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¿Es la Biblia realmente la Palabra de Dios? En el segundo siglo de nuestra era, el Nuevo Testamento ya había sido leído en su totalidad (ver el “fragmento muratoriano”) y conformaba, junto con el Tanakh, o sea el Antiguo Testamento, la “Sagrada Biblia”. Pero fue justamente a partir de aquel periodo cuando algunas personas, pertenecientes al grupo de los gnósticos, empezaron a criticar la Biblia y a poner en duda que este libro fuera la Palabra de Dios. En el transcurso de los siglos ha habido numeroso críticos de la Biblia y de Jesucristo, como por ejemplo Celso, Porfirio, Friedrich Nietzsche, Dayananda Saraswati o Bertrand Russell. Ninguno de estos, sin embargo, ha logrado demostrar que la Biblia no es realmente inspirada por Dios. Incluso hoy hay numerosos críticos de la Biblia que a menudo afirman que el Dios veterotestamentario es excesivamente violento en las puniciones contra los malvados. Para responder a estas críticas hay que considerar que, según la mentalidad vigente durante el Antiguo Testamento, la violencia y la punición estaban relacionadas con la justicia de Dios. Dios mostraba su justicia con la punición, porque todavía no había enviado al Hijo. Había enviado profetas para anunciar justamente la llegada del Hijo. En efecto, en el Antiguo Testamento hay alrededor de trescientas profecías que indican la llegada del Hijo. Pero justamente porque el Hijo no había llegado y no había podido salvar el mundo, el pacto entre Dios y el Hombre era todavía “antiguo”. Justamente por esto, cualquier transgresión contra Dios tenía por fuerza que ser castigada con severidad o con la muerte. La venganza era, por tanto, un medio para hacer reinar la justicia entre los pueblos. Dios (YO SOY – YHWH) era un Padre severo que castigaba los pecados, de ser necesario, con la muerte. Castigaba a quien no le obedecía y transgredía la ley, castigaba a quien no tenía fe en él. El Dios veterotestamentario tenía que ser por obligación infinitamente justo, castigando los pecados, exactamente como lo es el Dios neotestamentario. Pero en el Nuevo Testamento, Jesucristo vino precisamente para quitar el pecado del mundo y restablecer el pacto inicial entre Dios y el hombre. Ahora ya no hay un castigo terreno, ni punición terrena, sino que quien cree en Jesucristo está salvado. Justamente por esto Dios envió a su Hijo, que es Dios mismo, el Verbo, con el fin de salvar el mundo del pecado. Se calcula que la Biblia es el libro más vendido y más leído en el mundo, con alrededor de 5 mil millones de ejemplares. Fue traducida por completo a 349 idiomas diferentes y al menos un capítulo de la Biblia ha sido traducido a otras 2123 lenguas. (1) Primero que todo, tenemos que evidenciar que la Biblia, considerada en su totalidad, Antiguo y Nuevo Testamento, no es otra cosa que la descripción del proyecto de Dios, iniciado con la creación del mundo y del hombre. Dios amó al hombre y por esto le dio el libre albedrío, la posibilidad de tomar decisiones. El hombre, sin embargo, después de haber sido tentado por Satanás, tuvo que elegir socavar a Dios; es más, decidió volverse él mismo Dios. Por esto se describe el “pecado original” y la “caída del hombre”. El hombre eligió el pecado y la consecuencia del pecado es la muerte. Epístola a los romanos (6, 23): Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. A pesar de eso, Dios no abandonó al hombre. Envió a los profetas que anunciaban la misión de su Hijo en la tierra. Al fin envió al Hijo, que vino con el objetivo principal de “quitar el pecado del mundo”, (Evangelio de Juan 1, 29), y establecer con su sangre un nuevo pacto entre Dios y el hombre, el Nuevo Testamento. Por tanto, si observamos la Biblia desde un punto de vista amplio, nos damos cuenta de que está fuertemente concentrada en Jesucristo, que es el Verbo que se hizo carne (Evangelio de Juan 1, 14). Obviamente fue la misma misión de Jesucristo sobre la tierra, y su Resurrección, lo que estableció la veracidad de la Biblia. Un pasaje muy significativo de la Biblia es el siguiente, Segunda Epístola de Timoteo (3, 1617): Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. Por tanto, es en la misma Biblia donde se afirma que ella es