Autores
M.A. Vives Vallés;
A. Leuza Catalán*;
J. Jiménez Fragoso;
L.J. Ezquerra Calvo;
M.C. Mañé Seró.
CIRUGÍA
Los aparatos de diatermia ya se han convertido en instrumentos tan
indispensables como habituales en la dotación material de un quirófano
veterinario normal; sin embargo ni siempre ha sido así, ni están exentos de
desagradables complicaciones que conviene conocer, por la propia seguridad
como cirujanos y por la de los pacientes. De alguna manera a estos aparatos se
les dedica tanto tiempo en su conocimiento y mantenimiento como a las
lámparas del quirófano. Así, en este trabajo se presenta una revisión sobre el
tema con una finalidad especialmente docente que pone de manifiesto desde
los primeros pasos en el desarrollo de los aparatos de diatermia y sus
protagonistas, los fundamentos físicos de su funcionamiento y efectos, tipos de
aparatos de diatermia, sus peculiaridades y puntos de riesgo, sistemas de
seguridad, así como los efectos nocivos y accidentes que su empleo puede
originar, pasando por la recopilación del léxico de empleo habitual con la
explicación de sus conceptos. De esta manera los autores aspiran humildemente
a que sea posible que tras la lectura del artículo se preste más atención a estos
aparatos ya indispensables en el quehacer diario.
Electrocirugía:
aplicación de la
electricidad en cirugía
Origen y desarrollo de la electromedicina
Si bien la mayoría de los autores citan tradicionalmente a Harvey William Cushing, neurocirujano norteamericano, trabajando conjuntamente con William
T. Bovie, botánico, como los padres del bisturí eléctrico o “unidad electroquirúrgica” a finales de los
años 20 del pasado siglo, lo cierto es que la electromedicina (la aplicación médica de la electricidad)
tiene un origen anterior, ya que en la década de los
años 90 del siglo XIX, D’Arsonval y Oudin comienzan a investigar los efectos fisiológicos de la corriente alterna con altas frecuencias, poniendo de
manifiesto que, en el rango de frecuencias de 100
kHz, no había estimulación neuromuscular. En la dé-
cada anterior, William J. Morton había descubierto
que la corriente eléctrica en el rango de los 100 MHz
no producía los efectos conocidos de la corriente
eléctrica cuando se utilizaba con frecuencias inferiores. Precisamente la electrocirugía se habría de basar
en la utilización de muy altas frecuencias (denominadas radiofrecuencias, o frecuencias de radio) para
cortar y coagular los tejidos. Además, D’Arsonval y
Oudin diseñaron un aparato bipolar que producía
chispas a una distancia de entre 5 y 15 m, que también tenía efecto analgésico [1].
Estos autores también proporcionaron datos acerca
del calentamiento de los tejidos y el efecto sobre la
respiración. Nagel Schmidt, en 1897, aplicaba un modelo modificado de Arsenne D’Arsonval para proporcionar tratamiento en afecciones circulatorias y
Consulta Difus Vet 2010; 175: 73-82.
Cátedra de Cirugía,
Facultad de Veterinaria,
Universidad
de Extremadura.
Cáceres.
*Cátedra de Cirugía,
Facultad de Veterinaria,
Universidad
de Zaragoza.
Zaragoza.
Dirección de correo
electrónico del autor:
mavives@unex.es
Electrosurgery:
the surgical use
of electricity
Summary
The diathermy devices
already have become as
indispensable instruments
as habitual in the material
grant of a normal
veterinary operating room,
nevertheless neither
always has been thus, and
are not out of disagreable
complications which ones
are indispensable to know,
by our security as surgeons
and also for the security of
our patients. Unfortunately
one spends as much time
in his knowledge and
maintenance to them as
the spended with the
lamps of the surgery room.
Thus in the present work
authors
presented/displayed a
revision on the subject,
with a especially
educational purposes,
that shows the first steps
in the development of
diathermy devices and its
protagonists; the physical
principles and effects of its
management; types of
diathermy apparatuses; the
peculiarities and points of
risk, security systems, as
well as effects and hazards
that normal use can
originate over the patients;
also authors have prepared
a reduced compilation of
the lexicon of habitual use
with the explanation of
principal concepts. In this
way authors aspired
humbly that after the
reading of the article
clinicians will pay more
attention to obtain the best
results of these already
indispensable apparatus in
our daily surgical tasks.
