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www.elsevier.es/rcp
Artículo de revisión
Neuropsiquiatría de los trastornos del movimiento
Juan Manuel Orjuela-Rojas ∗ , Gustavo Adolfo Barrios Vincos
y Melisa Alejandra Martínez Gallego
Clínica de Memoria Clínica La Inmaculada, Bogotá, Colombia
información del artículo
r e s u m e n
Historia del artículo:
Los trastornos del movimiento pueden definirse como síndromes neurológicos en los que
Recibido el 16 de abril de 2017
puede haber un exceso o enlentecimiento de movimientos automáticos o voluntarios sin
Aceptado el 6 de mayo de 2017
relación con debilidad o espasticidad. Tanto la enfermedad de Parkinson (EP) como la de
On-line el 20 de junio de 2017
Huntington (EH) son condiciones paradigmáticas de estos trastornos. La alta prevalencia
de síntomas psiquiátricos comórbidos, como depresión, ansiedad, síntomas obsesivo-
Palabras clave:
compulsivos, alucinaciones, delirios, impulsividad, trastornos del sueño, apatía y deterioro
Neuropsiquiatría
cognoscitivo, obliga a abordar estas enfermedades como entidades neuropsiquiátricas. En
Trastornos del movimiento
el presente artículo, se realiza una revisión de los aspectos neuroanatómicos (estructura-
Enfermedad de Parkinson
les y funcionales), neuropsicológicos y psicopatológicos de la EP y la EH. Se hace especial
Enfermedad de Huntington
énfasis en el papel de los circuitos frontosubcorticales no motores para la comprensión del
Circuitos
espectro clínico de ambas entidades, sin excluir la influencia de aspectos genéticos, psicoló-
Frontosubcorticales
gicos y psicosociales. Por último, se realiza una breve revisión sobre los principales abordajes
psicofarmacológicos en cada entidad
© 2017 Asociación Colombiana de Psiquiatrı́a. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos
los derechos reservados.
Neuropsychiatry Of Movement Disorders
a b s t r a c t
Keywords:
Movement disorders can be defined as neurological syndromes presenting with excessive
Neuropsychiatry
or diminished automatic or voluntary movements not related to weakness or spasticity.
Movement disorders
Both Parkinson’s disease (PD) and Huntington’s disease (HD) are well-known examples
Parkinson’s disease
of these syndromes. The high prevalence of comorbid psychiatric symptoms like depres-
Huntington’s disease
sion, anxiety, obsessive-compulsive symptoms, hallucinations, delusions, impulsivity, sleep
Circuits
disorders, apathy and cognitive impairment mean that these conditions must be regarded
Fronto-subcortical
as neuropsychiatric diseases. In this article, we review neuroanatomical (structural and
Autor para correspondencia.
Correo electrónico: orjuelajm@gmail.com (J.M. Orjuela-Rojas).
http://dx.doi.org/10.1016/j.rcp.2017.05.010
0034-7450/© 2017 Asociación Colombiana de Psiquiatrı́a. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados.
∗
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functional), psychopathological and neuropsychological aspects of PD and HD. The role
of fronto-subcortical loops in non-motor functions is particularly emphasised in order to
understand the clinical spectrum of both diseases, together with the influence of genetic,
psychological and psychosocial aspects. A brief description of the main psychopharmacological approaches for both diseases is also included
© 2017 Asociación Colombiana de Psiquiatrı́a. Published by Elsevier España, S.L.U. All
rights reserved.
Introducción
Neuroanatomía funcional de los ganglios
basales
Los trastornos del movimiento pueden definirse como síndromes neurológicos en los que puede haber un exceso o
enlentecimiento de movimientos automáticos o voluntarios
sin relación con debilidad o espasticidad. Las estructuras
que componen los ganglios basales (GB) históricamente han
estado ligadas a funciones relacionadas con el control del
movimiento; no obstante, conforme ha avanzado la comprensión de los circuitos cerebrales y su relación con la emergencia
de síntomas psiquiátricos, el paradigma motor ha mudado
hacia una integración con las funciones cognitivas, afectivas
y conductuales.
Los síntomas no motores que generan la EP y la EH,
afecciones paradigmáticas de los GB, son tan importantes e
incapacitantes como los motores. Este cambio en la manera de
abordar la disfunción de los GB ha reforzado el planteamiento
de las enfermedades psiquiátricas como una disfunción de
circuitos, que complementa y contrasta la visión clásica de
alteraciones en los sistemas de neurotransmisores1 .
