser considerados “naturales” a la especie humana, sino vistos como construcciones sociales históricamente determinadas. Las formas religiosas y los valores artísticos, entre otros, determinan estos imaginarios tanto como las condiciones económicas y políticas. De esta forma, si los deportes se inscriben en el desarrollo de la modernidad mexicana, las formas de procesarlos y de “aculturarlos” han sido tamizadas por fenómenos fuera del ámbito de la racionalidad instrumental. Los aficionados al futbol dan cuenta de este proceso. En segundo lugar, el tema de la violencia, desde el ángulo que se le quiera ver, es un fenómeno primordial en el entramado social mexicano. Abordarla como un proceso producido por reminiscencias premodernas y tradicionales de la sociedad mexicana, contrapuestas al proyecto civilizatorio de la modernidad, es una de las formas más fáciles y reduccionistas de afrontarla. El peso de la teoría eliasiana respecto al proceso civilizatorio y de deportivización de la sociedad moderna sigue siendo muy grande. Sin embargo, pienso que ajustar esa teoría a rajatabla a una realidad como la mexicana es erróneo. He intentado no invisibilizar los fenómenos violentos en las prácticas de los aficionados futboleros mexicanos, pero al mismo tiempo he buscado engarzar esas prácticas como parte de una lógica y una racionalidad que simplemente no ensambla con la racionalidad instrumental impulsada por el Estado mexicano. Esa lógica se inscribe en el imaginario melodramático y la educación sentimental que de forma dialéctica se genera entre las elites y los sectores populares. Nunca he querido justificar la violencia, en ninguna de sus formas. He pretendido solamente no volverla omnímoda en la explicación y matizar sus efectos. Algunas de las prácticas de los aficionados al futbol que en primera instancia podrían simple y llanamente definirse como violentas bien pueden ser entendidas como formas poco sublimadas de las múltiples contradicciones de clase, raza, edad, región geográfica y género que se han dado en el devenir histórico mexicano. Mediante la exacerbación de los recursos discursivos, 318 prácticos y simbólicos de la “pasión”, los aficionados dan cuenta, mediante su “emotividad”, lo que difícilmente han podido enunciar a través de otros códigos sociales, como el de la política institucional, del arte o de la academia. Es decir, a través de sus moralidades y cuerpos, los aficionados futboleros dejan entrever sus modelos de país. Como lo dejan ver los aficionados organizados al América, el amor a ultranza a la camiseta de su equipo es el valor sine qua non de su filiación identitaria. Sin embargo, ese amor, si bien se expresa con prácticas sufrientes y pasionales, no se realiza de la misma manera entre individuos que han crecido en contextos históricos y sociales diferentes. Las formas de organización de aficionados llamadas porras y barras dan cuenta de ello. Por un lado, las porras realizan su amor al equipo bajo una lógica de honorabilidad y respeto a las reglas de las grandes instituciones de la modernidad mexicana posrevolucionaria: el Estado, la familia y la empresa. Sus integrantes actúan, en remedo del régimen priísta, institucionalmente. Sus reacciones violentas son la excepción y se recuerdan como elementos disruptores de las reglas establecidas. Por el otro lado, las prácticas de los jóvenes pertenecientes a las barras, especialmente los del RK, discurren por trayectorias distintas. Se ufanan de sus prácticas violentas y de las transgresiones (la mayoría de las veces sólo teatralizadas) que efectúan en su cotidianeidad y en el estadio. Se dicen radicales y antiautoritarios, aunque de forma simultánea casi siempre se apegan a una forma de socialización fuertemente centralizada y vertical, como lo demuestra su jerarquía interna. Someten su cuerpo a experiencias riesgosas o consideradas como peligrosas y destructivas de la moralidad familiar, institucional o empresarial. Se tatúan, consumen grandes cantidades de alcohol y otras sustancias prohibidas como la cocaína, la mariguana y los solventes. No aceptan las instancias organizativas que perciben como clientelares, en especial la credencial que los hace formar parte del club, ya que consideran que toda forma de 319 organización en ese sentido va en detrimento del amor que dicen expresar por el club. Dicho amor debe ser, para ellos, desmesurado, exorbitante y, en especial, demostrativo de una cualidad altamente valorada: el aguante. Esta característica conecta sus prácticas con formas radicales de masculinidad, la cual se expresa con las características que unas líneas arriba he señalado. ¿Pero qué queda por hacer y cómo avanzar en al ámbito de los estudios sociales sobre las prácticas deportivas? Desde mi punto de vista, este campo de investigación social sigue siendo prácticamente virgen. Los estudios de género abrieron la discusión sobre la relación desigual entre hombres y mujeres. El pensamiento crítico clásico, en sus múltiples vertientes, abordó las contradicciones de clase y de raza, pero poco dijo sobre las desigualdades entre los entonces llamados sexos. Fue hasta los años sesenta y setenta que muchas teóricas e investigadoras comenzaron a elaborar fuertes críticas a las relaciones inequitativas de género y la forma en que el patriarcado había configurado al mundo occidental. Ya en los noventa, algunos más fueron planteando la necesidad de acercarse críticamente a aquello que en la actualidad se define como la masculinidad. Es aquí en donde se requieren muchos más estudios. La masculinidad como tema de investigación (y por tanto de creación académica) tiene muchos campos sociales y perspectivas para acercarse. Los deportes son, por supuesto uno de