Palabras clave:
Electrocirugía; diatermia;
bisturí eléctrico; cauterización;
electromedicina;
tecnología de sellado de vasos.
Key words:
Electrosurgery; diathermy;
electric scalpel; cauterizatión;
electromedicine;
sealing vessels technology.
consulta • 73
Figura 1:
Fulguración.
Figura 2:
Corte y
coagulación.
Figura 3:
Vaporización.
Figura 4:
Bovie: Unidad
electroquirúrgica.
Hacia 1960.
74 • consulta
articulares [2]. En esos momentos se utiliza el término
“diatermia” para describir la generación de calor en
los tejidos.
En 1900, Rivière publica un trabajo donde escribe
que, mientras intentaba tratar una úlcera indolente
en la mano de un músico con el aparato de D’Arsonval y Oudin, tocó uno de los cables y provocó una
chispa que, si bien estimuló los tejidos, no produjo
grandes daños, observando además que la estimulación repetida permitió una más rápida curación de la
úlcera tratada. En 1910, Simon Pozzi, que recomienda dicha técnica para tratar algunos cánceres cutáneos profundos, utiliza por primera vez el término
“fulguración” para describir su tratamiento, técnica
que originaba la coagulación del tejido por deshidratación [2] (figura 1).
Doyen, en 1909, incrementó la corriente y añadió
al aparato un segundo cable que colocó bajo el paciente, y que servía como toma de tierra, al que denominó “bipolar” aunque luego sería conocido como
electrodo de retorno del paciente, o electrodo indiferente. Profundizó, además, en los efectos producidos
sobre los tejidos al tocarlos, en lugar de tratarlos sólo
con fulguración, de manera que acuñó los términos
“coagulación” y “carbonización”, así como su empleo en determinados cánceres cutáneos.[2] William
Clark, en USA en el año 1914, modificó su aparato
incrementando la intensidad de la corriente, de manera que con mayor amperaje obtenía mayor destrucción tisular, lo que denominaba “desecación”. Y
de igual modo, modificando la alta frecuencia, obtenía distintos grados de fulguración. También Beer, en
1908, ya aplica la fulguración a través de un cistoscopio en el interior del organismo [1].
Lee De Forest, en 1908, desarrolló un tubo al vacío
de alta frecuencia que ya disponía de capacidad de
corte, el electrobisturí, pero que sin embargo era muy
costoso. Sería perfeccionado por Wyeth unos años
más tarde (1924), de manera que su aparato ya disponía de capacidad de corte, coagulación y desecación por vaporización (figuras 2 y 3).
Es en 1926 cuando Harvey Cushing y William Bovie
crean una unidad electroquirúrgica de bajo coste para
facilitar la eliminación de tumores cerebrales muy vascularizados, aparato que, en esencia, no iba a cambiar hasta la llegada de los transistores a partir de los
años 70 del pasado siglo. Estas unidades electroquirúrgicas, que se denominaban Bovies, eran grandes y
aparatosas hasta su posterior reducción de tamaño
en los años 70, y respondían a la necesidad de obtener una buena hemostasia en neurocirugía.[3] Cushing, a pesar de haber probado diferentes métodos
para facilitar la hemostasia (tejido muscular, clips metálicos, cera, fibrina, etc.), todavía tenía numerosos
casos de neoplasias inoperables debido a la gran vascularización que provocaba hemorragias incoercibles
(figura 4).
Una modificación puesta en marcha por Malis en
1953, fue el coagulador bipolar.[4] Malis buscaba obtener un menor daño en las estructuras tisulares al localizar mucho el punto de calentamiento, evitando la
carbonización extensa de los tejidos. Su trabajo se reveló fundamental para el avance de la microcirugía y
el desarrollo de la cirugía de los trasplantes (figura 5).
