MONOGRÁFICO
De Medio Aevo
ISSN-e 2255-5889
https://dx.doi.org/10.5209/dmae.75825
El hermafrodita anatómico-fisiológico, o la fractura medieval y áurea del mito del andrógino.
Contextos iconográficos.
Elvira M. Melián Pérez1
Recibido 2 de mayo de 20021 / Aceptado: 10 de agosto de 2021
Resumen: Durante el trayecto antropológico de simbolización del Homo Sapiens, el cuerpo humano ha sido subordinado a los
arquetipos simbólicos imperantes en cada sociedad, reflejo del conjunto de sus discursos para comprender el mundo. Quizá no
encontremos en nuestro patrimonio cultural un mejor sustrato de este paradigma que el andrógino, considerado secularmente como
natural o sobrenatural –de forma laudatoria o peyorativa–, en función de la urdimbre entre las convenciones sociales/religiosas, y los
límites del conocimiento empírico de cada civilización. En su prisma sagrado, el andrógino aglutinó teogonía, mito y eterno retorno,
encarnando la imagen divina primordial de muchas religiones. En el profano, cuando la patrística medieval transformó el pecado en
carnal, el hermafrodita biológico fue dotado de una carga poderosamente negativa. La denominada “desilusión del mito del andrógino”
originó una gran discordancia alegórica y figurativa entre la androginia mítica y el hermafroditismo anatómico-fisiológico. Este artículo
explora, apoyándose en una lectura dinámica de su iconografía, el impacto de la Escolástica sobre la mudanza medieval y moderna de
esta entidad, desde el andrógino alquímico hasta el hermafrodita profano y, subsecuentemente, hasta Eva, ambos “cuerpos” teológicos
del Pecado. Desde la perspectiva de la medicina antropológica, una mirada diacrónica a su itinerario representativo y conceptual a
través de los siglos nos permite rastrear la tensión dialéctica entre cuerpo, espíritu, ideario y doctrina, subyacente en esta particular
construcción simbólica.
Palabras clave: Hermafrodita; Andrógino; Escolástica; Eva; Edad Media; Antropología Médica.
[en] The anatomo-physiological hermaphrodite or the medieval and aureate fracture of the androgyne
myth. Iconographic contexts.
Abstract. During the anthropological symbolizing path of Homo Sapiens, the human body has been subordinated to the symbolic
archetypes prevailing in each society, reflecting all its discourses to understand the world. We may not find in our cultural heritage
a better substrate for this paradigm than that of the androgynous, secularly regarded as natural or supernatural –in a laudatory or
pejorative way–, depending on the interviewing between cultural/religious conventions, and the limits of the empirical knowledge of
each civilization. In his sacred prism, the androgynous brought together theogony, myth and eternal return, embodying the primordial
divine image of many religions. In the profane, when medieval patristics transformed sin into carnal, biological hermaphrodite was
endowed with a powerfully negative burden. The so-called “disappointment of the androgynous myth” led to a great conceptual and
figurative discrepancy between mythical androgynous and anatomo-physiological hermaphrodite. Based on the dynamic reading of his
iconography, this article explores the impact of the Scholastic on the medieval and modern journey of this entity, from the alchemical
androgynous to the profane hermaphrodite and, subsequently, to Eve, both “embodiments” of theological sin. From the perspective
of anthropological medicine, a diachronic look at its representative and conceptual itinerary over the centuries, allows us to trace the
dialectical tension between body, spirit, idearium and doctrine, underlying its specific symbolic construction.
Keywords: Hermaphrodite; Androgyne; Scholasticism; Eve; Middle Ages; Medical Anthropology.
Sumario. 1. Introducción: del mito a la biología. 2. El tránsito desde lo sagrado a lo profano: del andrógino al hermafrodita. 3. El
“tercer sexo”: del hermafrodita galénico al áurico. 4. El rastro de la serpiente: del hermafrodita a Eva: 4.1 La querella pilosidadcabellera. 4.2. Las pasiones del alma: el útero-matraz. 5. Consideraciones finales. 6. Referencias bibliográficas.
Cómo citar: Melián Pérez, E.M. (2021). El hermafrodita anatómico-fisiológico, o la fractura medieval y aurea del mito del andrógino.
Contextos iconográficos. De Medio Aevo 10(2), 355-370
1. Introducción: del mito a la biología
Desde tiempos ancestrales, el cuerpo ha tenido significados ajenos a su realidad física, en su carácter
de partícipe y receptor de una fenomenología pro1
2
3
fundamente tributaria de la imaginación simbólica
de cada comunidad.2 Genéricamente, la corporalidad de los arquetipos del imaginario colectivo ha recogido procesos fisiopatológicos, redefinidos y reinterpretados a la luz de las creencias.3 Si hay un para-
Hospital Universitario La Paz de Madrid, España.
E-mail: emelian@telefonica.net
Martínez Hernández, Ángel, Antropología médica. Teorías sobre la cultura, el poder y la enfermedad (Madrid: Anthropos, 2011).
Frazer, Jonathan, La Rama Dorada. Magia y Religión (México: Fondo de Cultura Económica, 1951); Thorndike, Lynn, A history of magic and
De Medio Aevo, 10(2) 2021: 355-370
355
356
Melián, Pérez E.M. De Medio Aevo, 10(2) 2021: 355-370
digma de sustrato biológico remodelado a esta luz,
ha sido el del andrógino, considerado secularmente
como normal, excepcional, divino o monstruoso, en
función del entretejido entre las convenciones culturales/religiosas, y de los límites del conocimiento
empírico de cada civilización. La propia etimología
de la palabra hermafrodita, descendiente de Hermes
y Afrodita, lo sitúa como hijo de la gnosis, o conocimiento de las cosas sagradas, y del amor, centro
del universo. En su prisma sagrado, el andrógino ha
aunado mitología, alquimia, perfección, eterno retorno, creación y fin de los tiempos, y representado
la imagen divina primordial de muchas religiones.4
En el profano, el hermafrodita se transformó durante el medievo en una desviación natural, similar
al enanismo, la piel oscura o etíope, la cojera o la
obesidad.5
La teología cristiana primitiva no se sustrajo a la
visión de biunidad divina,6 y las almas se mostraron
como desnudos andróginos, tanto antes del Pecado
Original, como tras la resurrección –cuando recuperaban la virtuosidad del Edén–.7 De esta forma, en la
alta Edad Media existió un “andrógino dual, en evolución, cargado de simbología mágica y sagrada, y
ubicado más en el ámbito de la filosofía natural que
de la Medicina”.8 Cuando la patrística de los siglos
XII-XIII transformó el pecado en carnal, el cuerpo,
previamente parte de la belleza de la creación divina,
pasó a ser condenado. En una sociedad que personificó los conceptos éticos en la literatura y el arte,
y atribuyó una fisonomía determinada a cada carácter, el hermafrodita biológico fue dotado de una carga moral profundamente negativa.9 Para Jean Libis,
asistimos a “la desilusión del mito del andrógino”,
y al origen de la gran distancia conceptual entre la
androginia mítica y el hermafroditismo anatómico-fisiológico.10 A este último se le inculpó, junto al sexo
femenino, del Pecado Original y, en este tránsito, se
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
identificó con atributos como la tierra, la mortalidad,
la luna, la bilis negra.11
Sin embargo, siguiendo a Hans Belting, “las imágenes no han sido nunca un asunto exclusivo de la
religión, sino también un asunto de la sociedad, que
se representaba en y con la religión”,12 y, pese a la
capacidad de la Iglesia para utilizarlas con carácter
doctrinario, muchas adquirieron una vida propia y
transmitieron un mensaje ajeno a sus intereses. Tal
fue el caso de las representaciones medievales de la
muerte.13 En el otro extremo, la iconografía del andrógino primordial penetró la primitiva religión judeocristiana,14 sin que su posterior ortodoxia pudiera suprimirla radicalmente. Las imágenes artísticas
y literarias transmiten la pervivencia del mito en el
subconsciente colectivo, y su proyección alquímica y
fantástica sobre la Iglesia medieval.15 Reflejo de esta
amalgama de contradicciones sobre el cuerpo fue la
cohabitación escultórica entre una nudis nuditatis
censurada –en otra época símbolo de perfección–; el
desequilibrio de los sexos en favor del cuerpo masculino –transmisor de los ideales religiosos al pueblo–,
frente al femenino –ligado a la lujuria y el pecado–;16
la persistencia de ángeles, arcángeles, querubines y
serafines asexuados o andróginos,17 y la dicotomía
entre la ambigüedad sexual de Lucifer, y sus personificaciones sexuadas, los íncubos y súcubos.18
Sobre su consideración medieval y renacentista
como un “tercer sexo”19 –recordemos que el modelo hipocrático galénico consideraba los sexos como
un continuum, siendo el hermafroditismo una posibilidad aceptable–, a partir del siglo XVII se entreveraron la homosexualidad, la bisexualidad nefanda
–ligada desde el siglo XIX a la sodomía–,20 e incluso
la teratología, que lo consideró una anomalía natural
y, a partir de la Ilustración, una forma de monstruosidad.21 Tan tarde como en la primera mitad del siglo
XX, las descripciones médicas sobre esta condición
experimental science during the first thirteen centuries of our era (New York: Columbia University Press,1923).
Libis, Jean, El mito del andrógino (Madrid: Siruela, 2001).
Chinchilla Sánchez, Kattia, “La tradición mítica del hermafrodito o andrógino en la antigüedad y la Edad Media”, Filosofía y lingüística, XXI (1)
(1995):17-33; DeVun, Leach, “Heavenly hermaphrodites: sexual difference at the beginning and end of time”, Postmedieval: a journal of medieval
cultural studies, 9 (2018):132–146.
Eliade, Mircea, Lo sagrado y lo profano (Madrid: Guadarrama,1967).
Pérez Valino, Amalia, “La duplicidad del desnudo femenino: entre el vestido divino y la piel del pecado”, Románico, 30 (2020): 70-78.
Jacquart, Danielle y Thomasset, Claude, Sexualidad y saber médico en la Edad Media (Barcelona: Labor Universitaria, 1989).
Le Goff, Jacques y Truong, Nicolás, Una historia del cuerpo en la Edad Media (Barcelona: Paidós, 2014).
Libis, El mito…, 164.
Libis, El mito.
Belting, Hans, Imagen y Culto. Una historia de la imagen anterior a la edad del arte (Madrid: Akal, 2009), 11.
Jouan Días Ángelo de Souza, Carla, “Muerte y representación en la Edad Media: consideraciones sobre la imagen, la iconografía de la muerte y la
influencia de la Peste Negra en el surgimiento de los temas macabros”, De Medio Aevo, 12, (1) (2018): 239-258.
Eliade, Mircea, Mefistófeles y el andrógino (Madrid: Guadarrama,1962).
Jung, Carl Gustav, Mysterium Coniunctionis (Madrid: Trotta, 2016), 371-438. Cap. V. “ Adán y Eva”.
Ambrose, Kirk, “Male nude and embodiment spirituality in Romanesque sculpture” en: Lindquist, Sherry (eds.) The meanings of nudity in medieval
Art (New York: Routledge, 2012), 65-84.
Libis, El mito…, 133, 147.
