Celina A. Lértora Mendoza
Nicolás Moreira Alaniz
Laura Sandoval
Editores
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS- DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
ACTAS
Celina A. Lértora Mendoza
Nicolás Moreira Alaniz
Laura Sandoval
Editores
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS- DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
ACTAS
Presencia y trayectos de la filosofía en la Edad Media : IV Coloquio IntercongresosLatinoamericano de Filosofía Medieval : actas / Celina A. Lértora Mendoza... [et
al.]. 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Celina Ana Lértora , 2024.
Libro digital, PDF
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-631-00-4521-4
1. Filosofía Medieval. I. Lértora Mendoza, Celina A.
CDD 180.9
Se agradece a los miembros de la Comisión Académica
la revisión crítica de los originales
Imagen de portada:
Scriptorium: Madrid, Biblioteca de San Lorenzo de El Escorial, S. XIV
© 2024 Ediciones RLFM
Red Latinoamericana de Filosofía Medieval
Buenos Aires
E-mail: red.lafm@yahoo.com.ar
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.923
Celina A. Lértora Mendoza
Nicolás Moreira Alaniz
Laura Sandoval
Editores
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS- DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
ACTAS
Buenos Aires 2024
Comisión Académica
Jorge Ayala (España)
Silvia Contaldo (Brasil)
Joâo Lupi (Brasil)
Carlos Arthur R. do Nascimento (Brasil)
Rafael Ramon Guerrero (España)
Maria Leonor Xavier (Portugal)
Presentación
El IV Coloquio –Intercongresos– de la Red Latinoamericana de Filosofía
Medieval se llevó a cabo los días 23 y 24 de mayo de 2024 en modalidad
virtual. La sede del evento fue en la ciudad de Montevideo (Uruguay), y el
lugar físico del mismo fue la Casa de Posgrados de la Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Educación (Universidad de la República),
desde donde se coordinaron las actividades virtuales y alguna presencial. La
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (UdelaR) brindó apoyo
institucional al Coloquio, ofreciendo los elementos técnicos y los recursos
humanos necesarios para su eficaz consecución.
Este IV Coloquio Intercongresos realizado en Uruguay se puede entender
como parte de un incipiente pero valioso recorrido de presentación y de
difusión de los estudios medievalistas, especialmente ligados a la filosofía, en
Uruguay, en el cual no hay una tradición fuerte y continua, como sí lo hay en
otros países de la región. De esta forma, ya desde el 2020 con el Coloquio
Nacional (virtual) realizado en Colonia, así como con el III Coloquio
Intercongresos (virtual) realizado en Montevideo en 2022, se ha estado
buscando dar cuenta de la amplia diversidad de estudios medievalistas que en
muchos países latinoamericanos se están desarrollando, y así motivar a los
jóvenes estudiantes de Filosofía en Uruguay a dirigir su atención y rescatar el
valor y vigencia del pensamiento medieval, practicamente ignorado en el
ámbito académico y docente nacional.
El Coloquio se realizó ambos días a través de dos aulas virtuales
simultáneas con el fin de poder integrar la importante cantidad de expositores
y expositoras que se presentaron exponiendo diversidad de autores y temáticas
relacionados con este período fundamental del pensamiento filosófico. En
total se presentaron 59 expositores/as pertenencientes -académicamente- a
Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, Perú, México, Colombia, Estados Unidos,
España, República Checa, y Polonia. Algunos con ponencias individuales, y
otros integrados en mesas temáticas. Estas fueron 4: mesa Scholastica
5
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
colonialis; mesa Historia de la Ciencia; mesa Sessio Latina Agitata; mesa
Doutrinas Medievais dos Trascendentais.
Cabe especial mención la realización de una mesa de Homenaje a Tomás
de Aquino en ocasión de los 800 años de su nacimiento. En esta mesa
participaron 8 expositores/as.
Hubo una sesión de ponencias de estudiantes avanzados de grado en
Filosofía: 3 estudiantes de Uruguay y 2 de México. También contamos con
presentación de libros, la presentación audiovisual de la obra Otro Cielo de
Ivo Kravic y una sesión de discusión sobre la enseñanza de la filosofía
medieval.
Al final del Coloquio se llevó a cabo una sesión de Homenaje a Laura
Corso, quien falleció el pasado 2 de mayo. Colegas y amigos de la reconocida
docente e investigadora argentina brindaron sus sentidos homenajes y palabras
de afecto para con ella y su familia.
Queremos reconocer que el éxito del IV Coloquio no hubiera sido posible
sin el apoyo de todos. Agradecemos a los/as participantes al evento:
estudiantes, docentes e investigadores de diversos países de Latinoamérica,
aproximadamente 135 participantes.
Por otra parte, agradecemos, profundamente, la labor realizada por los
integrantes de la Comisión Académica, Silvia Contaldo (Brasil), María Leonor
Xavier (Portugal), Jorge Ayala (España), Rafael Ramón Guerrero (España),
Joao Lupi (Brasil), y Carlos Arthur R. do Nascimento (Brasil).
Agradecemos, finalmente, a todos los/as expositores/as que permitieron que
el Coloquio fuera una instancia fecunda y provechosa de intercambio de
temas, autores, perspectivas, y sobre todo -aunque virtual- un encuentro de
amigos y colegas en diálogo sobre lo que nos apasiona: la investigación acerca
del pensamiento tardoantiguo y medieval.
6
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Nos volveremos a encontrar el año que viene en próximos eventos
académicos organizados por la RLFM.
Celina A- Lértora Mendoza
Nicolás Moreira Alaniz
Laura Sandoval
Editores
7
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
8
ACTO DE APERTURA
Palabras de apertura
Nicolás Moreira Alaniz
Laura Sandoval
El impulso continuo generado desde la Red Latinoamericana de Filosofía
Medieval a los estudios específicos en y sobre Filosofía Medieval ha sido de
suma importancia para el desarrollo de investigación, enseñanza y
divulgación del pensamiento medieval, en su más amplia consideración,
específicamente para América Latina, y particularmente, para Uruguay, donde
este contexto disciplinar aún es muy incipiente.
En ese sentido, el Coloquio Presencia y trayectos de la filosofía en la Edad
Media organizado por la Red también es una buena oportunidad para
posicionar el contexto uruguayo, junto a la Facultad de Humanidades y
Ciencias de la Educación de la Universidad de la República, como interlocutor
en el marco de los estudios medievales en filosofía, así como también para
motivar el estudio en esta área actualmente deficitaria en términos de
investigación y producción a nivel local.
En esta edición, al haberse realizado de manera híbrida, a través de la
presencialidad física como digital, pudimos contar con una diversidad de
expositores de diferentes países y universidades de Latinoamérica y del
mundo, traducido en una diversidad de lenguas, enfoques, perspectivas, así
como de objetos de estudio distintos, cuestión que enriquece, actualiza y pone
en valor a la filosofía medieval en cuanto producción contemporánea de
conocimiento.
Por esa razón, valoramos este encuentro que nos permite seguir
construyendo y afianzando una comunidad de interlocutores que tiende a la
excelencia y rigurosidad académica, así como a la generosidad y amistad.
11
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Queremos destacar el apoyo recibido en la gestión de este Coloquio de
Celina Lértora, Ignacio Pérez Constanzó yla Casa de Posgrados Prof. José
Pedro Barrán de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
(UdelaR).
Además, queremos agradecer el apoyo de los miembros de la Comisión
académica, Jorge Ayala (España); Rafael Ramón Guerrero (España), María
Leonor Xavier (Portugal), Carlos Arthur R. do Nascimento (Brasil), Silvia
Contaldo (Brasil), Joao Lupi (Brasil) y la Comisión institucional, Ignacio
Pérez Constanzó (Argentina), Silvia Contaldo (Brasil), João Lupi (Brasil),
César Ibarra (Colombia), Juan M. Campos Benítez (México) y Nicolás
Moreira Alaniz (Uruguay).
Entonces, luego de esta breve presentación y saludos, les damos la
bienvenida a este IV Coloquio –Intercongresos– Latinoamericano de Filosofía
Medieval y esperamos que esta sea una fructífera oportunidad para motivar el
intercambio, la discusión y la pasión por el pensamiento medieval.
12
Palabras de apertura
Celina A. Lértora Mendoza
Buenos días. Con gran satisfacción les doy la bienvenida, en nombre de la
Coordinación Central de la Red Latinoamericana de Filosofía Medieval, a este
IV Coloquio Intercongresos, que se está realizando en forma mixta desde la
sede de la Universidad de la República, en Montevideo. En primer lugar
quiero agradecer a los dos organizadores locales, Laura Sandoval y Nicolás
Moreira Alaniz, por el excelente trabajo que han realizado, lo que de hecho
con vierte al Coloquio en un Congreso, por la cantidad y calidad de
participantes de diferentes países del área; y desde luego a la propia
Universidad por su apoyo técnico.
Como siempre que inauguramos una actividad hay nuevos interesados que
quizá no conocen la historia de la Red, me tomo unos minutos para trazar una
breve historia. La Red nació hace más de 40 años, por iniciativa de un grupo
de medievalistas brasileros, en particular por el impulso de José Antônio
Camargo Rodríguez de Souza, que convocó a un grupo de colegas, entre los
cuales se contaba Luis de Boni, João Lupi, Carlos Arthur Ribeiro do
Nascimento y otros, a una reunión académica para afianzar la filosofía
medieval en las cátedras brasileñas. Este fue el Primer Congreso, al que
siguieron puntualmente cada dos (a veces tres) años otros, siempre en Brasil,
a los que fuimos invitados otros medievalistas latinoamericanos, que nos
sumamos con entusiasmo. Esta serie fue creciendo, siempre publicó sus
materiales (en forma completa o selectiva) y fue entonces cuando Luis de Boni
tuvo la iniciativa de haber encuentros fuera de Brasil, y nos convocó para
hacerlo en Argentina. Y además propuso que tomaran el nombre de Congresos
Latinoamericanos de Filosofía Medieval. Así fue, que en 1999 se realizó en el
Convento Franciscano de San Antonio de Padua el primer Congreso fuera de
Brasil y como Latinoamericano. Allí se descaró crear una Asociación
13
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
formalmente jurídica, pro la dificultad de tener miembros de diferentes países
y por no considerarlo necesario en ese momento. Seguimos informalmente
como Red Latinoamericana de Filosofía Medieval, realizando nuestros
congresos bianuales, hasta que en 2013, en el congreso realizado en Tucumán,
Argentina, se vio la necesidad de darle a la Red una forma más orgánica y
ampliar sus actividades. Así se constituyó la Red Latinoamericana de Filosofía
Medieval, con una Coordinación Central que tengo el honor de llevar,
coordinadores por países y un grupo académico de evaluadores y
colaboradores. Para optar por la membresía se resolvió exigir haber
participado al menos en un congreso con un trabajo presentado y publicado;
la condición de permanencia como miembro pleno es realizar una actividad
en la Red por lo menos una vez cada dos años. De ese modo aseguramos un
grupo activo y no sólo nominal. Para los alumnos avanzados, o quienes hayan
participado sólo de reuniones nacionales, se estableció la categoría de
Adherentes.
En pocos años ampliamos notablemente las actividades. Fundamos la
revista Mediaevalia Americana, que ya cumplió 10 años; organizamos una
editorial que tiene varias obras publicadas en forma electrónica y de libre
acceso, especialmente las Actas de las reuniones académicas. También
realizamos actos académicos, mesas, y Coloquios nacionales organizados por
los Coordinadores de cada país, cuyos materiales son igualmente publicados.
Lo que ahora me interesa señalar, porque hace a este encuentro, es que la
Directiva de Coordinadores resolvió, en el Congreso de 2017, poner a
consideración de la Asamblea de miembros, la realización de un Coloquio
Intercongresos, como actividad oficial de la Red y (y nos sólo nacional de
algún país con coordinador) que diera opción a la membresía, a fin de ampliar
las posibilidades de participación. La propuesta fue unánimemente aceptada.
El primer Coloquio se realizó en Asunción en el 2018, y ya vamos por el
Cuarto. También los Coloquios han crecido y se han diversificado, lo que
muestra la vitalidad de la filosofía medieval en nuestra región.
14
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Como en los otros Coloquios, y en los Congresos, hay variadas formas de
participación: mesas temáticas con un organizador propio; sesiones especiales
que este año será en Homenaje a Santo Tomás por los 800 años de su
nacimiento; una Sessio Latina agitata; presentaciones de libros; algún aporte
artístico adecuado y este año, un homenaje a nuestra colega y gran amiga de
la Red, Laura Corso, fallecida inesperadamente el 2 de mayo pp. Ella seguirá
estando con nosotros, en el recuerdo y con sus trabajos que nos han
enriquecido mucho y merecen toda nuestra gratitud.
Sin más, los invito a comenzar las Sesiones del Coloquio.
15
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
16
SESIONES
DEL COLOQUIO
SESIÓN
HOMENAJE A TOMÁS DE AQUINO
800 AÑOS DEL NACIMIENTO
750 DE LA MUERTE
La participación como horizonte de la predicación metafísica de Dios
en el pensamiento de Tomás de Aquino
Jorge Eduardo Arbeláez Orejuela
Univ. de Navarra, España
Tomás de Aquino presenta una teoría del significado que se sigue de su
perspectiva metafísica del ser increado, en su influencia causal sobre el ser
creado o, lo que es lo mismo, participativo. En este sentido, expone el modo
como los nombres que se refieren al Ser increado lo denotan
significativamente, a partir de la posibilidad de la ampliación del horizonte de
lo significativo en la referencia de los nombres hacia el ser increado, sea bajo
una orientación metafórica o sea bajo una orientación analógica. Así, en el
pensamiento del Doctor Angélico, el nombrar metafísico de Dios se entiende
como “una estrategia semántica” que busca dilucidar “cómo hablamos de
Dios, cómo nombramos a Dios o, podríamos decir, cómo nuestro discurso
acerca de Dios tiene significado”1. No se trata, entonces, su proyecto de uno
que reduzca a Dios al discurso humano, ni tampoco de uno que afirme que,
puesto que el ser increado se escapa de toda concepción intelectual, el intento
del ser humano por reflexionar significativamente acerca de Dios sea vano.
Por el contrario, el propósito del Aquinate es que, reconociendo la absoluta
trascendencia del Ser increado, el ser humano pueda referirse
significativamente a Él y, por ende, consolidar una investigación metafísica
con pretensiones de verdad. A continuación, se expone el modo como, de
acuerdo con el Aquinate, la participación funge como paradigma en el marco
del cual se despliega la reflexión metafísica acerca de Dios.
El Doctor Angélico reconoce que el conocimiento humano del Ser
increado es siempre velado porque Él excede el intelecto, en cuanto que está
1
J. Soskice, Naming God: Addressing the Divine in Philosophy, Theology and
Scripture, Cambridge University Press, 2023, p. 192. Traducción propia.
21
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
“por encima de toda mente y [de toda] razón, ya que tiene más claridad de la
verdad en su esencia –esto pertenece a su cognoscibilidad– que algo creado,
capacidad para conocer”2. En efecto, Dios es el ser completamente
trascendente que es en sí mismo y, por ende, ampliamente indeterminable por
el significado de los nombres; en contraste con lo que ocurre en la relación del
intelecto con las realidades creadas, en su referencia al Ser increado, el
intelecto no logra determinarlo claramente. La diferencia radical de Dios en
relación con el ser creado marca, entonces, la medida del discurso metafísico
acerca de Dios, que, por consiguiente, se desenvolverá en el horizonte de la
incapacidad del intelecto para acceder a la naturaleza del Ser increado.
En virtud de esta diferencia radical, dicho tipo de discurso conlleva la
referencia directa del nombre a la determinación inteligible del ser y, a partir
de ello, la extensión analógica del significado hacia el ser increado. En este
orden de ideas, si bien entre el Ser increado y el ser creado se da una
“semejanza desemejante”3, la teoría tomasiana del nombrar a Dios abre el
horizonte hacia una solución para la tensión que podría surgir entre su aprecio
por la afirmación aristotélica en lo que concierne al deseo natural de
conocimiento en los seres humanos4 y su aceptación de la afirmación paulina5
y dionisiana6 del alcance limitado de nuestro intelecto para acceder al Ser
increado. Al contrario de lo que podría sugerir alguien que niegue la
posibilidad del hablar significativo en relación con Dios7, Tomás considera
que, en virtud de la analogía, este tipo de discurso logra su cometido de
2
In Div.nom 1.1.27.
2 Sent. 16.1.2.5.
4
Aristóteles, Metafísica, 980a.
5
Teniendo quizá en cuenta el Libro de la Sabiduría (13, 1-9), el Apóstol afirma lo
siguiente: “Pues desde la creación del mundo las perfecciones invisibles de Dios –su
eterno poder y su divinidad– se han hecho visibles a la inteligencia a través de las
cosas creadas”.
6
In Div.nom 1.1.
7
Para un acercamiento teísta contemporáneo, pero contrario a la pretensión de Tomás,
cf. H. Putnam, “God and the Philosophers”, Midwest Studies in Philosophy 21, 1997,
p. 185.
3
22
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
determinar restringidamente el significado de los nombres que se refieren al
Ser increado y, por tanto, lleva a cierto conocimiento confuso, especular de
Él. Por consiguiente, la concepción del Aquinate respecto del nombrar
metafísico de Dios se sitúa en un punto intermedio que nos permite hablar
significativamente acerca de Él y, en todo caso, el significado del nombre
indica restringidamente su objeto.
Este mencionado conocimiento confuso, especular, admite grados, pues
ciertos nombres se refieren con mayor propiedad al Ser increado en su
orientación hacia las determinaciones inteligibles del ser; de estos puede
afirmarse que son analógicos8. Por el contrario, otros se refieren al Ser
increado con menor propiedad porque su referencia directa son las
determinaciones sensibles del ser; estos últimos son, de acuerdo con Tomás,
metafóricos, y pertenecen no con toda propiedad al discurso metafísico como
los primeros, sino a lo que, en espíritu dionisiano, él denomina “teología
simbólica”9. Aunque sean diferentes tipos de nombrar por su referencia a
diversos órdenes del ser participativo, la analogía y la metáfora se articulan en
su pretensión cognoscitiva de referirse al ser y, por tanto, no solo los nombres
analógicos, sino también los metafóricos son pertinentes en la reflexión
metafísica acerca de Dios. En efecto, estos últimos, aun cuando sean más
confusos o menos robustos en su pretensión explicativa, en cualquier caso,
permiten enriquecer el entendimiento del metafísico en relación con el Ser
increado. En este sentido, al igual que los primeros, aunque más
restringidamente, determinan el significado de los nombres referidos a los
atributos divinos. Así, pues, fundamentalmente por medio de la analogía, pero
también a través de la metáfora, Tomás afirma que el metafísico puede
tensionar el alcance del discurso de tal manera que, orientándose por medio
del efecto en sus determinaciones inteligibles y sensibles a la causa, logre
referirse significativamente a ella.
8
9
ST 1.13.3.1.
Cf. In Div. nom.
23
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
La búsqueda que, para el Doctor Angélico, es propia de la indagación
metafísica consiste en hallar la verdad sobre lo que constituye en su núcleo a
los seres creados, tanto en sus relaciones en ellos y entre ellos, como en su
relación hacia el Ser increado. Ahora bien, en lo que concierne al discurso
metafísico que se refiere al ser en cuanto ser o al ser en el horizonte de la
substancia, se desenvuelve con propiedad en relación con su objeto, mientras
que en lo referido al discurso metafísico que se da a partir de la semejanza del
ser creado al Ser increado, el discurso se desenvuelve impropiamente. Sin
embargo, lejos de implicar que este no tenga pretensiones de verdad, el
discurso metafísico acerca de Dios las tiene, pues
“como tomamos toda nuestra cognición acerca de Dios a partir de las
criaturas, si la conveniencia no fuera nada más que nominal, no
sabríamos nada de Dios si no fuera más que por nombres vanos, detrás
de los cuales no hay cosa alguna. De igual manera, se seguiría que todas
las demostraciones que dan los filósofos acerca de Dios serían
sofísticas”.10
De acuerdo con el Doctor Angélico, en el ejercicio de la metafísica de Dios
o, lo que es lo mismo, la teología natural, hay un compromiso científico para
referir, bajo una conveniencia real, el nombre mentado hacia el objeto
señalado por él. Así, el nombrar metafísico de Dios se da a partir de un
compromiso según el cual el nombre empleado por el hablante debería añadir
información respecto de lo que se indica al mencionar que cierta
determinación inteligible del ser creado guarda una relación que se especifica
en su referencia a cierto atributo divino. Por ejemplo, el significado de ‘bien’
como término que se predica del ser creado alude a su carácter deseable, al
cual puede llegarse, de maneras más o menos claras, por la experiencia. Este
término, al referirse al Ser increado, indica, por traslación desde el orden del
efecto hacia el de la causa, la deseabilidad o carácter de causa final del Ser
increado. Así, indicando la diferencia entre el ejercicio metafísico del nombrar
a Dios y la sofística, el Aquinate sostiene que el propósito del ejercicio
10
QDP 7.7.
24
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
metafísico es entender, del modo más preciso que pueda hacerse, cómo se
manifiesta Dios en la creación y cómo esta tiende a Dios, teniendo en cuenta
la irreductibilidad de Dios al ser participativo y al intelecto.
Lo anterior lleva a que el nombrar metafísico acerca de Dios tenga un
carácter peculiar en relación con el nombrar que se limita en su orientación a
los seres creados. En efecto, en el último tipo de nombrar, los nombres
significan a los seres creados “en la medida en que [estos] terminan en nuestro
conocimiento”11 y, por tanto, el nombre en su referencia a dichos seres es el
resultado de la actualización de estos en el intelecto, en donde el aspecto
característico de la actualización es la referencia del nombre en el horizonte
de un significado que ha sido formado a partir del conocimiento que los seres
humanos tienen del objeto conocido. En este orden de ideas, el Aquinate
afirma que “la palabra pertenece a la manifestación del conocimiento”12, y,
por tanto, que lo expresa por medio de la voz. Así, en virtud del conocimiento
que tenemos del ente, podemos nombrarlo posteriormente, pues, “en nosotros,
todo lo que es el del orden del conocer es, propiamente hablando, del orden
del decir”13. En el nombre que se refiere a los seres creados, el orden material
en el que se desenvuelve la palabra hablada está precedido e informado por el
orden inmaterial de la concepción intelectual, que funge, así como su causa
y, por ende, como aquello en razón de lo cual el nombre es portador de
significado en su alusión a los seres creados. En su posesión de significado,
entonces, el nombre se expresa significativamente y, en consecuencia, al
orientarse a los seres creados, los delimita señalándolos.
De otra parte, la tarea del metafísico en su compromiso de referirse
significativamente a Dios, a diferencia de lo que realiza al reflexionar
exclusivamente sobre el ser creado, consiste en transitar por el camino de una
significación restringida acerca del Ser increado, la cual es posible, en
cualquier caso, por la constitución participativa del ser; es así que, si bien
11
In Div. nom 1.1.29.
In Div. nom 1.1.25.
13
QDV, 4.2.5.
12
25
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
alberga confusión en sí en cuanto que posee un carácter especular, el discurso
analógico no es puramente equívoco. En este sentido, Tomás afirma que,
“si dijéramos que todo lo que es en potencia se reduce al acto por el
ente en acto y de esto concluyéramos que Dios es, en sí mismo, ente en
acto por el cual todas las cosas reciben el ser, ocurriría la falacia de la
equivocidad y así acerca de otras demostraciones. Además, es necesario
que el ser de lo causado sea de alguna manera semejante a la causa; por
lo tanto, no se predica nada puramente equívoco de lo causado y de la
causa”.14
De acuerdo con esto, la falacia de la equivocidad se da en los casos en los
que se dice que, de la reducción al acto del ser potencial de los entes, se sigue
que Dios como ente en acto es dador del ser. En este caso, se comete dicha
falacia porque se establece un principio metafísico, a saber, que la potencia se
reduce al acto por Dios, sin mostrar en razón de qué esto es así. El que comete
esta falacia no presenta cómo es que en el orden de la creación, la potencia se
reduce al acto, ni tampoco por qué de la reducción de la potencia al acto se
sigue que todos los seres reciben de Dios el ser. En el caso mencionado
anteriormente, la falacia se origina en una incorrecta comprensión del ser que
lleva al hablante a moverse en una pluralidad de órdenes, a saber, en el de la
potencia, en el del ente en acto y en el de Dios como dador del ser, sin vincular
entre sí dichos órdenes.
Así, pues, de la falacia de la equivocidad se sigue que los objetos a los que
los nombres se refieren no guardan entre sí ninguna comunidad, ninguna
relación, y, por ende, que las razones de los nombres o significados son
completamente independientes entre sí. En el ejemplo anterior, los nombres
de ‘ente’ o ‘ser’ en potencia, en acto y en Dios, no guardan ninguna relación
mediante la cual se articulen entre sí. Así, pues, los significados del nombre
‘ser’ o ‘ente’ cuando se refieren a Dios, a la potencia y al acto colapsan o se
14
QDP 7.7.
26
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
instancian en cada uno de estos objetos significando en cada uno algo
completamente diferente.
Por el contrario, la participación funge como horizonte dentro del cual el
nombre que se predica de diversas realidades guarda una comunidad de
significado entre los órdenes del ser, y por ende, es el principio a partir del
cual se evita la falacia de equivocidad. En efecto, por dicho principio, aunque
el nombre se instancie o colapse en diferentes órdenes, por ejemplo, en el de
la potencia o en el del acto, guardará una comunidad de significado, por la
cual la realidad significada sigue siendo la misma, aunque el modo de la
significación varíe. Esta distinción entre realidad significada y modo de
significación no se da únicamente en el orden del ser creado, sino que también
ocurre, y de modo más peculiar, cuando la realidad significada es el Ser
increado, pues, en este caso, la referencia del nombrar es irreductible al nombre,
en tanto en cuanto que la realidad significada trasciende toda realidad creada.
Esto último podría implicar que, dada la imposibilidad de que el nombre
delimite el objeto del nombrar, el ejercicio metafísico para entender el Ser
increado y la relación del ser creado hacia aquel sea vano, como se dijo
anteriormente, pues ningún nombre añadiría información respecto del Ser
increado. Sin embargo, esta no es la postura de Tomás de Aquino, pues el
proyecto metafísico de entender el Ser increado y el modo como el ser creado
se relaciona con Él, tiene pretensiones de verdad. En virtud de esto, “los
nombres que se le atribuyen a Dios no son sinónimos, aunque significan una
misma realidad, pues la significan bajo muchas razones múltiples y
diversas”15. Así, la teología natural se entreteje en la tensión del intento del
ser humano por determinar discursivamente a Dios y la incapacidad para
hacerlo según un solo modo de significación. En efecto, cada nombre que se
le atribuye analógicamente enriquece de cierta manera nuestro entendimiento
acerca de Él16, aunque lleve siempre consigo la nota de cierta indeterminación.
15
ST 1.13.4.
Paul Ricœur afirma, respecto de la pluralidad de los significados que reposa en la
diferencia entre sí de los modos de significación, que Tomás pone de relieve “la
16
27
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Esto ocurre, en último término, porque la participación indica una
diferencia de perfección entre la causa y sus efectos, diferencia que se
manifiesta en que, a pesar de que la causa se manifiesta en el efecto, el efecto
“no se adecúa al poder de su causa”17. Así, por más que las determinaciones
inteligibles del ser expresen en sí mismas una orientación hacia el Ser
increado, no se adecúan nunca completamente con Él18 y, por tanto, lo
manifiestan limitadamente. A través de una expresión metafórica, el Aquinate
expresa esta realidad sosteniendo que la diferencia de causa y efecto es
semejante a la que se da entre el aire y el sol: “decimos que el aire participa
de la luz del sol, porque no la recibe en la claridad que ella tiene en el sol”19.
De acuerdo con el principio de participación, el ser es actual bajo una
dinámica en la cual la efectividad de los seres viene siempre con la nota de su
dependencia respecto del ser increado, pues ellos asumen el ser sin ser ellos
la causa misma de su propio ser. En este sentido, la participación conlleva que
la posesión de ser provenga de un principio externo al ente mismo. Tal como
el sol ilumina el aire para que reciba la claridad, el Ser increado ilumina al ser
creado para que este sea claro y, por tanto, para que, en su núcleo fundamental,
el ente sea manifiesto, luminoso20. El ser creado es, entonces, efecto que
proviene de una causa externa a él, la cual opera sobre él eficientemente y lo
lleva a una actualidad que se da bajo la nota de la manifestabilidad. En este
orden de ideas, el ser creado o participativo recibe del Ser increado el ser y lo
asume21 y, entonces, el Ser increado funge como fuente del ser creado,
manifestándose en Él, de modo análogo a como el sol se manifiesta en la
claridad del aire.
pluralidad de las esferas de discurso [...] y la fecundidad de la intersección entre sus
objetivos semánticos”, por medio de su teoría de la significación analógica (La
metáfora viva, Trotta, 2001, p. 350).
17
In DH 1.1.1.2.2.
18
In DH 1.1.1.2.2.
19
In DH 1.1.1.2.2.
20
En ST 1.67.1, Tomás afirma que, según el uso de los hablantes, el término ‘luz’
puede extenderse a todas las manifestaciones.
21
In DH 1.1.1.2.2.
28
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Aun cuando el abismo entre el Ser increado y el ser creado sea
infranqueable, en virtud de la participación, el horizonte de la significación se
extiende analógicamente al Ser increado. Dicho principio, que se hace efectivo
en la semejanza desemejante de la criatura con Dios, marca, entonces, el
paradigma que constituye el objeto de la predicación metafísica de Dios, pues
esta va a darse a partir de la ampliación del significado del nombre que indica
cierta determinación inteligible, hacia el atributo divino. En esta ampliación
del significado, el hablante asciende en su discurso a la “sustancia
supersustancial”, al “intelecto no inteligible” y a la “palabra indecible”22,
expresiones todas que hacen referencia al hecho de que,
“cualquier cosa que existe en las criaturas, en Dios preexiste de forma
más eminente. Pero las criaturas nos son manifiestas, mientras que Dios
nos es oculto. Así, por lo tanto, ya que las perfecciones de las cosas se
derivan de Dios a las criaturas por cierta participación, se da una
transmisión, a la vista, de lo que era oculto; y esto sucede en cuanto es
conveniente, según la proporción determinada de cada uno”.23
Aludiendo a la pertenencia, por así decirlo, de Dios al orden de la
eminencia, Tomás acude a tres expresiones analógicas para significar la
trascendencia y la causalidad del Ser increado, el cual, siendo completamente
trascendente, se relaciona con el ser creado como la substancia con el
accidente, como la inteligibilidad con el intelecto y como la concepción
intelectual con la palabra hablada, esto es, como causa de diferentes efectos.
Dado que “el ser es por lo que la substancia se denomina ‘ente’”24, el Ser
increado se relaciona con el ser creado como su causa, pues es el principio de
la causalidad que ejerce el ser sobre la substancia para que el ente se haga
efectivo; también lleva a cabo su causalidad sobre la inteligibilidad del ser
creado, ya que es el principio del ser “en acto” 25 de los entes, a partir del cual
22
In Div.nom 1.1.30.
In Div.nom 1.2.51.
24
SCG 2.54.
25
In Div. nom 4.1.276.
23
29
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
estos “entienden en acto” 26; asimismo, es principio de la causalidad de la
concepción intelectual sobre la palabra hablada porque, en virtud de la
causalidad del Ser increado sobre el intelecto, se dan tanto “el verbo vocal” o
concepción intelectual como la manifestación de esta a los otros, mediante el
“verbo vocal”27.
En este sentido, en la triple causación de la substancia, de la inteligibilidad
y de la palabra se manifiesta el Ser increado y, por tanto, la presencia en la
creación de estas tres determinaciones causadas y causales lleva a que,
partiendo de dichas determinaciones, el nombrar pueda darse legítimamente
en referencia al Ser increado. Así, pues, la participación, que da cuenta de la
causalidad del Ser increado sobre el ser creado, es el principio de la ampliación
analógica del significado desde los efectos hacia la causa. Dios, que se
manifiesta con toda plenitud en el orden de la eminencia, lo hace veladamente
en el orden del ser y, entonces, el nombrar en referencia a los efectos le permite
al ser humano lograr ciertas distinciones in ratio del Ser increado. Es así que,
en cuanto que, en el orden de la eminencia, cada realidad preexiste en Dios
con completa actualidad y manifestabilidad, por la participación del ser creado
en el Ser increado, Dios se presenta en cada realidad, aunque esta presencia
sea velada, metafóricamente hablando; aunque se dé “como a través de unos
velos, tal como se dice en la primera carta a Corintios (13.12): «ahora vemos
como en un espejo, confusamente»”28.
26
In Div. nom 4.1.276.
QDV 4.1.5.
28
In Div. nom 1.2.64.
27
30
Vínculos epistémicos entre la gnoseología de Tomás de Aquino
y la teoría de la significación negativa saussureana
Laura Sandoval
UdelaR, Uruguay
El signo y la divinidad tienen el mismo lugar
y el mismo momento de nacimiento.
La época del signo es esencialmente teológica.
Tal vez nunca termine.
Sin embargo, su clausura histórica está esbozada.
Jacques Derrida1
Introducción
Para esta exposición, se presentarán brevemente los resultados de la
investigación2 que buscó trazar un vínculo entre algunos postulados
gnoseológicos de Tomás de Aquino y los fundamentos filosóficos de la
significación, específicamente sobre la teoría del valor de Ferdinand de
Saussure. En términos generales, la teoría del valor implica un desplazamiento
conceptual desde la noción de significado a la noción de valor, donde se
entienden los distintos sistemas de signos, como sistemas de valores. De
Saussure sostiene que la lengua es un sistema de valores puros, es decir, que
cada signo-valor no tiene dependencia más que de sí mismo en las relaciones
entabladas con los demás componentes dentro del sistema. Estos valores puros
se basan en un mecanismo autónomo de relaciones negativas de oposición y
1
Jacques Derrida, De la gramatología, Buenos Aires, Siglo XXI, 1986, p. 36.
Mediante este trabajo se expondrán brevemente algunos resultados de la tesis de
maestría en filosofía El pensamiento semiótico de Tomás de Aquino y su vínculo con
la filosofía contemporánea (FHCE, Udelar).
2
31
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
diferencia, que tiene como consecuencia la imposibilidad de expresar a priori
de forma positiva qué valor tiene un signo3. Tales valores pueden variar su
significado al variar de posición, cuestión que deviene del principio general
de arbitrariedad que rige la significación negativa4. Arbitrario, en la teoría de
Saussure, significa que el lazo asociativo en relación al significado es
inmotivado, tanto por voluntad y razón humanas, como por vía natural o
lógica, es decir, que tampoco los dos elementos que conforman un signo tienen
relación natural5.
Relacionar estos dos pensadores, lejos de ser algo caprichoso, tuvo como
finalidad comprobar la hipótesis que sostiene que entre los principios
saussureanos que fundamentan la conformación de la significación basada en
relaciones de diferencia y negatividad y varias tesis gnoseológicas de Tomás
de Aquino, en particular, la teorización sobre la noción de ens como aliquid,
es posible trazar puntos de encuentro e intuiciones teóricas comunes, lo cual
permite posicionar al Aquinate dentro de la historia del pensamiento
semiótico, en línea con otros antecedentes. Es un supuesto común y válido
entender incompatible la relación entre ambas teorías si únicamente se atiende
al orden de lo real, es decir, a la descripción ontológica de lo existente que
realiza Tomás de Aquino. En términos muy generales, el mundo para el
Aquinate tiene una explicación causal, es producto de la creación voluntaria
divina; lo existente se entiende como participado y actualizado por y en el
ipsum esse, es decir, el ser en sí sin necesidad de otro que es identificado con
Dios cristiano6. La concepción ontológica y teológica de Tomás tiene un
fundamento metafísico de lo real que lo sostiene y actualiza.
Alma Bolón, “Sobre la practicidad de la teoría: Saussure y la traducción”. Lenguas
vivas, 2012: 27-37; p. 31.
4
Ferdinand de Saussure. Cours de linguistique generale. Edition critique preparee
par Tullio de Mauro, Paris, Grande Bibliotheque Payot, 1995.
5
Ob. cit., p.146.
6
Tomás de Aquino, De ente et essentia / Sobre el ente y la esencia, Traducción,
introducciones, mapa y notas de los profesores de la Facultad de Filosofía de la
UPAEP (Jorge Medina et. al.), Roma, EDUSC, 2019.
3
32
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Por otro lado, en el corpus saussureano no se encuentra una preocupación
ontológica acerca del origen y sustento de lo real, así como tampoco una
teorización al respecto, al cual la actividad gnoseológica y lingüística se
reduzca. De hecho, es posible inferir por sus nociones paradójicas (lengua,
signo, etc,) la inexistencia de un origen, o –en términos derrideanos– de un
fundamento logocéntrico7 del conocimiento “en el que el significado central,
originario, trascendental no está nunca absolutamente presente fuera de un
sistema de diferencias”8 y su expresión mediante la lengua. Así, la ausencia
de un significado trascendental que rija la significación “extiende hasta el
infinito el campo y el juego de la significación”9. En tal sentido, atendiendo al
plano ontológico, no habría posibilidad de cotejar ambas perspectivas, ya que
no se observan posiciones encontradas ni contrapuestas que permitan realizar
un diálogo entre ambos textos.
No obstante, si se atiende al orden lógico-lingüístico y al orden
gnoseológico, es decir, al desarrollo de principios sobre la facultad
cognoscitiva humana en relación a la conformación de la significación y
vinculada a la facultad del lenguaje es posible observar puntos de encuentro
entre ambas teorías. Asimismo, es necesario señalar que los fundamentos
sobre la significación en las obras de Tomás de no se encuentran en los
abordajes lógicos y explícitos sobre la noción de signo, sino que los
encontramos en postulados teológicos, metafísicos y ontológicos donde se
indaga acerca de los principios de lo existente, el conocimiento y el vínculo
entre pensamiento y lenguaje.
En ese sentido, a través de una metodología de análisis hermenéutico se
pudieron cotejar los siguientes aspectos: a) la relación intrínseca entre
pensamiento, lenguaje, y realidad extramental; b) la primacía del aspecto
sensible sonoro (voces significativas, imagen acústica) en la conformación de
la significación; y aún más relevante: c) aspectos de la conformación de
7
Jacques Derrida, La escritura y la diferencia, Barcelona, Anthropos, 1989, p. 385.
Ibid.
9
Ibid.
8
33
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
significación basados en nociones negativas y diferenciales en tesis de Tomás,
explícitamente en: i) la teorización sobre el conocimiento humano y divino,
ii) la noción de ente como convertible y transcategorial y iii) la
incomunicabilidad a partir de la consideración de Dios cristiano como
inaccesible para el intelecto humano.
Coincidencias entre Tomás de Aquino y Ferdinand de Saussure
En primer lugar, cabe destacar que ambos autores conciben a los signos
como entidades mentales o psicológicas, arbitrarias10 o convencionales11 del
orden de la razón o de la semiología. Además, consideran al lenguaje
intrínsecamente vinculado con la actividad gnoseológica, en tanto capacidad
natural de distinguir elementos significantes particulares y discretos12.
Tomando como principio semiológico y epistemológico la concepción
tomasiana de ente en tanto trascendental13, en particular, el término aliquid14
que refiere al ente en tanto (un) otro diferenciado, así como el uso de la
analogia entis como mecanismo de conocimiento de lo real a través de la
razón; y la resolución de la problemática de los Nombres Divinos15, podemos
analizar aspectos comunes basados en relaciones negativas y diferenciales que
permiten significar los fenómenos existentes que permanecen inalcanzables al
lenguaje.
Tomás sostiene que la forma de conocimiento humana se produce
mediante el pensamiento racional y el discurso, el cual permite extraer
10
De Saussure, ob. cit.
Tomás de Aquino, In Peri Herm., 1I.4, n.5.
12
De Saussure, ob. cit. p.146; Tomás de Aquino, S. Th. I, q. 85, ad. 3
13
‘Trascendental’ en este contexto indica la máxima universalidad del ente, expresa
lo que es más común a todo lo que existe y, por lo tanto, es transversal a cualquier
categorización o especialidad, es decir, remite a lo ‘transcategorial’.
14
Tomás de Aquino, De ver., q1, a1.
15
Tomás de Aquino, S. Th., I, q.13.
11
34
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
conocimiento nuevo (de algo no conocido), a partir de lo conocido.
Retomando la doctrina de la abstracción aristotélica, sostiene que el intelecto
humano procede desde lo sensible compuesto (primero en el orden del
conocer) hacia lo simple (lo primero en el orden del ser y lo último en el orden
del conocer– la esencia)16. Esta capacidad intrínseca del intelecto se relaciona
con concepciones negativas que implican en sí mismas la actividad de pensar,
como “distinción”, “diferencia”, “división”, “negación” que son las nociones
que conforman el pensamiento racional17. Además, establece un orden a nivel
del intelecto18 que explica la generación de las nociones primarias a partir de
la racionalización de la percepción, imaginación o cognición, donde establece
que “lo que cae primero en el intelecto es ens. ii) En segundo lugar está non
ens, la negación del ente. Iii) Sigue a estas dos la noción de divisio. De hecho,
de que este ente no es aquel ente, aprehendemos que está dividido del otro
(divisium ab alio). iv) Después sigue el concepto de unum, porque entendemos
que este ente es individo en sí mismo. v) finalmente aprehendemos multitudo,
en cuanto que entendemos que este ente está dividido de aquel ente, y cada
uno de ellos es uno en sí mismo19.
Atendiendo al trascendental aliquid, podemos analizar cómo ente -en tanto
que otro- está en la base del proceso de captación primaria y metafísica de
aquello que es y donde se funda la percepción y conocimiento intelectual de
lo que es/existe, en tanto diferencia como negatividad. De las nociones
trascendentales, aliquid es la que más se relaciona con la negatividad
diferencial, ya que ente en tanto aliquid significa que aquello captado es algo
en relación a su división de los otros20. Aliquid en su propio concepto expresa
la diferencia como diferencia metafísica. Mediante esta noción se expresa
16
Tomás de Aquino, S. Th., I, q. 32, a.1.
Cornelio Fabro, Participación y causalidad según Tomás de Aquino. Navarra,
Eunsa, 2009, p. 216.
18
Tomás de Aquino, De potentia., q. 9, a.7, ad 5.
19
Jan Aertsen, La filosofía medieval y los trascendentales. Un estudio sobre Tomás
de Aquino. Pamplona: Eunsa, 2003, p. 217.
20
Tomás de Aquino. De ver., q.1, a.1.
17
35
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
racionalmente que un ente particular es, en primer lugar, un otro-entediferente-de-otros que lo definen. Entonces, ser algo implica metafísicamente
estar dividido de otros, y también delimitado (definido) por esos otros. Así, la
identidad de un ente en tanto aliquid se determina por la captación de la copresencia de otros entes (también entendidos como aliquid) y en esa copresencia se expresa la diferenciación con los otros que lo determinan como
uno distinto y separado. Esta noción que da cuenta de lo primero conocido y
conceptualizado por el intelecto, se puede relacionar con el fundamento de la
identidad negativa de la teoría semiológica de Saussure, que sostiene que la
identidad de cada signo es negativa y diferencial por ser obtenida en presencia
de todo el sistema de signos que lo contienen21.En otras palabras, cada signo
diferenciado es (en tanto identidad) lo que los otros signos no son y le dejan
ser en las relaciones in praesentia e in absentia. Esta idea está implicada en el
término aliquid que indica la diferenciación del resto de los otros entes, que
estarían en una relación donde todos serían contrarios, por lo que su identidad
en tanto particular, –al menos para el conocimiento humano– no es positiva
a priori, sino que es captada en una relación con el resto de los entes
particulares copresentes. Esto significa, como sostiene Aertsen que “toda
determinación incluye una negación. Este ente no es aquel ente: luego son
opuestos, no en cuanto son entes como tal, sino en cuanto que tienen modos
determinados de ser”22. Además, en el sentido en que un ente es considerado
una cosa (res) tiene una esencia que lo hace determinado lo que significa, en
primer lugar –antes de la determinación esencial– estar dividido de otros, ser
otro distinto.
Para Tomás, la manera de concebir lo real es una cuestión que trata sobre
la actividad intelectual humana del decir de por medio del pensamiento
racional, el cual tiene a la negatividad como principio propedéutico. En otras
palabras, como el concepto de ente refiere a lo primero que cae en el
entendimiento, y al entender que algo existe (que es), el intelecto también
21
22
De Saussure, ob. cit.
Aersten, ob. cit., p. 219.
36
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
aprehende que algo es otro diferenciado, se sigue que la diferencia está en la
base del conocimiento. Es decir, la diferencia, que funda una noción de
identidad basada en la negación (negación de un sí mismo, no negación del
ser), tiene prioridad ontológica. La teoría desarrollada por Tomás sobre cómo
opera el intelecto para conocer y comunicar lo real, aquello que existe, que es,
–previamente a su clasificación afirmativa en las categorías o su capacidad de
constituir una proposición afirmativa–, la captación del ente en tanto
determinación, lo cual implica la diferenciación (por unidad), la otredad y la
diferencia (ser algo distinto de otros) sin cuestionar sus bases conceptuales y
ontológicas implícitas. Por estas razones, se puede interpretar que existe un
fundamento del conocimiento humano que funciona por diferencias y
negatividades y no por afirmaciones y positividades de lo existente.
Dicho de otra manera, podemos entender a la diferenciación que propicia
la identidad como determinación negativa como principio y fundamento
cognoscitivo de lo real extramental y extralingüístico, pues la captación de lo
existente en tanto aliquid es una acción previa a la captación de las esencias
de lo particular, por medio del proceso de abstracción, donde la identidad sí
se establece en una positividad. De aquí, se infiere que la manera más básica
y primera (ontológica, no temporalmente) que tiene el intelecto humano para
conocer lo real existente (lo que está siendo, el ente en cuanto que ente)
consiste en captar la entidad como aquello diferenciado y distinto, en tanto
ente-otro particular. Esta captación no se produce mediante la afirmación
positiva de cada ente particular, sino mediante la distinción, es decir, captar
que lo ente como determinación -posible de ser conocida esencialmente- se
produce a través de relaciones de diferencia, y no en cuanto ente simpliciter o
ente de forma discreta23. Desde una perspectiva epistemológica, podemos
inferir que la manera que tiene el intelecto humano de comprender que algo
existe es mediante captación de entes diferenciados e identificados en una
relación de oposición, es decir, por separación y distinción. Esta captación
negativa es la que luego permite un segundo orden temporal de captación que
23
Tomás. De ver., q. 1, a. 1.
37
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
implica la captación de la esencia. Es en la captación de la esencia que se
produce una relación con el orden lógico-lingüístico, con las intenciones
lógicas (género y especie) donde las relaciones significantes se dan por
asociaciones analógicas a partir del proceso de abstracción sensible.
Tomás plantea en De ente que el intelecto humano aprehende primero la
noción de ente. ¿Qué significa esto? No se refiere a la aprehensión de una
noción lingüística, semántica o conceptual, sino al fenómeno de que lo
primero que el intelecto capta es que hay cosas que están siendo. Es decir, el
intelecto capta la existencia diferenciada y particular de eso, algo, que está
siendo. Pero, esta primeriad no debe tomarse como anterioridad temporal, sino
ontológica, ya que, siguiendo la doctrina de la abstracción, para que el
intelecto pueda conocer tiene que partir de lo sensible para luego llegar a lo
imnaterial, lo simple (la esencia). En ese sentido, en el nivel de lo materialsensible que precisamente es lo primero –temporalmente hablando- con lo que
interactúa el intelecto, se inicia el proceso de abstracción, la captación que
hace el intelecto de las notas esenciales de los entes, donde las
diferenciaciones categoriales corresponden a un verbum mentis y liego a una
vox significativa, es decir, a algún significado de orden semántico. Sin
embargo, como el sentido semántico es generado por analogía, donde el
primer analogado es el ipsum esse (el ser simple y perfecto, Dios) tales
sentidos son creados por relaciones analógicas y no por afirmaciones que
refieren a una identidad perfecta entre concepto, signo y cosa, lo cual,
expresan en sí mismas un grado de negación de la identidad.
Entonces, es posible sostener que en la teoría gnoseológica de Tomás se
encuentra un cimiento metafísico sustentado en relaciones diferenciales y
negativas. Asimismo, por considerarse ente una noción convertible24, los
términos trascendentales también se constituyen en relaciones basadas en
diferencias y negatividades que permite entenderlos - desde la concepción de
valor saussureana- como un pequeño sistema semiológico. Así, la paradójica
24
Tomás, In Met., IV, lect. 2, 553.
38
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
cuestión metafísica modal (referida a los modos del ente) expresa una relación
variable que se establece según la perspectiva tomada sobre el ente. Si
abordamos las nociones trascendentales como un pequeño sistema relacional,
podemos entender cada perspectiva (afirmar la unidad, que es una cosa, que
es diferencia o simplemente en que es) adquiere un determinado valor según
las relaciones vinculantes, en la forma de abordar su modalidad.
Por último, otro aspecto a resaltar donde encontramos la negatividad y
diferencia es en el uso de la analogía. Tomás considera la noción de ente como
una concepción analógica y a la sustancia divina como incomunicable e
inefable de manera perfecta y directa para el intelecto humano, por lo cual,
sostiene que la única manera en que se puede predicar de Dios sería utilizando
analogías respecto al mundo creado25. Esta tesis plantea un esquema
comunicacional que se basa en la distancia ontológica y de conocimiento entre
Dios y lo creado, y, asimismo, entre lo que podemos predicar de lo que existe
y Dios, que queda en el plano de lo indecible e inaccesible. Pero esta
indecibilidad no es total, ya que el uso de la analogía configura la única
posibilidad racional para predicar sobre la divinidad, pero presupone desde el
comienzo la imposibilidad del lenguaje para expresar de manera perfecta
aquello a lo que refiere, es decir, el sentido total de Dios. Como la analogía
implica una relación basada en la semejanza entre Dios (supuesto como causa)
y lo creado (supuesto como efecto), la predicación a partir de lo creado está
limitada metafísicamente.
Además de los argumentos filosóficos presentados, se puede subrayar una
razón teológica de suma importancia para Tomás, para posicionar su
pensamiento semiótico en línea con una teoría de la significación basada en
relaciones diferenciales y opositivas26, esta es la necesaria preservación de la
mística del dogma de la santísima trinidad. La trinidad implica que Dios es
entendido tanto como ser simple (conformando una unidad de esencia-ser),
25
Tomás, In 1 Sent., d. 19, q. 5, a. 2.
A las que consideramos más adecuadas que las semióticas de la representación
(donde el signo volvería a traer ante sí la presencia del objeto signado).
26
39
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
como también trino, cuya única distinción real en Dios son relaciones reales
de oposición, a saber, las tres personas o hipóstasis: Padre, Hijo, espíritu.
Tomás afirma que “la hipóstasis divina será aquello que es per se subsistente,
distinto e incomunicable”27 y explica que
“en lo que Dios tiene de absoluto nada hay distinto, sino que sólo es
distinto lo que es relativo: y, de la misma manera que la esencia se
identifica con lo que es en la realidad, así realmente la relación
diferenciante es el principio mismo distinto; y al identificarse la
relación con la esencia según la realidad, eso mismo distinto por la
relación se identificará en la realidad con lo subsistente en la esencia o
naturaleza divina; y esto es lo que significa la palabra “hipóstasis”28.
Entonces, para ser consecuentes con el pensamiento filosófico y teológico
de Tomás es necesario vincularlo con tesis que permitan sostener el misterio
trinitario (que sostiene que la verdad unitrinitaria no es accesible por medio
de la razón). En ese sentido, los fundamentos de la semiótica saussureana se
entienden como los más adecuados ya que entre el signo y aquello real existe
una brecha ontológica y gnoseológica que podría mantener el secreto, la
mística, a la vez que posibilita su predicación y el conocimiento del mundo
mediante el lenguaje.
27
28
Tomás, In 1 Sent., d.26, q. 1, a.1.
Ob. cit.
40
La inteligencia y la voluntad en el desarrollo dinámico
del libero arbitrio en Santo Tomás
Rafael Cúnsulo
UNSTA/Fac. Humanidades, Argentina
Introducción
El problema del libre albedrío o, mejor dicho, la cuestión de libero
arbitrio ha sido tratada ampliamente a lo largo de toda la Edad Media1. San
Agustín la ha tratado en un libro especial2 y, con él, ha dado inicio a una
reflexión que comprometerá a los pensadores cristianos de todos los tiempos,
especialmente a los que han vivido en el trabajo intelectual o a los que han
vivido en las diversas formas de opresión3.
En los siglos XII y XIII la problemática es fundamentalmente teológica;
sin embargo, sería un error pensar que en ella no hay contenidos netamente
filosóficos. En el pensamiento medieval estos contenidos sirven a la doctrina
teológica sin menoscabar su condición de ciencia racional.
Al estudiar la cuestión no pretendo reavivar las viejas disputas teológicas,
que se han suscitado en las diversas escuelas, porque creo que ésta no es la
finalidad de una investigación filosófica: discutir problemas teológicos es
tarea de los teólogos. Por el contrario, en este estudio analizaré la cuestión en
un autor medieval, Santo Tomás de Aquino, y su contexto histórico, para
comprender más a fondo el sentido de la misma en su tiempo y la respuesta
1
Cf. O. Lottin, Psychologie et Morale aux XIIe et XIIIe siecles, Duculot Editeur,
Belgique, 1960, T. I.
2
De Gratia et libero arbitrio, in Opera Omnias Migne, PL, Vol 44. Post
Lovaniensium Theologorum recensionem, Parisiis, T. X, 1. 1841: 881-912.
3
Es notable, en nuestros días, el gran apogeo de la teología de la liberación en los
países latinoamericanos.
41
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
que él da a la misma a través de su obra e interpretarla con la ayuda de un
autor contemporáneo, Cornelio Fabro, que la analiza desde otra perspectiva y
desde otro ámbito cultural.
Esta limitación que he puesto al estudio de la cuestión, tan preciso por
autores y tiempos, no se debe entender como una parcialización arbitraria,
que intenta poner límites a la comprensión de la cuestión en sí misma,
porque la comprensión no la entiendo al modo de los románticos: esto es,
como un despliegue objetivo de los conceptos (en las ciencias del espíritu)
obtenidos por el método que, pretendiendo ser distinto, en realidad4, imita el
método de las ciencias naturales. Por el contrario, entiendo la comprensión
como plenitud del conocimiento5: esto es como capacidad de penetrar, con
agudeza intelectual, en lo más íntimo de la realidad.
La plenitud del conocimiento no es algo acabado y comprendido en
manera definitiva o absoluta, porque la realidad es una veta riquísima, donde
los hombres de todos los tiempos han buscado la verdad con los instrumentos
que cada época les ha ofrecido. La historia no cambia la verdad, pero nos
permite descubrir diversas facetas de este diamante, que el hombre desea sin
adueñarse nunca del mismo, porque es un bien común de la humanidad6. El
horizonte cultural del lector y la tradición de alargan la perspectiva de
comprensión de un texto y de un autor, lanzándonos más allá de la limitación
que ellos (autor y texto) en sí mismo tienen.
Por eso mi trabajo se intenta ubicar en esta línea de comprensión que
pertenece al patrimonio de la humanidad más que absolutizar o descualificar
posiciones. Traducido en términos concretos para este estudio: intentaré
comprender santo Tomás en su contexto histórico más inmediato y desde un
4
Cf. Varios, Enciclopedia Filosofica, Centro di Studi Filosofici di Gallarate,
Edipem, Roma, 1979, T. II, cols. 366-370. Cf. H. G. Gadamer, Verita e Metodo,
Bompiani, Milano, 1986: 330-347.
5
II-II, q. 28, a. 3, ad 3.
6
Cf. M-D Chenu, Le Saulchoir. Una scuola di Teologia, Marietti, Casale Monf.,
1982: 63-78.
42
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
autor y desde una problemática contemporánea. Mi intención es profundizar
en una de las vetas ya encontradas, pero, al mismo tiempo, soy consciente de
que hay otras muchas que han hecho correr tanta tinta a lo largo de la
historia7.
Además de esta abundancia filosófica hay que agregar la abundancia
poética y literaria, la abundancia de discursos políticos y hasta la abundancia
publicitaria. Todo esto manifiesta que sobre el problema de la libertad todos
tenemos una palabra que decir, aunque no todos tengan la pretensión de
hacer grandes estudios filosóficos. Esta abundancia también manifiesta que
en el hombre de hoy y en el de todos los tiempos hay y ha habido un deseo
de negarla o de afirmarla, de luchar por ella o contra ella. La mayoría de los
autores contemporáneos trata la libertad en desarrollo, en ejercicio,
dinámicamente, como realización del hombre, de los miedos que la
acompañan, de las opresiones y de las demás frustraciones, como búsqueda
de un destino o un sentido para esta vida. En toda esta abundancia
existencialista mi estudio intenta ser un aporte filosófico, llamémosle así,
esencialista, dirigiendo nuevamente la mirada, como han hecho los autores
que analizo, hacia la raíz, hacia la existencia y hacia la naturaleza de la
misma.
Este retorno a lo esencial, a las raíces busca su espacio vital de reflexión
en un contexto más amplio: el mensaje cristiano, el cual, según Hegel, ha
afirmado de un modo decisivo la universalidad intensiva y extensiva de la
libertad.
La misma, considerada don de Dios para construir la persona moral, es
guiada por la verdad al destino de felicidad, que El mismo ha puesto en el
corazón del hombre. Libertad entregada a todos judíos y griegos, esclavos y
libres, como su mismo mensaje. Desde esta perspectiva cristiana, la libertad
7
Cf. A. Fernández Filosofía de la Libertad, Madrid, Confederación Española de
Cajas de Ahorros, 1975, T. II. En la bibliografía refiere más de 10.000 títulos que
tratan de la libertad.
43
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
nunca ha sido considerada un principio absoluto, sino un principio de acción
en busca de valores en la realidad concreta.
Con el surgir de la modernidad, la lucha por las libertades individuales y
sociales ha trasformado y combatido la visión cristiana de la misma;
afirmándola como valor absoluto, en la cual se realiza el hombre constructor
de la historia. El hombre se convierte en el artífice principal de su ambiente
político, social, cultural, laboral dejando de lado a Dios, motor ahora inútil,
porque siente que lo limita en su poder de dominar la naturaleza y los
eventos.
El valor primario de la contemplación de la naturaleza se transforma en
un pasatiempo de gente ociosa, perezosa; para Croce, ésa es la condición del
hombre especulativo. Para dominar la naturaleza, el hombre se ha valido de
las ciencias técnicas, las cuales, a su vez, lo han llevado a la convicción de
que puede dominarla absolutamente; ésta es su vocación y desafío histórico.
Con esta convicción, el hombre moderno ha relativizado los otros valores
y ha quitado un fundamento serio a la libertad, porque, cortando su relación
con el ser y con Dios, ha puesto sus raíces en ella misma, absolutizándola en
un círculo vicioso.
Respetar la libertad de los otros hombres, es una formulación de esta
absolutización, necesita ser observada por todos igualmente, sin que nadie
esté obligado, porque todos son libres. Su absolutización se basa en el mutuo
acuerdo, el cual se puede convertir, si no es respetado, en un pacto de mutua
agresión.
En el pensamiento cristiano la libertad es un principio, pero no el único,
es un valor alto, pero no supremo, porque ella es el acceso humano a otros
valores. Ella tiene la capacidad de mediar entre estos valores finales y de
poner en movimiento las energías vitales para alcanzarlos: 1anza al hombre
al encuentro con la verdad a la entrega generosa de la vida por la justicia, la
paz; lo lanza hacia el alto para el encuentro personal con el Dios que lo ama.
44
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
El esfuerzo intelectual de volver a sus raíces metafísicas quiere cimentar
en la trascendencia la libertad, que el modernismo en cierto modo ha
recuperado, para que el hombre tenga en ella un camino de desarrollo ante
las múltiples negaciones históricas que aún hoy sigue viviendo.
En mi intento de volver a lo esencial he elegido un autor metafísico de la
tradición y un autor metafísico contemporáneo, para que mi siguiente
reflexión tenga raíces y vida propia.
Volver a la raíz, aunque el tema no esté de moda, no es un intento de
quedarse bajo tierra sino para llevar a plenitud muchas de las virtualidades
que en ella están contenidas, para que en el árbol de la existencia humana
siempre haya flores y frutos de libertad.
1. En la Prima secundae
Un segundo aspecto del tratamiento del libre albedrío lo hace en la parte
moral de la Summa8; lo estudia en diversas cuestiones en la prima secundae:
9, 10 y 13.
En la cuestión 9, santo Tomás trata uno de los temas que estaban
presentes en la condenación de Esteban Tempier de 1270: la pasividad de la
voluntad9. La cuestión es puesta para resolver una problemática nueva; ya no
interesa prioritariamente su existencia, que ha quedado ampliamente
demostrada, ni interesa saber si es potencia o hábito, si es una o varias
potencias. En el contexto moral la pregunta es otra: ¿el hombre en su actuar
8
La primera parte de la secunda parte fue terminada a fines de 1270, antes de la
traducción del libro Kapa de la Metafísica, hecha por Guillermo de Moerbeke. Cf. J.
Weisheipl, ob. cit., p. 360.
9
Quod liberum arbitrium est potentia passiva, non activa et quod necessitate
movetur ab appetibili. Cf., H. Denlife, Cartularium, p. 432. Esta es la 9ª proposición
condenada; lo cual da otro motivo para pensar que fue escrita después de marzo de
1270.
45
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
concreto es libre o está determinado por diversas causas?
Acusado por la escuela franciscana de defender la pasividad de la
voluntad, santo Tomás se ve obligado a precisar algo que ya estaba presente
en sus escritos anteriores: en el ejercicio, la acción concreta la voluntad tiene
una cierta prioridad, siendo la misma, origen de todo movimiento10.
Para entender mejor el acto libre, hay que hacer una consideración que
engloba la relación de las potencias. En efecto, las dos potencias, tanto la
inteligencia como la voluntad, son espirituales y reflexivas; su misma
espiritualidad y reflexividad exigen y garantizan su dinámica
complementaria en la interrelación: la función de la inteligencia es presentar
el objeto a la voluntad en orden a la especificación: “En este modo de
movimiento (en el orden de la especificación), la inteligencia mueve a la
voluntad, presentándole su objeto”11.
La función de la voluntad es mover a las otras potencias a realizar sus
actos, en orden al ejercicio, porque los fines y las perfecciones de todas las
potencias son bienes particulares y, en cuanto tales, están bajo el dominio de
la voluntad: “la voluntad mueve al intelecto en cuanto al ejercicio del acto:
porque la misma verdad, que es la perfección de la inteligencia, esta
contenida en el bien universal, como un bien particular”12.
10
La escuela franciscana (1267-1269), representada por Gauthier de Bruges y
Gerardo d'Abbeville, afirma que la libertad de la voluntad no encuentra ni su origen
ni su formalidad en la razón sino, más bien, en ella misma en virtud de una
perfección natural. La inteligencia está sometida (es pasiva) de frente a la elección.
Cf., O. Lottin, ob. cit., pp. 243-350.
11
I-II, q. 9, a. 1, c, in fine. Es interesante el juicio de la edición italiana sobre esta
cuestión, porque manifiesta la importancia del mismo: “E' questo uno degli articoli
piu penetranti e piu organici della Somma Teologica, in cui si gettano le basi per
l'integrazione reciproca dei due supremi valori dello spirito, il vero e il bene,
nell'armonica interdipendenza della volonta e dell'intelletto”. Cf., La Somma
Teologica, ed. Salani, 1959, T. VIII, pp. 224-225.
12
I-II, q. 9, a. 1, c, in fine.
46
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Como conclusión de su análisis, Tomás afirma que la inteligencia no
determina la voluntad libre, tal como lo había interpretado la escuela
franciscana; aunque no puede afirmar con los franciscanos, que la voluntad
aprehende directamente el objeto de la elección.
En esta misma cuestión aborda otro tema delicado y de difícil solución:
)el accionar del hombre puede ser determinado por Dios? Según Tomás, sólo
Dios puede producir un movimiento voluntario en el hombre como agente
exterior, en cuanto es el creador de la voluntad y en cuanto es el único bien
universal. Este movimiento desde el exterior no significa determinar las
acciones concretas del hombre. Dios, creando, ha causado la naturaleza
humana y sólo Él la moverá naturalmente: “el movimiento natural no puede
ser causado si no es por alguna causa de la naturaleza”13. Moviéndolas
naturalmente, Dios respeta las características de cada naturaleza; en el
hombre respetando su libre albedrío, porque, en verdad, el movimiento
natural es el no-violento o coactivo14.
A pesar de las importantes consideraciones precedentes, Tomás trata el
problema propiamente en la cuestión decimotercera; donde, a partir del acto,
trata de establecer el sujeto y el objeto propio del libre albedrío.
En el artículo primero, reafirmando lo dicho en la primera parte, sostiene
que la elección pertenece sustancialmente a la voluntad y no a la razón,
aunque la razón preceda en cierto modo a la voluntad, porque ésta tiende al
bien presentado por la razón, que le agrega la ordenación al fin. Lo que aquí
explica con los términos material y formalmente, lo ha explicado ya
anteriormente con los términos directa e indirectamente.
13
I-II, q. 9, a. 6, c.
I-II, q. 10, a. 4, c: “Unde omnia movet secundum eorum conditionem... Deus
ipsam (voluntas) movet quod non ex necessitate ad unum determinat, sed remanet
motus eius contingens et non necessario”. La indeterminación de la voluntad por
parte de Dios sirve para mostrar, desde una perspectiva teológica, la impasividad de
la voluntad. No se discute en este punto sobre la premoción física.
14
47
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
En el artículo tercero, se plantea una cuestión, relativamente nueva: ¿el
objeto de la elección son los medios o también los fines?
La respuesta trasciende la interpretación habitual de medio. La elección
no sólo se refiere a cosas concretas o medios en sentido instrumental; todos
los fines, que están bajo el fin último, son objeto de elección, porque pueden
ser medios para alcanzarlo: así, por ejemplo, la salud o la enfermedad, la
orientación de vida, etc. La razón formal de medio es estar ordenado a otro15.
En resumen, en estos textos de la prima secundae, se pueden destacar los
siguientes aspectos:
- hay un cambio de perspectiva en la impostación del tema; hasta ahora su
preocupación había sido antropológica, ahora lo presenta en un contexto
moral, dinámico.
Las dos perspectivas en él son complementarias.
- profundiza el tema de las relaciones entre las potencias, dada la
condenación del obispo de Paris y la acusación de la escuela franciscana,
estableciendo un mutuo influjo y prioridad entre las mismas;
- supera el concepto de medio, dándole un sentido amplio, con el cual amplía
el horizonte vital de la libertad humana.
2. En la cuestión disputada De Malo
La fecha, el lugar, la unidad de esta obra son aún hoy motivo de discusión
entre los estudiosos más serios16.
La cuestión 6 no escapa a esta discusión. En cuanto a la ubicación,
algunos piensan que se trata de un agregado hecho por los editores, porque
15
I-II, q. 13, a. 3, c, in fine.
Cf., Pierre-Marie Gils, Étude Critique, en Sancti Thomae de Aquino, Quaestiones
Disputatae De Malo, Ed. Leon., T. XXIII. p. 3, en nota 10.
16
48
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
no tiene un lugar propio en el esquema de la obra y porque se trataría de una
disputa extraordinaria; otros, por el contrario, afirman que ése es el lugar
propio y en una disputa ordinaria. En cuanto a la fecha, es seguro que fue
escrita en torno a marzo de 1270, porque en ella aparecen citada dos
proposiciones condenadas por el obispo Tempier; sostenida probablemente
mientras escribe la prima secundae de la Suma de Teología. En cuanto al
lugar, es generalmente admitido que fue en París.
La crítica histórica continuará sus estudios para determinar con mayor
precisión todos estos elementos; sin embargo, es importante señalar que para
Tomás el problema es acuciante; él mismo condena, al inicio de su
respuesta, la proposición condenada por el obispo: , “algunos expusieron,
que la voluntad del hombre por necesidad es movida a elegir algo
(particular). Esta opinión es herética”17.
La cuestión sexta presenta una estructura diferente a las anteriores
cuestiones: todo el problema es tratado en un único articulo, dejando el
esquema dual de voluntas ut natura y voluntas ut libera, para dedicarse con
exclusividad al problema de la libertad humana18. Esta unificación responde
al cambio de perspectiva y al contexto moral en la cual viene presentada;
este cambio está no sólo por las afirmaciones del artículo19, sino también por
el conjunto de la obra, que tiene carácter y contenidos explícitamente
morales.
Desde los primeros renglones de la cuestión está presente una de las
proposiciones condenadas20, la cual encuentra su fundamento en la escritura.
De Malo, q. 6, a. único, c. “quidam posuerunt, quod voluntas hominis
necessitate movetur ad aliquid eligendum... Haec opinio est haeretica”
18
Cf. A. Lobato, ob. cit., p. 40.
19
“Si enim non sit liberum aliquid in nobis, sed ex necessitate movetur
volendum, tollitur deliberatio, exhortatio, preceptum et punitio, et laus
vituperium, circa quae moralis Philosophia consistit”. De Malo, q. 6, a. unico, c.
20
Cf., H, Denifle, Cartularium, vol. I, n. 432. Tercer error de la condenación
1270.
17
49
ex
ad
et
de
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
La afirmación del profeta, citada también en otros dos textos: “No está en las
manos del hombre su camino, ni el varón es el que dirige los mismos”,
parece poner en duda la misma existencia de la capacidad de elegir; Tomás
interpreta el texto de dos maneras: primero (común a las tres respuestas), en
cuanto el profeta se refiere a la ejecución y no a la misma capacidad de
elección: el hombre puede verse impedido en la realización de su decisión.
Segundo, en cuanto la voluntad libre es movida por el agente superior, el
principio último, es decir, Dios, el cual mueve todos los agentes naturales
según sus propias características21. La segunda proposición condenada se
encuentra en la séptima objeción,22 la cual se fundamenta en el Filósofo. El
texto aristotélico afirma la moción objetiva de la voluntad, lo cual es
interpretado como una pasividad total de la voluntad. Santo Tomás dice que
la moción objetiva para ser necesaria debe superar la capacidad de la
potencia, pero esto no ocurre con la voluntad que tiene relación al bien
universal; ni siquiera la felicidad mueve necesariamente a la voluntad,
porque puede no quererla23 .
En esta cuestión profundiza la distinción, ya anticipada en la Suma de
Teología. En el acto libre de la voluntad, la cual es coprincipio activo24, se
encuentran dos elementos: uno por parte del sujeto y otro por parte del
objeto. El primer elemento se refiere al ejercicio del acto, el segundo a su
21
Cf., De Veritate, q. 24, a. 1, 1ra objeción; Summa Theologiae, I, q. 83, a. 1, 4ta
objeción; De Malo, q. 6, a. unicus, 1ra objeción. Cf. Jer. lo, 23.
22
Cf. H, Denifle, Cartularium, vol. I, n. 432. Noveno error de la condenación de
1270.
23
Cf. De Malo, q. 6, a. único, ad 7. Cf., Aristóteles, De Anima III, 9 [15] (433 b
11-12). “Sólo la felicidad completa puede mover de modo necesario la voluntad, y
ésta sólo en el caso de que le sea presentada como tal. Como esto no ocurre, la
voluntad en su ejercicio se encuentra siempre dueña de su decisión y por tanto libre.
Tomás sólo mantiene la pasividad en relación al bonum perfectum, quod est
beatitudo, en cuanto no puede no quererle, de modo que quiera su opuesto. Pero
puede ejercer el acto de no quererlo”. A. Lobato: ob. cit., p. 43.
24
“Hoc autem activum sive motivum principium in hominibus proprie est intelectus
et voluntas”. De Malo, q. 6, a. único, c.
50
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
especificación.
Esta distinción de los elementos del acto le permitirá conjugar
armónicamente los dos coprincipios de la acción humana. Por parte del
objeto, la especificación nace desde el intelecto25; en cambio, por parte del
sujeto, en el ejercicio del acto, el movimiento nace desde la voluntad26.
Establecidos los dos coprincipios y sus funciones propias, santo Tomás se
preocupa de mostrar cómo se coordinan estos dos coprincipios. La
inteligencia muestra el objeto, la diversidad de objetos, en el orden de la
causa formal; la voluntad se lleva a la acción o no, eligiendo entre los
objetos presentados, en el orden de la causa eficiente. Si en el orden
universal hay una reciprocidad de las causas, con mayor razón lo hay entre
las potencias de un mismo principio vital. “En la profundidad del alma
humana hay interrelación: de ésta con sus potencias y una mutua presencia
de éstas en la totalidad”27.
3. A modo de conclusión
Tomás ha clarificado su pensamiento, dando una mejor explicación de los
coprincipios en la producción del acto libre y de su armónica interrelación.
En cuanto a los otros agentes que podrían determinar la voluntad,
haciéndola potencia pasiva, Tomás responde que Dios mueve todas las cosas
respetando el modo de ser de cada cosa. Así, cuando mueve a la voluntad,
aunque Él sea causa primera y universal, no la violenta o coacciona, porque
deja intacta su posibilidad de dirigirse a los opuestos28. Con respecto a los
cuerpos celestes, responde que los mismos tienen una causalidad mínima
25
Ob. cit., in medio.
Ob. cit.
27
Cf. A. Lobato, ob. cit., p. 61.
28
Ob. cit., ad 3 y 4: “in quantum Deus omnia movet proportionabiliter,
unumquodque secundum suum modum”.
26
51
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
sobre la voluntad, esto es, exterior y ocasional. Este tipo de causalidad no
produce ningún tipo de necesidad29. En cuanto a los hábitos, responde que
los mismos producen una cierta necesidad, pero no a tal punto que el hombre
no pueda obrar contra ellos, tanto si son buenos como si son malos30.
En resumen, de la cuestión De Malo, ápice de su pensamiento en lo que
se refiere a este tema, se puede extraer la siguiente afirmación:
- la solución armónica se encuentra en la interrelación causal de las
potencias espirituales del alma, por la cual son coprincipios activos y, al
mismo tiempo, se influyen mutuamente, resolviéndose su dinámica en la
unidad del principio vital. A esta superación ha contribuido positivamente la
condena de 127031.
Después de este largo análisis puedo afirmar que en Tomás este tema ha
tenido una importancia singular, pues abarca todo el arco de su vida
intelectual y de una forma viva, en continua discusión con sus
contemporáneos, lo cual lo lleva a evolucionar y a expresar de un modo más
claro sus propias ideas. Las dos etapas de su pensamiento (antes y después
de la condena de 1270) no marcan un cambio radical de postura; por el
contrario, es una evolución que intenta superar los rígidos antagonismos de
las posiciones intelectualista y voluntarista.
Ob. cit., ad 21: “movetur ab exteriori sensibili per occasionem”.
Ob. cit., ad 24: “consuetudo facit necessitatem non simpliciter... Nam ex
deliberatione quantumcumque consuetus potest tamen contra consuetudinem agere.”
31
Para la historia de las condenas de 1270 y 1277, Cf. F. Van Steenberghen, ob. cit.,
pp. 371-435.
29
30
52
Status quaestionis sobre la influencia y la recepción doctrinales
de la filosofía platónica en la obra de Tomás de Aquino
Fernando Martin De Blassi
UNCu, Argentina
1. A modo de introducción
Se sabe que la apreciación del Medioevo occidental sobre la tradición
filosófica helénica es mediada en un primer momento por los pensadores
islámicos y judíos que se benefician de las traducciones llevadas a cabo
en la Casa de la Sabiduría (Beit al-Hikma) durante el califato de alMa’amûn, en Bagdad en 8301.
En este orden de consideraciones, W. Hankey ha planteado que Tomás de
Aquino recibe la influencia significativa tanto de Platón como también de una
gran variedad de autores platónicos antiguos, árabes y medievales2. No sólo
Aristóteles y Agustín de Hipona sino también el corpus del Pseudo Dionisio
y el Ldc constituyen siquiera algunas de sus fuentes platónicas más
autorizadas. A medida que avanza su derrotero intelectual y a fin de acceder a
las fuentes helénicas, Tomás reconoce los comentarios y paráfrasis
neoplatónicos con los que se va familiarizando gradualmente. Hankey asevera
que, hoy por hoy, es posible dar cuenta de que Tomás recibe directa e
indirectamente la influencia de una trama de fuentes platónicas lo
suficientemente consistente como para permitir la elaboración, el desarrollo y
la fundamentación de tesis filosóficas complejas. De entre estas tesis, por
Cf. C. D’Ancona Costa, La Casa della Sapienza:La trasmissione della metafisica
greca e la formazione delle filosofia araba, Naples: Guerini e Associati, 1996, pp. 17,
62-64.
2
Cf. W. J. Hankey, “Aquinas, Plato, and Neoplatonism”, en B. Davies (ed.), The
Oxford Handbook of Aquinas, Oxford Handbooks, 2012: 55-64, https://doi.org/
10.1093/oxfordhb/9780195326093.013.0005.
1
53
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
ejemplo, la fundamentación y el análisis riguroso de las nociones sobre la
causalidad o el influjocausal en el mundo sensible y suprasensible es posible
gracias a numerosas fuentes textuales de las que abreva la obra de Tomás a fin
de dar cuenta de su propio pensamiento filosófico. Su comentario al Liber de
causis (=Ldc) y su compulsa permanente con las tesis que figuran en el De
divinis nominibus (=De div. nom.)3, constituyen un hito relevante para
reconstruir, analizar y dilucidar la recepción del acervo platónico en la obra
de Tomás y las transformaciones teóricas que el Aquinate introduce
críticamente mediante su interpretación.
2. El platonismo de Tomás de Aquino
Tomás no procede acríticamente. Para arrojar nuevas luces sobre los
problemas que le plantea la reflexión filosófica, su modo de leer el acervo
platónico atañe a un procedimiento heurístico con respecto a las fuentes que
tiene a su alcance. Él intenta comprender las escuelas filosóficas, sus
caracteres, las diferencias internas, sus miembros, influencias históricas y
complementos conceptuales. Se sitúa en un marco de referencia lo
suficientemente amplio como para recuperar la autoridad de los antiguos sin
que ello signifique reproducir ese contenido sin más. Aun cuando intente
salvar las posiciones verbalmente opuestas de Proclo y del Pseudo Dionisio,
Tomás no es tampoco un conciliador ingenuo. Él elabora una exégesis
auténtica, cuidada, respetuosa pero aguda. Introduce innovaciones que
modifican en ciertos casos los presupuestos teóricos que se tiene en la
cultura griega. E n r e l a c i ó n c o n e l t ó p i c o d e l a c a u s a l i d a d , la
interpretación sobre el modelo causal eficiente, ejemplar y final constituye, a
su vez, un eje transversal sobre cuya base descansa la propia lectura de
3
Para las citas, se sigue las eds. Sancti Thomae Aquinatis, In librum Beati Dionysii
De divinis nominibus expositio, ed. de P. Pera et. al., Taurini/Romae, Marietti, 1950
y H.-D. Saffrey (ed.), Sancti Thomae de Aquino Super Librum de Causis Expositio,
Leuven-Fribourg, E. Nauwelaerts, 1954.
54
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Tomás4.
Al momento de abordar la trama de fuentes platónicas que, en líneas
generales, subyace a la obra de Tomás de Aquino, Hankey señala que
conviene distinguir entre lo que el Aquinate conoce realmente de la tradición
platónica y lo que esa variedad de saberes pudo influir efectivamente sobre la
base de las enseñanzas heredadas de Platón, así como también de los
platonismos antiguos, árabes y medievales5. Si estas últimas están presentes
por doquier a lo largo del Medioevo occidental y van creciendo
exponencialmente, Tomás de Aquino, por su parte, amolda su sistema de
pensamiento a medida que lee los comentarios y tratados de los neoplatónicos
y peripatéticos helénicos durante la última década de su vida. Así, por
ejemplo, cuando Guillermo de Moerbeke finaliza en 1268 la traducción de la
Elementatio Theologica (=ETh) de Proclo6, ello mismo le permite a Tomás
discernir que el Ldc lejos de ser, como suponían los peripatéticos medievales,
el remate de la teología aristotélica, se trataba en cambio de un texto
compuesto por extractos de la ETh para ajustarse a las necesidades del
monoteísmo árabe, al igual que el corpus del Pseudo Dionisio había
modificado sus fuentes neoplatónicas en direcciones cristianas. Este último
constituye notoriamente para el Aquinate una de las fuentes más influyentes y
L. Farré, Tomas de Aquino y el Neoplatonismo. Ensayo histórico y doctrinal,
Universidad Nacional de La Plata, Instituto de Filosofía, 1966; B. Decossas, “Les
exigences de la causalité créatrice selon l’Expositio in Librum de causis de Thomas
d’Aquin”, Revue Thomiste, 94, 1994: 241-272.
5
Cf. W. Hankey, “Aquinas and the Platonists”, for The Platonic Tradition in the
Middle Ages: A Doxographic Approach, edited by Stephen Gersh and Maarten J.F.M.
Hoenen, with the assistance of Pierter Th. van Wingerden, Berlin–New York, Walter
de Gruyter, 2002: 279-324.
6
Para el texto de Proclo, se tiene a la vista las siguientes ed. la ed. de E. R. Dodds,
2
Proclus: The Elements of Theology, Oxford, Clarendon Press, 1963 y la de
Vansteenkiste, Procli elementatio theologica translata a G. de Moerbeke, en:
Tijdschrift voor Filosofie, 13, 1951: 263-302 y 491-531; junto con la versión de
Proclo, Elementos de teología. Sobre la providencia, el destino y el mal, ed. y trad. de
J. M. García Valverde, Madrid, Trotta, 2017.
4
55
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
autorizadas del neoplatonismo. Esta tesis se ve confirmada cuando Tomás
percibe que el estilo y la forma de pensar del Pseudo Dionisio son de
raigambre platonizante, pese a que su primera opinión había sido que el
Areopagita seguía mayormente a Aristóteles7.
Cuando Tomás comenta el Ldc en 1272, él se propone abordar la
comparación del contenido de las tres obras, a saber, del corpus del Pseudo
Dionisio, de los ETh de Proclo y del Ldc propiamente dicho. Allí se acentúa
nuevamente la convicción de que el Ldc está en consonancia con cuestiones
fundamentalmente neoplatónicas, que se explican mejor por el conocimiento
de los textos del Pseudo Dionisio en los círculos árabes donde se confeccionó.
Por suparte, el Aristóteles de Tomás es también platónico o platonizante, pues
el Aquinate hereda la reconciliación entre Platón y Aristóteles a la que
aspiraban tanto los neoplatónicos como los peripatéticos árabes. Incluso en
posiciones que podrían juzgarse de aristotélicas puras, como es el caso de la
abstracción de lo sensible, este influjo adquiere un cariz relevante en esta
suerte de concordancia histórica. Hankey advierte que, además del corpus
dionisiano y del Ldc, es factible que las fuentes platónicas más influyentes de
Tomás hayan sido Aristóteles y Agustín de Hipona. Es muy probable que no
leyese nada de Platón, excepto lo citado por otros autores, como, por ejemplo,
los fragmentos platónicos del Timeo citados en el comentario de Calcidio.
Tomás considera que tanto Agustín como el Pseudo Dionisio han seguido a
Platón hasta donde la fe católica lo permitía. Uno y otro son neoplatónicos de
formas marcadamente diferente. Tomás considera que Agustín comparte con
Avicena la doctrina del conocimiento humano a través de la iluminación por
medio de las formas inteligibles; en el caso del Pseudo Dionisio, Tomás afirma
que los seres humanos conocen recurriendo a lo sensible, es por ello quizá que
Tomás pensase inicialmente que el Pseudo Dionisio fuese un aristotélico. De
todas maneras, Tomás valora mucho las paráfrasis y comentarios
neoplatónicos porque tales obras le permiten acceder a las fuentes helénicas.
Cf. W. Hankey, “The Concord of Aristotle, Proclus, the 'Liber de Causis’ and Blessed
Dionysius in Thomas Aquinas, Student of Albertus Magnus”, Dionysius, 34, 2016:
137-209.
7
56
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Esta recuperación le hace posible el establecimiento de un Aristóteles
neoplatonizante, tal como se desprende de los comentarios de Simplicio que
posee gracias a la traducción de G. de Moerbeke. Sus obras posteriores
contienen estructuras y concepciones derivadas de estas. Los comentarios
neoplatónicos de Macrobio y de Boecio son también fuentes e influencias
importantes. De allí que, n sus cuentas finales con la historia de la filosofía,
Tomás mira a Aristóteles, así como a Platón, desde el punto de vista inclusivo.
3. La posición actual de la investigación científica
Más allá de los resultados mencionados que todavía no son definitivos, los
jalones enunciados supra muestran que Tomás era perfectamente consciente
de la influencia neoplatónica de su doctrina. Desde esta perspectiva de
análisis, hay estudios que han promovido en las últimas décadas una revisión
exegética e histórica sobre las influencias, las recepciones y las
transformaciones que las tradiciones de raigambre platónica y neoplatónica
han ejercido en el pensamiento y la obrade Tomás de Aquino. En su status
quaestionis, G. Ventimiglia identifica tres generaciones fácilmente
reconocibles al interior de la historiografía sobre la ontología tomista8. La
primera de ellas llega hacia fines de la década de 1930; la segunda, presente
ya a inicios de los años 30’, se afirma decisivamente hacia los primeros años
de la década del 40’ y continúa hacia fines de los 50’; la última, que nace a
inicios de los 60’, llega hasta los días actuales. No se trata tanto de una
división rigurosamente cronológica cuanto de tres modos de entender la
esencia del pensamiento metafísico de Tomás tal como se ha ido sucediendo
en el tiempo. Tal diversidad se funda precisamente en ello: para la primera
generación, la noción tomasiana de ser (esse) se funda en la fuente aristotélica;
para la segunda, la doctrina tomista del esse atañe al actus essendi, noción
absolutamente original sea con respecto a la propiamente aristotélica sea con
Cf. G. Ventimiglia, “Gli studi sull'ontologia tomista. Status quaestionis”, Aquinas,
38-1, 1995: 63-96. Quiero agradecer muy especialmente al Prof. Dr. E. Alarcón por
sus esclarecedoras observaciones relativas a este punto, sobre las que conversamos el
pasado enero de 2023 a raíz de una estancia de investigación en la UNAV.
8
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RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
respecto a la influencia neoplatónica; para la tercera generación, en cambio,
se trata de una noción elaborada en un contexto neoplatónico.
Ahora bien, Ventimiglia observa que nada impide que todavía hoy se
publiquen producciones correspondientes a las tesis de Manser –cercano
cronológicamente a la primera generación– o bien a las tesis de Fabro –uno
de los representantes más conocidos de la segunda generación, junto con
Gilson– sin que estos tengan en cuenta las adquisiciones fundamentales que
brindan sucesivamente los investigadores posteriores en relación con la
historia de la Antigüedad tardía y su recepción en el Medioevo posterior (por
ejemplo, los estudios de De Vogel, Hadot, Beierwaltes, Kremer, D’Ancona
Costa, Hankey, por mencionar los nombres más representativos de esta
última generación). De allí que, si actualmente son muy pocos los autores que
osan defender una originalidad absoluta de Tomás en lo concerniente al
concepto metafísico de ser y muchos menos los que pretenden homologar la
noción tomasiana de ser con la concepción aristotélica de sustancia, la mayor
parte de los especialistas coinciden por el contrario en remontarse hacia los
aportes provenientes de Porfirio, del Pseudo Dionisio y del Ldc para
fundamentar la comprensión metafísica que Tomás desarrolla a lo largo de su
obra en torno al ser (esse) entendido como actualidad.
W. Beierwaltes sostiene que los elementos neoplatónicos presentes en el
pensamiento de Tomás de Aquino, mediados por el Liber de causis –el
problema de la autorreflexión del pensar; la mutua interioridad de la tríada
trascendental de ser, vida y pensar; la cuestión de la causalidad relativa al
vínculo entre creación y participación–, no se añaden como contenidos nuevos
al aristotelismo profesado por el Aquinate sino que son categorías que
determinan la estructura interna de su propio sistema de pensamiento. Se ve
claramente que la nueva tendencia hermenéutica no se orienta a determinar la
originalidad de la doctrina tomasiana sino más bien a detectar y proporcionar
cuáles son los principios de cuño neoplatónico que inspiran internamente la
propia estructura de pensamiento del Aquinate. Beierwaltes afirma que Tomás
ha sido considerado el aristotélico por excelencia pero que, al modificarse la
investigación, sus consecuencias no se han aclarado suficientemente. Los
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PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
elementos platónicos y neoplatónicos en la obra del Aquinate no son detalles
secundarios sino elementos conceptuales profundamente influyentes en lo que
hace a su visión del mundo, en cuanto a los lineamientos teóricos y
metafísicos, antes que en lo atinente a los lineamientos éticos y políticos en
los que sin duda Aristóteles descuella mucho más que los platónicos9. Otra
tesis importante en relación con estos argumentos remite a la importancia de
la unidad por encima de la multiplicidad, una tesis que remonta por cierto
al concepto de causa, toda vez que a esta le atañe de suyo, una condición
unitaria mucho mayor que al efecto producido por ella10.
Junto con Beierwaltes, los estudiosos de la tercera generación comparten
la idea de que el carácter típico de la ontología tomista coincide plenamente
con el carácter típico de la ontología neoplatónica: la indivisibilidad del Uno
y la subordinación de toda otra multiplicidad. Si se toma por caso el estudio
de K. Kremer, destinado a dilucidar el origen tomista del concepto de ser
sobre la base de las fuentes neoplatónicas, se observa que ese libro se mueve
en la línea de interpretación que se ha traído a colación11. El autor no deja
lugar a posibles malos entendidos: en su filosofía del ser, Tomás de Aquino
es deudor esencial de la línea neoplatónica que va de Plotino, a través de
Porfirio, Proclo, Dionisio y que llega hasta él; por lo tanto, Tomás ha recibido
y elaborado su noción del ipsum esse per se subsistens a partir del acervo
9
Entre los aportes doctrinales que enriquecieron al Medioevo Occidental de filosofía
práctica, se halla la versión latina integral de la Ética a Nicómaco realizada por
Roberto Grosseteste hacia 1248. Este año es considerado terminus ad quem de la
traducción latina completa elaborada por Grosseteste. Hasta esa fecha, sólo estaban
disponibles en latín los libros I-III de la Ethica Nicomaquea y es probable que hayan
sido traducidos por Burgundio de Pisa hacia 1150; Cf. Tomás de Aquino, Comentario
a la Ética a Nicómaco de Aristóteles, trad. de A. Mallea, est. prel. y notas de C. A.
Lértora Mendoza, Pamplona, Pamplona, 2001 2.
10
Cf. W. Beierwaltes, “Der Kommentar zum ‘Liber de causis’ als neuplatonisches
Element in der Philosophie des Thomas von Aquin”, Phil. Rundschau, 11, 1963:
192-215.
11
Cf. K. Kremer, Die neuplatonische Seinsphilosophie und ihre Wirkung auf Thomas
von Aquin, Leiden: Brill, 1966.
59
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
neoplatónico en términos de influencias directas o indirectas. Una de las
mayores tesis del estudio de Kremer, que le granjeó la oposición de los
tomistas más ortodoxos, fue la identificación del esse commune de los
neoplatónicos con el ipsum esse subsistens propio de Tomás de Aquino12.
Naturalmente, la tesis no podía ser aceptada sin más porque conducía a una
posición inmanentista, ajena a la doctrina de Tomás. Sin embargo, al margen
del carácter erróneo que pudiese caracterizar semejante interpretación,
Kremer tuvo el coraje de contrastar el espíritu y las afirmaciones de Tomás
con el legado histórico recibido de parte del pensamiento neoplatónico sin por
ello violentar el sentido último de su filosofía.
Luego de la publicación del libro de Kremer, un artículo de Solignac
arguye lo siguiente:
“Un análisis filológicoriguroso demostraría seguramente que la fuente
de la doctrina tomasiana del esse no es otra que la del De div. nom. cp.
V, 1-7, es decir, el capítulo que habla del ser como nombre divino por
excelencia. El texto célebre y fundamental sobre el esse –queremos
hablar de De Pot. VII, 2, ad 9– es suficiente para poner en autos a un
lector atento. Si santo Tomás designa a Dios como el ipsum esse per se
subsistens –y es de la idea de Dios de la que deriva toda la doctrina del
esse– es porque él había leído en el Pseudo Dionisio que el esse es la
participación primera, fundamento de todas las otras”13.
Ventimiglia comenta que estas intenciones hermenéuticas son las que
hacen avanzar los descubrimientos de la ontología neoplatónica. Por su parte,
P. Hadot reconstruye históricamente de qué manera la concepción
neoplatónica del esse llega hasta el Medioevo. Se trata del camino que,
partiendo de Porfirio a través de Mario Victorino, llegaría al De hebdomadibus
de Boecio y al Medioevo latino. Los estudios críticos de Beierwaltes, de De
Cf. J. Mitchell, “Aquinas on esse commune and the First Mode of Participation”,
The Thomist: A Speculative Quarterly Review, 82-4, 2018: 543-572.
13
Cf. A. Solignac, “La doctrine de l’esse chez saint Thomas est-elle d’origine
néoplatonicienne?”, Archives de Philosophie, 30, 1967, p. 448.
12
60
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Vogel y de Hadot muestran que ya en el neoplatonismo el esse es considerado
específicamente com acto de ser, es decir, como operación14.
4. Consideraciones finales
Sobre la base de las investigaciones favorecidas por los exponentes de la
tercera generación, se observa entonces que al erudito tomista no le queda
otra alternativa que intentar reconstruir el camino histórico de influencia
doctrinal que conduce desde los influjos neoplatónicos hasta Tomás. A
propósito de tal reconstrucción, C. D’Ancona Costa alega que la doctrina
tomasiana de la primacía del esse como ser puro subsistente es el resultado de
una exégesis crítico-textual que Tomás desarrolla a partir de sus lecturas del
Ldc (prop. 4, 9 y 16) y del cotejo permanente con el De div. nom. del Pseudo
Dionisio (cp. V). A juicio de Ventimiglia, D’Ancona Costa representa una de
las voces más autorizadas, documentadas e, incluso, la más convincente a
propósito de la cuestión del neoplatonismo en Tomás y de sus
intermediaciones históricas. D’Ancona Costa observa que la interpretación
tomista sobre los presupuestos implícitos en el Ldc es de una perspicacia
exegética verdaderamente sorprendente. Tomás reconoce por cierto que el
Liber no es una obra aristotélica y se da cuenta también de que no se trata de
una mera paráfrasis a la ETh de Proclo. La compulsa y el cotejo frecuente con
las tesis del De div. nom. testimonian precisamente la conciencia exegética
de que el Ldc no se circunscribe dentro de una posición platónica pura.
De hecho, según explica D’Ancona Costa, la crítica más reciente ha
descubierto la presencia de varios componentes en el texto árabe del Ldc,
precisamente, temas específicamente proclianos, temas específicamente
plotinianos y finalmente temas cuya procedencia no es todavía segura, como
la identificación del primer principio con el ser. D’Ancona Costa piensa en
la hipótesis de un origen dionisiano y no de una procedencia porfiriana.
Este último aspecto merece particular atención: la especialista se muestra
14
Cf. Ventimiglia, ob. cit., pp. 84-91.
61
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
escéptica respecto de la atribución que Hadot hace a Porfirio del concepto de
ser como acto intensivo. Sobre la base de las comparaciones documentadas
entre contextos doctrinales, demuestra que la fuente de la doctrina del ser del
Ldc no es oriunda en ningún caso de Porfirio, como habían supuesto algunos
seguidores de Hadot, sino más bien del Pseudo Dionisio o, en última instancia,
de un autor cristiano. Para D’Ancona Costa, si fuese cierto que las únicas
fuentes tomistas del ser como acto son el Ldc y el De div. nom. y si fuese
cierto que la idea del ser como acto se elaboró en un contexto cristiano, se
produciría un redimensionamiento y un replanteamiento de las críticas a
las teorías de la segunda generación. En efecto, habría que admitir que la
noción de ser como acto sólo podría darse a conocer en un medio cultural
que conociera la revelación15.
Cf. C. D’Ancona Costa, “La doctrine de la création «mediante intelligentia »
dans le Liber de Causis et dans ses sources”, Recherches sur le Liber de Causis,
Paris, Vrin, 1995, pp. 74-76.
15
62
Breve análisis sobre el tacto en el Comentario a De anima
de Tomás de Aquino
Laura Alicia Soto Rangel
UNAM, México
Tomás de Aquino y su Comentario a De anima
en el tenor de la filosofía de la naturaleza
El Comentario a De anima (Sententia De anima) de Tomás de Aquino fue
escrito entre 1268 y 1272, años en los que se dedicó a escribir algunas
cuestiones de la primera y segunda parte de la Suma de Teología (Summa
Theologiae) y de su Comentario a la Ética a Nicómaco (Sententia libri
Ethicorum)1.
Aquino desarrolla su comentario siguiendo la división de los tres libros del
De anima de Aristóteles. La lectura del libro I se caracteriza por examinar el
tema a partir del uso de la lógica y la dialéctica, es decir, aclarando la
definición, dignidad y utilidad de la investigación sobre el alma, haciendo uso
de un fino aparato argumentativo y expositivo de la obra aristotélica, tanto
para la exposición de las definiciones como para el comentario sobre la
revisión doxográfica que realiza el Estagirita en la primera parte.
En el libro II, Aquino se sirve de la definición del alma que presenta
Aristóteles, pero la interpreta con base en una división analítica que podemos
encontrar comúnmente en obras como su Comentario a la Metafísica
(Sententia Metaphysicae) o en su curso a Sobre el ente y la esencia (De ente
Jean-Marie Vernier, “La Sentencia libri De anima de Thomas d'Aquin”, Revue des
sciences philosophiques et théologiques, Tome 86, 2002: 33-49 (aquí p. 34). En linea:
https://www.cairn.info/revue-des-sciences-philosophiques-et-theologiques-2002-1page-33.htm [Consulta 5 de diciembre de 2023].
1
63
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
et essentia), esto es, tomando en cuenta la significación del ente y su división
en sustancia, género, especie y diferencia específica.
Aquino se sirve de una división entre el ente móvil y el ente inmóvil para
comprender la diferencia entre filosofía de la naturaleza y metafísica, pero,
puesto que el objeto a analizar es el ente en movimiento, el modo en que
desarrolla la discusión del libro II será a partir de su apreciación metafísica
del ente. Es decir, analiza la definición del ente móvil tomando en cuenta sus
diez géneros, considerando la prioridad de la esencia o quididad del alma, y
definiendo según materia, forma, compuesto, acto y potencia. Comprende al
alma como un principio vital de los vivientes, distinguiendo las operaciones
de la vida vegetativa, sensitiva e intelectiva y deteniéndose en la significación
de los sensibles y sus actividades.
Finalmente, en el libro III comenta las operaciones anímicas intelectivas,
discutiendo la relación y separación del intelecto con las operaciones de la
facultad sensitiva. Este libro resulta fundamental ante la discusión averroísta
sobre el intelecto agente y posible y su adaptación al problema de la unicidad
de la forma2.
2
A partir de 1277 y hasta 1317, con la canonización de Tomás de Aquino y el debate
de Tempier sobre el averroísmo del Aquinate, salieron a relucir diversas escuelas que
apoyaban las tesis de un aristotelismo de tipo pluralista. Ejemplo de ello es que en
1277, aristotélicos pluralistas como Robert Kilwardby negaron la tesis aristotélica de
la unidad de la forma. La polémica consiste en la discusión sobre la unidad del cuerpo
y las formas sensitiva, vegetativa e intelectiva. Kilwardby negó la tesis de Tomás de
Aquino, según la cual hay una unidad de formas, tesis expresada en obras como su
comentario al De anima o en sus Cuestiones sobre el alma. Lagerlund analiza cómo
para Kilwardby el alma humana no puede ser analizada bajo el amparo de la unidad
de las formas, pues el argumento principal recae en admitir que el alma posee diversas
potencias que en su conjunto, al relacionarse, forman una única alma humana. esta
disputa se le conoce como polémica de los correctorios, por enfrentarse a diversas
correcciones sobre el tema de la forma que recupera Aquino frente al aristotelismo. A
la par de Kilwardby, Peckham, también obispo de Canterbury y sucesor de Peckham,
acusa y condena la tesis de Aquino sobre la unidad de la forma por considerar que el
tema repercute en el problema de la unidad del alma y, en última instancia en
64
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
En el libro I, Aquino comenta que el conocimiento sobre el alma es de
suma utilidad para el beneficio de la filosofía primera, la ética y la filosofía de
la naturaleza. Explica que la dignidad y utilidad del tema es importante para
la filosofía primera en razón de la virtud intelectiva que caracteriza a los seres
humanos y por la cual podemos llegar al conocimiento de las primeras causas
y los primeros principios. Es también importante para la moral, pues por
medio del estudio del alma podemos llegar al conocimiento de sus virtudes.
Por último, da cuenta de la íntima consonancia que existe entre el estudio de
la filosofía de la naturaleza y el alma, pues, mientras que para la filosofía
primera y la ética, el tema resulta prioritario por comprender las virtudes
intelectivas y anímicas, en el caso de la filosofía de la naturaleza, su sujeto de
estudio es el alma como principio de movimiento. En palabras del Aquinate,
“en verdad es útil a la [filosofía] de la naturaleza, pues gran parte de los entes
problemas cristológicos, pues, para los pluralistas aristotélicos, el ser humano posee
distintos tipos de vida según acrecienta su vida y llega hasta la muerte, de tal modo
que defienden la imposibilidad de una unidad de la forma en el alma humana. Para los
pluralistas existe una jerarquía de formas que dan cuenta de las diversas potencias
anímicas según la materia. Por su parte, los defensores de la unidad de la forma
argumentan a favor de la unidad del ser humano, pese al decurso de sus cambios y
transformaciones anímicas. El debate fue importante para la teología ante el problema
de la muerte y la resurrección. Los pluralistas “parten de los componentes del hombre
como algo que existe ya de alguna manera y la unidad viene en segundo lugar. Así,
[...] el cuerpo muerto que sigue poseyendo su propia forma puede ser llamado
propiamente cuerpo, lo cual resulta imposible si el alma que lo ha abandonado es la
única forma”. Bernard, Sesboüe, Historia de los dogmas. Tomo II. El hombre y su
salvación (trad. Alfonso Ortiz). Secretariado Trinitario, Salamanca, 1996, p. 107. El
problema resulta en un tema cristológico pues en última instancia se preguntaban por
la unidad o pluralidad de formas en la vida de Cristo, incluyendo el problema del
cuerpo de Cristo en el sepulcro. Para el Aquinate es ciertamente el cuerpo del sepulcro
y el alma de Cristo el que, en unidad formal, acontecerán como un solo hombre en el
fin de los tiempos. Cf. Henrik Lagerlund, A Companion to the philosophy of Robert
Kilwardby, USA, Brill, 2013: 221-276.
65
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
naturales son los que poseen alma, y el alma misma es fuente y principio de
todo movimiento en las realidades animadas”3.
La razón que presenta Aquino en el libro I es contundentes, pues considera
que el estudio del alma pertenece, propiamente, a la filosofía de la naturaleza,
aunque es importante mencionar que la orientación lógica y moral estarán
presente a lo largo del texto, al desarrollar su estudio con base en los entes
móviles (entia mobilia) y la indagación sobre las virtudes del alma.
Definición del alma
La relación entre el cuerpo y el alma es explícita a lo largo del libro II. Con
el propósito de expresar la concordancia vital de los seres animados, el
Aquinate emplea una relación lógica y ontológica, al expresar que el cuerpo
es sujeto (subiectum) del cuerpo, pero también materia (materia) del alma.
Lejos de una lectura dualista que postula la sustancialidad del cuerpo y el
alma, como si de sustancias separadas se tratase, Aquino enuncia una
diferencia entre las cualidades materiales del cuerpo y los rasgos esenciales
del alma, pero en íntima dependencia uno del otro para la actividad de los
vivientes. Para comprender el punto de arranque de dicha postura, vayamos a
la tesis con la que inicia su definición de alma. Para Aquino, el alma es
“aquello por lo que vive lo que tiene vida”4, es decir, “aquello que, por sí
mismo, posee el alimento, el crecimiento y decrecimiento […] también por
esto que siente y entiende y puede ejercer otras operaciones”5.
“Ad Naturalem vero utilis est, quia magna pars naturalium est habens animam, et
ipsa anima est fons et principium omnis motus in rebus animatis”. T. de Aquino,
Sententia De anima, I, l.1, n 7 (trad., intr. y ns. Guillermo Blanco y María Donadío).
Argentina, Fundación Arché, 1979.
4
“Per animam enim intelligimus id, quo habens vitam vivit”, T. de Aquino, Sententia
De anima, II, l.1.
5
“Illud autem dicitur habere vitam, quod per seipsum habet alimentum, augmentum
et decrementum. […] etiam ex hoc quod sentit et intelligit, et alia opera vitae exercere
potest”. Idem.
3
66
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
El alma es un principio que anima al viviente. Esta definición de alma, en
estrecha relación con la noción de vida, expresa la profunda conformidad
vitalista entre el alma y el cuerpo, pues la vida se caracteriza por el
movimiento en general, tanto de las operaciones sensitivas, vegetativas o
intelectivas que ejercen un movimiento propio o per se en correlación con el
cuerpo. Mientras que la operación vegetativa es propia de las actividades de
los movimientos de nutrición y de crecimiento de las plantas, la operación
sensitiva se caracteriza por ejercer actividades superiores en convivencia con
los órganos corporales. Por último, la operación intelectiva intelige sin estar
ligada necesariamente a un órgano corporal, pero requiere de éste incluso para
actividades intelectuales. Sobre este punto hablaremos más adelante, por
ahora, resulta fundamental señalar los rasgos de la actividad anímica.
Por una parte, Aquino expresa la estrecha vinculación entre el cuerpo y el
alma, al afirmar que el cuerpo que tiene vida es comprendido como sustancia,
no en el sentido de una sustancia separada del alma, sino como sustrato
ontológico y predicamental, pues para el Aquinate, los vivientes naturales son
denominados sustancias compuestas6. Por otra parte, el alma es un principio
vital que necesita de un sujeto (subiectum), es decir, de un sustrato ontológico
y lógico, en el sentido de un sustrato de los accidentes y de las categorías7.
Para Aquino, el cuerpo es sujeto (subiectum) y materia (materia) del alma,
pues se encuentra dispuesto a ser determinado, por lo que es también potencia
(potentia).
“[…] et omne corpus habens vitam, sit corpus physicum, necesse est dicere quod
omne corpus habens vitam sit substantia”. Idem.
7
Para ahondar en el término subiectum empleado por Tomás de Aquino, vid.,
Alejandro Guzmán Brito, “Los orígenes de la noción de sujeto de derecho”. Rev.
estudios. Histórico y jurídicos, 24, 2002. En línea:
http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S071654552002002400007&lng=es&nrm=iso [Consulta 10 de noviembre de 2023].
6
67
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Con base en una apreciación lógica, el alma es entendida como 1) forma
(forma), por su sentido esencial y determinante8, 2) acto (actus), ya que es
principio de operaciones9, y 3) sustancia (substantia) del cuerpo, esto es,
esencia o definición del cuerpo natural10. Para comprender cómo esta
expresión predicamental del cuerpo y del alma no debe verse como un añadido
dualista, recordemos la postura lógica y ontológica que plantea en su curso De
ente et essentia, al expresar que un rasgo de las sustancias compuestas es la
estrecha relación entre la forma y la materia, no en el sentido de un añadido
de uno sobre otro, sino como significaciones esenciales de la definición de los
cuerpos naturales. En sus palabras, “la definición de las sustancias naturales
no solo contiene la forma, sino también la materia, […] [tampoco puede
decirse] que la materia se ponga como un añadido a su esencia o a un ente
fuera de su esencia”11.
La relación entre alma y cuerpo es tal en su filosofía de la naturaleza que,
incluso, las pasiones o afecciones del alma son también afecciones del cuerpo.
Las pasiones humanas evidencian que el cuerpo efectúa y participa
activamente de los padecimientos del alma. Los ejemplos aristotélicos sobre
la ira, el temor o la melancolía son otra prueba más de la necesaria relación
“La forma sustancial es de la esencia o quididad del sujeto// Sed forma substantialis
est de essentia, sive de quidditate subiecti”. T. de Aquino, Sententia De anima, II, 2,
3. “Por eso, como el cuerpo tiene ser por el alma como forma, así se une al alma
inmediatamente en cuanto el alma es forma del cuerpo// Et ideo sicut corpus habet
"esse" per animam, sicut per formam, ita et unitur animae immediatem, in quantum
anima est forma corporis”. Ibíd., II, 1, 23.
9
“Así el alma es acto primero, como la vista y cualquier potencia lo es del órgano,
pues cualquiera de estos es principio de operación// Sed anima est actus primus, sicut
visus et quaecumque potentia organi; quodlibet enim horum est principium
operationis”. Ibid., II, 2, 7.
10
“Lo que constituye la esencia de un determinado cuerpo// […] est quod quid erat
ese huic corpori”. Ibid., II, 2, 2.
11
“Diffinitio autem substantiarum naturalium non tantum formam continet, sed etiam
materiam […] Nec potest dici quod materia in diffinitione substantiae naturalis
ponatur sicut additum essentiae eius vel ens extra essentiam eius […]”. T. de Aquino,
De ente et essentia, I.
8
68
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
entre las actividades anímicas y las del cuerpo, pues éste último no solo recibe
pasivamente las pasiones del alma, sino que también opera, es decir, el cuerpo
padece tanto como padece el alma. Así, por ejemplo, el cuerpo adolece
también la ira o el temor, a tal grado que un ser humano puede perder la visión
dependiendo de la cólera. Para Aquino, “todo aquello que realiza el todo
corpóreo, no lo hace sólo el alma sino también el cuerpo, pues el todo corpóreo
opera todas las pasiones del alma”12. El tema resulta primordial para nuestro
acercamiento, pues el cuerpo, si bien es un instrumento (organum) del alma,
también trabaja como principio de sus propias acciones.
La sensación del tacto: unidad del cuerpo y el alma
El libro II del Comentario a De anima se abre paso a una postura que
evidencia la acción vital del cuerpo con el alma. Para Aquino, el cuerpo es un
órgano (organum) del alma que, a su vez, une la diversidad de órganos que
organizan y sustentan la vida13. En el caso de las plantas, los órganos o
instrumentos de los que se sirve su cuerpo es menor que los órganos de los
animales o de los seres humanos, quienes, en su complejidad, al tener un
mayor número de elementos, cuentan con operaciones más complejas y
organizadas. Así́, por ejemplo, expone el Aquinate, “el pie del animal está
compuesto de partes diversas, a saber, carne, nervio, hueso y otras, pero las
partes orgánicas de las plantas no tienen tal diversidad de elementos en su
composición”14.
“Omne ad quod operatur complexio corporis non est animae tantum, sed etiam
corporis: sed complexio corporis operatur ad omnes passiones animae”. T. de Aquino,
Sententia De anima, I, 2, 8.
13
“La diversidad de órganos es necesaria en el cuerpo que sustenta la vida en razón
de las, diversas operaciones del alma// Diversitas autem organorum neccessaria est in
corpore suscipiente vitam propter diversas operationes animae”. Ibid., II, 1, 19.
14
“Pes enim animalis ex diversis partibus compositus est, scilicet carne, nnervo, osse,
et huiusmodi. Sed partes organicae plantarum non habent talem diversitatem partium,
ex quibus componantur”. Ibíd., II, 1, 20.
12
69
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
La diversidad de elementos no conlleva una diversidad de acciones
anímicas, sino de actividades más complejas que fungen como principio
operativo de los diversos órganos. De ahí que las operaciones sensitivas sean
más complejas que las vegetativas, pues por cada operación del alma se
principia una acción en cada uno de los órganos y no al revés. Es decir, los
órganos no son principio de las actividades del cuerpo, sino que el cuerpo
(corpus) es agente de unidad de sus elementos. Del mismo modo, las
operaciones del alma no se multiplican ante la multiplicidad de órganos, sino
que los órganos adquieren la unidad de sus operaciones gracias a ese principio
vital que representa el alma. Este tema resulta fundamental para las
discusiones en la modernidad que preguntaban cuál era el órgano que ejercía
las acciones intelectivas o qué pasaba si una parte del cuerpo era mutilada.
Para el vitalismo del Aquinate ningún órgano, ya sea vegetal, animal o
humano, aloja toda la acción operativa anímica, por lo que, aún mutilada una
parte del cuerpo, la acción anímica sigue operando en todo el cuerpo natural.
En el caso de la sensación (sensus), Aquino sigue a Aristóteles. Señala que
ésta consiste en un movimiento o padecimiento anímico que puede darse tanto
en las plantas como en los animales o los seres humanos. Puesto que la
sensación no se reduce a un órgano, sino que evidencia el movimiento del
cuerpo y del alma en unidad, Aquino distingue entre sensación (sensus), en
tanto “sintiente”, y los sentidos (sensus), como facultad anímica sensitiva. En
la lecc. 10 del libro II, Aquino muestra una sutileza fundamental al hablar de
la capacidad sintiente de las plantas, de los animales y de los seres humanos
para diferenciar esta actividad de aquella propia de los cinco sentidos. En sus
palabras, “que determinadas esas cosas que pertenecen al alma vegetativa, se
han de tratar en general las que pertenecen al sentido (sensus), pues de las que
pertenecen a cada uno de los sentidos (sensus) en especial se hablará
después”15. El sentido y el sentir no se reducen a un órgano en particular, sino
“Dicit ergo primo, quod determinatis his quae pertinent ad animam vegetativam,
dicendum est de his quae pertinent ad sensum in communi. De his enim quae pertinent
ad unumquemque sensum specialiter, postmodum dicet”. Ibíd,, II, 10, 1.
15
70
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
que la capacidad sintiente, esto es, el movimiento o padecimiento de quien
siente se lleva a cabo en unidad completa entre alma y cuerpo.
Por su parte, los sentidos exteriores se comprenden en virtud de sus
cualidades o acciones en relación con el órgano corporal. En palabras del
Aquinate, “se ha de saber que el sentido (sensus) es una cualidad (virtus) en
un órgano corporal”16. De este modo, los llamados cinco sentidos se
encuentran vinculados, tanto con sus órganos como con la operación anímica
por la que cada sentido percibe, de ahí que los sentidos exteriores no se
comprendan exclusivamente a partir del órgano, sino por su operación o
potencia. De tal modo que, en el caso de los animales y los seres humanos, los
sentidos exteriores lo son en virtud de las operaciones que se realizan: la
visión, el olfato, la audición, el gusto y el tacto. Cabe señalar que
conceptualmente no se trata de cinco sentidos, pues lo sentido es múltiple
debido a las operaciones que se ejercen, pese a la cualidad del órgano
corporal17, pero nos referiremos a estos cinco para comprender el modo en que
el Aquinate vincula la actividad corpórea con el alma. Aquino analiza las
operaciones o movimientos del alma en el cuerpo natural, así como las
virtudes o vicios que se desprenden de éstos en consonancia con un análisis
moral de los sentidos exteriores.
Es bien sabido que, de los cinco sentidos, la visión es la operación que más
interesó a Aristóteles y, por ende, a sus comentaristas. Tomás de Aquino no
“[…] circa primum quod sensus est virtus in organo corporali”. Ibíd., II, 12, 5. Véase
la enunciación sobre el sentido de la vista: “En consecuencia, afirma primeramente
que como fue dicho, los sensibles propios son los que cada sentido percibe
propiamente, por ello aquel sensible cuyo perceptivo propio es la vista, es lo visible//
Dicit ergo primo, quod cum dictum sit, quod propria sensibilia sunt quae unusquisque
sensus proprie percipit, illud sensibile cuius proprie perceptivus est visus, hoc est
visible”. Ibíd., II, 14, 1.
17
“De donde, formalmente hablando, en cuanto a su concepto, el sentido del tacto no
es uno solo sino muchos, empero el sujeto es uno solo// Unde formaliter loquendo, et
secundum rationem, sensus tactus non est unus sensus, sed plures; subiecto autem est
unus”. Ibíd., II, 22, 8.
16
71
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
es la excepción, de todos los sentidos, la visión se prioriza en sus comentarios,
sin embargo, el resto de los sentidos también resultan de interés.
Trataremos a continuación el análisis del tacto, dadas las citas que se
presentan para abogar por la profunda relación entre el alma y el cuerpo.
Aquino dedica la última parte del libro II al análisis de esta operación. El tacto
se sirve de la piel como órgano de lo sentido (sensus), pero, puesto que lo
sentido no guarda una relación unívoca con un órgano corpóreo, la piel
(pellicula) es solo el instrumento (organum) de dichas operaciones sintientes.
Para Aquino, la carne no siente por sí sola, sino por el alma que percibe. “De
donde, aunque sienta lo táctil inmediatamente al tacto de la carne que es
connatural al hombre, sin embargo, no se sigue que la carne sea el órgano del
tacto, sino que es cierto medio connatural”18. El tacto es un ejemplo de cómo
vincula Aquino el alma y el cuerpo, recurriendo a la estrecha relación de lo
corpóreo con su principio y del alma con su órgano, sin situar una sola
actividad de todo este conjunto en un solo órgano o parte del cuerpo.
Sobre los elementos que integran la carne, Aquino sigue de cerca la tesis
de aristotélica de la confirmación de los cuatro elementos en el cuerpo.
Sostiene que la tierra es prioritaria, pero mezclada con los tres elementos
restantes, esto es, el aire, agua y fuego, ya que la carne es húmeda y seca o fría
y cálida, según lo sintiente.
La relación entre el alma y el cuerpo se expresa también en el nexo entre
el tacto y el intelecto. Pese a la misiva de quienes afirman que el tacto es un
órgano exclusivo de las capacidades corpóreas, Aquino expresa que éste se
vincula con el intelecto en razón de la perfección de las capacidades sensitivas.
Siguiendo a Aristóteles, manifiesta que la visión es superior y más cercana a
las operaciones intelectivas, dada la sutileza que puede captar, sin embargo,
“Unde, licet ad tactum camis, quae est homini connaturalis, statim tangibile
sentiatur, non tamen sequitur quod caro sit organum tactus, sed est quoddam medium
connatural”. Ibíd., II, 22, 11.
18
72
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
explica que la perfección intelectual depende de la perfección del tacto en dos
sentidos.
“Pero se ha de decir que por dos razones la perfección de capacidad
intelectual depende de la perfección del tacto.
La primera razón es que el tacto es el fundamento de todos los demás
sentidos. […] La otra razón estriba en que la perfección del tacto es
consecuencia de la perfección de la complexión o armonía orgánica”19.
La primera razón que ofrece Aquino es que el órgano sintiente del tacto se
difunde en todo el cuerpo humano, pues todo el cuerpo está capacitado para
sentir con el alma. Así, por ejemplo, el gusto es una potencia que se realiza de
cierto modo con el tacto, siendo en los seres humanos una potencia más
perfecta y desarrollada que en el resto de los animales o plantas. El ser humano
puede percibir la sutileza de sabores y no se conforma con la sola nutrición,
sino que desea y percibe sabores más perfectos debido a la excelencia de su
acción anímica, esto es, por su operación intelectiva. En palabras de Aquino,
“de donde, por esto que alguien tiene un tacto más perfecto se sigue que
esencialmente tiene una naturaleza sensitiva más perfecta y en consecuencia
un intelecto más perfecto. Pues la perfección del sentido es disposición para
la perfección del intelecto”20.
En segunda instancia, manifiesta que la perfección del tacto evidencia,
tanto la perfección intelectiva, como la excelencia moral. Por una parte, un
cuerpo que siente de modo más sutil expresa la sutileza de su capacidad
anímica intelectual. Por otra parte, en el caso de la excelencia moral, quienes
gozan de una carne suave, gozan de un alma noble. Es decir, la excelencia de
“Sed dicendum est, quod duplici ex causa, bonitas mentís respondet bonitati tactus.
Prima ratio est, quod tactus est fundamentum omnium aliorum sensum. […] Alia ratio
est, quia bonitas tactus consequitur bonitatem complexionis sive temperantiae”. Ibíd.,
II, 19, 7.
20
“Unde ex hoc quod aliquis habet meliorem tactum, sequitur quod simpliciter habet
meliorem sensitivam naturam, et per consequens, quod sit melioris intellectus. Nam
bonitas sensus est dispositio ad bonitatem intellectus”. Idem.
19
73
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
la calidad del tacto revela las cualidades morales y cognitivas de las
operaciones intelectivas, de donde se sigue que el grado de perfección
intelectiva determina, a su vez, el grado de perfección de la carne. Es tal la
relación del cuerpo y el alma que el Aquinate expresa: “los que tienen carne
dura y en consecuencia tienen un tacto malo, no tienen capacidad intelectual,
empero los que tienen carne blanda y en consecuencia buen tacto tienen buena
capacidad intelectual”21.
Pese a lo curioso que resulta para nuestros días el comentario tomista sobre
esta tesis aristotélica, el tema resulta relevante para el Aquinate, quien retoma
este tipo de sentencias con el fin de evidenciar la unidad del cuerpo y del alma,
y no de modo general, sino para abogar por la unidad de “este cuerpo” y “esta
alma”, ante la discusión que desencadenó Averroes sobre la unidad o
separación del intelecto agente y posible. Para Aquino, el cuerpo y el alma no
son sustancias separadas que nos lleven a problematizar su unión, como, por
ejemplo, lo encontramos en algunas discusiones sobre bases cartesianas.
Contraria a esta postura, concuerdo con Juan Cruz, quien sostiene que Aquino
defiende una profunda relación entre el alma y el cuerpo en su comentario al
Περὶ Ψυχῆς. En sus palabras, “Santo Tomás, como se ha visto, sostiene que la
unión del cuerpo con el alma no es de carácter accidental, como si fueran dos
seres completos e independientes uno de otro; se trata de la unión sustancial
de dos realidades coprincipales”22. Esta unión sustancial es la que evidencia
que, en efecto, el cuerpo opera las pasiones del alma, no en el sentido de mero
receptáculo, sino como elemento vinculante, pues el cuerpo siente tanto como
crece, se nutre o piensa, de la mano de la jerarquía de ciertas operaciones
anímicas.
“Qui enim habent duram carnem, et per consequens habent malum tactum, sunt
inepti secundum mentem: qui vero sunt molles carne, et per consequens boni tactus,
sunt bene apti mente”. Ibíd., II, 19, 5.
22
Juan Cruz Cruz, “Introducción” en Tomás de Aquino, Cuestiones Disputadas sobre
el alma (ed. Juan Cruz Cruz, trad. Ezequiel Téllez). Eunsa, España, 1999, p. XXXIX.
21
74
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Conclusión
En la primera parte del trabajo se ha evidenciado la influencia del Aquinate
en la disposición y definición de la filosofía de la naturaleza como una ciencia
que se dedica al estudio del ente móvil. Tomás de Aquino contribuyó a la
denominación de dicha ciencia, diferenciando su labor de la metafísica,
aunque, por las implicaciones de la época, sigue con el análisis lógico de la
entidad móvil con base en sus diez géneros, materia, forma, compuesto, acto
y potencia, según sea el caso. El tema resulta primordial para comprender la
conformación de los planes de estudio en las universidades europeas y su
posterior desarrollo en la modernidad.
En segunda instancia, su definición de filosofía de la naturaleza permite
comprender la unidad de los cuerpos naturales. Aquino desarrolla el estudio
del movimiento de los entes corpóreos en conjunción con las operaciones
anímicas vegetativas, sensitivas e intelectivas. Con base en el análisis y
exposición de las citas a lo largo del texto podemos deducir que la discusión
al respecto de la imposibilidad de conciliación entre la unidad del cuerpo y el
alma, por una parte, y las actividades intelectivas, por otra, resulta
insatisfactoria, al evidenciar estos breves fragmentos donde Aquino señala
que la actividad del cuerpo está en íntima correlación con las funciones
intelectivas, más allá de la clásica discusión sobre la función del intelecto
agente y posible. Si bien Aquino expresa una superioridad de las operaciones
intelectivas, lo hace también en relación con las operaciones corporales, el
tema del tacto resulta primordial para defender esta tesis, pues el cuerpo es un
elemento vinculante del alma. La temática es de sumo interés para mostrar los
problemas que la escolástica dejará a la modernidad y las soluciones que
filosofías posteriores tratarán de resolver desde el enfoque de la filosofía de la
naturaleza, es decir, desde el estudio de la mecánica o del ente móvil.
75
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
76
Sobre la simplicidad divina y la teología del ser perfecto
Clemente Huneeus
Univ. Gabriela Mistral, Chile
La literatura analítica sobre la versión tomista de la doctrina de la divina
simplicidad (en adelante DDS) se ha concentrado más en abordar las
eventuales dificultades que se seguirían de ella que en explorar los
fundamentos que la motivan. En general se coincide en que el atributo de la
simplicidad pretende derivarse del atributo más fundamental de la aseidad: un
Dios compuesto no existiría en y desde sí mismo, sino que sería en cierto
modo dependiente de otras cosas1. No obstante, la manera concreta en que se
llega a la aseidad no es irrelevante para efectos de la discusión sobre la
simplicidad.
La conjetura fundamental que se desarrollará en estas páginas es que la
filosofía de la religión analítica ha seguido principalmente un enfoque llamado
Perfect Being Theology (en adelante PBT), el cual es profundamente diverso
de la aproximación que empleara el Aquinate. Si se quiere una etiqueta para
contraponer a la otra, el proyecto tomista puede ser rotulado Teología Natural
Analógica (en adelante TNA). Una caracterización básica de ambos enfoques
puede hacerse provisoriamente en los siguientes términos:
1) Perfect Being Theology (PBT). Ejercicio filosófico que, partiendo del dato
de que Dios es un ser máximamente perfecto, deduce a priori los atributos que
debieran aplicársele.
2) Teología Natural Analógica (TNA). Ejercicio filosófico que, partiendo de
1
Así se sostiene, por ejemplo, en Alvin Plantinga, ¿Does God have a Nature?
Milwaukee, Marquette University Press, 1980; Matthew Baddorf, M. (2017). “Divine
Simplicity, Aseity and Sovereignity”, Sophia, 56, 2017: 403–418; Brian Leftow, “Is
God an Abstract Object?” Noûs, 4, 24, 1990: 581-598; Tom Morris, “Dependence and
Divine Simplicity”, International Journal of Philosophy of Religion, 3, 23, 1988: 161174 .
77
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
la realidad creada, demuestra a posteriori la existencia de Dios, y luego
desarrolla los atributos que deberá reunir el Dios al que se llega con dicha
demostración.
En las páginas que siguen, intentaremos contrastar la actitud que ambos
enfoques toman frente a la aseidad, y consiguientemente su compromiso con
DDS.
1. La doctrina de la simplicidad y la Perfect Being Theology
El modo de proceder característico de PBT está reflejado de un modo muy
grueso en la famosa interpretación que hizo Alvin Plantinga de DDS. Éste
toma como punto de partida para su argumento la tesis de la grandeza divina,
cuya aceptación sería un rasgo común en el teísmo estándar2:
3) Grandeza o perfección divina. Dios es un ser de incomparable grandeza,
aquel ser primero del cual no es posible pensar otro más grande que Él.
Asentado este punto inicial, Plantinga describe la grandeza divina como
multifacética, y señala entre los diversos aspectos que esta comprende dos
atributos particulares:
4) Aseidad. Dios es increado, autosuficiente e independiente de cualquier otra
cosa.
5) Soberanía. Dios tiene control sobre todas las cosas, y todo lo demás
depende de su actividad creativa y sustentadora.
Así, Plantinga liga la tesis de la simplicidad divina a lo que llama “intuición
de soberanía-aseidad”3: es decir, considera que nuestra intuición natural es que
4) y 5) están incluidos en 3). En otros términos:
6) Intuición de soberanía aseidad. Nuestra intuición espontánea es que un ser
mayor que el cual no puede haber otro no debe depender de ninguna otra cosa,
y cualquier otra cosa que exista debe depender de Él.
2
3
A. Plantinga, ob. cit., p.1.
Id., ob. cit., pp.1-2.
78
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Observa luego Plantinga que la existencia de entidades abstractas –
universales, propiedades, clases, proposiciones, números, conjuntos, estados
de cosas y mundos posibles– supone una severa merma a esta tesis, ya que
concebimos estas cosas como algo eterno y necesario. Así, si dichas entidades
abstractas llegasen a existir, ellas serían completamente independientes de
Dios, lo cual se opone a 5) –soberanía–4. Especialmente, si creemos que Dios
tiene propiedades (como la bondad, la omnisciencia o la omnipotencia), estas
serían propiedades que, al menos en Dios, existen eternamente, sin que Él
haya hecho nada para tenerlas ni pueda hacer nada para dejar de tenerlas.
Incluso más: si pensamos que Dios tiene una naturaleza, es decir, una
propiedad esencial en la que están contenidas todas las propiedades que Dios
debe tener necesariamente, la tendría de un modo absolutamente inevitable, y
en cierto modo dependería de esta para ser quien es, lo cual se opone ya no
sólo a 5) –soberanía–, sino también a 4) –aseidad–5. Es decir, tenemos que:
7) Si Dios tiene una naturaleza no hay soberanía-aseidad. Si Dios tiene una
“naturaleza” (una propiedad esencial tal que Dios no puede existir sin esa
propiedad), y esa propiedad no se identifica con Dios, entonces Dios no existe
con absoluta independencia de todo lo demás, ni es verdad que todo lo demás
dependa de Él.
Una dificultad de este tenor podría ser salvada de tres maneras: i)
postulando la simplicidad divina y haciendo que todas estas propiedades de
Dios se identifiquen con el mismo Dios6; ii) recurriendo a una forma de
nominalismo y negando que existan cosas como las “naturalezas” y las
“propiedades”7; o iii) negando que Dios tenga una naturaleza y afirmando que
absolutamente todo es posible cuando hablamos de Él8. Tras un extenso
examen, Plantinga concluye que ninguna de esas opciones es plenamente
convincente. En definitiva, aquí hay una colisión insalvable entre nuestras
intuiciones, que nos obliga a abandonar aquellas que parecen más
4
A. Plantinga, ob. cit., pp. 3-5.
Id., ob. cit., pp.6-8.
6
Id., ob. cit., 26-61.
7
Id., ob. cit., pp. 61-92.
8
Id., ob. cit., pp. 92-126.
5
79
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
prescindibles en favor de las más cruciales. Puesto en esta disyuntiva,
Plantinga opta por salvar nuestra intuición en favor del hecho de que Dios
tiene una naturaleza, y abandonar (6) –intuición de soberanía-aseidad–9.
Ahora bien, no nos interesan por ahora las críticas que introduce Plantinga
a la doctrina de la simplicidad divina, sino su manera de concebirla como una
eventual solución al obstáculo que supondría 7) para la aceptación de (6).
Podemos decir, en síntesis, que, para Plantinga la doctrina de la simplicidad
implica la adopción de la tesis suplementaria:
8) Simplicidad Divina: Dios tiene una naturaleza, pero se identifica con ella.
La manera en que Plantinga presentó las motivaciones para postular DDS
reaparece prácticamente inalterada en otros críticos de la doctrina, como Tom
Morris10. Otras discusiones críticas de los fundamentos de la doctrina, como
la de Wolterstorff11 o Baddorf12 replican el argumento básico que asocia DDS
con la soberanía y la aseidad, pero omiten retrotraer estos otros dos atributos
hacia el postulado más básico de que Dios es máximamente perfecto. Estos
autores parecen tomar la aseidad y soberanía como punto de partida para la
discusión, e ignoro si lo hacen con la abierta intención de evitar que su
argumento quede explícitamente comprometido con el proyecto más general
de PBT. No obstante, la ausencia de un desarrollo alternativo de los motivos
que nos llevan en primer lugar a postular estos atributos básicos hace que se
siga cayendo en un a priorismo algo vacuo que no termina de representar
adecuadamente la aproximación de Tomás de Aquino.
La presentación de las motivaciones para DDS desde el marco de PBT fue
pacíficamente aceptada y apropiada por muchos defensores de la doctrina
tradicional, como William Mann, Biran Leftow, Eleonore Stump o Norman
9
A. Plantinga, ob. cit., 127-140.
T. Morris, ob. Cit., p. 161.
11
Nicholas Wolterstorff, Divine Simplicity, Philosophical Perspectives, 5, 1991:531–
552, aquí p. 549.
12
M. Baddorf, ob. cit.
10
80
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Kretzmann13.
Hay al menos dos paradojas que se producen al interpretar los argumentos
tomistas en favor de DDS bajo las líneas básicas de 3)-8).
La primera, es que, de hecho, tanto en SCG como en ST (y también en el
más breve Compendium Theologiae) la simplicidad es desarrollada justo
después de los argumentos para demostrar la existencia de Dios y antes de
discutir la perfección de Dios. Por consiguiente, mal puede santo Tomás
introducir 8) –simplicidad divina– como una manera de acomodar 7) –si Dios
tiene una naturaleza no hay soberanía-aseidad– y 6) –intuición de soberaníaaseidad–, ya que 3) –grandeza o perfección divina–, que según Plantinga
funda 6), no es introducido sino después de haber establecido DDS. Es decir,
Santo Tomás no postula la simplicidad para evitar colisiones entre atributos
derivados de la eminente perfección de Dios, puesto que en todas las obras en
que hace un desarrollo sistemático de los atributos divinos, la perfección de
Dios queda establecida después que su simplicidad.
