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economia para cambiarlo todo feminismos, trabajo y vida digna Alejandra Santillana ortiz Karla Vizuete Paula Serrano Nora Fernandez mora (compiladoras) economia para cambiarlo todo feminismos, trabajo y vida digna - economia para cambiarlo todo feminismos, trabajo y vida digna Compiladoras Alejandra Santillana Ortiz - Karla Vizuete - Paula Serrano - Nora Fernández Mora Autoras Corina Rodríguez Enríquez - Luci Cavallero - Verónica Gago - Florencia Partenio - Alison Vásconez Ximena Cabrera Montúfar - Glenda Rosero Andrade - Paola Mera - Gabriela Montalvo Kruskaya Hidalgo Cordero - Jameson Mencías Vega - Sandra Peñaherrera Acurio - Johana Trávez Cantuña Andrea Game Trujillo - David Sánchez de Ávila Primera edición, enero 2021 Quito - Ecuador Coordinación: Gustavo Endara Corrección de estilo: Andrea Carrillo Andrade Diseño e ilustración: Melissa Mejía - Warmi Studio ISBN FES-ILDIS: 978-9978-94-215-4 ISBN PUCE: 978-997-877-514-1 © Friedrich-Ebert-Stiftung Ecuador FES-ILDIS Av. República 500 y Martín Carrión, Edif. Pucará 4to piso, Of. 404, Quito-Ecuador Telf.: (593) 2 2562-103 Casilla: 17-03-367 www.ecuador.fes.de E-mail: info@fes-ecuador.org Friedrich-Ebert-Stiftung Ecuador FES-ILDIS @FesILDIS @fes_ildis Pontificia Universidad Católica del Ecuador Facultad de Economía - Instituto de Investigaciones Económicas Av. 12 de Octubre y Roca, Quito - Ecuador Telf.: (593) 2 2991700 ext. 2066 http://iie-puce.com/ E-mail: iiec@puce.edu.ec PUCE_Ecuador @PUCE_Ecuador puce_ecuador Instituto de Investigaciones Económicas - PUCE PuceIIE_ Los contenidos de esta publicación se pueden citar y reproducir, siempre que sea sin fines comerciales y con la condición de reconocer los créditos correspondientes refiriendo la fuente bibliográfica. Publicación de distribución gratuita, no comercializable. El uso comercial y la reimpresión de todos los materiales editados y publicados por la Friedrich-Ebert-Stiftung (FES) está prohibido sin previa autorización escrita de la FES. Las opiniones expresadas en esta publicación no representan necesariamente las de la Friedrich-Ebert-Stiftung ni las de la PUCE. Maternidad y memoria: la revalorización de los afectos y cuidados como estrategia de resistencia Glenda Rosero Andrade1 Resumen El trabajo doméstico es una actividad no asalariada debido a que, históricamente, se realizó una división entre los trabajos reproductivos y productivos. La delimitación de lo privado/femenino como espacio improductivo, a diferencia de lo público/masculino, considerado productivo, provocó la naturalización de las labores domésticas como actividades femeninas. Es con este fraccionamiento que los afectos, los cuidados y la crianza se han situado al margen del engranaje de producción. La madre se ha trazado como el personaje que ejerce el registro de los cuidados en conjunto con el despliegue de los afectos dentro de los territorios privados. La actividad materna y la memoria que se deriva de ella se constituyen como primordiales dentro de los procesos de formación del individuo. En la actualidad, esta memoria materna se muestra desde distintas plataformas locales que proponen la revalorización de estas actividades, develándose como una estrategia de resistencia dentro de un sistema económico que no ha habilitado lo afectivo como parte de su agenda productiva. Palabras clave: feminismo, maternidad, revalorización, plataformas locales Clasificación JEL: B54, J16, J17 1 Investigadora independiente y fundadora del Colectivo Dos Guaguas. Contacto: glemarosan@hotmail.com 95 Introducción Los oficios domésticos son actividades no remuneradas que se encuentran en el terreno de lo privado y no son labores apreciadas dentro del sistema capitalista. Estas son realizadas en mayor porcentaje por las mujeres a quienes, históricamente, se las ha confinado al territorio de los cuidados. Desde una construcción simbólica cultural, la responsabilidad de la formación y los afectos han recaído sobre la madre quien, bajo esquemas tradicionales, entreteje las condiciones adecuadas para el desarrollo del individuo. Es así como la maternidad genera memorias de crianza que, actualmente, logran mostrarse en el terreno de lo público gracias a varias plataformas locales que exhiben el vigor de esta actividad desde distintos frentes; evidencian todas sus aristas para, con ello, exponer la trascendencia del trabajo doméstico y lo materno como fortaleza del sistema productivo. La búsqueda de revalorización plantea un primer cuestionamiento que gira en torno a las estrategias de las que se valió el capitalismo, que responden a un orden patriarcal, para colocar al trabajo del hogar en terrenos de desconocimiento salarial y naturalizarlo como actividad exclusiva del género femenino. A partir de la identificación de las causas que omitieron a lo doméstico de lo lucrativo, se plantea lo siguiente: ¿qué acciones se extienden en la actualidad para reivindicar la importancia de la labor materna como parte esencial del engranaje productivo? El presente artículo da argumentos que proponen la relevancia de esta actividad, así como los trabajos de varios espacios independientes que se empinan como estrategias de resistencia a la continuidad de esta desestimación. El género: punto de inflexión La zona masculina y femenina ha sido delimitada por un ordenamiento cultural y político basado en la diferencia sexual. A partir de esta distinción, las características biológicas de los cuerpos derivan en discursos sociales que transcienden aquello conocido como naturaleza. Son múltiples los argumentos que instituyeron la jerarquía corporal masculina y, con ello, la consolidación de un ordenamiento que activó las relaciones