Otro aspecto fundamental que ha puesto en evidencia la
indiscutible contribución de los GB a la regulación afectiva y
conductual es la reciente aparición de la estimulación cerebral profunda (ECP)2 . La ECP se utiliza como opción terapéutica
para la EP y estimula el núcleo subtalámico o el pálido interno.
Con dicha estimulación (principalmente del pálido interno),
los pacientes muestran una gran mejoría tanto de los síntomas motores como de los afectivos, lo que confirma el papel de
los GB en este tipo de funciones no motoras. Actualmente se
utilizan diversas estructuras diana para estimulación cerebral
en trastornos psiquiátricos (tabla 1)3 .
El término GB hace referencia a un grupo de núcleos funcionalmente diversos y localizados en lo profundo de la corteza
cerebral. Este conjunto de núcleos tiene como funciones
importantes el control motor, incluida la selección adecuada
de patrones de movimiento acordes con los requisitos del
entorno, la regulación afectiva y la generación de estados de
recompensa4 . Las estructuras que conforman los GB (fig. 1)
integran una red compleja de circuitos involucrados en las
funciones mencionadas.
Los componentes de estos circuitos han generado debate
acerca de qué estructuras se considera GB. Hay consenso
sobre los componentes principales que incluyen el núcleo
caudado, el putamen, el núcleo accumbens (en conjunto conocidos como cuerpo estriado) y el globo pálido5 . La cabeza
del caudado y el núcleo accumbens, ambas conocidas como
estriado ventral, son estructuras ligadas a circuitos límbicos
y sistemas de recompensa6 . El núcleo celular de la sustancia
negra, con sus porciones compacta y reticular, también está
incluido entre los GB por el aporte de dopamina, neurotransmisor fundamental para el correcto funcionamiento de estas
estructuras.
En cuanto a la conectividad de los GB, se considera el
estriado como la principal vía de entrada al sistema, localización donde convergen conexiones de la sustancia negra,
la amígdala y la corteza cerebral. El tálamo es la principal
vía de salida. Aunque dicha estructura no pertenece filogenéticamente a los componentes de los GB, desde el punto
de vista funcional está íntimamente relacionada con los
Tabla 1 – Estructuras susceptibles de neuroestimulación en trastornos psiquiátricos
Estriado
ventral
Depresión
mayor
Adicciones
Trastorno
obsesivo
compulsivo
Síndrome
de
Tourette
Núcleo
accumbens
Globo pálido
(I-E)
Núcleo
subtalámico
+
+
+
Habénula
lateral
Cíngulo
subgenual
Pedúnculo
talámico
inferior
Haz prosencefálico
medial
+
+
+
+
+
+
+
+
61
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Tálamo
Núcleo
caudado
Cápsula
interna
Mesencéfalo
Substantia nigra
pars compacta
Putamen
Substantia nigra
pars reticulata
Pedúnculos
cerebrales
Núcleos
subtalámicos
Globo pálido
externo e interno
Figura 1 – Estructuras que conforman los ganglios basales (modificada de la referencia 4).
circuitos mencionados. Para comprender mejor el patrón de
conectividad, conviene segregarlo en circuitos motores y circuitos no motores (fig. 2).
Cada uno de estos circuitos recibe múltiples entradas corticales y estriatales que progresivamente se integran en los
GB para intervenir en la regulación del control motor, los
movimientos oculares sacádicos, la memoria de trabajo y la
regulación afectiva. Dichos circuitos se proyectan a áreas específicas de la corteza que a su vez están interconectadas para
generar su función5 .
Circuitos motores
Movimiento corporal
Corteza motora primaria
Corteza sensitiva primaria
Circuitos no motores
Movimiento ocular
Circuito prefrontal
Circuito límbico
Campo visual
frontal
Corteza
prefrontal
Cingulo anterior
corteza
orbitofrontal
Corteza del cíngulo
y orbitofrontal
amígdala
hipocampo
Corteza
Corteza
somatomotora
Campo visual
frontal
Corteza
prefrontal
dorsolateral
Estriado
Putamen
Cuerpo del
núcleo caudado
Cabeza del
núcleo caudado
Estriado ventral
Globo
pálido
Globo pálido
interno
Globo pálido
interno
Globo pálido
interno
Globo pálido
interno ventral
Tálamo
Núcleos
ventral lateral
y ventral anterior
Núcleos
medial-dorsal
y ventral anterior
Núcleos
medial-dorsal
y ventral anterior
Núcleo
medial-dorsal
Figura 2 – Conexiones de los ganglios basales (modificada de la referencia 4).