La segunda, es que dentro de la tradición teológica DDS aparece
estrechamente vinculada con el tema de la trascendencia divina. Como
observa Immink, entre las motivaciones teológicas de la doctrina tradicional
la alteridad u otreidad (otherness) de Dios tiene al menos tanta preminencia
como la aseidad. Este motivo es claramente dominante en Pseudo-Dionisio,
que como mencionamos al comienzo es en esta materia quizá la fuente de
inspiración más importante para santo Tomás. DDS debe ser tomada en el
contexto del momento negativo de la teología tomista: la misma introducción
de la q. 3 nos previene que acá desarrollaremos más bien la manera en que
Dios no es, el modo en que este difiere radicalmente de las creaturas. No es
clara la manera en la cual se puede rescatar este aspecto de la doctrina cuando
Cf. William Mann, “Divine Simplicity”, Religious Studies, 4, 18, 1982: 451–471 (
aquí pp.453-454); William Mann, “Simplicity and Immutability in God”,
International Philosophical Quarterly, 3, 23, 1983: 267-276 (p.268); B. Leftow ob.
cit.; Eleonore Stump - Norman Kretzmann, “Absolute Simplicity”, Faith and
Philosophy, 4, 2, 1985: 353–382 (p. 353).
13
81
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
ella es concebida y elaborada desde la matriz de PBT.
2. La simplicidad divina y la teología natural analógica
Las falencias interpretativas recién señaladas, obedecen al hecho de que se
ha tendido a emplear el marco general de PBT para interpretar a un autor cuyo
proyecto teológico va en otra dirección. Por eso, primero que tenemos que
hacer acá es preguntarnos cuál es el enfoque o marco general que adopta
Aquino en la discusión y elaboración filosófica de nuestra noción de Dios.
Si se trata de entregar el esquema del proyecto metateológico que gobierna la
reflexión tomista sobre los atributos divinos, parece especialmente acertado el
reciente aporte de Daniel De Haan14. Para este autor, lo que en Aquino nos
provee con una heurística metateológica que permite tener una guía desde la
que ordenar y elaborar los atributos divinos es la triplex via que este autor
hereda de pseudo-Dionisio. La estrategia de la triplex via consiste
fundamentalmente en remontarse a Dios a partir de las creaturas por las vías
de la causalidad, la remoción y la eminencia. Estas tres vías constituyen pasos
entrelazados que interactúan en el despliegue de nuestro conocimiento natural
de Dios, y de esta manera permiten desarrollar una teología natural que
cumple una función semántica y hermenéutica respecto de la teología
revelada15. Aunque quizá sea más exacto y completo describir el proyecto
tomista como una “teología de la triplex via”, he preferido en (2) –teología
natural analógica– describir el proyecto en términos más amplios, de modo
que no sólo Aquino sino muchos otros filósofos puedan ser interpretados
dentro de esta corriente. Caerá dentro de (2) cualquiera que tome como punto
de partida una teología natural en la que Dios es conocido indirectamente a
partir de las creaturas, pensando los atributos divinos desde una reflexión
previa sobre la manera en que una explicación completa de las creaturas
Daniel De Haan, “Thomist Classical Theism: Divine Simplicity within Aquinas’
Triplex Via Theology”, J. Fuqua - R. C. Koons (eds.), Classical Theism, Nueva York,
Routledge, 2022: 101-122.
15
Sobre las funciones de la teología natural en el proyecto de teología revelada tomista
he escrito en Clemente Huneeus, “The Functions of Natural Theology in Thomas
Aquinas”, Religious Studies, 2023.
14
82
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
requiere la postulación de una causa trascendente de las mismas.He estado
tentado de unirme a De Haan y en lugar de hablar de TNA referirme a TVT
(Teología de la Triplex Via). No obstante, el propio De Haan admite que el
proyecto teológico tomista conlleva muchas presuposiciones metafísicas que
hoy se considerarían altamente disputables. Si bien concuerdo con este autor
en que el apoyarse en el trasfondo de toda una metafísica no es una desventaja
de la aproximación tomista sino precisamente lo que permite consolidarla, me
parece que para efectos de lo que quiero argumentar en este lugar no hace falta
comprometerse explícitamente con todo el edificio metafísico tomista. Por eso
he preferido en 2) –teología natural analógica– describir el proyecto en
términos más amplios, de modo que no sólo Aquino sino muchos otros
filósofos puedan ser interpretados dentro de esta corriente. Básicamente caerá
dentro del mismo cualquiera que tome como punto de partida una teología
natural en la que Dios es conocido indirectamente a partir de las creaturas:
debemos pensar los atributos divinos desde una reflexión previa sobre la
manera en que una explicación completa de las creaturas requiere la
postulación de una causa trascendente de las mismas.
Mientras PBT toma como punto de partida la postulación de Dios como
aquello mayor que lo cual no puede pensarse nada, TNA se esfuerza por anclar
nuestra reflexión sobre Dios en una previa consideración del mundo natural.
Esto significa que la caracterización básica de la esencia divina no es un dato
que podemos dar por descontado y luego usar como piedra de toque para
evaluar los méritos de determinadas doctrinas teológicas, sino que más bien
partimos desde nuestra total incapacidad de definir a Dios, cuya esencia no es
un objeto que se ofrezca a nuestra experiencia para ser directamente
aprehendido por el intelecto (cf. ST I q.12 a.12, uno entre los numerosos textos
en que Aquino desarrolla esta última idea). Esto da lugar a lo que en otro lugar
he llamado “función semántica del argumento cosmológico”16:
9) Función semántica del argumento cosmológico. El argumento cosmológico
permite la fijación del referente para la palabra Dios, que designa
Cf. Clemente Huneeus, “Triplex Via and the ‘Gap Problem’ with Cosmological
Arguments”, New Blackfriars, 1106, 103, 2022: 536-553.
16
83
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
sencillamente aquello cuya existencia se concluye mediante dicho argumento.
Asignar una función semántica al argumento cosmológico significa enfrentar
las demostraciones de la existencia de Dios desde un punto de vista no
prescriptivo. Es decir, en vez de entregar por adelantado una definición de
“Dios” a la que el resultado del argumento se debe ajustar para que lo
consideremos exitoso, dejamos que sea el propio argumento el que nos provea
con la definición relevante desde la que elaborar la noción en cuestión. Esto
porque, como sostiene el propio Aquino siguiendo a Aristóteles, cuando se
demuestra la existencia de una causa a partir del efecto, es el mismo efecto el
que nos provee la definición requerida para efectos de proceder con la
demostración (ST I q. 2 a. 2 ad 2). En ese sentido, hay una íntima vinculación
entre los argumentos para demostrar la existencia de Dios y la llamada via
causalitatis. Mientras PBT postula como punto de partida la infinita
perfección de Dios, TNA arranca desde la imperfección y finitud de la
creatura, que al ser metafísicamente elaborada delata su dependencia
ontológica respecto de un principio superior. Entonces, el desafío para el
filósofo teísta que se opone a DDS es elaborar una variante exitosa de
argumento cosmológico que sirva como punto de partida para desarrollar una
noción robusta de Dios, sin que de los supuestos cuya aceptación es necesaria
para el éxito de dicho argumento se siga finalmente DDS. Hasta el momento
no he encontrado en la bibliografía a críticos de DDS que logren enfrentar
exitosamente este desafío.
En este horizonte, podemos conceder a los anselmianos que hay que
asociar las motivaciones de DDS con los atributos de aseidad y soberanía –4)
y 5)–. Pero estos atributos no son deducidos a partir de 3) –grandeza o
perfección divina– mediante un argumento tan débil como 6) –intuición de
soberanía-aseidad–. Más bien tenemos que 4) y 5) se siguen de la descripción
de Dios y de las creaturas y del principio de causalidad que están supuestos en
los argumentos para demostrar que Dios existe.
Quizás el único de los argumentos tomistas para demostrar que Dios existe
que parece sobrevivir a la renuncia de DDS es el argumento del ordenador
universal. Pero sospecho que ese argumento es por si sólo insuficiente para
84
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
fundar la teología natural. Separado de los otros argumentos permite postular
a lo sumo a un demiurgo que infunde orden y finalidad en el universo, pero
no a un Dios que lo crea todo a partir de la nada. De todos modos, el enfoque
no prescriptivo que tiene la demostración de la existencia de Dios en TNA
hace que no pueda declararse esta prueba como insuficiente sólo porque en su
conclusión no aparece un Dios que reúna todos los atributos del teísmo
clásico. Que tan lejos se puede llegar en la caracterización de Dios a partir de
argumentos teleológicos es un desafío interesante que le queda todavía abierto
a quien se siente inclinado a un proyecto sobre las líneas de TNA, pero tiene
graves prevenciones contra DDS.
Por otro lado, la deducción que va de los argumentos cosmológicos hacia
DDS, pasando por la aseidad y la soberanía, tiene también su complejidad. El
procedimiento seguido tanto en SCG como en ST es una agotadora y a veces
incluso algo reiterativa exclusión, uno por uno, de los distintos tipos de
composición que podría haber Dios. Esto nos introduce en el segundo
momento de la triplex via: la via negationis o via remotionis. De lo que se
trata en esta etapa del discurso es de ahondar en la trascendencia absoluta que
caracteriza al Dios que concluyen las vías. Es decir, hay que especificar las
maneras en las que este Dios es radicalmente diverso de cualquier creatura,
mostrando que si se le aplicasen ciertas distinciones que son inherentes al ente
finito no sería apto para desempeñar el papel que le estamos dando en nuestra
metafísica. Esto es muy importante de tener presente: la simplicidad no es un
atributo positivo que Aquino directamente postule, sino más bien el resultado
de un conjunto de negaciones sucesivas17. Por eso no llama la atención que el
resultado sea una noción de Dios algo oscura, que incluso nos impide utilizar
un lenguaje unívoco para referirnos a la divinidad. Esto forma parte de lo que
busca Aquino con este atributo: introducir una dosis de moderado
agnosticismo en nuestra imagen de Dios, sin la cual nuestro discurso sobre Él
17
Sobre la relación entre DDS y el momento negativo en la teología de santo Tomás,
cf. Gregory Rocca, Speaking the Incomprehensible God. Thomas Aquinas on the
Interplay of Positive and Negative Theology, Washington D. C., The Catholic
University of America Press, 2004: 3-77.
85
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
sería engañosamente claro. No debemos olvidar que estamos hablando de una
realidad cuya esencia se nos escapa, un Dios del que no tenemos una
experiencia directa, sino que sólo se nos manifiesta indirectamente a partir de
sus creaturas.
Ahora bien, no se pretende decir con esto que la perfección divina no
juegue ningún papel relevante en la teología tomista. De hecho, encontramos
textos en los que se recurre a argumentos que siguen la estructura típica de
PBT, postulando cierto atributo de Dios sobre la base de que poseerlo sería
propio de un ser perfectísimo. Por ejemplo, en el segundo sed contra de De
Veritate q.2 a.1 incluso se cita la autoridad de san Anselmo en favor de la
atribución a Dios de todo aquello que simpliciter es mejor tener que no tener.
Pero lo que hay que tener presente es que estos argumentos no expresan la
estructura básica del proyecto tomista, sino sólo un aspecto del mismo, que
debe ser interpretado desde el trasfondo global del método empleado.
Concretamente, hay que situar esos argumentos en el contexto del tercer
momento de la triplex via: la via eminentiae, que permite la afirmación
positiva de ciertas perfecciones en Dios. En todo caso, lejos de partir desde un
a postulación a priorística de Dios como el máximo pensable y deducir los
atributos desde esa consideración, lo que hace Aquino es apelar al principio
de semejanza causal (omne agens agit sibi simile), en virtud del cual se
sostiene que las creaturas que encontramos de modo graduado y limitado en
las creaturas deben prexistir de un modo eminente y superlativo en la causa
primera. Al hacer esto, santo Tomás nos presenta el momento de la eminentia
como indisociable del momento de la causalitas y la negatio, de las cuales no
puede ser independizado.
Conclusión
Las reflexiones acá esbozadas nos permiten entender mejor la diversa
importancia que podría tener DDS dentro de distintas propuestas teológicas.
En PBT, el compromiso con la aseidad y la soberanía es importante, pero
prescindible: se las puede cualificar, y quizá el resultado sea un Dios algo
86
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
menos sobrecogedor y admirable, pero que aun así sigue siendo bastante
impresionante si se consideran sus otros atributos. Además, supuesto que DDS
nos acarree dilemas insolubles, podrá aun decirse que ese Dios cuya aseidad
y soberanía han sido cualificadas sigue siendo lo más perfecto que cabe
coherentemente pensar.
En TNA, en cambio, la aseidad se sigue casi inmediatamente del
argumento cosmológico, que está funcionando como puerta de entrada para
toda la reflexión. Puesto que un abandono de esos argumentos resultaría fatal
para todo el proyecto, el compromiso con la aseidad-soberanía y con DDS es
mucho más fuerte.
Esto también nos permite reflexionar sobre el alcance que debiera dársele
a la doctrina de la simplicidad divina. Como es sabido, esta puede presentar
versiones más o menos fuertes. ¿Es posible mantenernos dentro de TNA si
desarrollamos una versión más matizada de DDS? Creo que acá la piedra de
toque será el argumento cosmológico: si lo que se ha argumentado en estas
páginas es correcto, una variante satisfactoria de la doctrina de la simplicidad
divina debe, por lo menos, permitirnos dejar a salvo la validez de alguna
versión de dicho argumento.
87
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
88
La paz en Santo Tomás de Aquino.
Una luz para el mundo político contemporáneo
Carlos Andrés Gómez Rodas
CESCLAM-GSP, Colombia
Introducción
Para los lectores modernos, la afirmación “el amor es la causa de la paz”
puede ser considerada como una perogrullada propia de un pasado lejano y
lleno de idealismo, de un mundo que no era capaz de destruirse a sí mismo
por sus propios medios, y en el que, por consiguiente, podía hablarse de
amor y paz al mismo tiempo; o, por el contrario, es vista como la piedra
angular sobre la que se construye una sociedad justa. Una vez más, habría
que preguntarse si, en una sociedad pluralista, hay acuerdo sobre lo que
significan amor y paz, y, si, por tanto, estos significados diversos y
contradictorios podrían tener una aplicación sociopolítica efectiva.
A quien, simplemente, rechaza la legitimidad del amor y la paz en el
mundo moderno (ya sea descriptiva o normativamente), hay que señalarle
que no se puede evitar hablar de paz, ya que el inglés corriente –la lengua
común entre los que nada tienen en común– está saturado de lo que
podríamos llamar peace-talk, por ejemplo, peaceful protests, religions of
peace, peaceful politics, making peace with someone, peace offerings, etc.
Sin perjuicio de las posibles reacciones evocadas por la frase “el amor es la
causa de la paz”, podría sorprender al lector moderno que la cita es de Santo
Tomás de Aquino en su Comentario el Evangelio de San Juan, y es, en
consecuencia, una traducción del latín del célebre texto del Aquinate:
“amor... est causa pacis”1.
1
Las citas de Santo Tomás son tomadas de la versión ofrecida en el Corpus
Thomisticum disponible en http://www.corpusthomisticum.org/iopera.html#OM, y,
89
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Este ensayo tiene dos objetivos. En primer lugar, presentar una exégesis
de la noción de paz (pax) del Aquinate en su Comentario al Evangelio de
San Juan, que se centra en la definición, los tipos y la posibilidad de una paz
perfeccionada, así como en la forma en que el amor es la causa de la paz. En
segundo lugar, en vez de defender extensamente la posición de Santo Tomás,
se intenta realizar la tarea más humilde de defender una característica
atractiva y plausible de la posición de Aquino, mostrando por qué es
necesario revisar la sabiduría medieval para el establecimiento de la paz
moderna.
La posición del Aquinate, al menos tal como la lee Josef Pieper (19041997), según la cual el amor es, esencialmente, la afirmación de la bondad
de la existencia de la otra persona, es interpretada, aquí, como una fuente de
paz plausible y empíricamente respaldada. Esta tesis también reitera el
rechazo del Aquinate a las teorías monádicas de la paz que sostienen que la
paz sólo tiene que ser exterior (exterius) –por ejemplo, buscando establecer
la paz sociopolítica luchando por los derechos humanos– y no interior
(interius), por ejemplo, a través de la conquista de la paz con uno mismo
cultivando la vida interior.
El contexto en el que el Aquinate escribe esa frase es una glosa al
versículo del Evangelio de San Juan en el que Jesucristo les dice a sus
apóstoles: “La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da, os la doy
yo. No se turbe vuestro corazón ni se intimide”2. En griego (koiné), paz es
un sustantivo femenino, ξρήνην. El término aparece, en diversas
morfologías, aproximadamente, cien veces en el Nuevo Testamento. Entre
sus traducciones, se encuentran términos que el español ordinario utiliza y
adopta con frecuencia: paz, unidad, tranquilidad y descanso. En aras de la
claridad, este ensayo se ciñe a la traducción más frecuente de paz. El
a partir de aquí, se citarán con la estructura canónica sin mayores aclaraciones. La
traducción al castellano de las citas se Santo Tomás es del autor.
2
Eloíno Nácar Fuster y Alberto Colunga, O.P. (trads.), Sagrada Biblia. Versión
directa de las lenguas originales, Madrid, 1964, Jn. 14, 27.
90
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
comentario de Santo Tomás revela una importante inversión en la teoría de
la paz, pues lo que los autores griegos del Nuevo Testamento designaban
como ξρήνην se convirtió en pax en latín. A continuación, una breve
exégesis del comentario tomista en mención.
La definición que da el Aquinate de la paz o del don de la paz (donum
pacis) es la siguiente: “La paz [pax] no es otra cosa que la tranquilidad que
surge del orden [tranquilitas ordinis], pues se dice que las cosas tienen paz
cuando su orden permanece inalterado”3. Para el Doctor Común, en el ser
humano, existe un triple orden (triplex ordo): para consigo mismo, para con
Dios y para con el prójimo. Por lo tanto, el orden tripartito dentro de una
persona implica la posibilidad de una paz tripartita (triplex pax): paz interior
(paz consigo mismo), es decir, facultades asentadas; paz con Dios y paz con
el prójimo, esto es, con todos los seres humanos.
Para entender el triple orden expuesto por Santo Tomás es importante
hacer dos distinciones: la primera, con respecto a la definición de paz, y, la
segunda, con respecto a la caracterización de los elementos constitutivos de
la paz. En primer lugar, la distinción entre una definición privativa y positiva
de la paz. Una definición privativa de la paz es una teoría de la paz que la
define en términos negativos: carencias, privaciones, etc. Por ejemplo, una
teoría de la paz que especifica la ausencia de guerra, conflicto y opresión
como definición de paz. Por el contrario, una teoría positiva de la paz
sostiene que la paz está constituida por una característica presente y positiva
de la realidad. En el caso del Aquinate, la paz se define por la presencia de la
tranquilidad que se da sobre la base de un triple orden. En segundo lugar, la
distinción entre una constitución monádica y tripartita de la paz. La primera
sostiene que la paz se compone de un rasgo esencial que constituye la
presencia o existencia de la paz. Por el contrario, la segunda sostiene que la
paz se compone de tres elementos que, conjunta, necesaria y suficientemente
“pax nihil aliud est quam tranquillitas ordinis: tunc enim aliqua dicuntur pacem
habere quando eorum ordo inturbatus manet”. Santo Tomás de Aquino, Super
Ioannem 14, 7.
3
91
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
constituyen la paz. El Doctor Angélico, naturalmente, es favorable a esta
constitución tripartita.
Santo Tomás escribe, entonces, que la persona humana se ordena de la
siguiente manera: intelecto (intellectus), voluntad (voluntas) y apetito
sensorial (appetitus sensitivus). La voluntad debe ser dirigida por la razón
(ratio) o mente (mens), y el apetito sensorial debe ser dirigido por el
intelecto y la voluntad. Esta es una posición normativa sostenida y defendida
en la tradición filosófica griega, así como por San Agustín, a quien el
Aquinate cita como autoridad: “la paz es calma de mente, tranquilidad de
alma, simplicidad de corazón, vínculo de amor y compañerismo de
caridad”4. El Doctor Común lee al obispo de Hipona como viendo que su
planteamiento está en consonancia con las ideas del Padre de la Iglesia: la
calma de la mente se refiere a la libre facultad de la razón, la tranquilidad del
alma se refiere a la apetencia de los sentidos que no está constreñida por los
estados emocionales, la simplicidad del corazón se refiere a la voluntad
puesta hacia Dios (el objeto propio de la voluntad), el vínculo del amor se
refiere al prójimo y la comunión de la caridad a Dios.
Es aquí donde el Angélico distingue la paz imperfecta (imperfectus) de la
paz perfecta (perfectus). Él llama a la paz de este mundo paz imperfecta
(imperfectus). Escribe que su imperfección consiste en ser una paz en la que
subsisten conflictos del hombre consigo mismo, con el prójimo y con Dios.
En cambio, la paz perfecta (perfectus), la paz que se disfruta en el cielo (in
patria), de la que gozan los santos (sanctorum), se disfrutará en el futuro y
no implicará la paz fragmentada e imperfecta de este mundo. A
continuación, Santo Tomás escribe que Jesús dejó claro a sus discípulos qué
tipo de paz les dejaría: una paz presente en este mundo (por vencer al
demonio y amar a los demás) y una paz eterna (en el futuro). Para el
Aquinate, sin Cristo no hay paz ni en este mundo ni en el futuro. Respecto a
la paz presente, el autor es Cristo, en cuanto maestro de vida, por su ejemplo
“pax est serenitas mentis, tranquillitas animae, simplicitas cordis, amoris vinculum,
consortium caritatis”, Super Ioannem 14, 7.
4
92
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
y el modo de vida al que convoca. La paz futura es por la fuerza y el poder
de Cristo (do pacem meam... potestate et virtutem).
A continuación, el Doctor Universal se dispone a distinguir los modos
específicos en que la paz imperfecta se distingue de la paz perfecta. En
primer lugar, la finalidad o intención (intentionem) es diferente. El objetivo o
propósito de la paz imperfecta es el disfrute tranquilo de las cosas
temporales, que, a menudo facilita la maldad (peccatum). La paz perfecta se
ordena a los bienes eternos (bona aeterna). En segundo lugar, la paz
imperfecta es una paz simulada, ya que la paz con el prójimo es un mal
criterio de paz dentro de uno mismo o con Dios. Sin embargo, la paz
perfecta, que es verdadera (verum) y no simulada, tiene un triple orden que,
cuando está presente, constituye la paz real. En tercer lugar, la paz perfecta y
la imperfecta difieren en que la paz imperfecta sólo se ocupa de lo externo
(exterius), no está dentro y fuera (interius et exterius). Sin embargo, “la paz
de Cristo trae tranquilidad tanto dentro como fuera”5. Por lo tanto, el
Aquinate rechaza pensar en la paz sólo como un acto exterior, por ejemplo,
cuando se la busca exclusivamente luchando por los derechos humanos
universales; en su lugar, el filósofo y teólogo medieval sugiere pensar en la
paz como la experiencia de tranquilidad que surge dentro de cada persona y
se extiende a la relación con sus prójimos y con Dios.
En lugar de defender extensamente la postura de Santo Tomás, se quiere
defender, aquí, una característica plausible y sociopolíticamente efectiva de
su relato que no depende, necesariamente, de sus presupuestos teológicos, y
que, por lo tanto, puede plantearse y realizarse dentro de una sociedad
pluralista.
El amor como causa de la paz
Como ya se vio, en su Comentario al Evangelio de San Juan, el Aquinate
se refiere a una definición tripartita de la paz en la que el triple orden de la
5
“pax Christi quietat interius et exterius”. Super Ioannem, cit., 14, 7.
93
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
persona humana se corresponde con una triple paz. Sin embargo, lo que no
está presente en el comentario es lo que el Aquinate entiende por amor. Es
tarea del lector del Aquinate, pues, dar sentido a su teoría del amor como
base sobre la cual predicar una tesis particular sobre la causa de la paz.
Aunque, a menudo, se lee al Doctor Angélico como partidario de una teoría
según la cual el amor es, esencialmente, “querer un bien para otro”6, un
defensor de la tesis de que los argumentos fundamentales del Aquinate sobre
el amor tienen una base diversa es el filósofo alemán Josef Pieper, quien se
ocupa del asunto en su obra Über die Liebe (1972)7. En este trabajo, Pieper
se propuso explicar una teoría tomista de la heterogeneidad del amor, es
decir, un relato del elemento común en las experiencias amorosas que
explica sus diversas expresiones y manifestaciones, por ejemplo, familiares,
amistosas, románticas, etc.: “¿Cómo podría describirse eso mismo que en
todas las formas de amor se repite y está presente, supuesto, claro, que lo
haya?”8.
En el caso de Pieper, pareciera indagar sobre la heterogeneidad cognitiva
del amor, es decir, una especificación de qué característica cognitiva, si la
hay, es común a todas las experiencias de amor:
“Ya da bastante que pensar el mero hecho de que en todos esos
intentos por describir fenomenológicamente lo que hay y lo que se
siente en la inclinación amorosa se atribuya siempre al amor humano
un poder que llega hasta producir el ser (se habla de sostenimiento de
la persona amada en la existencia, del reconocimiento del derecho a la
vida, de la donación de la capacidad de vivir y hasta de la negación
del mortal destino y concesión de la inmortalidad)”9.
“alteri bonum volumus”, Summa Theologiae II-II, q. 27, a. 2, resp.
Se cita, aquí, la versión castellana, Amor, presente en Josef Pieper, Las virtudes
fundamentales, Madrid, RIALP, 2017. 290-387.
8
J. Pieper, ob. cit., p. 303.
9
J. Pieper, ob. cit., p. 307.
6
7
94
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Hay dos aspectos que están implicados en estas teorías, y el primero
engloba una respuesta plausible a la heterogeneidad del amor. El amor es la
afirmación de la bondad de la existencia del otro: “en todos los casos
imaginables del amor, amar quiere decir aprobar”10. Esto significa que “amar
algo o a alguna persona significa dar por ‘bueno’, llamar ‘bueno’ a ese algo
o a ese alguien. Ponerse de cara a él y decirle: ‘Es bueno que existas, es
bueno que estés en el mundo’”11.
En lo que sigue, tres argumentos a favor de la postura de Pieper. En
primer lugar, mediante un silogismo disyuntivo, es decir, en relación con
otros candidatos a la heterogeneidad del amor, la afirmación en sus múltiples
formas: aprobación, aceptación, lo que, a veces, se denomina “ser un aliado”
(que expresa una forma de incondicionalidad en la aceptación de otro), es el
acto más plausible que es común a todas las experiencias del amor humano.
No parece haber ninguna otra característica, cognitiva o de otro tipo, que
esté presente en todas las formas de amor. Aunque las emociones, por
ejemplo, parecen ser un fuerte candidato, no son un buen criterio, ya que no
están presentes en muchas experiencias de amor. En segundo lugar, la
presuposición de muchas formas de amor existentes es un acto primario de la
voluntad que expresa afirmación, aunque sólo sea implícitamente. Si bien no
es posible, aquí, defender extensamente esta postura, considérense casos que
pueden englobarse en el concepto de “amor duro”. Se trata del acto de amar
a alguien por medios aparentemente duros: decirle la verdad sobre algo que
puede herir sus sentimientos, exponer a una persona a la realidad de las
consecuencias de sus actos, imponer una disciplina amorosa para corregir la
prodigalidad, etc. En el amor duro, existe una afirmación implícita de la
bondad del otro en la medida en que el amante duro considera al amado
como un digno receptor del amor duro, que redundará en su bien. Por último,
la tesis de Pieper tiene apoyo empírico. Por ejemplo, hay toda una práctica
psicoterapéutica que tiene como núcleo la presuposición metafísica de que el
10
11
J. Pieper, ob. cit., p. 303.
J. Pieper, ob. cit., p. 303.
95
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
cliente con el que interactúa un psicoterapeuta profesional es
ontológicamente bueno, y esto se afirma explícitamente dentro de la
práctica.
Con respecto a la aplicación sociopolítica, hay tres razones por las que es
aplicable. En primer lugar, aborda directamente la presencia explícita del
odio en el discurso sociopolítico contemporáneo, buena parte del cual tiene
lugar en las redes sociales. Al defender un concepto sustantivo del amor,
corrige las diversas manifestaciones de odio que desestabilizan la paz. En
segundo lugar, también proporciona un correctivo a las formas implícitas de
odio en las que los lados opuestos del espectro político se consideran unos a
otros como indignos de ser escuchados, atendidos y discutidos. Por último,
la postura del Doctor Común impulsa la acción sociopolítica directa hacia la
paz sin encarnar ni perpetuar una actitud de anulación, indiferencia y odio
indebidos. En muchos sentidos, es la misma justificación filosófica de la
acción directa no violenta de Martin Luther King. Sin embargo, la postura
del Aquinate no es el único modelo para pensar en las causas de la paz. Una
alternativa a su postura podría no apelar al amor, sino a la tolerancia como
causa de la paz. Aunque un discurso completo sobre la tolerancia quedaría
fuera del alcance de este ensayo, se ofrece, en estas líneas, un modelo
reconciliador de cómo Santo Tomás se apropiaría de la tolerancia en su tesis
de que el amor es la causa de la paz.
La tolerancia como causa de la paz
Aunque los debates contemporáneos discrepan sobre el significado
exacto del concepto “tolerancia”, cada postura comparte un problema
heterogéneo a la hora de conectar la tolerancia con la paz. Los debates
contemporáneos sobre la tolerancia tienden a postular (al menos) tres
componentes necesarios del concepto:
1) Existe una objeción: el objeto tolerado (por ejemplo, los hábitos) es
considerado objetable y erróneo o malo por el “tolerador”.
2) Aceptabilidad: el “tolerador” tiene razones positivas que pesan más que su
juicio negativo sobre el objeto tolerado en un contexto determinado.
96
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
3) Posibilidad de rechazo: condiciones en las que se limita la tolerancia (si es
que se limita).
Considérense 1-3 bajo una de las posturas más plausibles de la tolerancia:
la visión “respetuosa” de la tolerancia. Desde este punto de vista, la
tolerancia se define como una forma de “respeto” que se debe al otro. El
problema es que el hecho de que la tolerancia logre el respeto es irrelevante.
Respetar desde la tolerancia presupone la desaprobación de algún vicio que
otro tenga y la existencia de tal conflicto es plausiblemente incompatible con
la paz. Como afirmó el Aquinate, la paz no puede existir si hay conflicto
interno o externo; por tanto, la tolerancia sólo puede existir si hay algo que
uno desaprueba, y, sin embargo, soporta (recuérdese la etimología de
tolerancia, del latín tolerantia, “perdurable”). La tolerancia logra un bien
mayor al evitar el conflicto, pero, en opinión del Doctor Común, la mera
evitación del conflicto es insuficiente para establecer la paz. Aunque parece
rechazar incondicionalmente la tolerancia12, matiza su postura aprobando la
tolerancia como virtud en algunas circunstancias13.
En lo que sigue, se ofrece un modelo de tolerancia como virtud
subdividida que está al servicio de la paz, aunque no es la causa de ella. Los
seres humanos no pueden ser objeto de tolerancia; sin embargo, a menudo,
son precisamente los hábitos, los valores, las costumbres, las prácticas, las
creencias, etc. de otras personas o grupos de personas los que son objeto de
tolerancia. Desde el punto de vista del Doctor Universal, la tolerancia
presupone algún mal o vicio con la esperanza de que sea sustituido por algún
bien. La tolerancia no puede ser una virtud en sí misma, es decir, una
actividad habitual que culmina en un buen carácter, ya que sólo es
contextualmente buena, es decir, la tolerancia puede ser buena o mala
dependiendo del objeto de tolerancia. A través de esta lente filosófica, es
posible empezar apreciar el fundamento ilógico de paradojas como la del
“racista tolerante”. En el supuesto de que alguien crea que una determinada
12
13
Summa Theologiae II-II, q.11, a.3.
Summa Theologiae II-II, q. 10, a.11.
97
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
raza R es inferior o mala, pero decida ejercer la virtud de tolerar a los
individuos que pertenecen a R. ¿Debe considerarse esto un acto virtuoso o
un ejemplo de virtud realizada? Obviamente, no. Si la tolerancia presupone
un vicio percibido que hay que soportar con la esperanza de que sea
sustituido por algún bien, entonces, tolerar a una raza concreta es
presuponer, de hecho, que dicha raza no es meramente inferior, sino, sobre
todo y fundamentalmente, mala. De hecho, los racistas tolerantes no tienen
sentido simplemente porque la raza no es el tipo de cosa que debería
tolerarse, ya que una raza concreta no es, y, simplemente, no puede ser mala
en sí misma. En casos como éste, la tolerancia como aquí se la concibe
proporciona una base fácil para resolver tales paradojas, preservando, al
mismo tiempo, la etimología del término.
Así pues, la tolerancia es una virtud en la medida en que permite un mal
por un bien mayor, permite un mal para evitar un mal ulterior o forma parte
de la virtud de la paciencia. Dado que lo primero y lo segundo no son objeto
de controversia, se dedicará un breve análisis al tercer caso.
La tolerancia es un tipo imperfecto de paciencia, ya que no ataca la raíz o
el fundamento del problema en cuestión, sino que lo soporta. Ahora bien, si
la paciencia es parte de la fortaleza, y la tolerancia es parte de la paciencia,
entonces, la tolerancia es una virtud subdivisional de la fortaleza. Así explica
Pieper la posición de Santo Tomás con respecto a la fortaleza:
“El recibir la herida no constituye la esencia toda de la fortaleza, sino
solo la mitad exterior de ella. El fuerte no recibe esa herida por su
propia y espontánea voluntad. Si la recibe, es más bien por conservar
o ganar una integridad más esencial y más honda. Lo que constituye la
esencia de la fortaleza no es el exponerse de cualquier forma a
cualquier riesgo, sino solo una entrega de sí mismo que es conforme a
la razón, y con ello, a la verdadera esencia y al verdadero valor de lo
real”14.
14
Josef Pieper, ob. cit, pp. 127. 131-132.
98
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Así pues, la fortaleza se caracteriza por un sacrificio personal que tiene
como objetivo la paz. Aunque la tolerancia participa ciertamente del aspecto
sacrificial de la fortaleza, ya que soportar un mal en aras de algún bien o de
la prevención de un mal mayor es algo que requiere sacrificio, sigue sin
satisfacer el objetivo de la fortaleza. Por ejemplo, tolerar a alguien que cree
en una falsedad para evitar que crea más falsedades supone sacrificar la
verdad en aras de la verdad, es decir, implica una evidente contradicción.
Además, permanece el conflicto de dicho sacrificio. Es precisamente por eso
que la tolerancia es una virtud imperfecta, pues es una paciencia imperfecta.
La tolerancia presupone siempre el conflicto y sin este no tendría sentido.
Por tanto, es metafísicamente insuficiente e innecesaria para la consecución
de la paz.
Conclusión
La posición del santo de Aquino –al menos como Pieper la leyó– según la
cual el amor es, esencialmente, la afirmación de la bondad de la existencia
de la otra persona, se ha presentado, aquí, como una fuente de paz plausible
y apoyada empíricamente. Esta tesis también reitera el rechazo del Aquinate
a las teorías monádicas de la paz que sostienen que esta se consigue solo a
través de un dinamismo exterior (exterius), por ejemplo, estableciendo la paz
sociopolítica luchando por los derechos humanos, y no hacia dentro
(interius), mediante la conquista de la paz con uno mismo cultivando la vida
interior. Por otro lado, se ha planteado que la postura del Aquinate según la
cual solo el amor es causa de la paz es una posición que merece atención
crítica.
99
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
100
Actualidad del Magistro de Tomás de Aquino
César Oswaldo Ibarra
UNAD - Colombia
Introducción
Tomás de Aquino (1225-1274), el gran filósofo y teólogo dominico, no
escribió una obra en la que tratara específicamente el tema de la educación,
como si lo hicieron otros autores como, por ejemplo, San Agustín. Sin
embargo, al comentar a este último, Tomás termina afrontando el tema de la
educación y de paso nos deja sus propias ideas al respecto.
Lo que se busca en este escrito es comprender el contexto en el que se
debate el tema del magisterio en Tomás y las repercusiones que dicho
pensamiento puede tener en la actualidad, especialmente en la trasmisión del
pensamiento filosófico y en la enseñanza de la filosofía medieval en entornos
mediados por la virtualidad como los que estamos usando hace ya tiempo pero
de una manera más intensa a raíz de la dura pandemia, triste enfermedad que
dejó tantas consecuencias pero que, también, nos mostró la validez de la red
como medio en el que se puede enseñar y aprender.
Contexto
Un jovencísimo Tomás (de 17 o 18 años), enfrenta uno de los requisitos de
su formación universitaria, la disputa magisterial, la cual le abría el ingreso al
cuerpo profesoral. Para esto enfrenta en su discurso a una de las mayores
“autoridades” en materias filosóficas y teológicas no solo de la Edad Media
sino de toda la historia: nada más ni nada menos que a San Agustín y para ello
escoge la obra De Magistro del santo de Hipona. Obra en la que, a modo de
diálogo con su hijo Adeodato, Agustín enfrenta temas cruciales en educación:
¿Qué es el aprendizaje? ¿Cómo se aprende? ¿Cuál es el papel del lenguaje en
101
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
este proceso? ¿Cuál es la relación que se da entre maestro y discípulo respecto
a la trasmisión de la ciencia?
Para tal efecto, Tomás echa mano de un género literario en el que será
maestro, el de las cuestiones disputadas, método argumentativo tan propio de
la filosofía y de la teología medievales, en el que, mediante un ejercicio
dialógico entre razones a favor y razones en contra, se termina produciendo
nuevo conocimiento.
En las Cuestiones Disputadas sobre la Verdad, específicamente en la
Cuestión 11 y partiendo del análisis del Magistro de San Agustín, Tomás trata
el tema de la verdad y la posibilidad que tiene el hombre de enseñar y de ser
llamado maestro. Esto ante la contundencia del texto bíblico que prohíbe que
una persona se llame maestro: “Lo que es ustedes, no se dejen llamar Maestro,
porque no tienen más que un Maestro, y todos ustedes son hermanos” (Mt 23,
8), que deja planteada la duda sobre la posibilidad de ser llamado maestro,
pero, aún más todavía, sobre la posibilidad de enseñar y de aprender.
Durante un buen tiempo se consideró que, siendo una obra de su juventud,
no pasaba de ser un simple comentario a la obra de Agustín, pero ante
posiciones divergentes, especialmente relacionados con el platonismo del gran
obispo, se puede ver que la obra del joven Tomás tiene su propia madurez y
que se separa, de manera respetuosa pero total de tal autoridad, dejando su
propia y nueva doctrina al respecto. Efectivamente, Tomás desarrolla sus
propias ideas sobre el magisterio y deja planteadas cuestiones que pueden
tener una repercusión muy importante sobre la educación actual y
especialmente sobre la enseñanza y el aprendizaje de la misma filosofía
medieval en este tiempo nuestro. No se trata de un tema meramente didáctico
o moral, sino que tiene más que ver con la filosofía de la educación dado que
muestra las profundas relaciones que se dan entre el maestro y el alumno en
el ámbito de la educación y el ejercicio de la libertad y de la voluntad en dicho
proceso.
102
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
De Magistro
Como se ha dicho, Tomás enfrenta el problema de la enseñanza y el
aprendizaje en la Cuestión 11 de sus Cuestiones Disputadas sobre la Verdad.
Como es su costumbre, el Aquinate define en el prólogo de la Cuestión, los
temas que va a tratar.
Los cuatro temas por tratar son los siguientes: primero, si el hombre puede
enseñar y ser llamado maestro; segundo, si un hombre puede ser su propio
maestro; tercero, si un ángel puede enseñar a un hombre y cuarto, si la
enseñanza pertenece a la vida activa o a la contemplativa.
De la lectura de la Cuestión 11 y, de acuerdo con los limitados alcances de
esta reflexión, se pueden colegir las siguientes conclusiones:
Ante la limitación de los signos y de las palabras para trasmitir
conocimiento que se puede deducir de Agustín, el texto de Tomás, partiendo
de autoridades bíblicas y de otros textos agustinianos, concluye que el hombre
si puede enseñar, porque Dios, por ejemplo, ha puesto a los discípulos como
predicadores de la verdad para que enseñen a los hombres a encontrar el
camino de la verdad y el mismo Agustín habla de la necesidad que tienen los
hombres de que alguien les enseñe, en el entendido de que no se enseñan a sí
mismos sino que enseñan la verdad de la que hablan:
“¿Acaso pretenden los maestros que se conozcan y retengan sus
pensamientos, y no las materias que piensan enseñar cuando hablan?
Porque ¿quién hay tan neciamente curioso que envíe a su hijo a la
escuela para que aprenda qué piensa el maestro?” (Mag., 14, 45).
Tomás, partiendo de Agustín, pero sin depender de él y tomando su propio
camino, define su propia filosofía de la educación. No es un simple
comentarista, sino que es un filósofo que sienta su propia doctrina.
103
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Puntos de distanciamiento
Para el Aquinate es claro que el texto evangélico (Mt 3, 8), como todos los
textos bíblicos, no puede leerse de una manera cerrada, sino que tiene una
debida interpretación.
“Porque está prohibido llamar así a un hombre maestro, para atribuirle
la primacía del dominio, que pertenece a Dios; como poniendo su
esperanza en la sabiduría de los hombres, y no más en lo que
escuchamos del hombre, consultando la verdad divina, que habla en
nosotros por la impresión de su semejanza, por la cual podemos juzgar
de todas las cosas” (Mag., 11, 1).
Para Tomás, Dios tiene la primacía del dominio y en ese sentido, Él es
por antonomasia el Maestro; pero el hombre, aún en medio de sus
limitaciones, también es maestro, así con minúscula, y así enseña a otros
porque, de otra manera, nadie podría enseñar y nadie podría ser llamado
maestro. Queda, por tanto, delimitado claramente el tema.
Tomás enfrenta directamente el neoplatonismo de Agustín que deja la
capacidad de enseñar y la capacidad de aprender como un atributo del Verbo
divino, con lo que deja muy limitada la capacidad del maestro y del discípulo,
partiendo del antecitado texto evangélico. Si solo Dios es maestro, el hombre
como maestro participaría del magisterio divino y el discípulo recibiría una
forma de participación del magisterio divino. Esta posición se agrava en
Paris por influencia del averroísmo que se pone de moda en la universidad y
que propugna un solo entendimiento agente y en cierta forma, una sola
inteligencia divina, de la que los hombres serían meros partícipes, pero no
actores del proceso de enseñanza y aprendizaje. Esta reducción de la
capacidad de aprender la afronta Tomás desde una posición más aristotélica,
sin olvidar que Dios es la causa principal del saber humano, pero sin quitar a
la inteligencia humana la capacidad de aprender y de enseñar.
104
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Otro punto de divergencia entre Tomás y Agustín está en la forma de
adquirir el conocimiento. Para el africano las verdades se adquieren por una
visión mental del entendimiento, mientras que para el italiano las verdades se
adquieren, más bien, por un proceso deductivo. Mientras que para el primero
hay un solo Maestro (el divino), que se manifiesta en toda alma racional, para
el segundo existen dos maestros: uno principal (Dios) y otro secundario (el
hombre). Tomás piensa que el estudiante posee a medias las nociones (lo que
hay se llama en educación el conocimiento previo), que luego puede desplegar
con la ayuda del maestro y con el hábito de escudriñar las verdades por su
propia cuenta.
“En lo que se enseña, el conocimiento preexistía, no en un acto
completo, sino como en razonamientos seminales, según los cuales las
concepciones universales, cuyo conocimiento nos es dado
naturalmente, son, por así decirlo, semillas de todo lo que sigue” (Mag.,
q. 11, 6).
Otro asunto que podría incluirse en este apartado es que Agustín, desde la
teoría de las reminiscencias de Platón, afirma que lo que el hombre conoce no,
es en últimas, sino un recuerdo. A ese efecto, dice en su De Magistro:
“Razón es muy verdadera y con mucha verdad se dice, que nosotros,
cuando se articulan las palabras, sabemos qué significan o no lo
sabemos: si lo primero, más que aprender, recordamos; y si no lo
sabemos, ni siquiera recordamos, se nos incita a buscar su significado”.
(Mag., 11,36).
El conocimiento, por tanto, sería más recuerdo que asimilación de verdades
a través de los sentidos y de los significados. Queda en duda la capacidad del
hombre de aprender por sí mismo, a no ser que sea como una reminiscencia
que viene a su auxilio porque los significados o lo engañan, o no son
suficientes.
105
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
En un fuerte contraste, Tomás no duda en afirma la capacidad que tiene el
hombre de conocer por sí mismo y a través de los sentidos (expresión clara de
su aristotelismo), las verdades de la realidad por ejemplo cuando afirma:
“A partir de los signos sensibles, recibidos en la potencia sensitiva, el
entendimiento recibe intenciones inteligibles, de las que se vale para
formar conocimiento en sí mismo. Porque lo más parecido a una ciencia
eficaz no son los signos, sino la razón que va de los principios a las
conclusiones, como ya se ha dicho” (Mag., 1, 4).
Queda claro para el Aquinate que, a partir de los signos sensibles, a los que
se llega por vía sensorial, se produce el conocimiento claro de las cosas con
lo que se alcanza lo que él mismo llama, en el párrafo citado, “una ciencia
eficaz”.
Otro punto de distanciamiento entre estos dos grandes autores es el del
concepto de maestro interior y maestro exterior, que ambos manejan, pero
desde orillas distantes. Para el Hiponense, el maestro humano (si es que
hubiese tal), haría sugerencias por medio de los signos, pero el verdadero
Maestro es Jesucristo, que ilumina al hombre con la luz de la verdad. En este
sentido, Agustín pone en boca de su hijo las siguientes palabras: “si hay algo
de verdadero, sólo lo puede enseñar aquel que, cuando exteriormente hablaba,
nos advirtió que Él habita dentro de nosotros” (Mag. 14, 46). Podría deducirse
que el hombre aprende por participación de Aquel que es la ciencia y en este
sentido el papel del maestro humano sería muy pobre.
Para Tomás, las cosas son distintas. Si bien el dicente pudiera aprender
por sí mismo muchas cosas, el papel del maestro humano es fundamental
porque él ya conoce la ciencia, en la que el alumno apenas se está
introduciendo. Se puede ver como el maestro es fuente de conocimiento y por
tanto engendra una cierta causalidad que puede despertar en el alumno el
conocimiento de la verdad. El maestro partirá de lo que ya conoce el
estudiante y éste, a partir de ese conocimiento previo, avanzará en la
construcción del conocimiento.
106
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Puede inferirse que ambos autores coinciden en que la fuente del
conocimiento está, en último término, en Dios que es la fuente de toda verdad.
En lo que difieren es en el papel protagónico de la educación y en el papel del
maestro. Agustín deja algo mal parado al maestro humano, pero Tomás lo
vuelve a levantar.
Actualidad del De Magistro
La lectura y el análisis del De Magistro de Tomás y los contrastes que ya
se han enumerado con el De Magistro de Agustín, dejan en el tintero varios
aspectos que tienen que ver con la educación actual, especialmente en estos
tiempos postpandemia, que dejaron como herencia la educación virtual y el
uso intensivo de las TICs en la enseñanza. En este sentido, se puede hablar
de la actualidad del Magistro de Tomás de Aquino.
En primer lugar, está el tema de los conocimientos previos que han puesto
de moda en nuestro tiempo autores como Ausubel, Vigotsky y los demás
pedagogos constructivistas y que se puede entender como aquellos
conocimientos que el estudiante tiene como aprendizajes o experiencias
anteriores y que sirven de base para el desarrollo del nuevo conocimiento. El
alumno, en este sentido, no sería tabula rasa, sino que tiene un conjunto de
datos previos que se pueden aprovechar para la construcción del nuevo
conocimiento. Sócrates o el mismo San Agustín nos muestran, desde la
mayéutica, como si se indaga en el corazón del estudiante, salen las ideas y
purgándolas de cuanto puedan tener de ambiguo o equívoco, permiten el
florecimiento de ideas nuevas y ciertas. No se puede ocultar cierto platonismo
en el asunto, pero en este caso, se está hablando no de ideas innatas sino de
ideas previas, que se han conseguido en la infancia o en la juventud o en la
vida cotidiana y que ahora permiten consolidar nuevas ideas y nuevos
conocimientos. Tomás nos habla claramente del tema de los conocimientos
previos cuando los llama, como se ha visto en una cita anterior como
“razonamientos seminales”, como “semillas de todo lo que sigue” (Mag., q11,
6). Por tanto, en los procesos de enseñanza y de aprendizaje, debe cuidarse
107
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
claramente el uso de los conocimientos previos como la base insustituible
desde la cual se puede construir el conocimiento.
En segundo lugar, está el tema del autoaprendizaje, lo que se llama hoy el
aprendizaje autónomo y que parte de la idea de que, teniendo las
mediaciones adecuadas, el estudiante puede aprender por sí mismo aquellos
conocimientos que debe adquirir. Esto es particularmente importante cuando
se hace el aprendizaje (porque en este caso ya no se puede hablar de
enseñanza), de manera virtual y con una mínima intervención del docente,
reducido en este caso, a un tutor que acompaña y que se asegura de que los
conocimientos se estén construyendo adecuadamente, pero de una manera
discreta ya que el protagonismo del proceso de aprendizaje es del aprendiente.
Tomás insinúa de una manera muy clara este aspecto en el artículo segundo
de la Cuestión 11, en la que desarrolla el tema de si un hombre puede ser
llamado “su propio maestro”. Dada la importancia de este aspecto, se hace un
desarrollo de este a continuación.
Tomás, ante la cuestión de si un hombre puede ser llamado su propio
maestro diferencia, de una manera muy clara lo que él llama la causa principal
y la causa instrumental. En el aprendizaje, la causa instrumental es el maestro
que enseña mientas que la causa principal es el estudiante que aprende. En
este sentido, el que oyendo aprende, podría ser llamado maestro de sí mismo,
tal como lo afirma el Aquinate, cuando dice:
“Luego el entendimiento activo enseña más que el hombre exterior. Si,
pues, por la expresión exterior, el que habla exteriormente es llamado
maestro del que oye; mucho más, a causa de la luz del entendimiento
del agente, el que oye debe llamarse maestro de sí mismo” (Mag., q 11,
2, 1).
Actualmente un estudiante, con todas las herramientas tecnológicas con
que cuenta, puede enfrentar el aprendizaje por su propia cuenta, de manera
autónoma y puede convertirse como dice Tomás en “maestro de sí mismo”,
aunque siempre con una asistencia del docente, convertido en tutor. Como
108
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
puede verse el tema del autoaprendizaje no es algo totalmente nuevo, a lo que
se haya llegado con el desarrollo de la educación a distancia o de la educación
con mediaciones tecnológicas sino, que ya estaba claramente definido en el
hijo de los condes de Aquino hace casi 800 años, aunque él se aparte un poco
del concepto moderno. Esto lleva a pensar que no se ha valorado justamente
cuando se estudia la historia de la educación, el papel de Tomás de Aquino en
la misma y la forma clarividente en que deja sentada una doctrina sobre la
forma no solo de enseñar sino, también la forma de aprender.
De modo análogo, el autor muestra como más perfecto el conocimiento
que se hace por descubrimiento que el que se recibe de otro, pero con un matiz
fundamental: se pueden aprender algunas cosas, pero no se puede aprehender
la totalidad del conocimiento. Acostumbrado a una educación en la que el
magíster era el centro del proceso enseñanza-aprendizaje, Tomás se da cuenta
del valor que tiene el que el estudiante se convierta en aprendiente y que
descubra, por sí mismo, aquellas cosas que requiere para llegar al perfecto
conocimiento de la verdad sin dejar a un lado la labor del maestro. Así es
como actualmente el maestro se ve más como tutor que como maestro, como
causa instrumental, mientras que el estudiante que aprende por sí mismo es
ahora la causa principal y es maestro de sí mismo.
Usando el símil del médico, que puede curarse a sí mismo, afirma
claramente que uno puede aprender por sí mismo. Concluye el de Aquino,
diciendo: “es necesario llamar maestro a quien adquiere conocimiento por sí
mismo” (Mag., 11, 2, 5).
Sin embargo y esto debe quedar muy claro el ser maestro de sí mismo no
puede tomarse como que el estudiante se convierta en un autodidacta y que el
maestro desaparezca. El papel del maestro, que tiene claridad disciplinar y
pedagógica será más discreto, pero nunca sustituible por un autoconocimiento,
el maestro puede y debe convertirse en tutor para dejar el papel protagónico
del proceso de aprendizaje al aprendiente, pero no puede desaparecer del todo.
Hoy, más por razones económicas que pedagógicas se busca diluir el papel
del maestro en las universidades cuando se habla, por ejemplo, de aulas
109
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
híbridas, en las que el docente se reduce a ser el que arma el curso, como
podría hacerlo un ingeniero o un tecnólogo, dejando todo el proceso de
aprendizaje en manos del estudiante. Cabe afirmar al respecto el papel
fundamental, aunque no protagónico, del maestro.
Tomás tiene claro esto, cuando afirma: “nadie es su propio padre o amo.
Por eso nadie puede ser llamado su propio maestro” (Mag., q11, 2, 2).
Igualmente afirma que, si bien el conocimiento por invención es conveniente
y necesario, nunca será tan perfecto como el que se conoce con el maestro,
que posee la ciencia.
Se dirá para conciliar las cosas, que en la educación actual será necesario
encontrar un punto de equilibrio entre la acción pedagógica del enseñante y la
del aprendiente, entendiendo que el maestro es más un tutor que un magíster
y que el proceso de enseñanza y aprendizaje debe transitar hacia un modelo
de aprendizaje con una intervención discreta pero segura del docente.
Conclusión
A 800 años del nacimiento del Príncipe de los Filósofos Católicos, los
temas de la Cuestión 11 de las Quaestiones disputatae de veritate, muestran
la actualidad del pensamiento de Tomás en relación con la educación,
especialmente en estos tiempos en que, después de la pandemia, se ha
fortalecido el aprendizaje de la filosofía y de todas las otras ciencias con
mediaciones virtuales, haciendo que el papel del aprendiente adquiera un
mayor protagonismo, mientras que el enseñante va haciendo el tránsito de
convertirse en tutor, cambio que implica un giro copernicano en relación el
papel del magíster de la Edad Media y de todos los tiempos que han pasado.
Separándose un tanto de Agustín y de su Magistro, Tomás en el suyo sienta
las bases de su filosofía de la educación, apartándose del platonismo del
primero en el sentido de rescatar la capacidad docente del hombre sin dejar a
110
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
un lado el papel fundamental de Dios como fuente y trasmisor de la verdad y
del conocimiento.
Conceptos aparentemente nuevos y de boga en la pedagogía actual como los
de los conocimientos previos y el del autoaprendizaje son tratados por Tomás
de Aquino, con mucha propiedad y aunque insiste en el papel fundamental del
maestro en la educación, deja abierta la puerta con algunos conceptos muy
interesantes sobre el papel del estudiante como protagonista del proceso de
enseñanza y de aprendizaje.
En la actualidad se está trabajando muy fuertemente, sobre todo desde la
irrupción de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, en
el aprendizaje autónomo, en la importancia de los conocimientos previos y en
la educación como un proceso constructivista. El diálogo con el De Magistro
de Agustín y, particularmente, con el De Magistro de Tomás, muestra como
no se ha valorado de manera profunda y adecuada la doctrina tomasina en la
historia de la pedagogía ni en la filosofía de la educación.
111
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
112
MESAS TEMÁTICAS
MESA
HISTORIA DE LA CIENCIA
Coordinación
Celina A. Lértora Mendoza
Notas sobre las fuentes del conocimiento farmacológico
de Maimónides (1138-1204)
Jaime E. Bortz
UBA, Argentina
Sobre el Glosario del Nombre de los Medicamentos
El Glosario del Nombre de los Medicamentos es un glosario alfabético de
sinónimos de drogas medicinales compuesto por Maimónides (en adelante:
MM) a fines del siglo XII. MM definió su objetivo indicando que no se
proponía describir ni discutir remedios simples sino explicar algunos de sus
nombres, es decir, indicar sus sinónimos. Por esta razón excluyó de su lista
medicamentos conocidos que tenían un solo nombre. Este libro es
representativo de un tipo de trabajo que era muy común en el mundo árabe
medieval, en particular en el Maghreb, en el oeste de este mundo. De hecho,
MM mismo menciona cinco trabajos escritos por autores andalusíes en los
que se inspiró, cuatro de ellos musulmanes y uno judío: el Libro de las
Drogas Simples de de Ibn Wafid, la Explicación de las Drogas de Ibn
Gulgul, la Colección de Drogas Simples de Ibn Gulgul, la Colección de
Drogas Simples de Ahmad al-Gafiqi, el Libro de Drogas Simples de Ibn
Samagun y el Talhis de Abu-l-Walid (Iona) Ibn Ganah.
En general, el trabajo de MM muestra una inspiración occidental. La
frase “por nosotros en Maghreb” se repite continuamente, indicando una
cierta afiliación intelectual con la cultura maghrebí. Al mismo tiempo, la
mención frecuente a los habitantes de Egipto nos indica que el texto fue
redactado en Egipto, al igual que sus restantes obras médicas.
El Glosario está compuesto de 405 artículos de longitud dispar; algunos
contienen sólo pocas palabras, otros ocupan 15 líneas, otros una página
completa del manuscrito. MM, en general, proporciona el nombre más
117
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
conocido del medicamento como título para un artículo y luego lo continúa
con los sinónimos en árabe, griego antiguo, siríaco, persa, bereber y español.
Esta última lengua es llamada ’agamiyyat al-Andalus, “el idioma extranjero
de Andalucía”; es el dialecto andaluz del antiguo castellano, derivado
directamente del latín. El trabajo de autores médicos andalusíes ha
contribuido al conocimiento de este idioma, del cual se conocen escasos
documentos. Los 405 artículos contienen un total de aproximadamente 2000
nombres.
Como consta en su introducción, MM también agregó varios términos de
uso popular (‘anima) en Maghreb y en Egipto. Como consecuencia de ello,
MM frecuentemente vocaliza estas palabras de acuerdo con la pronunciación
popular, apartándose de la vocalización clásica de los grandes diccionarios
árabes.
En algunos artículos MM nos provee de explicaciones útiles de diferentes
medicamentos que tienen el mismo nombre, o de diferentes especies de la
misma droga. Sus comentarios enriquecen a los diccionarios similares del
mundo árabe. Los nombres de las drogas en escritos árabes son en general
dados en árabe y en griego, siríaco, persa arabizado. Los autores hispanoárabes habían hecho constar los nombres en bereber y en castellano antiguo;
MM copió los nombres de sus predecesores en forma bastante exacta. Las
alteraciones en los nombres son atribuibles a los copistas. Para el árabe, su
lengua nativa, y para el siríaco o neoarameo, un idioma muy parecido al
hebreo, no tuvo dificultad alguna, y sus transcripciones son en gran medida
correctas. Por el contrario, MM no estaba familiarizado con el griego y el
persa, y ocasionalmente confunde los dos idiomas, o escribe sus formas
arabizadas en forma incorrecta. Así, escribió nabtafilun en lugar de
bantafilun (pentaphyllon), e insertó este artículo bajo la letra nun en lugar de
la ba’. Lo mismo les sucedió a varios autores árabes que cometieron el
mismo error debido a su falta de conocimiento del griego.
Es llamativo que MM, en su Glosario, no menciona siquiera un nombre
de medicamento en hebreo, lo que es más sorprendente dado que conocía el
118
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
nombre de los remedios simples en dicho idioma. Immanuel Löw, en un
trabajo fundamental, hace notar que el Antiguo Testamento contiene 117
nombres de plantas, mientras que la Mishná contiene 320. Löw también
halló muchos de esos nombres en el Mishné Torá, la codificación de leyes
bíblicas y talmúdicas hecha por MM, y el único libro que éste escribió en
hebreo. Muchos de estos nombres también fueron explicados por MM en su
libro El Luminar (As-Sirag), un comentario de la Mishná hecho en árabe. De
manera que MM sabía perfectamente el nombre de muchas de estas plantas y
medicamentos en hebreo, y aún a pesar de ello no incluyó sinónimos en
hebreo. Las razones son desconocidas. Quizás se debe al hecho que el
Glosario fue escrito para alumnos –o una audiencia– mayoritariamente
compuesta por no-judíos. Sus otros escritos médicos carecen asimismo de
palabras en hebreo, posiblemente por la misma razón. Quizás, sostuvo
Meyerhof, los nombres en árabes de los medicamentos eran más conocidos
para los médicos judíos de El Cairo y el Maghreb que los nombres hebreos.
Con relación a los sinónimos árabes, MM aporta en su Glosario los mismos
nombres que utiliza en sus otros escritos médicos.
De acuerdo a Max Meyerhof, el Glosario del Nombre de los
Medicamentos de MM era conocido sólo por Ibn Abi Usaybi’a, quien los
menciona en Fuentes de Información sobre las Clases de los Médicos.
Meyerhof creía que era un libro apócrifo hasta que en 1932 fue informado
por Helmut Ritter, en Istanbul, que este texto estaba en el manuscrito árabe
3711 en la Biblioteca Aya Sofía. El manuscrito es valioso porque fue escrito
por el farmacólogo y botánico árabe Diya’ ad-Din ‘Abdallah, mejor
conocido como Ibn al-Baytar, el autor de un importante tratado sobre los
simples. Se sabe que la copia del Glosario fue hecha por al-Baytar porque
está certificada en la cubierta del manuscrito de Istanbul por su alumno, Ibn
as-Sawaydi, un médico del siglo XIII, y por Khalil ibn Aybak as-Safadi,
erudito e historiador del siglo XIV, que fueron algunos de los propietarios de
este precioso manuscrito. Meyerhof supone que Ibn al-Baytar copió este
tratado tempranamente al llegar a Egipto y no a partir de la copia del autor,
ya que no sólo comete errores en el copiado, sino que dejó errores de los
copistas previos sin corregir. Los nombres están frecuentemente mutilados
119
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
por los copistas, pero Meyerhof pudo reconstruirlos utilizando el glosario de
Simonet. Para reconstruir los nombres bereberes mutilados, Meyerhof utilizó
el glosario de materia médica marroquí de Renaud y Colin.
Manuscritos y ediciones previas
Este trabajo fue descubierto por Max Meyerhof, un oftalmólogo egipcio,
en la Biblioteca Aya Sofia de Istanbul, Turquía, como manuscrito árabe
3711. Meyerhof editó el original árabe con una traducción al francés y
comentario, la que se publicó en 1940. Para el presente trabajo hemos
tomado la edición en inglés de Fred Rosner, la que incluye una traducción al
inglés del trabajo de Meyerhof y los comentarios de este último al texto. Las
palabras entre paréntesis son las de Meyerhof; las palabras entre corchetes
representan las adiciones de Rosner para ayudar a aclarar el texto.
Hay sólo dos versiones publicadas del Glosario del Nombre de los
Medicamentos. Una es la que editó Meyerhof en 1940 con el título Sarh
Asma’ Al ‘Uqqar, en el original árabe acompañado de una traducción y un
comentario en francés. La intención original de Meyerhof fue publicar el
libro en 1935, año que fue celebrado como el 800 aniversario del natalicio de
MM. Sin embargo, las dificultades textuales fueron de tal magnitud que
Meyerhof se vio obligado a consultar numerosos trabajos en diferentes
bibliotecas extranjeras, a lo que hay que sumar su actividad en la práctica
médica. Así, le tomó un espacio de cinco años completar su versión en árabe
y francés. Durante dicho período publicó varios artículos breves
relacionados con este trabajo.
La otra versión del Glosario es la edición de Süssman Muntner publicada
en 1959 por Mossad Harav Kook en Jerusalén bajo el título Beyur Shaymot
Harefuot, la que fue reimpresa en 1987. Muntner había comentado con
anterioridad el trabajo de Meyerhof en un artículo en Harefuah. En 1989, un
libro titulado Tzimchei Hamarpeh Shel Harambam, cuyo autor era Nissim
Krispil, fue publicado en Israel. Este libro describe algunas de las plantas
citadas por MM en su glosario.
120
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Rosner publicó en 1979 una traducción al inglés basada en la edición
bilingüe árabe-francés de Meyerhof. El libro se agotó rápidamente. Rosner
preparó una nueva versión que se publicó en 1995 en la que incluyó una
completa bibliografía preparada por Dienstag y en el que puso cuidado en
los puntos diacríticos y la vocalización de los nombres árabes de
medicamentos y plantas auxiliado por el arabista Dr. Joseph Dana. Es ésta la
edición sobre la cual se ha basado principalmente este trabajo.
Indicios acerca de su formación médica
¿Cuáles son los párrafos donde MM da indicios de sus fuentes
bibliográficas para el conocimiento farmacológico? Son los siguientes:
El Libro de las Explicaciones de las Drogas, compuesto por el maestro y
líder Abu Imran Musa ibn Abdallah el Israelita, el Maghrebí. Él dice: mi
objetivo en este trabajo es la explicación de los nombres de las drogas
simples que existen en nuestro tiempo, que nos son conocidas, que se usan
en el arte de la medicina y que encontramos en los libros médicos ... En
forma similar, no mencionaré un remedio conocido y establecido como (por
ejemplo) el higo, la uva u otras frutas similares sólo porque sus nombres
griegos sean mencionados en los libros que nos han sido transmitidos, ya que
sus redactores los han mencionado y explicado.
La primera palabra a partir de la cual introduzco una serie de nombres de
un remedio es la que es más común pero menos conocida entre los
profesionales, porque el nombre extranjero de muchos remedios es más
conocido y es más recordado por los médicos que su nombre en árabe. Para
la explicación de estos nombres me basé en el libro de Ibn Gulgul con
respecto a las interpretaciones de la droga; en el libro de Abu'l-Walid ibn
Ganah; en la colección compuesta en español por un autor más reciente
llamado al-Ghafiqui; y en los escritos de Ibn Wafid e Ibn Samagun. A ello
agregué todo lo que es valioso entre los habitantes de Maghreb que no haya
sido puesto en duda por las autoridades médicas. Doy preferencia a la
121
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
interpretación que me parece la más aceptada en Maghreb. En los casos de
discrepancia de opiniones, cito la idea preponderante.
Nos preguntamos ahora si es posible identificar a estos autores, y nos
encontramos con lo siguiente.
“Ibn Gulgul” o “Ibn Golgol” fue un médico nacido en Córdoba en 943 o
en 944. Falleció en 994. A los quince años se consagró al estudio de la
medicina, llegando a ser médico personal del califa Hisam II. Entre sus obras
destaca una historia de la medicina titulada Ta’rij al-attiba, una de las más
antiguas recopilaciones de biografías médicas. Es trasliterado también como
“Ibn Djul-djul”. Escribió dos obras que fueron fuente de Maimónides:
Explicación de los nombres de los medicamentos simples tomados del ‘Libro
de Dioscórides’ y Tratado que menciona los medicamentos que no cita
Dioscórides en su libro y que se emplean en el arte de la Medicina y que son
útiles y aquellos que no son utilizados para que no queden en el olvido. Su
obra fue publicada en edición crítica en 1955.
Un médico hebreo español, Hasdai ibn Shaprut, fue ministro del califa
Abd al Rahman III de Córdoba. Este recibió del emperador Constantino VII
Porfirogeneto de Bizancio un precioso manuscrito griego de la Materia
Médica de Discórides con maravillosas ilustraciones en el año 948. Como
nadie en Córdoba conocía el griego en aquella época lo suficiente el
emperador envió al monje Nicolò para que, junto con Hasdai, pudiera
realizar una traducción del griego al árabe sirviéndose de la antigua
traducción de Dioscórides debida a Hunain y con el auxilio de algunos
médicos y boticarios musulmanes. Así fueron traducidos todos los nombres
de las plantas y los medicamentos al árabe. Ibn Gulgul cuenta los detalles de
esta historia y añade veinte años más tarde algunas notas y correcciones
importantes a esta traducción. El libro resultante tuvo una influencia
extraordinaria sobre los estudios farmacológicos de la España musulmana.
Abu'l-Walid ibn Ganah fue un judío lucentino, nacido entre 985 y 990 y
fallecido c. 1040, escribió un libro que no se ha conservado. Se conoce el
122
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
texto por referencias del historiador Ibn Abi Usaybia y los autores médicos
árabes al-Baytar e Ibn As Suwaidi.
“Al-Ghafiqui” es Abu Ya’far Ahmad b. Muhammad al-Gafiqui. Nació en
Córdoba a mediados del siglo XII. Es conocido principalmente por su Kitab
al-adwiya al-mufrada (Libro de los medicamentos simples) en donde las
plantas, cuyos nombres aparecen en árabe, en latín y en beréber, son
descriptas minuciosamente. Su obra no nos ha llegado completa, pero
numerosos pasajes aparecen citados textualmente por algunos autores,
especialmente por el malagueño Iban al-Baytar.
Ibn Wafid fue un autor toledano, nacido en 1008 y fallecido en 1074,
autor de obras médico-farmacológicas. Escribió el Libro de los Simples. Su
nombre latinizado es Aben-Guefit. Su nombre completo en árabe, Abd ArRahman Ibn Muhammad Ibn Wafid Al Alhmi. Su libro de medicamentos
nunca fue publicado pero se conserva como manuscrito en la biblioteca de El
Escorial de España.
Ibn Samagun fue un médico y farmacólogo cordobés, del que no tenemos
otras noticias biográficas que las que nos ofrece Ibn Abi Usaybia. Murió
probablemente a comienzos del siglo XI, quizás en 1001. Aparece también
trasliterado como Ibn Samadjun. Fue médico de Almanzor y escribió una
Recopilación de medicamentos simples.
Palabras finales
Con esta ponencia pretendimos poner énfasis en un texto relativamente
poco conocido de MM que condensa sus conocimientos de farmacología
mediante la redacción de una enciclopedia de medicamentos con la
sinonimia de los mismos en diferentes idiomas. Su mundo estaba unificado
por el Islam y la lengua árabe como lingua franca, pero los médicos que lo
habitaban – y que mantenían una actividad médica con frecuencia itinerante
- tropezaban con dificultades para armonizar los nombres de los
medicamentos utilizados debido al uso de nombres locales de los mismos.
123
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Su objetivo fue solucionar este problema organizando los nombre de los
medicamentos de tal forma que fuera más sencillo buscarlos o solicitarlos en
las diferentes geografías que usaban el árabe como lengua común.
Asimismo la mención de las fuentes bibliográficas de las cuales abrevó
nos permite trazar los caminos de circulación del conocimiento
farmacológico en el dar-al-islam poniendo de relieve quiénes eran los
autores más conocidos, apreciados y citados. En este sentido, el Glosario del
Nombre de los Medicamentos constituye una fuente inapreciable de
conocimiento sobre el desarrollo de la medicina medieval de habla árabe.
124
Un proyecto de regla monástica femenina en el siglo XII.
Análisis médico y social de la carta sexta de Eloísa a Abelardo
Abel Luis Agüero
UBA, Argentina
Introducción
Las mujeres son la encarnación del pecado. Fue por culpa de Eva que Adán
desobedeciera al Señor y ambos fueran expulsados del edén. Por esa causa es
que Cristo debió encarnarse y morir en sacrificio para nuestra redención. Sus
encantos hacen que el hombre caiga en sus redes y haga cosas indebidas para
conquistarlas.
Éstas y otras ideas similares fueron las predominantes cuando en la primera
mitad del siglo XII se desarrollaron las vidas de Pierre Abelardo (1072-1142)
y Eloísa (circa 1092-1164), hija ilegítima del senescal Gilbert de Garlande y
una dama de la alta aristocracia. Habrá que esperar a una generación posterior
para que las ideas de la langue d’oc, surgidas en el sur de la actual Francia,
pudieran filtrarse hacia el norte y, traducidas a la primitiva lengua francesa,
aliviaran en parte la sujeción femenina a una sociedad patriarcal.
Apoyados en las autoridades paganas y reforzadas por la fe de Cristo, el
silencio y la obediencia serían dos virtudes femeninas altamente valoradas. En
la voz de San Pablo surgía esta advertencia bíblica: “…las mujeres cállense
en las asambleas, porque no les toca a ellas hablar si no sujetas como dice la
ley”…1.
1
1Corintios.14, 34-35. Citado por María Milagros Rivera Garretas, Textos y espacios
de mujeres: Europa siglos IV al XV. Barcelona, Icaria, 1995, p.. 34.
125
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Así pues, la infortunada pareja vivió en una época en la que la sociedad
regida por costumbres patriarcales sostuvo, como en toda la Edad Media, una
misoginia absoluta.
En cuanto a las mujeres, las poquísimas que poseían alguna ilustración
verían con recelo o temor colocar alguno de sus pensamientos por escrito. Es
más, las pocas que se atrevieron a hacerlo recurrían antes que nada a disculpar
la osadía de que siendo mujeres se atrevieran a expresar ideas por escrito.
Valga como ejemplo las citas del siglo X de Rosvita de Gandersheim y de
Cristine de Pizan en el siglo XV para ver lo extendida de esa costumbre.
Dice Rosvita en la Carta a ciertos sabios favorecedores de este libro:
“…óptimamente nutridos y consumados como sois en la perfección del
conocimiento, considerasteis digna de vuestra admiración mi obrita de
mujercilla despreciable…al juzgar darse en mí un cierto conocimiento
de las artes, aún cuando la sutilidad de éstas en gran medida depase mi
mujeril talento…”2 .
Cinco siglos después Cristine de Pizan describe las dificultades de las
mujeres de su tiempo con estas palabras:
“Filósofos, poetas, moralistas todos…parecen hablar con la misma voz
todos, para llegar a la conclusión de que la mujer, mala por esencia y
naturaleza siempre se inclina al vicio”3.
Si bien es cierto que Cristine de Pizan al idear una ciudad solamente de
mujeres, emprendió por fin una defensa de su sexo.
2
Hrostvita de Ganresheim. Los seis dramas, Luis Astey, traducción. introducción y
notas, México, Fondo de Cultura Económica, 1990, p. 631.
3
Cristine de Pizan, La ciudad de las damas, Traducción, introducción y notas de
María-José Marchand, Madrid, Siruela, 2000, p. 64.
126
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
En la citada obra de Rivera Garretas se aventura una hipótesis acerca de
que las supuestas excusas sobre la necedad femenina que ponían las autoras,
era un conjuro o un rito de paso, tan común en la Edad Media entre los
caballeros en sus actividades. Literariamente se podría (si se acepta la
hipótesis) asimilar ese acto de humildad con, por ejemplo, lo que aparece en
las posteriores novelas de caballería donde el héroe antes que la aventura
aparezca cruza un curso de agua como conjuro de purificación. Ejemplos de
ello se encuentran en el Curial y Güelfa, Amadís de Gaula, Palmerín y otros.4
Paradójicamente en la carta seis de Eloísa no aparece la habitual disculpa por
escribir. Es de suponer que ello ocurre por ser una correspondencia privada
con quien había sido su marido, quien además conocía de sobra su capacidad
intelectual.
La sexta carta
Aparentemente la correspondencia entre Abelardo y Eloísa comienza en el
año 1132 y las ideas y pedidos de una regla para las mujeres toma forma entre
los años 1136 y 1139. En realidad, la intención de la carta sexta de Eloísa es
la de pedir a Abelardo que les envíe un modelo de regla femenina para
aplicarlo en el Paracleto.
Comienza entonces con una introducción de orden personal en la cual
explicita su dolor sin mencionar la causa (ser monja y abadesa a su pesar) y
escribir a quien es un amor prohibido. Pero superando ese pesar pasa
prontamente a la causa de la epístola expresando:
“Y así, todas nosotras, siervas de Cristo y en Cristo hijas tuyas. hoy te
pedimos suplicantes a tu paternidad dos cosas que consideramos
sobremanera necesarias. La primera es que te dignes a instruirnos
acerca del comienzo de nuestra orden religiosa y sobre la legitimidad
de nuestra profesión. La segunda es para establecer nuestras reglas, es
4
Marcelino Menéndez y Pelayo, Orígenes de la novela, Buenos Aires, EMECÉ, sin
fecha de edición, Tomo 1, p. 303 y ss.
127
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
que envíes por escrito aquello que sea propio de las mujeres, que
describas por entero los hábitos y costumbres de nuestra confesión”5.
Continúa el pedido enumerando la lista de necesidades espirituales,
sociales y materiales que necesitaba la comunidad. Como ya fue aclarado en
el resumen, el presente artículo solamente se ocupará de las dos últimas, pues
el autor es médico y no teólogo.
El texto de Eloísa es algo desordenado en los temas que solicita por lo cual
se ha preferido no seguir la redacción del mismo si no dividir el estudio en los
centros de interés que se enuncian a continuación:
1. La ropa de las monjas,
2. Su trato con los posibles huéspedes,
3. El trabajo de las religiosas,
4. Las comidas,
5. La higiene,
6. Misceláneas.
La ropa de las monjas. Es éste el primer tema que trata la carta de Eloísa.
La regla original de San Benito regula el tema en su capítulo XXVI6 cuando
dice respecto a la ropa de cama que debe ser la adecuada a criterio del abad, y
el capítulo LV está dedicado a la ropa y el calzado. En éste último se indica
que el abad distribuirá ropa abrigada o no según el clima de la región. Estos
vestidos serán para cada uno dos cogollas, dos túnicas, un escapulario, medias
zapatos y ropa interior. Todo ello comprado en la región y lo más barato
posible.
5
Cartas de Abelardo y Eloísa, Natalia Jakubecki y Marcela Borelli, estudio
preliminar, introducción y notas. Buenos Aires, La parte maldita. 2013, p. 165. En
adelante citadas como Cartas.
6
En adelante todas las citas acerca de la regla benedictina serán tomadas de https
momasteriohuerta.org/regla-san-benito/. Consultado el 9 de mayo de 2024.
128
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
El comentario de Eloísa dice que las ropas compradas según la regla no
son adecuadas a las mujeres y se pregunta cómo usar calzoncillos de ropa de
lana ajustada cuando es un inconveniente por el flujo menstrual femenino.
Una observación adicional surge más adelante. Hablando del
cumplimiento de las normas menciona que los canónigos regulares, regidos
por la regla agustiniana se les permite comer carne y usar ropas de lino, y se
pregunta: “Si nuestra debilidad puede equipararse con su virtud, ¿acaso podría
equipararse como poco?”7.
No en mucho más abunda este comentario que aparentemente no era uno
de los temas principales de la petición.
El trato con los posibles huéspedes. La recepción de extraños en un
cenobio femenino es en sí un tema delicado, máxime cuando no estaba
prevista más que en una regla para varones. El capítulo de la regla dedicado a
ello es el cincuenta y tres que estipula que los huéspedes serían recibidos con
honor en nombre de Cristo, y que comerían presidiendo la mesa junto al abad,
luego de haberles lavado las manos y los pies.
Estas condiciones hacían que Eloísa tuviera serias dudas expresadas como:
“¿Es que acaso conviene a nuestros votos que la abadesa coma junto a aquellos
que asila?”8.
Refuerza esta idea la duda de si es conveniente recibir a huéspedes
masculinos porque: “…la convivencia de los hombres y mujeres conduce a la
ruina de las almas. Sobre todo, en las comidas, donde somos dominados por
la ebriedad y el exceso, y por el vino…”9.
7
Cartas cit., p. 173.
Cartas cit., p. 165. En adelante todas las citas de la carta de Eloísa serán tomadas
de Cartas de Abelardo y Eloísa. Natalia Jakubecki y Alejandra Borelli, estudio
preliminar, introducción y notas. Buenos Aires, La parte maldita. 2013,
9
Cartas cit., p.165.
8
129
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Pero al mismo tiempo lamente que: “¿acaso no se verá con irritación que
ofendemos a los hombres de cuyos beneficios están tan necesitados los
monasterios del sexo débil…?”10.
Esta duda y al mismo tiempo el temor a las represalias está no solamente
expresadas por el juicio de la abadesa si no que las fundamenta con citas de
autoridades cristianas como San Jerónimo o paganas como Ovidio y su Arte
de Amar.
Pero no solamente en los varones ve la precavida Eloísa una oportunidad
de pecado. La regla de San Benito prescribía que los monjes jóvenes no debían
dormir en lechos contiguos si no separados por la cama de un monje anciano.
Para Eloísa también la debilidad de la carne es un problema que achaca más
bien a la oportunidad de visitas de mujeres que viven en el mundo. Manifiesta
a Abelardo:
“Y aún si sólo se admitieran mujeres a las que se les brindara
hospitalidad ¿no hay en ello algún peligro latente? Ciertamente, para
seducir a una mujer, nada hay más propicio que el mismo atractivo
femenino”11.
A eso se debe que el mismo San Jerónimo, agrega ella con una cita,
aconseja a las mujeres virtuosas no tratar con las que no lo fueran.
Así pues, aunque deja a criterio de Abelardo el problema del hospedaje, es
de suponer que Eloísa es contraria a darlo.
El trabajo de las religiosas. El problema del trabajo es uno de los puntos
en que más énfasis se pone en la carta. El ora et labora, pilar de la regla
monástica de San Benito, se trata en el capítulo XVIII. En él el trabajo se
considera de dos formas: trabajo manual y lectura espiritual. Las horas que se
10
11
Cartas cit., p. 167.
Cartas cit., p. 166.
130
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
dedican a cada uno están perfectamente regladas además de la subordinación
que tienen respecto del servicio religioso. Tratándose de monjes varones, las
tareas son más bien rurales y acordes a la edad y fuerza de cada uno.
La imposibilidad de que sólo monjas hicieran lo mismo es puesta de
manifiesto por la abadesa. Aunque no lo mencione en la misiva, es evidente
que Eloísa desecha la solución de Cluny. Ya se ha visto las reservas que
expuso a la presencia masculina en el cenobio, iguales o mayores peligros se
enfrentarían si entraran al mismo siervo para el trabajo. Pero si las fuerzas de
las mujeres son escasas, el problema subsiste:
“¿Dónde se ha visto (escribe) a los conventos femeninos cosechando o
teniendo por costumbre las labores del campo?... ¿Quién hay que no
vea que se aleja de la prudencia y de la razón si, imponiendo una carga
no es considerada la salud de aquél a quien le será impuesta, para
asegurarse que la actividad sea proporcional a las fuerzas dadas por la
naturaleza humana?”12.
Basada nuevamente en San Jerónimo y en San Gregorio reclama que las
concesiones que la Regla hace respecto del trabajo de los niños y los viejos
sean extendidas a las mujeres. Basada en eso sostiene que el ejercicio de la
abstinencia del mundo y la continencia de los deseos carnales bastarían para
equiparar a las congregaciones femeninas con las masculinas. Incluso, es más,
opina que el mundo secular debería ser tan observante como el monasteril en
todos los aspectos, salvo en la licencia de poder contraer matrimonio.
Fundamenta estas ideas con citas del libro De la continencia de San Agustín
y de la Epístola a los Romanos.
En casos excepcionales Eloísa admite:
12
Cartas cit., pp. 167-168.
131
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
“Esto no es dicho para que rechacemos el trabajo corporal cuando la
necesidad lo exige, pero no consideramos gran cosa lo que sirve al
cuerpo estorba la celebración de los oficios divinos”13.
Resulta llamativo que, en esta defensa para conseguir labores manuales
apropiadas, Eloísa no proponga ninguna. Ello hace suponer que para la
abadesa lo importante en las tareas monásticas podrían ser los servicios
religiosos y las meditaciones espirituales sobre lo manual.
Las comidas. Siguiendo a Humberto Eco,14la Europa medioeval hasta el
siglo X fue una tierra de hambre y miseria, y en esa época se escribió la regla
de San Benito. Posteriormente, la sedimentación paulatina del orden social, la
mejora del clima, y ciertos inventos permitieron un alivio de la población y un
aumento demográfico que elevó con los años la cantidad de habitantes hasta
aproximarse a los de la época romana.
A la hambruna crónica que debilitó y disminuyó a la población siguió
entonces un cierto bienestar. En el caso especial de la agricultura una serie de
medidas pudieron penetrar en el ámbito rural. El primer paso lo dieron los
aperos del caballo de tiro. En la antigüedad el caballo de tiro se enjaezaba con
un yugo en el cuello que no le permitía rendir, pues al tirar se estrangulaba. El
invento de un collar rígido apoyado en las paletas del equino permitió mejorar
su rendimiento.15Además la invención del arado de metal, con ruedas, reja
inclinada y vertedera para tapar el surco sembrado. mejoraron las cosechas en
los terrenos con buena capa de tierra. Y si a ello se le agrega el difundido
cultivo de legumbres que aportaban proteínas a una dieta carente de carne,16se
13
Cartas, cit., p. 188.
Humberto Eco (cord.) La Edad Media. Tomo 1. Introducción a la Edad Media.
México, Fondo de Cultura Económica, 2015, pp. 14-15.
15
Para este caso y los inventos que se mencionarán cf. Marc Bloch, Les inventions
médiévales, Oxford. Oxford University Press, 2017, passim; Humberto Eco, Ob. cit.
Págs. 15-16.
16
Id., ob. cit. Pág. 15.
14
132
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
puede pasar a una mejora alimentaria, pero sin olvidar el recuerdo de la
hambruna.
En la regla benedictina las comidas están previstas en el capítulo XXXIX.
Según lo prescrito se servirían dos platos por comensal, para que los que se
conformen con uno puedan dejar el otro para los que apetezcan más. La carne
de cuadrúpedos estaba prohibida, pero “si se consiguen” puede haber frutas o
legumbres. El pan se calcula en una libra diaria por monje, y estas medidas
pueden aumentarse en caso que el abad tenga en cuenta el trabajo pesado de
alguno de ellos. El vino no es recomendado, pero a quien le apetezca puede
ser de una “hémina” (250 cm cúbicos, es decir un vaso lleno) por comida. Las
horas de la comida están mercadas de acuerdo a la estación en el capítulo XLI.
En otros capítulos se colocan algunas excepciones, semanalmente los
monjes debían turnarse para servir la mesa, ellos podían comer una hora antes
pan y vino. Lo mismo ocurría con los débiles y enfermos, a los que se permitía
comer carne.
La carta de Eloísa pone mucho énfasis en la comida, donde vuelve a poner
de relieve una afirmación que aparece en muchos de los pasajes de la epístola:
la debilidad de la mujer respecto de la fortaleza de los hombres. En efecto,
encara la situación afirmando: Para que fuéramos indulgentes con las comidas
de forma más segura y suave, la misma naturaleza proveyó a nuestro sexo de
una mayor sobriedad”17.
Como ya se ha visto, el vino es en este caso una de las mayores
preocupaciones, pues en él ve un gran peligro para el alma. Sin embargo, la
tranquiliza un tanto el hecho de que, según Macrobio en Las Saturnalias, que
a su vez cita a Aristóteles, las mujeres poseen un cuerpo húmedo, en tanto que
los viejos lo tienen muy seco. La consecuencia de ello es que al entrar en el
cuerpo femenino el licor se diluye más en el agua de las féminas que por esa
17
Cartas cit., p. 173.
133
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
causa lo toleran mejor que los ancianos. Esta cita puede basarse en la teoría
de los cuatro elementos hipocráticos, que seguramente la abadesa conocía. Por
esa causa grandes cantidades de vino “difícilmente llegan al cerebro”,
proposición que contradice al citado Aristóteles que hizo del corazón el
órgano central del pensamiento.
Otra razón de la resistencia al vino de las mujeres explica que es porque
ellas que tienen más orificios que el hombre comunicando con el exterior, y
pueden despedir por ellos los efectos alcohólicos, aunque no cita la autoridad
en que se respalda para esa afirmación.
La mayor sobriedad y la mejor tolerancia, son pues las razones que Eloísa
esgrima para conseguir una dieta adecuada para sus seguidoras, tanto o más si
se las compara (como ya lo hizo con la ropa) a los canónigos regulares.
Acompaña este pedido con palabras del propio San Benito que advierte que,
dada la fragilidad de sus monjes era mejor suavizar la carga sobre ellos que
imponerles unas condiciones que no cumplirían. Finaliza el tema con una
alusión a reconsiderar la prohibición de las carnes. Para ello cita la epístola a
los romanos en la que San Pablo sostiene que lo único que se debe hacer es no
comer ni beber ofendiendo o escandalizando a los hermanos, y la epístola a
los corintios sobre que “coman todo lo que se vende en el mercado”.
Una vez explicitado su pedido vuelve a dedicar largos párrafos contra el
vino o cualquier licor alcohólico, “por fermentación, jugo de frutas, mezclado
con miel y hierbas” y muchos otros a los que evidentemente considera un gran
peligro para la comunidad.
La higiene. No fue la Edad Media una época que se distinguiera por sus
cuidados higiénicos, y no mucha de sus gentes siguieron consejos tan sencillos
como el de: “Si quieres conservarte sano / lávate con frecuencia las manos”.
134
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Que una generación después de Abelardo y Eloísa preconizara la Escuela de
Salerno18.
La regla de San Benito sin embargo algunas prescripciones poseen, si bien
están dispersas en distintos capítulos. Se sabe así que, al terminar el servicio
de comidas de la semana, el hermano que lo finaliza debía lavar y tender las
toallas con las que cada monje se lavaba las manos y los pies. Lo mismo se
haría con los huéspedes que se recibieran en la abadía antes de cada comida.
En otro capítulo se especifica que los enfermos pueden bañarse, pero los
monjes jóvenes el abad tratará que lo hagan lo menos posible.
Aunque nada lo indica en la carta de Eloísa, no hay razón para especular
que estas reglas no se hubieran cumplido. Una sola frase de la carta, en los
párrafos que tratan sobre la comida, explica que los apóstoles eran, por su
origen humilde, gente sin buenos modales de modo que: “…no se inquietaban
por lavarse las manos cuando eran aceptados en algún banquete. Cuando
fueron acusados por alguno de inmundicia, el Señor les dijo, comer con las
manos sucias no mancha al hombre”19.
Miscelánea. En esta sección trataremos brevemente algunos temas
marginales al propósito de este artículo, pero que han llamado la atención
durante su lectura.
Natalia Jakubecki ha publicado un artículo en los que estudia los posibles
pecados que Eloísa ha cometido al correr del cálamo en sus cartas20. En el
comienzo de la carta se comentó que Eloísa, no pudiendo refrenar sus
sentimientos respecto de Abelardo, le escribe: “…pues tu mandato ha puesto
18
.El arte de conservar la salud. Escuela de Salerno. (régimen Sanitatis Salernitanum)
Barcelona. Ediciones Vedrá SRL. 2003.Colección Clásicos Esotéricos, p. 14.
19
Cartas cit., p. 185.
20
Natalia G. Jakubecki, “Pecatta oris en la correspondencia de Abelardo y Eloísa”,
Revista Española de Filosofía Medioeval, 2009: 60-88.
135
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
freno a mi irremediable dolor, me contendré al menos de escribir aquello que
en el discurso no es difícil, si no imposible de refrenar”21 .
Según las posibilidades de caer en pecado que enumera Jakubecki el
silencio impuesto por Abelardo tendría ese fin.
Las leyes en la carta de Eloísa, son mencionadas en un párrafo que, sacado
de contexto, asombra a aquel que lea por primera vez la correspondencia. En
uno de sus párrafos cita textualmente a la epístola a los romanos cuando en
ella se dice: “Donde no exista ley no habrá delito”22.
Palabras que siglos después. y casi sin variantes se repiten en las Cartas
Persas de Montesquieu23, aunque en esta ocasión con un sentido anarquista
que no es el de las Escrituras.
En uno de los párrafos de la carta se menciona a “la bestia”. Palabra que
las traductoras (Jakubecki y Boreli), asimilan a “satanás” o a la acidia. Esta
última era la situación del “demonio del medio día”, sobre el cual se prevenía
a los monjes y que fuera descripta por Giorgio Agamben como un hastío del
convento, una inquietud interna, una pérdida de su dimensión humana, hasta
llegar a desesperarse24. Es probable que la abadesa temiera que eso ocurriera
alguna vez entre sus monjas.
Finalmente, una frase de Eloísa merece un análisis llamativo. Dice respecto
del origen del pecado: “Pues a no ser que el alma sea corrompida previamente
por una voluntad perversa, no podrá haber pecado en el cuerpo por aquello
que venga del exterior”25.
21
Cartas cit., p. 164.
Cartas cit., p. 172.
23
Charles Secondat de Montesquieu, Lettres Persanes, Paris, Édition de la Banque
Copérative de la Fonction Publique.2021: 19-26.
24
Giorgio Agamben. Estancias, Valencia, Pretextos., 2006: 23-36
25
Cartas cit., p. 185.
22
136
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
En el siguiente siglo Santo Tomás de Aquino daría una diferente
interpretación al tema. El alma, dirá el Aquinate, por su propia esencia tiende
a la santidad, pero ella es informada del mundo exterior por los sentidos, cuyas
sensaciones pasan por un concuspicibilis o un irascibilis que las tiñen
emocionalmente. Finalmente, y luego de otros pasos, las sensaciones llegan al
nivel superior donde existen el intelecto y la voluntad, y donde la voluntad
humana debería evitar las cosas pecaminosas para así informar al alma. Así
pues, las conductas erradas derivan de la poca voluntad puesta por el sujeto
para repeler malas tentaciones o por errores en la percepción de los sentidos,
culpa del cuerpo, pero nunca del alma26.
Inicio del mito. Jean de Meung en el Roman de la Rose hace alusión a la
pareja y su historia alrededor del 1280, además de que tradujo la obra de la
abadesa. El triste relato de su vida y la de Abelardo era ya frecuente en el
pueblo parisino. De allí en más la fantasía y la verdad sobre ellos comenzaron
a tener vida propia hasta transformarse en el mito que pervive hasta nuestros
días.
26
Eduardo Kapf, Tomás de Aquino y la psicopatología, Buenos Aires, Index, 1943:
12-43.
137
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
138
Dos modelos de análisis para la interpretación del tiempo
de Leonardo dan Vinci
María Pouey Bragos- Pablo Rojas Olmedo
Univ. Nac. de Rosario, Argentina
1. Introducción
Encontrar una noción del tiempo homogénea del tipo de una definición en
Leonardo da Vinci puede presentarse como una tarea compleja; sin embargo,
si se pueden identificar con mayor facilidad las diferentes características en
las que el tiempo vinciano es presentado. Para ello, tendremos en cuenta
algunos de los fragmentos disponibles en los diversos cuadernos de notas de
Leonardo. En el presente texto hemos seleccionado veinticinco fragmentos
que aluden al tópico y que ayudarán a construir una línea de interpretación. A
partir de estos fragmentos proponemos una doble división: encontramos que
Leonardo utiliza la noción de tiempo: por un lado, siguiendo la tradición
literaria latina bajo las fórmulas conocidas “veritas filia temporis” y “tempus
edax rerum”; por el otro, siguiendo la tradición aristotélica de la Física.
Los Codices vincianos presentan tres características particulares, (i) la
disponibilidad actual de los cuadernos y de los folios no abarcan la totalidad
de los escritos que Leonardo hubiera realizado; (ii) la dificultad para fechar
dichos cuadernos ya que se estima que algunos de ellos pueden contener sus
comentarios durante veinte o cuarenta años de anotaciones manuscritas, y, por
último, (iii) estos escritos nunca tuvieron la intención de ser publicados;
incluso, el conocido Tratado de la Pintura fue una recopilación de folios
hecha por su discípulo Francesco Melzi tras la muerte de su Maestro en 1519.
En consecuencia, recolectar los fragmentos de los codices implica un trabajo
de selección y de creación de criterios para su reunión temática, no sólo
utilizando los facsímiles, sino también un trabajo minucioso de consulta con
139
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
las ediciones críticas existentes, es decir, las de Jean Paul Richter (1883),
Giuseppina Fumagalli (1915), Augusto Marinoni (1974), y la traducción al
español rioplatense José Emilio Burucúa y Nicolás Kwiatkowski (2011)1.
Además, en este sentido hemos utilizado los siguientes codices2: el Codex
Atlanticus (1478-1519), cuaderno constituido por casi 400 folios en los que se
registran varios temas, desde fábulas hasta una pluralidad de disciplinas
científicas. El Codex Trivulziano (1418-1490) que es uno de los códices más
breves, cuenta sólo con 60 folios, entre ellos se pueden vislumbrar el estudio
del latín que Leonardo realizó para tener acceso a las obras de los cánones de
la tradición antiguo-medieval. El Codex Madrid I (1490-1499 y 1508) con dos
volúmenes, de aproximadamente 200 folios cada uno, fueron re-descubiertos
recién en 1966. El Codex Foster II (1497 y 1495) está compuesto por dos
manuscritos, y el volumen II presenta comentarios de Leonardo sobre la física,
en particular, la física del movimiento. También se incluyen anotaciones sobre
un libro de ejercicios de Física del que no se tiene referencia, y, que tampoco
se encuentran mencionado en la lista de su biblioteca personal. El códice de
Arundel (1478-1508) que está conformado por unos 200 folios en cual incluye
estudios sobre la física y la mecánica. Y, por último, los códices de la
Bibliotheque Nationale de France, en particular, el Manuscrit F (1518) y el
Manuscrit M (1495, 1499-1500). En el Manuscrito F Leonardo realiza
variados estudios sobre el movimiento del agua y del Manuscrito M se destaca
1
Hacemos mención a las siguientes ediciones: Jean Paul Richter, The literary books
of Leonardo da Vinci, volumen I y II, London, Sampson Low, Marston, Searle and
Rivington,1883. Giuseppina Fumagalli, Leonardo Prosatore, Scelta di scritti
vinciani, Milano, Societa Editrice Dante Alighieri Di Albrighi, Segati & C., 1915.
Augusto Marinoni, Leonardo Da Vinci, Scritti Letterari, Milano, Editorial Rizzoli,
1974. José Emilio Burucúa, y Nicolás Kwiatkowski Leonardo Da Vinci, Cuadernos
de Arte, Literatura y ciencia, Volumen II, Buenos Aires, Editorial Colihue, 2011. Los
facsímiles de los Códices digitalizados fueron obtenidos en el sitio web: URL =
<https://www.leonardodigitale.com/>. Las traducciones presentadas de los
manuscritos de Leonardo citados en el presente trabajo son de nuestra autoría.
2
A partir de aquí, seguimos las precisiones de Pedretti y Chianchi, I codici di
Leonardo, Milano, Giunti, 1995.
140
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
el estudio de los griegos antiguos, en los que se hace mención a Aristóteles y
Euclides, y que de ellos retoma los postulados tanto de la física como de la
geometría.
2. El tiempo: entre la revelación y la consumación
El tópico del tiempo renacentista en clave literaria puede enmarcarse
tentativamente bajo los siguientes rasgos: el tiempo como revelador de la
verdad, con la fórmula “veritas filia temporis”, y, el tiempo como consumador
de las cosas de la naturaleza, con la fórmula “tempus edax rerum”. Esta
aparición temática marca la noción del tiempo en su virtud positiva para el
desarrollo de la condición humana, el conocimiento y la memoria; y, en su
virtud negativa que marca el carácter inevitablemente mortal de lo que el
tiempo arrastra3. Estas dos temáticas aparecen en los fragmentos de Leonardo.
El fragmento “La verdad sólo fue hija del tiempo” hace su aparición en el
manuscrito del códice de la Bibliotheque Nationale de France (M 58, v) y es
una expresión que acuña una larga utilización en la iconografía renacentista
como lo expone Fritz Saxl en su texto “Veritas filia temporis”4. Sin embargo,
asienta su origen en el texto Noctes Atticae (XII.11.7) de Aulio Gelio, que a
su vez, es presentado como la cita de algún poeta de quien no se recuerda el
nombre: “Alius quidam ueterum poetarum, cuius nomen mihi nunc memoriae
non est, Veritatem Temporis filiam esse dixit [Alguno de los antiguos poetas,
cuyo nombre no está en mi memoria, dijo ‘La verdad es hija del tiempo’]”. El
uso que se le asignó a este lema es de carácter moralista: el tiempo es revelador
de la verdad, es decir, la misma acción temporal trae verdad ante la calumnia.
Así como lo marca la historiadora del arte Simona Cohen5, el temple moral no
3
John Spencer Hill, Infinity, Faith and Time. Christian Humanism and Renaissance
Literature, London, McGill-Queen’s University Press,1997, p. 99.
4
Fritz Saxl, “Veritas Filia Temporis”, en Klibansky, Raymond y Paton, Ed.
Philosophy and History, essays presented to Ernst Cassirer, NY, Harper and Rows,
1963.
5
Simona Cohen, Transformation of Time and Temporality in Medieval and
Renaissance Art. (Brill’s studies in intellectual history; Volume 228. Brill’s Studies
on Art, Art History, and Intellectual History ; Volume 6), Boston, Brill, 2014, p. 254.
141
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
sólo está dado por su contenido de raíces cristiana, por ejemplo, en la
traducción del Salmo 84:12 de la Vulgata en el que se lee “Veritas de terra
orta est,/ et justitia de cælo prospexit [La verdad ha brotado de la tierra/ y la
justicia ha mirado desde el cielo].”; sino, además, hace su aparición laica en
la fábula moralista de León Battista Alberti, Philodoxus, redactada alrededor
de 1424/26, en el que se personifica a Aletheia (Verdad) como hija de Chronos
(Tiempo) y Mnimia (Memoria)6. En consonancia, también podrían postularse
como fragmentos moralistas acerca del tiempo los de Leonardo. A modo de
ejemplo, en el Codex Atlanticus (207, r) en el que se indica que no hay que
lamentarse por la fuga del tiempo porque por medio de la memoria se podrá
tomar distancia de su tránsito; además del fragmento del Codex Trivulziano
(34, v) que culmina con la sentencia “La vita bene spesa lunga è [La vida bien
gastada, larga es]”. Esto conlleva a sostener que el efecto del tiempo trae
consigo resultados que se pueden evaluar según sus consecuencias o sus
efectos moralistas y éticos.
La expresión vinciana “¡Oh, tiempo consumador!” pertenece a un verso de
Ovidio en Metamorfosis en la que se encuentra la conocida fórmula “tempus
edax rerum” y que Leonardo hubiera traducido aproximadamente por “tiempo
consumador de las cosas”. Esto se deduce del fragmento que se encuentra en
el Codex Atlanticus en el que se lee “Questo libro è´di Michele di Francesco
Bernardini e di sua discen[denza] [Este libro es de Michele di Francesco
6
Si bien hemos seguido el facsímil de León Battista Alberti (1588), hemos cruzado la
referencia con la traducción de R. J. Jones y Lucia Guzzi, 1993, p. 125. En esta
alegoría, Chronos se representa a sí misma: “Chronos: Audivi, auscultavi, habeo
omnia, meae nuncerunt partis, facere, quod iure agendum iussero. [...] Forte
credideris, quia grauesellus siin, depontanus, minime quod valeam cursu, adcurrerem
et praecurro, dum lubet, nunc sic eo, nimis exspectato hoc ab me affectas opere, viden
iam atti gimus aedes et prope iam erimus. [He visto, he escuchado, he tenido todo; mi
parte ahora será hacer de acuerdo a la ley que he dictado [...] Quizás te has convencido,
porque me ves tan pesada y lenta, que no puedo seguir con mi curso, observar y
escapar, y que según esperas eso ha afectado mi obra, pero muchos han visto, que a
mi edad todavía me es propio]” Battista Alberti, 1588: 20, r.
142
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Bernardini y de su descendencia]”; así como indican Burucúa y Kwiatkowski 7
se presume que se trataba de la transcripción de un ejemplar de Ovidio. En
este sentido, mientras en Ovidio se encuentra el siguiente fragmento:
“Flet quoque ut in speculo rugas aspexit aniles/ Tyndaris, excecum, cur
sit vis requidit./ Tempos edax rerum, tuque invidiosa vetustas,/ Omnia
destruitis, vitiataque dentibus aevi/ Paulatim lenta consumitis omnia
morte [Llora también, una vez que ha contemplado en el espejo sus
arrugas ancianas, la Tindáride y se pregunta a sí misma por qué fue
raptada dos veces. Tiempo devorador de las cosas, y tú, celosa vejez,
todo lo destruís y todas las cosas corrompidas por los dientes de la edad,
con lenta muerte, poco a poco la consumes]”. Metamorfosis, L. XV, vv.
232-236 (2003: 763).
En Leonardo, se encuentra lo siguiente:
“O tempo, consumatore delle cose, e invidiosa antichità, tu distruggi
tutte le c[ose] e consummate tutte le cose da’duri denti della vecchiezza,
a poco a poco, con lenta morte. Elena, quando si specchiava, vedendo
le v[i]zze grinze del suo viso fatte per le veccihiezza, piagne e pensa
seco perché fu rapita du’ volte. [¡Oh tiempo, consumador de las cosas,
y envidiosa antigüedad, que destruyes todas las cosas y consumes todas
las cosas con los duros dientes de la vejez, poco a poco, con una muerte
lenta! Elena, cuando se miraba al espejo, al ver sus arrugas en su rostro,
y se entristecía por haber sido raptada dos veces]”. Codex Atlanticus
195, r.
El triunfo del tiempo sobre las cosas, en los fragmentos de Leonardo, se
vinculan con la transformación y el cambio, si bien la vejez es un índice
ostensible de su paso, en la naturaleza también se manifiestan sus variaciones
puesto que “Col tempo ogni cosa va variando [con el tiempo todas las cosas
van cambiando]”. (Arundel 57, v). En primera instancia, esta cita corresponde
7
Burucúa y Kwiatkowski, ob. cit., p. 257, n. 2.
143
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
a una marginalia sobre los efectos del tiempo en la naturaleza; en la cual
Leonardo se detiene en describir la formación de paisajes naturales según la
topografía y los valles con ríos, lo que hoy llamaríamos, quizás, un ciclo
hídrico:
“Questa l’alte ripe conquassa e ruina; nessuna fermeza in lei giamai se
vede, che subito non corronpa sua natura. Questa co sua fiumi cierca
delle valli ogni pendice, e dove leva e dove pone novo terreno [Que a
estas altas costas conquista y arruina; ya no hay ninguna firmeza en el
que de súbito su naturaleza no corrompa. Este, con sus ríos, busca sus
valles en cada pendiente, y por donde pasa deja nuevos terrenos]”
(Arundel 57, v).
En segunda instancia, el carácter de variación de la naturaleza en relación
al tiempo hace hincapié en la noción de destrucción y deterioro:
“O tenpo consumatore delle cose, in te rivolgiendole dài alle tratte vite
nuove e varie abitazioni. O tenpo velocie predatore delle create cose,
quanti re, quanti popoli hai tu disfatti, e quante mutazioni di stati e vari
casi sono seguiti po’ che la maravigliosi forma di questo pescie qui mori
[¡Oh, tiempo consumador de las cosas, en ti dirigiéndote a ellos das vida
nueva y varias habitaciones!¡Oh, tiempo veloz depredador de la cosa
creada, cuantos reyes, cuantos pueblos haz tu desarmado, y cuantas
mutaciones de estados y varias cosas son seguidas de las maravillosas
formas de este pez que muere!]” (Arundel 156, r. CA 195, r).
Y, por último, en tercera instancia, la naturaleza creadora en el tiempo:
“La natura essendo vaga e pigliando piacere del creare e fare continue
vite e forme, perché cognioscie che sono accrescimento della suà
terrestre materia, è volonterosa e più presta col suo creare che ‘l tenpo
col suo consumare... [La naturaleza siendo vaga y dándose placer al
crear y hacer continuamente la vida y la forma, porque conoce cuales
son los crecimientos de su materia terrestre, y muy voluntariosa y muy
144
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
presta crea aquello que el tiempo mismo va a consumir...” (Arundel
156, v).
En este sentido, el tratamiento del tiempo no es sobre sus causas, sino más
bien sobre los efectos que las personas pueden evaluar; ya sea bajo tanto desde
un aspecto moral como desde una observación de los fenómenos de la
naturaleza.
3. Las influencias de la Física aristotélica en los fragmentos
Como es sabido el neoplatonismo no desapareció completamente en el
curso de la Edad Media pero la consolidación de las Escuelas Neoplatónicas
se dio a partir el siglo XV y contribuyeron a asentar la distinción entre los dos
grandes autores de la Antigüedad: mientras Platón era comprendido como un
teólogo y maestro de la realidad metafísica, Aristóteles era comprendido como
un investigador del mundo sublunar sujeto a la generación y a la corrupción.
De este modo, la Filosofía Natural medieval utilizó como base al corpus
aristotelicum en la enseñanza y la práctica en las universidades. Así como
comúnmente se cree, esto no significó en lo absoluto que haya sido un estudio
estanco ni regresivo. Por el contrario, así como lo describe Del Soldato8,
filósofos de la talla de Jean Buridan y de Nicolás Oresmes lograron dirigir la
física y los estudios del movimiento según la teoría aristotélica a nuevas
direcciones en la Europa medieval9. De este modo, Aristóteles continuó siendo
una fuerza impulsora de investigación en la Filosofía Natural del
Renacimiento, tanto por su capacidad de generar pluralidad de puntos de vistas
con respecto a su doctrina, como por la capacidad de generar debates
8
Eva Del Soldato, "Natural Philosophy in the Renaissance", The Stanford
Encyclopedia of Philosophy (Fall Edition), Edward N. Zalta (ed.), 2020. URL =
<https://plato.stanford.edu/archives/fall2020/entries/natphil-ren/>.
9
Cf. Thomas Kuhn, La revolución copernicana., Madrid, Planeta Agostini, 1994, pp.
160-171.
145
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
científicos, además de ser el foco de polémicas sobre los paradigmas de
enseñanza universitaria10.
El tratamiento aristotélico del tiempo puede pensarse como la tentativa de
resolución de un rompecabezas, en la que la mayoría de los comentadores
indagaban sobre si existe o no el tiempo y cuál es su naturaleza11. La noción
de tiempo en Aristóteles ocupa un segmento específico de la Física en IV, 1014, en el que se otorga una definición que fue acuñada por la tradición: [El
tiempo es] “el número del movimiento con respecto a un antes y un después
(219a 1-2)”. Si bien ésta definición no nos informa completamente cuál es la
naturaleza del tiempo, establece el lazo fundamental con la noción de
movimiento: hay un antes y después tanto en el espacio con las cosas que se
mueven, como en la distancia de los eventos con respecto al presente (cf. Met.
1018 b 10-12)12. Así, Aristóteles en su doctrina presenta la siguiente tesis (218
b 25-222 b 30), a saber, que el tiempo continuo no es ni movimiento ni cambio,
sino aquel que permite medir dicho movimiento; lo cual establece una
distinción de atributos: ser en el número y ser en el tiempo.
En cuanto a ser en el número, esto se sostiene estableciendo las siguientes
premisas. La primera premisa establece que el tiempo no es movimiento, pero
que, sin embargo, sin movimiento no podemos decir que hay tiempo. Esta
relación, se establece, así como lo indica Coope13, como una dependencia:
“Y puesto que cuando no distinguimos ningún cambio, y el alma
permanece en el único momento indiferenciado, no pensamos que haya
transcurrido tiempo, y puesto que cuando lo percibimos y distinguimos
Cf. Olivier Dubouclez, “Time in Renaissance Philosophy”, en Marco Sgarbi, (ed.)
Encyclopedia of Renaissance Philosophy, NY, Springer Publishing, 2019, p. 1.
11
Cf. Chelsea C. Harry, Chronos in Aristotle 's Physics. On the Nature of Time.
Springer: NY, 2015, p. 35.
12
Cf. David Bobstock, Space, Time, Matter, And Form. Essays on Aristotle’s Physics.,
NY, Oxford University Press, 2006, p. 137.
13
Ursula Coope, Time for Aristotle. Physics IV.10-14, NY, Oxford University Press,
2005, p. 50.
10
146
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
decimos que el tiempo ha transcurrido, es evidente entonces que no hay
tiempo sin movimiento ni cambio. Luego es evidente que el tiempo no
es un movimiento, pero no hay tiempo sin movimiento” (218 b 30).
La segunda premisa, establece que es gracia a la magnitud que se puede
asociar la relación entre movimiento continuo y tiempo continuo; puesto que
los atributos locativos del antes y después permiten establecer una métrica del
tiempo transcurrido: “[...] al determinar el antes y después, determinamos el
movimiento; y, cuando tenemos la percepción del antes y después en el
movimiento, decimos entonces que tiempo ha transcurrido (219 a 20)”14. En
este sentido, el antes y el después es la forma del enlace entre el movimiento
y el tiempo, lo cual lleva a sostener que el tiempo en tanto continuo es el
número del movimiento según el antes y el después (220 a 15-25), sumado a
que el tiempo es perceptible a partir de la distinción entre el antes y el después,
puesto que si no se percibe un cambio entre estos no podría decirse que habría
tiempo15. Para la exposición de estos argumentos Aristóteles realizó las
14
Al respecto Coope, 2005, pp. 50-5, considera que la magnitud aristotélica
presentada en Física IV es una magnitud de carácter local, espacial asociada al
movimiento, pero el tiempo no es netamente espacial: “The magnitude over which a
change occurs is a spatial path associated with the change. It is tempting to try to
understand ‘magnitude’ in some broader, not exclusively spatial, sense. range of
qualitative states through which the changing thing passed [...] Since one of his claims
in our passage is that the continuity of change depends on the continuity or for
instance, it might be thought that the magnitude associated with a qualitative change
was an associated magnitude, the magnitude to which he is referring must be of a kind
to be infinitely divisible. This strongly suggests that in his remarks here he is speaking
only of spatial magnitude”.
15
Para tal caso, sobre la percepción, es interesante el argumento de Roark (2011: 4546) sobre “The Exactly When argument”: “We perceive time when, but only when,
we perceive motion. Therefore, time does not exist without motion. Aristotle
announces that we must take this conclusion as a new starting point and that our task
is to determine precisely what time has to do. with motion (219a2–3), strongly
suggesting that he imagines that this initial stage of the argument is more or less
complete as stated. Why should we regard the “Exactly When” argument as sound?
Unfortunately, Aristotle is of little help; rather than attempting to justify the inference,
147
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
siguientes indagaciones, por un lado, qué se puede decir acerca del tiempo o
cómo lo enunciamos según sus cualidades; y, por el otro, cuál es su
delimitación. Sobre la primera cuestión el Estagirita establece el carácter del
tiempo en cuanto ser en el número: “el tiempo es número, pero no como
aquello mediante lo cual numeramos, sino como lo que es numerado; y en
cuanto sucede antes y después, es siempre distinto, pues los ahoras son
distintos” (220 b 5-10)”. Sobre la segunda cuestión, considera que entre
tiempo y movimiento hay una delimitación dada por la magnitud: “el tiempo
delimita a un movimiento al ser número de ese movimiento y un movimiento
delimita al tiempo (220 b 15)”.16 Por último, estas dos indagaciones presentan
un punto en común, la noción de ‘ahora’, que opera como la función de enlace
que limita y divide al tiempo entre el antes y el después (cf. 222 a 10); y que
adquiere también sus propiedades específicas: el ahora como extremo límite
entre el pasado y el futuro es indivisible, puesto que no tiene partes, además
de no tener movimiento ni reposo, por su naturaleza de instantaneidad y
disolubilidad (cf 234 a - 234 b10). Eso quiere decir que el ahora aristotélico
es más bien un concepto escurridizo.
he simply offers anecdotal evidence for the truth of the premise. In support of the
claim that perceiving motion is a necessary condition for perceiving time (one half of
the premise, construed as a biconditional), he recounts a legend according to which
sick individuals would go to Sardinia for treatment followed by a five-day period of
sleep (218b23–5). Because they do not notice anything going on around them while
they are asleep (and, presumably, because they emerge from their long slumber
disoriented, perhaps unaware even that they have been sleeping), it doesn’t occur to
them that any time has passed without their notice (218b21–7). The sleepers “connect
up the former now with the later now and make them one, removing what’s between
for failing to perceive it” (218b25–7)”.
16
Acerca del tiempo como medida del reposo: “Todo reposo es en el tiempo [...] no
todo lo que es en el tiempo tiene que moverse, ya que el tiempo no es un movimiento
sino el número del movimiento; porque no todo lo que es inmóvil existe en reposo,
sino sólo lo que está privado de movimiento, pero puede ser movido por naturaleza”
(212b8).
148
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
En cuanto al ser en el tiempo, conlleva a sostener que el tiempo es la causa
de corrupción y generación de las cosas. Coope17 hace notar que el uso del
término movimiento (κινησις) en Aristóteles adquiere un uso en sentido
amplio, puesto que afirmar que sin tiempo no hay movimiento es equivalente
a decir, que sin tiempo no hay cambio; dado que el tiempo percibido en el
movimiento de los objetos en el espacio es percibir el cambio. En este sentido,
Aristóteles se refiere en 221 b 1-15, que “ser en el tiempo” también es ser
afectado (πάσχειν) por el tiempo, es decir, estar rendido al paso destructor de
las horas. Así, el tiempo también se constituye como causa de destrucción, ya
que aquello que es afectado por el movimiento hace salir de sí a lo que está
existiendo, por ejemplo, aquello que es joven envejece, o aquello que es
recordado se olvida. Esto es consignado a las cosas sublunares
específicamente, puesto que aquello que no está sometido al cambio no es
afectado por la generación ni la destrucción en el tiempo.
Ahora, si bien la tradición de la ciencia aristotélica, como la marca Lohr18,
siguió produciendo conocimiento, generando argumentos silogísticos y
persiguiendo el método lógico; en Leonardo por su calidad fragmentaria se
encuentran partes de argumentos que se sospechan con claridad su
procedencia de inspiración aristotélica. A partir de la agrupación de ciertos
fragmentos, que se tratarán a continuación, puede formularse un rasgo del
tiempo vinciano que sigue de cerca las consideraciones aristotélicas, a saber,
que el tiempo puede ser considerado con su enlace con el movimiento y con
el cambio.
En Leonardo la concepción del tiempo como presente se encuentra
principalmente en sus reflexiones sobre la naturaleza. La división del tiempo
en Leonardo está dada bajo la misma estructura del tiempo aristotélico: “nel
tenpo si trova infra ‘l preterito e ‘l futuro e nulla ritiene del presente [el tiempo
se encuentra entre el pasado y el futuro, y nada retiene del pasado]” (Arundel
17
Coope, ob. cit., p. 51.
Charles Lohr, “Aristotelian theories of science in the Renaissance”, Sciences et
religions. De Copernic à Galilée (1540-1610). Actes du colloque international - Rome
12-14 décembre 1996, Rome, École Française de Rome,1996: 17-29.
18
149
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
131, r). Además, no se presenta como una fuerza que es intrínseca a las cosas
de la naturaleza, sino que las afecta y es parte de la naturaleza de las cosas ser
afectadas por el tiempo:
“Appresso del tenpo el nulla risiede infra ‘l pretérito el futuro, e niente
possiede del presente; e appreso di natura e’ s’acompagnia infra le cosa
inpossibile; onde per quel ch'è detto, e’ non ha l’esse. [Con respecto al
tiempo, la nada reside entre el pasado y el futuro, y nada posee del
presente; así como en la naturaleza es imposible que acompañe entre
las cosas imposibles, así como he dicho, que no tienen ser.]” (Ibid.).
Además, Leonardo recurre a una analogía de gran contenido filosófico:
“L’acque che tocchi de’fiumi è l’ultima di quella che andò, e la prima di quella
che viene. Così il tempo presente. [El agua que tocas del río es la última de
aquella que se fue, y la primera de aquella que viene. Así es el tiempo
presente.]” (Trivulziano 34, v.). Por medio de una figura fuertemente
heraclítea, explica la naturaleza escurridiza del ahora.
Para el Vinciano también “ser en el número” del tiempo está dado por la
noción de movimiento: “Lo instante non ha tenmpo. Il tempo e causato dal
moto dello instante. E’ termini di qualunche tenpo sono equali a predetti
instancti [El instante no tiene tiempo. El tiempo es causado por el movimiento
del instante. Y la finalización de cualquier tiempo es igual al anterior
instante]” (Arundel 173 v). En consecuencia, en el instante no hay tiempo,
sino que el tiempo es percibido a partir del movimiento del instante, esto se
puede verificar cuando una potencia mueve un cuerpo en el espacio (“Se una
potenzia move un corpo un tanto spazio in tanto tenpo. Arundel 176, v). De
aquí, que para Leonardo la magnitud del tiempo sea una herramienta para el
cálculo del movimiento, y pueda formular principios como los siguientes
(BNF F 51, v): si una potencia mueve un cuerpo por algún espacio en algún
tiempo, la misma potencia moverá la mitad de aquel cuerpo en el mismo
tiempo dos vueltas sobre aquel espacio.
“Prima. Se una potenzia move un corpo per alquanto spazio in alquanto
150
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
tempo, la medesima potenzia moverà la metà di quel corpo nel
medesimo tempo due volte quello spazio.
Seconda. Se alcuna virtù moverâ alcun mobile per alcuno spazio in
equal tempo, la medesima virtù moverà la metà di quel mobile in tutto
quello spazio nella metà di quel tempo.
Terza. Se una virtù move un corpo in alquanto tempo un tanto spazio,
la medesima virtù moverà la metà di quel corpo nel medesimo tempo la
metà di quello spazio.
Quinta. Se una virtù move un corpo in alquanto tempo uno alquanto
spazio, non è necessario che tal potenzia mova doppio peso in doppio
tempo 2 volte tale spazio, perché potrebbe essere che tal virtù non
potrebbe movere esso mobile.
Sesta. Se una virtù move un corpo in tanto tempe un tanto spazio, non
è necessario che la metà di quella virtù quel medesimo mobile nel
medesimo tempo la metà di tale spazio, che forse non lo potrebbe
movere.
Sesta. Se due virtù separate mova[n] due mobili seperati, le medesime
virtû unite moveran nel medesimo tempo li due mobili aggregati il
medesimo spazio, perché sempre riman la medesima proporzione.
BNF F 51 v Physica
Quarta. Se una potenzia move un corpo in tanto tempo un tanto spazio,
la mezza virtù moverâ nel medesimo tempo la metâ di quel mobile la
metâ di tale spazio.
BNF F 52, r.
[Si una potencia mueve un cuerpo por algún espacio en algún tiempo,
la misma potencia moverá la mitad de aquel cuerpo en el mismo tiempo
dos vueltas sobre aquel espacio. Segunda. Si alguna virtud mueve algún
móvil en algún espacio en igual espacio e igual tiempo, la misma virtud
moverá la mitad de aquel móvil en todo aquel espacio en la mitad de
aquel tiempo. Tercero. Si una virtud mueve un cuerpo en algún tiempo
en determinado espacio, la misma virtud moverá la mitad de aquel
cuerpo en el mismo tiempo en la mitad de aquel espacio. Quinto. Si una
virtud mueve un cuerpo en alguna cantidad de tiempo y en alguna
151
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
cantidad de espacio, no es necesario que tal potencia mueva [ese
cuerpo] en el doble del tiempo 2 veces ese espacio, porque pudiera ser
que tal virtud no pueda mover ese movil. Sexto. Si una virtud mueve un
cuerpo en determinado tiempo y determinado espacio, no es necesario
que la mitad de esa virtud pueda mover en el mismo tiempo la mitad de
ese espacio. Tal vez no podría moverla. Sexto. Si dos virtudes separadas
mueven dos móviles separados, las mismas virtudes unidas moverán en
el mismo tiempo a los dos móviles juntos en el mismo espacio, puesto
que siempre permanece la misma proporción. Cuarto. Si una potencia
mueve un cuerpo en determinado tiempo y en determinado espacio, la
media virtud moverá la mitad de ese móvil en el mismo tiempo la mitad
la mitad de ese espacio]”.
“El instante está en el tiempo y es indivisible”. Para Leonardo, el tiempo
es indivisible y sólo puede ser afectado por la numeración a partir de la
analogía geométrica y el movimiento:
“Lo instante sta nel tenpo, ed è indivisibile. Punto istà in linia, e non ha
parte. Attimo sta in materia, e mai si divide in parte alcuna. È in
potenzia del moto di passare un medesimo spazio con infinita tardità,
ma non con infinita velocità, perchè il mezo nol concede. Lo instante è
tenpo, ma è indivisibile. El punto non ha parte ed è fine di qualunque
linia. [El instante está en el tiempo y es indivisible. El punto está en la
línea y no tiene parte. El momento está en la materia y no se divide en
parte alguna. Está en potencia del movimiento de pasar de un mismo
espacio con infinito retraso, pero no con infinita velocidad, porque el
medio no lo permite. El instante es tiempo, pero es indivisible. El punto
no tiene parte y es el final de cualquier línea]”, Arundel, 176, v.
Así, el tiempo es caracterizado como indivisible e incorporal, y no puede
ser contenido por la geometría sino sólo por la analogía con el punto y la línea:
el punto ha de equipararse al instante en el tiempo, y la línea con la similitud
de una cantidad de tiempo, y así como dos puntos son los extremos de una
línea, el futuro y el pasado son los dos extremos del instante. En este sentido
152
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
analógico el tiempo sí es divisible, sin embargo, considerado por fuera de toda
analogía se mantiene como una fuerza que no tolera la división (cf. Arundel
173, v.).
***
A modo de conclusión, podríamos establecer tres afirmaciones:
En primer lugar, que la noción de tiempo vinciana no es homogénea y no
se podría plantear como una definición tradicional que ofrezca una unidad
sintética, sino como el conjunto de sus características sin privilegiar ninguna
en particular.
En segundo lugar, como hemos visto al aplicar estos dos modelos de
análisis, por un lado, el que se referencia en la literatura clásica y, por el otro,
el que se referencia en la Física aristotélica, comparten una forma de
caracterizar al tiempo en común según la premisa: Al tiempo lo conocemos
por sus efectos y no por sus causas, porque los efectos son lo más próximos a
nosotros.
Por último, con respecto a la noción heredada del tiempo, si bien Leonardo
hace uso y referencia de apariciones literarias clásicas; es posible notar cómo
las herramientas de análisis aristotélicas hacen su aparición en los fragmentos
y no son puestas en pugna, sino que se retoman para la explicación de
fenómenos naturales y, en especial, en relación a la noción de movimiento.
Por último, decir con esto, que da Vinci no produciría una irrupción con la
tradición aristotélico-medieval en los estudios del tiempo, sino que
continuaría actualizando su recepción.
153
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
154
MESA
SCHOALASTICA COLONIALIS
Coordinación
Celina A. Lértora Mendoza
Analogía y suposición en Tomás de Mercado
y Alonso de la Veracruz
Juan Manuel Campos Benítez
Ben. Univ. Autónoma de Puebla, México
1. Introducción
Quiero conectar dos palabras importantes en la tradición filosófica
medieval cuya relación no es evidente al lector, por lo menos al lector poco
familiarizado con la filosofía medieval. Las palabras son: analogía y
suposición. La suppositio es una teoría compleja que admite varias
formulaciones y varias clasificaciones, y es parte de un estudio que abarca más
cosas. Los medievales estudiaban las propiedades que tienen las palabras, los
términos, y encontraron varias cosas. Los términos significan, refieren,
pueden combinarse y formar oraciones, y hay algunos que necesitan otros
términos para cumplir cabalmente sus funciones. Hay términos que refieren a
ciertas cosas, pero podrían referirse a más, o a menos. También tenemos que
los términos significan, pero esa significación puede cambiar con el paso del
tiempo. La analogía creo que será más conocida al lector que la suppositio, así
que entremos ya a nuestro asunto, que será tentativo, una primera
aproximación de estos conceptos en dos autores específicos, muy cercanos en
su tiempo pues ambos pertenecen al siglo XVI novohispano. Ya el lector
juzgará si lo que dicen es de valor para nosotros, lectores del siglo XXI.
2. Las obras de nuestros autores
La Recognitio sumularum de Alonso de la Veracruz está dividida en cuatro
tratados: 1) De los términos, 2) De las oraciones, 3) De los exponibles
(oraciones oscuras que exigen análisis en oraciones más claras) y 4) De los
silogismos.
157
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Tomás de Mercado divide su obra, Commentarii lucidisimi in textum Petri
Hispani, en cinco libros: 1) De los términos, 2) De la enunciación, (3) De las
oposiciones, conversiones y modales, 4) De las hipotéticas y exponibles, y 5)
Del silogismo.
Un exponible es una oración oscura que debe analizarse en una o más
oraciones que revelan su sentido, Exige el conocimiento de cuantificadores y
el manejo de equivalencias y negaciones. Las hipotéticas corresponden a las
oraciones compuestas y el manejo de las reglas para las conectivas, son parte
del estudio de las consequentiae, de origen estoico, pero estudiadas y
desarrolladas en la Edad Media. El tratado 3 de Alonso y los libros 3 y 4 de
Mercado integran esas tradiciones medievales y al mismo tiempo conservan
una manera de dividir la lógica de origen nominalista que veremos adelante.
Alonso en 1, 2 y 3; Mercado en 1, 2 y 5.
El título de ambos libros alude a las súmulas de Pedro Hispano, “Las
Summulae de Pedro Hispano se convirtieron en la pauta de los manuales de
lógica a lo largo de toda la Edad Media subsiguiente, siendo todavía usadas a
comienzos del siglo XVII”1. No siempre fueron aceptadas de la misma
manera, pues varios autores añadían o quitaban cosas, lo cual constituía una
especie de crítica. Ockham, por ejemplo, quita cosas que podrían sugerir los
universales. Otros autores presentan cosas más complejas, como los octágonos
de Buridan en el siglo XIV. No obstante, la división en tratados o libros de
Alonso y Mercado recuerda la división establecida por William de Ockham
en su Summa logicae2 que consta de tres partes: 1) De terminis, 2) De
propositionibus y 3) De syllogismo, donde aborda también temas como las
Como afirman W y M Kneale, El desarrollo de la lógica, trad. de Javier Muguerza,
Madrid, Tecnos, 1980, p. 219. El Hispano divide su obra en doce manuales o
pequeños tratados sobre diversos temas relacionados con la lógica aristotélica y
también con temas propiamente medievales como la suposición, ampliación, etc. Ver
el estudio introductorio de L.M. De Rijk a su edición de Pedro Hispano, Tractaus,
llamados después Summule logicales, trad. de M. Beuchot, México, UNAM, 1986,
2
Hay la edición de Boehner, Summa logicae, Nueva York, Universidad San
Buenaventura, 1974.
1
158
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
falacias, las consecuencias y otros temas recurrentes en los textos medievales,
en 3. En Alonso (Tratado 3) y Mercado (Libros 3 y 4) aparecen desarrollos de
la lógica medieval y los ubican ahí, antes de pasar al silogismo. Si ponemos
entre paréntesis esos textos, tendremos la división propuesta por Ockham.
Ockham
Términos
Oraciones
Silogismo
Alonso
Términos
Oraciones
Silogismo
Mercado
Términos
Enunciación
Silogismo
Esa división refleja y al mismo tiempo modifica la división tripartita de la
lógica, de raigambre tomista. La lógica estudia tres cosas: la idea, el juicio y
el raciocinio, es decir, las operaciones del entendimiento. La división
ockhamista enfatiza más bien el lenguaje, pues el término y la proposición son
entidades lingüísticas, y el silogismo ha de plasmarse en el lenguaje, de ahí su
nominalismo. El asunto puede plantearse así, y es todavía tema a estudiar:
¿Es la lógica una scientia rationalis o una scientia sermocinalis? Pedro
Hispano, como Aquino y Sherwood, pertenecen a la tradición realista, como
se observa en algunas clasificaciones de la suposición y en otros temas. Pero
eso es asunto de otro estudio, lo que quiero resaltar aquí es que ambas
tradiciones, nominalista y realista, con sus respectivas variantes, están
presentes en nuestros autores novohispanos3 .
El primer tratado o libro recoge y depura la tradición medieval de las
proprietates terminorum, Y ahí encontramos los temas que nos interesan.
Sugiero al lector pensar en las palabras “significar”, “referir”, “apuntar a”,
“significado secundario” cuando encuentre la palabra “suposición”, esto le
dará una mejor comprensión de la exposición.
Para más detalles ver mi “Tomismo y nominalismo en la lógica novohispana”, en
Revista Española de Filosofía Medieval, 12, 2005: 135-142.
3
159
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
3. Analogía y la suposición en Alonso de la Veracruz
La división de los términos en fray Alonso es realmente compleja, presento
aquí una clasificación sin entrar en detalles4. Los términos pueden ser:
1. Mentales, vocales, escritos.
2. Significativos: significan una cosa, varias, o significan de alguna manera,
Por ejemplo: leo, populus, nullus respectivamente. Y no significativos. como
buf baf.
3. Categoremáticos o Sincategoremáticos.
4. Material o formal. Material, p.e. homo en Homo est dictio. Formal:homo
est animal.
5. Finito o infinito.
6. Unívoco o equívoco
7. Común o singular (y éste en vago o determinado, p. e. “este hombre” y
“Pedro”
8. Términos trascendentales: uno, verdadero, bueno…etc.
9. Complejo e incomplejo.
10. Absolutos y connotativos.
11. Mediatos e inmediatos.
12. De primera y segunda intensión y
13. Pertinentes e impertinentes5.
Nos interesa aquí la sexta clasificación, los términos unívocos y equívocos.
Cuando un término significa muchas cosas por la misma razón, se dice que es
unívoco. Como “hombre” significa a todos los hombres, pues por definición,
todos los hombres son animales racionales. Cuando las razones son diversas
pero el término es el mismo tenemos un término equívoco, como canis, que
Alonso de la Veracruz, Recognitio summularum, Salamanca, Juan Bautista de
Terranova, 1573. Citaremos página y columna.
5
“Pertinentes sunt illi quorum alter alterum infert, aut ei repugnant…Impertinentes
sunt, quorum neuter alterum infert, aut alteri repugnant: vt: iustus, & albu”, p. 31a.
Aparte de los términos, hay oraciones cuantificadas y modales que cubren ese
requisito, les llamaban disparatae y aparecen en el octágono que presenta Alonso en
página 68. Hoy se les llama “inconexas” o “lógicamente independientes”.
4
160
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
se aplica al animal marino, al animal doméstico y a la constelación así
llamada. Tenemos aquí varias definiciones, pero un solo término que se aplica
ellas.