Bauhini, Casparus, The hermaphroditorum Francofurti: Typis Hieronymi Galleraaere, Theodori de Bry, 1614, Cap. 19. “De Incubo side ephialte ex
medicorum sententia” y Cap. 20. “De Ephialte “Hyphialte, side Incubo @ Succubo daemoniaco”.
Nederman, Cary and True, Jacqui, “The third sex: the idea of hermaphrodite in twelve century Europe”, Journal of History of Sexuality 6, vol.4
(1996): 497-517.
Vázquez García, Francisco y Moreno Mengíbar, Andrés, “Un solo sexo. Invención de la monosexualidad y expulsión del hermafroditismo (España,
siglos XV-XIX)”, Daimon, Revista Internacional de Filosofía, 11 (1995), 95-112.
Salamanca Ballesteros, Alberto, Ostentos, portentos y hermafroditas (Granada: Universidad de Granada, 2007).
Melián, Pérez E.M. De Medio Aevo, 10(2) 2021: 355-370
recogieron muchos elementos de esta urdimbre, como
se puede apreciar en los textos de Gregorio Marañón,
padre de la endocrinología española,
Cronológicamente el pseudohermafroditismo androginoide (cariotipo varón, fenotipo hembra, es un
hombre en el que el breve y leve episodio normal de
feminidad puberal ha adquirido una exageración monstruosa, en su intensidad y su cronología. Y el ginandroide (cariotipo mujer, fenotipo hombre, es una mujer
en la que el breve y leve episodio normal de virilidad
climatérica ha adquirido una exageración monstruosa
en su intensidad y en su cronología.22
El autor hablaba de una cronología anómala del
desarrollo normal, de carácter monstruoso, y subrayaba que en un mismo individuo no funcionaban al
unísono ambos tejidos gonadales y, si bien algunos
eran fértiles, no tenían capacidad de auto-fecundarse. Sorprende su evocación implícita, en forma de
negación, a fuentes tan antiguas como San Isidoro: “porque en ellos se muestran uno y otro sexo
(...). Estos tienen el pecho derecho del varón y la
mama izquierda de la mujer, y pueden fecundar y
parir”.23 En realidad, para Marañón la diferencia
hombre/mujer era más de grado de evolución que
de naturaleza. Uno u otro sexo se desarrollaban
de forma predominante bajo la influencia hormonal, sin sofocar nunca por completo al otro. Desde
este prisma, la mujer se consideraba una evolución
incompleta del hombre, –verdadero objetivo biológico–, situándose en un estado intermedio entre el
varón y el adolescente.24 Esta consideración ligaba
biología y psiquis; no en vano Freud había introducido la idea del hermafroditismo psíquico, como
una proyección de la bisexualidad biológica o constitucional, creando las bases de la “bisexualidad inconsciente” en el psiquismo humano. Por su parte,
Jung había recuperado ideas ancestrales, con su
concepto de la naturaleza andrógina de la dualidad
psíquica, recogidas en sus términos de ánima, parte femenina del varón, y animus, parte masculina
de la mujer.25 En definitiva, el “segundo sexo” era
reconocible no solo en los hermafroditas, sino en
estados feminoides o viriloides que perturbaban el
“cuadro unisexual de cada ser”.26 Jiménez de Asúa,
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
32
357
coetáneo de Marañón, describía la homosexualidad
como “un trastorno del parto endocrino–cerebral,
derivado de alteraciones de la evolución natural sobre vestigios de la primera época del feto en que
el embrión era bisexuado”.27 Y, como han señalado
Busquet y Beaune, los hermafroditas se contemplaban como seres psicológicamente infantiles y/o feminoides, “entendidos como la involución varonil
hacia rasgos femeninos”.28
La situación ha cambiado notablemente en la actualidad. El consenso de reclasificación de estas entidades nosológicas del año 2006, incluyó esta patología en los denominados Desórdenes del Desarrollo
Sexual, eliminando los términos hermafroditismo y
pseudohermafroditismo por sus connotaciones peyorativas, y estos cuadros se diagnostican mediante
estudio genético, en el momento del nacimiento o
primera infancia.29 Sin embargo, la realidad fue muy
diferente en el mundo binario pre-moderno, donde
los conceptos de categorías sexuales diferenciadas –
hermafroditismo, bisexualidad y transexualidad– no
existían, eran indistinguible tendencia sexual y problema anatómico,30 y el diagnóstico se hacía por el
fenotipo en la pubertad.
La secular tensión narrativa sobre el andrógino,
desde un imaginario deudor de la mitología y el folclore, hasta el hermafrodita monstruoso del De monstruos
y Prodigios de Ambrosio Paré del siglo XVI, ha dejado
un valioso rastro esculpido y escrito para la antropología médica.31 Durante siglos, la connivencia entre
una medicina condicionada por la teología, el arte y el
mito ha amparado una percepción diacrónica de la bisexualidad, desde el andrógino primigenio del tiempo
sagrado al hermafrodita profano de corporalidad degenerada. Este trabajo realiza una lectura del hermafroditismo abordando, desde la contemporaneidad, la
fundamentación teológica medieval sobre los hermafroditas, su impacto en la interpretación del fenómeno
biológico, y los meandros iconográficos resultantes
de la lectura antagónica de una misma fisonomía, tras
ser previamente vinculada a un doble discurso mágico-creencial. Como hilos conductores recurriré al
andrógino alquímico, gracias a una imagen románica
emplazada en Castilla-León, sobre el siglo XIII,32 y a
los textos áuricos ulteriores sobre el tema, reflejo de la
pervivencia de la mentalidad medieval.
Marañón, Gregorio, Los estados intersexuales en la especie humana (Madrid: Javier Morata,1924),94.
San Isidoro, Etimologías, XI, 3, vol. 10 (Madrid: BAC, tomo II, 1982), 49.
Libis, El mito…, 89.
Jung, Carl Gustav, Psicología y alquimia (Polonia: Amazon Fulfillment, 2020).
Bonaparte, Marie, La sexualidad de la mujer (Barcelona, Península, 1972).
Jiménez de Asúa, Luis, Libertad de amar y derecho a morir (Madrid: Historia Nueva, 1928), 209.
Busquet, Gérald y Beaume, Cariss, Les hermaphrodites (Paris: Jean Claude Simoen, 1978), 65.
Kim, Kun Suk; Kim, Jongwoon, “Disorders of sex development”, Korean J Urol 53, vol.1 (2012):1-8.
Gilbert, Ruth, Early Modern Hermaphrodites. Sex and other Stories (Nueva York: Palgrave, 2002); Vázquez García, Francisco, “¿Por qué en la
Edad Moderna no podian haber transexuales? Cuatro casos de transmutación sexual en España (siglos XVI-XX)”. Ibi Sunt. Revista de Historia 26
(2011): 49-58.
Aho, James and Aho, Kevin, Body Matters, a phenomenology of sickness, dissease and illness (United Kingdom: Lexington Books, 2008).
Estoy en permanente deuda con Alicia Paladín Buceta y Augusto Guedes, de la revista Románico, por su inestimable orientación sobre la filiación
del fragmento.
358
Melián, Pérez E.M. De Medio Aevo, 10(2) 2021: 355-370
2. El tránsito desde lo sagrado a lo profano: del
andrógino al hermafrodita
Fig. 1. a. Hermafrodita (fragmento románico), datado en Castilla León siglo XIII, propiedad particular.
b. Sátiro de Jaca, primer tercio del siglo XII,
Imagen: http://www.romanicoaragones.com/0–jacetania/03–catedral–capitelefebo.htm
c. Escultura de Hermafrodito en el Museo del Louvre, obra romana de época imperial siglo II D.C.
d. San Juan Bautista, cuadro de Leonardo Da Vinci, 1513, Museo del Louvre.
Afirmaba Mircea Eliade que la androginia primitiva fue una forma arcaica de biunidad divina, que el
pensamiento mágico religioso expresó en términos
biológicos antes de hacerlo en términos metafísicos.33 Las certidumbres en la lectura del fragmento
románico mostrado en la Fig. 1a. parecen inasequibles. La imagen, encuadrable en el contexto del
Pecado Original gracias a la serpiente, podría leerse como una hierofanía, que nos sitúa en el tiempo
mítico del homo religiosus,34 antes de la Caída,35 en
la línea del texto alquímico Aurora Consurgens del
siglo XIII,
Adán y sus hijos han tomado su principio de los
elementos corruptibles por lo que necesariamente el
compuesto se corrompe; el segundo Adán se llama
hombre filosófico nacido de los elementos puros para
pasar a la eternidad: lo que consiste en una esencia simple y pura, permanece eternamente (…). Que aquel que
tenga oídos escuche lo que han dicho el espíritu de la
doctrina a los hijos de la disciplina, acerca del adán
terrestre y del Adán celeste (...).36
Cierta o no, su lectura como Adán mítico nos sirve como “fiador” para introducir la trascendencia de
esta narración sobre la Iglesia primitiva. Ya San Juan
33
34
35
36
37
38
39
40
y San Pablo contemplaban la unión primordial entre
las características de la perfección espiritual (Juan,
17,11; 20-23; Pablo Romanos 12, 4-5; Primera a los
Corintios 20-23 y sobre todo Gálatas, 3,28). Según
numerosos teólogos prístinos, Cristo, la Iglesia y los
apóstoles eran seres andróginos, y la división sexual
consecuencia del Pecado Original.37 Para los gnósticos, el bautismo restituía el andrógino interior del
hombre completo; esta idea aflora en los evangelios
de Tomás –el cual usaba metafóricamente términos
hombre y mujer para representar aspectos de personalidad individual en la salvación por autoconocimiento–, Felipe o Simón.38 Citando a Máximo el
Confesor, Orígenes (185-254 d.C.), pronosticaba la
reunificación de los sexos tras la resurrección, atribuyendo a Adán una doble naturaleza, la tierra por un
lado y por el otro su carácter “a imagen y semejanza de Dios, como nuestro hombre interior, invisible,
corporal, incorrupto e inmortal”.39 En línea similar
se manifestaron, entre otros, Clemente de Alejandría
(150-215 d.C), Gregorio de Nisa (330-390 d.C), San
Gregorio Magno (450-604 d.C) –el cual consideraba
que en cada ser están Adán y Eva, representando el
varón el espíritu y mujer la carne, idea compartida
también por la tradición judía– y, posteriormente, Johan Escoto Eriúgena (810-870).40
Cirlot, Juan Eduardo, Diccionario de símbolos (Madrid: Siruela, 2003), 80.
El Fisiólogo, Bestiario Medieval (Madrid: Eneida, 2002), 26.
Eliade, Lo sagrado….
Aurora Consurgens (Barcelona: Índigo, 1997), 69. Atribuido supuestamente a Tomás de Aquino, lo cierto es que la historiografía reciente no ha ni
el autor ni la fecha exacta de su composición.
Chinchilla Sánchez, “La tradición mítica”
Meeks, Wayne A. “The image of the androgyne: some uses of a symbol in earliest Christianity” History of Religions, 13, vol.3 (1974): 165-208.
Eliade, “Mefistófeles”.
