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núm. 15, julio-diciembre 2022 | ISSN impreso: 2448-4717, ISSN electrónico: 2594-2115 Eric Van Young, A Life Together: Lucas Alaman and Mexico, 1792-1853, Estados Unidos: Yale University Press, 2021 (edición electrónica).1 E l siglo xix mexicano puede verse como un laboratorio historiográfico para los estudios biográficos. Durante las últimas décadas han aparecido numerosas obras de este tipo, mostrando así que, al menos en México, las biografías pasaron rápidamente de ser un género secundario a uno ampliamente aceptado para la historiografía profesional. Además del Santa Anna de Will Fowler,2 el cual pronto se convirtió en un clásico de la historiografía mexicanista del siglo xix, pienso en dos ejercicios que dejan ver la amplitud del género, que va de lo monumental, como los dos tomos de Poder político y religioso de Marta Eugenia García Ugarte,3 —una suerte de biografía política de Pelagio Labastida y Dávalos— hasta La Güera Rodríguez. Mito y mujer, de Silvia Arrom (2020),4 un texto más cercano al ensayo y centrado en el género y la historia de las mujeres. En este sentido, A Life Together de Eric Van Young5 aparece como una obra monumental que se acerca a una biografía total, con una narrativa que cruza lo intelectual, político, económico, social y cultural. Es, asimismo, una radiografía de la primera mitad del siglo xix mexicano, narrada desde un personaje vilipendiado por la historia oficial porque, además de uno de los fundadores del partido conservador, fue un historiador que consagró buena parte de su vida a escribir una historia de México con un sentido opuesto a la narrativa que desde entonces se intentaba oficializar. Como el autor deja ver en las conclusiones, no se trataba de un reaccionario que se oponía a la descolonización y a la modernización de México, sino de un crítico reaccionando a la manera “anárquica” en que, desde su óptica, se venían dando dichos procesos. 1 Esta reseña corresponde a la versión escrita y corregida del comentario que hice en la presentación virtual de A Life Together, que tuvo lugar el 17 de noviembre de 2021, organizada por la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades y el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de Baja California. Agradezco el diálogo que pude tener en esa ocasión con los profesores Eric Van Young, David Castillo Murillo y David Piñera Ramírez. 2 Will Fowler, Santa Anna of Mexico, Estados Unidos: University of Nebraska, 2007; Will Fowler, Santa Anna ¿Héroe o villano? La biografía que rompe el mito, México: Crítica, 2018. 3 Martha Eugenia García Ugarte, Poder político y religioso. México siglo XIX. Tomos i y ii. México: Instituto de Investigaciones Sociales - Universidad Nacional Autónoma de México / Asociación Mexicana de Promoción y Cultura Social, A.C. / Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana / Miguel Ángel Porrúa, 2010. 4 Silvia Marina Arrom, La Güera Rodríguez. Mito y mujer, México: Turner, 2020. 5 Eric Van Young, A Life Together: Lucas Alaman and Mexico, 1792-1853, Estados Unidos: Yale University Press, 2021. | 187 188 | Pedro Espinoza Meléndez Cabe apuntar que esto no es ni un rasgo propio de la personalidad de Alamán ni del caso mexicano, sino de un elemento común a los sectores conservadores del mundo Iberoamericano que, como señalan trabajos como el de Fabio Wasserman, “no abjuraban necesariamente del movimiento histórico en un sentido progresivo, sino que procuraban lentificar su marcha”.6 Por su amplitud y detalle, y por la manera en que la vida de Alamán es diseccionada en términos temáticos y cronológicos, A Life Together puede verse también como una obra de consulta, pensando en las lecturas que, como profesores, solemos pedir a los estudiantes de licenciatura y posgrado. Cada uno de sus veinticuatro capítulos, agrupados en siete secciones, es una entrada