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Leonor Arfuch CRÍTICA CULTURAL ENTRE POLÍTICA Y POÉTICA Mundo como la ola, frecuente, repentino en sus apariciones; centelleante como ella, como ella coronado de lo perecedero. ROSARIO CASTELLANOS Los ensayos reunidos en este libro fueron escritos entre 1994 y 2006 excepto uno, de 1989- y publicados en su mayoría en revistas especializadas, varios de ellos en Punto de Vista, junto con algunos inéditos. La idea de darles una “segunda vida” editorial responde tanto a un requerimiento bibliográfico, expresado sobre todo por mis estudiantes de grado y posgrado -agrupar textos de interés analítico cuya búsqueda singular se torna más difícil con los años-, como a una coherencia temática y estilística: han sido escritos en su mayoría al calor de acontecimientos traumáticos cuyos ecos todavía resuenan en el presente y han puesto en juego una común preocupación por la teoría y por el método, donde la crítica política se ejerce desde el trabajo mismo de la escritura -esa “talla del lenguaje” como gustaba definirla Julia Kristeva-, con una modulación dialógica que mucho tiene que ver con los lectores o receptores imaginarios que fueron, en cada momento, fuente de inspiración. Sin ceder a la tentación de agregar o corregir -en definitiva, de “intervenir” esa escritura- y respetando su cronología, como experiencia compartida de un atravesamiento del tiempo -aunque reactualizando en cada caso la “escena de la escritura”, los textos cobijados bajo este título -del cual se da razón más adelante- esperan hoy, en la espacio/temporalidad diferente y diferida del libro, suscitar nuevos diálogos con otros -y tal vez menos imaginables- lectores. LEONOR ARFUCH Crítica cultural entre política y poética © FCE - Prohibida su reproducción total o parcial 1 Memorias de la calle Pasteur (fragmento) Hay en Roland Barthes una especie de figura que emana de sus textos y que se dejaría definir como “la escena de la escritura”: el momento, la vivencia, la atmósfera en la cual la idea peregrina comienza a plasmarse en palabras y se transforma en otra cosa que ella misma, o mejor, llega a decir lo que no era para nada previsible. Ante estos textos que he escrito en momentos y circunstancias diferentes surge, casi naturalmente, una evocación de esa escena, vívida aunque investida de la inadecuación del recuerdo. Estas “Memorias…” tienen mucho de mis memorias de infancia, de esa trama familiar materna donde “la AMIA” (Asociación Mutual Israelita Argentina) era una referencia obligada cuando fallecía algún pariente o se trataba de alguna colaboración. Lo impensable -el atentadosobrevino un lunes como tantos y el estallido fue sentido en el cuerpo, en una proximidad urbana que desdice el límite de los barrios y hubo luego esa atracción fatal de la imagen televisiva, cámara fija en una eternidad cuyo detalle no atenuaba la estupefacción. Una escena que se rehace en la memoria en su largo transcurso, el día entero hasta el siguiente amanecer. Días después me atreví a caminar por el entorno de la AMIA, sin osar acercarme siquiera a los vallados, abrumada de recuerdos, de imágenes entrañables que revivían en la retina a la luz titilante de las fotos de las víctimas, cuya cercanía se me reveló de pronto como una insospechada marca identitaria. Quise escribir sin saber muy bien qué y Punto de Vista ofreció, como siempre, un espacio material y simbólico altamente inspirador. Política y afecto se articularon así de un modo peculiar, dejando una huella perceptible en los textos que siguen. Este artículo fue publicado en Punto de Vista, núm. 50, Buenos Aires, noviembre de 1994, pp. 10-14. Quizá como otras tragedias de la historia reciente, el acontecimiento de la AMIA -que no se deja definir solamente como un “atentado”- tiene una extraña temporalidad. Demasiado cercano en la perspectiva del relato y sin embargo ya apenas una huella en la vorágine de la actualidad, intacta en la vivencia de imágenes y voces pero enfrentada al previsible silencio de un “después”. Simultáneamente pasado y aún pendiente, como tantas desapariciones, su lugar se delinea no solamente en un horizonte político agitado por las tensiones de este fin de siglo, sino sobre todo en una trama simbólica que acusa para siempre la enormidad del holocausto -la cultura judía, la identidad, la diáspora- y también, por supuesto, en esa cruda materialidad de escombros LEONOR ARFUCH Crítica cultural entre política y poética © FCE - Prohibida su reproducción total o parcial 2 esparcidos, esas ruinas, ese vacío urbano desacostumbrado que impacta en plenitud de sentido -aun cuando no se quiera mirarlollamando a una penosa rememoración. Fue justamente ese vacío, todavía humeante, imagen fija del desastre en la pantalla del televisor que era imposible dejar de mirar -un cuadro