Franco Junior, Hilario, “Between the fig and the apple. Forbidden fruit in Romanesque iconography”, Revue de l’histoire des religions, 223, vol.1
(2006) https://www.cairn-int.info/journal-revue-de-l-histoire-des-religions-2006-1-page-2.htm [consulta 06/01/2021]; Jung, Carl Gustav, Mysterium…,394.
Melián, Pérez E.M. De Medio Aevo, 10(2) 2021: 355-370
Este hermafrodita románico es una figura casi
exenta, esto es, labrada por detrás,41 y parece un fragmento de un capitel románico acodado, o de una columna entorchada del tipo de las procedentes del norte de Italia. Tiene un rostro tardo-románico, de ojos
almendrados, pómulos marcados, y unos labios cuyas
soluciones técnicas recuerdan a los maestros del Norte de Italia o Francia mediterránea, y nos retrotraen
a moldes clásicos (Fig. 1c) y renacentistas (Fig. 1d).
El cabello se resalta a base de troquelados, y carece de barba. Recordemos que muchos teólogos medievales, entre ellos Gilbert de Nogüent (1055-1124
), consideraban la diferenciación sexual posterior y
consecuencia del pecado.42 Ruiz de la Peña subraya
el carácter imberbe del Adán protoplasta,43 en contraposición a su figura habitualmente barbada, en las
escenas de reprensión y expulsión del Paraíso.44
Se trata de una figura ginecoide con mamas y
pene. El cuerpo se corresponde con los tipos románicos, musculatura tosca, muy aristada, cuyos volúmenes determinan sus distintas partes. Sin embargo,
su detallismo anatómico y falta de rigidez recuerdan
al Sátiro de Jaca45, pues está realizando una torsión,
si bien no es tan exagerada (Fig. 1b).46 Frente a la
hosquedad general del románico, la desnudez de Jaca
pretendía resaltar la primitiva unión humano-divina,
mediante una sensible gesticulación de los desnudos
y del moldeado de extremidades y músculos pectorales y abdominales.47
Nuestro andrógino está desnudo y, lo acompaña
una serpiente de cabeza adragonada48. Sabemos que,
en su origen pagano, el desnudo fue alegoría del mito
platónico que invitaba al alma a llegar desnuda al Juicio, y del desprendimiento de lo corporal, como en
los Padres del desierto.49 En base a la tercera cualidad
de la serpiente, recogida en el célebre Fisiólogo, este
reptil no lo atacará. Este popular bestiario medieval
del siglo II-V, extendido en la Edad Media y hasta
el siglo XII-XIII, aunaba simbólicamente en los ani41
42
43
44
45
46
47
48
49
50
51
52
53
54
359
males elementos de imaginación con características
teológicas. Sobre la serpiente señalaba,
si ve a un hombre desnudo, le teme, pero si lo ve
vestido, se abalanza sobre él. También entendemos
esto con sentido espiritual, pues mientras el primer
hombre. Nuestro primer padre Adán, estuvo desnudo
en el Paraíso, la serpiente no se atrevió a abalanzarse
sobre él; más cuando Adán vistió la túnica (es decir la
mortalidad del carnal cuerpo pecaminoso) se abalanzó
sobre él.50
Serpiente y dragón fueron intercambiables durante la Edad Media, cuando ambos habían perdido
sus simbologías alquímicas, donde la serpiente era
alegoría de la sabiduría ancestral y el eterno retorno,
y el dragón del poder Primordial.51 En la mitología
mesopotámica y griega el dragón aparecía como hijo
de Dios. Sin embargo, ya en las Escrituras se enfrentó a Yahvé, y se utilizó pródigamente como criatura
infernal (Isaías 27,1 y Daniel 14, 23-27). Para San
Isidoro el dragón era un ser en forma de serpiente
que vivía en cuevas, haciendo pestilente el aire, y en
los bestiarios acabaría de asociarse al mal.52 La lucha
águila-serpiente, –condenada a reptar–, de influencia
hispanoárabe, simbolizó el triunfo de Cristo sobre
Satanás53 y el dragón, en consonancia con la leyenda
de San Jorge, el obstáculo que el buen cristiano debía
superar para alcanzar lo sagrado. Como resultado de
esta amalgama, encontramos imágenes medievales
de dragones con cabeza de serpiente en el Apocalipsis de Valenciennes, o en el Beato de Berlín, entre
otros. A la inversa, tenemos imágenes de serpientes
con cabeza adragonada esculpidas en las iglesias románicas de Saint Benoit sur Loire o Notre Dame du
Por.54
Seres andróginos aparecen desde el Hexámeron
de San Ambrosio (340-397 d.C.), pasando por Marco
Polo, hasta el famoso Libro de las maravillas de las
Indicativo de la maestría del cantero.
Ruiz de la Peña González, Isabel, “Modelos iconográficos del Pecado Original en el Románico del noroeste peninsular” en: Modelos, intercambios
y recepción artística (de las rutas marítimas a la navegación en red), XV Congreso Nacional de Historia del Arte, Palma de Mallorca, 20-23 de octubre de 2004, vol.1: 159-173. https://www.academia.edu/4078037/_Modelos_iconogr%C3%A1ficos_del_Pecado_Original_en_el_Rom%C3%A1nico_del_noroeste_peninsular_
Los primeros humanos creados, sin padres.
Según señalaba Ruiz de la Peña, en el Génesis 1-3 se representan 4 fases de la vida de Adán 1, antes de cometer el pecado en el Paraíso terrenal 2,
durante la tentación y comisión del pecado 3, en la expulsión 4, la posterioridad de la vida de Adán y Eva.
En el famoso capitel dionisiaco de Jaca, vegetación y seres mitológicos redondean un pequeño y extasiado sátiro de formas serpentilíneas.
Chinchilla Sánchez, “La tradición mítica”. Chinchilla Sánchez señalaba la relación entre Hermafrodito y los Sátiros durante la época helenística,
donde Hermafrodito aparece en el cortejo báquico. Sea con Dionisos o con Afrodita, se relacionaba directamente con el ciclo de la vegetación y con
sus deidades vegetales bisexuales.
Ambrose, “Male nude and embodiment…” ,70.
Únicamente tendrá una cabeza frente a la serpiente de 3 cabezas o a las 3 serpientes en una mano, que representaban para la alquimia la triada:
cuerpo-alma-espíritu; femenino-masculino-neutro.
Clark, Kenneth, El desnudo (Madrid: Alianza Editorial, 2006).
El Fisiólogo…, p.79.
Fernández González, Etelvina, “Sobre la serpiente: aproximación a un tema iconográfico universal”, Ástura 4 (1985): 43-53; González Zymla, Helbert, “La simbología de la serpiente en las religiones antiguas: en torno a las posibles causas biológicas que explican su sacralidad e importancia”,
Akros: Revista de Patrimonio 3 (2004):67-82. Desde un punto de vista filológico la palabra serpiente en griego es “dracontes”.
Gila Manuel y Alberich Laura, “El dragón en el románico, apuntes para un símbolo”. La guía del arte románico, 2008, http://www.romanicoaragones.com/Colaboraciones/Colaboraciones04303Dragon.htm [consulta 06/03/2021].
Wittkower, Rudolf, La alegoría y la migración de los símbolos (Madrid: Biblioteca de Ensayo, Siruela,1977), Cap. II “El águila y la serpiente”,
23-68.
Ruiz de la Peña, “Modelos iconográficos…”.
360
Melián, Pérez E.M. De Medio Aevo, 10(2) 2021: 355-370
maravillas del mundo de 1356, de John Mandeville,
donde, por cierto, tenían capacidad de auto-fecundarse.55 Sin embargo, el hermafroditismo, como la
homosexualidad, fue duramente castigado en la iconografía medieval, en contraste con la procacidad y
el exhibicionismo de muchas de las figuras recogidas
en canecillos y columnas.56
Los teólogos denunciaron repetidamente la idea del
hermafrodita alquímico,57 pero fue en la Baja Edad
Media cuando, sobre la base de San Agustín (354-430
D.C), quien se apoyó textualmente en el propio plural
del Génesis (Gen 3.17), Tomás de Aquino (12241274), defendió la existencia de dos sexos con capacidad primigenia de disfrutar en el Paraíso antes del Pecado Original. Según Devun, esta transición tuvo dos
orígenes; por un lado, el deseo de diferenciarse de la
floreciente herejía cátara, de clara impronta gnóstica, y
de cualquier otra que asignase a los hombres una androginia primaria; por otro la relectura de la obra aristotélica sobre los animales. En ella se desdeñaba la
visión hipocrático-galénica del hermafrodita, como
balance perfecto hombre/mujer o tercera condición sexual, convirtiéndolo en un sexo con genitales superfluos, que la Escolástica tradujo en desviación natural
y, en sus extremos, en culpa.58 La Iglesia hizo uso frecuente de la identificación atávica entre monstruo y
pecado en sus templos. La oscuridad, las sombras asociadas a una religión anegada de culpa y castigo, las
leyendas mitológicas de posesiones, negritud y fantasmas facilitaron el camino.59
Fig.2. a. Andrógino alado de San Isidoro de León. Imagen: https://foro.amigosdelromanico.org/viewtopic.php?t=1566
b. Andrógino alquímico, Imagen: http://imagenesytextosselectos.blogspot.com/2011/10/el-androgino-es-un-criatura-prodigiosa.html
c. Monstruo alado en el respaldo sillería del Monasterio de Yuste. López–Ríos Fernández, Arte y medicina…
d. Hermafrodita, Colegiata de San Pedro de Cervatos, siglo XII. Imagen: https://www.arteguias.com/catedral/colegiatacervatos.htm
e. Hermafrodita verdadero (mosaico XY/XX), Hall, Reginal, Evered, Davis, Greene, Raymond, Wolfe Medical publications, 1980,116
f. Hermafrodita, San Cipriano de Bolmir XII-XIII. Imagen: http://www.castillodeloarre.org/Cantabria/bolmir01.htm.)
Encontramos dos propuestas visuales en las exiguas muestras de hermafroditas en nuestras fronteras,
ambas fuera del contexto del Pecado original (Fig.2):
1, figuras monstruosas de clara impronta alquímica
y 2, seres barbados con vulva y genitales internos.
En el primer caso, estas figuras aladas representaban
la alteridad, pero su intención última es oscura.60 De
55
56
57
58
59
60
forma intuitiva, adivinamos la diferente voluntad
doctrinal entre el hermafrodita alado frente al pesaje de almas de San Isidoro de León (Fig. 2a) y el
monstruo hermafrodita alado, plateresco, de la sillería de Yuste del siglo XVI (Fig.2c). La imagen amenazadora de León, con garras y dos aves picoteando
a cada lado, tiene poco en común con un ser como
Kappler Claude, Monstruos, demonios y maravillas a finales de la Edad Media (Madrid: Akal, 1986): Polo, Marco, Libro de las maravillas del
mundo, Peuple des Hermaphrodites, Biblioteca Nacional de Francia, 2810, fol. 195V.
Del Olmo García, Ángel, Iconografía sexual en el románico (Palencia: Zamart,2015).
Devun, Leach, “The Jesus Hermaphrodite: Science and Sex difference in Premodern Europe”, Journal of the History of Ideas, 69, vol.2 (2008):193218.