62
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Perfil neuropsicológico de los trastornos del
movimiento
Los sujetos con EP y EH, típicamente expresan un perfil
«subcortical», manifestado clínicamente por deterioro de la
atención, la visuopercepción y las funciones ejecutivas7-9 . A
continuación se describen las alteraciones en cada uno de los
dominios cognitivos comúnmente afectados en la EP y la EH
(tabla 2).
Atención y funciones ejecutivas
Tanto en la EP como en la EH, frecuentemente se encuentran insuficiencias en sistemas atencionales, desde los más
básicos como el mantenimiento de la atención hasta aspectos
más complejos como la atención dividida y alternante7,8,10,11 .
Igualmente, se han relacionado dificultades en la memoria
de trabajo tanto verbal como espacial. Estos déficit atencionales complejos y de memoria de trabajo están relacionados
con dificultades para inhibir respuestas y estímulos irrelevantes del medio y para cambiar fácilmente de set, por lo que
se comete un mayor número de errores en tareas clásicas de
inhibición, como el Stroop test7 . El síndrome disejecutivo los
puede llevar a errores en la toma de decisiones, pobre capacidad de juicio, automonitorización, planeación y solución de
problemas12 .
Además, se han reportado dificultades en la velocidad de
respuesta, que a su vez pueden explicarse por la falta de iniciativa y espontaneidad11 .
A diferencia de los pacientes con EP, aquellos con EH
han mostrado mayores errores perseverativos en tareas
ejecutivas10 .
Memoria
Las alteraciones de la memoria no declarativa, principalmente
en la realización de hábitos o el aprendizaje por condicionamiento clásico, se han descrito ampliamente tanto en EP como
en EH. Otra alteración común son los errores en la memoria
anterógrada, donde la principal dificultad se da en la codificación de la información y no en el almacenamiento. Estas
dificultades pueden explicarse por una falla ejecutiva más que
por un defecto de la memoria como tal7,10,11 .
En cuanto a la memoria episódica, está alterada en la EH
desde las etapas iniciales de la enfermedad. Al contrario que
en la EP, en la que la información remota episódica suele
estar conservada. Se podría decir que, en la EP sin demencia,
las alteraciones de la memoria se explican por la disfunción frontal en el aprendizaje asociativo, la metamemoria, el
ordenamiento temporal de acontecimientos y aspectos de la
memoria prospectiva7,10 .
Lenguaje y habla
Las alteraciones del habla y más probablemente la disartria son evidentes en estadios iniciales de la EH. Además, se
muestran dificultades de lectura y escritura, con omisiones,
perseveraciones y sustituciones, las cuales están en relación con los movimientos coreiformes y la disfunción frontal.
Asimismo muestran dificultades en la comprensión verbal
compleja y la denominación por confrontación visual, con
altos errores perceptuales, y al contrario que lo esperado en
disfunciones de tipo subcortical, se ha visto primeramente
afectada la fluidez verbal de tipo semántico8 .
En la EP predominan las alteraciones en la velocidad,
la prosodia y el volumen del habla. Se dan alteraciones
Tabla 2 – Funciones cognitivas alteradas en trastornos del movimiento como la enfermedad de Parkinson y la
enfermedad de Huntington
Enfermedad de Parkinson
Atención
Funciones ejecutivas
Atención sostenida, dividida y alternante
Memoria de trabajo verbal y espacial
Planeación, organización y solución de problemas
Memoria
Memoria declarativa en el recuerdo libre por
dificultades en estrategias de codificación
Memoria procedural o implícita
Metamemoria, memoria prospectiva
Velocidad, entonación y volumen del habla
Aspectos logico-gramaticales y lógico-verbales
complejos
Denominación
Menor alteración en la fluidez verbal semántica
Orientación corporal y espacial
Razonamiento abstracto
Discriminación visual
Identificación derecha-izquierda
Lenguaje y habla
Funciones visuoespaciales
Funciones motoras
Velocidad de respuesta
Enfermedad de Huntington
Atención sostenida, dividida y alternante
Memoria de trabajo verbal y espacial
Planeación, organización y solución de problemas
Mayores dificultades en la inhibición de respuestas
verbales y motoras
Memoria declarativa en el recuerdo libre por
dificultades en estrategias de codificación
Memoria procedural o implícita
Memoria episódica
Disartria
Habla espontánea e iniciativa
Denominación
Fluidez verbal semántica
Lectura y escritura
Orientación corporal y espacial
Rotación mental
Discriminación visual
Identificación derecha-izquierda
Identificación de emociones negativas
Velocidad de respuesta
Coordinación visuomotora
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lógico-gramaticales y lógico-verbales complejas y, al igual que
en la EH, dificultad en la fluidez verbal semántica, pero relacionada con disminución de la velocidad de procesamiento y
dificultad para cambiar de set. La denominación y la fluidez
verbal semántica y fonológica se encuentran mejor preservadas que en la EH7,11 .
