HISTORIA E INVESTIGACIÓN
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ABADES de la COLEGIATA
de AMPUDIA
Apuntes biográficos
José Ignacio Izquierdo Misiego
Los Estatutos de la Colegiata, ordenados
por el Duque de Lerma y aprobados por el
Nuncio Papal en 1609 (Archivo Parroquial
de Ampudia, APA, Carpeta de documentos de
la traslación), detallan en su título cuarto, que
trata del numero de Preuendados y precedencia de
cada uno y de las calidades que an de tener y de sus
obligaciones, algunos requisitos competentes a la
dignidad y cualidades del Abad:
Conforme a la Bulla de la traslacion de la
dha Iglessia collegial y las que despues se an
concedido por su santidad, a de hauer en ella
como esta dho una Abbadia quatro dignidades
doce canonigos ocho racioneros y ocho
capellanes y el dho Abbad a de ser graduado
de licenciado o Doctor en Canones o maestro
en theologia el qual quiero que como caueça
de la dha Iglessia tenga el primer lugar en
todas las cossas y partes donde concurriere el
Cauildo y silla en medio de los dos choros que
haran los demas capitulares y que presida
en el choro y cauildo y en su ausencia presida
el Prior y en falta suya el thesorero y despues
del el chantre y despues el maestrescuela y
despues el de mano en mano el mas antiguo
segun la orden que auajo ira declarada y no a
de presidir ningun Preuendado quando fuere
capero o no estuuiere en el choro mientras
se dicen los officios diuinos o en el cauildo
quando le huuiere.
En el título segundo de los mismos
Estatutos, referido al Patronazgo desta Igla. y de
las preminencias y prerrogatiuas que a de tener el
Patrón, se establece de forma inequívoca que el
derecho a proponer personas para ocupar todas
las Prebendas de la Colegiata, y, como más
excelente y primera en jerarquía, la de Abad, es
exclusivo de la casa de Lerma, del Duque y sus
sucesores en su mayorazgo, que ejercerán este
derecho de “presentación” para que luego el
Papa (en el caso del primer Abad) o su Nuncio
en España los ratifiquen. Los problemas que
sobrevinieron tras la caída en desgracia del
Duque en 1618 y las disputas por heredar
sus títulos y feudos, que se prolongan hasta el
siglo XVIII, tuvieron como consecuencia la
falta de nombramientos en algunas épocas y
la prolongación anómala de períodos de “sede
vacante” en la historia de la Colegiata.
No contienen los citados Estatutos detalles
sobre el ceremonial de investidura de un nuevo
Abad, pero conocemos el ritual, que se mantuvo
prácticamente invariable a lo largo de los años,
gracias a los Libros de Acuerdos del Cabildo
(Archivo Parroquial de Ampudia, APA)1.
Los primeros trámites de nombramiento de
un nuevo Abad consistían en la presentación
en sesión ordinaria del Cabildo capitular de la
documentación acreditativa del nombramiento,
a saber, Bulas pontificias y orden del patrono de
la Colegiata con el nombramiento del candidato.
Estos papeles en la mayoría de los casos eran
presentados al Cabildo por un apoderado del
nuevo Abad, no por el interesado en persona.
En algún caso se notificaba el nombramiento
mediante carta del interesado que se leía
igualmente al Cabildo.
El día de la toma de posesión personal
del Abad, el Cabildo “en hábito de coro” (con
las vestiduras de asistir a los oficios de coro,
1 Ver, especialmente, APA, Libro de Acuerdos Capitulares, nº232 –1667 a 1685-, fol 14 y ss; en la toma de posesión del 7º Abad
de la Colegiata, Manuel de la Torre García, ampudiano de nacimiento. Fecha 9 de febrero de 1668.
normalmente un sobrepelliz, prenda parecida
al roquete pero de manga larga y abierta, que
se pone sobre la sotana, y capa, “conforme a lo
que en aquel tiempo se trajere o usare” según
dicen los Estatutos de la Colegiata ) se dirige a
la casa donde esté el candidato; allí le revisten
de roquete y mangas, le ponen el pectoral y la
capa de chamelote de seda carmesí (capa de
lana de camello revestida o forrada de seda)
y le acompañan hasta la iglesia; a la entrada
del templo se ponía un altar con cruz y dos
candeleros de plata con velas, y encima a un lado
el libro de los Santos Evangelios y al otro el de
los Estatutos de la Colegiata. Ante este altar el
Tesorero de la Colegiata, o el que hubiera hecho
función de presidente del Cabildo en el período
de “sede vacante” previo, pide al candidato que
jure los Estatutos.
Hecho el juramento entran todos en la
iglesia. En el coro el candidato se sienta en la
silla abacial y recibe un breviario; después el
Tesorero deposita en sus manos un doblón de
a cuatro en señal de que se le compensará con
todos los frutos y rentas de la Iglesia y Abadía
que le correspondan. Luego se le reviste con
amito, alba, cíngulo, estola y capa pluvial y se le
pone la mitra.
De la sacristía salen entonces cinco caperos
(clérigos con capa pluvial) con candeleros que
portan el báculo pastoral y la paletilla (un
candelero con asa o palmatoria). El Tesorero
ofrece al candidato la cruz para que la bese y le
rocía con agua bendita. Se canta el Te Deum y,
tomado el báculo, el Abad es acompañado hasta
la Capilla Mayor. Antes de acceder al presbiterio
el nuevo Abad se postra a orar en una almohada
de tercio de color carmesí con repostero situada
en la escalera de dicho presbiterio hasta que
termina el canto del Te Deum. Luego se entona
una antífona, la oración Deus Fidelis y se accede
al presbiterio donde el Abad se sienta en su silla.
Al terminar las oraciones el Cabildo y miembros
del Concejo besaban el anillo, y el Abad solía
impartir la bendición al pueblo (v. Peña, 2003,
pp. 318-19).