DeVun, “Heavenly hermaphrodites”.
Alcalá Galán, Mercedes, “El andrógino de Francisco de Lugo y Dávila: discurso científico y ambigüedad erótica”, e-Humanista 15, vol.10
(2010):107-135.
Rubio Tovar, Joaquín, “Monstruos y seres fantásticos en la literatura y el pensamiento medieval” en: Poder y seducción de la imagen románica,
Aguilar de Campoo, Fundación Santa María la Real, 2005, 119-156.
Melián, Pérez E.M. De Medio Aevo, 10(2) 2021: 355-370
el de Yuste, inspirado en un dibujo de Leonardo da
Vinci,61 que nos retrotrae a los atributos más elevados
de la ciencia hermética. En realidad, asistimos a una
usurpación del andrógino alquímico o Rebis, “hecho
doble”, el cual no dejó de ser un símbolo cristianizado de un concepto filosófico.
Para el alquimista Zósimo, Adán era a la vez hombre carnal y hombre luz.62 Aludía al ser primordial,
divino y dual, unión de lo masculino y lo femenino,
y hundía sus raíces en el momento en que dos principios materiales contrarios se fundían en una totalidad
perfecta, representando el resurgimiento de la materia a partir del caos.63 Los alquimistas medievales
concedían al Lapis, o piedra filosofal, la capacidad
de redención y, encarnado como un hermafrodita,
establecieron una analogía Lapis-Cristo, como actor de la obra de redención humana.64 En su lenguaje
de imágenes, símbolos y metáforas, el andrógino se
representaba en proceso ascensional, pero con los
pies en la tierra (mundo matriarcal primitivo), alado
(como símbolo de su naturaleza ascendente), con una
bicefalia adornada de barba/cabellera, sosteniendo o
contenido en el útero-matraz (recipiente donde se llevaba a cabo la gran obra de creación del Lapis), con
una o tres serpientes (uroboros o eterno retorno)65 y
el águila (imagen de sublimación, posterior apoteosis
de la Resurrección) (Fig.2b).66
En su segunda iconografía encontramos iconologías con seres con una fuerte carga anatómica, como
en el caso de los barbados con vulva y genitales internos femeninos de San Cipriano de Bolmir o San Pedro de Cervatos (Fig. 2d y Fig.2f). Se discrepa sobre
la simbología de estas figuras bisexuales, prosopopeyas de la anatomía del hermafrodita real (Fig. 2e).
Para algunos autores tienen un carácter apotropaico,
como el de la famosa Catedral de Módena,67 mientras otros los consideran alegorías de la unidad no
diferenciada que precedía a la Creación.68 Para estos
últimos –que los diferencian explícitamente del hermafrodita entendido como aberración de la naturaleza–, representan el principio de la vida, y se ubican
en el contexto de la “regresión del Cosmos al Caos
primigenio”,
La regresión del Cosmos al Caos, teniendo que el
retorno de las almas de los muertos, las licencias eró61
62
63
64
65
66
67
68
69
70
71
72
361
ticas, la confusión social del tipo de las Saturnales, las
orgías, etc. (…) simbolizaban esta regresión, y de este
modo todo lo que el tiempo había mancillado y desgastado, quedaba aniquilado.69
Lamentablemente, ni los bestiarios ni los tratados
científicos nos dan una clave completa para interpretar los andróginos/hermafroditas que hoy nos contemplan mudos desde los canecillos o desde manuscritos medievales, dando lugar a un amplio terreno
para la especulación.70
3. El “tercer sexo”: del hermafrodita galénico al
áurico
Frente a la intransigencia religiosa medieval y moderna hacia la bisexualidad, encontramos numerosos testimonios de cambios de sexo en la literatura
y los textos médicos, durante los Siglos de Oro.71
Deudores de la teoría humoral clásica, desde el
punto de vista científico se admitía con naturalidad un “continuum” del sexo, entre mujer, hombre
y hermafrodita. En opinión del médico Huarte de
San Juan, en su famoso Examen de los Ingenios de
1575, los genitales femeninos y los masculinos eran
comunes, si bien en la mujer se encontraban en el
interior del cuerpo,
el hombre, aunque nos parece de la compostura que
vemos, no difiere de la mujer, según dice Galeno más
que en tener los miembros genitales fuera del cuerpo.
Porque si hacemos anatomía de una doncella hallaremos que tiene dentro de sí dos testículos, dos vasos
seminarios y el útero con la misma compostura que el
miembro viril, sin faltarle ninguna delineación (…) Y
de tal manera eso es verdad, que si acabando la naturaleza de fabricar un hombre perfecto, lo quisiese convertir en mujer, no tenía otro trabajo, más que tornarle
adentro los instrumentos de la generación. Y, si hecha
mujer, quisiese volverla en varón, con arrojarle el útero
y los testículos fuera no había más que hacer.72
Sobre la generación de los sexos se consideraba
que, “si es fría y húmeda se hace hembra y no varón, y siendo caliente y seca se engendrará varón
López-Ríos Fernández, Fernando, Arte y medicina en las misericordias de los Coros españoles (Salamanca: Junta de Castilla y León,1991)
Jung, 2020, Psicología y alquimia.
Priesner, Claus, Alquimia, Enciclopedia de una ciencia hermética (Barcelona: Herder, 2001), 246.
Priesner, Alquimia…, 288, 292, 404.
Durand, Gilbert, Las estructuras antropológicas del imaginario (Méjico: Fondo de Cultura Económica, 2005). Segunda Parte, Del Denario al
Basto, Cap. I, “Los símbolos cíclicos”, pp.291-337.
Bedano, Micaela Violeta, “El símbolo del andrógino en la alquimia renacentista”, Revista Borradores, VIII-IX (2008): 1-15.
Nuño González, Juan, “Hacia una visión de la iconografía sexual” en: Poder y seducción de la imagen románica, Aguilar de Campoo, Fundación
Santa María la Real, 2005, 191-224.
Menéndez Gutiérrez, Mª Ángeles, “Un mito en piedra: la sexualidad en el contexto religioso de la Iglesia”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie VII,
Historia del Arte, 11 (1998): 43-66.
Menéndez Gutiérrez, “Un mito en piedra…”, 63.
Gómez, Agustín, “La función de la imagen en el templo románico” en: Poder y seducción en: Poder y seducción de la imagen románica, Aguilar
de Campoo, Fundación Santa María la Real, 2005,11-35.
Zamora Calvo, María Jesús, “El cuerpo y su identidad en la mentalidad áurea”, Edad de Oro XXXVIII (2019): 97-117.
Huarte de San Juan, Juan, Examen de los Ingenios (Madrid: Biblioteca de Autores Españoles, XLV, 1953), 492.
362
Melián, Pérez E.M. De Medio Aevo, 10(2) 2021: 355-370
y no hembra”.73 Su génesis se explicaba en función
de la competición de la simiente y de su ubicación
uterina,
Si el semen cae en la parte derecha de la matriz,
el niño es macho, pero si se juntan allí un semen viril
débil y un semen femenino más fuerte, el niño, aunque
salga macho, será frágil de cuerpo y espíritu. Puede suceder también que de la asociación de un semen viril
débil y de otro femenino fuerte nazca un niño dotado
de los dos sexos. Si el semen cae en la parte izquierda
de la matriz se forma una hembra... y si prevalece el
semen macho se tratará de una mujer viril y fuerte, y
a veces velluda. Puede también ocurrir que, a consecuencia de la debilidad del sexo femenino, nazca un
niño provisto de los dos sexos.74
En esta misma línea se leían los casos de “homosexualidad fértil”, y el motivo del “hombre preñado”,
con fuerte raíces en el folclore,75
muchas veces ha hecho naturaleza una hembra, y lo
ha sido uno a dos veces en el vientre de la madre; y sobreviniéndoles a los miembros genitales copia de calor
por alguna ocasión, salir fuera y quedar hecho varón.
A quien esta transmutación le acontece en el vientre de
su madre, se conoce después claramente en ciertos movimientos que tiene, indecentes al sexo viril: mujeriles,
mariosos, de voz blanda y melosa; son los tales inclinados a hacer obras de mujeres, y caen ordinariamente en
el pecado nefando. Por el contrario, muchas veces tiene
naturaleza hecho un varón con sus miembros genitales
fuera, y sobreviniendo frialdad se les vuelve adentro, y
queda hecho hembra. Conócese después de nacida en
que tiene el aire de varón, así en el habla como en todos
sus movimientos y obras.76
Pero, si bien la homosexualidad se consideraba
una continuación de los desequilibrios entre calor y
frío, fue mucho peor tratada legalmente que el hermafroditismo, cuya consideración medieval y moderna
como “tercer sexo”77 dio lugar a las teorías médicas
concomitantes sobre la reproducción –que exceden
los límites de este trabajo–, y a su legislación tanto en
el Derecho Canónico como en el Civil,78
73
74
75
76
77
78
79
80
81
82
83
y que se hayan vuelto mujeres hombres después de
nacidas, ya no se espanta el vulgo de oírlo; porque fuera lo que cuentan por verdad muchos antiguos, es cosa
que ha acontecido en España muy pocos años ha. Y lo
que demuestra la experiencia no muestra disputas ni
argumentos. Pues qué sea la razón y causa de engendrarse los miembros genitales dentro o fuera, o salir
hembra y no varón, es cosa muy clara sabiendo que
el calor dilata y ensancha todas las cosas, y el frío las
detiene y encoge”79
Ambos derechos obligaban a optar por un sexo
determinado en algún momento.80 Lógicamente, los
cambios eran de mujer a hombre, pues “la primera
desviación de la naturaleza es la producción de una
mujer en lugar de un hombre”. 81 Adicionalmente, ya
en las Partidas, Alfonso X dejaba patentes las ventajas de ser varón,
Hermaphroditus, en latín, tamto quiere decir en romance, como aquél que ha de natura varón, e de mujer.
E este atal dezimos, que, si tira más a natura de mujer,
que, de varón, non puede ser testigo en testamento, nin
en todas las otras mandas que me fisiesse. Más si se
ajustase más a natura de varón, entonces bien puede
ser testigo en testamento, e en todas las otras mandas
que me fiziesse.82
En este contexto, es comprensible la alegría del
padre de la noble Magdalena Muñoz, ingresada en el
convento de Úbeda en 1605, cuando ésta se transformó en hombre mientras transportaba un trigo pesado,
muy contento porque es hombre rico y no tenía
heredero y ahora se halla con un hijo muy hombre y
que se puede casar, ella también va contenta porque
después de 12 años de cárcel sabe muy bien la libertad
y se halla de mujer a varón que en las cosas y bienes
temporales ninguna merced mayor le pudo hacer la naturaleza.83
En su excelente estudio sobre el cuerpo y su identidad en la mentalidad del Siglo de Oro, Zamora Calvo recoge cuatro variantes de cambio de sexo descritos en los textos áuricos durante la pubertad, con el
Huarte de San Juan, Examen de los Ingenios…, 492.
Jacquart, y Thomasset, Sexualidad y saber…,148. Texto pseudo-galénico De Spermate.
Salamanca Ballesteros, Ostentos, portentos…
Huarte de San Juan, Examen de los Ingenios…, 492.