de fuerzas de poder. Un ejemplo se puntualiza en los estudios anatómicos de Galeno de Pérgamo, quien, en el siglo II, estableció la imperfección de los órganos sexuales de la mujer al afirmar que eran una inversión de los masculinos. Este enfoque fue modificado en el siglo XVI por Andreas Vesalio, médico, autor de De humani corporis fabrica. Describió 96 el contraste de los cuerpos a partir de la superioridad del hombre. Para él, la vagina era similar a un pene al revés y los ovarios, semejantes a dos testículos (Fernández-Martorell, 2018). La categorización histórica de la mujer como lo alterno, criterio emitido por la filósofa francesa Simone de Beauvoir (2018), es expresada como una condición para definir lo femenino. El hombre, determinado como lo esencial, es el sujeto con el que se instaura la comparación y diferencia, es decir, que a la mujer se la define a partir del contraste con lo varonil. Así, establece una binariedad fundamentada en lo central y periférico (pág. 51). Los enfoques de Galeno y Vesalio se citan como un breve ejemplo que, al ser los pilares de los estudios anatómicos, encaminan los criterios de divergencia de los cuerpos y encausan a lo varonil como el eje del pensamiento humano. La circunstancia física no era el único juicio emitido para la valoración negativa de la mujer: se la instituía como desposeída de comprensión y capacidad de entendimiento. El pensamiento que dirige a estos dos autores se mantuvo hasta finales del siglo XVII y es herencia de las ideas aristotélicas acerca de la procedencia del cuerpo y del alma, en donde lo masculino era denominado la “causa eficiente” —el alma—, mientras lo femenino era “la causa material” —el cuerpo—, que se concebía como una máquina sin proyecto ni entendimiento y con necesidad de voluntad con conciencia para producir (Fernández-Martorell, 2018, pág. 19). En los campos sociales, políticos, económicos y académicos, la mujer ha tenido que ganar espacio para anular su condición silente. Encubrir la voz de la mujer es un estado que tiene un camino bastante recorrido. Un ejemplo de ello lo da la literatura clásica, cuando muestra la inequidad en la participación de la palabra al encontrar a una Penélope con imposibilidad de decidir su destino y cuya única pericia para tener control de su vida era tejer y destejer; en cambio, Telémaco, su hijo, le mencionaba que las disposiciones estaban a cargo de los hombres. Estos mandatos aludían al mythos, es decir, a los discursos públicos validados en los que las mujeres no debían ni podían participar. Este pasaje literario es apenas un caso de cómo se ha construido la falta de participación femenina en una cultura en donde el género ha sido la plataforma para decidir quién merece y quién no ser escuchado (Beard, 2018, pág. 31). Derivado de las desigualdades de género, la maternidad no ha escapado de la sombra de la desvalorización: pese a ser un hecho biológico, la comprensión de este término se ha construido relacionándose con elementos históricos, 97 sociales, culturales y políticos. La madre, primera experiencia del niño, es para Campbell (2015) una forma de vincular la mitología con lo materno; el autor encuentra los ejemplos en distintas representaciones, como la diosa egipcia Nut, considerada la creadora del universo y los astros. De hecho, la imagen mitológica predominante en las sociedades primitivas es la femenina y su corporeidad se corresponde con la conformación del universo (pág. 221-3). La relación que la mujer tenía con la tierra en las sociedades agrícolas antiguas se asocia con el concepto de Gran Diosa o Madre Tierra que, para Campbell, es una humanización de la energía creadora de vida y alimento. Esta Diosa Madre, que se enmarcaba en una sociedad matriarcal, relega su característica creadora a la figura masculina, pero vuelve con la Virgen María en el pensamiento católico (pág. 227). Victoria Sau utiliza la metáfora de la “fagocitación” (2004, pág. 11) para explicar la anulación de la madre y el surgimiento del padre a partir de un engullimiento simbólico. Para esta autora, la madre era el referente de un orden social en donde no se concebía un poder sobre otro, pero que cambia hacia el padre debido a un estado de conciencia del hombre, quien reconoce su implicación en la procreación y su fuerza (2004, pág. 12). Sau menciona que el paso de matrilinaje2 hacia el patrilinaje y la imposición de un sistema socioeconómico de jerarquización es el inicio de la consolidación del poder masculino (pág. 13). Expresa, además, que la maternidad permite mantener en el poder al hombre, impidiendo que la mujer tenga tiempo libre para dedicarse a otras actividades (pág. 16). Estas ideas corresponden con el panorama que describe Yvonne Knibiehler (2001) sobre la madre y la maternidad. El estudio de esta última ha sido, en términos de la investigadora francesa, un objeto carente de interés y al que solo se ha recurrido para comprender la transformación de la familia y el pensamiento acerca de la fecundidad. Considera, asimismo, que la reproducción, como control de dominación de un sexo sobre otro, impide el necesario cambio en torno a la maternidad (pág. 7). El término maternitas, que apareció en Europa Occidental en el siglo XII, se aplicaba en un contexto religioso; describía la condición de la virgen María y excluía en su uso a las mujeres estándar. Aun en la inaplicabilidad del término en aquella época, ya se habían concebido distintas prescripciones que direccionaban el 2 Victoria Sau inserta el término matrilinaje derivado de sus investigaciones sobre la madre como referente inicial de la visión femenina del mundo. Estas ideas se enmarcan en la conformación de una vida social alrededor de la concepción de la vida como único saber de una la comunidad que se relacionaba mediante las madres y no a través del padre. El referente histórico al que alude es el Oriente Medio, durante su Edad de Bronce, en donde la Madre Tierra era considerada creadora sin necesidad de la intervención masculina. Este pensamiento, según la autora, prevaleció hasta la era clásica de Grecia (2004, pág. 12). 