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Comunidad, camino para la misión

Tomo I Cap 9.7

COMUNIDAD, CAMINO PARA LA MISIÓN Ponencia para la Asamblea Nacional CVX, 1995 Introducción Hace dos años la Asamblea Nacional nos llamó a organizarnos para crecer como comunidad en misión. La cuenta de nuestra Presidenta Nacional nos ha hecho ver que este llamado en buena parte ha sido recogido por la CVX y que se ha concretado en varias iniciativas de diverso orden, tales como el perfeccionamiento del sistema regional, con sus Estatutos correspondientes, ciertas obras apostólicas de mayor envergadura del tipo de Escuelas. Colegios. Misiones de verano, erradicación de pobladores, campañas por la Beatificación del P. Hurtado. etc. Evidentemente, no es el momento de abandonar este lema de “Organizarnos para la misión”, pensando que ya hemos hecho lo suficiente, ¡No, de ninguna manera! ¡Nos queda mucho por hacer! Piénsese en lo económico, en la comunicación de información, en la difusión de CVX por el país. Pese a que todavía falta mucho, una buena pedagogía aconseja no insistir siempre en un mismo punto, sino que ir variando los temas. Porque existe una gran interrelación entre los diversos aspectos del desarrollo de la vida. Dicho en otras palabras, que si queremos llevar adelante una dimensión - la de la organización para la misión - hemos de empujar al mismo tiempo otras muchas. En efecto, todas están interrelacionadas. 319 Gloria a Dios El lema de esta Asamblea Una Asamblea de CVX tiene que promover la vida del movimiento dentro de ciertos marcos establecidos en los Estatutos. Así se ocupe de la cuenta de actividades, de elegir el Consejo, de animar y trazar líneas para el futuro. Para este último objetivo (animar y trazar líneas), el Consejo Nacional, después de escuchar los pareceres de muchos, escogió como lema de esta Asamblea “La comunidad como camino para la misión”. Y para ello hizo preparar diversas ponencias y trabajos que ayuden a profundizarlo. En este lema se trata de poner el acento en la pequeña comunidad, pero sin retroceder ni un paso en lo avanzado en estos últimos años respecto a que CVX hay que vivirla también a niveles más amplios, “en distintos niveles concéntricos”: mundial, nacional, regional, ciudad, un centro (NG 39ª). ¿A qué responde el que elijamos como tema a la pequeña comunidad como camino para la misión? Veo varios motivos para hacerlo: 1. Razón pedagógica: Después de haber acentuado durante tres años los vínculos comunitarios más amplios, es bueno volver a enfatizar la vida y la misión de la comunidad pequeña y la inmensa potencialidad que posee. 2. Razón histórica: Por el hecho de que en Chile CVX comenzó enfatizando la comunidad pequeña - y, diría, casi aislada -, aún hay gente que no logra salirse de ese modelo y abrirse a otro más complejo, que abrace a la vez lo pequeño y lo grande. Parece pues útil mostrar que la comunidad pequeña se complementa y potencia con los círculos más grandes. 3. Razón sociológica y pastoral: Vivimos un tiempo en que la familia se halla en crisis. Muchos buscan CVX para poder encontrar un lugar, que no se lo da más la familia, en el que puedan cultivar, compartir y celebrar la fe, integrándola con sus vidas concretas. División de esta charla Esto basta en cuanto a justificar la selección del lema de la Asamblea. Pasemos ahora al desarrollo del tema que me toca presentar, que es “Comunidad, camino para la misión”. Lo dividiré en 3 partes: 320 Capítulo IX. La Gloria en la CVX 1. “Santificado sea tu nombre”, o la fuerza misionera del Israel convertido, según la Biblia. 2. El aporte de Christifideles laici a la dimensión misionera de las comunidades y las condiciones que estas han de tener para ser misioneras. 