Daston, Lorraine and Park Katherine, “The hermaphrodite and the orders of nature. Sexual ambiguity in Early Modern France” GLQ. Journal
of Lesbian and Gay Studies 1, vol. 4 (1995):419-438; Murray, Jacqueline, “One flesh, two sexes, three genders?” en Bitel, Lisa M. and Lifshitz,
Felice (eds.) Gender and Christianity in medieval Europe. New perspectives, Philadelphia: University of Pennsylvania Press, 2008,34-51; Murray,
Jacqueline, “Gendered souls in sexed bodies: the male construction of female sexuality in some medieval confessor´s manual” en: Biller, P. and
Minnis A.J (eds.) Handling Sin: Confession in the Middle Ages. York Studies in Medieval Theology: York Medieval Press, 2008, 79-93.
Christof Rolker, Konstaz, “The two laws and the three sexes: ambiguous roles in Canon law and Roman law (12th to 16th centuries”. Zeitschrift der
Savidny-Stiftung für Rechtsgeschite: Kanonistische Abteilung 100 (2014):178-222.
Huarte de San Juan, Examen de los Ingenios..., 492.
Martínez Navarro, María del Rosario, “El hermafrodito: a propósito de la monstruosidad en la obra de Cristóbal de Castillejo” Dicenda, Cuadernos
de Filología Hispánica 33 (2015):187-202.
Busquet, et Beaume, Les hermaphrodites…, 57.
Partidas, Parte. VI, Tít 1, Ley (10)
Torres, Fray Agustín de [ s.a], Cartas. Biblioteca Nacional de España (BNE), ms. 2.058
Melián, Pérez E.M. De Medio Aevo, 10(2) 2021: 355-370
esfuerzo, en la noche de bodas, y por la fuerza de la
voluntad. Estableciendo paralelismos desde los conocimientos actuales, la mudanza puberal se puede
identificar con el patrón fisiopatológico de cronología
normal tras el desarrollo puberal, donde se testimoniaba la imprecisión de los genitales externos, tanto
en hermafroditismos verdaderos como en los pseudohermafroditismos masculino y femenino.84 Los cambios relacionados con el esfuerzo se corresponderían
a procesos como la hernia inguinal, con bajada testículo criptorquídico,85 o el prolapso uterino,86 erróneamente interpretado como pene.87 No es arbitrario
suponer que el tercer presupuesto, la noche de bodas,
reflejaba el estupor, por la pareja y el propio afecto/a,
ante el encuentro con genitales ambiguos durante los
juegos eróticos.88 Finalmente, y altamente revelador,
la fuerza de voluntad trasluce el componente mágico asociado con cualquiera de las variantes previas.
Recordemos que entre las trece causas de hermafroditismo de Ambrosio Paré (1510-1590), la quinta era
la imaginación, la decimosegunda el engaño de los
mendigos itinerantes y la decimotercera era causada
por los demonios o diablos.89 Antonio de Torquemada hablaba en su Jardín de Flores curiosas de una
mujer de Benavente donde “la imaginación intensa
de verse en el hábito de hombre tuviese tanto poder
que viniese a hacer el efecto, ella se convirtió en varón, y se casó con otra mujer”.90 Y es significativo
el número de santas que eludieron los deberes de su
sexo y pudieron así entregarse a Dios, desarrollando caracteres masculinos como el vello, gracias a la
voluntad.91
La pluralidad en las líneas interpretativas del hermafroditismo hasta bien entrada la Edad Moderna
se recoge en el clásico De hermafroditorum del renombrado científico Caspar Bauhini (1560-1624),92
anatomista y botánico de Basilea, quien atribuía su
etiología a errores en la unión sexual de los padres. El
autor narraba como Simone Maio (1520-1597), obispo de Volturana, temía a los bisexuales como un tipo
de raza monstruosa que se podía arrogar el derecho
sobre el primer origen, a saber, “aquellos que son al
84
85
86
87
88
89
90
91
92
93
94
95
363
mismo tiempo hombres y mujeres, de ambos sexos o
de ninguno de los dos, pensando que, si pertenecer a
uno u otro sexo por separado es un gran honor de la
naturaleza, lo será mayor en aquél que es bisexual,
arrogándose así aquellas palabras de “macho y hembra los creó”.93 Él mismo los consideraba criaturas
de la naturaleza, pero los incluía en tercera –de cinco– clase de monstruos citando del famoso Curso
elemental de enfermedades de las mujeres, de Luis
de Mercado,
Respondemos con Isidoro que no son contra natura porque son creadas por voluntad de Dios, pues la
voluntad del creador convierte toda cosa creada en
conforme a la naturaleza. Por eso incluso los propios
gentiles llaman a Dios ya sea Naturaleza ya sea Dios.
Por consiguiente, no son creados contra natura, sino
contra lo que se entiende por natura.
La tercera incluye cuerpos a los que les falta o sobra algo, como son los hermafroditas y los que poseen
muchos dedos, manos, pies o cabezas, o bien aquellos
que no tienen alguno de los miembros necesarios.94
Contemporáneamente, el místico protestante Jacok Böhme (1575-1624), quizás deudor del famoso
San Juan Bautista de Leonardo da Vinci (Fig. 1d),
afirmaba que tanto Adán como Cristo y sus descendientes eran “hombres virginales”, y cualquier individuo podía ser transmutado en la perfección andrógina “por el hecho de amarlo”.95 En síntesis, aquello
que la imaginación popular fraguó como sustitutivo
del entendimiento, tuvo un peso real en el desarrollo de la imagen médica del andrógino/hermafrodita,
agigantando su, ya de por sí, compleja realidad.
4. El rastro de la serpiente: del hermafrodita a
Eva
Como señalaba Ferrer, la unión entre los códigos
simbólicos y las formas visuales de la alquimia, abre
un notable campo de conocimiento en la historia del
Alcalá Galán, Mercedes, “El andrógino de Francisco de Lugo”. Famoso caso de María Pacheco.
Aguilar, Asdrúbal Antonio, “Pseudo-hermafroditismo femenino (caso portugués do século XVII), Archivo de Medicina Legal, 2, vol.4, (1928):
432-436; Salamanca Ballesteros, Ostentos, portentos…, 289-290.
Nieremberg, Juan Eusebio, Cvriosa filosofía y tesoro de maravillas de la naturaleza, examinadas en varias cuestiones naturales. Madrid, Imprenta
del Reino, 1630, ff 64v-65r. El prolapso ya era admitido por médicos como Martín Martínez en la España de la ilustración como causa de hermafroditismo.
Marañón, Los estados intersexuales…, 90-91 –recoge el famoso caso de Magdalena Muñoz–; Vázquez, Francisco y Cleminson, Richard, “El destierro del maravilloso: Hermafroditas y mutantes sexuales en la España de la Ilustración, Asclepio, 63, vol.1 (2011), http://asclepio.revistas.csic.es/
index.php/asclepio/issue/view/44 [consulta 06/01/2021].
Torquemada, Antonio, “Jardín de Flores Curiosas”, Lemir, 16 (2012): 605- 834.
Fortanet, Joaquín, “Anatomía de la monstruosidad: la figura del monstruo como objeto de la mirada médico-anatómica moderna, Asclepio, 67, vol.1
(2015), http://asclepio.revistas.csic.es/index.php/asclepio/article/view/642/857 [consulta 08/02/2021].
Torquemada, Antonio, “Jardín de Flores…”, 672.
Penny Howell, Jolly, “Pubics and privates: body hair in late medieval art” en: Lindquist, Sherry (ed.), The meanings of nudity in medieval Art, New
York, Routledge, 2012,183-206.
Bauhini, De Hermaphoditorum, Cap. XXXIV, “Quis primus fuerit Hermaphroditus and Adamus”.
Bauhini, De Hermaphoditorum, Cap. XXXIV, “Quis primus fuerit Hermaphroditus and Adamus”.
Bauhini, De Hermaphoditorum, Cap.V, “An ostenta, an monstra, a portenta, a proodigia fint? Et quid fit ostentum, monstrum, portentum@prodigium”
Busquet et Beaume, Les hermaphrodites…,65.
364
Melián, Pérez E.M. De Medio Aevo, 10(2) 2021: 355-370
arte desde el punto de vista científico.96 Censurado el
hermafrodita, los escultores medievales hubieron de
materializar dos discursos teológicos en el contexto
de la Caída: uno mayoritario, donde la bisexualidad
era consecuencia del Pecado Original y otro, minoritario, que interpretaba dicho pecado como una ofensa
primigeniamente sexual.97 En el primero, Adán y Eva
se representaban equidistantes al árbol, justo tras la
ingestión de la manzana, con los atributos sexuales,
barba y raramente pene para él, y mamas para ella
(Fig.3a y 3b.). En el segundo, el Pecado Original era
considerado resultado directo de la lujuria femenina, mostrando una mayor benevolencia iconográfica
para el hombre (Fig.3c).98 Ambos prototipos, sin embargo, participaron de una exégesis teológica común,
que conllevó el desmantelamiento de dos excelencias
corporales del andrógino alquímico, el pelo/cabello
y el útero/matraz, tornándolos en iconos de lujuria,
en la implacable cruzada hacia la feminización del
“Mal”.
4.1. La querella pilosidad-cabellera
En la gran mayoría de representaciones alquímicas
del Lapis, encontramos una bicefalia explicitada por
la cabellera/ barba de cada sexo, siendo la cabellera
femenina larga y orgullosa. El atributo femenino encarnado era la Sofía/Sabiduría, partícipe de la naturaleza divina antes de la creación del mundo (Prov.8,
1-31). Esta Sabiduría había asumido las cualidades
de emanación de la gloria de Dios, espejo de su energía y su esposa, en la traducción al griego de la Biblia
Septuaginta.99 De ella la habían tomado los gnósticos, quienes adjudicaron la equivalencia terrenal de
la Pistis Sophia a María de Magdalena “La Sofía– a
quien llaman la estéril– es la madre de los ángeles; la
compañera de Cristo es María Magdalena” (Felipe,
55). En este arquetipo de transformación positiva, la
cabellera femenina alquímica y de la Magdalena simbolizaban esta cualidad.100 En contraste, el vello corporal se omitía, y el pubiano se desechaba o se cubría; de manera ingénita, la “hembra” del mito carecía tanto de vello en partes masculinas, como de otros
atributos varoniles.101
Fig.3. a. Adán y Eva, Vézelay. Imagen: https://www.pinterest.es/pin/110971578298641508/
b. Expulsión del Paraíso, Puerta de lasPlaterías, Catedral de Santiago de Compostela. Imagen: http://apuntes.santanderlasalle.es/arte/
romanico/escultura/platerias_figuras_azabacheria.htm
c. y d. Galería porticada de Rebolledo de la Torre. Imagen: https://www.arteguias.com/romanico_rebolledo.htm
96
97
98
99
100
101
Ferrer Ventosa, Roger, “The Encryption Code: The Symbolic Language of Alchemy Engraving Books”, Actual Problems of Theory and History
of Art (2018) https://www.academia.edu/40231575/The_Encryption_Code_The_Symbolic_Language_of_Alchemy_Engraving_Books [consulta
112/12/2020].
Del Olmo García, Iconografía sexual.