98 comportamiento que debía tener una mujer embarazada o una madre. Por ejemplo, en el siglo XVI, en Francia, se proclamó un edicto que obligaba a las mujeres a declarar su embarazo ante las autoridades para, con ello, imponer una vigilancia que asegurase que no dieran término a su embarazo. Leyes similares se aplicaron más tarde en Inglaterra y Escocia (Federici, 2018b, pág. 141). Poco a poco, el comportamiento de la madre se delimitaba por políticas que transformaban sus cuerpos en territorios dirigidos por el Estado. En el siglo XVIII, el territorio materno sitúa su carácter en los cuidados de calidad que debía otorgar al hijo. Esta condición se anida en la estimación de una crianza eficaz para asegurar la salud física y mental del futuro adulto. De esta manera, se realiza una homologación entre el cuerpo de la madre como matriz del cuerpo social, envolviéndola en parámetros de buen comportamiento y consagrando el amor materno como valor para perpetuar una sociedad civilizada. La individualidad de la mujer que llegaba a ser madre comenzó a ser absorbida por los imaginarios de exaltación del estado materno (Oiberman, 2003, pág. 123). Es en esta etapa de la historia en la que se asientan los cimientos de lo que se entiende actualmente como maternidad y su estructuración dentro del corpus familiar. La madre “está en el centro de las representaciones de lo espiritual, de lo corporal, de lo social, en relación con la mujer” (Olea, 1998, pág. 5); cualquier intento de conceptualización muestra un fenómeno en el que los factores culturales, sociales, económicos y políticos la circundan de representaciones concretas y estereotipos. En la mujer burguesa se implanta la idea de que, cuando llegue a ser madre, será la más apta para encargarse del cuidado y crianza de los hijos. Con los adelantos industriales y la necesidad de mano de obra del siglo XIX, se polariza la participación del padre en la crianza y la vida familiar: mientras la mujer se encargaba de las tareas domésticas, el hombre salía de casa a laborar. A partir de esta división del trabajo según su ámbito privado o público, se inicia la “cultura de las dos esferas” (Crespo, 2013, pág. 14), que ubica a la mujer en el terreno doméstico, espacio que caía poco a poco en devalúo por el avance de un sistema económico que enfatizaba la individualidad del trabajo productivo versus la ayuda colectiva y la experiencia de los encargos del hogar considerados como reproductivos. La estrategia creada para el fraccionamiento del territorio productivo y reproductivo se basó en instaurar la idea del indecoro para cualquier trabajo femenino realizado fuera del hogar. En caso de que llegase a buscar formas de subsistencia asalariada fuera del ámbito doméstico, lo debería hacer 99 bajo reconocimiento económico mínimo, tomando en cuenta que lo desarrollaba como una actividad complementaria a la que adquiría el hombre (FernándezMartorell, 2018, pág. 109). Para Silvia Federici (2018a), la devaluación del trabajo femenino está auspiciada por el control que ejerce el Estado sobre los cuerpos de las mujeres. Con el desarrollo del capitalismo, la única actividad posicionada como productiva era aquella que proporcionaba mercancía; en contraste, el trabajo reproductivo apenas generaba valor cuando era realizado fuera del hogar para algún amo. Esto produjo que se lo ubique en la periferia de la acumulación del capital, excluyéndolo de ser una labor asalariada y naturalizándolo como un oficio femenino (pág. 116). Las actividades domésticas —entre esas el ejercicio materno— se volvieron invisibles y, al no ser consideradas como remuneradas, se desplegaron tácticas de dependencia de la mujer hacia el salario masculino. Otra consecuencia, según la misma autora, es la exclusión de la esfera pública a la familia y concertarla como “la institución más importante para la apropiación y el ocultamiento del trabajo de las mujeres” (pág. 153). Así, la lleva al ámbito privado y, con ello, anula la importancia de las actividades domésticas y afectivas. En la actualidad, según un artículo publicado en el diario ecuatoriano El Comercio, las mujeres destinan tres veces más tiempo que los hombres a las tareas no remuneradas del hogar. El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), en un afán de visibilizar este tipo de actividades no reconocidas socialmente como oficios productivos, indica que mientras los ecuatorianos dedican 334 horas per cápita a estas labores, las mujeres, 1 111 horas. Este valor varía según el nivel de instrucción educativa y la inserción laboral de ellas, aunque esta condición no determina un alejamiento por completo a estas ocupaciones. Con ello, se confirma que las tareas de cuidados y crianza siguen formando parte del territorio femenino; sin embargo, la maternidad se ha convertido en materia de debate con el acercamiento al uso de redes y plataformas virtuales que proponen colocar como debate público discusiones que se solían tener en privado. Maternidad y memoria: plataformas para la resistencia Comprender la naturaleza y, con ello, tener una percepción certera del mundo que nos rodea era la efervescencia de las ideas de la Ilustración. La Europa científica del siglo XVIII se debatía entre el racionalismo y el empirismo, como las dos corrientes de pensamiento aplicables para obtener