Bases de la electrocirugía
La electricidad es un fenómeno natural basado en
la carga positiva o negativa de las partículas. Cuando
se induce el movimiento de los electrones atraído por
cargas contrarias, a ese movimiento le llamamos electricidad. Así pues, la electricidad consiste en un flujo
de partículas (electrones) cargadas negativamente,
cuyo comportamiento siempre cumple dos reglas
principales: siguen el camino que menor resistencia
les ofrece, y siempre tratan de volver a un reservorio
de electrones (tierra).
La corriente eléctrica se produce como consecuencia
del flujo de electrones a través de un conductor, flujo que
se mide en amperios y cuyo camino desde su producción
hasta llegar a tierra se denomina circuito eléctrico.
El comportamiento de la corriente eléctrica cuando
pasa a través del cuerpo varía en función de la resistencia (impedancia) de los tejidos al paso de la misma,
y también en función de las características de la corriente eléctrica. Así, cuando la corriente eléctrica
tiene una frecuencia superior a 100 KHz pasa a través
del organismo sin causar dolor o contracción muscular. Con frecuencias hasta 3 KHz hay contracciones
neuromusculares y dolor, y entre 3 y 5 KHz aparece
daño tisular por calentamiento, que está relacionado
además con la intensidad de la corriente y la duración
de la acción. Normalmente los aparatos de diatermia
trabajan entre los 300 kHz y los 3,3 MHz.
En el quirófano se pueden utilizar fundamentalmente dos tipos de corriente eléctrica: continua o alterna, diferenciándose en que en la primera el flujo
de electrones viaja en una sola dirección, mientras
que en la corriente alterna va cambiando (invirtiendo)
la dirección del flujo de electrones con una determinada frecuencia. La medida de los ciclos por segundo
se denomina hertzio (un ciclo por segundo).
Una forma de electrocirugía que utiliza la corriente
continua la constituyen los electrocauterios empleados en cirugía ocular, por ejemplo, alimentados por
baterías que ponen incandescente una resistencia metálica externa que es la que aporta el efecto calorífico.
En este caso la corriente no abandona el aparato en
ningún momento ni penetra en el organismo del paciente. Si bien sólo son útiles para vasos de muy pequeño calibre y tampoco cortan los tejidos (figura 6).
Normalmente, los aparatos denominados bisturíes
eléctricos suelen ser monopolares, de manera que la
corriente eléctrica producida por el generador se aplica
al organismo a través de uno de los polos (electrodo
activo) y pasa a su través recogiéndose en el segundo
polo denominado electrodo neutro, indiferente, pasivo, de retorno o placa de tierra, conectado a su vez
al generador. De esta forma, una corriente de alta frecuencia aplicada en una superficie muy reducida como
es la punta del electrodo activo, origina un gran aumento de la temperatura en dicha zona, por la gran
densidad de corriente eléctrica en ese punto, produciendo el corte o la coagulación de los tejidos debido
a la resistencia (impedancia) de los mismos al paso de
la corriente, influenciada por factores como la edad, la
propia lesión tisular y algunos otros aspectos del entorno (calor, humedad, etc.) [5] (figura 7).
Figura 5:
Coagulador bipolar.
Figura 6:
Electrocauterio.
Corriente
continua.
Figura 7:
Esquema simple de
bisturí monopolar.
consulta • 75
Figura 8:
Concepto
de densidad
de corriente.
Figura 9:
Placa paciente con
circuito de
seguridad.
Figura 10:
Coagulador bipolar.
76 • consulta
El concepto de densidad o concentración de corriente es directamente proporcional a la superficie por
la que fluye la corriente. De manera que es máxima
en el extremo del electrodo activo (en el mango del
electrobisturí), lugar donde el calor carboniza los tejidos, y mínima en la placa paciente. Esto explica que
cuando la superficie de contacto entre el electrodo indiferente y el paciente disminuye, aumenta la densidad de la corriente en ese punto y el calor producido
llega a causar quemaduras en el paciente (figura 8).
En el resto del organismo, la corriente introducida
y no transformada en calor se disemina por el cuerpo
en función de la densidad y resistencia del mismo.