profunda y un corte transversal a la vida política, social y cultural del siglo xix mexicano. Nos encontramos ante la biografía de un personaje que ante nuestros ojos podría resultar paradójico, ya que por un lado se nos muestra cosmopolita y, por el otro, sensible hacia las realidades de las pequeñas localidades del centro geográfico del país. En un ensayo ya clásico sobre la historia regional, Eric Van Young apuntó, siguiendo a Claude Levi Strauss: “las regiones son buenas para pensar”.7 Algo similar podría decirse de las biografías. De la amplia temática del libro, que ha sido y será reseñada por colegas más versados que yo en el siglo xix mexicano, me llamó especialmente la atención la última parte, donde se nos presenta al Lucas Alamán historiador. No sólo me parece sugerente en términos del aporte a la historia intelectual y la historia de la historiografía sobre ese período, sino que me generó, al menos, tres interrogantes de carácter teórico e historiográfico. La primera tiene que ver con dos trabajos de Francois Dosse, El arte de la biografía8 y El giro reflexi- 6 Fabio Wasserman, “De la revolución al historicismo romántico. Experiencias de tiempo y política en el Río de la Plata (17801850)”, en: Fabio Wasserman (coord.), Tiempos Críticos. Historia, revolución y temporalidad en el mundo iberoamericano (siglos xviii y xix), Buenos Aires: Prometeo, 2020, pp. 169 – 196. 7 Eric Van Young, “Haciendo historia regional. Consideraciones metodológicas y teóricas”, en: Anuario iehs, núm. 2, 1987, pp. 255 - 281. 8 Francois Dosse, El arte de la biografía: entre historia y ficción, México: Universidad Iberoamericana, 2007. Oficio. Revista de Historia e Interdisciplina, núm. 15 vo.9 El primero de ellos apunta, entre muchas otras cosas, que a menudo la relación entre el biógrafo y el biografiado se convierte en la de una suerte de alter ego, esto debido a la profunda empatía necesaria para una obra de este tipo, asunto que, desde las letras y la literatura, ha sido apuntado por Richard Holmes en This Long Pursuit, (2017).10 Aquí me pregunto si esta relación no es evidente con el hecho de que uno de los principales historiadores sobre la guerra de independencia en México haya decidido biografiar a quien muchos consideran el más elegante historiador sobre el mismo tema de la primera mitad del siglo xix. Esto me lleva a un segundo punto anotado por Dosse en El giro reflexivo, en donde establece un diálogo crítico con Nicole Loraux, historiadora y antropóloga francesa de la antigüedad clásica, quien escribió un artículo titulado “Tucídides no es nuestro colega” y, más tarde, arremetió contra uno de los padres de la historia acusándolo (anacrónicamente, en palabras de Dosse) de no respetar las reglas mínimas de la disciplina. Otra pregunta, aún sin respuesta, que me hice es: ¿podemos considerar a Don Lucas Alamán como nuestro colega? Cuando leí el ensayo “Las ideas fuera de lugar” de Elías Palti, me quedé con la idea de que la respuesta debía ser negativa. Como demuestra el autor, el concepto de historia del que abrevaba Alamán se encontraba lejos del singular colectivo que aglutinaba al devenir de la humanidad y que, en lengua alemana, desplazaba al latinismo “historie” por la palabra “geschichte”. La Historia de Méjico, por el contrario, parece una escritura anclada en el antiguo modelo de la historia como maestra de vida y, de alguna manera, se muestra como una suerte de “antihistoria” al ubicar en los orígenes mismos de la nación una contradicción irresoluble, anulando así toda posibilidad de progreso.11 No obstante, esta lectura se vuelve más com9 Francois Dosse, El giro reflexivo de la historia: recorridos epistemológicos y atención a las singularidades, Chile: Ediciones Universidad Finis Terrae, 2012. 10 Richard Holmes, This long pursuit: Reflections of a Romantic Biographer, Nueva York: Pantheon Books, 2017. 