inspirada. La frase griega correspondiente significa: “soplada por Dios”. Además, hay que reconocer que muchos hombres, incluso no creyentes, han creado obras de arte o de literatura de gran valor, pero ninguno de ellos ha podido hacer profecías que se hayan revelado válidas, como en cambio sucede con los profetas de la Biblia. El Apóstol Pedro nos indica, de hecho, que las profecías no provienen del hombre. Veamos el pasaje correspondiente en la Segunda Epístola de Pedro (1, 21): porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo. Una vez, una persona que se creía sabia me preguntó: “¿Cuál es para ti la clave para leer la Biblia?” Se refería a alguna clave esotérica que, según él, habría podido revelar los secretos contenidos en el libro sagrado. Y yo respondí: “Hay solo una clave para leer la Biblia, y esta clave es la humildad”. En efecto, la humildad es el don más grande que una persona pueda tener, y para leer y comprender profundamente la Palabra de Dios es necesario ser humildes. Además, leyendo la Biblia con humildad, y aceptando a Jesucristo, se debe luego también ponerla en práctica. A tal propósito transmito algunos pasajes de la Epístola de Santiago (1, 2125): Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace. Las características de la Biblia son muchas, pero entre las tantas, se nota que este libro se destaca por siete principales cualidades: antigüedad, actualidad, diversidad, unidad, tema y consolación. Es verdad que en la Antigüedad fueron escritos poemas o libros antecedentes a la Biblia (posiblemente la epopeya de Gilgamesh), pero la Biblia es el texto más antiguo que haya sido escrito en un arco de tiempo que va de los 1600 (2) a los 1150 (3) años, según las dataciones. Incluso si la Biblia es uno de los libros más antiguos del mundo, es un libro de una extraordinaria actualidad, no solo en los principios morales. Hoy en día, un libro científico que tenga más de diez años es completamente obsoleto. Un libro que tenga más de cien años es una curiosidad. Las informaciones médicas contenidas en libros del 1700 d.C. se han demostrado que son erradas y, por tanto, completamente superadas. Pero en la Biblia no hay conceptos o versos que estén en contradicción con la ciencia moderna y, por tanto, no son falsos. Incluso muchos versos de la Biblia confirman la ciencia actual, ¡el punto es que fueron escritos en el I o en el II milenio a.C.! Veamos algunos de ellos: La tierra es esférica, Isaías (40, 22): El está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar. La tierra está suspendida en el espacio (Job 26, 7): El extiende el norte sobre vacío, Cuelga la tierra sobre nada. El espacio es demasiado grande para ser medido o para que se puedan contar las estrellas, Génesis (15, 5): Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia Jeremías (33, 22): Como no puede ser contado el ejército del cielo, ni la arena del mar se puede medir, así multiplicaré la descendencia de David mi siervo, y los levitas que me sirven. En los océanos hay “senderos”, o sea, zonas donde la corriente es fuerte, Salmos (8, 8): Las aves de los cielos y los peces del mar; Todo cuanto pasa por los senderos del mar. Estos pasajes no significan que la Biblia sea un tratado científico, sino más bien que los autores bíblicos no escribieron nunca fragmentos en contradicción con la ciencia. Incluso desde el punto de vista de las prescripciones médicas a seguir en caso de contacto o cercanía con personas enfermas, la Biblia se revela como un texto extraordinariamente actual. Veamos a tal propósito algunos pasajes del Levítico (13, 42-46): Mas cuando en la calva o en la antecalva hubiere llaga blanca rojiza, lepra es que brota en su calva o en su antecalva. Entonces el sacerdote lo mirará, y si pareciere la hinchazón de la llaga blanca rojiza en su calva o en su antecalva, como el parecer de la lepra de la piel del cuerpo, leproso es, es inmundo, y el sacerdote lo declarará luego inmundo; en su cabeza tiene la llaga. Y el leproso en quien hubiere llaga llevará vestidos rasgados y su cabeza descubierta, y embozado pregonará: ¡Inmundo! ¡Inmundo! Todo el tiempo que la llaga estuviere en él, será inmundo; estará impuro, y habitará solo; fuera del campamento será su morada. Hay otros