Franco Junior, “Between the fig…”; Salgado Pantoja, José Arturo “Visiones ante el umbral: el discurso iconográfico de la galería porticada de
Rebolledo de la Torre”, De Arte, 15, (2016):33-48.
Melián, Elvira M., “En la barca de Caronte (la menopausia o la gran transformación)”, Feminismo/s 18 (2011): 185-202.
Cadden, Joan, Meanings of Sex Difference in the Middle Ages: Medicine, Science, and Culture (Cambridge: Cambridge University Press, 1993),
182.
Melián, Elvira M. “Figura y carácter. Génesis del arquetipo de la bruja en el Siglo de Oro español”, e-Humanista 45 (2020):111-126.
Melián, Pérez E.M. De Medio Aevo, 10(2) 2021: 355-370
La teoría humoral clásica consideró el vello corporal como resultado de la expulsión de humores y
fluidos potencialmente dañinos, concediendo al varón, “seco y caliente”, mucha mayor capacidad de
desintoxicarse que a la hembra.102 La lectura de la
diferencia sexual en el medievo afectó directamente
al vello corporal, incidiendo en sus posibles peligros
para los humanos. Se relacionó progresivamente con
la bestialidad y, en el caso de la mujer, con la sierpe y
sus acólitos, la bilis negra y el carácter maléfico103.
Una interpretación medieval del Secretos Mullieren
lo ligaba directamente con la lujuria, al afirmar que el
vello de la menstruante, sembrado en suelo fértil y
calentado, producía una serpiente.104 Ya en la Edad
Moderna, Jerónimo Cortés, en su Fisonomía natural
de 1601, afirmaba que “la mujer que tiene muchos
pelos en las quixadas y junto a la barba, es de fuerte
365
naturaleza, y de condición terrible, y es cálida en su
grado, por lo cual es muy luxuriosa y de varonil condición”.105 Siguiendo la fisiognómica de Huarte de
San Juan, se trataba de la “mujer” físicamente representativa del humor melancólico, “fría y húmeda en
primer grado” y, fenotípicamente, “enjuta y seca, avisada y áspera, de voz gruesa y abultada, verdinegra o
morena, con mucho vello y un poco de barba”.106 En
otras palabras, de posmenopáusicas y viejas, coleccionadas en los arquetipos de hechiceras y/o brujas.
Muchas de las mujeres del Quijote fueron representativas de esta condición.107 En su versión barroca esta
androginia tornada en realismo corporal, alejado de
cualquier enigma sagrado, se refleja en la célebre
Mujer barbuda de Ribera. 108 Y, recordemos la vigencia del refrán popular, “toda vieja es una bruja”,
mientras no se demuestre lo contrario.109
Fig. 4. Juicio de Eugenia, 1120. La Magdalena, Vézelay.
Imagen: https://www.flickr.com/photos/55889396@N02/43636993705
Con todo, el dualismo hermenéutico que caracterizó a la Edad Media permitió una lectura antagónica simultánea, donde la “virilización” se contempló
como el camino preparado para la elevación espiritual
femenina. La conversación entre San Pedro y Jesús
resucitado en el evangelio apócrifo de Santo Tomás,
del siglo II d. C., no había dejado dudas. Cuando el
apóstol protestó por la preferencia que Jesús muestra
a María Magdalena, “¡Que se aleje Mariam de nosotros, pues las mujeres no son dignas de la vida!”, Jesús le tranquilizó “Mira, yo me encargaré de hacerla
macho, de manera que también ella se convierta en
102
103
104
105
106
107
108
109
110
111
112
un espíritu viviente, idéntico a vosotros los hombres:
pues toda mujer que se haga varón entrará en el reino
de los cielos” (T 114).110 La Eva barbada iconográfica
nació de esta lectura.111
En el mismo sentido, los Flos sanctorum están
llenos de eremitas y penitentes que adquirieron “fenotipo” y atuendo masculino, antes de retirarse al desierto.112 El caso más conocido en nuestras fronteras
fue el de Catalina de Cardona, viuda de noble familia,
que abandonó el palacio y sus lujos en pro de una vida
anacoreta a los 43 años. Tras permanecer durante ocho
en absoluta soledad, se le construyó un monasterio de
Penny Howell, “Pubics and privates”.
Melián, Elvira M. “De la bilis negra a la escolástica: la Celestina como arquetipo de la melancolía maléfica en el Siglo de Oro”, Asclepio,70, vol.1
(2018), http://asclepio.revistas.csic.es/index.php/asclepio/article/view/765/1221
Penny Howell, Pubics and privates…”, 185.
Velasco, Sherry, “Marimachos, hombrunas y barbudas: The masculine women”, Cervantes: Bulletin of the Cervantes Society of America, 20, nº. 1
(2000): 69-78.
Huarte de San Juan, Examen de los Ingenios…, 496.
Aldonza Lorenzo, o Maritornes son ejemplos de este arquetipo.
Revilla, Federico, “Lo pictórico y lo extrapictórico en “La Mujer Barbuda” de Ribera”, Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología 54
(1988): 451-454.
Melián, 2020, “Figura y carácter”
Evangelios Apócrifos (Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos,2006), 705.
Franco Junior, Hilario, A Eva barbada. Ensayos de mitología medieval (Sao Paulo: Edusp,1996).
Rodríguez de la Flor, Fernando, “Eremitismo y marginalidad en la cultura española del siglo de Oro”, Vía Spiritus 7 (2020): 31-65. Al renunciar al
siglo las santas penitentes abandonaban su cuerpo y este se cubría de pelo, haciéndolas semejantes a los salvajes. Este fenómeno fue estudiado por
Réau, Louis, Iconografía del arte cristiano (Barcelona: Serbal, 2002).
366
Melián, Pérez E.M. De Medio Aevo, 10(2) 2021: 355-370
frailes descalzos varones del Carmelo en la cercanía
de su celda/cueva, al que permaneció ligada hasta su
muerte en 1577. El carmelita Ángel de San Gabriel, en
un panegírico a favor de su canonización, señalaba que
“como a la madre Teresa Dios le dio toda la perfección
a la que pueden imitar y llegar las mujeres, así a la
madre Cardona le dio todo el valor y rigor de espíritu
de Elías, a que tendrán bien qué hacer en llegar los más
arriscados hombres”. Sus fuentes aseguran que algunos la tomaban por eunuco y que siempre tuvo “ánimo
y pecho de varón”, y en las descripciones de carmelitas es reincidente la idea de que “aborrecía mucho el
parecer mujer” y prefería ser etiquetada de “varonil,
varoníssima o seguidora de Elías”.113
En este tipo de hagiografía medieval encontramos
la fusión entre teorías galénicas, imaginación y teología, de la que ya hemos hablado. Merced a la barba
nacida de la fuerza de su oración, Santa Librada,114
un ejemplo, pudo salvarse de su matrimonio. Y la famosa tonsura de Santa Cecilia Eugenia en la triada
de Vézelay –llamada intencionadamente Eugenius en
los documentos–, se utilizó para resaltar su carácter
viril e incrementar su jerarquía (Fig.4). 115
Sobre la actualidad de esta construcción, baste
recordar que la terapia hormonal sustitutiva con andrógenos, hoy relegada por sus efectos secundarios,
fue considerada a lo largo del siglo XX como óptima
para toda climatérica que no tuviera contraindicaciones específicas.116
4.2. Las pasiones del alma: el útero-matraz
En todas las mitologías el útero ha tenido una simbología dual: nodriza universal y madre captadora y celosa.117 En virtud de su origen tectónico, tanto las diosas
de la fertilidad clásicas como muchas vírgenes medievales fueron originariamente negras.118 Este color se relacionaba con la materia primordial, desde la “nigredo”
hermética a los simbolismos orientales, la virginidad
primordial y el retorno al caos indiferenciado.119 Para
Jung, Eva/la negra Sulamita del Cantar de los Cantares, y la tierra, eran contenidas en una única figura que,
por una parte contenía al primer Adán como madre a
113
114
115
116
117
118
119
120
121
122
123
124
125
126
127
su hijo y, por otra, esperaba como su amado esposo al
segundo Adán, el hombre perfecto primigenio.120 Solo
posteriormente, la negritud pasó a ser interpretada
como emanación del Pecado Original,121
pues Noé tendrá que lavarme con mucho esfuerzo
y trabajo en el mar más profundo para que desaparezca
mi negrura; debo yacer aquí en el desierto entre muchas
serpientes, y no hay nadie que se compadezca de mí; tengo que estar pegada a esta cruz negra y ser blanqueada
mediante la miseria con vinagre (...) Yo ahora soy negra
como Cedar; (...) ¡Oh, la serpiente tentó a Eva, y que yo
tenga que dar testimonio de ello con el color negro que
se me ha adherido es consecuencia de la maldición (...).122
En ese momento, la identificación cristiana útero-pecado convirtió el matraz hermético del Adán
alquímico en continente de los malignos atributos femeninos, y fue más allá asociándolo con las féminas
presas de la bilis negra. Histeria, inestabilidad, deshonestidad, engaño o lujuria se contaron entre ellos.
Ya El Fisiólogo prevenía sobre el carácter inestable
de la hembra.123 Dicha naturaleza, sugestionable,
voluble, y desequilibrada, se acentuaba en las melancólicas, con una hegemonía absoluta de la “imaginativa”, cavidad cerebral anterior caliente y seca
como la bilis negra donde se moldeaban las imagines,
según los escolásticos.124 Practicando la unificación
medieval entre fisonomía y carácter, Hildegarda Bon
Bingen las describía como mujeres de corporalidad
“repugnante y lastimoso de común infértil, complexión mediana, piel amarillenta, carácter inmaduro,
irritable y difícil trato con los hombres”.125 Cerrando
el círculo, el médico Alonso de la Cruz (1569) les
atribuía “cuerpos hirsutos, magros, negros, llenos de
pelo y venas dilatadas con corazón más cálido de lo
necesario y su cerebro húmedo, de tal modo que este
reciba fácilmente lo que aquel envía”.126 En estos seres acídicos y terrenales, la bilis negra, formada en
el hígado, salía a través de los ojos, invocando las
dañinas cualidades del basilisco.127
El basilisco alquímico había sido adoptado como
denominación alternativa del Lapis, identificando su
Cortijo Ocaña, Antonio, “Vida de la madre Catalina de Cardona por fray Juan de la miseria. Un texto hagiográfico desconocido del siglo XVI
(Bancroft Library, UCB, Fernán Núñez Collection, vol. 143) Dicenda: Cuadernos de Filosofía Hispánica, 2 (2003): 21-34.
Cuyas reliquias se veneran en el crucero de la Catedral de Sigüenza.
Ambrose, “Male nude and embodiment…”, 76.
Melián, 2011, “En la barca de Caronte”
Chevallier, Jean, Diccionario de los símbolos Barcelona: Herder, 1986),1071; Newman, Erich, La Gran madre (Madrid: Trotta, 2009)
Durand, Las estructuras antropológicas…. Cap. 2, “Los símbolos nictomorfos”, 94-115.
Chevallier, Diccionario…, 747.
Jung, Mysterium Coniunctionis…, 398.