este conocimiento: la primera enunciaba que la razón era la fuente para el saber; la segunda alegaba que la 100 experiencia adquirida a través de los sentidos era la que permitía acceder a ello. En un punto medio se colocó Kant, quien introdujo una nueva discusión basada en que el objeto, percibido a través de los sentidos, es interpretado por nuestra mente. Con esto, el debate se traslada hacia el mundo interno del ser humano, quien era el que colocaba la vara de medición de lo externo (Wulf, 2016, pág. 60). Los viajes realizados por Humboldt, por ejemplo, tenían como base esta propuesta del filósofo alemán, en donde el registro de la experiencia para ampliar el conocimiento era el ritmo que marcaba el camino. En lo que respecta al asentamiento y la construcción de la memoria, las narrativas desarrolladas a partir del siglo XVIII extienden sus fronteras con las expediciones científicas ilustradas llevadas a cabo desde una Europa ávida por la comprensión de regiones desconocidas y con objetivos de colonización. La experiencia de estos viajes se reconocía con bitácoras e ilustraciones de modos de vida, habitantes, flora y fauna de ecosistemas distintos a los conocidos por los expedicionarios europeos. Estos registros se revelan como técnicas visuales que permitieron, en su momento, mostrar mundos desconocidos y, ya en la actualidad, se manifiestan como medios para revivir estrategias de adquisición de conocimiento. Estas formas de anotación se consolidaron en espacios reconocidos y legitimados por voces masculinas dentro del proceso de expansión de un sistema capitalista que, como se enunció en el apartado anterior, designó el territorio público al dominio del varón, en cuanto el privado se mantuvo en los designios de lo femenino. Mientras que los discursos políticos y económicos validaban la exploración y bitacorización del mundo exterior, la zona doméstica cumplía también con la acumulación de experiencias y saberes que no trascendían las fronteras de lo íntimo. En relación a ambos espacios, las actividades cotidianas que se constituyen como comportamientos aprendidos y repetidos se determinan como parte de la memoria habitual. Una segunda tipología conforma la memoria narrativa y establece “la manera en que el sujeto construye un sentido del pasado” (Jelin, 2002, pág. 28). En estos relatos se ubica la experiencia del pasado en el presente; en cambio, el proceso de recordar se realiza bajo una carga inscrita en emociones y afectos. La memoria narrativa, aplicada a esta disparidad de áreas privada y pública, determina la condición de voz autorizada que supone el valor de la institución o persona que narra y, con ello, la legitimación del discurso tanto en su construcción, como en su enunciación y recepción (Jelin, 2002, pág. 35). Si bien la civilización se ha edificado a partir del uso de la memoria —ya sea con el fin de 101 garantizar la estabilidad del pasado y el afianzamiento de tradiciones o como un nexo melancólico con tiempos anteriores—, en la actualidad, se establece como una manera de comprender lo histórico desmenuzando esta categoría en segmentos temporales para la observación de las condiciones sociales, culturales y políticas (Huyssen, 2011, pág. 17). Un frente que permite la mirada a condiciones distintas a las tradicionalmente narradas es el enfoque de género de la memoria, que admite dar voz a quienes no la tienen y, con ello, reconocer y validar experiencias distintas a las dominantes. Es aquí donde el registro de lo doméstico se revela como una memoria del mundo de los afectos, tejida por las manos femeninas que abordan una relación afable con el relato/objeto —aquello que cuenta o muestra— y con la enunciación —el que escucha o mira— (Silva, 2008, pág. 76). Este abordaje desde lo afectivo tiene su raíz en la organización subjetiva del tiempo que tienen las mujeres con respecto a los hechos reproductivos y la vida doméstica. Estas actividades, pese a su eje central de la fuerza de trabajo, están menguadas por los discursos patriarcales. La naturalización de las tareas del hogar como estrictamente femeninas ha creado un velo de invisibilidad en torno a la producción del beneficio con mayor significación para el sistema económico actual: el servicio físico y emocional a quienes ganan el salario y a los futuros trabajadores para asegurar su buen funcionamiento dentro de los parámetros capitalistas (Federici, 2018a, pág. 58). En lo que respecta a los saberes femeninos, la comunicación y el intercambio de información siempre ha estado presente en la interrelación entre las mujeres en cuanto a experiencia en crianza y cuidados se refiere. Los espacios para hacerlo se establecían en el interior del hogar, en las lavanderías o en áreas exclusivamente femeninas. Estos, con el paso del tiempo, mermaron, debido a factores como la industrialización y la opacidad de los saberes de las mujeres por parte de la medicina. En la actualidad, estos lugares han sido retomados —pero de manera distinta— por las redes sociales y plataformas virtuales que se promulgan como grandes oportunidades para debatir sobre diversos temas alrededor de lo materno y, de esta forma, revalorizar las actividades de crianza. Así, revelan la trascendencia de esta labor dentro de la agenda productiva. Aquella conversión de lo material a lo virtual conlleva también otro tipo de cambio: mientras antes los conocimientos se trasferían entre familiares, vecinas y amigas, ahora se lo hace entre desconocidas que necesitan formar parte de una comunidad y, con ella, contar sus experiencias. Otra transformación, y quizás la 102 más importante, es la reubicación de la zona de debate. Los temas acerca de la maternidad se dialogaban en espacios íntimos