El mismo término “hombre” puede ser equívoco cuando se aplica al
hombre vivo y a la figura en una pintura o retrato. Pero el equívoco es doble:
a casu y a consilio, por casualidad y por deliberación. Tenemos el término
equívoco canis, se refiere a tres cosas bajo diferentes razones. Ahora bien, en
este esquema, canis “apunta” a cosas diferentes y por razones o conceptos
diferentes, pero, dice fray Alonso, en cada uno de manera principal6
canis
el animal doméstico que labra
el animal marino
el objeto celeste
El equívoco a consilio admite gradaciones dada cierta similitud o
semejanza, y aquí está precisamente la analogía. El término “hombre” en
nuestro ejemplo del retrato se usa de manera analógica. Podemos graficar esto
así, usando el término análogo “sano”, las flechas pueden indicar la referencia,
indicando algo así como “sano se refiere, en su uso principal, al animal
doméstico que ladra”, y donde los diferentes colores de las flechas tratan
mostrar cierta gradación:
sano
el animal doméstico que ladra
uso principal
su orina
uso menos principal
su alimento
uso aún menos principal
Alonso presenta una objeción a los unívocos. Dice que el término homo es
unívoco, y no obstante significa a través de diversos conceptos, el tuyo, el mío,
“Ille termino qui sua significata aeque principaliter significat, a casu vocatur: Vt ly
canis, significans latrabilem substantiam, marinam, & coelestem”. Primer tratado,
cap.11, 25a.
6
161
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
etcétera7. Responde que el concepto es realmente el mismo, aunque sea
pensado por diferentes personas, y la significación permanece. Había varias
distinciones respecto al concepto, por ejemplo, el concepto objetivo en la
mente, el concepto formal, el contenido del concepto. Aquí baste esta
distinción: un concepto tiene un acto, el hecho de ser pensado, y un contenido,
aquello que se piensa. La objeción confunde pues acto con contenido.
Esta objeción da pie a una pregunta que se hacen algunos (Alonso les llama
neoterici): ¿Puede haber equivocación en la mente ultimada?8 Notemos que
no es fácil entender la pregunta. La cuestión es si así como en los términos
orales y escritos tenemos términos que significan varias cosas, si esto mismo
puede ocurrir en el pensamiento, si hay realmente equivocación en, digámoslo
así, las ideas, la mente. Dejo aquí al lector con esta pregunta, podrá notar que
con esto estamos en terrenos gnoseológicos y hasta de filosofía de la mente.
4. Analogía y suposición en Tomás de Mercado
Tomás de Mercado trata la analogía en el Capítulo segundo del Libro I (De
los términos, y ocasionalmente en otras partes; el capítulo segundo consta de
dos lecciones) y nos advierte que su tratamiento es acorde a la necesidad de
los estudiantes, por lo que presentará lo indispensable9. Decimos que Pedro es
hombre, y Pablo también, Mercado se pregunta ¿Por qué esto es eso? ¿Por qué
Pedro y Pablo son hombres? Y responde: por la misma razón, pues Pedro es
hombre porque es animal racional, y también Pablo y cualquier hombre. Lo
mismo ocurre con el animal capaz de relinchar: ¿Por qué Favelo es caballo?
Porque es un animal capaz de relinchar, y así de los demás. Cuando un término
se aplica a varios individuos por la misma razón tenemos un término unívoco.
“Ile terminus homo, est vniuocus, & tamen significat meddiantibus diuersis
conceptibus, quia mihi mediante vno, & tibi mediante, alio, ergo”. (26a)
8
Vtrum in mente vltimata possit esse aequiuocatio?
9
Seguimos la traducción de Mauricio Beuchot, Tomás de Mercado, Comentarios
lucidísimos al texto de Pedro Hispano, México, UNAM, 1986. En adelante citaremos
la página en el cuerpo del texto.
7
162
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Cuando un término se refiere a sus significados por diversas razones tenemos
un término equívoco. Es lo que ocurre con el término “can”, que “significa al
capaz de ladrar, al pez y al astro, y a cada uno por una razón peculiar… He
aquí cómo con diversas razones tales términos importan sus significados: de
modo que estos se consideran equívocos, y los otros, en cambio, unívocos”
(p.69).
Sin embargo, enfrenta esta objeción: el pez y el que ladra son ambos
animales, luego el término les es unívoco. Responde de una manera compleja
distinguiendo entre términos y cosas. El unívoco se refiere a cosas, y a éstas
les llama “univocadas”, el término equívoco se refiere a cosas “equivocadas”,
e incluso podemos decir el que los términos univocan y equivocan. En nuestro
ejemplo el término “animal” es univocante, pero “canis” es equivocante.
Notemos de paso la mayor extensión del término univocante respecto al
equivocante. “Animal” aquí se refiere a más cosas que “canis”, que en un caso
funciona como término singular, y es lo que enfatiza Mercado: “el nombre que
significa cosas comunes será unívoco a ellas, y el que signifique cosas
singulares, equívoco.” y sugiere que atendamos no tanto a la naturaleza de las
cosas “sino más bien la significación de los mismos términos por la que las
cosas gozan de diversa nomenclatura” (p.70).
Hay términos que son tanto unívocos como equívocos, “león” es unívoco
cuando se refiere a los leones vivos, pero no lo es cuando se refiere a los leones
muertos. ¿Qué pasa entonces con la distinción entre unívoco y equívoco?
Mercado dice que el término equívoco tiene muchas significaciones, las cuales
ha adquirido “por convención y por libre institución”, y sugiere que, de todas
ellas, el mismo uso puede privilegiar alguna10, así que entonces el término será
unívoco. Pero esto no anula la distinción entre unívoco y equívoco. Estamos
ante lo que los medievales llamaban impositio, el proceso por el cuál una
palabra adquiere significación, y es algo convencional. El mismo término
“ …et quia sermo non habet vigorem nisi ex usu loquendi…” dice Alberto de
Sajonia, hablando de los usos de ‘íncipit’ y ‘desinit’ , Cfr. su Perutilis logica, texto
bilingüe a cargo de Ángel Muñóz Garcia, México, UNAM, 1988, p. 283.
10
163
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
admite una “segunda” impositio y esto explica el cambio o matices en la
significación de los términos.
Mercado aborda el término análogo en la lección segunda. Dice que es
“como intermedio entre el unívoco y el equívoco” (p.71) pues está entre el
equívoco absoluto, que tiene una sola razón y un solo nombre, y el equívoco
absoluto, que tiene el mismo nombre pero razones completamente diversas.
La analogía se da cuando el término conviene a muchos pero no de la misma
manera, y “en la razón de las cosas importadas no discrepan completamente”
(p.72). Dos ejemplos: “hombre” se aplica al vivo y al cadáver, pero no de la
misma manera, por eso al cadáver se le llama “hombre muerto” y aunque la
razón no es la misma, existe cierta semejanza o proporción, pues el hombre
consta de cuerpo y alma, y es en razón del cuerpo por lo que puede llamársele
“hombre”. “Nerón” se aplica primariamente al emperador romano cruel y
feroz, y secundariamente a los hombres crueles y feroces, a todos los
“nerones”. Así pues, el término tiene significados primario y secundarios, es
decir, se refiere principalmente a Nerón y secundariamente a los hombres
crueles y feroces, que participan en cierta medida de la crueldad y ferocidad.
Distingue entre significar de manera anterior y de manera posterior. Y
significar primaria y secundariamente. “Pues significar de manera posterior es
representar algo por la semejanza o proporción que tiene con el significado
anterior,” (p.74), Pone el ejemplo del hombre risueño y el prado florido.
Significar significa de manera primaria a la naturaleza (e.d. el universal) y de
manera secundaria a los individuos, los cuales son sus referentes.
Mercado propone par de reglas para reconocer analogías, La primera dice:
“tales son los sujetos como lo permitan los predicados, a menos que haya un
impedimento.” (p.74). En las oraciones “El hombre corre”, “el hombre está
pintado”, “el hombre está muerto” ubicamos perfectamente al significado más
famoso y a los menos famosos. La segunda dice: “el análogo, tomado en sí
mismo, está por su significado más famoso” (p.75). Estas reglas, dice, “se
coligen sólo del común modo de hablar, pues todas las concebimos según su
tenor. Y las oraciones aducidas patentemente exhiben estos sentidos a los
oídos.” (ibíd.). Notamos en estas palabras mucha atención al lenguaje
164
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
ordinario, y las relaciones entre hablante, cosas que actualmente se reconocen
como pragmáticas, aquella parte de la semiótica que estudia las relaciones
entre los seres humanos vía el lenguaje.
Termino mi exposición con unas palabras sobre suposición impropia y
referencia (Libro segundo, cap. noveno, lección primera). La suposición trata
los tipos de referencia que tienen los términos dentro de la oración. Pueden
suponer propiamente (el uso común, ordinario digamos), o impropiamente, de
manera figurada, y los ejemplos usuales son las figuras retóricas, como la
metonimia, o sinécdoque, como cuando “esto es un Stradivarius”, etcétera. Es
común entre los medievales ubicar las figuras retóricas dentro de la suposición
impropia, Ockham había propuesto la antonomasia, la sinécdoque y la
metonimia11, fray Alonso añade metáfora, catacresis y metalepsis en su
capítulo sobre la suposición. Pues bien, Mercado dice algo inesperado
respecto a las figuras retóricas y la suposición impropia: “Pues, aunque en
alguna parte coincidan estas dos suposiciones: impropia y figurada, sin
embargo, no pocas veces difieren. Pues ni toda impropia es figurada, ni todo
tropo es impropia” (p. 173). Pone estos ejemplos: cuando decimos que el
alimento del perro es sano, lo decimos impropiamente, pues propiamente se
predica del animal; esto no quiere decir que haya aquí una figura retórica. La
antonomasia es una figura retórica, corresponde a la suposición impropia, pero
no hay nada impropio en llamarle a Cristo “el Salvador”, o a Aristóteles “el
Filósofo”, “estos nombres suponen propiamente por ellos” (ibíd.).
Con esta última idea de Mercado quisiera resaltar lo siguiente: en el estudio
de la analogía confluyen los elementos del trívium, la gramática, la dialéctica
y la retórica, precisamente con la suposición impropia. El asunto de la
referencia y el significado de los términos está presente a lo largo de mi
exposición, espero haber mostrado algo de esa relación.
11
En la Summa logicae, el final de la parte I.
165
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
166
El “mutuum obsequium” en Fray Alonso de la Veracruz
Jorge Medina Delgadillo
Oscar Santiago Rosas Necoechea
México
1. Una hermenéutica problemática
La intimidad sexual, incluso ejercida en la institución matrimonial, no
siempre fue vista como un momento de bendición y un acto amatorio virtuoso.
Aunque hay distintas citas en la Sagrada Escritura (Génesis, Cantar de los
Cantares, Salmos, Evangelios) a favor de la unión sexual entendida como bien
de los cónyuges y de la propia especie, queremos reparar en un pasaje que
reviste una importancia especial. Dice san Pablo:
“Que el marido cumpla los deberes conyugales con su esposa; de la
misma manera, la esposa con su marido. La mujer no es dueña de su
cuerpo, sino el marido; tampoco el marido es dueño de su cuerpo, sino
la mujer. No se nieguen el uno al otro, a no ser de común acuerdo y por
algún tiempo, a fin de poder dedicarse con más intensidad a la oración;
después vuelvan a vivir como antes, para que Satanás no se aproveche
de la incontinencia de ustedes y los tiente”. (1 Cor 7, 3-5)1.
¿Qué podemos destacar de ese célebre pasaje? En primer lugar, que el
Apóstol solicita el cumplimiento del deber (debitum) de amar en la intimidad
sexual al cónyuge, lo cual constituye una obligación mutua. Él aduce una
causa que resultaba novedosa para la cultura de su tiempo y la tradición a la
“Uxori vir debitum reddat; similiter autem et uxor viro. Mulier sui corporis
potestatem non habet sed vir; similiter autem et vir sui corporis potestatem non habet
sed mulier. Nolite fraudare invicem, nisi forte ex consensu ad tempus, ut vacetis
orationi et iterum sitis in idipsum, ne tentet vos Satanas propter incontinentiam
vestram”.
1
167
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
que pertenecía: el cuerpo del marido no es propiamente del marido, sino de
la esposa, y viceversa. El matrimonio es un sacramento por el que libremente
“damos” nuestra vida a otra persona (no un “dar” temporal o parcial, sino total
y a perpetuidad). En ese sentido es que un cónyuge no puede privar al otro de
su derecho a la intimidad, so pena de faltar a la justicia, que consiste en dar a
cada quien lo suyo (suum cuique tribuere). ¿Qué es lo “suyo” y que le
corresponde a la esposa? El marido. ¿Qué es lo “suyo” y que le corresponde
al marido? La esposa.
La conclusión de san Pablo es importantísima: “No se nieguen uno al otro”.
Incluyendo una breve excepción: que sea de mutuo acuerdo, y sólo por un
tiempo y sólo por una razón: “dedicarse con mayor intensidad a la oración”.
Pero enseguida añade: “después vuelvan a vivir como antes”. El Apóstol, por
tanto, permite la excepción de periodos de abstinencia sexual para la
dedicación mutua al cultivo de la intimidad con Dios en la oración, pero
después solicita que se retorne a la normalidad: la intimidad sexual. El texto
concluye con una advertencia: que de no regresar a dicha normalidad,
entonces el demonio se aprovecharía de la “incontinencia” o debilidad, tan
propia de la mayoría de los seres humanos, y tentaría con el deseo de desfogue
del apetito sexual en otras actividades ilícitas o pecaminosas. Esta última
consideración merece una precisión adicional, una contextualización por
medio de lo escrito por San Pablo.
Los dos primeros versículos que anteceden a la cita de san Pablo son los
siguientes:
“Ahora responderé a lo que ustedes me han preguntado por escrito: Es
bueno para el hombre abstenerse de la mujer. Sin embargo, por el
peligro de la incontinencia, que cada hombre tenga su propia esposa, y
cada mujer, su propio marido”. (1 Cor 7, 1-2).
Vemos, pues, que si tomamos los versículos 1, 2 y 5 y prescindimos del
núcleo central (versículos 3 y 4), el peligro de la incontinencia emerge como
la causa del matrimonio. El razonamiento sería más o menos el siguiente: hay
168
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
personas con fuerza de voluntad y gracia que sí pueden contenerse, por tanto,
ellos pueden acceder a un modo “perfecto de vida” (status perfectionis): la
virginidad y el celibato propios del estado religioso2, además de los otros
consejos evangélicos, como la pobreza; por el contrario, hay otras personas
débiles y falibles, para ellos, hay un modo imperfecto o común de vida (status
imperfectionis, status communis): el matrimonio, que les daría la ocasión para
el desahogo del apetito carnal, pues de lo contrario estarían en grave riesgo de
pecado mortal si ejercieran la sexualidad fuera de la institución matrimonial.
Ahora bien, ¿cuál fue la hermenéutica dominante de este pasaje en la historia
del pensamiento cristiano? Nos detendremos especialmente en san Agustín.
Para el de Hipona y, a la postre, para muchos pensadores, el lecho conyugal
será el “remedio de la concupiscencia” (remedium concupiscentiae), un alivio,
un “medicamento” que cura una enfermedad: la concupiscencia ante la cual
no puede resistir un débil o incontinente. Mostremos tres pasajes:
“Y en este sentido, su colega en el apostolado prescribe tiempos de
moderación conyugal para vacar a la oración. Y les permite, pura
condescendencia, volver a yacer juntos para alivio de la
concupiscencia, aunque no sea para tener hijos”. (Contra Juliano, V, 9,
40)3.
“Con claridad colocas la castidad conyugal entre la lascivia y la
continencia. ‘Ves con indignación los excesos de los lujuriosos y
admiras a los que se abstienen de los placeres lícitos. Te mantienes en
los justos límites, sientes horror a los que se precipitan en el abismo del
vicio, execrable barbarie, y respetas el fulgor centelleante del luchador
que, con mano fuerte y pudorosa, templa sus ardores, y alabas a los que
no necesitan de este remedio’. Gran placer me causa oírte proclamar
con tanta elocuencia esta verdad; pero, te ruego, si, como dices con
Cf. Juan Fornés, “El concepto de estado de perfección. Consideraciones críticas”,
Ius canonicum, 23, 1983: 681-712.
3
“Sicut et coapostolus eius tempora praescribit orandi temperantiae coniugali: et
secundum veniam concedit, quamvis cum coniuge, non utique illum prolis, sed qui fit
voluptatis intentione concubitum”.
2
169
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
trasparencia y verdad, la continencia conyugal alaba a los que guardan
castidad porque no necesitan de tales remedios, creo pueden ver en sí
mismos la necesidad; es decir, que, según el Apóstol, el que no pueda
contenerse, que se case ¿Por qué, cuando llamo enfermedad a la
concupiscencia, tú lo niegas y, no obstante, confiesas que necesitan
medicina? Si reconoces la necesidad del remedio, admite la existencia
de la enfermedad; y, si niegas el mal, niega la necesidad del remedio.
Te ruego, por favor, te rindas a tus palabras cuando dices verdad. Nadie
receta una medicina al que goza de buena salud”. (Contra Juliano, III,
15, 29)4.
“Este [el pecado], sí, impone a los casados la ley del combate, no del
placer; de suerte que es preciso oponer el bien del matrimonio al mal
de la concupiscencia para templar los ardores que pueden llevar a
cometer actos ilícitos; aunque no cese la concupiscencia de excitar con
movimientos ora perezosos, ora violentos, incluso a los que hacen un
buen uso de la concupiscencia a favor de los hijos. ¿Quién puede negar
que la concupiscencia es un mal sino aquel que es sordo a las palabras
del Apóstol: Lo que os digo es una concesión, no un mandato. Cuando
los esposos se unen no con una finalidad creadora, sino para satisfacer
su placer carnal vencidos por el deseo, su acción nada tiene de loable;
“Diserte sane inter lascivientes et continentes tamquam in medio pudicitiam
constituis coniugalem, "quae illos illicita commisisse indignatur, hos etiam licita
contempsisse miratur; ultimi limitis sortita regionem, ultra se proruentium exsecrata
barbariem, supra se micantium venerata fulgorem, quae verecundis manibus et
confovet aestuantes, et laudat tali remedio non egentes". Multum delector
eloquentissima veritate: sed obsecro te, nempe sicut dicis, et disertissime ac verissime
dicis, propterea continentes laudat pudicitia coniugalis, quod tali remedio non egeant,
quo se ipsam perspicit eguisse, id est, ut secundum Apostolum, qui se non continet,
nubat; cur ergo quando ego istam concupiscentiam morbum esse dico, tu negas, qui
tamen ei necessarium remedium confiteris? Si agnoscis remedium, agnosce morbum:
si negas morbum, nega remedium. Rogo, cede aliquando etiam per os tuum tibi
loquenti veritati: nemo providet remedium sanitati”.
4
170
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
se la perdona en comparación de algo mucho peor y el bien del
matrimonio los pone a salvo”. (La bondad del matrimonio, XVI, 305.
La prole se engendra por el acto íntimo de los esposos, y sin duda alguna,
la prole es un bien y un fin del matrimonio, pues de ello depende la
multiplicación y conservación de la especie. Es la prole el verdadero bien, no
tanto el acto íntimo y unitivo de los esposos, de ahí que para san Agustín la
unión sin finalidad creadora y, por tanto, sólo para satisfacer el deseo, no es
loable, y sólo se tolera y “perdona” para evitar algo mucho peor: la
prostitución, la fornicación, el adulterio, etc. Solamente hay un buen uso de la
concupiscencia: tener hijos.
Añadimos un texto por demás interesante donde Agustín habla de la
sagrada familia de Nazaret:
“Por tanto, todo el bien del matrimonio se encuentra colmado en los
padres de Cristo: la prole, la fidelidad, el sacramento. La prole,
conocemos al mismo Señor Jesús; la fidelidad, porque no existió ningún
adulterio; el sacramento, porque no lo rompió ningún divorcio”. (El
matrimonio y la concupiscencia, I, 11, 13)6.
“Post peccatum autem accessit eis, non de felicitate, sed de necessitate certamen, ut
suo bono pugnent etiam ipsae contra concupiscentiae malum, ad nihil eam sinentes
illicitum pervenire; quamvis ipsa in haec, nunc remissioribus, nunc concitatioribus
motibus, instigare non cesset, et eius malo bene utentes in propagatione filiorum. Illud
vero quis neget malum, nisi qui non audit Apostolum monentem: Hoc autem dico
secundum veniam, non secundum imperium? quando coniuges non prolis
suscipiendae, sed carnalis voluptatis explendae victi cupiditate concumbunt; hoc non
laudatur, sed ignoscitur in comparatione peioris, intervenientibus et deprecantibus
nuptiis”.
6
“Omne itaque nuptiarum bonum impletum est in illis parentibus Christi, proles,
fides, sacramentum. Prolem cognoscimus ipsum Dominum Iesum, fidem, quia nullum
adulterium, sacramentum, quia nullum divortium”.
5
171
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Si observamos, la milagrosa encarnación de Jesucristo permite el fin de la
prole sin recurrir al medio de la concupiscencia de la carne; además, María y
José siempre se fueron fieles y nunca se divorciaron; en ellos se dio la prole,
la fidelidad y la unión (proles, fides, sacramentum). De esta manera, el
matrimonio ideal no implicaba la satisfacción del deseo de la carne.
La visión agustiniana7 de la sexualidad, en parte debida a su propia
experiencia, en parte a su filiación platónica y neoplatónica, en parte a su
peculiar hermenéutica de los textos paulinos, fue casi incontestada durante
siglos. Hubo pocas excepciones y en las siguientes secciones de este trabajo
nos centraremos en ello, destacando las figuras de Tomás de Aquino y de Fray
Alonso de la Veracruz, con una tesis que éste tomará de aquél y la
profundizará. Por ese motivo, ahora sólo señalaremos un dato curioso: Tomás
de Aquino, en todas sus obras completas, sólo refiere en 3 ocasiones8 al
“remedium concupiscentiae” y dos son para explicar textos de las Sentencias
de Pedro Lombardo, texto que difundió las principales tesis de san Agustín.
Prácticamente es ajena a la doctrina tomista la concepción del acto íntimo
como remedio a la concupiscencia.
Pero, como mencionamos, la visión agustiniana prevaleció. El ejemplo
más claro es la formulación que el anterior Código de Derecho Canónico
(1917) contenía al respecto: can. 1013. §1: “El fin primario del matrimonio es
El siguiente pasaje de los Soliloquios esclarece la posición agustiniana: “Por muy
bien que me la pintes, enjoyándola de mil prendas, nada tan lejos de mi propósito
como la vida conyugal, pues siento que nada derriba de su señorío y arruina la
fortaleza viril del ánimo tanto como los halagos femeninos y el vínculo carnal con la
mujer” / “Quantumlibet velis eam pingere atque cumulare bonis omnibus, nihil mihi
tam fugiendum quam concubitum esse decrevi: nihil esse sentio quod magis ex arce
deiciat animum virilem, quam blandimenta feminea, corporumque ille contactus, sine
quo uxor haberi non potest” (Sol., I, 10, 17).
8
Super Sent., lib. 4 d. 2 q. 1 a. 1 qc. 2 co.; Super Sent., lib. 4 d. 33 q. 2 a. 1 ad 4.;
Super I Cor., cap. 7 l. 1.
7
172
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
la procreación y educación de la prole; el fin secundario es la mutua ayuda y
el remedio de la concupiscencia”9.
Bien entrados en el siglo XX, en 1941, Pío XII, sostenía que debía evitarse
la tendencia “que considera el fin secundario como igualmente principal,
desvinculándolo de su esencial subordinación al fin primario”, y reprobó “toda
indebida división o separación del acto conyugal de su fin primario”10.
2. Un sutil vector en la tradición
Esta sección será un breve paréntesis antes de llegar al texto de Fray
Alonso de la Veracruz, para así destacar su importancia y novedad. Mucho se
habla de la “revolución” que supone la visión personalista que, posterior al
Concilio Vaticano II, hubo sobre el matrimonio. Pongamos unos ejemplos:
“Fundada por el Creador y en posesión de sus propias leyes, la íntima
comunidad conyugal de vida y amor se establece sobre la alianza de los
cónyuges, es decir, sobre su consentimiento personal e irrevocable. Así,
del acto humano por el cual los esposos se dan y se reciben mutuamente,
nace, aun ante la sociedad, una institución confirmada por la ley divina.
Este vínculo sagrado, en atención al bien tanto de los esposos y de la
prole como de la sociedad, no depende de la decisión humana […] De
esta manera, el marido y la mujer, que por el pacto conyugal ya no son
dos, sino una sola carne (Mt 19,6), con la unión íntima de sus personas
y actividades se ayudan y se sostienen mutuamente, adquieren
conciencia de su unidad y la logran cada vez más plenamente. Esta
íntima unión, como mutua entrega de dos personas, lo mismo que el
“Matrimonii finis primarius est procreatio atque educatio prolis; secundarius
mutuum adiutorium et remedium concupiscentiae”.
10
Pío XII, Alocución a la Rota Romana, 3 de octubre de 1941, apud: Cormac Burke,
“El matrimonio: ¿comprensión personalista o institucional?”, Scripta Theologica 24,
1, 1992: 569-594.
9
173
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
bien de los hijos, exigen plena fidelidad conyugal y urgen su indisoluble
unidad” (Gaudium et spes, 48).
Como se puede observar, el Concilio destaca que la alianza conyugal es el
don recíproco de los esposos (retomando la tesis paulina de 1 Cor 7,2-4) y que
este vínculo está ordenado: al bien de los cónyuges, a la prole e incluso a la
sociedad. Y algo muy importante, se señala explícitamente que, “con la unión
íntima”, los esposos se ayudan y sostienen mutuamente, adquieren conciencia
de su unidad y la consolidan, y en esto estriba el “bien de los cónyuges”. Y,
aunque se señala el “bien de los hijos”, no se hace mención explícita de la
vinculación de uno a otro, sino que más bien de dice que la fidelidad (vs.
adulterio) y la unidad (vs. divorcio) son exigencias para cumplir tanto con el
fin del bien de los cónyuges (bonum coniugum) como con el del bien de los
hijos (bonum prolis)11.
“La Revelación cristiana conoce dos modos específicos de realizar
integralmente la vocación de la persona humana al amor: el
Matrimonio y la Virginidad. Tanto el uno como la otra, en su forma
propia, son una concretización de la verdad más profunda del hombre,
de su «ser imagen de Dios». En consecuencia, la sexualidad, mediante
la cual el hombre y la mujer se dan uno a otro con los actos propios y
exclusivos de los esposos, no es algo puramente biológico, sino que
afecta al núcleo íntimo de la persona humana en cuanto tal. Ella se
realiza de modo verdaderamente humano, solamente cuando es parte
integral del amor con el que el hombre y la mujer se comprometen
totalmente entre sí hasta la muerte. La donación física total sería un
engaño si no fuese signo y fruto de una donación en la que está presente
toda la persona, incluso en su dimensión temporal; si la persona se
reservase algo o la posibilidad de decidir de otra manera en orden al
futuro, ya no se donaría totalmente. Esta totalidad, exigida por el amor
conyugal, corresponde también con las exigencias de una fecundidad
Cf. Cormac Burke, “El ‘bonum prolis’ y el ‘bonum coniugum ¿Fines o propiedades
del matrimonio?”, Ius canonicum, 29, 2011: 11-72.
11
174
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
responsable, la cual, orientada a engendrar una persona humana, supera
por su naturaleza el orden puramente biológico y toca una serie de
valores personales, para cuyo crecimiento armonioso es necesaria la
contribución perdurable y concorde de los padres”. (Familiaris
consortio, 11).
En este texto de Juan Pablo II, se puede notar que se equiparan la virginidad
y el matrimonio como dos modos igualmente válidos de realizar la vocación
universal al amor, y en donde la imago Dei se realiza sin menoscabo. Cae la
visión del status perfectionis de la vida religiosa. Se recupera la donación
mutua y la consideración de que la unión íntima no persigue un fin meramente
biológico, sino que, superando este plano, afecta el “núcleo íntimo de la
persona en cuanto tal”.
“Código de Derecho Canónico, can. 1055 §1. La alianza matrimonial,
por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda
la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges
y a la generación y educación de la prole, fue elevada por Cristo Señor
a la dignidad de sacramento entre bautizados”12.
El nuevo Código (1983), reformado por Juan Pablo II, redacta de tal
manera los fines del matrimonio que hace aparecer en primer término el “bien
de los cónyuges” y, en segundo lugar, la prole, y ya omite decir cuál es fin
primario y cuál secundario, como igualándolos en jerarquía. Por supuesto, se
suprime, de una vez por todas, la finalidad del “remedio de la concupiscencia”.
A partir de estos ejemplos (se podrían multiplicar, pero ahora no corresponde
hacer ese análisis), se concluiría que hay una revolución en el planteo de los
fines del matrimonio. Pero, ¿es justo adjudicar sin más al movimiento
personalista y a la Nouvelle théologie tan presentes en pensadores que
influyeron en el Concilio, como Romano Guardini, Josef Ratzinger, Karol
Wojtyla, Karl Raher, Henri de Lubac o Yves Congar? ¿En la tradición
“Matrimoniale foedus, quo vir et mulier inter se totius vitae consortium constituunt,
indole sua naturali ad bonum coniugum atque ad prolis generationem et educationem
ordinatum, a Christo Domino ad sacramenti dignitatem inter baptizatos evectum est”.
12
175
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
podemos encontrar algún vector distinto del agustiniano del cual beba, a su
modo, esta revolución del siglo XX? Me parece que sí. Este “sutil vector”
comienza con Aristóteles.
Hay unos pasajes en los escritos Económicos y en la Ética a Nicómaco que
son fundamentales al respecto:
“En lo que se refiere a las personas, el primer cuidado es respecto a la
mujer; pues la vida en común de la hembra y el macho es lo más natural
de todo. Establecimos en otra parte que la naturaleza tiende a producir
muchas formas de asociación de tal tipo, como precisamente hace en
cada especie de animales. Pero es imposible que la hembra sin el macho
o el macho sin la hembra cumplan esto, así que la vida en común entre
ellos se establece por necesidad. (Económicos, I, cap. 3, 1343b7-12)13.
En los otros animales, esto se da sin el apoyo de la razón, y en la medida
en que participan de un instinto natural y sólo con vistas a la
procreación; en los animales domesticados y más inteligentes, el lazo
de unión es más perfecto (se ven muestras más claras de ayuda,
benevolencia y colaboración mutuas). Y, sobre todo, en el caso del
hombre, ya que no sólo por la existencia sino también por el bienestar
son colaboradores mutuos la hembra y el macho. […] Así la divinidad
ha dispuesto de antemano la naturaleza de ambos, del hombre y de la
mujer, con vistas a la vida en común”. (Económicos, I, cap. 3, 1343b1319.26-27)14.
“τῶν δὲ περὶ τοὺς ἀνθρώπους ἡ περὶ γυναῖκα πρώτη ἐπιμέλεια: κοινωνία γὰρ φύσει
τῷ θήλει καὶ τῷ ἄρρενι μάλιστά ἐστιν. ὑπόκειται γὰρ ἡμῖν ἐν ἄλλοις ὅτι πολλὰ τοιαῦτα
ἡ φύσις ἐφίεται ἀπεργάζεσθαι, ὥσπερ καὶ τῶν ζῴων ἕκαστον: ἀδύνατον δὲ τὸ θῆλυ
ἄνευ τοῦ ἄρρενος ἢ τὸ ἄρρεν ἄνευ τοῦ θήλεος ἀποτελεῖν τοῦτο: ὥστ᾽ ἐξ ἀνάγκης
αὐτῶν ἡ κοινωνία συνέστηκεν”.
14
“ἐν μὲν οὖν τοῖς ἄλλοις ζῴοις ἀλόγως τοῦτο ὑπάρχει, καὶ ἐφ᾽ ὅσον μετέχουσι τῆς
φύσεως, ἐπὶ τοσοῦτον, καὶ τεκνοποιίας μόνον χάριν: ἐν δὲ τοῖς ἡμέροις καὶ
φρονιμωτέροις διήρθρωται μᾶλλον(φαίνονται γὰρ μᾶλλον βοήθειαι γινόμεναι καὶ
εὔνοιαι καὶ συνεργίαι ἀλλήλοις, ἐν ἀνθρώπῳ δὲ μάλιστα, ὅτι οὐ μόνον τοῦ εἶναι ἀλλὰ
καὶ τοῦ εὖ εἶναι συνεργὰ ἀλλήλοις τὸ θῆλυ καὶ τὸ ἄρρεν ἐστί. […] οὕτω
13
176
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Notemos que para Aristóteles la vida en común (comunidad de obras y de
bienes) es una disposición natural en orden a la felicidad. Y que, a medida que
los animales son más inteligentes, el modo de la unión es también más
perfecto. El ser humano que es el más inteligente de todos los animales,
tendría una unión no sólo para la procreación (unión pasajera y funcional) o
para la crianza de la prole (subsidiaria en tanto la cría sale adelante por sus
propios medios), sino que sería una unión distinta: benevolente, colaborativa
y para el bienestar; a tal grado, que la propia divinidad ha dispuesto tal “vida
en común” (koinonía).
“La amistad entre marido y mujer parece existir por naturaleza, pues el
hombre tiende más a formar parejas que a ser ciudadano, en cuanto que
la casa es anterior y más necesaria que la ciudad y la procreación es más
común a los animales. Ahora bien, las asociaciones entre animales
existen sólo hasta cierto punto, pero los hombres viven juntos no sólo a
causa de la procreación, sino también para los demás fines de la vida”
(Ética a Nicómaco, VIII, 12, 1162a16-22)15.
En este pasaje de su Ética, Aristóteles esclarece dos tesis que serán
fundamentales: a) que por naturaleza el ser humano es más conyugal que
político (homo naturalius est animal coniugale quam politicum, solían repetir
los comentaristas medievales), es decir, que la tendencia a amar a una
esposa/esposo es anterior y más fuerte que cualquier otro vínculo social; b)
que el ser humano no vive en comunidad matrimonial sólo para procrear
(como los demás animales) sino para conseguir el resto de fines; por tanto, el
fin de la felicidad, de la prosperidad económica, del aprendizaje, de la
προῳκονόμηται ὑπὸ τοῦ θείου ἑκατέρου ἡ φύσις, τοῦ τε ἀνδρὸς καὶ τῆς γυναικός,
πρὸς τὴν κοινωνίαν”.
15
“ἀνδρὶ δὲ καὶ γυναικὶ φιλία δοκεῖ κατὰ φύσιν ὑπάρχειν: ἄνθρωπος γὰρ τῇ φύσει
συνδυαστικὸν μᾶλλον ἢ πολιτικόν, ὅσῳ πρότερον καὶ ἀναγκαιότερον οἰκία πόλεως,
καὶ τεκνοποιία κοινότερον τοῖς ζῴοις. τοῖς μὲν οὖν ἄλλοις ἐπὶ τοσοῦτον ἡ κοινωνία
ἐστίν, οἱ δ᾽ ἄνθρωποι οὐ μόνον τῆς τεκνοποιίας χάριν συνοικοῦσιν, ἀλλὰ καὶ τῶν εἰς
τὸν βίον”.
177
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
satisfacción del deseo sexual, del esparcimiento y la diversión, del progreso
moral, etc., han de ser conseguidos conyugalmente.
Tomás de Aquino, en su Sententia libri Ethicorum suscribirá la misma tesis
de Aristóteles. Pero, para no ser repetitivos, daremos cuenta de un texto de
juventud donde hace una aproximación interesante y que, para nuestro
siguiente apartado, es del todo relevante. Dice así en su Comentario al cuarto
libro de las Sentencias de Pedro Lombardo:
“…el fin secundario del matrimonio es el mutuo obsequio que los
cónyuges se dispensan entre sí en los asuntos domésticos. Pues así
como la razón natural dicta que los hombres vivan en sociedad, pues un
solo ser humano no puede alcanzar lo necesario para vivir, por lo cual
se dice que el hombre es por naturaleza político, así también de aquellas
cosas que se requieren para la vida humana, unas son de más
competencia de varones y otras de mujeres, de ahí que la naturaleza
incline a que exista cierta asociación entre varón y mujer, llamada
matrimonio”. (Super Sent., lib. 4, d.26, q.1, a.1, co)16.
“En cuanto a las demás utilidades que se derivan del matrimonio –como
son la amistad y el mutuo obsequio que se dispensan entre sí los
cónyuges– han sido instituidas en la ley civil” (Super Sent., lib. 4, d.26,
q.2, a.2, co)17.
Los cónyuges han de ser mutuo obsequio, es decir, darse cada uno al otro,
a modo de don. La lógica del don y la concepción de la propia existencia en
“…quantum ad secundarium finem matrimonii, qui est mutuum obsequium sibi a
conjugibus in rebus domesticis impensum. Sicut enim naturalis ratio dictat ut homines
simul cohabitent, quia unus homo non sufficit sibi in omnibus quae ad vitam pertinent,
ratione cujus dicitur homo naturaliter politicus; ita etiam eorum quibus indigetur ad
humanam vitam, quaedam opera sunt competentia viris quaedam mulieribus; unde
natura movet ut sit quaedam associatio viri ad mulierem, in qua est matrimonium”.
17
“Quantum autem ad alias utilitates quae ex matrimonio consequuntur, sicut est
amicitia et mutuum obsequium sibi a conjugibus impensum, habet institutionem in
lege civili”.
16
178
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
clave de donación, tan propia de la narrativa del Concilio18, y de otras
reflexiones teológicas y filosóficas contemporáneas19, encuentran un
antecedente fundamental en la idea de santo Tomás del mutuum obsequium.
Y, como lo veremos, en uno de los mejores tomistas que pisó América: Alonso
de la Veracruz.
Sin embargo, en la tradición escolástica medieval, renacentista y moderna
privó la hermenéutica de san Agustín en materia de teología sexual
matrimonial, y este vector aristotélico-tomista que veía con más positividad el
encuentro (incluido el íntimo), no encontrará una expresión tan contundente
sino hasta el siglo XX, especialmente con Juan Pablo II, como se vio al
principio de este apartado.
3. Un hito en la historia del pensamiento Novohispano
La intención de este apartado es recalcar que la postura del mutuo beneficio
de los cónyuges se encuentra presente (aunque sutilmente) en la filosofía
eclesiástica, específicamente en un pensador novohispano. Fray Alonso de la
Vera Cruz fue uno de los pensadores más importantes de la Nueva España, en
donde enseñó filosofía y teología tanto a colonizadores como a indígenas
americanos. Con el descubrimiento del nuevo mundo y la colonización de la
Nueva España en los siglos XV y XVI varias órdenes cristianas enviaron
misioneros con el fin de evangelizar a los indígenas. En 1536, por parte de la
orden agustina, Fray Alonso, en ese entonces profesor de la Universidad de
Salamanca, llegó a Veracruz y se adentró a Michoacán en donde fundó varios
centros de estudios y la primera biblioteca del continente. Su obra en Nueva
España se centró en atender las diferencias culturales y sociales que tenían los
Cf. Gaudium et spes, 24: “Esta semejanza demuestra que el hombre, única criatura
terrestre a la que Dios ha amado por sí mismo, no puede encontrar su propia plenitud
si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás”.
19
Cf. Jean-Luc Marion, Siendo dado. Ensayo para una fenomenología de la donación,
Madrid, Síntesis, 2008; Jean-Luc Marion, Reducción y donación. Ensayos sobre
Husserl, Heidegger y la fenomenología, Buenos Aires, Prometeo, 2011.
18
179
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
indígenas americanos para convertirlos al cristianismo y resolver los
problemas que tuvieran entre la vida eclesiástica y la civil.
Una de sus obras más importantes fue Speculum Coniugiorum, dedicada a
la naturaleza del matrimonio y su relación con las prácticas indígenas paganas.
El marco teórico, tanto de ésta como las demás obras de Fray Alonso, es
principalmente renacentista, aunque no completamente separada de la
tradición medieval. Esto quiere decir que se encuentran citas, comentarios y
estudios tanto de autores eclesiásticos (por ejemplo, santo Tomas) como, sobre
todo, de los clásicos (principalmente Aristóteles). La presencia de Aristóteles
es clave para entender la postura de Alonso respecto al matrimonio, pues
rescata el vector mayormente ignorado que sutilmente había estado presente
en el medievo y que sería retomado hasta el personalismo. El rescate de este
vector resalta como un hito en el pensamiento novohispano, pues más de
cuatrocientos años antes de que se instituyera en el Derecho Canónico fue
estudiado y propuesto por Fray Alonso. Si bien, su postura no floreció ni
influyó mucho en la doctrina de su tiempo, es importante reconocer la
presencia de estas ideas como parte de una postura innovadora en la filosofía
novohispana, como un oasis que nació de la exigencia del nuevo mundo de
reinterpretar la doctrina conyugal.
La postura de Fray Alonso respecto al matrimonio se diferencia de la
doctrina escolástica de su tiempo y retoma el vector trazado por Aristóteles y
presente brevemente en santo Tomás. Él reinterpreta cuáles son los bienes y
fines del matrimonio. Como se vio anteriormente, la doctrina desde San
Agustín hasta antes del papa Juan Pablo II reconocía tres fines (proles, fides,
sacramentum) y dos bienes (fecundidad y remedio de la concupiscencia). Por
su parte, Fray Alonso propone una reinterpretación de los tres fines
mencionados en donde los reduce a uno sólo, en efecto, tanto la fidelidad
(fides) como el carácter sacramental (sacramentum) del matrimonio están
ordenados al bien de los hijos (proles). Así, la doctrina escolástica reconocería
realmente un sólo fin en el que se incluyen los otros tres mencionados.
Entonces, Fray Alonso incorpora un nuevo fin, hasta entonces menospreciado:
el mutuo obsequio de los cónyuges (mutuum obsequium) y la comunicación
180
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
de las obras (communicatio operum). A esta idea en la que reorganiza los
fines, Alonso le dedica el primer artículo del primer volumen del Speculum
Coniugiorum, pues la consideraba de suma importancia. “Además, se debe
notar que dos son las finalidades del matrimonio. La primera es la propagación
y la continuación de la especie, lo cual es el bien común. La segunda es el
mutuo obsequio y la comunicación de las obras”20.
A continuación, retomamos algunos fragmentos de dicho artículo para
explicitar los argumentos de Fray Alonso y resaltar lo que de innovador tiene
su postura centrándonos en los nuevos conceptos que introduce como
elementos constitutivos del matrimonio:
“En segundo modo, se dice que es natural aquello hacia lo cual la
naturaleza se inclina y que, sin embargo, recibe complemento por parte
del libre albedrío; así como se dice que las virtudes están de manera
natural en el hombre, no porque en nosotros, por naturaleza, se
encuentren algunos hábitos perfectos, sino porque está en nosotros por
naturaleza adquirirlas mediante nuestras operaciones […] Tomando lo
natural de este modo, el matrimonio se dice natural, o de derecho
natural, en cuanto que el hombre por naturaleza se inclina hacia el
matrimonio, aunque su perfección dependa del libre albedrío, mediante
el consentimiento”21.
Speculum coniugiorum, P. 1, art. 1: “Praeterea notandum est, duplicem esse finem
matrimonii. Primus est propagatio, et continuatio speciei, quod est bonum commune.
Alius est mutuum obsequium, et communicatio operum”.
21
Speculum coniugiorum, P. 1, art. 1: “Secundo modo id dicitur esse naturale, ad
quod natura inclinat, tamen complementum accipit a libero arbitrio: sicut dicuntur
virtutes naturaliter inesse homini, non quod inueniantur in nobis aliqui habitatus
perfecti per naturam, sed inest nobis a natura suscipere illas per operations nostras
[…] Isto modo capiendo naturale: matrimonium dicitur naturale, siue de iure naturali,
in quantum homo per naturam inclinatur ad matrimonium, licet eius perfectio
dependeat ex libero arbitrio: ex consensu”.
20
181
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Para atender a los problemas de las relaciones entre los indígenas, Alonso
necesitaba tener bien delimitado lo que es el matrimonio, su naturaleza y sus
implicaciones, es por eso que el primer artículo del Speculum se titula Si hay
matrimonio y qué es. Y la primera pregunta que se realiza es sobre la
naturaleza del matrimonio, en específico sobre qué de natural tiene. Esta
pregunta es de vital importancia para Alonso pues, dependiendo de si es
natural y de qué tan natural sea el matrimonio, será la forma en la que se
aproxime a las relaciones de los indígenas; si el matrimonio es de tendencia
natural entonces se puede hablar de él en las relaciones paganas que ni siquiera
conocían el cristianismo.
El argumento de Fray Alonso concluye que el matrimonio tiene, en efecto,
algo de natural, sin embargo, es necesario precisar su naturaleza. Lo primero
que hace es rechazar que su naturaleza sea la de necesidad, es decir que sea
como una propiedad inherente e inevitable en los seres humanos. Por ejemplo,
el nacimiento y la muerte se dicen naturales del ser humano porque son
necesarios para todos y cada uno de los miembros de la especie, una estricta
necesidad que no se da en el matrimonio. Lo natural del matrimonio no parte
de la necesidad sino de la tendencia natural hacia él. El hombre siempre tiende
a la vida en sociedad, tanto que la privación de las relaciones se considera
antinatural. Entonces, si las relaciones sociales son la tendencia natural del
hombre, y la relación conyugal es la primera y más necesaria para la
propagación y continuación de la especie, entonces es necesario concluir que
esta unión es natural. Por lo tanto, como el matrimonio pertenece a la
naturaleza del hombre, se puede hablar de matrimonio en las relaciones
indígenas de manera legítima.
Sin embargo, se podría argumentar que queda suelta la pregunta de por qué
el matrimonio tiene que ser algo más que una simple unión carnal que genere
y proteja la descendencia (como en los animales), qué hay de especial en esta
relación que la hace diferente de las demás. dicha pregunta la responde en el
siguiente fragmento introduciendo uno de los conceptos más innovadores de
la filosofía novohispana y que eleva el pensamiento de Fray Alonso como una
postura adelantada a su época. El concepto fundamental que introduce Alonso
182
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
es el de mutuo obsequio (mutuum obsequium) y el argumento para introducirlo
y la explicación del concepto se encuentran en el siguiente fragmento:
“La segunda finalidad del matrimonio es el mutuo obsequio que de
modo recíproco deben dedicarse los cónyuges en los asuntos
domésticos; y a esto inclina la razón natural. En efecto, así como la
razón natural enseña que los hombres cohabiten en una organización
política, ya que nadie es autosuficiente en todas las cosas que son para
la vida, así llamamos al hombre animal político por naturaleza, porque
a cada uno se añade una partícula de bien del otro, como se dice en el
tercer libro de la Política. Ahora bien, en las obras que se refieren a la
conservación de la vida, algunas son obras que se hacen
convenientemente por los varones y otras por las mujeres. Por ello, la
asociación de ambos, también en cuanto a la mutua comunicación de
las obras, es de inclinación natural”22.
Si Alonso antes redujo los tres fines tradicionales del matrimonio (proles,
fides, sacramentum) a uno solo, ahora buscará encontrar un segundo fin que
no esté subordinado al primero, sino que sea de un orden diferente pero
igualmente fundamental, dicho fin es el mutuo obsequio. Siguiendo la
tendencia renacentista, retoma a Aristóteles y su análisis sobre las relaciones
humanas, en el fragmento cita la Política pero también hay presencia, como
se vio anteriormente, de la Ética y de Económicos. Lo que rescata de
Aristóteles es el bien que del otro puede sacar la pareja, puesto que si en la
relación política “cada uno añade una partícula de bien del otro” y la relación
Speculum coniugiorum, P. 1, art. 1: “Secundus finis matrimonii es mutuum
obsequium a coniugibus sibi inuicem in rebus domesticis inpendendum: ad quod ratio
naturalis inclinat. Nam sicut ratio naturalis docet ut homines cohabitent in politia: quia
nemo sibi sufficit in omnibus quae sunt ad vitam: ita hominem animal politicum
vocamus naturaliter, quia adiacet unicuique particula boni alterius, ut dicitur tertio
politicorum, at in operibus quae pertinent ad conservationem vitae, quaedam sunt
opera, quae conuenienter fiunt per viros, quaedam per mulieres: ideo assocatio
virtusque et quantum ad mutuam communicationem operum, est de inclinatione
naturali”.
22
183
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
conyugal es más natural que la política, entonces hay un bien mutuo que es
natural en el matrimonio y que se da a través de la comunicación de las obras.
Así como los hombres políticos, por ser diferentes entre sí, pueden darse
mutuamente bienes de los que el otro carece, de la misma manera, hombre y
mujer, por ser diferentes, comunican mutuamente sus obras para ser un bien
tanto para sus hijos como para sí mismos. esto también lo resalta Fray Alonso:
“Y el mismo Aristóteles (1. Económica) dice que son distintos los
cuidados del hombre y de la mujer. Por cierto, en la casa, respecto a la
prole, corresponde a la mujer educar y al hombre enseñar; y al hombre
incumbe ocuparse en las cosas externas y a la mujer gobernar en todo
aquello que es interno. Hablando según la luz natural, pone dos causas,
es decir, dos finalidades del matrimonio: la procreación de los hijos y
la comunicación de las obras, y hacia estas dos cosas la naturaleza se
inclina en todo”23.
La mencionada mutua comunicación de las obras se manifiesta en forma
de mutuo obsequio, concepto que Fray Alonso usa para destacar la
reciprocidad de la entrega de un cónyuge al otro. Éste consiste en el don de sí
al otro en busca de su perfeccionamiento. Un cónyuge es para el otro, para que
disponga de todo el bien que le pueda dar. Además, como es una relación
recíproca, el cónyuge es a la vez beneficiario y beneficiado. Aunque cabe
aclarar que la reciprocidad no se busca como una condición para hacer el bien,
el conyugue se entrega a su pareja incondicionadamente, la reciprocidad es
una consecuencia del acto matrimonial, no el fin en sí mismo.
Para terminar el artículo, Alonso señala la importancia, naturaleza y
reconocimiento de la unión carnal en el matrimonio, rechazando la teoría de
Speculum coniugiorum, P. 1, art. 1: “Et idem Aristoteles 1. Oeconomicae dicit
distinctas esse curas, viri et foeminae. In domo siquidem, foeminae respectu prolis,
est educare, et viri erudire: et viro, incumbit exterioribus occupari, et foeminae
dominari omnibus quae sunt intus. Et loquens in lumine naturali, ponit duas causas,
seu duos fines matrimonii: scilicet, procreationem filiorum, et operum
communicationem : ad quae duo, inclinat natura in omnibus”.
23
184
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
la propagación perfecta antes del pecado original implicaría que dicha unión
es algo antinatural. El rechazo a esta tesis es importante porque resalta el papel
fundamental e insustituible del cuerpo en la relación conyugal, el cual viene
dado tanto por derecho natural como por derecho positivo, además de ser
reconocido por la Iglesia y rescatado por Fray Alonso:
“Gregorio Niseno, en el libro De creatione hominis, c. 28, afirma: Si
Adán no hubiese pecado, la propagación no ocurriría por coito, sino
mediante algún modo perfectísimo. Esto lo suscriben Damasceno (lib.
4. fidei orthodoxae, capítulo 25), y Crisóstomo y Procopio (Genesis 1).
También dice lo mismo Eutimio (Psalmus 50) y, entre los modernos,
Isidoro, famoso obispo de Foligno, en la oración 73, en el tomo 2 de sus
oraciones. Sin embargo, esto es claramente rechazado por los católicos;
asimismo lo trata Santo Tomás en la parte primera de la Summa
Theologiae, q. 98. artículo segundo”24.
Finalmente, para complementar la visión de Fray Alonso, queremos añadir
unas consideraciones que él hace en el tercer volumen del Speculum,
específicamente en el artículo 16, creemos que son importantes porque
abordan directamente el papel del placer y la sexualidad en el matrimonio, es
una especie de continuación a la forma en la que termina el artículo primero:
retomando el papel del cuerpo. Alonso analiza la relación entre matrimonio y
placer sexual basándose en el derecho civil y eclesiástico de su tiempo pero
siempre teniendo como punto de referencia la ley natural (como hemos visto
hasta ahora). Como antes definió de derecho natural el matrimonio y sus dos
fines (los hijos y el mutuo obsequio) se remonta ahora al primer principio de
dichos bienes, la sexualidad. En efecto, el matrimonio necesita de la unión
carnal, pues esta es condición para sus fines, sin embargo, es necesario que la
Speculum coniugiorum, P. 1, art. 1: “Gregorius nisenus libro de creatione, ca. 28
ait. Si Adam no pecasset, propagatio no per coitum: sed per quodam perfectissimo
modo fieret. Subscribit Damascenus, libro 4. Fideo orthodoxae c. 25. Et Crisostomus
et Precopius, Genesis 1. Idem atque Euthemius psalmus 50. et, inter modernos,
Ysidorus clarus episcopus Fulginas, tomo 2. Suarum oratione 73. Sed tamen plane
hoc reiectum est a catholicis, de quo Sanctus Thomas parte prima 1. 98. art. 2”.
24
185
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
sobrepase, pues la concepción no es su único fin, por lo que queda analizar si
el primer principio de la concepción está presente en el resto del matrimonio
o no.
Alonso afirma que el débito conyugal (antes mencionado como el derecho
al cuerpo del conyugue) puede regir en la relación siempre y cuando no
obstaculice alguno de sus fines, y puede buscarse por tres motivos “si es para
la generación de la prole, si es por libido o si es para evitar la fornicación en
uno mismo”25. Además, siguiendo su misión en América, señala que para los
indígenas no educados en el cristianismo la frecuencia en las relaciones no es
pecado, siempre y cuando no se obstaculice la procreación, y nunca habrá
culpa cuando se haga por la prole o por el débito.
En conclusión, el pensamiento de Fray Alonso respecto al matrimonio
conforma no sólo uno de los tratados más completos e importantes de la
filosofía novohispana, sino, además, incluye una sutil pero innegable
reivindicación de los valores matrimoniales que se adelantaría a lo que más de
cuatroci|entos años después forma parte del canon de la iglesia. Su inclusión
del mutuum obsequium y la comunicación de las obras refleja una forma
diferente de interpretar las relaciones conyugales con una óptica más optimista
sobre el valor del cuerpo y el bien de los cónyuges. Estas consideraciones son
interesantes, además, porque demuestran la flexibilidad que Fray Alonso tuvo
que exigirle a su pensamiento para adecuarse a las circunstancias del nuevo
mundo en el que vivía. La riqueza de su contexto, nutrido por sus estudios en
la Universidad de Salamanca, la lectura de los medievales, su análisis de los
clásicos y sus experiencias en la Nueva España, conformó la base sobre la que
Alonso construyó su propia doctrina que, si bien en su contexto no desembocó
en ninguna transformación sustancial, hoy puede ser calificada como acertada
y hasta visionaria.
25
Aspe Armella, V., Análisis del placer y la sexualidad matrimonial en Alonso de la
Veracruz: ‘De los actos de los cónyuges a causa del placer’ (Speculum Coniugiorum,
III, art. 16), 2016.
186
Consideraciones sobre la naturaleza y origen del indio
según José de Acosta
Nicolás Moreira Alaniz
FHCE-UdelaR, Uruguay
Introducción
José de Acosta fue un cronista, naturalista y humanista nacido cerca de
Valladolid hacia el 1540 y fallecido en Salamanca en el 1600.
Acosta se embarca, hacia 1573, en un periplo misionero e investigativo
junto a funciones político-administrativas en Cuzco, Chuquisaca, y
Chuquiabo. En estas localidades conocerá de primera mano la forma de vida
y costumbres de muchas poblaciones indígenas, y encontrará a dos personas
que le aportarán información fundamental para sus estudios: uno es Polo
Ondegardo quien le ofrece copias de informes socio-económicos que
involucraban a las poblaciones indígenas, realizados mientras ocupaba
funciones de gobierno en Cuzco y Alto Perú; y el otro es el mismo virrey
Toledo, que lo agasaja y lo invita a una excursión a la región de los indios
chiriguanos.
Vuelto a Lima, Acosta se dedica a sus tareas pastorales y comienza también
a escribir sobre teología misional, lo que dará lugar a su propuesta de reforma
misional jesuita con un sistema de misiones periódicas combinado con sistema
de enseñanza ya existente en Lima y en Potosí. Esta propuesta fue presentada
y aprobada en el Concilio de Lima de 1582/83.
Su Historia Natural y Moral de las Indias de 1590 se compone de siete
libros. Los cuatro primeros tratan sobre la historia natural de las Indias,
realizando una aproximación histórico-crítica de las concepciones acerca del
mundo conocido y desconocido desde la Antigüedad y durante la Edad Media,
187
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
planteando una nueva concepción del mundo a la luz de los descubrimientos
europeos de las Indias.
Los libros V al VII tratan sobre los habitantes de las Indias, sus caracteres
naturales, y especialmente sus culturas, su historia moral. Estos libros serán
los que más nos interesan a la hora de rescatar la idea de Acosta sobre los
indios, así como el De Procuranda Indorum Salute de 1588. Igualmente, me
detendré un momento en la interesante propuesta de Acosta sobre el
poblamiento de las Indias en el libro I.
El poblamiento de las Indias
En la segunda parte del libro I, el autor aborda esta cuestión. Los hechos
demuestran que las concepciones negacionistas de la existencia de las antiguas
Antípodas eran equivocadas, como así también la teoría de las franjas
climáticas que, si bien correctamente referían a zonas templadas, frías, y
tórridas, erraba en asumir la falta de vida en la zona central tórrida, y, por
ende, en la templada contrapuesta al mundo conocido, las Antípodas.
Las preguntas surgen naturalmente, cómo fueron pobladas estas tierras, de
dónde vinieron sus habitantes, o surgieron allí mismo. El peso de la tradición
religiosa está presente en cuanto a la idea de un Primer Hombre y su progenie
que poblaron el mundo. Cómo llegaron entonces los descendientes de Adán y
Eva a estas tierras, las cuales están separadas por el mar Océano (el Atlántico).
De lo contrario, el origen del hombre no hubiera sido único.
En Acosta, el asombro y perplejidad se expresan vivamente, es una
perplejidad activa, que motiva a investigar y preguntarse lo inevitable y
patente. En el capítulo XVI libro I dice:
“Porque, pregunto yo, ¿con qué pensamiento, con qué industria, con
qué fuerza pasó tan copioso mar el linaje de los Indios? ¿Quién pudo
ser el inventor y movedor de pasaje tan extraño? Verdaderamente, he
dado y tomado conmigo y con otros en este punto por muchas veces, y
188
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
jamás acabo de hallar cosa que me satisfaga. Pero, en fin, diré lo que se
me ofrece”1.
Acosta sugiere dos posibilidades de poblamiento: a través del mar o a
través de la tierra. Comienza suponiendo que haya sido por mar (lo que era
común asumir, o también negar en su posibilidad), y cuál podría haber sido el
móvil, si por conocimientos adquiridos de orientación o por mera casualidad
provocada por desviación de las naves.
Para esto, nuevamente, Acosta da muestra de su actitud científicohistórica, recurre a sus conocimientos sobre las poblaciones europeas antiguas
a través de la literatura clásica: Plinio, Platón, Aristóteles, Agustín, etc. Si los
antiguos europeos tuvieron la capacidad y herramientas para navegar, por qué
no pudieron haber llegado a las Indias. En el siglo XVI los navegantes
europeos poseen esas herramientas, naves, brújula, que permiten hacer estos
recorridos, y los indios actuales no los tienen, pero tal vez por alguna razón lo
hayan perdido.
Investigando en los antiguos europeos reconoce que, si bien hay textos que
hablan de la piedra imán, en ninguno se hacer referencia al uso de la misma
como forma de orientarse en el mar, sino que el recurso principal es el estudio
del movimiento y ubicación de los astros en el cielo, e incluso, algunas
poblaciones utilizaban aves que les indicaban la distancia de la nave frente a
tierra firme. Así, dice que “el uso de la piedra imán y de la aguja de marear,
ni la topo yo en los antiguos ni aún creo que tuvieron noticia de él; y quitado
el conocimiento de la aguja de marear, bien se ve que es imposible pasar el
Océano”2.
En el capítulo XIX plantea la posibilidad de que el acceso por mar hay sido
por motivos no de habilidad y diligencia humana sino por las inclemencias y
tormentas marinas que han sido generalmente el motivo de muchos
1
José de Acosta, Historia Natural y Moral de las Indias, Crónicas de América 34,
Madrid, Historia 16, 1987, p.101.
2
José de Acosta, ob. cit., p.102.
189
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
descubrimientos históricos. Queda abierta esa posibilidad en la que se funden
el azar, paradójicamente causado por la naturaleza, con la Providencia divina
y un orden establecido y eterno que marca el porvenir de los hombres. Incluso
plantea que podrían haber llegado navegantes –aunque sin intención de
hacerlo– desde la actual Sumatra y aledaños (la Polinesia) cruzando el Mar
del Sur.
Pero para postular su hipótesis novedosa primero parte de dos puntos
importantes:
1) sostener que el poblamiento de las Indias provenga de Europa o de Asia es
para no contradecir lo dicho en las Sagradas Escrituras.
2) este poblamiento no podría haber sido por mar, ya que no solo el hombre
sino los animales deberían haber pasado por mar, lo cual sería imposible
mediante naves, ni tampoco por medios naturales.
Así, Acosta planteará su hipótesis producto de la especulación, el
conocimiento empírico del mundo, y la imposibilidad de otras opciones, y dice
así:
“Este discurso que he dicho es para mí una gran conjetura, para pensar
que el nuevo orbe, que llamamos Indias, no está del todo diviso y
apartado del otro orbe. Y por decir mi opinión, tengo para mí días ha,
que la una tierra y la otra en alguna parte se juntan y continúan o a lo
menos se avecinan y allegan mucho. Hasta agora, a lo menos no hay
certidumbre de lo contrario; porque el polo Ártico que llaman Norte, no
está descubierta y sabida toda la longitud de la tierra”3.
Esta hipótesis de Acosta no fue tomada en cuenta por la ciencia sino hasta
inicios del siglo XX, cuando los estudios geológicos llevaron a aceptar la
existencia de un corredor libre de hielo en el estrecho de Bering durante la
última glaciación. Así, W. A. Johnston (1933), E. Antevs (1935) y Caleb V.
3
José de Acosta, ob. cit., p. 113.
190
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Haynes (1964)4 fueron quienes defendieron esta tesis confirmada luego por
los aportes de estudios genetistas, si bien hay teorías de poblamientos no
excluyentes pero autónomos desde el Sur. De cualquier forma, el aporte de
Acosta es asombroso y fundamental para comenzar a dar respuestas al origen,
desarrollo, y naturaleza de las poblaciones autóctonas.
En referencia a la naturaleza de los indios y a su organización y
costumbres, el autor dedica los tres últimos libros de la obra, y es donde
plantea una posición intermedia entre la consideración del indio como no
civilizado, pero con una diversidad tal que lleva a entender que hay
poblaciones cercanas a la civilización y proclives de ser educadas, y otras,
salvajes, que difícilmente puedan llegar a alcanzar formas de vida típicamente
humanas.
La consideración del indio por parte de Acosta
Acosta inicia esta parte de la historia moral de los indios con el tratamiento
de la idolatría. Parece ser que esta cuestión es un problema principal desde lo
moral que, según, permite la entrada al Demonio, en las costumbres y
relaciones entre los hombres y con Dios. Tal estado de idolatría es la que
genera, por ende, costumbres desviadas, contra la naturaleza, como la
antropofagia y los sacrificios humanos, lo cual eran modalidades rechazadas
de plano por los pensadores europeos, contrarias a la fe y tradición cristiana,
contrarias a la Ley de Dios, y por lo tanto erradicables. También, la idolatría,
la antropofagia y sacrificios humanos se transformaron, en mayor o en menor
medida, en justificación del dominio y gobierno sobre los indios, incluso de
una guerra justa, sea en Sepúlveda, en Acosta o en Vitoria. Quien se mantuvo
4
Johnston fue quien primero planteó la posibilidad de un corredor de Bering, Antevs
fue quien lo denominó como corredor libre de hielo, y Haynes quien compuso un
primer modelo migratorio bajo esta hipótesis, luego integrada en la teoría del
poblamiento tardío o consenso Clovis. Tampoco hay que olvidar a Aleš Hrdlička que
hacia la década del 30 formuló la teoría del poblamiento de América desde Asia por
el norte, en rechazo a la teoría de Ameghino.
191
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
en desacuerdo contra cualquier justificación del dominio y gobierno europeo
sobre los indios fue Las Casas.
José Alcina Franch5 refiere a conceptos como el de indigenismo e
indianismo para comparar y distinguir concepciones como las de Las Casas y
de Acosta. En el obispo de Chiapas se daría una mirada indianista en la cual
se reafirma lo que podríamos llamar la plena autonomía gubernativa y moral
de las poblaciones indígenas, una postura cercana a la de la autodeterminación
de los pueblos. En Acosta habría una mixtura entre indianismo e indigenismo,
ya que la primera la asume para poblaciones cercanas al modelo de desarrollo
civilizatorio europeo (Ingas y mexicanos), y la segunda aplicable a estas y las
demás poblaciones donde se respete las costumbres y normas propias, a no ser
en lo que respecta a costumbres contra la naturaleza y contra Dios.
Pero entiende que no es posible enseñar algo que escapa a la experiencia
si no se parte y se sostiene por la fe, y esta no es educable ni impuesta por la
fuerza. Por esto Acosta inicia el capítulo III del libro V refiriéndose a que en
el indio hay un conocimiento natural de Dios, y lo hace recurriendo a las
noticias sobre costumbres de pueblos del Pirú, muchas de estas aportadas por
Ondegardo en Charcas.
“Primeramente, aunque las tinieblas de la infidelidad tienen escurecido
el entendimiento de aquellas naciones, pero en muchas cosas no deja la
luz de la verdad y razón algún tanto de obrar en ellos; y así comúnmente
sienten y confiesan un Supremo Señor y Hacedor de todo, al cual los de
Pirú llamaban Viracocha”6.
Seguidamente, conecta esta idea de la unicidad del Supremo Dios con los
mexicanos, con los chinos “y otros infieles”, pero incluso refiere a la noción
de San Pablo del Ignoto Deo predicando ante los filósofos en las puertas del
Areópago ateniense. Sin embargo, resalta algo que más de una vez hará
5
6
En José de Acosta, ob. cit., p.30.
José de Acosta, ob. cit., p.314.
192
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
referencia, la cuestión del lenguaje, tanto oral, pero especialmente el escrito,
ya que los indios del Perú no poseen un sistema de lenguaje escrito complejo.
Así, sobre la forma de expresar acerca de esa divinidad suprema, dice que no
hay ningún término cercano en su significación al de las lenguas que
transmiten la idea de un Dios único y creador de todas las cosas, “por donde
los que predican y escriben para indios usan el mismo nuestro español, Dios,
acomodándose en la pronunciación y declaración a la propiedad de las lenguas
índicas, que son muy diversas”7.
Luego, la predicación de un único y absoluto Dios creador de todas las
cosas, en muchos casos, pudo llegar a ser posible apelando a ejemplos
provenientes del orden natural y de su relación con lo sobrenatural. Así, para
combatir la idolatría de tipo naturalista, la cual también sufrieron griegos y
romanos, fue necesaria la persuasión discursiva, y por esto los misioneros y
predicadores cristianos debieron conformar y utilizar una retórica adecuada
para la enseñanza de los indios, un ejemplo de erudición y método es la
Rethorica Christiana del novohispano Diego de Valadés en 1579.
Concluye este capítulo confirmando que se puede mostrar a los indios el
error de la idolatría mediante suaves y persuasivas razones con las cuales
“admirablemente se convencen y rinden a la verdad”8.
En el capítulo I del libro VI, el misionero jesuita se encomienda refutar la
idea de que a los indios les falta entendimiento. Afirma que es una falsa
opinión que es común en muchos europeos y criollos, y que de ella ha habido
consecuencias nefastas y contrarias al orden moral cristiano, generando
“notables agravios, sirviéndose de ellos [los indios] poco menos que de
animales y despreciando cualquier género de respeto que se les tenga.”9. Dice
que en la forma de vida de los indios Incas hay muchas cosas de bárbaros pero
otras muy dignas de admiración, y en las cuales llegan a aventajar, moralmente
y organizacionalmente, a muchas de las repúblicas europeas.
7
José de Acosta, ob. cit., p.315.
José de Acosta, ob. cit.
9
José de Acosta, ob. cit., p.389.
8
193
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Acosta entiende que además de intentar aclarar los errores y consecuentes
agravios de los europeos hacia los indios, también el estudio de las leyes,
costumbres y organización de éstos permitirá ayudarlos a regirse por sus
mismas leyes (siempre y cuando no contradigan la ley de Cristo y de la
Iglesia), y ser “gobernados conforme a sus fueros”10.
La idea de un gobierno y regulación propia de los indios, bajo sus leyes
tradicionales, pero conforme a la fe y ley cristiana y no contraria a ella, implica
un ejercicio de autonomía limitada de las poblaciones indígenas, distante de
la perspectiva sepulvediana e, igualmente, del indianismo de Las Casas.
En su De Procuranda Indorum Salute, Acosta aborda el tema general de la
predicación, enseñanza y organización sacramental con las comunidades
indígenas de reducciones y pueblos, y, conectado con lo anteriormente dicho,
entiende la necesidad urgente de llevar adelante un proceso medido y justo de
la difusión de la fe y doctrina católica, y de las costumbres civilizatorias,
buscando no sustraer a los indios de todas sus tradiciones y costumbres, a no
ser las que vayan en contra de lo dictado por la moral cristiana.
Tanto los indios como los otros habitantes del mundo conocido poseen una
hominidad básica que permite suponer la recepción efectiva de la gracia
divina. Para eso hay que depurar y modificar algunas costumbres que
imposibilitarían ese acceso fundante para la salvación del alma. Si bien se
reconoce una mirada europeocéntrica, lo relevante, como dice Celina Lértora
es que la postulación teórica, por parte de José de Acosta y de los salmantinos,
de que la aptitud para recibir la gracia de Dios “no depende de las variables
culturales, es una primera superación importante en esta valorización
graduada de la naturaleza humana, en la cual la indígena queda siempre
descalificada”11.
10
José de Acosta, ob. cit.
Celina Lértora, “La Escuela de Salamanca y la autocrítica ética”, Boletín de
Teología-FEPAI, año 15, 29, 1º semestre 1999, p.18.
11
194
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
La postura de Acosta se expresa como una proclama fervorosa y
angustiante a la vez. Sobre la moral y vocación de los prelados y misioneros
dice que es fundamental para el trato con los indios, Su clamor inquisitivo es
fuerte y trata, no a los indios, sino a algunos prelados como hombres animales
consumidos por los deseos materiales, y que quienes gobiernen, administren
y eduquen a los indios deben hacerlo con humildad, amor e imitación de
Cristo.
Acosta ni bien afirma esto, entiende que las tendencias contrarias a la
virtud y los deseos mundanos están muy insertas en el alma humana, por lo
que el esfuerzo humano necesita el acompañamiento y apertura de la gracia
de Dios; nuevamente su preguntar deja un sentimiento de angustia y
esperanza, de pesimismo y fe al mismo tiempo: “¿Cuándo dejarán los hombres
de ser hombres y saborear lo humano, buscar lo humano, hambrear lo
humano? Humanamente esto es imposible, pero para Dios todo es posible”12.
Tal exigencia de humanidad, según Acosta, perdida en el hombre español, está
también dañada entre los indios, por lo que no es tanto la cultura –aunque
claramente pueda influir en su deterioro o en su restauración– sino la
naturaleza pecadora del hombre provocada por el pecado primordial y la caída
de toda la descendencia adámica.
Acosta dice que el amor al prójimo es algo que todos los pueblos asienten
como una máxima fundamental para la convivencia, pero no siempre se acata,
más aún, difícilmente se logra cumplir, por lo que es importante en la
educación del indio y aplicar a sus costumbres “que rivalicen santamente entre
ellos por hacerse el bien unos a otros”13, anotando que en comparación con los
europeos sus costumbres naturales “son muy superiores”14 por “su modestia,
su mansedumbre, su desprecio de la avaricia y del lujo, y su aguante en el
trabajo”15, sin embargo también reconoce con dolor que “no son benévolos ni
12
José de Acosta, ob. cit., VI, XXIV, 4.
José de Acosta, ob. cit., p.287. V, XIII, 2.
14
José de Acosta, ob. cit.
15
José de Acosta, ob. cit., p. 289. V, XIII, 2.
13
195
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
humanitarios unos con otros”16. Esta falta de benevolencia hacia los iguales
contrasta con la generosidad y respeto hacia los españoles, algo que podría ser
consecuencia negativa de la opresión social y el desarraigo cultural producido
por los colonizadores.
La posibilidad de dirigir a los indios a costumbres aceptadas por la religión
cristiana, modificando las suyas si es necesario, abriendo la doctrina de la fe
cristiana a los indios ignorantes de la ley, radica en la actitud, preparación e
idoneidad moral de los doctrineros y misioneros que deben educar y convivir
con los indios. Para Acosta, el problema no está en la falta de capacidad del
indio para comprender lo fundamental de las verdades y virtudes cristianas,
sino en la falta de capacidad de los educadores, sea por incapacidad o
negligencia para aprender las lenguas autóctonas, sea por la falta de
compromiso moral y misional, sea por falta de vocación en la enseñanza y en
el convencimiento de que los indios pueden alcanzar la fe, pero una fe firme
y profunda y no una demostración externa de la fe. Acosta considera que la
catequesis que se basta con la recepción del sermón y de la limosna, sin
impacto real ni complacencia espiritual en el alma del oyente, “es un plan
artificial y cosa de juego”, y que con ese método de enseñanza por más que se
lo aplique a hombres con ingenio y ávidos de aprender, está seguro “que
ninguna otra cosa se conseguiría que hacerlos el doble de ignorantes”17.
En su Predicación del Evangelio de Indias, escrita –como él mismo
asegura– un año después que su Procuranda, Acosta intenta de una forma
más sintética explicar la cuestión de la enseñanza de la fe a los indios y la
naturaleza misma de éstos. En el libro I, capítulos VI-VIII, dice que nos hay
que negar la posibilidad de salvación a nadie, por más pequeño e insignificante
que, aparentemente, sea, y para ello remite a las Sagradas Escrituras. Primero,
refiere a la salvación de todas las especies animales ante el Diluvio, y luego,
16
17
José de Acosta, ob. cit.
José de Acosta, ob. cit., p.21. IV, III, 2.
196
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
en cuanto a los hombres da cuenta de la predicación a hombres de culturas
ajenas a la judía, tanto en la labor de los profetas como de los apóstoles18.
Los indios vistos por muchos como pequeños y débiles, ignorantes e
incapaces, son equiparados a los niños que el mismo Jesús no solo no
desprecia, sino que los sitúa por encima de los adultos que no entienden el
valor de la inocencia y humildad natural para llegar a Dios.
Y a continuación dice que “no hay género de hombres, por abyecto y
animal que sea, ajeno a la salud del Evangelio” ya que Dios otorga el
entendimiento y la gracia necesaria para llegar a Él. Los indios tienen
entendimiento y reciben la gracia divina tal como los demás hombres, por lo
que, por naturaleza son todos iguales, hijos a los ojos de Dios y prójimos entre
nosotros. La diversidad de costumbres y modo de vida, y ciertos hábitos que,
a los ojos de Dios, son reprobables, pueden ser modificados o extirpados si es
necesario; en otras palabras, es posible educar a los indios mediante reglas
estrictas, amonestación y educación.
Acosta, en I, VIII, afirma algo que ya asumía desde joven: que “más influye
en la índole de los hombres la educación que el nacimiento.” El problema no
viene de la estirpe, de la raza o etnia, del clima, ni de otra cosa natural, sino
de la educación y las costumbres tradicionales, por lo que es reversible el
comportamiento indigno y es enseñable la moral virtuosa cristiana, pero como
varias veces lo recalca, en parte mediante el sermón y la lectura, y en gran
parte también por el ejemplo de vida de los educadores, misioneros,
administradores y encomenderos.
Ya en el capítulo XIII de este mismo libro I, el religioso y cronista
medinense deja en claro algo que recuerda a parte de los argumentos
esgrimidos por Vitoria: que cada uno -y esto incluye al indio- por su voluntad
18
José de Acosta, Predicación del Evangelio en las Indias, Alicante, Biblioteca
Virtual Miguel de Cervantes, 1999, I, VI. https://www.cervantesvirtual.com/obravisor/predicacion-del-evangelio-en-las-indias--0/html/fee5d58a-82b1-11df-acc7002185ce6064_117.html#I_1_.
197
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
es libre de obedecer (o no) al evangelio, y que por esto no es bueno ni correcto
hacer uso de la violencia para la conversión y la aceptación de la doctrina. En
los dos capítulos siguientes compara a los indios con los samaritanos, por su
forma de entender a Dios con temor, y buscando conectar lo recibido con
algunas de sus tradiciones ancestrales. Acosta entiende que es aconsejable -al
menos por un tiempo- dejar que los indios mantengan algunas de sus ritos y
adoraciones si es que esto es asimilable con la fe cristiana, así como en su
momento lo hicieron los samaritanos.
Reflexiones finales
Acosta observó y leyó sobre las comunidades indígenas en el Perú estando
en estas mismas tierras; su mirada es en parte optimista o esperanzadora, pero
a su vez pesimista si es que se espera alcanzar superar los males sólo por el
esfuerzo humano. Su perspectiva, podríamos decir, más realista, por cercana
a la realidad en Indias, es producto de precisas y detalladas descripciones de
las costumbres y vivencias de los indios del Perú, lo cual dará impulso a
nuevas generaciones de académicos formados ya en las aulas americanas que
procuren dar respuestas desde la antropología y el derecho a los problemas
propios de las comunidades indígenas en el virreinato del Perú, y
posteriormente, en el del Río de la Plata.
Acosta ve al indio como sujeto de derechos inalienables, y, por ende, como
una persona en sentido estricto; esto si lo vemos desde el fundamento del
derecho natural. Él mismo dice que la diferencia y aparente inferioridad con
el europeo no es por naturaleza, es decir, el indio es un humano racional, con
libre arbitrio y digno por sí mismo, pero sí por la fuerza de las costumbres
tradicionales, algunas de las cuales son perjudiciales para la salvación de su
alma, y peligrosas para los demás: ejemplo, de la antropofagia, el incesto, o la
idolatría.
Con Acosta se cierra una etapa de descubrimiento de las costumbres de los
pueblos indígenas, el reconocimiento de formas de vida humana diferentes a
198
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
la europea pero igualmente valiosas en algunos casos, y repudiables en otros,
lo cual permite asumir que la labor misionera y pedagógica será fundamental
para integrar al indio como súbdito leal de la Corona y como fiel cristiano.
199
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
200
Mateo de Mimbela sobre la incomprehensibilidad divina
Celina A. Lértora Mendoza
CONICET – FEPAI, Argentina
Introducción
Mateo de Mimbela, español de origen, enseñó en América a fines del siglo
XVII1. Se conservan dos cursos2, el de Física (1693) y un tratado Teológico
Tractatus de divina essentia et attributis (1699). Éste tiene el interés de
representar, habida cuenta de la suma escasez documental, el estado de la
cuestión en teología fundamental de los jesuitas a fines de un largo siglo de
controversias internas y externas a la Orden.
Me he ocupado de una presentación general, así como de una exposición
más detallada de varias disputaciones3, ahora me ocupo de la Disputación 12
1
He dado información bio-bibliográfica en mi trabajo El Tractatus de divina essentia
et attributis de Mateo de Mimbela SJ Revista Dialogando N. 3, 2015: 19-46,
www.revistadialogando.com.ar. Referencias además en Gonzalo Díaz Díaz, Hombres
y documentos de la filosofía española, vol. V (M-N-Ñ) Madrid, CSIC, 1995, pp. 522523.
2
Datos de los mms. en el artículo citado, que doy aquí por reproducidos para abreviar.
YUtilizo ahora el mismo manuscrito de la Biblioteca Zaldía (Tractatus de Divina
Essentia et Attributis Dei R. P. Matheum Mimbela Vespertinae Cathedrae
moderatorem. Initium dedit 19 mensis octobris. Anno Domini 1699. Ms en la
Academia de Historia de Bogotá, 121 folios. Biblioteca Zaldía, 89 folios) allí
reseñado. En este trabajo se indica, cuando corresponde, el folio y el párrafo separados
por coma y las dos numeraciones de párrafo separados por barra. Las transcripciones
y traducciones son mías.
3
Además cf. mi estudio, “Mateo de Mimbela SJ y la cuestión del conocimiento de
Dios”, Dialogando 9, n. 17, 2021: 31-56, Ed. digital www.revistadialogando.org y
“Las relaciones divinas: estado del tema a fines del siglo XVII en un texto colonial”,
Enrahonar, Supplement Issue, 2018: 113-122,
201
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
sobre la incomprehensibilidad, que corresponde a la segunda parte del tratado
(consideración de atributos en particular).
Siguiendo el modelo de los otros trabajos anteriores, la exposición se
articula en los siguientes puntos: 1. El lugar de la Incomprehensibilidad en el
Tratado; 2. La estructura de la Disputación y doctrina central; 3. Principales
argumentos positivos y objeciones; 4. Breve conclusión
1. El lugar de la Incomprehensibilidad en el Tratado
Como ya he tenido ocasión de señalar, el Tratado consiste en un Prólogo y
doce Disputaciones. Éstas van de corrido, pero se pueden agrupar en dos
grandes secciones, de acuerdo a la forma estandarizada de presentar este
tratado. La primera incluye los temas relativos a la cognoscibilidad de Dios,
las pruebas de su existencia y la determinación de su constitutivo esencial. El
segundo grupo está constituido por el análisis de sus atributos. Podríamos
llamarlas, en términos generales, con las mismas palabras del título: sobre la
esencia y sobre los atributos.
Las Disputaciones del primer grupo son: 1. La cognoscibilidad de Dios; 2.
La existencia de Dios; 3. El constitutivo de la esencia divina. El segundo grupo
temático, es decir, los atributos, consta de las siguientes Disputaciones sobre
los atributos en particular: 4. Infinitud y perfección; 5. Vida; 6. Subsistencia;
7. Atributos de Dios en general; 8. Omnipotencia; 9. Justicia; 10. Eternidad;
11. Inmutabilidad e inmortalidad; 12. Incomprehensibilidad.
También ya he señalado, pero se reitera para mayor comprensión del
estudio presente, que la doctrina general de los atributos se cierra con tres
afirmaciones: 1. la esencia se predica de los atributos singulares, y un atributo
se predica de otro al menos en sentido real (63,420); 2. la esencia
adecuadamente tomada puede predicarse esencialmente de los atributos
singulares, y formalmente, sea que los atributos se toman en concreto o en
abstracto (63v, 421); 3. un atributo concretamente tomado se predica en
sentido formal de otro (63v, 422).
202
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Como se aprecia, esta doctrina general es el presupuesto de las
afirmaciones no desarrolladas y en buena medida implícitas, de las
Disputaciones que tratan los atributos en particular. En todo caso, es evidente
que incomprehensibilidad está en último lugar porque en algún sentido vincula
todos los desarrollos anteriores –referidos a los atributos– con nuestra propia
capacidad de captarlos. En este sentido se vuelve a poner el acento en lo
epistémico, como al comienzo del Tratado.
2. Estructura de la Disputación y argumento principal4
Tal como las demás, esta disputación se divide en tres Secciones: 1ª:
muestra el sentido de la dificultad; 2º: da su respuesta; 3ª: resuelve objeciones.
La Primera Sección parte de cinco supuestos: 1º: que Dios es
incomprehensible para las creaturas; 2º. que la infinita grandeza de Dios exige
la incomprehensibilidad; 3º: la incomprehensibiliad no debe entenderse ni
como un conocimiento tal que no pueda haber otro mejor, ni como que se
conozca todo lo que hay en un objeto; 4º: que el conocimiento comprensivo
no requiere igualdad entitativa entre la cosa comprendida y el que comprende;
5º. que el conocimiento comprensivo se distingue en dos modos: el
conocimiento comprensivo extensivo y el intensivo.
De estos supuestos el más relevante es el último, la distinción de
conocimiento comprensivo extensivo e intensivo. Un conocimiento es
extensivo en sentido estricto cuando se conoce todo el objeto y todas las
verdades cognoscibles sobre el mismo. Se da conocimiento comprehensivo
intensivo cuando se conoce todo el objeto totalmente y del mismo modo todas
las verdades cognoscibles acerca de él (578/63).
4
Las fuentes citadas son relativamente pocas y en algunos casos sólo como referencia
general, sin lugar específico. De filosofía-teología los grandes maestros: Agustín
(Epistolae), Tomás de Aquino (Summa Theologiae), Duns Scoto (Ordinatio);
escolásticos: Tomás de Vio Cayetano; maestros jesuitas: Antolín, Valentín de Herice,
Nicolás Martín, Tomás de Muniesa, Pizarro, Francisco Suárez, Gabriel Vázquez.
Fuentes bíblicas solo Jeremías, y San Pablo; eclesiásticas, un Concilio Lateranense
203
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Añade al respecto la importancia de la distinción y su fuente:
“Por el primer conocimiento se conoce todo el objeto; por el segundo
se conoce todo el objeto totalmente. Por el primero se conoce el objeto
tan claramente que al cognoscente no se le oculta nada de él; por el
segundo, en cuanto exige la cognoscibilidad del objeto, de tal manera
que el conocimiento en el ser cognitivo es tanto cuanto en el objeto es
el objeto en el ser cognoscible. Esta diferencia de la comprehensión se
colige de Santo Tomás, 1ª parte, cuestión 12, cuerpo, donde advierte
que una cosa es ser conocido por demostración y otra cosa conocer
demostrativamente la demostración. Lo primero corresponde a la
comprehensión extensiva, lo segundo en cambio, simultáneamente a la
extensiva y la intensiva”5 (578/63).
Lo mismo se colige de una frase de San Agustín en la Epístola 122, de la
cual se infiere que no sólo no es lo mismo conocer todo un objeto, y conocerlo
totalmente, sino que no es lo mismo comprenderlo extensivamente e
intensivamente.
Está claro entonces que la mayor dificultad la presenta la comprehensión
intensiva, acerca de la cual pregunta cuál es el objeto que termina el
conocimiento del vidente, el conocimiento que se adecua al objeto
cognoscible y conocer el objeto en cuanto es cognoscible; y cuál su dignidad.
Estamos entonces en un plano claramente epistémico, y de estas preguntas y
sus posibles respuestas inadecuadas se seguiría lo que observa:
“Prima comprehensio cognoscit totum objectum; secunda cognoscit totum objectum
totaliter. Prima ita clare cognoscit objectum, ut nihil illius lateat cognoscentem;
secunda propter hac etiam exaegat cognoscibilitatem objecti, ita ut tanta sit cognitio
in esse cognoscitivo, quantum objectum est in esse cognoscibii. Haec differentia
comprehensionis colligitur ex D. Thoma, 1 parte, q. 12 in crpore, ubi notat, aliquod
esse cognoscere demonstratione, et aliquod cognoscere demonstrationem
demonstrative; sic et aliquod est totum objectum cognoscere, et aliquod totum
objectum totaliter cognoscere. Primum pertinet ad comprehensionem extensivam,
secundum vero ad extenivam, et intensivam simul” (578/63).
5
204
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
“Esta explicación de la comprehensión intensiva sufre una dificultad,
pues de allí resulta que ninguna creatura puede comprenderse a sí
misma o a otra de modo natural. La razón es que no hay ninguna
creatura que al menos mediatamente no conecte con todo ente natural y
sobrenatural, como que conecta con la omnipotencia; luego, si para la
comprehensión intensiva se requiere conocer todos los efectos y los
términos de conexión, ninguna creatura podría comprender
naturalmente a sí misma o a otra, puesto que naturalmente ninguna
creatura puede conocer claramente todos los posibles”6 (580/65).
La parte central de la Disputación, la doctrina defendida por Mimbela
consta en dos conclusiones.
1ª Conclusión. Dios es incomprehensible extensivamente para la creatura
naturalmente cognoscente; sin embargo puede ser comprehendido
extensivamente por ella, operando por potencia absoluta de Dios.
2ª Conclusión. Dios es incomprehensible intensivamente para la creatura,
tanto de potencia absoluta como ordinaria.
Estas dos conclusiones siguen la línea de las explicaciones anteriores sobre
la diferencia entre los dos modos de comprehensibilidad. La estrategia
argumentativa de las respectivas pruebas, en cambio, es distinta. La primera
conclusión está tomada de Muniesa, Pizarro y, nos dice, otro “modernos”; es
decir, se referencia en el pensamiento actualizado de su Orden; por eso se
explica que se de preferencia, como primera prueba, a un argumento de
“Haec explanatio comprehensionis intensivae patitur difficultatem, nam inde fit
nullan creaturam, sed, vel aliam naturaliter comprehendere posse. Ratio est, quia nulla
creatura est, quae saltemm,ediate non connectitur cum omni enti naturali, et
supernaturali, cum connectat cum omnipotentia; ergo si ad comprehensionem
intensiva, requiritur cognoscere effectos omnes et terminos connectionis nulla
creatura posset se, vel aliam naturaliter comprehendere, cum naturaliter nequeat
creatura omnia possibilia clare cognoscere” (580/65).
6
205
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
congruencia (uy no estrictamente deductivo, con mayor apodicticidad). Esto
se refiere a la segunda parte, porque la primera (que la creatura no puede
alcanzar naturalmente la comprehensión de Dios) parece obvia; en cambio hay
que probar que sí puede de potencia absoluta divina, es decir, elevada por Dios
mismo. Parece razonable que este punto no sea susceptible de una prueba
derivativa directa, porque en definitiva la potencia absoluta es resorte de la
voluntad de Dios y no puede probarse su necesidad en ningún caso. La prueba
de congruencia argumenta negando las imposibilidades en forma sistemática.
En otras palabras, que nada obsta, ni de parte de Dios, ni de la creatura ni de
la relación, a que de potencia absoluta se de esa comprehensibilidad extensiva.
La prueba principal (y no es el único caso) está tomada analógicamente de
textos de Tomás de Aquino referidos a la persona de Cristo. En cuanto a la
creatura, del argumento es que puede haber dos conocimientos acerca del
mismo objeto, uno más perfecto que el otro, en el orden natural; y éste sería
el caso aquí, incluso a fortiori.
La prueba de la segunda conclusión es analítica, se obtiene considerando
los conceptos implicados. La comprehensión intensiva exige conceptualmente
adecuación a la cognoscibilidad del objeto; supuesto esto, argumenta así:
“Pues ésta debe adecuarse a la cognoscibilidad del objeto, o debe ser
tanta en el ser cognoscitivo cuanto el objeto es ser cognoscible; pero
repugna al conocimiento creado que sea tanto en el ser cognoscitivo
cuando es Dios en el ser cognoscible; luego repugna una
comprehensión creada intensiva de Dios. La menor es evidente, porque
Dios es igualmente cognoscible y cognoscitivo, así como es igualmente
amable y bueno y amante; pero es infinitamente cognoscitivo en sentido
absoluto; luego es infinitamente cognoscible en sentido absoluto.
Entonces [se argumenta] así: ningún conocimiento creado es
infinitamente cognoscitivo en sentido absoluto; luego tampoco el
conocimiento creado es tanto en el ser del cognoscente cuanto en el ser
206
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
del cognoscible [86] como es Dios; luego repugna un conocimiento
intensivamente comprehensivo de Dios”7. (589/74).
Mimbela completa esta doctrina con tres inferencias o consecuencias.
1°. Dios no sólo es incomprehensible intensivamente sino también
cualquier absoluto, y cualquier eminencia de cualquier atributo. (590/76).
2° Absolutamente hablando, para la comprehensión intensiva no se
requiere la igualdad entitativa entre quien comprehende y la cosa
comprehendida; pero se requiere dicha igualdad para la comprehensión de
Dios [como caso especial]. (591/76).
3°. Ésta es una consecuencia correcta: el conocimiento del ángel sobre
Dios es menor conocimiento que el de Dios sobre sí mismo; luego el
conocimiento del ángel no es comprehensión intensiva de Dios. Pero esta
consecuencia no se sostiene: el conocimiento del ángel acerca de una hormiga
es menor que el conocimiento de Dios sobre la misma; luego el conocimiento
del ángel no es comprehensión intensiva de la hormiga (592/77).
3. Principales argumentos positivos y objeciones
En esta Disputación la argumentación positiva directa es relativamente
escasa. Podría decirse que, además de las tres inferencias, ya mencionadas,
sobre la segunda conclusión, para la primera hay cuatro argumentos (el
“Haec enim debet adaequare cognoscibilitatem objecti, vel debet esse tanta in esse
cognoscitivae, quantum est objectum in esse cogniscibilis; sed repugnat cognitio
creata, quae tanta sit in esse cognoscitivae, quantus est Deus in esse cognoscibilis;
ergo repugnat comprehensio creata intensiva Dei. Minor patet, quia Deus est aeque
cognoscibilis, ac cognoscitivus, sicut est aeque amabilis, et bonus, ac amans; sed est
simpliciter infinite cognoscitivus; ergo est simpliciter infinite cognoscibils. Tum sic:
nulla cognitio creata est simpliciter infinite cognoscitiva; ergo nec est cognitio creata
tanta iin esse cognoscitivae, quantus in esse cognoscibilis [86] est Deus; ergo repugnat
cognitio intensive comprehensiva Dei” (589/74).
7
207
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
mencionado y tres más dentro del mismo esquema). En cambio, la parte
propiamente disputativa es considerablemente extensa, abarca la mitad del
texto. Es decir, que una parte relevante de la doctrina se desplaza a la
controversia y se expone en la solución y refutación de las objeciones.
Los tres argumentos suplementarios de la primera conclusión, brevemente,
son los siguientes.
El segundo argumento, que continúa la analogía con el alma de Cristo,
dice: la comprehensión extensiva consiste en que se conozca claramente todo
el objeto con todos sus propiedades y relaciones suyas; pero el alma de Cristo
conoce todas estas cosas; luego comprehende a Dios (583/68).
El tercero es el siguiente el que goza de ingenio [inteligencia] percibe con
mayor claridad los objetos que quien no tiene; luego para la mayor o menor
claridad al conocer, no se atiende a la mayor o menor extensión a muchos o
pocos objetos. (586/71).
Finalmente, el cuarto y último argumento complementario: la
comprehensión intensiva de Dios es la que en la línea del conocimiento, es
tanta cuanto es Dios en la línea de lo cognoscible; pero Dios en la línea de los
cognoscibles es absolutamente infinito; luego la comprehensión intensiva de
Dios es absolutamente infinita en la línea del conocimiento. Entonces [se
argumenta] así: pero aunque la creatura conociera todas las cosas que están
formal y eminentemente en Dios, su conocimiento no sería absolutamente
infinito en la línea del conocimiento; luego no comprehendería intensivamente
a Dios. (587/72).
En definitiva, el eje de la doctrina consiste en distinguir entre la
comprehensión extensiva (de potencia absoluta, desde luego) y la intensiva,
tratando de evitar la confusión que llevaría a negar la comprehensión
extensiva, lo que Mimbela quiere evitar.
208
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
En cuanto a la Tercera Sección, comienza indicando que hay muchas
objeciones a la primera conclusión (nada dice de la segunda, que ni siquiera
se trata), pero que reducirá la exposición a pocos casos, a partir de cuyas
respuestas se pueden solucionar las demás.
En realidad, casi la totalidad de la Sección es una secuencia de objeciones,
réplicas e instancias, que van abriendo cuestiones en forma de abanico,
introduciendo nuevas precisiones. Sin embargo, está claro que el problema
fundamental es la segunda parte de la conclusión: que una creatura puede tener
comprehensión extensiva de Dios por potencia absoluta divina. Esto no debe
extrañar, pues el tema de la llamada “potencia obediencial” fue objeto de
amplias controversias entre las Escuelas y también dentro de la Jesuita había
divergencias.
Mimbela elige una objeción en la línea antes indicada, es decir, la posible
identificación de comprensión extensiva e intensiva.
El argumento es el siguiente:
“Si un intelecto comprehendiera extensivamente a Dios, vería en Dios
todos los errores, escrúpulos, ignorancias, dudas e imperfecciones de
otros intelectos creados; pero un intelecto que conozca así a Dios, lo
comprehendería intensivamente, o sea que conocería de él cuanto es
cognoscible”8. (593/78)
Como se aprecia, la idea de la objeción es admitir el pasaje de lo extensivo
a lo intensivo. Es decir, un intelecto en esas condiciones tendría la misma
ciencia que Dios, aunque en cantidad, pero la objeción está suponiendo que el
proponente no establece una clara diferencia. Y éste es el punto. Por eso, aun
reconociendo cierta fuerza persuasiva a la objeción, Mimbela contesta:
“Si intellectus comprehenderet extensive Deum, clare in Deo omnes errores,
scrupulos, ignorantias, dubia, et imperfectiones alias creati intellectus erga Deum; sed
intellectus sic cognoscens Deum, illum comprehenderet intensive, vel illum
cognosceret quantum cognoscibilis est”. (593/78).
8
209
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
“Esta ingeniosa objeción no urge, porque aunque es verdad que quien
conoce claramente todas las cosas que están en Dios formal y
eminentemente no puede errar o ignorar algo, sin embargo con esto se
mantiene la posibilidad de otro conocimiento más excluyente de errores
e ignorancias. Pues todos los teólogos enseñan esto: [es] de fe, que así
como la luz natural formalmente no puede [errar] en los primeros
principios, es todavía más imposible que la luz sobrenatural falle
también acerca de los mismos primeros principios; luego así como no
implica la mayor o menor infalibilidad acerca del mismo objeto,
tampoco implica la mayor o menor claridad, mayor o menor exclusión
de ignorancia acerca del mismo objeto claramente conocido”9. (595/80)
En este párrafo se condensan los puntos sobre los que luego se articulan
instancias de más detalle. El punto central de la discusión y acerca del cual en
el fondo no hay acuerdo es que para Mimbela la comprehensión extensiva se
diferencia de la intensiva en que siempre puede admitir un conocimiento
mejor (o sea, con menos error o ignorancia). Es decir, la extensividad,
conforme la entiende, es susceptible de más y menos, de fragmentación, de
aumento. Por eso nunca puede coincidir con la intensividad que es, por
esencia total y absoluta.
La segunda objeción transita por otros derroteros, aunque va conduciendo
a lo mismo.
“Haec ingeniosa objectio, non urget, quia sicut verum sit, quod qui clare cognoscit
omnia, quae in Deo sunt formaliter, et eminenter, non posse errare, vel ignorare
aliquod, cum hoc tamen stat possibilitas alterius cognitionis magis exclussivae
errores, et ignorantiae. Omnes enim theologi docent hac: de fide, quod sicut lumen
naturale formaliter non posse in primis principiis, magis tamen impossibile est quod
lumen supernaturale fallatur etiam circa eadem prima principia; ergo sicut non implat
maior, et minor infalibilitas circa idem objectum, nec implicar maior, et minor claritas,
maior et minor exclusio ignorantiae circa ídem objectum clare cognitum”. (595/80).
9
210
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
“Si se asume el principio: algo se ve más perfectamente tanto más
próximo el efecto en sí mismo, y a la inversa, cuanto más próximo se
ve el efecto en el principio, más perfectamente se conoce el principio,
resulta que el bienaventurado que ve todos los predicados de Dios,
efectos y verdades que son conocidas por Dios, conocería tan
perfectamente como Dios; luego comprehendería intensivamente a
Dios. El antecedente consta por la teoría de las conclusiones, conforme
la exposición de Cayetano”. (600/85).
Mimbela considera la respuesta de Escoto (601/86) para quien aquí hay
una falacia, porque aunque es verdad que cuanto más perfectamente se conoce
una causa, se conoce más próximamente el efecto; sin embargo no se sigue
que quien conoce el efecto en la causa vea más perfectamente la causa. Pero
esto no le satisface, porque en los que son mutuamente convertibles no hay
falacia en la coexistencia, como enseñan los lógicos; y la proposición de
Cayetano asumida en cuanto se ve más perfectamente el principio, tanto más
próximo se ve el efecto en él mismo, es convertible con ésta: cuanto más
próximo se conoce el efecto en el principio, tanto más perfectamente se
conoce el principio; luego si la primera es verdadera, la segunda será
verdadera. Por lo cual Mimbela rechaza el antecedente y con ello hace caer la
prueba (602/87):
“Última objeción: si una creatura pudiera comprehender
extensivamente a Dios, por eso mismo conocería infinitas verdades;
pero esto no es posible; luego Dios no puede ser comprehendido
extensivamente. Se prueba la menor: para que una creatura conozca
infinitas verdades, debe tener una potencia cognoscitiva infinita, e
infinitos conocimiento, en naturaleza, o en perfección; pero esto
repugna; luego. Se prueba la mayor: pues para conocer una verdad se
requiere alguna potencia cognoscitiva; y para conocer el doble se
requiere y más para el triple, y así siguiendo; luego [se requiere
potencia] infinita para conocer infinitas cosas. Concedida la mayor,
niego la menor, y la menor de la prueba. Se prueba, porque el
bienaventurado, aunque de hecho conozca un objeto infinito, lo conoce
211
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
con conocimiento finito. Luego así implica conocer infinitos objetos
con conocimiento finito. En cuanto a la prueba, distingo el antecedente:
mayor para conocer el doble o el triple con proporción aritmética en
relación al excedente que indican los objetos entre sí, niego el
antecedente; con proporción geométrica o alguna otra, concedo el
antecedente y niego absolutamente la consecuencia. La razón es que un
Ángel, siendo finito, conoce infinitos entes posibles inferiores de menor
perfección”10. (610/95).
Terminas las respuestas a las objeciones, aparece un breve cierre
“Al fin de la disputación sería fácil dar o explicar la comprehensión
extensiva y la intensiva. Pues ésta es la que conoce claramente todos
los predicados del objeto, de tal modo que nada se le oculta al
cognoscente. La mayor, en cambio, puede explicarse así: es la que
conoce todos los predicados del objeto sin que se le oculte nada al
cognoscente en cuanto es cognoscible. Y con esto sea suficiente acerca
“Objicies ultimo: si creatura posset comprehendere extensive Deum, eo ipso
cognosceret infinitas veritates; sed hoc implicat; ergo non potest Deum extensive
comprehendere. Probatur minor: ut creatura cognoscat veritates infinitas, debet habere
vim cognitivam infinitam, et infinitas cognitiones in natura, vel in perfectione; sed
hoc repugnat, ergo. Probatur maior: nam ad cognoscendam unam veritatem requiritur
aliqua vis cognitiva; et ad duplem cognoscendam maior requiritur, et maior ad triplem,
et sic de aliis; ergo infinita ad infinitas cognoscendas. Concessa maiori, nego
mninorem, et minorem probationis. Probatur quia Beatus sicut de facto cognoscat
objectum infinitum, cognitione finita id cognoscit. Cur ergo implicet infinita objecta
cognoscere cognitione finita. Ad probationem distinguo antecedens: et maior ad
cognoscendam duplex, vel triplem cum proportione arithmetica ad excesum, quae
dicunt objecta iter se, nego antecedens; cum proportione geometrica, vel aliquali,
concedo antecedens, et nego absolute consequentiam. Cuius ratio es, quia Angelus
cum finitus sit cognoscit infinita entia infra se possibilia minoris perfectionis”.
(610/95).
10
212
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
de la Esencia y los Atributos de Dios. Diciembre 23. Año del Señor
1699”11. (616).
Breve conclusión
Mimbela termina su tratado con una cuestión interesante y a la vez no muy
conectada con el resto de las disputaciones que se ocupan de los atributos
particulares. Un final, como se ve, un tanto abrupto, pues podía esperarse
algún cierre más sistemático. En todo caso, como se puede apreciar a lo largo
del Tratado, Mimbela ha concebido su curso más como una sumatoria que
como un organigrama, e incluso se podría pensar en diversas ordenaciones del
material. Esto constituye un interesante ejemplo de las últimas derivaciones
escolásticas a partir de su fuente principal e irreemplazable: el Tratado de Dios
Uno de la Suma tomasiana. Pero varios siglos no pasan en vano.
“In fine disputationis facile erit definitionem dare, vel explicationem
comprehensionis extensivae, et intensivae. Haec enim est quae clare cognoscit
praedicata omnia objecti, ita ut nullum lateat cognoscentem. Maior vero sic explanari
potest: quae clare cognoscit ombnia praedicata objecti, quin lateat aliquod
cognoscentem quantum cognoscibile est. Et haec satis sint de Essentia Dei, et
Attributis. Dic. 23 dubiae?) Anno Domini 1699”. (616).
11
213
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
214
MESA
DOUTRINAS MEDIEVAIS
DOS TRANSCENDENTAIS
Coordinación
Matheus Pazos
Atributos divinos e transcendentais
em Tomás de Aquino
Matheus Pazos
UFRB, Brasil
Meu objetivo neste texto consiste em apresentar, brevemente, a relação
existente entre a discussão dos atributos divinos e as noções transcendentais
no período medieval. Interessa-me, sobretudo, explicitar que esta relação não
é trivial, mas acaba por constituir a maneira com a qual diversos autores
medievais lidaram com uma questão anterior, que fundamenta a discussão
sobre a relação entre atributos divinos e as noções transcendentais, qual seja,
o problema do subiectum da metafísica considerada como ciência de
princípios gerais. Para tanto, meu texto apresentará, sucintamente, o modo
como Tomás de Aquino responde à relação entre atributos divinos e as noções
transcendentais.
De acordo com a caracterização histórica apresentada por Aertsen1, é
possível verificar o início da discussão medieval sobre as noções
transcendentais em três autores: Filipe Chanceler; Alexandre de Hales e
Alberto Magno. A motivação teórica destes autores pode ser atestada a partir
da dificuldade em se definir noções que possuem uma comunidade de sentido,
isto é, noções que não possuem apenas um significado e que, aparentemente,
recairiam na equivocidade. Noções como “bem”, “uno” e “verdade”
pareceriam, assim, difíceis de serem definidas. Nos primórdios da discussão,
chama atenção a utilização de alguns expedientes teóricos para lidar com a
definição dessas noções. O primeiro expediente teórico seria a discussão sobre
o estatuto predicativo dessas noções: a noção de “bem”, por exemplo, seria
apenas um predicado? Caso seja um predicado, corresponderia a uma
propriedade essencial ou acidental? Ademais, essas noções não apenas podem
1
Sobre isso, ver Jan Aertsen. Medieval Philosophy and the Transcendentals: The case
of Thomas Aquinas. Leiden; New York: Brill, 1996: 25-70.
217
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
ser investigadas como predicados ou categorias, mas também poder-se-ia, de
acordo com essas primeiras tentativas de investigação, examinar tais noções
num segundo expediente teórico, a saber, essas noções são abordadas como
atributos da divindade. Nesse cenário, surgiu, assim, a possível confluência de
duas respostas: (i) noções comuníssimas possuem um estatuto de noções
gerais, sendo, assim, consideradas como princípios que devem ser definidos
ultrapassando o modelo categorial e (ii) as mesmas noções podem ser
atribuídas de maneira apropriada como atributos que caracterizam a divindade
naquilo que lhe é essencial. Nesse caso, temos, por um lado, a investigação a
partir do qual o ser humano apreende e discute princípios que fundamentam o
modelo predicativo e, por outro lado, a investigação que tem por intento
estabelecer um conhecimento racional da divindade a partir de suas
propriedades essenciais. No entanto, esta possível confluência entre os dois
expedientes teóricos não foi ponto pacífico entre autores posteriores aos que
iniciaram a discussão. O problema principal em coadunar o binômio de
expedientes consiste na dificuldade em se estabelecer qual a possibilidade de
se apreender racionalmente princípios. Caso as noções gerais sejam também
propriedades essenciais da divindade, por que se deve estabelecer um duplo
caminho investigativo? Seria mais econômico do ponto de vista
argumentativo optar por um desses caminhos. A partir dessa dificuldade,
pretendo examinar a resposta juvenil de Tomás de Aquino. Penso que a
resposta tomásica auxilia, em trabalhos posteriores, a compreender o
encaminhamento de outros autores medievais sobre o tratamento conferido ao
subiectum da metafísica como ciência de princípios gerais, o que acaba por
explicitar a influência aviceniana na doutrina medieval dos transcendentais.
Em seu Comentário às Sentenças, escrito de juventude e anterior à redação de
De veritate, q. 1, a. 1, texto reconhecidamente canônico para tratar dos
transcendentais na obra tomásica, Tomás discute, num artigo sobre o nome
mais apropriado à divindade, pontos que fazem desse texto uma versão
preliminar daquilo que se encontra em De veritate, q. 1, a. 1. No texto em
questão, a saber, In Sent., I, d. 8, q. 1, a. 3, Tomás escreve:
“Respondo dizendo que os nomes de ente, bem, uno e verdadeiro,
segundo o modo de intelecção [rationem intelligendi], precedem os
218
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDI
demais nomes divinos; o que se torna patente pela sua comunidade
[communitate]. Se compararmos estes nomes uns com os outros, isto
pode ocorrer de dois modos: ou segundo o suposto [suppositum] e por
isso se convertem reciprocamente, identificam-se no suposto e nunca se
separam; ou segundo suas intenções e assim o ente é anterior aos outros
nomes de modo simples e absoluto. A razão disso é porque o ente está
incluso na intenção intelectual dos outros nomes; o que não ocorre no
sentido inverso. Nesse sentido, aquilo que primeiro cai [cadit] na
imaginação do intelecto [imaginatione intellectus] é o ente, sem o qual
nada pode ser apreendido pelo intelecto; como aquilo que primeiro cai
[cadit] no assentimento do intelecto [credulitate intellectus] são os
axiomas [dignitates], sobretudo, este: coisas contraditórias não podem
ser simultaneamente verdadeiras. Assim, como no princípio [sicut in
principio], todas as outras coisas incluem, de certo modo, o ente
unitário e indistinto”2.
A partir dessa passagem, é possível identificar algumas características dos
primeiros princípios. No contexto do Comentário às Sentenças, é importante
destacar que os princípios possuem o estatuto de nomes atribuídos à
divindade. São princípios do conhecimento humano, mas, sobretudo, nomes
divinos. Essa identificação entre primeiros princípios e nomes divinos gera
um problema: na medida em que a apreensão intelectual dos princípios não
implica, simplesmente, que os princípios são propriedades inerentes à
In Sent. I, d. 8, q. 1, a. 3, resp. “Respondeo dicendum, quod ista nomina, ens et
bonum, unum et verum, simpliciter secundum rationem intelligendi praecedunt alia
divina nomina: quod patet ex eorum communitate. Si autem comparemus ea ad
invicem, hoc potest esse dupliciter: vel secundum suppositum; et sic convertuntur ad
invicem, et sunt idem in supposito, nec unquam derelinquunt se; vel secundum
intentiones eorum; et sic simpliciter et absolute ens est prius aliis. Cujus ratio est, quia
ens includitur in intellectu eorum, et non e converso. Primum enim quod cadit in
imaginatione intellectus, est ens, sine quo nihil potest apprehendi ab intellectu; sicut
primum quod cadit in credulitate intellectus, sunt dignitates, et praecipue ista,
contradictoria non esse simul vera: unde omnia alia includuntur quodammodo in ente
unite et indistincte, sicut in principio”. As traduções são de minha responsabilidade.
2
219
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
divindade, uma vez que, de acordo com Tomás, o ser humano não possui o
conhecimento quididativo da divindade3. Apreender princípios não significa
conhecer com certeza aquilo que pertence à divindade. A despeito dessa
identificação apressada e pouco sistemática presente nessa passagem, é
preciso recordar que Tomás desenvolverá uma posição mais cuidadosa, em
suas obras posteriores, sobre o problema dos nomes divinos e o conhecimento
que o ser humano pode vir a possuir da divindade em seu estado de vida
presente. A partir de sua produção intelectual posterior ao Comentário às
Sentenças, é possível reconhecer a preocupação de Tomás em discutir, por um
lado, as propriedades transcendentais, isto é, os primeiros princípios e, por
outro lado, refletir sobre as propriedades transcendentes, isto é, o que pertence
propriamente à divindade, seus nomes próprios.
A solução encontrada por Tomás para distinguir os dois registros de
investigação consiste em utilizar-se da noção de participação e, assim,
sustentar que, do ponto de vista da relação entre a divindade e as criaturas,
estas participam da divindade e, por isso, possuem por participação aquilo que
é próprio à divindade. Se afirmamos que determinado nome é apropriado à
divindade, esse nome deve ser afirmado por participação do ser humano na
divindade. Assim, ao se afirmar, apropriadamente, que ‘Deus é bom’, uma vez
que a divindade é, em si, a bondade, deve-se entender que a proposição
‘Sócrates é bom’ expressa que ‘Sócrates participa da bondade’4. A
participação serve, nesse contexto específico, para justificar o discurso
indireto e analógico sobre os nomes divinos e a relação estabelecida entre a
divindade e o ser humano5, pois, se há participação do homem na divindade,
é possível estabelecer uma relação entre ambos e, por isso, identificar
algumas propriedades que podem ser ditas como pertencentes à divindade a
Ver, por exemplo, no próprio Comentário às Sentenças: In Sent. I, d. 3 q. 1 a. 1; In
Sent. II, d. 23, q. 2, a. 1. Consultar também ST, I, q. 12, a. 4, resp.
4
Cf. SCG III, c. 20, n. 2010; Quodl. II, q. 2, a. 1. resp; DV, q. 21, a. 4, resp.
5
Sobre isso, ver Matheus Barreto Pazos de Oliveira, “O uso da analogia em Tomás de
Aquino: notas sobre Summa Theologiae, I, 13, 5Ç”, in Celina A. Lértora Mendoza, N.
Jakubecki, Gustavo F. Walker (Orgs.). Filosofía Medieval: continuidad y rupturas.
Buenos Aires: FEPAI, 2013: 975-985.
3
220
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDI
partir da investigação de nomes comuns6.
Feita essa ressalva, retorno ao texto de In Sent., I, d. 8, q. 1, a. 3 acima
citado. Tomás sustenta que a partir do modo de intelecção [rationem
intelligendi], isto é, a partir de uma investigação típica da razão humana, os
nomes ‘ente’, ‘bem’, ‘uno’ e ‘verdadeiro’ possuem certa precedência em
relação a outros nomes. Esses nomes são, de acordo com Tomás, comuns. Mas
o que garante esta comunidade [communitate] entre eles? Os nomes
destacados por Tomás são comuns porque naquilo que eles são inexiste uma
diferenciação entre esses nomes. Isso porque eles são convertíveis: ao se
afirmar aquilo que é a ‘verdade’ e aquilo que é o ‘ente’, se afirma algo que diz
respeito à mesma natureza. Trata-se, assim, de uma pluralidade de nomes para
se referir a uma mesma natureza. A distinção ocorre, tão somente, no domínio
conceitual e é a partir da investigação sobre essa diferenciação conceitual que
é possível verificar o motivo pelo qual o nome ‘ente’ possui prioridade entre
os demais. A prioridade do ente é confirmada pela especificidade desse nome
comum. Se analisarmos os demais nomes comuns em busca de suas
definições, o que se encontrará são modos distintos de se expressar algo sobre
o ente7. Em última instância, a comunidade de nomes nada mais é do que a
afirmação da comunidade do ente. Por se tratar de modos de se expressar a
natureza do ente, esses nomes possuem convertibilidade com o ente; mas, no
domínio conceitual, não há convertibilidade. Isso significa que é necessário
apreender algo do ente para se compreender aquilo que os demais nomes
significam, isto é, para compreender em que medida os demais nomes são
convertíveis ao ente e, portanto, a ele comuns. Nessa medida, é possível
afirmar a precedência do nome ‘ente’ em relação aos outros nomes.
A precedência do ente no domínio conceitual serve para outro propósito
em In Sent., I, d. 8, q. 1, a. 3. Além de atestar a comunidade própria ao ente
pelo exame dos nomes a ele convertíveis, comprova-se que o ente possui, no
Sobre isso, ver Matheus Pazos, “Transcendência e transcendental”, in Juvenal Savian
Filho, Carlos Arthur Ribeiro do Nascimento. (Orgs.), Tomás de Aquino - Chaves de
Leitura. São Paulo: Paulinas, 2024, pp. 406-408.
7
Cf. ST, I-II, q. 55 a. 4 ad 1.
6
221
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
que concerne ao modo de apreensão intelectual, o estatuto de primeiro
princípio. A apreensão do ente torna-se, assim, a condição inicial sem a qual
nada mais pode ser apreendido pelo intelecto. É necessário ressaltar uma
interessante estratégia de comparação feita por Tomás nesse texto de
juventude: (i) o intelecto apreende primeiro o ente enquanto princípio
geral, assim como (ii) há uma apreensão intelectual dos princípios
entendidos como axiomas. Essa relação entre apreensão de princípios gerais,
seja como aquilo que é o pressuposto mais geral para o intelecto, seja na
apreensão de axiomas, é realizada a partir do uso de expressões que
aparentemente soam estranhas a leitores de obras da maturidade de Tomás ou
mesmo do texto de De veritate, q. 1, a. 1, outrora mencionado. Onde reside o
estranhamento conceitual? Tomás afirma:
“[...] aquilo que primeiro cai [cadit] na imaginação do intelecto
[imaginatione intellectus] é o ente, sem o qual nada pode ser apreendido
pelo intelecto; como aquilo que primeiro cai [cadit] no assentimento do
intelecto [credulitate intellectus] são os axiomas, sobretudo, este: coisas
contraditórias não podem ser simultaneamente verdadeiras”8.
Parece haver, nesse trecho, um uso impróprio da noção de ‘imaginação’
[imaginatio] associando-a ao intelecto, mas também não parece claro qual o
sentido da associação entre apreensão intelectual de axiomas e o uso do termo
‘assentimento’ [credulitas]. Ademais, por que Tomás se utiliza, em ambos os
casos, do verbo cadere que, literalmente, significa cair? A primeira
justificativa para o uso desse vocabulário diz respeito à especificidade
terminológica do Comentário às Sentenças: nesse texto, sobretudo na questão
que considero, Tomás se utiliza de um vocabulário de origem árabe9 para tratar
In Sent. I, d. 8, q. 1, a. 3, resp.
Cf. In Post. Anal. Proemium. Estes termos latinos são, respectivamente, a tradução
de tasdiq e tasawwur. Sobre a utilização desses termos na filosofia árabe medieval e
sua introdução no cenário latino, ver H. A Wolfson, “The Terms Tasawwur and Tasdiq
in Arabic Philosophy and their Greek, Latin and Hebrew equivalents”, in Id., Studies
in the History of Philosophy and Religion. Cambridge: Cambridge Press, vol. 1, 1973:
478–492; Benoit Garceau. Judicium: Vocabulaire, Sources, Doctrine de Saint Thomas
8
9
222
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDI
da apreensão intelectual: a ‘imaginação’, nesse contexto, consiste na
apreensão intelectual dos indivisíveis, isto é, a apreensão simples de algo. O
‘assentimento’, por sua vez, corresponde à operação de composição e divisão
e concerne a uma operação intelectual complexa sobre, no mínimo, dois
conceitos. Além da influência árabe no uso das noções de ‘imaginação’ e
‘assentimento’, o emprego do verbo cadere possui uma acepção técnica
quando associado à explicação de uma primeira apreensão intelectual, seja no
que concerne à operação simples da inteligibilidade dos indivisíveis, seja no
que se refere à apreensão de princípios sob o modelo axiomático, denotando
a operação própria de apreensão de um princípio geral e fundamental para
todo o conhecimento que lhe sucede.
O emprego técnico do verbo cadere, diferentemente do que ocorre com as
noções de imaginatio e credulitas mobilizadas num contexto noético, não se
restringe ao período de juventude tomásico. Tomás frequentemente mobiliza
esse verbo quando pretende explicitar o estatuto dos primeiros princípios e,
sobretudo, quando analisa o procedimento da razão humana ao apreendê-los.
Em Summa Theologiae, I-II, q. 94, a. 2, resp., afirma: “Porém, àquelas coisas
que caem na apreensão de todos [in apprehensione omnium cadunt] convém
certa ordem. Com efeito, aquilo que primeiro cai na apreensão é o ente, cuja
intelecção encontra-se inclusa em todas as coisas que alguém apreende”.10 A
ordem postulada por Tomás, nessa passagem, diz respeito ao meio pelo qual
intelecto humano apreende princípios gerais que são comuns e absolutos. De
acordo com Tomás, pode-se afirmar dois tipos de conhecimento dos princípios
d’Aquin, Paris, Vrin, 1968: 107-112 e Jan Aertsen, Medieval Philosophy as
Transcendental Thought: From Philip the Chancellor (ca. 1225) to Francisco Suárez.
Leiden, New York: Brill, 2012, p. 669. Sobre a influência do vocabulário noético
aviceniano e averróista no Comentário às Sentenças de Tomás, ver Richard Taylor,
“Aquinas and ‘the Arabs’: Aquinas's First Critical Encounter with the Doctrines of
Avicenna and Averroes on the Intellect, In 2 Sent. D. 17, Q. 2, A.1”, in Luis X Farjeat.
J. Tellkamp (eds.), Philosophical Psychology in Arabic Thought and the Latin
Aristotelianism of the 13th Century, Paris, Vrin, 2013:141-183.
10
ST, I-II, q. 94, a. 2, resp.
223
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
por si [principia per se nota]: (i) por si e (ii) para nós11. Num primeiro
momento, essa divisão corresponde à apreensão dos princípios a partir do
modelo axiomático, isto é, proposições que são conhecidas como evidentes
em si mesmas e que possuem um alcance em sua significação que é comum a
todos. Nessa medida, princípios do tipo (i) seriam proposições como
‘qualquer todo é maior que sua parte’ ou ‘não se pode afirmar e negar ao
mesmo tempo’. Os princípios de tipo (ii) correspondem ao conhecimento de
uma proposição que, formalmente, cumpre a função de ser por si dotada de
sentido, mas que, por parte daquele que a conhece, exige uma investigação
posterior. Para esclarecer o estatuto de evidência desses princípios, Tomás
lança mão da proposição ‘o homem é racional’ como exemplo. Essa
proposição possui uma evidência em si mesma na medida em que cumpre sua
função, qual seja, o predicado é um atributo que exprime, verdadeiramente, a
razão do sujeito.
Contudo, apesar da proposição formalmente possuir o estatuto de
evidência, alguém pode vir a desconhecer o que significa o sujeito da
proposição e, por isso, também ignorar o significado do predicado ‘racional’.
A apresentação da ordem para apreensões de princípios comuns visa justificar
um outro nível da apreensão intelectual, a saber, a apreensão do princípio mais
geral que funda12 todos os demais. Com efeito, Tomás introduz a noção de
Cf. ST, I-II, q. 94, a. 2, resp. Tenho consciência da dificuldade em se analisar a
noção de ‘princípio’ na obra tomásica. Nessa perspectiva, restrinjo minha análise a
esse texto específico, uma vez que meu interesse consiste na relação entre o emprego
do verbo cadere e a investigação das noções gerais do ente como princípios. Por isso,
não levarei em consideração o tratamento oferecido, por exemplo, no Comentário aos
Segundos Analíticos, no que concerne à distinção entre ‘princípios próprios’ e
‘princípios comuns’. Sobre este tópico no comentário tomásico aos Segundos
Analíticos, verificar Matheus Barreto Pazos de Oliveira. “Philosophia Prima e os
transcendentais em Tomás de Aquino: Um estudo sobre o Comentário aos Segundos
Analíticos”, in Rafael dos Reis Ferreira, José João Neves Barbosa Vicente, Ana
Carolina Reis Pereira (Orgs.), Discussões Filosóficas II. Goiânia: Editora Alta
Perfomance, 2023: 168-194.
12
Cf. ST, I-II, q. 94, a. 2, resp.
11
224
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDI
‘ente’ como aquilo que primeiro “cai na apreensão”, isto é, como o princípio
mais comum e absoluto13, sem o qual sequer os princípios de tipo (i) seriam
apreendidos como evidentes ao intelecto humano. Somado à função de fundar
os princípios em si gerais para todos [per se notae commmuniter omnibus], o
emprego do verbo cadere auxilia o leitor de Tomás a verificar as razões
segundo as quais o ente é, de acordo com ele, postulado como o princípio mais
geral.
O emprego do verbo cadere assinala a ordem própria à cognição humana
ao considerar aquilo cujo estatuto é o de princípio geral. Tomás identifica o
verbo cadere com a apreensão intelectual daquilo que é primeiro [primum].
Entretanto, o sentido da caracterização do resultado dessa apreensão como
‘primeiro’ precisa ser elucidado. Em Summa Theologiae, I, q. 5, a. 2, resp.,
Tomás escreve:
“O ente, segundo a razão [secundum rationem], é anterior ao bem. A
razão significada por um nome é aquilo que o intelecto concebe da coisa
e significa pela palavra. Nessa medida, aquilo que é anterior, segundo a
razão, é o que primeiro cai [cadit] na concepção do intelecto. Aquilo
que primeiro cai [cadit] na concepção do intelecto é o ente, uma vez
que algo se torna cognoscível enquanto é ato, como se afirma no livro
IX da Metafísica. A partir disso, o ente é o objeto próprio do intelecto
[proprium obiectum intellectus]; é o primeiro inteligível, assim como o
som é o primeiro audível. Disso, conclui-se que, segundo a razão, o ente
é anterior ao bem”14.
Cf. ST, I-II, q. 94, a. 2, resp.
ST, I, q. 5, a. 2, resp.: “Respondeo dicendum quod ens secundum rationem est prius
quam bonum. Ratio enim significata per nomen, est id quod concipit intellectus de re,
et significat illud per vocem: illud ergo est prius secundum rationem, quod prius cadit
in conceptione intellectus. Primo autem in conceptione intellectus cadit ens: quia
secundum hoc unumquodque cognoscibile est, inquantum est actu, ut dicitur in IX
Metaphys. Unde ens est proprium obiectum intellectus: et sic est primum intelligibile,
sicut sonus est primum audibile. Ita ergo secundum rationem prius est ens quam
bonum”.
13
14
225
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Tendo em vista uma discussão que versa sobre duas noções gerais, a saber,
‘ente’ e ‘bem’, Tomás esclarece qual o sentido empregado para se referir ao
aspecto de anterioridade da noção de ‘ente’ em relação à noção de ‘bem’ e, a
partir disso, determinar o que se deve compreender por ‘primeiro’ quando essa
caracterização estiver associada a uma reflexão sobre princípios. Nesse
contexto, há uma ordem estabelecida ‘segundo a razão’ [secundum rationem].
Tal ordem expressa como o intelecto apreende o objeto que lhe é próprio, isto
é, aquilo que ele encontra-se apto a conhecer. Quando se trata do que é
considerado como princípio geral, na ordem da razão, tem-se o critério de
anterioridade ou prioridade daquilo que é mais geral dentre as concepções do
intelecto, sem o qual nenhuma outra concepção tornar-se-ia possível. A partir,
portanto, da ordem da razão, Tomás estabelece uma identificação entre a
noção de ‘anterioridade’ ou prioridade com o estatuto do ente, enquanto se
considera este como ‘primeira concepção’ do intelecto. Ademais, Tomás
emprega pontualmente o verbo cadere para expressar aquilo que fundamenta
a concepção intelectual, assim como esse verbo expressa aquilo que é próprio
ao intelecto em sua operação: inteligir em ato a quididade das coisas15. Como
se trata da concepção daquilo que é ‘primeiro’, Tomás afirma que o ente,
considerado como um princípio geral ou noção comum, é o ‘objeto próprio’
do intelecto, isto é, aquilo cujo intelecto concebe primeiro e sem o qual esse
mesmo intelecto estaria impossibilitado de operar. O sentido de anterioridade
apresentado é confirmado ao se postular a ordem de apreensão das noções
gerais, tal qual se verifica em Summa Theologiae, I, q. 16, a. 4, ad. 2: “aquilo
que é anterior, é o que primeiro cai no intelecto. O intelecto primeiro apreende
o ente mesmo [ipsum ens]; depois, apreende que intelige o ente [se intelligere
ens] e, depois, apreende que apetece ao ente [se appetere ens]”16.
O emprego do verbo cadere na sentença “aquilo que primeiro cai no
intelecto” expressa, assim, a operação de apreensão intelectual do que é
mais anterior e primeiro na ordem do conhecimento. O resultado dessa
apreensão intelectual consiste no postulado dos princípios gerais para todo
15
16
Na medida em que o intelecto só conhece aquilo que existe, cf. ST, I, q. 12, a. 1, ad. 3.
ST, I, q. 16, a. 4, ad. 2.
226
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDI
o conhecimento17. Expressa como o intelecto humano apreende o princípio
geral que tem o papel de fundar ou constituir o conhecimento evidente dos
demais princípios, na medida em que a concepção intelectual que
corresponde ao objeto próprio do intelecto é resultado dessa primeira
apreensão, ou seja, a partir “daquilo que primeiro cai no intelecto”.
Trata-se, no caso tomásico, de se estabelecer a maneira a partir da qual o
ser humano apreende princípios e demarca o método de investigação para
apreensão desses princípios. Argumentação bastante similar daquela
empreendida em De veritate, q. 1, a. 1. A continuação da história da
doutrina medieval dos transcendentais persegue outros caminhos,
retornando à confluência com os atributos divinos e propondo, para tanto,
outros modelos de metafísica, esta considerada como ciência de princípios
gerais na qual a divindade e as noções transcendentais reencontram uma
confluência.
17
Cf. ST, I, q. 117, a. 1, resp.
227
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
228
A distinção entre appropriatur e communiter
na predicação dos termos transcendentais
Márcio Augusto Damin Custódio
Unicamp, Brasil
O início da Summa de Bonno (1225-1228) 1 de Felipe o Chanceler, o
prologo e as questões um a 11, é apresentado como a origem da doutrina dos
transcendentais na Idade Média desde o artigo clássico de Henri Pouillon
(1939)2. O termo “transcendentia”, comumente adotado pela comunidade que
se dedica ao estudo do autor, contudo, não é utilizado pelo Chanceler em seu
tratado.3. Ele prefere o termo “communissima” para nomear o que é primeiro
e mais comum, i.e, ens, unum, verum e bonum. Felipe também se vale da
expressão “prima intentiones” ou simplesmente “prima” para referir-se às
quatro primeiras concepções do intelecto, e deixa claro em SDB q. 2, ad 3. que
o propósito de seu estudo é esclarecer as noções primeiras e mais comuns por
oposição ao estudo posterior feito pelo filósofo natural que trata da matéria e
1
Sobre a dificuldade de se datar com precisão a obra, vide a edição crítica: Philippi
Cancellarii Parisiensis. Suma de bono, ad fidem codicum primum edita studio et cura
N. Wicki, pars prior, Bern, Francke, 1985. p. 11*-28*, 40*-66*. Doravante, a Summa
de Bono será referida no texto por “SDB”, seguida da questão e suas divisões.
2
Henri Pouillon, “Le premier traité des propriété transcendantales. La Summa de bono
du Chancelier Philippe”, Revue Philosophique de Louvain, n. 61, 1939: 40-77.
3
Considerando que os transcendentais são um tema da história da filosofia medieval,
e que os historiadores consensualmente localizam Felipe Chanceler no início da
temática, refiro-me aos comunissima como transcendentais, embora o faça somente
quando exponho minha compreensão do texto, nunca quando descrevo o que Felipe
está tratando conforme a letra do texto de sua Suma. Sobre a não ocorrência do termo
“transcendentia” na Suma vide: David Piché, “Le concept de vérité dans la Summa
de Bono (Q. I-III) de Philippe le Chancelier”, Revue des Sciences Philosophiques et
Théologiques 92, n. 1, 2008, p. 4.
229
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
da forma: “Contudo, agora falo do que é comum para compreendermos o ser
divino que é sem matéria e o racional e o moral”4.
Após a apresentação do escopo de seu tratado, o Chanceler debruça-se
sobre o sentido em que se diz que os termos primeiros são os mais comuns.
Para tanto, distingue o sentido de communiter e o sentido de appropriatur e
faz uso das escrituras para explicar com muita brevidade ambos os termos. A
fórmula de explicação do que é comum é retirada de Romanos 4, 17 (“Ele
chama para as coisas que são as que não são”)5 e a explicação de apropriado
é extraída de Êxodo 3, 14 (“Eu sou quem me enviou”)6. Ambos conceitos são
relevantes para o entendimento dos transcendentais como termos que parecem
comuns ou apropriados a todas as categorias com as quais se pode predicar do
ser sem pertencer especificamente a uma categoria. Esta característica é a mais
adequada para o princípio da intelecção, objeto de investigação do tratado.
Felipe busca com sua Summa estabelecer os princípios a partir dos quais
se pode conhecer sem erro, sendo o bem, assim como a verdade, tais
princípios. Tratar o bem como principal assunto de uma Summa tem
relevância política para a época, o que é tornado explícito pelo Chanceler em
seu Prefácio, quando informa que somente o conhecimento dos princípios
impede que os esforços para o conhecimento e para a salvação naufraguem
(Primeira Carta a Timóteo 1, 19: «mantendo a fé e a boa consciência que
alguns rejeitaram e, com isso, naufragaram na fé»). Nessa medida, ‘ignorar a
natureza dos principios’ (Primeira Carta a Timóteo 1, 19) resulta em heresia
como ocorre com os Maniqueus que consideram haver dois princípios
opostos, o princípio da luz, supremo bem, e o princípio das travas, supremo
mal (SDB I, q. 6). O erro dos Maniqueus se manifesta, para Felipe, em seu
próprio tempo entre os Cátaros que ensinam existir dois princípios opostos,
“Nunc autem loquimor communiter, ut esse divinum quod est sine materia et
rationale et naturale et morale comprendamus” (SDB q. 2 ad. 3).
5
“Primo communiter dictur, ut in Isaia: ‘Qui vocat ea que sunt tamquam ea que non
sunt” (SDB, Prólogo).
6
“ appropriatur, ut in Exod. III 'Qui est misit me’” (SDB, Prólogo).
4
230
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDI
um bom e causa criadora do mundo espiritual, e outro mal, causa do mundo
material e visível7.
Pretende-se, neste breve texto, expor a distinção feita pelo Chanceler e
esclarecer a relevância dos conceitos para a compreensão dos transcendentais
no autor. Para tanto, será necessário tratar do termo appropriatur por
intermédio de um aparato textual mais amplo, que ultrapassa o autor e chega
ao De veritate q 7, a. 18, de Tomás de Aquino. O recurso a Tomás de Aquino
é necessário uma vez que o Chanceler pressupõe que o leitor esteja
familiarizado com o significado do termo. Em Tomás encontramos uma
explicação para o termo que, acreditamos, pertence ao ambiente intelectual da
Universidade de Paris no tempo de ambos autores.