mínimo que, lejos de “representar” la realidad pareció cumplir el sueño de alcanzar el verosímil absoluto-, lo que me produjo una asociación caprichosa quizá, pero no del todo infundada: el recuerdo súbito de la tapa de un libro de Tzvetan Todorov1 (1991), que había incluido en un curso reciente y que aún estaba apilado sobre mi mesa de trabajo. No infundada: en la tapa de Face à l’extreme -que acaba de ser publicado en español como Frente al límite-, una vieja fotografía de Tadeusz Bukowski tomada en octubre de 1944 muestra la calle Piwna de Varsovia, poco más de un año después del sangriento levantamiento del ghetto (primavera de 1943) y apenas unos meses más tarde de la insurrección de la ciudad. En la perspectiva de la calle, los escombros ocupan el primer plano y detrás se dibujan las siluetas de lo que queda en pie después del bombardeo. La vaga semejanza con la escena del Once se quiebra quizás al costado de la fotografía, donde una soga de ropa tendida habla de la cotidianidad de la guerra, mientras una niña de espaldas deja apenas entrever los primeros pasos de un bebé. Indicios que evocan ese terrible azar de la muerte, que quizá con diferencia de un minuto perdona o condena, tal como lo revelaran también, dramáticamente, los relatos diversos de la calle Pasteur. El tema del libro de Todorov justifica, además de la imagen que lo inaugura, la asociación: una reflexión sobre las virtudes, heroicas o cotidianas, que resistieron al horror de los campos de concentración, tanto los nazis como los soviéticos, aunque el mayor desarrollo textual corresponda a los primeros: la valentía, la preocupación por un otro, la generosidad. Esta focalización en las virtudes tiene un objetivo explícito: rendir justicia a los pequeños o grandes gestos de las víctimas que, en situaciones cuyo límite es extremo, impensable, no permitieron que el tormento y la abyección borraran todo rasgo de dimensión humana. Así, el autor va reconstruyendo, en una trama de relatos de sobrevivientes o testimonios recuperados, ejemplos que contradicen la idea de una masividad del mal, que terminaría no sólo con las vidas sino con todo atisbo de dignidad. Empeño moral, sujeto a riesgos casi inevitables entre los cuales, un tono aleccionador-, el libro permite sin embargo volver sobre algunas cuestiones siempre en diferendo, desde una actualidad que las resignifica. 1 Tzvetan Todorov, Face à l’extreme, París, Seuil, 1991 [trad. esp.: Frente al límite, México, Siglo XXI, 1993]. LEONOR ARFUCH Crítica cultural entre política y poética © FCE - Prohibida su reproducción total o parcial 3 Una de ellas: la proximidad. Las cifras inconcebibles que acumulan las guerras y enfrentamientos de este siglo, la despersonalización de sus procedimientos, hace que se vuelva una y otra vez sobre el tema. ¿Concierne -y conmueve- más el infortunio de los allegados, de los conocidos, de aquellos que pueden integrarse a una idea de comunalidad, al cobijo de una pertenencia? La respuesta de Todorov es afirmativa: las redes de solidaridad en los campos pasaban ante todo por un reconocimiento de la identidad nacional, pero también por ciertas coincidencias de sexo, edad, situación. En la misma dirección va la “cuestión del otro”, abordada por el autor también en otros textos,2 y que insiste, transformada casi en adagio, en diversas reflexiones contemporáneas: si el conocimiento es un paso hacia el reconocimiento, ¿cómo franquear la distancia hacia esos “otros” sin pretender reducir la diferencia? Según la proposición de Richard Rorty, que duda de la fuerza de la obligación moral kantiana fundada en la razón como núcleo común, “La manera correcta de entender el lema ‘Tenemos obligaciones para con los seres humanos simplemente como tales’ es interpretándolo como un medio para exhortarnos a que continuemos intentando ampliar nuestro sentimiento de ‘nosotros’ tanto cuanto podamos”. Esta ampliación incluye, entre otros, a “los marginados, personas que instintivamente concebimos como ‘ellos’ y no como ‘nosotros’”.3 Las imágenes tan recientes de la calle Pasteur también convocan estos interrogantes. Con ojos acostumbrados a la ficcionalización del horror en el cine o la televisión, y también, bajo la forma del “directo”, en el género de la información, que no nos ahorra violencias por lejanas que sean, la proximidad de las víctimas nos dejó atónitos. Esos nombres, esos rostros, eran “nosotros”. Por eso, los relatos, repetidos hora tras hora en los distintos medios, eran más impactantes que las declaraciones políticas o las especulaciones en torno de los hechos. Ellos ponían en escena la súbita destrucción de lo cotidiano, esa amenaza que late bajo toda normalidad, la fragilidad de nuestros simples itinerarios. Las historias personales, los detalles banales de un día cualquiera que la tragedia hace trascendentes, las fotografías que los parientes mostraban ante la cámara incluyéndonos en la esperanza de una búsqueda nos interpelaban en una identificación directa, afectiva, previa a toda reflexión y más allá del sesgo sensacionalista común en estos casos. Sin embargo, en esta escena ocurrida en un barrio entrañable, narrada en nuestra lengua, tan cerca que sentimos en el cuerpo el 2 Tzvetan Todorov, La conquista de América. La cuestión del otro, México, Siglo XXI, 1987; y Nous et les autres, París, Seuil, 1989 [trad. esp.: Nosotros y los otros, México, Siglo XXI, 1991]. 