3. Dificultades y actuales desafíos para que las pequeñas comunidades sean camino para la misión. PARTE 1ª: “Santificado sea tu nombre”, O LA FUERZA MISIONERA DEL )SRAEL CONVERTIDO SEGÞN LA "IBLIA Cuando Jesús pidió a sus discípulos que fuesen “la luz del mundo” (Mt 5, 14) y les enseño a orar “Padre nuestro que estas en los cielos, santificado sea tu Nombre” no les estaba diciendo cosas nuevas a esos oídos formados en la Biblia. Lo que hacia Jesús era recurrir a los motivos con que los grandes profetas de Israel - Isaías, Ezequiel - exhortaban a Israel a convertirse a Yahveh su Dios y Padre. En efecto, los profetas leían la tarea histórica que Dios había asignado a Israel en un contexto eminentemente de misión. Israel es un pueblo pequeño, pero inmensamente grande a los ojos del Señor Dios, porque él esta llamado a iluminar y convertir a la fe en Dios a todos los pueblos de la tierra, aún a los mas distantes. Para los profetas la salvación de todo el mundo se realiza por medio de Israel. Pero esto tiene una condición: y es que Israel se aparte de sus torcidos caminos y viva según los caminos o la ley del Señor su Dios, que le sea fiel y reconocido, que viva en la alabanza y el agradecimiento (al estilo de los Salmos de alabanza y agradecimiento), que practique la misericordia y la .justicia, que sea especialmente atento y compasivo con los humildes y los débiles: con la viuda, el afuerino, el pobre y el extranjero. Si Israel vive así, cumplirá su tarea histórica de hacer que todos los pueblos se conviertan a Yahveh y le rindan culto en el templo de Jerusalén. El tercer Isaías describe en términos poéticos magníficos este momento: “¡Arriba. Resplandece, que ha llegado tu luz, y la gloria de Yahveh sobre ti ha amanecido... Caminarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu alborada. Alza los ojos en torno y mira: todos se reúnen y vienen a ti. Tus hijos vienen de lejos y tus hijas son llevadas en brazos. 321 Gloria a Dios Tú entonces, al verlo, te pondrás radiante, se estremecerá y se ensanchara tu corazón, porque vendrán a ti los tesoros del mar, las riquezas de las naciones vendrán a ti. Un sin fin de camellos te cubrirá, jóvenes dromedarios de Madián y Efá. Todos los de Sabá vienen portadores de oro e incienso y pregonando alabanzas a Yahveh” (Is. 60, 1-6). Tras la expresión “santificado sea tu Nombre”, que rezamos en el Padre Nuestro, se encierra la misma idea de la salvación de los pueblos paganos por medio de la atracción irresistible que ejerce sobre ellos el pequeño Israel, si vive conforme al Señor. El texto clásico de la Biblia para comprender el significado de “santificar el Nombre” es el del profeta Ezequiel 36, 16-38. Se nos narra allí una palabra de Yahveh que dice que Israel se había prostituido y apartado del camino de la santidad. Que por esto, en su furor, el Señor lo dispersó entre los pueblos paganos. Pero, aún peor, pese a su destierro entre los mismos paganos, los israelitas profanaron su Santo Nombre, haciendo que se dijera de ellos: “Son el pueblo de Yahveh y han tenido que salir de su tierra” (20). Pero Dios no permite que su Santo Nombre quede desprestigiado y profanado entre los paganos. Lo va a santificar de nuevo. ¿Cómo lo hace? No abandona a Israel por causa de sus perversiones sino que lo convierte al recto sendero a fin de que, por medio del esplendor de su nueva santidad, los pueblos paganos crean en Yahveh. El Nombre de Yahveh se santifica cuando Israel vive en tal y tanta santidad, que es capaz de atraer y de que se conviertan a Yahveh todos los pueblos de la tierra. Escuchemos el texto del profeta: ”Yo santificaré mi gran nombre profanado entre las naciones, profanado allí por vosotros. Y las naciones sabrán que yo soy Yahveh - oráculo del Señor Yahveh - cuando yo, por medio de vosotros, manifieste mi santidad a la vista de ellos. Os tomaré de entre las naciones, os recogeré de todos los países y os llevaré a vuestro suelo. Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados; de todas vuestras impurezas y de todas vuestras basuras os purificaré. Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que os conduzcáis según mis preceptos y observéis y practiquéis mis normas. Habitaréis la tierra que yo di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios” (Ez 36, 23-28). 322 Capítulo IX. La Gloria en la CVX Como podemos ver de estos textos - a los que podríamos añadir muchos más - la santidad bíblica no es asunto privado entre un individuo y Dios. Ni es cosa de un grupo pequeño, cual era ese “Resto de Israel”. La santidad que a Dios le interesa es esencialmente misionera. Es aquella que atrae y convierte a los de lejos, a los que no creen, a los que tienen otros dioses. Pero para esto no puede ser ni tibia ni mediocre. Debe ser purificadora como el fuego, impetuosa como el viento, delicada y transparente como el agua más pura de las cordilleras. Ha de ser luz potente puesta muy en alto, que atraiga y alumbre el camino a los que están desorientados, fatigados y no saben adónde ir. Cuando Jesús enseñó el “Padre Nuestro, santificado sea tu Nombre”, le estaba diciendo a sus discípulos: “Ustedes, grupito pequeño, vivan a fondo las Bienaventuranzas, vivan a fondo el modo de ser del Padre de los cielos. Sean santos. Sean luz del mundo, luz fuerte, luz que atraiga y alegre a los que no creen y los mueva a ponerse en camino hacia el Padre”. Les estaba diciendo: “Ser comunidad de discípulos míos no es ser cualquier cosa. No da lo mismo como se viva. Porque se trata de la honra de mi Padre. Si viven tibia, flojamente, no sólo se desacreditan ustedes, sino que desacreditan y profanan el Nombre de mi Padre ante los pueblos que están llamados a creer en El por medio de ustedes”. En la anterior Asamblea Nacional desarrollé el tema de la comunión y la misión en las cartas de San Pablo. Dije esa vez que “si Pablo fue el gran promotor de comunidades misioneras, esto no lo inventó él sino que lo recibió del Señor”. Dije que “es Jesús la fuente del comunitarismo apostólico y organizado de los primeros cristianos”. Jesús que “reunió y formó a los Doce y a otros muchos, que los envió en misión... Les enseñó a dar una clara preferencia a los pobres por ser los más amados del Padre, les señaló los lugares a donde habían de ir, lo que deberían llevar y decir, la duración de su envío. Les enseñó a vivir de una bolsa común, a reunirse, apoyarse, rezar juntos, amarse y perdonarse. Los estimuló a buscarse otros compañeros para la misión porque “la mies es mucha”. Vimos también cómo el Jesús resucitado extiende los limites de la misión a los más remotos confines de la tierra y los envía en la fuerza de su Palabra, del Espíritu de la fracción eucarística del Pan. Y con esto partieron y revolucionaron el mundo. Si .juntamos lo de la Asamblea anterior con lo expuesto ahora, vemos que para la Biblia la fuerza misionera de las comunidades está íntimamente unida a la santidad de sus vidas, santidad que no es sólo de la esfera individual, si no que toca a la comunidad en cuanto comunidad. 323 Gloria a Dios El ser misionero no es un mero activismo, sino que ha de brotar de una profunda conversión al Señor y del dejarnos llenar de sus criterios, su verdad, su celo apostólico, su amor. PARTE 2ª: El aporte de Christifideles laici a la dimensión misionera de las comunidades Quiero ahora complementar las enseñanzas de la Biblia sobre “Comunidad, camino para la misión” con un par de consideraciones tomadas de la Exhortación Apostólica postsinodal Christifideles laici del Papa Juan Pablo II. Advertirán ustedes que hay una semejanza y fidelidad radical entre el pensamiento del Papa y la eclesiología misionera de Jesús y del Antiguo Testamento. Tomen ese texto, de mucha profundidad, que les fue enviado a todos ustedes como material de apoyo para la Asamblea. En él el Papa pone en relación