A importância do termo appropriatur no escopo da Suma decorre da
aparente contradição em se aplicar os termos transcendentais ao Criador e às
criaturas, uma vez que o ser de Deus e sua infinita bondade não parecem
compartilhar do mesmo ser finito dos entes naturais. O Chanceler, contudo,
insiste que se diz de modo próprio tanto de Deus quanto das criaturas com os
termos transcendentais, especialmente o bem. Este problema não passou
despercebido dos historiadores da filosofia 9 . Contudo, o tratamento que
proponho por intermédio da distinção entre comuníssimo e apropriado pareceme que ainda não foi tratado adequadamente. Ademais, minha interpretação
está restrita ao Prólogo da Suma e esforça-se por mostrar que desde das
primeira linhas do texto, o Chanceler já havia resolvido o problema por meio
de uma definição, a do termo apropriar. A solução, contudo, pode passar
J. Jollivet, “Logique cathare: la scission de l´universel”, in E. P. Bos (Ed.). Medieval
semantics and metaphysics, Nijmegen, Ingenium, 1985: 143-160.
8
Quaestiones disputatae de Veritate. Ed. A. Dondaine. Ed. Leon., vol. XXII.1-3.
Roma, Editori di san Tommaso, 1972-1976. O De veritate será doravante referido por
DV seguido de questão e divisões internas.
9
Sobre o reconhecimento do problema, vide David Piché, “Le concept de vérité dans
la Summa de Bono”, Revue des Sciences Philosophiques et Théologiques 92, n. 1,
2008, pp. 4-5. Piché resolve o problema sustentando uma teoria da analogia em Felipe
o Chanceler. A solução é engenhosa e complementar a que exponho acima.
7
231
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
despercebida ao leitor desavisado, dada a atitude do autor em não se prolongar
na explicação.
A atitude do Chanceler, de não insistir na explicação dos termos no
Prólogo, é compreensível uma vez que seu leitor à época fazia extenso uso do
termo appropriatur para tratar da Trindade, pois entendia que algumas
propriedades divinas, tais como a bondade e a verdade, embora fossem
comuns ao Pai, ao Filho e ao Espírito Santo, eram atribuídas a uma das Pessoas
divinas. Esta explicação é sistematizada por Tomás de Aquino e, embora
posterior ao texto do Chanceler, era de domínio comum aos teólogos do
período10.
A passagem que trata da distinção entre o comum e o apropriado encontrase na última parte do Prologo de SDB: “Primeiro perquirimos sobre a
comparação de bem, ente, uno e verdade. Posteriormente, se existe algum bem
ao qual o mal não se opõe e se este é o sumo bem”11. Nota-se o duplo propósito
dado pelo autor. Primeiro, esclarecer qual relação há entre o bem e os demais
termos primeiros: ente, uno e verdade. Segundo, esclarecer se se pode dizer
de Deus que ele é sumo bem. Estes dois elementos combinados tem o
propósito de assegurar que se investiga por completo o fundamento de toda
intelecção e de todas as coisas, pois nada pode ser conhecido sem que antes se
tenha domínio intelectual sobre os princípios. O Chanceler ilustra a
necessidade de se investigar primeiro os princípios com passagem das
Escrituras na qual se lê que “a prata tem como princípio os seus veios,
enquanto o ouro tem lugar onde é fundido” (Jó 28, 1)12. Na sequência do
10
Tomo como pressuposto que a sistematização elaborada por Tomás de Aquino lida
com tema comum. Neste ponto, sigo Jan Aertsen. Medieval philosophy as
transcendental thought, from Phillip the Cancellor (ca 1225) to Francisco Suárez.
Leiden, Boston, 2012, p. 113.
11
“Primo ergo querendum est de comparatione boni ad ens et unum et verum. Post
hec utrum sit aliquod bonum cui non opponatur malum et an hoc sit summum bonum”
(SDB Prólogo)
12
“Habet argentum venarum suarum principia, et auro locus est in quo conflatur, Iob
XXVIII” (SDB, Prólogo).
232
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDI
parágrafo, lê-se a interpretação da passagem, segundo a qual a prata diz
respeito ao que é próprio do intelecto e que é obtido pela perfeita especulação
intelectual, assim como também pode ser obtido por fé, ao passo em que o
ouro diz respeito ao saber prático, dado por caridade ou obtido pelo perfeita
prática do intelecto e dos afetos. Nesta medida, enquanto a sabedoria prática
que diz respeito aos costumes é explicada pela expressão “auro locus est in
quo conflatur”, a intelecção que diz respeito às questões sobre as coisas deve
recorrer aos princípios como aquele que procura pela prata, pois “arguentum
venarum suarum habet principia”. A expressão, segundo o Chanceler, deve
ser compreendida como uma referência ao que está no fundamento das coisas,
exigindo de quem o investiga que aja ao modo do mineiro que escava a terra
para encontrar a prata oculta:
“Assim como a prata é extraída de veios ocultos nas minas, como se
fosse de seus próprios princípios, também a compreensão das questões
é extraída, como se fosse de veios ocultos, da comunabilidade de
princípios (ex ccommunitate principiorum) dos quais, sendo ignorantes,
tudo o mais está envolto em corrupção”13.
A passagem tem uma dupla abordagem. Deve-se investigar os princípios
das coisas criadas, mas também deve-se compreender que tais princípios
remetem a Deus, não existindo outro conjunto de princípios que sirva como
par de contrários, como o mal o é para o bem segundo pensam erroneamente
os Maniqueus. Estes, por não terem conhecimento adequado dos princípios,
naufragam na fé. 14 Por outro lado, a investigação adequada dos princípios
relaciona o bem não com o mal, mas com os outros três princípios (ens, unum,
verum), e esta relação se dá por serem todos eles communissima.
13
"Sicut argentum in mineriis ex venis occultis tamquam ex suis principiis eruitur, ita
intelligentia questionum ex communitate principiorum tamquam ex occultis venis
extrajitur quibus ignoratis cetera calignine involvuntur” (SDB, Prólogo).
14
“Et ideo ‘naufragaverunt circa fidem’ rationem principiorum ignorantes, ut
Manichei” (SDB, Prólogo). A referência ao naufrágio na fé é extraída de I Timóteo 1,
19.
233
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Uma vez que os princípios são ditos os mais comuns a todas as coisas, fazse necessário apresentar a distinção que há entre eles, a começar pelo ente que
também é dito apropriado. Em DV q. 7, a. 3, Tomás de Aquino apresenta o
sentido para o termo: “A terceira questão é se o livro da vida é apropriado ao
Filho”.15 A questão se desenvolve de sorte que são apresentadas quatro razões
pelas quais o livro da vida não é apropriado ao Filho, todas elas baseadas na
autoridade das Sagradas Escrituras; a primeira razão sustenta que o livro é
apropriado ao Espírito Santo e as demais razões argumentam que é apropriado
ao Pai. O sed contra, baseado em Agostinho, sustenta que o livro é apropriado
ao Filho. A resposta conforma Agostinho e as Sagradas Escrituras por meio
do esclarecimento do termo “apropriado”:
“Resposta. Digo que se apropriar nada mais é do que atrair o comum
para o que é próprio. Pois aquilo que é comum a toda Trindade não pode
ser atribuído à propriedade de nenhuma Pessoa por pertencer mais a
uma Pessoa do que a outras. Isso seria, pois, contrário a igualdade das
Pessoas. Porém, sendo que aquilo que é comum tem maior semelhança
com o que é próprio de uma Pessoa do que com o que é próprio de outra,
assim também a bondade tem certa conveniência com a bondade do
Espírito Santo, que procede com amor –pois a bondade é objeto do
amor– , sendo por isso apropriada ao Espírito Santo. E da mesma forma
a potência do Pai, porque a potência enquanto tal é uma forma de
princípio. Mas é próprio do Pai ser o princípio de toda a divindade, e
pela mesma razão a sabedoria é apropriada ao Filho, porquê é
conveniente ao que lhe é próprio. Pois o Filho procede do Pai como
uma palavra que nomeia a processão do intelecto. Portanto, como o
livro da vida pertence ao conhecimento, deve ser apropriado ao
Filho”16.
“Tertio quaeritur utrum liber vitae approprietur filio” (DV q. 7, a. 3).
“Responsio. Dicendum, quod appropriare nihil est aliud, quam commune trahere ad
proprium. Illud autem quod est commune toti Trinitati, non potest trahi ad proprium
alicuius personae, ex hoc quod magis uni personae quam alii conveniat: hoc enim
aequalitati personarum repugnaret; sed ex hoc quod id quod est commune, habet
15
16
234
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDI
Tomás de Aquino esclarece na passagem que um atributo comum a muitos
é dito apropriado quando é atraído pelo que é próprio a um sujeito. Tomás usa
o termo “atraído” uma vez que não se pode dizer que é atribuído como o
próprio de um único sujeito. Ser próprio, nessa medida, é o contrário de ser
comum. Não há, contudo, nenhuma contrariedade entre ser comum a muitos
e ser mais semelhante a um, e este é o caso da bondade para o Espírito Santo,
da potência para o Pai e da sabedoria para o Filho. A semelhança refere-se a
relação entre o que é comum e aquilo que é próprio, como o amor do Espírito
Santo, o princípio da divindade para o Pai e a palavra do princípio da
divindade para o Filho. Ao atrair o que é comum por exibir maior semelhança,
diz-se que tal sujeito apropria-se do que é comum sem, contudo, tornar o que
é comum um próprio. A apropriação, portanto, não é contrária nem destrói a
comunabilidade, sendo ela, apenas, o nome que se dá ao término do
movimento de atração do comum por um sujeito. O Chanceler faz uso das
escrituras para explicar com brevidade o que é comum e o que é apropriado.
A fórmula de explicação do que é comum é retirada de Romanos 4, 1717 e a
explicação de apropriado é extraída de Êxodo 3, 14, como dito no início deste
texto18.
A distinção entre o mais comum e o apropriado, aplicado aos termos
primeiros, não recebe maiores tratamentos no Prólogo. Ela, contudo, é central
maiorem similitudinem cum proprio unius personae quam cum proprio alterius; sicut
bonitas habet quamdam convenientiam cum proprio spiritus sancti, qui procedit ut
amor (est enim bonitas obiectum amoris) unde spiritui sancto appropriatur; et similiter
potentia patri, quia potentia inquantum huiusmodi est quoddam principium: patri
autem proprium est esse principium totius deitatis; et eadem ratione sapientia
appropriatur filio, quia habet convenientiam cum proprio eius: procedit enim filius a
patre ut verbum, quod nominat processionem intellectus. Unde, cum liber vitae ad
notitiam pertineat, filio appropriari debet” (DV, q. 7, a.3 r.).
17
“Primo communiter dictur, ut in Isaia: 'Qui vocat ea que sunt tamquam ea que non
sunt’” (SDB, Prólogo)
18
“appropriatur, ut in Exod. III 'Qui est misit me’” (SDB, Prólogo).
235
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
para que o Chanceler possa tratar da apropriação dos termos transcendentais
por Deus e pela criatura. O tema é caro para o Chanceler, cujo tratado dedicase ao bem, e cujo significado diz respeito ao intelecto humano tanto quanto ao
intelecto de Deus, especialmente considerando que o tratado é escrito em um
contexto de oposição ao maniqueísmo, conforme esclarecido no próprio
Prólogo19. Sendo este o caso, há um modo pelo qual se diz “bem”, que se
refere à nobreza do ser (nobilitatis entis), significando com isso que Deus é
chamado de bom, sendo sua bondade puro ato. Contudo, no âmbito das
criaturas também se diz que as coisas são boas, e o termo “bem”, neste caso,
pode ser compreendido a partir do uso de qualquer uma das dez categorias.
Nesse sentido se diz da bondade que ela é communitas praedicationis.
O bem inclui todo o ente criado por meio de predicação formal ou
essencial 20 . Isto significa que os princípios assim atribuídos constituem a
natureza mesma da criatura, e este é o caso para o ser, o uno, a verdade e o
bem. Não se trata apenas de uma predicação denominativa, tal qual um termo
universal, ou seja, o gênero, a diferença, a espécie e o acidente. Dito de outro
modo, não se trata de um esclarecimento do próprio domínio da linguagem,
mas de uma exposição do ser das coisas. Considerando que o ser de Deus e o
ser das coisas criadas é distinto, a comunabilidade do bem entre ambos não
pode se dar se o termo “bem” for próprio de um dos dois tipos distintos de
entes. A noção de apropriação é, então, utilizada pelo Chanceler para
19
Deve-se ter em mente que Felipe escreveu, na mesma época da Suma, sermões
pregando crusada contra os Albigenses. Sobre o sermão De crucesignatione contra
Albigenses veja: N. Bériou. “La prédication de croisade de Phillippe le Chancelier et
dÉudes de Châteauroux en 1226", Cahiers de Fanjeaux, n. 32 ,1997:. 85-109.
20
Valho-me, nesta interpretação do Chanceler, da distinção feita por Armando de
Belvézer no Prólogo de sua Declaratio Difficilium Terminorum, texto cujo propósito
é esclarecer a terminologia sobre os transcendentais e outros assuntos tratados pelos
estudantes de teologia do período. Armando esclarece a distinção entre predicação
formal ou essencial e predicação denominativa. Tomei de empréstimo a distinção para
melhor esclarecer o Prólogo do Chanceler. Veja edição antiga: Armandi Bellovisi.
Declaratio difficilium terminorum theologiae philosophiae atque logicae, Venetiis,
1586.
236
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDI
esclarecer como o bem, e os demais termos transcendentais, são ditos de Deus
e das criaturas, sendo que o bem se assemelha mais a Deus e, nessa medida é
atraído por ele, ocorrendo como resultado dessa atração a apropriação. Em
Deus, é a Pessoa do Espírito Santo, como sustenta Tomás de Aquino, por
intermédio do amor, que promove essa atração. Isto, contudo, não impede que
o bem seja comum à criatura, embora não seja semelhante a ela, uma vez que
ela, criatura, nunca se encontra plenamente em ato.
Esclarecido que se pode dizer do bem tanto de Deus quanto das criatura, o
Chanceler encerra o Prólogo com a divisão do assunto da Suma em grupos de
questões que tem por função orientar o leitor, muito embora não se trate do
plano da obra, muito menos um índice. A divisão tal qual dada pelo Chanceler
evidencia o comprometimento da obra em tratar do bem em Deus e nas
criaturas. A primeira parte trata da relação do bem, do ser, do uno e da
verdade21, a segunda trata da não existência do mal como contrário ao bem,
além de introduzir o tema do sumo bem22, a terceira trata da divisão do bem
criado23, a quarta trata do bem comum e de sua relação com o bem de Deus24.
O Chanceler termina acrescentando, ainda, duas divisões na estrutura do
tratado, uma que diz respeito a natureza do bem, se pode sofrer diminuição ou
não,25 e outra sobre temas gerais do bem e o mal.26
“Primo ergo querendum est de comparatione boni ad ens et unum et verum” (SDB,
Prólogo).
22
“Post hec utrum ist aliquod bonum cui non opponatur malum et an hoc sit summum
bonun” (SDB, Prólogo).
23
“Post hec de divisione boni creati, de multiplici divisione boni et quomodo se
habeant ad invicem et questiones que circa hoc sunt” (SDB, Prologo).
24
Post hec de bono corporalis creatura, ubi multe questiones, in qua oportet
determinare quomodo ad ymaginem Dei et similitudinem.
25
“Post hec altera pars que est de bono nature quod est diminuibile, circa quod
queritur utrum sit illud in rationabilibus tantum an in aliis creaturis, et alie questiones”
(SDB, Prólogo).
26
“Post hec transeundum est ad malum et bonum in genere, in quo orientur multe”
(SDB, Prólogo).
21
237
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Nota-se, por fim, que o plano da obra depende da distinção entre
appropriatur e communiter. Como foi exposto, a distinção é feita com muita
brevidade no Prólogo e com recurso às Escrituras. A brevidade indica que a
distinção possivelmente era tema comum da teologia no tratamento da
Trindade, o que autoriza o uso da sistematização de Tomás de Aquino para
auxiliar na interpretação das passagens bíblicas citadas pelo Chanceler. A
despeito da brevidade, ela antecipa um possível problema para o tratado e
tenta evitá-lo, qual seja, estabelecer uma possibilidade de se tratar de duas
acepções aparentemente contraditórias da noção de transcendental, uma
aplicada à Deus e outra às criaturas. O tema é tratado pelo Chanceler em
função da noção de bem, e a contradição se desfaz por meio da concepção de
apropriação.
238
As primeiras concepções do intelecto:
de Rolando de Cremona a Tomás de Aquino
Carlos Eduardo Maculan1
IFCH/UNICAMP, Brasil
I. Os transcendentais e a Universidade de Paris
Um dos expoentes mais conhecidos dos quatro períodos canônicos da
filosofia, Tomás de Aquino, entende, no seu corpus thomisticum, que há
primeiras concepções do intelecto na ordem do conhecimento. Tais primeiras
concepções perpassam todas as categorias ou predicamentos e cuja lista ele
elenca nas Quaestiones disputatae De veritate q.1 a.1. Chamadas pela
literatura filosófica pelo nome de transcendentais, tais concepções são
conhecidas pelo nome de ente, coisa, uno, algo, verdadeiro e bom,
respectivamente ens, res, unum, aliquid, verum e bonum.
Com os termos transcendentais e sua presença na explicação formal dada
em De veritate q.1 a.1, Tomás de Aquino estabelece uma relação entre a
ordem da realidade e a ordem do intelecto. O Aquinate dá pleno assentimento
a uma teoria do conhecimento fundada na percepção sensível, e que, a partir
dela, se alcança o conhecimento intelectual, puramente imaterial. Nada há no
intelecto humano que antes não tenha passado pelos sentidos2 [nihil est in
intellectu quod non sit prius in sensu]3. O intelecto para Tomás de Aquino é
1
Mestrando do programa de pós-graduação do IFCH/UNICAMP sob a orientação do
Prof. Dr. Márcio Augusto Damin Custódio.
2
De veritate q.2 a.3 arg.19 bem como sua resposta em De veritate q.2 a.3 ad 19.
Thomae Aquinatis, Quaestiones disputate De veritate. Sancti Thomae Aquinatis
Doctoris Angelici Opera Omnia Iussu Impensaque Leonis XIII. Ed. Cura et Studio
Fratrum Praedicatorum, Tomus XXII: Roma, 1970: 49 – 55.
3
Summa Theologiae I, q. 84, a. 7, co.: “Respondeo dicendum quod impossibile est
intellectum nostrum, secundum praesentis vitae statum, quo passibili corpori
239
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
uma tábua em branco4 [sicut tabula rasa in qua nihil est scriptum] a ser escrita
com o conhecimento das coisas e cuja primeira concepção é o transcendental
ente, do qual decorrem os demais transcendentais: coisa, uno, algo, verdadeiro
e bom. Conhecer, em clave tomasiana, significa partir do primeiro conhecido
que é o ente, o que é capital em Tomás de Aquino, porque o real,
especialmente o ente, é dado na realidade antes que seja dado na inteligência.
Há, no entanto, uma história dos transcendentais que não se limita ao
Aquinate. Um grupo de precursores na docência da Universidade de Paris no
século XIII preparou consideráveis estudos de filosofia e teologia nos quais
figuram os transcendentais. O lugar comum dos transcendentais na história da
filosofia se dá num período de grande efervescência intelectual e se estabelece,
nos seus primórdios, por: (i) Rolando de Cremona, mestre regente em Paris de
1220-1230; (ii) Filipe, o Chanceler, que foi cancellarius da Universidade de
Paris de 1218 até sua morte em 1236; (iii) Alberto Magno, mestre regente de
1245-1248; (iv) Alexandre de Hales, mestre regente entre 1236-1237; (v)
Boaventura, mestre regente entre 1254-1257 e, por fim, (vi) o próprio Tomás
de Aquino, mestre regente em Paris por duas ocasiões, entre 1256–1259 e
1268 – 1272.
coniungitur, aliquid intelligere in actu, nisi convertendo se ad phantasmata. [...]
Intellectus autem humani, qui est coniunctus corpori, proprium obiectum est quidditas
sive natura in materia corporali existens; et per huiusmodi naturas visibilium rerum
etiam in invisibilium rerum aliqualem cognitionem ascendit. […] Particulare autem
apprehendimus per sensum et imaginationem. Et ideo necesse est ad hoc quod
intellectus actu intelligat suum obiectum proprium, quod convertat se ad phantasmata,
ut speculetur naturam universalem in particulari existentem. Si autem proprium
obiectum intellectus nostri esset forma separata; vel si naturae rerum sensibilium
subsisterent non in particularibus, secundum Platonicos; non oporteret quod
intellectus noster semper intelligendo converteret se ad phantasmata”. AQUINATIS,
Thomae. Pars prima Summae Theologiae. Sancti Thomae Aquinatis Doctoris
Angelici Opera omnia iussu impensaque Leonis XIII. Typographia Polyglotta, Tomus
V. Roma: 1889, p. 326.
4
Summa Theologiae I, q. 79 a.2 co. AQUINATIS, Thomae. Pars prima Summae
Theologiae. Sancti Thomae Aquinatis Doctoris Angelici Opera omnia iussu
impensaque Leonis XIII. Typographia Polyglotta, Tomus V. Roma: 1889, p. 259.
240
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDI
II. Os princípios do conhecimento
Quando falamos em transcendentais, o que se tem no horizonte é a busca
por um princípio, no caso, o princípio do conhecimento humano. Há uma
gênese em algo primeiro que é postulada pelos mestres regentes de Paris no
século XIII. A busca por um principium ou arché é identificada com a própria
essência da filosofia, daí que a teoria dos transcendentais quer responder a tal
busca. Os transcendentais são as primeiras concepções do intelecto num
sentido muito próprio: eles são um complemento lógico à teoria da ciência,
que foi a estrutura conceitual da escolástica no período em análise. Ciência é
um hábito que é produzido por demonstração e o que é cientificamente
conhecido são as conclusões do silogismo demonstrativo. Se não houver a
estagnação do processo demonstrativo em algum princípio indemonstrável, o
processo iria ao infinito, logo, não se alcançaria um princípio. Em seu sentido
mais próprio, o infinito é aquilo que por natureza não pode ser percorrido, pois
o infinito é o mesmo que o intransponível5.
O alcance de um princípio é, ipso facto, o estabelecimento de um
fundamento para a estrutura científica. Tal fundamento é um per se notum, ou
seja, evidentíssimo e no qual o intelecto poderá estabelecer todas as demais
concepções. Os mestres regentes de Paris dão a tais princípios evidentíssimos
os nomes de: primae intentiones (Filipe, o Chanceler), prima impressiones
(Alexandre de Hales), conditiones entis nobilissimae et generalissimae
(Boaventura) primum intelligibile (Alexandre de Hales e Tomás de Aquino),
prima (Alberto Magno), primae conceptiones intellectus (Tomás de Aquino).
O primeiro momento que as primeiras concepções transcendentais aparecem
num estudo formalizado na Universidade de Paris se dá, provavelmente, por
Rolando de Cremona. Em suas Questiones magistri Rolandi super quattuor
libros Sententiarum, onde, usando pela primeira vez o nome transcendentibus,
faz sua aplicação dos cinco conceitos que ele examina como os mais gerais na
ordem do ser e que são: ente, uno, verdadeiro, algo e coisa. Rolando trata que
pelo verbo latino creare, quando aplicado às ações divinas, se dá significado
5
Cf. Physicorum lib. 3 lect. 7.
241
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
ao que é criado em geral [creatum generale] e que tal condição geral pode ser
expressa pelo que é transcendentibus6.
Seguidamente na linha do tempo, há Filipe, o Chanceler, e sua Summa de
bono (ca. 1230), onde o autor estuda o que é o bem. As primeiras concepções
recebem do Chanceler parisiense o nome de primeiras intenções [primae
intentiones], colocando as demais intenções numa ordem de extensão e
compreensão com outras noções tão extensas e gerais quanto o próprio bem,
objeto de seu estudo. Filipe diz que tais intenções –que não recebem o nome
de “transcendentais” na Summa de bono–estão no fundamento de todo
conhecimento, e o intelecto que não conhece tais princípios naufraga7
[naufragaverunt rationem principiorum ignorantes]. O elenco desses
princípios dado por Filipe é descrito na Summa de bono q.9: “Ens et unum et
verum et bonum sunt prima [...]. Primae intentiones símplices dicuntur, quia
non est ante ipsas in que fiat resolutio”8, ou seja, “o ente, o uno, o verdadeiro
e o bem são primeiros [...]. As primeiras intenções são ditas simples, porque
não há antes delas no que se faça a resolução”. Filipe está a dizer, portanto,
que na resolução do conhecimento há algo primeiro, e tal algo primeiro são as
primeiras intenções do intelecto.
“Si quis autem vellet dicere, quod hoc verbum ‘creat’ at alia significantia accionem
dicta de Deo significant creatum generale, sed quid posset esse illud unum creatum
quod est significatum per illa verba nisi esset unum de transcendentibus scilicet ens
unum verum aliquid et res?”. Rolandus Cremonensis, Questiones magistri Rolandi
super 4or libros Sententiarum, Bibliothèque Mazarine, Paris, Ms. 795, fol. 7vb.
7
A passagem inteira do texto de Filipe, oriundo do prólogo da Summa de bono, diz:
“... naufragaverunt circa fidem, rationem principiorum ignorantes, ut Manichaei”. O
que o Chanceler parisiense está a enfrentar no seu texto citado é uma oposição aos
maniqueístas que, segundo ele, erraram sobre os princípios do conhecimento e,
consequentemente, erraram sobre a fé católica. Cf. Filipe, o Chanceler, Summa de
bono, prologus, in Niklaus Wicki, Die Philosophie Philipps des Kanzlers: Ein
Philosophierender Theologe des Frühen 13. Jahrhunderts. Ed. Academic Press:
Freiburg, 2005, p. 10.
8
Filipe, o Chanceler, Summa de bono, q.9. In Niklaus Wicki, Die Philosophie Philipps
des Kanzlers: Ein Philosophierender Theologe des Frühen 13. Jahrhunderts. Ed.
Academic Press: Freiburg, 2005. p. 50.
6
242
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDI
Um ano após a Summa de bono, começa a ser editada a inacabada Summa
theologica de Alexandre de Hales e seus companheiros franciscanos9 (ca.
1231), na qual se discute o uno, o verdadeiro e o bem. A Summa Theologica
de Alexandre de Hales, ou Summa fratris Alexandri10, em seu primeiro tratado
pretende estabelecer a divisão entre a teologia das Sagradas Escrituras e a
filosofia primeira ou teologia dos filósofos. A matéria da teologia é a
substância divina como revelada por Cristo, enquanto a matéria da metafísica
–ou filosofia primeira para a Summa Halensis – trata da mesma substância
divina, mas com uma ressalva importante: desde que a substância divina seja
concebida como o primeiro Ser do qual todas as coisas são dependentes. Deus
é o Ser do qual todos os entes dependem, por isso, a Summa Halensis trata dos
transcendentais sob o nome de primeiras impressões [primae impressiones]
nas questões XIII, XIV, XV, XVII e XVIII da Prima Pars. Elencando ao todo
quatro primeiras impressões, que são ente, uno, verdadeiro e bom, o texto as
vincula diretamente a Deus, pois todas as primeiras impressões derivam do
ente e se relacionam umas com as outras segundo a relação com a causa divina
[secundum relationem esse eorum ad divinam causam], por isso, são ditas em
relação à unidade divina, à verdade divina e à bondade divina.
9
Leo Elders. The Transcendental Properties of Being. Introduction: A Concise
History up to Thomas Aquinas. Sapientia vol. 57, 2002, p. 461.
10
Estudos modernos optam por trazer que Alexandre de Hales foi o supervisor do
projeto de redação da Suma de Teologia que leva seu nome, isso porque outros tantos
frades menores possivelmente estavam envolvidos na edição. Em razão disso, alguns
autores optam por chamar a Suma de Alexandre de Hales pelo nome de Summa
Minorum ou Suma dos Menores. Mas há o lado contrário da controvérsia, com a
defesa da autenticidade da Summa Halensis com fontes detalhadas refutando a
controvérsia. Cf. Victorin Doucet, “The History of the Problem of the Authenticity of
the Summa”, Franciscan Studies, March, 7, N. 1, March 1947: 26-41; Idem, “The
History of the Problem of the Authenticity of the Summa (Continued)”, Franciscan
Studies 7, N. 3, Septemb er 1947: 274-312. Cf. Jan Aertsen, Medieval Philosophy as
Transcendental Thought - From Philip the Chancellor (ca. 1225) to Francisco Suárez,
Leiden-Boston, Ed. Brill, 2012, p. 135.
243
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Com Alberto Magno e seu De bono (ca. 1246), o bem é tratado como uma
noção comum [secundum communem intentionem boni]11. Justamente na
primeira parte se tem a divisão dos temas da seguinte forma: (i) o que é o bem?
(ii) sobre a comunidade da noção de bem, (iii) sobre a comparação entre o
bem e o ente, que por sua vez se subdivide em (a) se o bem é convertível com
o ente, (b) se tudo que é ente é bom na medida em que é; e, por fim, (iv) sobre
a comparação entre o bem e o verdadeiro. Não obstante, é no Liber de
praedicabilibus Tract. IV cap. 3, que Alberto utiliza a palavra transcendit
aplicada aos conceitos que abarcam todos os predicamentos e, claramente, no
sentido de ultrapassar os próprios predicamentos. A explicação que Alberto
Magno dá sobre os transcendentais é exemplarmente sintética. Afirma, o
Teutônico, que no intelecto o ente é anterior à substância [ens enim est ante
substantiam per intellectum] porque toda substância é ente, mas nem todo ente
é substância. Dada a anterioridade no intelecto e sua universalidade na
substância e nos acidentes, segundo Alberto Magno, o mesmo pode ser dito
de qualquer coisas que transcenda os gêneros, tal como coisa, uno e algo [et
similiter potest dici de quolibet quod genera transcendit, ut est res, unum et
aliquid]12.
Por sua vez, Boaventura trabalhou em seu Breviloquium (ca. 1257) com o
que ele chamou de condições generalíssimas e nobilíssimas do ente
[conditiones entis nobilissimae et generalissimae], que são o uno, o
11
Jan Aertsen. Medieval Philosophy as Transcendental Thought cit., p. 178.
Liber de praedicabilibus Tract. IV cap. 3: “Ens enim est ante substantiam per
intellectum: quia omnis substantia est ens, sed non omne ens est substantia. Et non
potest dici, quod per accidens praedicatur de substantia. Et similiter potest dici de
quolibet quod genera transcendit, ut est res, unum et aliquid. Inferius quidem subtiliter
huic satisfaciemus obiectioni, hic autem ad praesens sufficiat quod cum ens
praedicatur de substantia, vel res, vel unum, vel aliquid, non praedicatur praedicatione
generis”. Albertus Magnus. Liber de praedicabilibus. Beati Alberti Magni
Ratisbonensis Episcopi Ordinis Praedicatorum Opera Omnia Ex Editione Lugdunensi
Religiose Castigata. Cura ac Labore Augusti Borgnet, Volumen Primum, Paris:
MCCCXC, pp. 64-65.
12
244
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDI
verdadeiro e o bom13. O uso dos superlativos “generalíssima” e “nobilíssima”
se justifica no Breviloquium porque Boaventura diz que o primeiro princípio
absoluto, que é Deus, é nobilíssimo e perfeitíssimo e, portanto, em Deus as
conditiones entis se encontram em grau supremo. O uno, o verdadeiro e o bom
não determinam o ente segundo o suppostium, mas segundo a razão. O
trabalho de Boaventura é explicar o que ele chama de uma pluralidade de
apropriados [pluraritate appropriatorum], ou seja, como vários termos
convenham igual e indiferentemente a um só termo. Para tanto, o autor usa da
sua analogia entre as Três Pessoas da Santíssima Trindade e as condições do
ente. Dessa forma, é dito que o Deus Pai apropria-se da unidade, Deus Filho
da verdade e Deus Espírito Santo da bondade e, termina Boaventura dizendo,
que tais termos dizem apropriar-se, não porque se tornem próprios de uma só
das Três Pessoas da Santíssima Trindade, mas porque que são comuns a todas
as Três Pessoas e que levam ao conhecimento da Trindade indistintamente.
Assim, por aferição lógica no sistema de Boaventura, se os termos uno,
verdadeiro e bom são indistintos no Ser da Trindade, como tudo existe pelo
primeiro princípio supremo, então, os mesmos termos uno, verdadeiro e bom,
na ordem criada, são indistintos no ente14.
O que se vê com meridiana clareza é que, com o projeto teórico de
transcendentais dos mestres regentes de Paris, se pretendeu estabelecer os
limites da razão humana num modo transcendental de conhecer. A partir de
Breviloquium I, Cap. IV: “Intelligentia autem et ratio praedictorum haec est. Quia
enim principium est nobilissimum et perfectissimum, ideo conditiones entis
nobilissimae et generalissimae in eo reperiuntur in summo. Hac autem sunt unum,
verum, bonum, quae non contrahunt ens secundum supposita, sed secundum
rationem”. Boaventura, Breviloquium. São Boaventura, Obras Escolhidas, Luis A. de
Boni (org.). Porto Alegre: Liv. Sulina Ed., 1983, p. 24.
14
Breviloquium I, Cap. IV: “[...] de pluraritate appropriatorum docet sacra Scriptura
esse tenendum, quod, licet omnia essentialia omnibus personis aequaliter et
indifferenter conveniant, tamen Patri dicitur appropriari unitas, Filio veritas, Spiritui
Sancto bonitas. [...] Haec autem dicuntur appropriari, nonn quia fiant propria, cum
sempre sint communia; sed quia ducunt ad intelligentiam et notitiam propriorum,
videlicet trium personarum”. Ibid. pp. 23-24.
13
245
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
uma análise reflexiva do que conhecemos pela razão, o intelecto se detém nas
primeiras concepções transcendentais. A análise reflexiva leva à descoberta
de naturezas universalíssimas e, então, é possível dizer que tais concepções
estão implícitas em todos os conhecimentos obtidos pelo intelecto. Há método
nessa análise e seu método é chamado resolutio pelos intelectuais do período,
termo que, aliás, traduz para o latim o grego analysis. Ora, se em tudo que
conhecemos estão implícitos os transcendentais, analisando ou resolvendo os
termos mais particulares do que conhecemos em termos mais universais, os
transcendentais são feitos explícitos pelo labor do intelecto.
À guisa de exemplificação da importância da resolutio para o período,
temos que Filipe, o Chanceler, fala na Summa de bono sobre fiat resolutio15,
Tomás de Aquino no De veritate q.1 a.1 ensina sobre fieri reductionem16, já
Alberto Magno diz sobre stat resolutio intellectus no seu Super De divinis
nominibus17.O problema de percorrer o infinito –com o qual se abre a
epígrafe– é afastado com o método da resolutio, porque com ele a transição,
Summa de bono q. 9: “ens et unum et verum et bonum sunt prima […]. Primae
intentiones simplices dicuntur, quia non est ante ipsas in quae fiat resolutio. Ante
prima non est quod in eorum veniat definitionem”.
16
De veritate q.1 a.1: “sicut in demonstrabilibus oportet fieri reductionem in aliqua
principia per se intellectui nota, ita investigando quid est unumquodque”. Thomae.
Aquinatis, Quaestiones Disputatae de Veritate. Sancti Thomae Aquinatis Doctoris
Angelici Opera Omnia Iussu Impensaque Leonis XIII. Ed. Cura et Studio Fratrum
Praedicatorum: Roma, 1970, Tomus XXII, p. 5.
17
Super De divinis nominibus, c. 5, n. 1: “et dicit theologicam ad differentiam
philosophici negotii de ente, cuius intentio est determinare de ente, in quod stat
resolutio intellectus”. Albertus Magnus, Super Dionysium De divinis nominibus, in
Opera Omnia, Vol. XXXVII, 1. Editio Coloniensis, P. Simon (ed.): Münster, 1972.
Para mais, Jan Aertsen, “Albert der Große und die Lehre von den Transzendentalien.
Ein Beispiel der Vermittlung von Tradition und Innovation”, in Omnia Disce. Kunst
und Geschichte als Erinnerung und Herausforderung. Willehad Paul Eckert OP zum
70 Geburstsag und Goldenen Professjubiläum, edited by Senner, Walter. Köln:
Wienand, pp. 159-168; Matheus Pazos, A definição de verdade em Tomás de Aquino:
um estudo sobre o De veritate, 1, 1e Summa theologiae I, 16, 1. Tese de doutorado.
Campinas, IFCH, 2017.
15
246
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDI
ou o processo de percorrer os termos de uma demonstração científica e das
definições de tal ou qual conceito, se organiza. Logo, dos termos mais
particulares se alcança os gêneros e dos gêneros o universalíssimo ente e
demais transcendentais.
III. Conclusão
Note-se que, nos intelectuais acima estudados, as concepções
transcendentais recebem tratamento epistemológico de importante relevância
para a filosofia. Portanto, é razoável asseverar que, para todos os mestres
regentes, há uma teoria dos transcendentais já sólida. Tomás de Aquino recebe
a herança da intelectualidade de seus predecessores e de toda tradição
platônica, aristotélica, judaica e arábico-persa da filosofia e compõe sua já
consagrada síntese tomista. Numa considerável extensão do corpus
thomisticum, os termos transcendentais serão tratados v. g., no Super
Sententiis, no De veritate, nos Commentaria in Libros Physicorum, na Summa
Theologiae, etc.
É a partir dos seus predecessores que Tomás de Aquino propõe a afirmação
de que no princípio de todo conhecimento humano há primeiras concepções,
que conforme De veritate q.1 a.1 são aquelas concepções que primeiro o
intelecto concebe [illud autem quod primo intellectus concipit]. O termo
“princípio” para o Aquinate deve ser tomado em seu sentido absoluto, ou seja,
num conjunto ordenado, é aquilo do qual algo procede, um início, um
fundamento18. Quer sejam chamados transcendentais, quer primeiras
concepções, o que se tem por certo na teoria dos transcendentais na Paris
universitária do século XIII é que, como princípios, tudo que existe é
entendido sob a razão de ente e demais transcendentais.
Summa Theologiae I, q.33 a.1 co.: “nomem principium nihil aliud significat quam
id a quo aliquid procedit”. Thomae Aquinatis, Summae Theologiae Prima Parsa
Quaestione I ad Quaestionem XLIX , in Sancti Th Aomae Aquinatis Doctoris Angelici
Opera omnia iussu impensaque Leonis XIII, Typographia Polyglotta, Tomus IV.
Roma, 1889, p. 358.
18
247
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
248
Sobre o que é primeiro na ordem cognitiva
e da influência de avicena
Tiago Alcovér Sala
UNICAMP, Brasil
Quando se fala sobre uma doutrina dos transcendentais na Idade Média, é
apropriado que se tenha em mente que, no que diz respeito ao pensamento
medieval, o termo “transcendental” refere-se, sobretudo, àquilo que é primeiro
na ordem cognitiva. Com efeito, de acordo com Aertsen, “a doutrina dos
transcendentais é uma doutrina daquilo que é primeiro”1 e, embora a
investigação sobre aquilo que é primeiro seja tão antiga quanto a própria
filosofia, o que confere um caráter distintivo à investigação medieval é que
ela está focada, segundo Aertsen, “naquilo que é primeiro na ordem
cognitiva”2. Desse modo, o termo “transcendental”, aqui, designa, sobretudo,
as primeiras noções concebidas pelo intelecto (primae conceptiones), ou os
primeiros (prima) na ordem cognitiva, tal como aponta Aertsen:
“No que pode ser considerado como a primeira consideração sobre os
transcendentais, as onze questões introdutórias da Summa de bono, de
Filipe, o Chanceler, (escrita por volta de 1225-28), o termo
transcendentia não é, ainda, utilizado; ente, um, verdade e bom são
“The doctrine of the transcendentals is a doctrine of that which is first”. Jan
Adrianus Aertsen, “What is First and Most Fundamental? The Beginnings of
Transcendental Philosophy”, Jan Adrianus Aertsen, Andreas Speer (eds.). Was ist
Philosophie im Mittelalter?; Qu'est-ce que la philosophie au moyen âge?; What is
Philosophy in the Middle Ages?. Akten des X. Internationalen Kongresses für
Mittelalterliche Philosophie der Société Internationale pour l'Etude de la Philosophie
Médiévale, 25. bis 30. August 1997 in Erfurt. Miscellanea Mediaevalia, v. 26. Berlin;
Boston. De Gruyter, 1998: 177-192; p. 177. Tradução nossa.
2
“the distinctive mark of the medieval inquiry is that it is focussed on what is first
in the cognitive order”, ibid. Tradução nossa.
1
249
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
chamados os prima (os primeiros). Os transcendentais são os primeiros
no sentido de que essas noções são primeiramente concebidas pelo
intelecto. No século XIII, eles são referidos portanto como primae
intentiones, primae conceptiones, primae impressiones ou prima
intelligibilia”3.
A investigação medieval, portanto, é uma investigação sobre os princípios
e fundamentos do conhecimento e, nesse sentido, pode-se destacar a influência
de Avicena (Ibn Sina, ca. 980-1037) para o pensamento do período. Segundo
Aertsen, os ensinamentos desenvolvidos por Avicena sobre as primeiras
noções do intelecto “tiveram um imenso impacto na filosofia latina, cativando
pensadores medievais como Tomás de Aquino, Henri de Gante e João Duns
Escoto. Eles não somente adotaram a doutrina de Avicena, mas a
desenvolveram de um modo crítico e produtivo”4. No que diz respeito a uma
doutrina dos transcendentais na Idade Média e, mais especificamente, em
relação à influência de Avicena para o pensamento de Tomás de Aquino, podese destacar, por exemplo, o seguinte excerto do primeiro artigo da questão I
de De veritate, de Tomás, no qual indaga-se sobre o que é a verdade (quid est
veritas?). Segundo Tomás,
“In what may be regarded as the first account of the transcendentals, the
introductory eleven questions of the Summa de bono of Phillip the Chancellor (written
ca. 1225-28, the term transcendentia is not yet used; 'being', 'one', 'true' and 'good' are
called the prima ('the firsts'). The transcendentals are the firsts in the sense that these
notions are first conceived by the intellect. In the thirteenth century they are therefore
referred to as the primae intentiones, prima conceptiones, primae impressiones or
prima intelligibilia”. ibid., pp. 177-178. Tradução nossa.
4
“had an immense impact on Latin philosophy; it captivated medieval thinkers like
Thomas Aquinas, Henry of Ghent and John Duns Scotus. They not only adopt
Avicenna’s doctrine, but develop it in a critical and productive way”. Jan Adrianus
Aertsen, “Avicenna's Doctrine of the Primary Notions and its Impact on Medieval
Philosophy”, Anna Akasoy; Wim Raven (eds.). Islamic thought in the Middle Ages:
studies in text, transmission and translation, in honour of Hans Daiber. Leiden;
Boston. Brill, 2008: 21-42; p. 21. Tradução nossa.
3
250
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDI
“Respondo dizendo que, assim como nas demonstrações, quando
investiga-se o que é qualquer coisa, deve-se fazer uma redução a alguns
princípios por si notáveis pelo intelecto. De outro modo, em ambos os
casos, ir-se-ia ao infinito e, assim, toda a ciência e o conhecimento das
coisas pereceria. Contudo, aquilo que o intelecto primeiro concebe
como o mais notável, e no qual resolve todas as concepções, é o ente,
como diz Avicena no princípio de sua Metafísica”5.
Acerca desse excerto de De veritate, I, 1, pode-se notar, em primeiro lugar,
que Tomás apresenta uma analogia –identificada pelo uso de “assim como”
(sicut)– entre duas ordens da ciência: a ordem da demonstração (in
demonstrabilibus) e a ordem da definição, na qual investiga-se o que,
efetivamente, alguma coisa é (quid est). Ademais, pode-se notar que, quando
se investiga sobre alguma coisa, tanto a ordem da demonstração quanto a
ordem da definição devem ser reduzidas a certos princípios (oportet fieri
reductionem in aliqua principia). Isso não significa, entretanto, que sejam os
mesmos princípios tanto para a demonstração quanto para definição, mas sim
que, de modo análogo, no que diz respeito ao conhecimento de algo, seja esse
conhecimento ou por demonstração ou por definição, deve-se fazer, em ambos
os casos, uma redução a princípios fundamentais – princípios esses aos quais
cada uma das duas ordens, separadamente, deve obedecer ou submeter-se.
Caso contrário, não é possível falar em conhecimento.
Pode-se notar, também, que tais princípios, por sua vez, não podem estar
sujeitos, eles mesmos, a princípios anteriores, mas devem ser, por si, notáveis
“Responsio. Dicendum, quod sicut in demonstrabilibus oportet fieri reductionem
in aliqua principia per se intellectui nota, ita investigando quid est unumquodque, alias
utrobique in infinitum iretur, et sic periret omnino scientia et cognitio rerum; illud
autem quod primo intellectus concipit quasi notissimum et in quod conceptiones
omnes resolvit est ens, ut Avicenna dicit in principio suae Metaphysicae”. Thomae de
Aquino, Quaestiones disputatae de veritate. Opera omnia, t. XXII, v. 1, fasc. 2. Iussu
Leonis XIII P. M. edita, cura et studio fratrum praedicatorum; Ed. P. Antoine
Dondaine. Roma. Editori di san Tommaso, 1970: QQ. 1-7; q. 1, a. 1, co. Tradução
nossa.
5
251
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
pelo intelecto (per se intellectui nota). Se tais princípios estivessem sujeitos,
eles mesmos, a princípios anteriores, e esses, por sua vez, a outros princípios
(mais) anteriores, e assim sucessivamente, ir-se-ia ao infinito (in infinitum
iretur). Nesse caso, não seria possível estabelecer qualquer princípio que
servisse como fundamento para a ciência e para o conhecimento. Ou seja, no
caso de uma redução ao infinito, a falta de qualquer princípio que servisse
como fundamento conduziria ao fim de toda ciência e conhecimento das
coisas (sic periret omnino scientia et cognitio rerum).
Ainda sobre esse mesmo excerto de De veritate, I, 1, pode-se notar,
também, que, no que diz respeito à ordem da definição, na qual investiga-se o
que, efetivamente, alguma coisa é, todas as concepções do intelecto podem
ser reduzidas ao ente (ens), no qual o intelecto resolve todas as concepções (in
quod conceptiones omnes resolvit). Isso significa que sempre que se quer
definir o que, efetivamente, alguma coisa é, o ente deve estar incluído6, de
algum modo, na definição desta coisa. Assim, no procedimento de redução
das concepções do intelecto aos seus princípios, o ente surge como o mais
notável (notissimum) e como aquele que o intelecto primeiro concebe (illud
autem quod primo intellectus concipit).
Sobre a inclusão do ente em todas as concepções do intelecto conferir (1) In Met.
lib. 4, lec. 6, n. 695, “na primeira operação [do intelecto] há algo primeiro, que cai na
concepção do intelecto, ao qual eu digo ente; nem algo pode ser concebido pela mente
nesta operação, a não ser que o ente seja inteligido” (in prima quidem operatione est
aliquod primum, quod cadit in conceptione intellectus, scilicet hoc quod dico ens; nec
aliquid hac operatione potest mente concipi, nisi intelligatur ens), e (2) ST I-II, q. 94,
a. 2, co., “Pois aquilo que primeiro cai na apreensão é o ente, o qual o intelecto inclui
em tudo aquilo que apreende, em qualquer que seja.” (Nam illud quod primo cadit in
apprehensione, est ens, cuius intellectus includitur in omnibus quaecumque quis
apprehendit). (1) Thomae Aquinatis. In duodecim libros Metaphysicorum Aristotelis
expositio. M. -R. Cathala (ed.); Raymundi M. Spiazzi (rev.). Turin; Roma. Marietti,
1950: Lib. I-XII; lib. 4, lec. 6, n. 695; (2) Thomae Aquinatis. Prima secundae Summae
Theologiae a quaestione LXXI ad quaestionem CXIV. Opera omnia, t. VII. Iussu
impensaque Leonis XIII P. M. edita. Cum commentariis Cardinalis Caietani. Cura et
studio Fratrum eiusdem Ordinis. Roma. Ex Typographia Polyglotta S. C. de
Propaganda Fide, 1892: QQ. 71-114; q. 94, a. 2, co. Tradução nossa.
6
252
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDI
Assim, pode-se notar, nesse excerto De veritate, I, 1, que, no que diz
respeito à ordem das definições, tanto para Avicena quanto para Tomás, o
termo final do procedimento de redução é o ente, no qual o intelecto resolve
todas as suas concepções. Contudo, em sua analogia entre a ordem das
demonstrações e a ordem das definições, Tomás deixa claro que, em ambos os
casos, deve-se fazer uma redução a princípios fundamentais, os quais, por sua
vez, não podem estar, eles memos, sujeitos a outros, mas precisam ser, por si,
notáveis pelo intelecto. Na medida em que esses princípios não estão, eles
mesmos, sujeitos a princípios anteriores, e esses, por sua vez, a outros
princípios (mais) anteriores, e assim sucessivamente, impede-se aquela
redução ao infinito que levaria ao fim de toda a ciência e de todo o
conhecimento das coisas. Portanto, pode-se dizer que, nessa medida, para
Tomás, um dos pontos centrais é a necessidade de uma investigação sobre
princípios que fundamentem a ciência e o conhecimento das coisas.
Consideremos, agora, o seguinte excerto do quinto capítulo do primeiro
tratado do Livro sobre a filosofia primeira ou ciência divina, a Metafísica de
Avicena, no qual trata-se sobre a atribuição da coisa (res) e do ente (ens), e
sobre suas primeiras divisões (de assignatione rei et entis et de eorum primis
divisionibus ad hoc ut exciteris ad intelligentiam eorum). Segundo Avicena,
“Dizemos, portanto, que coisa, ente e necessário são tais que são
impressos imediatamente na alma por uma primeira impressão, e que
não são adquiridos a partir de outras mais notáveis que si, assim como
o assentimento, o qual possui primeiros princípios, a partir dos quais
ele mesmo provém por si, e é diferente deles, mas em consequência
deles. Pois, a não ser que [algo] primeiro [tenha] adentrado sob a alma,
ou a não ser que o que é significado pela palavra [tenha] sido inteligido,
aquilo que é significado por ela não poderá ser conhecido”7.
“Dicemus igitur quod res et ens et necesse talia sunt quod statim imprimuntur in
anima prima impressione, quae non acquiritur ex aliis notioribus se, sicut credulitas
quae habet prima principia, ex quibus ipsa provenit per se, et est alia ab eis, sed propter
ea. Nisi enim prius subintraverit animum vel nisi fuerit intellectum quod significatur
per verbum, non poterit cognosci id quod significatur per illam”. Avicenna Latinus.
7
253
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Acerca desse excerto de Phil. Prim., I, 5, pode-se notar, em primeiro lugar,
que coisa (res), ente (ens) e necessário (necesse) são tais que (1) são impressos
imediatamente na alma por uma primeira impressão (talia sunt quod statim
imprimuntur in anima prima impressione) e que (2) não são adquiridos a partir
de outras mais notáveis que si (quae non acquiritur ex aliis notioribus se).
Nessa medida, Avicena caracteriza coisa, ente e necessário como (1) as
primeiras impressões (primae impressiones) da alma e como (2) impressões
que não são adquiridas a partir de outras mais notáveis que si, ou seja, como
impressões que são, ao mesmo tempo, (i) adquiridas por si mesmas (per se), e
não a partir de outras, isto é, por algo outro (per aliquid aliud) e (ii) as mais
notáveis (notiores).
Ainda sobre esse mesmo excerto de Phil. Prim., I, 5, pode-se notar,
também, que Avicena apresenta uma analogia – identificada pelo uso de
“assim como” (sicut) – entre (a) aquilo que é impresso imediatamente na alma
por uma primeira impressão, ou seja, coisa, ente e necessário, e (b) os
primeiros princípios (prima principia) do assentimento (credulitas).
Nesse excerto de Phil. Prim., I, 5, pode-se notar que, segundo Avicena, o
assentimento possui primeiros princípios (credulitas habet prima principia) a
partir dos quais ele mesmo provém por si (ex quibus ipsa provenit per se).
Entretanto, o assentimento e os primeiros princípios dos quais ele provém não
se confundem, isto é, o assentimento, ele mesmo, é algo outro, diferente de
seus primeiros princípios (est alia ab eis). Todavia, é a partir desses primeiros
princípios (ex quibus) ou em consequência desses primeiros princípios
(propter ea) que surge o assentimento. Nesse sentido, o assentimento obedece
ou submete-se àqueles primeiros princípios, pois, na medida em que o
assentimento occore “em consequência deles”, pode-se atribuir àqueles
primeiros princípios a função de causa.
Liber De Philosophia prima sive Scientia divina, I-IV. Édition critique de la traduction
latine médiévale par Simone Van Riet. Louvain, E. Peeters; Leiden, Brill, 1977: pp.
31-32; t. 1, c. 5, 2-8. Tradução nossa.
254
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDI
Desse modo, pode-se dizer que o assentimento decorre ou deriva daqueles
primeiros princípios, pois é algo outro (est alia) e que surge por si (per se),
mas é algo que ocorre a partir deles (ex quibus) e em consequência deles
(propter ea). Do mesmo modo, pode-se dizer também que esses primeiros
princípios, na medida em que, eles mesmos, não obedecem ou submetem-se a
outros, podem ser considerados como princípios verdadeiros em si mesmos
(in se), causando, por sua vez, assentimento a todas as proposições deles
derivadas. Nessa medida, esses primeiros princípios devem estar contidos, de
algum modo, em todas as proposições deles derivadas, as quais, por seu turno,
podem ser a eles reduzidas.
Acerca disso, Avicena afirma que (i) a não ser que algo primeiro tenha
adentrado sob a alma (nisi enim prius subintraverit animum), ou (ii) a não ser
que o que é significado pela palavra tenha sido inteligido (nisi fuerit
intellectum quod significatur per verbum), (iii) aquilo que é significado por
ela não poderá ser conhecido (non poterit cognosci id quod significatur per
illam). Isso significa que a não ser que haja (i) algum princípio na alma ou que
a não ser que haja (ii) a intelecção daquilo que uma palavra significa, não é
possível (iii) conhecer aquilo que é significado por uma palavra. Ou seja, sem
princípios ou sem a intelecção de algo, não é possível falar em conhecimento,
o que torna necessário, para que se possa falar sobre o conhecimento de algo,
que haja tanto (i) algum tipo de princípio quanto (ii) um processo que leva à
intelecção daquele algo. Assim, Avicena parece indicar que tanto os (i)
princípios quanto (ii) o processo de intelecção são condições sine qua non
tanto para o assentimento quanto para o próprio conhecimento, em geral.
Se, contudo, a analogia entre (a) aquilo que é impresso imediatamente na
alma por uma primeira impressão, ou seja, coisa, ente e necessário, e (b) os
primeiros princípios do assentimento procede, então, do mesmo modo, coisa,
ente e necessário podem ser igualmente considerados como primeiros
princípios, embora não como primeiros princípios do assentimento.
Relativamente a tal analogia, o excerto seguinte de Phil. Prim., I, 5, parece
indicar não só que essa analogia procede como também que ela se torna ainda
mais ampla: “similarmente, na imaginação, são muitos os que são princípios
255
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
do imaginar, os quais são imaginados por si”. Logo, vê-se que, na verdade,
Avicena procura realizar uma analogia –identificada pelo uso de
“similarmente” (similiter)– entre os primeiros princípios do assentimento
(credulitas) e os os primeiros princípios da imaginação (imaginatio).
Segundo Aertsen, Avicena não explica os termos “assentimento” (taṣdīq,
ou credulitas na tradução latina) e “imaginação” (taṣawwur, ou imaginatio na
tradução latina), mas aponta que, em relação a esses dois termos, “Algazel, o
qual era considerado, na Idade Média, como fiel estudante de Avicena, fornece
em sua Lógica uma descrição acerca 'das primeiras duas partes da ciência', de
acordo com a qual a ordem da credulitas concerne ao domínio das proposições
e a ordem da imaginatio àquele dos conceitos”8. A partir dessa explicação,
pode-se dizer que, para Avicena, a ciência divide-se em dois ramos principais:
um que diz respeito à ordem do assentimento e outro que diz respeito à ordem
da imaginação. O assentimento compreende questões relativas às proposições
e a imaginação compreende questões relativas aos conceitos.
Assim, percebe-se que, para Avicena, na ordem do assentimento, a qual
compreende questões relativas às proposições, há certos princípios que são
adquiridos por si mesmos, pois não dependem de outros anteriores, e toda a
cadeia de proposições decorre a partir desses primeiros princípios do
assentimento. Consequentemente, esses primeiros princípios do assentimento
devem estar contidos, de algum modo, em todas as proposições subsequentes
e, portanto, essas proposições subsequentes podem ser reduzidas àqueles
primeiros princípios.
“Algazel, who in the Middle Ages was regarded as Avicenna’s faithful student,
gives in his Logic a description of ‘the first two parts of science’, according to which
the order of credulitas concerns the domain of propositions, the order of imaginatio
that of concepts”. Jan Adrianus Aertsen. “Avicenna's Doctrine of the Primary Notions
and its Impact on Medieval Philosophy”. Anna Akasoy; Wim Raven (eds.). Islamic
thought in the Middle Ages: studies in text, transmission and translation, in honour of
Hans Daiber. Leiden; Boston. Brill, 2008: 21-42; pp. 22-23. Tradução nossa.
8
256
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDI
Similarmente, na ordem da imaginação, a qual compreende questões
relativas aos conceitos, há certos princípios que são adquiridos por si mesmos,
pois não dependem de outros anteriores, e toda a cadeia de conceitos decorre
a partir desses primeiros princípios da imaginação. Consequentemente, esses
primeiros princípios da imaginação devem estar contidos, de algum modo, em
todos os conceitos subsequentes e, portanto, esses conceitos subsequentes
podem ser reduzidos àqueles primeiros princípios e nele resolvidos.
Segundo Aertsen,
“A analogia que Avicena tem em mente consiste na afirmação de que,
em ambas as ordens, é necessário realizar uma redução a primeiros
princípios que são conhecidos per se. Assim como há primeiros
princípios, conhecidos através de si mesmos, no reino ou esfera do
assentimento, assim também há, no reino ou esfera da concepção,
princípios que são concebidos per se e não requerem qualquer
concepção anterior”9.
A partir da analogia entre o reino ou esfera do assentimento e o reino ou
esfera da concepção, Avicena transporta uma estrutura finita de ciência,
presente já no reino ou esfera do conhecimento demonstrativo desde
Aristóteles, também para reino ou esfera do conhecimento conceitual e
definicional. Para Avicena, “se tudo aquilo que é imaginado exigisse outra
imaginação precedente, isso procederia ou ao infinito ou à circularidade”10.
Com isso, Avicena parece indicar que, quando investiga-se algo, assim como
“The analogy Avicenna has in mind consists in the claim that in both orders a
reduction is necessary to first principles that are known per se. Just as there are first
principles, known through themselves, in the realm of assent, so also in the realm of
conception there are principles that are conceived per se and do not require any prior
conception”. ibid., p. 23. Tradução nossa.
10
“si autem omnis imaginatio egeret alia praecedente imaginatione, procederet hoc
in infinitum vel circulariter”. Avicenna Latinus. Liber De Philosophia prima sive
Scientia divina, I-IV. Édition critique de la traduction latine médiévale par Simone
Van Riet. Louvain, E. Peeters; Leiden, Brill, 1977: p. 33; t. 1, c. 5, 22-24. Tradução
nossa.
9
257
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
deve-se fazer uma redução a certos princípios por si notáveis pelo intelecto
(principia per se intellectui nota) na ordem do assentimento (credulitas), a
qual diz respeito ao domínio das proposições, também deve-se fazer uma
redução a certos princípios por si notáveis pelo intelecto (principia per se
intellectui nota) na ordem da imaginação (imaginatio), a qual diz respeito ao
domínio das conceitos. De outro modo, em ambos os casos, para Avicena, irse-ia ou ao infinito ou à circularidade. Esse pensamento central de Avicena, a
saber, que a ciência e o conhecimento possuem uma estrutura finita, isto é, que
a ciência e o conhecimento necessitam ou exigem certos princípios, sem os
quais ir-se-ia ao infinito, parece coadunar com o pensamento de Tomás.
258
SESSIO LATINA
Coordinación
Julián Barenstein
Methodi electionum Raimundi Lulli
Iulianus Electrum (Barenstein)
CONICET-UNSAM-USAL, Argentina
In praesente charta nos proposuimus methodos electionum Raimundi
Llulli exponere et eorum operandi rationem reddere. Hos methodos, qui
fundati sunt in Arte Magna, Lullus exhibet in tribus opusculis, i.e.,
Artificium electionis personarum (1276-1282?), capitulo viginti quattuor
(XXIV) Libri Evasti, Alomae et Blaquernae (1283), cuius titulus est
“Quomodo Natana fuit electa abatissa”, et De arte electionis (1299).
Prima duo pertinent ad “quaternarium periodum” productionis Llulli et,
in eo, ad Ars compendiosa inveniendi veritatem cycli (1274-1283) secundum
Antonii Bonneri interpretationem1, ultimum vero in “ternario period”
comprehenditur (1290-1311). AEP scriptum est inter annos millesimum
ducentesimum septuagesimum sextum (1276) et millesimo ducentesimo
octuagesimo tertio (1283), et B24, prope millesimum ducentesimum
octuagesimum tertium (1283). DAE Raymundus pro parte sua dat datam:
annus domini millesimo ducentesimo nonagesimo nono (1299)2.
1
Cf. Introductio Bonneri ad Selected Works of Ramon Llull. Contemporary Life;
Book of the Gentile and the Three Wise men; Ars Demonstrativa; Ars Brevis; Felix
or the book of Wonders; Principles of Medicine; Flowers of Love and Flowers of
Intelligence, edited and translated by Anthony Bonner, Princeton, New Jersey,
Princeton University Press, 1985, 2 vols.; cf. etiam Bonneri, “Problemes de
cronología lul.liana”, in EL XXI, 1977: 35-58, “Notes bibliografica i cronológica
lul.lianes”, EL XXIV, 1980: 71-86, “L’Art lul.liana com a autoritat alternativa”, SL,
XXXIII-1, 1993: 15-32, Ramón Llull: vida, pensamiento y obra literaria, Barcelona,
Sirmio, 1993, et The Art and Logic of Ramon Llull, A user`s guide, Leiden - Boston,
Brill, 2007, passim.
2
Multa quae lector poterit legere in reliquo chartae editae sunt in sequentibus
articulibus nostrae auctoriae: cf. Iuliani Electri, “Las técnicas electorales de Ramón
261
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
1. Artificium Electionum Personarum (1276/1282).
AEP scriptum est secundum exemplar Ars compendiosa inveniendi
veritatem (primum opus de Arte). Sola est una ex tribus quae directe ex
analysi figurae oriuntur. Est “dimidia-matrix” figura, quae absolutam
compositionem sexdecim litterarum Latinorum alphabeti inter B et R sine
iteratione demonstrat, in summa, sunt centum viginti (120) camerae, hoc est
in ordine de duo in duo, i. e., prima camera [BC] est, secunda [BD], tertia
[BE], etc.
BC
CD DE EF FG GH HI
BD
CE DF EG
BE
CF DG EH
BF
CG DH EI
BG
CH DI
BH
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FI GK HL I KN LO
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Llull (1232-1316) y su reinvención entre los siglos XVIII y XX: un intento de
síntesis”, en Ramón Llull a setecientos años de su muerte, Mar del Plata, GIEM,
2016: 9-35; et “Los escritos electorales de Ramon Llull: Una nueva teoría de la
votación en los umbrales del s. XIII” (traductio R. Llull: En qual manera Natana fo
eleta a abadessa, Artificium electionis personarum et De Arte electionis. Revista
Española de Filosofía Medieval 20, 2013: 85-99; et istae communicationes: “¿Qué
votamos cuando votamos? El encuentro, el olvido, y el reencuentro de la voluntad
consigo misma” en Jornadas “40 años de democracia”, IES n. 1 Alicia Moreau de
Justo, Profesorado de Filosofía-Área de inclusión y DDHH, Buenos Aires, 30 y 31
de octubre de 2023; “Una novella manera d´elecció. El aporte de la mística luliana a
la teoría y práctica de la democracia”, lectio in VI Jornadas de filosofía medieval.
Academia de Ciencias del 26 al 27 de abril de 2011.
262
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
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Hae sexdecim litterae designant sedecim homines habentes suffragium in
capitulo et si plures vel pauciores electores fuerant, litterae proportionaliter
augeri vel minui debent. Si plures sunt quam litterae latinae, alia signa pro
litteris debent assignari –v.g., numeri, donec unusquisque proprium signum
habeat. Et sic, quecumque elementa ex quibus componitur, figuram in se
representat integram artem, qua semper homines prelates possunt eligi.
Primus passus, hac arte electione utendi, est assignare singulis
electtoribus littera vel signum. Secundo, quilibet elector per juramentum
committit se eligendum personam quam habeat tres conditiones: (1) honestas
et sanctitas vitae, (2) scientia et sapientia, (3) recta dispositio cordis. Deinde
incipit electionem: duo homines, quorum litterae in prima camera apparent, e
cubiculo exire debent, et absentes quemlibet alium debet quaeri quis sit
minus idoneus ad dignitatem praedictam, attentis tribus praemissis requisitis.
Omnes respondebunt et eligent prout visum fuerit, et in dicta figura, scripta
per triplicem in papiro, fiet notetur cum puncto iuxta litteram designante
personam habentem plura suffragia. Et sic procedendum est ad singulas
cameras secundum ordinem figurae. Pergete hoc exemplum: si victor fuit B,
C, redibit ad locum suum, et D e camera exibit, ut alii inter ipsum et B
eligere possint, et si B iterum vincat, D redibit et E discedet, etc.
263
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Si contingat duos vel plures totidem suffragia obtinuisse, oportebit illis
locum iterum excedere, et iis qui tot suffragia non receperint, iterum iurarent
servatis tribus conditionibus, et personam aliam quae magis apta ad locum
eligere debent iterum.
2. Blanquernae capitulum vigintiquattuor (1283)
Secundus libellus quod theoriam Lullianae electionis exponit, est
Blanquerna, capitulo in quo electio abbatissae Natanae narratur. Blanquerna
liber partim utopianus est, partim autobiographicus, in quinque libros
divisus, quos quinque vulnera, quae Christus Calvariae passus est, designant.
In unoquoque libro diversa genera vitae explicantur: status matrimonialis,
status religiosus, status praelaturae, status apostolicus et status eremiticus. Hi
status in textu ordinantur secundum successionem qua ad altiorem
spiritualitatis gradum progreditur. Totum opus describit vitam Blanquernae,
filii Evasti et Alomae, a nativitate usque ad consummationem vitae ut
eremita. Natana es amica Blanquernae, personae nunc me refero non tituli
libri, et quae artificium electionis exponit. Natana, igitur, in Capitulo
conventum cum suis sororibus invenimus occasione imminentis electionis
novae abbatissae, quae nuper decedenta succedet. Natana clamat “ego habeo
novam viam electionis per Artem et figuras”. Haec constat duas partes
constat. In prima parte declarat necessitatem electores femininorum impares
esse; Unde cum viginti moniales adessent, proposuit eligens septem
electoribus ministrare. Viginti, antequam septem eligant, debent iurare se
veraciter suffragari, et sic unaquaeque occulte id est, sine aliis scientibus,
declarabit quam se credit esse inter septem, exclusa. Secunda pars electionis
incipit cum electores unamquamque personam cum aliis comparare sub
quattuor conditionibus: (1) qua est illa quae Deum Altissimum magis amat et
cognoscit, (2) quae plus amat et cognoscit virtutes, (3) quae fortius odit vitia
et (4) quae est aptissima ad locum. Natana modum procedendi exponit, in
exemplo cum novem elegibilibus. Electorae septem dividentur in duas
partes, duas in una parte, et quinque in alteram. Dein quinarium oportet
disserere, uter sit earum quae reliquarum sunt eligendas et scribendas, iterum
occulte, nomen eia quae plurima suffragia recepit. Illa ergo quae plurima
264
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
suffragia habebat, debet cum una quinque, et sic ex ordine applicabitur
omnibus aliis sufragiis usque formetunr triginta sex camerae et, tándem,
formetur figura similis AEP.
Casandra
Helena
Helena
Circe
Casandra
Circe
Helena
Penélope
Casandra
Penélope
Casandra
Ifigenia
Casandra
Clitemnestra
Casandra
AntíGona
Casandra
Parca
Casandra
Natana
Circe
Penélope
Penélope
Ifigenia
Ifigenia
Clitemnestra
Circe
PenéIfigenia lope
Clitemnestra
Helena Circe
Penélope
Ifigenia Clitem- Antígona
nestra
Ifigenia
Antígona
Helena
Clitemnestra
Helena
Antígona
Circe
Antígona
Circe
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Ifigenia
Natana
Helena
Parca
Circe
Natana
Penélope
Parca
Penélope
Natana
Ifigenia
Parca
Helena
Natana
265
Clitemnestra
Antígona
Clitemnestra
Parca
Clitemnestra
Natana
Parca
Antígona
Parca
Natana
Nat. Anti.
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
In summa, semper electio inter duas personas facienda est ac, in eventu
paritatis, oportebit candidatas denuo aestimari et determinari per hoc
methodum.
De Arte Electionis (1299)
Ultimus textus sive opusculum, DAE, narratione prosa Blanquerna
omissis, rigidum Latinum AEP reducit. Hoc libellus refert ad “tertiam
figuram Ars generalis”, i. e., Ars generalis ultima.
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FK
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GK
HI
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Hic instructiones Llulli sunt brevius: quod primum faciendum est, quique
elector habeat suffragium in capitulo ordinis, assignetur unam ex novem
litteras latini alphabeti inter B et K. Si plures sunt quam novem homines,
potest adderi pluribus litteris vel aliis signis, ut in prioribus libelli.
Ante suffragandi omnes iurare debent personam “melius et magis
idealem” se electuros. Tunc sedere debent electores et candidati stantes
remanere. Deinde qui in figura statutus sit, rogabit D quilibet sedentium qui
inter B et C voluerit ut abbatem, priorem, episcopum vel quemlibet alium
locum vacantem. Tandem, suffragia numerabuntur et si B plura habeat
suffragia quam C, C locum suum obtineat, B stans vel vice versa. Si victor
est B, ibit contra D, etc.
Una commoda huius publici methodi electionis est quod ab fraude liberat,
quod, opininante Llulle, in electione secreta facile producitur fraus. Videtur
266
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
ergo quod Raymundus sperat quod illi qui publicam electionem agunt,
teneantur ad bene eligendum.
Conclusio
Methodi Lulliani a saeculo duodeviginti (XVIII) postea restituentur, ab
effervescente climate Revolutionis Gallicae usque medium saeculum viginti
(XX). In ultimis viginti annis, saltem, multum disceptatum est de relatione
inter procedendi rationes in AEP, B24 et DAE. Nunc, multis libris et
articulis lecti, affirmare possumus methodum Llulli eundem esse quod illum
mathematici Arthuri Copelandi, hodie “methodum copelandum” appellatum,
quod est simillimum methodo certaminum gymnasiorum, a vulgo apellatum
“vincit-remanet”3.
Per magis informationem, vide S. Barberá, “Llull´s Writings on Elections from the
perspective of Today´s Research in Social Choice: an Economist´s Viewpoint”, in
A. Fidora - C. Sierra, C. (eds.), Ramon Llull: From the Ars Magna to Artificial
Intelligence, Barcelona, IIIA-CSIC, 2011: 84-93, J. M. B. Buchanan - G. Tullok,
The calculus of consent. Logical foundations of constitutional democracy, USA,
University of Michigan Press, 1965; J. M. Colomer, “From De arte electionis to
Social Choice Theory” in A. Fidora - C. Sierra (eds.), Ramon Llull: From the Ars
Magna to Artificial Intelligence, Barcelona, IIIA-CSIC, 2011: 61-83; P. Emerson,
Defining democracy: voting procedures in decision-making, elections and
governance, Berlin-Heidelberg, Springer Verlag, 2012; Faliszewki, P. E.
Hemaspaandra - L. A. Hemaspaandra - J. Rothe, “Llull and Copeland Voting
Computational Resist. Bribery and Constructive Control” in Journal of Artificial
Intelligence 35, 2009: 275-342; G. Hägele - F. Pukelsheim, “Llull´s writings on
electoral systems” in SL 41, 2001: 3-38; et I. McLean –-J. London, “Ramon Llull
and the Theory of Voting” in SL 32, 1992: 21-37.
3
267
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
268
Hunain ben Ishaq ()ܚܘܢܝܢ ܒܪ ܐܝܣܚܩ
secundum arabici fontes medii aevi
Julio César Cárdenas Arenas
UCM, España
Introductio
In charta introductum ad figuram exhibet interpres Nestoriani Syri
Ḥunaīn ben Isḥāq ex translatione fontium medii arabici ad discendum ex iis
tradendam philosophiam Graecam ad culturam islamicam mediaevalem
durante Caliphate Abbaside X saeculo.
Quis fuit Ḥunaīn ben Isḥāq?
Nomen suum
Ḥunaīn ben Isḥāq in lingua syriaca: ܚܘܢܝܢ ܒܪ ܐܝܣܚܩ, in lingua arabica:
ُحنين بن إسحاقet in lingua latina: Johannitius1 appelantur, Christianus medicus
et interpres, qui prope urbem Ḥirta (ár. al-Ḥīra) natus est, prope flumen
Euphratem, meridiem Al-Najaf, urbs in 'Iraq, ubi pater eius pharmacopola
fuit.
Linguas Arabica, Syriaca et Graeca:
Ḥunaīn bilinguis crevit, Arabice et syriacae linguae loquens, tum Graecae
et Persicae scientiam egregiam acquisivit, medicinae studens in Bagdad apud
Cfr. James E. Walters et al., “Ḥunaīn b. Ishaq - ܚܘܢܝܢ ܒܪ ܐܝܣܚܩ.” The Syriac
Biographical Dictionary, edited by David A. Michelson and Nathan P. Gibson, Vol.
2, Syriaca.org., The Syriac Reference Portal, 2016, [http://syriaca.org/person/542].
1
269
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
famosissimum Christianum medicum Yūḥannā ben Māsaūayh (d. 857), qui
Bagdad nosocomii director erat, translationes direxit Domi Sapientiae et
venit ab una e praestantissimis familiis medicinae Persicae urbis
Gondeshapur, quae in lingua Syriaca Beth Lapaṭ vocatur.
Hic Christianus Syrus Nestorianus deinde per Mesopotamiam, Syriam,
Palaestinam et Aegyptum iter fecit ut codices graecos operum suorum
interpretaretur et collata esset aliquot codices operis, ut solidam
fundamentum textualis suae versionis obtineret, ut Muḥammad ben Isḥāq alNadīm scribit in Indice noui sapientum scriptorum inter antiquos et
modernos et nominum librorum quos scripserunt (al-Fihrst fī akhbār al'ulamā' al-muṣanifīn min al-qudamā' ūa-l-muḥadithīn ūa asmā' mā
ṣannafūhu min al-kutub) Ḥunaīn operam dedit in libris (kutub) et textibus
(muṣanafāt) ineditis (garā'ib) in philosophia, machinatione, musica,
arithmetica et medicina2 ad eas transferendas e graeco in lingua syriaca et
arabica, etiam medicas, grammaticas, theologicas et philosophicas operas
scripsit. et medicus personalis fuit Caliphae al-Mutaūakkil, qui christianis
Byzantinis, non vero Nestorianis vel Iudaeis favebat.
In hoc catalogo librorum a bibliographo Ibn al-Nadīm narratur:
“Ḥunaīn bin Isḥaq Al-'Abādī, cognomento Abū Zaīd et [pater suus]
Al-'Abād christiani sunt ab Al-Ḥirrah, virtuosus in industria medicinae
(ṣinā'h al-ṭibb), facundus fuit in lingua Graeca, Syriaca et Arabica
linguarum, ivit per fines (bilād) ad collectionem librorum antiquorum
Cfr., Muḥammad ben Isḥāq al-Nadīm, al-Fihrst fī akhbār al-'ulamā' al-muṣanifīn
min al-qudamā' ūa-l-muḥadithīn ūa asmā' mā ṣannafūhu min al-kutub [Index
nuntiorum sapientum scriptorum antiquorum et recentiorum et nominum librorum
quos scripserunt], Muḥammad 'Abd al-Raḥmān al-Mar'ashlī, Dār al-Nafā'is, Beirut,
2016, p. 301.
2
270
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
(al-kutub al-qadīmah) et fines Romanorum (al-rūm) et aliorum intravi.
[…]sed libros sapientum antiquorum (kutub al-qudamā’) transmisit”3.
Sic peragravit terras orientales Romanorum (bilad al-Rūm al-sharqīah),
id est per Byzantii (al-Bīzantīah), vixitque ibi duobus annis donec linguam
Graeciam (aḥkama) obtineret4.
Medicina
Circa Ḥunaīn, medicus Copticus Ibn Abī Uṣaybi‘a, scripsit illud:
“Apud Arabes variae gentes in Christianismo in Hirah convenerunt, et
cognomina eorum al-‘Abādī […] Ḥunaīn bin Isḥāq poeta eloquens fuit,
sed nos non sumus boni [in poetica]. Ḥunaīn commoratus est [in urbe]
Baṣrah, et magister (shaikhihi) linguae Arabicae Al-Khalīl ben Aḥmad
erat. Bagdad inde se contulit et in industria medicinae laboravit”5.
In libro Thesaurus notabilium medicorum (Uyūm al-Anbā) ab Ibn Abī
Uṣaībi'a, Ḥunaīn medicus memoratur et simul interpres:
3
حنين بن إسحاق العبادي ويكنى أبا زيد والعباد نصارى الحيرة وكان فاضال في صناعة الطب فصيحا باللغة
] وله من الكتب التي...[ اليونانية والسريانية والعربية دار البالد في جمع الكتب القديمة ودخل بلد الروم وأكثر
ألفها سوى ما نقل من كتب القدماءal-Nadīm, op. cit., p. 356.
4
Cornelius Van Alen Van Dyck, Īktifa' al-qunū‘ bima hua matbū‘, 'ash-sar al-ta’līf
al-‘arabiah fī al-matābi‘ al-sharqīah ūal-garbiah [Contentionis cum impressis,
celeberrimis scriptis Arabicis Orientalium et Occidentalium pressorum], Maṭba‘ah
al-hilāl, Miṣr, 1893, pp. 177, 213.
5
[ قبائل شتى من بطون العرب اجتمعوا على النصرانية بالحيرة والنسبة إليهم عبادي...]
وكان حنين بن إسحق فصيحا لسنا بارعا شاعرا
وأقام مدة في البصرة وكان شيخه في العربية الخليل بن أحمد
ثم بعد ذلك انتقل إلى بغداد واشتغل بصناعة الطبAḥmad ben al-Qāsim Ibn Abī Uṣaība’h, ‘Uīūn
al-anbā’ fī ṭabaqāt al-aṭibā’ [Fons nuntiorum in doctorum narrationibus], 'Nazār
Riḍā (Ed.), Beirut, Dār Maktabah al-Haīāh, s/d, p. 257.
271
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
“Ḥunaīn secutus est [medicus Syriacus] Īūḥanā ben Māsaūīh […] et
factus est eius discipulus et cum eo in industria medicinae laboravit;
Multos libros [magistri sui] Ibn Māsaūīh, libros Galeni (Jālīnūs),
nonnullos in syriacum, alios in Arabicum transtulit (naqala), algunos
al siríaco y otros al árabe. Ḥunaīn erat temporis sui peritissimus
Graecae, Syriacae et Persicae linguae, iisque magis quam ullus ex
hodiernis translatoribus (naqalah) notus erat, praeter linguam
Arabicam compescens (itqān) et in ea se utens distinguens”6.
Dum historica islamica opera ut in biographiae nobilium Sapientum (Sīar
a‘lām al-nubalā’) et Historiae Islamicae (Tārīkh al-Islām) a Damasceno
historico et perito prophetico Shams ad-Dīn adh-Dhahabī limitant se ad
professionem suam ut interpres et medicus, tempus suae mortem (260 H)7 et
adde quod habuit pecuniam (amūāl) et servos (gilmān)8, et iterum inculcavit
eam ab intimis generis Arabum (buṭūn al-‘arab) venisse et ipse erat filius
nummarii (al-ṣīāraf)”9.
Cum medicus Copticus al-Qifṭī cum describeret Ḥunaīn ben Ishaq non
comprehendit aspectum philosophicum, sed solum medicinae et litterariae:
6
ّ ِ علَ ْي ِه بصناعة
الطبّ َونقل حنين ِِلب ِْن ماسويه كتبا
َ ] وتتلمذ لَهُ واشتغل...[ أَن حنينا َِلزم يوحنا بن ماسويه
ِيرة وخصوصا من كتب جالينوس َب ْعض َها ِإلَى اللُّغَة السريانية َو َبعض َها ِإ َلى ْال َع َربيَّة َو َكانَ حنين أعلم أهل
َ َكث
زَ َمانه باللغة اليونانية والسريانية والفارسية والدراية فيهم مِ َّما َِل يعرفهُ غَيره من النقلَة الَّذين كَانُوا فِي زَ َمانه َم َع
صار من جملَة المتميزين فِي َها
َ َما دأب أَيْضا فِي إتقان ْال َع َربيَّة واِلشتغال ب َها َحتَّىIbn Abī Uṣaība’h, op.
cit., p. 259.
7
Al-Dhahabī, Shams al-Dīn Muḥammad ben Aḥmad, Sīar A‘lān al-Nubalā’
[Illustrium nobilium Biographiae], Shu‘aīb al-Arnā‘ūṭ (Ed.), Mu’sasah al-Risālah,
1985 v. 12, p. 492.
8
Al-Dhahabī, Shams al-Dīn Muḥammad ben Aḥmad, Tārīkh al-Islām ūa ūafaīāt
almashāhīr ūa-l-a‘lām [Historia Islamica et mortes nobilis et illustrium], Bashār
‘aūūād Ma‘rūf (Ed.), Beirut, Dār al-garb al-islāmī, 2003 v. 6, p. 77.
9
Shihāb al-Dīn Al-‘Umari, Masālik al-abṣār fī mamālik al-Amṣār [Viae visus in
regnis regionum], Abū Dhabī, al-Majma‘ al-thaqāfī, 1323 AH, v. 9, p. 409.
272
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
“Medicus Christianus Abu Zayd al-Abadi discipulus fuit Īūḥanā ben
Māsaūīh, et medicus fuit cum bonis theoriis in libris suis et in
curatione morborum, peritus in conficiendis [fucis] kuḥl, et
adnumeratus est inter interpretes librorum sapientiae (kutub al-hikmah)
easque in Syriacam et Arabicam transmisit; facundus in lingua Graeca
et in lingua Arabica magister, poeta, orator, disertus erat”10.
Famam autem et relationem cum calipha
memorant12.
11
alii quoque historici
Sic Arabes Sarraceni eum tamquam medicum interpretem
praesentaverunt, utpote christianus nestorianus ortu, educatione et viatore
per fines Christianos byzantinos.
Translatio
Ibn Abī Uṣaībi'a solutionem quae facta est pro versionibus librorum
graecorum in linguam arabicam narrat:
وأحضر المأمون أيضا حنين ابن إسحق وكان فتي السن وأمره بنقل ما يقدر عليه من كتب الحكماء
اليونانيين إلى العربي وإصالح ما ينقله غيره فامتثل أمره ومما يحكى عنه أن المأمون كان يعطيه من
الذهب زنة ما ينقله من الكتب إلى العربي مثال بمثل
“[Calipha abasida] Al-Ma’mun quoque Ḥ Ḥunaīn Ibn Isḥāq cum esset
iuvenis attulit, iussitque eum ex libris sapientum Graecarum (alḥukamā’ al-īūnānīīn) in linguam Arabicam transferre et figere quos
الطبيب النصراني أبو زيد العبادي َكانَ تلميذا ً ليوحنا ماسوية َو َكانَ طبيبا ً حسن النظر فِي التأليف والعالج
َماهرا ً فِي صناعة الكحل وقعد فِي جملة المترجمين لكتب الحكمة واستخراجها ِإلَى السرياني وإلى العربي َو َكان
ً فصيحا ً فِي اللسان اليوناني َوفِي اللسان العربي بارعا ً شاعرا ً خطيبا ً فصيحا ً لسناJamāl al-Dīn Abū alḤasan ‘Alī bin Īūsuf al-Qufṭī, Ikhbār al-‘Ulamā’ bi-akhbār al-ḥukamā’ [eruditorum
fama cum sapientum nuntio], Ibrāhīm Shams al-Dīn (Ed.), Beirut, Dār al-kutub al‘ilmīah, 2005, p. 131.
11
Cfr. Ibn Abī Uṣaība’h, op. cit., p. 135.
12
Cfr. Ibn Abī Uṣaība’h, op. cit., p. 132.
10
273
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
alii transmiserunt, ut ille mandata eius implevit. Et inter ea quae de eo
dicta sunt, al-Ma'mun illi pondus auri, quod ex libris in Arabicum
transtulit (ianqul), aequalem ei tribuebat”13.
Et declarat se pro suo opere transmissionis (naql), translationis (altarjamah), ac omnibus necessariis usque ad quingentos circiter dinarium
conductos14.
Etiam in recenti historia arabica librorum, legenda reddendi pro
translationibus secundum pondus libri in aurum translati memoratur Ḥunaīn
Ibn Isḥāq litteras Graecas studuisse:
“[Calipha] Al-Ma'mun solíaauri pondus ei dare solebat pro eo [Ḥunaīn]
quod in Arabicum transtulit Itaque chartas densissimas libris suis
elegit, et scribas suis litteris maiusculis scribere iussit et spatium inter
lineas excedere. [...] Et memoraverat librum Ilias (Ilīadhah) de
Homeri [Hūmīrūs]”15.
Schola translationis
Interpretationes et versiones emendavit una cum pluribus discipulis suis,
inter quos filius Isḥāq ben Ḥunaīn Isḥāq ben Ḥunaīn (m. 910) et nepotes eius
Ḥubaysh ben al-Ḥasan, ‘Īsā ben Yaḥyā e Isṭifān ben Bāsīl, Ḥunaīn, in scholis
suis translatis plusquam centum opera medica Graeca per Hippocratem,
Dioscoridem, totum fere corpus Galeni, necnon textus philosophicos et
Ibn Abī Uṣaība’h, op. cit., p. 260.
Cfr. Ibn Abī Uṣaība’h, op. cit., p. 260.
15
ويأمر، فكان يختار لكتبه أغلظ الورق،وكان المأمون يعطيه من الذهب زنة ما ينقله إلى العربية من الكتب
] وكان يحفظ إلياذة هوميروس...[ . كتّابه يخطوها بالحروف الكبيرة ويفسحوا بين السطورAl-Zirikli,
Khaīr al-Din, Al-Aʻlām: Qāmūs Tarājim li-Ash-har al-rijāl ūa-al-nisāʼ min al-ʻarab
ūa-al-mustaʻribīn ūa-al-mustashriqīn [Praecipuae personae: Dictionarium
biographicum virorum ac mulierum apud Arabes, Arabistas et Orientalistas
eminentium], Beirut, Dār al-‘ilm li-l-malāīīn, 2002, v. 2, p. 287.
13
14
274
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
scientificos graecos a Platone, Aristotele, Proclo et Porphyrio interpretati
sunt.
In Schola sua de graeco in syriacum et arabicum directe sive de graeco in
syriacum et unum de discipulis suis de syriaca in arabicum transtulit, deinde
Ḥunaīn secundam versionem correxit, comparando cum archetypo Graeco.
In his translationibus Ḥunaīn adoptavit methodologicam accedens sensus
de sensu qui dicitur amovendus a verbo literali e verbo de versionibus
Syriacis de sexto et septimo saecula; Etiam antiquas versiones recognovit, ut
Sergii de Reshʿayna (m. 536), interpres textuum graecorum medicorum et
philosophicorum in lingua Syriaca, e.g. Pseudo-Aristotelicum opus, quod de
Universo ad Alexandrum Magnum appellatum est 16 et versiones Iyob
Edesseni philosophi naturalis, translatoris et medicus, qui secutus est
Nestorium, examinavit17; interdum translationes exsistentes tam inopes erant
ut eas e graeco incipere debebat.
Scientiarum Arabizationis
In operibus historiae generalis arabicae illustratur quod Ḥunaīn ben Isḥāq
libros in variis scientiis composuit ut eos in Arabicum transferrent, scientiae,
ut philosophia (al-falsafah), machinatio (al-handasah), musica (al-mūsīqa),
Cfr. Sebastian P. Brock, “Sergios of Reshʿayna”, in Sergios of Reshʿayna. Edited
by Sebastian P. Brock, Āron M. Butts, George A. Kiraz and Lucas Van Rompay.
Digital edition prepared by David Michelson, Ute Poṣekel, and Daniel L. Schwartz.
Gorgias Press, 2011; online ed. Beth Mardutho, 2018,
[https://gedsh.bethmardutho.org/Sergios-of-Reshayna].
17
Cfr. Barbara H. Roggena “Iyob of Edeṣa”, in Iyob of Edeṣa. Edited by Sebastian P.
Brock, Āron M. Buṭs, George A. Kiraz and Lucas Van Rompay. Digital edition
prepared by David Michelson, Ute Poṣekel, and Daniel L. Schwartz. Gorgias Press,
2011; online ed. Beth Mardutho, 2018, [https://gedsh.bethmardutho.org/Iyob-ofEdessa].
16
275
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
arithmetica (al-arithmāṭīqā) et medicina (al-ṭibb) 18 et ideo de extrema
(ashad i‘tinā’ bi-ta‘rībihā) Arabizatione (ta‘rib)19 ibrorum sapientum (alḥukamā’) et doctorum (al-aṭibā’) se habuit20.
Ibn Abī Uṣaībi'a etiam de praestantia philosophiae Graecae loquitur, cum
de scientiis et philosophia loquens Ḥunaīn ben Isḥāq citat:
“Ḥunaīn ben Isḥāq dixit: hoc litterarum (al-ādāb) genus primum est,
quod sapiens (al-ḥakīm) discipulo primo anno cum Graeca scriptione
docet, deinde eum ad poeticam et grammaticam, arithmeticam,
geometriam, astronomiam, medicinam, musicam, logicam et deinde
philosophia adducit, hae sunt scientiae transmissionis superioris (alāthār), hae ergo sunt decem scientiae, quas discipulus in decem annis
discit”21.
Philosophiae
Primus historicus religionum Al-Shahrastānī hodierni Turkmenistani in
libro suo Symbolorum et Sectarum (Al-Milal wa al-niḥal) definía la filosofía
Cfr. Kamāl al-Dīn Ibn al-ʿAdīm, Bugīah al-ṭalib fī tārīkh Ḥalb [Omnia
desiderabilia in historia Aleppi], Suhaīl Zakār (Ed.), Dār al-fikr, ‘Amman, sine date,
v. 6, p. 2985.
19
, Abū al-‘Abās Shams al-Dīn Ibn Khalikān, Ūafaīāt al-A‘īān ūa abnā’ al-zamān
[Mortes nobilium et nuntius filiorum temporis], Beirut, Iḥsān ‘Abās (Ed.), Dār Ṣādir,
sin fecha p. 1.
20
Hijrānī, Abū Muḥammad al-Ṭaīb, Qiladat al-naḥr fī ūafaīāt ‘aīān al-dahr [Monile
sacrificale in mortibus memorabilium aeternitatis], Jidah, Dār al-Manhāj, 2008, v. 2,
p. 567.
21
قال حنين بن إسحق وهذا الصنف من اآلداب أول ما يعلمه الحكيم للتلميذ في أول سنة مع الخط اليوناني ثم
يرفعه من ذلك إلى الشعر والنحو ثم إلى الحساب ثم إلى الهندسة ثم إلى النجوم ثم إلى الطب ثم إلى الموسيقى ثم
بعد ذلك يرتقي إلى المنطق ثم الفلسفة وهي علوم اآلثار العلوية فهذه عشرة علوم يتعلمها المتعلم في عشر سنين
Ibn Abī Uṣaība’h, Aḥmad ben al-Qāsim, ‘Uīūn al-anbā’ fī ṭabaqāt al-aṭibā’ [Fons
nuntiorum in doctorum narrationibus], p. 98.
18
276
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
como el amor por la sabiduría (maḥabatu al-hikmah) 22 , philosophiam
amorem sapientiae definivit, quamvis motus ad philosophiam Graecam
musulmanae magis diversae et multiplices essent quam quod, interim Ibn
Abī 'Usaybah citat Ḥunayn ibn Isḥāq ipse, qui in libro: philosophorum ac
sapientum historia; (Kitāb Naūādir al-falāsifah ūa-l-ḥikmah), de origine
philosophiae:
“Contiones philosophorum natae sunt, quia reges Graecorum et
aliorum locorum docebant filios suos sapientiam et philosophiam et in
diversis litterarum generibus instruebant”23.
Item historicus Persicus et astrologus Dhahīr al-Din Al-Baīhaqi (10971169) Cum de translatione philosophiae graecae in linguam arabicam
loqueretur, meminit quod Ḥunaīn græcam linguam interpretatus (fasara) sit
eamque in syriacam et arabicam transtulerit (naqalahu et ex quo Alexander
Magnus nemo in his duabus linguis scientior fuerit (a‘lam minhu) in his
duabus linguis, et dicitur quod cum fidelis (ba‘iah) a sit Christianis ,
introductionem imaginis Jesu in Ecclesia rejecerit (ṣūrah) quia innovatio
(bida‘ah) fuit, non solum leges, (shari‘ah) Jesu (‘Īsā) sed etiam Sarraceni
leges sequentes.24 Ita communis theologica ratio inter christianos nestorianos
et musulmanos possidet.
Abū al-Fath Muḥammad ben ‘Abd al-Karīm Al-Shahrastānī (1440 AH / 2019 EC).
Al-Milal wa al-niḥal [El Libro de los Credos y las Sectas], Muḥammad ben Hashmat
ben ‘Abd al-Mu‘īn (Ed.), Cairo/al-Rīāḍ: Dār al-Balad/Dār al-Faḍīlah, 2019, v. 2, p.
805.
23
أصل اجتماعات الفالسفة ِإنَّه كَانَت ْال ُملُوك من اليونانية َوغَيرهَا تعلم أ َ ْو َِلدهَا ْالحِ ْك َمة والفلسفة وتؤديهم
بأصناف ْاآلدَابIbn Abī Uṣaība’h, Ob. cit., p. 95.
24
Cfr. Dhahīr al-Din Al-Baīhaqi, Tatimah Ṣūān al-ḥikmah [Sequentia Sawan
sapientiae], s/d, p. 1.
22
277
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Opera medicinae
Ḥunaīn scripsit de centum et undecim operibus iuxta Ibn Abī Uṣaybiʿa,
plurima opera ad rem medicam pertinent, cum epitomae, paraphrasis seu
summaria operum graecorum.
Inter Ḥunaīn notissima originalia in agro medicinae est his Introductio ad
medicinam (Kitāb al-mudkhal fī al-ṭibb) ex his Medicinae quaestio libri
(Kitāb al-masāʾil al-ṭibbiyya) Arabice scripta in forma instructionum et quae
in eius translatione Latina medio Aevo usus est.
Item in medicina oculorum scripsit Tractatus de decem oculo (al-ʿAšr
maqālāt fī al-ʿayn) et Oculus questio libri (Kitāb al-masāʾil fī al-ʿayn).
Opera Grammaticae
Tria opera grammatica exstant pro suo momento in translatione:
1. Praecepta declinationum grammaticarum secundum methodum
Graecorum (Kitāb fī aḥkām al-iʿrāb ʿalā madhab al-yūnāniyyīn).
2. Liber grammaticae arabicae (Kitāb fī al-naḥū).
3. Liber diacriticis punctis [arabicis] (Kitāb al-nuqaṭ).
Opera Lexicographiae in lingua Syriaca
Item scripsit libros syriace de linguisticis huius linguae, ut:
1. Libro similium verborum (Ktābā da-šmāhe dāmyāye).
2. Explicatio vocum Graecarum in Syriaca (Puššāq šmāhe yawnāye bsuryāyā).
3. Compendiosa Lexici (Lehksiqāwn b-pāsiqātā).
Haec tria opera fundamenta pro Lexico Syriaco-arabico discipulo suo
Ishoʿ bar ʿAli posuerunt, Saeculo undecimo medicus et scribe et linguisticae
magni syriaci Ḥasan bar Bahlul (ܚܣܢ ܒܪ ܒܗܠܘܠ, )الحسن بن بهلولde decimo
saeculo, Bar Bahlul sicut Ḥunaīn maximam vitam suam in Bagdad egit et ad
278
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
florem intellectualem Christianum qui cum musulmanis scholaribus
associatus et bilinguis omnino fuit 25.
Primum horum Lexicorum, Bar ʿAli Lexico Syriaco-arabico inscriptus
Syriaco-arabicae glossae 26 et, secundus, Ḥasan bar Bahlul scripsit lexicon
enorme syriaco-arabicum 27 quae magis encyclopedia et syriaca et graeca
verba in syriacis litteris reperiuntur cum explicationibus abundantibus.
Opera theologica
Diversitas thematica opera theologica sua, quae in lingua arabica scripta
sunt, momentum ostendit ut theologiam christianam Nestorianam notam
faciant Saracenis proprio vocabulo et in modo comparativo:
- Tractatus de fato humano (Maqāla fī al-ājāl).
- Liber de cognoscenda veritate religionum (Kitāb fī idrāk ḥaqīqat al-adyān).
- Tractatus de unitate Dei (Risāla fī dalālat al-qadar ʿalā al-tawḥīd).
- Articulus de creatione humanitatis et quod fuit ad utilitatem et favorem
humanitatis in necessitate (Maqāla fī khalq al-insān wa-annahū min
maṣlaḥatihi wa-al-tafaḍḍul ʿalayhi juʿila muḥtājan).
- Liber de historia mundi (Kitāb taʾrīkh al-ʿālam).
- Capita de timore dei (Reše d-deḥlat alāhā) in lingua syriaca.
Cfr. Lucas Van Rompay, “Bar Bahlul, Ḥasan”, in Hasan Bar Bahlul, Edited by
Sebastian P. Brock, Āron M. Buṭs, George A. Kiraz and Lucas Van Rompay. Digital
editio parata per David Michelson, Ute Poṣekel, and Daniel L. Schwartz. Gorgias
Preṣ, 2011; online ed. Beth Mardutho, 2018, [https://gedsh.bethmardutho.org/BarBahlul-Hasan].
26
Inventa est in online
[https://archive.org/details/gottheil_syriac-arabic_glosses/Gottheil_theSyriacarabic_glosses1/].
27
Inventus est in online in versione quearere Dukhrana Biblical Research
[https://www.dukhrana.com/lexicon/BarBahlul/].
25
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RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Opera philosophica
Ex celebre Libro sententiarum et anecdotarum philosophorum (Kitāb
ādāb ūa Nawādir al-falāsifa) 28 duae translationes mediae notae sunt, una
tertio decimo saeculo in lingua Hispanica: Proverbiorum Bonorum Liber,
secundus ab Hebraeo poeta Andalusico et Rabbi Yehudá ben Selomó alHarizi (1170-1235 / 4920-4990, יהודה בן שלמה אלחריזי, حيا بن سليمان بن شاؤل أبو
)زكريا الحريزيqui hispanicum, arabicum, aramaicum, gallicum, latinum et
grecum domuit et translationem suam in hebraeam linguam vocavit: Liber de
moribus philosophorum ( מוסרי הפילוסופיםo Mūsré ha-Fīlūsūfīm), translatio
Hispanica in duobus codicibus manuscriptis asservatur in Bibliotheca
Monasterii El-Escorial, ab tertio decimo saeculo (L-III-2) et alius codex a
saeculo quindecim (h-III-1) 29 ac arabice et hispanice editum a Christy
Bandak Universitatis Navarrae30.
Item, translatio Hispanica editionem criticam in Civitatibus Foederatis
Americae a Harlan Stum habet et sic incipit:
“Este es el libro de los buenos proverbios que dixieron los
philosophos y los sabios antiguos, y de los castiguos que castigaron a
los sus discipulos y a los otros que lo quisieron aprender. Y traslaudo
Cfr. Ibn Abī Uṣaība’h, op. cit., p. 675.
Christy Bandak, “La versión castellana del “Libro de los buenos proverbios””, en
BIBLID (2006) 22-1; pp. 1-12.
Christy Bandak, “Testimonios árabes de Adab al-falásifa”,
[https://parnaseo.uv.es/Memorabilia/M5/LBP-Navarra.html].
Frederick de Sola Mendes, “Al-Ḥarizi, Judah B. Solomon B. Hophni (surnamed AlḤarizi)”, Jewish Encyclopedia, vol. I, pp. 390-392
[https://www.jewishencyclopedia.com/articles/1227-al-harizi-judah-b-solomon-bhophni].
30
Christy Bandak, Libro de los buenos proverbios: estudio y edición crítica de las
versiones castellana y árabe, Instituto de Estudios Islámicos y del Oriente Próximo,
Zaragoza, 2007.
28
29
280
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
este libro Joanigio, fijo de Ysācc, de griego a aravigo y traslaudamosle
nos agora de aravigo a latin.”31
Cum editio arabica in Kuwait edita et composita a Muḥammad bin 'Alibin Ibrāhīm al-Anṣāri' aliter incipit, sicut textus arabici retractatur.:
“Haec sunt exempla (nāadir) a philosophis et sapientibus viris, ac
dicta (ādāb) veterum doctorum, qui sapientiam (al-ḥikmah) ac ramos
eius adepti sunt, qui hodie etiam in suis finibus eos distribuerunt,
donec ab eis hodie innotesceret”32.
Meditatio
Historiam philosophiae mediaevalis investigandam complecti debet non
solum progressus philosophicos iudaicae et musulmanorum scholarium et
translatorum, sed historicus philosophiae mediae aetatis scire debet et uti
linguas in quibus “cogitatio mediaevalis” traducitur, reflectitur et elaboratur
eo fine sed recreare disputationes originales in propriis linguisticis,
theologicis et a plurali “logicae medii aevi” longe ab Eurocentrismo,
orientalismo seu Christianismo Medii Aevi.
In hoc casu notatur quomodo in biographiis, arabice scriptis, maximi
momenti syriaci christiani medii aevi interpres, opus eius notum est profunde
ac merita non solum academica, sed etiam personalia de Ḥunaīn ben Isḥāq
sunt cognoscitur.
Hae biographiae exemplum harmoniae confluentis inter religio
(Iudaeorum, Christianorum et Muslimorum), inter lingua (Graeca, Syriaca et
Harlan Sturm, “The Libro de los Buenos Proverbios: A Critical Edition”, The
University Press of Kentucky, Lexington, 1970, p. 41.
32
Ḥunaīn ben Isḥāq, Adāb al-falāsifah [Proverbia philosophorum], ‘Abd al-Raḥman
al-Badaūī (Ed.) Muḥammad bin ‘Alī bin Ibrāhīm al-Anṣārī (resumen), alMandhumah al-árabīah li-l-tarbīah ūa-l-thaqāfah ūa-l-‘ulūm, al-Ṣafā’, al-Kūaīt, 1985,
p. 37.
31
281
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Arabica) et inter scientia (medica, philosophica et theologicas disciplinas),
dissimiles nonnullis hodiernis investigationibus, quas se ad limitant una
lingua et una scientia cum studens auctoris medii aevi intra christianum
“Medium Aevum”.
Quam ob rem studium et investigatio linguarum Semiticarum, Syriacae,
Hebraicae et Arabicae fovenda est, quae velut pons linguisticus inter linguas
Indo-Europaeas Graecae, Latinae ac postea Romance linguae talis est ut
Hispanice scopus repetendi historiam cogitationis.
Reapse multa adhuc reperiuntur ex historia mediaevali narrata ab Arabibus,
christianis orientalibus et Iudaeis.
282
De quidditate Dei in prima parte libri, qui Summa adversus Gentiles
nominatus, Divi Thomae Aquinatis
Vidzu Morales Huitzil
ICSYH, España
Sanctus Thomas Aquinas, duas veritates esse divinas, quae a ratione ac fide
cognoscuntur, laute scripsit, “salubriter ergo divina providit clementia ut ea
etiam quae ratio investigare potest, fide tenenda praeciperet: ut sic omnes de
facili possent divinae cognitionis participes esse et absque dubitatione et
errore”1. Hoc modo, secundum philosophum, verba in pectore et corde, non in
ore, nasci debent, quia praeclara ratione quaeri non tantum possunt, sed fide
intelligenda. “Et ideo, quamvis ea quae supra rationem sunt ratio humana
plene capere non possit, tamen multum sibi perfectionis acquiritur si saltem
ea qualitercumque teneat fide” 2 . His ita se habentibus, Sanctus Thomas
Aquinas, qui vitam vero impendebat, capiendam3 fide et ratione substantiam
1
Sanctus Thomas Aquinas, De veritate catholicae fidei contra gentiles, Parmae:
Typis Petri Fiaccadori, 1855, p. 10
2
Sanctus Thomas Aquinas, De veritate catholicae fidei contra gentiles, Parmae:
Typis Petri Fiaccadori, 1855, p. 12
3
“Considerandum etiam videtur quod res quidem sensibiles, ex quibus humana ratio
cognitionis principium sumit, aliquale vestigium in se divinae imitationis retinent, ita
tamen imperfectum quod ad declarandam ipsius Dei substantiam omnino insufficiens
invenitur. Habent enim effectus suarum causarum suo modo similitudinem, cum
agens agat sibi simile: non tamen effectus ad perfectam agentis similitudinem semper
pertingit. Humana igitur ratio ad cognoscendum fidei veritatem, quae solum
videntibus divinam substantiam potest esse notissima, ita se habet quod ad eam potest
aliquas verisimilitudines colligere, quae tamen non sufficiunt ad hoc quod praedicta
veritas quasi demonstrative vel per se intellecta comprehendatur. Utile tamen est ut in
huiusmodi rationibus, quantumcumque debilibus, se mens humana exerceat,
dummodo desit comprehendendi vel demonstrandi praesumptio: quia de rebus
altissimis etiam parva et debili consideratione aliquid posse inspicere iucundissimum
283
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
divinam explanavit, sed de quidditate Dei, “restat quod Deum esse per se
notum est, quasi ex ipsa significatione nominis manifestum”4.
Iam vero, philosophus hemones non possse demostrare quidditatem Dei
negat atque unum argumentum, quo homines imperiti Deum esse per se notum
declarant, vehementer refutavit, id est: talia naturaliter intelligenda et “cum in
Deum naturaliter desiderium hominis tendat sicut in ultimum finem, ut infra
patebit. Est igitur per se notum Deum esse” 5 . His rebus constitutis, nemo
cogitare Deo esse aliquam rem maiorem potest, “sic ergo Deo aliquid maius
cogitari posset, si ipse posset cogitari non esse. Quod est contra rationem
nominis. Relinquitur quod Deum esse per se notum est” 6; hoc modo, cum
enuntiatur, Deus est, praedicatum subiecto et subiectum praedicato est.
Prorsus isto modo, Sanctus Thomas Aquinas via remotionis quidditatem per
se notam hemonibus negavit et sophos adversus argumentum7 scripsit. “Primo
est, ut ex dictis apparet”; Sanctus Thomas Aquinas, De veritate catholicae fidei
contra gentiles, Parmae, Typis Petri Fiaccadori, 1855, p. 17
4
Sanctus Thomas Aquinas, De veritate catholicae fidei contra gentiles, Parmae:
Typis Petri Fiaccadori, 1855, p. 20
5
Ibid., p. 22.
6
Ibid., p. 20
7
“Praedicta autem opinio provenit. Partim quidem ex consuetudine qua ex principio
assueti sunt nomen Dei audire et invocare. Consuetudo autem, et praecipue quae est a
puero, vim naturae obtinet: ex quo contingit ut ea quibus a pueritia animus imbuitur,
ita firmiter teneat ac si essent naturaliter et per se nota. Partim vero contingit ex eo
quod non distinguitur quod est notum per se simpliciter, et quod est quoad nos per se
notum. Nam simpliciter quidem Deum esse per se notum est: cum hoc ipsum quod
Deus est, sit suum esse. Sed quia hoc ipsum quod Deus est mente concipere non
possumus, remanet ignotum quoad nos. Sicut omne totum sua parte maius esse, per
se notum est simpliciter: ei autem qui rationem totius mente non conciperet, oporteret
esse ignotum. Et sic fit ut ad ea quae sunt notissima rerum, noster intellectus se habeat
ut oculus noctuae ad solem, ut II Metaphys. dicitur. Deinde quia, dato quod ab
omnibus per hoc nomen Deus intelligatur aliquid quo maius cogitari non possit, non
necesse erit aliquid esse quo maius cogitari non potest in rerum natura. Eodem enim
modo necesse est poni rem, et nominis rationem. Ex hoc autem quod mente concipitur
quod profertur hoc nomine Deus, non sequitur Deum esse nisi in intellectu. Unde nec
284
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
quidem, quia non omnibus notum est, etiam concedentibus Deum esse, quod
Deus sit id quo maius cogitari non possit: cum multi antiquorum mundum
istum dixerint Deum esse”8.
In hoc statu rerum, Deus, in quo “idem est esse et essentia” 9, movens
immobile, bonus, aeternus, unus, infinitus, intelligens, veritas, sua vita,
beatitudo et sua essentia est, sed non potentia passiva, accidentia, genus,
imperfectio, alicuius forma corporis, materia, compositio, corporeitas est.
Certe enim, argumentis firmissimis, sophos nomina Deo praedicata, non
oportebit id quo maius cogitari non potest esse nisi in intellectu. Et ex hoc non sequitur
quod sit aliquid in rerum natura quo maius cogitari non possit. Et sic nihil
inconveniens accidit ponentibus Deum non esse: non enim inconveniens est quolibet
dato vel in re vel in intellectu aliquid maius cogitari posse, nisi ei qui concedit esse
aliquid quo maius cogitari non possit in rerum natura. Nec etiam oportet, ut secunda
ratio proponebat, Deo posse aliquid maius cogitari si potest cogitari non esse. Nam
quod possit cogitari non esse, non ex imperfectione sui esse est vel incertitudine, cum
suum esse sit secundum se manifestissimum: sed ex debilitate nostri intellectus, qui
eum intueri non potest per seipsum, sed ex effectibus eius, et sic ad cognoscendum
ipsum esse ratiocinando perducitur. Ex quo etiam tertia ratio solvitur. Nam sicut nobis
per se notum est quod totum sua parte sit maius, sic videntibus ipsam divinam
essentiam per se notissimum est Deum esse, ex hoc quod sua essentia est suum esse.
Sed quia eius essentiam videre non possumus, ad eius esse cognoscendum non per
seipsum, sed per eius effectus pervenimus. Ad quartam etiam patet solutio. Sic enim
homo naturaliter Deum cognoscit sicut naturaliter ipsum desiderat. Desiderat autem
ipsum homo naturaliter inquantum desiderat naturaliter beatitudinem, quae est
quaedam similitudo divinae bonitatis. Sic igitur non oportet quod Deus ipse in se
consideratus sit naturaliter notus homini, sed similitudo ipsius. Unde oportet quod per
eius similitudines in effectibus repertas in cognitionem ipsius homo ratiocinando
perveniat. d quintam etiam de facili patet solutio. Nam Deus est quidem quo omnia
cognoscuntur, non ita quod alia non cognoscantur nisi eo cognito, sicut in principiis
per se notis accidit: sed quia per eius influentiam omnis causatur in nobis cognitio”;
Sanctus Thomas Aquinas, De veritate catholicae fidei contra gentiles, p. 22.
8
Ibid., p. 20
9
Ibid., p. 65
285
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
simplicitatem perfectionemque 10 eius negare abscise affirmavit. Iam vero,
“nihil de Deo et rebus aliis univoce praedicatur”11 et Sanctus Thomas Aquinas
ea dinota esse via remotionis accurate scripsit, id est:
“Ex praedictis etiam videri potest quod divina perfectio et plura nomina dicta de
Deo ipsius simplicitati non repugnant. Sic enim omnes perfectiones in rebus aliis
inventas Deo attribui diximus sicut effectus in suis causis aequivocis inveniuntur. Qui
quidem effectus in suis causis sunt virtute, ut calor in sole. Virtus autem huiusmodi
nisi aliqualiter esset de genere caloris, sol per eam agens non sibi simile generaret. Ex
hac igitur virtute sol calidus dicitur, non solum quia calorem facit, sed quia virtus per
quam hoc facit, est aliquid conforme calori. Per eandem autem virtutem per quam sol
facit calorem, facit et multos alios effectus in inferioribus corporibus, utpote
siccitatem. Et sic calor et siccitas, quae in igne sunt qualitates diversae, soli
attribuuntur per unam virtutem. Ita et omnium perfectiones, quae rebus aliis secundum
diversas formas conveniunt, Deo secundum unam eius virtutem attribui est necesse.
Quae item virtus non est aliud a sua essentia: cum ei nihil accidere possit, ut probatum
est. Sic igitur sapiens Deus dicitur non solum secundum hoc quod sapientiam efficit,
sed quia, secundum quod sapientes sumus, virtutem eius, qua sapientes nos facit,
aliquatenus imitamur. Non autem dicitur lapis, quamvis lapides fecerit, quia in nomine
lapidis intelligitur modus determinatus essendi, secundum quem lapis a Deo
distinguitur. Imitatur autem lapis Deum ut causam secundum esse, secundum
bonitatem, et alia huiusmodi, sicut et aliae creaturae. Huius autem simile inveniri
potest in potentiis cognoscitivis et in virtutibus operativis humanis. Intellectus enim
unica virtute cognoscit omnia quae pars sensitiva diversis potentiis apprehendit, et
etiam alia multa. Intellectus etiam, quanto fuerit altior, tanto aliquo uno plura
cognoscere potest, ad quae cognoscenda intellectus inferior non pertingit nisi per
multa. Potestas etiam regia ad omnia illa extenditur ad quae diversae sub ipso
potestates ordinem habent. Sic igitur et Deus per unum simplex suum esse
omnimodam perfectionem possidet, quam res aliae, immo multo minorem, per
quaedam diversa consequuntur. Ex quo patet necessitas plura nomina Deo dandi. Quia
enim eum non possumus cognoscere naturaliter nisi ex effectibus deveniendo in ipsum,
oportet quod nomina quibus perfectionem ipsius significamus, diversa sint, sicut et
perfectiones in rebus inveniuntur diversae. Si autem ipsam essentiam prout est
possemus intelligere et ei nomen proprium adaptare, uno nomine tantum eam
exprimeremus. Quod promittitur his qui eum per essentiam videbunt, Zach. ult.: in die
illa erit dominus unus et nomen eius unum”. Sanctus Thomas Aquinas, De veritate
catholicae fidei contra gentiles cit., p. 90
10
286
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
“Quod praedicatur de aliquibus secundum prius et posterius, certum est
univoce non praedicari: nam prius in definitione posterioris includitur:
sicut substantia in definitione accidentis secundum quod est ens. Si
igitur diceretur univoce ens de substantia et accidente, oporteret quod
substantia etiam poneretur in definitione entis secundum quod de
substantia praedicatur. Quod patet esse impossibile. Nihil autem de Deo
et rebus aliis praedicatur eodem ordine, sed secundum prius et posterius:
cum de Deo omnia praedicentur essentialiter, dicitur enim ens quasi
ipsa essentia, et bonus quasi ipsa bonitas; de aliis autem praedicationes
fiunt per participationem, sicut Socrates dicitur homo non quia sit ipsa
humanitas, sed humanitatem habens. Impossibile est igitur aliquid de
Deo et rebus aliis univoce dici12.
Nempe, philosophus, qui his rebus aductus13, hemones de Deo non pure
aequivoce vel pure univoce, sed tantum analogice attribuire nec non dixit, quia
11
Sanctus Thomas Aquinas, De veritate catholicae fidei contra gentiles, p. 92
Ibid., p. 94
13
“Ex hoc autem ulterius patet quod ipse seipsum perfecte intelligit. Cum enim per
speciem intelligibilem intellectus in rem intellectam feratur, ex duobus perfectio
intellectualis operationis dependet. Unum est ut species intelligibilis perfecte rei
intellectae conformetur. Aliud est ut perfecte intellectui coniungatur: quod quidem
tanto fit amplius quanto intellectus in intelligendo maiorem efficaciam habet. Ipsa
autem divina essentia quae est species intelligibilis qua intellectus divinus intelligit,
est ipsi Deo penitus idem; estque intellectui ipsius idem omnino. Seipsum igitur Deus
perfectissime cognoscit. Adhuc. Res materialis intelligibilis efficitur per hoc quod a
materia et materialibus conditionibus separatur. Quod ergo est per sui naturam ab
omni materia et materialibus conditionibus separatum, hoc est intelligibile secundum
suam naturam. Sed omne intelligibile intelligitur secundum quod est unum actu cum
intelligente. Ipse autem Deus intelligens est, ut probatum est. Igitur, cum sit
immaterialis omnino, et sibi ipsi maxime sit unum, maxime seipsum intelligit. Item.
Ex hoc aliquid actu intelligitur quod intellectus in actu et intellectum in actu unum
sunt. Divinus autem intellectus est semper intellectus in actu: nihil enim est in potentia
et imperfectum in Deo. Essentia autem Dei secundum seipsam perfecte intelligibilis
est, ut ex dictis patet. Cum igitur intellectus divinus et essentia divina sint unum, ex
dictis, manifestum est quod Deus perfecte seipsum intelligat: Deus enim est et suus
12
287
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
“si nomina dicuntur de Deo et creaturis omnino aequivoce, nihil per illa
nomina de Deo intelligimus”14. Prorsus isto modo, Sanctus Thomas Aquinas
motum voluntatis, contingentia, singularia et ea, “quae non sunt” 15 , a Deo
simul comprehendi praeclare affirmavit.
intellectus et sua essentia. Adhuc. Omne quod est in aliquo per modum intelligibilem,
intelligitur ab eo. Essentia autem divina est in Deo per modum intelligibilem: nam
esse naturale Dei et esse intelligibile unum et idem est, cum esse suum sit suum
intelligere. Deus igitur intelligit essentiam suam. Ergo seipsum: cum ipse sit sua
essentia. Amplius. Actus intellectus, sicut et aliarum animae potentiarum, secundum
obiecta distinguuntur. Tanto igitur erit perfectior intellectus operatio quanto erit
perfectius intelligibile. Sed perfectissimum intelligibile est essentia divina: cum sit
perfectissimus actus et prima veritas. Operatio autem intellectus divini est etiam
nobilissima: cum sit ipsum esse divinum, ut ostensum est. Deus igitur seipsum
intelligit. Adhuc. Rerum omnium perfectiones in Deo maxime inveniuntur. Inter alias
autem perfectiones in rebus creatis inventas maxima est intelligere Deum: cum natura
intellectualis aliis praemineat, cuius perfectio est intelligere; nobilissimum autem
intelligibile Deus est. Deus igitur maxime seipsum intelligit. Hoc autem auctoritate
divina confirmatur. Ait namque apostolus, I Cor. 2-10, quod spiritus Dei scrutatur
etiam profunda Dei” Sanctus Thomas Aquinas, De veritate catholicae fidei contra
gentiles cit.,, p. 126
14
Ibid., p. 95
15
Ibid., p. 165
288
Brevis meditatio de praedicatione scholastica et fregeana
Gualterius Redmond
Austinopoli in Texia, SFA
Les systèmes sont vrais dans ce qu’ils affirment
et faux dans ce qu’ils nient
Leibnitius1
Cari collegae:
Commentationem brevem olim scripsi de optimo opere a Fergo Kerr
composito After Aquinas (“post Aquinatem”)2 . Adhuc autem ansam non habui
ad scriptum edendum, sed nunc possum sa.ltem vobis summarium offerre.
Kerr sic terminavit librum:
“qui in philosophia analytica edocti sunt, suntque proclivi ad
principium Fregeanum accipiendum quod ‘existentia non est
praedicatum’, aestimabunt sermonem [sancti ] Thomae de ‘esse’ (ut
Anthonius Kenny affirmat) sicut ‘sophisma ac fallacia’”3.
Frege, animadvertendum est, revera dixit existentiam praedicatum secundi
ordinis esse, non primi. Insuper, Kant fuit qui declaravit existentiam non esse
Philosophica “systemata in eis quae affirmant sunt vera, falsa autem in eis quae
negant”, Epistola ad Nicholaum Remond, mense Januario anno 1714. J. S. Mill: “In
omnibus disceptationibus uterque adverarius in eis quae affirmat saepius sentit recte,
false autem in eis quae negat”; similiter Goethe, H. Bergson, H. R. Niebuhr.
2
“‘Deum esse’ en Gottob Frege y Santo Tomás” Facultad de Filosofía, Universidad
Católica de Chile 7 de agosto de 2013. Kerr, After Aquinas/ Versions of Thomism,
Oxonii. Blackwell, 2002.
3
Kerr, p. 209; Kenny, Aquinas, Oxonii, 1980, p. 60.
1
289
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
praedicatum”4.
Mihi videtur operae pretium esse quaerere utrum verum sit hoc judicium
sat negativum - multumque interest saltem de eo sermocinari. Nam auctor
videtur simultates habere cum eis quos vituperat ut “philosophos analyticos”.
Quid enim dicendum est de judicio Kerr: quod exegeses Philosophorum
“Analyticorum” atque “Phaenomenologicorum” doctrinae Sancti Thomae sint
omnino “incommensurabiles vel irreconciliabiles”5.
Mihi equidem placet notio Dei ut esse subsistentis a Sancto Thoma
pluribusque Thomistis accepta, sed placet quoque recens (immo Fregeana)
quantificationis notio de propositionibus existentialibus. Vellem brevi
explanare, si vultis, doctrinis translaticiis ac recentibus adhibitis collatisque,
quomodo utramque sententiam simul possim asserere.6
Logica
In studio nostro logica usus sum: et scholastica et hodierna (cum
Fregeana).
Itaque oportebit recensere doctrinam scholasticam de
propositionibus. Doctores scholarum duo propositionum genera distinxerunt.
(1) Primum, propositiones quae dicunt aliquid esse tale, seu characterem de
aliqua re praedicant (ut “Socrates est bonus”) vocantur “de tertio adjacente”,
nam tres habent partes: subjectum, copulam (“est”) et praedicatum de
charactere. (2) Secundi generis sunt propositiones sine praedicato ut
“Socrates est” quae nuncupantur “de secundo adjacente”, ubi “est” non est
copula sed significat nonnisi Socratem existere;7 “existential” igitur in hoc
Critica Rationis Purae, l. 2, c. 3. par. 55.
Kerr, p.210, et alibi.
6
In aliis opusculis meis symbolis logicalibus utebar, sed cum de eis difficile sit publice
loqui, symbola nunc dimittam.
7
Exempli gratia, Albertus Saxonicus, Perutilis logica, III, 1, 17; Abelardus dixerat
“est” adhiberi “ut tertium adjacens” atque “appositum subjecto”, Dialectica, ed. De
Rijk, pp. 161-162.
4
5
290
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
loco non est praedicatum. Ipse Thomas esse exprimit tum de tertio adjacente,
seu ut praedicatum (“Deus est suum esse”), tum de secundo adjacente (“Deus
est”).8 Thomas etiam utrumque propositionis genus conjungit, dicens rogata
“quid est Deus?” et “an est Deus?” eandem habere responsionem.9 Ergo
expressio “essendi” ambigitur, et aperta est pluribus intrepretionibus
sermocinalibus, logicis, philosophicis.
Frege et historia logicae
Ego igitur opinor, cum ipso Frege quadamtenus consentiens, in
propositionibus quantificatis latere quendam characterem secundi ordinis, qui
tamen ipsi rei convenit, cum de re aliquid maximi momenti indicare possit:
videlicet (sicut Frege dixit) quod “es gibt” - “datur”) res in dominio characteris
primi ordinis-- quod etiam accipi potest sicut “datur in mundo actuali”, vel
in aliis spatiis. Censeo quoque characterem remitti licet ad existentiam
divinam. Quae omnia excedunt ea quae dixit ipse Frege.
Logica, revera, qua usi sunt Scholastici (inter eos Thomas) haud
omnimodo diversa est a logica “hodiera” (ut quídam perperam ajunt). Ignatius
Angelelli, amicus meus multorum annorum (requiescat in pace) inter alios
investigatores, in libro suo Studies on Gottlob Frege and Traditional
Philosophy, ostendit doctrinas logicales putative novas (inter eas, Fregeanas)
jamdudum repertas fuisse apud doctores scholasticos. Idem dictum est de
logica Graeca, praesertim Stoica.
“Haec propositio ‘Deus est’, quantum in se est, per se nota est, quia praedicatum est
idem cum subjecto, Deus enim est suum esse”, Summa theologica, 1:2:1; etiam 1:3:4
et Summa contra gentiles, lb. 1, cp. 10, n. 3. “Hoc ipsum quod Deus est [est] suum
esse”, ibid., cp. 11, in principio.
9
“...ac si idem sit quod respondetur ad quaestionem ‘quid est’ et ad quaestionem ‘an
est’”, Contra gentiles, cp. 10, ad tertiam rationem. In Deo “idem est ‘an est’ et ‘quid
est’, ut dicit Avicenna”, De veritate, q. 10, a. 12, in corpore.
8
291
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Exempli gratia, Scholastici distinxerunt inter significationem (seu sensum)
termini ejusque suppositionem (seu denotationem) qua res ostenditur cui
sensus convenit. In “Socrates est bonus” “bonus” significationem indicat,
“Socrates” vero denotat eum qui bonus est. Suppositio in seipsa sumpta
indolem “quidditativam” minime involvit, sed ad significationem conectitur.10
Haec distinctio inter “significationem et suppositionem”, licet amplior, haud
dissimilis est ac distinctio Fregeana inter Sinn (significationem) ac Bedeutung
(denotationem) - nec dissimilis est, sensu adhuc latiore acepta, ac distinctio
inter “esse-tale” et “esse-simpliciter”, vel inter “essentiam” et “existentiam.
Sed tamen maxime ad rem disputatam spectat distinctio fregeana inter
characterem primi et secundi gradūs seu ordinis (Stufe, Ordnung). Ipse
Frege censebat hanc distinctionem esse suam propriam; dixit:
“Nunc agitur de distinctione mea inter conceptus primi et secundi
gradūs; ‘mea’, inquam, non enim mihi notum est distinctionem ante me
sat acute expressam esse”11.
Re quidem vera, ut Angelelli animadvertit, philosophi ante Frege (et
Bertrand Russell qui celebrem “typorum theoriam” elaboravit) de hujusmodi
distinctione haud raro speculabant, posthac vero disputatio de gradibus
praedicatorum “expulsa erat ex philosophia moderna”12.
Patet etiam locutionem cui character inest indicare rem singularem, puta
“philosophus qui cicutam bibit”, “Doctor Angelicus”, “illa mulier”.
11
“Hier kommt meine Unterscheidung von Begriffen erster und zweiter Stufe in
Betracht. Ich sage ‘meine’, weil mir nicht bekannt ist, daß sie vor mir in hinreichender
Schärfe gemacht ist”. Epistola ad D. Hilbert, die 6 mensis Januarii anno 1900, Gottlob
Freges Briefwechsel, eds. G. Gabriel, F. Kambartel, C. Thiel, Hamburgi, Meiner
Verlag, 1980, p. 17 (notabile est Frege in hoc loco distinguere inter propositiones
“omnis deus est omnipotens” et “datur saltem unus deus”).
12
I. Angelelli, Studies on Gottlob Frege and Traditional Philosophy, Dordraci, Reidel,
1967, p. 227 necnon § 7.56.
10
292
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Assertio Frege quod existentia sit praedicatum praedicatorum haud erat
nova, immo, inquit Angelelli, “fruitur praeterito metaphysico admodum
venerabili”13. Scholastici enim solebant laborare cum subtilibus theoriis
intentionum cum de “intentionis primae et secundae” dissertarent, necnon de
“praedicabilibus”14. Secundum Frege, elementum (Merkmal) conceptūs
homo (ut pernota exempla Scholastica “praedicabilium” adducam) includit
vivum, animal, rationale, substantia, quae omnia singuli homini conveniunt.
Proprietas autem (Eigenschaft) est conceptus qui ipsi conceptui homo
convenit. Haud multum distat de doctrina scholastica, ubi “homo” est
vocabulum primae intentionis in oratione “homo est mortalis”, sed est
secundae intentionis in oratione “homo est species”.
Existentia juxta sententiam Fregeanam non est “elementum” conceptus
ullius rei, sed potius “proprietas” altior quae indicat conceptum indicare
Esgiebtexistenz”, seu “datur” saltem una res in certo dominio contenta.
Philosophi Scholastici, Graecos sequentes, adhibebant “quantores” inter
virgilas (“omnis”, “nullus”, “aliquis”…), non aliter ac logici recentiores qui
duos quantores agnoscunt: universalem (Exφx - “omni ex: phi”) et
existentialem (Exφx - “saltem unum x: phi”) ad significadum quod omnis res
vel saltem una res certum characterem (E) habet, qui alicujusmodi esse exibere
potest.
Una sententia
Quidquid sit de Frege aliisque philosophis, sententiam similem brevi
adumbrabo. Haud facile est doctrinam describere loquendo sed conabor eam
imaginibus depingere15. Propositionem “Socrates est bonus” reddo de
segundo adjacente: ubi “Socrates” est individuum seu res, “bonum” est
character, “est” est copula.
Angelelli, ubi remittit (p. 225) ad traditionem ab Étienne Gilson “essentialisticam”
nuncupatam: “esse accidit essentiae”.
14
Vide Redmond, La lógica del Siglo de Oro, sectionibus 60-61, 63-67.
15
Singula in aliis opusculis descripsi.
13
293
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Hujusmodi propositio “Socrates est bonus” duobus muneribus fungi
potest: Socratem ostendere bonum esse eumque esse simpliciter. Forma
propositionis exhibetur in hoc schemate (qui, obitur dicendum est, respondent
“typis” in theoria Russelleana). Schema tres “planos” (seu gradūs, ordines)
habet. Ipse Socrates (ut individuum, res) collocatur in plano zero 0. Bonum
(ut character primi gradus) apparet in primo plano. Existentia Socratis (littera
crassa scripta) inscribitur in plano secundo (ut character secundi gradus),
necnon legi potest velut “Socrati bono convenit esse”. Schema:
Plani
2
esse
1
bonum
0
e
esse convenit saltem uno individuo cui bonum convenit
BeE
bonum convenit individuo Socrati
seB
Socrates est bonus atque est
Praedicatum primi ordinis “bonum” ad quidditatem rei (Socratis) spectat,
minime ad existentiam ejus, quae tamen solum humana esse indicatur. Ergo
videre licet utrumque praedicatum stare generatim sumptum pro duabus
faciebus ontologicis: pro “essentia” et pro “existentia” cujuslibet individui.
Deum esse
Quid denique dicendum est, in hac rerum complexione, de esse Divino?
Thomistae olim atque hodie inter se discrepaverunt circa indolem
propositionum de Deo essendo. Brian Davies existimat propositiones
existentiales esse affirmationes numeri, non autem adscribere caracteres
rebus16. Barry Mille arbitratur existentiam esse realem characterem primi
16
“Aquinas, God, and Being”, The Monist, 80,1997: 500-20; p. 506.
294
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
ordinis individuorum concretorum, immo omnium divitissimum17. William
Hill et David Burrell, ut promant unicitatem existentiae Divinae, praedicata
inusitata novant: “God is be-ing”, interductu posito inter “be” et “ing” ad
indicandum “be-ing” (“ens”) esse verbum (participium praesens), non
substantivum: “esse Dei est esse esse” (“is to be to be”).18 Magistri Judaei
quoque “Deum” legerunt ut verbum19. Philosophus analyticus Peter van
Inwagen existimat necessarium Dei existentiam exprimi posse ut praedicatum
primi ordinis, non autem existentiam mere actualem.
Quid denique dicendum de istis “philosophis analyticis”, qui, juxta Kerr,
negant “existere” esse praedicatum primi plani ac proinde tenentur (inquit)
opinari ita:
“Deus est” non praedicat proprietatem exsistendi de Deo; aequivalet
potius propositioni “Divinitas exemplificatur”, scilicet: proprietas Dei
essendi non habet nisi unum exemplum.20
Quod tamem est verum: non habemus enim nisi unum exemplum Dei
essendi: nempe Deus. Ceterum optime licet censere “esse Dei” dupliciter
exprimi sed aequivalenter; nempe per praedicatum primi plani vel secundi.
Loquimur enim in ordine sermocinali.
Sed nobis multo majoris momenti est, sic enim mihi videtur, perspicere
distinctionem inter praedicata primi et secondi ordinis adaequare
profundiorem inter existentiam et essentiam distinctionem, ratam solummodo
de Deo. Nam Deus visus est sicut id cujus esse et essentia idem sunt, quod in
eodem schemate videri licet:
The Fullness of Being/ A New Paradigm for Existence (Prelum Nostrae Dominae,
2002).
18
Citati apud Kerr, pp. 209 and 201.
19
David A. Cooper, God Is a Verb: Kabbalah and the Practice of Mystical Judaism;
https://www.goodreads.com/en/book/show/207188. Vide Kerr, 186.
20
Opere citato, p. 94.
17
295
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Plani
2 esse
Deus
1 essentia
In hoc loco audienda est Edith Stein, Phaenomenologista Thomistica, quae
agnovit tres “formas ontológicas básicas” pares his tribus planis: (1) aliquid
et (2) esse-tale et (3) esse.21 Sunt videlicet “loci vacui” (Leerstellen) seu
variabilia, quae implenda sunt (1) re et (2) quidditate et (3) modo-essendi
(Seinsweisen); in exemplo: Socrates, Bonum, esse-ut-homo. Tres formae,
inquit, colligantur in conjunctione interiori (innerer Zusammenhang), nempe:
Plani
2 existentia esse-ut-homo
1 essentia esse-tale
0 individuum aliquid
(modus-essendi)
(bonum)
(Socrates)
Apud Deum, addit Stein, omnia conjunguntur in unum.