Relación cronológica de los Abades de la
Colegiata de Ampudia
1º Cristóbal de Lobera y Torres (16071609)
2º Diego del Castillo (1611-1616)
3º Juan de Salcedo (1616-1619)
4º Juan Fernando Jiménez Simancas (16191622)
5º Antonio Castañeda (1622-1647)
6º Juan de Escalada (1649-1667)
7º Manuel de la Torre García (1668-1677)
8º Alonso de Arribas (1678-1679)
9º Juan Manrique (1679-1684)
10º Juan Castaño (1684-1701)
11º Pedro Fletos (1701-1707)
Bernardo Giménez Cascante (?)2
12º Antonio Grande Barrientos (17181749)
13º Francisco Sánchez de Cos (1750-1773)
14º Pedro Agustín Ruiz (1773-1781)
15º Francisco Galante y Saavedra (17811786)
Antonio José Cavanilles (1787), renunció al
nombramiento
16º Juan Antonio Sanz del Moral (17881805)
17º Narciso Villafruela (1805-1819)
18º Bernardo Sainz de Baranda (18201824)
19º y último Juan García Cabañas (18251837)
De 1837 a 1847 ejerce como “Gobernador
eclesiástico de la Abadía” el canónigo Juan
Casimiro Castrillo, y como presidente del
2 En el período 1707-1718 la Colegiata estuvo sin Abad (en “sede vacante”), entre otras razones por los pleitos existentes entre
distintas familias nobles para heredar los señoríos y títulos del ducado de Lerma. Es posible que en este lapso fuera nombrado como abad Don Bernardo Giménez Cascante, que en algunas fuentes aparece como Abad de Ampudia, aunque no hay
constancia alguna en las actas capitulares. Fue colegial del Colegio Mayor de San Ildefonso de Alcalá, Abad de la Colegiata de
Santander, obispo de Barcelona (1725-1730) y propuesto para Arzobispo de Tarragona (renunció al cargo) y se le caracteriza
como acérrimo defensor de la inmunidad eclesiástica, por lo que mereció a la silla apostólica los más distinguidos elogios (Ruiz
de Vergara 1766-1770, pp. 167 y 173).
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Cabildo firma las actas el Tesorero Juan
Machuca, cuya presidencia fue contestada
por algunos miembros y alterna a veces con el
Chantre Francisco García de Tovar hasta 1856.
En 9 de abril de 1847 fallece Juan Casimiro
Castrillo3. En sede vacante se nombra nuevo
Gobernador eclesiástico el 16 de abril de 1847
al canónigo Policarpo Martínez y Gutiérrez, que
venía ejerciendo de Secretario desde septiembre
de 1846, ocuparía el cargo hasta 1856. Pero
hubo reclamaciones sobre este nombramiento y
en reunión del Cabildo a 1 de agosto de 1856
se leyó una carta de la Reina de España de 10
de julio reconociendo como válida la anterior
elección de Juan Machuca como presidente del
Cabildo en 1837, en consecuencia Policarpo
Martínez cesó y se reorganizaron los cargos en
sede vacante4.
No hubo más nombramientos de Abad por
parte del patrono (el Duque del Infantado en
estos años, que muere en diciembre de 1841 y
se hicieron solemnes exequias en la Colegiata
en su memoria). Desde 1842 se aprecia en las
actas de las reuniones del Cabildo un cierto
malestar, faltas a los oficios, enfrentamientos
de los prebendados y situación crítica de las
arcas capitulares. Las reclamaciones de la renta
anual de 1.000 ducados, comprometida por el
Duque de Lerma en la fundación, al Duque del
Infantado, se suceden sin éxito –algo similar
estaba sucediendo con la Colegiata de Lerma-.
La ley de desamortización de bienes del
clero secular (Espartero) de 1841 supuso
otro golpe importante para la Institución. El
Cabildo se resistió al principio a elaborar y
entregar el Inventario de sus bienes inmuebles
que exigía la ley y recibió varios apercibimientos
de la Junta Inspectora a través del alcalde de
Ampudia; a 24 de febrero de 1842 todavía no
habían cumplido y se les impuso multa de 50
ducados. A lo largo de 1843 prácticamente
todas las tierras de la Colegiata y sus Prebendas
en 13 lugares de la provincia de Palencia fueron
vendidas en subasta pública en lotes de desigual
tamaño (unas 280 hectáreas de promedio). Con
ello desapareció la principal fuente de ingresos
privados de los prebendados (ya en 1821 se
había reducido el diezmo eclesiástico a la mitad
y en la misma ley desamortizadora de 1841 se
suprimió definitivamente) (Izquierdo 2004, pp.
202-213).
El Concordato entre el Papa Pio IX y el reino
de España (Isabel II) firmado en 16 de marzo
de 1851, que supuso una total reorganización
de la geografía eclesiástica del país, suprimió
definitivamente la Colegiata de Ampudia
para reducirla a simple iglesia parroquial
dependiente del Obispado de Palencia (artículo
21 del Concordato). En 5 de abril de 1864 se
recibe comunicación oficial del Nuncio de Su
Santidad en la que se nombra “Administrador
apostólico de la Abadía” al obispo de Palencia,
Jerónimo Fernández, y se exige voto de
obediencia y sumisión a los pocos prebendados
que aún ejercían. En 1867 sólo quedaban 3
Prebendados en el Cabildo (Santiago, Maestro
y Baltasar Antón, secretario). La última acta
del Cabildo colegial se firma el 22 de mayo de
1868, con pocos acuerdos relevantes: que se
haga el novenario a la Virgen de Alconada y se
la traslade a su ermita el domingo 7 de junio y
que se manden imprimir 1.000 ejemplares de
su novena en Valladolid a medio real cada uno.
Del primer Abad de la Colegiata de
Ampudia, Don Cristóbal de Lobera y Torres,
ya reseñamos algunos datos biográficos en
número anterior de esta misma revista (v. La
Corredera nº 5, pp. 43-45)5. Proseguimos ahora
esta relación de biografías con las de tres Abades
más que destacaron por sus méritos o iniciativas
en la historia de la Colegiata.
2º ABAD (1611-1616): Diego del Castillo.
Tomó posesión por poderes a través de su
3 APA, Acuerdos Capitulares, 248, fol. 164 vto.
4 APA, Acuerdos Capitulares, 248, fol. 248.
5 Murió en 1632 y fue sepultado inicialmente en la catedral de Plasencia, pero luego sus restos se trasladaron, tal como ordenó
en su testamento, a una ermita dedicada a Santa Teresa de Jesús que él mismo fundó a las afueras de dicha ciudad, en el
camino de Trujillo, pasado el río Jerte, en términos de una dehesa llamada “de los caballos” propiedad antigua de su familia,
apoderado, el doctor Felipe Vicente, el viernes
15 de abril de 16116.
Había sido Prior y canónigo de la catedral
de Palencia y a primeros de mayo del mismo
año 1611 se envía una delegación del Cabildo
a Palencia para ir a recibirle. El 4 de mayo de
1611 ya asiste por vez primera a reunión del
pleno capitular en Ampudia.
