Revista de Estudios Hispánicos, 2014
Los pasajes sobre la pintura que aparecen en El pintor de su deshonra alegan razones para ver el drama como un discurso de la práctica y teoría de arte. Las ramificaciones epistemológicas que proceden de la trama, y de un par de obras de arte de Durero y Vélazquez, indican que no se puede acceder a la verdad, figurada como mujer (ni a su honor sexual), en la época de crisis y escepticismo del Siglo de Oro. Al poner de relieve los fracasos de la técnica de la perspectiva, el drama trata de las limitaciones no sólo de la representación artística, sino también de la construcción del honor y del conocimiento en sí. Este ensayo examina cómo el asesinato efectuado por Juan Roca trae consigo otro fracaso, un fracaso erótico que figura las consecuencias epistemológicas de la representación artística y del honor. El espacio del secuestro de Serafina, el jardín, denota la armonía y la inocencia edénica representada por la perspectiva. El punto de fuga en este esquema organiza las relaciones en la pintura y en el drama sirve de metáfora del honor sexual de Serafina.