Patet denique hujusmodi duplicem praedicationem, licet Fregeanam,
forsitan “Thomisticiorem” esse quam alios modos de Deo loquendi.
Haec pauca igitur, cari collegae, quae commendo judiciis vestris, spero ut
non abuta sint patientia, sed potius velim ut judicia vestra adjuvent me ut ego
melius haec pauca intelligam.
21
Potenz und Akt. Herder, 1998, p. 23.
296
COMUNICACIONES
Cielo y tierra se espejan: el papel de los ángeles
en la guerra cósmica y su correlato terrenal según John Wyclif
Cecilia Devia
UBA, Argentina
Introducción
Para el cristianismo, lo que sucede en el cielo tiene un paralelo –
desdibujado, degradado– en la tierra. La guerra cósmica que se desata en los
cielos, y que cuenta entre sus protagonistas destacados a los ángeles, tiene su
correlato en los conflictos de los humanos. Parecen ser procesos que no van
exactamente de arriba hacia abajo, sino que más bien corren en simultáneo. Si
bien hay eventos destacadísimos, como la Encarnación y el Apocalípsis, para
los cristianos esta guerra cósmica y terrenal está siempre presente. Existen
diferentes expresiones que remiten a este tópico, tanto en la Biblia como fuera
de ella; por citar solo una, la que indica que lo que se ate en la tierra será atado
en el cielo1. Retomaremos esto cuando presentemos a John Wyclif (c. 13281384) y su singular lectura de la jerarquía y la corrección en relación a la
rebelión angélica y la rebelión terrenal. Esta interpretación la conectaremos
luego con dos notables conflictos bajomedievales, uno directamente
relacionado con nuestro autor, y no solo cronológicamente: el levantamiento
inglés de 1381. El otro, posterior y que trancurre en otra geografía, pero con
indudables puntos de contacto: la rebelión irmandiña de 1467-1469. De esta
manera intentamos llevar a cabo un enfoque interdisciplinario, en particular
desde el punto de vista de la filosofía política y de la historia.
Mateo 16: […] 18. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. 19. A ti te
daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los
cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos (Biblia de
Jerusalén).
1
299
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Ángeles y humanos
La presencia de los ángeles en el Occidente cristiano medieval es
amplísima y abarca diferentes ámbitos. Por un lado, se los conecta con la
actividad humana en general y en particular, en este último caso asistiendo a
las personas en todas las etapas de su vida –con un papel especialmente
importante en el momento de su muerte–, mientras que, por otro lado, son
objeto de innumerables reflexiones teóricas –teológicas, políticas, filosóficas–
por parte de distintos pensadores. De esta manera, han servido como una
especie de laboratorio por medio del cual se podían tratar problemas de toda
índole, muchos de los cuales afectaban la cotidianidad de los que los
abordaban2.
Entremos ahora en el tema de la caída de los ángeles, respecto a lo cual
Angèle Tence –cuyo objeto de estudio principal es la representación del
cuerpo precipitado en las artes plásticas3– nos recuerda que se puede hablar
de dos caídas angélicas: la “caída original” y la derrota en combate con las
huestes comandadas por Miguel. La “caída original” se daría en el momento
de la creación de los ángeles, cuando ellos eligen, por una única vez, si se
adhieren –efectuando un movimiento denominado conversio– o se separan de
Dios –por medio del movimiento contrario, aversio–. En el caso de los ángeles
rebeldes, la creación, la revuelta y la caída forman los principales resortes de
2
La bibliografía sobre el tema es amplísima. Citamos aquí solo una escueta selección
de obras que consideramos fundamentales: Giorgio Agamben y Emanuele Coccia
(dirs.), Angeli. Ebraismo Cristianesimo Islam, Vicenza, Neri Pozza Editore, 2009;
Tobias Hoffmann (ed.), A Companion to Angels in Medieval Philosophy,
Leiden/Boston, Brill, 2012; Tobias Hoffmann, Free Will and the Rebel Angels in
Medieval Philosophy, Cambridge, Cambridge University Press, 2021; David Keck,
Angels and Angelology in the Middle Ages, Oxford, Oxford University Press, 1998;
Tiziana Suarez-Nani, Les anges et la philosophie. Subjectivité et fonction
cosmologique des substances séparées à la fin du XIIIe siècle, París, Librairie
Philosophique J. Vrin, 2002.
3
Angèle Tence, Le corps précipité. Chute et châtiment dans l’art européen de la
première modernité (XVe-XVIIe siècle), Volume I: texte, Tesis de doctorado, 2021.
300
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
un relato que tuvo que ser construido y modificado a lo largo de los siglos para
integrarlo a la doctrina de la salvación. Agustín de Hipona (354-430) –uno de
los artífices principales de esta construcción– es el primer autor en atribuirle
a Lucifer, el ángel rebelde por excelencia, el título de “primus omnium
peccatorum”4.
La “segunda caída” se daría durante la batalla entre las huestes celestiales
y las demoníacas. Si bien en ninguna parte de la Biblia se cuenta en detalle la
rebelión de un ángel o de un grupo de ángeles comandados por Lucifer o por
cualquier otro ser espiritual, existen diferentes alusiones que permiten percibir
que tal cosa sucedió una vez. Al respecto, Georg Luck sostiene que el profeta
Isaías traslada a un contexto histórico un antiguo mito cósmico –una
teomaquia o batalla de dioses– y lo relaciona con la lucha entre Miguel y
Lucifer (Isaías 14:12). Intervienen aquí la hybris (la desmesura, en especial el
deseo de querer igualarse a los dioses) y la stasis (la revuelta). La caída del
transgresor es inevitable, porque la hybris siempre es castigada5.
Siguiendo a los evangelios que componen el Nuevo Testamento, Elaine
Pagels señala a la ejecución de Jesús como la culminación de la guerra
cósmica, de la lucha entre el bien y el mal, entre Dios y Satanás. Este drama
divino se derrama sobre la tierra, y los hechos que acá abajo suceden solo
pueden explicarse como eventos preliminares de la gran batalla final, que se
cree inminente. Es la forma de explicar cómo un hombre traicionado por uno
de sus propios seguidores, acusado a su vez de traición contra Roma y por ello
crucificado, sigue siendo el Mesías, el hijo de Dios. El tema de la guerra
cósmica les sirve a los evangelistas principalmente para interpretar la
violencia humana en forma sobrenatural, y otorgarle así un sentido en la
historia del mundo6.
4
Ibíd., p. 23.
Georg Luck, “Lucifer, fallen Angel”, Euphrosyne, 29, 2001: 297-318 (pp. 299-301).
6
Elaine Pagels, The Origin of Satan, Nueva York, Vintage Books, 1996: 481-506.
5
301
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
El apóstol Pablo –considerado por varios estudiosos como el verdadero
creador del cristianismo– también advierte que “nuestra lucha no es contra la
sangre y la carne, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los
Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están
en las alturas” (Efesios 6:12), empleando un lenguaje que muchos siglos
después profundizará y afinará el Pseudo Dionisio Areopagita, pero aplicado
a las huestes angélicas que sirven a Dios. Tanto la jerarquía celeste como la
eclesiástica tienen su tratamiento más profundo e influyente en la obra
dionisiana, cuyo ingreso en el Occidente latino introdujo el término
“jerarquía”. La confusión sobre la identidad del que es conocido como el
Pseudo Dionisio es, por lo menos, doble. Se lo tomó, en principio, por
Dionisio el Areopagita, juez del Areópago convertido al cristianismo por la
predicación de Pablo y posteriormente obispo de Atenas. Más adelante, se lo
identificó también con el santo mártir Dionisio, el primer obispo de París.
Finalmente, la crítica textual lo ubica en los inicios del siglo VI en un
monasterio sirio7. Dominique Iogna-Prat indica que su principal aporte es
ofrecer una teoría global del orden del mundo a partir de la articulación entre
las Escrituras y la cosmología neoplatónica8.
En la Jerarquía celeste y la Jerarquía eclesiástica, el Pseudo Dionisio
presenta el movimiento procesivo y retrocesivo. La jerarquía celeste es una
colección ordenada de grados. Todos participan de la sabiduría y el saber.
Siguiendo un modelo ternario, el orden superior, que recibe directamente la
iluminación de la tearquía divina, está ocupado por los serafines, los
querubines y los tronos. El orden medio agrupa a los señoríos (o
dominaciones), las potencias y los poderes (o virtudes). El tercer orden está
constituido por los principados, los arcángeles y los ángeles; este último es el
Natalia Soledad Strok, “Dionisio Areopagita y Juan Escoto Eriúgena en torno a la
teología afirmativa y negativa: el peso de la fuente”, Argumentos. Revista de Filosofía,
1, 2, 2009: 33-42.
8
Dominique Iogna-Prat, “Penser l’Église, penser la société après le Pseudo-Denys
l’Aréopagite”, François Bougard, Dominique Iogna-Prat, Régine Le Jan (eds.),
Hiérarchie et stratification sociale dans l’Occident médiéval (400-1100), Turnhout,
Brepols, 2008: 55-81 (p. 13).
7
302
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
que preside a las jerarquías humanas para lograr su elevación espiritual hacia
Dios de manera ordenada. Jesús es considerado en este esquema como el
punto de articulación entre las dos jerarquías, la celeste y la eclesiástica, en
virtud de su condición única de Dios encarnado9.
La jerarquía eclesiástica también está formada por un conjunto de tres
veces tres tríadas. El primer orden, que comprende “las tres santas
congregaciones sacramentales”, es el espacio de la purificación, la iniciación
y la comunión –esta última por la gracia de la eucaristía–. El segundo orden
está compuesto por el cuerpo sacerdotal, que ejerce las funciones litúrgicas, y
está constituido por los grandes sacerdotes, los sacrificadores y los ministros.
El tercer orden agrupa a los iniciados, distribuidos en monjes, pueblo santo y
simples purificados (en especial los neófitos y los penitentes). Sea cual fuere
su lugar y su orden, cada elemento, cada fiel en el seno de la jerarquía
eclesiástica, es en parte responsable de la marcha armoniosa del conjunto.
Cada uno es así considerado como un “santuario” en miniatura, regido por las
mismas operaciones teárquicas (purificación, iluminación, consagración) que
el gran “santuario” que es la Iglesia. Los dos “santuarios” están ordenados por
la misma “ley de divinidad”, que consiste en reducir lo inferior a lo superior
pasando por el grado medio10.
Finalmente, Iogna-Prat entra en el complejo tema de la relación entre el
esquema trifuncional de los oratores, los bellatores y los laboratores y la
antigua clasificación indoeuropea11. El autor indica que el pensamiento del
9
Ob. cit., p. 14.
Ob. cit., p. 24.
11
Al respecto resulta de gran utilidad la lectura de Benoît Grévin, “La trifonctionnalité
dumézilienne et les médiévistes: une idylle de vingt ans”, Francia, 30, 1, 2003: 169189 y de Jean Batany, “Des ‘trois fonctions’ aux ‘trois états’?”, Annales. Économies,
Sociétés, Civilisations, 18, 5, 1963: 933-938. La bibliografía sobre el tema de los tres
órdenes es amplísima, solo hacemos notar aquí que la obra más célebre –aunque
discutida- sea probablemente la de Georges Duby, Los tres órdenes o lo imaginario
del feudalismo, Barcelona, Argot, 1983, por lo menos entre los historiadores de la
Edad Media.
10
303
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Pseudo Dionisio ofrece dos elementos necesarios para esta adaptación. Uno
proviene de la lógica cosmológica del Areopagita, apropiada para explicar,
bajo la forma de grados funcionales ternarios homológicos a la Trinidad, la
concordia en la diferencia jerárquica que rige el orden del mundo. El segundo
elemento es aún más esencial, y consiste en que las mediaciones dionisianas
al servicio de la “ley de divinidad” permiten a los que Iogna-Prat denomina
“los pensadores carolingios de la trifuncionalidad” disponer de una
concepción del intercambio global orientado hacia el más allá, que se
expresaría en la concordia en la diferencia que asegura la buena circulación
de la iluminación divina entre grados jerárquicos y, sobre todo, la
redistribución de los bienes materiales y de los bienes espirituales producidos
por cada una de las funciones ordenadas12.
La relación entre el cielo y la tierra también es expresada de forma
contundente y perdurable en las dos ciudades de Agustín, la ciudad de Dios y
la ciudad de los hombres, de la que nos interesan particularmente las luchas
que acontecen en ambos mundos. Sean Otto señala como particularmente
importantes para los intérpretes medievales de Agustín dos de sus enseñanzas:
la que concierne a la predestinación y la que concierne a las dos ciudades.
Respecto a la primera, el tema es muy complejo y la resolución del obispo de
Hipona tiende a la ambigüedad. Básicamente, se puede resumir en que todos
los humanos son tentados por el pecado y por lo tanto están sujetos a condena
a través del juicio justo de Dios, pero a algunos les es dado el don de la gracia
a través de la misericordia de Dios13.
En relación a la segunda enseñanza fundamental de Agustín, en Ciudad de
Dios este expone su esquema de las dos ciudades –civitas Dei/civitas diaboli–
que están en lucha continua. Una mira constantemente hacia Dios, la otra solo
12
D. Iogna-Prat, ob. cit., p. 23.
Sean A. Otto, “Predestination and the Two Cities: The Authority of Augustine and
the Nature of the Church in Giles of Rome and John Wyclif”, Sini Kangas, Mia
Korpiola y Tuija Ainonen (eds.), Authorities in the Middle Ages. Influence,
Legitimacy, and Power in Medieval Society, Volume 12, Berlín/Boston, De Gruyter,
2013;: 145-157.
13
304
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
a sí misma, mientras que el amor –la caritas-– ocupa el centro de la cuestión.
La Iglesia visible, sin embargo, no puede ser simplemente identificada con la
ciudad celestial. Encontramos, por un lado, la naturaleza de esta vida en la
tierra, donde los predestinados a ser salvados y los predestinados a ser
condenados están mezclados, mientras que persiste la incapacidad de tener
alguna certeza sobre quién pertenece a cuál de esos dos grupos. Por otra parte,
está el pesimismo de Agustín, comprensible en el contexto de una iglesia
pequeña, perseguida, de la que solo una pequeña porción de los bautizados –
que solo Dios conoce– será salvada. Finalmente, Agustín incluye a los santos
del Antiguo Testamento en la ciudad de Dios, y admite la posibilidad de que
algunos hombres en particular –Job sería uno de ellos– estén entre los
predestinados a la gloria14.
La visión de John Wyclif
El fundamento de la eclesiología de Wyclif reside en la enseñanza de
Agustín sobre la predestinación. Algunos seres humanos están predestinados
a la bienaventuranza eterna, mientras que otros están condenados para
siempre, y solo Dios sabe a qué grupo pertenece cada uno. Estos dos grupos
forman la humanidad entera. Para el Doctor evangelicus –como se lo ha dado
en llamar a Wyclif– solo los predestinados forma la verdadera Iglesia, que es
invisible, mientras que la iglesia visible es una mezcla de condenados y
predestinados15.
El tema de la guerra cósmica lo encontramos claramente reflejado en un
pasaje del capítulo 15 del Tractatus de ecclesia16, que analiza con singular
maestría David Luscombe. Aquí Wyclif lanza un fuerte ataque a la
interpretación tradicional de la doctrina de la jerarquía, que enfatiza la
obligación de los rangos inferiores de la jerarquía eclesiástica a obedecer
14
S. Otto, Predestination, pp. 149-150.
Ob. cit, p. 154.
16
Iohanns Wyclif, Tractatus de ecclesia. Iohann Loserth, (ed.), Londres, The Wyclif
Society, 1886: 249-350.
15
305
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
incondicionalmente a los más altos. A partir de su distinción entre la Iglesia y
el clero, el teólogo inglés arremete contra quienes usan el concepto de
jerarquía, tanto celeste como eclesiástica, a favor de la inmunidad clerical al
juicio laico. Llama la atención sobre la existencia de corrupción y rebelión
dentro de la hueste angélica. Wyclif describe a los ángeles en lucha, con
Miguel –perteneciente a la tríada más baja de la jerarquía angélica– liderando
a los ángeles buenos contra Lucifer17, el más perfecto de los ángeles, que
devino finalmente en Príncipe de los demonios, y triunfando sobre él y sus
secuaces. El Doctor evangelicus sostiene que, así como Miguel podía resistir
a Lucifer, también los laicos podían resistir y corregir adecuadamente al clero,
ya que no sería ilegal que los inferiores juzguen18.
Luscombe indica que las objeciones de Wyclif a los argumentos
jerárquicos son muy diferentes a las presentadas por sus predecesores y por
sus contemporáneos. El Doctor evangelicus admite que la jerarquía celeste
proporciona un modelo para la eclesiástica, pero no ve en ella solo un ejemplo
de paz asegurada por la obediencia. Afirma que también ofrece un ejemplo de
rebelión legal de los súbditos contra aquellos que han perturbado la paz19.
Luscombe afirma que ninguno de los otros pensadores medievales habría
calificado la interpretación de la jerarquía de Dionisio a la luz de la revuelta
de Miguel contra Lucifer. Solo Wyclif lo hace, con el fin de demostrar que, si
el clero no es digno, sus propiedades pueden ser confiscadas por los laicos.
Wyclif parece creer que la Iglesia podría, si fuera necesario, continuar
permanentemente sin el papa y sin los prelados si estos permanecieran
réprobos y carentes de autoridad. El teólogo inglés no abandonó la noción de
jerarquía, sino que explicó de una manera diferente la forma en que, a su
criterio, debería entenderse20.
David Luscombe, “Wyclif and Hierarchy”, Studies in Church History, Subsidia 5,
1987: 233-244 (pp. 233-235).
18
Ob. cit., pp. 236-239.
19
I. Wyclif, ob. cit., pp. 349-350.
20
D. Luscombe, ob. cit., pp. 243-244.
17
306
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Podemos traer aquí de nuevo a colación los versículos de Mateo 16:19, tal
como los analiza Otto al tratar el tema de la penitencia en Wyclif. Si bien en
sus comienzos el Doctor evangelicus enseñaba que los sacerdotes tenían el
poder de las llaves, que se traducía en su capacidad de absolver del pecado a
los fieles, en sus últimos años cambia radicalmente este enfoque. Para Wyclif,
las llaves son el poder del conocimiento y la enseñanza. Atar y desatar
constituye la base de la absolución sacerdotal y son poderes que solo Dios
tiene, y por eso el evangelio dice que lo que está atado en la tierra será atado
en el cielo, pero no dice que sea atado en el cielo después y no antes21. Esto
podría obrar como un “contraejemplo” de la idea con que hemos comenzado
esta propuesta, ya que en la visión más tardía de Wyclif no es seguro que se
pueda afirmar que el atar y desatar se ajuste a la idea de espejo. Aparece aquí,
como siempre que intentamos hablar sobre temporalidades, la imposibilidad
de comprender el tiempo –o más bien su ausencia– en los seres puramente
espirituales y especialmente en Dios.
Levantamientos bajomedievales
Tanto en la práctica política como en la teoría desplegadas por Wyclif
encontramos ambigüedades y hasta incluso contradicciones en relación a lo
que hemos visto anteriormente sobre sus conceptos de jerarquía, corrección
fraterna, derecho de resistencia (o incluso de rebelión), etc. Una forma de
abordarlos es a través de su postura respecto a un hecho histórico clave de su
época, la rebelión de los campesinos de 138122, que se vincula también con su
relación con las órdenes mendicantes. En sus primeros escritos el Doctor
evangelicus se muestra parcialmente favorable y en varios aspectos cercano a
Sean A. Otto, “John Wyclif and Thomas Cranmer on Penance”, Thomas P. Power
(ed.), Change and Transformation: Essays in Anglican History, Eugene, Oregon,
Pickwick Publications, 2013: 1-23 (pp. 11-12).
22
Ante la imposibilidad de desarrollar este tópico recomendamos la lectura de Laura
Da Graca, “El levantamiento inglés de 1381”, Carlos Astarita, Carlos García Mac
Gaw, y Andrea Zingarelli (coords.), Conflictos sociales en la Antigüedad y el
Feudalismo. El conflicto social precapitalista, EDULP, 2017: 179-194.
21
307
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
dichas órdenes, pero en sus últimos años termina enfrentándose con ellas. Este
conflicto lleva a que, en el mes de febrero de 1382, las cuatro órdenes le envíen
una carta a Juan de Gante –considerado como el hombre más poderoso de
Inglaterra-, en la cual acusan a Wyclif, su protegido, de ser el autor de la
rebelión23. El propio Wyclif habría condenado el levantamiento en su
Tractatus de blasphemia24, pero Michael Wilks analiza esta condena y le
agrega matices significativos. El teólogo inglés empieza por expresar su
simpatía y comprensión por los rebeldes, debido a las condiciones que
llevaron al levantamiento; aprovecha la situación para atacar al clero al
ubicarlo como el principal culpable respecto a la fuerte tributación que actúa
como desencadenante de la rebelión. La única razón que da para condenar la
revuelta es que los rebeldes equivocaron el camino. Su idea era correcta, pero
su ejecución no lo fue, ya que actuaron sin estar autorizados por el Parlamento,
por los señores laicos que formaban la comunidad del reino junto con el rey.
Los rebeldes habían hecho grandes esfuerzos para marcar que estaban obrando
bajo la autoridad regia, teniendo mucho cuidado en no dañar a los miembros
de la familia real y, en el caso de los insurrectos de Londres, se dispersaron
tan pronto como Ricardo II pareció asumir el liderazgo nominal de la revuelta.
A partir de estos hechos, se puede considerar como un asunto de considerable
importancia que Wyclif condenara la rebelión de los campesinos porque,
aunque lo intentó, falló al no ser una revolución desde arriba25.
Por otra parte, debemos recordar que, en el verano de 1381, cuando la
rebelión ya estaría gestándose, Wyclif había abandonado Oxford –a donde ya
no habría de volver– instalándose en Lutterworth26. De ahí que Jürgen
Miethke asegure que “Wyclif ya vivía retirado y no quiso ni impedir ni
Andrew E. Larsen, “John Wyclif c. 1331-1384”, Ian Christopher Levy (ed.), A
Companion to John Wyclif. Late Medieval Theologian, Leiden-Boston, Brill, 2006: 165 (p. 60).
24
Takashi Shogimen, “Wyclif's ecclesiology and political thought”, I. C. Levy, ob.
cit., pp. 199-240 (p. 201).
25
Michael Wilks, “Reformatio regni: Wyclif and Hus as leaders of religious protest
movements”, Studies in Church History, 9, 1972: 109-130.
26
Stephen E. Lahey, John Wyclif, Nueva York, Oxford University Press, 2009, p. 23.
23
308
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
aprobar esos acontecimientos”27. A pesar de esto, muchos representantes del
clero vincularon prácticamente en forma inmediata la predicación y los
escritos de Wyclif con el levantamiento, en especial porque sus discípulos por
fuera de la academia estaban activos. Las crónicas contemporáneas describen
a los “predicadores pobres” de Wyclif deambulando por el campo y
fomentando la disconformidad en una población previamente descontenta.
Uno de los cronistas, Thomas Walsingham, los conecta sin dudar con el
estallido de junio de 1381, y condena las enseñanzas del Doctor evangelicus
como la causa de la revuelta. El arzobispo de Canterbury, William Courtenay
–antes obispo de Londres y opuesto a Wyclif desde mucho tiempo atrás–
tampoco vacila en vincularlo, y suma esta relación al temario que se tratará en
el famoso Concilio de los Blackfriars que tendrá lugar el 17 de mayo de 1382,
durante el transcurso del cual finalmente Wyclif no será condenado28.
Como indicáramos en la Introducción de esta ponencia, nos refereriremos
también –muy brevemente– a las similitudes de estos pasajes wyclifitas con
diferentes manifestaciones expresadas en la documentación bajomedieval en
la zona de Galicia, particularmente durante una extendida y prolongada
rebelión, conocida como la rebelión irmandiña (1467-1469). Desde nuestro
primer acercamiento al tema29 hemos dado cuenta de que el estudio de las
fuentes nos permitía corroborar la hipótesis de que los rebelados se ven como
los restauradores de un orden que había sido derribado por quienes deberían
ser sus principales sostenedores, los señores. No corresponde entrar aquí en
detalle en relación a la cosmovisión trifuncional –expresada generalmente en
la división de la sociedad en los órdenes de los oratores, los bellatores y los
laboratores– que consideramos vigente en el imaginario de los dominados en
aquel momento, a la que también hicimos referencia más arriba. Las fuentes
analizadas expresan la idea de que los señores gallegos no solo no cumplen la
27
Jürgen Miethke, Las ideas políticas de la Edad Media, Buenos Aires, Biblos, 1993,
p. 171.
28
S. Lahey, ob. cit., pp. 23-26.
29
Cecilia Devia, Violencia y dominación en la Baja Edad Media castellana, Buenos
Aires, Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires,
2009.
309
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
principal función de los bellatores, es decir, la defensa de los otros dos
órdenes, sino que atentan violentamente contra estos. Lo que trasuntan los
documentos, entonces, es que ante la ruptura del orden de los hombres –
reflejo, si bien pálido y desdibujado, del orden celestial y, por lo tanto,
eterno e inmutable– por parte de los señores, los dominados se sienten
habilitados a romper los lazos de obediencia, ya que se habría quebrado la
supuesta concordia que justificaría tal orden, por lo menos entre los
bellatores y los laboratores30.
Comentarios finales
Los ángeles cumplen una función clave en la guerra cósmica. Son las
huestes divinas, que se ocupan de diferentes tareas en su servicio a Dios, según
el orden al que pertenezcan. En cuanto a su relación con los humanos, es de
capital importancia el hecho de que Dios ha dejado a su cuidado el gobierno
del mundo31. A tal efecto, los medievales consideraban que la tríada final de
los órdenes angélicos era la más activa en los asuntos humanos. En líneas
generales, se creía que los principados eran responsables del gobierno de los
reinos que componen el mundo, los arcángeles dirigían a los pueblos en su
carácter colectivo, mientras que los ángeles cumplían en especial la función
de ser los ángeles guardianes de los humanos como individuos32.
Tanto en la tierra como en el cielo las fuerzas del Bien luchan contra las
fuerzas del Mal, la guerra cósmica se traslada a la tierra y los límites entre
ambas instancias pueden ser a veces difíciles de delimitar. Aunque el
cristianismo esté siempre atento para diferenciarse del maniqueísmo, que pone
Cecilia Devia, “El derecho a la resistencia de los dominados. Un ejemplo de caso:
la Galicia bajomedieval”, Mirabilia Journal. Eletronic Journal of Antiquity & Middle
Ages. Journal of the Institut d’Estudis Medievals, 24: 144-171.
31
Ghislain Casas, La dépolisation du monde. Angélologie cosmique et politique de
l’Antiqueté au Moyen Âge, Thèse de doctorat de l’Université de recherche Paris
Sciences et Lettres, 9 décembre 2017, pp. 15-16.
32
D. Keck, ob. cit., p. 62. También había ángeles guardianes de ciudades y países.
30
310
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
a ambos bandos prácticamente en el mismo nivel, el Mal tiene una presencia
muy importante dentro del mundo cristiano, hasta el punto que resulta
necesario para el desarrollo del Bien y el cumplimiento del plan divino que
culmina en el Juicio Final. Las reflexiones sobre estos problemas persisten
hasta el presente, en diferentes campos de estudio33.
En relación más directa con nuestras coordenadas espacio-temporales, en
la Baja Edad Media se produce el Gran Cisma de Occidente, que dura desde
1378 hasta 1417, y que terminará desembocando en lo que se conoce como la
Reforma, que divide a la Iglesia cristiana hasta el momento actual. En la patria
de Wyclif se da una solución diferente a las del resto de Europa, ya que allí se
forma la Iglesia anglicana, en la cual la figura suprema ocupa ambas jefaturas,
la regia y la religiosa, gobernando a la vez el reino y la Iglesia. En medio de
estas profundas transformaciones, también se modifican las relaciones entre
ángeles y humanos, que se retroalimentan en las luchas entre la Reforma y la
Contrarreforma, abriendo una temática de gran interés para los investigadores,
que he abordado de forma muy inicial en mis investigaciones recientes34.
33
Ver, por ejemplo, el recorrido efectuado en Paul W. Kahn, Out of Eden. Adam and
Eve and the Problem of Evil, Princeton University Press, 2007, que va desde el análisis
de Edipo y del Génesis hasta la reflexión de Hannah Arendt sobre la banalidad del
mal en Adolf Eichmann.
34
A partir de trabajos como los de Peter Marshall, “The Guardian Angel in Protestant
England”, en Joad Raymond (ed.), Conversations with Angels. Essays Towards a
History of Spiritual Communication, 1100-1700, Nueva York, Palgrave Macmillan,
2011: 295-316 (pp. 295-296); Antoine Mazurek, “Anges, réforme et désenchantement
du monde dans l’Angleterre moderne. Notes critiques”, Revue de l’histoire des
religions, 235-3/2018: 507-529; Alexandra Walsham, “Invisible Helpers: Angelic
Intervention in Post-Reformation England”, Past & Present, 208, 1, 2010: 77-130;
Alexandra Walsham, “Catholic Reformation and the Cult of Angels in Early Modern
England”, J. Raymond (ed.), ob. cit., pp. 273-294.
311
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
312
El locus haereticorum. Agustín, el Peregrino
y la soldadura entre eclesiología y heresiología1
Alonzo Loza Baltazar
UNAM, México
Introducción
Sobre la base de la consideración de la heresiología como parte sustantiva
de la eclesiología, se propone una genealogía topológico-política del
concepto de herejía que señala una analogía entre su dinámica excéntrica y
la historicidad de sus efectos de producción subjetiva. Para ello, se
presentará la heresiología como parte del dispositivo topológico de la Iglesia,
fundamentalmente a partir de un análisis del caso de Agustín de Hipona y
una parte de su espectro dentro de la historia de la heresiología. El concepto
de dispositivo y el de profanación de Agamben, así como la noción de
topología de la geografía postestructuralista de Murdoch servirán para
perfilar el concepto de herejía como “dispositivo topológico”.
“…no es lo propio, sino lo impropio –o, más drásticamente, lo otro–
lo que caracteriza lo común. Un vaciamiento parcial o integral, de la
propiedad en su contrario. Una despropiación que inviste y descentra
al sujeto propietario, y lo fuerza a salir de sí mismo. A alterarse. En la
comunidad, los sujetos no hallan un principio de identificación, ni
tampoco un recinto aséptico en cuyo interior se establezca una
comunicación transparente o cuando menos el contenido a comunicar.
1
Este trabajo es una versión adaptada y resumida de la primera parte de un
argumento más amplio el cual se puede encontrar publicado en Alonzo Loza
Baltazar, “El locus haereticorum: profanación, desarraigo y captura”, Camila
Joselevich (ed.) Heresiologías. Operaciones teológico-políticas sobre la disidencia
en la historia, FFyL/UNAM, 2024: 85-116.
313
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
No encuentran sino ese vacío, ese extrañamiento que los hace ausentes
de sí mismos…”.
Roberto Esposito, Communitas, 31.
Aquí desplegaremos un abanico de miradas cruzadas entre hitos de la
historia de la heresiología. El vértice girará sobre una bisagra entre
heresiología y eclesiología que es sustantiva para la filosofía y la teología
tanto como para la historia de los conceptos políticos. A dicha bisagra
propongo entenderla como dispositivo topológico. Así, el concepto de
herejía, (algunos de) sus usos y la historia de éstos, develan la operación del
dispositivo topológico. Primero, con base en Agustín, analizo un uso del
concepto de herejía y cómo se redirigen algunas de sus operaciones sobre el
mismo Agustín en el Commonitorium de Vicente de Lerins. Sobre la base de
este análisis describo el concepto de herejía como un dispositivo topológico
que opera montado, no obstante, en un núcleo de desubjetivación que se
devela en el carácter excéntrico del concepto y sus usos singulares en la
historia. Para ello echaré mano del concepto de dispositivo de Agamben y su
relación con la profanación y su propuesta de una tarea para el pensamiento
actual.
1. “Herejía” como dispositivo topológico
Ya desde el siglo V la noción de herejía es una fuente de abismante
inmensidad para el padre de la Iglesia occidental Agustín de Hipona. Así
aparece en el prólogo al De haeresibus, dirigido a Quodvultdeo, en el que,
no con falta de ironía, dedica una buena cantidad de párrafos a mostrar la
inmensidad sin sentido de la tarea que Quodvultdeo le pide. El obispo se
burla de la intensión de condensar brevemente en una obra todos los errores
que inspiran todas las herejías que (para entonces) ha habido, así como cuál
es la postura correcta de la Iglesia ante los asuntos concernientes a esos
errores, y las formas en que las herejías se condensan en posiciones ante la
ley, la autoridad y la razón. Según Agustín, Quodvultdeo quiere “un
314
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA
FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
breviario de todo” (commonitorium de omnibus). En efecto, la noción de
commonitorium, breviario/recordatorio, era común en la lucha contra las
herejías de la iglesia latina, como es el caso del Commonitorium de errore
Priscillianistarum et Origenistarum de Orosio, tan cercano a Agustín.
También el famoso Commonitorium de Vicente de Lerins será, por cierto, un
intento de cumplir con este “compendio de todo” con las características que
Agustín querrá dar a su inacabado De haeresibus, excepto que la propuesta
del Peregrino (pseudónimo de Vicente) implicará el señalamiento del
agustinismo del pecado original y la providencia como una herejía por causa
de su innovación y consecuente violación de los tres principios que
garantizan, según su parecer, la doctrina verdadera de la Iglesia católica:
universalidad, antigüedad y consenso, pues la doctrina del pecado original, la
gracia y la predestinación de Agustín es una innovación que no comparten
todos los obispos en aquel momento.
Vemos cómo el uso de la noción de herejía, vuelve, en cierta forma, sobre
sí. El dispositivo católico opera sobre sí por medio de los usos de la noción
de herejía. Esto es así hasta el punto de que el movimiento ad intra del
dispositivo, en la heresiología, no es más que el modo de la más extrema
acción ad extra del mismo, la misión universalizante.
Me explicaré. Antes, atendamos al salto que realiza el obispo en su texto.
Inmediatamente después de la burla sobre las inmensidades que pide
Quotvultdeo recurre a analizar dos modos de intentar realizar una tarea
semejante. Por un lado, refiere a Celso, quien compiló en seis gruesos
volúmenes las opiniones de todos los filósofos hasta su tiempo, incluyendo a
aquellos que no fundaron herejías propias (haereses proprias), sin replicar a
nadie, ni criticar, ni afirmar, ni defender, con el sólo objetivo de poner al
descubierto (aperiendae indicandae). Este modo compendioso, cuyo
objetivo es sólo poner al descubierto e indicar, propio de la historia del
pensamiento, es importante para el proceder heresiológico. A este proceder
opone Agustín el de Epifanio, obispo de Chipre, quien también en seis
volúmenes enlista ochenta herejías narrando toda su historia y
combatiéndolas sin discutir su relación con la verdad y la razón de su
315
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
falsedad. Lo propio de Agustín, la tarea que él se impone, que incluso
excede a la que le ruega Quodvultdeo es responder a: “¿cómo puede ser
evitada toda herejía?, ¿cuál es conocida y cuál desconocida, y cómo puede
ser descubierta rectamente cualquiera que llegara a aparecer?”2.
Inmediatamente después Agustín reconoce que responder a qué es lo que
hace que uno sea hereje (quid faciat haereticum) es muy difícil, si bien sería
utilísimo. El procedimiento que seguirá para alcanzar esto último no será,
pues, intentar definir en primera instancia lo que sea un hereje, sino que
primero realizará un compendio de todas las herejías que han atentado contra
la doctrina de Cristo desde su venida. Esta primera parte es lo que constituye
el De haeresibus, además del prólogo en el que nos hemos detenido. La parte
referente a quid faciat haereticum no fue realizada.
El Commonitorium de Vicente, sin referir a Agustín sobre este particular,
pretenderá cumplir con el objetivo caro y utilísimo de la segunda parte del
proyecto del obispo de Hipona. La construcción del dispositivo eclesial
católico del Commonitorium, titulado Pro catholicae fidei antiquitate et
universitate adversus profanas omnium haereticorum novitates se finca en
tres principios: universalidad, antigüedad y consenso (semper, ubique, ab
omnibus)3. Como se sugiere por el título, se dirigirá, si bien no
explícitamente, contra el agustinismo por innovador y por no lograr el
consenso de los obispos por su doctrina de la providencia y el pecado
original. Como se ve, el dispositivo eclesial para Vicente se funda sobre una
definición positiva de sus principios. Sobre la base de la respuesta a la
pregunta sobre la verdadera doctrina es que se pueden encontrar las herejías4.
2
Agustín, De haeresibus, pról., 7.
Vincentius of Lerins, The Commonitorium of Vincentius of Lerins, Cambridge,
Cambridge University Press, 1915, II, 5, p. 10.
4
Sobre el Commonitorium y su relación con el agustinismo: Reginald Stewart,
“Introduction”, The Commonitorium of Vincentius of Lerins, Cambridge, Cambridge
University Press, 1915. Sobre el contexto intelectual y espiritual de recepción y
crítica de la doctrina de la gracia y la predestinación de Agustín en los doctores
3
316
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA
FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
La estrategia del Commonitorium está antecedida por el mismo Agustín.
No es sólo el De haeresibus el texto al que debemos recurrir para
comprender la labor militante y agonística del Doctor de la Gracia contra los
herejes. Casi cuatro decenas de sus textos llevan la palabra contra en sus
títulos. Sin duda son tres grandes herejías las que engloban este vasto
pugilato teológico: maniqueos, pelagianos y donatistas5. El espíritu de la
lucha contra los primeros antecede la estrategia de Vicente, pues los
maniqueos se resistían a aceptar lo que todos desde siempre aceptaban, a
saber, el Antiguo Testamento, e incluso partes de lo que ya desde Nicea
formaba parte del canon del Nuevo. Inclusive con respecto a los textos que
aceptaban, como algunas cartas de Pablo, se arrogaban el derecho a
considerar como espurios algunos pasajes que no se ajustaban a lo que ellos
sostenían. Ante este proceder, arrogante para Agustín, él insiste en recordar
y reforzar la autoridad de la Escritura y de la tradición universal de su
interpretación cimentada en la autoridad de la Iglesia como su portadora y
guardiana6. En su lucha contra los pelagianos en torno a la gracia, el libre
albedrío y la predestinación, especialmente contra Juliano, quien era un
lector avezado del mismo Agustín y que en otros tópicos incluso reconocía
Gallicani, ver, Alexander Y. Hwang, “Reception of Augustine in Hadrumentum and
Southern Gaul”, in Tarmo Toom (ed.), Augustine in Context, Cambridge,
Cambridge University Press, 2017: 238-245 y Alexander Y. Hwang, “Prosper,
Cassian and Vincent: The Rule of Faith in the Augustinian Controversy”, in Ronnie
J. Rombs and Alexander Y. Hwang (eds.), Tradition and the Rule of Faith in the
Early Church, Washington D. C., The Catholic University of America Press, 2010,
68-85.
5
Como es claro, el procedimiento enciclopédico de los listados de herejías y, en
general, la creación de la unidad de estas depende del señalamiento de un heresiarca
agitador/seductor que da forma y nombre a la herejía (Mani, Donato, Pelagio). Ver
Camila Joselevich, “Quebrar con una transversal extravagante”, en Camila
Joselevich (ed) Heresiologías. Operaciones teológico-políticas sobre la disidencia
en la historia, FFyL/UNAM, México, 2024, pp. 167-182
6
Cf. Roland J. Teske, S. J., “Augustine’s Appel to Tradition”, in Ronnie J. Rombs
and Alexander Y. Hwang (eds.), Tradition and the Rule of Faith in the Early
Church, Washington D. C., The Catholic University of America Press, 2010, pp.
153-172.
317
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
la autoridad del obispo de Hipona (pues es con base en el juvenil De libero
arbitrio que Juliano construye su teoría contra las interpretaciones maduras
de Agustín sobre la gracia y la voluntad), Agustín recurre a un amplio
catálogo de referencias a los padres occidentales y orientales (de Ireneo a
Crisóstomo) para argumentar que su interpretación sobre la gracia,
especialmente la doctrina del pecado original, no es una doctrina suya ni
nueva, sino que cuando menos se puede rastrear hasta Ireneo, sino es que
hasta Pablo7. Con esto, una vez más, vemos cómo el proceder de Agustín
antecede y hasta cierto sentido pareciera responder a las acusaciones
posteriores del Peregrino.
En efecto, también para Agustín no se puede encontrar al hereje sin saber
en dónde está la verdadera doctrina, aunque, y en eso se diferenciaría con
respecto a Vicente, la búsqueda del hereje coincidirá con la búsqueda de la
verdadera doctrina de ahí el valor radicalmente histórico-teológico de la
historia de las herejías. La táctica doble de la eclesiología y la heresiología
es lo que abre la topología católica y le da su particularidad a lo largo de su
historia.
Quizás es en la estrategia contra los donatistas que mejor se evidencie la
especificidad del proceder de Agustín. En la famosa epístola a los católicos
(de/contra) los donatistas, titulada vulgarmente como De unitate Ecclesiae,
Agustín, en lo más profundo y avanzado de la controversia contra el partido
de Donato, propone como el centro de la heresiología un problema
eclesiológico. Agustín ya no recurrirá (sólo) a la réplica compendiosa de los
errores de los donatistas. En esta nueva acometida contra los herejes,
Agustín hará converger la frontera con el interior y con el exterior, soldando
heresiología y eclesiología en lo que caracterizaré adelante como dispositivo
topológico católico. Propongo, entonces, leer De unitate Ecclesiae como una
forma de diferir la pregunta suspendida más tarde en el De haeresibus. Ante
la insoluble pregunta quid faciat haereticum que nos podría llevar a una
7
Cf. Teske, ob. cit., pp. 162-172.
318
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA
FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
dialéctica impugnadora infinita (impasse que parecía haberse alcanzado en la
controversia entre católicos y donatistas), Agustín en De unitate… decide
plantear la pregunta ubi sit Ecclesia. En concreto: ubi sit hoc corpus, esto es,
en dónde está este cuerpo de Cristo que es la Iglesia8.
El cambio de sentido de la controversia implica la disolución de las
fronteras, necesarias para toda controversia impugnadora. Ya no se trata,
pues, de distinguir entre católicos y donatistas. Ya no se trata de señalar el
lugar propio del error de los donatistas. No que esto no sea importante, sino
que una vez ya hecho, si la controversia continua, sólo podrá encontrarse
solución recurriendo al señalamiento de la verdadera Iglesia. No obstante, la
verdadera Iglesia sólo puede ubicarse por medio de su reconocimiento como
cuerpo. Sólo los cuerpos tienen ubicación. El cuerpo que es la Iglesia está
cruzado, irremediablemente, en cambio, por la potencialidad de la
separación. La posibilidad de unidad mística del cuerpo [de Cristo] que es la
Iglesia presupone la separación potencial. En cierto sentido es una forma de
pliegue sobre el triple principio de universalidad, antigüedad y consenso del
Peregrino que otorga historicidad y dinamicidad al cuerpo de la Iglesia, las
cuales se mostrarán estratégicas para la lucha heresiológica y la conversión.
Es ese potencial de separación lo que hace relevante la caridad como
medio de unidad y unión entre los miembros del cuerpo y del cuerpo con la
cabeza, que es Cristo (cabeza de su cuerpo). La catolicidad de la Iglesia,
entonces, es posible sólo si se disuelve el potencial del cisma en el cuerpo
mismo de la Iglesia. Sólo así se explica la profunda ambigüedad del
destinatario ideal del texto de Agustín. Los católicos a los que está dirigida
la epístola no son los católicos convencidos contra los donatistas. Tampoco
está dirigida como réplica o refutación a los donatistas. Está dirigida, sobre
todo, a aquellos que, sin reconocerlo aún, son parte de la Iglesia, pero,
confundidos, siguen en el partido de Donato. Así como el germen de la
disidencia y el cisma es lo que hace necesaria la caridad como cemento, la
potencial unidad católica está en el medio de toda secta, incluyendo la de los
8
Agustín, De unitate Ecclesiae, II.
319
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
donatistas, cismáticos hasta la herejía y, también, pues, herejes sólo porque
cismáticos recalcitrantes, no especialmente por un error doctrinal de grande
relevancia. Sin embargo, es aquí en donde encontramos la soldadura entre
eclesiología y heresiología: la catolicidad de la Iglesia se vuelve doctrina,
por lo que atentar contra la unidad universal de la Iglesia, el cisma, pues, por
sí solo, es ya error doctrinal. Los cismáticos incurren en un error de doctrina
por negar la universalidad de la Iglesia, por lo que son herejes, pero, además,
recordemos, los herejes contribuyen tanto al progreso como al
fortalecimiento de la Iglesia. La expansión universal en la historia de la
católica, su operación disolvente progresiva hasta alcanzar la universalidad
implica la necesidad de hacer del cuerpo, con sus phragmata, sus
tegumentos de separación, mediación y unión, pues, el modelo de la historia
de la Iglesia. Esta multiplicación es la vía de disolución de la frontera,
objetivo último de la universalización de la católica. En palabras de Vitiello:
“Cristianismo es esta interna cuestión entre separación y conciliación, este
alternarse continuo de espada y amor”9. Un cuerpo total unido por el
absoluto del Dios-amor, la historia de su totalizante deglución, será el
modelo para pensar la historia, desde entonces, universal.
Dijimos, Agustín debe hacer de la catolicidad de la Iglesia un elemento
de doctrina contra los donatistas de la Iglesia de África, con los que no es
una cuestión propiamente doctrinal ni litúrgica lo que los separa de la
católica, sino el sólo reclamo de ser la verdadera Iglesia opuesta a la católica,
la cual se habría contaminado en su diseminación por todo el orbe conocido.
Comprender su interpretación del sentido de la catolicidad, pasada por la
noción de cuerpo, no puede prescindir de la idea de la civitas permixta.
Como sabemos, Agustín considera la vida colectiva en el mundo a la
espera del juicio como una ciudad en la que se mezclan sin distinción
mundana posible los santos elegidos por Dios, ciudadanos de la ciudad
Vincenzo Vitiello, “La espada, el amor y la existencia desnuda, o bien:
cristianismo y nihilismo”, en Roberto Esposito, Carlo Galli y Vincenzo Vitiello
(comps.), Nihilismo y política. Buenos Aires, Manantial, 2008, p. 243.
9
320
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA
FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
celestial, y los réprobos, ciudadanos de la ciudad del hombre. La comunidad
de los santos es peregrina en la ciudad mundana, pero su pertenencia a la
ciudad celestial es invisible. Ni siquiera la Iglesia visible, la oficial, es
posible que indique con certeza la ciudadanía celestial. No basta, pues, que
los hombres se digan católicos. Los amigos “están ocultos y en parte
manifiestos”10. En el mismo sentido, habrá ciudadanos celestes incluso,
aunque excepcionalmente, fuera de los límites oficiales de la Iglesia visible.
Esta irremediable indistinción y mezcla es rechazada por los donatistas con
toda fuerza, pues ellos piensan más bien que esa cualidad de mezcla es
realmente el error de la católica, por lo que tocará a la Iglesia de África
conservar de la mezcla la pureza moral y doctrinal de las enseñanzas de
Cristo. Podemos pensar que también es esa mezcla la que no puede tolerar
Vicente de Lerins, por lo que para él habrá una definición positiva de en
dónde se encuentra la Iglesia y en dónde no. Así podrá encontrar en Agustín
razones para asumir que más bien pertenece al grupo de los herejes.
No obstante, la solución indeterminada de Agustín no es una suspensión
sin más de la pregunta por el lugar de la Iglesia o por las características
distintivas del hereje. Por el contrario, se trata de una solución dinámica: el
cuerpo de la Iglesia (no) está ahí en donde se ubica al hereje. Recordemos:
Agustín se dirige, sobre todo, a los católicos de entre los donatistas en su
famosa epístola sobre la unidad de la Iglesia. La catolicidad, pues, implica
una lógica de las fronteras que es ineluctablemente fluida: histórica11. No
10
Agustín, De civitate Dei, I, 35.
En cierta medida podemos analogar la lógica dinámica del concepto de herejía en
su relación con la eclesiología con la dinámica entre visibilidad e invisibilidad de la
Iglesia (con toda su relevancia para la ciencia política y la comprensión de la
oficialidad) según la estudia Carl Schmitt en un importante texto germinal. Baste
referir un fragmento: “El matrimonio es el fundamento de una relación y un
equilibrio cuyo sentido profundo significa la consagración de sus miembros: la
mujer se vincula al hombre como éste a su Iglesia y como esta última con Cristo, el
mediador. De ese modo, se abre una completa jerarquía de la mediación cuyo
fundamento está dado en la palabra de Dios. La consolidación de esas relaciones
como relaciones jurídicas, el tránsito al estado físico que lo religioso experimenta en
11
321
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
hay un espacio cerrado sobre sí ni en la herejía, por más cismática y sectaria
que sea, ni en la Iglesia Católica, por muy legítima que sea su autoridad. La
catolicidad implica un excedente ad extra, por lo que católicos habrá
siempre entre los herejes y, en general, en todos los (aún)no-católicos, por lo
que no se cierra el espacio católico por mor de recibir a los que
momentáneamente herejes por confusión finalmente comprenderán y se
unirán, acaso, a la caridad católica. Por otro lado, y por las mismas razones,
habrá herejes, el enemigo, el otro, el otro que desvía y desorganiza, en el
seno de la misma Iglesia.
La ecúmene católica, entonces, se dispone no como una topografía fija,
inamovible y con fronteras bien definidas, sino como una red topológica
compleja y dinámica que abarca la totalidad siempre que con ello encuentre
en cada punto el desgarro de la espada y la guerra suturado o suturable por la
caridad. Esto se ve reafirmado por la consideración de Agustín sobre el uso
providencial que de las herejías se evidencia en la historia de la Iglesia. En
efecto, hay una innovación, un progreso en la fe y en la unidad caritativa de
la Iglesia en su historia gracias a la lucha contra las herejías12. Es esto lo que
destacará Vicente de Lerins (¿semipelaginano?, ¿semiagustiniano?) en
contra de Agustín mismo.
El concepto agambeniano de dispositivo entendido como administración
(oikonomía) de la separación entre ser y acción, entre ser y sujeto, nos ayuda
a comprender las problemáticas de la heresiología y la eclesiología porque
permite pensar, por analogía, su lógica dinámica y fluida. La operación de la
Iglesia, al menos de la Iglesia católica agustiniana, no será (sólo) soberana,
lo eclesial, como el amor en el matrimonio la concentración de lo pneumático en lo
jurídico ajusta al ritmo del surgimiento de lo visible desde lo divino invisible. Sin
embargo, conserva siempre su unidad, del mismo modo que Dios es siempre uno.”
C. Schmitt, “La visibilidad de la iglesia”, Daimon. Revista de Filosofía, n. 13, 1996,
p. 16.
12
Emilio Mitre Fernández, Ortodoxia y herejía. Entre la Antigüedad y el Medievo,
Madrid, Cátedra, 2003, pp. 32-33.
322
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA
FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
sino que será fundamentalmente topológica. No es la fijación ineluctable de
la doctrina y de la cabeza o de los límites, a saber, una topografía que fijase
el orden de los seres y las fronteras de los espacios y de los cuerpos (si bien
no deja de ser esto también), sino su dinamicidad, su fluidez y su carácter de
ocultamiento (civitas permixta) lo que permite comprender su operación
sobre el cuerpo evanescente de la Iglesia y sus otros, los cuales, en cierta
forma, hacia el futuro proyectado, nunca están irremediablemente afuera.
Nada puede estar irremediablemente fuera, porque nada está adentro.
La operación del dispositivo católico abre una compleja red de
temporalidades y espacialidades que, si bien incluirá una serie de
determinantes institucionales visibles y agentes muy poderosos y
centralizados, se abre para alojar al otro teo-geo-político dentro de sí por mor
de absorberlo en el cuerpo caritativo. Esto no implica necesariamente (o no
sólo), por supuesto, una postura de apertura y tolerancia religiosa, sino una
respuesta muy cargada de afectividad a la otredad, la cual, sin embargo, se
enmarca irremediablemente en el horizonte teo-geo-político del dispositivo
católico según lo hemos descrito con base en Agustín. El otro como lugar de
la afección de contaminación, esto es, de catolización. Si se deja espacio al
contagio, si se requiere de la dinamicidad de las fronteras, es porque hay una
misión expansiva que procura integrar todo lo que está más allá (acá) de la
frontera.
Es por lo anterior que la noción de “herejía” puede comprenderse como
dispositivo topológico que sin determinar en dónde está la Iglesia, es decir,
su topografía, ni qué es lo que caracteriza a un hereje, produce al católico y
al hereje, dejando indisponible el uso profano de la Escritura (restringido de
hecho por la institucionalidad de la Iglesia), base sagrada sobre la cual giran
tanto la heresiología como la eclesiología, tanto de los católicos, como de los
herejes, que mayormente responden con el mismo mote a aquellos a quienes
se los aplican. Así, la sacralidad de la Escritura se protege a toda costa con la
fluidificación de las identidades, todas fluyendo, no obstante, en el único
cause de la historia de la Iglesia. Así se debe comprender la apertura de las
listas de herejías en los breviarios de la heresiología. Listas tan
323
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
irremediablemente abiertas que darán, no obstante, lugar a la repetición. Así,
se hablará de arrianos albigenses, por ejemplo, esto es, que los nombres de
las listas canónicas, como la de Agustín, se repetirán en otros momentos de
la historia. En esta repetición se muestra con toda claridad la irremediable
infinitud de las herejías a las que se puede alcanzar con un limitado número
de nombres, pues con base en ellos se replica la lógica refutativa e
impugnadora de la católica que, al mismo tiempo, con base en la refutación,
abre una posibilidad de reabsorción del hereje.
El tiempo de la Iglesia no es historicidad, sino transhistoricidad, la
apertura de un tiempo que atraviesa los tiempos, por lo que gira en bucles de
repetición y novedad. La historia de la heresiología devela una constante que
sigue reverberando en los hábitos de toda Historia, el reconocimiento de
arquetipos que permiten someter a cierta regularidad la novedad de los
fenómenos contingentes.
324
Algunas notas sobre las voluntades de Cristo n los comienzos del s. XIII
Beatriz Reyes Oribe
UNSTA, Argentina
Introducción1
El tema de las voluntades de Cristo es parte fundamental de la teología
patrística y medieval, el cual asimismo contribuyó al desarrollo de la noción
filosófica de voluntad y sus posibles divisiones. En Occidente existen dos
autoridades que colaboraron de modo inmediato a delinear dichas nociones:
Pedro Lombardo y las versiones latinas del De fide orthodoxa de Juan
Damasceno2. Detrás de estas figuras está presente la remota influencia de
Máximo Confesor, de Nemesio, de Agustín de Hipona y Aristóteles3.
Este trabajo forma parte del proyecto PIUNSTA que dirijo “Precisiones sobre las
nociones de voluntad natural y deliberativa entre los siglos XII y XIII”.
2
Pedro Lombardo, Sententiae in IV Libris Distinctae, Grottafferata, Editiones Collegii
S. Bonaventurae Ad Claras Aquas, 1971 (en adelante, Sententiae); S. Juan
Damasceno, De fide Orthodoxa, Versions of Burgundio and Cerbanus, ed. Eligius M.
Buytaert, Nueva York, The Franciscan Institute, 1955.
3
Cf. entre otros, O. Lottin, “La psichologie de l’acte humain chez Saint Jean
Damascène et les théologiens du XIIIe. Siècle occidental”, Psichologie et morale aux
XIIe et XIIIe siècles, Gembloux, J. Duculot, 1957; Corey L. Barnes, Christ’s Two Wills
in Scholastic Thoght. The Christology of Aquinas and Its Historical Contexts,
Toronto, Pontifical Institute of Mediaeval Studies, 2012; Irene Zavattero, “La
Βούλησισ nella Psicologia dell’agire Morale della prima metà del XIII Secolo”, en
Alessandro Palazzo, Il desiderio nel medioevo, Roma, Edizioni di Storia e Letteratura,
2014: 133-150; Johannes Zachhuber, “John of Damascus in the Summa Halensis. The
Use of Greek Patristic Thought in the Treatment of the Incarnation”, en Lydia
Schumacher, The Summa Halensis. Sources and Context, Berlin, De Gruyter 2020:
91-115. Francisco Bastitta Harriet, “Querer ‘por naturaleza’ o ‘por decisión’:
antecedentes helénicos de la discusión tardoantigua y medieval sobre la voluntas”, en
1
325
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Para este trabajo nos proponemos considerar la división de la voluntad
humana en dos autores relevantes de principios del s. XIII: Guillermo de
Auxerre y Felipe el Canciller, acotando el análisis a los textos que comentan
o retoman lo afirmado en las Sentencias del Lombardo o en el Damasceno. En
el caso del primer autor mencionado, se trata propiamente de un pasaje sobre
las voluntades Cristo. En el caso del Canciller de un desarrollo sobre las
criaturas espirituales.
Dado que esta obra del Obispo de Paris es la fuente comentada por los
escolásticos en estudio, expondremos brevemente su posición sobre la
voluntad humana de Cristo. Asimismo, estableceremos las diferencias con la
versión del Damasceno ofrecida por Burgundio de Pisa, ya que su presencia
se hace notar en casi todos los maestros comentadores del Lombardo.
La problemática de las dos voluntades de Cristo tiene como punto de
partida la afirmación del Evangelio, por ejemplo, en Lc. 22, 42: “[…] Padre,
si quieres (bou/lei), aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad (qe/lh
ma), sino la Tuya […]”, la cual se repite en otros pasajes del Nuevo
Testamento4. Pero, además, el griego koiné ya distingue estos dos modos de
decir ‘voluntad’5. Los debates teológicos y los Concilios que fueron
definiendo la fe cristológica son varios, desde Calcedonia (451) hasta el
tercero de Constantinopla (680/1), que fue el sexto ecuménico.
En estos debates sobre el significado de esos versículos de la Escritura
intervinieron algunos Padres de la Iglesia y los cristianos que no seguían la
exposición de la fe del Concilio de Calcedonia, o sea, los monofisitas
(partidarios de una sola naturaleza de Cristo) convertidos luego en monotelitas
(los de una sola voluntad de Cristo). Estos partidarios de la unidad de
C. Lértora et al., Ámbitos de libertad en el pensamiento medieval: expresiones e
imágenes, Buenos Aires, RLFM, 2023: 173 -186.
4
También en Jn. 6, 38: “porque bajé del Cielo para hacer no mi voluntad, sino la
voluntad del que me envió”. Cf. Mt. 26, 39.
5
Paul Joüon, “Les verbes bou/lomai et qe lw dans le Nouveau Testament”, Revue des
Sciences Religieuses 30, 1940: 227-38.
326
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
naturaleza, de operación y de voluntad temían que pudiese haber alguna clase
de oposición entre Cristo y el Padre, por lo cual preferían rechazar la dualidad
en estos temas. Por ello es que se dio un largo y profundo trabajo intelectual
alrededor de esta cuestión, que arrojó luz a temas filosóficos, no solamente los
teológicos, que eran, evidentemente, los que acaloraban a los cristianos de ese
tiempo, lo cual incluía también la participación de las autoridades políticas.
En este contexto se enmarca la doctrina de Máximo y de Juan Damasceno que
distinguen qe/lhsij y bou/lhsij, en tanto la primera es una potencia natural de
querer y la segunda, un querer determinado que sigue a un conocimiento sin
que medie deliberación6. En Cristo hay dos voluntades naturales (qe/lhsij)
correspondientes a cada naturaleza, divina y humana.
La traducción del De fide orthodoxa
Las versiones latinas de la obra de S. Juan Damasceno fecundaron el
pensamiento escolástico del s. XII y XIII, pero especialmente la de Burgundio
de Pisa portó para Occidente estas nociones clave sobre la voluntad. Varios
autores consideran al Pisano fundamental en la formación de ciertas nociones
filosóficas clave, tomando en cuenta que también habría traducido parte de la
Ética aristotélica7.
6
S. Máximo Confesor, Opucula theologica et polémica (OTP en adelante), PG 91,12
A y ss. Cf. J. J. Prado, Voluntad y naturaleza. La antropología filosófica de Máximo
el Confesor, Río Cuarto, Ed. U. N. de Río Cuarto, 1974. La obra de Prado aporta gran
parte de la bibliografía relevante para probar el lugar de Máximo en el desarrollo
histórico doctrinal de la voluntad. M. Doucet, “La volontè humaine du Christ,
spécialement en son agonie. Maxime le Confesseur, interprète de l’écriture”, Science
et Esprit, XXX VII/2, 1985: 123-159; R.-A. Gauthier, “Saint Maxime le Confesseur
et la psychologie de l'acte humain”, Recherches de théologie ancienne et médiévale
v. 21, 1954: 51-100. Demetrios Bathrellos, The Byzantine Christ: Person, Nature, and
Will in the Christology of St Maximus the Confessor, Oxford, Oxford University Press,
2004.
7
Riccardo Saccenti, Un nuovo lessico morale medievale. Il contributo di Burgundio
da Pisa, Aracne, 2016; vid. en particular: “La volontà”, p. 90 y ss. Fernand Bossier,
“L'elaboration du vocabulaire philosophique chez Burgundio de Pise”, en J. Hamesse,
327
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Respecto de las dos voluntades se lee en la traducción de Burgundio que
en el alma hay inserta naturalmente una fuerza (virtus), que apetece lo que es
según la naturaleza (secundum naturam) y se llama voluntas. Se trata de la
voluntas naturalis: “[…] la voluntad natural: thelima (es decir, voluntad) es
el apetito racional y vital que depende de la mera naturaleza […]”8. Mientras
que la bulisis (‘es decir, voluntad’) es el apetito racional y natural de alguna
cosa, o sea, una thelisis especial9.
Es interesante notar que la versión latina del De fide orthodoxa circulaba
conjuntamente con la de la Ética aristotélica del mismo Burgundio. Y no solo
se divulgaban juntas estas obras, sino que el traductor unificó de algún modo
tres nociones al rendirlas como voluntas: qe/lhsij, bou/lhsij del Damasceno,
tal como acabamos de explicar, y bou/lhsij de Aristóteles, o sea, cierta
o)/recij10. Esta unificación conceptual parece haber contribuido a las diversas
interpretaciones sobre la división de la voluntad creada, tanto en Cristo como
en los ángeles y los hombres. En todos los casos hablamos de voluntas, pero
luego se hace necesario establecer otras distinciones para las que ni Burgundio
ni otros encontraron el vocabulario adecuado. Solo se anexaron adjetivos o
sintagmas que explicitaban de algún modo las diferencias: así encontramos
voluntas naturalis o ut natura, voluntas rationalis, voluntas deliberativa,
como asimismo, voluntas pietatis, voluntas carnis, etc. Por ello, parece
Aux origines du lexique philosophique européen, Louvain-la- Neuve, FIDEM, 1997,
81-116.
8
Saint John Damascene, De fide Orthodoxa, cap. 36, n 8, pp. 135 - 136: “[…]
naturalem voluntatem: thelima (id est voluntas) est appetitus rationalis et vitalis, ex
solis dependens naturalibus”. “Quare thelisis (id est voluntas) quidem est ipse”
naturalis et ‘vitalis et rationalis appetitus’ omnium naturae constitutivorum, “simplex
virtus” […]”.
9
S. Juan Damasceno, De fide Orthodoxa, cap. 36, n 9, p. 136: “[…] “Bulisis (id est
voluntas) autem est qualitativa naturalis thelisis (id est voluntas), scilicet naturalis et
rationalis appetitus “alicuius rei” […]”.
10
Irene Zavattero, “Voluntas est duplex. La dottrina della volontà dell'anonimo
Commento di Parigi sull'Ethica nova e vetus (1235-1240)”, Medioevo: rivista di
storia della filosofia medieval, n. 40, 2015: 65-96.
328
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
necesario tomar en cuenta, tal como sugiere Dihle a propósito del concepto de
voluntas en San Agustín, que la historia del desarrollo de estas nociones
referidas a lo volitivo, se entrecruza con cuestiones lingüísticas11. Así
pareciera que por un lado el latín ha sido una barrera para la diversidad
terminológica, de modo que todas las divisiones son derivadas de o
reconducidas a la voluntas, pero al mismo tiempo, permanecía la necesidad de
sostener el léxico griego para afincarse en una tradición de autoridad. Esta
situación no deja de tener la ventaja de permitirnos considerar al conjunto de
autores que desarrollan su pensamiento a partir de esa base identificable, tanto
a nivel temático como lingüístico.
Pedro Lombardo
El Lombardo presenta el tema de las voluntades de Cristo, pero sin utilizar
la terminología del Damasceno12. Aunque hay presencia de este autor en
muchos temas trinitarios e inclusive referidos a las naturalezas de Cristo, no
aparece en relación a las voluntades.
El obispo de Paris, quien parece preferir la terminología agustiniana y de
otras autoridades, afirma que
“[…] Al respecto no debe dudarse que en Cristo hubo diversas
voluntades, juntamente con las dos naturalezas, a saber: la voluntad
divina y la humana. Y la voluntad humana es, o el afecto de la razón o
Albrecht Dihle, “St. Augustine and His Concept of Will”, The Theory of Will in
Classical Antiquity, Berkeley, University of California Press, 1982, p. 132: “[…] Yet
the question remains whether one can adequately understand the rise of the notion of
will only in terms of the history of ideas, or whether St. Augustine as a Western
theologian was additionally conditioned by Latin, his native language, to develop such
a tool of theological and anthropological analysis […]”.
12
Sobre la voluntad y otros atributos humanos de Cristo en Pedro Lombardo, en
comparación con sus contemporáneos y antecedentes, Cf. Marcia Colish, “Other
Attributes of Christ's Humanity”, Peter Lombard, Leiden, Brill 1994, vol 1, p. 443 y
ss.
11
329
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
el de la sensualidad. El primero es el afecto del alma según la razón y
segundo, según la sensualidad; sin embargo, a ambos se les llama
voluntad humana. Entonces, por el afecto de la razón quería lo que
quería por la voluntad divina –como padecer y morir–, pero por el
afecto de la sensualidad no lo quería, sino que más bien lo rechazaba
[…]”13.
Como vemos no aparece mencionada una voluntas naturalis ni ut natura a
propósito de este tema clave. De hecho, las autoridades a las que menciona
son Beda, San Agustín, San Ambrosio y Casiodoro. Menciona a San Jerónimo
por error y comenta críticamente a San Hilario. Vemos que en su lugar está la
sensualitas, a la que se atribuye el querer contrario al racional.
Pedro enseña que “[…] por el afecto humano que tomó de la Virgen, quería
no morir y oraba para que pasara el cáliz […]”14. En general, al recurrir a las
autoridades mencionadas, el Obispo de París parece privilegiar la unidad del
afecto racional ordenado, o sea, recto de Cristo y su sensualidad carnal sin
pecado con su voluntad divina, que es una también con la del Padre. Además,
en la Glossa ordinaria tampoco se presentaba la idea de una voluntad natural,
sino una voluntas hominis (802-glosa interlineal), la cual mostraba
simplemente la humanidad de Cristo (803. Glosa marginal)15.
Los editores de la edición crítica indican como fuentes del Lombardo las
contribuciones de Hugo de San Victor y del autor de la Summa Sententiarum16,
Pedro Lombardo, Sententiae III, d XVII, cap. 2 (48) 1: “[…] Et humana voluntas
est affectus rationis, vel affectus sensualitatis; et alius est affectus animae secundum
rationem, alius secundum sensualitatem; uterque tamen dicitur humana voluntas.
Affectu autem rationis id volebat quod voluntate divina, scilicet pati et mori; sed
affectu sensualitatis non volebat, immo refugiebat. […]”.
14
Pedro Lombardo, Sententiae, Roma, Collegii S. Bonaventurae Ad Claras Aquas,
1971, L. III, d XVII, cap. 2 (48) 3 “[…] Ex affectu ergo humano quem de Virgine
traxit volebat non mori, et calicem transire orabat. […]”.
15
Glossa ordinaria super Iohannis evangelium, PL 114, 379 D.
16
Cf. Pedro Lombardo, Sententiae, L. III, d XVII, cap. 2 notas p. 105.
13
330
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
texto al cual Pedro toma muchas veces en cuenta17. De hecho, lo que resulta
más curioso es que el Lombardo usa argumentos y referencias tomadas de esta
Summa, pero deja de lado la expresión voluntas quae appetitus naturalis
potest dici, para preferir sensualitas18.
Esa línea fue la seguida por Esteban Langton, quien tampoco parece
recoger la enseñanza del De fide orthodoxa en este asunto ni su terminología19.
En cualquier caso, el Obispo de París parece haber contribuido a la aceptación
17
Hugo de Sancto Victore, De quatuor voluntatibus in Christo libellus, PL 176:
841B–846C. “La recepción de Las cuatro voluntades de Cristo de Hugo de San Víctor
en el Comentario a las Sentencias de Pedro Lombardo y en la Suma de Teología de
Tomás de Aquino”, Scripta mediaevalia, vol. 13, n. 2, 89-108. Summa sententiarum,
PL 176, 76 B. El autor de esta suma del s. XII, que antes se creía que era el mismo
Hugo, divide la voluntad humana de Cristo en un appetitus naturalis y una voluntas
rationis. “[…] Est etiam notandum quod in Christo fuerunt duae voluntates. […] Non
est alia voluntas Patris quam Filii; et secundum illam voluntatem voluit Christus pati
et mori sicut et Pater volebat. Sed et alia voluntas quae naturalis appetitus potest dici,
cujus est nolli mori. […] Sed in eo semper praevaluit voluntas rationis qua idem
volebat cum Patre […]”. Cf. sobre la identidad de este maestro, entre otros: F.
Gastaldelli, “La ‘Summa Sententiarum’ di Ottone di Lucca. Conclusione di un
dibattito secolare”, en Salesianum 42, 1980: 537-546; Marcel Chossat, La Somme des
Sentences, Louvain, Spicilegium Sacrum Lovaniense 1923; Pietro Castagnoli, “Ugo
di Mortagne autore della Summa Sententiarum?”, Divus Thomas, vol. 28, 1925: 119133; Elisabeth Reinhardt, “La condición del ser humano según la Summa
Sententiarum”, Veritas, Porto Alegre, 44, n. 3, 999: 523-532; Por las rutas
medievales del saber, Pamplona, EUNSA 2008, p. 33 y ss.
18
Sobre las fuentes usadas por Pedro en las Sententias, incluidas las dificultades sobre
el uso de las versiones del De fide orthodoxa, Cf. Padres editores, “Prolegomena”, en
Pedro Lombardo, Sententiae, vol 1, p. 118 y ss.
19
Esteban Langton. On the harmony of wills in Christ. A critical edition of theological
question 61, ed. crítica M. Bieniak, Przegląd Tomistyczny, t. XXII, 2016: 31–54. “[…]
Voluntas enim rationis approbauit in Christo uoluntatem sensualitatis, non ergo fuit
ei contraria licet uellet contrarium ei quod illa uoluit, quia uoluntas rationis uoluit
sensualitatem hoc uelle […]”.
331
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
del Damasceno durante el s. XIII, por el hecho incluirlo en sus Sentencias, aun
cuando no recurriese a él al tratar de las voluntades de Cristo20.
Por otra parte, Pedro considera a toda vis del alma como natural, en el
sentido de creada. Además, hay un apetito natural que se dirigía al bien antes
del pecado, pero que luego de éste, solo puede hacerlo con ayuda de la gracia.
La mención a una voluntas naturalis aparece al tratar el libre albedrío: “[…]
hay en el alma racional la voluntad natural por la que quiere naturalmente el
bien, aunque tenue y débilmente sin ayuda de la gracia […]”21. Observamos
como el obispo parisino se esfuerza en mostrar la relación intrínseca con
aspectos teológicos que afecta a la cuestión de una voluntad buena en el
hombre después del pecado. En esta misma línea de planteo de dificultades,
Pedro señala que hay dos posibilidades respecto de la voluntad del hombre:
que haya dos movimientos, uno natural al bien, y otro al mal; o que el
movimiento de la voluntad sea uno: natural, en cuanto quiere el bien, y vicioso
cuando quiere el mal. Desde la perspectiva que propone dos movimientos, el
natural parece no poder decirse bueno sin la gracia, salvo en el caso del primer
hombre antes del pecado original22.
Como podemos ver, los temas que trae el Lombardo en sus Sentencias y
los planteos que hace para resolver dificultades dan pie al tratamiento de las
M. Frede, “John of Damascus on Human Action, the Will, and Human Freedom”,
K. Ierodiakonou (ed.), Byzantine Philosophy and its Ancient Sources, Clarendon,
Oxford, 2004, p. 68.
21
Pedro Lombardo, Sententiae II, d XIV, cap. 3 (142) 1: “[…] Est enim in anima
rationali voluntas naturalis, qua naturaliter vult bonum, licet tenuiter et exiliter nisi
gratia iuvet […]”.
22
Pedro Lombardo, Sententiae II, d XXXIX, cap. 3 (251). “[…] Recte igitur dicitur
homo naturaliter velle bonum, quia in bona et recta voluntate conditus est. […] Ante
gratiam vero, licet naturaliter veut homo bonum, non tamen absolute concedi oportet
bonam habere voluntatem, sed potius malam. […] Alii autem dicunt unam esse
voluntatem, idest unum motum, quo naturaliter vult homo bonum et ex vitio vult
malum eoque delectatur; et in quantum vult bonum, naturaliter bonus est; in quantum
malum vult, malus est […]”.
20
332
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
voluntades de Cristo por parte de sus comentadores con el recurso añadido de
los aportes del Damasceno, pero no parecen constituir una elaboración
completa, sino que más bien abren interrogantes23.
Guillermo de Auxerre
Al igual que su contemporáneo Esteban Langton, Guillermo tampoco
asume la división de las voluntades según el Damasceno, sino que prefiere
seguir al Lombardo. Escribe su obra conocida como Summa aurea entre 1215
y 122924. En ella nuestro autor no pretende comentar simplemente la obra del
Lombardo, sino plantear una obra nueva en la cual introduce temas nuevos
inexistentes en la de sus antecesor, aunque mantiene una estructura similar25.
En el libro tercero, dedicado a la Encarnación, al tratar de las voluntades de
Cristo, el maestro borgoñón afirma sobre la voluntad humana que puede
dividirse del siguiente modo:
“[…] la voluntad creada fue doble en Él, a saber, la voluntad de la razón
y la voluntad de la sensualidad. La voluntad de la razón siempre quiso
lo que quiere la voluntad increada, la cual es común a las tres Personas.
La voluntad de la sensualidad quiso algo propio que no quería la
voluntad de la razón ni la voluntad increada, a saber, el no morir […]”26.
23
Respecto de las dificultades que entraña el texto sobre la relación entre natura,
gracia, libre albedrío y voluntas, Cf. Laura Corso de Estrada, “El binomio naturavoluntas en la teoría de la acción de Pedro Lombardo”, en Celina A. Lértora Mendoza
e Ignacio Pérez Constanzó (eds.), Ámbitos de libertad en el pensamiento medieval:
expresiones e imágenes, Buenos Aires, RLFM 2023.
24
Jean Ribaillier, Introduction général a la Summa aurea Magistri Guillelmi
Altissiodorensis, Paris-Roma, Centre National de Recherche Scientifique-Collegi S.
Bonaventurae ad Claras Aguas, 1987, p. 16.
25
Jean Ribaillier, “Reflexions sur le plan de la Summa Aurea”, en Introduction
général, p. 30 y ss.
26
Guillermo de Auxerre, Summa aurea Paris-Roma, Centre National de Recherche
Scientifique-Collegi S. Bonaventurae ad Claras Aguas, 1986, Lib. III, T. 1, tract. 6:
“[…] Voluntas creata fuit duplex in eo, scilicet voluntas rationis et voluntas
333
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Como podemos observar, Guillermo atribuye el querer no morir a la parte
sensible o animal del hombre. Así lo explica en la solutio:
“[…] el querer morir era en la potencia razonable o en el alma razonable
en tanto era racional. Pero la voluntad de la sensualidad era en la
potencia animal o en el alma animal según la parte animal. Pero la
voluntas de la sensualidad no se dice propiamente voluntad, porque
ésta es libre en sí misma […]”27.
De este modo, Guillermo resuelve la cuestión teológica planteada en línea
con la tradición del Lombardo, sin introducir la idea de un querer natural.
Aunque esa sensualidad quiere lo propio, que es seguir viviendo, y que la parte
racional solo pide en su oración como un modo de mostrar que no es malo
temer la muerte de modo irracional, sino solo preferir la vida racionalmente
frente al mandato divino de aceptar la muerte28.
Sin embargo, en otras partes del libro tercero de la Summa aurea, nuestro
autor recurre a la división de la voluntad en voluntas naturalis y voluntas
deliberativa o consiliativa, como, por ejemplo, al tratar de la prudencia29.
Asimismo, encontramos en el libro segundo la consideración de una
dilectio naturalis, que puede dividirse en voluntaria e involuntaria, por un
sensualitatis. Voluntate rationis semper voluit quicquid vult voluntate increata que
communis est tribus personis. Voluntate sensualitatis voluit aliquid proprium quod
non voluit voluntate rationis nec voluntate increata, scilicet non mori […]”.
27
Guillermo de Auxerre, Summa aurea Lib. III, T. 1, tract. 6, p. 78, n. 30: “[…]
voluntas rationis qua Christus voluit mori er at in vi rationabili sive in anima
rationabili secundum quod erat rationalis. Voluntas autem sensualitatis erat in vi
brutali sive in anima Christi secundum partem brutalem. Voluntas autem sensualitatis
non proprie dicitur voluntas, quoniam voluntas proprie loquendo secundum se libera
est […]”.
28
Guillermo de Auxerre, Summa aurea Lib. III, T. 1, tract. 6, cap 3, p. 80, n. 30 y ss.
29
Guillermo de Auxerre, Summa aurea Lib. III, T. 1, tract. 20, cap. 1, p. 392, n. 117
y ss.
334
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
lado; pero también en racional e irracional. La dilectio naturalis involuntaria
se abre en amor natural animal y la propia del hombre “[…] por la cual
naturalmente el alma ama el sumo bien, apetece la beatitud, sin ninguna
deliberación ni elección previa. […] Esta dilección, que es racional e
involuntaria no puede ser pecado […]”30.
Parece, entonces posible que conociese esta propuesta a partir de otras
fuentes. Lo notable es que la noción de un amor natural del Sumo bien no haya
intervenido al analizar las voluntades del Redentor.
El Canciller Felipe
Ahora bien, como señalamos al inicio, las nociones provenientes del
Damasceno y la terminología correspondiente fueron incorporadas a través de
varias líneas de autores que comentaban las Sentencias al tiempo que iban
incorporando otras fuentes para tratar el mismo tema antropológico y
cristológico. Un caso es el de Felipe Canciller, quien escribe su Summa de
bono para fechas muy similares a las de su contemporáneo Guillermo.
Felipe manifiesta que la voluntad se da según dos modos, uno respecto del
Sumo bien y otro respecto de los bienes que son para el fin. Felipe identifica
thelisis con la voluntas finis sobre el Sumo bien, y bulisis con el segundo
modo, donde hay juicio y deliberación. Este segundo modo corresponde al
libre albedrío31. El primer modo solo puede ser del bien, mientras que el
segundo, del bien o del mal.
30
Guillermo de Auxerre, Summa aurea Lib. II, T. 1, cap 4, p. 42, n 50 y ss.
Felipe Canciller, Summa de bono, p. 73, 29 y ss. “[…] Est enim voluntas secundum
duos modos. Primo modo dicitur voluntas finis quod est summum bonum, et sic
ponitur voluntas cum tria anime assignantur secundum conversionem eius ad
essentiam divinam per illa tria intelligentia, memoria et voluntas que sunt trinitas
creata. Secundo modo dicitur eorum que sunt ad finem que ex iudicio et deliberatione
procedunt, ut II Damasceni […], et huiusmodi dicitur liberum arbitrium facultas sive
ipsa voluntas facilis. Primam vocat Iohannes Damascenus thelisim, secundam que est
31
335
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Si bien no se trata de un texto sobre las voluntades de Cristo, nos parece
importante traerlo a consideración ya que resulta una aceptación bastante
completa de las categorías del Damasceno, junto con la consideración
aristotélica sobre el volitum. Además, el Canciller afirma que la voluntas finis
es parte de la trinidad creada de memoria, intelligentia et voluntas, mientras
que el libre albedrío depende de la deliberación racional (ex iudicio et
deliberatione). De manera que se incorpora una relación importante con la
herencia agustiniana. Hay una voluntad creada que porta la imagen de la
Voluntad divina. Allí, la thelesis del Damasceno aparece unida a la voluntas
de Agustín, o al menos, a un sentido similar, con reminiscencias estoicas y
ciceronianas, siendo esta última perspectiva una corrección y reelaboración
del fisicismo de la primera con apoyatura platónica, o sea, que en San Agustín
se presenta voluntas como traducción de o(rmh\, pero entendida como
racional32. Se debe tener en cuenta que ya Cicerón traducía bou/lhsij como
velle o voluntas, al igual que proa/iresij y o(rmh\33.
En definitiva, la elaboración de Felipe nos parece una clara muestra de la
tarea intelectual que desarrollaron estos escolásticos alrededor de estas
nociones. Otro caso es el del Anónimo de París que afirma la existencia de
dos voluntades al comentar la traducción de Burgundio de los libros de la
Ética de Aristóteles que se conocían en ese momento. Estas voluntades o
apetitos pueden ser con deliberación o sin ella34. I. Zavattero desarrolla las
liberum arbitrium bulisim. Prima est in bonum tantum, secunda est declinans in
bonum vel in malum […]”.
32
Cf. Laura Corso de Estrada, “Finalismo y racionalidad de la naturaleza en las
primeras Summae del siglo xiii”, Patristica et Mediaevalia, XXXV, 2014: “[…] se
hace presente a través de esta sentencia [que la naturaleza enseña] la identificación
helenística de tradición estoica y ciceroniana entre naturaleza, racionalidad y ley […]
Cicerón ha hecho converger dos de las teorías finalistas más significativas del
pensamiento antiguo: estoicismo y platonismo […]”. Lewis Ayres, Augustine and the
Trinity, Cambridge, CUP 2010, p. 297 y ss.; Sarah Byers, “The Meaning of Voluntas
in Augustine”, Augustinian Studies 37, 2, 2006: 171–189.
33
Albrecht Dihle, “St. Augustine and His Concept of Will”, p. 133 y ss.
34
Irene Zavattero, “Voluntas est duplex”, p. 70.
336
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
dificultades devenidas de la circulación de esa versión junto con la del
Damasceno.
Respecto de la sensualitas, Felipe la menciona en varias partes de su obra.
Por un lado, afirma que aparece frecuentemente en la Sagrada Escritura; por
otro, trata de ubicarla en el contexto de las potencias del alma. Para esta tarea
recurre a la traducción de Burgundio y también aparece Aristóteles como
fuente.
El Canciller señala a la sensualitas como “ordenada a la fantasía”, mientras
que la razón lo hace al intellectus35. Asimismo, en este mismo contexto divide
el acto de la voluntad, velle, del desiderium de la sensualitas o apetito36. Este
último se dirige a un bien ut nunc, mientras que la voluntas puede hacerlo a
un bonum simpliciter.
A modo de conclusión
Estas someras observaciones nos permiten señalar que la noción de
sensualitas de Felipe no coincide totalmente con la de su contemporáneo
Guillermo de Auxerre. Aunque no tenemos un texto paralelo sobre las
voluntades de Cristo, podemos aproximarnos a la idea de que Felipe dio más
cabida a otras autoridades. Por ese motivo es probable que tuviese más clara
la diferencia entre una voluntad natural y la mera sensualitas. Además, poder
distinguir entre ambas nociones elimina los problemas teológicos que, tanto
Pedro Lombardo como Guillermo, tuvieron que sortear sobre la falta de
pecado en la sensualitas de Cristo.
Otro punto importante es la asociación que hace Felipe entre thelesis y
voluntas finis; lo cual es un aporte de la tradición aristotélica.
Además, el Canciller plantea esa división de la voluntad como modos de
dirigirse al bien. En eso hay también un aporte al planteo más general del
35
36
Felipe Canciller, Summa de bono,p. 161.
Felipe Canciller, Summa de bono,p. 164.
337
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Lombardo y la tradición agustiniana que reducen la división volitiva a
voluntad racional y sensualidad.
Asimismo, a partir de esta investigación es posible aproximarse de modo
más concreto a la valoración de la riqueza de pensamiento que introduce la
incorporación de la obra del Damasceno en los autores de esta época. Las
explicaciones del Lombardo y del de Auxerre parecen insuficientes, si se
comparan con la fineza de análisis de Felipe o de otros maestros posteriores
que supieron aprovechar el aporte del De fide orthodoxa.
Finalmente podemos afirmar que el estudio de las divisiones de la voluntad
de Cristo por parte de los escolásticos de los siglos XII y XIII sigue siendo
una puerta para la comprensión de su pensamiento antropológico.
338
Cícero e Agostinho na República de Florença:
aproximações e distensões entre o Republicanismo
de Coluccio Salutati e Niccolò Machiavelli
Marcone Costa Cerqueira
UFSC, Brasil
1. Introdução
O Humanismo renascentista italiano expressou forte influência de textos
clássicos, tanto romanos quanto gregos. No entanto, o intricamento desta
apropriação do pensamento clássico não se deu de maneira uniforme ou
sistemática, a tradição cristã-medieval, principalmente aquela de vertente
agostiniana, proporcionou diversas perspectivas de leituras, mas também
entraves doutrinais. É preciso depurar os termos que se constituíram como
centrais, a partir destas influências, nas construções originais de pensadores
políticos preponderantes para se compreender o problema da república neste
período.
Ressaltaremos as figuras de Coluccio Salutati e Niccolò Machiavelli,
ambos pensadores centrais no processo de construção de uma tradição
republicana na modernidade. Buscaremos demonstrar como Salutati
expressa influências agostinianas e ciceronianas em suas principais obras,
como contraponto, apresentaremos no pensamento de Machiavelli uma
explícita contraposição a estes mesmos autores. Para qualificarmos nossa
apresentação em vias de maior especificidade, tomaremos como pontos
centrais a constituição das leis e a questão da pátria e do povo a partir do
construto legislativo.
339
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
2. Coluccio Salutati e a influência agostiniana
no pensamento sobre as leis
O contexto político no qual Salutati está inserido pode ser caracterizado
pelo nascimento do humanismo e como pilar do pensamento republicano
moderno. Tais fatores suscitaram um ponto de tensão entre a velha tradição
ético-político medieval, marcadamente escolástica pautada na supremacia da
contemplação sobre a ação política, e a necessidade de uma nova tradição
capaz de justificar a vida ativa na república. Como conciliar o ideal cristão
de contemplação e a necessidade de uma vida amplamente ativa na
república? “Vida política e vida de pensamento se mostram de fato em
Salutati [...] o sábio, o douto, não é um solitário separado das coisas dos
homens, mas um homem que responde à sua vocação, que serve o seu senhor
celeste entre o turbilhão da vida terrena”1.. O chanceler florentino se vê
diante da necessidade de defender a constituição humanista da república a
partir da vida ativa, ao mesmo tempo em que não pode se desvencilhar de
sua fé e de seus pressupostos ético-morais.
Durante os 31 anos, de 1375 a 1406, nos quais Salutati esteve à frente da
chancelaria de Florença, foram muitas as oportunidades que teve de pôr em
prática a defesa da constituição republicana de sua cidade e combater, em
sentido teórico, as investidas tanto internas quanto externas contra ela. Após
meados do século XIV, Florença passa por inúmeras situações adversas,
desde a peste negra, que arruinou a cidade em 1348, até a instabilidade
causada por tumultos populares até a década de 1370. O embate contra
Antonio Loschi da Vicenza, secretário do Duque de Milão entre os anos de
1398 e 1404, demonstrou a sanha com a qual o tema da liberdade era
discutido e como a liberdade florentina era defendida por seu chanceler
Segundo Garin:
1
Egeio Garin, Prosatori Latini del quattrocento, Milano, Riccardo Ricciardi
Editore, 1952, p. 38.
340
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
“Em 1399, parece, o vincentino Antonio Loschi(1368 – 1441),
sucessor de Pasquino Capelli na chancelaria viscontiana, escreve uma
breve Invectiva in Florentinos, que é um verdadeiro e próprio
opúsculo de propaganda a favor da política de expansão de Gian
Galeazzo Visconti. A Pietro Tuchi, que lhe tinha enviado o livreto,
Salutati faz retornar, em 11 de setembro de 1403, a sua resposta, uma
Invectiva, que, embora seja uma condenação feroz à política
viscontiana, torna-se um hino as florentina libertas” (Garin, pp. 4-5r)
Salutati faz uma extensa defesa da primazia da ciência das leis sobre as
demais ciências, principalmente sobre aquelas tidas por ele como
especulativas. Em sua obra De nobilitate legum et medicinae, ele faz tal
defesa diante da ciência médica. No decorrer de sua argumentação, bem
como se vê no restante de suas obras, o chanceler toca nos temas basilares de
seu pensamento, a verdade, a justiça, a família e a pátria, resguardando ainda
sua identidade cristã, mesmo em relação à questão da vida ativa. “O aspecto
mais conhecido do trabalho de Salutati é justamente aqui, na ardente
celebração da vida ativa, da caridade cristã diante da mera contemplação, do
bem comum, da família, da amizade, do amor à liberdade e à pátria2. Sua
intenção é deixar marcada a posição de centralidade das leis na construção
de uma liberdade republicana, principiando por demonstrar sua natureza e
aplicações. De acordo com Salutati: “Vou dizer em primeiro lugar o que é a
lei, a fim de obter e emitir, o que é a sua natureza, aplicações e tarefa.”3. Esta
liberdade adquirida na vida ativa dentro da república apresenta sua raiz no
caráter formal da própria lei, mesmo tendo seu horizonte de realização no
âmbito do político, ela impõe-se por seu formalismo.
A formalidade na compreensão salutatiana do aspecto legislativo se
caracteriza por dois pontos, o primeiro é a constituição universal que
fundamenta a liberdade que é o objeto da lei que rege a ação livre do
2
Eugenio Garin, Interpretazioni del Rinascimento, A cura de Michele Ciliberto.
Roma: Edizioni de Storia e Letteratura, 2009. Tomo I. p. 193.
3
Coluccio Salutati, De nobilitate legum et medicinae, Firenze, Vallecchi Editore,
1947, p. 13.
341
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
homem, em vista de seu bem supremo, e que tem sua origem na vontade,
Para o autor: “Sendo assim cada ato humano propriamente livre, sendo a
liberdade propriedade da vontade e da razão e sendo objeto da vontade um
fim e um bem, resulta daí que o homem, enquanto homem, age por um fim e
um bem”4. Salutati faz a liberdade pertencer ao âmbito da vontade, cada
homem é livre em sua vontade e razão. Pode-se perceber o princípio
formalista da vontade no fino arranjo entre liberdade e fim último, um bem,
próprio do homem. Esta construção está direcionada por uma compreensão
formalista da vontade que assegura a liberdade do indivíduo. Salutati reflete
uma concepção agostiniana que baseia a compreensão da liberdade em termo
formal-universal a partir da vontade.
Outro ponto está na origem mesmo do caráter universal da lei, o bem
supremo que se encontra constituído como fim do ato humano, sendo
direcionado pela liberdade provida pela vontade e razão, coaduna-se e é
precedido pela lei divina. Salutati afirma:
“Sendo de fato cada lei uma direção, um princípio e uma regra da
razão prática, convém dizer que tudo é precedido pela lei divina,
porque Deus governa e rege todas as coisas e os próprios homens.
Agora, tudo o que é governado por outro deve necessariamente ter em
si uma correspondência com aqueles que o governam, caso contrário
não passaria nele aquela operação”5.
Esta perspectiva formal da lei resguarda o lugar de importância da
contemplação, um ideal da tradição cristã, na construção de uma liberdade
dentro do contexto socialmente ativo da república no qual surge a realidade
da lei. A lei natural, expressa por Agostinho, toma corpo na construção
salutatiana de precedência da lei divina como diretriz para a própria
liberdade do homem advinda de sua vontade. Nestes termos, o elo que liga
Salutati à tradição cristã-medieval se monstra representado em sua
4
5
Ibid., p. 15.
Ibid.
342
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
submissão a uma visão na qual a própria possibilidade de reconhecimento da
liberdade, bem como de uma sociedade minimamente ordenada, só está
garantida no caráter universal de leis coadunadas à vontade divina.
Ao desenvolver sua compreensão deste arranjo de origem e manutenção
das leis, bem como sua legitimação enquanto fundamento universal, Salutati
claramente reproduz a compreensão agostiniana de ascendência das leis. As
leis ditas humanas devem ser coadunadas as leis naturais, enquanto estas são
vestígios da lei divina, por esta via, a origem de todas as leis é a lei divina,
que expressa sua precedência sobre todas as leis humanas e naturais, como
segue:
“A verdadeira lei nasce da natureza, não do decreto humano, por
quanto venha dito ser humana. Nenhuma determinação humana pode
de fato ser dita lei se não concorda plenamente com a lei natural que é
vestígio daquela divina. A lei divina imprime nas mentes humanas a
lei natural que é princípio comum dos atos humanos e que, nas nossas
almas, os empurra em direção ao que é decretado por aquela primeira
lei imutável divina e eterna” 6.
Tal perspectiva se encontra exatamente na concepção de um bem que se
estabelece como proveniente da vontade divina impressa na realidade das
leis, que se realiza, mesmo que temporariamente, na vida ativa na cidade.
Segundo o Chanceler, valendo-se de Agostinho:
“As palavras de Agostinho te parecerão muito verdadeiras se as
comparar a um outro conhecimento, ou seja, a ciência à sabedoria.
Agora, posto que o verdadeiro e supremo fim do homem não é o
conhecer ou o saber, mas aquela suma bem-aventurança que consiste
no ver a Deus como é, e desfrutar de sua vista, e amá-lo, e unir-se a
ele eternamente no amor que assim une o amante ao amado, quem por
esse amor se une a Deus torna-se um só espírito com ele; porque não
6
Ibid., p. 17.
343
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
podemos conseguir tudo isso com a ciência ou a especulação humana,
mas pela graça de Deus através da virtude de nossas ações, é certo que
a sua felicidade pertence à vida ativa, cujo princípio é a vontade, e não
aquela especulativa, que se realiza pelo intelecto” 7.
Os autores clássicos, tais como Cícero e Aristóteles aparecem em De
nobilitate, como forma de sustentação retórica e literária para as afirmações
que expressam uma base claramente cristã. O uso dos clássicos reflete uma
necessidade retórica de buscar justificação na própria constituição clássica
de compreensão das leis. Obviamente este movimento é proveitoso para se
resguardar o espírito republicano, figurado em Cícero, bem como o espírito
erudito da autoridade filosófica, em Aristóteles.
O Humanismo Italiano teve a iniciativa de se voltar diretamente para os
clássicos com uma vontade imensa de ler os textos dentro de seus contextos
de origem, neste sentido, a confrontação começa a engendrar os pressupostos
da superação. Porém, se mostrava extremamente difícil desvencilhar-se de
séculos de teorização ético-política influenciada pela construção cristã, como
dito, principalmente agostiniana. Este primeiro movimento do humanismo
deveria ser completado por uma vanguarda mais preparada, tanto teórica
quanto politicamente, para empreender a completa ruptura e sua
avassaladora superação. Acreditamos ser possível indicar a geração seguinte
aos primeiros humanistas como sendo esta vanguarda, tendo à frente
Machiavelli, principalmente em vista de sua incisiva crítica a construção
ético-política cristã medieval e sua irrestrita adesão aos valores políticos da
antiguidade clássica.
3. Lei e política em Machiavelli: a contraposição à tradição medieval
A questão da ação política, que nos humanistas pode ser posta ao lado da
questão da vida ativa, ainda era algo que transitava entre as nuanças da
tradição cristã e a confrontação da retomada da tradição clássica romana e
7
Ibid., p. 190.
344
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
grega. As principais bússolas ainda eram as perspectivas da busca de uma
ação virtuosa, por influência da leitura dos gregos, e a busca de ações
guiadas por princípios morais emergidos da doutrina cristã, e mais
incipientemente, o esforço em coadunar tais direcionamentos à confrontação
com a tradição clássica romana. A questão da materialidade da ação política,
sua dimensão de concretude frente as necessidades impostas pelos desafios
do mundo natural e do contexto das leis, estava obliterada por uma busca
visceral dos princípios ideais que consistiriam numa imagem racional e livre
do ser humano.
A construção de um ideal humanista pautado na inflação do
discurso(retórica), dos valores virtuosos e principalmente na busca de uma
harmoniosa definição da vida ativa nas cidades, não se reflete na escrita do
florentino. Junto à tradição do “espelho dos príncipes”, a qual, como é
sabido, influenciou o formado de escrita de O Príncipe, existia também uma
tradição, fortemente desenvolvida no período humanista, de preparação dos
príncipes e futuros líderes para a exímia utilização da retórica como
ferramenta política. Como aponta Burckhardt:
“Os próprios príncipes instruídos, que tinham o dom da palavra,
apreciavam discursar em latim ou em italiano, e o faziam bem. Os
filhos da casa dos Sforza haviam sido preparados para tanto. Já em
1455, ainda bem jovem Galeazzo Maria discursou fluentemente
perante o Grande Conselho, em Veneza, e Ippolita, sua irmã, por
ocasião do Congresso de Mântua, em 1459, saudou o papa Pio II com
um gracioso discurso. O próprio Pio II, na condição de orador,
nitidamente preparou com firmeza, ao longo de toda a sua vida, o
terreno para sua ascensão final ao trono papal” 8.
Porém, o foco dado por Machiavelli à centralidade da ação política o
levou a ver o organismo político de forma mais complexa, não tão propenso
8
Jacopo Burckhardt, A cultura do Renascimento na Itália. Tradução de Sérgio
Tellaroli, São Paulo, Campanhia das Letras, 2009. p. 223.
345
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
ao diálogo harmonioso pautado em virtudes morais ou princípios racionais
de uma educação humanista.
A questão das leis no pensamento maquiaveliano é um tema que se
ramifica em diversas discussões, desde a questão da guarda da liberdade até
a proposição de um dualismo entre dominação e não-dominação, passando
pela centralidade do papel do fundador de república. A tradição humanista
está mais próxima da concepção metafísico-teológica, refletindo construções
teóricas que se coadunam a forma como estão assentadas as noções de justo,
justiça, leis, punição, estruturadas pela tradição cristã-medieval. Ao se
distanciar da cepa humanista, Machiavelli estabelece uma perspectiva
legislativa que subverte a ordem estabelecida pela tradição metafísicoteológica e erige uma perspectiva material-instrumental da lei.
A tradição medieval, metafísico-teológica, está direcionada pela
submissão da materialidade da ação política ao formalismo ético que
legitima uma concepção de justiça e, por conseguinte, uma noção de justo. A
percepção de ordenação que guia o pensamento agostiniano o faz submeter
todos os tipos de lei, tanto naturais quanto humanas, à lei Eterna, divina9. O
ser humano tem, somente pela ação da graça divina, condições de reconhecer
e acolher esta iluminação. Para o bispo de Hippona qualquer justiça que seja
pretensamente humana, ou puramente metafísica não é verdadeira justiça. Os
desdobramentos desta construção metafísico-teológica, que articula uma
estrutura formal, preenchida por um conteúdo teológico, estabelece uma
compreensão jurídica estritamente direcionada por uma noção universal de
justiça e de justo.
Esta configuração não pode ser assumida pelo florentino em sua teoria
política, o “estudo da história e sua vivência política” o fizeram perceber que
não existe uma justiça universal, nem mesmo um padrão de justo que possa
ser elevado acima dos interesses e disputas políticas. A lei enquanto
9
De. Civ. Dei, XIX, 13. Agostino. Opera omnia di Sant'Agostino. A cura di Franco
Monteverde; colaborazione di Elena Passarini, Roma, Città Nuova, 2010.
346
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
expressão das noções de justo e injusto, aplicabilidade da ideia de justiça,
tem uma função em vista de possibilitar o viver civil, organizar o corpo
político. Sua função não é catalisar uma pretensa justiça, transcendente, que
surge e se estabelece fora da organização política, também não é tornar os
indivíduos virtuosos. Pode se dizer que as leis são elos que unem os
conjuntos, de indivíduos e instituições, na constituição do viver civil. Ela tem
assim uma função ordenadora, mantenedora e reformuladora da organização
política que se constitui como o viver civil. A articulação maquiaveliana da
origem e função das leis é ainda uma ligação entre sua concepção
antropológica vazia e sua concepção material de política, a qual destoa da
tradição ciceroniana aliada a uma tradição cristã-medieval, expressa na
tradição humanista. Colocamos Machiavelli fora de um raio de influência
ciceroniana em um ponto específico, ao menos, a origem das leis na alma
humana. Vejamos o texto de Cícero:
“Os homens têm julgado a propósito de tomar por ponto de partida a
lei: eles têm razão nisto? Certamente que sim, como eles colocam em
princípio, a lei é a razão suprema, gravada em nossa natureza, que
prescreve o que se deve fazer e interdiz o que se deve evitar de fazer.
Esta mesma razão, solidamente estabelecida na alma humana com
suas consequências, é a lei” 10.
Os fundamentos da justiça e das leis, no pensamento maquiaveliano,
podem ser demonstrados como puramente materiais, a proposição da origem
da noção de justiça, segue a mesma compreensão desenvolvida logo no
início dos Discorsi, sobre a origem da noção de bem e mal. Para o autor:
“… porque, vendo que se um prejudicava o seu benfeitor, suscitava o
ódio e a compaixão entre os homens, maldizendo os ingratos e
honrando aqueles que fossem gratos, e pensado ainda que aquelas
mesmas injúrias poderiam ser feitas contra eles, para fugirem de tais
10
Des Lois, Livre I. Ciceron. De la République; Des Lois. Traduction nouvelle avec
notices et notes par Charles Appuhn, Paris, Éditions Garnier Fréres, 1954.
347
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
males, se puseram a fazer leis, ordenando punições a quem violasse as
leis, de onde vem o conhecimento da justiça”11.
A noção de justiça surge a partir de um “movimento da multidão”, um
anseio de conquistar uma segurança diante de uma necessidade nunca antes
enfrentada. Machiavelli sustenta que: “E não sem razões se assemelha a voz
de um povo àquela de Deus: porque se vê uma opinião popular unânime
fazer efeitos maravilhosos em seus prognósticos, tal que parece, por oculta
virtù, prever seu mal e seu bem”. Discorsi. I, 58. Esta “oculta virtù” da
multidão, ou povo, parece ser a mesma fonte da noção de justiça expressa
por Machiavelli em seu relato do capítulo 1 do mesmo livro.
Para Agostinho, assentando a justiça divina acima de qualquer
organização política, ordenada pelas melhores leis, costumes ou convenções,
qualquer reino que não seja erigido sobre a justiça de Deus pode ser
comparado a um bando de salteadores e piratas. Para o Bispo:
“Destronada a justiça, o que vem a ser qualquer reino, senão grande
pirataria? E a pirataria que é, senão pequeno reino? Também é
agrupamento de homens, governam-se pelo poderio de um príncipe,
ligam-se por meio de pacto de sociedade, repartem o roubo de acordo
com certas convenções. Se esse mal cresce, porque sempre se lhes
acrescentam homens perdidos, usurpadores de lugares, estabelecem
esconderijos, ocupam cidades, subjugam povos, tomam o nome mais
autêntico de reino. Esse nome dá-lhe abertamente, não a perdida
cobiça, mas a impunidade acrescentada. Em tom de brincadeira,
porém a sério, certo pirata preso respondeu a Alexandre Magno, que
lhe perguntou que lhe parecia o sobressalto em que mantinha o mar.
Com arrogante liberdade, respondeu-lhe: ‘O mesmo que te parece o
manteres perturbada a Terra toda, com a diferença apenas de que a
11
D. I, 3. Nicolo Machiavelli, Opera. A cura di Corrado Vivanti, Torino, EinaudiGallimard, 1997.
348
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
mim, por fazê-lo com navio de pequeno porte, me chamam ladrão e a
ti, que o fazes com enorme esquadra, imperador’” 12.
Machiavelli demonstra uma profunda aversão à construção que faz o
‘material’ depender do ‘formal’, o ‘político’ depender do ‘ético’, as
consequências das ações dependerem simplesmente de suas
intencionalidades. Não sendo a justiça nada mais que uma noção construída
a partir da própria relação dos indivíduos em um primeiro ajuntamento
social, não faz sentido a noção de justo responder a uma diretiva formal que
se desloca da realidade destas relações dos indivíduos. Assim, o ‘justo’ é
aquele que compreende bem estas relações empreendidas pelos indivíduos,
legisla em vista delas e sabe prever as consequências que se podem produzir
das prováveis ações dos indivíduos.
As leis são constitutivas do “viver civil”, ou “viver político”, dão “forma”
à matéria social que se encontra reunida para estabelecer um convívio em
comum. Machiavelli é enfático, no Discorsi. I. 58, em defender o povo que é
regido por leis, afirmando, contrariamente à opinião dos Antigos e do
próprio Tito Lívio, que uma multidão regulada por leis é mais confiável que
um príncipe ou governante. Este tema da “multidão regulada por leis” é
muito importante para Maquiavel e bastante recorrente. O florentino faz uma
distinção que pode ser tomada como a base para se pensar a realidade da
organização política, a ideia de que a primeira função instrumental das leis é
exatamente estabelecer um “povo”. Segundo Machiavelli: “Mas, aquilo que
o histórico nosso diz da natureza da multidão, não diz daquela que é
regulada por leis, como era a romana, mas da solta, como era a siracusana: a
qual fez aqueles mesmos erros que fazem os homens enfurecidos e soltos...”
Discorsi. I, 58. A ideia expressa por ele é exatamente a de que só há um
viver civil, só há uma organização política que pode ser chamada de povo,
ou expressar relações comuns que definam uma república ou outro tipo de
governo, quando há o estabelecimento de um “código de leis”.
12
De Civ. Dei. IV, 6. Agostino. Opera omnia di Sant'Agostino. A cura di Franco
Monteverde; colaborazione di Elena Passarini, Roma: Città Nuova, 2010.
349
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Essa noção não é nova, muito menos utilizada apenas por Maquiavel,
Cícero, em seu diálogo perdido, De Republica, valendo-se de Cipião, já
define um povo como sendo um ajuntamento de indivíduos (multidão) que
expressam consenso e aceitação de um código de leis. Agostinho toma esta
construção dialética para sustentar que apenas o “povo de Deus” é um povo
verdadeiro, pois ajunta-se em torno das leis divinas, a única justiça,
aceitando-as e respeitando-as. Agostinho cita Cícero: “Um povo, como tem
posto Cipião, é uma multidão reunida pelo reconhecimento do direito e pela
comunhão de interesses.” Ibid, XIX, 21. São palavras que ele cita do próprio
Cícero para sustentar que, se esta é realmente a definição correta para povo,
e estando a verdadeira justiça, ou direito, em Deus, ele conclui: “Nenhuma
república pode ter governo sem justiça, pois onde não existe verdadeira
justiça, aí também não existirá verdadeiro direito”13.
Qualquer outro povo que não se curve a esta verdade não é um verdadeiro
povo, apenas uma multidão. Todavia, Machiavelli vê a justiça como uma
noção constituída a partir da própria relação dos indivíduos, os quais buscam
para si mesmos reciprocidade, retribuição e segurança.
4. Conclusão
Para autores como Salutati, a influência da tradição cristã-medieval será
uma pedra angular que não será facilmente retirada. Neste sentido, a
construção teórica sobre a realidade das leis e seus fundamentos segue uma
orientação formalista, baseada em uma perspectiva metafísico-teológica. A
influência de Agostinho sobre a obra de Salutati é um exemplo de como as
bases medievais ainda se faziam presentes no humanismo, bem como
interferiam inclusive na leitura dos clássicos romanos, tais como Cícero. O
Humanismo italiano não será o momento de ruptura entre a tradição cristãmedieval e a incipiente tradição moderna, esta transição deveria passar ainda
pela crítica contundente de autores como Machiavelli.
13
Ibid.
350
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Na obra do florentino, reforça-se a perspectiva de que as leis não
carregam em si mesmas dispositivos “universais perenes”, os quais, bem
empregados em vista de seus princípios, poderiam garantir plena harmonia e
estabilidade. Humanistas como Salutati tinham a noção de que as leis eram
alicerçadas em princípios sólidos, universais e verdadeiros, não se tratava de
um assunto de “especulação”. Pode-se afirmar que a perspectiva que
Machiavelli reforça é aquela que marcou de maneira central a tradição
republicana de Roma, poucas leis, baseadas nos costumes, direcionadas
basicamente para as relações públicas, além disso estas leis eram vistas
como respostas aos “acidentes” mais graves e flagrantes que pudessem
ocorrer na república. Segundo Ducos:
“Diferentemente do grego, o latim não possui termos suscetíveis de
designar uma codificação de conjunto de leis; uma tal noção é tomada
aproximadamente no latim pela palavra corpus. […] Por conseguinte,
o recurso à lei na República Romana não é muito frequente. A
legislação do direito privado é rara na República, Rotondi não tem
contado mais que vinte e seis leis: estas leis são leis de circunstâncias,
as quais são um recurso para colocar fim aos abusos mais flagrantes. A
lei é um remédio a uma crise e isto tem uma constância na atitude
romana em relação às leis”14.
O que Machiavelli faz é resgatar a perspectiva ‘material’ das leis e da
constituição política, basilares na tradição clássica romana, a qual foi
solapada pela tradição medieval.
Michèle Ducos, L’influence grecque sur la loi des douze tables. Préface d’André
Magdelain, Paris, Presses Universitaires de France, 1978, p. 50.
14
351
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
352
Arquetipos ejemplares e inspiración.
Perspectivas para la recepción cristiana del creacionismo filónico
Juan Pablo Maggiotti
Univ. de Montevideo, Uruguay
1. Introducción
El corpus filónico como síntesis de creacionismo y platonismo
Si la cuestión sobre la armonía fe-razón resulta una buena descripción
introductoria para la Patrística, también lo es para introducirse tanto en el
pensamiento y obra de Filón de Alejandría como para explicar su recepción e
incorporación entre los Padres1. Filón sería el primero en la historia de la
filosofía occidental, en efecto, en acometer la demostración de una esencial
concordia entre la tradición filosófíca y la Revelación, aun antes de que los
Padres apologistas zanjaran la cuestión acerca de si tal armonía existía o no.
Su enseñanza sobre un Dios trascendente, personal y creador obviamente no
es una originalidad suya sino herencia del contenido revelado de su religión.
Pero lo que sí resulta original es la adaptación y formulación de esta enseñanza
en términos propios de la tradición filosófica de entonces2.
Para el curso de esta recepción, una buena presentación sería David T. Runia, Philo
in early Christian literature. A survey, Van Gorcum, Fortress Press, 1993.
2
Varios han señalado este asunto, como por ejemplo Erwin R. Goodenough, An
introduction to Philo Judaeus, Oxford, Basil Blackwell, 1962, p. 96: “Wolfson has
rightly pointed out that Philo (or his school) made a great contribution to western
thought in combining Greek metaphysics with biblical ‘revelation’”. La obra referida
es el monumental trabajo de Harry A. Wolfson, Philo. Foundations of religious
philosophy in Judaism, Christianity, and Islam, 2 vols., Cambridge (EE.UU.),
Harvard University Press, 1962, que efectivamente tiene, prácticamente que por tema
principal, la presentación del corpus filónico como proyecto integrador y la
elucidación de sus implicancias.
1
353
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Es por tanto perfectamente legítimo no sólo hablar del corpus filónico
como la primera síntesis entre fe y razón, sino además reconocerlo como la
primera muestra de creacionismo filosófico, es decir, como una filosofía
centrada en la relación Creador-criatura3. Atender a la afinidad entre judíos y
cristianos en esta relación –impensada en el mundo pagano ajeno a ambos– da
pautas importantes para entender la continuidad natural entre Filón y los
Padres, así como su frente común ante una filosofía grecorromana que, a la
postre, sería básicamente representativa del mundo antiguo precristiano.
Ahora bien, con el impacto de Filón incluso entre sus contemporáneos aún
con muchos aspectos en debate, precisar su rol en el conjunto general del
creacionismo cristiano se hace evidentemente aún más ciclópeo. Con todo,
hay que decir que una lectura inicial del De opificio mundi puede aportar
indicios eficaces sobre los pasos a seguir en tales investigaciones futuras.
Como se dijo, en esta obra se afirma la idea de un Dios personal, de una
trascendencia absoluta de Dios respecto a sus criaturas y, sobre todo, se sitúa
por primera vez el fundamento para la inteligibilidad del mundo en la mente
de ese Dios personal y creador4.
Por todo ello, independientemente del alcance, sea histórico o metafísico,
que tales afirmaciones pudieran tener para una correcta comprensión de la
figura de Filón, creemos que el uso de las Ideas platónicas para transformarlas
en arquetipos ejemplares divinos es, ya de por sí, motivo suficiente para
Cf. por ejemplo Étienne Gilson, El ser y la esencia, Buenos Aires, Desclée de
Brouwer, 1965, p. 118, donde entiende al creacionismo como “toda doctrina en que la
causa de la existencia del ser finito le es radicalmente extrínseca, por encontrarse en
último término en Dios.” En la misma línea de pensamiento, el autor que más ha
desarrollado el tema es el alemán Josef Pieper, por ejemplo en El descubrimiento de
la realidad, Madrid, Rialp, 1974.
4
Cf. Goodenough, ob. cit., pp. 97-98: “Repeatedly Philo insists that God is not a
σύγκριμα, but is φύσις ἀπλῆ; that is, he is of a single and uncompounded nature. He
is not to be identified with the world: he is the mind of the universe, contains the
universe, yet is in no sense contained by or within the universe”.
3
354
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
prestarle atención al autor. Esta transformación se da, en la obra mencionada,
a través de la imagen de Dios como arquitecto del universo.
Sobre la cuestión histórica de su síntesis creacionista, en definitiva,
juzgamos también necesaria una mayor profundización sobre todo en dos
aspectos del esfuerzo filónico. Primero, en la originalidad de su noción de
logos, y segundo, en la readaptación de la inspiración platónica. Creemos que
estos tres aspectos –arquetipos, logos, inspiración– se compenetran
mutuamente, y una adecuada comprensión tanto de Filón como del curso
histórico de su legado exigen verlos en continua relación5. Tal desarrollo
excede las posibilidades del presente trabajo, pero no podemos dejar de
advertir que actúa como telón de fondo para el mismo. En cualquier caso, lo
que resulta factible es comenzar con algún primer paso.
La intención del presente trabajo, por tanto, es realzar los elementos
metafísicos en la imagen de Dios como arquitecto. Juzgamos que allí se
sintetiza adecuadamente el creacionismo filónico, a la vez que ofrece una
buena perspectiva para profundizar luego otros asuntos. La yuxtaposición
final al tema de la inspiración tiene así únicamente la finalidad de establecer
alguna pregunta útil para eventuales futuras investigaciones.
2. La imagen del Dios arquitecto como caracterización
del creacionismo filónico
La intención por hermanar mundo griego y revelación judía supone en
Filón la necesidad de una lectura alegórica ante las Escrituras6. La exégesis
Cf. al respecto lo dicho en Wolfson, ob. cit., vol. 1, p. 116: “it is most remarkable
that without a group of official disciples his teachings became the most dominant
influence in European philosophy for well nigh seventeen centuries”. Cabría
preguntarse hasta dónde no será el creacionismo filónico, en definitiva, la posta
tomada por el pensamiento cristiano posterior y en base al cual transcurrieron esos
diecisiete siglos.
6
Para una introducción a los sentidos literal y alegórico de las Sagradas Escrituras en
el pensamiento de Filón, cf. Wolfson, ob. cit., vol. 1, p. 115 y ss.
5
355
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
así entendida implica tanto un carácter en sí mismo alegórico del texto sagrado
como, simultáneamente, una capacidad en el intérprete para descubrir dicho
sentido alegórico.
El alegorismo consiste en exponer, el que forja la alegoría, y en descubrir,
el que la interpreta, una idea o sentido abstracto, no de forma directa y abierta,
sino a través de una imagen concreta, en el caso de la comunicación oral o
escrita es el sentido literal de las expresiones. Tras ese sentido literal subyace,
hábil o tal vez torpemente sugerido, fácil de desentrañar o rebelde a la
exégesis, el simbolismo, cuya captación, reservada a la inteligencia, no a los
sentidos, según afirma Filón, persigue el cultor del método alegórico de
interpretación7.
Desde luego que el método alegórico no es una invención de Filón, y que
el mismo era ya habitual entre los griegos. Pero el alejandrino destaca por el
alcance que da al mismo, en tanto no lo entiende únicamente como
instrumento para explicar aspectos de la religión judía o corregir
interpretaciones literalistas erróneas, sino sobre todo como vía de
comprensión de las relaciones entre Dios y sus criaturas. Su intuición para ello
es que las cosas mismas son alegóricas, y no sólo las palabras8. Tal intuición
está conectada, en Filón, con la doctrina platónica de las Ideas como
ejemplares de nuestro mundo sensible. A partir de allí, el mundo sensible –
creado– coincide con el mundo ejemplar divino —increado— como cualquier
José María Treviño, “Introducción”, en Filón de Alejandría, Obras completas de
Filón de Alejandría, 5 vols., Buenos Aires, Acervo Cultural, 1976, vol. 1, pp. 16-17.
Tomamos todas las referencias a la obra filónica a partir de esta edición, indicando
además de su nomenclatura académica la página correspondiente a esta versión
castellana. También se indica el volumen correspondiente en la primera ocasión que
se mencione cada obra.
8
Los medievales y los teólogos posteriores explicarán esta diferencia entre sentido
literal y espiritual explicando la diferencia con los adagios respectivos “las palabras
significan cosas” y “las cosas significan cosas”. Cf. por ejemplo Domingo de Soto,
Relecciones y opúsculos, Salamanca, San Esteban, 2003, p. 255 y ss.
7
356
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
artefacto coincide con el modelo en la mente de su creador. Es decir, como la
réplica coincide con el modelo.
“Dios, [...] habiéndose propuesto crear este mundo visible, modeló
previamente el mundo aprehensible por la inteligencia, a fin de usarlo
como modelo incorpóreo y acabada imagen de la divinidad en la
producción del mundo corpóreo, creación posterior, copia de una
anterior, que había de encerrar tantas clases de objetos sensibles cuantas
de objetos mentales contenía ésta”9.
Se observa en este pasaje una absorción y modificación de la doctrina
platónica, pues a diferencia del ateniense, para Filón las Ideas no existen fuera
de Dios. Lo cual es lógico, pues el demiurgo platónico que trabaja con formas
preexistentes no es el Creador que tiene en vista Filón10. Aparece entonces la
figura de Dios como arquitecto del universo, y la ubicación de las formas
ejemplares bajo las cuales se rige el mundo, como arquetipos en la mente
divina, y no en un mundo separado como en Platón.
No es legítimo suponer o decir que el mundo constituido por las formas
ejemplares se halla en un determinado lugar [...]. Cuando se va a fundar una
ciudad [...], un [...] arquitecto experto [...] concibe primero en su mente el
plano de casi todas las partes de la ciudad que se está a punto de fundar:
templos, plazas, puertos, depósitos, calles, emplazamientos de murallas,
ubicación de casas y demás edificios públicos.
Luego, habiendo recibido en su alma, como en una cera, las imágenes de
cada una de ellas, lleva consigo la representación de una ciudad concebida por
la inteligencia, y después de haber retenido esas imágenes mediante su innata
capacidad de recordar, e impreso sus rasgos con más intensidad aún en su
inteligencia, comienza, como avezado artífice, con la vista puesta en el
Opif., 16, vol. 1, p. 39.
Para los debates respectivos, cf. Goodenough, ob. cit., pp. 105-107. En cualquier
caso, el propio Goodenough reconoce que en Opif. son claramente afirmados como lo
mismo.
9
10
357
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
modelo, a construirla con piedras y maderas, cuidando que los objetos
corpóreos sean iguales totalmente a cada una de las incorpóreas formas
ejemplares.
Pues bien, en lo que a Dios hace hemos de pensar [...] que, resuelto a fundar
la gran ciudad, concibió primero las características de la misma, y habiendo
conformado mediante ellas un mundo aprehensible por la inteligencia, fue
produciendo en acabada forma también el mundo perceptible por los sentidos,
empleando para ello aquél como modelo.
Así, pues, como la ciudad concebida previamente en el espíritu del
arquitecto no ocupa lugar alguno fuera de él, sino que se halla impresa en el
alma del artífice, de la misma manera el mundo de las formas ejemplares no
puede existir en otro lugar alguno que no sea el logos divino, que las forjó con
ordenado plan11.
El modelo o plan divino para las cosas se convierte así, dentro del corpus
filónico, en las formas ejemplares que determinan la naturaleza. El escenario
cósmico creado y todo lo que actúa en él, por tanto, refleja la medida o regla
presente en la mente creadora, tal como la réplica bien hecha refleja al modelo
que la determina.
Hallándose, pues, concluido ya y firmemente fijado en el logos divino el
mundo incorpóreo, el sensible fue engendrado en su término preciso conforme
con el diseño de aquél12.
La imagen del arquitecto obviamente bebe del demiurgo del Timeo, pero
como dijimos la diferencia es clara en cuanto a la inmanencia de las Ideas en
la mente del Creador. La noción filónica de logos entronca con este punto.
Consciente de ello, Runia nos cuenta en su tesis sobre Filón y el Timeo que
“Philo makes it quite clear, by means of an allusion to the Timaeus, that ‘the
11
12
Opif., 16-20, p. 39.
Opif. 36, p. 42.
358
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
intelligible world of ideas was created by God as something real outside his
mind’”,13 pero aclarando también en otro escrito que “Philo has adapted the
details to suit the purpose of this exegesis, which wishes to show the
intelligible plan or structure of the cosmos is located in the divine Logos”14.
Observamos con ello que la imagen del arquitecto no habla únicamente de
los arquetipos divinos, sino que explica también la inteligibilidad intrínseca
que el cosmos, así como todas y cada de las cosas integradas en él, tienen tanto
en su ser como en su operación. Es por tanto una imagen de resonancias
profundamente metafísicas. Reafirma la convicción de un orden en el cosmos,
pero 1) introduciendo un fundamento trascendente para el mismo, y 2)
explicando la causalidad creacional bajo la óptica de la participación
platónica. De este segundo punto se deriva su noción de Ley como una
realidad de alguna manera doble: una Ley increada fundamento de la Ley
intrínseca al cosmos15. En palabras de Runia, el cosmos sería así como una
megalópolis “ruled by the law of nature (De opificio mundi 3, 142), which can
also be described as the Logos”16. Así entendida, la inteligibilidad intrínseca
del cosmos es el Logos, que puede ser visto en sí mismo como realidad
inmanente a la naturaleza divina o, en relación a las cosas, según su función
David T. Runia, Philo of Alexandria and the Timaeus of Plato, 2 vols., Ámsterdam,
VU Boekhandel, 1983, vol. 1, pp. 168-169.
14
David T. Runia, “The idea and the reality of the city in the thought of Philo of
Alexandria”, Journal of the History of Ideas 61, 3, 2000: 361-379; p. 365. En el mismo
sentido, cf. David T. Runia, “The king, the architect, the craftsman: a philosophical
image in Philo of Alexandria”, Bulletin of the Institute of Classical Studies,
Supplement: Ancient approaches to Plato’s Timaeus 78, 2003: 89-106; p. 99: “The
city plan had no external existence –so it was not really a blueprint– but was located
in the craftsman's mind (Philo speaks here of his soul, but we may take that to be his
rational soul, i.e. his mind). This mind is described as the divine Logos”.
15
Cf. Roberto Radice, “Philo’s theology and theory of creation”, en Adam Kamesar
(ed.), The Cambridge companion to Philo, Nueva York, Cambridge University Press,
2009: 124-145; p. 132: “We find here for the first time the doctrine of the Ideas as the
thoughts of God, and, in close association with it, the doctrine of the double creation,
that is, the creation of ‘conceiving’ and that of ‘giving order’”.
16
Runia, “The idea and the reality of the city”, p. 365.
13
359
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
determinante y rectora17. A partir de aquí pueden desplegarse todos los otros
grandes temas y preocupaciones de Filón, como por ejemplo su énfasis en la
necesidad de reconocer a un Dios eternamente providente y no únicamente
creador en un principio cronológico18.
Sin ahondar en el asunto de la providencia, debemos decir sobre la noción
filónica de creación que, según nos parece, está afirmada claramente como
acto trascendente y sin concurso causal alguno. Si bien la noción de una
creatio ex nihilo no estaba aun claramente formulada ni puede por ello
detectarse fácilmente en Filón, creemos que el punto metafísico no es tanto la
posibilidad de algún tipo de colaboración entre causas segundas y el accionar
divino, sino más bien la absoluta trascendencia de ese accionar respecto a
cualquier otra criatura. Así lo vemos explícitamente afirmado por Filón al
decir que “Él no ha menester de sus criaturas del cielo, a las que concedió
poderes pero no independientes, ya que, del mismo modo que un auriga que
empuña las bridas o un piloto atento al timón, guía Dios todas las cosas por
donde desea, de conformidad con la ley y la justicia sin necesidad de
colaboración de otro alguno”19. A nuestro juicio, la independencia divina aquí
aludida da pie a una noción metafísica de creatio ex nihilo en tanto
omnipotencia y autosuficiencia metafísica por parte de Dios para poder ejercer
su acción creadora o providente20.
Para profundizar en las distintas consideraciones del mismo, cf. Marija Todorovska,
“The concepts of the logos in Philo of Alexandria”, ŽAnt 65, 2015: 37-56.
18
Cf. Goodenough, ob. cit., p. 108: “Both of these theories of creation emphasize the
fact that creation is not something done by a remote force or mind, but that the divine
is left permanently in the world to be its guide, to fill it with providential care”.
19
Opif. 46, p. 44.
20
Distinto es el asunto de si, al momento de ejercerla, Dios permite por su propia
magnanimidad algún tipo de colaboración por parte de algunas causas segundas. La
cuestión acortaría distancias entre Filón y los dioses intermedios del neoplatonismo
pagano, mostrando a Dios más íntimamente presente en el mundo, en tanto causa
operante en la propia causalidad de las causas segundas en tanto causas,
precisamente no independientes de su raíz causal primera. Pero al mismo tiempo
abriría la puerta a enrostrar a Dios la responsabilidad ante el problema del mal. Cf.
17
360
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Para resumir nuestro punto, la imagen de Dios como arquitecto del
universo encierra connotaciones metafísicas decisivas para la reflexión
filosófica posterior, y que son precisamente las que se desarrollarán
progresivamente en etapas sucesivas, y no conjuntamente en un momento
único, como diría nuestro autor. Tales connotaciones son las cinco que, según
Filón, nos enseña Moisés y que nosotros vemos eficientemente resumidas en
la imagen del arquitecto: “que la divinidad existe y su existencia es eterna”,
“que Dios es uno”, “que el mundo, como ya queda dicho, ha sido creado”,
“que también el mundo es uno solo, por cuanto uno es su Creador, quien hizo
Su obra semejante a Sí mismo en cuando a la unicidad”, y “que la providencia
de Dios se extiende sobre el mundo”21.
Todos estos puntos están imbricados también en la forma en que Filón
utiliza y redirige la noción platónica de inspiración, a su vez ella misma una
apropiación y transformación del propio Platón sobre un concepto muy
anterior22. Delinearemos a continuación brevemente, y a modo de mapa para
futuras investigaciones, la conexión que vemos entre este redireccionamiento
y la temática del logos, y finalmente, sugeriremos a partir de esa conexión
alguna pregunta útil para, en una etapa aún más posterior, rastrear posibles
recorridos del corpus filónico durante el medievo y más allá.
3. Perspectivas futuras.
El entusiasmo platónico, la inspiración profética, y el logos
El conocimiento y uso del Ion platónico por parte de Filón parece poco
dudoso. En la obra aquí analizada ya hemos visto alusiones al diálogo. Más
importante aún, la idea de que las criaturas llevan en sí mismas –como fruto
de haber sido tocadas por la mano del arquitecto– una especie de sello,
Thomas H. Billings, The platonism of Philo Judaeus, Chicago, University of Chicago
Press, 1919: 26-46.
21
Todos estos pasajes pertenecen a Opif., 170-171, pp. 69-70.
22
Cf. por caso Penelope A. Murray, “Poetic inspiration in Early Greece”, Journal of
Hellenic Studies 101, 1981: 87-100.
361
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
impresión o marca que las moldea y determina23, adquiere matices interesantes
al ponerse en relación a la cadena imantada del Ion. En efecto, esa marca de
origen de las criaturas es precisamente aquello que las asemeja, a través de su
forma intrínseca –réplica de la forma ejemplar en la mente divina–, a su propio
creador. La noción de assimilatio ad deum en virtud de la impresión de una
forma divina en el seno mismo de la identidad criatural, es por tanto una
doctrina no muy lejana a la etimología de entusiasmo por la que Platón decide
alterar el concepto original de inspiración poética y vincularla a la posesión
de los coribantes. La equiparación de inspiración y posesión está recogida
por Filón24, manteniéndose la problematicidad platónica en cuanto a la
irracionalidad del poseso. Es cierto que Filón redirige el concepto no hacia lo
estético –como sucederá con la figura de Marsilio Ficino25, a partir del siglo
XV– sino hacia lo profético, tal como decidirán hacer los teólogos medievales
más cercanos a él. No obstante, es indispensable destacar que Filón asume lo
esencial de la oposición téchne-enthousiasmós, y que lo hace conociendo la
posición de Platón al respecto. Sin poder ahondar en las particularidades del
caso, lo que interesa ahora en este trabajo es simplemente marcar lo siguiente.
Filón cree que la inspiración recibida por el profeta no se limita al contenido
mismo de lo revelado, sino que también se extiende a la capacidad
interpretativa del mensaje por parte del profeta, de cara a poder transmitirla
adecuadamente26. Cabe pensar dicha exégesis alegórica como un cierto
Cf. Opif. 25, p. 40; 34, p. 42; 129, p. 61; 134, p. 62; y Leg. I, 22, vol. 1, p. 75.
Cf. en Opif. 70, p. 49. Hay que mencionar no obstante que Filón admite en realidad
varios tipos de inspiración profética, y que no en todos se daría la misma anulación
de las facultades racionales del poseso ni de su autodominio.
25
Para la relectura ficiniana del Ion y su impacto en el Renacimiento, cf. nuestro
“Marsilio Ficino’s teachings on the Platonic notion of inspiration. A brief survey for
understanding the depiction of artists as divinely inspired lovers of Beauty”, en
Claudia D’Amico, John F. Finamore, y Natalia Strok (eds.), Platonic inquiries.
Selected papers from the Thirteenth Annual Conference of the International Society
for Neoplatonic Studies, Dilton Marsh (R.U.), Prometheus Trust, 2017: 253-274.
26
Cf. John R. Levison, “Inspiration and the divine spirit in the writings of Philo
Judaeus”, Journal for the Study of Judaism in the Persian, Hellenistic, and Roman
Period 26, 3, 1995: 271-323, concretamente p. 319, en donde menciona Spec. 3.1-2 y
3.5-6: “Philo draws a correspondance between the ascent of his mind under possession
23
24
362
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
conocimiento práctico de cara a una expresión ad extra de un contenido que,
en rigor, tiene una existencia ad intra recibida directamente desde Dios27. ¿Es
razonable pensar a partir de aquí dos momentos en la inspiración profética,
uno como recepción de formas arquetípicas y otro como exégesis de las
mismas y consecuente expresión alegórica?
Es claro que la idea de arquitecto que permite entender a Dios como
artesano permite, por el mismo motivo, entender al hombre como alguien que
posee en su mente las formas ejemplares de todo aquello que expresará fuera
de sí mediante signos sensibles externos. Es claro por otro lado que la idea de
logos en Filón está vinculada a la capacidad de formación de estos arquetipos
ejemplares en el entendimiento divino28. Finalmente, es claro también que la
antropología de la imago dei no es, tampoco, ajena al pensamiento filónico,
de donde no es descabellado preguntar si en el hombre, en tanto que puede
expresar o transmitir mensajes, podría haber algún tipo de imagen del logos
creador divino.
Por ello, aunque la recepción del Ion platónico por parte de Filón parece
hermanarlos en la descripción del entusiasmado como poseso irracional,
queda abierta del mismo modo la puerta a una reconsideración de dicha
of the spirit and his ability to interpret Torah allegorically.” También Treviño,
“Introducción”, p. 12, menciona algo similar. Un pasaje filónico importante en
relación a esto sería Mos. II, 188-190, vol. 4, p. 77.
27
Vemos el punto unido al ascenso hacia lo divino por parte de la criatura. Cf. Opif.
70, p. 49; 172, p. 70. Podría cf. también Guillermo Callejas Buasi, “Razón interna y
razón pronunciada. Un análisis sobre los términos λόγος προφορικός y λόγος
ἐνδιάθετος en Filón de Alejandría”, en Paola Druille y Laura Pérez (eds.), Filón de
Alejandría. Método, filosofía y recepción, Santa Rosa, Universidad Nacional de La
Pampa, 2022: 61-74.
28
La acepción cristológica posterior del logos sigue de alguna manera esta línea, en
tanto se entiendo por verbo o palabra el verbo interior según se cual se concibe. Cf.
al respecto el debate en Robert Peltier y Dan Lioy, “Is John’s Λόγος Christology a
polemical response to Philo of Alexandria’s Logos philosophy? (Part 1)”, Conspectus
28, 2019: 65-90 y su continuación en id., Conspectus 28, 2019: 91-119.
363
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
irracionalidad a través de la presencia de este logos en la mente del profeta,
como guía de su accionar exegético y alegórico.