A partir del 17 enero de 1616 cesa su
asistencia al Cabildo, probablemente por
enfermedad . El 21 de enero de 1616 se declara
sede vacante por su muerte; se acuerda se le de
sepultura junto a la capilla mayor a la puerta del
pre. (presbiterio?) de afuera y se reserven en aquel
sitio tres o cuatro sepulturas por si muriesen otros
capitulares7.
Al parecer nació en Salamanca, en cuya
Universidad obtuvo el doctorado en Teología
(Villar y Macías, 1887, p. 377).
Siendo canónigo en Palencia le correspondió
el cargo de Provisor y Administrador del
Hospital de San Antolín, dependiente del
Cabildo de la ciudad, y heredó de su antecesor
en el cargo un pleito de cuya sentencia solicitó
expedición de ejecutoria8:. El problema era el
nombramiento de oficios de la villa de Pedraza,
cuya jurisdicción dependía de dicho Hospital,
para el año de 1595; los alcaldes ordinarios y
regidores de la villa propusieron nombres para
los demás oficios, de acuerdo a las ordenanzas
y costumbres de Pedraza, pero un tal doctor
Espinosa, canónigo entonces y Provisor del
Hospital y, en consecuencia justicia mayor de
esta villa, no los aceptó y nombró a otros. En
el pleito se da la razón al Provisor en contra
de los nombramientos hechos por los alcaldes
precedentes. La villa de Pedraza era jurisdicción
del Hospital de San Antolín de Palencia,
vinculado a la Catedral, desde el siglo XIII,
en que Alfonso VIII y su mujer Da. Leonor,
hicieron donación a este Hospital de todo el
realengo que poseían en esta villa (1162, 1179).
El rey Felipe II intentó en 1581 deshacer esta
vinculación y recuperar la jurisdicción de la villa
sin conseguirlo.
Según las Ordenanzas de la villa de Pedraza,
redactadas a mediados del siglo XVI, los
oficios ordinarios (alcaldes, regidores, merino,
procurador, escribano...) eran nombrados
directamente por el Provisor del Hospital, y los
elegidos tenían obligación de aceptarlos so pena
de pagar 2.000 maravedís de multa, 1.000 para
el Hospital y los otros 1.000 para arreglos de
la muralla; y si se negaban segunda vez, 4.000
maravedís de multa y 30 días en el cepo. Los
demás cargos y oficios eran a su vez nombrados
por los principales, prohibiéndose que recayeran
en familiares directos. Además, para ocupar
cargos, había que ser residente en la villa al
menos durante 10 años seguidos (San Martín
Payo 1958, pp. 43-62.).
En 1600 D. Diego del Castillo estaba en
Roma acompañando a una legación española, a
cuyo frente iba el conde de Lemos y Andrade
dotándola con dos capellanías para criados o hijos de criados suyos. Allí se colocó su epitafio que decía: En este sepulcro está
el Ilustrísimo Señor Don Cristóbal de Lobera, natural de esta ciudad de Plasencia, Maestrescuela de esta Santa Iglesia, Abad de
Ampudia, y de Lerma, Obispo que fue de Badajoz, de Osma, de Pamplona, Córdoba, y electo Arzobispo de Santiago, y Obispo
de esta ciudad. Murió en Plasencia en 21 de octubre de 1632 años, y fue aquí trasladado en 27 de julio de 1637 de la S. Iglesia
de Plasencia. (V. González Dávila, Gil (1647) Theatro eclesiastico de las civdades e iglesias metropolitanas y catedrales de los
Reiynos de las dos Castillas: vidas de sus arzobispos y obispos y cosas memorables de sus sedes ... Tomo 2. Madrid: En la
Imprenta de Pedro de Horna y Villanueva. Página 512. Se conserva la “dehesa de los caballos” en la toponimia local, aunque
parte de su superficie, antaño dedicada sobre todo al cultivo de olivos, está hoy ocupada en parte por el polígono industrial de
Plasencia. La ermita de Santa Teresa sufrió profanación durante la Guerra de la Independencia, se cerró en la década de los 60
del siglo pasado; fue restaurada por la Escuela Taller Vicente Paredes VII y reabierta al culto en 2005.
6 APA, Acuerdos Capitulares, 228, fol. 193.
7 APA, Acuerdos Capitulares, 229, fol. 43.
8 “Ejecutoria del pleito litigado por Antonio Martín, vecino de Pedraza de Campos (Palencia), con el doctor Diego del Castillo,
canónigo en la Catedral de Palencia, provisor y administrador del Hospital de San Antolín de dicha ciudad, sobre la elección
de alcaldes y regidores de los estados de hijosdalgo y de pecheros de 1594 de dicha villa” Archivo de la Real Chancillería de
Valladolid, REGISTRO DE EJECUTORIAS,CAJA 1791,16 fecha 22 de agosto de 1595).
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(Fernando Ruiz de Castro), Virrey de Nápoles,
que fue a presentar sus respetos al Papa
Clemente VIII en una misión llamada “oración
de primera obediencia” (una especie de audiencia
de presentación de credenciales al recién elegido
Papa); el duque de Sessa y Baena (Antonio
Fernández de Córdoba), embajador español en
Roma, formaba parte también del séquito. En
esos días se supo que el cardenal César Baronio,
confesor del Papa y personaje muy influyente en
el Vaticano, que redactaba entonces unos Annales
Eccesiastici, especie de monumental historia del
Pontificado, cuestionaba lo que la tradición
mantenía en España sobre la predicación del
Apóstol Santiago en este país; el duque de
Sessa recibió instrucciones del rey Felipe III
para que solicitase al Papa que no se permitiera
novedad alguna sobre el tema, especialmente en
los Breviarios que se estaban ya confeccionando
para uso del clero y que asumían las tesis de
Baronio. Para apoyar su solicitud el duque pidió
a Diego del Castillo que redactase un escrito
sobre la venida y predicación de Santiago en
España que luego se publicó impreso en 1608
(por consejo, según el autor, del propio cardenal
Baronio, que quedó muy impresionado tras leer
el manuscrito). Hubo que esperar a 1625 para
que se rectificaran algunas expresiones de los
Breviarios oficiales para restablecer el respeto a
la tradición española. Lo cierto es que el motivo
de las disputas era una simple frase en que se
ponía en duda la predicación del apóstol en
nuestro país y se daba a entender que era simple
creencia española sin fundamento histórico,
aunque en el fondo de todo ello había también
cuestiones políticas: Clemente VIII apoyó a
Francia en contra de los intereses españoles
en Europa y también Baronio, cuya obra,
especialmente el volumen XI, se prohibió en
España por orden directa de Felipe III (Cédula
Real de 23 de junio de 1610, firmada en Lerma,
que prohibía “meter, vender, comprar, tener
o imprimir en estos Reinos el tomo XI de los
Anales del Cardenal César Baronio”), (Flórez
2002, pp. 82-83). La obra escrita por nuestro
Abad lleva por título: Defensa de la venida, y
predicación evangélica de Santiago en España /
Dirigida a la C.R.M. Del Rey Don Felipe III./
Por Diego del Castillo prior y canónigo de la S.