Como en este caso la superficie es mucho más extensa, no se produce calentamiento externo o lesiones en otros órganos o tejidos. De manera que esa
electricidad simplemente atraviesa el organismo, circulando hacia el electrodo indiferente o neutro por el
camino más corto y volviendo al generador. Para facilitar el retorno de la corriente eléctrica se recomienda una placa de tierra o electrodo indiferente,
suficientemente grande para que presente la menor
resistencia posible, siendo a ese nivel donde se pueden producir problemas de quemaduras por sobrecalentamiento cuando hay puntos donde se concentra
la recepción de la corriente eléctrica, tal y como veremos más adelante. De esta forma es fundamental
entender el hecho de que la corriente eléctrica que
penetra en el paciente es la misma que sale; sin embargo las densidades de corriente varían en cada
punto y por tanto no son las mismas.
Es muy importante profundizar en la comprensión
de los electrodos de retorno ya que, como se ha indicado, constituyen el sistema de recepción de la corriente eléctrica monopolar que atraviesa el paciente
al actuar el electrodo activo sobre los tejidos, permitiendo que dicha corriente sea recogida en la superficie de la placa y conducida de nuevo al generador.
Hay muchas placas o almohadillas diferentes, con
diversos modelos, desde reutilizables a desechables,
secas o con gel conductivo, metálicas o recubiertas
de goma, si bien ninguna placa se adapta por completo a todos los pacientes y a su superficie por sí
misma, de manera que su efectividad es variable, y,
por ello, sigue existiendo una cierta incidencia de lesiones por complicaciones en su uso. Los sistemas
más modernos incorporan un circuito de seguridad
que mide la impedancia de la placa, de manera que
si detecta un incremento de la resistividad entre la
placa y el paciente, se envía una señal al generador
que lo desactiva, impidiendo así una lesión por quemadura (figura 9).
Es muy importante la colocación adecuada del electrodo de retorno en cuanto al contacto con el paciente, tan cerca como sea posible del área quirúrgica
y en contacto con masas musculares importantes, ya
que los músculos conducen la electricidad mucho
mejor que la grasa, tejido cicatricial o prominencias
óseas. Nunca se deben ubicar junto a prótesis metálicas (placas de osteosíntesis por ejemplo), ya que el
tejido cicatricial que las rodea incrementa la resistencia al flujo de la corriente eléctrica. Hay que evitar
igualmente la excesiva cantidad de pelo y los lugares
donde se puedan depositar líquidos. Especialmente
importante es leer el manual de instrucciones y las recomendaciones del fabricante antes de emplear el
aparato. También hay que evitar los electrodos de
electrocardiografía de aguja y su cercanía al campo
quirúrgico. Se deben revisar los contactos de la placa
(es muy frecuente tirar del cable para retirarla, creando malos contactos). Y finalmente, tras la intervención, hay que revisar el aspecto de la piel en
contacto con la placa neutra, advirtiendo desde zonas
eritematosas hasta quemaduras visibles.
Durante la intervención es importante utilizar la
menor cantidad posible de potencia para obtener el
efecto deseado y mantener el electrodo activo limpio
(la acumulación de restos en la punta disminuye la
conductividad y obliga a aumentar la potencia). Al
acabar la intervención conviene revisar el equipo, especialmente cables y contactos, así como reemplazar
los componentes defectuosos.
Una variación sobre el bisturí eléctrico convencional, también conocido como monopolar, la constituye
el coagulador bipolar, cuyo nombre viene dado porque la corriente circula únicamente entre las dos
ramas de una pinza, de manera que no precisa atravesar el cuerpo del paciente hasta llegar al electrodo
indiferente, puesto que la corriente eléctrica fluye
entre las dos ramas constituidas por un polo positivo
y un polo negativo, regresando al generador y cerrando así el circuito (figura 10).
Con la coagulación bipolar se busca obtener un
menor daño en las estructuras titulares al localizar
mucho el punto de calentamiento, exclusivamente
entre la superficie de las pinzas. De manera que tan
sólo se ven afectadas en el reducido espacio que hay
entre las puntas de una pinza y no alcanza, por tanto,
las estructuras adyacentes. En este caso se utiliza exclusivamente la característica de coagular puntos sangrantes o vasos sanguíneos, sin emplear el efecto de
disección tisular que también se emplea con el electrobisturí monopolar, ya que debido a la proximidad entre
los dos polos se requiere de un menor voltaje para obtener un buen resultado, aunque su capacidad de coagular vasos medianos es muy reducida (figura 11).