Este poder es doble: aquel según el cual somos seres racionales como
dotados que estamos de una inteligencia y aquel conforme al cual somos
capaces de expresarnos29.
29
Leg. II, 23, p. 95.
364
Sobre a nocāo de sociedade universal,
suas metamorfoses e seu futuro
Mariana Paolozzi
Univ. Fed. de Santa Catarina, Brasil
As reflexões a seguir baseiam-se nos comentários de Étienne Gilson sobre
a noção de sociedade universal apresentados em A Evoluçāo da Cidade de
Deus. Considerou-se pertinente revisitar esta obra devido seu cárater de
síntese a respeito do tema e por remeter a problema tão atual e urgente.
1. Alguns antecedentes da noçāo de sociedade universal
A noção de sociedade universal em alguma medida remonta a Agostinho.
Podemos traçar sua especificidade e características principalmente através da
obra De ciuitate dei. Mas, antes de mais nada, o que exatamente se supõe ao
falarmos em uma sociedade universal?
Principalmente a ideia de uma sociedade que englobe a totalidade dos
indivíduos (hoje se vai mais além ainda, fala-se na interação entre os humanos
e não humanos). Todavia, tal sociedade estaria baseada em que princípio
unificador? A história apresentou e nos apresenta algumas modalidades e
variantes de sociedade universal: vemos atualmente se delinear uma sociedade
unificada por imperativos econômicos – no dizer de Lima Vaz, a primeira
civilização mundial;1 no entanto, a idéia de sociedade universal, por sua vez
vinculada ao surgimento da noção de uma história universal, remete ao
contexto da antiguidade greco-romana e do cristianismo, tal como veremos a
seguir.
1
Henrique Cláudio de Lima Vaz, Ética e Direito, São Paulo, Loyola, 2002, p.167.
365
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
As cidades antigas gregas –as cidades-estado– tiveram sua origem e
evolução ligadas à expansão do culto dos deuses a grupos maiores do que o
das famílias. Na Grécia antiga, cada família, no culto ao fogo, venerava sua
divindade, isto é, cada uma constituía uma sociedade fechada, onde o seu
próprio culto doméstico a separava das outras famílias.
A formação de grupos sociais mais amplos exigiu a eliminação da
separação entre as famílias: o culto a Zeus ou Héracles se sobrepôs ao culto
dos deuses domésticos sem suprimi-los.
“Somente o reconhecimento de deuses comuns a muitas famílias
permitiu, pois, o nascimento da cidade: ´a sociedade desenvolveu-se
somente na medida em que a religião se expandia. Não saberíamos dizer
se foi o progresso religioso que trouxe o progresso social; o que é certo
é que ambos foram produzidos ao mesmo tempo e em um notável
acordo´”2.
Assim, a idéia de uma sociedade universal seria uma consequência do
desenvolvimento das cidades? O fato de experimentarmos hoje uma espécie
de “unidade do mundo”, no sentido de vivermos a primeira civilização
universal –noção que abarca também a idéia da chamada sociedade
globalizada– mostra que esse raciocínio é por demais simplista. As centenas
de séculos que nos separam do surgimento das cidades mostram a
complexidade da questão. A origem e evolução das cidades, a formação de
sociedades mais amplas do que a das famílias, são os primórdios e uma etapa
do desenvolvimento de organizações sociais que se mostra cheia de meandros.
Modificando a pergunta anterior, isto é, onde, mais precisamente, estaria a
origem da idéia de sociedade universal?
Buscando as origens dessa noção poderíamos ser levados, de início, a
atribuí-la ao estóicos: seu cosmopolitismo parece de algum modo ter gerado
ou contribuído para o surgimento da idéia de uma sociedade mundial. O
2
Étienne Gilson, A Evoluçāo da Cidade de Deus, São Paulo, Herder, 1965, p.18.
366
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
universo é a pátria do sábio estóico, mas esse cosmos, onde exerce sua virtude,
não é tanto uma sociedade, isto é, o sábio não concebe a sociedade em termos
mais amplos do que propriamente o de uma cidade, não identificando a
sociedade ao cosmos. Em outras palavras, a pátria é o universo, mas não uma
sociedade universal; o cosmos não corresponde a uma sociedade e pertencer
a uma ordem física universal a cuja lei nos subordinamos não implica em um
ato de cidadania3.
Desse modo, vale ressaltar que o estoicismo incitou certa
desnacionalização – um passo a mais para a concepção de uma sociedade
universal - e contribuiu em alguma medida para libertar o cidadão4 do limitado
âmbito da cidade antiga.
Outro equívoco quanto à origem da idéia de sociedade universal seria o de
atribuir papel preponderante aos Impérios grego e romano em seu
desenvolvimento, isto é, a unidade de um império poderia parecer o esboço de
tal sociedade. Entretanto, nos impérios de Alexandre e de Augusto, por
exemplo, não se encontra a noção de um corpo social universal. Enfim, o
consentimento de povos à dominação de um único imperador não constitui o
tipo de união ‘voluntária’ pressuposta a uma sociedade digna deste nome.
Augusto não seria o pioneiro de uma revolução política de alcance mundial,
como também não Alexandre, o algoz de Calístenes5.
Todavia, o estoicismo, tanto quanto os Impérios de Alexandre e de
Augusto, de algum modo também trazem algo dessa nova idéia de organização
social. Os impérios grego e romano extravasaram barreiras nacionais, “e
provavelmente favoreceram a eclosão de sentimentos comunitários mais
abertos que aqueles de que são acompanhados os nacionalismos locais, quer
sejam políticos ou mesmo religiosos”6.
3
Étienne Gilson, ob. cit., p. 19.
Cabe a pergunta: quem é o cidadão referido aqui? As mulheres, estrangeiros e
escravos estavam subordinados a um regime especial e excludente.
5
Étienne Gilson, ob. cit., p. 21.
6
Étienne Gilson, ob. cit., p.22.
4
367
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Neste contexto, importa mencionar a influência do direito romano: ele teria
sido o primeiro sistema jurídico – com o seu inextricável patriarcalismo - a ser
aplicado para além do meio social onde foi criado. Surge como o primeiro
direito com extensão um pouco mais ampliada na história. Pois até então cada
sistema jurídico era local. A partir do momento em que Roma inicia suas
conquistas territoriais, torna-se indispensável elaborar um direito menos
isento de particularismo local. A despeito disso, a condição dos excluídos das
sociedades greco-romanas –mulheres, estrangeiros e escravos– mereceria um
olhar à parte acurado...
Note-se também que teria sido no império romano e sob o reinado de
Augusto que surge o fundador de uma sociedade universal, Cristo. As origens
desse importante acontecimento mesclam-se com a história do judaísmo7.
Haveria um lugar onde todos os povos se uniriam na adoração do mesmo
Deus, e este seria Israel? Na verdade, o judaísmo parece evoluir entre dois
polos, o do nacionalismo e o do universalismo religioso, sendo que seu
nacionalismo oblitera o universalismo religioso.
Enfim, a mensagem de Jesus Cristo seria a superação dessas contradições
por abarcar a idéia de uma sociedade (religiosa) à qual nem lugar, raça, ou
sexo - ao menos em teoria - poderiam impor limites e empecilhos a seu
desenvolvimento. Ideias estas sintetizadas na célebre passagem paulina (Gál
3, 26-29): “Não há mais judeu nem grego; não há mais escravo e homem livre;
nem homem nem mulher; porque não sois todos senão uma pessoa em Cristo
Jesus”.
Não se tratava mais de agregar um estrangeiro a uma raça nem mesmo
simplesmente a um povo, mas de introduzir um novo membro a uma
sociedade espiritual. Assim, a Ecclesia estabelecida por Cristo referir-se-ia
verdadeiramente a uma sociedade, pois uniria as pessoas entre si (não ao
universo que as cerca) tendo uma característica singularíssima: escaparia,
7
Étienne Gilson, ob. cit., p. 23.
368
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
desde seu nascimento, aos limites do tempo e do espaço, pois dependeria do
espírito.
Retornamos assim ao ponto inicial deste texto: Agostinho irá articular e
desenvolver estas ideias, atribuindo-lhes uma tonalidade singular. Após essa
breve introdução e contextualização, vejamos o significado do termo
sociedade e o alcance da noção de sociedade universal no pensamento
agostiniano, ressaltando-se alguns aspectos da relação entre a ciuitas dei e a
ciuitas terrena. Em seguida iremos apresentar, em Roger Bacon, o sentido que
a noção de sociedade universal ganha em seu pensamento, para depois
chegarmos às considerações finais.
2. Duas sociedades em Agostinho: a ciuitas dei e a ciuitas terrena.
Universalidade?
Antes de tudo, o que é uma societas para Agostinho? Esse termo também
pode ser associado às idéias de comunhão social, corpo social e povo.
Inicialmente, por intermédio de Cipiāo8, o hiponense reconhece a definição
ciceroniana de povo: “Um povo é uma multidão reunida pelo reconhecimento
do direito e da comunidade de interesses”9.
Submeter-se ao direito seria o mesmo que se submeter à justiça; pois onde
não há direito não há justiça. Do princípio colocado por Cícero segue-se uma
importante ideia: a de que uma multidão não unida pelo direito e pela justiça
não forma um povo.
Decorre daí também que onde não há povo, não há necessidade da coisa
do povo, da coisa pública, ou em uma palavra, da república 10 . Todavia,
8
Que faz referência ao diálogo perdido de Cícero, intitulado De Republica.
De ciu. dei, XIX, 21,1:“Populum esse definivit coetum multitudinis, juris consenso
et utilitatis communione sociatum”.
10
Étienne Gilson, ob. cit. , p. 47.
9
369
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
identificar o laço social à justiça levaria Agostinho a uma dificuldade, a da
cidade que não é de Deus: se o laço social é a verdadeira justiça, como poderia
haver essa segunda cidade, em que não impera a justiça?
Agostinho é conduzido a uma nova definição do laço social em que a noção
de justiça, sem que fosse eliminada, passa para segundo plano: um povo é um
grupo de seres racionais, unidos entre si porque amam as mesmas coisas11.O
que ama uma sociedade é o fim comum para o qual se dirigem seus membros
e para cuja obtenção se associam. O amor por algo engendra espontaneamente
uma sociedade formada por todos aqueles cujos amores coincidem.
Definido o cerne de todas as sociedades, interessa-lhe a sociedade fundada
no amor a Cristo, definição de uma sociedade religiosa. Assim, Agostinho
atribuía ao mundo inteiro, desde sua origem até seu fim, uma única finalidade:
a constituição de uma sociedade espiritual, em vista da qual tudo foi feito.
Vale ressaltar: a noção de sociedade sofre uma grande transformação sob esse
abrangente enfoque.
Mas, por que duas cidades? Há duas sociedades, dois povos dentre os quais
os seres humanos se dividem e se distribuirão: a dos que amam o bem e a dos
que amam o mal. A primeira tem como fundador Abel, a segunda Caim12. A
partir dessa origem, a história dos dois povos confunde-se com a história
universal, ou melhor, é essa própria história.
Assim, Agostinho concebeu a idéia de uma dupla sociedade, no sentido de
que todo ser humano, qualquer que seja, é necessariamente cidadão de uma
ou outra, aderindo a uma ou outra, à felicidade ou à miséria. As duas cidades
são imortais, os habitantes que vivem no tempo são, entretanto, membros de
De ciu. dei XIX, 24: “Populus est coetus multitudinis rationalis, rerum quas diligit
concordit comunione sociatus: profecto ut uideatur qualisls quisque populus sit, illa
sunt intuenda quae diligit”.
12
De ciu. dei, XV, 1,1.
11
370
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
uma das duas cidades eternas, e já na terra se pode ser membro da cidade
celeste.
O conjunto dos seres humanos unidos entre eles pelo amor divino –Isto é,
aqueles que sabem usar de todas as coisas em vista de Deus–, formam a Cidade
de Deus. Por outro lado, a ciuitas terrena é a cidade dos filhos da terra, isto
é, uma sociedade cujos membros, ligados pelo amor exclusivo das coisas da
terra, consideram-na como sua única ou verdadeira cidade13.
Neste contexto, podemos também nos perguntar se a doutrina agostiniana
inclui a noção de uma única sociedade temporal. Seria possível estabelecer
algum paralelo (das duas cidades) com a idéia de uma única sociedade política
universal?
Sua doutrina não inclui a concepção de uma única sociedade política
temporal. Agostinho não falou em apenas uma única sociedade, mas de duas
entre as quais o gênero humano se divide, sendo que ambas são eternas, e tanto
a cidade celeste como a cidade terrena ultrapassam o âmbito da história
empírica presente e futura. Assim, ele não chegou a elaborar propriamente a
ideia de uma sociedade universal única, e muito menos temporal, mas a de
duas, que seriam `universais´ ao menos no sentido de que todo ser humano é
cidadão de uma ou outra14.
Desse modo, a doutrina agostiniana é mais ampla e mais limitada do que a
de uma única sociedade política universal. Mais ampla porque, por exemplo,
a cidade celeste inclui os anjos e não se restringe a um período histórico
específico, e mais limitada porque seu princípio unificador veta a união de
todos as pessoas em uma única sociedade universal15.
De ciu. dei, XIV, 28: “Fecerunt itaque ciuitates duas amores duo; terrenam scilicet
amor sui usque ad contemptum Dei, coelestem uero amor Dei usque ad contemptum
sui”
14
Étienne Gilson, ob. cit., p. 52.
15
Étienne Gilson, ob. cit., p. 70.
13
371
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Assim, o paradoxo do judaísmo entre o nacionalismo e o universalismo
religioso –que impede a realização de sua vocação universalista–, transmutase adquirindo outra faceta e transpõe-se a outro nível: no agostinismo nos
deparamos com o paradoxo e os limites de duas cidades (cujos membros
circulam no tempo para a atemporalidade) impedindo a unificação completa
do gênero humano.
Trata-se da relação do ser humano uiator (transiente; peregrino),
mergulhado no tempo em direção à eternidade, onde há dois caminhos,
resquícios do maniqueísmo de que fora adepto: a inserção do ser humano é ou
na cidade do Bem ou na do Mal.
E, para além de seu tempo, o que restaria da doutrina agostiniana original
das duas cidades? Várias importantes mutações. Por exemplo, a posteridade
de Agostinho lentamente foi associando e limitando a Cidade de Deus à Igreja,
que “na perspectiva agostiniana autêntica era somente a parte peregrina,
trabalhando no tempo para recrutar cidadãos para a eternidade” 16 .
Simultaneamente, houve a tendência em se confundir a cidade terrestre de
Agostinho com uma cidade temporal e política (com os Estados, ou com as
nações).
Mais significativo ainda é que a questão das duas cidades irá se transmutar
no problema do embate entre o poder espiritual e temporal, na luta entre o
poder dos papas e dos príncipes. Desse modo, o conflito das duas cidades
arrasta-se, projeta-se da eternidade para o tempo. Descendo a sociedade dos
seres humanos do céu para a terra, a questão que se colocava então era a de
saber qual dos dois poderes exerceria uma supremacia.
A partir daí, quais os outros formatos que as duas cidades teriam adquirido?
De Agostinho muitos séculos se passaram até nos depararmos com aquele que
reelaborou o problema: o inglês franciscano Roger Bacon.
16
Étienne Gilson, ob. cit., p. 72.
372
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
3. Em direçāo a uma sociedade universal?
Roger bacon e a republica fidelium
Roger Bacon contribui para a transformação da noção de sociedade
agostiniana através da Republica fidelium. De duas sociedades itinerantes do
tempo à eternidade, passa-se agora, no salto de mais de oito séculos, à
concepção de uma sociedade temporal.
O franciscano inglês concebeu a idéia de um povo universal cuja
cidadania seria aberta a todos, na condição de partilharem a mesma fé, a cristã.
Essa concepção em parte lembra a de Agostinho, no entanto a República dos
fiéis na qual Bacon pensa difere da Cidade de Deus: é uma República, “senão
deste mundo, pelo menos neste mundo”17.
A Republica Fidelium não é nem a Cidade de Deus e nem a Igreja, não se
confunde com ambas (a elas são atribuídos fins distintos), mas também não se
separa da Igreja, isto é, está sob seus cuidados. A Igreja prepara a chegada da
Cidade de Deus, seus habitantes são um povo temporal conduzido pela
sabedoria cristã, em vista da busca dos bens de que podem fruir no tempo.
Roger Bacon, em sua percepção a respeito da formação e da possibilidade
de organização do povo cristão superou seus contemporâneos. Ninguém no
séc. XIII (nem S. Boaventura, nem S. Tomás, por exemplo) refletiu sobre a
sociedade temporal cristã cujo nascimento tornou-se inevitável. Em Roger
Bacon está presente, ao contrário, a temática do povo cristão, cujo chefe é o
papa que o governa pela sabedoria.
Com a Republica fidelium de Bacon estaria posta, de modo preciso, uma
realidade até então vaga e confusa, chamada por seus contemporâneos de
Cristandade, isto é, a sociedade temporal difusa composta pelos fiéis de todas
17
Étienne Gilson, ob. cit., p. 73.
373
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
as partes e de todas as raças. Uma República mundial? Sim, mas não
‘universal’, uma vez que inclui apenas cristãos18.
Enfim, com Bacon o que está em jogo é o problema da organização
temporal do povo cristão. A sabedoria serve à República cristã a fim de provêla com bens temporais que lhes são necessários (ordenação do povo
empenhado na busca de bens em vista de fins temporais que lhes são próprios).
Nenhuma parte da terra estaria alheia a sua influência. Ela seria, sem dúvida,
herdeira da Cidade de Deus de Santo Agostinho.
Consideraçōes finais
No decorrer deste artigo, foram apresentadas algumas reflexões sobre o
alcance da ideia de sociedade universal em Agostinho e em Roger Bacon.
Mencionou-se também a sociedade contemporânea, que se apresenta, nos
termos de Lima Vaz19, como a primeira civilização mundial.
Somente à civilização ocidental foi dado tornar-se uma sociedade
universal, na medida que se trata de uma civilização de caráter mundial. Sua
expansão global implica a difusão de um corpo de conhecimentos, técnicas e
cultura específicos. Evidentemente aqui se está longe da idéia de Agostinho,
ou de Roger Bacon: o contexto atual é o da secularização. No entanto, ficam
algumas interrogações.
A pandemia covid-19 nos mostrou algo do modus operandi da sociedade
mundial contemporânea e suas mazelas (efeitos em escala planetária e crise
em escala planetária). Se na concepção de uma sociedade universal há algo de
grandioso, enorme também é a crise dessa primeira civilização universal,
apontada como a crise de uma sociedade mundial que vive a dissolução de seu
18
19
Étienne Gilson, ob. ci.t, p. 77.
Henrique Cláudio de Lima Vaz, ob. cit., p. 167.
374
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
universo ético. O que nos remete, à título de conclusão, ao diagnóstico de H.
L. Vaz:
“… a primeira civilização universal mostrou-se aparentemente incapaz de
dotar o ethos tradicional do seu núcleo originário – o ethos da cultura
clássico-cristã- de um dinamismo que o integrasse ao enorme crescimento
do seu corpo histórico …. É pois, imperativo que nos interroguemos sobre
as causas dessa dramática experiência que envolve os homens da primeira
civilização universal e que pode ser caracterizada como experiência da
incapacidade radical de vir a constituir-se como comunidade ética, ou de
viver um ethos comunitário …”20.
Será possível avançar nos moldes de uma sociedade universal sem termos
a experiência de uma comunidade ética?
20
Henrique Cláudio de Lima Vaz, ob. cit., pp.167-171
375
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
376
O Palácio da Memória
no Livro X das Confissões de Santo Agostinho
João Antonio Veiga Bizerra1
UNESP, Brasil
Introdução
Mas algo existe que trago à memória e me dá esperança:
a misericórdia do Senhor não termina, e sua compaixão não se acaba.
(Lamentações 3,21-25)
O palácio da memória, uma imagem bem interessante na qual Agostinho
de Hipona utiliza para expressar de modo alegórico toda capacidade e
amplitude que a memória possui em si mesma; na memória podemos
encontrar inumeráveis lugares repletos de informações e conhecimentos
(campi), tesouros e imagens guardadas com esmero, como também grutas
sombrias onde abrigam os instintos animalescos (antris), e cavernas
tenebrosas onde repousam nossos esquecimentos (cavernis), lembranças dos
pecados e a busca pela graça divina.
O filósofo cristão, mesmo tendo conhecido a seita dos Maniqueus2, e as
obras dos Acadêmicos (neoplatônicos), não pretende aprofundar a Teoria da
Reminiscência, como se o conhecimento que temos das ideias são
Mestrando do Curso de Pós-Graduação em Filosofia da Universidade Estadual
Paulista (Unesp), Marília-SP-Brasil.
2
Em decorrência de algumas acusações donatistas que Agostinho teria permanecido
um criptomaniqueu, ou seja, um Maniqueu velado, escondido, disfarçado (Frederick
Van Fleteren, Confissões [verbete], in A. Fitzgerald, Agostinho através dos tempos:
uma enciclopédia, São Paulo, Paulus, 2018, p. 260).
1
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RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
consequência das lembranças e memórias de uma outra vivida na realidade
terrena; mas a partir da leitura e conhecimento da fé cristã, inicia uma
reinterpretação intitulada de Teoria da Iluminação3, onde o Logos Divino
ilumina a mente da pessoa que deseja se aproximar da verdade, e assim quanto
mais próxima da luz divina, mais iluminada esta pessoa se torna, e mais
próxima da beatitude e da vida na graça.
O grande interesse do Hiponense pelo tema da memória, vai amadurecendo
no decorrer do tempo e com isso, há uma melhor compreensão sobre o
assunto, por isso neste artigo a memória será o objeto analisado, através dos
relatos e informações percebidas sobre o que consiste ser a memória na
perspectiva agostiniana, destacando de modo específico o que se encontra no
Livro X das Confissões.
Na primeira secção tomando o Livro X das Confissões de Santo Agostinho,
onde está proposto o tema da memória, adentrando na intimidade do Palácio
da Memória, em busca de encontrar conhecimentos verdadeiros, iluminados
pela luz da graça divina, para alcançar a bem-aventurança, e
consequentemente encontrar-se com o próprio Deus; e não apenas como
objetos cujas percepções são trazidas a memória pelos sentidos, afetando a
mente humana ou pelas experiências vividas, onde são retidas informações
sobre coisas e situações vivenciadas; ou ainda, aprendidas através da
assimilação de conceitos e ideias transmitidas por outrem.
Já na secção dois, será destacado o movimento da vontade em apresentar
para visão interior os objetos captados, para analisar cada uma das imagens na
memória por meio das recordações, as tentativas de forçar a mente em busca
de encontrar algumas lembranças; e a situação do esquecimento, não
conseguindo acessar a composição das imagens necessárias para recordar as
coisas e situações que foram retidas no receptáculo da memória. Este paradoxo
“Para Agostinho, a memória é o lugar da iluminação divina e é no interior de sua
teoria da memória que ele ultrapassa de modo significativo seus predecessores
estoicos e platônicos” (Robert Crouse, Conhecimento [verbete], in A. Fitzgerald,
Agostinho através dos tempos: uma enciclopédia, São Paulo, Paulus, 2018, p. 265).
3
378
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
entre recordações e esquecimentos, são situações que acontecem no
movimento do pensamento (cogito), onde se dá a comunicação e o
entendimento, entre a memória e as imagens.
A última parte diz respeito ao princípio da vontade no ser humano e seu
desejo inquieto de se encontrar com Deus. A vontade humana em si mesma
procura insistentemente e como único fim, alcançar a beatitude. A plenitude
da satisfação é estar na presença e repousar no próprio Deus.
1. O Palácio da Memória (lata praetoria memoriae)
Depois de perguntar para as criaturas quem era Deus, e cada uma delas
“dizer” que não são Deus, são apenas criaturas; Agostinho afirma que fará uso
das forças da sua natureza humana, e iniciará uma escalada, degrau a degrau,
com o escopo de alcançar até Aquele que o criou4. Ao contemplar as criaturas,
e reconhecer a beleza da criação, Agostinho reconhece a marca do seu Criador.
Neste translado, em escala transcendente, o Hiponense afirma chegar na
memória, e a compara de maneira metafórica a um grande palácio (lata
praetoria memoriae), uma ampla sede, lugar onde se encontram inumeráveis
tesouros e imagens recebidos e captados pelas percepções dos sentidos. Não
que seja um lugar físico, mas a memória é um entrar na própria interioridade,
e percorrer os espaços metafísicos da mente.
O filósofo cristão, depois de subir e chegar aos campos e portais da
memória, entra no palácio, e encontra inumeráveis imagens de todos os tipos
trazidas pelos sentidos até a sua visão interior, ou o rosto da memória (facie
recordationis meae): “Estão aí armazenadas o que quer que pensemos”5, e
com a mão do espírito vou selecionando as imagens que quero, algumas vem
“Transibo ergo et istam naturae meae, gradibus ascendens ad eum, qui fecit me”
(Confissões X, 8. 12).
5
“Ibi reconditum est, quidquid etiam cogitamus” (Confissões X, 8. 12).
4
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RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
com facilidade e de modo ordenado, outras saltam repentinamente como se
dissessem: “Não somos nós que você está procurando?”.
Todas as sensações e percepções dos próprios sentidos são classificados e
distintos, conferindo uma identidade, nomeando aquela experiência
fenomênica, aglutinando cada umas das afeções e informações; tudo fica
guardado no grande receptáculo da memória, para que sejam recordadas e
disponíveis quando houver necessidade. São apenas imagens que ficam
armazenadas, e não os objetos em si mesmos.
Assim é possível no grande Palácio da Memória, conforme a própria
vontade, recordar as percepções que foram reunidas e acumuladas pelos outros
sentidos; e é lá que se encontra consigo mesmo, as lembranças dos
sentimentos e ações realizadas no tempo e no espaço; estão também presentes
todos os conhecimentos recordados, aprendidos ou pela experiência própria
ou pela crença no testemunho de outrem6.
Além da memória sensitiva, existe também a memória intelectiva, onde se
encontram os conhecimentos aprendidos nas artes liberais, ou seja, noções de
literatura, dialética, oratória. E por fim, as noções matemáticas e as regras
inumeráveis dos números e das dimensões, não ficando retidos na memória as
imagens dos números em si, mas sim o conceito formado pelo valor abstrato
e quantificável no qual podem ser representados nas coisas.
O ato de pensar consiste em trazer à mão do coração (manu cordis), as
imagens trazidas dos receptáculos da memória e assim juntá-las, formando na
mente o ato de pensar e conhecer a partir das ideias que permeiam a memória,
buscadas por meio da vontade.
Santo Agostinho, Confissões. De magistro [Confessionum, Libri Tredecim. Do
Mestre] 2.ed. São Paulo, Abril Cultural, 1980, X, 8.14.
6
380
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
2. Recordações, Lembranças e Esquecimentos
Ao entrar no Palácio da Memória, por ser um espaço metafísico, tão amplo
que o filósofo africano nomeia de forma alegórica com diversos termos
significativos: Tesouro, Palácio, Campo, Templo, Ventre da Alma: são
analogias utilizadas por Agostinho.
Quando se diz algo, vem a recordação a imagem deste objeto, não o objeto
físico em si mesmo, mas a sua imagem retida na memória, e onde foi
significado o nome para aquele objeto presente como imagem na memória.
Agostinho começa a refletir sobre o que seriam as recordações e lembranças
que guardamos e retemos na própria memória7, e o que seria então o
esquecimento, a ausência desta imagem, este lapso?
Como é possível conhecer e lembra-se do conceito e da palavra
esquecimento, e mesmo assim reconhecer o som da palavra e recordar o que
ela exprime? “Quando me lembro do esquecimento, estão ao mesmo tempo
presentes o esquecimento e a memória: a memória que faz com que me
recorde, e o esquecimento que lembro”8. Então, chega-se à conclusão que a
memória retém em si mesmo o esquecimento.
O esquecimento fica impresso na memória pela imagem do esquecimento,
e não por si mesmo; mas para isso fosse possível, foi necessário que se
passasse pela experiência de esquecer algo, mesmo que procurando com toda
vontade, vasculhando cada cômodo e espaço da memória, e não conseguisse
encontrar o que procurava.
Diante deste mistério inexplicável e de difícil compreensão, no qual
Agostinho dedicou muito trabalho e suor, a solução encontrada por ele foi:
Confissões X, 15.23.
“... cum vero memini oblivionem, et memoria praesto est et oblivio, memoria, qua
meminerim, oblivio, quam meminerim”; Confissões X, 16.24.
7
8
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“estou certo de que me lembro do esquecimento, que nos varre da memória
tudo aquilo de que nos lembramos”9.
Citando a parábola que Jesus contou sobre a mulher que perdeu uma
dracma10, onde aquela acendeu uma lanterna, varreu e organizou a casa,
procurando diligentemente até encontrar a moeda perdida. O Doutor da Graça
afirma que a mulher só reconheceu a sua moeda perdida porque ela conhecia
qual moeda havia perdido. Esta personagem feminina, arquétipo da alma
humana, que busca na casa da memória, varre e procura diligentemente o
objeto, ou a imagem que está procurando; e quando encontra, se enche de
alegria porque encontrou e reconheceu o que estava procurando e que estava
gravado em sua memória. Com isso, nosso conhecimento é condicional no
sentido que se faz necessário uma inter-relação entre o objeto a ser conhecido
e o sujeito que deseja conhecer; assim, “nosso conhecimento depende
completa e radicalmente da memória de si e da memória de Deus”11.
Na memória também jazem pensamentos que não acabam sendo acessados
com frequência, ficando as vezes uma vaga lembrança; como também o
próprio esquecimento, pode absorver e sepultar os objetos que os sentidos
formaram em nossa mente. Por isso, que no sentido bíblico, dizer que “não
conheço”, significa a inexistência, aquilo que não faz parte da minha
intimidade e interioridade.
No entanto, há um no ato de lembrar um desejo, uma vontade de trazer a
memória a imagem de um objeto. Este princípio do ato da vontade que
predispõe o ser humano no itinerário de encontrar-se com Deus, e usufruir da
sua plenitude e misericórdia que será examinado na próxima secção.
“... etiam ipsam oblivionem meminisse me certus sum, qua id quod meminerimus
obruitur”, Confissões X, 16.25.
10
Evangelho de Lucas 15,8.
11
Crouse, ob. cit., p. 265.
9
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PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
3. A vontade do ser humano em se encontrar com Deus.
Agostinho depois de citar a situação da dracma perdida, e a alegria ao ter
encontrada depois de uma procura atenta e iluminada pela lamparina, constata
que a alma humana está inquieta porque perdeu algo muito valioso, e este algo
fez com que se sentisse com sentimento de perda, esquecimento, e com
vontade de reencontrar o que está faltando na sua vida.
Observamos aqui que a alma contata na sua busca que esqueceu de algo
que não deveria ter esquecido, pois está fazendo muita falta na sua vida; então,
iluminado pelo exemplo da mulher da parábola, Agostinho acende a lamparina
da fé para entender melhor, e começa diligente a procurar o que está faltando,
para reconquistar a alegria e a plena felicidade na sua vida.
O filósofo cristão deseja transpor a memória, o pensamento e a vontade, e
encontrar a plenitude em Deus, o Criador e sentido pleno de todas as coisas,
na mais perfeita harmonia, equilíbrio e essência12. Desejo de transpor a
memória para se encontrar com Deus; pois Deus está além da memória.
A força da vontade é o impulso da alma, no qual faz a pessoa tender para
esta ou aquela direção13. Por isso, faz-se mister estar atento que o sujeito só
consegue emergir da memória, e trazer a própria consciência aquilo que ele
deseja se recordar.
Quando a alma se recorda da vida feliz, conhece o que significa felicidade,
irradia de alegria o seu coração; e “onde e quando experimentei a vida feliz,
para a poder recordar, amar e desejar?”14. Então, todo ser humano
experimentou e gravou em sua memória o que é felicidade e reconhece a
alegria só de escutar o som desta palavra.
A Trindade, XI, 6.10; 7.12a.
Rogério Miranda Almeida, A memória, o esquecimento e o desejo, São Paulo, Ideias
& Letras, 2016, p.193.
14
“Ubi ergo et quando expertus sum vitam meam beatam, ut recorder eam et amem et
desiderem?”, Confissões X, 21.31.
12
13
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Portanto, “a vida feliz consiste em nos alegrarmos em Vós, de Vós e por
Vós.”15. É fato que no Livro VIII das Confissões de Santo Agostinho, ele faça
uma reflexão sobre as duas vontades que dilaceram e dividem a alma humana,
a vontade da perversão, mais conhecida como luxúria, consequência da
concupiscência; e a vontade do encontro e gozo da presença de Deus, uma
vontade espiritual, provinda do livre arbítrio e iluminação da graça divina.
No entanto deve-se observar o risco no qual o filósofo africano alertou
sobre a influência do pensamento dualista da seita dos Maniqueus, onde
afirmava, existir duas naturezas, uma boa vinda de Deus, e uma vontade má,
vinda do Inimigo, que num combate eterno, se opõem numa luta constante.
Agostinho permaneceu por dez anos como membro participante da seita dos
“falsos mediadores” (X, 42.67), mas neste momento das suas confissões, ele
precisa afirmar sua fé católica, desvincular-se do seu passado de vida, pois
encontrou a Verdade que ilumina todo o homem, o próprio Logos ensinando
e iluminando sua alma para alcançar a plenitude.
“Deus está na memória [...] dignastes-Vos habitar na minha memória,
desde que Vos conheci”16.
“Eis que habitáveis dentro de mim, e eu lá fora a procurar-Vos! [...]
Estáveis comigo, e eu não estava convosco!”17.
A realidade do pecado originou deixou este estigma em todo ser humano,
e por isso, toda pessoa no mais íntimo da sua essência, traz em si a memória
da lembrança do Paraíso, como era bom estar com Deus no Jardim do Éden.
Este sentimento de lapso, esquecimento, é o sentimento de saudade de retornar
para o Criador, descansar em Deus na paz eterna. A partir desta iluminação,
Agostinho procura incansavelmente buscar a Deus; transcendendo ele
encontra o próprio Deus que habitava na sua memória, quando ainda não
“...et ipsa est beata vita, gaudere ad te, de te, propter te”; Confissões X, 22.32.
“Deus in memoria invenitur [...] dignatus es habitare in memoria mea, ex quo te
didici”; Confissões X, 24.35; 25.36.
17
“Et ecce intus eras et ego foris et ibi te quaerebam [...]. Mecum eras, et tecum non
eram”; Confissões X, 26.37; 27.38.
15
16
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PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
conhecia a Deus. “Eis que habitáveis dentro de mim, e eu lá fora a procurarVos!”.
Ao observar o mais íntimo do seu interior, o coração inquieto de Agostinho,
eleva um questionamento à Deus: “Quando é que Vós, ó Verdade, me não
acompanhastes para me ensinardes o que havia de evitar e o que devia desejar,
todas as vezes que Vos consultei?”18. O acompanhamento da presença divina
com o intuito de ensinar o que se deveria evitar, no caso os vícios da
concupiscência da carne, e a vontade orientada para os prazeres terrenos; e o
que deveria desejar, a vida beatífica e o deleite eterno em Deus, o Criador, que
revela toda a Verdade e a ordem de todas as coisas para que alcancem a
perfeição da sua essência.
O verdadeiro mediador entre Deus e os homens é Jesus Cristo, revelado
pela misericórdia divina como intermediário entre os mortais pecadores e o
Justo Imortal, “com razão n'Ele coloco toda a minha firme confiança”19.
Na primeira carta de São Paulo à comunidade de Corinto, o Apóstolo
recorda as palavras que recebeu e transmitiu aos cristãos, recordando a cena
da última ceia com Jesus Cristo, quando naquela noite em que seria entregue,
pegou o pão e o vinho, agradeceu e entregou aos discípulos, dizendo que era
o seu corpo e sangue de nova aliança para perdão dos pecados, e por fim
recomendou: “Fazei isto em memória de mim”20.
Naquele Ágape, o próprio Senhor Jesus, pediu aos seus seguidores que
fizessem memória perpétua da entrega do seu corpo e do seu sangue
derramado, para o perdão dos pecados e o ressurgir para uma nova vida, a
nova criatura, o novo Adão. É “co-memor[ia]-ação”, ou seja, o fazer memória,
o recordar das lembranças dos ensinamentos e convivência com o Mestre, é
Confissões X, 40.65.
“Merito mihi spes valida in illo est”, Confissões X, 43.68.
20
“Hoc facite in meam commemorationem”, 1 Cor 11,24.26.
18
19
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deixa-se transformar para nova vida numa conversão constante, num
aproximar-se da luz divina e aprender da sua sabedoria eterna.
Agostinho reafirma que ele não faz parte mais da mesa dos neoplatônicos,
não compartilha dos seus ritos pagãos, não compactua mais com esta seita
herética; e evidência a sua conversão, e busca incansável para estar sentado
na ceia com o Mestre Divino, que ilumina o seu interior com sabedoria,
mostrando a verdade, e oferecendo misericórdia e perdão, para quem tem
vontade de nascer para vida da Graça, e “com-viver” no descanso perene com
o próprio Deus.
Trazer a memória a presença daquele que amamos, satisfaz e traz muita
paz ao coração inquieto, pois a vontade encontrou o que procurava, estar
diante daquele que fez tudo o que existe, o próprio Deus, então pode repousar
na plena beatitude.
Considerações finais
A amplitude do Palácio da Memória e do grande campo, contém em si as
diversas experiências e vivências que o ser humano na sua existência acaba
perpassando, coletando e organizando as informações no grande receptáculo
da memória; e este processo da vontade em selecionar as imagens e apresentálas a face da alma, proporciona novas aprendizagens e junções de
conhecimentos, através do pensamento e reflexão.
O reconhecimento de que o ser humano pode passar pelo esquecimento,
faz com que tenha contato com suas misérias e contingências humanas, mas
também instiga sua vontade em procurar superar os desafios, acender uma
lamparina, consultar o Mestre Interior, e transcender chegando à
contemplação e encontro com o próprio Deus Criador.
E a vontade da alma humana em buscar a verdadeira vida feliz, deixando
os hábitos maus, aprendendo a fazer o bem, deixando-se iluminar pela luz
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PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
divina, numa conversão constante, tornará o ser humano mais apto a alcançar
a plena felicidade e o aperfeiçoamento com sua essência.
Depois deste itinerário da alma, adentrando o Palácio da Memória, o ser
humano na mais profunda intimidade, se depara e se encontra com o próprio
Deus; e esta experiência transforma toda sua vida, o transcendendo para vida
divina, iluminado pela graça, e confessando suas misérias e pecado, e sempre
esperando e confiando na misericórdia e no amor de Deus. Estar “com-forme”
a vontade de Deus, a plenitude da imagem do Criador, transformar-se em um
homem novo!
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O Tratado do Tempo em Santo Agostinho
Juliana das Neves Correa Marques
Univ. do Espirito Santo, Brasil
O paradoxo do tempo
“O que é, por conseguinte, o tempo?”1 esta é uma indagação que aflige o
pensamento de Agostinho “Se ninguém me pergunta, sei; se quiser explicar a
quem pergunta, não sei” (XI, 14, 17). Para esse questionamento, ao iniciar a
leitura do livro XI das Confissões sobre o tempo, não se sabe se o santo cristão
irá conseguir formular uma explicação rápida e fácil, pois é perceptível que,
assim como para os pensadores anteriores a Agostinho foi difícil definir o que
o tempo é, o autor de Confissões também encontra muita dificuldade ao tentar
desvendar este enigma.
Em sua meditação sobre o tempo, Agostinho encontra-se encurralado por
dois lados. Um lado que tende para o não ser do tempo, pois, para ele o futuro
ainda não é, o passado já não é e o presente não tem permanência. Por outro
lado, Hipona encontra-se cercado pelo uso quotidiano da linguagem que nos
força a admitir que, de uma maneira que não se sabe explicar, o tempo é. Em
Confissões, a linguagem vai ser o guia de investigação de Agostinho:
Ele “vai reiteradamente à linguagem ver o que ela já diz, para deste
modo se orientar, embora sem prejuízo de a ter de superar se e quando
a evidência o exigir. Se ela com efeito exprime a nossa experiência, e o
tempo tem nesta um lugar central, nada mais natural que a linguagem
diga já muito do que ele é; mas, fruto dessa mesma experiência, também
1
“quid est enim tempus?” (XI, xiv, 17).
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RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
ela se engana, pelo que deverá ser corrigida quando for o caso, para
além de aperfeiçoada na sua explicitação” 2.
Segundo Soares3, a linguagem humana está cheia de marcas daquilo que
chamamos de tempo; todos sabemos que o tempo existe e compreendemos o
que é, quando falamos dele temos a impressão de que ele tem ser, mas não
conseguimos defini-lo. Apesar de a linguagem ser o guia da análise de
Agostinho, ao confessar não saber responder o que é o tempo quando alguém
lhe pergunta4, Agostinho demonstra que a linguagem é um recurso impotente
para definir o tempo, pois nela encontra-se a dificuldade de explicar o modo
de ser das três formas de tempo: o passado, presente e o futuro; pois elas
aparentemente não têm ser:
“O tempo está seguramente ligado a uma passagem –sabemos que se
nada passasse, não havia tempo passado, se nada adviesse, não haveria
tempo futuro e, se nada existisse presentemente, não haveria tempo
presente– , todavia, este fluxo confronta-se com dificuldades de caráter
paradoxal: como é que existem o passado e o futuro, uma vez que o
passado já não é e o futuro ainda não é? Quanto ao presente, se
permanecesse sempre e não fluísse para o passado, já não seria presente,
mas eternidade. Logo, se ele para existir tem que passar, ou seja, tem de
deixar de existir, não podemos dizer que existe. Conclui-se que o
fundamento da existência do tempo é a sua tendência para a não
existência, o que resulta num paradoxo ontológico que torna o tempo
inapreensível”5.
José Reis, “O Tempo em Santo Agostinho”, Revista Portuguesa de Filosofia, 44,
Faculdade de Filosofia, Braga, 1998, p. 323.
3
Martinho Tomé de Almeida Soares, Tempo, Mythis e Praxis: O diálogo entre
Ricoeur, Agostinho e Aristóteles. Edição Fundação Eng. António De Almeida.
SerSilito Porto – Portugal , 2013, p. 60.
4
“Se ninguém mo perguntar, eu sei o que é, mas, se tentar explicar a alguém que mo
pergunte, eu já não sei” (XI, xiv, 17).
5
Martinho Tomé de Almeida Saores,. Tempo, Mythis e Praxis cit., pp. 60-61.
2
390
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Dessa maneira, a incapacidade de a linguagem explicar o que o tempo é,
resulta na aporia do ser e do não-ser do tempo que irá gerar uma outra aporia,
a da medição do tempo, pois como se pode medir aquilo que não existe?
Apesar disso, Agostinho ainda recorre a linguagem porque ela atesta o fato de
medirmos os tempos, mesmo sendo limitada porque não sabe explicar como é
que medimos o que não é:
“Contudo, dizemos tempo longo ou breve, e isto, só o podemos afirmar
do futuro ou do passado. Chamamos “longo” ao tempo passado, se é
anterior ao presente, por exemplo, cem anos. Do mesmo modo dizemos
que o tempo futuro é ‘longo’, se é o posterior ao presente também cem
anos. Chamamos ‘breve’ ao passado, se dizemos, por exemplo, há dez
dias’; e ao futuro, se dizemos ‘daqui a dez dias’. Mas como pode ser
breve ou longo o que não existe? Com efeito, o passado já não existe e
o futuro ainda não existe. Não digamos: ‘é longo’; mas digamos do
passado: ‘foi longo’; e do futuro: ‘será longo’”6.
Se o passado já não existe e o futuro ainda não aconteceu, Agostinho irá
concentrar-se no presente, pois só esse passa a impressão de duração, duração
esta que pode ser percebida e medida pela alma: “vejamos, pois, ó alma
humana, se o tempo presente pode ser longo: pois que te foi dada a capacidade
de perceber (sentire) e medir (metiri) a sua duração (moras)”7. Todavia,
mesmo que Agostinho passe a concentrar-se no presente, ele percebe que o
problema da medição do tempo persiste, pois, o presente se levado a fração
mínima, também não tem extensão:
“et tamen dicimus longum tempus et breue tempus neque hoc nisi de praeterito aut
futuro dicimus. praeteritum tempus longum uerbi gratia uocamus ante centum annos,
futurum itidem longum post centum annos, breue autem praeteritum sic, ut puta
dicamus ante decem dies, et breue futurum post decem dies. sed quo pacto longum est
aut breue, quod non est? praeteritum enim iam non est et futurum nondum est. non
itaque dicamus: longum est, sed dicamus de praeterito: longum fuit, et de futuro:
longum erit”. (Agostinho, Confissões, XI, xv, 18).
7
“Videamus ergo, anima humana, utrum praesens tempus possit esse longum: datum
enim tibi est sentire moras atque metiri”. (Agostinho, Confissões, XI, xv, 19).
6
391
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
“Se se puder conceber algum tempo que não seja suscetível de ser
subdividido em nenhuma fração de tempo, ainda que a mais minúscula,
esse é o único a que se pode chamar presente, mas este voa tão
rapidamente do futuro para o passado que não se estende por nenhuma
duração. Na verdade, se se estende, divide-se em passado e futuro: mas
o presente não tem extensão alguma”8.
Portanto, o presente só seria realmente presente se fosse reduzido a um
instante indivisível, pois somente o que já não pode ser dividido, por mais
menores que sejam as parcelas, pode ser o presente; e, por consequência, não
ter nem futuro nem passado. Assim, por não ter extensão e consistência, o
presente fica totalmente impossibilitado de ser medido
Em relação ao futuro, Agostinho concluiu a mesma coisa a respeito do
presente, isto é, só poderia ser longo no momento presente, mas como podese ver, o presente, o único tempo que a priori podia ser medido e sentido pela
alma, não tem extensão, logo, “se nenhum tempo tem extensão, nenhum tem
um intervalo que possa ser medido, nenhum existe e, por conseguinte, a ideia
de três tempos é falsa. Temos assim a existência das três formas tradicionais
de tempo comprometidas”9.
Apesar disso, mesmo que a tentativa de desvendar o enigma do tempo seja
muito complexa, Agostinho segue em busca por respostas para este mistério.
E, novamente, motivado pela experiência humana da linguagem, que
contradiz a teoria de que a ideia de três tempos é falsa, considera que a solução
passa a ser encontrar o modo de existência desses tempos.
“si quid intellegitur temporis, quod in nullas iam uel minutissimas momentorum
partes diuidi possit, id solum est, quod praesens dicatur; quod tamen ita raptim a futuro
in praeteritum transuolat, ut nulla morula extendatur. nam si extenditur, diuiditur in
praeteritum et futurum: praesens autem nullum habet spatium”. (Agostinho,
Confissões, XI, xv, 20).
9
Soares, ob. cit., p. 63.
8
392
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Agostinho começa por verificar que o que nós medimos não pode ser o
passado e nem o futuro, pois um e outro não existem, mas sim os tempos que
passam. “Quando, pois, o tempo está a passar, pode sentir-se e medir-se,
quando, porém, tiver passado, não pode, porque não existe”10. Logo, é possível
notar que este tempo que passa é, justamente, o presente, aquele que
anteriormente tínhamos concluído que não tem extensão e, por causa disso,
não podia ser medido. Assim, o que Agostinho faz é substituir a noção de
presente pela de passagem ou de transição, provisoriamente.
No entanto, o enigma ainda parece insolúvel e, o pensador, com a intensão
de confirmar a ideia de que o que nós medimos é o passado e o futuro, logo
suspende a ideia de presente como passagem e retorna à conclusão anterior da
ausência de extensão no presente, pois, para continuar sua pesquisa, é
necessário recuperar o ser desses tempos, que foi negado muito cedo. Para
retomar a asserção de que nós medimos os tempos quando passam, Agostinho
terá que resolver o paradoxo inicial do ser e do não-ser do tempo de novo.
Assim, Agostinho recorre novamente a linguagem, pois, por meio dela,
narramos coisas passadas e prevemos coisas futuras, como ensinaram-nos
quando éramos crianças, ensinaram-nos que há três tempos e não apenas o
presente. Assim, o santo cristão interrogasse sobre onde é que estão as coisas
futuras e as coisas passadas, e a resposta a esta questão significa um grande
passo em direção à solução final. Hipona assevera que independentemente de
onde quer que elas existam, aí não podem ser futuras nem passadas, mas
apenas presentes, pois, se aí estiverem como passado já não existem e se aí
estiverem como futuro ainda não existem. Agostinho, então, afirma:
“Ainda que se narrem, como verdadeiras, coisas passadas, o que se vai
buscar à memória não são as próprias coisas que já passaram, mas as
palavras concebidas a partir das imagens de tais coisas, que, ao
passarem pelos sentidos, gravaram na alma como que uma espécie de
“Cum ergo praeterit tempus, sentiri et metiri potest” (Agostinho, Confissões, XI,
xvi, 21).
10
393
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
pegadas. Até a minha infância, que já não existe, existe no tempo
passado, que já não existe; mas vejo a sua imagem no tempo presente,
quando a evoco e descrevo, porque ainda está na minha memória”11.
Para Soares, Agostinho confirma que tudo aquilo que existe é presente,
ainda que possa parecer passado. Agostinho acredita que o que existe não é o
acontecimento passado mas simplesmente uma imagem dele, que está residido
na memória da alma, onde ficou impressa na passagem dos acontecimentos.
Sobre o futuro, Agostinho conclui que, ainda que não possamos premeditar o
futuro a partir das imagens deixadas pelos acontecimentos passados, devido
ao caráter sempre incerto de tudo o que está por vir, as premeditações que
fazemos do futuro são feitas no presente. A ação que premeditamos do futuro,
ainda não existe, porque é futura. Premeditamos, então, não com base em
impressões, mas a partir de causas ou sinais presentes de acontecimentos que
poderão ocorrer e que, deste modo, são antecipados, “pré-vistos”, “pré-ditos”,
“pré-anunciados12. Para confirmar a sua afirmação, Agostinho usa a natureza
como exemplo:
“Avisto a aurora: prenuncio que o sol está para nascer. O que avisto é
presente; o que prenuncio, futuro. Não o sol futuro, que já existe, mas
o seu nascimento, que ainda não existe. Todavia também não poderei
predizer o próprio nascer do sol, se não imaginá-lo no espírito, tal como
quando falo dele. Mas nem a aurora que vejo no céu é o nascer do sol,
embora o preceda, nem a imaginação no meu espírito. Essas duas são
divisadas como coisas presentes, para que aquele futuro seja dito
antecipadamente. Portanto, as coisas futuras ainda não existem, e se
ainda não existem, não existem, e se não existem, não podem ser vistas
“quamquam praeterita cum uera narrantur, ex memoria proferuntur non res ipsae,
quae praeterierunt, sed uerba concepta ex imaginibus earum, quae in animo uelut
uestigia per sensus praetereundo fixerunt. pueritia quippe mea, quae iam non est, in
tempore praeterito est, quod iam non est; imaginem uero eíus, Cum eam recolo et
narro, in praesenti tem pore intueor, quia est adhuc in memoria mea”. (Agostinho,
Confissões, XI, xviii, 23).
12
Soares, ob. cit., p. 66, 67.
11
394
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
de modo algum; mas podem ser preditas a partir de coisas presentes que
já existem e são vistas”13.
Esse exemplo leva-nos a concluir que existem tanto coisas passadas como
futuras (não onticamente) e abre caminho para uma resposta que solucione o
paradoxo inicial do ser e não-ser e, consequentemente, da medida do tempo.
“Passado e futuro figurarão doravante como adjetivos (futura e praeterita),
como qualidades temporais que podem existir como presentes – também o
presente se tornou adjetivo plural (praesentia) – sem que as coisas de que
falamos quando as narramos ou predizemos ainda existam ou já existam.” 14.
Esta ideia desenvolvida por Agostinho acerca do tempo, leva o autor, a partir
de agora, a uma retificação de ordem terminológica, que resulta num conceito
de um tríplice presente. O pensador conclui que, na verdade, não existem três
tempos, passado, presente e futuro, mas sim três presentes: o presente do
passado, o presente do presente e o presente do futuro.
“Não existem coisas futuras nem passadas; nem se pode dizer com
propriedade: há três tempos, o passado, o presente e o futuro; mas talvez
se pudesse dizer com propriedade: há três tempos, o presente respeitante
às coisas passadas, o presente respeitante às coisas presentes, o presente
respeitante às coisas futuras”15.
“intueor auroram: oriturum solem praenuntio. quod intueor, praesens est, quod
praenuntio, futurum: non sol futurus, qui iam est, sed ortus eius, qui nondum est:
tamen etiam ortum ipsum nisi animo imaginarer, sicut modo cum id loquor, non eum
possem praedicere. sed nec illa aurora, quam in caelo uideo, solis ortus est, quamuis
eum praecedat, nec illa imaginatio in animo meo: quae duo praesentia cernuntur ut
futurus ille ante dicatur. futura ergo nondum sunt, et' si nondum sunt, non sunt, et si
non sunt, uideri omnino non possunt; sed praedici possunt ex praesentibus, quae iam
sunt et uidentur”. (Agostinho, Confissões, XI, xviii, 24).
14
Soares, ob. cit., p. 68.
15
“quod autem nunc liquet et claret, nec futura sunt nec praeterita, nec proprie dicitur:
tempora sunt tria, praeteritum, praesens et futurum, sed fortasse proprie diceretur:
tempora sunt tria, praesens de praeteritis, praesens de praesentibus, praesens de
futuris”. (Agostinho, Confissões, XI, xx, 26).
13
395
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Segundo Knuuttila, para Agostinho o tempo não pode ser medido no seu
ser objetivo, pois o verdadeiro ser do tempo se situa na alma e a consciência
humana funciona antecipando o futuro, lembrando-se do passado e sendo
consciente do presente através da percepção. Assim, por meio da distensão da
alma temos em nossa memória imagens de coisas que estavam presentes e que
esperamos que estejam presentes. Portanto, temos em nossa alma um presente
do passado, que é memória, e um presente do futuro, que é antecipação ou
expectação16.
No início de sua reflexão, Agostinho partiu das garantias da linguagem que
demonstram a existência do tempo passado, presente e futuro, para afirmar
positivamente a realidade temporal. Contudo, através de um bom trabalho de
raciocínio, acabou por infirmar e contrariar esta segurança proveniente da
experiência e da ação humana. Por isso, Agostinho acaba concluindo que a
linguagem é impotente para explicar a existência dos três tempos, mas, ao
colocar o passado e o futuro no presente, por intermédio da memória e da
expectação, acaba por salvar essa certeza inicial, assegurada pela linguagem,
de que são estes dois tempos que nós medimos. É esta operação que lhe
permite afirmar, novamente, que são três os tempos.
“Existem na minha alma estas três espécies de tempo e não as vejo em
outro lugar: memória presente respeitante às coisas passadas, visão
presente respeitante às coisas presentes, expectação presente respeitante
às coisas futuras. Se me permitem dizê-lo, vejo e afirmo três tempos,
são três”17.
Assim, Agostinho agora entende que o passado e o futuro não existem
onticamente, mas existem no presente como imagem dos respectivos tempos.
E a partir de agora, o seu objeto de estudo vai consistir na determinação do
Simo Knuuttila, “Tempo e criação em Agostinho”. David Vincent e Eleonore Stump
(org.). Agostinho. São Paulo, Editora Ideias & Letras, 2016: 113-130; pp. 128-129.
17
“sunt enim haec in anima tria quaedam et alibi ea non uideo, praesens de praeteritis
memoria, praesens de praesentibus contuitus, praesens de futuris expectatio. si haec
permittimur dicere, tria tempora uideo fateorque, tria sunt.” (ibid.).
16
396
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
modo de existência do passado e do futuro na consciência presente. Após fazer
essas abordagens, Agostinho segue a sua reflexão sobre o tempo e faz a
seguinte afirmação: “Pelo que, pareceu-me que o tempo não é outra coisa
senão distensão; mas de que coisa o seja, ignoro-o. Seria para admirar se não
fosse a da própria alma”18. Aqui ele nos dá sua concepção mais especifica da
medida do tempo: o tempo psicológico, que é a consciência interna a
impressão do antes e do depois que fica gravada na alma que se sucedem e
que são ou foram anteriores em algum momento de sua passagem. Dessa
maneira, com base em sua definição de Distentio animi (extensão da alma),
Hipona traz exemplos a respeito dos sons e vozes para apresentar uma forma
de medida do tempo.
Para dar um último passo em sua meditação sobre o enigma do tempo,
Agostinho desenvolve a ideia de um tríplice presente como distensão e a
distensão como sendo o tríplice presente. Para aí chegar o primeiro exemplo
apresentado é a voz de um corpo a soar, que só podia ser medida enquanto
soava, ou seja, no tempo presente, porque só nesse momento existia o que
podia ser medido, todavia, mesmo nesse momento, ela não parava: ia e
passava. Este exemplo parece afastar-nos ainda mais de uma solução
apaziguadora. Mas é nesta dificuldade que Agostinho parece descortinar uma
pista: “Com efeito, passando, estendia-se por uma extensão de tempo em que
podia ser medida, já que o presente não tem qualquer extensão”19.
Dessa maneira, “a investigação deve centrar-se no tempo que passa
para o passado e não no presente pontual, porque nesse nada pode
existir. Se o tempo não se mede no presente, mas na sua passagem para
o passado, será que ainda se pode dizer que é “ao passar” que se
mede?”20
“Inde mihi visum est nihil esse aliud tempus quam distentionem: sed cuius rei,
nescio, et mirum, si non ipsius animi”. (Agostinho, Confissões, XI, xxvi, 33).
19
“praeteriens enim tendebatur in aliquod spatium temporis, quo metiri posset,
quoniam praesens nullum habet spatium”. (Agostinho, Confissões, XI, xxvii, 34).
20
Soares, ob. cit., p. 82.
18
397
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
O segundo exemplo, apresentado por Agostinho, mostrará que não. “Eis
um outro som que ressoa, suponhamos que ele ainda ressoa: “Meçamo-lo
enquanto ressoa”. Agora é no futuro anterior que se fala de sua cessação, como
se fosse um futuro passado: “Quando tiver parado de ressoar, já será passado
e não será mais algo que possa ser medido. A pergunta do “quanto tempo” é
então formulada no presente. Onde está, então, a dificuldade? Ela resulta da
impossibilidade de medir a passagem quando ela continua no seu “ainda”.
Um terceiro exemplo proposto por Agostinho, serve para fazer a ligação
entre a questão da medida e a do tríplice presente. “O verso Deus Creator
omnium, retirado de um hino de Santo Ambrósio, é formado por oito sílabas,
quatro breves e quatro longas, alternando umas com as outras. Note-se que
uma sílaba longa tem uma duração dupla da sílaba breve; na pronunciação o
autor dá-se conta disso, e é assim, na medida em que o ouvido o percebe
distintamente. Este facto confirma a certeza anterior de que medimos os
tempos. Mede-se a sílaba longa com a breve e apercebemo-nos de que a longa
tem o dobro do tempo da breve. Sendo as sílabas breves e longas por
comparação, não é possível sobrepô-las, como se fossem medidas de espaço.
Com efeito, é preciso reter a breve e aplicá-la à longa. Mas, nesse caso, a
aporia anterior do som permanece válida para as sílabas: como é que se pode
reter o que já cessou? Se medimos uma sílaba longa com a sílaba breve que a
precedeu, a breve teve de deixar de existir para que a longa tenha começo. A
própria sílaba longa tem de cessar para ficar completa. Assim, não
conseguimos medir uma sílaba com a outra a menos que ambas tenham
cessado, e, mesmo assim, Agostinho assegura que as mede e diz que percebe
claramente que uma tem metade do tempo da outra. Esta afirmação convicta
só é possível porque as sílabas já passaram e terminaram. Logo, a aporia
resolve-se se não falarmos das sílabas que já não são ou ainda não são, mas
das suas impressões deixadas na memória e dos seus sinais deixados na
expectativa e assim voltamos à tese do tríplice presente. Dessa maneira, o
problema da medida e, consequentemente, da essência do tempo resolve-se,
398
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
pois, na memória e na expectativa gnosiológicas, o que significa que é em
definitivo na alma que o tempo ocorre” 21.
Santo Agostinho afirma que “é, pois, no espírito que se medem os
tempos”22, mas como é que se medem os tempos no espírito? A resposta é que
se medem-se enquanto aí permanece, depois da sua passagem, a impressão
produzida no espírito pelas coisas que passam: “Meço a impressão que as
coisas, ao passarem, gravam em ti e que em ti permanece quando elas tiverem
passado, e meço-a, enquanto presente, e não as coisas que passaram, de forma
a que essa impressão ficasse gravada”23. Encontrámos no espírito o elemento
fixo que permite comparar os tempos longos e os tempos curtos: com a
impressão, o verbo fundamental não é mais passar, mas sim permanecer.
Medimos já não as coisas que passaram, que são passado e não podem ser
medidas, mas sim a impressão que essas coisas deixaram na alma, e medimola enquanto presente. Os dois enigmas, o do ser/não-ser e o da medida do que
não tem extensão, são desta forma resolvidos ao mesmo tempo24.
Isto posto, vê-se que Santo Agostinho designa o conceito distentio animi
como a solução das aporias da medida do tempo. Porém, com o desenrolar de
sua meditação, o pensador confere um novo sentido à distentio animi, e ela
passa a exprimir de agora em diante a dilaceração da alma, privada da
estabilidade do eterno presente. A intentio, que antes era entendida apenas
como a antecipação do poema inteiro antes da recitação, que o faz transitar do
futuro para o passado, agora passa a ser entendida como a esperança das coisas
últimas, na medida em que o passado a esquecer não é mais apenas a coletânea
da memória, mas a insígnia do homem velho, segundo a imagem desenvolvida
por S. Paulo na sua carta de aos Filipenses, 3, 12-14. Dessa maneira, a
distentio torna-se sinônimo da dispersão na multiplicidade e da errância do
Soares, ob. cit., p. 83.
“in te, anime meus, tempora metior”. (Agostinho, Confissões, XI, xxvii, 36).
23
“affectionem, quam res praetereuntes in te faciunt et, cum illae praeterierint, manet,
ipsam metior praesentem, non ea quae praeterierunt, ut fieret” (ibid.).
24
Soares, ob.cit., p. 84.
21
22
399
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
homem velho, a intentio tende a identificar- se com a unificação com o homem
interior 25.
25
Ibid., p. 105.
400
Poética y filosofía en Agustín de Hipona:
la influencia de Virgilio
Jean Luis Arana Alencastre
UCAL/UTP, Perú
Introducción
La poética para los antiguos griegos era no solo una fuente de placer
sino motivo de educación. Desde el Ion de Platón se puede ver que este
considera a la techné unida a la episteme, es decir al conocimiento1; y, en
cambio, al enthousiasmós como la inspiración a partir de la posesión del
rapsoda por parte de la divinidad que habla a través de aquel. Lo que hace
que esté fuera de sí. Como ocurre con las Bacantes bajo el influjo del dios
Dionisos o de las Coribantes cuando danzan poseídos por la diosa Cibeles
o incluso con Sibila o la Pitia. Entonces, el enthousiasmós sería un regalo
divino que no depende de la voluntad del rapsoda, por ello este sería
incapaz de conocer o dar cuenta de su actividad2. Este, fuera de sí, según
el Sócrates del Ion, haría del poeta un ser sagrado que no podría poetizar
si no está antes inspirado como enloquecido y poseído por las Musas. En
ese sentido, no estaría en su juicio (ouk émphrom estín)3.
Al final de la obra, Sócrates da a escoger a Ion si es que prefiere ser
considerado injusto al no saber explicar o dar cuenta de su arte (techné) o
un ser divino al estar poseído por las Musas. Ion, por supuesto, escoge lo
segundo. Sin embargo, esta manera de considerar separados al arte (techné)
y a la inspiración (enthousiasmós) al parecer es exclusiva y original de
parte de Platón, pues según la tradición ya entre los aedos Demodoco y
1
Javier Aguirre, Platón y la poesía. Ión, Introducción, traducción y comentarios
de Javier Aguirre. Madrid, Plaza Valdés editores, 2013: pp. 55-57.
2
Aguirre, ob. cit., p. 105.
3
Aguirre, p. 51.
401
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Femio que cantaban los poemas de Homero la actividad poética estaba
condicionada tanto por la actividad inspiradora de los dioses como por la
capacidad creativa de los propios poetas sin que entre ellas se encuentre
alguna contradicción o incompatibilidad4. En el comienzo de la Ilíada, por
ejemplo,
“La cólera canta, oh diosa, del Pélida Aquiles,
maldita, que causó a los aqueos incontables dolores,
precipitó al Hades muchas valientes vidasde héroes
y a ellos mismos los hizo presa para los perros…”
(Ilíada, Canto I, 1-5).
Aquí el poeta5 le pide a la diosa6 que cante a través de él la cólera de
Aquiles. Pero no se ve una simple instrumentalización de aquel sino más
bien una compañía y mediación. Asimismo, se muestra que existe un
conocimiento que se transmite al poeta de parte de las Musas (Ilíada, II,
480-492). Pero justamente hay una trasmisión y no solo un uso del poeta.
En la Teogonía de Hesíodo, por su parte, se aprecia la invocación a las hijas
de Zeus para que le otorguen al poeta el “hechizo de su canto” (Teogonía,
104-115). Versos en los que, en ningún momento el poeta es mostrado
como un simple instrumento de las Musas, sino que la poesía es un regalo
de ellas, pero a la vez también una propia composición del aedo.
Como dice Aguirre, el palaiós mythos de las Leyes, 719c, es una
creación propia de Platón7 que va en una dirección distinta a la de la
tradición poética. Desde ese aspecto, cabe la pregunta de por qué
necesariamente el arte (techné) y la inspiración (enthousiasmós) tendrían
que ser opuestos o tendría que establecerse una dicotomía entre ellos, un
vacío.
4
Aguirre, p. 107.
Poeta griego que cantaba de memoria.
6
En otras traducciones se prefiere Musa.
7
Aguirre, p. 110.
5
402
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Para Aristóteles, en cambio, la poética ya era un arte que se constituía
por imitación; aunque dice algo similar a lo dicho por Sócrates: que se
realiza haciendo uso del ritmo, de la palabra, de la armonía, bien por
separado, bien mezclándolos (Poética 1447 a). Así, Aristóteles incluye a
la poética ya en el arte, y aunque aún tendría un rango menor que la
filosofía, ya no entraba tanto en disputa con ella.
Los poetas en Roma
Ahora bien, ya en el mundo romano, dice Varro, que los poetas fueron
aquellos que crearon expresiones, dando nombres a las cosas, cambiando
las inflexiones y percibiendo y articulando el significado. De acuerdo con
ello escribió:
Los Poetas dicen que una ardiente semilla cayó del cielo al mar y que
Venus nació de la espuma, de la mezcla del fuego y humedad; entonces los
poetas dicen que la energía, vis, del fuego y humedad es aquella de Venus.
Aquellos nacidos de esta vis tienen vida, vita, así como Luicilius escribió:
“Energía es vida, ves, y nos hace hacer todas las cosas.
Vis est vita, vides, vis nos facere omnia cogit”8.
Son los poetas quienes manifiestan aquella vis de Venus, madre de los
romanos, y diosa de la belleza, con mayor fuerza. Y es justamente esta
energía divina que permite realizar sus poesías. Entonces, la inspiración
poética, en el siglo V a. C., asoció la locura con los fundamentos más
tempranos de la idea en Demócrito y en Platón, pues antes de ellos las
Musas conferían asistencia a los poetas en términos de conocimiento y
memoria, pero no infundían la locura en ellos9. Esta idea de que el buen
8
Sabine Mac Cormack, The Shadows of Poetry. Virgil in the mind of Augustine,
Berkeley, University of California Press, 1998, p. 53.
9
D. Hershkowitz, The madness of epic. Reading insanity from Homero to Statius,
Oxford, Clarendon Press, 1998, p. 62.
403
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
poeta está loco es expresada por Platón, aunque la ironía con que lo expresa
puede ser un punto de contraste. Así en el Fedro, la locura poética aparece
como un tercer tipo de beneficiosa locura divina:
“El relato no es verdad, si dice que debes amar al que no te ama que
está presente en vez de aquel que te ama, pues el último está loco y
el anterior muestra autocontrol. Sería bien dicho, si fuera eso verdad,
que la locura es mala, pero ahora el mayor bien de todas las cosas
viene a nosotros por la locura, aunque solo cuando es un regalo dado
por los dioses” (Fedro 244 a).
El estado que describe Platón sería un estado de locura positiva, una
locura divina que se dividía en profética, ritual, poética y erótica. Aunque
entre ellas haya ambigüedad10. Sin embargo, el pasaje más relevante de
locura épica aparece en el Ion:
“Todos los poetas épicos que son buenos componen todos sus bellos
poemas no a través del arte sino de ser inspirados y poseídos…Pues
un poeta es una luz y alada y sagrada cosa, y no es capaz de
componer hasta que sea inspirado y perturbado y su sentido no está
más en él. Mientras una persona posea razón es imposible componer
y hacer profecía” (Ion 533e-534b)
Por otro lado, Virgilio concibe una idea distinta a la establecida por
Platón, de cierta forma la incorpora, pero ya con otro matiz. Así, aunque
El Cisne de Mantua sigue a Homero en mantener una relación entre las
Musas y Apolo, no identificándose a sí mismo como un poeta loco, canta
sobre una cierta locura distinta de la tragedia y de la épica, pero que
muestra una suerte de confluencia entre ambas:
“La persigue fiero Eneas en persona en sus sueños de loca, y se ve a
sí misma
10
Hershkowitz, ob. cit., p. 10.
404
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
sola, abandonada, siempre sin compañía marchando
por un largo camino y en una tierra desierta a buscar a los tirios,
como Penteo ve en su locura de las Euménides la tropa
y aparecer dos soles gemelos y una doble Tebas,
o como aparece Orestes en la escena, hijo de Agamenón,
cuando huye de su madre armada de antorchas y negras
serpientes y en el umbral están sentadas las Furias vengadoras”
(Enéida 4. 465-3)
Orestes y Pentheus están entre los locos por excelencia de la tragedia
griega; mientras que Dido no refleja una locura que reduzca su experiencia
simplemente a los aspectos particulares de la tragedia, sino que el símil
trae, más bien saca, por el contraste que establece, la naturaleza
multidimensional de su locura. Dido no solo es la figura de Pentheus sino
que también es la de las Bacantes (Eneida 4. 301-3), no solo es perseguida
como Orestes, sino que también es la que persigue como las Furias (Eneida
4.384-6). Su real locura está dentro de ella11. La locura de Dido se refleja
perfectamente en la maenada12, que se origina por el impulso erótico de
Venus, Cupido y Juno externamente y por la unión de su deseo con su
propia fuerza de voluntad internamente. Estos dos aspectos realizan su
completa transformación13.
Aquella poesía ya no sería solamente una simple imitación, como diría
Aristóteles, sino más bien una especie de creación en la composición de
los versos. El poeta se convertiría en una fuerza que compone y no solo
que imita. Y esto a causa de que el poeta con su actividad yace y se adentra
en la música que, con la armonía, que relaciona el signo y el número,
configura una realidad con la palabra. Así, con Virgilio, la poética podría
ser un arte y una inspiración a la vez; y que, además, se adentraría en el
ritmo para su realización.
11
Hershkowitz, ob. cit., p. 28.
Μαϊνάδες.
13
Hershkowitz, p. 36.
12
405
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
La influencia de Virgilio en Agustín
Agustín perteneció, fue educado y formado en y por una cultura donde
el arte de la elocuencia había sido el fin al cual todas las disciplinas de la
educación se dirigían. En esa época el hombre debía estar instruido en las
artes liberales y en la gramática para poder llamarse educado. Y más aún,
un rétor, como lo fue él, que además incluso debía conocer de historia,
leyes y filosofía. Un hombre tal fue capaz de subvertir con ayuda de
aquellas artes, como dice Harrison, las reglas del discurso elocuente, por
lo cual también fue respetado por los hombres de su tiempo. Siendo rétor
no sería extraño que tomara a la medición del tiempo y a la armonía como
parte esencial en la forma que pudo tener de elaborar sus discursos14. Lo
cual se refleja en su retórica, gramática, pero también como vemos en esta
tesis, en su música que vendría a ser la modulación que incluso
comprendería a la retórica y a la gramática en ella misma; pues es la música
la que aparece antes que aquellas artes del discurso y que podría decirse
que las constituye en base al número, al ritmo y a la modulación. Por tanto,
la educación de Agustín refleja su relación con la palabra de los poetas
siendo el también una especie de poeta, maestro en el arte de composición
de la palabra.
En su educación, primero en Tagaste y luego en Madaura, Agustín fue
preparado en la gramática donde influenciado y marcado profundamente
por los poetas Salustio, Terencio y, en especial, por Virgilio15 a quien cita
no pocas veces en no pocas obras especialmente en el De musica. Ya luego,
en Cartago, fue instruido en el arte de la retórica, el cual aprecia en su
forma y lógica, en su estructura lógica y estética, pero que critica en cuanto
a sus usos y contenidos que llevaba16. Como lo expresa en sus Confesiones:
“No acuso a las palabras mismas, que son como vasos escogidos y
14
Carol Harrison, Beauty and revelation in the thought of saint Augustine, Oxford,
Clarendon, p. 68.
15
Bacigalupo. 2011, p. 34.
16
Ibíd.
406
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
preciosos, sino al vino del error que en ellos nos vertían maestros ebrios”
(Confesiones I. 16, 26).
En su educación, primero en Tagaste y luego en Madaura, Agustín fue
preparado en la gramática donde influenciado y marcado profundamente
por los poetas Salustio, Terencio y, en especial, por Virgilio17 a quien cita
no pocas veces en no pocas obras especialmente en el De musica. Ya luego,
en Cártago, fue instruido en el arte de la retórica, el cual aprecia en su
forma y lógica, en su estructura lógica y estética, pero que critica en cuanto
a sus usos y contenidos que llevaba18. Como lo expresa en sus Confesiones:
“No acuso a las palabras mismas, que son como vasos escogidos y
preciosos, sino al vino del error que en ellos nos vertían maestros ebrios”
(Confesiones I. 16, 26).
Aquella influencia de Virgilio puede apreciarse en su forma de escribir,
la cual revela la cultura literaria clásica; además de su pensamiento
particular imbuido también de esa cultura. Por ello, son tan importantes las
reglas de la retórica que aplica de manera natural se presenta usando
figuras, alegorías, metáforas, antítesis y pies rítmicos en sus oraciones19.
Es así como, el Cisne de Mantua inspiró particularmente a Agustín; pues
la misma forma de escritura agustiniana refleja una semejanza a la del
poeta romano. Es decir, su estilo tenía de cierta manera la marca del Cisne
de Mantua. Así lo comenta MacCormack, en "The Shadows of Poetry:
Vergil in the Mind of Augustine", cuando dice que aquella larga relación
entre el poeta romano y el obispo cristiano es testimoniada en la memoria
de las personas que vivieron en aquella cultura oral donde los textos eran
hablados y por ello sonaban y eran escuchados, profunda y tenazmente en
la mente y en el alma20.
17
Bacigalupo 2011. P.34.
Ibíd.
19
Harrison, p. 68.
20
Mac Cormack, p. 2.
18
407
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
En ese camino, Agustín parte de un hecho que progresivamente es
puesta y reformulada como duda y, en cada caso, la duda indicaría nuevos
niveles posibles de certeza, asimismo conscientemente parciales, a medida
que se avanza en el recorrido en el tiempo. Pareciera que, siempre se llega
a la desconfianza en la posibilidad de seguir, a un momento de
escepticismo que, no obstante, constituye un paso necesario para seguir
adelante21. La emoción presente y consciente se señala de la siguiente
manera:
“…dondequiera estaba forzado a recordar las maravillas de algún
Eneas mientras olvidaba mis propias maravillas, y a llorar sobre la
muerte de Dido porque se había matado por amor” (Confesiones I.
13. 20-21).
Agustín muestra que estaba consciente de cuan profundamente se había
afectado por el poder emotivo de las historias de Virgilio, por el mismo
pathos que los antiguos comentarios habían subrayado tanto. Pero en las
Confesiones redirige este pathos hacia su propia vida. Y no otra cosa que
la música (mélos) de Virgilio y de Agustín podía realizar tal obra22.
Entonces, que Agustín describe a las Confesiones con la misma función
que tiene la poesía y la música: elevar el intelecto y el amor hacia Dios.
Esta relación entre la poesía y la filosofía se encuentra en la misma
estructura del discurso agustiniano, pues es la manera de Agustín de
conservar su pasión por Dios. Y sobre todo de transmitirla a otros. De esa
forma, el discurso de Agustín hace permanecer la vivencia, el
acontecimiento en su palabra. Ya no es un tratado, ni siquiera un diálogo
el que lleva el mensaje o la reflexión filosófica a un nivel dialéctico, sino
que la emoción transmitida por las palabras realiza un acontecimiento. Ella
mantiene el significado; pero a la vez la experiencia; y abarca la negación
21
Massimo Parodi, El paradigma filosófico agustiniano. Un modelo de
Racionalidad y su Crisis en el siglo XII, Buenos aires, Miño y Dávila editores,
2011, p. 30.
22
Mac Cormack, p. 96.
408
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
y la oposición: la búsqueda del ser se manifiesta al ir de explorando y
preguntando y respondiendo y negando y volviendo a negar lo que se va
reflexionando. Aquella búsqueda es su misma interlocutora, que lleva la
esperanza en vistas a elevarse a Dios. Es a través de las afecciones que se
puede manifestar algo de aquella verdad interior:
“También las afecciones del espíritu están contenidas en la misma
memoria no de la manera en que él las experimenta, sino de un modo
muy distinto, adecuando a esta facultad. Porque, sin estar alegre, me
acuerdo de haberlo estado; y recuerdo mi tristeza pasada sin estar
triste; y evoco, sin temor, el haberla sentido alguna vez, y me
acuerdo de antiguos deseos, sin tenerlos ahora. Por el contrario,
algunas veces, recuerdo con alegría mi tristeza pasada, y con tristeza
mi alegría” (Confesiones X. 14. 21).
La vivencia representa el acontecimiento de la verdad que una vez fue
y que ya no es reflejada desde la memoria al presente volviendo a ser en la
imagen. En las Confesiones muestra la posibilidad de recordar un
sentimiento sin por ello tener que experimentarlo de nuevo, a la manera en
cómo se vivió, como se ha dicho. Y entonces, es posible por ello llegar a
tener consciencia de la falta de consciencia dando con el problema de llevar
consigo, presente, el hecho de que existe el olvido de sí mismo.
“Y he aquí que no comprendo la potencia de mi memoria, cuando
sin ella no podría nombrarme siquiera a mí mismo” (Confesiones X.
16. 25).
Reconocer en sí la presencia y la posibilidad del olvido de sí significa
que la interioridad del hombre es más vasta que su consciencia. Quiere
decir que se llega a comprender que hay algo más allá de la consciencia,
pero está presente como si se hubiera olvidado, pero se conservara todavía
el recuerdo de haberlo olvidado (Confesiones X. 20.2 9)23.
23
“Tamquam eam oblitumque ese adhuc teneam” (Confesiones X. 20. 29).
409
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
A través de esta influencia entre la poesía de Virgilio y sus creencias
cristianas, Agustín logra transmitir un mensaje singular sobre la
importancia de la fe y la redención en la vida de cada individuo. Su
profunda admiración por Virgilio se hace evidente sus escritos, donde
busca inspiración y consuelo en las palabras del poeta romano. A pesar de
las diferencias entre sus creencias religiosas, Agustín logra encontrar un
punto de conexión entre la poesía clásica y la fe cristiana, creando así una
obra única que sigue siendo relevante en la actualidad.
Conclusiones
El impacto de Virgilio en Agustín de Hipona se puede ver en su amplio
de figuras en sus escritos, en particular en sus Confesiones. La influencia
de Virgilio en Agustín se refleja en la forma en que utiliza metáforas y
referencias literarias específicas en sus escritos para transmitir sus ideas
sobre la fe y la redención. La influencia de Virgilio en Agustín no solo se
limitó a su poesía, sino que también se reflejó en su forma de ver el mundo
y su búsqueda constante de la verdad y la sabiduría.
Sus metáforas y simbolismos son tan profundos que invitan al lector a
reflexionar sobre la vida y el universo de una manera totalmente nueva. Su
poesía es un viaje emocional que nos lleva a lugares inexplorados de
nuestra propia mente y corazón. Agustín nos muestra que la poesía no solo
es un arte, sino también una forma de conexión con lo más profundo de
nuestro ser. Su legado literario perdurará a lo largo del tiempo, inspirando
a generaciones futuras a explorar las fronteras de lo desconocido a través
de la palabra escrita.
La filosofía de Agustín es un reflejo de la complejidad de la experiencia
humana, capturando la belleza y el dolor de la vida en cada palabra. A
través de sus escritos, nos muestra que la poesía es mucho más que palabras
en una página, es una herramienta poderosa para explorar la complejidad
de nuestro propio ser y encontrar significado en un mundo caótico y en
410
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
constante cambio (Ando, 1999). Es así como, Virgilio, el famoso poeta
romano, desempeñó un papel significativo en la formación de las opiniones
filosóficas y teológicas de Agustín de Hipona. Agustín, una figura
prominente en el cristianismo temprano, se inspiró e incorporó elementos
de las obras de Virgilio en sus propios escritos y enseñanzas (Frend, 1968).
Finalmente, a diferencia de Platón y del mundo antiguo, vemos que en
Agustín no hay necesariamente un conflicto entre la filosofía y la poética.
Más bien, Agustín es un maestro de la retórica que amalgama las palabras
en conjunto con la expresión de emociones haciendo de sus escritos
filosóficos tan bellos como la poesía y tan verdaderos como el
conocimiento. En relación incluso con las emociones humanas. En las
Confesiones, Agustín despliega su sentir por medio de la palabra que es a
la vez diálogo filosófico y alabanza poética. Esta confluencia hace que se
pueda entender que Agustín no rechaza de manera tajante ni tampoco elude
la belleza de la poesía ni la menosprecia. Al contrario, la incorpora en su
discurso para dar mayor poder a las realidades que se van mostrando.
411
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
412
Vicente de Beauvais y las definiciones de la filosofía.
Una aproximación a su historia
José María Felipe Mendoza
Univ. Nacional de Cuyo, Argentina
Introducción
Entre los años de 1244-1257 se publicó la voluminosa obra enciclopédica1
Speculum Maius del dominico Vicente de Beauvais2. Una obra incardinada en
el veloz avance del aristotelismo latino de mediados del siglo XIII que, en
conformidad también con los acontecimientos parisinos –nacimiento de la
Universidad3 y condenas al aristotelismo4–, presentaba un acentuado perfil
aristotelizante, sin que ello sea obstáculo para la incorporación de otras
autoridades muy disímiles con el objetivo de unificar criterios especulativos y
científicos. Sobre este respecto y con la intención de avanzar sobre el tema
propuesto, nos detendremos en la introducción al libro primero de la sección
1
Se sigue aquí la siguiente edición, cf. Vincentius Belvacensis, Speculum doctrinale,
versión SM trifaria (éd. Douai 1624), disponible en la web:
http://sourcencyme.irht.cnrs.fr/encyclopedie/liste. No existen al presente traducciones
a lenguas vernáculas, ni estudios al respecto. Por este motivo, la traducción a lengua
castellana es personal. Para el caso de Hermes Trimegistro se ha considerado en su
integridad la traducción oportunamente señalada infra. Mientras que en el caso de
Isidoro de Sevilla solo se ha tenido a la vista la traducción de la BAC, aunque no se
hayan respetado en su totalidad sus criterios.
2
Para una síntesis de los datos biográficos y su obra, cf. Irene Villarroel Fernández,
Flores philosophorum et poetarum: tras la huella del Speculum Doctrinale de Vicente
de Beauvais, Basel, FIDEM, 2020: 3-10.
3
Cf. André Tuilier, Historia de la Universidad de París y de la Sorbona. De los
orígenes a Richelieu, Universidad de Palermo, Buenos Aires, 2010, pp. 59-160.
4
Cf. Francisco León Florido, Fernando Rodamilans Ramos, Las herejías académicas
en la Edad Media. Listas de errores en las Universidades de París y Oxford (12101347), Madrid, Editorial Sindéresis, 2015, pp. 11-37; 73-79 .
413
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Speculum Doctrinale. Allí se declara la necesidad de investigar la totalidad de
la naturaleza conforme con la manera humana de restaurarla:
“porque la misma restitución o restauración [de la creación] es llevada
a cabo y finalizada por modo de doctrina. También esta parte es llamada
no sin inocencia Speculum Doctrinale, pues incluso, lejos de toda duda,
es [así] manifiesto en la doctrina que pertenece a la salvación temporal
del hombre o a su protección o recuperación espiritual, acorde con lo
que a continuación ampliamente declararemos. Por consiguiente, aquí
se considera del siguiente modo las doctrinas o artes. En primer lugar,
sin duda, sobre todas las cosas en universal, lo cual indicaría su
descubrimiento y origen, y luego sus formas, y también sobre el modo
de estudiarlas y aprenderlas. Luego, en cambio, sobre los singulares en
particular”5.
Sobre esta declaración de principio se despliegan ocho capítulos que
atañen a la explicación de la miseria humana, el error y la codicia, los
padecimientos de los justos, y el origen de los bienes y males del alma y el
cuerpo. Solo a continuación, conforme con el propósito de la presente
exposición, el capítulo 9 enlaza con el prólogo al declarar, en boca de Ricardo
de San Víctor y bajo el título “sobre el descubrimiento de las ciencias que son
dadas al hombre para remedio de sus males”6, lo siguiente: “la [disciplina]
teórica se interpreta contemplativa; la práctica, activa; la mecánica,
transformadora [e imitadora de la naturaleza], y la lógica, arte de las palabras.
Vincentius Belvacensis, S.D., liber I, prol.: “Et quoniam ipsa restitutio sive
restauratio per doctrinam efficitur atque perficitur; ista quoque pars, speculum
doctrinale, non immerito vocatur: doctrine namque cuncta proculdubio subiacent, que
vel ad tuendam vel ad recuperandam spiritualem vel temporalem salutem hominis
pertinet, sicut plenius infra docebitur. Hic ergo de doctrinis et artibus in hunc modum
agitur: primo quidem de omnibus in universali, videlicet de inventione et origine, ac
speciebus earum; et de modo studendi vel addiscendi. Postea vero de singulis in
particulari”.
6
Vincentius Belvacensis, S.D., liber I, cap. 9: “De inventione scientiarum qua data
est homini in remedium malorum”.
5
414
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Por lo tanto, son estas cuatro ciencias en las que se divide toda la filosofía. En
cambio la magia queda excluida de toda ella”7. La marcha de los capítulos
prosigue con una breve historia de la filosofía acorde con las apreciaciones de
Agustín de Hipona en su De civitate Dei, y finalmente, una división detallada
de sus escuelas según declara Isidoro de Sevilla en sus Etymologiae. Este
recorrido en parte histórico, en parte sistemático, culmina con las definiciones
del capítulo 13 donde se ofrecen siete síntesis sobre su nombre y orientación.
A este último apartado nos dedicaremos en particular.
Similitudes en el entendimiento de la noción de filosofía
En concordancia con lo afirmado anteriormente, Vicente de Beauvais
divide el capítulo 13 del libro I en siete definiciones de la noción de filosofía.
Allí menciona, además de su propio entendimiento sobre la cuestión, a
Ricardo de San Víctor, Isidoro de Sevilla, Hermes Trimegistro, Miguel
Escoto, Alfarabi y Boecio. En ningún caso se observa un orden preestablecido
con intencionalidad manifiesta. No hay un orden cronológico, ni un orden de
orientación en las sucesivas definiciones. La palabra de Vicente es sucinta y
genérica. En los demás casos, las descripciones orientan y ponderan la
comprensión del término de marras hacia alguno de sus componentes, en
general comunes en cada una de las definiciones. Sobre este basamento común
y en relación con la diferencia que las separa, todavía es posible agruparlas.
Las definiciones de Ricardo de San Víctor e Isidoro deben considerarse en su
conjunto. Miguel Escoto, Alfarabi, Boecio y la propia de Beauvais configuran
otra categoría de comprensión. En cambio, queda aislada en su singularidad
la definición de Hermes Trimegistro. Pero veamos ello con mayor detalle.
El texto de Ricardo dice lo siguiente: “Sin embargo la disciplina que
probablemente investiga las razones de todas las cosas humanas y divinas sea
Vincentius Belvacensis, S.D., liber I, cap. 9: “Theorica interpretatur contemplativa,
practica activa, mechanica adulterina, logica sermocinalis. Sunt igitur he quatuor
scientie, in quas omnis philosophia dividitur. Magica vero sub philosophia non
continetur”.
7
415
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
la filosofía”8. Esta es la primera definición mencionada por el dominico. Allí
está su valía disciplinar: en ella, bajo ella, está todo conocimiento. Nada hay
fuera de ella, excepto la magia, según se afirmó supra. La filosofía es la
disciplina máxima que parece reunir todo saber acorde con una metodología
causal. No se investiga simplemente por descripciones precisas. Se indaga
cuando aquello también queda asumido y regido por las causas de los entes.
Por la primera distinción, la filosofía dice fundamentalmente trivium y
quadrivium. En cambio, por la segunda, dice filosofía teológica o teología
natural.
La definición de Isidoro de Sevilla9 parece completar la sucinta exposición
de Ricardo. El fragmento que presenta Vicente es más extenso y explícito en
sus distinciones. El Hispalensis afirma:
“la filosofía es el conocimiento de las cosas humanas y divinas junto
con el estudio del buen vivir. [Luego], ella parece constar de dos
cuestiones, a saber: la ciencia y la opinión. Hay ciencia cuando alguna
cosa se percibe cierta por la razón. [En cambio], hay opinión cuando
todavía una cosa permanece incierta y oculta, y parece no haber una
explicación firme. Ejemplo de ello: si el sol sea mayor que toda la tierra;
si la luna sea esférica o cóncava; si las estrellas del cielo le están
adheridas o tienen una trayectoria errante por el aire; de qué consta la
materia del mismo cielo y cuál es su magnitud; y también cuál sea el
espesor de la tierra o sobre qué fundamento [permanece] sin ataduras y
en suspenso”10.
Vincentius Belvacensis, S.D., liber I, cap. 13: “Richardus (de Sancto Victore) Est
autem philosophie omnium rerum humanarum atque divinarum disciplina, rationes
probabiliter investigans”.
9
Cf. Isidoro de Sevilla, Etimologías, Madrid, BAC, 2004. [ed. Bilingüe. Texto latino,
versión española y notas: José Oroz Reta et alia].
10
Vincentius Belvacensis, S.D., liber I, cap. 13: “Isidorus in libro II originum capitulo
XXIV Philosophia est rerum humanarum divinarumque cognitio, cum studio bene
vivendi coniuncta. Hec duabus ex rebus constare videtur, scientia, scilicet et opinione.
Scientia est cum res aliqua certa ratione percipitur. Opinatio est cum adhuc incerta res
8
416
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Hasta aquí la primera sección del extenso fragmento. La definición de
Isidoro completa explícitamente aquella de Ricardo con consideraciones sobre
una vida moralmente virtuosa. Y añade una decisiva distinción sobre la
filosofía en términos de ciencia y una opinión que tiende a incorporarse al
saber científico. La filosofía es ciencia cuando entiende acerca de los entes y
argumenta con certeza razonada sobre los mismos. Pero atiende también la
opinión, cuando ella está, en cierto modo, en el ámbito de la ciencia, pues los
entes no permanecen ocultos e inciertos sin más para la razón. No hay aquí
una opinión por fuera de la ciencia, cual estrictamente opuesta. Antes bien, la
razón es la facultad que interroga las causas de los entes, y al hacerlo,
enmienda y corrige la opinión al trocarla en conocimiento cierto. De esta
manera, la distinción entre opinión y ciencia queda enmarcada en la definición
de filosofía propuesta, donde la opinión cumple el locus de motor incesante
en comparación con la firmeza inmóvil del conocimiento cierto una vez
solucionada racionalmente la duda. La marcha circular de pregunta y
respuesta permite un decisivo avance en el conocimiento científico. En
conformidad con lo afirmado hasta el momento, Vicente prosigue con el texto
de Isidoro al aludir a la filosofía griega, cuando enuncia:
“la filosofía se interpreta amor a la sabiduría, pues entre los griegos filia
dice amor y sofía, sabiduría. Asimismo, algunos doctores la definieron
así: la filosofía, en cuanto es posible al hombre, es ciencia probable de
las cosas divinas y humanas. Y también de otro modo: la filosofía es
arte de las artes y disciplina de las disciplinas. Y todavía más: la
filosofía es una meditación acerca de la muerte, cuya [definición] más
conviene a los cristianos, los cuales, alejados de las ambiciones
mundanas, y en trato con los aportes de aquella disciplina, viven a
semejanza de una patria futura”11.
latet nullaque ratione firma videtur: sol utrum maior sit quam omnis terra; luna
globosa sit an concava; stelle celi utrum adhereant, an libero cursu ferantur per aera;
celum ipsum qua magnitudine quave constet materia; terre quoque crassitudo quanta
sit aut quibus fundamentis librata sit et suspensa”.
11
Vincentius Belvacensis, S.D., liber I, cap. 13: “Philosophia interpretatur amor
sapientie: nam Greci philian amorem et sophiam dicunt sapientiam. Item doctorum
417
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
La distinción al interior de la filosofía entre opinión y ciencia aplica a la
diferencia de ámbitos de esta disciplina. Con todo, en cada caso gobierna
siempre la misma máxima: amor a la sabiduría. En ello está el asombro y
admiración de las cosas que promueve un mejor conocimiento causal de lo
humano y lo divino. Por esta razón su nombre indica también primacía: arte
de las artes y disciplina de las disciplinas. Su universalidad es una propiedad
heredada de los griegos. Pero hay también allí una variante que pone de
manifiesto la razón por la que es altamente estimada por el cristianismo. En
un sentido particularmente caro para el cristiano la filosofía es meditación
acerca de la muerte. Aquí la principal diferencia con la definición de Ricardo,
y que es complemento del entendimiento de la filosofía como “estudio del
buen vivir”. El cristianismo asimila la máxima griega en orden a incorporarla
para sí y no, en cambio, para transformarse en ella. El cristiano no vive acorde
con la filosofía griega, sino, antes bien, acorde con su imitación de Cristo.
Luego, el buen vivir de los griegos queda sujeto al modelo de Cristo, donde la
noción de sabiduría es reinterpretada en el seno del cristianismo, que es
paradigma de comportamiento y razonamiento. Por consiguiente, la misma
definición griega de amor a la sabiduría no sólo recoge aquella del
entendimiento causal, sino incluso conduce a una meditación cristiana sobre
una vida virtuosa, siendo ésta última, a la vez, principio rector de vida.
A las definiciones de Ricardo e Isidoro le continúa la singular comprensión
de Hermes Trimegistro en su texto Asclepius, de profusa lectura en el
Medioevo. De controvertido origen greco-egipcio entre los siglos II-III12, y
para el caso que nos ocupa, el fragmento dice:
nonnulli sic eam diffinierunt. Philosophia est divinarum humanarumque rerum,
inquantum homini possibile est, probabilis scientia. Item aliter. Philosophia est ars
artium et disciplina disciplinarum. Rursum. Philosophia est meditatio mortis, quod
magis convenit christianis, qui seculi ambitione calcata, conversatione disciplinabili,
ad similitudinem future patrie vivunt”.
12
Cf. Claudia D´Amico (coord.), Asclepio. Un texto sapiencial, Buenos Aires, ed.
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, 2017.
[Introducción, texto bilingüe y notas], p. 9. Para la traducción del fragmento, pp. 4546.
418
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
“únicamente la filosofía, para conocer la divinidad, es contemplación
frecuente y santa religión; pues rendir culto a la divinidad y venerar sus
obras con una mente simple, y también dar gracias a la voluntad del
dios –que es la única bondad plenísima–. Esta es la filosofía que no ha
sido violentada por ninguna desviada curiosidad del alma”13.
Para el entendimiento de Vicente, la selección de la definición de Hermes
supone, ante todo, aceptación. Queda incorporada sin cuestionamiento alguno.
Pero de ella no hay una hermenéutica contextual. Antes bien, indicaría la
variante, un tanto forzada, de las definiciones anteriores previas de Ricardo e
Isidoro cuando se señala la filosofía como ciencia teológica. La filosofía es
camino de purificación para el alma en unión contemplativa con el dios, ahora
sí conviene decir, el Dios del cristianismo. Opera aquí, y siempre, una
resignificación cristiana del fragmento. La filosofía teológica concibe a Dios
como bondad purísima y plenísima ante la cual el hombre busca congraciarse.
Para el entendimiento puro del alma limpia, Dios se manifiesta como fin de la
contemplación y sentido de santa religión.
Ante este sentido místico de la filosofía donde la vida virtuosa griega se
transforma en virtud cristiana, y finalmente en purificación total del alma y
contemplación de Dios, aparece, despojada del ropaje místico, la definición y
explicación de Miguel Escoto. Y con él se abre camino la última categoría de
comprensión más genuinamente aristotelizante, en la que quedan
comprendidas también, según se afirmó supra, las posiciones de Vicente,
Alfarabi y Boecio. A su vez, el extenso fragmento de Escoto dice:
“la filosofía, según Aristóteles, es ciencia de todas las cosas. Por
consiguiente, afirma que la ciencia que se indaga de cada cosa está
Vincentius Belvacensis, S.D., liber I, cap. 13: “Mercurius Trismegistus in
Asclepiade Philosophia sola est in cognoscenda divinitate frequens obtutus et sancta
religio; simplici enim mente divinitatem colere eiusque facta venerari, agere etiam dei
voluntati gratias, que est sola bonitas plenissima: hec est nullius animi importuna
curiositate violata philosophia”.
13
419
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
contenida bajo la filosofía, que es ciencia de todas las cosas. En cambio,
Isaac [Israeli] en su librito De deffinitionibus coloca dos descripciones
de la filosofía. Una de ellas es tomada por una propiedad suya, y es la
siguiente. La filosofía expresa la semejanza del hombre con las obras
del Creador, según la virtud de la humanidad; pues asimilarse a las
obras de Dios es saber la verdad de las cosas por medio de las cuales
conocemos [sus] cuatro causas. En cambio, la otra [descripción] se
toma desde su efecto, y es la siguiente. La filosofía es conocimiento
íntegro del hombre respecto de sí. En efecto, cuando el hombre se
conoce íntegramente, conoce lo que cada cosa es, a saber: la sustancia
y el accidente. [Luego], lo mismo es el arte y la ciencia, y también la
doctrina, la disciplina y la facultad. Pues se dice arte porque sintetiza
sus reglas; y doctrina, por quien enseña; y disciplina, por quien
aprehende. En cambio, se dice ciencia cuando habita ahora en el alma.
Pero en cuanto al misma alma, [la ciencia] se dice anterior en
disposición y posterior en hábito. Por lo tanto, la misma ciencia, cuando
es actualmente hábito de la mente, se llama facultad, porque da la
facultad de obrar según el arte”14.
Vincentius Belvacensis, S.D., liber I, cap. 13: “Michael Scotus Philosophia,
secundum Aristotelem, est omnis rei scientia. Dicit enim quod scientia cuiusque rei
que inquiritur, sub philosophia continetur, que est omnis rei scientia. Isaac autem in
libello suo de diffinitionibus ponit duas philosophie descriptiones; harum una sumitur
ex eius proprietate, que talis est. Philosophia est assimilatio hominis operibus
creatoris, secundum virtutem humanitatis. Assimilari enim operibus dei, est scire
veritatem rerum, per cognitiones quatuor causarum. Altera vero sumitur ex eius
affectu, que talis est. Philosophia est integra cognitio hominis de seipso: cum enim
homo integre cognoscit seipsum, cognoscit quicquid est, scilicet substantiam et
accidens. Idem est ars et scientia, doctrina quoque, disciplina et facultas. Dicitur enim
ars, quia regulis suis arctat; doctrina autem a doctore; disciplina a discípulo. Scientia
vero cum iam tenetur in animo. Sed quantum in anima ipsa prius est in dispositione,
postea vero in habitu; ideo scientia ipsa, cum iam est habitus mentis, appellatur
facultas, quia dat facultatem operandi secundum artem”.
14
420
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Con Miguel Escoto se insiste nuevamente en la nota de universalidad y
cristianización de la filosofía. A ello se añaden dos precisiones. Por un lado,
la investigación aristotélica de las causas material, formal, eficiente y final es
sinónimo de asimilarse íntegramente a Dios a través del resto de la creación.
Conocer racionalmente la naturaleza creada es imitar la sabiduría de Dios.
Esta es la expresión de la filosofía como macrocosmos. Complemento de ella
es la filosofía como microcosmos, donde se dice que el hombre se conoce
cabalmente, y al hacerlo, conoce, como por aprehensión intelectual inmediata,
lo que cada cosa es. Este movimiento desde lo interior a lo exterior, desde la
totalidad del alma racional hacia las cosas, culmina y expresa un cristianismo
de lenguaje aristotélico. La sustancia y el accidente son los dos términos
elementales que explican la composición del universo. Y así, en ambos modos,
la totalidad de la creación está para el hombre, quien, mediante la filosofía, la
conoce completamente en su verdad.
Las palabras que continúan la exposición de Escoto están sintetizadas
parcialmente en la definición del propio Vicente de Beauvais. La distinción
entre ciencia, arte, doctrina, disciplina y facultad explicitan los modos en los
que la filosofía dice la existencia y esencia de las cosas en sí y para el hombre.
Luego, la ciencia o filosofía, importa destacar, se dice hábito mental en cuanto
facultad de obrar según el arte. Ésta es la expresión de la que parece valerse
Beauvais al aportar su propia comprensión de la filosofía al enunciar: “el arte
es la reunión de los principios, es decir, de las reglas por las que tiende a un
mismo fin”15. Por lo tanto, las reglas del arte son sus principios. Ellos indican
no solo el conocimiento de las causas aristotélicas, sino incluso su aplicación
en la totalidad de la naturaleza. Y en cada caso su aplicación es conforme con
lo que cada ente es.
La exposición de Vicente precede y anuncia el fragmento de Alfarabi. El
filósofo de Damasco se explaya en la noción de filosofía en términos de arte.
Allí dice:
Vincentius Belvacensis, S.D., liber I, cap. 13: “Actor Ars est collectio principiorum,
id est regularum, ad eundem finem tendentium”.
15
421
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
“puesto que en todo arte –sea activo o especulativo, liberal o factivo–
hay generalmente reglas para quienes comprenden todas las cosas o
muchas de ellas, [entonces] de allí se sigue que el arte estudia tales
reglas. Más aún, también para esto son descubiertas; para que, por
medio de ellas se conozca todo lo que cae bajo el dominio del arte, y no
que, por azar, se acepten en lo que no le corresponde, o bien que se
rechacen en aquello que [sí] es de su dominio, ya que por ellas nos
precavemos, y [así] no nos equivocamos, por azar, en otra cosa. Y esto
también [se aplica] a las artes mecánicas [en el que hay] un instrumento
por el que apresamos cosas, y si por azar en algo nos equivocamos,
[entonces está v.g.] la regla que se llama plomada en el arte de la
fabricación”16.
La filosofía es arte de cuatro ámbitos, donde cada arte tiene sus propias
reglas, pero en nada contradictorias consigo mismas ni con las propias de las
demás. La filosofía reúne en sí todas las reglas de cada arte. Permite, en virtud
de ello, su interacción. No confunde ni mezcla las reglas de una con respecto
a otra. Hay una compleja armonía de reglamentaciones donde un arte asiste al
otro, y donde hay uno en particular que es primero en dignidad. El arte
especulativo es superior al liberal por incluir la física y la metafísica. El
liberal, en cambio, expresa las artes lógicas del trivium y las matemáticas del
quadrivium. A ambos le continúan las artes morales y finalmente las artes
fabriles o mecánicas. Este esquema presenta la totalidad de ámbitos de la
filosofía y su manera de comprender la totalidad del mundo creado. Sin
embargo la explicación de Alfarabi carece, acorde con el fragmento
Vincentius Belvacensis, S.D., liber I, cap. 13: “Alpharabius in libro de divisione
scientiarum: In omni siquidem arte, sive sit activa, sive speculativa; sive liberalis, sive
fabrilis; regule sunt generaliter comprehendentes omnia vel plura, de quibus ars illa
pertractat; que ad hoc quidem invente sunt, ut per eas cognoscatur omne id quod est
illius artis, ne forte recipiatur in ea quod non est eius vel reiiciatur quod est eius et ut
per eas caveamus, ne forte in alio erremus. Nam et in mechanicis instrumentum quo
deprehenditur, si forte in aliquo erratur ut in arte fabrili perpendiculum regula
vocatur”.
16
422
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
presentado por Beauvais, de la debida ponderación de la noción de existencia
de los entes. En el texto del filósofo de Damasco está supuesto. Sin embargo,
este aspecto es brevemente ilustrado por Boecio, al decir: “la ciencia es la
fuerza comprehensiva de las causas por las que y en razón de las que algo tiene
ser. [Luego], suele llamarse sabiduría a aquello que, en la medida que haya
buenas consideraciones, corresponde se le adecúe por naturaleza”17.
Conclusiones preliminares
La definición de Boecio sobre filosofía expresa sintéticamente su carácter
científico. La filosofía es ciencia. Esta última definición está en consonancia
con la totalidad de las autoridades previas en las que se describe su carácter
epistémico. La ciencia investiga por las cuatro causas aristotélicas, abarca toda
la creación y desde ella se dirige a Dios. Este último aspecto se consolida en
los términos metafísica o filosofía teológica. Beauvais no rechaza ni critica
parcialmente ninguna de las definiciones. Las integra en una visión que
respeta las diferencias. Ricardo de San Víctor e Isidoro de Sevilla nos
recuerdan su doble ocupación: lo divino y lo humano. En ambos casos se hace
presente el entendimiento de Boecio sobre la noción de sabiduría, que es, no
sólo virtud dianoética, sino también virtud regente sobre las demás ciencias o
artes. Isidoro explicita la asimilación de la filosofía griega por el pensamiento
cristiano, mientras que, en este horizonte de religión, Hermes Trimegistro
señala oportunamente la necesidad de purificación del alma y la
contemplación frecuente de Dios, suma bondad y santidad. Miguel Escoto,
sobre las autoridades subsidiarias de Aristóteles e Isaac Israeli, entiende la
ciencia de la filosofía como semejanza que guarda el hombre con respecto a
Dios mediante la razón que descubre y comprende la verdad, ya sea por vía
de la interioridad e integridad de la persona, ya sea por vía de observación y
raciocinio sobre la naturaleza extra anima. Y finalmente, Alfarabi pondera la
noción de filosofía como arte especulativo, liberal, activo o factivo, lo cual
Vincentius Belvacensis, S.D., liber I, cap. 13: “Boetius in libro de articulis
fidei Scientia est vis comprehensiva causarum, per quas et propter quas aliquid habet
esse: quod si bonis usibus naturaliter accommodata est, sapientia dici solet”.
17
423
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
también es coincidente con Beauvais al entender que aquella ciencia universal
tiene reglas compatibles para cada arte y entre las diferentes artes.
424
¿Hay una ética de la creencia en la filosofía medieval?
El problema de la fe en Pedro Olivi (s. XIII)
José Antonio Valdivia Fuenzalida
Univ. Adolfo Ibañez, Chile
Introducción
¿Hay una ética de la creencia en el pensamiento medieval? Conviene
aclarar que esta expresión se refiere a un aspecto de la ética que se cuestiona
sobre la moralidad de lo que creemos y que hoy se puede considerar como una
disciplina. Disciplina, sin duda, cuestionable, ya que no parece que seamos
completamente responsables de nuestras creencias. Sin embargo, por poco que
lo pensemos, nos damos cuenta de que algo anda moralmente mal en una
persona que cree que “determinada raza de seres humanos merece ser
exterminada”. Lo mismo pasa cuando reconocemos los males que derivan de
la ignorancia y, sobre todo, de la actitud de quienes adoptan impulsivamente
cualquier punto de vista sin una mínima evaluación previa. Sea cual sea su
naturaleza, se puede observar que las creencias tienen alguna clase de relación
con la ética que merece ser examinada a fondo. Desde el conocido artículo de
William Clifford The Ethics of Belief, publicado en 1879, se ha desarrollado
hasta hoy un complejo debate en torno a las dificultades implicadas en torno
a dicha relación.
En el presente estudio, se expondrán algunos aspectos de la doctrina sobre
la fe de Pedro Olivi, teólogo franciscano que vivió entre 1248 y 1298, la que
encontramos en las cuestiones VIII y IX de su comentario a las Sentencias de
Pedro Lombardo1. El interés de estos textos es que tematizan directamente la
1
Citaremos a partir de la edición de Nicolas Faucher que, a su vez, utiliza la de
Bernardus Jansen de 1926 para su traducción de las cuestiones VIII y IX. Hemos
preferido citar la de Faucher porque la de Jansen es poco accesible y porque el primero
ofrece una división útil para reconocer rápidamente las partes que estructuran las dos
425
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
cuestión de si es moralmente admisible creer en enunciados para los cuales no
poseemos una razón. Creer en ellos parece ser la especificidad de la fe
cristiana, lo que justifica la importancia de semejante cuestionamiento. Está
en juego nada menos que la legitimidad de la fe cristiana que, de alguna
manera, se somete al juicio de la razón, cuyo uso riguroso parece ser un deber
en un contexto escolástico, sobre todo a finales del siglo XIII. Mencionemos
que no es común encontrar esta pregunta así tematizada entre los autores
medievales. Aquí nos limitaremos a la cuestión VIII.
Podemos suponer que la pregunta se plantea desde un supuesto muy
distinto al que encontramos en el debate moderno. Este supuesto es que la
doctrina cristiana se asume como verdadera, por lo que la ética de la creencia
oliviana no busca cuestionar el dogma de fe recibido. Más bien, intenta
explicar por qué es perfectamente posible y virtuoso creer en ese dogma. Hoy
no se podría partir de semejante supuesto, dado que se considera como lo que
necesita ser demostrado.
Lo interesante de este posicionamiento es que, a pesar de que Olivi emplea
recursos argumentativos mayoritariamente filosóficos, los criterios entregados
mantienen un equilibrio entre un excesivo racionalismo y un excesivo
voluntarismo. El caso de Olivi es particularmente interesante, ya que propone,
por un lado, una doctrina para establecer los mínimos que se requieren para
que una creencia no sea insensata o caprichosa y, por otro lado, recalca la
importancia que tiene el testimonio de los otros en la adopción de nuestras
creencias. No encontramos en él ni un excesivo racionalismo que nos
inmovilizaría por completo ni un voluntarismo extremo que nos autorizaría a
creer cualquier cosa. Su punto de partida, en el que se dan por verdaderos
ciertos dogmas de fe a la vez que se reconoce el deber de emplear
rigurosamente la razón, obliga a su autor a elaborar una doctrina compleja y
cuestiones. Cf. Pedro Olivi, Questions sur la foi. Texte latin traduit, introduit et
annoté par N. Faucher, Paris, Vrin, 2021 y Quaestiones in secundum librum
sententiarum, vol. III, editado por Bernardus Jansen, Quaracchi, Florencia, 1926. De
ahora en adelante, cuando se cite el texto de Olivi, emplearemos la abreviación Sent.
III.
426
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
llena de matices. Nuestro objetivo es poner de relieve este rasgo distintivo de
su teoría y, con ello, probar que puede considerarse como un tipo bien
particular de ética de la creencia. Este tipo particular sería inevitable en el
contexto histórico-institucional en el que se inscribe.
1. Estructura y objetivo de la cuestión VIII
En esta cuestión, Olivi formula la pregunta de si es posible, de si es un
deber y de si es virtuoso creer sin razón. Como se puede observar, lo que hace
el franciscano es responder a tres preguntas en una sola. Por ello, la cuestión
VIII, que aborda cada parte de la pregunta separadamente, toma
inevitablemente la forma de un pequeño tratado sobre la relación entre la fe y
la razón.
La primera pregunta se cuestiona sobre la posibilidad de creer un
enunciado sin tener una razón que lo apoye, lo que la pone en un nivel
descriptivo, no normativo. La pregunta no es si el asentimiento que nuestro
intelecto le da a un enunciado es moralmente legítima o no. La pregunta es,
más bien, si nuestro intelecto puede dar ese asentimiento cuando no posee
ninguna clase de fundamento racional. La segunda pregunta, en cambio, ya se
sitúa en un terreno estrictamente normativo o moral: ¿es un deber creer en un
enunciado sin poseer una razón? Lo mismo la tercera: ¿cabe cultivar ese deber
como una virtud?
Conviene hacer dos observaciones. La primera es que, como ya se
mencionó, esta interrogación viene previamente motivada por un hecho bien
concreto. En principio, tanto Olivi como el público para el que escribe aceptan
la verdad del dogma cristiano y no expresan dudas sobre su verdad. El objetivo
de la cuestión no es, por ende, el de ofrecer algún tipo de demostración
racional de esa fe, ni mucho menos cuestionarla. El objetivo es explicar por
qué se da el caso que creemos en sus dogmas y, sobre todo, por qué esto es
perfectamente legítimo desde un punto de vista moral. Por ende, la pregunta
por la moralidad de la fe nace de una inquietud dictada por una convicción
427
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
religiosa previa y no por el interés de ofrecer lo que hoy, en rigor, llamaríamos
una “ética de la creencia”. Si tenemos en cuenta el contexto en el cual nace
esta forma de cuestionamiento filosófico contemporáneo, tendremos que
reconocer que combina, por un lado, una predisposición a un racionalismo que
pone a la razón por encima de cualquier fe religiosa –como lo atestigua el caso
de Clifford, quien acuñó la expresión–, y, por otro lado, una fuerte conciencia
del problema que plantea la coexistencia de muchos credos religiosos . Es de
suponer que, de haber una ética de la creencia en Olivi, su posicionamiento
inicial, contrario al que acaba de describirse, adoptará una respuesta que no
será unívoca, es decir, que no será del tipo “toda creencia sin fundamento
racional es virtuosa” sino, más bien, “ciertas creencias sin un auténtico
fundamento racional pueden ser virtuosas” para luego concluir que ese es el
caso de la fe cristiana.
La segunda observación es que la argumentación de Olivi posee una
estructura que supone una relación de cierta dependencia entre la posibilidad
de creer sin razón y la moralidad de ello. Por un lado, como es evidente, la
moralidad de una creencia sin fundamento racional solo podría tener lugar si
algo así es posible. Si ello no es posible, entonces habrá necesariamente que
buscar alguna clase de fundamentación racional de la fe. Si, en cambio, ello
es posible, habrá que explicar, primero, cómo. La pregunta por la moralidad
de la creencia religiosa dependerá, por su parte, de esto último. Asimismo, se
puede asumir que no toda creencia sin fundamento racional será moralmente
legítima y lo serán únicamente aquellas que cumplan ciertas condiciones que
las hagan trascender el mero capricho. Se podría decir que la respuesta a la
primera pregunta deja establecido el marco conceptual a partir del cual, luego,
se ofrecerá la explicación de la moralidad del credo cristiano.
A continuación, se expondrá lo que nos parece esencial de la teoría de Olivi
siguiendo la anterior estructura argumentativa.
428
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
2. Posibilidad y deber de creer sin un fundamento racional
El franciscano comienza ofreciendo nueve argumentos en contra de la
posibilidad de creer sin un fundamento racional. Estos nueve argumentos
están lejos de ser superficiales y, salvo dos de ellos, son estrictamente
filosóficos. Son lo bastante fuertes como para dejar poco espacio para una
respuesta afirmativa. Todos apuntan a probar la imposibilidad de que nuestro
intelecto se pueda inclinar hacia la aceptación de un enunciado si no posee
nada que provenga de la cosa. Para pronunciarse, debe haber algo, aunque
mínimo, que muestra lo que esta última es. Dicho de otra forma, parece
imposible que podamos dar nuestro asentimiento a un enunciado determinado
si no hay nada que nos informe sobre la cosa a la que está referido. ¿Cómo
podríamos, entre un par de proposiciones contradictorias, inclinarnos hacia la
verdad de una o de otra si no poseemos absolutamente nada que nos incline
hacia una de ellas?2 El argumento 3 es particularmente claro: “(…) si
preguntamos a alguien que vive en occidente, ‘¿dónde crees que el rey de
Egipto se encuentra, en un dormitorio o en su jardín?’, dirá que no debe ni
puede creer lo uno más que lo otro, ya que no hay ninguna razón de creer más
esto que aquello”3.
¿No ocurre lo mismo con cualquier realidad para la cual no tenemos
ninguna clase de información que nos permita decir algo de ella? Lo esencial
de estos argumentos es poner de relieve la necesidad de que se posea alguna
clase de información a partir de la cual el intelecto pueda asumir la inclinación
que le permitirá asentir a un enunciado. El argumento es fuerte, dado que
difícilmente se podría negar que necesitemos un mínimo de información
acerca de la cosa para generar una inclinación.
La anterior conclusión tiene otro aspecto que conviene destacar. Cuando se
niega la posibilidad de creer en algo sin ninguna clase de fundamento racional,
lo que se está haciendo es negar la posibilidad de que la voluntad sea la causa
2
3
Pedro Olivi, Sent. III. q. VIII, obj. 2A.
Id., ob. cit., obj. 3A.
429
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
directa de las creencias, lo que, de hecho, es hecho explícitamente por los
argumentos 5, 6, 7 y 9. El sexto es especialmente decisivo: “(…) la certeza de
la creencia o de la fe no puede tener lugar en el intelecto por la sola voluntad,
porque, de lo contrario, yo podría tener certeza de todo lo que yo que
quisiera”4. Sin duda, sería absurdo suponer que un mero acto de la voluntad
bastaría para adoptar una determinada creencia. En rigor, solo podríamos
hacer como si creyésemos en algo. Esta conclusión es clave porque, a pesar
de que esté entre las objeciones, Olivi la adopta como una premisa irrefutable,
lo que trae consigo que la segunda parte de su cuestionamiento parece implicar
necesariamente una respuesta negativa. ¿Cómo admitir que tenemos alguna
clase de deber sobre nuestras creencias si estas son involuntarias?
En las objeciones que vendrían a probar que no es un deber ni es virtuoso
creer en algo sin razones, hay un reflejo de las anteriores conclusiones. Estas
últimas operan aquí como un marco que define las condiciones de posibilidad
del cuestionamiento normativo. Primero que todo, no sería un deber creer sin
razones, porque no se puede obligar moralmente a lo imposible y se acaba de
demostrar precisamente que no es posible hacerlo5. Luego, Olivi expone 6
argumentos adicionales que probarían que no solo es imposible, sino que
tampoco parece razonable que un ser racional, precisamente por su naturaleza
racional, adopte creencias sin fundarse en la razón o en algo que la informe de
alguna manera6. Por consiguiente, ya sea porque es imposible, ya sea porque
no es razonable en un ser de naturaleza racional, parece que no se puede
admitir que sea un deber creer en algo sin razones. Podría pensarse que lo
segundo era innecesario, dado que, de ser imposible, no cabe luego seguir
preguntándose si es o no razonable. Sin embargo, esta segunda línea
argumentativa define otra premisa importante, a saber, que todo ser racional
tiene el deber de actuar de la forma más racional posible y, por ende, debe
preferir tener razones que no tenerlas. Esto implica que mejor será mientras
más sean estas, con lo que se está afirmando el deber de usar rigurosamente el
4
Pedro Olivi, ob. cit., obj. 6A.
Id., ob. cit., obj. 1B.
6
Id., ob. cit., obj. 2B.
5
430
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
intelecto. El argumento 7 se refiere explícitamente a la idea de que es siempre
preferible hacer un uso de la razón que la lleve a un nivel mayor de
perfección7, con lo que se está afirmando un ideal de conducta al que habría
que tender.
En lo que respecta a la tercera pregunta, es decir, aquella que se cuestiona
sobre si es virtuoso creer sin razones, el razonamiento es similar al último:
¿cómo podría ser prudente que un ser racional dé su asentimiento a enunciados
con los cuales se pone en peligro de error tanto en asuntos divinos como
prácticos? Difícilmente llamaríamos “virtuosa” a una persona que hace juicios
temerarios acerca de asuntos tan importantes: […] en los asuntos humanos,
estimamos pernicioso hacer un juicio a favor o contra alguien si no se ha
establecido el crimen de uno o la rectitud del otro gracias a testigos o leyes
que provengan del derecho o de la razón natural; por ende será aún más
pernicioso en los asuntos divinos”8. Efectivamente, tratándose de aquellas
cosas que más nos importan porque de ellas depende nuestro bienestar y, más
aún, nuestra salvación, no parece correcto aceptar que podamos hacerlas
adoptando una creencia carente de todo fundamento. Lo mismo vale, como
sugiere el argumento, para aquellos puntos de vista de los que podría derivarse
algún daño para un tercero. Parece evidente que conductas epistémicas de esta
clase se alejan de la virtud por el daño que implican para quien las realiza y
para los demás.
Podríamos sintetizar el razonamiento con que Olivi plantea todo su
problema en unas pocas líneas. En cuanto disponemos de la suficiente
información que permite hacer que nuestro intelecto se incline en una u otra
dirección, estaríamos moralmente obligados a no conformarnos con esa mera
inclinación y a buscar medios que vuelvan nuestras creencias de manera más
sólida. Para que nuestro intelecto llegue a su perfección, su utilización
rigurosa se volvería una obligación moral. Por lo tanto, no es ni un deber ni
una actitud virtuosa el que la razón se incline hacia una u otra opción sin
7
8
Pedro Olivi, ob. cit., obj. 7B.
Id., ob. cit., obj. 7C.
431
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
disponer de fundamento racional y sin intentar mejorar este fundamento. Lo
anterior sería el signo de un carácter impulsivo que inevitablemente dará lugar
a injusticias y a la perdición individual. Todo lo cual supone un problema
mayor: ¿cómo justificar la fe en los artículos de la fe cristiana sin caer en el
vicio descrito?
3. La solución de Olivi
Para Olivi, la argumentación expuesta, a pesar de que establece ciertas
premisas teóricas elementales a partir de las cuales monta su propia solución,
no le conduce a negar ni que sea posible, ni un deber y ni algo virtuoso asentir
a los enunciados de la doctrina cristiana. Contrariamente a lo que se podría
pensar, esto no implica que el franciscano ofrezca algún tipo de demostración
de tales enunciados. Está perfectamente consciente del hecho de que algo así
no sería posible, al menos para una gran parte de ellos. En efecto, aún cuando
haya ciertos dogmas que pueden ser demostrados tales como la existencia o la
unicidad de Dios, hay otros que no pueden serlo, por ejemplo, las profecías.
Por ende, la solución de Olivi pasa por distinguir cuáles son las maneras por
las cuales podemos creer en algo sin poseer una razón.
Distingue tres maneras:
1) Cuando no poseemos “ninguna razón objetiva” (nulla ratio obietiva).
2) Cuando no poseemos ninguna luz de la razón, al menos ninguna que sea
“sana” y no “viciada”.
3) Cuando no poseemos ni una demostración ni algún razonamiento que nos
permita concluir, al menos con cierta probabilidad, que un enunciado es
verdadero. Acá Olivi incluye lo que podríamos llamar un cuarto tipo: cuando
no se posee un conocimiento directo del objeto que permita decir de él algo
con absoluta evidencia9.
9
Pedro Olivi, ob. cit., corpus, 2B, I.
432
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Con esta distinción a la vista, Olivi ofrece su respuesta al problema y
establece, con ello, ciertos mínimos normativos para nuestra conducta
epistémica. Según la primera forma por la que podemos entender la fórmula
“creer sin razón”, y como ya se podría inferir por las objeciones, no es ni
posible ni, por lo tanto, un deber creer en algo para lo cual no poseemos alguna
información mínima de la realidad que se busca conocer. La posesión de cierta
información acerca de la cosa es una condición de posibilidad para que se
pueda creer algo acerca de ella. Ahora bien, aunque basta con poca
información sobre una cosa para que el intelecto ya pueda inclinarse hacia una
creencia determinada, eso no implica que esa posibilidad ya sea, en sí misma,
un criterio normativo que justifique moralmente la creencia. Veamos por qué.
En efecto, de acuerdo con la segunda forma por la que podemos entender
la fórmula “creer sin razón”, Olivi afirma que tampoco podemos ni debemos
creer en algo para lo cual no haya ninguna luz previa del intelecto que nos
incline a ello. En este punto, distingue entre una luz de la razón recta y una luz
de la razón que se encontraría viciada. A lo largo de su exposición, ofrece
varios argumentos para demostrar que la razón, muchas veces, se inclina a
aceptar cierta clase de enunciados por algún tipo de hábito adquirido que la
dispone a aceptarlos. El hábito en cuestión puede afectar incluso a la voluntad.
Por ejemplo, si hemos sido educados para amar algo determinado, tendremos,
por esto mismo, una mejor predisposición a aceptar enunciados para los que
no poseemos una razón, pero que nos parecen verdaderos precisamente porque
vienen a confirmar aquello que amamos o practicamos10. Puede ser posible,
entonces, creer en enunciados para los cuales la única razón que tenemos es
cierta predisposición habitual, aun cuando no tengamos formalmente una
razón que los demuestre. Es interesante aquí destacar que se mantiene la
premisa según la cual es imposible creer en algo sin tener una mínima base
10
Pedro Olivi, ob. cit., arg. 2A. Cabe advertir que Olivi no adopta aquí el orden
tradicional de las quaestiones. En lugar de enumerar los argumentos a favor y, más
tarde, responderlos después de responder a las objeciones, Olivi hace dicha
enumeración justo después de exponer su solución. Por ende, tales argumentos toman
la función de fundamentar en profundidad la postura de Olivi en los tres aspectos que
aborda.
433
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
que nos incline a ello, aun cuando ese mínimo nos acerque al objeto en
cuestión por la voluntad o por los afectos, lo que Olivi afirma abiertamente11.
Sin embargo, normativamente hablando, esto que posibilita una creencia, no
necesariamente la justifica moralmente. Hay un peligro implicado en esta
forma de adoptar creencias, ya que también puede ocurrir que estemos
predispuestos a aceptar enunciados falsos que nos impulsen a realizar
injusticias o que nos lleven a nuestra perdición12.
La solución que ofrece para ello es, sin duda, discutible para una
aproximación contemporánea al problema de la fe, ya que consiste, en parte,
en recalcar la importancia de la fe infusa y de la gracia13 e incluso en un
subordinación de una razón humana imperfecta a los dogmas revelados14. Sin
embargo, lo que ha de destacarse es el hecho de que dicha solución está
orientada a resguardar un uso correcto de nuestras facultades cognitivas y, en
especial, de la razón, que tiene la obligación de poner todos los medios para
acercarse, de manera fiable, a la verdad. Toda impulsividad cognitiva queda
aquí rechazada15. De hecho, la fe en la revelación cristiana es vista
precisamente como la base para que podamos tener aquella luz que nos
inclinará a conocerla y que nos empujará a que la ciencia progrese por un
camino recto16.
Ante este segundo aspecto de la solución de Olivi, podemos preguntarnos
lo siguiente: ¿cómo probamos que esta fe es la verdadera si no tenemos
ninguna razón para ello? ¿Cómo hacemos para inclinarnos a ella y no a otra?
La clave para responder a lo anterior está en que Olivi no cree que no haya
nada en esta fe que no la vuelva, al menos, razonable desde cierto punto de
vista. Más adelante, Olivi ofrece el ejemplo de los milagros17, como
11
Pedro Olivi, ob. cit., arg. 1A, 2A.
Id., ob. cit., ad. 7 y 8.
13
Id., ob. cit., arg. 1C, ad. 5, ad. 4C.
14
Id., ob. cit., arg. 3.B, 4B, 1C., ad. 7.
15
Id., ob. cit., ad. 6.
16
Id., ob. cit., arg. 4B, arg.1C., 3C.
17
Id., ob. cit., ad. 4B, ad 7B.
12
434
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
normalmente se hacía, pero toda su argumentación está marcada por la idea
de que la doctrina en cuestión tendría una serie de características que la
volverían razonable desde un punto de vista moral18. Es decir, cualquier
persona buena tendría que tener la capacidad de ver en ella su razonabilidad
moral, lo que sería un signo de su verdad. Por supuesto, este es un punto
sumamente complejo que merecería ser estudiado con mayor atención, pero
por ahora baste con destacar lo siguiente: podemos inclinarnos a cierta
doctrina para la que no tenemos razones demostrativas precisamente porque
se ofrece como una alternativa que parece ser más apta para llevarnos a la
plenitud moral. Esta idea es interesante desde un punto de vista filosófico aun
cuando finalmente no se comparta la fe de cristiana.
Por último, según la tercera forma por la que se puede entender la expresión
“creer sin razón”, Olivi también niega que no sea posible, lo que es bastante
obvio considerando las anteriores razones. Sin duda es posible creer en algo
sin una previa demostración o incluso sin un razonamiento probable. Sin
embargo, lo importante aquí es que, mucho más claramente que en el segundo
tipo, puede ser también un deber y algo virtuoso creer sin esta clase de razones.
Como se observa en el corpus de la cuestión, Olivi entrega varios argumentos
que apuntan a demostrar hasta qué punto puede ser poco razonable pretender
probar todo aquello en lo que creemos. Mencionemos algunos. Primero,
debemos creer en muchas cosas pasadas para las cuales no tenemos ni la
menor prueba. Por ejemplo, ¿hasta qué punto estamos seguros que nuestro
padre es efectivamente nuestro padre si nuestro parecido con él no nos
convence? Si dependiera de una certeza demostrativa, o aún de una alta
probabilidad, el que tengamos o no ciertos deberes hacia él, nunca podríamos
cumplirlos19. Lo mismo ocurre con el futuro: ¿qué empresa podríamos realizar
si no confiáramos mínimamente en que va a resultar? De acuerdo con ello,
tendremos que tener cierta confianza en que las personas que no conocemos
siquiera harán lo que esperamos que hagan, algo para lo cual, ciertamente, no
tenemos la menor prueba. En lo que respecta a las cosas presentes, debemos
18
19
Pedro Olivi, ob. cit., arg. B1, ad. 4A, ad. 4B.
Id., ob. cit., corpus, 2B, I.
435
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
creer en muchas cosas que otros nos dicen sin tener una demostración de ello
ya que, de lo contrario, “desaparecería tanto la estabilidad como los vínculos
de la sociedad humana”20. En otras palabras, si buscáramos demostrar la
confianza que depositamos en cada una de las personas con las que nos
relacionamos, la vida social sería simplemente imposible y se destruiría.
Podemos agregar que ocurre lo mismo con los principios morales que
permiten que una sociedad funcione: los creemos porque nos los han enseñado
y vemos en ellos una garantía de que las relaciones entre personas se llevarán
a cabo de manera exitosa.
En síntesis, vemos en la argumentación de Olivi cómo se prefigura una
ética testimonial en la que se enfatiza el hecho de que los seres humanos
obtenemos la mayor parte de nuestro aprendizaje de otros. La mayoría de las
cosas que sabemos las sabemos porque otros nos las han enseñado. Incluso las
cosas que luego obtenemos por “demostración” las hemos aprendido
previamente por el testimonio de aquellos en los que confiamos. Por ende, es
precisamente en ventaja de un uso riguroso de la razón, un uso que permita
llevarla a su perfeccionamiento, que se vuelve razonable, incluso un deber,
creer en ciertos enunciados que nos han sido transmitidos testimonialmente.
Conclusión
Lo que se puede concluir de los análisis previos es que el autor ofrece una
auténtica ética de la creencia que afirma la poca razonabilidad de una norma
que solo tome por legítimas las razones de primera mano. Consciente, por un
lado, de la imposibilidad que habría en que la voluntad determine por
completo el contenido de nuestras creencias y, por otro lado, de la inmoralidad
que estaría implicada en una conducta epistémica completamente abandonada
al mero impulso o a la primera inclinación, Olivi no adopta un
posicionamiento en el cual se exija al hombre ofrecer razones demostrativas o
probables de todo lo que cree. En efecto, este es el único nivel en el que se nos
20
Pedro Olivi, ob. cit., corpus, 2B, I.
436
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
exime de buscar algún fundamento que apoye nuestras creencias. Incluso se
considera una desventaja para el desarrollo de nuestras facultades cognitivas
el que se renuncie a creer a partir del testimonio de otros. Pero esto, para Olivi,
es muy distinto a un puro abandono epistémico.
Aunque no sea una demostración, debe haber algo que justifique de manera
relativamente contundente la adopción de una creencia, aunque esto sea una
recta inclinación moral. Cabría preguntarse acá si la teoría de Olivi no peca de
cierta circularidad, por cuanto siempre es posible cuestionarse sobre lo que
supone una inclinación que merezca el título de “recta”, pero esta es una
pregunta que no exige un estudio diferente.
437
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
438
Un caso complejo de transmisión y atribución:
los Statuta ecclesiae antiqua
Estefanía Sottocorno
UNMdP/UBA, Argentina
Introducción
La obra atribuida a Genadio de Marsella se articula a partir de una clave
de composición acumulativa o compilatoria, antes que creativa,
configurando unos materiales de consulta especialmente aptos para ser
utilizados e igualmente susceptibles de ser pasados por alto como tema
específico de estudio. Un claro ejemplo de esto lo constituye su catálogo De
viris illustribus, referencia obligada, cuando se alude a sujetos pertenecientes
al horizonte cultural cristiano del siglo V, como se puede apreciar en los
textos de patrología, desde el siglo XVI hasta nuestros días.
Asimismo, el De dogmatibus ecclesiasticis, los Statuta ecclesiae antiqua
y el Indiculus son colecciones de dogmas, cánones y noticias relacionadas
con determinadas posiciones heréticas. Más aún, el primero y el último de
estos han circulado bajo los nombres de Isidoro o Agustín, y Jerónimo,
respectivamente. Es notable el hecho de que, para Charles Munier, la volonté
d’anonymat constituya un indicio relevante para decidir la atribución de los
Statuta a favor de Genadio1.