la comunión con Jesús y las comunidades misioneras. Dice: “La comunión con Jesús, de la cuál deriva la comunión de los cristianos entre sí, es condición absolutamente indispensable para dar fruto: ‘Separados de mi no pueden hacer nada’ (Jn 15, 2). Y la comunión con los otros es el fruto más hermoso que los sarmientos pueden dar: es don de Cristo y de su Espíritu. “Ahora bien, la comunión genera comunión, y esencialmente se configura como comunión misionera. En efecto, Jesús dice a sus discípulos: ‘No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado a que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca’ (Jn 15. 16). “La comunión y la misión están profundamente unidas entre sí, se compenetran y se implican mutuamente, hasta tal punto que la comunión representa a la vez la fuente y el fruto de la misión: la comunión es misionera y la misión es para la comunión. Siempre es el único e idéntico Espíritu el que convoca y une a la Iglesia y el que la envía a predicar el Evangelio ‘hasta los confines de la tierra’ (Hch 8). Por su parte, la Iglesia sabe que la comunión, que le ha sido entregada como don, tiene una destinación universal. De esta manera la Iglesia se siente deudora, respecto de la humanidad entera y de cada hombre, del don recibido del Espíritu que derrama en los corazones de los creyentes la caridad de Jesucristo, fuerza prodigiosa de cohesión interna y, a la vez, de expansión externa” (Christifideles laici, 32 ). 324 Capítulo IX. La Gloria en la CVX De esta misión somos responsables todos, no sólo los pastores, sino también los laicos. El motivo de ser misionero es el amor: el amar a Cristo, el amar con el amor de Cristo, el hacer que otros amen a Cristo. A esto impulsan los sacramentos de la iniciación cristiana. A esto mueve la liturgia. Estas ideas las expresa en este bello texto: “Es en la evangelización donde se concentra y se despliega la entera misión de la iglesia, cuyo caminar en la historia avanza movido por la gracia y el mandato de Jesucristo: ‘Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación’ (Mc 16. 15); ‘Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo’ (Mt 28, 20). ‘Evangelizar - ha escrito Pablo VI - es la gracia y la vocación propia de la iglesia, su identidad más profunda’ (Evangelii nuntiandi 14)” (ChL 33). Hay una urgencia en el evangelizar. El imperativo de Jesús: ‘Id y anunciad el Evangelio’ mantiene siempre vivo su valor, y está cargado de una urgencia que no puede decaer. Porque la actual situación, no sólo del mundo, sino también de tantas partes de la Iglesia, exige absolutamente que la palabra de Cristo reciba una obediencia más rápida y generosa. Cada discípulo es llamado en primera persona; ninguno puede sacarle el cuerpo a su propia respuesta: ‘¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!’ (1 Cor 9, 16). A los movimientos laicales - a nosotros - el Papa los exhorta a que cada uno de sus miembros y el movimiento todo descubra cada vez con más claridad la propia vocación y esté más disponible para vivirla en el cumplimiento de su propia misión. “Dios me llama y me envía como obrero a su viña; me llama y me envía a trabajar para el advenimiento de su Reino en la historia. Esta vocación y misión personal define la dignidad y la responsabilidad de cada fiel laico y constituye el punto de apoyo de toda la obra formativa, ordenada al reconocimiento gozoso y agradecido de tal dignidad y al desempeño fiel y generoso de tal responsabilidad” (ChL 58). ¿Qué podemos concluir de estos textos del Papa? Pienso que la frase “la comunión es misionera y la misión es para la comunión” (ChL, 32) encierra todo lo más fundamental. A esto hemos de añadir la dimensión de universalidad tanto geográfica como sectorial. En otras palabras, la comunidad esta Ilamada a hacerse presente en todos los pueblos y en todas las dimensiones de la vida. 325 Gloria a Dios PARTE 3ª: Dificultades y actuales desafíos para que las pequeñas comunidades sean camino para la misión. Ser comunidades capaces de ser luz del mundo, de ser misioneras en el Chile de hoy no es tarea fácil. Estamos atravesando un cambio, no solo del sub.