y a puerta cerrada, pero los avances tecnológicos han permitido colocarlos en la esfera pública y gritarlos a viva voz. Es decir que los escenarios han cambiado y, con ello, han oficializado y amplificado un debate que se realizaba en las orillas de lo relevante (Crespo y Visa, 2014, pág. 25). En Quito, varias plataformas se han formado con la intención de generar diálogos acerca del universo de la maternidad. En ellos se confrontan inquietudes desde distintas aristas con el fin de mostrar la amplitud del tema. El arte, la comunicación y las posturas políticas son los enfoques desde los que se construyen estos nuevos espacios y que se nutren con la interacción de una comunidad entera de seguidoras que proponen un debate de forma pública. Las gestoras independientes de Maternidad en red, Mamás Ecuador, Colectivo Vimaez, Maternidades (im)perfectas, La Gran Lactada y Mamá universitaria han creado estos espacios. Maternidades (im)perfectas, fundada por Cone Aitken y María Paz Dávila, es un espacio virtual de acceso libre que se transmite por la web y que también gestiona encuentros presenciales. Los diálogos se generan a través de diversos enfoques y con la mirada de varios actores y expertos en temas cuya selección se realiza según las necesidades de la audiencia. La plataforma cuenta con treinta capítulos, aproximadamente 1 000 descargas mensuales en formato podcast, 1 500 visualizaciones por cada Facebook Live y un alcance internacional que incluye, en orden de audiencia, a Ecuador, España, México, Argentina, Estados Unidos, Chile, Brasil, Perú, Colombia, Portugal, Australia y Nueva Zelanda. Maternidades (im)perfectas trata temas acerca de la maternidad, se contemplan de forma diversa, abarcando infinidad de dudas, cuestionamientos y temas promovidos por la audiencia3. El programa semanal Mamá universitaria, emitido por la radio de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE), surge como otro espacio comunicacional que coloca sobre la mesa asuntos que circulan alrededor de lo materno. A diferencia de Maternidades (im)perfectas, esta segunda propuesta nace de las complejidades de una maternidad llevada a cabo desde los estudios universitarios. Mayra Tandazo, licenciada en comunicación de la FACSO-UCE, fue una de las principales activadoras de distintos mecanismos para la valorización de la mujer-madre dentro del estudiantado de esta carrera. Uno de los mayores logros fue la apertura 3 La información de esta plataforma ha sido tomada de su página web: http://www.maternidadesimperfectas.podbean.com/ y https://www.facebook.com/maternidadesimperfectas 103 de la sala de apoyo a la lactancia Kaipimi Kani dentro de la facultad en la que estudiaba, generando así políticas de respeto a la labor materna y de equidad para aquellas jóvenes que cumplen con su labor de madres y estudiantes. En conjunto con esta acción, nace la propuesta radial. Esta última tiene como objetivo dialogar sobre una maternidad despojada de miradas tradicionales; se abordan distintas circunstancias desde las que se ejerce esta labor para deslegitimar los discursos hegemónicos que la han dotado de un solo enfoque. Para ello, recurren al formato de radio-revista en la que invitan a expertos, quienes conversan según el formato previamente expuesto y con la participación en vivo de los espectadores a través de Facebook Live, en donde pueden generar preguntas para que sean contestadas de forma inmediata4. Otro espacio que forma parte de las redes sociales desde 2017 es Mamás Ecuador, que se fundó debido a la falta de apoyo digital a las madres del país. Nina Solah, con el sostén de varias administradoras, se encargan de guiar la interacción de esta página que tiene alrededor de 5 000 participantes, quienes proponen espontáneamente los debates e inquietudes con la intención de recibir consejos u opiniones. Esta comunidad se define por la democrática intervención de sus miembros, quienes plantean temas de forma simultánea, creando diálogos diversos en los que la participación se dirige según las afinidades que se tenga a cada inquietud. De esta forma, se crean conversaciones virtuales paralelas que amplían y diversifican las posibilidades de hablar sobre lo materno. A raíz de este tipo de plataformas, se observa la necesidad de entablar conversaciones con mujeres que se encuentran en la misma condición, lo que da importancia a la experiencia femenina como aporte a la crianza5. Maternidad en Red es un proyecto que se lanza al público en 2017, gestado por Alegría Acosta con la finalidad de otorgar un espacio para que distintas madres puedan acceder a diálogos, intercambio de historias y experiencias. Así, logra generar redes de apoyo para valorar la gestación, el parto y la crianza, actividades indispensables y fundamentales para la reproducción humana. Esta plataforma ha realizado dos encuentros llamados Marea, que tuvieron una asistencia de 80 personas en su primera edición y 120 en la segunda; en ambos eventos se entablaron conversaciones a través de la experiencia, lo que permite reconocer e identificar la variedad de matices que lo entornan. En el marco de estos 4 Mamá Universitaria tiene su plataforma web en la siguiente dirección: https://www.facebook.com/ MamaUniversitaria1/ 5 Mamás Ecuador se encuentra en la categoría de grupo cerrado dentro de la red social Facebook, por lo que no es posible colocar la dirección electrónica. 