En la actualidad, además de los electrobisturíes utilizados en microcirugía, se comercializan para cirugía
convencional aparatos con mayor voltaje y potencia
que incorporan también la función de corte.
Por último, es necesario considerar en este apartado la denominada tecnología de fusión de tejidos o
de sellado de vasos, que precisa de un generador especial junto con instrumental específico para la obliteración de vasos, incluso de gran calibre (hasta 7
mm), en cirugía convencional y laparoscópica. Su tecnología se desarrolla a partir de 1999, y consiste en
una coagulación bipolar modificada junto a una
fuerza de presión óptima proporcionada por el instrumental, de manera que se consigue obtener un
cierre vascular permanente por fusión, o bien el sellado y división de los tejidos. Se consigue con este
sistema un menor daño tisular, ya que el efecto calorífico está muy localizado, de una manera similar a
los efectos de la coagulación ultrasónica. Así, el
punto de aplicación queda con un aspecto translúcido debido a la colágena y elastina predominantes
que actúan en el sellado (figuras 12, 13 y 14).
Figura 11:
Pinzas y
controles para
bisturí monopolar /
bipolar.
Figura 12:
Generador de
fusión tisular
(además de bisturí
eléctrico mono y
bipolar).
Figura 13:
Instrumental de
sellado de tejidos.
Figura 14:
Efectos de la
fusión tisular
sobre cordón
espermático.
consulta • 77
Efectos de la electrocirugía
Figura 15. Bisturí eléctrico sencillo y otro con diversas funciones.
Todos disponen de potenciómetro digital.
Figura 16:
Distintos tipos
de electrodos y
mangos de bisturí
monopolar.
Figura 17:
Carbonización
tisular por
diatermia.
78 • consulta
Como se ha indicado previamente, el objetivo de la
electrocirugía fundamentalmente es el de cooperar en
las operaciones base de la cirugía, tales como diéresis o
separación de los planos titulares, exéresis o eliminación
de porciones orgánicas, y hemostasia o control de la hemorragia. De esta forma, su principal utilidad es la sección quirúrgica combinada con una buena hemostasia.
En general la electrocirugía proporciona fundamentalmente tres modos de actuación que, normalmente, se pueden elegir a través de los controles del
generador: corte, coagulación, modo mixto (corte
más coagulación) y fulguración. En cada uno de dichos modos la generación de corriente varía alterando los parámetros habituales: voltaje, potencia,
frecuencia y tiempo (figura 15).
Así, cuando se requiere la sección de los tejidos se
utiliza una corriente alterna con bajo voltaje, que proporciona el efecto de vaporización o desecación tisular con separación de los labios cuando contacta el
electrodo activo con el tejido.
Cuando se precisa coagulación, el generador proporciona una corriente discontinua con frecuencias
de amplitud mayor o menor y un mayor voltaje.
La fulguración se obtiene con el modo de coagulación pero con el electrodo activo a cierta distancia del
tejido a tratar, suministrando ciclos de gran amplitud
de onda y generados de manera discontinua.
Por supuesto, hay otras variables que también influyen provocando un mayor o menor efecto sobre
los tejidos, como el tiempo de actuación, la potencia
del equipo (muy importante en función del tamaño
del paciente y la distancia entre electrodo positivo y
neutro), el tipo de electrodo (bola, punta, lazo, lámina
plana, mayor o menor tamaño, sucio o con restos de
tejido, con mando en el pedal o en el propio mango,
etc.), o el propio tejido (mayor resistencia de la grasa
frente al músculo) (figura 16).
Al igual que ocurre con el instrumental tradicional de
corte, el empleo del bisturí eléctrico también comporta
una cierta destrucción tisular a cada lado de los labios
de la herida quirúrgica, debido a la carbonización de
los tejidos producida por la evaporación, así como la
desecación más o menos intensa de los tejidos de la
periferia. Sin embargo, se trata de efectos circunscritos a un área reducida y no diseminada (figura 17).