-desarrollo al desarrollo económico, sino un verdadero terremoto que remece y sacude todas nuestras seguridades y certezas. Los desafíos de la post-modernidad nos envuelven por todos lados. Nos cuestionan a Dios como fundamento y sentido de todos los sentidos: cuestionan la ética, el valor de lo social, el sacrificarse por los demás, por el bien común. La IV Conferencia Mundial sobre la Mujer ha puesto al desnudo criterios y conductas aberrantes tanto de las culturas de Occidente como del Oriente 1) La crisis de la post-modernidad: — No sólo no se interesa o rechaza los credos y valores religiosos y morales tradicionales sino que propicia que cada uno elija los credos y valores que a él le vengan bien, sin apelar a criterios objetivos de verdad. Los legitima por el mero hecho de que él los usa y le hacen sentirse bien. — Exalta hasta tal punto la libertad individual, que crea personas individualistas y egocéntricas: lo importante son los objetivos o metas que yo me propongo a partir de mi mismo y para mi mismo. La libertad se mide no en función del encuentro personal con Dios y con los demás, sino simplemente como la capacidad del individuo de elegir las cosas mas variadas, sin relación alguna con el Absoluto ni con la sociedad ni con el mundo entorno. — La exaltación de la Iibertad irrestricta es vista como el camino a la realización personal y a la felicidad. Pero se trata de una libertad desvinculada del ser y de la verdad, de algo inmensa y tristemente subjetivo. No toma para nada en cuenta al ser humano en su dimensión social. Por esto, junto con dañar el ser de las cosas, termina corroyendo la propia identidad, tanto la personal como la social. Los individuos se encuentran solos, aislados, sin tradiciones religiosas o de otra índole que les marquen una ruta, obligados a inventarlo cada vez todo. Esto les resulta una carga tan grande que de hecho no la pueden sobrellevar. Se enajenan en el ejercicio de su propia libertad. — De aquí resuIta el tan repetido “hastío“, “desencanto” o “vacío” de la postmodernidad. Lo encontramos en tantos jóvenes apáticos, carentes de ideales, de objetivos dinamizadores. 326 Capítulo IX. La Gloria en la CVX — Y esto que sucede con los individuos pasa también con las instituciones: los individuos se desmatricúlan de las instituciones a las cuales pertenecen. Caso típico es el de los jóvenes profesionales que cambian de empresa “por unos dólares más”. Hay una pérdida de confianza en las instituciones y en el tejido social en su conjunto; un gran descrédito de la política. — Esto lleva al desmembramiento y se pierde el sentido de la sociedad como un cuerpo orgánico constituido por muchos miembros. Proliferan en cambio las individualidades desarticuladas de un conjunto, que se comportan como metástasis que se fagocitan mutuamente. Y de aquí se pasa a la fragmentación social, que se manifiesta en la dificultad de trazarse metas y objetivos comunes; en la sensación de constante disconformidad que el individuo siente consigo mismo por pertenecer a la institución tal o cual. Se pierde el sentido de la justicia, la solidaridad y el honor. — En una sociedad sin organicidad y fragmentada, las relaciones humanas se hacen cada vez más impersonales. Y por cruel ironía, se producen las enormes concentraciones de masa en los estadios, en que cada uno - o en grupúsculos - se desgañitan gritando (“para liberar sus propias tensiones”, “no por causa de”, sino “con ocasión de”) a favor de un equipo de fútbol que la publicidad de la sociedad de consumo ha hecho que se identifique con él. 2) Las crisis de la