104 encuentros, realizaron un taller de masiva acogida con Ina May Gaskin, partera de gran reconocimiento que defiende la práctica del parto humanizado y un workshop con Ana Álvarez-Errecalde, fotógrafa argentina que habla de lo materno y la crianza dentro de su trabajo artístico6. Otro encuentro es el gestado por Stefany Pow desde 2012 en Guayaquil y Caro Llaguno desde 2018 en Quito. Ellas promueven La Gran Lactada en el marco de la Semana Mundial de la Lactancia Materna, en donde se propone un espacio de información acerca de este tema para generar compañía, contención, armonía y fomento en su práctica. Se lleva a cabo cada primera semana de agosto; en la ciudad de Quito, en su primer encuentro, se registraron alrededor de 800 asistentes; en el segundo, se logró convocar a 1 000 personas que pudieron acceder a 11 talleres y charlas de forma gratuita. La acción emblemática de este programa es la lactada simultánea, donde todas las madres con sus pequeños hijos dan de lactar juntas durante un minuto para mostrar la importancia de esta actividad y, sobre todo, para fortalecer la necesidad de una lactancia practicada en el espacio público, libre de prejuicios y restricciones7. Una propuesta distinta es la generada por el Colectivo Vimaez, conformado por Paola Vásquez, David Carrera y Violeta Carrera, la hija de ambos. Su proyecto como colectivo artístico gira en torno a lo cotidiano y el proceso de conformación de su familia para mostrarlo en la exposición Parentalidad, que se concretó como una muestra autobiográfica acerca de la convivencia y la crianza. Para esta acción se invitaron a varios artistas que mostraron su punto de vista como padres o hijos, cuestionando y reflexionando sobre cómo el proceso artístico se nutre de las experiencias afectivas. Esta exposición se mostró en distintas provincias durante 2017 y, en la actualidad, sus gestores continúan registrando los procesos integrados entre arte y familia8. Estos espacios conformados en Quito, que se muestran como plataformas virtuales o generan propuestas de encuentros físicos, son una evidencia de la amplitud comunicacional que ha tenido el tema materno. La necesidad de hablar de ella 6 Maternidad en Red tiene su plataforma web en la siguiente dirección: http://www.maternidadenred.com/ y https://www.facebook.com/maternidadenred/ 7 La Gran Lactada tiene su plataforma web en la siguiente dirección: https://www.facebook.com/ LaGranLactadaUIO/ 8 Colectivo Vimaez tiene su plataforma web en la siguiente dirección: https://www.facebook.com/Vimaez/ 105 traspasa los órdenes privados y se organiza hacia lo público, validando las experiencias de lo cotidiano y del anonimato y dejando en claro los distintos enfoques desde el que puede ser abordado. Conclusiones Las tareas reproductivas, a diferencia de las productivas, han sido desvalorizadas por una estructura que otorga mayor relevancia a la actividad ejercida tradicionalmente por el género masculino. La historia evidencia que la división de estas labores se ha dado a partir de un sesgo de género; la visibilidad o el ocultamiento de cada una de ellas también forma parte de aquella mirada que legitima o desestima aquello que, según una construcción patriarcal, resulta fundamental mostrar. Estas necesidades responden a un sistema que integra a su engranaje productivo aquellas actividades, productos o servicios que han sido seleccionadas para ser retribuidas monetariamente, mientras que, dentro del hogar, quedaron aquellas asignadas como gratuitas e inherentes a lo femenino. Las labores ejercidas en el interior del hogar se naturalizaron como actividades de mujeres, mermando su importancia y minimizando el valor de la experiencia. La práctica continua de estas labores se mantenía a partir de una la línea comunicacional que indicaba cómo ejercerla: de abuelas a madres y de madres a hijas o entre amistades, pero siempre en espacios donde lo femenino preponderaba. Dentro del límite de estas áreas, se desplazaba la información y se hermetizaba en lo privado; en contraste, las actividades ejercidas por varones se mostraron como públicas y se registraron como experiencias valiosas para la construcción de lo económico, político y cultural. Ambas generaron memoria, pero eran apreciadas y socializadas de forma distinta. En la actualidad, la práctica de las labores reproductivas busca reconocimiento por parte de un sistema que las ha mantenido al margen de la productividad; la visibilidad de su trascendencia va de la mano con las reflexiones generadas a partir de los estudios de género. Entre estas labores, la maternidad se presenta como una función liderada por pensamientos hegemónicos que la han amoldado a través de la historia, generando un discurso tradicional basado en una forma ejemplar de ser madre, con pocos cuestionamientos y exceso de —aparente— bienestar. De forma general, lo materno no formaba parte de discusiones públicas y las experiencias de crianza infantil eran tópicos de poca importancia cuando, precisamente, era la madre y no un profesional de la pedagogía o la salud quien ponía sobre la mesa el debate. 106 Al presente, existen plataformas locales que muestran voces anónimas y cotidianas que, al exponerse de forma pública, colocan sobre la palestra los matices de una maternidad y crianza que no va de la mano con los pensamientos hegemónicos. De la misma manera, crean estrategias para debatir en ámbitos públicos aquello que antes se hacía de forma privada. Esto cuestiona los modelos tradicionales que disponían a la mujer como el eje gravitacional de la unión y cuidado familiar. Los diálogos abiertos, de acceso libre y con promoción publicitaria, en varios de sus casos, sitúan los temas de los oficios reproductivos al mismo nivel que cualquier otro que forma parte de la cotidianidad. De esta forma, la memoria y la experiencia se validan como una discusión más en redes sociales o medios de comunicación. Los temas del hogar, que antes se conversaban a través de la interacción con familiares o amistades, se tratan ahora en plataformas de acceso libre y con expertos, lo que evidencia el interés por revalorizarlo y mostrar la envergadura de su discusión. Esto augura la necesidad de profundización en temas de gestación, parto, maternidad, lactancia y crianza desde distintos puntos de vista. Así, matizan los imaginarios acerca del asunto y visibilizan formas de ser madre para irrumpir en aquellas doctrinas generadoras de un solo modelo materno. Finalmente, estos lugares, al proponer públicamente el diálogo sobre lo reproductivo, se muestran como fórmulas de resistencia: valorizan las actividades del interior del hogar en una estructura que se ha empeñado en minimizar estas tareas, coartando las posibilidades de una discusión legítima al mismo nivel de los temas de índole productiva. 