Iglesia de Palencia: que es traduzido de lo que en
latin presentó en Roma à la Santidad de Clemente
VIII P.M. el año de mil y seycientos. Zaragoza
(España): Lorenzo de Robles, Impresor del
Reino de Aragón y de la Universidad. En la
misma sostiene el autor que Santiago entró en
España desembarcando en Cartagena y cita un
breviario armenio traducido por el obispo Pedro
Pacheco de Villena (1488-1560), estudiante
y profesor en Salamanca, obispo de Albano,
Mondoñedo, Ciudad Rodrigo, Pamplona, Jaén,
Sigüenza y Virrey de Nápoles de 1553 a 1555,
que asistió al concilio de Trento9.
Este trabajo fue citado por ilustres teólogos
y cronistas de la época, por ejemplo Gil
González Dávila (1618, p. 22). Parece que
también escribió una controversia sobre San
Juan (Orationes duae de diuo Ioanne Euangelista
habitae in Capella Pontificia sub Pont. Maximis.
Sixto V. & innocentio IX, Roma: Ascanio y
Jerónimo Donangeli, 1592), un estudio sobre
La verdadera y real comunión de la Eucaristía
y un opúsculo contra Jansenio y otros herejes
(Roma: Zanetto 1593) (Villar y Macías 1887,
pp. 387-88).
Del ejercicio de su ministerio en Ampudia
han pervivido algunos vestigios de gran interés
cultural y patrimonial: En 1611 instituyó, a
petición del Cabildo, la Cofradía de Nuestra
Señora de Alconada (de los Pastores)10; en
1613 se documenta la realización de danzas
el día de la fiesta de Alconada y en 1619 los
beneficiados de la Colegiata encargan y pagan
9 Copia manuscrita del Memorial original en latín en la Biblioteca Nacional de España: Diego del Castillo.Disputatio de adventu
et praedicatione Sancti Jacobi in Hispania, Fecha entre 1601 y 1700? Signatura Mss/7419. Algunos otros documentos de
Diego del Castillo sobre este asunto se recogen en: Papeles tocantes a la predicación del apóstol Santiago [Manuscrito]. Fecha
entre 1601 y 1700?. Biblioteca Nacional de España, Signatura Mss/1349, v. espec. Fol 22 y ss.
10 APA, Acuerdos Capitulares, nº 228, fol. 202 vto. Cabildo extraordinario de miércoles 19 de julio de 1611, donde dice “que se
instituya cofradía de nra. Sra. de Arconada y se cometió al Sr. Abbad”.
algunos miembros del Cabildo, denunciadas
por el propio Duque de Lerma a través de Juan
López de Olaeta, su contador, quien en 1614
transmitió al Abad informe sobre personas que
con poco temor de Dios Ntro Sr. y en desprecio de sus
ministerios no rezaban las horas canónicas y vivían
deshonestamente y que en sus casas recibían mujeres
para deshonestidades...11.
trajes para danzantes por valor de 19 reales
(Peña 2004, p.54-55). El 15 marzo de 1612,
encargó al orfebre vallisoletano Juan de Nápoles
un relicario para la reliquia de Lignum crucis que
guardaba la Colegiata; el precio, pagado por el
canónigo Sancho, fue de 60 reales (2.040 mrs.)
tal como aparece en las cuentas del año 161516. (Peña 2010, p. 8).
Otras intervenciones realizadas bajo su
mandato fueron, por ejemplo, arreglos en
los órganos de la Colegiata y de la ermita de
Alconada encargados al organero Felipe Salas
en 1612 y encargos al cantero Juan de la Sierra
para labrar dos altares de piedra para la misma
ermita de Alconada en 1615. (Peña 2004, p. 49).
En otro orden de cosas este Abad tuvo que
hacer frente a ciertas desviaciones morales de
12º ABAD (1718-1749): Antonio Grande
Barrientos. Tomó posesión en 31 de enero de
1718 por poderes a través de su procurador o
apoderado Blas de la Guerra12. La presentación
correspondió al Duque del Infantado, Patrono
de la Colegiata desde el 8 de febrero de 1707,
tras algunos problemas porque la Colegiata
había prescindido del Patronato (sentencia de
Privación de Patronato por los Provisores ante
la falta de la dotación de 1.000 ducados anuales
establecida en la fundación, que la Institución
no recibió durante los últimos años debido
a los conflictos por la herencia del ducado de
Lerma; esta sentencia estaba todavía pendiente
de recurso en estas fechas)13. A este Abad se le
da la posesión
...con la protesta de que la escritura de
consentimiento del Conde de la Gomera para el paso
del Real Consejo, no pueda perjudicar el derecho
de propiedad y posesión del Patronato de esta dha.
Iglesia que goza el Duque del Infantado y Lerma,
único presentero de ella, ni influir, ni tener efecto
alguno en esta Posesión, y asimismo con la protesta
de que esta Posesión que se manda en virtud de los
despachos mencionados y título del dho. Duque del
Infantado su fha. 8 de febrero de 1707 no pueda
perjudicar a la sentencia de Privación de Patronato
dada por los Srs. Provisores desta Abadía contra
dho. Sr. Duque por aver faltado a la paga de la
dotación de dho. Patronato y su aseguración, no
obstante aver sido despachado dho. título en tiempo
habil de gozo, posesión y paga, y estar pendiente
11 APA, Acuerdos Capitulares, nº 230 fol. 53, Cabildo espiritual de 14 de febrero de 1614.
12 APA; Acuerdos Capitulares, nº 234, fol. 249 vto.
13 En la Biblioteca Nacional de España se conserva un expediente en el que se intenta defender el privilegio del Duque del
Infantado para este nombramiento, debido a los problemas surgidos. BNE, Pro expeditione causae Antonij Grande Barrientos,
ad Abbatiam Ecclesiae Collegiatae de Ampudia, per D. Ducem del Infantado, praesentati sequentia proponuntur fundamenta.