Habilidades visuoespaciales
En la EP se han documentado alteraciones en la orientación corporal y espacial, al aparecer fallas en tareas de
razonamiento abstracto, discriminación visual y confusión
derecha-izquierda. Estas alteraciones, más que a los déficit
motores propios, se deben a una dificultad ejecutiva en la
capacidad para cambiar de set mental7,11 .
En la EH, se encuentran alteraciones en tareas de trazado de
rutas, dificultades en la rotación mental y, en comparación con
otras enfermedades degenerativas, expresan una percepción
más afectada de las emociones en los rostros, principalmente
en la identificación de emociones negativas como el asco7,8 .
Trastornos neuropsiquiátricos en la
enfermedad de Parkinson
La alta prevalencia de alteraciones psiquiátricas en la EP indica
que se trata de una condición neuropsiquiátrica. Aunque los
síntomas psicopatológicos de la EP pueden ser variables (tabla
3) y difícilmente delimitables, a continuación se revisan algunos.
Trastornos neurocognoscitivos
Aproximadamente el 80% de los pacientes con EP sufrirán
deterioro cognoscitivo con el paso de los años13 . La demencia en la EP (DEP) y la demencia por cuerpos de Lewy (DCL)
comparten el mismo proceso neurodegenerativo derivado de
los depósitos anormales de alfa-sinucleína. La diferencia fundamental se basa en la instauración de los síntomas motores
con respecto a los cognitivos. En la DEP los síntomas motores
preceden al deterioro cognoscitivo y en la DCL la situación es
la contraria.
Los inhibidores de la acetilcolinesterasa son los medicamentos de elección, ya que no solo tienen efectos positivo en
la función cognitiva, sino que también mejoran los síntomas
Tabla 3 – Síntomas motores y no motores de la
enfermedad de Parkinson
Síntomas motores
Bradicinesia
Rigidez en rueda dentada
Inestabilidad postural
Cambios en la marcha
Temblor en reposo
Síntomas no motores
(psiquiátricos)
Deterioro cognoscitivo
Psicosis
Depresión
Ansiedad
Trastorno del control de
impulsos
Apatía
Trastornos del sueño
63
afectivos y conductuales y la funcionalidad cotidiana14 .
La rivastigmina es la más estudiada y se recomienda
ampliamente15 . Una segunda opción podría ser el donepezilo,
que aunque solo se ha estudiado en grupos pequeños, ha
revelado efectos discretos en la cognición sin empeoramiento
de los síntomas motores16,17 . En un metanálisis reciente, se
comparó la eficacia de los inhibidores de la acetilcolinesterasa
con la memantina en sujetos con DEP y DCL; se encontró
mejoría en la impresión general en ambos grupos, pero sin
beneficio cognitivo para el grupo de memantina18 .
Depresión
La depresión en la EP ocurre en aproximadamente el 35% de
los casos19 . Puede estar presente desde el diagnóstico de la EP
o aparecer en fases prodrómicas20 .
Existen múltiples mecanismos etiológicos involucrados en
la depresión en la EP, pero lo más probable es la convergencia de factores genéticos, biológicos y psicosociales. Los
depósitos anormales de alfa-sinucleína generan daños neuronales progresivos que afectan a núcleos monoaminérgicos
del rafe medial (productores de serotonina), el locus coeruleus (productor de noradrenalina) y el área tegmental ventral
(productora de dopamina), estructuras fundamentales para la
regulación emocional21 . El daño de los circuitos frontosubcorticales límbicos objetivado con estudios de neuroimagen
funcional también es clave para la instauración de síntomas
depresivos22 .
Desde el punto de vista psicosocial, las dificultades para
movilizarse, la baja autoestima, el uso de estrategias de afrontamiento desadaptativas y la escasa red de apoyo son factores
precipitantes de un evento depresivo.
Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina
(ISRS) suelen utilizarse con alta frecuencia para tratar la depresión en la EP; sin embargo, los estudios clínicos controlados,
las revisiones sistemáticas y algunos metanálisis no han evidenciado mayor eficacia al compararlos con placebo23,24 . El
uso de antidepresivos tricíclicos como la nortriptilina y la desipramina ha mostrado mejor evidencia25 , aunque se debe tener
en cuenta los efectos adversos anticolinérgicos. Igualmente,
antidepresivos duales como la venlafaxina y la atomoxetina
han mostrado mayor eficacia que los ISRS26 . El bupropión
también parece ser una buena estrategia terapéutica para
pacientes con depresión asociada a EP27 .
El uso de agonistas dopaminérgicos para tratar la EP podría
contribuir, en algunos casos, a la mejoría de los síntomas
depresivos. Este parece ser el caso del pramipexol, con el
que se ha demostrado una reducción importante de síntomas
tanto motores como depresivos28 . Por el contrario, la levodopa/carbidopa no parece tener mayor efecto en la depresión
en la EP.
Por último, el uso de terapia electroconvulsiva (TEC) y de
estimulación magnética transcraneal (EMT) muestra resultados variables; la EMT es la que menores efectos adversos
cognitivos genera29,30 .
Psicosis
En 2007 se realizó el consenso internacional para establecer
los criterios de psicosis en la EP31 . Los síntomas «positivos»
64
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involucran alucinaciones de personas, animales u objetos
indefinidos que pasan por el campo visual periférico (alucinaciones de paso), percepción de objetos distorsionados
(ilusiones), pareidolias y experiencias perceptuales en las que
se da una sensación de «presencia»32 . Estas se viven como si
la presencia de una sombra o una nube hubiera abandonado
la habitación (palinparousia)33 . Habitualmente el sujeto tiene
crítica de la anormalidad de los fenómenos perceptuales, por
lo cual se los ha denominado alucinaciones «menores». Con el
paso de los años, pueden aparecer otros síntomas «mayores»,
como ideas delirantes y alucinaciones olfatorias, auditivas o
táctiles.
La prevalencia de fenómenos «menores» es cercana al 42%
en estadios tempranos de la enfermedad34 y la de «mayores»
alcanza hasta un 60% en fases avanzadas35 .
Las alucinaciones de presencia parecen estar relacionadas
con disfunción en los mecanismos de control ocular ubicados
en el tallo cerebral y con deterioro de las vías dorsales que
viajan por el lóbulo parietal (surco intraparietal)32 . Las alucinaciones complejas y multimodales se asocian con cambios
cognitivos y afectivos y revelan alteraciones en estructuras
corticales de vías ventrales occipitotemporales36 . La pérdida
del insight y las alteraciones conductuales están relacionadas
con disfunción orbitofrontal. Aunque la dopamina suele estar
relacionada con síntomas psicóticos en muchas enfermedades psiquiátricas, no parce que este sea el caso de la psicosis
en la EP, en la que predomina un estado hipodopaminérgico.
Se ha debatido el vínculo entre agonistas dopaminérgicos y la
presencia de alucinaciones. Si bien dosis elevadas incrementan el riesgo de alucinaciones35 , la mayoría de los estudios
concluyen que su relación es débil, ya que tampoco se ha
demostrado que el uso intravenoso de levodopa precipite síntomas psicóticos37 . La pérdida de los núcleos colinérgicos en
el tallo cerebral y el exceso de influencia serotoninérgica en
regiones orbitofrontales, temporales ventrales y de la corteza
motora parecen estar relacionados con los síntomas psicóticos. De hecho, los tratamientos más recientes para la psicosis
en EP son los agonistas inversos de los receptores 5HT2A, como
la pimavanserina.
En cuanto al tratamiento, se recomienda revisar las dosis
de agonistas dopa y, si se encuentran muy elevadas o hay
mezcla de varios, se propone disminuir la dosis vigilando
riesgo/beneficio con los síntomas motores. Para los pacientes
sin deterioro cognoscitivo, los fármacos con mejor evidencia
son clozapina38,39 y pimavanserina, que ha mostrado mejoría
importante en un amplio estudio clínico, a doble ciego y controlado con placebo40 . En pacientes con deterioro cognoscitivo
y alucinaciones visuales, la rivastigmina reduce significativamente la puntuación del inventario neuropsiquiátrico32 .
Aunque inicialmente se recomendaba el uso de quetiapina,
múltiples estudios no han logrado reproducir su eficacia en
EP32 . Igual ha pasado con la olanzapina, que además empeora
los síntomas motores41 .