En 1960, Munier editó la compilación de cánones que nos ha llegado bajo
el título de Statuta ecclesiae antiqua. El estudio introductorio sitúa la
composición de este texto en el sur de Galia, entre los años 442 y 506.
Anteriormente ya se había señalado su espíritu reformador, en beneficio de
sacerdotes y en detrimento de obispos y diáconos (p. 238). Dado que
Genadio de Marsella es mencionado como presbyter en el último capítulo de
1
Les Statuta ecclesiae antiqua. Paris, Presses Universitaires de France, 1960, p. 222.
439
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
la recensión larga de su tratado De viris illustribus, la situación inclina a
Munier a atribuirle la compilación, sin una mínima alusión a la complejidad
de la transmisión manuscrita de este último escrito y el carácter
probablemente pseudo-genadiano del capítulo en cuestión.
Parentescos formales improbables
El apoyo argumental para su posición recae principalmente sobre el
relevamiento de supuestos parentescos estilísticos y dogmáticos entre los
Statuta, o mejor su introductoria profesión de fe, y la obra genadiana.
En principio, el recurso a las semejanzas no se manifiesta como prueba
decisiva. En muchos casos, los términos de la comparación se han observado
aisladamente, antes que en sus contextos discursivos inmediatos, o bien se
han tomado en consideración las concepciones dogmáticas, antes que su
plasmación léxico-sintáctica. En este terreno, parece al menos discutible que
el expediente tenga algún valor para delinear la filiación del escrito, puesto
que son numerosos los textos del mismo período que incluyen símbolos y en
cuya letra podrían rastrearse otros tantos vestigios de aparente familiaridad.
En este sentido, se pueden mencionar los trabajos de Agustín, Rufino y
Baquiario, cuya circulación en los territorios del sur de Galia es conocida2.
Sintomáticamente, Munier alude al pasar a la influencia que estos materiales
han ejercido sobre la producción de Genadio, eliminando el peso autónomo
que pueden revestir como evidencia en este marco argumentativo3.
Igualmente cuestionable es el hecho de que Munier pretenda confirmar la
autoría de los Statuta extendiendo el censo de las similitudes a un texto
como la Epistula de fide, cuya atribución a Genadio está lejos de ser segura.
C. Caspari ya descartó la asociación entre este escrito y el genadiano De
Martine Dulaey, “La bibliothèque de Lérins dans les premières décennies du IV e s.
d’après l’œuvre d’Eucher de Lyon”, Augustinianum 46, 2006: 187-230.
3
Para una aproximación a este problema, remito a nuestro artículo, “De dogmatibus
ecclesiasticis de Genadio de Marsella en la tradición de los símbolos”, Circe de
clásicos y modernos 20, N. 2, 2016: 147-157.
2
440
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
dogmatibus ecclesiasticis, así como la identificación de ambos con la
profesión de fe que Genadio se habría visto compelido a remitir al papa
Gelasio, de acuerdo con la noticia final del De vir. ill. Antes bien, editó el
escrito a partir de dos códices Monacenses del s. IX y lo fechó en ese mismo
momento, teniendo en cuenta el tono antiadopcionista de algunas de sus
proposiciones. Además, lo ha considerado autónomo respecto de cualquier
otra profesión de fe, atendiendo a su propia cadencia discursiva4. A. E. Burn5
menciona la Epistula como un testimonio tardío de la influencia del Credo
de Atanasio, suscribiendo la datación de Caspari.
En la investigación de Morin se registran solo dos someras referencias
(pp. 102 y 114) a este escrito, conocido como Credo de Atanasio o
Quicumque vult. Sin embargo, las proximidades de forma y contenido
existentes entre el credo y los Statuta son, por lo menos, tan visibles como
las que Munier destaca en calidad de evidencia concluyente a favor de sus
tesis.
Cabe mencionar aquí las controvertidas datación y atribución del credo
en cuestión. Sobre el fin del siglo XIX, Burn fija la confección de este
escrito en el ámbito monástico de Lérins de comienzos del s. V, atendiendo a
la evidencia interna y externa. La primera tiene que ver con las
preocupaciones heresiológicas, más precisamente antipriscilianistas, que se
entienden como previas al estallido de la crisis nestoriana. La segunda pasa a
través del discurso de diferentes actores del contexto lerinense, tales como
Hilario de Arles y Vicente de Lérins, familiarizados con el pensamiento de
Agustín, y cuyo epígono más conspicuo será Cesario de Arles.
4
Carl P. Caspari, Kirchenhistorische Anecdota, Christiania, 1883, pp. XIX-XXIII;
301-4.
5
Andrew E. Burn, The Athanasian Creed and its early commentaries, Cambridge,
University Press, 1896.
441
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
En 1911, G. Morin publica una mise au point de los resultados de la
investigación6. Sostiene allí que la evidencia interna resulta insuficiente para
situar el texto con la precisión espacio-temporal deseable: siendo tan breve
como impersonal, los enunciados de corte dogmático podrían proceder de
varios contextos. Con todo, existen unos pocos aspectos sobre los que la
crítica se muestra de acuerdo, a saber, la pieza no es de Atanasio, a pesar de
que lleva su nombre en numerosos manuscritos y en el uso oficial; ha sido
originariamente redactada en latín y no en griego; es con seguridad anterior
al período carolingio, como lo prueba la abundancia de manuscritos del s.
VIII que transmiten el texto de manera íntegra. Dicho esto, Morin desestima
su posición anterior, que vinculaba el credo con la figura de Cesáreo en base
a la atribución, heredada de los Mauristas y puesta ahora en duda, de un
sermón que circulaba bajo el nombre de Agustín. La tesis a favor de
Cesáreo, no obstante, contó con la adhesión plena de P. Lejay7, así como con
la aprobación más cauta de C. H. Turner, editor del texto en cuestión8.
Finalmente, Morin destaca la relevancia en este escenario de dos
instancias conciliares, la de Toledo del año 633, que mostraría que el texto
del credo es conocido en Hispania, y la de Autun de 663, testimonio de la
difusión de aquél en dirección a la Galia. Tomando como un caso ejemplar
el del Te Deum, afirma que si el texto se conoce plenamente durante la
primera mitad del s. VII, su origen podría remontarse con certeza a mediados
del s. VI, contando siempre el lapso necesario para su propagación.
En ocasión de las Paddock Lectures de 1962-3, J. Kelly9 subraya el
carácter didáctico del credo y sus implicancias trinitarias y cristológicas;
Germain Morin, “L’origine du symbole d’Athanase” : JThS 46 (1911), pp. 161190.
7
Paul Lejay, Saint Césaire, évêque d’Arles, Revue du Clergé Français, Paris, 1895.
8
Cuthbert H. Turner, “A critical text of the Quicumque vult”: JThS 43 (1910), pp.
401-411.
9
John Kelly, The Athanasian Creed. The Paddock Lectures for 1962-63, New York
and Evanston, Harper and Row, 1964.
6
442
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
sigue las huellas de la composición de aquél hasta el monasterio de Lérins,
entre mediados del s. V y mediados del s. VI.
Aun sin la adscripción puntual del documento a un autor individualizado,
parece existir consenso acerca de la situación del mismo en el contexto galo,
entre los siglos V y VI. Probablemente resulte sensato suponer que es hasta
donde podemos avanzar sin caer en afirmaciones arbitrarias o faltas de
justificación suficiente.
Propósitos textuales diversos
La elección de Genadio por parte de Munier nos resulta dudosa, además,
porque no parece consistente con el horizonte de intereses de los textos que
se atribuyen por consenso al marsellés10, De viris illustribus y De
dogmatibus ecclesiasticis, el que éste encarnara en algún momento de su
trabajo intelectual una voluntad “reformadora” a favor de los sacerdotes. El
mero hecho de que la noticia pseudo-genadiana que cierra su De vir. ill. lo
identifique como presbyter, e incluso su eventual probada pertenencia a tal
parcela eclesiástica, no se muestran como datos definitorios al respecto.
Ciertamente, el argumento ex silentio tampoco reviste carácter de
evidencia contundente, pero podemos al menos señalar una preocupación
constante en los escritos de Genadio por la ortodoxia en detrimento de la
ortopraxis. Se trata de textos normativos, pero que funcionan
primordialmente a nivel gnoseológico –qué leer, qué creer–, antes que en el
campo de la acción directa: del establecimiento de la concepción doctrinal
correcta y, por ende, la creencia en consonancia, no se sigue explícitamente
un código de comportamiento ni mucho menos una ulterior articulación del
mismo en relación a los grados de la jerarquía eclesiástica.
10
Angelo Di Berardino (dir.), Patrología IV, Madrid, BAC, 2000; Luce Pietri y
Marc Heijmans (dir.), Prosopographie de la Gaule chrétienne: 314-614.
Prosopographie chrétienne du Bas empire 4. Centre d’histoire et civilisation de
Byzance, 2013.
443
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Por lo demás, el carácter prescriptivo de los textos genadianos es
indirecto, en el sentido de que no se utilizan formulaciones explícitamente
constrictivas de la perspectiva del lector, sino que es a través de la aplicación
de unos criterios selectivos tácitos que se traza el sendero seguro y
provechoso para aquél.
En contraste con el trabajo homónimo de Jerónimo, que se inscribe
oportunamente en el marco de la literatura apologética, el De vir. ill. de
Genadio, compuesto hacia 477, reúne breves noticias acerca de
personalidades ligadas a la Iglesia y con un legado literario, indicando en
cada caso los beneficios o perturbaciones que afectarían a los lectores. Así,
traza el mapa de las lecturas convenientes en términos de ortodoxia y valor
formativo dentro de la tradición monástica, apuntando a un lector modelo
que compartiera su interés por la disciplina y la ascesis.
Destacando como referentes de esta línea los textos de Casiano, Vicente
de Lérins y Fausto de Riez, el catálogo genadiano se perfila en la oposición a
la predestinación agustiniana floreciente en ámbitos monásticos,
particularmente en el sur de Galia a fines del siglo V, y ligada a un modelo
ascético particular11, donde el auxilio indispensable de la gracia se conjuga
con el consentimiento igualmente imprescindible del libre albedrío.
Concurrentemente, se marcan desvíos o senderos sinuosos de la heterodoxia
a evitar, donde Genadio sitúa a Pelagio y sus epígonos, aportando un matiz
ulterior a su semblanza soteriológica.
Parece pertinente, en cambio, colocar el De dogm. ecc. en la tradición de
los símbolos. Datado entre los años 475 y 490, ha sido identificado
erróneamente con una profesión de fe que Genadio se habría visto
conminado a enviar al papa Gelasio; sin embargo, su presentación en
términos de símbolo parece más adecuada a su morfología. Efectivamente, el
11
Jean Marie Salamito, Les virtuoses et la multitude. Aspects sociaux de la
controverse entre Augustin et les pélagiens, Grenoble, Jérôme Millon, 2005.
444
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
tratado se ocupa de numerosos y variados aspectos del dogma cristiano, en
una formulación sucinta que favorece la memorización y posterior uso por
parte del conjunto de los fieles, sin importar su nivel cultural.
La selección temática que observamos en este tratado nos permite
confirmar las aludidas tendencias antiagustinianas en el campo de la
soteriología, así como el impacto de los escritos de Jerónimo, Casiano,
Vicente, Fausto, además de las tradiciones orientales conocidas a través de
las traducciones de Rufino y del propio Genadio. La datación del De dogm.
ecc., finalmente, explica el énfasis de su autor en las desviaciones trinitarias
y cristológicas, especialmente arrianas.
¿Un texto adverso a los obispos?
La textura misma del discurso refrenda esta divergencia, puesto que la
adjetivación y expresiones desplegadas para ponderar el valor ético y
literario de los sujetos considerados no presentan puntos de contacto
significativos.
El corpus genadiano tampoco exhibe dispositivos discursivos tendientes a
descalificar o socavar la autoridad episcopal y, complementariamente, faltan
las marcas de un tratamiento diferencial dentro de la jerarquía eclesiástica
para los sacerdotes, que delatarían el interés sectorial de Genadio y, siempre
según Munier, su identidad con el redactor de los Statuta.
En todo caso, recordemos que, aun siendo obispo, el mismo Cesáreo
impulsó una labor reformadora, cuyas directrices son especialmente
sensibles en la letra de los Sermones12 y en las disposiciones conciliares,
como las de Agde del año 50613. Tales reformas apuntaban al conjunto de la
comunidad eclesiástica, poniendo un celo especial en su cima, responsable
Gustave Bardy, “La prédication de S. Césaire d’Arles”: Revue d’histoire de
l’Église de France, 29, 1943: 201-236.
13
Jacques Sirmond (ed.), Conciliorum Galliae tam editorum quam ineditorum
collectio, Paris, Didot, 1789, c. 777-800.
12
445
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
ante Dios por el desempeño virtuoso de sus subordinados en la jerarquía
clerical y por su consecuencia evidente, la salud de todos los fieles, más o
menos simples, más o menos expuestos a las inercias locales de los cultos
paganos.
Desde esta perspectiva, Cesáreo proscribe el lujo superfluo en la
vestimenta y la mesa del clero, desaconseja los traslados por motivos
mundanos, como el mayor renombre o prestigio de algunas sedes, establece
requisitos precisos para la ordenación en todos los grados de la jerarquía
eclesiástica. A los fieles, a su vez, les exige que permanezcan en la iglesia
hasta que la misa finalice y que observen un comportamiento adecuado para
tal circunstancia: “porque no es conveniente que la misma boca en que ha
entrado el Cristo eucarístico pronuncie palabras diabólicas” (19.3).
Asimismo, busca disuadirlos de perpetuar prácticas ajenas al horizonte de la
liturgia cristiana (19.4)14.
Por lo demás, es posible destacar al menos un punto significativo de
divergencia palmaria entre la información transmitida por aquel corpus, de
un lado, y los Statuta y los escritos de Cesáreo, del otro. Se trata, en efecto,
de la preocupación primaria de este último por amplificar los alcances de sus
regulaciones salvíficas, la cual lo induce a desdeñar los artificios de la
retórica, en beneficio del sermo humilis: En consonancia con estas
afirmaciones, sus biógrafos15 registran el escaso entusiasmo que suscitaban
las lecciones proporcionadas por Pomerio a este joven talentoso,
recientemente llegado a Arles.
En St. ecc. ant. 5, hallamos una recomendación contraria a la
frecuentación desinteresada de libros: Ut episcopus gentililum libros non
legat, haereticorum autem pro necessitate et tempore. El enunciado es
14
Debemos el estado actual de nuestro conocimiento al respecto fundamentalmente
a la labor editorial de G. Morin, v. Caesarii Arelatensis opera. Sancti Caesarii
Arelatensis Sermones, Pars I, Turnhout, Brepols, 1953.
15
William Klingshirn, Caesarius of Arles: Life, Testament, Letters, Liverpool
University Press, 1994.
446
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
verosímil entre los desvelos de Cesáreo por llevar su predicación a un
público amplio, pero parece inconsistente en el marco genadiano.
Si De vir. ill. se ocupa puntualmente de la producción letrada de sujetos
“ilustres” y su interés principal pasa por advertir a sus lectores acerca del
valor formativo encarnado en tal materia literaria, no son ajenas a su punto
de vista las observaciones críticas del valor estético, así como las alusiones
al bagaje cultural de los autores respectivos.
Es importante situar los intereses individuales de Genadio en el ámbito de
sus interacciones probables, donde destaca el monasterio de Lérins16, dotado
de una biblioteca nutrida17, pero también sus nexos con Oriente, que
explicarían su eventual conocimiento de las lenguas griega y siríaca.
Coordenadas locales
También Cesáreo residió en Lérins, pero los testimonios de sus biógrafos
(I, 5-7) lo muestran exclusivamente dedicado a la práctica y administración
de una austeridad rigurosa entre sus colegas. Debido al empeño excesivo en
la vía ascética, su experiencia monástica no se prolongó más de una década,
luego de la cual fue capaz de hacer prosperar su programa de reformas
espirituales gracias a sus habilidades de homo politicus: Cesáreo es un actor
histórico influyente, como vemos en su biografía, correspondencia y
testimonios relativos a las instancias conciliares de las que participó18.
Perteneció a una familia de la aristocracia galorromana cristianizada19,
Salvatore Pricoco, S. L’isola dei santi, Edizioni dell’Ateneo e Bizarri, Roma,
1978.
17
Martine Dulaey, “La bibliothèque de Lérins dans les premières décennies du IV e s.
d’après l’œuvre d’Eucher de Lyon”, en Augustinianum 46, 2006 : 187-230.
18
William Klingshirn (ed.), Caesarius of Arles: Life, Testament, Letters, Liverpool
University Press, 1994.
19
Ralph Mathisen, Roman Aristocrats in Barbarian Gaul, Austin, University of
Texas Press, 1993.
16
447
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
radicada en territorio controlado por los burgundios, donde integró el clero
local, antes de trasladarse al monasterio de Lérins. Esta institución era
renombrada por su disciplina estricta y el prestigio de sus integrantes,
muchos de los cuales se desempeñaron luego como obispos, Honorato, el
fundador, Hilario de Arles, Lupo de Troyes, Fausto de Riez. Como ellos,
Cesáreo terminó sus días en calidad de titular de la sede de Arles, donde en
su juventud había contado con la asistencia de un encumbrado pariente,
Aeonio, su predecesor en el episcopado.
Las circunstancias en que se celebró el ya citado concilio de Agde
contribuyen a la captación cabal del perfil diplomático de Cesáreo20.
Efectivamente, presidió el encuentro de los obispos galorromanos auspiciado
por Alarico, en el marco de una política de integración de la Iglesia en el
estado visigodo. En consonancia con este hecho, Alarico había convocado
también a los obispos para la redacción del Breviarium Alarici, un
compendio de leyes romanas, redactado a partir del código de Teodosio y
dirigido a los súbditos galorromanos, complemento del codex Euricianus,
concerniente a los visigodos. Además, que en ocasión de la convocatoria de
Agde, Cesáreo es repatriado desde el exilio, al que se lo había condenado
bajo sospecha de conspirar con los burgundios21.
A partir del cotejo del conjunto de estas fuentes, dos cuestiones emergen
como evidentes conclusiones del presente trabajo. En primer lugar, no hace
falta ser sacerdote para escribir a favor de ciertas reformas que regulen el
comportamiento de los obispos, así como del conjunto de la jerarquía
eclesiástica, en vistas de la preservación conveniente y la transmisión
oportuna del mensaje de las Escrituras a unos receptores que, en general, no
se encuentran en las condiciones óptimas para asimilar sus contenidos, ya
por sus carencias de formación, ya por las condiciones precarias de
existencia, que los obligan a dedicar largas horas al trabajo físico antes que
Gustave Bardy, “L’attitude politique de saint Césaire d’Arles”, Revue d’histoire
de l’Église de France 33, N. 123, 1947: 241-256.
21
William Klingshirn, Caesarius of Arles. The making of a Christian Community in
Late Antique Gaul, Cambridge University Press, 1994.
20
448
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
al hermenéutico, ya por la persistencia de un pasado reciente de signo
confesional pagano.
El segundo punto tiene que ver con la tesis que se inclina a favor de
Cesáreo de Arles, a la hora de atribuir los Statuta a un autor concreto, la cual
no se halla exenta de objeciones, pero se presenta al menos con mayores
índices de probabilidad que la discutida atribución a Genadio.
De hecho, tanto la posición social de Cesáreo como la red de conexiones
que estableció desde su cátedra, a través de la cual canalizó sus propios
intereses, constituyen un contexto de producción verosímil para los cánones
en cuestión, contrariamente a lo que sucede con el emplazamiento social y
productivo que podemos recomponer para el caso de Genadio.
Efectivamente, a partir de la publicación en 1894 de la obra de Arthur
Malnory, St. Césaire Évêque d’Arles, la atribución del texto en cuestión a
Cesáreo se vio respaldada por un amplio consenso. Como señalará unos años
más tarde Morin, el terreno había sido previamente dispuesto por los
hermanos Ballerini, quienes habían determinado que la identificación de
nuestros cánones con la labor del IV concilio celebrado en Cartago, según
consta en la tradición manuscrita, se debía al error de algún copista. Luego,
ya en la segunda mitad del siglo XIX, Friedrich Maassen afirmó reconocer la
disciplina arlesiana en la letra de los Statuta22.
En su trabajo, Malnory sostiene que los Statuta son el resultado de la
reunión de materiales –griegos, africanos y autóctonos– conservados en los
archivos de Arles, llevada a cabo posiblemente a imitación de lo que hacía
ya tiempo sucedía en el horizonte de la elaboración teológica y dogmática
griega, con el objetivo de proporcionar unas pautas disciplinarias nítidas que
se añadieran a las que podían leerse desde la noche de los tiempos en las
Escrituras. Ahora bien, el punto clave de la lectura de Malnory se sitúa en lo
Germain Morin, “Les Statuta ecclesiae antiqua sont-ils de S. Césaire d’Arles?”:,
Revue Bénédictine, 30, 1913, pp. 334-5.
22
449
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
que, con Gerd Theissen, podríamos denominar “colorido local”, esto es, el
reconocimiento de aquellos elementos textuales, o “datos localizables”, que
apunten a unos determinados entornos, físico y social, así como a ciertas
perspectivas locales23. Así, se procede a enumerar las marcas discursivas
que, a juicio de Malnory, circunscriben progresivamente el contexto de
producción hasta situar el texto de los Statuta bajo la pluma de Cesáreo, de
modo que “refuser à ce dernier la composition des statuts serait plus
téméraire que de la lui attribuer”24.
Entre los “datos localizables” que Malnory registra, se encuentra en
primer lugar la adaptación al ámbito geográfico arlesiano de los antecedentes
galos con que contaban los Statuta para la regulación relativa a obispos y
sacerdotes, a saber, los concilios que Hilario de Arles encabezó en Riez,
Vaison y Orange. Así, los campos de Vaison se verán sustituidos por el
ajetreado mar de Arles, cuando se trate de los accidentes que pueden
sobrevenir a los miembros de la iglesia y los inconvenientes de demorar la
penitencia (c. 22). Asimismo, la denuncia por parte de los Statuta de la
distracción que suponían los espectáculos y la agitación de los mercados, en
detrimento de la conducta piadosa, es leída como una alusión al teatro, la
arena y la vida pública de la sede de Cesáreo (cc. 28, 34).
En apoyo de estas observaciones relativas al entorno físico, Malnory
aduce la perspectiva extensa de esta compilación de cánones que no sólo
alcanza al rebaño de la iglesia –sacerdotes, obispos, penitentes, viudas–, sino
también a sus márgenes –excomulgados, herejes, judíos–, poniendo de
manifiesto la pertenencia de aquélla a una gran provincia eclesiástica, como
era Arles. Asimismo, las inquietudes relativas a la herejía arriana y los
cambios de sede del clero se explican por la presencia de las poblaciones
germánicas (c. 11). La impronta ascética perceptible en las regulaciones
23
Cf. Gerd Theissen, Colorido local y contexto histórico en los Evangelios,
Salamanca, Sígueme, (1989) 1997: 11-24.
24
Arthur Malnory, St. Césaire Évêque d’Arles. Paris, 1894, p. 58.
450
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
remite a su etapa formativa en Lérins y el ascendente que su comunidad de
influentes monjes conserva durante la carrera adulta de Cesáreo.
Por lo demás, para Malnory la referencia a las prerrogativas de los
sacerdotes no tiene que ver con la voluntad reformista del redactor de la
fuente; por el contrario, este aspecto de la misma pone en juego la humildad
y respeto por sus colegas, rasgos de carácter que los biógrafos de Cesario
manifestaban ya en relato de su vida25.
Frente a este cuadro de situación, los argumentos contrarios de G.
Morin26, principal detractor de la atribución al obispo de Arles, carecen del
ímpetu necesario. Así, la suposición según la cual Cesáreo no debe haber
compuesto los Statuta, puesto que alude a los mismos como emanados de
autoridades eclesiásticas precedentes, resulta impugnada por la comentada
tesis de Malnory, en relación al procedimiento de composición de aquel
texto, verosímilmente a partir de archivos eclesiásticos locales. Digamos,
finalmente, que tampoco es convincente la pretendida impugnación de
Morin en base a la comprobación de una atenuación del rigor aplicable a los
penitentes, entre las disposiciones de los Statuta, por un lado, y las del
concilio de Agde, por el otro. En todo caso, la presunción de Malnory en
relación a una creciente moderación en los juicios de Cesáreo, dictada por su
personal frecuentación de la comunidad de fieles, encarna un principio de
economía de la explicación hacia la cual preferimos inclinarnos, de cara a la
infructuosa sinuosidad de la presentación de Munier.
25
Arthur Malnory, ob. cit., pp. 50 y ss.
Germain Morin, “Les Statuta ecclesiae antiqua sont-ils de S. Césaire d’Arles?”,
Revue Bénédictine 30, 1913: 334-342.
26
451
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
452
Otón de Freising y su preponderancia en la recepción y difusión del
aristotelismo en el ámbito germano meridional durante el siglo XII
Rodrigo Álvarez Greco
Univ. Nac. de Cuyo, Argentina
Introducción
La trascendencia de Aristóteles en el pensamiento medieval occidental
constituye un tema de profundo interés para la historia de la filosofía y, por
consiguiente, para la historia de las ideas políticas. Desde su reaparición en el
ámbito latino occidental, las obras del filósofo griego ejercieron una evidente
influencia en el desarrollo del pensamiento escolástico y la teología
bajomedieval. Ciertamente, su advenimiento tuvo todas las características de
una verdadera revolución intelectual. Desde entonces, la preponderancia de
Aristóteles se ha extendido de forma ininterrumpida hasta nuestros días,
ejerciendo un influjo constante, determinante incluso, sobre el desarrollo de
las ciencias y el modo de jerarquizarlas.
Sin embargo, el proceso de recepción de Aristóteles en el medioevo
europeo no fue uniforme ni lineal, sino que estuvo marcado por diversas
etapas de traducción, interpretación y adaptación. El inicio de este proceso se
sitúa en la llegada de las primeras traducciones latinas de ciertas obras
aristotélicas durante la alta Edad Media, destacando especialmente las
versiones elaboradas por Boecio en el siglo VI d.C. Este primer corpus de
textos aristotélicos, compuesto principalmente por la Hermenéutica y las
Categorías, fue denominado logica vetus y permaneció fundamentalmente
inalterado hasta el siglo XII, sentando las bases para el estudio del Filósofo
hasta entonces.
No obstante, fue en ese mismo siglo cuando se produjo un notable avance
en la recepción de Aristóteles en el Occidente latino, con la aparición y
453
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
difusión de nuevas traducciones y comentarios, más fieles a los originales
griegos y más completos en la integración de obras hasta entonces
desconocidas. Este periodo estuvo marcado por la labor de eruditos como
Jacobo de Venecia y los traductores de la Escuela de Toledo, quienes llevaron
a cabo nuevas versiones de las obras aristotélicas, abarcando tanto la lógica
como la metafísica y la ética. Estas traducciones, que constituyeron lo que se
denominó la logica nova, brindaron una comprensión más completa y precisa
del pensamiento aristotélico, estimulando su estudio y debate en las
universidades y escuelas monásticas de la época.
En el presente trabajo intentaremos echar luz sobre la especial
preponderancia que tuvo Otón de Freising, filósofo y cronista1, en la recepción
y difusión de la logica nova en el ámbito de la Germania meridional. Existe
un testimonio de su principal discípulo y continuador, el canónigo Rahewin,
acerca del papel jugado por su maestro en la transmisión de la logica nova,
para la cual estaba ubicado temporal y espacialmente en un punto clave. A su
vez, nos interesará también indagar brevemente acerca de las posibles vías de
comunicación entre este autor y los traductores de Aristóteles del siglo XII.
Finalmente, intentaremos establecer hasta qué punto Otón de Freising fue
determinante en la difusión de la logica nova y, por ende, si podemos
considerarlo un autor de transición, situado exactamente entre el simbolismo
germano y la escolástica.
De la logica vetus a la logica nova
El mundo medieval anterior a la escolástica tiene un carácter simbólicoalegórico insoslayable, que debemos tener presente para mayor beneficio de
nuestro análisis. En su clásica monografía titulada Sacrum Imperium, el
1
Ottonis Frisingensis, Historia de duabus Civitatibus, MGH SS, rer. Germ., 45, ed.
Adolf Holfmeister, Hannover, Hahnsche Buchhandlung, 1912; Ottonis et Rahewini,
Gesta Friderici I Imperatoris, MGH SS, rer. Germ., 46, ed. Georg Waitz, Hannover,
Hahnsche Buchhandlung, 1912.
454
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
historiador Alois Dempf acuñó la expresión de simbolismo germánico2 para
identificar con ella la forma mentis de los pensadores medievales del siglo XII.
A su juicio, este movimiento intelectual es la máxima manifestación del arte
simbólico, que podría sintetizarse como la tendencia a interpretar el
significado de las cosas visibles en relación con una realidad transcendente.
“Este es el camino intuitivo de las visibilia ad invisibilia […]. La
escolástica, como exégesis de la escritura y del mundo según la
categoría causal y final, es una metafísica científica que procede de
motivos indirectamente religiosos. El arte simbólico es una disposición
inminentemente espiritual-religiosa y se convierte en simbolismo con
la intención de penetrar hacia el sentido único del mundo e interpretarlo
exclusivamente de forma simbólica”3.
2
Hemos juzgado oportuno traducir la expresión deutsch Symbolismus como
simbolismo germánico, evitando el gentilicio “alemán”, por parecernos más apropiado
para expresar sin anacronismos una realidad muy alejada temporalmente de la
constitución decimonónica del Estado alemán.
3
Alois Dempf, “6. Kapitel. Der deutsche Symbolismus des 12. Jahrhunderts”, Sacrum
Imperium: Geschichts und Staatsphilosophie des Mittelalters und der politischen
Renaissance, Berlin, Oldenbourg Wissenschaftsverlag, 2019: 229-268. [“Das ist der
intuitive Weg von den visibilia ad invisibilia […]. Die Scholastik ist als Schrift- und
Weltexegese nach der Kausal- und Finalkategorie wissenschaftliche Metaphysik aus
indirekt religiösen Motiven. Die Symbolik ist unmittelbar geistig-religiöse Haltung
und wird mit der Absicht, bis zum einzigen Weltsinn vorzustoßen und die Welt
ausschließlich symbolisch zu deuten, Symbolismus]. La traducción es nuestra.
Versión italiana: Alois Dempf, “Capitolo 6. Il simbolismo tedesco del XII secolo”,
Sacrum Imperium. La filosofia della storia e dello stato nel medioevo e nella
rinascenza politica, traducido por C. Antoni, Florencia, Casa Editrice Le Lettere,
1988: 167-208. Es de notar que el propio Otón de Freising utiliza la expresión con la
que Dempf caracteriza al simbolismo germánico (Ottonis, Historia de duabus
Civitatibus, IV, 180): “Creo que ya no hay hombre sabio que, contemplando las obras
de Dios, no se asombre con ellas y no sea encauzado a través de lo visible hacia lo
invisible” [“Nullum iam esse sapientum puto, qui Dei facta non consideret,
considerata non stupeat ac per visibilia ad invisibilia non mittatur”]. La traducción es
nuestra.
455
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
El simbolismo, por lo tanto, se define a sí mismo como spiritualis
intelligentia, es decir, intelección sagrada, espiritual y religiosa de todas las
cosas en el significado total de una realidad suprema. Podríamos afirmar que,
a grandes rasgos, esta fue la idiosincrasia intelectual que predominó en
Occidente hasta el siglo XII, momento en el cual finalmente encontró su
clímax y su eclosión definitiva.
Lo paradójico, por tanto, es que dicho apogeo de la mentalidad simbólica
coincide con los primeros síntomas del cambio, justo en la antesala de la
revolución aristotélica. En su trabajo La filosofía en la Edad Media, Étienne
Gilson nos señala que, abordado de forma integral y en conjunto, el
movimiento intelectual del siglo XII se presenta como el exordio de un tiempo
nuevo en la historia de la cultura cristiana, pero también como la maduración
en Occidente, y principalmente en Francia, del pensamiento patrístico latino
que la Edad Media había heredado del Bajo Imperio. Esta suerte de
ambivalencia comienza a manifestarse en ciertos indicios intelectuales de lo
que implicarán los siglos subsiguientes. El principal de estos síntomas es el de
un creciente tecnicismo conceptualista que otorga una importancia
fundamental a la razón raciocinante (ratio). Es entonces cuando cobran
relevancia los escritos del Estagirita, redescubiertos precisamente a mediados
del siglo XII por las diversas vías de comunicación y difusión de los nuevos
traductores.
“Se ve, pues, cómo se va definiendo cada vez más claramente la
tendencia que muy pronto pondrá la autoridad de Aristóteles en
competencia con la de San Agustín. Efectivamente, no sólo la teoría
aristotélica del conocimiento toma posesión de un número cada vez
mayor de inteligencias, sino que hasta parece que el espíritu de
Aristóteles ha sido presentido ya desde mediados del siglo XII”4.
¿Cuándo y cómo penetraron en Europa aquellas nuevas obras de
Aristóteles? La pregunta interesa especialmente a quien estudia el
4
Étienne Gilson, La filosofía en la Edad Media, Madrid, Gredos, 1976, pp. 314-315.
456
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
pensamiento de Otón de Freising, puesto que él fue, según señalamos más
arriba, uno de los primeros en difundirlo en su propia región. Es sabido que el
conocimiento de los textos de lógica en la alta Edad Media se limitaba a las
traducciones y los comentarios hechos por Boecio a las Categorías y a la
Interpretación del Estagirita y al Isagogé de Porfirio; tal complejo de nociones
formó la logica vetus y llegó prácticamente sin mutaciones hasta el inicio del
siglo XII. Sin embargo, en ese momento y principalmente después de 1120,
las cosas cambiaron con la introducción de la logica nova: hacia el 1125
Abelardo había ya leído las Refutaciones sofísticas y citaba los Primeros
Analíticos; en el Heptateuchon de Teodorico de Chartres –uno de los maestros
de Otón de Freising– eran enumerados el primer libro de los Analíticos, los
Tópicos y las Refutaciones sofísticas. Hacia la mitad del siglo las obras citadas
formaban un patrimonio común a muchos estudiosos. Señala Paolo Brezzi que
todo esto nos indicaría la existencia de algunos traductores anteriores incluso,
completamente ignotos, a través de los cuales fueron difundidas nuevas
traducciones de la Logica de Aristóteles en Francia a principios del siglo XII;
las cuales eran diversas de aquellas de Boecio, que fueron pronto olvidadas y
no reaparecieron sino más bien tardíamente; eran diversas también de aquellas
que se utilizaban por aquellos mismos años en Italia, es decir, la traducción
completada en el 1128 por Jacobo de Venecia, criticada por su oscuridad;
finalmente eran diversas también de aquellas más celebradas del siglo
siguiente, cuando no fue solamente traducida la lógica, sino toda la producción
filosófica de Aristóteles5.
Por limitarnos a Francia, en los principales centros de estudio de entonces
en pleno florecimiento, tales como Chartres, Reims, Laon, Saint-Vorles, París,
ya en 1130 se conocía la logica nova y se leía con entusiasmo. Por obra de los
alumnos que frecuentaban aquellas escuelas, la nueva cultura irradió a
Inglaterra y Germania: tal parece ser el caso de Otón, como veremos a
continuación.
Paolo Brezzi, “Ottone di Frisinga”, Bulletino dell’Istituto Storico Italiano per il
Medio Evo, 54, Roma, Istituto storico italiano per il Medioevo, 1939, p. 166.
5
457
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Otón de Freising, difusor de Aristóteles
Otón de Freising, cronista, filósofo y consejero imperial que vivió entre los
años 1114 y 1158 en la región de Baviera, era, por vía materna, hermanastro
del emperador Conrado III, tío de Federico Barbarroja y estaba íntimamente
emparentado con la familia imperial. Hijo de Leopoldo III de Austria y de Inés
de Alemania, miembro de una prole numerosa, ya desde joven demostró una
marcada inclinación intelectual, razón por la cual fue enviado estudiar a París,
donde se hallaban a la sazón las escuelas más prestigiosas de la época. Al
terminar sus estudios y luego de una brevísima experiencia monacal en la
abadía de Morimond, fue convocado para hacerse cargo de la diócesis de
Freising, situada en un punto estratégico para el Imperio, pues era la vía de
comunicación directa con Italia. Desde allí desplegó una actividad
abrumadora, participando intensamente en la política de su época, siempre con
sincero propósito de conciliar los intereses del Imperio y de la Iglesia.
Intervino en la segunda cruzada, reformó la disciplina eclesiástica de su
diócesis, actuó directamente en numerosas embajadas y reuniones de la corte,
entre otras muchas cosas. En medio de ellas, desplegó su actividad intelectual,
escribiendo una crónica universal en ocho libros, agustinianamente titulada
Historia de duabus Civitatibus, y una narración de las gestas de su sobrino,
Federico Barbarroja, durante los primeros años de su gobierno.
Es en esta segunda obra, precisamente, las Gesta Friderici I Imperatoris,
que Otón dejó inconclusa a causa de la enfermedad que le dio muerte en 1158,
donde aparece la mención acerca de su protagonismo en la difusión de los
textos de Aristóteles. En efecto, Rahewin, el clérigo que lo había acompañado
toda la vida a modo de secretario, decidió continuar las Gesta e incluyó en el
Libro IV de las mismas una breve semblanza de su maestro. Entre sus líneas,
encontramos el siguiente texto:
“Fue instruido en las letras de forma sobresaliente y selecta; era tenido
entre los obispos de Alemania como el primero o entre los primeros en
el sentido de que, además de sus conocimientos de la Sagrada Escritura,
de cuyos secretos y arcanos era conocedor sobresaliente, fue casi el
458
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
primero que en nuestro territorio aportó sutileza en el análisis de los
libros de Filosofía de Aristóteles: los Topica, los Analecta, y los
Elencha”6.
Para Rahewin era una conclusión inevitable que este hombre de erudición
superior a la media destacara en solitario entre los obispos alemanes, no sólo
por el profundo conocimiento que Otón tenía de las Escrituras y su capacidad
exegética, sino también porque fue “casi el primero” (fere primus) en llevar a
Germania los Tópicos de Aristóteles, las Analíticas y las Refutaciones
Sofísticas. De hecho, Otón había explicado ya en la Historia de duabus
Civitatibus que Aristóteles trató la lógica en seis libros, y no sólo fue capaz de
nombrar los componentes de todo el Organon (Categorías, Hermenéutica,
Analítica I, Tópicos, Analítica II, Refutaciones Sofísticas), sino también de
reproducir su contenido en palabras clave y citar textualmente una traducción
latina de las Refutaciones7. También sabía que Boecio había traducido los
6
Ottonis et Rahewini, Gesta Friderici I Imperatoris, IV, 4. [Litterali scientia non
mediocriter aut vulgariter instructus, inter episcopos Alemanniae vel primus vel inter
primos habebatur, in tantum, ut preter sacrae paginae cognitionem, cuius secretis et
sententiarum abditis prepollebat, phylosophicorum et Aristotelicorum librorum
subtilitatem in topicis, analeticis atque elencis fere primus nostris finibus
adportaverit]. Traducción: versión castellana de Eustaquio Sánchez Salor (Otto de
Freising y Rahewin, Gestas de Federico Barbarroja, España, Universidad de
Extremadura, 2016).
7
Ottonis, Historia de duabus Civitatibus, II, 8. [Post quem Socrates omnium
philosophorum clarissimos viros tanto perspicatiores, quanto iuniores, utpote qui
ipsos docentes se intellectu transcenderent, educavit Platonem et Aristotelem.
Quorum alter […]. Alter logicam in sex libros, id est predicamenta, periermenias,
priora analetica, topica, posteriora analetica, elencos, distinxit. Quorum primus de
simplicibus terminis, secundus de propositionibus, tercius de complexione
propositionum utili ad sillogizandum iudicium purgans et instruens, quartus de
methodis, id est via sillogizandi, quintus de demonstrationis necessitate, sextus de
cautela sophisticarum fallaciarum docet, ut ita perfectum philoshophum non solum ad
cognoscendae veritatis, sed ad vitandae falsitatis scientiam perfecte informet. Denique
se artis seu facultatis huius principem ac inventorem dici debere ipsemet in fine
gloriatur elencorum hoc modo: Oportet autem nos non latere, quod accidit circa hoc
459
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
escritos de Aristóteles al latín, que existía una introducción a los Tópicos
escrita por él, así como comentarios traducidos y de su propia autoría al
respecto. Aunque los dos pasajes sobre Aristóteles siguen faltando en la
primera edición de la Historia y sólo se añadieron posteriormente, de ello no
se puede concluir en absoluto que Otón no supiera nada de antemano sobre el
Organon. Desgraciadamente, no dice qué traducciones conocía, lo que
dificulta determinar el modo en que se familiarizó con los textos de la logica
nova (Analíticos I y II, Tópicos, Refutaciones). Joachim Ehlers, el principal y
más actual de los biógrafos de Otón de Freising y a quien seguimos en estas
pesquisas, señala en su trabajo titulado Otto von Freising, ein Intellektueller
im Mittelalter que las citas de Aristóteles que Otón incluyó en la Historia
corresponden a la versión latina de Jacobo de Venecia, que no fue escrita antes
de 1128, probablemente entre 1130 y 1140, aunque Boecio ya había traducido
todo el Organon, si bien partes de él ya no eran conocidas en el siglo XII. Sin
embargo, el Heptateuchon de Teodorico de Chartres contenía ya las
Categorías, la Hermenéutica, los Primeros Analíticos, los Tópicos y las
Refutaciones, por lo que resultaría más probable que Otón hubiera ya leído
estos textos durante sus estudios con Teodorico, es decir, entre los años 1128
negotium. Nam eorum, quae inveniuntur, omnium, quae quidem ab aliis sumpta sunt,
prius elaborata particulariter augentur ab eis, qui accipiunt postea. Quae autem ex
principio inveniuntur, parvum in primis augmentum sumere solent, utilius autem
plurimum illo, quod postea ex his fit augmentum. Maximum enim fortasse principium
omnium, ut dicitur, quare et difficillimum. Quantum enim optimum potestate, tanto
parvissimum magnitudine difficillimum est videri. Hoc autem invento facile est addere
et augere reliquum. Item quod sillogismorum necessariam complexionem in materia
et forma, propter quod logicum negotium inchoatur, primus tradiderit, ibidem testatur
dicens: De sillogismis autem omnino nichil habuimus prius aliud dicere, quam
attricione querentes multum tempus laboremus. Si autem videtur considerantihus
nobis velud ex his, quae a principio essent, habere ars sufficienter supra alia negotia,
quae ex traditione adaucta sunt, reliquum erit omnium vestrum vel eorum, qui
audierint, opus, omissis quidem artis indultionem, inventis autem multas habere
grates. Inde est, quod, quamvis ante ipsum fuerit sillogizatum, non tamen ex
necessitate, sed quasi casualiter, id est, non ut semper sic, sed ut quandoque sic,
quandoque non sic].
460
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
y 11328. Teodorico fue el primer maestro que comentó las Analíticas I y las
Refutaciones, mientras que Gilberto de Poitiers y Pedro Lombardo sólo
utilizaron la logica vetus (Categorías y Hermenéutica) y Adán de Parvo Ponte
no siguió a Aristóteles en su libro de texto de lógica, terminado en 1132, sino
su propio esquema. Esto se corresponde con el informe de Juan de Salisbury,
que estudió en París entre 1136 y 1147, de que tanto los Tópicos, como las
Analíticas y las Refutaciones se dieron a conocer allí en esa época, “como
despertados de la muerte o del sueño”9.
Por supuesto, no se pueden descartar otras vías. En la Dieta de la Corte de
Merseburg de agosto de 1135, Gilberto, canónigo de la catedral de Hildesheim
y preboste de San Simón y San Judas en Goslar, fue delegado a Constantinopla
junto con Anselmo de Havelberg. Hildesheim se interesaba desde hacía
tiempo por los modernistas franceses y poseía textos de Gilberto de Poitiers y
Hugo de San Víctor, así como obras de su ámbito de interés como los Pantegni
de Constantino Africano, por lo que Gilberto podría haber hecho
adquisiciones en Constantinopla. Dado que Conrado, el hermano menor de
Otón, había sido preboste de la catedral de Hildesheim de 1143 a 1148 y tenía
como sucesor a Reinaldo de Dassel, la mediación correspondiente habría sido
fácil. En el curso de las negociaciones de alianza con el emperador Manuel I,
Conrado III envió un emisario a Constantinopla en abril de 1145, encabezado
por el obispo Embricón de Würzburg, a quien acompañaban los hermanos
8
Joachim Ehlers, Otto von Freising. Ein Intellektueller im Mittelalter. Eine
Biographie, München, C. H. Beck, 2013, pp. 126-127. [Seine Aristoteleszitate
stimmen zwar mit der lateinischen Fassung des Jakob von Venedig überein, die nicht
vor 1128, wahrscheinlich zwischen 1130 und 1140, entstanden ist, aber schon
Boethius hatte das gesamte Organon übersetzt, wenngleich Teile davon im 12.
Jahrdundert nicht mehr allgemein bekannt waren. Das Heptateuchon Theodorichs von
Chartres enthält die Kategorien, Hermeneutik, erste Analytik, Topik und Elenchik, so
daß Otto diese Texte während des Studiums bei Theodorich gelesen haben kann]. La
traducción es nuestra.
9
Ioannes Saresberiensis, Metalogicon, Corpus Christianorum, Continuatio
Mediaevalis, 98, ed. J. B. Hall, Keats-Rohan, K.S.B., III, 5. […quasi a morte vel a
somno excitatus]. La traducción es nuestra.
461
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Berno y Richwin, fundadores del monasterio cisterciense de Ebrach,
colonizado por Morimond y apoyado por Conrado III, que hizo enterrar allí a
su esposa Gertrudis en 1146. Embricón preparó la boda del emperador Manuel
con Bertha de Sulzbach, celebrada en enero de 1146, en Constantinopla.
“Luego permaneció allí algún tiempo para promover éste y otros negocios del
imperio [...], quiso volver a casa honrado con muchos regalos de los
griegos”10, pero murió en Aquilea durante su viaje de regreso, en noviembre
de 1146. Otón describe a Embricón como un hombre inteligente y culto (vir
prudens et litteratus)11; lo conocía bien, ya que ambos habían coincidido en
las reuniones de la corte en Fráncfort (21 de abril a 3 de mayo de 1140),
Ratisbona (junio/julio de 1141 y 20 de enero a 12 de febrero de 1142) y
Constanza (19 de marzo a 12 de abril de 1142), y también habían estado juntos
en el séquito del rey en Núremberg (octubre de 1140), Ratisbona (15 de
diciembre de 1142) y Bamberg (mayo de 1144). Había, por tanto, suficientes
conexiones con la corte imperial bizantina, sobre todo porque Teodora
Comnene, sobrina del emperador Manuel I, se había casado con Enrique
Jasomirgott en 1148 y era, por tanto, cuñada de Otón.
Fueran cuales fueran las vías de comunicación por las cuales arribó la
traducción latina de Jacobo de Venecia a manos de Otón, no parece haber
dudas de que éste ya había conocido el Organon anteriormente, con gran
probabilidad durante sus estudios en París. La precisión y extensión de su
síntesis de la logica nova que introdujo en la Historia de duabus Civitatibus
es testimonio suficiente del entusiasmo y la dedicación con las que leyó a
Aristóteles durante su juventud. Todo lo cual parece corroborar el testimonio
de su discípulo, Rahewin, acerca de la relevancia de su maestro en la recepción
y difusión de Aristóteles en todo el ámbito germano meridional.
10
Ottonis et Rahewini, Gesta, I, 24.
Ibíd.
11
462
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Conclusiones
Habiendo llegado hasta aquí, se nos imponen una serie de conclusiones
necesarias. La primera es que, tal como hemos visto, el arribo de las nuevas
traducciones de Aristóteles, llamadas logica nova, supusieron un cambio
notable en los estudios y ámbitos intelectuales desde mediados del siglo XII.
Que ese cambio comenzó a operarse en Francia, sobre todo en París, y que, a
través de diversos profesores y maestros de prestigio, los cuales comenzaron
a utilizar los escritos del Filósofo con cada vez mayor asiduidad, este interés
se expandió hacia las demás regiones de la cristiandad.
La segunda conclusión es que, precisamente, éste parece ser el caso de
Otón de Freising. Habiendo cursado sus estudios en París durante los años
1128-1132, es probable que allí haya tenido sus primeros contactos con los
textos de la logica nova y que se haya dejado influenciar por el creciente
interés en las obras de Aristóteles. Este entusiasmo lo habría llevado a ser uno
de los primeros en introducirlas en la Germania meridional, principalmente
desde que asumiera la sede episcopal de Freising.
Finalmente, las características de Otón de Freising como exégeta e
historiador, a la vez que profundamente interesado en la lógica aristotélica,
nos llevan a pensar que se trató de un autor de transición, situado exactamente
en el medio de dos movimientos intelectuales distintos: uno, que estaba a la
sazón en su apogeo, el simbolismo germánico; el otro, que comenzaba a surgir
en diversos puntos del Occidente latino, propiciado específicamente por el
redescubrimiento de Aristóteles, la escolástica. Fiorella Vergani, en un estudio
comparativo entre Otón de Freising y Abelardo, señala lo siguiente acerca del
primero:
“Otón hace suya esta visión del mundo y subraya todavía más la fusión
entre la experiencia del intelectual y la del monje, del momento
especulativo y el anhelo claramente religioso. Realiza, en efecto, un
feliz sincretismo entre las dos posturas, equilibrándolas y
amalgamándolas con sabiduría. Sabe, pues, captar la tensión positiva
463
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
que ofrecen las dos concepciones, la filosófico-escolástica y la místicosimbólica, integrando ambas en su obra”12.
Tal como vemos, Otón parece haber sido el punto de encuentro de diversos
movimientos y líneas de su tiempo. Así como supo equilibrar y armonizar las
mejores características del simbolismo germánico y la tradición exegética
patrística con los requerimientos y las exigencias intelectuales de su época, así
también, recordemos, supo armonizar los intereses del Imperio con los de la
Iglesia, equilibrando aquellas demandas que le venían por mandato familiar
con aquellas otras a las que había ajustado su espíritu, educado en medio del
entusiasmo general por la reforma gregoriana. Como señala Paolo Brezzi
refiriéndose a la Historia, Otón de Freising resulta ser, por todo lo dicho, un
hombre bisagra, que conecta en sí mismo diversas vías de intereses e ideas:
“Era necesario que alguien, fortalecido al mismo tiempo por la
preparación filosófica y por la iniciación simbólica, formado en la
tradición agustiniana, mas no extraño a la nueva escuela de lógica
aristotélica; alguien que hubiese vivido en el tumulto de los sucesos
políticos, pero alejado, en el ánimo, de los intereses y de las pasiones
del mundo, amante de la santidad de la vida eclesiástica, mas firme
defensor de los derechos del Sacro Imperio Romano; era necesario que
ese alguien fundiese todos estos elementos en una obra original,
vivificada por su pasión religioso-política, embellecida con la elegancia
Fiorella Vergani, “‘Sententiam vocum seu nominum non caute theologiae
admiscuit’: Ottone di Frisinga di fronte ad Abelardo”, Aevum, 63/2, Vita e Pensiero,
1989, pp. 193-224. [Ottone fa sua questa visione del mondo e sottolinea ancor di piu
la fusione tra l'esperienza dello studioso e quella del monaco, tra momento speculativo
e anelito schiettamente religioso. Ralizza, infatti, un felice sincretismo tra le due
posizioni, equilibrandole e amalgamandole sapientemente. Egli, dunque, sa cogliere
la tensione positiva offerta dalle due concezioni –filosofico-scolastica e misticosimbolica–, e le integra nella sua opera]. La traducción es nuestra.
12
464
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
de su estilo literario, purificada en la elevación de sus ideales
espirituales”13.
Paolo Brezzi, “Ottone di Frisinga”, Bulletino dell’Istituto Storico Italiano per il
Medio Evo, 54, Roma, Istituto storico italiano per il Medioevo, 1939, pp. 182-183.
[Era necessario che qualcuno, forte nello stesso tempo di una preparazione filosofica
e di una iniziazione simbolistica, formato alla tradizione agostiniana, ma non estraneo
alla nuova scuola di logica aristotelica, vissuto nel tumulto degli avvenimienti politici
ma lontano, nell’animo, dagli interessi e dalle passioni del mondo, amante della santità
della vita ecclesiastica, ma fermo difensore dei diritti del sacro Romano Impero,
fondesse tutti questi elementi in un lavoro originale, vivificandoli con la sua passione
religioso-politica, abbellendoli con l’eleganza della sua forma letteraria, purificandoli
con l’elevatezza dei suoi ideali spirituali]. La traducción es nuestra.
13
465
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
466
Ética y metafísica. De Filón de Alejandría a san Agustín. La intersección
antropológica en torno al cuidado de sí
María Cecilia Colombani
UNMdP, Argentina
Filón y la preocupación por uno mismo
Nuestro trabajo problematizará el acceso del sujeto a la verdad en la obra
de Filón de Alejandría pues dicho acceso toma la forma de un viaje hacia el
topos de la espiritualidad, territorio que no puede entenderse por fuera de un
horizonte metafísico debido a la dualidad de planos ontológicos o topoi
heterogéneos, en la calidad de ser de los ámbitos en cuestión. Tomamos a
Filón como nítido antecedente de la preocupación de Agustín en torno al
acceso a la verdad, lo cual supone, también, un viaje al interior de sí,
enmarcado en un acto de veridicción.
En segundo lugar, nos proponemos intersectar la inquietud metafísica,
presente en ambos, con la problemática ética, a partir de lo que Michel
Foucault ha trabajado en torno a una historia de la espiritualidad en Occidente.
A partir de lo esbozado, debemos comprender que el juego metafísico no
solo implica el tránsito de un ámbito otro, sino que la narrativa implica una
askesis, un ejercicio, una práctica. El acceso a la aletheia como telos último
se da tras un largo itinerario (methodos) que implica una férrea disciplina por
parte del sujeto, al tiempo que define un movimiento ascendente continuo, en
el que el alma (psyche) es la verdadera protagonista en una dimensión
agonística propia de la constitución del sujeto ético. Sobre este fondo
metafísico y en el escenario de los juegos discursivos como retorno a uno
mismo, hay en Agustín un acto privilegiado de configuración simbólica. Se
trata de la confesión, presente en el pensador como un acto de veridicción y
topos de enunciación que compromete la intimidad del sujeto y pone en logoi
467
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
lo más íntimo de su geografía interior. Acto confesional que vincula al sujeto
a una práctica subjetivante que lo constituye antropológicamente, al tiempo
que lo libera y salva.
Así, el acceso a la aletheia exige una preparación que despliega una
conducta que impacta sobre dos geografías privilegiadas de atención y
cuidado (epimeleia): el cuerpo y el alma como regiones antropológicas. El
alma y el cuerpo difieren entre sí por una serie de connotaciones que
representan distintos topoi.
A partir de la naturaleza del alma, aparece el cuerpo como aquello que debe
subordinarse a ella para neutralizar el peso que, naturalmente, por su estatuto
ontológico, puede acarrear en tanto asiento de los apetitos y pasiones; el alma
es el genuino enclave que conduce al topos de la verdad como telos último del
desvelo metafísico y conforma el elemento rector que debe liderar la
constitución del sujeto temperante, transido por la sophrosyne como ideal de
conducta.
Queda claro que, a partir de la superioridad del alma, se entabla una lucha
por la soberanía entre ambos elementos. Las relaciones entre el alma y el
cuerpo se inscriben en una metáfora política ya que lo que está puesto en
consideración es la soberanía de uno sobre el otro. Asimismo, las relaciones
que ambas estructuras presentan y su resolución se inscriben, a su vez, en lo
que entendemos como una metáfora médica, ya que el modo en que se juega
la tensión determina el estado de salud o de enfermedad como marcas de la
dominación del alma sobre el cuerpo, o bien, de la soberanía del cuerpo sobre
el alma. Este es el fondo último de la preocupación de Michel Foucault cuando
problematiza la historia de la espiritualidad en Occidente, que se montar sobre
dos nociones complementarias: la epimeleia heautou y la epsitrophe heautou,
ideas que atraviesan la cultura clásica en general, más allá de que nos
propongamos retrotraerlas al pensamiento de Filón de Alejandría o al de
Agustín.
468
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
La noción de epistrophe eis heautou abre una perspectiva topológica, ya
que implica un cambio en la dirección de la mirada en la relación entre el
sujeto y el mundo; una nueva dirección de la mirada que supone la conversión
a uno mismo1. Esta conversión implica un desplazamiento de la mirada, al
tiempo que un viaje al interior de uno mismo, y, en tal sentido, una nueva
configuración antropológica. El retorno al sujeto, el volverse sobre sí o
tornarse sobre uno mismo (epistropheo), involucra el regreso, sensato y
voluntario, a un topos íntimo en el que el hombre se encuentra consigo mismo,
con la dimensión del alma como foco de atención. Se nutre de su propia
askesis, indaga su dimensión antropológica en ese gesto de reconocimiento,
descubriendo al cuerpo y al alma como dos entidades heterogéneas. Solo
desde ese retorno al núcleo interior se accede a la verdad.
En este camino de regreso y de atención la gestión de los placeres (chresis
ton aphrodision) resulta un hito fundamental de la empresa. El camino
conduce a privilegiar el alma por encima de la pesadez de las pasiones que
tienden a entorpecer el ascenso. Es entonces el momento de intentar la lectura
anunciada ya que Filón de Alejandría parece reescribir la letra clásica en
materia onto-antropológica. Dice Filón: “La ciencia de Dios a ninguna cosa
es tan contraria como al placer carnal”2.
Se trata de una recomendación que impacta en el camino de la subjetividad
que supone la supremacía del alma en su rol activo sobre la precariedad del
cuerpo:
“Huye, pues, alma, del elemento terrenal que te circunda, abandonando
esa cárcel impura que es el cuerpo, y la voluptuosidad y la
concupiscencia (que son como custodios de la cárcel), con todo tu
esfuerzo y con todo tu poder, sin conceder nada a su acción corruptora,
1
Michel Foucault, Historia de la Sexualidad. La inquietud de sí, Buenos Aires, Siglo
XXI, 1991, p. 64.
2
Filón de Alejandría, Q. D. imm., 314 citado en Rodolfo Mondolfo, El pensamiento
antiguo. II: desde Aristóteles hasta los neoplatónicos, Buenos Aires, Losada, 1974, p.
217.
469
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
sino combatiéndolas en masa… “Huye de estas cosas” no significa:
sepárate de su esencia, pues sería una orden de muerte, sino, aleja de
ellas el pensamiento, que no se halle detenido por algunas de ellas, y
conviértete en superior a todas”3.
La narrativa filoneana nos retrotrae a los ecos del pensamiento clásico.
Tanto el acceso a la verdad como la constitución del hombre libre y prudente
se ven obstaculizados por el peso de lo terreno, debido a la heterogeneidad
metafísica que diferencia a ambos topoi y a la brecha ontológica que los separa
en tanto diferentes registros de ser. La letra filoneana vuelve a marcar la
dualidad de planos: “Es imposible que quien está poseído por el amor de las
cosas incorpóreas y eternas, cohabite con quien está dirigido hacia las
sensibles y mortales”4.
La dualidad metafísica, en tanto consideración de topoi de distinto registro
ontológico, marca la narrativa de Filón y se extiende a las consideraciones
antropológicas, ya que aquel que se sitúa en lo aparente y no verdadero
(pseudes), no está en condiciones de acercarse a las cosas verdaderas (ta
alethea).
De este modo y, a partir de estas consideraciones metafísicas como telón
de fondo de la problemática, la epimeleia heautou domina el escenario de la
constitución del sujeto. La huella semántica del término epimeleia nos sitúa
en el corazón de la experiencia: cuidado, atención, solicitud. Una vez más,
saber y práctica se implican mutuamente, resultan nociones complementarias
y garantizan la conducción, la autoridad, la potestad y el dominio sobre sí
(heautou). No es casual este vocabulario político que alude a la soberanía
sobre uno mismo; la ética y la constitución de sí como sujeto libre y
temperante es una relación batalladora en la que el dominio de las pasiones y
los apetitos es la clave del triunfo que se inscribe en una relación de poder.
3
Filón de Alejandría, De migr. Abr., 389 citado en Rodolfo Mondolfo, El pensamiento
antiguo. II: desde Aristóteles hasta los neoplatónicos, Buenos Aires, Losada, 1974, p.
217.
4
Ob. cit.
470
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
La epimeleia se asienta en el escenario general de las prácticas de sí. Dice
Foucault al respecto: “El objetivo común de estas prácticas de uno mismo, a
través de las diferencias que presentan, puede caracterizarse por el principio
completamente general de la conversión a uno mismo”5.
El campo semántico es fuerte en lo que a nuestra indagación se refiere. El
sujeto se toma a su cargo, lidera la empresa subjetivante, convirtiéndose en el
objeto de preocupación6. Ocuparse de sí toma la forma general de conducirse,
gobernarse, a partir de delinear el espacio sobre el cual debe recaer el cuidado
y ese topos no es otro que el alma. El sujeto debe cuidar su alma.
El campo de batalla es inigualable ya que la presencia efectiva de aquello
que puede conducirnos a la hybris es la ocasión para poner de manifiesto la
fortaleza del alma y erigirse como el vencedor. Sin duda, con Filón se está
reescribiendo una página importante de la alianza entre metafísica y moral,
entre el conocimiento del fundamento y principio de lo real (arkhe) y la virtud
(arete).
Agustín y el retorno sobre sí. Aletheia y logos
Ahora bien, en la economía general de los juegos discursivos, vehículo del
retorno a uno mismo, hay un acto privilegiado de configuración simbólica: la
confesión como acto de veridicción y como nuevo topos de un acto
enunciativo que compromete la intimidad del sujeto y pone en logoi lo más
íntimo de su geografía interior. Acto discursivo que vincula al sujeto a una
práctica que lo constituye, al tiempo que lo libera y salva.
La confesión implica una particular relación consigo mismo y con un otro.
Esta nueva relación con la verdad determina modos de subjetivación, nuevas
5
Michel Foucault, La historia de la sexualidad. El uso de los placeres, México, Siglo
XXI, 1993, p. 64.
6
Michel Foucault, La hermenéutica del sujeto, La Plata, Altamira, 1996, p. 42.
471
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
técnicas de transformación de las conciencias y peculiares formas de
enunciación de la verdad.
La verdad se exhibe, se desnuda ante un interlocutor privilegiado, que, en
el caso de Agustín, toma el rostro de Dios; aquel que puede aliviar el dolor,
transformando la culpa en salvación. En medio de esta ritualización, la
confesión aparece como un territorio privilegiado de la dramatización del
logos en su dimensión testimonial.
Agustín traza la escena confesional frente a ese interlocutor de lujo: “¡Ay
de mí! Por tu misericordia, Señor y Dios mío, dime, ¿qué eres para mí? Di a
mi alma: yo soy tu salud. Sí, dímelo, que yo lo oiga. Los oídos de mi corazón
están abiertos delante de ti, Señor. Ábremelos y di a mi alma: yo soy tu
salvación”7.
Exhibición de la verdad. Sucesión de palabras que buscan la salvación de
un alma afligida por la pena. Pronunciar la verdad trae aparejadas
consecuencias sobre uno mismo porque el sujeto, vinculado íntimamente a su
verdad y a la presencia de Dios, se desnuda ante Él, sin lo cual no hay acto
confesional.
Esta vinculación doble, a la verdad y a Dios, modifica, necesariamente, la
relación del sujeto consigo mismo.
Otro elemento fundamental es la referencia última a Dios. La confesión
obliga a revelar aquello que ha ofendido al Señor, generando un pathos que
angustia, la ofensa que genera culpa y dolor. En este marco, el discurso se
ubica en un lugar paradojal: al tiempo que enuncia la falta, la libera. Lo que
no sale a la luz, porque no se pronuncia y queda encerrado en el silencio,
oprime el alma, causa malestar, daña el espíritu. Silencio y verdad. He allí la
oposición entre lethe y aletheia. Agustín lo sabe y por ello afirma: “Aquí está
7
San Agustín, Confesiones, I, 5. Obras completas de San Agustín. II: Las confesiones,
Madrid, Biblioteca de autores cristianos, 2019.
472
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
mi corazón, oh mi Dios. Mira dentro de él. Mírame, sí, esperanza mía, pues sé
bien que tú eres quien me limpia de la inmundicia de estos afectos, el que atrae
a ti mis ojos libra mis pies de los lazos que me aprisionan”8. Agustín viene a
ofrecer su corazón, exhibe su interioridad como constitución de sí en tanto
sujeto moral.
Decir la verdad le abre al hombre las puertas de la salvación, al tiempo que
lo acerca a Dios. Es la recompensa de quien ha sabido elegir el recto camino,
de quien ha optado por la felicidad verdadera, diferente de toda pseudo
felicidad de registro material, ya que:
“Pienso que las confesiones de mis pecados pasados […] cuando se leen
o se oyen, despiertan el corazón para que no duerma en la desesperación
y diga: “No puedo”. Antes al contrario, le despiertan al amor de tu
misericordia y a la dulzura de tu gracia, por la que cada uno de nosotros,
aunque débil, se hace fuerte, pues se hace consciente de su propia
debilidad”9.
También en este contexto hay alegría y felicidad, de la mano del alivio que
brinda la confesión como signo liberador.
Más allá de las intenciones existenciales, hay en Agustín un anhelo
pastoral, que el propio Foucault indaga como pastoral cristiana, destacando la
figura emblemática de un pastor de almas, de un conductor que así se presenta
ante el creador:
“¿Por qué, pues, te digo tantas cosas? No, ciertamente, para que te
enteres de ellas por mí, sino para excitar por ellas mi amor hacia ti y el
de cuantos las leyeren. Así podremos decir todos: grande es el Señor
y muy digno de alabanza. Lo he dicho y lo diré: por amor de tu amor
hago esto […] Al hacer esto no hacemos más que manifestar nuestro
8
9
San Agustín, Confesiones, IV, 6.
Id., Confesiones, X, 3.
473
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
amor por ti, confesando nuestras miserias y tus misericordias sobre
nosotros, llevándonos a la total liberación que comenzaste”10.
Verdadera hermenéutica del pensamiento, genuino recorrido por la
geografía interior, la hermenéutica de sí se juega enteramente en el acto de
verbalización, en el hecho de desnudarse ante el Señor.
El pensamiento es un texto precioso para ser leído y guarda en su interior
una verdad a descubrir y a decir. En esto consiste la exagoreusis. Hablar desde
sí, declarar desde el interior de sí, sacar a la luz y des-cubrir el tul que puede
ensombrecer la verdad: “Confesaré, pues, lo que se de mí. También confesaré
lo que no sé de mí. Porque incluso lo que sé de mí, sólo lo sé porque tú me
iluminas. Y lo que desconozco de mí no lo sabré hasta que mis tinieblas se
conviertan en luz de mediodía en tu presencia”11. Confesar es estar en la
verdad de las cosas, siguiendo la huella lexical del verbo aletheuein.
En Agustín se da esa necesidad ineludiblemente existencial de convertir la
propia vida en una obra de arte como acto estético. Dice Agustín al respecto:
“Escucha, Señor, mi oración, y no consientas que mi alma se hunda bajo
el peso de tu disciplina. Que no me canse de alabarte por tus
misericordias, pues me sacaste de todos mis caminos torcidos. Que seas
para mí más dulce que todas las seducciones que yo seguía; que te ame
intensísimamente y estreche tu mano con toda la intensidad de mi afecto
y pueda verme libre de toda tentación hasta el final de mis días”12.
Ruego que refuerza el deseo de convertir el bios en un objeto bello.
10
San Agustín, Confesiones, XI, 1.
Id., Confesiones, X, 5.
12
Id., Confesiones, I, 15.
11
474
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Conclusiones
Hemos recorrido el largo camino que conduce a la verdad, transitando la
narrativa de la espiritualidad como modo de acceder-ascender al topos de la
verdad como telos último.
En el caso particular de Filón, ese recorrido conduce a Dios, como ámbito
de la aletheia y como posibilidad de reconocer los distintos registros
estatutarios del Ser.
En el caso de Agustín, y sobre el fondo de la letra filoneana como
antecedente, la exigencia para dicho acceso a la verdad es el retorno a la
interioridad del sujeto (epistrophe heautou), y a la necesaria transformación
de uno mismo.
Solo desde ese retorno, desde esa conversión ad se, es posible alcanzar la
verdad como objeto último de deseo y de conocimiento, al tiempo que se
consuma el acercamiento existencial al Señor. Se trata del acto sensato y
voluntario de escrutar la dimensión más íntima del sujeto, en una mirada que
se dirige a la pura espiritualidad para, desde allí, ganar la visión más sublime,
la visión de Dios como telos último de toda transformación.
475
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
476
Numerus veritatis index en San Agustín1
Einer Tocto Oblitas
UAB, España
Introducción
El presente estudio analiza e interpreta el numerus y su relación con la
verdad en los diálogos de Cassiciacum agustinianos (norte de Italia, 386). En
las Retractaciones2, se precisa que son: De academicis3; De beata vita4; De
ordine5 y Soliloquiorum libri6. Según las Confesiones7, Agustín se hizo
maniqueo; en la secta de Manés le ofrecieron conducirle a la verdad.
1
Este artículo contiene fragmentos del avance de la tesis: Numerus et ars en San
Agustín, un análisis hermenéutico de sus textos filosóficos, Universitat Autònoma de
Barcelona.
2
Aurelius Augustinus H. E., Retractationum libri duo. In Opera Omnia, pp. 583-656,
J. P. Migne (ed.) Parisiis: Patrologiae Cursus completus, series Latinae XXXII, 1877
(abreviatura: Retract. I, 1-4).
3
Aurelius Augustinus H. E., Contra academicos libri tres. In Opera Omnia, pp. 905958, J. P. Migne (ed.) Parisiis: Patrologiae Cursus completus, series Latinae XXXII,
1877 (abreviatura: Acad.)
4
Aurelius Augustinus H. E., De Beata vita liber unus, In Opera Omnia, pp. 959-975,
J. P. Migne (ed.) Parisiis: Patrologiae Cursus completus, series Latinae XXXII, 1877
(abreviatura: Beata v.).
5
Aurelius Augustinus H. E., De Ordine libri duo. In Opera Omnia, pp. 977-1020, J.
P. Migne (ed.) Parisiis: Patrologiae Cursus completus, series Latinae XXXII, 1877
(abreviatura: Ord.).
6
Aurelius Augustinus H. E., Soliloquiorum, libri duo. In Opera Omnia, pp. 869-904,
J. P. Migne (ed.) Parisiis: Patrologiae Cursus completus, series Latinae XXXII, 1877
(abreviatura: Sol.).
7
Aurelius Augustinus H. E. Confessionum libri tredecim. In Opera Omnia, pp. 659866, J. P. Migne (ed.) Parisiis: Patrologiae Cursus completus, series Latinae XXXII,
1877 (abreviatura: Conf.).
477
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Prometían que sus enseñanzas serían argumentos de la razón, no sometida a
la fe, como los católicos. Pero, Agustín dice que fue una experiencia
desilusionante, porque sus enseñanzas eran más ficticias que la mitología.
Incluso, eran menos deleitables que los mitos. Al menos, la mitología era
menos dañina, pues, no le obligaban creer, como hacían los maniqueos.
Cuando Agustín decide abandonar el maniqueísmo, dice que le vino la
tentación del escepticismo, filosofía académica que dudaba poder encontrar la
verdad8.
Previa a la estancia en Casiciaco, Agustín estuvo en Roma, aquí dice haber
recordado que, en cierto debate, dado en Cartago, Elpidio, católico, argumentó
con datos bíblicos y que, por su solidez, fueron incapaces de contra
argumentar los maniqueos9. Igualmente, siempre comparó lo que sabía de los
números con los escritos de Manés, cuyas doctrinas eran insostenibles
comparadas con los números, porque cuando de matemáticas se trataba,
sucedía con precisión pronosticada, lo único que los matemáticos no
reconocieron al Artífice de las cosas que numeran10.
En Casiciaco y en proceso de abandono al maniqueísmo, Agustín afirma
que las leyes del numerus están disponibles para todo ser racional, pero, no
por todos son comprendidas, sin embargo, esas leyes son verdades inmutables,
incluso, cuando no se conciban correctamente11. El numerus es elemento
constituyente del sistema numérico, fundamento de la geometría y astronomía.
A esto refiere Agustín, en De ordine, que, al recorrer cielo y tierra, la razón
descubrió números. El universo es hermoso, no por ser enorme, sino por sus
formas, pues, todas ellas, pequeñas o grandes, están constituidas por el
número. Además, la misma definición de universo hace referencia a la
unidad12. El número resulta clave para interpretar el universo agustiniano, en
el sentido ontológico, metafísico y estético. Al contemplar la belleza, los
8
Agustín, Acad. III, 20, 43-44; Conf. V, 10, 19.
Agustín, Conf. V, 11, 21.
10
Agustín, ob. cit., V, 3, 5-6.
11
Agustín, Acad. III, 10, 22; Ord. II, 47.
12
Agustín, Ord. I, 1, 2.
9
478
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
sentidos se deleitan y la razón comparte ese placer sensual porque descubre lo
que significa: la unidad; sin unidad hay desagrado, pues, descubre ausencia de
simetría, proporción y armonía, esto es, falta de modus (número), por eso,
Agustín lo considera el indicador de la verdad13.
Lope Cilleruelo14 señala que cuando se trata del numerus en el de Tagaste
hay varias indeterminaciones: el numerus de influencia pitagórica, platónica
y varroniana. Pero, lo evidente, indica Bai15 es que Agustín usa términos
matemáticos pitagóricos para defender su fe cristiana, pues, sostiene que todas
las leyes inmutables del número son razones ordenadas por Dios y comunes a
todas las personas. Entre el quadrivium, que los pitagóricos consideraban los
cuatro caminos hacia la belleza de Dios, la música es el único tema
matemático que se relaciona tanto con las ciencias naturales como con la
moral. Oliveira16 afirma que, desde la primera obra agustiniana De Pulchro et
apto hasta el De civitate Dei, la dinámica de lo bello, está construida sobre la
categoría de la congruencia que proporciona unidad y permanece como
principio estructurante del proyecto filosófico de Agustín. Szychowski 17
sostiene que, en el aspecto de la percepción sensorial, las dimensiones (modus)
están relacionadas de manera casi simétricas (numerus), con proximidad a la
igualdad estética (unidad). La concepción estética acerca del deleite determina
la presencia de la igualdad teológica en el alma, la que manifiestan los
números divinos. La experiencia estética como juicio sensitivo, se fundamenta
en el deleite y se distingue del juicio racional. El alma está implicada en ambas
dimensiones en cuanto es sujeto de lo sensitivo y lo racional. Los sentidos
captan la multiplicidad, la desigualdad y los opuestos de la realidad. Para
13
Agustín, ob. cit., II, 15, 43.
Lope Cilleruelo, “Numerus et Sapientia”, Estudio Agustiniano, 3, 1, 1968: 109-121
(pp. 109-110).
15
Jenny Bai, The beauty of God in the numerical order (Doctoral Thesis) Tilburg
University-Paises Bajos, 2017, (p. 3).
16
Paula Oliveira, “Agostinho de Hipona: Congruência, a dinâmica do belo”, Veritas,
67, 1, 2022: 1-14 (pp. 4-5).
17
Patricio Szychowski, “Una lectura estética de la aequalitas en el De musica de
Agustín de Hipona”, Patristica et mediaevalia, 43, 2, 2022, p. 38.
14
479
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
resolver estas contradicciones señala Calabrese18 que Agustín recurre al
recurso del argumento estético. Recurso que aparece en el De ordine, cuando
se arguye que el mal está dentro de un orden, al igual que la belleza es la
armonía de ciertas antítesis19; teoría relacionada con las antítesis pitagóricas
del número20 o con las figuras literarias que Plotino las describe como
agradables21. Agustín, también, utiliza un argumento de geometría: mejor es
el todo que la parte, hay belleza y agrado cuando se comprende que el todo
armoniza elementos contrarios. Es probable que haya dificultad para percibir
la unidad suprema que armoniza todo. Sucede lo mismo con las leyes del
número, son universales, pero, no todos las entendemos. Aunque, Agustín cree
que sea cuestión de la interioridad, pues, replegados en sí mismos se
comprende la hermosura del universo22. Problema sugerido en el Timeo23; en
las Leyes, incluso, se recomienda despreocuparse por la búsqueda de las
realidades divinas24.
A partir de lo expuesto, cabe plantearse: ¿En qué sentido el numerus
cumple la función de revelador de la verdad en los diálogos agustinianos de
Casiciaco? El método usado para realizar este estudio cualitativo-descriptivo
es el hermenéutico. Realizamos una lectura detenida de los tratados para
identificar y analizar el contenido, con el objetivo de descubrir el sentido en
el que numerus cumple el papel de revelador de la verdad en los cuatro
diálogos filosóficos.
Claudio Calabrese, “Una comprensión de la realidad en clave neoplatónica. Dos
pasajes del De ordine de san Agustín”, Revista de Humanidades, 41, 2020, p. 126.
19
Agustín, Ord. I, 7, 18.
20
Aristóteles, Metafísica, (T. Calvo Martínez, trad.), Madrid, Editorial Gredos, 1994
(I, 5, 986a 20-25).
21
Plotino, Enéadas, (J. Igal, trad.), Madrid, Editorial Gredos, 1982 (III 2, 17, 5-10).
22
Agustín, Ord. I, 1, 2.
23
Platón, Timeo, In Diálogos VI, (F. Lisi, trad.), Madrid, Editorial Gredos, 1992,
(28c).
24
Platón, Leyes VII-XII, (F. Lisi, trad.), Madrid, Editorial Gredos,1999 (VII, 821a).
18
480
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
La búsqueda de la verdad
A parte de filósofo platónico y admirador pitagórico, Agustín es
reconocido como el apasionado buscador de la verdad. Característica
filosófica que puede evidenciarse contrastando diversas vivencias
relacionadas con su formación escolar, su etapa maniquea y el escepticismo.
Agustín, norafricano (354-430), en Tagaste, tierra natal, inicia la formación
en las artes liberales/humanitas, herencia de la paideia, en cuya sucesión fue
importante Varrón con sus textos escolares, con estos la influencia del
pitagorismo, dice Marrou25. En Tagaste inicia su formación con la escritura y
el cálculo en el 361, guiado por el magister ludi. En Madaura, ciudad al sur de
Tagaste, continúa estudios secundarios en el 367. Nivel en el que estudió las
materias de gramática y mitología, guiado por el grammaticus. Un periodo de
gratos recuerdos para Agustín.
En el 370 interrumpe dichos estudios por falta de recursos. En el 371, a los
17 años de edad, ayudado por Romaniano, pariente y amigo de la familia,
Agustín va a Cartago para realizar sus estudios de retórica, guiado por el
rethor o philologus. En la capital proconsular, mientras seguía el programa de
estudios retóricos, encuentra un libro de Cicerón titulado Hortensius, texto en
el que descubre la sabiduría y la filosofía26. Agustín tenía 19 años de edad
(373), a esa misma edad y luego de dicha lectura se hizo oyente maniqueo
hasta los 28 años (373-382). Experiencia descrita por Agustín como un
escalonado alejamiento de la verdad27, decadencia ontológica o camino del
no-ser28. En el año 383, después de escuchar a Fausto de Milevi, Obispo
maniqueo, desilusionado y sin haber resuelto el problema sobre la verdad,
empieza a alejarse del maniqueísmo. Agustín viaja a Roma, donde es
hospedado por un maniqueo. Abre una escuela de retórica en la Urbe, pero
terminó desilusionado por la morosidad de los alumnos. En el 384 por
25
Henrry-Irenee Marrou, Historia de la educación en la antigüedad, (Y. Baraja),
Madrid, Akal, 1985, pp. 134 y 235.
26
Agustín, Conf. III, 4, 7.
27
Agustín, ob. cit.., III, 6, 11; IV, 1, 1.
28
Agustín, ob. cit., III, 7, 12.
481
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
recomendación de los maniqueos, Aurelio Símaco, prefecto de Roma, le envía
como profesor de retórica a Milán. A su experiencia como docente de retórica
también la califica como una etapa en la que enseñaba el arte de mentir29.
En el 385, Mónica, la madre de Agustín, llega a Milán, junto con Navigio,
hermano de Agustín. Mientras tanto, Agustín se presenta para ser orador del
emperador Valentiniano II. En el norte de Italia era famoso Ambrosio, Obispo
de Milán, a quien Agustín fue a visitarlo y del que fue asiduo oyente de sus
sermones. De Ambrosio aprendió una alternativa al literalismo para
interpretar las Sagradas Escrituras30. Fausto era famoso entre los maniqueos y
Ambrosio entre los cristianos de Milán. Agustín no evitaba compararlos. De
ellos dice, el maniqueo era más festivo en sus discursos, pero menos erudito,
mientras que Ambrosio era menos festivo, pero enseñaba la verdad31. Cuando,
Agustín asistía para analizar el estilo retórico de Ambrosio, sin percatarse
empezó a asimilar la verdad que pensaba no poder encontrar en la Iglesia
católica32. A la par acontecían otros sucesos, probablemente, en el 386,
Agustín estudia a los neoplatónicos. Conversa con Simpliciano, este prelado
le comenta la conversión de Mario Victorino, un famoso gramático y orador
del Imperio. Conocido por las traducciones de las Enéadas y sus comentarios
a San Pablo, autores fundamentales en la filosofía de Agustín. Lee los libros
platónicos, renuncia a la cátedra de retórica en Milán y se retira a la villa de
un amigo llamado Verecundo, en Casiciaco junto con Mónica, su madre,
Navigio, su hermano; su hijo Adeodato; sus primos Lastidiano y Rústico; sus
discípulos Alipio, Licencio y Trigecio. De esos diálogos en Casiciaco
resultaron los cuatro textos filosóficos.
La necesidad de conocer la verdad
En Casiciaco, Agustín con familiares y amigos inicia a poner en debate los
postulados escépticos de la escuela académica. Cuyo principal representante
29
Agustín, ob. cit., IV, 2, 2.
Agustín, ob. cit., V, 14, 24.
31
Agustín, ob. cit., V, 13, 23.
32
Agustín, ob. cit., IV, 14, 24.
30
482
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
era Carnéades33. Autor recurrente también en las primeras conversaciones
filosóficas de Agustín. Los argumentos de esta escuela se pueden resumir en
tres aspectos estrechamente relacionados: 1) el hombre no puede encontrar la
verdad34; 2) nada se puede percibir35 y 3) nadie puede asentir nada36. En
Contra academicos, Agustín platea a los integrantes del grupo, si creen que es
necesario conocer la verdad37. Entre los interlocutores de Casiciaco, Licencio,
joven hijo de Romaniano, defendía las doctrinas escépticas de Cicerón. Por
otro lado, el joven Trigecio va en la línea de Agustín y de Alipio, quienes
concuerdan que para ser sabios y felices es condición necesaria descubrir la
verdad.
El debate sobre la verdad tiene implicancias en la sabiduría y la felicidad.
Licencio que va en la línea académica argumenta que, con tal de buscar
siempre la verdad, el hombre es sabio y feliz. Por el contrario, para Trigecio,
el que siempre busca la verdad sin encontrarla, no está exento del error, por lo
que, no puede ser sabio ni feliz; además, si se puede ser feliz sin la verdad, no
debería ser necesaria su búsqueda38. Agustín argumenta que sin la verdad se
podría cometer cualquier aberración. Y si nada se debe asentir por temor a
equivocarse, porque los sentidos siempre se equivocan, el de Tagaste
argumenta que la razón solo se deja engañar si es que no toma las debidas
precauciones para no ser engañada.
En la exhortación que Agustín hace a su amigo Romaniano, en Contra
académicos, dice que no hay que desesperarse porque se puede conocer la
verdad dedicándose a la filosofía. Pero para no presumir o caer en el
dogmatismo, hay que partir de verdades evidentes como la suma de los cuatro
primeros números que hacen diez. Es una verdad inmutable e invariable, que
la entandamos o no, sigue siendo verdad.
33
Agustín, Acad. III, 18, 40.
Agustín, ob. cit, II, 9, 23.
35
Agustín, ob. cit., III, 10, 22.
36
Agustín, ob. cit., III, 10, 22.
37
Agustín, ob. cit., I, 2, 5-6.
38
Agustín, ob. cit., I, 2, 5.
34
483
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Proteo, imago veritatis
La experiencia agustiniana hasta su retiro en Casiciaco es ejemplo de la
dificultad que resulta la búsqueda de la verdad. La decepción del maniqueísmo
tentó a Agustín meditar que lo más prudente era la filosofía que postulaba la
imposibilidad de descubrir la verdad. Además, la historia de la filosofía
respalda las dificultades agustinianas relacionadas con la verdad. Sin
embargo, los sermones de Ambrosio le proporcionaron un método exegético,
el alegórico, por otro lado, de la lectura de los libros platónicos adoptó el
método de conocimiento, la interioridad, con el que comprende la verdad
inteligible, aporte importante a sus conocimientos del pitagorismo que
identificaba el número con la realidad sensible.
En el libro III, 5, 11 de Contra academicos, Alipio indica que el sabio
conoce la sabiduría, por ende, la verdad. Como aun desconfía de la habilidad
argumentativa de los académicos, plantea la necesidad del socorro divino para
poseer la verdad. Como ocurría con Proteo, al que sus seguidores no lo
capturaban sino por la indicación de alguna divinidad; parece sugerir el auxilio
divino que Jámblico le atribuye a que habría recibido Pitágoras para descubrir
las proporciones matemáticas en la música39. Agustín aprecia la sugerencia de
Alipio, porque la verdad es escurridiza. El dios mitológico es recurso
pedagógico para ilustrar la dificultad que resulta poseer la verdad si es que se
pretende buscar con los sentidos. Proteo era un dios famoso por su destreza
para cambiar y evadir revelar verdades ocultas. Si alguno quería saber el
futuro, debía atraparlo mientras dormía, en las sombras de las rocas marinas.
Mutaba para evitar indicar profecías, aunque al final revelaba. Homero40
señala que Menelao lo captura para obtener información sobre su futuro, pero
luego de un sinnúmero de transformaciones y guiado por la diosa Idotea. Para
desvelar su identidad era necesaria la intervención divina. En este sentido,
Proteus resulta la imagen de la verdad, por su dificultad de ser encontrada y
39
Jámblico, Vida pitagórica, (M. Periago, trad.), Madrid, Editorial Gredos, 2003, p.
90.
40
Homer, Odissea, (J. F. Mira, trad.) Barcelona, Proa, 2011, (IV, 350-520).
484
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
el número como la imagen del revelador divino. El número manifiesta
verdades evidentes e inmutables.
Numerus: verdad, inmortalidad y ser
Agustín, con alusión a Proteo, plantea: “Quién podrá mostrarnos la
verdad41”. La verdad es inteligible como el orden, la belleza y el ser. Si hay
impedimento para descubrirla será una cuestión de método. La interioridad es
como el punto céntrico de la esfera geométrica, juzga en cualquier dirección
con equidad simétrica. Cervio entiende que esta imagen distingue el
conocimiento sensible del racional. Porque el hombre que no se deja distraer
por los sentidos, que perciben la multiplicidad, se posiciona en el centro de la
figura geométrica y si permanece allí comprende la relación de las partes con
el todo y descubre su unidad. Este es el sentido de la interioridad y el
conocimiento de sí mismo. El que se purifique logra trasladarse de la periferia
al interior de la esfera42. Trasladarse al interior es descubrir la imagen de su
principio y fin; porque se descubre imagen de su Artífice. Aunque, Agustín es
consciente de que requiere sacrificio y dedicación a la búsqueda de la verdad,
a la formación del espíritu, en el que tiene un papel importante las artes
liberales, que son la base de la filosofía. Disciplina que para los griegos es
amor a la sabiduría. En De beata vita, la sabiduría, a su vez, es la medida
(modus/numerus) del alma. La virtud, la fuerza del alma, es la plenitud y
mesura que es el contrario de indigencia y desmesura. Y ¿qué es la sabiduría?
Por San Juan 14, 6 se conoce que la Sabiduría de Dios es la Verdad, pues él
mismo dijo: “Ego sum veritas”43.
En el diálogo Contra academicos, ya citamos más arriba que la suma de
los cuatro primeros números: 1+2+3+4=1044, número conocido, dentro del
sistema filosófico pitagórico, como la tetractys, fundamento de la ontología y
41
Agustín, Acad. III, 6, 13.
Pedro Cervio, “La interioridad en los primeros Diálogos de San Agustín”,
Universidad de Navarra, Cuadernos de Filosofía, 2007, (p. 173).
43
Agustín, Beata v. IV, 34.
44
Agustín, Acad. II, 3, 9.
42
485
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
estética pitagórica. Para Agustín, lo verdadero se muestra en que la suma es
diez y no otro número. También es verdad que después del uno sigue el dos y
después de este el tres, etc. De la unidad resulta el principio del sistema
numérico, esto es, sin la unidad no existiría el resto de números porque,
aunque no se perciba con los sentidos, la razón comprende que el dos contiene
dos veces a la unidad, el tres, tres veces la unidad y así, la unidad resulta objeto
de la razón. Para Agustín el número y sus dimensiones muestran verdades
inteligibles, eternas e inmutables.
Cuando Agustín, en De ordine, tercer diálogo de Casiciaco, hace un
análisis histórico de las artes liberales, descubre en ellas al número como
artífice. Explica que la modulación de las palabras obedece a medidas y toda
medida tiene números. La gramática no sería posible sin el número, porque
sin medida el sonido sería infinito. Igualmente, el ritmo con el que se habla
obedece a tiempos simples y compuestos. Para Agustín la gramática es el
primer peldaño de trascendencia. El segundo es la dialéctica. Esta tiene su
base en la gramática, porque sigue sus normas. La dialéctica es el arte de
aprender y el arte de enseñar la verdad. El tercer peldaño es la retórica, es una
forma agradable de animar a buscar la verdad. Luego, en un cuarto lugar está
la música que es el arte de modular bien. Modular proviene de modus y este
significa medir o numerar. Al llegar a este peldaño, dice Agustín que la razón
se percató que todo lo hacían los números y comenzó a sospechar si acaso ella
misma era número45, tema presente en las Enéadas de Plotino46. Al pasar al
dominio de los ojos, no le placía sino la hermosura y en esta, las formas, en
las formas las figuras y en las figuras, los números. Los que ordenó en
geometría y astronomía. La razón la tomó con fuerza como revelador de la
verdad, similar al Proteo mencionado en Contra academicos47. Distinguió que
los números ideales brillan mejor que los sensibles, pues estos son como
sombras de los ideales.
45
Agustín, Ord. II, 18, 48-II, 19, 51.
Plotino, ob. cit., III, 6, 1; V, 1, 3; VI, 2, 22; VI, 5, 9; VI, 6, 16 y VI, 9, 4.
47
Ord. II, 15, 43.
46
486
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
En los Soliloquios, cuarto diálogo de Casiciaco, Agustín se propone buscar
a Dios y el alma. Temas que exigen averiguar sobre la verdad. pero de ella ya
se dijo que existe, pues, nada hay verdadero sino por la verdad. Nada se afirma
que verdaderamente es, sino las cosas inmortales48. Para Agustín, las leyes del
número manifiestan las propiedades de la verdad, del ser y de la
inmortalidad49. Pues la verdad es inmutable. Por esa razón, ella no puede estar
en las cosas sensibles. Indagando sobre la naturaleza del alma, esta cumple
con las condiciones para ser sujeto de la verdad. Además, al examinar las
manifestaciones razonables, estas tienen como sujeto a la razón, la cual, no
actúa sin los números, pues sin número no hay arte. Incluso, al contemplar las
obras en las que la razón humana no es su artífice, aparece el número
estructurando las formas y figuras del universo como reflejo de una Razón
superior.
La razón se identifica con el numerus, se deduce de su arte, es número y
comprende los números de universo, arte de un supremo Artífice, la razón no
se identifica con la verdad. Porque la verdad siempre es superior. La verdad
preside el interior y lo más sublime del hombre, porque la Verdad suma e
inmutable contiene todas las verdades inconmutables50. Y es superior a nuestra
razón porque se juzga según la verdad, si fuera inferior juzgaríamos de ella y
si fuera igual a nuestra razón sería mudable; de modo que, si no es inferior ni
igual a nuestra razón, la verdad es superior a lo más sublime de nuestro ser51.
Conclusión
El numerus es indicador de la verdad en sentido ontológico, metafísico y
estético. El numerus es clave hermenéutica de la ontología agustiniana. Los
Agustín, Sol. I, 15, 29: “Nulla igitur recte dicuntur esse nisi immortalia”.
Agustín, Acad. III, 11, 25.
50
Aurelius Augustinus H. E. De libero Arbitrio libri III. In Opera Omnia, pp. 12211310, J. P. Migne (ed.) Parisiis: Patrologiae Cursus completus, series Latinae XXXII,
1877, (abreviatura: Lib. arb. II, 12, 33).
51
Aurelius Augustinus, ob, cit., II, 12, 34.
48
49
487
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
números, que rocían y embellecen el universo estético agustiniano, son como
sombras de una realidad suprasensible, la Medida Suma, la Medida sin
medida, Armonía de las armonías y Verdad de las verdades. El numerus
agustiniano no es únicamente una cuestión de cálculo, sino un concepto que
entrelaza su experiencia personal y su conexión con lo divino. El numerus, en
su simbolismo y precisión medible ayuda a descubrir patrones y significados
en la realidad que guían hacia la verdad inteligible.
488
El problema del amor al prójimo en San Agustín:
una lectura desde Hannah Arendt
Juan Cruz Montesino
Univ. Nac. del Comahue, Argentina
El problema del amor al prójimo: caritas y cupiditas.
San Agustín es considerado por Arendt como “el primer filósofo
cristiano”1, “el único gran filósofo que tuvieron los romanos”2, y el “último
en conocer al menos lo que significó en otro tiempo ser ciudadano”3. En cierto
modo, puede verse en San Agustín al último romano y al primer cristiano. Por
un lado, en continuidad con el espíritu romano, se esfuerza por pensar la
perdurabilidad de los asuntos humanos en el contexto de una historia secular
y de una ciudad terrena (civitas terrena). Por otro lado, introduce la idea de
una ciudad de Dios (civitas Dei), añadiendo un principio cristiano y no
mundano a los asuntos humanos. En esta “doctrina de las dos ciudades”, el
elemento político crucial reside en que, si bien la ciudad divina se realiza
plenamente en el futuro (i. e.: después de la muerte), debe ser anticipada en
esta vida por el creyente si éste quiere vivir en sintonía con el mandato
cristiano de amor al prójimo. De forma tal que, a la civitas terrena ahora se le
sobreimprime una civitas Dei sostenida sobre la base de la fe en común y el
amor mutuo. A propósito, señala Arendt:
“La verdadera comunidad se basa en el hecho de la fe en común. De
aquí que en una primera observación se pueda caracterizar la
1
Hannah Arendt, La vida del espíritu, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales,
1984, p. 343. Traducción de Ricardo Montoro Romero y Fernando Vallestín Oña.
2
Hannah Arendt, Entre el pasado y el futuro. Ocho ejercicios sobre la reflexión
política, Barcelona, Ediciones Península, 1996, p. 137. Traducción de Ana Poljak.
3
Hannah Arendt, La condición humana, Buenos Aires, Paidós, 2016, p. 27.
Traducción de Ramón Gil Novales.
489
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
comunidad de los creyentes por dos rasgos distintivos. En primer lugar,
la comunidad de creyentes se basa sobre algo que por principio es no
mundano y se trata por tanto de una sociedad con otros que no descansa
en una realidad predada en el mundo, sino en una posibilidad específica.
En segundo lugar, y comoquiera que esta posibilidad es la más radical
de todas las que se ofrecen a la existencia humana, la comunidad de fe
que se realiza en el amor mutuo requiere para sí al hombre entero, […];
requiere al hombre en integridad, tal como Dios mismo lo requiere. La
misma fe de la que se dice que ‘cada uno tiene la suya propia’ es tan
radicalmente fe en común que todo otro individuo es visto sólo en la
perspectiva de la fe potencial que le haría compañero en la fe. Y al
mismo tiempo […] esta fe se comprende como la posibilidad última y
más radical del ser humano”4.
En términos agustinianos, la “verdadera comunidad” (civitas Dei) se basa
en la fe en común y el amor mutuo. Ahora bien, el amor al prójimo se muestra
particularmente exigente y la fe en común especialmente difícil de asir, desde
el momento en que se asume que son tan independientes del carácter cristiano
del prójimo como extensivos a cada criatura humana en cuanto tal. En efecto,
el amor mutuo requiere al ser humano “entero”, es decir, tal como es y “tal
como Dios mismo lo requiere”, de igual modo que la fe es común a todos aun
cuando “cada uno tiene la suya propia”.
Debe tenerse en cuenta que el problema del amor al prójimo (y con ello la
cuestión de la fe) constituye la marca distintiva del cristianismo, esto es, su
diferencia específica con respecto al judaísmo y al islamismo. El mensaje
divino encarnado en Jesucristo no es simplemente la “resurrección de las
almas” o la “obediencia a las leyes hebreas”, sino el ideal de bondad y de amor
al prójimo amor a Dios5. Así lo enseña el Evangelio según Mateo, cuando al
ser interrogado por uno de sus seguidores: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento
4
Hannah Arendt, El concepto de amor en San Agustín, Madrid, Ediciones Encuentro,
2001, p. 134. Traducción de Agustín Serrano de Haro.
5
Hannah Arendt, Entre el pasado y el futuro. Ocho ejercicios sobre la reflexión
política, Barcelona, Ediciones Península, 1996, p. 137.
490
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
más importante de la Ley?”, Jesús respondió: “Amarás al Señor con todo tu
corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y el más
importante de los mandamientos. Y después viene otro semejante a este:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Toda la Ley y los Profetas se
fundamentan en estos dos mandamientos”6. En consecuencia, el primer
mandamiento ordena el “amor a Dios” y el segundo manda “amar al prójimo
como a sí mismo”. El sentido tradicional de la orden implica amar al prójimo
y amarse a sí mismo como “Dios lo hace”. Así, para los cristianos, la fe en
común se juega en el amor a Dios, al prójimo y a sí mismo.
La elaboración del problema del amor cristiano (caritas) por parte de San
Agustín articula estos tres ejes: amor a Dios, al prójimo y a sí mismo.
Igualmente, reconoce la amplitud del mandamiento: “A la cuestión: ‘¿Quién
es mi prójimo?’ (Proximus quis-literalmente: ‘¿quién es prójimo a mí?’), San
Agustín responde indefectiblemente: ‘Todo hombre’ (Omnis homo)”7. La
experiencia cristiana fundamental a resolver es precisamente esta:
considerando que todos y cada uno de los seres humanos son prójimos, ¿cómo
llega la “comunidad de fe” en Jesucristo a hermanar a todos, incluso “a
quienes nos ofenden”, a los que no creen, a los “enemigos” y a los
“pecadores”?8. Claro que la resolución de este problema se ata, a su vez, al
logro de una vida eterna y feliz, es decir, a la salvación del alma9. Ya que, en
términos agustinianos, la felicidad (beatitudo) no consiste sólo en la posesión
del bien, sino además en estar seguros de no perderlo, en contraposición al
pesar (tristitia) que se produce al perder el bien y tener que sobrellevar esta
pérdida10. Como la vida feliz es el bien que no puede perderse, pero la vida en
la Tierra está rodeada por el temor (timor) y la muerte, entonces la vida feliz
(beata vita) consiste en un bien absoluto (summum bonum) que no puede
6
La Biblia, Madrid, Editorial Verbo Divino, 1994, Mt 22, 36-40.
Hannah Arendt, El concepto de amor en San Agustín, Madrid, Ediciones Encuentro,
2001, p. 65. Traducción de Agustín Serrano de Haro.
8
Arendt, El concepto…, ob. cit., p. 134.
9
Arendt, ob. cit., p. 27.
10
Arendt, ob. cit., p. 26.
7
491
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
alcanzarse en la Tierra donde la vida es muerte en vida (mors vitalis o vita
mortalis), sino en la plenitud de la eternidad divina.
En este sentido, para San Agustín el problema del amor se encuentra
asociado al problema de la temporalidad. Pues, el ser humano no sólo vive “en
el tiempo”, sino que ha sido creado por Dios como un “ser temporal”, a
diferencia del Ser divino cuya eternidad significa la supresión del tiempo
como tal11. Entre otras cosas, esto significa que allí donde Dios ve el conjunto
de todo lo real de “manera inalterable” como una “presencia estable y
sempiterna”12, el ser humano tiene que ordenar los hechos en pasado (que ya
no es), presente (que es) y futuro (que todavía no es). En línea con ello, el ser
humano experimenta el amor desde la temporalidad, orientándolo hacia el
pasado, el presente o el futuro, en correspondencia con tres potencias
espirituales: la memoria, el entendimiento y la voluntad, respectivamente.
En principio, San Agustín distingue dos tipos de amor: caritas y cupiditas.
De acuerdo a Arendt, estos dos tipos de amor son formas de “deseo” o
“anhelo” (appetitus): “El amor entendido como deseo que anhela (appetitus),
y el deseo entendido en términos de la tradición griega que va de Aristóteles
a Plotino, constituyen la raíz tanto de caritas como de cupiditas”13. En este
sentido, “no son tipos distintos de emoción” aunque difieren por sus “objetos
respectivos”:
“Por tanto, en cupiditas o en caritas decidimos sobre nuestra morada,
sobre si deseamos pertenecer a este mundo o al mundo por venir […].
En la concupiscencia el hombre abraza la suerte que le hace perecedero.
En la caridad, cuyo objeto es la eternidad, el hombre se transforma en
un ser eterno, no perecedero”14.
11
Hannah Arendt, La vida del espíritu, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales,
1984, p. 369.
12
Arendt, La Vida…, ob. cit., pp. 368.
13
Hannah Arendt, El concepto de amor en San Agustín cit., p. 36.
14
Arendt, El concepto…, ob. cit.
492
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Caritas y cupiditas tiene en común que ambas derivan del aislamiento
inherente a la existencia humana15 y del extrañamiento respecto de todo lo que
la rodea. Como el ser humano se encuentra aislado y separado no sólo de Dios,
sino también de las demás personas, las cosas e incluso de su mismo yo,
requiere del amor a Dios o a lo terrenal para hacer del desierto (eremus) un
“mundo” compartido con otros, es decir, un hogar. Se diferencian
precisamente por sus “objetos respectivos”. El objeto de deseo de cupiditas es
la vida terrena, mientras que el objeto de deseo de caritas es la vida eterna. En
cualquier caso, mediante ellos (caritas y cupiditas) el creyente decide a qué
“mundo” quiere pertenecer; y al ser formas del appetitus (deseo o anhelo)
buscan trascender la experiencia presente y extenderse hacia el futuro
mediante actos de la voluntad.
Así como caritas y cupiditas tienen en común el hecho de estar enraizadas
en el appetitus (deseo o anhelo), también presuponen cierta clase de
conocimiento previo de lo que se ama, ya que para San Agustín sólo se puede
amar lo que antes se conoce: “sólo puedo buscar una cosa de cuya existencia
yo tengo alguna clase de conocimiento”16. En la medida en que la memoria
humana posee el recuerdo de una vida feliz que se revela imposible de ser
experimentada en la vida terrena, el conocimiento de esta vida sólo puede
provenir de algo externo y anterior al ser humano, a saber: Dios como Creador.
Sólo que en cupiditas el ser humano omite recordar este pasado remoto, y en
su lugar, ama al mundo conforme a sus recuerdos terrenales como si
constituyera la eternidad en sí misma. Así, lo que diferencia a caritas y
cupiditas no es sólo el objeto de deseo sino también el “tipo de elección”. En
cupiditas se ama al mundo sin elección de por medio, dado que el ser humano
siempre se enfrenta al mundo al punto de que sea natural amarlo. En cambio,
en caritas el creyente elige amar lo que el mundo no puede ofrecer, esto es:
Dios y la Creación17. Es como si en la caridad, al “elegir sin mundo” (electio
ex mundo), el creyente pudiera actualizar la gracia divina18 que consiste en
15
Arendt, ob. cit., pp. 37.
Arendt, ob. cit., pp. 72.
17
Arendt, ob. cit., pp. 108.
18
Arendt, ob. cit., pp. 109.
16
493
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
amar incondicionalmente al ser humano por el simple hecho de ser su
creatura. Así, mediante ellos (caritas y cupiditas) el creyente decide
nuevamente a qué “mundo” quiere pertenecer; y siendo formas del recuerdo
(terrenal o divino) buscan trascender la experiencia presente y actualizar el
pasado mediante actos de la memoria.
Dado el carácter temporal de la existencia humana, el amor se experimenta
orientado hacia el futuro en el primer caso, y hacia el pasado en el segundo.
Desde el punto de vista del futuro, amar (caritas) es desear o anhelar la vida
eterna. Desde el punto de vista del pasado, amar (caritas) es recordar o
rememorar la vida feliz. Lo que también tienen en común estas dos formas de
amor en el sentido de caritas es que conllevan el autodescubrimiento del yo y
el descubrimiento de Dios en simultáneo19. Sólo cuando el creyente es capaz
de encontrar a Dios en sí mismo y de encontrarse a sí mismo en Dios, puede
dejar de vivir alienado en el mundo terrenal. En el amor como rememoración,
el descubrimiento del yo y de Dios se produce en la memoria, en donde el
creyente encuentra el recuerdo de una remota vida feliz que coincide con el
origen divino de su propio ser. Mientras que, en el amor como deseo este
descubrimiento se produce en el “corazón”, en donde el creyente encuentra
que no sólo ama al Dios de la creación sino al Dios de su corazón. De forma
tal que cada creyente puede sentir que “cuando amo a mi Dios” amo el Dios
que habita en mi corazón20. Así, el descubrimiento de la correlación entre el
yo y Dios que se produce en la “vida interna” se transforma para el creyente
en la quintaesencia de su ser.
Con todo, de acuerdo a Arendt, estos dos enfoques considerados por
separado, uno orientado hacia el pasado y el otro hacia el futuro, no hacen más
que “orillar” el problema del amor al prójimo. En efecto, para el amor (caritas)
como anhelo de vida eterna el prójimo, y en general el mundo terrenal,
terminan ocupando el lugar de una consideración secundaria con respecto al
futuro absoluto que se desea. El amor que dimana del futuro conduce al
19
20
Arendt, ob. cit., p. 44.
Arendt, ob. cit.
494
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
“disfrute” de la vida eterna por medio del recto “uso” de los entes mundanos21,
y se realiza en el mundo terrenal por mor de algo más, a saber: la eternidad
divina. Empero, si los seres humanos aman por mor de Dios, entonces no
pueden “disfrutarse” los unos a los otros, sino en todo caso “usarse”. Así, en
el amor al prójimo el creyente “usa” al prójimo por mor de Dios22. Por otro
lado, el amor (caritas) que dimana del pasado responde a la electio ex mundo,
por la cual se elige amar a la Creación sin “mundo”. En este sentido, para este
tipo de amor como recuerdo de la vida feliz, el prójimo, el mundo terrenal y
hasta el creyente en sí mismo se terminan desdibujando en favor de una única
entidad abstracta: la Creación. Y si el recuerdo de la vida feliz es la
rememoración del amor de Dios a la Creación, entonces el creyente debe
amarse a sí mismo y al prójimo como Dios ama la Creación. Esto es, debe
“olvidarse” de las relaciones mundanas23. En otros términos, en el amor al
prójimo el creyente debe amar perdiendo de vista las relaciones que lo
constituyen a sí mismo y al prójimo en seres particulares que comparten un
mundo terrenal. Y ya que en el amor a la creatura qua creatura categorías
como “amigo”, “enemigo”, “pecador”, etc., pierden sentido, la existencia del
prójimo y de sí mismo también pierden sentido24.
De todas formas, la prioridad debe recaer en uno de estos dos tiempos
(pasado o futuro), dado que el presente es “el menos perdurable de los tres,
puesto que carece de «espacio» para sí mismo”25. San Agustín entiende que la
prioridad recae en el “futuro”, debido a su peculiar concepción del tiempo,
que no corre del pasado hacia el futuro; sino a la inversa, “«desde el futuro a
través del presente hasta el pasado»”26. Igualmente, como el deseo de vida
eterna se origina en el recuerdo de la vida feliz, porque sólo se ama lo que
primero se conoce, el futuro absoluto retorna al pasado último. Con todo, el
21
Arendt, ob. cit., pp. 53.
Arendt, ob. cit., pp. 64.
23
Arendt, ob. cit., pp. 126.
24
Arendt, ob. cit., pp. 127.
25
Hannah Arendt, La vida del espíritu, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales,
1984, p. 369.
26
Arendt, ob. cit.
22
495
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
amor al prójimo no pude significar ni el “uso” del prójimo ni el “olvido” de
las relaciones mundanas.
Ya que el problema del amor al prójimo no puede afrontarse únicamente
desde de la eternidad de la vida eterna o la vida feliz, es menester rescatar la
dimensión temporal de las cosas. Esto es, la existencia humana en el mundo
terrenal. En este sentido, advierte Arendt:
“Pero esto no significa que el amor al prójimo no tenga ningún lugar en
el pensamiento agustiniano. Por el contrario, lo volveremos a encontrar
en un contexto enteramente diferente como la versión específicamente
cristiana y particularmente explícita de la ley natural, prerreligiosa,
secular de no hacer a otros lo que no quisiéramos que nos hicieran a
nosotros (quod tibi fieri non vis, alteri ne feceris)”27.
Para la doctrina cristiana, el carácter problemático del amor al prójimo
proviene del hecho de ser una exigencia “pre-religiosa”, esto es: secular. En
cierto modo, es la “versión cristiana” del originario “no hagas a los demás lo
que no quieras que te hagan a ti mismo” y brota del “mundo histórico” (i. e.:
secular) que los seres humanos constituyen entre sí: “Este mundo histórico
(saeculum) es el mundo consabido que va de suyo en la coexistencia entre
todos los hombres”28. Lo problemático del amor al prójimo reside en que el
mandato que exige amar a todos los seres humanos como “Dios lo hace”
proviene de un trasfondo secular en donde los seres humanos se enfrentan los
unos a los otros como “amigos” o “enemigos”. Esto significa que el mandato
de amor al prójimo debe combinar la dimensión secular y la dimensión divina
de la existencia humana: el tiempo y la eternidad.
Esta combinación de lo secular y de lo divino se realiza en la fe, a raíz de
los dos sentidos distintos que adopta este fenómeno. Por un lado, la fe es
experimentada como una actitud individual frente al problema del ser propio;
27
28
Hannah Arendt, El concepto de amor en San Agustín cit., p. 61.
Arendt, ob. cit., pp. 138.
496
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
por otro lado, la fe puede ser considerada implícita en la facticidad de la
Historia, y en este sentido es coextensiva al género humano como tal. En la
medida en que la fe cristiana es una creencia independiente de toda
verificación, es decir, un acto de confianza, la fe se afirma en aquellos
acontecimientos en que Dios traza el plan para sus criaturas, y que obligan a
la creencia debido a su carácter único, irrepetible e inverificable. Así, los
acontecimientos “históricos” fundamentales en que se asienta la fe cristiana
son: la expulsión de Adán del Paraíso y la encarnación de Dios en Jesucristo29.
En efecto, Cristo representa un ideal de bondad y de amor al prójimo que
se ofrece a los creyentes como un “modelo” a “imitar”. Y aun cuando tal ideal
desafíe las posibilidades humanas puede, no obstante, inspirar la actitud
individual del creyente preocupado por la salvación de su alma. Sin embargo,
la aparición de Cristo entre los seres humanos no hubiese tenido lugar de no
ser porque la expulsión de Adán del Paraíso hizo posible la condición humana
“pecadora” y “mortal”, y con ello, la realidad histórica como tal. Hablando
con propiedad, el “género humano” se origina en Adán y no en Dios, de quien
recibe el ser, pero no su condición existencial30. Por Dios, el ser humano es;
por Adán, es pecador y mortal. El pecado original establece la condición
existencial del ser humano e instaura una descendencia por “generación” y no
por creación, hermanándolos en el pecado.
El pecado original significa la separación del ser humano con respecto a
Dios, y su obligada interdependencia31 en un mundo histórico (saeculum).
Esta interdependencia produce lazos de “amor mutuo” entre los seres humanos
en razón de su naturaleza común pecadora y mortal. Este es el origen de la
cupiditas, es decir, del amor al mundo terrenal que el ser humano siente de
por sí como miembro del género humano. Asimismo, estos lazos de “amor
mutuo” basados en la interdependencia, constituyen la “fe en común” más
básica por la cual los seres humanos pueden fundar instituciones en el
29
Arendt, ob. cit., p. 135.
Arendt, ob. cit., p. 138.
31
Arendt, ob. cit., p. 139.
30
497
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
mundo32, constituyendo una ciudad terrena (civitas terrena) sostenida en
cierta creencia o confianza de que “nadie hará a los demás lo que no quieran
que les hagan a ellos mismos”. Frente a esto, la revelación de Dios en Cristo
significa el retorno del ser humano a su fuente divina. Así, el mensaje de
Jesucristo lleva al creyente a ponerse en presencia de Dios (coram Deo esse)
rompiendo las ataduras con el mundo. Como la salvación del alma depende
de la conducta del individuo, esto es, de su victoria sobre cupiditas, la tarea
del creyente no consiste únicamente en elevarse sobre el mundo terrenal, sino
también en combatirlo. En efecto, con la llegada de Cristo: “la ciudad terrena
es abolida como tal, pero a la vez el creyente es llamado al combate contra
ella”, pues el creyente “no puede actuar por sí solo (separatus) sino sólo con
otros o contra otros”33. Así, la salvación del alma sigue siendo un problema
“individual”, aunque “común” a todos. Y como el creyente aspira a la vida
eterna y feliz, el amor cristiano (caritas) debe articular el amor a Dios, al
prójimo y a sí mismo, sin desentenderse del tiempo histórico y secular.
Como se ve, la fe en Cristo por la cual el individuo se eleva hacia la
eternidad, se basa en una “fe en común” todavía más básica que, como factum
histórico, lleva al género humano a sentir la necesidad de confiar. Así, el amor
al prójimo puede combinar la dimensión secular y la dimensión divina de la
existencia humana. Debido a que el amor al prójimo implica amar al ser
humano tal como Dios ama a su creación, al tiempo que presupone el
reconocimiento de la naturaleza igualmente pecadora y mortal de cada
miembro del género humano, el creyente puede amar al prójimo como criatura
y enfrentarse a él como enemigo o pecador:
“El prójimo aparece siempre, sea como alguien en quien Dios ha obrado
ya por la gracia y que para nosotros es, por tanto, ocasión no sólo de
amor sino de homenaje a la gracia, sea como alguien atrapado aún en el
32
33
Arendt, ob. cit., p. 142.
Arendt, ob. cit., p. 141.
498
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
pecado […]. En este segundo supuesto, el prójimo es el signo del
peligro que nos ronda, a la vez que el recordatorio de nuestro pasado”34.
En suma, el pecado original funda la civitas terrena35, así como la
resurrección de Cristo anuncia la civitas Dei. No obstante, la ciudad terrena es
anterior a la ciudad de Dios36, así como la igualdad en el pecado que se
adquiere por nacimiento, o sea, sin elección, es anterior a la igualdad en la
gracia de Dios que se adquiere por elección e imitación. Con todo, el amor al
prójimo posee un curioso carácter paradójico debido al “doble origen”, secular
y divino37 del ser humano como tal: el amor al prójimo es de origen secular, y
al mismo tiempo, significa la abolición de lo secular. En este sentido, la
relación entre la ciudad terrena y la ciudad de Dios que implica el amor al
prójimo no es sólo de presupuesto o anterioridad, sino también de conflicto
irresoluble entre lo divino y lo secular. La civitas Dei no sólo presupone la
civitas terrena, sino que necesita combatirla y abolirla. En última instancia,
en el amor al prójimo el creyente ama y combate al prójimo por igual.
34
Arendt, ob. cit., pp. 140-141.
Ibíd.
36
Ibíd., pp. 137.
37
Ibíd., pp. 147.
35
499
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
500
A hermenêutica das tipologias de Adão e Melquisedec
no texto II, XXVIII, 33 da obra De Gratia Christi et de Peccato Originali
de santo Agostinho1
Marcone Felipe Bezerra de Lima2
UNICAP, Brasil
A tipologia é uma área de estudo da hermenêutica onde é feito o uso do
método histórico-gramatical, isto é, o princípio de interpretação literal ou
textual de forma sistemática. Assim, Santo Agostinho, que foi um exímio
intérprete, explica que “Entender um termo figurado como se fosse dito em
sentido próprio é pensar de modo carnal”3, pois o sentido figurado é o que as
palavras assumem em determinados usos textuais. Entretanto, ele também
realça que “Com efeito, o homem que segue só a letra toma como próprias as
expressões metafóricas, e nem sabe dar a significação verdadeira ao que está
escrito com palavras próprias”4. Nessa teorização, dois conceitos são
imprescindíveis: o de símbolo –que é o emprego de algum objeto material
para evocar uma conceituação no aspecto literal, espiritual ou moral, pois o
símbolo é considerado um sinal representativo. O outro conceito é o de tipo–
que é a representação futura na esfera espiritual por meio de combinações,
pessoas ou coisas do mundo material que tenham com elas certa
correspondência de analogia ou mesmo de contraste. Portanto, o tipo aponta,
1
Este trabalho faz parte de nossa pesquisa de doutoramento financiada pela
Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal de Nível Superior (Capes).
2
Doutorando em Ciências da Religião pela Universidade Católica de Pernambuco
(UNICAP). Orientador: José Tadeu Batista de Souza; Coorientador: Marcos Roberto
Nunes Costa.
3
Santo Agostinho, A doutrina cristã: manual de exegese e formação cristã. Tradução,
organização, introdução e notas de Nair de Assis Oliveira, São Paulo, Paulus, 2002.
277 (Coleção Patrística, n. 17), p. 159.
4
Santo Agostinho, ob. cit., p. 159.
501
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
essencialmente, para o futuro, pois sempre precede, historicamente, o seu
antítipo, enquanto o símbolo pode não o fazer, visto que pode preceder,
coexistir, ou vir depois daquilo que ele simboliza. Como exemplo, tem-se a
pomba como símbolo do Espírito Santo que continua existindo mesmo depois
da descida da terceira Pessoa da Santíssima Trindade. Portanto, nesse estudo,
mostrar-se-á como Santo Agostinho tipifica os personagens de Adão e
Melquisedec e seu antítipo –a Pessoa de Cristo, na obra A graça de Cristo e o
pecado original.
Acerca do primeiro tipo, Adão, Santo Agostinho desenvolverá sua
argumentação, principalmente, a partir dos textos paulinos:
“Explanação dos postulados da verdadeira fé. A fé consiste
propriamente na relação de dois homens. Pelos primeiros fomos feitos
escravos do pecado, pelo segundo somos resgatados do pecado; por um,
fomos precipitados na morte; pelo outro somos libertados para a vida;
aquele nos levou à perdição fazendo sua vontade, e não a daquele que
o criou; este nos salvou fazendo não a sua, mas a vontade daquele que
o enviou (Jo 4,34; 5,30). Portanto, na relação destes dois homens
consiste propriamente a fé cristã. Um é Deus e o único mediador de
Deus e dos homens, o homem Cristo Jesus (1Tm 2,5). Porque não há
sob o céu outro nome dado aos homens pelo qual devemos ser salvos
(At 4,12), e dele Deus fez o centro da fé para todos, ressuscitando-o dos
mortos (At 17,31).
Portanto, a fé cristã não duvida de que, sem esta fé, ou seja, sem a fé no
único mediador de Deus e dos homens, Cristo Jesus; sem a fé, digo eu,
na sua ressurreição, a qual Deus estabeleceu para todos e que não pode
ser objeto de fé verdadeira sem sua encarnação e morte; sem a fé,
portanto, na encarnação, morte e ressurreição de Cristo, nem os
antigos justos, para que fossem justos, se purificariam de seus
pecados e se justificariam pela graça de Deus. A mesma purificação
e justificação não puderam alcançar tanto os justos mencionados na
santa Escritura, como os não-lembrados, mas sem dúvida existiram ou
antes do dilúvio ou depois até a entrega da Lei ou no tempo da vigência
502
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
da Lei, não somente com relação aos filhos de Israel, como foram os
profetas, mas também aos de outros povos, como foi Jó.
Seu coração purificava-se pela fé no Mediador e difundia-se neles a
caridade pelo Espírito Santo (Rm 5,5), que sopra onde quer (Jo 3,6), e
não de acordo com os merecimentos, pois ele é a origem dos
merecimentos. A graça de Deus não será graça de forma alguma, se não
for totalmente gratuita”5.
Segundo Agostinho, uma vez que Adão, o primeiro homem, foi o
representante simbólico da humanidade, o resultado de sua desobediência
passou a todos os homens: escravidão, morte. Entretanto, Jesus Cristo, o
último Adão, representa, pela fé, o resgate e a vida. Agostinho explica nessa
relação que a em carnação de Cristo possui o aspecto retroativo porque “sem
a fé, portanto, na encarnação, morte e ressurreição de Cristo, nem os antigos
justos, para que fossem justos, se purificariam de seus pecados e se
justificariam pela graça de Deus” (ibíd.). Assim, os homens que viveram antes
da Lei mosaica estavam condicionados à fé na mediação de Jesus, logo, os
justos, mesmo antes da encarnação, morte e ressurreição do Mediador, sempre
existiram, a diferença é o nível de revelação e questão temporal da vinda de
Jesus à Terra (Gl 4,4).
“De fato, a morte reinou de Adão até Moisés (Rm 7,14), porque não a
pôde vencer nem a Lei dada por Moisés, pois não se deu uma Lei que
pudesse infundir a vida, mas uma Lei que deveria mostrar que os
mortos, para os quais a graça seria necessária para infundir a vida, não
somente foram jogados ao chão pela propagação e domínio do pecado,
mas também subjugados pela prevaricação acrescentada pela própria
Lei. Contudo, a Lei não foi dada para ruína daquele que compreendesse
esse plano da misericórdia de Deus, mas para que o destinado ao
suplício pelo reinado da morte e também descoberto a si mesmo pela
5
Santo Agostinho, A graça (I): O espírito e a letra; A natureza e a graça; A graça de
Cristo e o pecado original, Tradução, introdução e notas de Agustinho Belmonte, São
Paulo, Paulus, 1998, 317 [Coleção Patrística, n. 12], pp. 292-293, grifo nosso.
503
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
violação da Lei, procurasse a ajuda de Deus, a fim de que onde avultou
o pecado, superabundasse a graça (Rm 5,20), a única capaz de libertar
do corpo desta morte (Rm 7,24-25)”6.
A Lei, conforme a interpretação de Agostinho, não pôde vencer a morte,
mas serviu para indicar a superabundância da Graça. Assim, ela foi não dada
para a ruína, mas para que o homem procurasse a ajuda de Deus. Dessa forma,
argumenta o Doutor da Graça:
“Comprovação do mesmo pelo testemunho de Melquisedec. – Cristo é
mediador de todos os que morreram em Adão.
Melquisedec, ao abençoar Abraão (Gn 14,18-20), deu um testemunho
muito do conhecimento dos fiéis cristãos acerca dessa carne e desse
sangue, de tal modo que muito tempo depois era afirmado de Cristo nos
salmos, mas ainda não se dera e era, portanto, coisa do futuro. Essa
afirmação representava a fé que é a mesma, de nossos pais e a nossa.
Tu és sacerdote eternamente segundo a ordem de Melquisedec (Sl
110,4).
Portanto, os que em Adão encontram a morte, por isso Cristo os
beneficia, porque é mediador para a vida. Não mediador pelo fato de
ser igual ao Pai, visto que sob esse aspecto dista tanto de nós quanto do
Pai. E como pode haver mediação havendo tanta distância? Por isso o
Apóstolo não disse: Um só mediador entre Deus e os homens: Cristo
Jesus, mas o homem Cristo Jesus (1Tm 2,5). É mediador, porque é
homem: inferior ao Pai por estar mais próximo de nós; superior a nós
por estar mais próximo de Deus. Isso mesmo se expressa mais
claramente deste modo: inferior ao Pai na forma de servo; superior a
nós, porque é livre da mancha do pecado”7.
6
Santo Agostinho, ob. cit., p. 293.
Santo Agostinho, A graça (I) – O espírito e a letra; A natureza e a graça; A graça
de Cristo e o pecado original, Tradução, introdução e notas de Agustinho Belmonte,
São Paulo, Paulus, 1998. 317 [Coleção Patrística, n. 12], p. 299.
7
504
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Abraão é anterior a Levi, de cuja linhagem procederam todos os sacerdotes,
e o sacerdócio de Melquisedeque foi anterior ao sacerdócio da tribo de Levi.
Na Lei mosaica, exclusivamente os filhos de Levi receberam o sacerdócio –
“A lei requer dos sacerdotes dentre os descendentes de Levi que recebam o
dízimo do povo, isto é, dos seus irmãos, embora estes sejam descendentes de
Abraão”8 (Hebreus 7.5), assim podiam tomar o dízimo, porém,
Melquisedeque, que não pertenceu àquela genealogia, tomou dízimo de
Abraão e o abençoou –“Este homem, porém, que não pertencia à linhagem de
Levi, recebeu os dízimos de Abraão e abençoou aquele que tinha as
promessas. Sem dúvida alguma, o inferior é abençoado pelo superior9”
(Hebreus 7.6-7). Isso significa que Melquisedeque é superior a Abraão,
portanto, seu sacerdócio configura-se superior ao de Arão. Abraão pagou
dízimo a Melquisedeque, e Melquisedeque o abençoou, fato que determina tal
superioridade. Os sacerdotes eram intermediários entre o do povo e Deus, e o
sacerdócio de Jesus é o único e suficiente, uma vez que não há mais
necessidade de sacrifícios, pois Ele ofereceu-se a si mesmo uma única vez
como sacrifício– “Ao contrário dos outros sumos sacerdotes, ele não tem
necessidade de oferecer sacrifícios dia após dia, primeiro por seus próprios
pecados e, depois, pelos pecados do povo. E ele fez isso de uma vez por todas
quando a si mesmo se ofereceu”10 (Hebreus 7.27).
Dessa forma, o argumento agostiniano volta-se ao sentido do sacerdócio
eterno de Cristo – “Portanto, os que em Adão encontram a morte, por isso
Cristo os beneficia, porque é mediador para a vida”, ou seja, se Adão é o
representante da humanidade e Cristo é o último Adão, logo representa,
também, a raça humana, entretanto para a vida. A mediação de Cristo é única
e plena por ser Ele divino e humano, sendo esse processo aplicado pela fé.
Entender a natureza pecaminosa herdada é indispensável para a medição.
Agostinho ainda explica:
8
Bíblia Sagrada, Nova Versão Internacional, Tradução Comissão de Tradução NVI,
3, ed. São Paulo, Editora Vida, 2018, p. 995.
9
Ob. cit.
10
Ob. cit., p. 956.
505
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
“Os que negam o pecado original são inimigos da graça. – O pecado
generalizado no Antigo Testamento comprova a transmissão do pecado
original
Pode-se concluir que merecem ser apontados como inimigos da graça
de Deus os que defendem que a natureza, em qualquer idade, não
necessita de médico, e que afirmam não ter sido ela corrompida no
primeiro Adão. Este ponto deve ser considerado não como um assunto
em que, salvaguardada a fé, pode-se duvidar ou errar, mas um assunto
que atinge a própria profissão de fé, pela qual somos cristãos.
Mas, por que razão a natureza humana daquela época é enaltecida pelos
pelagianos, como se fosse menos viciada pelos maus costumes? Não
consideram que os homens estavam mergulhados em tão grandes e
inumeráveis pecados que, por justo juízo de Deus, o mundo todo foi
destruído pelo dilúvio, com exceção de um casal com seus três filhos e
três noras, do mesmo modo que o foi posteriormente pelo fogo a
pequena região de Sodoma? (Gn 7 e 19).
Com efeito, desde o tempo em que por meio de um só homem o pecado
entrou no mundo e, pelo pecado, a morte, e assim a morte passou a todos
os homens, porque todos pecaram (Rm 5,12), toda a massa de perdição
tornou-se possessão do corruptor. Assim, ninguém, absolutamente
ninguém desde então, se isentou ou se isenta ou se isentará do pecado,
a não ser pela graça do Redentor”11.
O Doutor da Graça argumenta que todos nascem com a natureza
pecaminosa, assim todos estão doentes: “Pode-se concluir que merecem ser
apontados como inimigos da graça de Deus os que defendem que a natureza,
em qualquer idade, não necessita de médico, e que afirmam não ter sido ela
corrompida no primeiro Adão”. Cristo foi o único nascido de mulher que não
herdou a natureza contaminada após a Queda adâmica –“Portanto ele é capaz
de salvar definitivamente aqueles que, por meio dele, aproximam-se de Deus,
pois vive sempre para interceder por eles. É de um sumo sacerdote como este
11
Santo Agostinho, ob. cit., pp. 299-300.
506
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
que precisávamos: santo, inculpável, puro, separado dos pecadores, exaltado
acima dos céus” (Hebreus 7.25-26). Segundo James Dunn:
“O mesmo tema emerge na passagem paralela de Gl 4,4-5: ‘Deus
enviou o seu Filho, nascido de mulher, nascido sob a lei, para remir os
que estavam sob a lei, a fim de que recebêssemos a adoção’. [...]
‘nascido de mulher’ significa simplesmente ‘pessoa humana’. E
‘nascido sob a lei’ indica Jesus o judeu, isto é, em estado de tutela (Gl
4,1-3). Em outras palavras, Jesus desde o nascimento funcionou na
qualidade de representante, representando a humanidade em geral e
seus conacionais em particular. [...] Somente cumprindo esse papel de
representante, o Cristo pôde redimir ‘os que estão sob a lei’ e trazer à
humanidade o status efetivo de filhos de Deus.
Aqui talvez poderíamos acrescentar Fl 2,6-8. O hino de Filipenses (2,611) parece impregnado de cristologia adâmica. Podemos aqui limitarnos a notar a segunda parte de 2,7: ‘sendo (ou tornando-se) em
semelhança de homem (homoiomati anthropou) e achado em forma de
homem (hos anthropos)’. O paralelismo com Rm 8,3 chama muito a
atenção. E o que quer que signifique precisamente, parece denotar que
Cristo na sua vida, antes da sua morte, foi considerado representante da
humanidade. Foi este fato que deu à sua morte o seu significado, como
a morte que derrotou o poder do pecado e da morte para a
humanidade”12.
Segundo James Dunn, o texto citado de Gálatas explica que a encarnação
do Filho estava relacionada diretamente com a Lei a fim de cumprir a Justiça
de Deus para remir a humanidade. Donald Guthrie, interpretando o sentido de
Logos no Evangelho de João, levanta dois questionamentos: “por que ele
introduz o nome logos no início de seu Evangelho e qual a importância que
isso tem sobre seu subsequente relato acerca de Jesus?”:
12
James D. G Dunn, A teologia do apóstolo Paulo, Tradução de Edwino Royer, São
Paulo, Paulus, 2003, pp. 246-247.
507
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
“A primeira questão requer uma resposta que associe o propósito de
João com seus leitores. Como não dá explicação acerca do logos, ele
pressupõe que os leitores identificarão assa ideia. Os leitores gregos
provavelmente pensariam que ele estava falando acerca do princípio
racional do universo e ficariam assombrados com sua afirmação de que
esse princípio não apenas se tornou personalizado, mas encarnado. Os
leitores judaicos, por outro lado, não achariam tão estranha a
transferência de pensamento, pois suas mentes estavam preparadas,
pelo menos, para algum tipo de Sabedoria preexistente encarnada que
podia agir no mundo dos homens. No entanto, eles também se
assustariam com algumas afirmações feitas por João, especialmente
com os atributos pessoais e a encarnação. Parece razoável supor que
João quer apresentar Jesus como o verdadeiro logos para preparar o
caminho para sua própria apresentação de Jesus Cristo como Filho de
Deus. [...] Parece melhor, portanto, considerar o prólogo como
essencialmente introdutório, dando alguns lampejos de pistas acerca do
tipo de pessoa que é tanto Deus quanto homem”13.
Assim, Donald Guthrie explica que a intenção de João ao mencionar o
termo Logos em seu Evangelho era mostrar tanto a Divindade quanto a
Humanidade de Jesus –“No entanto, eles também se assustariam com algumas
afirmações feitas por João, especialmente com os atributos pessoais e a
encarnação. Parece razoável supor que João quer apresentar Jesus como o
verdadeiro logos para preparar o caminho para sua própria apresentação de
Jesus Cristo como Filho de Deus”. Corroborando com Agostinho, James Dunn
entende que a Doutrina da Graça permeia toda o soteriologia:
“É importante entender que para Paulo por trás de todo o processo de
salvação está sempre a iniciativa de Deus. Nenhuma outra palavra
expressa sua teologia tão claramente sobre este ponto como ‘graça’
(charis). Pois esta resumia não só o evento epocal de Cristo (‘a graça
13
Donald Guthrie, Teologia do Novo Testamento, Tradução de Vagner Barbosa, São
Paulo, Cultura Cristã, 2011, p. 330.
508
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
de nosso Senhor Jesus Cristo’), mas também a graça que realizou a
irrupção vital na experiência humana individual (a graça ‘recebida’,
‘dada’, ‘aceita’). E definia não só o ato passado de Deus que introduziu
numa vida de fé, mas também a experiência presente de capacitação
divina, que continuava (‘esta graça na qual estamos firmes’, ‘sob a
graça’, graça suficiente), bem como habilitações e missões especiais
(‘graça e apostolado’, ‘carismas que diferem de acordo com a graça que
recebemos’).
Em resumo, charis está ligada à ágape (‘amor’) no centro mesmo do
evangelho de Paulo. Mais que quaisquer outras, estas duas palavras,
‘graça’ e ‘amor’, juntas resumem e caracterizam de maneira muito clara
toda sua teologia”14.