11 Elías Palti, “Lucas Alamán y la involución política del pueblo mexicano ¿las ideas conservadoras ‘fuera de lugar’?”, en: Erika Pani (coord.), Conservadurismo y derechas en México (Tomos I y II), México: Fondo de Cultura Económica / Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2009, pp. 300 – 323. | julio-diciembre 2022 | pp. 187-189 Eric Van Young, A Life Together: Lucas Alaman and Mexico, 1792-1853 pleja si atendemos a la propia historia del concepto de historia en México, ya que fue apenas en la década de 1840 cuando aparecieron en México las primeras referencias a la historia como una ciencia y, siguiendo a Guillermo Zermeño, la expresión “ciencia de la historia” no apareció sino hasta 1853.12 Sin embargo, leyendo sobre todo el proceso de manufactura de la Historia de Méjico y el diálogo con sus pares, desde Carlos María de Bustamante hasta William Prescott, me quedo con la impresión de que esta obra no está del todo anclada al modelo clásico de la historia como retórica y maestra de vida, sino que también abrevaba de procedimientos modernos, muchos de ellos con un carácter científico. De ahí que Peter Schmidt planteara en su ensayo, “Leopold Von Ranke: sólo historias, no Historia”, que la introducción de la Historia de Méjico contiene pasajes que bien podrían intercambiarse con los de la obra del historiador alemán. De este modo, la paradoja del Alamán historiador es similar a la contenida en la escritura de Ranke: una práctica moderna de la historiografía que, aunque tenía pretensiones científicas, no necesariamente coincide con el concepto moderno de historia.13 Una última pregunta que me surgió tiene que ver con cierto andamiaje psicoanalítico del que abreva Van Young, un elemento que algunos colegas han criticado, pero con el que no tengo mayor inconveniente. Por el contrario, pienso que referir a Alamán como un sujeto melancólico es una de las maneras más precisas de definirlo. Sin embargo, me pregunto si podemos pensar la melancolía no sólo como una emoción, un padecimiento o un rasgo de la personalidad, sino también como una experiencia temporal. Pienso, por un lado, en que la obra de autores como Michel de Certeau suelen referirse a la escritura de la historia tanto como un trabajo de duelo como un síntoma de cierta melancolía. El historiador escribe porque el pasado es aquello que le falta al presente. No obstante, el historiador moderno es una figura que aparece cuando, siguiendo a Reinhart Koselleck, emergió la experiencia moderna del | 189 tiempo, en la que el pasado, en tanto espacio de experiencia, era desplazado por el futuro, el horizonte de expectativas, en tanto brújula ética y política. En este sentido, la melancolía de Alamán no es tanto el intento de restaurar un pasado colonial como el desasosiego que la aceleración del tiempo, causado por “las revoluciones”, entusiasmaba a unos y asustaba a otros en ambos lados del Atlántico. La melancolía de Alamán sería una manera de responder a esta pérdida del espacio de experiencia, y su Historia, una manera de suplir esa pérdida por medio de la escritura. Su modernidad no radica tanto en que su historia se alejara del modelo de la maestra de vida como en la experiencia de encontrarse, parafraseando a Hamlet, en un tiempo “Fuera de quicio”, “Out of joint”, el mismo que llevó a Karl Marx a la conclusión de que había que “dejar que los muertos entierren a sus muertos”. Pedro Espinoza Meléndez Instituto de Investigaciones HistóricasUniversidad Autónoma de Baja California orcid: 0000-0001-6125-8468 pespinoza60@uabc.edu.mx 12 Guillermo Zermeño, Historias conceptuales, México: El Colegio de México, 2017. 13 Peter Schmidt, “Leopold Von Ranke: ‘Solo historias, no historia’”, en: Karl Kohut (coord.), El oficio del historiador. Teorías y tendencias de la historiografía alemana en el siglo xix, México: Herder, 2009, pp. 43 – 62. ISSN impreso: 2448-4717 | ISSN electrónico: 2594-2115