Signatura: PORCONES/169(32/1), 5732281-1001. Fecha (deducida del texto) 1706. Firmado por Licentiatus D. Petrus Gomez
de la Caba.
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el recurso de apelación en la Real Chancillería de
Valladolid por vía de fuerza...
En 26 de septiembre de 1718 se celebró su
investidura y juramento14.
Su nombre completo era Antonio Honorato
Grande Barrientos Grande y Silguero, natural
de Villarino de la Ribera –de los Aires-,
provincia de Salamanca, hijo de Antonio
Honorato Grande y María Barrientos Silguero.
Estudió en la Universidad de Salamanca, donde
obtuvo el título de licenciado en Teología, y
llegó a ser rector de la misma en 1696-97 (Vidal
y Díaz, 1869, Apéndice, p.378). En la Memoria
de la Universidad de Salamanca para el Curso de
1877 a 1878 se incluye una relación histórica de
rectores desde 1392 hasta 1845. En ella aparece
el mismo como Rector entre 1696 y 1697, en
sustitución de Don Benito de Navas, que fue
elegido para tal cargo pero no compareció, por
lo que fue incurso en las penas de Constitución
y Estatutos, borrándole de la matrícula y
privándole de sus cursos y grados. Se añade que
le sustituyó Antonio Grande de Barrientos natural
de Villarino (Salamanca). En las Actas del
Claustro universitario de Salamanca (Archivo
Universidad de Salamanca, AUSA, libro 166)
se recoge su nombramiento en 25 de noviembre
de 1696 y su aceptación y juramento del cargo
en la Capilla de Santa Bárbara de la Catedral
se celebró el 1 de diciembre de ese mismo año
(AUSA, 166, fol 1-2); el 10 de noviembre de
1697 sería sustituido por Don Francisco de
Bustamante (AUSA, 166, fol 36, el cargo de
Rector de la Universidad de Salamanca en estos
años tenía una duración anual).
Se conserva un magnífico VITOR a él
dedicado en lugar preferente a la entrada de las
Escuelas Mayores del Estudio salmantino en el
que figura un capelo episcopal con las iniciales
F:S: y la siguiente inscripción en tinta de color
negro:
Don Antonio Grande Barrientos, Rector
de esta Universidad en 1697, Colegial
del Mayor de San Ildefonso y Rector de la
Universidad de Alcalá, Predicador de Su
Majestad y calificador de la Suprema15 y de
Su Junta y Abad (qt) de A....-no se ve lo
demás-,
Al pie de esta inscripción figuran las iniciales
F DE entrelazadas. Teniendo en cuenta los
datos biográficos que se reseñan este Vítor tiene
que ser posterior a 1718 (no se aprecia la fecha
de realización) y creemos que en el texto faltante
debía de figurar su cargo de Abad de Ampudia.
Tal como dice la inscripción comentada, fue
colegial de San Ildefonso en Alcalá, (germen
de la Universidad Complutense de esta ciudad)
donde ingresó en 1699 y luego, en 1704 obtuvo
los títulos de Doctor en Teología, y Maestro
de Artes16. El Libro de recepciones de colegiales y
capellanes de dicho colegio17 anota su ingreso el
día 6 de octubre de 1699 y añade que había sido
VÍTOR dedicado a D. Antonio Grande Barrientos. Universidad de Salamanca Escuelas Mayores, entrada principal
(imagen con realce digital forzado para permitir su lectura; original muy deteriorado).
14 APA; Acuerdos Capitulares, nº 234, fol. 281 vto.
15 Calificador de la Suprema: miembro señalado del Consejo de la Suprema Inquisición, encargado de dar los dictámenes
teológicos y doctrinales en los casos juzgados. Este Consejo tuvo un número variable de miembros, nunca superior a 10.
16 Archivo Histórico Nacional, UNIVERSIDADES,L.406,Fols.7 y 330.
17 Archivo Histórico Nacional, UNIVERSIDADES,L.1233. fols. 121 vto-122
rector de Salamanca , de Alcalá y luego Abad de
Ampudia. El texto completo de la referencia es:
948 (nº orden en el libro). Recepción
del Licenciado Don Antonio Grande y
Barrientos, natural de Villarino de la Rivera,
diócesis Salamanca = Electo en Beca teóloga
de voto a seis de octubre de mil seiscientos y
noventa y nueve, siendo Rector el Dor. Don
Francisco Saludador Cavezudo = Fue Rector
el año de 704 a 705; se graduó de Doctor en
Theología y maestro en Artes, habiendo /122/
sido Rector de la Universidad de Salamanca
en el año de 1696 = Salió Abad de Ampudia
el de 1707 (sic, error de fecha).
Antes de ser admitido a ocupar una
Prebenda de Teología como plaza de ingreso
en San Ildefonso, tuvo que someterse a
investigación de su linaje y limpieza de sangre,
como era habitual en este Colegio: el 4 de
agosto de 1699 el consejo del Colegio, presidido
por su rector, daba poderes al colegial mayor
Don Manuel Lora García para que hiciera
todas las averiguaciones necesarias al respecto
en Villarino, cuna del candidato, y éste mismo
firmaba otro poder el 30 del mismo mes a favor
del Colegio autorizando dichas investigaciones;
en este segundo documento añade al pie los
nombres y apellidos de sus padres y abuelos,
todos naturales del mismo pueblo18 (v. también
Gutiérrez Torrecilla 1992).
En el año 1704 figura como rector de la
Universidad de Alcalá planteando un pleito
contra los bedeles D. Francisco de Salcedo y
Azcona y D. Mateo de la Fuente y Úbeda, por
el modo de llevar las mazas y las insignias de la
Universidad19. Siguió de rector hasta 1705 y se
remitió informe al Consejo de Castilla en una
ocasión en que estuvo enfermo20.. Concurrió a
la Cátedra de Artes entre 1705 y 1711, pero no
parece que la consiguiera21. En 1712 pleiteó por
réditos de un censo con los alcaldes ordinarios
del lugar de La Aldehuela (Madrid)22
Fue el Abad que más tiempo ocupó este
cargo y, en los más de 30 años que estuvo al frente
de la Colegiata, fue también el más impopular
y polémico, el que más conflictos planteó y el
que más se significó por su carácter autoritario
y sus decisiones arbitrarias, tal vez producto de
aptitudes desarrolladas en sus tiempos de rector
o miembro del Consejo de la Inquisición.