esos fenómenos que elaboran los códigos, prácticas, discursos, símbolos y recursos corporales de la masculinidad con gran potencia. Mi estudio no centró su mirada sobre los actores en la cancha, los deportistas en sí mismos. Fijó su observación en aquellos que forman su contraescena, es decir, sus espectadores. Sin embargo, el ojo académico tiene todavía una deuda etnográfica y sociológica con los practicantes profesionales y amateurs de futbol y otros deportes. Las observaciones entre el profesionalismo y el amateurismo seguramente arrojarían 320 interesantes contrastes entre diferentes formas de moralidades masculinas en el México contemporáneo. De igual forma, las variaciones discursivas y de prácticas en otros deportes también servirían como puntos de comparación entre las virtudes que se pueden asociar a la masculinidad de los profesionales y seguidores de deportes disímiles como, por decir un ejemplo tomado a bote pronto, el ajedrez y el automovilismo. Otra cuestión de suma importancia sería la incursión e inclusión recíproca entre fenómenos de la cultura urbana popular distintos, como el cine y los deportes. En este sentido ya se han dado ciertos acercamientos, pero aún queda mucho por decirse. Pensemos sólo en la fructífera relación que guardan la lucha libre o el boxeo con el cine y los imaginarios populares de la masculinidad. La relación entre la política institucional y el deporte es de fundamental importancia y aún carecemos de estudios que den cuenta críticamente de los vínculos entre el poder político y la administración deportiva. Etnográficamente no se ha podido observar de cerca organizaciones como las federaciones deportivas y sus variables empresariales como las ligas profesionales de futbol, béisbol o basquetbol. El cuerpo de los varones y sus múltiples representaciones en los ámbitos deportivos es una temática que debe profundizarse. Si bien existen ya cientos de publicaciones en torno a la anorexia o la bulimia, que afectan de manera radical los cuerpos de las mujeres, mucho menos se ha estudiado los casos de la vigorexia o el consumo de sustancias anabólicas en los varones mexicanos. Qué tan extendidas y cómo se desarrollan estas prácticas son fenómenos sociales aún por explorar en el campo social de los deportes. En fin, no es mi propósito enumerar exhaustivamente una lista de fenómenos conexos a mi investigación que pueden ser explorados, ya que la lista podría 321 extenderse indefinidamente. Sólo quise apuntar algunos, ya que en mi experiencia académica he notado que un creciente número de estudiantes jóvenes se está interesando en estas temáticas. Ojala que esta tesis sirva medianamente a este propósito. 322 Glosario Aguante awante Barra o barrista o Término utilizado por los jóvenes para designar la resistencia física y moral necesaria para demostrar el amor por el club. Grupo de animación que no necesariamente se identifica con la directiva del un club. En su mayoría son varones jóvenes. El término barra es eminentemente suramericano, argentino, uruguayo y chileno. Como muchos de los términos del argot futbolístico, su origen etimológico es incierto y propio del anecdotario y la “leyenda urbana”. Sin embargo, se puede presumir, sin lugar a dudas, que barra es un grupo de aficionados jóvenes (eminentemente varones) y organizados que alientan al club de su agrado a través de cantos, banderas, pirotecnia y música instrumental. Generalmente están de pie durante todo el partido y son conocidos por sus actos de “violencia” o agresividad. Hinchada Es un término derivado de “hincha”, que al igual que barra tiene orígenes inciertos y ubicados en Argentina. El “hincha”, no obstante, es un aficionado acérrimo al futbol y, obviamente, un equipo en especial. Mona Es tanto el pedazo de tela u otro material (estopa, por ejemplo) que se impregna de solventes o pegamentos y que sirve para inhalarlos, como el acto mismo de la inhalación. Se dice: “Está moneando” o “Está en la mona” cuando alguien realiza la acción. Murga Según la Real Academia de la Lengua, murga significa: Compañía de músicos malos, que en Pascuas, cumpleaños, etc., toca a las puertas de las casas acomodadas, con la esperanza de recibir algún obsequio. En Suramérica las bandas musicales que animan en los estadios son conocidas con este nombre. Porra familiar Grupo de animación que se identifica con la directiva de un club. Sus integrantes tienen distintas edades que van desde niños muy pequeños de un par de años hasta personas septuagenarias. Por lo general son espectadores que no se movilizan tanto dentro del estadio, no cantan, brincan ni realizan coreografías muy sofisticadas. Ritualero Integrante del Ritual del Kaos. Trapo Insignia fabricada en tela de un grupo o subgrupo que los identifica geográficamente o en algún otro sentido. 323 Bibliografía Adler Lomnitz, Larissa (1994) Redes sociales, cultura y poder: ensayos de antropología latinoamericana / México: FLACSO-Porrúa. -------------------------------- (1988) “Informal Exchange Networks in Formal Systems: A Theoretical Model” American Anthropologist, New Series 90 (1) marzo / Arlington, VA, EE. UU. A.: American Anthropologist Association Aguilera Toro, Camilo (2004) O espectador como espectáculo. Notícias das torcidas organizadas na Folha de S. Paulo [tesis de maestría en sociología] / Brasil: Universidad Estadual de Campinas. Alabarces, Pablo (2000) [comp] Peligro de gol: estudios sobre deporte y sociedad en América Latina / Argentina, Buenos Aires: CLACSO. -------------------- (2003) [comp] Futbologias: Futbol, identidad y violencia en América Latina / Buenos Aires, Argentina: CLACSO -------------------- (2004) Crónicas del aguante. 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