Trastorno del control de impulsos
El término trastorno del control de impulsos (TCI) agrupa una
serie de conductas complejas caracterizadas por la dificultad
para resistir el impulso de realizar un acto que es nocivo para
el sujeto o para otros42 . Se ha calculado una prevalencia del
6% en pacientes sin medicación dopaminérgica y del 17% con
medicación43 . A continuación se mencionan las características clínicas fundamentales del TCI:
• Juego patológico (JP): se define como la incapacidad para
resistir el impulso de jugar (casino, máquinas tragamonedas, bingo, lotería, etc.) a pesar de las consecuencias
negativas para su vida personal, profesional o familiar que
conlleva.
• Conductas hipersexuales (CH): el sujeto experimenta un
incremento de la libido respecto a su nivel premórbido.
Las CH los pueden llevar a gastar mucho dinero, tiempo
y energía en actividades sexuales desbordando su control
voluntario. Pueden aparecer conductas parafílicas como
exhibicionismo o voyerismo auditivo (uso excesivo de
llamadas a líneas calientes)44 . También encuentros constantes con prostitutas, compras desmesuradas en sex-shops,
masturbación compulsiva, obsesión por la pornografía
y/o travestismo. En algunos casos, pueden sobrepasarse
los límites socialmente aceptados y cometerse conductas
incestuosas, pedófilas45 o zoofílicas46 .
• Compras compulsivas: se trata de una preocupación desadaptativa por realizar impulsivamente grandes compras.
Los sujetos gastan más dinero del presupuestado, compran
objetos innecesarios o dedican largos periodos al consumo
en establecimientos comerciales. Se trata de una conducta
incontrolable que genera problemas financieros y estrés a
los familiares47 .
• Alimentación compulsiva: se produce un drástico incremento de la ingesta alimentaria, principalmente de hidratos
de carboo, dulces y/o comida salada. Las porciones de las
comidas son exageradas y se incrementa el consumo entre
comidas o incluso en horas de la noche. Esto, por supuesto,
lleva a un aumento del índice de masa corporal. Tanto la alimentación compulsiva como las compras compulsivas son
más frecuentes en las mujeres42 .
• Punding: la preocupación y la fascinación por rituales aparentemente sin sentido de manera estereotipada (p. ej.,
organización y reordenación de objetos).
• Hobbismo: una preocupación prolongada por aficiones o
actividades (p. ej., trabajar sin cesar en proyectos o pasatiempos, «adicción» al computador).
• Pasearse: caminar o conducir sin rumbo definido o inútilmente.
Los circuitos córtico-meso-límbicos y el estriado ventral,
regulados por la dopamina, median respuestas de recompensa y placer, como ya se mencionó44 . Algunos estudios
han documentado hipofunción de estas estructuras, probablemente por sobrestimulación medicamentosa dopaminérgica.
La recurrencia de conductas placenteras/impulsivas parece
tener como finalidad la activación conductual de estos
circuitos48 .
El tratamiento consiste en la psicoeducación del paciente y
sus familiares para generar una mejor comprensión del fenómeno y disminuir la ansiedad asociada con las conductas
anormales. El consumo responsable de los agonistas dopaminérgicos, la reducción de las dosis, el cambio a otro agonista y
la interrupción del tratamiento pueden ser estrategias efectivas para el control de síntomas49 . En un estudio observacional,
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se demostró que la interrupción o la reducción significativa
del medicamento disminuía de manera importante las conductas impulsivas50 . Si esta estrategia no es efectiva, se puede
hacer uso de antipsicóticos atípicos como la clozapina51 o la
quetiapina, aunque con menor grado de evidencia. El uso de
ISRS no ha mostrado mayor eficacia44 . En algunos casos podría
adicionarse litio o ácido valproico52 y/o terapia cognitivoconductual.
Trastornos neuropsiquiátricos en la
enfermedad de Huntington
Además de los síntomas motores, la EH se acompaña típicamente de cambios neuropsiquiátricos como depresión,
manía, psicosis, trastorno obsesivo compulsivo, síndrome
disejecutivo, apatía e irritabilidad. A continuación se revisan
brevemente algunos de ellos.
Depresión
La prevalencia de síntomas depresivos en el transcurso de la
EH es del 30 al 40%, y se alcanza un riesgo de suicidio de
hasta 46 veces el de la población general53 . La mayoría de
los pacientes con EH sufren síntomas depresivos subsindrómicos, reacciones adaptativas con ánimo triste en relación
con el diagnóstico de la enfermedad y apatía, los cuales hay
que diferenciar de un episodio depresivo como tal. Los síntomas depresivos suelen preceder varios años a la enfermedad
neurológica54 .