El 22 de junio de 1723 condenó al alguacil
mayor y alcaide de la cárcel, Diego Díez de
Mata, a diez días de reclusión en el convento
de San Francisco, con obligación de asistir a
todas las horas canónicas y cultos, respetando
los ayunos, trabajos y demás prácticas de la vida
conventual, por no haber cumplido ese año el
precepto de confesión y comunión. El acusado
fue incluso excomulgado y “puesto en tablillas”,
hasta que el superior del convento certificó su
arrepentimiento y confesión (Peña 2017, pp.
127-129 y 161-163).
El 19 de enero de 1727 publica un edicto
ante el notario Lucas de Villanubla para que
todos los mayordomos cesantes de las cofradías
exhibieran sus cuentas ajustadas, lo mismo
ordena a los administradores de obras pías y a
los mayordomos del Hospital de Santa María
de Clemencia y capellanes de capellanías de
sangre, lo cual creó un gran descontento entre
los implicados.
En 1728 se enfrenta a un Corregidor que
cumplía orden real de hacer reconocimiento de
la existencia de trigo almacenado en los Pósitos
reales del reino ante un año de muy malas
cosechas y necesidad de repartir grano entre
los necesitados. El Abad adujo que el Pósito de
18 Archivo Histórico Nacional, UNIVERSIDADES,L.710. “Informaciones genealógicas de colegiales. Poderes 1690-1732”.
19 Archivo Histórico Nacional, UNIVERSIDADES,761.
20 Archivo Histórico Nacional , CONSEJOS,27788,Exp.13.
21 Archivo Histórico Nacional, UNIVERSIDADES,32,Exp.56, 60, 61 y 62.
22 Archivo Histórico Nacional, UNIVERSIDADES,282,Exp.30. “Pleito ejecutivo de Antonio Grande Barrientos, colegial en el
Colegio Mayor de San Ildefonso de la Universidad de Alcalá, contra José Barreña y Alonso Garrido, alcaldes ordinarios, y demás
consortes, vecinos todos de la villa de La Aldehuela (Madrid), por una deuda de 6.000 ducados de vellón y 300 reales por cada
año relativos a los réditos de un censo.”.
HISTORIA E INVESTIGACIÓN
19
HISTORIA E INVESTIGACIÓN
20
Ampudia era fundación del Arcipreste Alonso
de Castro y el Corregidor no tenía jurisdicción
sobre él. La mediación del procurador de la
Villa permitió abrir el Pósito el 6 de enero de
1729 y repartir 250 cargas de trigo entre los
más necesitados, con la condición de reponerlas
antes del mes de agosto siguiente (la resistencia
del Abad parece estar motivada exclusivamente
por una intención especulativa con los granos
en épocas de escasez, reteniendo producto a
la espera de subidas de precios), (Izquierdo
2004, pp. 180-181). A partir de agosto de 1730
realiza una información ante el notario Lucas
de Villanubla recabando testimonios sobre
la vinculación de esta panera al clero local y
jurisdicción en consecuencia del Abad, y que
nunca fue Pósito real (Peña 2009).
En 10 de junio de 1729 el Cabildo acordó
derribar la vieja ermita de Alconada para
construir una nueva. Fueron contratados los
arquitectos Manuel Barrado y Juan Herrero
de Valladolid, pero sería Fray Juan Antonio
Suárez, dominico de San Pablo de Valladolid,
quien se haría cargo de la obra a partir de 1731,
gracias a ciertas extrañas maniobras del Abad.
Para organizar todo correctamente se formó el
18 de mayo de 1731 una especie de Junta de
gestión del proyecto compuesta a medias por
representantes del pueblo y del Cabildo, y en
la que cada uno de sus miembros tenía una
función específica: desde programar la recogida
de limosnas para financiar la obra, hasta el
control económico, la atención al arquitecto o la
organización y mantenimiento de las cuadrillas
de obreros. Pero el Abad de la Colegiata
pretendió asumir personalmente todo el control
de la obra y revocó los acuerdos alcanzados
hasta el momento por la Junta gestora, con
la excusa de que la original decisión fue de
reconstruir la ermita, no la de hacer una nueva.
Se planteó un pleito y se recurrió a la mediación
del Nuncio Papal, quien, en primera instancia,
se inhibió del asunto y pareció dar la razón al
Abad; los miembros de la Junta, sin embargo,
no cedieron, y entre muchos vecinos empezaron
a surgir dudas entre la obediencia a la autoridad
religiosa y la cesión de unos derechos seculares
sobre los asuntos de Alconada que creían a
salvo, pese a lo cual los trabajos de cuadrillas
de voluntarios siguieron adelante en las épocas
hábiles y en sus días libres. El Abad persistió en
sus pretensiones, en contra incluso de la opinión
de otros miembros del Cabildo; excomulgó a
los dos principales representantes de la Junta
gestora, el Prior José de Loaysa coordinador
de los clérigos y a Felipe Ruiz presidente de la
comisión o Cabildo civil. En 1733 (12 de febrero)
el Nuncio Papal se pronuncia de nuevo y esta
vez clara y enérgicamente en contra del Abad,
a la vez que nombra al Prior del Monasterio de
Valdebusto como fiador para hacer una puesta al
día de las cuentas y trabajos realizados hasta el
momento. El enfrentamiento se prolongó hasta
el año siguiente, siendo necesaria la mediación
también del Obispo de Palencia. Finalmente
el 15 de marzo de 1734 se aprueban normas
definitivas para el funcionamiento de la Junta de
gestión en presencia de un juez civil de Palencia
y pudieron reanudarse las obras. No terminaron,
sin embargo, aquí los problemas: Fray Juan
Suárez, harto de reclamar sus derechos y una
atención digna mientras estuvo en el pueblo,
dimitió como arquitecto responsable y se volvió
a su convento el 20 de marzo de 1735. Hubo que
esperar a 1737 para encontrar otro que quisiera
hacerse cargo de la obra (Manuel Maestro de
Medina de Rioseco, luego Manuel Portela y
finalmente, desde 1741, Eugenio Correa de
Zaratán). (De Castro Matía 1976, Izquierdo
2004, p. 180-181).
Como consecuencia de estos conflictos
el Abad, que empezó pronto a ausentarse de
Ampudia por largas temporadas, demandó en
1743 a todos los demás miembros del Cabildo
ante la justicia por “los vicios que parecen
tener”23.