3 Richard Rorty, Contingencia, ironía y solidaridad, Barcelona, Paidós, 1991, p. 214. LEONOR ARFUCH Crítica cultural entre política y poética © FCE - Prohibida su reproducción total o parcial 4 impacto de la explosión, ¿había verdaderamente un “nosotros”? Algunos hablaron de quienes serían “víctimas inocentes”, trayendo al presente un viejo estigma. Otros no podían decidirse entre el “nosotros” y el “ellos”, y menos aún cómo denominar a estos últimos: ¿israelitas, israelíes, hebreos, judíos? Ante la imposibilidad de distinguir dentro de un “nosotros”, sin que tal distinción suponga indiferencia o discriminación, la cuestión se resolvió en un “todos”: “hoy todos somos judíos” rezaban improbables pasacalles. Afirmación que adquiría sin embargo valor de verdad... para los judíos. Las pugnas de la identidad, las dudas, los rechazos, los desacuerdos ideológicos quedaban como suspendidos frente a una sensación mucho más profunda y visceral, si pudiera decirse. Muchos nos sorprendimos diciéndonos sin vacilación -y quizá por primera vez- “Soy judío/a”. Pero al mismo tiempo, por sobre estas identificaciones y sobre las dificultades de nominación, planeaba ya una otredad radicalizada, un “ellos” marcado fuertemente por la intolerancia: iraní, islámico, fundamentalista. La cuestión de la responsabilidad del Estado se confundía con la facilidad de la culpabilización. También esos “otros” despertaban el prejuicio hacia la identidad grupal -racial, religiosa, ideológica-, esa generalización que llevara a pagar un precio tan alto a los judíos durante el nazismo. Algunos sobrevivientes que cita Todorov -Primo Levi, Etty Hillesum- se esfuerzan, al menos teóricamente, en no caer en la misma tentación de sus victimarios y hacer de “los alemanes” un colectivo de abominación. Alguna simple anécdota cotidiana da cuenta en su propio relato de la dificultad de llevarlo a la práctica. Esa reversibilidad del odio, tan marcada por su época, no es ajena sin embargo a los enfrentamientos contemporáneos. En la maquinaria nazi de los campos, en ese “sistema periódico” como lo llamara Primo Levi, y que tan elocuentemente mostrara Claude Lanzmann en Shoah, el “otro” de los judíos tenía rostro, estaba sujeto a una rutina ciega o sádica, donde sólo excepcionalmente había un gesto de compasión, y el odio aparecía en cada eslabón de una convivencia aterradora. Los sobrevivientes insisten en la normalidad de sus victimarios: ni enfermos aunque algunos lo fueran, ni bestias salvajes, más bien un engranaje perfecto de obediencia y mediocridad, el cumplimiento estricto de cada tarea bajo las leyes del país, la eficiencia de un régimen que había logrado extraer lo peor de cada uno. Y, podría decirse, lo peor de todos. El libro de Todorov se centra en las virtudes justamente para desarmar, siquiera parcialmente, la conclusión de que “en condiciones extremas, toda traza de vida moral se evapora y los hombres se transforman en bestias comprometidas en una guerra de sobrevivencia sin piedad”.4 Esta memoria, que retorna como una insoportable vergüenza para los 4 Tzvetan Todorov, Face à …, op. cit., p. 37. LEONOR ARFUCH Crítica cultural entre política y poética © FCE - Prohibida su reproducción total o parcial 5 sobrevivientes, esa borradura cuidadosamente planificada del límite de lo humano, es sin duda una de las peores herencias del nazismo. ¿Qué ocurre hoy en estas guerras periódicas, consecuentes, pero que aparecen bajo el signo espectacular de lo inesperado, de lo esporádico y fulminante? El terrorismo es otra forma de reversibilidad del odio: golpea sin rostro y la mayoría de las veces no sabe quiénes van a ser sus víctimas. Lejos del escenario bélico, sorprende en la indefensión del quehacer diario. No es cosa de irracionales ni de enfermos, sino de lógicas políticas y afinadas tecnologías. De distinta manera, también opera una despersonalización del ser humano, al negarle el derecho a la víctima de saberse enemigo. ¿Pero cambian mucho las cosas con saberlo? Las imágenes, también recientes, de la ex Yugoslavia y las más antiguas de la cambiante línea de fuego árabeisraelí parecen afirmar rotundamente que no. LEONOR ARFUCH Crítica cultural entre política y poética © FCE - Prohibida su reproducción total o parcial 6