Los estudios por neuroimagen funcional han documentado hipometabolismo orbitofrontal en sujetos que cursan un
episodio depresivo en la EH55 . Los aspectos reactivos y psicosociales también son importantes para la instauración del
episodio depresivo. El hecho de tener que lidiar con una enfermedad que no tiene cura, progresiva y que genera extrañeza
para la sociedad, carga en los cuidadores y deterioro funcional
incapacitante pone en riesgo la estabilidad mental de cualquiera que la padezca.
El tratamiento de primera línea suelen ser los ISRS, aunque
solo existen algunos reportes de caso sobre su eficacia56 . Otro
estudio con venlafaxina XR mostró que, tras administrarla a
26 sujetos con EH durante 4 semanas a una dosis promedio
de 150 mg/día, se redujeron significativamente los síntomas
depresivos57 .
Manía e irritabilidad
La prevalencia de síndromes maniformes en la EH varía entre
un 5 y un 10%54 . Los pacientes pueden tener exaltación afectiva, irritabilidad, impulsividad, grandiosidad, incremento de
la libido, disminución de la necesidad de sueño y, en casos graves, síntomas psicóticos. Es importante mencionar que la EH
se acompaña típicamente de cambios de personalidad como
desinhibición, inestabilidad afectiva, agresividad, puerilidad
e irritabilidad58 . Por esta razón, los síntomas maniformes no
necesariamente deben interpretarse en contexto de un trastorno afectivo bipolar. Para el tratamiento se recomienda el
uso de divalproato de sodio o carbamazepina59 , ya que con
el carbonato de litio se ha obtenido pobre respuesta y mayor
65
riesgo de toxicidad por deshidratación. El uso de antipsicóticos
está en controversia, pero pueden ser de utilidad.
Síntomas obsesivos compulsivos
Un importante número de pacientes con EH sufren síntomas
obsesivos compulsivos (SOC), sin cumplir necesariamente
los criterios de trastorno obsesivo compulsivo según el
DSM-V. Los síntomas pueden expresarse en fases preclínicas o de manera importante en las fases avanzadas de la
enfermedad60 . Inflexibilidad, perseveraciones y preocupaciones idiosincrásicas son frecuentes en la EH61 . Las iteraciones
verbales y las conductas repetitivas generalmente corresponden a disfunción ejecutiva, más que a compulsiones como
tales.
Las enfermedades que afectan a los GB y, por lo tanto,
alteran los circuitos frontosubcorticales (principalmente orbitofrontales) tienen mayor prevalencia de SOC62 . Se han
descrito casos en corea de Sydenham, infartos en el caudado, síndrome de Gilles de la Tourette y neuroacantosis, entre
otras63 .
Los ISRS y la clomipramina se mantienen como las terapias
de elección para el SOC en EH, en combinación con terapia
cognitivo conductual54 .
Trastornos psicóticos
Los síntomas de esquizoides en la EH tienen una prevalencia
del 3 al 6%64 . Los principales factores de riesgo son el inicio
temprano de la EH y los antecedentes familiares de psicosis59 .
Los síntomas más frecuentes son: ideas delirantes paranoides mal estructuradas, agresividad, irritabilidad y mal control
de impulsos. Las alucinaciones son relativamente infrecuentes y suponen solo el 2% de los casos. Otros síntomas que
podrían ser interpretados como negativos son apatía y aplanamiento afectivo. De manera infrecuente, se han descrito casos
de delirios erotomaniacos, delirio de parasitosis, síndromes de
Cotard y alucinaciones auditivas54 .
Algunos reportes de caso han mostrado la eficacia del tratamiento de la psicosis en la EH con risperidona65,66 . Otros
reportes han utilizado otros antipsicóticos atípicos, como aripiprazol y quetiapina, y han obtenido buenos resultados67,68 .
Trastornos neurocognoscitivos
El deterioro cognoscitivo es una característica invariable de la
EH que se presenta tempranamente en el curso de la enfermedad. Incluso es probable que las alteraciones cognitivas
aparezcan durante la fase prodrómica, décadas antes de los
síntomas motores69 . Como ya se ha mencionado, típicamente
expresan un patrón subcortical, y el síndrome disejecutivo
cognitivo y conductual es el aspecto más relevante54,59 .