107 Bibliografía Beard, M. (2018). Mujeres y poder. Un manifiesto. Barcelona: Editorial Planeta. Campbell, J. (2015). El poder del mito. Madrid: Capitán Swing Libros, S.L. Crespo, C. (2013). Maternalias. La historia de la maternidad. España: Editorial OB STARE. Crespo, Cira y Visa, M. (2014). Madres en red. Del lavadero a la blogósfera. Madrid: Clave intelectual. De Beauvoir, S. (2018). El segundo sexo. Madrid, España: Ediciones Cátedra. Federici, S. (2018a). Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Madrid: Traficantes de sueños. ________. (2018b). Revolución en punto cero. Trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas. Madrid: Traficantes de sueños. Fernández-Martorell, M. (2018). Capitalismo y cuerpo. Crítica de la razón masculina. Madrid: Ediciones Cátedra. Huyssen, A. (2011). Modernismo después de la posmodernidad. Barcelona: Editorial Gedisa S. A. Jelin, E. (2002). Los trabajos de la memoria. Madrid: Siglo XXI de España Editores. Knibiehler, Y. (2001). Historia de las madres y la maternidad en Occidente. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión. Oiberman, A. (2003). Historias de las madres en Occidente: repensar la maternidad. Psicodebate Vol. 5. Universidad de Palermo: 115-130. Recuperado de:https://www.palermo.edu/cienciassociales/publicaciones/pdf/ Psico5/5Psico%2009.pdf Sau, V. (2004). El vacío de la maternidad. Madre no hay más que ninguna. Barcelona: Icaria Editorial. Silva, A. (2008). Álbum de fotos: arqueología familiar con voces de mujer. Los imaginarios nos habitan. Quito: Municipio del Distrito Metropolitano de Quito (MDMQ). Wulf, A. (2016). La invención de la naturaleza. El nuevo mundo de Alexander Von Humboldt. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial. 108 Biografías de autoras y autores Corina Rodríguez Enríquez Economista y Doctora en Ciencias Sociales. Investigadora Independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICEt) en el Centro Interdisciplinario para el Estudio de Políticas Públicas (CIEEP). Miembro del Comité Ejecutivo de Mujeres por un Desarrollo Alternativo para una Nueva Era (DAWN). Su trabajo es reconocido en la región y en espacios internacionales tanto en el ámbito activista como académico. Trabaja principalmente en los temas de Economía Feminista, Economía del Cuidado, Política Fiscal y Social, Mercado laboral, Pobreza y distribución del ingreso. Verónica Gago Doctora en Ciencias Sociales y docente en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM); investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICEt) de Argentina. Integra Tinta Limón Ediciones. Forma parte del colectivo feminista Ni Una Menos. Luci Cavallero Investigadora y doctoranda en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires. Es Licenciada en Sociología por la Universidad de Buenos Aires y docente de la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Es co-autora del libro Una Lectura Feminista de la deuda, publicado en Argentina por la Fundación Rosa Luxemburgo (2019), en Brasil por Criação Humana Editora (2019), en Italia por la editorial Ombre Corte y próximamente en Inglaterra por Pluto Press. Florencia Partenio Doctora en Ciencias Sociales (UBA). Directora de la Licenciatura en Relaciones del Trabajo de la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ), Argentina. Docente de posgrado (UNGS/UNSJ). Integrante del Comité Ejecutivo de la Red de feministas del Sur-Global Development Alternatives with Women for a New Era (DAWN). Alison Vásconez Especialista del programa en Género y Economía en ONU Mujeres en Ecuador. Doctora en Economía del Desarrollo por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) - Ecuador. Máster en Economía y Política Social por la Universidad de York. Economista en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE). Docente e investigadora en temas relacionados con macroeconomía del desarrollo, política social, Economía Feminista, género y desarrollo. Se desempeñó como profesora asociada de FLACSO – Ecuador. Profesora invitada de la Universidad Andina Simón Bolívar (UASB), Universidad de Cuenca, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y FLACSO México. 