23 Archivo Histórico Nacional. UNIVERSIDADES,332,Exp.57. “Carta en virtud de un pleito de Antonio Grande Barrientos, abad
de Ampudia (Palencia), contra los canónigos de su iglesia por los vicios que parecen tener”.Fecha Creación: 8 de marzo de
1743.
El jueves 11 de septiembre de 1749 falleció
el Abad Grande Barrientos y fue enterrado al
día siguiente en la parroquia de San Ginés de
Madrid. El Cabildo recibió la noticia a través
de carta dirigida al canónigo Blas Domínguez,
escrita por Don Manuel de Mañas de orden de
la Excma. Sra. Duquesa, Patrona de la Colegiata.
En 17 de septiembre de 1749 se declaró, en
sesión ordinaria del Cabildo, sede vacante en la
Colegiata24.
En 1767 el rey Carlos III (1759-1788)
reclamaría para la Corona la recuperación del
derecho de presentación de cargos eclesiásticos,
que había sido un privilegio real desde tiempo
inmemorial y que algunos monarcas fueron
cediendo a linajes nobles cuando algunos de
sus miembros creaban fundaciones eclesiásticas,
como fue el caso del Duque de Lerma en
Ampudia. El 12 de marzo de ese año se expide
una Real Cédula cuyo título textual era25:
Cédula de Carlos III para que no se introdujera
novedad alguna en el patronato de Ampudia
(Palencia) , ni en la posesión que de él tenia el
Duque de Lerma, como así mismo en el derecho
de presentación; y que se le devolviera la bula
original, de Pablo V por resguardo de su derecho.
Ya hemos mencionado como desde años
atrás la Colegiata tuvo problemas para ingresar
la renta anual de 1.000 ducados a que estaban
obligados los titulares del Patronato de la
misma, herederos de los títulos antiguos del
Ducado de Lerma, y como incluso el Cabildo
llegó a adoptar la decisión unilateral de plantear
un pleito para desvincularse de aquellos
derechos de mayorazgo unidos a las condiciones
de su original fundación. Otras fundaciones del
Duque de Lerma tenían similares problemas
en estos años, al haberse desvinculado títulos
de territorios en los pleitos por los estados de
Lerma desde mediados del siglo anterior.
Pese a la reclamación real del derecho de
presentación mencionado, en los nombramientos
de los Abades Francisco Sánchez de Cos (17501773), Pedro Agustín Ruiz (1773-1781) y
Francisco Galante y Saavedra (1781-1786),
sucesores inmediatos del reseñado Antonio
Grande Barrientos, todavía figuran como
Patronos de la Colegiata y proponentes de
aspirantes a beneficiados de la misma, distintos
personajes titulares del Ducado del Infantado,
como Pedro de Alcántara de Toledo y Pimentel
(1729-1790), 12º Duque del Infantado y titular
del Marquesado de Távara, y ducados de Lerma
y Pastrana; y su sucesor, Pedro de Alcántara
Álvarez de Toledo y Salm-Salm (1768-1841),
heredero de los títulos del Infantado, Lerma,
Távara, Extremera, Francavilla y otros más y
Patrono de las Colegiatas de Pastrana, Lerma
y Ampudia26.
Unos años después, entre 1780 y 1783, el
Papa Pio VI concede al rey Carlos III la libre
disposición de algunas rentas eclesiásticas
“para sus fines de caridad y piadosos” (Acedo
1792)27. Estas iniciativas pontificias suponen la
consolidación de lo que se ha dado en llamar
regalismo, patronato real o derecho de los
monarcas a proponer personas para ocupar
cargos eclesiásticos importantes (obispos, abades
de colegiatas, etc.) que ya había sido reconocido
en el Concordato que se firmó con la Santa
Sede en 1753, bajo el reinado de Fernando VI.
Con el respaldo de estas disposiciones
legales, el rey Carlos III mandó en 1786 poner
su Escudo Real en lugar destacado de la iglesia
de Ampudia, sobre una verja de madera que
entonces existía separando el presbiterio y
capilla mayor del resto del templo, y cubriendo
los blasones del Duque de Lerma que allí
figuraban desde principios del siglo XVII. El
24 APA, Acuerdos Capitulares, 240, fol. 145 vto.
25 Real Cédula dada en El Pardo a 12 de marzo de 1767 en la que Carlos III reclama la Bula original de Paulo V: Archivo Histórico Nacional, ES.45168. SecciónNobleza AHN/1.7.11.13.7.2// OSUNA,C.1951,D.2 (1.7 Ducado del Infantado).
26 APA, Acuerdos Capitulares, nº 243, fol. 285 vto.
27 Breve Pontificio de 14 de marzo de 1780 de Pio VI dando a Carlos III facultad para disponer de algunas rentas eclesiásticas
para sus fines de caridad y piadosos; y Cédula del rey en 11 noviembre 1783 que reproduce el Breve; y de 1 diciembre de 1783.
HISTORIA E INVESTIGACIÓN
21
HISTORIA E INVESTIGACIÓN
22
documento que recoge las diligencias para dar
cumplimiento a esta Orden Real describe con
todo detalle el Escudo de Armas Reales que se
instaló y que hoy se conserva en el Museo de
Arte Sacro de Ampudia28:
“... con castillos y leones contrapuestos en
quarteles, las tres Lises, granadas, Corona
Real, y orlado del toyson de oro, dorado y
pintado según los colores de otras Armas Reales;
estando las presentes esculpidas a medio relieve,
circuyendo a dho. Escudo Real un atado tallado
de hojas de laurel, sostenido de dos leones y en
baxo del mismo escudo se fixó una targeta que
contiene la Inscripción del tenor siguiente: esta
Colegiata es del Duque de Lerma por donación
que hizo a dho. Sr. y sus succesores del Patronato
de la Colegiata de Husillos unida a esta de
Ampudia con sus Dignidades y Prebendas el Sr.
Dn. Phelipe Tercero Rey de España, año de mil
seiscientos y quatro Y el Sor. Rey Carlos Tercero
(que dios gue.) mandó poner este Escudo e
Ynscripción año de mil setecientos ochenta y
seis...”.