Fundamentalmente, la acción sobre vasos linfáticos
y sanguíneos va a depender de la potencia suministrada (watios) y el tiempo de aplicación, de manera
que el calor produce desecación, coagulación intravascular, obliteración de las bocas y contenido de los
vasos y, finalmente, la carbonización del tejido. Todo
ello dependiendo del tamaño del vaso y la presión
sanguínea que contenga; de manera que vasos de pequeño calibre se coagulan directamente por contacto
(coagulación por obliteración), mientras que otros
más grandes precisan de su cierre previo por aplicación de hemostatos (coagulación por compresión).
En todo caso, el efecto obtenido es el de destrucción de la adventicia más externa, deshidratación y
ruptura de los estratos musculares lisos y fusión de la
lámina endotelial. Una destrucción tisular de este tipo
también requiere un adecuado proceso cicatricial, que
ha sido convenientemente estudiado desde una perspectiva experimental y clínica, observándose algunas
variaciones con respecto a la cicatrización de una sección tisular realizada con bisturí convencional.
Así, debido a la zona de clara necrosis que produce
la energía eléctrica, se produce con el bisturí eléctrico
una mayor reacción inflamatoria, además de que el proceso cicatricial no se genera en el mismo borde de la
incisión ya que está carbonizado, sino más lejos del
borde, y por ello cuesta más tiempo. De manera que lo
que se encuentra es un retraso en el proceso cicatricial
de más de dos veces el tiempo que requiere el proceso
cicatricial que sigue al uso del bisturí convencional.
Entre otros efectos observados, cabría destacar una
menor resistencia a la contaminación por parte de las
heridas hechas con bisturí convencional en relación
comparativa con las realizadas con electrobisturí [6,7].
Figura 18:
Biopsia hepática
mediante fusión
tisular.
Ventajas e inconvenientes
de la electrocoagulación
En general, su empleo hace más rápidas las intervenciones quirúrgicas, reduce la cantidad de material
extraño en el organismo procedente de las ligaduras,
clips, etc., disminuye las pérdidas hemáticas por sangrado y facilita la hemostasia en lugares de difícil acceso con las técnicas hemostáticas convencionales.
Es, además, fundamental en pacientes con trastornos
en la coagulación o al trabajar en tejidos muy vascularizados (figura 18).
Por el contrario presenta también algunos problemas, como pueden ser una mayor destrucción tisular
con creación de focos necróticos, un claro retraso en
el tiempo de cicatrización hasta llegar a tener las características previas del tejido, y una cicatriz mayor, a
menudo antiestética, cuando se usa directamente
sobre la piel, en razón de las quemaduras producidas.
Accidentes debidos a la electrocirugía
Si bien la casuística publicada de accidentes debidos al empleo de la diatermia en cirugía no es muy
elevada, el caso es que su utilización diaria puede ocasionar alteraciones significativas que, como parece, no
siempre son publicadas, por razones evidentes.
Así pues, en la bibliografía hay suficientes trabajos
que ponen de manifiesto los inconvenientes originados por el empleo de corrientes eléctricas que atraviesan el organismo, de manera que el empleo de
marcapasos al inicio de los años 60 ya supuso un
grave problema en cuanto interactuaba con los generadores de alta frecuencia, lo que obligó a reforzar
el aislamiento de las fuentes de diatermia [8].
En ese sentido conviene aclarar que, inicialmente,
los generadores eran más simples que ahora, y la propia toma de tierra del generador era la que utilizaba el
electrodo pasivo para derivar la corriente. De manera
que una posibilidad de quemadura aparecía cuando
el aparato de diatermia emitía una corriente eléctrica
Figura 19:
Efecto de “división
de la corriente”.
que encontraba zonas de menor resistencia (de mayor
conducción) y una vía más corta para volver a tierra,
como por ejemplo los electrodos (metálicos) de un
ECG insertados cerca del campo operatorio, que estaban conectados con el ECG, que a su vez disponía
de su propia toma de tierra. Es el efecto denominado
“División de la corriente”. Pero como el punto de contacto de los electrodos del ECG (a menudo con partes
metálicas) era muy reducido, la densidad de corriente
en dichos puntos era muy alta, produciendo calor y
originando quemaduras (figura 19).