Cirlot, Diccionario de símbolos…, 401; Klibansky, Raymond; Pnofsky, Erwin; Saxl, Fritz. Saturno y la melancolía. Madrid: Alianza Editorial,
2004.
En su Mysterium Coniunctionis, p.397, Jung divulga la voz de la personificación femenina de la materia prima, sobre un texto de Abraham Eleazar,
donde Abraham el judío rebelaba en el siglo XIV el arte del Oro a Nicolás Flammem (1330-1417).
El Fisiólogo…,109. “Todo hombre en cuyo corazón hay doblez se asemeja a la hiena: a la señal del congregante tiene algo en común con los varones, el ánimo; pero tan pronto como se disuelve la reunión, adquiere naturaleza mujeril”.
Roob, Alexander, Alquimia y mística (Madrid: Taschencolonia, 2011), 458. Las otras dos eran la central o de la razón, donde se encontraban la
lingüística, gramática y retórica, y la posterior o de la memoria, depósito del que la central extraía sus materiales para funcionar.
Andrés, Ramón, “De la melancolía y la mors voluntaria”, Humanitas, Humanidades médicas 4 (2003): 329-336.
De la Cruz, Alonso, Sobre la melancolía. Diagnóstico y curación de los afectos melancólicos (Pamplona: Eunsa, 2005), 46.
Aragonés Estella, Esperanza, “El mal imaginado por el gótico”, Príncipe de Viana, 63, 225 (2002):7-82.
Melián, Pérez E.M. De Medio Aevo, 10(2) 2021: 355-370
capacidad para petrificar con la mirada con el carácter de fuego alquímico devastador que preludiaba la
transmutación de los metales.128 Como acaeció con
el pelo, su punición por la ortodoxia religiosa tras la
condena sexual ilustra las mudanzas soterradas bajo
transformaciones de arquetipos simbólicos. La teología medieval, deudora del “Pisarás sobre el áspid y el
basilisco y hollarás al leoncillo y al dragón” (Salmo
90,13), optó por acogerse a las acepciones negativas
de este animal, híbrido venenoso de gallo y sapo. Debemos buscar su inspiración en los bestiarios medievales, que lo habían convertido en rey de las sierpes
por la cresta que corona su cabeza. En su bestiario de
1206, Pierre de Beauvais enlazaba el basilisco al Pecado Original, afirmando que representaba al mismo
Satanás que engañó a Adán y Eva, “así fueron envenenados, ellos y todos los descendientes de Adán durante cuatro mil años, que murieron todos y cayeron
a la cisterna, con el basilisco, es decir, al infierno, con
el demonio”.129 En el trayecto asistimos a la transmutación en mal de ojo escolástico desde su concepción
de Lapis alquímico,130 y a su vinculación con caracteres físicos anormales de los ojos, representados en
algunas imágenes románicas de la lujuria.131
Finalmente, como en el caso de la “virilización”
del apartado anterior, es fascinante reflexionar sobre
la notable supervivencia del discurso de “inestabilidad emocional y capacidad dañina ligada al climaterio” en el subconsciente colectivo coetáneo.132
5. Consideraciones finales
Fig.5. Un andrógino, Crónicas de Nuremberg, Hartmann Schedel
(1440-1514), 1493. https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Nuremberg_chronicles_-_Strange_People_-_Androgyn_(XIIr).jpg
128
129
130
131
132
133
134
135
367
La naciente antropología médica, entendida como
“arco de puente entre dos órdenes de realidades
aparentemente muy lejanas entre sí: el proceso bioquímico y el hecho psicológico y social de la convivencia humana”,133 ofrece un apasionante campo de
estudio sobre las entidades nosológicas y su “encarnación material”, producto de la secular urdimbre
entre empirismo y creencias en cada sociedad. En
este trabajo he pretendido alumbrar, de forma necesariamente somera, la impronta de la teología medieval en el ensamble iconográfico entre el embrionario andrógino mítico, el hermafrodita biológico y,
simultáneamente, el sexo femenino como alegoría
del Pecado Original.
Un significativo capítulo del imaginario e iconología cristiana medieval se construyó a partir de la
imagen corporal alumbrada por la Escolástica. Desde
la androginia ancestral, la vigorización de la doctrina
y su condena del cuerpo, el erotismo, el desnudo y
el deseo, llevaron a la censura de la representación,
tanto del hermafrodita anatómico-fisiológico como
del homosexual. Buena conocedora de la influencia
de las imágenes sobre la conciencia de los hombres,
la Iglesia las manipuló sabiamente. Sin embargo, en
palabras de Gilbert Durán, existe una mentalidad
mística en todo espíritu humano, sobre la cual “el
contexto sociológico colabora con el modelo de los
arquetipos en símbolos y constituye su desviación
pedagógica”.134 Los elementos mágico-paganos del
andrógino, paradigma primigenio y universal, sobrevivieron –transformados y combinados con la fe y
el galenismo–, en la imagen y el ideario medieval y
moderno (Fig.5).
Siglos después de la supresión de la bisexualidad
anatómica de la escultura religiosa, los atributos íntimos de ambos sexos fueron mutilados, en aras de la
sublimación de la moral incorpórea que impregnó la
Reforma y la Contrarreforma. Paradójicamente, y en
un insólito “uroboros alquímico”, la androginia –entendida como melancolía de un tiempo de biunidad
divina–, mudó desde su representación hermafrodita
a su forma asexuada, dominante en las cosmologías
primigenias.135 En sus artificiales controversias, la
Iglesia vigorizó la herencia mítica que tanto se había
esforzado por soterrar.
Bueno, Gustavo, “Ontogenia y filogenia del basilisco”, El Basilisco Revista de filosofía, ciencias humanas, teoría de la ciencia y de la cultura, 1,
Proyecto Filosofía en español (2004), http://www.filosofia.org/rev/bas/bas10107. Htm [consulta18/01/2021].; Chevallier, Diccionario…, 180. Otras
fueron la salamandra que resiste al fuego, y el camaleón por sus diferentes colores.
Aragonés Estella, “El mal imaginado…”, 43.
Salmón, Fernando y Cabré. Montserrat, “El mal de ojo en la escolástica médica” en: Montserrat Cabré i Pairet and Fernando Salmón Muñoz eds.,
Sexo y género en Medicina: una introducción a los estudios de mujeres y de género en ciencias de la salud. Santander, Universidad de Cantabria,
2013, 85-120.
Melián, 2018, “De la bilis negra”; Melián, 2020, “Figura y carácter”.
Melián, 2011, “En la barca de Caronte”
Rof Carballo, Juan, Hacia una Nueva Endocrinología, discurso de Ingreso en la Real Academia de Medicina (Madrid: Instituto de España, 1969),
77.
Durand, Las estructuras antropológicas…,397.
Ries, Julien, El símbolo sagrado (Barcelona: Kairós, 2013)
368
Melián, Pérez E.M. De Medio Aevo, 10(2) 2021: 355-370
6. Referencias
6.1. Fuentes primarias
Aurora consurgens, Bercelona: Indigo, 1997.
El Fisiólogo, Bestiario Medieval. Madrid: Eneida, 2002.
Evangelios Apócrifos. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 2006.
Partidas, Parte. VI, Tít. 1, Ley (10).
Polo, Marco, Libro de las maravillas del mundo, Peuple des Hermaphrodites, Biblioteca Nacional de Francia, 2810, fol.
195V.
San Isidoro. Etimologías, XI, 3,10. Madrid: BAC, tomo II, 1982.
Torres, Fray Agustín de [s.a], Cartas. Biblioteca Nacional de España (BNE), ms. 2.058.
6.2. Bibliografía
Aguilar, Asdrúbal Antonio, “Pseudo–hermafroditismo femenino (caso portugués do século XVII), Archivo de Medicina
Legal, 2, vol.4, 1928: 432–436.
Aho, James and Aho, Kevin Body Matters, a phenomenology of sickness, dissease and illness. United Kingdom: Lexington Books, 2008.
Alcalá Galán, Mercedes, “El andrógino de Francisco de Lugo y Dávila: discurso científico y ambigüedad erótica”, e–Humanista 15, vol.10 (2010):107-135.
Ambrose, Kirk. “Male nude and embodiment spirituality in Romanesque sculpture” en: Lindquist, Sherry (eds.) The meanings of nudity in medieval Art. New York, Routledge, 2012, 65-84.
Andrés, Ramón, “De la melancolía y la mors voluntaria”, Humanitas, Humanidades médicas 4 (2003): 329336.
Aragonés Estella, Esperanza, “El mal imaginado por el gótico”, Príncipe de Viana, 63, 225 (2002):7-82.
Bauhini, Casparus, The hermaphroditorum. Francofurti: Typis Hieronymi Galleraaere, Theodori de Bry, 1614.
Bedano, Micaela Violeta, “El símbolo del andrógino en la alquimia renacentista”, Revista Borradores, VIII-IX (2008):
1-15.
Belting, Hans, Imagen y Culto. Una historia de la imagen anterior a la edad del arte. Madrid: Akal, 2009.
Bonaparte, Marie. La sexualidad de la mujer. Barcelona: Península, 1972.
Bueno, Gustavo, “Ontogenia y filogenia del basilisco”, El Basilisco Revista de filosofía, ciencias humanas, teoría de la
ciencia y de la cultura, 1, Proyecto Filosofía en español (2004), http://www.filosofia.org/rev/bas/bas10107. Htm
Busquet, Gérald et Beaume, Cariss. Les hermaphrodites. Paris: Jean Claude Simoen, 1978.
Cadden, Joan, Meanings of Sex Difference in the Middle Ages: Medicine, Science, and Culture. Cambridge: Cambridge
University Press, 1993.
Chevalier, Jean, Diccionario de los símbolos. Barcelona: Herder, 1986.
Chinchilla Sánchez, Kattia, “La tradición mítica del hermafrodito o andrógino en la antigüedad y la Edad Media”, Filosofía y lingüística, XXI (1) (1995):17-33.
Cirlot, Juan Eduardo, Diccionario de símbolos. Madrid: Siruela, 2003.
Clark, Kenneth, El desnudo. Madrid: Alianza Editorial, 2006.
Cortijo Ocaña, Antonio, “Vida de la madre Catalina de Cardona por fray Juan de la miseria. Un texto hagiográfico desconocido del siglo XVI (Bancroft Library, UCB, Fernán Núñez Collection, vol. 143) Dicenda: Cuadernos de Filosofía
Hispánica, 2 (2003): 21-34.
Christof Rolker, Konstaz, “The two laws and the three sexes: ambiguous roles in Canon law and Roman law (12th to 16th
centuries”. Zeitschrift der Savidny-Stiftung für Rechtsgeschite: Kanonistische Abteilung 100 (2014):178-222.
Daston, Lorraine and Park Katherine, “The hermaphrodite and the orders of nature. Sexual ambiguity in Early Modern
France” GLQ. Journal of Lesbian and Gay Studies 1, vol.4 (1995):419-438.
De la Cruz, Alonso. Sobre la melancolía. Diagnóstico y curación de los afectos melancólicos. Pamplona: Eunsa, 2005.
Del Olmo García, Ángel, Iconografía sexual en el románico. Palencia: Zamart, 2015.