Como consecuencia probable de todos estos
cambios legales, fue nombrado en 1787 abad
de Ampudia don Antonio José de Cavanilles
(1745-1804), directamente a propuesta del conde
de Floridablanca ( José Moñino y Redondo,
1728-1808, Secretario de Estado entre 1777
y 1792), no ya de ningún Patrono heredero de
los títulos de Lerma. El doctor Cavanilles, sin
embargo, renunció al nombramiento alegando
problemas de salud y no llegó a tomar posesión:
en sesión del Cabildo de 16 de mayo de 1788
se leyó una carta suya fechada en París a 25 de
abril del mismo año, en la que avisa al Cabildo
de haber renunciado dicha Abadía en razón de
su quebrantada salud y se ofrece en todo tiempo
y lugar a la disposición del Cabildo; éste se
dio por enterado y acordó responderle dando
cuenta de haber recibido el mensaje, estimando
su atención y ofreciéndose igualmente a sus
órdenes29. En efecto Cavanilles prefirió marchar
a París a seguir sus investigaciones botánicas y
parece que le avergonzara que algunos colegas le
recordaran a veces esta “distinción y beneficio”
y le llamaran con un poco de sorna “el abad de
Ampudia”; sin embargo firmó algunas cartas
como Abad de Ampudia en 1787, por ejemplo
parte de las que dirigió al también célebre
botánico y naturalista José Celestino Mutis
(1732-1808), y también se le da ese título en
distintos tratados y relaciones de la época, tanto
españoles como franceses. Ver, por ejemplo,
Rozier y Mongez (1787, p. 235) donde en
una relación de publicaciones científicas sobre
botánica se reseña la:
Quarta Dissertatio Botanica 128 species
complectens, 50 tabulis incisas, Auctore Antonio.
Josepho
Cavanilles, Hispano-Valentino,
Collegiatae Ecclesiae de Ampudia Abate,
in Academia Valentina Doctore Theologo,
è Societate Regia vulgo Bascongada, atque
Societatis Regiae Parisiensis Agriculturae
Correspondante, Parisiis, apud FranciscuumAmb. Didot, 1787.
También se le menciona con el título de
Abad de Ampudia en la revista Memorial Literario,
instructivo y curioso de la Corte de Madrid, en su Tomo
XV, publicado en Madrid, Imprenta Real en
1788, en la que se publica (p. 167-169) una carta
dirigida a los redactores de la Revista, fechada
en Lima a 11 de noviembre de 1787 y remitida
por “un vecino de Lima”, aunque tiene relación
directa con los trabajos de una Expedición
Naturalista iniciada en 1786, y que trabajó en
el estudio de la flora americana durante casi 30
años. En esta carta se dice:
28 A.P.A. Testimonio con inserción de una Real Cédula para que se ponga el Escudo de las Armas Reales en la Colegiata de
Sn. Miguel de la Va. de Ampudia; y de la Diligencia de haberse fixado, relativo a lo demás practicado en vrd. de la misma Rl.
Cédula. 15 de febrero de 1787.
29 A.P.A., Acuerdos Capitulares, 244, fol. 122
...acerca de las disertaciones botánicas de Don
Joseph Cabanilles. Muy Señores míos: por este
último correo acaban de recibir los Botánicos de
esta Expedición una carta de D. Antonio Joseph
Cabanilles, Abad de Ampudia, escrita desde
París juntamente con un extracto de los nuevos
géneros dedicados que ha descubierto de la clase
de las Malvaceas , o Monadelphias, diciéndoles
haberse tomado la libertad de llamar y honrar a
dos de ellos con sus nombres...
Salvador Rizo Blanco, 1801: Retrato del Abate Antonio José
de Cavanilles examinando la Rizoa. Óleo sobre lienzo. Museo
Nacional de Colombia.
Se trata del ilustre botánico valenciano,
preceptor de los hijos del Duque del Infantado,
maestro en Filosofía y Doctor en Teología
por la Universidad de Valencia, profesor de la
Universidad de Murcia, autor de varias obras de
botánica en las que describió más de 40 géneros
de plantas hasta entonces desconocidos30,
que mantuvo correspondencia abundante con
el también prestigioso botánico citado José
Celestino Mutis en 1786, 1787, 1794, 1795,
1801, 1802 y 1803 (las cartas se conservan en el
Jardín Botánico de Madrid) y después de varios
viajes, especialmente a París, mantuvo contactos
postales frecuentes también con exploradores
de América (reunió datos de las expediciones
a Nueva España –1786 a 1803- y la famosa
de Malaspina – 1789 a 1794-), igualmente
mantuvo relación postal con los naturalistas y
geógrafos Alexander von Humboldt31, Bonpland
y Willdenow. Fundó la revista científica Anales
de Historia Natural (primer número en 1799,
denominada Anales de Ciencias Naturales a partir
de 1801). Fue miembro de la Real Sociedad de
Amigos del País de Valencia y de la Sociedad
Regia de Agricultura de París y fue nombrado
Director del Jardín Botánico de Madrid en
1801, sucediendo a Casimiro Gómez Ortega,
reformó y modernizó este Jardín al que donó sus
colecciones y papeles y siguió impartiendo clases
y publicando artículos y tratados de botánica
hasta su muerte (Minguet 1980, Gredilla 1911,
VVAA 2004).
Aunque de hecho no llegara a ejercer el
ministerio de Abad de Ampudia (le habría
correspondido el lugar 16º en la serie histórica
de abades de la Colegiata), creemos que
su nombramiento es una prueba de lo que
afirmábamos al principio de este trabajo: la
Colegiata de Ampudia era, todavía en el siglo
XVIII, una Institución de prestigio para cuya
presidencia se buscaban personas de la más alta
cualidad y dignidad, aunque a veces resultaran
nefastas para la propia institución en la gestión
diaria de los muchos asuntos e intereses de su
competencia.
30 Aparte de sus obras de botánica publicó también unas Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, población y frutos del reyno de Valencia. Madrid: 1795-1797, en las que se incluye un mapa muy detallado del Reino de Valencia,
este trabajo fue producto de un encargo personal del rey Carlos IV a Cavanilles para que recorriera España y “examinara las
plantas que en ella crecen”.
31 En carta escrita a Cavanilles desde México en 22 de abril de 1803 Humboldt le dice: ...uno se asombra de los trabajos que
ha hecho y de los que prepara para la posteridad, es admirable que un hombre solo haya sido capaz de concebir y ejecutar un
plan tan vasto...
HISTORIA E INVESTIGACIÓN
23
HISTORIA E INVESTIGACIÓN
24
En diciembre de 1788 fue nombrado Abad
Don Juan Antonio Sanz del Moral, terminando
el período de sede vacante que había durado
más de dos años (desde noviembre de 1786) y
que tuvo como figura de referencia a Cavanilles,
Abad de Ampudia de iure, que no de facto. Y
también hubo un retorno al ejercicio del derecho
de presentación por parte de los Duques del
Infantado.
g
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