A partir de los años 70, gracias a la fabricación de
circuitos de estado sólido, se pudo aislar el circuito
generador-electrodo activo-paciente-electrodo pasivo-generador, de modo que este circuito ignoraba
cualquier otra vía de salida que no fuese la del propio
generador, de modo que ya no podía aparecer la denominada división de la corriente. Este sistema, denominado equipo flotante, también permitió que el
generador no funcionase si no estaba conectado el
electrodo neutro, ya que de no ser así el circuito eléctrico no se cerraba.
consulta • 79
Figura 20:
Placas defectuosas en sus conexiones.
Figuras 21, 22, 23 y 24:
Quemaduras graves producidas por el electrodo neutro.
80 • consulta
En la actualidad, algunos aparatos más sofisticados
cuentan con la posibilidad de incluir un sistema de
monitorización de la calidad del contacto entre el
electrodo neutro y el paciente, de manera que cuando
se detecta un escaso contacto el generador se inactiva
emitiendo señales audibles o visuales, eliminando de
este modo la incidencia de las quemaduras.
También hay constancia de los problemas derivados
de la producción de humo en el proceso de carbonización de los tejidos, ya que el humo, además de contener
más de 20 productos químicos contaminantes (fenoles,
nitrilos, ácidos grasos, hidrocarbonados tóxicos, etc.), es
capaz de diseminar células tumorales malignas, como en
el caso de los melanomas [9]. Para evitar esto, además de
aspiradores en el campo quirúrgico, se comercializan
mangos de bisturí eléctrico provistos de aspiración.
Otro peligro potencial está representado por el
fuego y las explosiones que, si bien son raras, tienen
un efecto devastador sobre el paciente y los equipos.
Vienen originadas por la acumulación de oxígeno en
cavidades (gástrica, peritoneal) que, en contacto con
las chispas producidas por el bisturí eléctrico, originan la explosión. Sin embargo, hay otras fuentes que
pueden actuar como combustible [10]:
• gases intestinales (metano)
• gases vesicales
• agentes antisépticos cutáneos (alcohol)
• sistemas de ventilación
• nebulizadores
• paños, gasas, torundas
• tubos endotraqueales
Las fuentes de oxígeno, además del aire ambiental,
están constituidas por el oxígeno y óxido nitroso utilizados en anestesia; y la fuente de ignición aparece
en cualquier aparato capaz de hacer saltar una
chispa, o incluso la propia electricidad estática generada por el roce con determinadas superficies.
También cabe resaltar que las quemaduras en el paciente son, con mucho, la principal complicación, debido
al defectuoso contacto de la placa; precisan de períodos
de cicatrización muy prolongados, si no tratamiento quirúrgico mediante plastias o injertos cutáneos. Son debidas genéricamente a distintas causas [11] (figura 20):
• discontinuidad en la conexión entre el paciente
y la placa
• discontinuidad entre la placa base y el generador
• irregularidades de la placa unidas a un incremento de la presión local
• tamaño reducido de la placa
• placas no recubiertas de material aislante
Finalmente, hay que considerar como riesgo para
el cirujano la posibilidad de perforación de los guantes quirúrgicos en aquellos casos en que se contacta
con el instrumental, sometido a diatermia en un
punto muy focalizado, y que por la rotura origina
igualmente lesiones por quemadura [12].
En todo caso, y con mucho, los problemas más habituales en la clínica veterinaria son las quemaduras,
debidas al aumento de la temperatura que el incremento puntual de la densidad de la corriente eléctrica
en un punto puede originar en áreas distintas a las
del contacto con el electrodo positivo. Esto suele
pasar en el electrodo neutro y ocurren por causas diferentes y variadas, como por ejemplo:
• Uso de placas deterioradas, con superficies o
conexiones defectuosas.
• Aparición de burbujas de aire que disminuyen la
superficie de la placa y por ello elevan la densidad de
la corriente. Especialmente frecuente en los animales domésticos debido al recubrimiento de pelo y los
huecos que el pelo deja al aplastarse por el peso.
• Falta de aislamiento de la superficie metálica de
la placa utilizada.