DeVun, Leach, “The Jesus Hermaphrodite: Science and Sex difference in Premodern Europe”. Journal of the History of
Ideas, 69, vol.2 (2008): 193-218.
DeVun, Leach, “Heavenly hermaphrodites: sexual difference at the beginning and end of time”, Postmedieval: a journal
of medieval cultural studies, 9 (2018):132–146.
Durand, Gilbert, Las estructuras antropológicas del imaginario. Méjico: Fondo de Cultura Económica, 2005.
Eliade, Mircea, Mefistófeles y el andrógino. Madrid: Guadarrama,1962.
Eliade, Mircea, Lo sagrado y lo profano. Madrid: Guadarrama, 1967.
Fernández González, Etelvina, “Sobre la serpiente: aproximación a un tema iconográfico universal”, Ástura 4 (1985):
43-53.
Melián, Pérez E.M. De Medio Aevo, 10(2) 2021: 355-370
369
Ferrer Ventosa, Roger, “The Encryption Code: The Symbolic Language of Alchemy Engraving Books”, Actual Problems
of Theory and History of Art (2018) https://www.academia.edu/40231575/The_Encryption_Code_The_Symbolic_
Language_of_Alchemy_Engraving_Books
Fortanet, Joaquín, “Anatomía de la monstruosidad: la figura del monstruo como objeto de la mirada médico-anatómica
moderna”, Asclepio, 67, vol1 (2015), http://asclepio.revistas.csic.es/index.php/asclepio/article/view/642/857
Franco Junior, Hilario, A Eva barbada. Ensayos de mitología medieval. Sao Paulo: Edusp,1996.
Franco Junior, Hilario, “Between the fig and the apple. Forbidden fruit in Romanesque iconography”, Revue de l’histoire
des religions, 223, vol.1 (2006), https://www.cairn-int.info/journal-revue-de-l-histoire-des-religions-2006-1-page-2.
htm
Frazer, Jonathan, La Rama Dorada. Magia y Religión. México: Fondo de Cultura Económica, 1951.
Gila Manuel y Alberich Laura, “El dragón en el románico, apuntes para un símbolo”. La guía del arte románico, 2008,
http://www.romanicoaragones.com/Colaboraciones/Colaboraciones04303Dragon.htm
Gilbert, Ruth, Early Modern Hermaphrodites. Sex and other Stories. Nueva York, Palgrave, 2002.
Gómez, Agustín, “La función de la imagen en el templo románico” en: Poder y seducción. En: Poder y seducción de la
imagen románica, Aguilar de Campoo, Fundación Santa María la Real, 2005,11-35.
González Zymla, Herbert, “La simbología de la serpiente en las religiones antiguas: en torno a las posibles causas biológicas que explican su sacralidad e importancia”, Akros: Revista de Patrimonio 3 (2004):67-82.
Huarte de San Juan, Juan, Examen de los Ingenios. Madrid: Biblioteca de Autores Españoles, XLV, 1953.
Jacquart, Danielle y Thomasset, Claude. Sexualidad y saber médico en la Edad Media. Barcelona: Labor Universitaria,1989.
Jiménez de Ansúa, Luis, Libertad de amar y derecho a morir. Madrid: Historia Nueva, 1928.
Jouan Días Ángelo de Souza, Carla, “Muerte y representación en la Edad Media: consideraciones sobre la imagen, la
iconografía de la muerte y la influencia de la Peste Negra en el surgimiento de los temas macabros”, De Medio Aevo,
12, (1) (2018): 239-258.
Jung, Carl Gustav, Mysterium Coniunctionis. Madrid: Trotta, 2016.
Jung, Carl Gustav, Psicología y alquimia. Polonia: Amazon Fulfillment, 2020.
Kappler Claude, Monstruos, demonios y maravillas a finales de la Edad Media. Madrid: Akal, 1986.
Kim, Kun Suk; Kim, Jongwoon, “Disorders of sex development”, Korean J Urol 53, vol.1 (2012): 1-8.
Klibansky, Raymond; Pnofsky, Erwin; Saxl, Fritz. Saturno y la melancolía. Madrid: Alianza Editorial, 2004.
Le Goff, Jacques y Truong, Nicolás, Una historia del cuerpo en la Edad Media. Barcelona: Paidós, 2014.
Libis, Jean, El mito del andrógino. Madrid: Siruela, 2001.
López–Ríos Fernández, Fernando. Arte y medicina en las misericordias de los Coros españoles. Salamanca: Junta de
Castilla y León, 1991.
Martínez Hernández, Ángel, Antropología médica. Teorías sobre la cultura, el poder y la enfermedad. Madrid: Anthropos, 2011.
Martínez Navarro, María del Rosario, “El hermafrodito: a propósito de la monstruosidad en la obra de Cristóbal de Castillejo” Dicenda, Cuadernos de Filología Hispánica 33 (2015):187-202.
Marañón, Gregorio. Los estados intersexuales en la especie humana. Madrid: Javier Morata,1924.
Meeks, Wayne A., “The image of the androgyne: some uses of a symbol in earliest Christianity” History of Religions, 13,
vol.3 (1974): 165-208.
Melián, Elvira M., “En la barca de Caronte (la menopausia o la gran transformación)”, Feminismo/s, 18 (2011): 185-202.
Melián, Elvira M., “De la bilis negra a la escolástica: la Celestina como arquetipo de la melancolía maléfica en el Siglo de
Oro”, Asclepio, 70, 1 (2018), http://asclepio.revistas.csic.es/index.php/asclepio/article/view/765/1221
Melián, Elvira M. “Figura y carácter. Génesis del arquetipo de la bruja en el Siglo de Oro español”, e-Humanista 45
(2020): 111-126.
Menéndez Gutiérrez, M.ª Ángeles, “Un mito en piedra: la sexualidad en el contexto religioso de la Iglesia”, Espacio,
Tiempo y Forma, Serie VII, Historia del Arte, 11 (1998): 43-66.
Murray, Jacqueline, “One flesh, two sexes, three genders? “ en: Bitel, Lisa M. and Lifshitz, Felice (eds.) Gender and
Christianity in medieval Europe. New perspectives, Philadelphia: University of Pennsylvania Press, 2008,34-51.
Murray, Jacqueline, “Gendered souls in sexed bodies: the male construction of female sexuality in some medieval confessor´s manual” en: Biller, P. and Minnis A.J (eds.) Handling Sin: Confession in the Middle Ages. York Studies in
Medieval Theology: York Medieval Press, 2008, 79–93.
Nederman, Cary and True, Jacqui, “The third sex: the idea of hermaphrodite in twelve century Europe”, Journal of History of Sexuality 6, vol.4 (1996): 497-517.
Newman, Erich. La Gran madre. Madrid: Trotta, 2009.
Nieremberg, Juan Eusebio, Cvriosa filosofía y tesoro de maravillas de la naturaleza, examinadas en varias cuestiones
naturales. Madrid, Imprenta del Reino, 1630, ff 64v-65r.
Nuño González, Juan, “Hacia una visión de la iconografía sexual” en: Poder y seducción de la imagen románica, Aguilar
de Campoo, Fundación Santa María la Real, 2005, 191-224.
370
Melián, Pérez E.M. De Medio Aevo, 10(2) 2021: 355-370
Penny Howell, Jolly, “Pubics and privates: body hair in late medieval art” en: Lindquist, Sherry (ed.), The meanings of
nudity in medieval Art, New York, Routledge, 2012, 183-206.
Pérez Valino, Amalia, “La duplicidad del desnudo femenino: entre el vestido divino y la piel del pecado”, Románico, 30
(2020): 70-78.
Priesner, Claus, Alquimia, Enciclopedia de una ciencia hermética. Barcelona: Herder, 2001.
Réau, Louis, Iconografía del arte cristiano. Barcelona: Serbal, 2002.
Revilla, Federico, “Lo pictórico y lo extrapictórico en “La Mujer Barbuda” de Ribera”, Boletín del Seminario de Estudios
de Arte y Arqueología 54 (1988): 451-454.
Ries, Julien, El símbolo sagrado. Barcelona: Kairós, 2013.
Roob, Alexander, Alquimia y mística. Madrid: Taschencolonia, 2011.
Rof Carballo, Juan, Hacia una Nueva Endocrinología, discurso de Ingreso en la Real Academia de Medicina. Madrid:
Instituto de España, 1969.
Rodríguez de la Flor, Fernando, “Eremitismo y marginalidad en la cultura española del siglo de Oro”, Vía Spiritus 7
(2020): 31-65.
Rubio Tovar, Joaquín, “Monstruos y seres fantásticos en la literatura y el pensamiento medieval” en: Poder y seducción
de la imagen románica, Aguilar de Campoo, Fundación Santa María la Real, 2005, 119-156.
Ruiz de la Peña González, Isabel, “Modelos iconográficos del Pecado Original en el Románico del noroeste peninsular”
en: Modelos, intercambios y recepción artística (de las rutas marítimas a la navegación enred), XV Congreso Nacional de Historia del Arte, Palma de Mallorca, 20–23 de octubre de 2004, vol.1, 159-173.
Salamanca Ballesteros, Alberto, Ostentos, portentos y hermafroditas. Granada: Universidad de Granada, 2007.
Salgado Pantoja, José Arturo “Visiones ante el umbral: el discurso iconográfico de la galería porticada de Rebolledo de
la Torre”, De Arte, 15, (2016):33-48.
Salmón, Fernando y Cabré, Montserrat, “El mal de ojo en la escolástica médica” en: Montserrat Cabré i Pairet and Fernando Salmón Muñoz eds., Sexo y género en Medicina: una introducción a los estudios de mujeres y de género en
ciencias de la salud. Santander, Universidad de Cantabria, 2013, 85-120.
Thorndike, Lynn, A history of magic and experimental science during the first thirteen centuries of our era. New York:
Columbia University Press, 1923.
Torquemada, Antonio, “Jardín de Flores Curiosas”, Lemir, 16 (2012): 605-834.
Vázquez, Francisco y Moreno Mengíbar, Andrés, “Un solo sexo. Invención de la monosexualidad y expulsión del hermafroditismo (España, siglos XV-XIX)”, Daimon, Revista Internacional de Filosofía, 11 (1995): 95-112.
Vázquez García, Francisco, “¿Por qué en la Edad Moderna no podía haber transexuales? Cuatro casos de transmutación
sexual en España (siglos XVI-XX)”. Ibi Sunt. Revista de Historia 26 (2011): 49-58.
Vázquez, Francisco y Cleminson, Richard, “El destierro del maravilloso: Hermafroditas y mutantes sexuales en la España
de la Ilustración, Asclepio, 63, vol.1 (2011), http://asclepio.revistas.csic.es/index.php/asclepio/issue/view/44 [consulta
06/01/2021].
Velasco, Sherry, “Marimachos, hombrunas y barbudas: The masculine women”, Cervantes: Bulletin of the Cervantes
Society of America, 20, nº. 1 (2000): 69-78.
Wittkower, Rudolf. La alegoría y la migración de los símbolos. Madrid: Biblioteca de Ensayo, Siruela, 1977.
Zamora Calvo, María Jesús, “El cuerpo y su identidad en la mentalidad áurea”, Edad de Oro XXXVIII (2019): 97-117.