238 Ximena Cabrera Montúfar Feminista, Socióloga por la Universidad Central del Ecuador, Magíster en Estudios de la Cultura Mención en Género por la Universidad Simón Bolívar, especialista en Políticas y Trabajos de Cuidado con enfoque de género en CLACSO, integrante de la plataforma de acompañantes y familiares Justicia para Vanessa, integrante de la red de investigación RItHAL, investigadora sobre economías feministas, populares y solidarias de GEEF (Grupo de estudios de economías feministas) en Ecuador. Glenda Rosero Andrade Artista multidisciplinar y madre. Licenciada en Artes Plásticas Especialización Escultura Cerámica, UCE (2009), Maestría en Estudios del Arte, UCE (2016) y Máster Avanzado en Literatura Española e Hispanoamericana, Universidad de Barcelona (2019). En 2015 fundó el Colectivo Dos Guaguas, en el que explora la cotidianidad del oficio materno y actualmente realiza, de forma independiente, investigaciones sobre el relato contemporáneo de la maternidad. Paola Mera Coordinadora del Programa de Sociedades Inclusivas e Interculturales de CARE Ecuador. Máster en Género y Desarrollo por FLACSO, Ecuador. Antropóloga y Especialista en Relaciones Internacionales por la Universidad San Francisco de Quito. Especialista en diseño, gestión e implementación de políticas públicas. Especialista en Derechos de las mujeres, Derechos Humanos, y Población LGBtI. Especialista en Cooperación Internacional, Relaciones internacionales. Se desempeñó como la máxima autoridad del Consejo Nacional para la Igualdad de Género (CNIG). Gabriela Montalvo Economista, tiene un posgrado y una especialización superior en Gestión Cultural y un máster en Estudios de la Cultura en la Universidad Andina Simón Bolívar (UASB). Su investigación se ha centrado en el análisis económico con enfoque de género, trabajo reproductivo y de cuidados, y trabajo en el arte. Tiene varias publicaciones sobre trabajo en el arte. Su campo de investigación académica se desarrolla en el cruce entre economía, cultura y feminismo. Kruskaya Hidalgo Cordero Investigadora y activista feminista con un Máster en Estudios de Género por la Central European University (CEU) y la Universidad de Granada (UGR). Actualmente, realiza una especialización en Estudios Afrolatinoamericanos y Caribeños por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Trabaja como coordinadora de proyectos en la Friedrich-Ebert-Stiftung Ecuador (FES-ILDIS) en el área de feminismos y sindicalismo. Y articula su militancia en el Observatorio de Plataformas y la Revista Amazonas. Sus temas de investigación son trabajo remunerado del hogar, estudios decoloniales, y economías de plataforma/trabajo digital. 239 Sandra Peñaherrera Acurio Magíster en Gestión y Desarrollo Social, magíster en Docencia Universitaria, docente Investigadora de la Universidad Técnica de Cotopaxi, Subcoordinadora del Observatorio Socioeconómico de Cotopaxi; subcoordinadora del Observatorio Nacional a la aplicación efectiva de la LOIPEVM de Cotopaxi, integrante de la Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas NODO UtC, activista en Defensa de los Derechos Humanos y de las Mujeres. Johana Trávez Cantuña Psicóloga educativa, máster en Neuropsicología y educación, máster en Innovaciones Pedagógicas y liderazgo educativo, máster en Planeamiento y Administración Educativa, docente universitaria por nueve años, profesional investigadora, actualmente desempeña actividades de campo en el programa Mis Mejores Años en el MIES Distrito Latacunga. Andrea Carolina Game Trujillo Economista y maestranda en Derecho con mención en Gestión Pública en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE). Trabaja en Andersen Quito en el área de Tailored Data Analytic, y es asistente de consultoría en proyectos económicos y sociales. David Sánchez de Ávila Magíster en Historia por la Universidad Andina Simón Bolívar (UASB), historiador por la Universidad de Cartagena (Colombia). Actualmente, se desempeña como asistente de investigación en Quito. Miembro del Grupo de Estudio de Economía Feminista (GEEF). Sus estudios se centran en los procesos de esclavitud en la costa del Caribe colombiano en la segunda mitad del siglo XVIII. Su última publicación fue Apuntes sobre la esclavitud española: un paralelismo entre la obra del esclavo Juan de Pareja y los procesos judiciales del siglo XVIII (2016). Jameson Mencías Vega Economista por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE). Master en Economía por la Universidad de Queensland (Australia). Experto en estudios fiscales y deuda. Fue Coordinador Nacional de Estudios Fiscales del Servicio de Rentas Internas del Ecuador (SRI) y consultor para la estrategia Data for Health de Bloomberg-Vital Strategies y UNICEF-Ecuador. Actualmente mantiene una posición de investigador en el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) y de consultor de Deuda y Fiscalidad para Red Latinoamericana por la Justicia Económica y Social (Latindadd). 240 economia para cambiarlo todo feminismos, trabajo y vida digna La Economía Feminista surge como una crítica radical y profunda a la visión androcéntrica, convencional y conservadora de la economía que coloca al homo economicus como sujeto central, a la economía como autónoma del resto de esferas sociales; además, evalúa su funcionamiento únicamente en el mercado de bienes y servicios y en el ámbito del trabajo asalariado y la rentabilidad eficiente de las ganancias. La Economía Feminista propone una perspectiva integral de la economía, que restituye la dinámica y la relación entre el trabajo asalariado y no remunerado, que estudia la economía del cuidado y las relaciones de poder del patriarcado, el capitalismo y la colonialidad, así como los límites ecológicos. En definitiva, esta es una economía que coloca en el centro a la vida, con sus complejidades y condiciones y las posibilidades de sostenimiento y reproducción. La presente publicación aborda y recoge varios debates de investigadorxs latinoamericanxs. Dan cuenta tanto de las discusiones presentadas en la Semana de la Economía Feminista realizada en 2019 como de las reflexiones de este último año, producidas en contexto de crisis multidimensional, sanitaria y de emergencia por la pandemia. De esta manera, se busca contribuir al análisis multidisciplinario y sistemático de los estudios sobre Economía Feminista, así como proporcionar elementos pedagógicos y metodológicos para distintos espacios que buscan construir vidas más justas y dignas.