modernidad: una oportunidad para que en la CVX nos renovemos como comunidad misionera. Las crisis no asustan ni aplastan a la fe cristiana. El cristianismo nació y creció en medio de ellas: — Las tuvo el grupo inicial de los discípulos de Jesús: la crisis de Galilea, cuando los propios apóstoles querían sumarse al mesianismo político; la crisis de los de Emaús, que representaban a todos los que desesperaban de la resurrección. — Las tuvo la iglesia primitiva: romper el encerramiento del gheto judeo-cristiano a fin de abrirse al mundo total; facciones e inmoralidad de Corinto: espiritualismos que rechazaban la carne del Verbo de Dios y buscaban deleitarse en grupitos piadosos y esotéricos; luchas dentro de las mismas iglesias (Filipos) y sus propios .jefes (Pedro y Pablo). — Los siglos siguientes las conocieron en abundancia: crisis gnóstica, arrianismo, donatismo, renegar de la fe por las persecuciones imperiales, conversiones por conveniencia, cátaros. 327 Gloria a Dios De todas estas crisis se valió el Señor para purificar y hacer madurar la fe de las comunidades e iglesias cristianas y para hacerlas más misioneras, capaces de brillar más como “luz sobre el monte”. Lo mismo hemos de pensar ante la modernidad que nos asusta porque nos corroe por dentro la voluntad misma de relacionarnos con el misterio del Absoluto trinitario, nos anestesia el sentido solidario, nos paraliza ante una manera de actuar que sea contracultural. Hemos de entender la presente situación de duda y hastío espiritual como una oportunidad única para salir de ella mas libres y renovados. CVX nos ofrece todo lo que para ello necesitamos: estamos centrados en Cristo y en la participación en el Misterio Pascual, tenemos el alimento de la Palabra y el de la liturgia y enseñanza de la Iglesia, nos dejamos guiar por el camino espiritual sólido y bien probado de los Ejercicios Espirituales, vivimos una “vocación que nos abre y nos dispone a cualquier deseo de Dios en cada situación concreta de nuestra vida diaria” (PG 5). Por tratarse de una espiritualidad y modo de vida esencialmente apostólicos, CVX nos envía al apostolado en la Iglesia y en el mundo sin límites a priori. “La Comunidad nos urge a proclamar la Palabra de Dios a todas las personas y a trabajar en la reforma de las estructuras de la sociedad tomando parte en los esfuerzos de liberación de quienes son victimas de toda clase de discriminación y, en particular, en la supresión de diferencias entre ricos y pobres” (PG 8). Podríamos seguir enumerando todo lo que CVX nos ofrece para que cada comunidad sea “luz sobre el monte “. Pero basta con haber recordado algunos de nuestros textos queridos de nuestra tradición comunitaria. ¿Que nos falta? Nos falta que nos dejemos convertir de veras. Que pidamos la conversión a CVX para así poder apreciar y agradecer Io mucho que Dios nos da. Nos falta que cada uno tome su pequeña comunidad como su familia en Cristo: que la cuide, la alimente, la ame y la haga crecer; y que así dé testimonio ante el mundo y sea luz que ilumine las neblinas y oscuridades del presente. En Chile somos más de 350 comunidades: ¿Qué pasaría si todas empezáramos a brillar? “¡Jerusalén, levántate que ya viene tu Luz!” (Is 60. 1) 328 Capítulo IX. La Gloria en la CVX Preguntas para la reflexión personal y grupal 1. ¿Qué me llega de modo particular de esta charla? 2. ¿Cómo hacer que las comunidades pequeñas, por su modo de vivir y no sólo por activismo, atraigan más a los que no creen o tienen dificultades para creer? 3. ¿Qué sentido puede dar la pequeña comunidad de CVX a gente hastiada, sin norte y sin meta, sin esperanza, que siente náuseas de sus propios productos de consumo? 4. ¿Cómo articular la pequeña comunidad con los otros círculos más amplios de CVX (ciudad, ramas, región, país, CVX mundial) a fin de que mejor “santifiquemos el Nombre” del Señor? 329