Hay poca evidencia para el uso de inhibidores de acetilcolinesterasa en la demencia asociada a EH70,71 .
Discusión
El término trastornos del movimiento se aplica a un grupo
amplio y heterogéneo de enfermedades que cursan con
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alteraciones en la voluntariedad del movimiento, ya sea por
exceso o por defecto. Tanto la EP como la EH son condiciones
paradigmáticas de estos trastornos.
Como se ha revisado, los GB están conformados por circuitos frontosubcorticales motores y no motores (figura 2).
De estos, destacan los circuitos prefrontales dorsolaterales,
orbitofrontales y frontomediales, los cuales están dedicados a regular funciones ejecutivas, conducta social y estados
motivacionales72 . Dado que estos circuitos son cerrados, cualquier daño en algún punto del recorrido puede alterar su
funcionamiento y generar síntomas. En la EP, el deterioro
progresivo de la sustancia negra y, por lo tanto, del funcionamiento dopaminérgico altera prácticamente todos los
circuitos frontosubcorticales. Para la EH, el deterioro del caudado interrumpe la continuidad de los mismos circuitos, pero
con expresiones clínicas diferentes. Como se ha visto, los GB
tienen un papel fundamental en la regulación afectiva, cognitiva y conductual de manera que, ante daños estructurales
o funcionales, es esperable encontrar altas prevalencias de
síntomas depresivos, psicóticos y cognoscitivos, SOC y dificultades para el control de impulsos. Los síntomas afectivos en
la EP tienen el agravante de que además los generan daños en
los núcleos serotoninérgicos, noradrenérgicos y dopaminérgicos del tallo cerebral21 , que pueden objetivarse mediante
resonancia magnética cerebral (hiperintensidades mesencefálicas), concentraciones disminuidas de metabolitos en el
líquido cefalorraquídeo y por ultrasonografía (hipoecogenicidad mesencefálica en los núcleos del rafe)73 . Es por esto que
el peso biológico en la fisiopatología de la depresión en la EP
es relevante y se debe abordar con antidepresivos que eleven varios sistemas de neurotransmisores, como los duales
o los tricíclicos. En el caso de la EH, la depresión parece estar
más relacionada con el daño de circuitos límbicos (orbitofrontales y frontomediales) que por afección directa del sistema
monoaminérgico55 .
Tanto en la EP como en la EH, la disfunción de los circuitos prefrontales dorsolaterales explicarían el enlentecimiento
psicomotor, las perseveraciones, el concretismo en el pensamiento, las dificultades para planear, organizar información,
resolver problemas complejos, activar memorias remotas, la
flexibilidad mental y la generación de programas motores74 .
La alta prevalencia de apatía de autoactivación en la EH
y la EP tiene un correlato neuroanatómico claro con daños
en estructuras frontomediales como el cíngulo anterior75 que
revelan afección de los circuitos frontosubcorticales límbicos.
La disfunción de los circuitos prefrontales orbitofrontales
sería la causa de los cambios de personalidad, más notorios en
la EH que en la EP76 . Esta disfunción también se puede manifestar con un espectro de síntomas que abarcan desde SOC
hasta síntomas psicóticos32 .
En la EP, el circuito orbitofrontal medial y del cíngulo anterior, ambos con conexiones con el estriado ventral, están
involucrados en el TCI. La hipofunción dopaminérgica de
estas estructuras es similar al documentado en sujetos con
adicciones77 , quienes buscan reactivar los circuitos del placer consumiendo estimulantes. En la EP se realizan conductas
impulsivas que generan recompensa y placer. Se plantea que
los TCI podrían ser formas de dependencia conductual no asociadas con el uso de sustancias psicoactivas, pero exacerbadas
por el uso de agonistas dopaminérgicos.
Conclusiones
El espectro de síntomas neuropsiquiátricos que se presentan
en los trastornos del movimiento es amplio, y comprenderlo
requiere conocimientos sólidos en áreas interdisciplinarias
como neurología, neuropsicología y psiquiatría.
Tanto la EP como la EH deben abordarse como entidades
neuropsiquiátricas en las cuales la integración de síntomas
motores y no motores se han de entender bajo la luz de
la neuroanatomía funcional de los GB y como expresiones
semiológicas de daños en los circuitos frontosubcorticales.
Aunque ambas entidades comparten disfunción de ese sistema, las diferencias en la localización del daño anatómico y
las particularidades genéticas, biológicas, psicológicas y psicosociales favorecen diversas expresiones clínicas en cada
sujeto.
Conflicto de intereses
Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
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