pasajes bíblicos que demuestran lo actual que es este libro desde el punto de vista médico. Tanto el hombre como la mujer son depositarios de la semilla de la vida, Génesis (3, 15): Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. Es peligroso comer animales que hayan muerto naturalmente, Levítico (17, 15): Y cualquier persona, así de los naturales como de los extranjeros, que comiere animal mortecino o despedazado por fiera, lavará sus vestidos y a sí misma se lavará con agua, y será inmunda hasta la noche; entonces será limpia. Por supuesto, la Biblia es actual sobre todo por los conceptos morales contenidos en ella y por el mensaje de salvación propuesto, el único que contempla la triple realidad de Dios (infinita misericordia, justicia y sacralidad). Los preceptos morales descritos en la Biblia son innumerables. Desde la lectura del Génesis se resaltan los conceptos de justicia, humildad, pacatería, buen sentido, equilibrio, prudencia. En el libro del Éxodo está la descripción de los “diez mandamientos”, que son normas escritas por Dios en el corazón de los hombres. Por ejemplo, el sexto mandamiento, “no matar”, es de fundamental importancia en toda sociedad humana. Y luego, naturalmente, son fundamentales los preceptos contenidos en los Evangelios y en los otros libros del Nuevo Testamento. Recordemos aquí, por brevedad, solo algunos. Sobre el concepto de amor hacia el prójimo: Evangelio de Mateo (5, 38-42): Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses. Evangelio de Mateo (5, 43-48): Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. Sobre el concepto del perdón: Evangelio de Lucas (17, 3-4): Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale. Sobre el concepto de caridad: Primera Epístola a los corintios (13, 1-8): Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Obviamente, para comprender a fondo los numerosos preceptos morales de la Biblia, hay que profundizar en ellos, leyéndolos directamente en su contexto. Otra característica de la Biblia es su increíble diversidad. Ya se evidenció que la Biblia es “cristocéntrica”, o sea que es la descripción del que debía venir (en el Antiguo Testamento), del que llegó (Jesucristo, en los Evangelios) y del que regresará (Jesucristo, al fin de los tiempos, en los otros libros del Nuevo Testamento). Sin embargo, la Biblia es también uno de los libros más diversos del mundo, y abraza preceptos morales, versos poéticos y profecías. Fue escrita por más de cuarenta autores en un arco de tiempo de más de mil años. El tema de las profecías es el más importante, ya que en ningún otro libro hay tantas profecías que luego se revelaran como correctas. En la Biblia hay profecías sobre la grandeza, la decadencia y la caída de algunas naciones. La historia de Israel fue descrita en el Deuteronomio (28, 47-68). Además, se hicieron profecías sobre muchas otras naciones, entre las cuales se incluye Asiria (Isaías 10, 12 – 24, 25 – 18, 13) y Babilona (Isaías 13 y Daniel 5, 28). Hay, además, varias profecías sobre las personas, por ejemplo sobre el rey Josías (1 Reyes 13, 2 – 2 Reyes 23, 15-16) o sobre el reino de Ciro de Persia (Isaías 48, 28 – 45, 1). En total, en la Biblia hay unas ochocientas profecías, y de estas, unas trescientas se refieren a Jesucristo (4). Para concluir el tema de la diversidad, se puede agregar que en la Biblia no hay aspecto de la vida y de la espiritualidad del hombre que no sea analizado y descrito. Todos los rasgos de la personalidad humana son explicados y considerados con el fin de la salvación. La cuarta característica de la Biblia es su unidad. Si hubiera sido escrita por un solo autor, es natural que todas sus partes estuvieran en armonía. Pero en un libro escrito por más de cuarenta autores, a veces separados por cientos de años, las probabilidades de que haya una completa armonía son escasas. Y sin embargo, los sesenta y seis libros de la Biblia están en plena sintonía entre ellos. En efecto, incluso si la Biblia se divide en Antiguo y Nuevo Testamento, las dos partes están en perfecta armonía entre ellas. Se puede decir que en el Antiguo Testamento está oculto el Nuevo y que el Nuevo Testamento se reveló en el Antiguo. Además, se puede decir que el Antiguo Testamento es la raíz del Nuevo Testamento, que es el fruto. Notemos algunos puntos de la Biblia: 1-El Génesis inicia con la creación del cielo y de la tierra. El Apocalipsis termina con la creación de los nuevos cielos y de la nueva tierra. 