• Uso de altos valores de potencia del bisturí eléctrico durante prolongados períodos de tiempo,
junto a un electrodo dispersivo de escasa superficie.
• Desplazamiento de la placa, o del paciente, durante la cirugía, con la correspondiente alteración
en los puntos de contacto (ahora en prominencias óseas, oquedades, escasa irrigación sanguínea, zonas adiposas o cicatriciales).
En todo caso los efectos son demoledores y originan una complicación grave, muy apreciable por parte
del propietario y lenta y costosa de reparar como se
aprecia en las imágenes (figuras 21, 22, 23 y 24). ❖
Glosario
Bisturí eléctrico:
Electrodo romo, o terminado en punta, conectado a un generador de alta frecuencia, con el
que se obtiene corte, coagulación y hemostasia.
Carbonización:
Acción y efecto de carbonizar (reducir a carbón
un cuerpo orgánico).
Cauterización:
Acción y efecto de cauterizar (quemar una herida
o destruir un tejido con una sustancia cáustica,
un objeto candente o aplicando corriente eléctrica). Utilización del calor o sustancias cáusticas
para destruir tejidos o coagular la sangre.
Coagulación:
Efecto de solidificación o cuajado de la sangre. La solidificación de la sangre o la destrucción del tejido sin
efecto cortante. Incluye la fulguración y la desecación.
Corriente eléctrica:
Flujo de cargas eléctricas a través de un conductor.
Magnitud física que expresa la cantidad de electricidad
que fluye por un conductor en la unidad de tiempo.
Su unidad en el sistema internacional es el amperio.
consulta • 81
Densidad de corriente:
El incremento de flujo eléctrico por unidad de
superficie. Es directamente proporcional al incremento de calor generado.
Desecación:
Acción y efecto de desecar (extraer la humedad).
El efecto electroquirúrgico de deshidratación de
los tejidos y desnaturalización de las proteínas
causado por el contacto directo entre el electrodo
y el tejido.
Diatermia:
Empleo de corrientes eléctricas especiales para
elevar la temperatura en partes profundas del
cuerpo humano con fines terapéuticos.
Electromedicina:
Aplicación médica de la electricidad.
Electrocirugía:
Por extensión de la electromedicina. Aplicación
en cirugía de la electricidad.
Electrocirugía monopolar:
Procedimiento quirúrgico en el cual sólo el electrodo activo está en la herida quirúrgica. Es la
electrocirugía que dirige la corriente a través del
cuerpo del paciente y requiere el uso de un electrodo de retorno al paciente.
Electrocirugía bipolar:
Electrocirugía cuyo flujo de corriente se mueve
entre dos electrodos (bipolar) colocados alrededor del tejido para crear un efecto al paso de la
corriente entre ellos (habitualmente desecación),
sin entrar en otras porciones del organismo.
Electrodo de retorno/almohadilla/placa paciente/electrodo dispersivo:
Una placa o almohadilla conductora que recoge
la corriente eléctrica terapéutica del paciente durante los procedimientos de electrocirugía y la
dispersa sobre una amplia superficie desde la que
retorna al generador.
Fulguración:
Acción y efecto de fulgurar (brillar, resplandecer,
despedir rayos de luz). Utilización de arcos eléctricos para coagular el tejido.
Generador:
La máquina que convierte una corriente alterna
de baja frecuencia en una corriente de alta frecuencia.
Potencia:
El aumento de energía térmica producida por segundo, medida en watios.
Radiofrecuencia (RF):
Frecuencias por encima de 100 kHz que transmiten señales de radio. La corriente de alta frecuencia utilizada en electrocirugía.
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Resistencia:
La pérdida de conductividad. La oposición al paso
del flujo de corriente eléctrica. Se mide en ohmios.
Tecnología de respuesta tisular:
Generador de radiofrecuencia que mide continuamente la resistencia del tejido en contacto
con el electrodo y automáticamente ajusta la potencia para conseguir el mejor efecto posible.
Tecnología de sellado de vasos:
Sistema electroquirúrgico que combina la electrocirugía con una presión regulada por el instrumental, para unir las paredes vasculares y
crear un sellado permanente.
Tierra:
El conductor universal y punto común de retorno
de los circuitos eléctricos.
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