2-En el Génesis se describe la creación de la luz y del sol y de la luna. El Apocalipsis describe el fin del servicio de estos astros para el hombre, ya que la Nueva Ciudad (los cielos), Dios y el Cordero (Jesús) serán la luz. 3-En el Génesis el hombre sufre una derrota por parte de Satanás. En los Evangelios, Jesucristo, muriendo en la cruz, vence el pecado y su origen, Satanás. En el Apocalipsis se combate otra batalla y Satanás será derrotado definitivamente. 4-En el Génesis, el hombre es expulsado del Jardín del Edén; en el Apocalipsis el hombre se reconcilia definitivamente con Dios. 5-En el Génesis el hombre pierde el privilegio de comer frutos del árbol de la vida. En el Apocalipsis, con la derrota definitiva de Satanás, el hombre puede volver a comer del árbol de la vida. He ahí la razón por la que la Biblia está perfectamente armonizada. Ninguno de los sesenta y seis capítulos está en desacuerdo con los otros. La quinta característica de la Biblia es su tema central. Contrariamente a lo que se puede pensar, el tema central de la Biblia no es “la historia de la humanidad” o “la historia de los judíos”. El tema central de la Biblia es Jesucristo. El mensaje del Antiguo Testamento es: “Él viene”. El mensaje de los Evangelios es: “Está aquí”. Y el mensaje de los otros libros del Nuevo Testamento es: “Él regresará”. Jesús está naturalmente presente también en el Antiguo Testamento. Por ejemplo, en el libro del Génesis, capítulo 1. Esto se deduce del Evangelio de Juan (1, 3): Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. Jesús está presente en el Génesis, capítulo 3, ya que más adelante será él la estirpe de la mujer que aplastará la cabeza a Satanás. (Génesis 3, 15, Epístola a los Gálatas 3, 16). Jesús está presente en el Génesis (4, 4), siendo representado por el sacrificio del cordero de Abel (véase la Epístola a los judíos, 12, 24). Jesucristo es, por tanto, el Redentor que tenía que venir, el Salvador que vino, y el Rey que vendrá nuevamente. La sexta característica de la Biblia es la enorme influencia que tuvo en la historia de la humanidad. Es indudable que este libro cambió el curso de la historia varias veces, inspiró a grandes hombres y suscitó movimientos filosóficos y culturales. Por ejemplo, sabemos que la conquista europea de las Américas causó indirectamente la muerte de millones de indígenas, sobre todo a causa de enfermedades y virus portados inconscientemente por los colonizadores. A través de la evangelización del mundo indígena, sin embargo, se abandonaron prácticas aberrantes y arcaicas como los sacrificios humanos, que eran llevados a cabo en Mesoamérica y en el mundo andino (ver la “momia juanita”). La última característica de la Biblia, pero no por esto la menos importante, es su capacidad de consolar a los creyentes en los momentos difíciles de la vida. No existe ningún libro que pueda consolar a una persona triste que sufrió la pérdida de una persona querida como la Biblia. Cuando muere un ser querido, por lo general se dicen palabras de consolación. Pero es la Biblia el único libro que mantiene viva la esperanza de la vida más allá de la muerte, o sea de la resurrección de los cuerpos. Veamos algunos pasajes. Salmos (22, 1-4): Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Primera Epístola a los corintios (15, 54): Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. Primera Epístola a los tesalonicenses (4, 17-18): Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras. Apocalipsis (21, 4): Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. En el curso de los siglos, todos estos pasajes bíblicos han consolado, dado esperanza y consuelo a millones de personas creyentes. En conclusión, la Biblia es un libro antiguo, pero siempre nuevo; un libro diverso, pero unitario; es un libro poderoso, pero capaz de convertir y consolar. Es la Palabra de Dios, y está enfocada en el Salvador del mundo, Jesucristo. YURI LEVERATTO Copyright 2016 Bibliografía: Cómo volverse un verdadero cristiano, escuela mundial misiones.