Segundo James Dunn, a Graça é a maior prova do amor de Deus. Sua
explicação etimológica amplia esse sentido:
“Por que esta palavra? Por que ‘graça’? Parte da explicação pode se
encontrar no seu fundo veterotestamentário. Havia duas palavras
relevantes para o nosso caso, hen (‘graça’) e hesed (‘favor gracioso,
bondade amorosa, amor de aliança’). Ambas denotavam ato generoso
de superior a inferior. Mas a primeira era mais unilateral, podia referirse apenas a uma situação específica e ser retirada unilateralmente. O
último era um termo mais relacional. No seu uso secular implicava grau
de reciprocidade: quem recebia um ato de hesed respondia com um ato
semelhante de hesed. Mas no uso religioso estava profundamente
arraigado o reconhecimento de que a iniciativa de Deus era
compromisso duradouro, que desde o início excluía a possibilidade de
qualquer resposta comparável.
O que interessa aqui é o contraste entre a tradução destes termos na
LXX e o uso paulino de charis. Na LXX charis é quase sempre a
tradução de hen, enquanto eleos (‘misericórdia’) é a tradução usual de
hesed, termo mais comum e mais rico. Mas em Paulo a posição é
14
Donald Guthrie, ob. cit., p. 372-373.
509
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
invertida, sendo eleos usado apenas quatro vezes nas cartas paulinas
incontroversas. Parece, portanto, que Paulo preferia charis,
presumivelmente, porque no seu uso ele podia combinar os aspectos
mais positivos das duas palavras hebraicas: charis, denota, assim
poderíamos dizer, a unilateralidade de hen e o compromisso duradouro
de hesed”15.
Para James Dunn, o sentido de Graça em Paulo demonstra seu profundo
conhecimento sobre a singularidade da Obra da Salvação e a Benevolência
Divina, confirmando o pensamento agostiniano em detrimento do pelagiano:
“A passagem, de que Pelágio se serviu para argumentar contra si
mesmo pela boca de seus adversários: Visto que todos pecaram (Rm
3,23), refere-se claramente aos que então existiam, isto é, aos judeus e
pagãos. Mas as palavras do texto que antes citei: Como por meio de um
só homem o pecado entrou no mundo e, pelo pecado, a morte, e assim
a morte passou a todos os homens, porque todos pecaram (Rm 5,12),
atingem os mais antigos e os mais recentes, a nós e os que virão depois
de nós.
Ele aduz também um testemunho para provar que o termo ‘todos’ nem
sempre deve ser entendido como sem nenhuma exceção. O texto é este:
Assim como pela falta de um só resultou a condenação de todos os
homens, do mesmo modo, da obra da justiça de um só, resultou para
todos os homens a justificação que traz a vida (Rm 5,18). E argumenta
assim: ‘Ora, é inegável que, pela justiça de Cristo, nem todos foram
santificados, mas somente os que quiseram obedecer e foram
purificados pela ablução do batismo’.
Este testemunho não prova o que pretende. Pois assim como se afirmou:
Assim como pela falta de um só resultou a condenação de todos os
homens, não havendo exceção, assim pelo que está escrito: da obra da
justiça de um só resultou para todos a justificação que traz a vida, sem
exclusão de ninguém. Isso não porque todos nele creem e são
15
James Dunn, ob. cit., p. 373.
510
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
purificados pelo batismo, mas porque ninguém se justifica sem nele
acreditar e sem o banho batismal. Assim, está escrito ‘todos’, a fim de
que não pense que alguém possa se salvar a não ser por ele. Assim como
dizemos a respeito de um único professor existente numa cidade: ‘Ele
a todos ensina as letras’, não porque todos os cidadãos aprendem as
letras, mas porque só aprende quem ele tiver ensinado. Do mesmo
modo, ninguém é justificado, se Cristo não o justifica”16.
Para o Hiponense, em Cristo não há exceção para salvação, a condição é a
fé para justificação: “Assim como pela falta de um só resultou a condenação
de todos os homens, não havendo exceção, assim pelo que está escrito: da obra
da justiça de um só resultou para todos a justificação que traz a vida, sem
exclusão de ninguém” (ibíd.). Agostinho desenvolve seu contra-argumento do
conceito soteriológico desenvolvido por Pelágio: “A passagem, de que
Pelágio se serviu para argumentar contra si mesmo pela boca de seus
adversários: Visto que todos pecaram (Rm 3,23), refere-se claramente aos que
então existiam, isto é, aos judeus e pagãos” (ibid.). Pelágio estava defendendo
que só os viventes daquela época estavam enquadrados nesse texto, entretanto
explica Agostinho: “Mas as palavras do texto que antes citei: Como por meio
de um só homem o pecado entrou no mundo e, pelo pecado, a morte, e assim
a morte passou a todos os homens, porque todos pecaram (Rm 5,12), atingem
os mais antigos e os mais recentes, a nós e os que virão depois de nós” (ibíd.).
A tese da epístola aos Romanos é que todos pecaram em Adão, mas todos
podem ser restaurados em Cristo, “o último Adão”. Dessa forma, no Novo
Testamento, Jesus Cristo é o grande sumo sacerdote, uma vez que todas as
funções do sacerdócio da antiga dispensação concentram-se nele, pois Cristo
é o único mediador entre Deus e os seres humanos – “Porque há um só Deus,
e um só Mediador entre Deus e os homens, Jesus Cristo homem. O qual se
deu a si mesmo em preço de redenção por todos” (1 Timóteo 2.5-6)17.
16
17
Santo Agostinho, ob. cit., pp. 158-159.
Bíblia Sagrada, ob. cit., p. 943.
511
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
512
Una ética de Las Conjecturas en Nicolás De Cusa
Klédson Tiago Alves de Souza
IEF/FLUC/UC – FCT, Brasil
1. Introducción
Nicolás de Cusa es un filósofo importante para comprender bien el
pensamiento neoplatónico, porque sintetiza las ideas que estaban en auge en
la transición de la Edad Media al Renacimiento. Por esta razón, muchos lo
califican de filósofo entre dos mundos. Nacido en 1401 en la pequeña
localidad de Bernkastel-Kues, Nicolás inició su carrera de escritor con una
obra eminentemente eclesiológica, De concordantia catholica. En 1416 se
formó en la Facultad de Letras de la Universidad de Heidelberg; asistió a la
Universidad de Padua entre 1417 y 1423; en la Universidad de Colonia
completó sus estudios de Filosofía y Teología, y allí entró en contacto con el
pensamiento de Raimundo Lullo y Hemérico de Campo, que le influirían
notablemente. Encontró su mayor proyección cuando escribió su obra De
docta ignorantia en 1440, a la que siguió De coniecturis, que profundizó y
amplió su gnoseología y metafísica.
Lo De Coniecturis (1441-42) es una de las obras más profundas de Nicolás
de Cusa. Tal obra expresase en la relación íntima con la verdad, produciendo
así una epistemología conjetural. E esto es muy importante porque toda la
noción de justicia se basa en la búsqueda da verdad. Esto nos permite pensar
que el hombre, precisamente por ser una viva imago dei, tiene la capacidad de
conocer el mundo creado y de autoconocerse, así como tiene una existencia
abierta, es decir, una existencia en la que siempre se puede ser de la mejor
manera posible, de ahí el cualitativo “viva” en el ser imagen del hombre. Si
esto se puede afirmar ontológicamente, también se puede afirmar éticamente,
ya que la existencia humana está marcada por la capacidad de juicio o
interpretación, que es la constitución del conocimiento y, por lo tanto, del
513
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
autoconocimiento. Esto puede verse a lo largo de la segunda parte de la citada
obra de Nicolás de Cusa, que es un esfuerzo por demonstrar una praxis
conjetural.
2. Un análisis gnoseológico y ontológico
La quididad de las cosas, o su verdad, es siempre inalcanzable. Esto nos
revela la gran dinamicidad presente nel pensamiento de nuestro autor Nicolás
de Cusa, y también nos revela la dinamicidad ontológica que tienen los entes,
puesto que todos ellos experimentan a sí mismos en un movimiento de
progresar infinito. Si bien el movimiento del conocimiento o la capacidad de
conocer nos acerca, de algún modo, a la verdad de los entes, no nos hace
superar el incomparable hiato ontológico que existe entre lo exacto y lo
inexacto, o entre el qué es infinito y lo que es finito, visto que la quiditas
absoluta de las cosas, que, de facto, es lo que compone su verdad, es
inalcanzable porque es Dios. Entonces, el hombre nunca puede abandonar el
espacio entre lo cierto y lo incierto, i. e. el hombre vive siempre en una tensión.
E este espacio de “incertitud perpetua es fuente de alegría y creatividad, más
que motivo de resignación escéptica”1 como destacó I. Bocken. En este
sentido, se abre ante el hombre una pluralidad de caminos o aproximaciones
a la verdad. Así todo lo conocimiento es una conjetura porque primero es un
pensamiento que tiene participación de la verdad, que es fundamento de todas
las cosas, en la alteridad; Así lo es, de facto, un camino de la experiencia o
aún una representación de la cotidianidad relacional de la vida del hombre2.
La realidad es plural. La unidad divina, por lo tanto, revelase en la pluralidad
o en la alteridad del universo en un movimiento de despliegue, como está
I. Bocken, «L’Éthique des conjectures”, In: ANDRÉ, João Maria & ÁLVAREZ
GÓMEZ, Mariano (Coord). Coincidência dos opostos e concórdia: Caminhos do
Pensamento em Nicolau de Cusa. Actas do Congresso Internacional realizado em
Coimbra e Salamanca nos dias 5 a 9 de Novembro de 2001. Tomo I. Coimbra:
Faculdade de Letras, 2001. p. 173-185, (p. 175).
2
H. Gadamer, “Cusa y la Filosofia del Presente” in Folia humanística, II, 1964: 929937.
1
514
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
posto nel De docta ignorantia. Así, los entes transitan entre lo excedens y lo
excessum, justamente porque la medida suprema es infinita o el maximum
absoluto. El hombre, como lo ente especial que percebe esta dinámica, es lo
que mede la realidad nel sentido de comprenderla, visto que ha en su
naturaleza no ideas congénitas (notiones), pero hay un iudicium connatum,
que torna él un ente también creador o aún un logro incompleto en la
perfección. En este sentido, en la base de este pensamiento, como elemento
constituyente, está el concepto de maximum (primera Unidad), que es el signo
que Cusano ha percibido como un nombre que expresa la fuerza divina, una y
fundante; como nos ha dicho I. Bocken, él es una realidad ontológica y un
concepto que nos ofrece o crea posibilidad de interpretar lo significado de lo
nuestro conocimiento3. Como nos recuerda aún H. Gadamer: “Las cosas
naturales de por sí […] se construyen de acuerdo con las ideas de una razón
divina infinita: el espíritu humano sólo tiene que aceptarlas, como
consecuencia de ello, y someterlas a medición por la vía del supuesto”4.
Hablar de una ontología en De coniecturis es percibir, de alguna forma, la
aplicación del concepto de contractio en la teoría de las cuatro unidades5. Por
supuesto que la conjetura relacionase con la unidad de la verdad del ser en
cuanto que la contracción relacionase con el ser del ente. Esto puede nos
conducir a ver el conocimiento de alguna forma como un reflejo de lo que
ocurre en la realidad de los entes. I. Bocken al desarrollar el significado del
concepto de conjetura en el sentido de una teoría de la significación hacia una
ética afirma que “Una conjetura es un universo de significación, y expresa una
estructura que precede al razonamiento cosmológico o incluso
epistemológico”, después: “El objetivo de la interpretación es comprender
I. Bocken, art. 2001: 173-185, (p. 178).
H. Gadamer, art. cit., 1964, p. 933.
5
De coniecturis, II, I, 71, 7-8. Las obras de Nicolás de Cusa se citará con referencia
al texto de la edición crítica preparada por la Academia de Heidelberg: Nicolai de
Cusa, Opera Omnia. Iussu et auctoritate Academiae Litterarum Heidelbergensis ad
codicum fidem edita. Felicis Meiner. Las referencias en título, h (identificación de la
edición de Heidelberg), número de volumen y, libro o parte, capítulo, párrafo(s),
línea(s).
3
4
515
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
cómo un signo, una articulación, concentra y contrae los distintos elementos
de la realidad”6. El conocimiento es conjetural porque, así como los entes
reales siguen un movimiento dinámico en su existencia de fluxus o de refluxus
a la primera unidad, también la reproducción de estes entes que están em
movimiento siguen la mesma lógica de ser de lo mejor modo posible, un
movimiento conjetural. De este modo, son dos caminos que se encuentran en
una relación profunda, i. e., la gnoseología y la ontología. No sabemos si es
posible hablar de una sin traer a escena la otra: lo que nos parece es que una
revela la otra. Podremos nos provocar con la siguiente reflexión: ¿Cómo
hablar de conocimiento humano sin hablar de este ser que conoce, en cuanto
un ser de relación con el ser que lo creó, con el mundo en que vive, con los
semejantes y consigo mismo?
Las conjeturas son representaciones de los entes reales en la mente del
hombre. Conocer o conjeturar es medir la realidad que se nos presenta o crear
símbolos de la mesma, el mundo conjetural. Hablar de conocimiento es hablar
también de aquél que conoce, ya Nicolás pone en paralelo la actividad de la
mente con el actuar creador de Dios. Así, él ha definido en el prólogo conjetura
como “aserción positiva que aprehende la verdad en la alteridad”7. El concepto
por lo tanto fundase sobre dos otros conceptos: alteridad y participación. El
mundo es concebido pelo moselano a partir de la unidad infinita. Con esto está
posto nel centro, inexorablemente, el tema de lo uno e de lo múltiple. H.
Heimsoeth sobre este tema ha dito que “la más inmediata y primaria de todas
las cuestiones filosóficas, que se presentan al espíritu humano, para no
enmudecer nunca, es la de la oculta unidad del ser, que se nos muestra múltiple
y dividido, envuelto en la abigarrada diversidad de las experiencias. Y este
primer problema de la metafísica alcanza toda su gravedad con la percepción
de los contrarios en la realidad y con la singular vivacidad con que estos se
nos imponen, como últimos rasgos de la existencia espiritual”. Entendemos
que para este problema Cusano ha usado los pares de conceptos complicatio
I. Bocken, art. cit., 2001, pp. 180-181.
De coniecturis, hIII, I, prologus, 2; Idem, 57: “coniectura igitur est positiva assertio,
in alteritate veritatem uti est participans”.
6
7
516
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
y explicatio en De docta ignorantia e en De coniecturis nos presenta la teoría
de las cuatro unidades como respuesta. ¿Es posible pensar que la henología
sea un modo de profundizar la ontología pensada en De docta ignorantia? ¿No
sería la henología un nuevo abordaje de la misma cuestión ontológica sobre el
ser de la verdad o el ser supremo, maximum?8.
La teoría de las cuatro unidades en esta disposición filosófica es importante
porque es el modo como Nicolás demuestra la explicabilidad del mundo y de
la mente, si podemos decir así. Pero esta teoría necesita ser leída y asimilada
con la óptica de la participación para ser asumida de la mejor manera posible.
Y es a través del significado simbólico del número en la construcción de la
base de las cuatro unidades que Cusano tratará de mostrar cómo la mente
elabora a partir del mundo real su mundo asimilado o conjetural: “Las
conjeturas proceden de nuestra mente como el mundo real procede de la razón
infinita de Dios. En efecto, en la medida en que nuestra mente humana,
elevada a semejanza de Dios, participa todo lo que puede de la fecundidad de
la naturaleza creadora, extrae de sí, como imágenes de la forma omnipotente,
seres racionales a semejanza de los seres reales”9.
Como Dios, forma essendi, que confiere el ser a todas las cosas, así la
mente del hombre viene descrita como forma del mundo conjetural. Así el ser
humano es la entidad de las proprias conjeturas, como Dios es la entidad de
los entes10. Dos movimientos podemos interpretar en la teoría de las cuatro
unidades: un que espeja el despliegue de la creación, como de la unidad que
es el principio o la forma essendi adviene lo múltiple, la creación, que puede
ser comprendida como una “ontología transcendental”; pero es posible
J. Hopkins, Nicholas of Cusa’s Metaphysic of Contraction, Minneapolis, Minnesota,
The Arthur J. Banning Press, 1983, p. 33: “no work in the corpus of Cusan writings
seems ever to veer fully from the essential ontological principles first laid down in DI.
[…] we create a hermeneutical circle: we can use DI to cast light upon puzzling
passages in a subsequent work; and we can use the subsequent work to illuminate an
apparent obscurity in DI”.
9
De coniecturis, h III, I, I, 5, 3-7.
10
De coniecturis, I, I, 5, 7-10.
8
517
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
también, en alguna medida percibir en esta teoría un movimiento en que
ocurre un autoconocimiento de la mente que se reflejará, por ejemplo, a lo
largo del segundo libro en una dimensión más práctica de su arte conjetural,
pero especialmente en el último capítulo de la misma obra bajo el título De
sui cognitione, que podríamos decir ser una “metafísica de la mente”.
La primera unidad es la verdad más simple, por tanto, la entidad de todas
las cosas, y sólo ella puede conocerse a sí misma en su precisión; es el
presupuesto de todo, y en este sentido su luz simplicissima ilumina toda
alteridad, es decir, la unidad divina es el principio de la alteridad, o aún de la
multiplicidad diferenciada de los entes singulares, en sí misma ella precede11
toda la diversidad, alteridad y oposición12. La segunda unidad, el intelecto, es
el número explicativo de la primera unidad, a la vez que es la forma de la
tercera unidad; su grado de conocimiento es lo más semejante posible al de la
primera unidad, por lo tanto, es verdadero, y el propio intelecto resplandece
en la razón. Esta es, pues, la tercera unidad, que a su vez es la forma de los
sentidos o cuerpo, el cual, como última unidad, es también el número
explicativo del intelecto, Nicolás la llama unitatis explicatio, y afirma además
que no complica nada en sí misma; su grado de conocimiento es confuso. Con
este desdoblamiento podemos percibir también la circulación que existe en la
unidad de la mente humana en unidades internas que se interconectan en su
proceso de asimilación y creación del mundo conjetural, provocando cierta
coincidencia de los movimientos internos de ascenso de los sentidos (cuerpo)
al intelecto y de descenso del intelecto a los sentidos (cuerpo). El hombre
siendo, por lo tanto, como una síntesis de intelecto y cuerpo. En cierto modo,
podemos decir que es una forma de sacar a la luz las fuerzas o poderes
cognoscitivos que hacen posible que el hombre, en el campo de las
posibilidades, se acerque a la verdad y sea visto en su unidad, pero también
podemos reflexionar en el sentido de pensar este marco que la teoría de las
cuatro unidades nos presenta como caracterizador de las distintas esferas de la
realidad que derivan de la unidad divina, es decir, los distintos “cielos”,
11
12
De coniecturis, I, 5, 17, 5; 21, 3; I, 6, 22, 14.
De coniecturis, I, 5, 17, 6-8.
518
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
“mundos” o “regiones” ontológicas, como las llama Cusano, en los que
podemos ejercer nuestra actividad cognoscitiva13.
3. Una interpretación-prospección ética
De lo dicho anteriormente se desprende que la dimensión ontológica, y por
lo tanto la dimensión gnoseológica, nos hacen ver toda la dinamicidad
relacional que existe en la existencia y en la forma de entenderla desde un
punto muy concreto, que, al fin y al cabo, es la individualidad de cada hombre.
Así el hombre es una criatura, un ser contraído, así que, es un esto o aquello,
es decir, no tiene la plena realización de sus posibilidades y no puede alcanzar
una objetividad absoluta, pero él está en un progresar sin fin. Un progresar que
le exigirá no caer en un individualismo, sino que para poder ampliar su visión
tendrá que ejercer un movimiento de acercamiento a su semejante, de manera
que pueda comprender mejor la realidad y saber cómo seguir en el camino
hacia el bien supremo de la mejor manera posible.
Este progresar sin fin encuentra su punto de partida justamente nel
autoconocimiento. ¿No es éste el proyecto de De coniecturis, mostrar que
nuestro conocimiento participa de la verdad en la alteridad y que podemos
crear un mundo conjetural a partir de nuestra relación con el mundo real
porque somos imagen de Dios? ¿No es el conocimiento de uno mismo un
reconocimiento de uno mismo precisamente como imagen de Dios? El
autoconocimiento, después de todo, no es otra cosa que acercarnos a la razón
infinita, que nos precede, y que, por supuesto, es el centrum totius vitae14 para
nosotros, como nos expresa Proclo, quien tanto influyó en el pensamiento
cusaniano, o en los términos propios del Cusano, unicum vitale centrum15. De
De coniecturis, I, 8, 33; II, 16, 155, 3-4..
Theologia Platonis, I, 3.
15
De coniecturis, I, 1 5, 10-19.
13
14
519
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
acuerdo con C. D’Amico16 y W. Beierwaltes17, la mente humana encuentra su
máxima realización al contemplar su propia unidad, desplegando así su
potencial en el mundo conjetural y volviéndose más fructífera al retornar a su
esencia. Sin embargo, su propósito último no se encuentra dentro de sí misma,
sino en la razón infinita, que actúa como la medida suprema de todo. A medida
que la mente se sumerge más en su propia introspección o interioridad, se
asemeja cada vez más a la razón infinita, ya que ésta constituye el único centro
vital tanto para la mente como para el espíritu. Este proceso de
autoconocimiento y búsqueda de la razón infinita refleja la influencia del
pensamiento procliano en Nicolás de Cusa, quien profundizó en la noción de
que nuestra conexión con la razón infinita nos lleva a una comprensión más
profunda de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.
En la última parte de De coniecturis, como ya dijimos, Nicolás ha dedicado
un capítulo al tema De sui cognitione. Allí él afirma, en nel n. 173, que el
hombre, en su humanidad contraída, participa, como imagen de Dios, de la
Trinidad de la divinidad. Pero es necesario entender como es esa participación.
Entonces, nos parece que hemos tres instancias: intellectus, ratio y sensus que
participan de forma trinitaria en la unitas, aequalitas y connexio. Así, la
invitación es a observar y considerar cómo participa de la divinidad de la
forma más elevada, en la naturaleza más elevada de la humanidad; cómo
participa de la forma más baja en la naturaleza más baja y de la forma media
en la media.
En la naturaleza más noble participa intelectualmente, en la media
racionalmente y en la inferior sensiblemente. Así, hemos: La participación
racional en la unidad divina es participación en la razón de Dios, en la igualdad
divina es participación en la justicia y en la unión divina significa
participación en el amor. La razón de este camino trazado por Nicolás está
presente en el paso 174, cuando el uso de la naturaleza intelectual como una
C. D’Amico, “The Conjectural Art as Self-Knowledgeand Knowledge of Others:
Tradition and Innovation” en: IZfK 3, 2021: 35-49, p. 37.
17
W. Beierwaltes, “Centrum tocius vite…” art. cit., 2005, pp. 80-81.
16
520
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
participación de la igualdad absoluta, en la que hay unidad y conexión, hace
al hombre más semejante a Dios18. Y esto es así porque en Dios la razón, la
justicia y el amor son absolutos y máximos, y en el hombre ellos están sujetos
a ser más o menos aumentados.
Todo lo que se ha dicho es importante y encuentra su cume con aquello que
consideramos ser el punto central de una ética en el pensamiento de nuestro
autor, es decir, el número 183 en que, como nos ha dicho H. Senger, levanta
la cuestión ética sobre la condición, naturaleza y existencia de la virtud e de
la moralidad19. Nicolás afirma que en la igualdad están complicadas todas las
virtudes morales, y que ellas sólo pueden ser en la participación de la igualdad.
Esto hace de este concepto la clave central para el entendimiento y el
desarrollo de la ética cusaniana.
En el número 176 de De coniecturis Cusano describe en detalle sobre la
participación de la unidad humana en la unidad suprema y de esta recibe las
virtudes de ser justo y de amar. Y estas virtudes están complicadas en la virtud
de nuestra humanidad. En las formas de la participación, el sitio que nosotros
podríamos decir que es posible una ética, y una ética conjetural porque parte
de lo juicio (o interpretación) que el hombre hace, es la razón, que entiende,
que mide, es justa y ama en su participación racional en la unidad
(entendimiento), la igualdad (justicia) y en el nexo (amor). En este sitio el
hombre distingue las cosas de acuerdo con las proporciones que ellas tienen.
Pero, podríamos aquí preguntarnos: ¿cómo puedo saber lo que es ser justo? O
aún: ¿cómo puedo saber lo que es amar? La respuesta viene en dos
movimientos: 1) por la relación que tenemos con Dios: Dios es “caritas”, así
cuanto más lo amamos más participamos de la divinidad; 2) por la ley de oro:
“lo que quieras que te hagan a ti, hazlo al otro”20. Esta es la regla de la igualdad
De coniecturis, h.III, II, XVII, 174.
H. G. Senger, “Zur Frage nach einer philosophischen Ethik des Nikolaus von Kues”
in: Wissenschaft und Weisheit. Zeitschridt für Augustinisch-Franziskanische
Theologie und Philosophie der Gegenwart, 33, Jahrgang, Düsseldorf: Patmos, 1970,
s. 5-25 (s. 11).
20
De coniecturis, II, XVII, 183, 3-4.
18
19
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RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
o la justicia. Es decir, el referente que el ser humano tiene para medir sus
acciones en lo que respecta a su relación con el prójimo o semejante.
El proceso de autoconocimiento es un paso hacia la semejanza con Dios o
una vía de retorno al primer principio que es inevitablemente un camino de
interioridad que expresase en la exterioridad. En un sermón de 1456 [Sermo
CCXVI: Ubi est qui natus est rex Iudaeorum?], Nicolás definió la ética como
el arte inventado para una vida mejor: ars inventa melius vivendi. Así precisa
este objetivo: los hombres inventaron la ciencia de la ética para que, mediante
costumbres o hábitos de vida virtuosa, pudieran alcanzar un estado de alegría
y gobernarse pacíficamente. Esta ciencia, entonces, conduce a conjeturas
sobre cómo llevar una vida virtuosa y loable en paz y tranquilidad en este
mundo. Lo que nos lleva a pensar que la ética debe, por tanto, ayudar a llevar
una vida virtuosa en la que la paz y la tranquilidad sean posibles. La paz y la
tranquilidad, en particular, se refieren al aspecto social que la ética debe tener
en cuenta. Y aquí también se aplica la ley de la igualdad presente nel De
Coniecturis: si deseamos la paz para nuestra vida, también debemos desear la
paz para la vida del otro. Las virtudes y los valores morales parecen formularse
a partir de este axioma.
Es la naturaleza intelectual la que lo hace posible, pues cuanto más ella
participa intelectualmente de la unidad, de la igualdad y de la conexión
absolutas, más puede asemejarse a Dios. Del mismo modo, cuanto más
participa de la conexión absoluta, más comparte el amor y más se asemeja a
Dios. Así, tiene razón C. D’Amico cuando afirma que “el autoconocimiento
es conditio sine qua non para que el ignorante alcance el conocimiento
inefable de lo absoluto: quien no se conoce a sí mismo no experimenta ni
alcanza (at-tingere) a Dios”21. Conocer así mismo es reconocerse como
imagen del ejemplar uni-trinitario, pero una imagen viva o una imagen en
construcción. Esto porque la participación no puede entenderse de forma
estática, sino que en ella hay un dinamismo o una abertura de ser siempre de
21
C. D’Amico, art. cit., 2021, p. 40.
522
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
lo mejor modo posible. El hombre no es semejante a Dios en plenitud, es decir,
no es un ser acabado.
Para cerrar esta reflexión, les dejo con la siguiente imagen de Álvarez
Gómez: “El hombre es un peregrino cuyo ser es avanzar por un camino
infinito [...]”22.
M. Álvarez Gómez, “Añoranza y conocimiento de Dios”. In: Pensamiento del ser
y espera de Dios. Salamanca: Sigueme, 2004, p. 67-101, (p. 87).
22
523
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
524
Bernardo e Pascal. La vicinanza del pensare
Valentina Amorosino
Univ. de Bohemia del Sur, Rep. Checa
Il confronto, in generale, quando alieno da pregiudizi è sempre motivo di
arricchimento e di crescita. Esiste una consolidata tendenza, che non è del tutto
ingiustificata, ma che se perseguita ciecamente rischia di diventare sterile, che
insiste sulla rivendicazione culturale, sociale, scientifica dell’età moderna a
scapito di quella medievale.
Fermo restando che la suddivisione in periodi storici sia un fatto
convenzionale e non può in alcun modo essere letta come un categorico
spartiacque che chiude un sipario e ne apre un altro ex novo, è necessario
sottolineare che è un bisogno prettamente umano quello di etichettare cose e
momenti, deve pertanto necessariamente esserci un fil rouge che attraversa la
storia e la rende unitaria nonostante le diversità, così che nulla di ciò che
accade possa essere letto come autoprodotto, ma più realisticamente, come il
risultato di un prima, quindi di un passato che evidentemente non solo non
passa mai, ma si conferma nel presente.
Attraverso la lettura, se pur parziale, di due autori quali Bernardo di
Chiaravalle e Blaise Pascal, questo lavoro si cimenta nella dimostrazione della
storia, quindi delle epoche, come un farsi del tempo e di un trascorrere dei
secoli che non è solo superamento, ma anche continuum di pensieri e non
meno di problemi che rivendicano la loro universale portata.
La questione in fondo è sempre la stessa: l’essere umano che pensa e si
pensa, che conosce e si riconosce, che sperimenta l’esistenza di cui è egli
stesso portatore. Scrive Nicola Abbagnano:
525
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
“L’uomo è l’ente che non ha altro modo di rapportarsi all’essere e di
possedere l’essere che il problema. L’uomo può anche raggiungere la
sicurezza e la pace di un possesso dell’essere; ma può raggiungerla solo
a patto di conquistarla e solo a rischio di perderla ogni momento.
L’uomo può ribellarsi e sfuggire a qualsiasi determinazione; non può
ribellarsi e sfuggire al problema dell’essere perché la possibilità stessa
della ribellione, come dell’accettazione, è in questo problema che
costituisce la natura. Accettare di essere qualcosa o rifiutarsi di esserlo,
è possibile solo a un ente per cui l’essere sia un problema e a cui il
rapporto con l’essere sia dato nella forma di una instabilità
fondamentale. Lo stato dell’uomo definito dal problema dell’essere è
l’indeterminazione. L’indeterminazione è la stessa problematicità del
rapporto tra l’uomo e l’essere. Per l’indeterminazione l’essere è per
l’uomo una possibilità. L’uomo può rapportarsi all’essere e l’essere può
essere proprio dell’uomo, costituirne il possesso. Ma questa possibilità
non si immobilizza e non si fissa mai in una necessaria immanenza
dell’essere all’uomo o in un necessario dominio dell’essere sull’uomo.
L’immanenza e il dominio si verificano solo nella forma
dell’indeterminazione per la quale l’uno e l’altro sono possibilità
effettive sempre, realtà a presenze necessarie mai. L’indeterminazione
è la natura propria dell’uomo in quanto non ha natura ed è il problema
della sua natura1.
La questione è pertanto la libertà umana portatrice di volontà e scelte, ma
anche di fraintendimenti. Da sempre dunque l’essere umano, a prescindere
dalla sua condizione sociale è chiamato ad esercitare la libertà del suo pensare,
ed è proprio alla luce di questa che l’uomo cresce e paradossalmente cresce
anche nel sospetto di se stesso.
Così, se davanti all’ingombrante presenza della religione l’uomo del
Medioevo è riuscito in molti casi ad esercitare la sua autonomia di pensiero
Nicola Abbagnano, Introduzione all’esistenzialismo, Milano, Mimesis, 2022, pp. 4647.
1
526
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
senza perdersi nel buio di una credenza cieca, allo stesso modo l’uomo
moderno, in altrettanti casi, ha saputo rinnegare la subordinazione
all’avanzamento del progresso, evitando di essere intrappolato come oggetto
passivo di quello stesso processo di cui era lui il fautore e non viceversa. Tutto
questo alimenta la tesi per cui, ciò che permane nelle differenti epoche è
l’essenza umana, che sempre è portata e destinata alla domanda sull’esistenza.
Ogni tempo prima ancora che essere altare della religione o della scienza è
altare dell’uomo, il quale dimostra di essere al centro del pensiero da lui stesso
pensato, in un circolo che non si esaurisce asfitticamente, ma si rinnova alla
luce di un questionare necessario.
La centralità umana è fondamentale, è l’elemento che ci permette di
comprendere come tutto ruoti sempre attorno all’essere umano, ancor meglio,
attorno alla sua volontà di mantenersi lucido davanti al frastuono del mondo,
quello stesso frastuono che rende sì difficile la domanda sull’esistenza, ma
proprio per questo, necessaria.
La portata universale di questo scrutamento circa l’esistenza, proprio in
quanto universale non può che attraversare ogni epoca. Quello che cambia è
il modo in cui viene declinata: se nel Medioevo tale domanda si ancora alla
religione e in modo specifico al cristianesimo, in età moderna segue lo
sviluppo del progresso scientifico. In ogni caso comunque, la centralità è ad
appannaggio dell’essere umano che avverte e difende il desiderio di conoscere
se stesso, nonostante, o meglio malgrado, ciò che lo circonda.
Il presente lavoro sceglie di mettere a confronto due autori come Bernardo
di Chiaravalle e Blaise Pascal perché rintraccia nel secondo un’adesione di
valori e una speculazione non solo compatibili, ma ispirati alla figura del
primo, soprattutto perché riconosce in entrambi una fame di conoscenza che
non si è mai esaurita e che anzi è cresciuta, facendo delle loro rispettive fatiche
intellettuali il risultato concreto di un arricchimento interiore, ma anche
sociale, e non per ultimo un punto cruciale rispetto al loro rapporto con il
Trascendente che urge una conciliazione tra il sentire del cuore e quello
dell’intelletto.
527
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Bernardo e Pascal non potevano che vivere in tempi storici assai diversi
dal punto di vista delle esigenze socio-esistenziali. Il primo ha abitato un
mondo in cui gli intrighi papali e il desiderio di difesa della religione cristiana
erano temi quotidiani2; il secondo è figlio della politica attuata da Luigi XIV
e non meno della rivoluzione copernicana. Entrambi hanno corso il rischio di
lasciarsi prevaricare dall’invadente scala di valori che premeva e permeava i
rispettivi contesti storico-sociali, entrambi sono stati capaci di scongiurare tale
pericolo.
A Bernardo si riconosce la capacità di vivere la Chiesa e Dio in modo
lucido, sano, se vogliamo razionale. L’etichetta di uomo di fede bigotto e cieco
è una delle tante etichette superficiali e ingiuste che la storia, fortunatamente
ormai smascherata e superata, gli ha voluto dare. Pascal riesce a non lasciarsi
soffocare dalla mania esagerata di razionalizzare ogni cosa, ed è un vero
miracolo rispetto al secolo in cui vive.
Ciò che dai loro scritti immediatamente emerge è una comune attitudine al
‘sentire’. Tanto l’antropologia di Bernardo, quanto quella di Pascal si
muovono infatti sulla comprensione dell’esistenza umana, il cui orientamento
prende avvio dall’amore.
2
Per un approfondimento circa le due questioni sopra menzionate si consiglia: San
Bernardo, cfr. Vincenzo Miano, San Bernardo, Brescia, La Scuola, 1949 p. 54;
Jacques Leclercq, San Bernardo, Milano, Jaca Book, 1989, p. 89; Jacques Chabannes,
Bernardo di Chiaravalle mistico e politico, Milano, Citta Nuova, 2001 p.78; Santiago
Cantera Montenegro, San Bernardo o el Medievo en su plenitud, Madrid, Criterio
Libros, 2001, p. 86; Annamaria Ambrosioni, “San Bernardo, il papato e l’Italia”, in
Pietro Zerbi (ed.) San Bernardo e l’Italia, Atti del Convegno di studi, Milano, 24-26
maggio 1990, Milano, Vita e Pensiero, 1991, p. 26. San Bernardo, De consideratione
ad Eugenium papam, Milano, Scriptorium Claravallense Fondazione di Studi
Cistercensi, 1974, pp. 727-728. San Bernardo, De laude novae militiae, Milano,
Fondazione di Studi Cistercensi, 1974, pp. 444-446; Franco Cardini, I poveri
Cavalieri del Cristo, Bernardo di Clairvaux e la fondazione dell’ordine Templare,
Rimini, il Cerchio, 1994: 81-129.
528
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
L’amore è il sentimento intuitivo dal quale ha preso inizio la teoria della
conoscenza secondo Bernardo e Pascal e, come se non bastasse, è il
sentimento attraverso quale si esplica tutta la loro complessa speculazione.
Bernardo e Pascal dimostrano una duplice fiducia che si compie: nella
capacità della ragione di cogliere i propri limiti e nell’esercizio dell’amore di
superarli.
Tanto è centrale l’amore in Bernardo che l’Abate, spinto a interrogarsi sul
perché e quanto amare Dio, scrive un intero trattato, destinato a diventare il
suo lavoro più nobile e significativo.
Il De diligendo Deo, diviso sostanzialmente in tre blocchi, presenta nella
prima parte la risposta di Bernardo al cardinale Aimerico, circa il perché e il
come amare Dio; nella seconda la dettagliata descrizione della dottrina che
riguarda i quattro gradi dell’amore. In un terzo più piccolo blocco, Bernardo
ritorna su una epistola da lui stesso scritta ai santi fratelli della Certosa, che
l’autore riprende, amplia e completa fino a giungere alla conclusione che
l’uomo è in grado di sviluppare nei riguardi dell’amore di Dio un
atteggiamento triplice che lo vedrà ora devoto per timore, ora per trarne
vantaggio, ora in modo assolutamente incondizionato analogo a quello in cui
un figlio mostra devozione e amore al proprio genitore.
All’interno del testo sono riconoscibili tre punti cruciali:
- Il rapporto reciproco di amore tra uomo e Dio.
- La scala dell’amore verso Dio.
- L’amore come legge universale di ogni essere umano.
L’amore a cui Bernardo fa riferimento ha una portata connessa alla sfera
della moralità, motivo per cui, secondo Bernardo, l’amore che l’essere umano
è chiamato a offrire a Dio non riguarda solamente l’uomo di fede, ma
universalmente tutti. Non è una questione di appartenenza religiosa: anche se
può sembrare paradossale è come se Bernardo, padre e difensore delle
Crociate, laicizzasse l’amore, facendolo sì destinare a Dio, nello specifico al
Dio cristiano, ma liberandolo dalla catena della fede, riconducendolo a un
529
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
motivo più alto del credere stesso. Secondo Bernardo, si è chiamati ad amare
Dio con razionalità e meglio ancora con una razionalità guidata da una sincera
osservazione, che conduce l’uomo a comprendere che non può in alcun modo
essere responsabile come autore delle meraviglie che lo circondano. Ci si può
anche rifiutare di ri-conoscere Dio, ma non si può in alcun modo negare che
le capacità umane, le stesse per mezzo delle quali l’uomo riesce a stare al
mondo, abbiano qualcosa di straordinario che non può essere riconducibile
all’umana natura. Essa deve pertanto, dice Bernardo, esistere per forza
qualcosa di sovrannaturale che consente all’uomo di esercitare
quell’intelligenza e quel vigore razionale che altrimenti nemmeno potrebbe
possedere.
Amare Dio riconoscendo a Questi l’autorità rispetto a tutto quello che
esiste consente all’uomo di approdare a ben due meriti ascrivibili al Creatore:
1. la generosità ontologica.
2. la generosità etica.
Dio infatti ama due volte, in entrambi i casi con tutta la sua infinita
pienezza: quando crea e quando attraverso l’Incarnazione e la morte sulla
Croce salva l’umanità.
Alla Redenzione Bernardo attribuisce un valore particolare: solo dopo
questa infatti, secondo l’Abate di Chiaravalle, la volontà umana e quella
divina trovano una fusione perfetta che fa staccare l’essere umano dalla mera
obbedienza e lo proietta ad una più alta e dignitosa comunione d’intenti.
Cruciale nel discorso di Bernardo è il momento in cui scrive: “non enim
sine praemio diligitur Deus, etsi absque praemii sit intuitu diligendus”3; con
queste lapidarie parole l’autore introduce il lettore a una particolare questione,
quella relativa alla ricompensa che l’uomo ha in quanto amante sincero di Dio.
3
San Bernardo, De diligendo Deo, in San Bernardo, Trattati, Milano, Scriptorium
Claravallense Fondazione di Studi Cistercensi, 1974, VI, 16, p. 294.
530
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Amare Dio presuppone una ricompensa, ma è un presumere mosso dal merito,
mai dalla pretesa. L’uomo non potrà mai amare con la stessa intensità con cui
è stato amato da Dio, ma può ed è chiamato ad amare in modo sincero. Nella
sincerità del suo amore non pensa a ciò che Dio gli donerà, ama e basta, ama
pertanto in modo libero, dimenticando ciò che può essergli utile, perché ha già
trovato il centro della sua utilità, che sperimenta appunto nell’amore
disinteressato che sente crescere in lui, e che sente essere crescita stessa per
se stesso. L’uomo che ama Dio, secondo Bernardo, lo fa perché non può e non
vuole che fare altrimenti. Sarà poi il senso di appagamento per questo amore
così puro, così disinteressato, la ricompensa stessa: “Causa diligendi Deum,
Deus est. Verum dixi, nam et efficiens et finalis”4.
Tanto la speculazione di Bernardo, quanto quella di Pascal, sono perfette
nel restituire l’idea di un uomo che cerca di centrare se stesso. Il medievale
Bernardo e il moderno Pascal raccontano della fatica umana del voler sentire,
conoscere e difendere quella solitudine di cui l’uomo ha necessariamente
bisogno. In entrambi gli autori il concetto di solitudine è cardine in quanto
strumentale rispetto alla condizione che l’essere umano vive. Non si tratta di
un vano isolamento esistenziale, che condurrebbe l’uomo ad un’esistenza
triste e rivolta alla disperazione, ma è un profondo raccoglimento in se stessi,
un ricongiungimento con il proprio intimo sentire.
Bernardo e Pascal sono due voci che all’unisono descrivono l’uomo che
rischia di perdersi, eppure non si perde. Descrivono la forza dell’essere umano
che si aggrappa voglia di vedere oltre, di sentire oltre, di essere parte dell’oltre.
L’uomo raccontato da Bernardo, quanto l’uomo raccontato da Pascal è
coraggioso, ma soprattutto è speranzoso. A questo punto i contesti culturali
dei due filosofi si confondono, si scambiano e si ha un Bernardo che descrive
e restituisce l’idea di una fede sì totalizzante, ma mai ostile alla ragione.
L’uomo dice Bernardo è chiamato a una fede lucida, sostenuta dalla ragione,
perché solo nel pieno della proprie facoltà è possibile veramente amare Dio e
riconoscerlo già dentro se stessi. In modo analogo, Pascal mette in guardia dai
4
Ivi, VII, 21, p. 302.
531
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
pericoli che si celano dietro un uso esasperante della ragione, che va quindi
sconfessata e orientata secondo una certa sensibilità. Affinché l’uomo possa
nutrite la speranza di salvarsi è fondamentale secondo Pascal l’umiliazione
della ragione e la scelta della fede. Bernardo prima e Pascal secoli dopo,
risultano cruciali per comprendere che nell’essere umano ad avere un ruolo
cardine è sempre la volontà: è questa che muove l’uomo, lo spinge a credere
con ragione e a lasciarsi ragionevolmente abbracciare dalla fede. Dio ha creato
gli uomini affinché questi fossero liberi di volere e sentissero il peso di questo
volere, sentissero il desiderio che dal volere ha origine. Anche se la vanità può
smarrirsi nell’orgoglio e cedere alla superbia, per Pascal essa resta la forza che
domina e costringe l’individuo a riconoscersi per ciò che egli è; in grado
dunque di imporgli regole, disciplina, ed eventuali punizioni. Nella volontà si
manifesta l’animo umano, e quel resto di natura originaria pur così sfigurato
e rimosso5.
Cosa vuole L’essere umano?
Prima ancora: perché l’essere umano vuole?
Vuole perché Dio lo ha creato desideroso di conoscenza, fede e ragione
nell’uomo dunque si fondono, si cercano, sono l’una reciprocamente la forza
dell’altra, come Bernardo e Pascal in tempi diversi, ma in modo ugualmente
appassionato, hanno cercato di dimostrare.
Alla domanda cosa l’essere umano vuole, Bernardo e Pascal hanno
un’ulteriore risposta concorde: l’essere umano vuole Dio e attraverso Dio
vuole conoscersi, guardarsi dentro, esplorare la propria intimità, comprendere
la propria anima. Dio è in tal modo l’elemento centrale dell’antropologia dei
due filosofi presi in esame. Non a caso, il Dio cristiano è un Dio che in prima
persona sperimenta la condizione umana, non meno la miseria e la
mortificazione umana.
5
Cf. Blaise Pascal, I pensieri, Milano, Bompiani, 2014, p. 975.
532
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Bernardo e Pascal sono lucidi conoscitori della fede cristiana di cui
apprezzano le mille sfumature e i fermi dogmi. Nel cristianesimo rintracciano
entrambi non solo l’unico credo che l’uomo può abbracciare, ma anche la
possibilità concreta di comprendere, meglio ancora, di capire alla luce della
Verità. Il cristianesimo è l’esempio vivo di quello che la loro rispettiva
speculazione vuole dimostrare, ovvero, che l’amore è il sentimento che
supporta il volere umano. Attraverso l’amore la volontà umana trova il suo
personale ritmo, che a volte cresce, altre rallenta, ma sempre vive e tende verso
quell’orma indelebile che fa l’uomo l’unico essere creato a immagine e
somiglianza di Dio.
In conclusione questo lavoro si è proposto di mettere in evidenza alcuni
dei molti tratti che vedono Pascal un legittimo ‘allievo’ della speculazione
bernardiana. Si è voluta sottolineare la concordanza tra i due filosofi,
dimostrando come l’universalità del pensiero, in questo caso del pensiero
legato alla fede, riesca a superare il tempo, ma soprattutto le mode del tempo,
che non di rado si impongono e pretendono di soverchiare in nome della
ragione, la ragione stessa.
533
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
534
A noção de notitia evidens como demarcação entre notitia intuitiva e
notitia abstractiva na primeira questão do Prologus
da Ordinatio de Guilherme de Ockham.
Contribuição para a problemática do assentimento
a uma proposição a partir do conhecimento intuitivo
Jorge Augusto da Silva Santos
UFES/CNPq, Brasil
Introdução
Com base na proposta exibida no título1, e considerando a complexidade
dos textos sobre a evidência em Guilherme de Ockham2, minha comunicação
se limitará ao comentário de algumas passagens significativas sobre teoria do
conhecimento de Ockham. O contexto da abordagem inicial da distinção entre
notitia intuitiva e notitia abstractiva parte da problemática sobre a evidência
das verdades teológicas para o intelecto humano viandante, tal como aparece
no título da primeira questão do Prologus da Ordinatio de Ockham: “Se é
possível que o intelecto do homem viandante (intellectum viatoris) tenha um
conhecimento evidente das verdades da teologia”3. Se esse ponto de partida é
fundamental para compreender a extensão semântica do conceito de intuição
em Ockham, então nesse caso é relativa a reivindicação da virada linguística
para priorizar os problemas lógicos e semânticos da Filosofia na Idade Média
1
Guilherme de Ockham, Scriptum in librum primum sententiarum. Ordinatio.
Prologus, quaestio 1. (ed. Gedeon, G. & Brown, S.F.) (“Opera Theologica”, 1). New
York, St. Bonaventure,1967, pp. 3-75.
2
Basicamente, são os seguintes: O Prólogo do Comentário às Sentenças, q. 1, a
questão 5 das Quaestiones variae, e a questão 14 do segundo livro da Reportatio.
3
Guilherme de Ockham, Scriptum in librum primum sententiarum. Ordinatio.
Prologus, quaestio 1, ob. cit., p. 3.
535
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
–como laboratório da contemporaneidade4– em detrimento das construções
metafísicas e das obras teológicas5. Mesmo que a continuidade intelectual
entre a filosofia contemporânea, particularmente de tradição analítica, e a
filosofia medieval, seja feita com base na obra de Ockam –como tem realizado
há décadas o canadense Claude Panaccio6–, não é possível banir a teologia
como um obstáculo aparentemente familiar para uma compreensão melhor do
valor dos pensadores medievais enquanto filósofos7. Filosofando em seus
escritos de lógica, de teoria do conhecimento e de metafísica e de política,
Ockham jamais deixou de ser teólogo. Sob esse aspecto contextual mais amplo
do pensamento medieval, e sem que eu vise, portanto, a obra de Ockham, o
problema “fé e saber” deixou de ser compreendido em sua originariedade
quando foi vinculado à esfera epistemológica moderna, ou seja, priorizou-se
a sua compreensão a partir da tradição herdeira da oposição platônica entre
pistis como conhecimento pobre e de segunda categoria e a epistēmē como
saber verdadeiro. Mesmo que não seja a terminologia ockhamista, com base
na distinção entre conhecimento intuitivo e conhecimento abstrativo para
explicitar as condições de possibilidade primitivas do actus iudicativus,
estamos diante sempre, do ponto de vista fenomenológico, da verdade da
proposição e da verdade da intuição.
4
Cf. o manifesto do medievalismo anglo-saxão de matriz analítica: N. Kretzmann; A.
Kenny & J. Pinborg (eds.). The Cambridge History of Later Medieval Philosophy:
From the Rediscovery of Aristotle to the Disintegration of Scholasticism, 1100-1600.
Cambridge, Cambridge University Press,1982, p. 3.
5
Cf. a crítica pontual de Jan Aertsen, Medieval Philosophy as Transcendental
Thought: From Philip the Chancellor (ca. 1225) to Francisco Suárez, Leiden, E.J.
Brill, 2012.
6
Cf. C. Panaccio, De la reconstruction en histoire de la philosophie, In: G. Boss
(ed.), La philosophie et son histoire. Zurich, Éd. du Grand Midi, 1994, p. 73-195;
IDEM, Philosophie analytique et histoire de la philosophie, in: P. Engel (dir.), Précis
de philosophie analytique. Paris, PUF, 2000: 325-344.
7
Mutatis mutandis, é o caso de Tomás de Aquino como filósofo. Este é o programa
reivindicado na obra de N. Kretzmann & E. Stump, Tomás de Aquino. (Col.
Companions & Companions). São Paulo, Ideias & Letras, 2019.
536
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
1. A dupla modalidade do conhecer humano:
notitia intuitiva e notitia abstractiva
Em sua teoria do conhecimento, Ockham distingue dois tipos fundamentais
de notitia, termo passível de tradução ora como conhecimento, ora como
cognição: a notitia complexa e a notitia incomplexa8. No primeiro caso, tratase lidamos com o conhecimento portador de um valor de verdade; trata-se do
correspondente mental da proposição da linguagem convencional: a
proposição mental. No segundo caso, o conhecimento incomplexo
corresponde aos termos de uma tal proposição. É chamada incomplexa
enquanto não pode trazer valor de verdade. A pedra angular do edifício teórico
da lógica do conhecimento ockhamista é a noção de duplex notitia
incomplexa, a dualidade de conhecimentos incomplexos que constituem a
intuição e a abstração. Esta distinção entre dois tipos de conhecimento
incomplexo é uma distinção dos termos enquanto atos de conhecimento:
“Nosso intelecto, mesmo no estado presente a respeito do mesmo objeto
[considerado] e sob a mesma razão, pode ter dois conhecimentos
incomplexos distintos em espécie, dos quais um pode ser chamado
intuitivo e o outro, abstrativo” [...]. “Eu digo, portanto, que, em relação
ao [termo] incomplexo, pode existir duplo conhecimento, dos quais um
pode ser chamado abstrativo e o outro, intuitivo”9. [...]. “Se alguém vê
intuitivamente (Unde si aliquis videat intuitive) Sócrates e a brancura
que existe em Sócrates, ele pode saber com evidência que Sócrates é
branco. Mas se ele conhecesse somente de maneira abstrativa (tantum
cognosceret... abstravtive) Sócrates e sua brancura que existe em
Sócrates, como alguém pode imaginá-los em sua ausência, ele não
8
No léxico filosófico de Ockham, existe a distinção entre conhecimentos complexos
que concernem aos enunciados, às proposições ou às demonstrações, e conhecimentos
incomplexos que têm por objeto os termos ou as coisas que esses termos significam.
Neste sentido, “incomplexo” é sinônimo de termo (mental, oral ou escrito),
contrapondo-se a “complexo”, que é sinônimo de proposição.
9
Guilherme de Ockham, Scriptum in librum primum sententiarum. Ordinatio.
Prologus, quaestio 1, ob. cit., pp. 15, 30.
537
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
saberia com evidência que Sócrates é branco: por isso não há [aqui]
proposição conhecida por si mesma (propositio per se nota)10.
Para Ockham, o conhecimento humano não se inicia com a apreensão de
dados necessários (como, por exemplo, o “todo é maior que suas partes”), e
sim de eventos contingentes, isto é, de alguma coisa que não é deduzível ou
inferível de alguma outra coisa que seja mais conhecida11. Com base nos
textos citados, é possível então afirmar que, ao conhecimento intuitivo de uma
coisa segue sempre um conhecimento abstrativo da mesma coisa, isto é, um
ato de conhecimento do objeto apreendido simplesmente como aquele objeto,
prescindindo da sua existência atual. A partir do mesmo exemplo de Ockham,
podemos ver (intuitive) Sócrates e diversos objetos brancos. De modo
contingente, esse ver significa saber evidenter, com uma certeza inarticulada,
que alguma coisa existe para produzir essas sensações. Trata-se de uma
apreensão imediata do existente individual; de cada um dos objetos brancos e
de Sócrates formamos conceitos que são os signos naturais dos objetos que
significam, e aos quais nós nomeamos com palavras ou termos, Ockham
denomina incomplexa. Considerando a gênese do complexo [proposicional],
realizamos naturalmente um ato de apreensão dos termos e, em seguida,
unimos, mediante a cópula “é”, os incomplexa formando desse modo a
enunciação ou proposição “Sócrates é branco”. Sob esse aspecto, segundo a
ordem das condições, é fácil descer desde a proposição e desde o juízo
“Sócrates é branco” até as camadas profundas da experiência, desde o
predicativo até o antipredicativo12. Como insiste várias vezes Ockham, deste
complexum (“Sócrates é branco”) podemos ter conhecimento de duas
maneiras: a) é possível conhecer evidenter (com evidência) que dito enunciado
é verdadeiro; e b) igualmente conhecer non evidenter que dito enunciado é
verdadeiro ou não. A diferença entre as duas formas de conhecimento consiste
em que, no primeiro caso, damos assentimento pela evidência do fato; no
segundo, porém, falta a força da evidência fática. A evidência ou inevidência
10
Guilherme de Ockham, Scriptum in librum primum sententiarum. Ordinatio.
Prologus, quaestio 1, ob. cit., pp. 6-7.
11
Cf. A. Ghisalberti, Guilherme de Ockham.Porto Alegre, Edipucrs,1997, p. 67.
12
Cf. P. Alféri, Guillaume d’Ockham. Le Singulier. Paris, De Minuit,1989, p.152ss.
538
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
produzem a distinção secundum speciem de um duplo tipo de conhecimento,
que Ockham designará com os nomes de notitia intuitiva e notitia abstractiva.
Como diz com razão Pierre Alféri em sua obra Le Singulier, “é a partir da
indiferença à existência da abstração que ele [Ockham] pensa a intuição como
lugar da diferença entre existência e não-existência”13. Sem enveredar para
matizes dessas distinções, julgo suficientes essas considerações prévias para
o objetivo a que me propus no título dessa comunicação.
2. A natureza do vínculo entre notitia evidens e intuição
Desse modo, feitas as distinções essenciais no tópico anterior sobre a dupla
modalidade do conhecimento incomplexo, e considerando o fato de que é
preciso distinguir entre a simples apreensão da proposição e o juízo
propriamente dito para compreender a gênese das condições últimas do actus
iudicativus – “todo ato judicativo pressupõe, na mesma potência [intelectiva],
um conhecimento [notitia] incomplexo dos termos”14 –, como responder à
questão fundamental para toda teoria do conhecimento: por que damos
assentimento a uma proposição? Ockham se contenta em determinar as
condições de possibilidade do ato psicológico do juízo – dedução empírica –
, ou estabelece de fato as condições de possibilidade do juízo verdadeiro, do
conhecimento objetivo, que acrescenta ao ato psicológico seu valor cognitivo
– dedução transcendental?15 O conhecimento com evidência é mais amplo
do que o da ciência, uma vez que inclui a verdade da proposição conhecida
imediatamente. Nesse sentido, a evidência não é uma noção puramente
psicológica, mas depende também da relação que o sujeito cognoscente
mantém com os termos da proposição. O assentimento dado à proposição é
dado evidenter. Mas o que faz com que um conhecimento seja evidenter?
Como reitera precisamente Ernesto Perini Santos, o conhecimento intuitivo é
13
P. Alféri, ob. cit., p. 159.
Guilherme de Ockham, Scriptum in librum primum sententiarum. Ordinatio.
Prologus, quaestio 1, ob. cit., p. 21.
15
C. Michon, Nominalisme. La théorie de la signification d’Occam, Paris, J. Vrin,
1994, p. 64-65.
14
539
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
caracterizado como “a apreensão dos extremos de uma proposição sobre uma
matéria contingente em razão da qual se dá o assentimento imediato a esta
proposição”16 . A razão disso se encontra na definição de conhecimento
evidente, da qual o conhecimento intuitivo é uma espécie:
“O conhecimento evidente (notitia evidens) é o conhecimento de algum
complexo [proposicional] verdadeiro (cognitio alicuius veri complexi)
que pode ser por natureza causado suficientemente, de maneira
imediata ou mediata, pelo conhecimento incomplexo dos termos (ex
notitia terminorum incomplexa). Assim, desse modo, quando o
conhecimento incomplexo dos termos, sejam os termos da proposição
mesma ou de outras diversas proposições, em qualquer intelecto que
tem tal conhecimento, é suficiente para causar suficientemente ou é apto
a causar, de maneira mediata ou imediata, o conhecimento de um
complexo [proposicional], então este complexo [proposicional] é
conhecido com evidência (evidenter)”17. [...] “[o conhecimento]
intuitivo é aquele por meio do qual se conhece que a coisa é quando é e
que não é quando não é, porque, quando apreendo perfeitamente alguns
extremos intuitivamente, posso prontamente formar o complexo de que
esses extremos estão unidos ou não estão unidos e assentir ou dissentir.
Por exemplo, se vejo intuitivamente o corpo e a brancura, prontamente
o intelecto pode formar o complexo ‘o corpo é’, ‘o branco é’ ou ‘o corpo
é branco’ e, esses complexos formados, o intelecto assente
prontamente. E isso por força do conhecimento intuitivo que ele tem
dos extremos. Assim como, apreendidos pelo intelecto os termos de
algum princípio – por exemplo, este: ‘o todo [é maior] etc.’ – e formado
E. Perini Santos, “Existe uma Resposta ockhamiana (ou não ockhamiana) ao
Ceticismo?”, Cadernos de História e Filosofia da Ciência, Campinas, 3/15, n. 2,
jul.dez., 2005: 435-456; p. 440.
17
Guilherme de Ockham, Scriptum in librum primum sententiarum. Ordinatio.
Prologus, quaestio 1, ob. cit., pp. 5-6.
16
540
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
o complexo pelo intelecto apreensivo, o intelecto prontamente assente
por força da apreensão dos termos.”18.
E ainda, continua Ernesto Perini Santos:
“O conhecimento evidente de uma proposição é o assentimento
naturalmente causado pela apreensão dos termos desta proposição (ou
pela apreensão dos termos de uma outra proposição). [...] O
assentimento imediato evidente é o resultado de um processo causal
natural. O interesse de retomar esta definição é que ela mostra que não
há nada que nos pareça evidente, não há proposição que seja “so
compellingly evident”, como teria afirmado Karger, que nos aparece de
uma determinada forma, nada corresponde a algo parecer evidente no
texto ockhamiano. Trata-se de um processo natural que ocorre no
intelecto, o resultado de uma relação causal natural, não livre”19.
Restringindo-me ao caso da evidência imediata, como procede Ockham,
precisamos considerar, para elucidar a evidência de uma proposição, a
causalidade que exerce ou não a apreensão dos termos sobre o assentimento
ou juízo ao complexo [proposicional] que disso resulta. Para salvaguardar sua
hipótese acerca do conhecimento intuitivo do não-existente, há uma distinção
importante de Ockham a ser considerada: enquanto o ato de apreender pode
concernir tanto ao termo quanto à proposição, o ato de assentimento ou de
juízo diz respeito exclusivamente à proposição. Como existem dois atos
distintos de conhecimento (apreensão e juízo), assim também existem dois
“hábitos” distintos, isto é, duas predisposições distintas que inclinam o
intelecto, respectivamente, à apreensão e ao juízo. Além disso, como ao nível
da dimensão psicológica, no que diz respeito à relação entre conhecimento dos
termos e conhecimento do complexo, já foi estabelecido que o assentimento
ao complexo pressupõe a apreensão, o que significa apreensão dos termos?
18
Guilherme de Ockham, Scriptum in librum secundum setentiarum (Reportatio) II,
12-14. (ed. Gedeon, G. & Wood, R.) (“Opera Theologica” 5). New York, St.
Bonaventure, 1981, pp. 256-257.
19
E. Perini Santos, ob. cit., p. 441.
541
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Certamente não se trata da apreensão dos termos da linguagem convencional.
Tratar-se-ia do conhecimento dos conceitos, de conceitos de conceitos (que
serão chamados de secundae intentiones)? Tampouco se trata aqui da
evidência de uma verdade lógica em razão da única forma da proposição, nem
mesmo da evidência de um juízo analítico como, por exemplo, “todo
celibatário é não-casado”. Como Ockham distingue entre simples apreensão
do complexo [proposicional] e juízo propriamente dito, não é o juízo que é
analítico, mas é a proposição que implica o juízo com evidência de quem a
forma, ou seja, do sujeito cognoscente. Este é sempre conduzido a realizar um
ato no que diz respeito à proposição formada, ato que é de assentimento, de
dissentimento ou de dúvida. Considerando que a formação de um ato mental
é um ato de conhecimento, e um ato de conhecimento é ato de conhecimento
de algo, o que é realmente apreendido (actus apprehensivus)? Tudo o que
termina um ato do intelecto, e isso pode ser complexo ou incomplexo.
Se conhecimento incomplexo e conhecimento complexo forem
assimilados, comparativamente, à distinção entre conhecimento das coisas
(enquanto conhecimento de [sempre seguido de uma expressão nominal; é o
ato primeiro como formação da proposição]) e conhecimento das verdades
(enquanto conhecimento que [seguido de uma expressão proposicional; é o
ato refletido, ou seja, uma apreensão da proposição formada]), então o que
termina o ato de conhecer, no caso do conhecimento de uma verdade, será
uma proposição verdadeira, e, no caso do conhecimento de uma coisa, será
uma coisa (um conceito somente se a coisa conhecida é um conceito).
Acontece, porém, que Ockham compreende sob o vocábulo “termo” tudo o
que pode ser cópula ou extremo de uma proposição categórica, ou seja, sujeito
ou predicado, ou também determinação do extremo ou do verbo, mas “termo”
não é a coisa. Ockham retomou esse vocábulo várias vezes em seus textos para
introduzir, depois da expressão “conhecimento dos termos”, o seguinte: “ou
das coisas significadas pelos termos” (omnis notitia terminis vel terminorum
seu rei vel rerum)20. Compreenderemos assim a célebre doutrina da suppositio
20
Guilherme de Ockham, Scriptum in librum primum sententiarum. Ordinatio.
Prologus, quaestio 1, ob. cit., passim: 25, 18-20; 28, 18-20; 32,1 e 16-19.
542
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
como uma propriedade dos termos, que deriva de sua função sintática. Uma
vez instituído e dotado de uma significação, o termo pode estar no lugar de
(stare pro) da coisa21. Esta é a razão pela qual são instituídos os signos
convencionais (orais ou escritos): para falar das coisas em sua ausência.
Julgou-se que tal modificação da terminologia (para “ou das coisas
significadas pelos termos”) se devesse à evolução da teoria do conceito
compreendido, primeiramente, como um produto da mente distinto do ato de
conhecimento (a chamada teoria do fictum enquanto real objeto do
conhecimento) e, em segundo lugar, como ato do próprio conhecimento, ou
seja, o conceito como signo seja ao nível significativo-representativo, comum
à imagem (imago) e à marca (vestigium), seja ao nível significativo-linguístico
na medida em que produz uma intelecção primária, quando, por exemplo,
Ockham fala da capacidade que possui a fumaça de significar o fogo, o
lamento do doente, de significar a dor, e o riso, de significar a alegria22.
Mas tal hesitação terminológica explicada em função da evolução da teoria
de Ockham do conceito não é evidente: na verdade não há história da evolução
da doutrina da sensação (de uma sensação-fictum para uma sensação-ato).
Como evidenciou Katherine H. Tachau, o abandono completo do fictum não
é absolutamente evidente23. Mas a grande novidade da teoria do conhecimento
de Ockham está precisamente no abandono da via do conceito como imagem
e a adoção da teoria do conceito como signo, novidade bem evidenciada por
Teodoro De Andrés décadas atrás: “Poderíamos dizer, pois, que, segundo
Ockham, o conceito é signo natural linguístico do objeto porque é a reação do
entendimento humano ante a presença ativa deste objeto; e porque esta reação
espontânea que é o conceito ‘nata est pro obiecto supponere in propositione
mentali’”. Em outras palavras: muito mais do que um simples nexo causal
entre o lamento ou o riso e os sentimentos internos que significam, trata-se
21
Ver Guilherme de Ockham, Summa logicae I, 63, (Opera Philosophica 1). New
York, St. Bonaventure, 1974.
22
Cf. Teodoro De Andrés, El nominalismo de Guillermo de Ockham como filosofia
del lenguaje. Madrid, Gredos,1969: 80-101.
23
Cf. Katherine H. Tachau, Vision and Certitude in the Age of Ockham. Optics,
Epistemology, and the Foundations of Semantics, 1250-1345.Leiden, E.J. Brill,1988.
543
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
fundamentalmente de “um nexo de reação espontânea, de uma expressão
imediata (versão expressiva inmediata)”. A esta versão expressiva imediata
–o signo natural da dor ou da alegria enquanto reação psicossomática–, se
seguirão mais tarde as articulações de signos arbitrários ao dizermos, por
exemplo: “Dói-me a cabeça’, ou “Tenho muita pena’24.
A disjunção terminus vel res realizou-se na verdade para validar o
conhecimento intelectual e o conhecimento sensível: “os extremos, ou as
coisas significadas pelos extremos, são sentidos...”25. A apreensão sensível
sempre foi para Ockham a apreensão de uma coisa. Daí a necessidade de
considerar ao mesmo tempo essas duas exigências: 1ª) O assentimento com
evidência a uma proposição é causado pela apreensão dos termos que a
compõem; 2ª) Os termos desta proposição são atos de conhecimento. Se,
portanto, um ato de conhecimento termina em uma ou várias coisas, então
caberia resumir o conjunto assim, conforme a formulação de Cyrille Michon:
“uma proposição mental tem por termos conceitos que são atos de
conhecimento ou de apreensão das coisas, e ela é evidente se esses atos de
apreensão causam o assentimento à proposição. Apreender um termo, é formálo, é apreender a coisa”26. Por fim, se não está na evolução da teoria do
conceito, onde residiria a explicação mais satisfatória da disjunção terminus
vel res em Ockham? Na explicação que considera os dois tipos de proposições
evidentes: de um lado, proposições contingentes são conhecidas com
evidência somente quando seus termos são atos de apreensão atual das coisas.
Aqui a verdade se conhece imediatamente sem que seja recebida de outras
proposições com base nas ligações lógicas que as unem e garantem a sua
conservação, como é o caso do conhecimento científico; de outro lado, as
proposições necessárias são chamadas per se nota, ou seja, são conhecidas
com evidência ex terminis ou terminis cognitis como, por exemplo, ao formar
os termos da proposição “o todo é maior que suas partes”.
24
T. De Andrés, ob. cit., p. 99-100. Cf. também A. Ghisalberti, ob. cit., pp. 80-82.
Guilherme de Ockham, Scriptum in librum primum sententiarum. Ordinatio.
Prologus, quaestio 1, ob. cit. pp. 25, 20.
26
C. Michon, ob. cit., p. 70.
25
544
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
3. A exceção teológica a partir do conhecimento intuitivo do não existente
Por fim, o último tópico de minha abordagem toca na questão bastante
conhecida na obra de Ockham e que envolve a noção de causalidade
sobrenatural: caso haja um conhecimento intuitivo perfeito que, em razão da
onipotência divina, se conservasse igualmente quando a coisa não existe, em
virtude desse mesmo conhecimento incomplexo, o intelecto saberia com
evidência que aquela coisa não existe. Em outras palavras, afirma
pontualmente Ockham:
“Por conhecimento intuitivo posso julgar que a coisa não existe quando
ela não existe. Mas este conhecimento não pode ser natural, pois tal
conhecimento não é o jamais, nem é conservado naturalmente, se o
objeto não está presente e existente; por essa razão, este conhecimento
intuitivo natural é destruído pela ausência do objeto. E se colocamos
que tal conhecimento permanece depois da destruição do objeto, então
ele é sobrenatural quanto à conservação, ainda que não o seja quanto à
causação. É preciso, portanto, que o conhecimento intuitivo através do
qual eu sei que a coisa não existe quando ela não existe seja sobrenatural
quanto à causação ou quanto à conservação, ou quanto às duas”27.
Com base nesse texto, Ockham coloca a hipótese de um conhecimento
intuitivo de uma coisa não-existente. Ora, do ponto de vista teórico, tal
proposta foi objeto de inúmeros comentários, contraditórios e cujas
conclusões tinham como consequência ora um ceticismo, ora, ao contrário,
um anticeticismo da teoria de Ockham sobre a intuição: para Philotheus
27
Guilherme de Ockham, Scriptum in librum secundum setentiarum (Reportatio) II,
12-14, ob. cit., p. 259.
545
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Boehner, o ceticismo estaria excluído28; para Konstanty Michalski29, Erich
Hochstetter30 e Anton C. Pegis31, não é eliminável uma saída cética da hipótese
ockhamista. Embora seja possível colocar a questão de uma eventual abertura
para o ceticismo ou não, é certo, porém, que o conhecimento intuitivo para
Ockham jamais faz o intelecto cair em erro. Não é a minha intenção aqui
retomar as nuances dessa discussão, já feita sobejamente na literatura
secundária32. A questão problemática consiste precisamente na tese de uma
possibilidade que haja a intuição (o apreender como presente) de um objeto
ausente. Fora da ordem natural das coisas, tal hipótese só caberia, portanto, no
âmbito da onipotência divina que pode agir fora das leis naturais do universo.
Em que pese a perplexidade dessa teoria ockhamista, é preciso reiterar o fato
de que Ockham parte inequivocamente da perspectiva da onipotência divina,
da possibilidade pura e, portanto, “não fala da intuição do não-existente como
de um evento que pertence ao curso natural das coisas [...]. Não é contraditório
que Deus cause em nós a intuição de um objeto que não está realmente
presente, mas é contraditório que Deus produz em nós a evidência da
proposição: ‘As estrelas estão presentes’, quando estas estão ausentes”. À
onipotência divina é possível fazer que tenhamos presente um não-existente,
“mas não através de um juízo de evidência, ligado à intuição, e sim através de
um ato de fé, ligado a um ato de conhecimento meramente abstrativo”, observa
Alessandro Ghisalberti. Nesse sentido, a hipótese ockhamista sobre a intuição
do não-existente “se reduziria à hipótese de uma intuição que não coincide
Cf. Philotheus Böehner, “The Notitia Intuitiva of Non-existens According to
William of Ockham” (1943), Collected Articles on Ockham (ed. By Eloi Marie
Buytaert). New York-Louvain-Paderborn, St. Bonaventure Institute PublicationsPhilosophy,1958, pp. 268-300.
29
Cf. Konstanty Michalski, La philosophie au XIVe siècle. Six études (hg und
eingeleitet von Kurt Flasch). Frankfurt a.M., Minerva,1969.
30
Cf. Erich Hochstetter, Studien zur Metaphysik und Erkenntnislehre Wilhelms von
Ockham.Berlin/Leipzig, W. de Gruyter & co.,1927.
31
Cf. Anton C. Pegis, “Concerning William of Ockham”, Traditio 2, 1944: 465-490.
32
Para o debate mais recente, ver, particularmente, C. Eduardo de Oliveira, “Do
movente ao termo: causalidade e evidencia na notitia intuitiva de re non existente”,
Dissertatio. Volume Suplementar, 10-dezembro, 2020: 31-39.
28
546
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
com a evidência”33. Em resumo, no que diz respeito à exceção teológica, a
noção de intuição é semanticamente mais rica quando consideramos os
âmbitos teológico e filosófico nos atos de conhecimento, uma vez que, por
definição, ela não pode ser errônea: a intuição causa sempre um juízo
verdadeiro. Como a intuição sempre termina um ato de conhecimento, sem
que a coisa esteja necessariamente presente, há, no entanto, uma exigência
irrenunciável: ela deve causar um juízo de existência ou de não-existência
evidente (verdadeiro e conhecido pelo conhecimento dos termos). Em outras
palavras: se a causa da intuição pode ser divina –, ou seja, a hipótese de que
Deus poderia causar em nós a intuição de um objeto que não está realmente
presente –, “a causalidade da intuição sobre o juízo, porém, é, por definição
natural, e o juízo causado é, por definição, verdadeiro”34. Então, mesmo que
Ockham não coloque a questão, concluo assim: por que a verdade da intuição
deve tornar-se a verdade da proposição?
33
34
A. Ghisalberti, ob. cit., pp. 71-73.
C. Michon, ob. cit., p. 77.
547
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
548
Democrazia e società nel De Regno ad Regem Cypri
Emanuele Lacca
Univ. de Bohemia del Sur, Rep. Checa
Il rapporto tra scienze umanistiche e scienze politiche ha sempre
contraddistinto la riflessione intellettuale lungo i secoli, portando solo
apparentemente a completa maturazione il processo di integrazione tra le due
discipline. Numerosi sono i problemi che ancora contraddistinguono
l’interazione tra humanities e politica, anche indipendentemente da quei
“segni dei tempi” che Leone XIII, nella sua Rerum Novarum del 1891,
ammoniva dover essere seguiti per capire l’evoluzione delle società.
Interrogativi quali la corretta interpretazione della responsabilità individuale
nell’agire sociale, l’applicazione uniforme della legge o il ruolo dello Stato
nell’organizzazione delle forme di associazionismo privato sono solo alcune
delle criticità a cui il passare dei secoli e delle ideologie non ha ancora
trovato risposta. E il passaggio da forme di governo di tipo monocratico ad
altre di tipo democratico, specialmente nella cultura occidentale non ha
contribuito alla risoluzione di questi interrogativi.
Cercare di comprendere come alcuni momenti della storia del pensiero
hanno contribuito a trattare quelle criticità e quindi a provare a rendere le
humanities utili per lo sviluppo delle democrazie e per proteggere
l’individuo nella società, è l’obiettivo di questo contributo. Per raggiungere
tale obiettivo, sarà discussa la teoria sociale proposta da Tommaso
d’Aquino, domenicano vissuto tra 1224 e 1274, nel De regno ad regem
Cypri. In tale testo, l’Aquinate riflette sulla migliore forma di governo per la
salvaguardia degli individui all’interno della società. Egli parte dall’assunto
aristotelico dell’uomo come animale sociale, conciliandolo con una certa
visione cristiana di mondo, che costituisce un terreno pieno di tentazioni. Il
risultato è un testo che contempla la forma di governo monocratica come la
migliore per controllare la tendenza al peccato dell’uomo, ma propone già in
549
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
nuce forme democratiche di vita associata da parte dei cittadini di uno Stato,
una volta che essi abbiano compreso come controllare individualmente
quella tendenza. Non è ignoto, infatti, il fatto che l’uomo viene a esistere nel
mondo come individuo già formato che lotta tra il suo desiderio di
autorealizzazione e la necessità di seguire delle norme ben precise, che lo
indirizzino verso la corretta interpretazione del mondo che lo circonda e
delle società che popolano quel mondo.
1. La relazione Dio-mondo e l’importanza dei Commentaria Biblica
Le discussioni su tale tipo di uomo, in Tommaso si estendono tanto
quanto l’ambito teologico-morale, in cui il concetto di salvezza si propone
come motore delle azioni umane e dell’interazione tra uomo e mondo. La
sola gnoseologia non è in grado di spiegare in modo esaustivo le condizioni
di possibilità con le quali un uomo conosce e si rapporta con il mondo,
poiché cerca di spiegare come l’uomo possa agire e funge da punto di
partenza, quasi da sostrato, per lo studio del ruolo dell’uomo nel mondo, sia
come essere che conosce, che come creatura di Dio, a cui tende. La
sensibilità di Tommaso si evince dall’articolo 10 della questione LXXIX
della I parte della Summa Theologiae. A proposito degli atti dell’intelletto,
scrive:
“illi actus […] sunt unius potentiae, scilicet intellectivae. Quae primo
quidem simpliciter aliquid apprehendit, et hic actus dicitur
intelligentia. Secundo vero, id quod apprehendit, ordinat ad aliquid
aliud cognoscendum vel operandum, et hic vocatur intentio”1.
La conoscenza non mette in relazione il soggetto e l’oggetto solo da un
punto di vista logico, dal momento che, sostiene Tommaso, colui che
conosce ha anche la possibilità di agire (operandum). In questo senso il
soggetto senziente, per mezzo di tale cognitio, agisce tendendo verso un fine.
1
Thomas de Aquino, Summa Theologiae, I, q. 79, a. 10.
550
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Si apre, in tale direzione, uno spiraglio per interpretare il significato della
conoscenza del mondo anche da un punto di vista etico-morale, in quanto
l’azione tendente a un fine ha come ultimo scopo il raggiungimento del bene
e della felicità ed è quindi decisiva per il benessere dell’individuo.
Conoscere il mondo e sapervi agire diviene anche un atto proprio della
volontà e per mezzo di essa si può provare a indagare su come un uomo
debba condurre la propria esistenza .
In questo senso, particolarmente utili risultano i commentari biblici di
Tommaso, importanti per comprendere in che modo deve essere intesa la
relazione uomo-mondo, al fine di mostrare come il modus cognoscendi del
mondo che vada oltre il campo della pura gnoseologia. I passi biblici utili
per comprendere la prospettiva tomista sulla relazione uomo-mondo sono:
Daniele 7, 13-14, Michea 5, 1, Zaccaria 9, 9, Isaia 53, 4-12 per l’Antico
Testamento; Giovanni 5, 27-28, Apocalisse 1, 17-18 per il Nuovo
Testamento. Tali passi biblici convergono verso l’interpretazione di un Dio
che, fattosi uomo, scende sulla terra e si carica delle sofferenze umane per
riscattare l’umanità e portarla alla salvezza. Sia i passi profetici dell’Antico
Testamento, che quelli evangelici del Nuovo Testamento, esaltano la potenza
divina rispetto all’uomo e la via che l’essere umano deve percorrere per
poter giungere alla salvezza finale, senza dimenticare che tale obiettivo si
può raggiungere attraverso l’azione terrena. Interpretata su sfondo
escatologico, la vita si riempie della necessità di rendere grazie a Dio e di
operare in vista della salvezza personale, raggiungibile con la pratica
quotidiana della fede.
2. La relazione uomo-mondo e l’importanza della democrazia
nel De Regno
La relazione uomo-mondo, secondo una prospettiva eminentemente
antropologica, si gioca all’interno di una società costituita da una
molteplicità di individui associati tra loro e riguarda una complessità di
fattori, di ordine diverso, oltre quelli strettamente relativi alle teorie
551
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
metafisiche o della conoscenza. Uno di questi fattori è quello collegato alla
politica e al modo di governare in una società retta da una data forma di
potere politico. La riflessione di Tommaso è dettata dall’interrogativo
relativo a quale forma di governo possa permettere che il rapporto uomomondo possa svilupparsi correttamente.
Il testo che sembra riassumere meglio tale riflessione è il De regno, in cui
Tommaso propone un breve excursus sulle diverse forme di governo
possibili. In tale opera, che si inserisce nella più ampia collezione degli
Opuscula fratris Thomae2, l’Aquinate non intende decidere quale sia la
migliore forma di governo. Egli vuol mostrare che, a seguito della necessità
da parte dell’uomo di essere governato da qualcuno per vivere al meglio la
sua vita, la forma di governo monarchica (relazione monarca-popolo) è
quella che sembra più adatta a sviluppare la personalità del singolo uomocittadino. Tale sviluppo permette, nelle prospettive e nei limiti di ogni
singola società, non solo dei cittadini modello, ma anche degli uomini che
sappiano cosa sia fare il bene e quali siano le sue regole.
Tralasciando le argomentazioni più strettamente politiche, una delle vie
per la comprensione dell’organizzazione della vita dell’uomo è rappresentata
proprio dalle indicazioni che l’Aquinate fornisce nel suo opuscolo. In
particolare, si rivelano importanti i capitoli XIII, XIV e XV del I libro, nei
2
Sulla storia degli Opuscula e della loro genealogia, cfr. Pierre Mandonnet, Des
écrits authentiques de S. Thomas d’Aquin, Fribourg, Saint-Paul, 1910; Martin
Grabmann, “Die echten Schriften des hl. Thomas von Aquin, Münster, 1920; Pierre
Synave, Le catalogue officiel des oeuvres de saint Thomas d’Aquin. Critique,
Origine, Valeur” , Archives d’histoire doctrinale et litéraire du Moyen Age, v. 3,
1928, 25-103; Jules Destrez, Etudes critiques sur les oeuvres de saint Thomas
d’Aquin d’aprés la tradition manuscrite, Paris, Vrin, 1933; Jacques Perrier,
Opuscula philosophica, Lethielleux, Paris, 1949; Gian Francesco Rossi, Antiche e
nuove edizioni degli Opuscoli di San Tommaso d’Aquino e il Problema della loro
autenticità, Piacenza, Collegio Alberoni, 1955; Pierre Synave, “Le catalogue officiel
des oeuvres de saint Thomas d’Aquin. Critique, Origine, Valeur”, Archives
d’histoire doctrinale et litéraire du Moyen Age, v. 3, 1928: 25-103.
552
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
quali Tommaso, sottolineando la somiglianza tra il regno di Dio e il regno
degli uomini, dimostra la necessità della figura del re.
Nel XIII capitolo, la via di Tommaso è chiaramente indicata già nel
titolo, in cui si legge che “regis officium, ubi secundum viam naturae
ostendit regem esse in regno sicut anima est in corpore et sicut Deus est in
mundo”3. Tale similitudine è data dal fatto che il re amministra e deve porsi
come guida per gli uomini che governa, allo stesso modo di come l’anima
guida il corpo per l’espletamento delle sue funzioni o di come Dio,
attraverso l’atto creatore, regola il mondo4. In effetti l’uomo, in quanto
creatura naturale, è anch’esso sottoposto a due tipi di ‘regimi’, che Tommaso
definisce ‘universale’ e ‘particolare’. Nel caso del regime universale, l’uomo
è sottoposto al regime di Dio, dal momento che lo ha creato e gli dona la
grazia per mezzo della sua Provvidenza. Nel caso di quello particolare,
invece, ogni uomo, animale naturalmente sociale, quando si organizza in
società si auto-regola attraverso coloro che assumono il ruolo di reggente di
quelle società5. Di conseguenza, la costituzione di regimi monarchici è un
prodotto della naturale tendenza umana ad associarsi in gruppi omogenei e
gerarchicamente organizzati. La peculiarità di tale associazione, secondo
Tommaso, risiede nel fatto che è lo stesso atto creatore di Dio ad auto3
Thomas de Aquino, De Regno, l. 1, c. 13,
(http://www.corpusthomisticum.org/orp.html).
4
Tali metafore e similitudini indicano che il ruolo del re, come configurato da
Tommaso, è tale secundum naturam. Questa derivazione troverebbe le sue radici già
in Aristotele e, in particolare, in Aristotele, Fisica, ed. it. a cura di Renato Laurenti,
Roma-Bari, Laterza, 2005, II, 2, 194a 21-22 in cui lo Stagirita afferma che l’arte
imita la natura.
5
Cfr., Thomas de Aquino, De Regno, cit., l. 1, c. 13 : invenitur in rerum natura
regimen et universale et particulare. Universale quidem, secundum quod omnia sub
Dei regimine continentur, qui sua providentia universa gubernat. Particulare autem
regimen maxime quidem divino regimini simile est […]homo est animal naturaliter
sociale in multitudine vivens, similitudo divini regiminis invenitur in homine non
solum quantum ad hoc quod per rationem regitur unus homo, sed etiam quantum ad
hoc quod per rationem unius hominis regitur multitudo: quod maxime pertinet ad
officium regis”.
553
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
determinare la societas secondo un regime monarchico. Per tale motivo, la
monarchia non è vista da Tommaso come una forma di governo dannosa per
la libertà dell’uomo, anzi è quella che permette di preservarla meglio.
Il re assume tale carica in quanto Dio stesso ha creato gli uomini affinché
sentano ‘istintivamente’ il bisogno di organizzarsi gerarchicamente,
eleggendo la monarchia come ‘buona’ forma di governo. Tale bontà
deriverebbe dal fatto che gli uomini riconoscano la monarchia come la forma
di governo che meglio rispecchia il loro essere ‘corpo governato da anima’6.
Quando lo stesso re riconosce tale similitudine, allora comprenderà
naturalmente che a) il suo ruolo gli è stato conferito per mezzo della volontà
divina; b) il suo agire dovrà esser regolato dal senso di giustizia naturale,
dato che i sudditi verranno sentiti come parte della sua stessa persona. In
questo senso, il re non assume la connotazione di un uomo che governa
disponendo liberamente della sua volontà, ma si trova a ricoprire un ruolo
che lo obbliga a rispettare la libertà dei governati. In altre parole, egli è quasi
un amministratore della società, una guida, più che un comandante. Da ciò
emerge in modo ancor più chiaro il motivo per il quale l’Aquinate indica
Cfr. Ibid., “hoc igitur officium rex suscepisse cognoscat, ut sit in regno sicut in
corpore anima et sicut Deus in mundo”. Tale definizione del ruolo del re, esplicitata
in questo passo in modo inequivocabile, apre alla considerazione di un regime
monarchico inteso non come ‘governo assoluto’, ma come ‘governo misto’. Siffatto
senso deriva dal fatto che, nella relazione anima-corpo, l’anima non è capo assoluto
del corpo, e quest’ultimo non si sottomette completamente al volere dell’anima. In
altre parole, ogni uomo non può comandare su se stesso, disponendo del proprio
corpo liberamente, in quanto tra anima e corpo (in termini contemporanei, tra mente
e corpo), si instaura una collaborazione organica. Allo stesso modo accade tra il re e
i suoi sudditi. Essi riconoscono l’autorità del re, che riconosce e rispetta la loro
libertà. Cfr., su questi aspetti, Maurizio Merlo, “La sintassi del regimen bene
commixtum e del regimen politicum”, in Filosofia politic», 19, 2005; Giuliano
Ferrara, La costituzione. Dal pensiero politico alla norma giuridica, Milano,
Feltrinelli, 2007, p. 22; Maurice Villey, La formazione del pensiero giuridico
moderno, Milano, Jaca Book, 2007, pp. 128-131; Stefano Simonetta, Rimescolare le
carte, in «Montesquieu.it», pp. 7-11, Luca Cedroni, Democrazia in nuce, Milano,
Franco Angeli, 2011, pp. 46-49.
6
554
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
l’autorità temporale dei sovrani come procedente da quella divina. Il governo
regio trova, infatti, la sua realizzazione proprio perché l’uomo è un essere
sociale per natura e l’aggregazione che segue da tale peculiarità necessita di
una figura che lo diriga come quella del re. Così come in ambito morale la
guida è Dio, attraverso gli insegnamenti biblici, in ambito politico-sociale
sarà il re a svolgere questo ruolo, di modo che l’uomo sia effettivamente
inquadrato in quei binari che gli permettono di agire secondo un retto
comportamento. In tal senso, Tommaso è molto esplicito nel capitolo 61 del
III libro della Summa contra Gentes, in cui scrive che “inter ipsos nomine
ordo invenietur: nam illi qui intellectu prominent, naturaliter dominantur”7.
Risulta chiara la necessità, da parte degli uomini, di esser guidati da chi ne
abbia le capacità e cioè da Dio e dal re. L’accostamento tra il re e Dio è
rimarcato ancor più chiaramente nei capitoli XIV e XV del De regno, nei
quali Tommaso indica le modalità attraverso le quali il re può e deve
governare. Lo sviluppo di tale questione parte da una considerazione:
“oportet igitur considerare quid Deus in mundo faciat: sic enim
manifestum erit quid immineat regi faciendum. Sunt autem
universaliter consideranda duo opera Dei in mundo. Unum quo
mundum instituit, alterum quo mundum institutum gubernat”8.
Dio, nell’opera della creazione, realizza il mondo e, a creazione
terminata, alla sua amministrazione. Alla stessa maniera, il re può occuparsi
dell’amministrazione del governo, o procedere alla sua formazione. Per
questo, prosegue Tommaso, “ad omnes reges pertinet gubernatio, et a
gubernationis regimine regis nomen accipitur”9. Il ruolo che Tommaso
assegna al re non è quello di un comandante assoluto, ma quello di
7
Thomas de Aquino, Summa contra Gentes, cit., l. III, c. 81
(<http://www.corpusthomisticum.org/scg3064.html>). Cfr. anche Tomás de Aquino,
La monarquia, Barcelona, Ed. Altaya, 1997, p. XLII: “el hombre, podría decirse, es
por naturaleza un ser parlamentario, un ser social”.
8
Thomas de Aquino, De Regno, l. 1, c. 14.
9
Ibid., l. 1, c. 14.
555
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
amministratore del regno, in ottemperanza alle regole che governano il corpo
sociale10.
Una volta esaurita la discussione relativa a come un re possa creare un
governo11, Tommaso mostra, nel capitolo XV, in che modo un re debba
governare, in accordo al modello del governo divino. Il perno di un retto
governo risiede nella necessità di comprendere che governare significa
portare ciò che è governato al suo fine ultimo così come, nell’esempio di
Tommaso, si dirà pilota colui che condurrà una nave in porto sana e salva 12.
Il compito del re, a seguito della corretta amministrazione dei sudditi, risiede
nella necessità di far capire loro il fine ultimo al quale essi devono aspirare.
Paolo, nella II Lettera ai Corinzi, scrive che “siamo sempre pieni di fiducia e
sapendo che finché abitiamo nel corpo siamo in esilio lontano dal Signore,
camminiamo nella fede e non ancora in visione”13. Per Tommaso, al di là
delle contingenze accidentali, il ruolo del re è quello di guidare gli uomini
che vivono sotto il suo regno verso la salvezza, in modo tale da poter
raggiungere Dio al termine della loro vita. Amministrare bene lo Stato
significa, difatti, permettere a ogni singolo uomo di incontrare in vitam le
10
Utilizzo il termine corpo sociale, di evidente derivazione sociologico-giuridico,
per richiamare l’attenzione su quella metafora proposta da Tommaso nel cap. XIII
del De Regno, nel quale assimila il rapporto anima-corpo a quello re-sudditi. Ciò
consente di ribadire l’organicità della monarchia che Tommaso propone nella
discussione riguardo alla migliore forma di governo.
11
La formazione di un governo somiglia a quella della creazione divina: scelta del
luogo dove formare il regno, costruzione della città con tutto il necessario per i
cittadini, ripartizione dei compiti dei cittadini, loro amministrazione e
sostentamento, in modo che possano vivere tutti degnamente e senza difficoltà.
Senza tali requisiti, un regno non potrebbe sopravvivere.
12
Thomas de Aquino, De Regno, l. 1, c. 15: “est tamen praeconsiderandum quod
gubernare est, id quod gubernatur, convenienter ad debitum finem perducere. Sic
etiam navis gubernari dicitur dum per nautae industriam recto itinere ad portum
illaesa perducitur. Si igitur aliquid ad finem extra se ordinetur, ut navis ad portum,
ad gubernatoris officium pertinebit non solum ut rem in se conservet illaesam, sed
quod ulterius ad finem perducat”.
13
II Cor., 5, 6.
556
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
condizioni ideali che gli permettano di svolgere con serenità la propria vita
spirituale:
“videtur autem finis esse multitudinis congregatae vivere secundum
virtutem. Ad hoc enim homines congregantur ut simul bene vivant,
quod consequi non posset unusquisque singulariter vivens; bona
autem vita est secundum virtutem; virtuosa igitur vita est
congregationis humanae finis”14.
Il fine di una società, intesa come moltitudine di uomini, è quello di agire
secondo virtù e raggiungere la vita virtuosa. Un’esistenza condotta in
solitario non potrà mai costituirsi secondo i dettami di una vita corretta e
l’agire virtuoso non potrà darsi in alcuna maniera, anche perché, come
Tommaso ha più volte ribadito, l’uomo è un animale sociale e nella società
deve sviluppare le proprie potenzialità.
In Tommaso il ruolo del mondo (e dell’uomo nel mondo) risultano
prospetticamente più importanti rispetto a Dio. È vero che Dio è
fondamentale, in quanto si pone alla base della creazione dell’umanità.
Tuttavia, proprio questo porsi ‘in alto’ rispetto all’ambiente in cui vive
l’uomo, lascia a quest’ultimo completa libertà di espressione e di
realizzazione nel mondo in cui si trova a condurre la propria esistenza.
L’uomo è un essere libero che, se sceglie di osservare le regole proposte da
Dio e dal re, può vivere la sua vita in piena libertà, con una sicurezza,
riguardo al suo agire, che lo mette al riparo da qualsiasi deriva morale che si
avvicini al male.
14
Thomas de Aquino, De Regno, l. 1, c. 15.
557
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
558
Os nomes divinos na metafísica:
uma visitação crítica à analogia dos nomes em Caetano
Gabriel Filipe Brasileiro Costa
UFC, Brasil
Introdução
Sem dúvidas, Caetano ofereceu uma grande contribuição para o
entendimento acerca da analogia dos nomes e de sua importância para a
metafísica. Em face disso, será visto a seguir como a analogia entre os
nomes divinos e os nomes das criaturas fundamenta-se metafisicamente
segundo a principal inspiração de Caetano –Tomás de Aquino– e, em
seguida, será exposta a classificação que Caetano faz dos tipos e espécies de
analogias dos nomes, sendo demonstrado que, apesar de ter sido dispensada
por Caetano, existe mais uma espécie de analogia que pode ser resgatada de
sua crítica. Além disso, será exposto qual tipo e espécie de analogia Caetano
acreditavam ter importância para a metafísica, sobretudo para o discurso
sobre Deus através dos nomes divinos, tendo em vista que, na concepção
caetanista, somente uma certa analogia é capaz de alcançar algo que é
intrínseco a Deus e às criaturas ao mesmo tempo. E, por fim, será
apresentada uma crítica a Caetano que tem como objetivo demonstrar que,
ao contrário do que ele pensava, todos os tipos e espécies de analogias
também podem ter importância para a metafísica e para discurso sobre Deus
através dos nomes divinos.
Os fundamentos metafísicos da analogia
Em Tomás de Aquino, a principal influência de Caetano, encontra-se dois
possíveis fundamentos metafísicos para a analogia entre os nomes divinos e
os nomes das criaturas. O primeiro pode ser observado na influência do
neoplatonismo de Pseudo-Dionísio sobre Tomás no que diz respeito à tese de
559
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
que, em algum grau ou modo, as criaturas guardam semelhanças com Deus
na medida em que elas, apesar de imperfeitas, participam da perfeição dEle 1.
Posto isso, para entender o que é essa participação e por que dela se segue
aquela semelhança, é preciso compreender primeiramente a noção de
emanação que aparece no neoplatonismo, que é o processo que ocorre
quando uma realidade, devido a uma necessidade de sua própria natureza,
deriva espontaneamente a partir de si uma realidade dependente, tal como o
fogo deriva o calor a partir de si devido a uma necessidade de sua própria
natureza, sendo o calor, portanto, uma realidade dependente do fogo. Desse
modo, como o calor é derivado da natureza do fogo, isso significa que o
calor partilha da natureza do fogo, porém, incompletamente, afinal, o calor
permanece não sendo idêntico ao fogo apesar de ser derivado de sua
natureza e partilhar de algo dela.
Decorrendo disso, portanto, que o calor guarda semelhança com o fogo,
sendo este uma realidade mais eminente –i.e. mais ontologicamente robusta–
enquanto que aquele é uma realidade menos eminente que imita a primeira.
Assim, diz-se que o calor participa do fogo, no sentido de que o calor é uma
realidade derivada e dependente da natureza do fogo que, portanto,
assemelha-se a ele. Dessa forma, pensando em Deus como a realidade
primeira a partir da qual tudo se deriva, conclui-se que tudo participa de
Deus e, consequentemente, tudo é semelhante a Ele em algum grau ou modo.
Dessa forma, apesar de Tomás, ao atribuir vontade ao ato criador 2 , não
acreditar que o surgimento do mundo decorreu de um processo espontâneo,
ele claramente encontra inspiração no emanacionismo neoplatônico a partir
de Pseudo-Dionísio. Agora, compreendendo mais adequadamente a
inspiração de Tomás, pode-se entender com mais clareza o que ele quis dizer
ao escrever que as criaturas são semelhantes a Deus dado que participam de
sua perfeiçao. E, assim, pode-se entender por que os significados dos nomes
dados a realidades imanentes podem encontrar significação analogamente -p
or semelhança– em Deus, afinal, eles são semelhantes.
1
Tomás de Aquino, Suma de Teología, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos,
2001, pp. 124-125.
2
Tomás de Aquino, ob. cit., p. 454.
560
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Além disso, ainda em Tomás, é possível encontrar outro fundamento
metafísico para a analogia em questão, que passa pela concepção de causa
eficiente sem necessariamente passar pela concepção de emanação. Quando
Tomás discute sobre se, além dos homens e anjos, as demais criaturas são
também imagens de Deus, ele sugere, baseado em Boécio, que isso pode ser
dito afirmativamente somente se por “imagem” se quer dizer a semelhança
que o mundo criado possui em relação a uma espécie presente na mente de
Deus, tal como uma obra de arte guarda semelhança com uma espécie
presente na mente do artista 3. Nesse sentido, o mundo é semelhante a Deus
não necessariamente porque há participação como resultado de emanação,
mas sim porque Deus, sendo como um artista, baseia-se intencionalmente
em algo de si –de sua própria sua mente– para exteriorizar sua obra, podendo
isso ser compreendido como uma causa eficiente. Ou seja, nesses termos,
Deus é uma causa eficiente que, ao produzir sua criação, encontra inspiração
em Si. E, considerando ainda isso, pode-se dizer até que Ele é inteiramente a
inspiração de Sua própria obra, visto que, diferentemente de um artista
humano, que possui referências externas a si, Deus é absoluto e, portanto,
não possuía nada externo a si que pudesse ser uma referência durante a
criação do mundo. Dessa forma, sendo Ele unicamente sua própria
inspiração, é esperado que sua obra guarde semelhanças com Ele em algum
grau ou modo, o que também serve para fundamentar o significado análogo
dos nomes divinos.
A analogia dos nomes em Caetano
Inicialmente, Caetano oferece uma classificação das analogias que se
reparte em três, a saber: analogia de desigualdade, de atribuição e de
proporcionalidade. Estas que Tomás, nos Comentário às Sentenças de Pedro
Lombardo, chama respectivamente de analogia de acordo com o ser e não de
acordo com a intenção ou conceito, analogia de acordo apenas com a
intenção ou conceito e, por fim, analogia de acordo com o conceito e de
3
Tomás de Aquino, Suma de Teología, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos,
2001, pp. 828-829.
561
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
acordo com o ser4. E, frente a isso, Caetano aprofunda o entendimento de
cada tipo de analogia, apresentando ainda suas espécies.
Primeiramente, Caetano afirma que há analogia de desigualdade quando
diferentes coisas possuem o mesmo nome, e a noção indicada pelo nome é a
mesma, porém, tais coisas participam desigualmente do gênero indicado pelo
nome5. Por exemplo, ainda segundo Caetano, “corpo” indica substância de
três dimensões, porém, frente aos corpos inferiores e superiores, nota-se que
a noção indicada pelo nome não abarca coisas idênticas, tendo em vista que,
no caso, há corpos com diferentes perfeições 6 . Frente a isso, Tomás de
Aquino diria que, do ponto de vista estritamente lógico ou conceitual,
“corpo” nomeia univocamente todos os corpos, no entanto, na medida em
que há corpos de diferentes naturezas, como os corruptíveis e incorruptíveis,
observa-se que a corporeidade não se realiza efetivamente do mesmo modo
em todos os casos, o que significa que, do ponto de visto do real –do
metafísico–, o nome “corpo” não nomeia igualmente aquelas coisas 7. Ou seja,
apesar de haver uma igualdade conceitual comum significada pelo nome,
não há igualdade nas coisas na ordem do real, indicando o nome, portanto,
apenas um gênero com diferentes participações.
Já a analogia de atribuição, segundo Caetano, ocorre quando diferentes
coisas possuem o mesmo nome, e a noção significada pelo nome é a mesma
no que diz respeito ao termo em si, porém, é diferente no que diz respeito às
relações com o termo8. O exemplo dado é o do nome “saudável” –o mesmo
4
Tomás de Aquino, Comentário A Las Sentenças De Pedro Lombardo - Volumen
I/1, Navarra, Ediciones Universidad De Navarra, 2002, pp. 600-601.
5
Cardeal Cajetan, The Analogy of names and the concept of being, Pittsburgh,
Duquesne University Press, 1953, p. 11.
6
Cardeal Cajetan, ob. cit.
7
Tomás de Aquino, Comentário A Las Sentenças De Pedro Lombardo - Volumen
I/1, Navarra, Ediciones Universidad De Navarra, 2002, p. 601.
8
Cardeal Cajetan, The Analogy of names and the concept of being, Pittsburgh,
Duquesne University Press, 1953, p. 15.
562
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
usado por Tomás9–, que pode se referir ao animal, à urina e ao remédio,
tendo em vista que o animal é saudável porque é o sujeito da saúde, a urina é
saudável porque indica a saúde (do animal) e, por fim, o remédio é saudável
porque produz a saúde (do animal)10. Posto isso, aparentemente, apenas no
caso do animal a palavra “saudável” denomina algo que é intrínseco à coisa,
enquanto que, no caso do remédio e da urina, a palavra “saudável” encontra
significado somente frente às relações que essas coisas têm causalmente com
o sujeito de saúde. O remédio é a causa eficiente da saúde do sujeito,
enquanto que a urina é a causa final da saúde do sujeito, ao indicá-la. Ou seja,
aparentemente, há nada intrínseco ao remédio e à urina que, sem referência
ao sujeito da saúde, possa ser dito que é saudável. Desse modo, enquanto
que o sujeito da saúde é intrinsecamente saudável, poder-se-ia dizer que o
remédio e a urina são saudáveis apenas extrinsecamente, isto é, são
saudáveis somente em referência a algo externo a eles com o qual se
relacionam, o sujeito da saúde. Nesses termos, poder-se-ia falar mais
precisamente em analogia de atribuição extrínseca.
Contudo, em certos momentos, Caetano nota que existem exemplos de
analogias de atribuição que parecem indicar intrinsecabilidade em todos os
analogados, o que caracterizaria uma analogia de atribuição intrínseca, na
qual Caetano não acredita. Por exemplo, os nomes “bem” e “ser” parecem
indicar algo intrínseco tanto a Deus quanto às criaturas, de tal modo que
Caetano reconhece que há bem e ser nas criaturas de maneira “formalmente
inerente”, porém, as criaturas continuariam sendo denominadas por “bem” e
“ser” extrinsecamente em razão de que aquela inerência não é
essencialmente intrínseca, mas sim decorrente das relações causais nas quais
as criaturas estão envolvidas com o primeiro e genuíno bem e ser, isto é,
Deus11. Ou seja, as criaturas ainda seriam bens e seres extrinsecamente tendo
em vista que a inerência de qualquer ser e bem nas criaturas é decorrente da
9
Tomás de Aquino, Comentário A Las Sentenças De Pedro Lombardo - Volumen
I/1, Navarra, Ediciones Universidad De Navarra, 2002, p. 600.
10
Cardeal Cajetan, The Analogy of names and the concept of being, Pittsburgh,
Duquesne University Press, 1953, p. 15.
11
Cardeal Cajetan, ob. cit., p. 18.
563
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
relação delas com o bem e ser primeiro que lhes causou e causa de modo
eficiente e final. De certo modo, Caetano parece estar querendo dizer que há
uma inerência –i.e. intrinsecabilidade– devido a uma extrinsecabilidade, isto
é, há uma intrinsecabilidade que só é o caso frente a uma referência (causal)
extrínseca. Contudo, esse recurso retórico é questionável, visto que Caetano,
com esses termos, parece estar tentando disfarçar o fato notório de que,
independentemente de qualquer coisa, há intrinsecabilidade em todos os
analogados naqueles exemplos, a fim de salvar sua posição de que a analogia
de atribuição é sempre extrínseca 12 . Assim, apontando para essa frágil
manobra caetanista, pode-se resgatar a analogia de atribuição intrínseca, que
ocorre na hipótese de um nome se referir a algo intrínseco a um analogado
primeiro que, através de relações causais com outros sujeitos, torna
intrínseco a eles aquilo que é significado por tal nome, mesmo que de modo
secundário e imperfeito.
Por fim, o que Caetano chama de analogia de proporcionalidade ocorre
quando certas coisas possuem um nome em comum e o conceito expresso
pelo nome é proporcionalmente o mesmo 13 . Sendo tal proporcionalidade
decorrente de uma proporção qualitativa, não quantitativa, apesar de serem
similares. Por exemplo, há proporção quantitativa quando se diz que oito
está para quatro assim como seis está para três, enquanto que há proporção
qualitativa quando, por exemplo, fala-se em visão sensível e visão
intelectual14. Ou seja, no primeiro caso, há uma identidade proporcional de
ordem numérica –na razão de dois–, enquanto que, no segundo, há uma
identidade proporcional de significados, que são referidos pelo mesmo nome:
“visão”. Afinal, a visão sensível e a visão intelectual, apesar de diferentes,
são similares no tocante ao fato de que ambas envolvem o ato de captar
aquilo que aparece, seja uma imagem por meio da sensibilidade ou uma
verdade teórica por meio do intelecto. Outro exemplo de proporção
12
Lúcio Souza Lobo, Críticas à interpretação de Caetano da doutrina da analogia em
Santo Tomás, Sapere Aude, 5, 10, 2014, p. 117.
13
Cardeal Cajetan, The Analogy of names and the concept of being, Pittsburgh,
Duquesne University Press, 1953, pp. 24-25.
14
Cardeal Cajetan, ob. cit.
564
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
qualitativa seria a referente ao nome “pé”, que denota proporcionalmente o
pé do homem, o pé da árvore, o pé da cruz, o pé da montanha e o pé do
banco15. Nessas coisas, apesar de o nome “pé” não ter exatamente a mesma
denotação, perpassa por todas elas a noção de pé enquanto parte inferior e de
apoio, sendo isso a proporção qualitativa entre elas.
Ademais, Caetano expõe duas classes de analogia de proporcionalidade: a
metafórica e a própria. Segundo ele, a primeira ocorre quando um nome tem
seu significado realizado plenamente em apenas um dos analogados,
enquanto que, ao referir-se a outro analogado, o nome é usado apenas
metaforicamente16. Frente a isso, o exemplo dado por Caetano é o do nome
“sorrir”, cujo significado é perfeitamente apropriado quando se refere ao ser
humano, por ser próprio do ser humano verdadeiramente sorrir, mas que
assume uma função metafórica quando se refere a um campo florido ou à
boa sorte17. Estes que não sorriem verdadeiramente. Ainda segundo Caetano,
no caso da metáfora, observa-se que o analogado cujo nome é perfeitamente
apropriado serve como referência para o outro analogado cujo nome é dito
metaforicamente, de tal modo que só é possível entender a atribuição de
sorriso ao campo se houver referência ao ser humano18. Nisso, diz Caetano, a
metafóra é semelhante à analogia de atribuição 19 . Já a analogia de
proporcionalidade própria ocorre quando um nome se refere
apropriadamente a todos os analogados, sem o uso de metáforas 20. Exemplos
disso seriam os mencionados anteriormente, envolvendo os nomes “visão” e
“pé”, que se referem, respectivamente, a coisas que são proporcionais
qualitativamente segundo algo que é próprio aos analogados. E Caetano
15
Esse exemplo em específico foi dado por Carlos Alberto, professor do Seminário
Menor São José -Instituto de Filosofia, em uma aula fechada do curso livre chamado
Analogia entis segundo Caetano.
16
Cardeal Cajetan, The Analogy of names and the concept of being, Pittsburgh,
Duquesne University Press, 1953, p. 25.
17
Cardeal Cajetan, ob. cit. p. 26.
18
Id., ob. cit., p. 53.
19
Id., ob. cit.
20
Id., ob. cit., p. 26.
565
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
oferece ainda outro exemplo, o do nome “princípio”, que pode se referir
apropriadamente tanto ao coração do animal quanto à fundação de uma
casa21, visto que perpassa pelos analogados a noção de fundamento enquanto
algo central que dá sustento.
A analogia na metafísica e os nomes divinos segundo Caetano
Como a metafísica pretende falar apropriadamente sobre Deus e os
demais seres, ela demanda naturalmente de um modo de falar que alcance
algo intrínseco a todos eles. Afinal, se nada intrínseco a Deus e aos demais
seres fosse alcançado pelos nomes, eles não estariam sendo referidos de fato.
Em outras palavras, se os nomes correspondessem a nada que as coisas têm
ou são propriamente, a metafísica seria impossível em razão de que não se
poderia falar verdadeiramente sobre qualquer coisa. Frente a isso, Caetano
refere-se apenas à analogia de proporcionalidade (própria) como aquela que
tem importância para a metafísica, pois, pensa ele, é através dela que podem
ser conhecidas a entidade, a bondade e a verdade intrínsecas das coisas 22.
Dessa forma, o nome “bem”, por exemplo, refere-se a Deus e às criaturas
devido a uma proporção qualitativa, conforme já explicado, que perpassa por
todos de tal modo que há uma intrinsecabilidade referida em cada um deles.
Assim, os nomes divinos referem-se apropriadamente aos atributos de Deus,
sem equívocos. No caso, a analogia de proporcionalidade precisa ser
especificamente a própria, visto que, segundo Caetano, no caso da
metafórica, um dos analogados não possui intrinsecamente aquilo que um
certo nome denota. Assim, ao não alcançar algo intrínseco em certos
analogados, a metáfora não seria proveitosa para a metafísica. Nesse sentido,
somente a analogia de proporcionalidade própria teria importância para a
metafísica, já que ela, segundo a concepção caetanista, é a única espécie de
analogia que alcança algo intrínseco em todos os analogados, inclusive, em
Deus.
21
22
Cardeal Cajetan, ob. cit
Id., ob. cit, pp. 28-29
566
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
A importância de todas as analogias para a metafísica
Apesar de Caetano referir-se somente a analogia de proporcionalidade
própria como tendo importância para a metafísica –por acreditar que é a
única que envolve a denominação de algo intrínseco que é comum em todos
os analogados–, alguns simples raciocínios são capazes de mostrar que os
outros tipos e espécies de analogias também alcançam algo intrínseco em
todos os analogados e, portanto, podem também ter importãncia para a
metafísica, inclusive, para o discurso sobre Deus através dos nomes divinos.
Começando pela analogia de desigualdamente, é possível observar que,
apesar de os analogados participarem desigualmente do gênero indicado pelo
nome, eles ainda necessitam ter algo intrinsecamente em comum para que
essa participação seja possível. Observando o exemplo dado pelo próprio
Caetano, os corpos inferiores e superiores só podem ser chamados de corpos
em primeiro lugar porque ambos são substância de três dimensões –como o
próprio Caetano também aponta–, apesar de não serem corpos de mesma
natureza23. Outro exemplo que pode ser dado é o da palavra “animal”, que
denomina um gênero do qual participam o ser humano e o cavalo. Apesar de
essa participação ser desigual, haja vista que a animalidade do ser humano
não é igual a do cavalo, ambos partilham de algo intrínseco que lhes é
comum e que torna cabível chamá-los de “animal”: as faculdades sensitivas
que caracterizam a alma animal. Posto isso, parece que só é possível reunir
diferentes entes sob o mesmo gênero se, de antemão, eles possuírem algo
que lhes é intrinsecamente comum, por mais genérico que isso seja e mesmo
que realizado de diferentes modos segundo diferentes naturezas. Nesse
sentido, percebe-se que a analogia de desigualdade também pode ter
importância para a metafísica, na medida em que, nesse tipo de analogia,
algo intrínseco a todos os analogados é alcançado, não havendo nenhum
impedimento de que Deus seja um analogado no caso, que realiza de modo
23
Cardeal Cajetan, The Analogy of names and the concept of being, Pittsburgh,
Duquesne University Press, 1953, p. 11.
567
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
mais perfeito os significados de certos nomes que se realizam desigualmente
nos outros analogados.
Já no caso da analogia de atribuição extrínseca, pode haver uma
dificuldade maior para visualizar a intrinsecabilidade em todos os
analogados. No entanto, é possível visuá-la até mesmo naquele exemplo do
nome “saudável”, aplicado ao animal, ao remédio e à urina. Foi demonstrado
que o animal é intrinsecamente saúde, enquanto que o remédio e a urina
seriam saudáveis apenas no sentido de produzir e indicar saúde,
respectivamente. Contudo, só é possível dizer que o remédio é capaz de
produzir saúde se ele possui intrisecamente de modo virtual a saúde que ele
gerará se ingerido, de modo semelhante a como uma semente possui
intrisecamente de modo virtual a árvore que ela gerará se plantada. Nesse
sentido, apesar de o remédio ainda ser saudável em relação ao efeito que
produzirá no sujeito de saúde, quando se diz que o remédio é saudável, isso
não é inteiramente uma atribuição extrínseca, pois ele possui em si mesmo
virtualmente a saúde. Posto isso, de modo semelhante, só é possível dizer
que a urina é capaz de indicar saúde se ela, enquanto efeito de um sujeito
saudável, manifestar a saúde que lhe é transmitida pela sua causa, mesmo
que imperfeitamente. De modo semelhante a como, à folha caída de uma
árvore, é transmitida intrinsecamente o princípio que lhe torna semelhante à
árvore que lhe causou, por partilhar imperfeitamente da natureza da árvore.
Sequer faria sentido a urina indicar saúde se ela não portasse intrinsecamente
aquilo que ela está manifestando, afinal, só é possível manifestar algo que se
possui intrinsecamente de algum modo, mesmo que imperfeitamente. Nesse
sentido, na analogia de atribuição extrínseca, observa-se também que algo
intrínseco a todos os analogados é alcançado pelos nomes, o que implica que
ela também pode ter importância para a metafísica, inclusive, no tocante aos
nomes divinos. Por fim, quanto à analogia de atribuição intrínseca –aquela
na qual Caetano não crê–, ela por si só já pressupõe, como visto, a
intrinsecabilidade de todos os analogados, sendo, portanto, também
importante para a metafísica e para o discurso sobre Deus.
568
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Agora, quanto à analogia de proporcionalidade, foi visto que há duas
espécies: a própria e a metafórica. A primeira, como visto, já supõe a
intrinsecabilidade em todos os analogados. Já a segunda, aparentemente, não
supõe a intrinsecabilidade em todos os analogados, visto que, por exemplo,
um campo florido ou a boa sorte não riem propriamente, apesar de,
metaforicamente, isso pode ser dito sobre eles. No entanto, parece que, para
uma metáfora ser possível, é preciso que haja algum tipo de correspondência
entre o nome e o analogado. Afinal, se fosse algo inteiramente arbitrário,
seria possível usar qualquer nome para expressar o que a metáfora do sorriso
expressa. Mas não é isso o que acontece. Se alguém diz que um campo e a
sorte choram, isso tem um significado totalmente diferente. Logo, há alguma
coisa no campo florido e na boa sorte que correspondem melhor ao sorriso,
que, no caso, é o transparecimento de algo agradável, o que pressupõe algo
intrínseco tanto ao campo florido quanto à boa sorte, que causam o agrado.
Sendo o transparecimento de algo agradável também intrínseco ao sorriso
humano, que causa o mesmo efeito. Ou seja, como a metáfora exige algum
grau de correspondência entre o nome e a coisa, isso significa que qualquer
nome usado metaforicamente denota algo intrínseco de alguma coisa,
mesmo que o nome não corresponda de modo literal à coisa. Nesse sentido,
até a metáfora é capaz de alcançar algo intrínseco nos analogados, podendo
ela também ter importância para a metafísica e para o discurso sobre Deus
através dos nomes divinos.
Conclusão
Dado o exposto, pode-se concluir seguramente que Caetano ofereceu, de
fato, uma boa classificação das analogias dos nomes. Contudo, como visto,
há certas limitações em suas demonstrações que, por sua vez, podem ser
vistas como aberturas para o alargamento da compreensão da analogia e da
sua relação com a metafísica e os nomes divinos. Por exemplo, conforme
demonstrado, há mais uma analogia que pode ser incluída na classificação
caetanista –a analogia de atribuição intrínseca– e que pode ser extraída por
meio das próprias considerações críticas de Caetano. Ademais, a partir das
próprias considerações e exemplos de Caetano, foi desmonstrado que todos
569
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
os tipos e espécies de analogias são proveitosos para a metafísica, na medida
em que todas são capazes de alcançar algo intrínseco a todos os analogados,
até mesmo quando se trata de Deus, que pode tranquilamente ser referido
pelos nomes divinos segundo todos os tipos e espécies de analogias
comentados, conforme demonstrado.
570
El Derecho de Gentes en Santo Tomás de Aquino
y su recepción en Francisco de Vitoria
Guillermo L. Gomila
UNSTA, Argentina
Introducción
En esta ponencia se presenta la trayectoria de la doctrina sobre el derecho
de gentes desarrollada por santo Tomás de Aquino. Para ello, la
compararemos con la recepción que ha hecho de ella el principal autor de la
Escuela de Salamanca, este es, Francisco de Vitoria.
Intentaremos poner de manifiesto las diferencias y continuidades que se
pueden observar en ambas estructuras conceptuales.
El carácter de este trabajo y las normas para su presentación nos obliga a
ser sintéticos y a dejar de lado algunos aspectos adicionales, pero no por ello
menos inportantes, que ayudan a entender la complejidad del tema y sus
derivaciones.
De todas maneras, sostenemos que aquí se encontrará los elementos
principales de las especulaciones tanto del santo Doctor como del maestro
burgalés.
El derecho de gentes en santo Tomás de Aquino
En el marco de su Tratado de la Ley, santo Tomás distingue dos maneras
en las que algo puede derivarse la ley natural: “bien como una conclusión de
sus principios, bien como una determinación de algo indeterminado o
571
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
común”1, la primera de ellas corresponde a las aplicaciones legales derivadas
necesariamente de la ley natural, mientras que la segunda establece una
determinación particular para algún caso concreto que se quiera legislar.
Ambas pertenecen al ámbito de la ley positiva humana, pero, aclara santo
Tomás: “Más las del primer procedimiento no pertenecen a la ley humana
únicamente como leyes positivas, sino que en parte mantienen fuerza de ley
natural. Las del segundo, en cambio, no tienen más fuerza que la de la ley
humana”2.
Esta distinción será sumamente importante para el desarrollo de la
doctrina del derecho de gentes.
Para comprender esta vinculación del derecho de gentes con la ley
natural, observamos que el Doctor de Aquino distingue entre los elementos
esenciales de la noción de ley humana: “se dan muchos elementos esenciales
susceptibles de fundar una división propia y formal de la misma”3. De tal
modo, que es esencial a la ley humana derivarse de la ley natural, así
también: “el derecho positivo se divide en derecho de gentes y derecho civil,
a tenor de las dos vías indicadas por las que se deriva de la ley natural”4.
Estas dos vías o derivaciones son las analizadas arriba, y estas, aplicadas al
derecho de gentes, nos hace ver que a este:
“pertenecen las normas que se derivan del derecho natural como las
conclusiones de sus principios; por ejemplo, la justicia en las
compraventas, y otras cosas así, sin las cuales no sería posible la
convivencia humana; y este derecho es de ley natural, porque el
hombre es por naturaleza un animal social, según se expone en I
Polit”5.
1
Santo Tomás de Aquino, Suma de Teología, Madrid, BAC, 2001, I-II, q. 95, a. 2, c.
En adelante se citará sin hacer mención ni al autor ni a la obra como es usual.
2
Tomás de Aquino, ob. cit.
3
Id., ob. cit., a. 4, c.
4
Id., ob. cit.
5
Id., ob. cit.
572
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Claramente podemos ver que el derecho de gentes es una conclusión
necesaria que deriva de los principios de la ley natural, y en tal sentido,
coadyuva a la convivencia virtuosa de los ciudadanos. En la respuesta a la
primera objeción de este artículo 4, nos aclara que:
“Es verdad que el derecho de gentes es en cierto modo natural al
hombre como animal racional, porque se deriva de la ley natural a
manera de una conclusión no muy alejada de los principios, de modo
que fácilmente los hombres concuerdan sobre ella. Sin embargo, se
distingue de la ley natural, particularmente de aquello que es común
también a los demás animales”6.
Recordemos que, para Ulpiano, que tanta influencia tuvo en la filosofía
jurídica medieval, el derecho natural se extendía a los animales irracionales,
y que, según Gayo, el derecho de gentes era ese mismo derecho natural, pero
en los asuntos humanos. Por su parte, santo Tomás dice, que el ius gentium
es como “una conclusión no muy alejada de los principios”. Esto es, sin
dejar de ser una ley donde el hombre ponga algo (el esfuerzo de extraer una
conclusión), este derecho no es puramente positivo, sino que posee la sola
positividad que deriva directamente de la aplicación tomada como
conclusión de la ley natural.
Esta derivación se distingue de aquella que se aplica a modo de
determinación particular, ya que estas “pertenecen al derecho civil, dentro
del cual cada Estado establece las normas que considera más apropiadas”7.
En esta aclaración que nos hace el santo Doctor podemos entender que estas
determinaciones deben ser propias de cada pueblo, regulando ad intra las
relaciones entre los ciudadanos y las instituciones.
6
7
Tomás de Aquino, ob. cit., ad 1.
Id., ob. cit., c.
573
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Se deduce de lo expuesto que el derecho de gentes, como hemos visto, se
constituye como un medio entre el derecho natural y el derecho positivo,
participando mucho más del primero que del segundo8.
En el texto de la Suma Teológica, II-II, q. 57 vemos que la doctrina se
mantiene íntegra, toda vez que, en este lugar de su obra, santo Tomás expone
su teoría del derecho como objeto de la justicia, en la cual se incluye la
enseñanza consolidada sobre el derecho de gentes.
En el artículo 3 de la cuestión 57, el Doctor Común, presenta el
interrogante si el derecho de gentes es o no de derecho natural. En el sed
contra invoca la autoridad de san Isidoro, quien había establecido una
división tripartita del derecho. Según el Hispalense el derecho puede ser
natural, civil o de gentes, y por tal motivo, este último se distingue del
natural.
El derecho natural, para santo Tomás, es aquello que por su naturaleza es
adecuado o de medida igual a otro9, en esta proportio ad alterum está la
clave, ya que esta adecuación puede darse de dos maneras: 1) considerando
la cosa absolutamente y en sí misma; 2) considerando la cosa no
absolutamente, en su naturaleza, sino en relación a sus consecuencias; por
ejemplo, la propiedad de las posesiones10.
Vemos que la aprehensión de la cosa absolutamente le corresponde al
hombre y a los demás animales. Este es el derecho natural tal como lo
entendía Ulpiano. Y este, nos aclara santo Tomás citando al Jurisconsulto, no
puede identificarse con el derecho de gentes, “porque aquél es común a
todos los animales, y éste sólo a los hombres entre sí”11. De esta manera
8
Cf. Santiago Ramírez, O.P., El derecho de gentes, Madrid-Buenos Aires, Ediciones
Studium, 1955, p. 94.
9
Tomás de Aquino, ob. cit., II-II, q. 57, a. 3, c.
10
Id., ob. cit.
11
Id., ob. cit.
574
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
viene a ser como las conclusiones derivadas de los primeros principios, en el
ámbito práctico y relacional humano, que es el que interesa aquí.
Es en este sentido que debemos entender el derecho de gentes, ya que “lo
que la razón natural constituyó entre todos los hombres es observado entre
todos los pueblos, y se llama derecho de gentes”12. Con esta cita de Gayo,
santo Tomás cierra el corpus del artículo 3, y nos permite vislumbrar las
potenciales aperturas que puede tener esta doctrina para una sana relación
entre los pueblos.
De lo expuesto arriba podemos establecer que la aplicación de lo justo en
las relaciones comerciales o políticas entre los pueblos no necesita de
promulgación de leyes positivas escritas. Este punto santo Tomás lo aclara
específicamente:
“Puesto que la razón natural dicta aquellas cosas que son propias del
derecho de gentes, por ejemplo, las que entrañan evidente equidad,
síguese que no están necesitadas de ninguna especial institución, sino
que la misma razón natural las instituye”13.
Se concluye entonces, que lo que manda o prohíbe el derecho de gentes
proviene de la ley natural como derivación inmediata y necesaria y que en
esta derivación encontramos la clave para comprender la extensión del
concepto de derecho de gentes en santo Tomas.
Finalmente hay que apuntar que estas derivaciones conservan el género
de los principios de las que fueron extraídas: “Porque es necesario que
cualquier cosa que se saque como conclusión, partiendo de lo justo natural,
sea justo natural”14, por eso podemos decir que existe una continuidad entre
aquellos y estas, ya que, si bien las conclusiones derivadas no son
12
Tomás de Aquino, ob. cit.
Id., ob. cit., ad 3.
14
Santo Tomás de Aquino, Comentario a la Ética a Nicómaco, traducción de Ana
María Mallea, Bs. As., Ediciones Ciafic, 1983.n. 1023.
13
575
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
absolutamente evidentes como los principios, pueden ser conocidas con
verdad por la mayoría de los hombres15.
En esta extensión casi universal16 del derecho de gentes encontramos el
fundamento de que en la mente de santo Tomás este derecho sea natural. Si
bien, sabemos que, el santo Doctor enseña en I-II, q. 95, a. 4, c., que el ius
gentium pertenece al derecho positivo, entendemos que esto no hay que
interpretarlo como se ha hecho históricamente a partir de Vitoria, sino como
lo enseña Ramírez, esto es, como medio que participa de ambos extremos ya
que las conclusiones contienen un derecho que es: “esencialmente
intermedio entre el puramente natural y el meramente positivo, pero más
cercano a aquél que a éste, y, por consiguiente, participa muchísimo más del
natural que del positivo”17, aunque a veces pueda nombrarlo como positivo.
Como conclusión de este apartado podemos reiterar que la clave de
interpretación de la doctrina del ius gentium la encontramos en la teoría de la
derivación 18 . Llamativamente será en este punto donde se darán las
divergencias de interpretaciones de los autores posteriores.
El derecho de gentes en Francisco de Vitoria
Es conocida la influencia que ha tenido este autor no solo en la escuela
tomista española a partir del Siglo XVI, sino también en la filosofía jurídica
15
Cf. I-II, q. 94, a. 4, c.
No es totalmente universal porque en el paso de los principios a la conclusión
derivada, puede haber algún impedimento que limite la universalidad, por lo tanto,
la restricción viene más del sujeto que aplica el derecho de gentes a una determinada
situación, que de la naturaleza de la cosa. Cf. Ibíd.
17
Ramírez, ob. cit., p. 94.
18
Un desarrollo completo y profundo de esta teoría puede verse en el texto de
Ramírez que estamos citando. Ibíd., pp. 74-98. También trata este tema clave
Joaquín García-Huidobro en su libro Razón práctica y derecho natural. El
iusnaturalismo de Tomás de Aquino, Valparaíso, EDEVAL, 1993. Ver especialmente
la Segunda Parte, Capítulos IV y V, pp. 171-258.
16
576
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
posterior. No hay más que citar el caso típico del Derecho Internacional
Público actual, como una de las consecuencias de su enseñanza, o bien, el
derecho de los pueblos a mantener su autoridad y su autonomía, o, por
último, el respeto a la persona humana. Todos temas muy actuales, por
cierto19.
Aquí apuntaremos, en honor a la brevedad, algunas cuestiones de
importancia que surgen de la interpretación de los textos de Vitoria, con el
fin de determinar si su enseñanza representa una continuidad o bien un
apartamiento de la doctrina expuesta de santo Tomás de Aquino.
En Relección sobre la potestad civil encontramos un texto importante
para esta cuestión, que debemos estudiar:
“El derecho de gentes no sólo tiene fuerza por el pacto y convenio de
los hombres, sino que tiene verdadera fuerza de ley. El orbe todo, que
en cierta manera forma una república, tiene el poder de dar leyes justas
y a todos convenientes como son las del derecho de gentes. De donde
se desprende que pecan mortalmente los que violan los derechos de
gentes, ya en paz, ya en guerra, en los asuntos graves, como en la
intangibilidad de los legados. Y ninguna nación puede creerse menos
obligada al derecho de gentes, porque está dado con la autoridad de
todo el orbe”20.
Este famoso texto de Vitoria nos presenta varias cuestiones. La primera
que llama la atención es que el derecho de gentes es asimilado a un pacto o
convenio entre los hombres o pueblos. Este aspecto no lo habíamos visto
hasta ahora. Según esta expresión, el ius gentium ya no sería propiamente
19
Estos temas y otros muy interesantes son tratados extensamente por Carl Schmitt,
El nomos de la tierra en el derecho de gentes del “ius publicum europaeum”,
Buenos Aires, Editorial Struhart & Cía., s/f., p. 86 y ss.
20
Francisco de Vitoria, O.P., “De la potestad civil” en Derecho natural y derecho de
gentes, Buenos Aires, Emecé Editores S.A., s/f, n. 21, p. 138.
577
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
natural, toda vez que para el cumplimiento de dicho acuerdo hay una
intervención positiva del intelecto y la voluntad humana.
Esta característica pactista de ius gentium, no es determinante, ya que en
el texto citado Vitoria dice que este derecho toma su fuerza no solo por el
pacto o convenio, sino “que tiene verdadera fuerza de ley”. La ley para
Vitoria es, como para santo Tomás, “algo que pertenece a la razón, porque a
ésta le corresponde mandar; y la ley es regla y medida de los actos se dice
‘ley’ por su procedencia de ‘ligar’, porque obliga”21. Y como es de la razón,
pertenece propiamente a la naturaleza racional.
Otros de los puntos que podemos destacar del texto citado es el de la
universalidad del derecho de gentes cifrada en la expresión Totus Orbis, o
“todo el orbe”22. Este conjunto de todo el orbe es quien tiene autoridad para
dar leyes justas, y por ello ninguna nación puede obviar el cumplimiento del
derecho de gentes, so pena de pecar mortalmente23.
Si vamos a los textos del comentario de Vitoria sobre II-II, q. 57, a. 3,
encontramos los textos específicos sobre el derecho de gentes, y allí
podemos ver si este pertenece o no al derecho natural.
Como primer elemento, hay que determinar el concepto de derecho en el
teólogo de Salamanca. Sin entrar en demasiados detalles en este punto 24 ,
21
Francisco de Vitoria, O.P., De Legibus, comentario a I-II-, q. 90, a. 1, lección 121,
Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 2010, p. 89.
22
Para este tema puede verse Encarnación Fernández Ruiz-Gálvez, “El totus orbis y
el ius gentium en Francisco de Vitoria: el equilibrio entre tradición e innovación”,
Cuadernos Electrónicos de Filosofía del Derecho, n. 35, 2017: 19-43.
23
Sobre este tema puntual se pueden aprovechar algunas de las interesantes ideas de
Juan Cruz Cruz, en su artículo “La presencia de la Ley Natural en el Ius Gentium
según Francisco de Vitoria”, incluido en Juan Cruz Cruz (ed.), Ley Natural y niveles
antropológicos. Lecturas sobre Tomás de Aquino, Pamplona, Cuadernos de Anuario
Filosófico, 2007: 9-22.
24
Sobre el concepto de derecho en Vitoria en Adolfo Sanchez Hidalgo,
“Voluntarismo e intelectualismo en Francisco de Vitoria”, Persona y derecho, vol.
578
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
podemos anotar simplemente que en el comentario de esta cuestión sigue a
santo Tomás, en cuanto que, para el Angélico Doctor, el derecho es el objeto
de la virtud de la justicia.
Para Vitoria lo propio del derecho natural es estar conmensurado a otro
desde la misma naturaleza de la cosa. Además, para considerar algo de
derecho natural debemos tomar en cuenta el conocimiento que tenemos de
eso ya que “nada puede ser de derecho natural sino lo que naturalmente
puede ser conocido por el hombre” 25 , y por eso “aquello que no causa
conocimiento en nosotros, no es de derecho natural” 26 , por lo tanto, se
concluye, que es de derecho natural aquello que se puede conocer con la luz
natural de la razón humana27.
Otra manera de estar proporcionado a otro es de acuerdo con lo que es
adecuado en orden ad aliud justum, es decir, no en sí mismo considerado,
sino con orientación a otra persona o realidad. El ejemplo que pone Vitoria
para este último modo es el de la propiedad privada, ya que dicha división de
bienes no proviene de una igualdad en sí misma considerada, sino que
encuentra su ratio en la ordenación y la concordia de los hombres28.
Esta última modalidad es la que el teólogo burgalés utiliza para
caracterizar el derecho de gentes. Este sería, aquello que no es justo “desde
73, 2015, pp. 193-195. También en Encarnación Fernández Ruiz-Galvez, ob. cit., p.
21.
25
Francisco de Vitoria, Comentarios a la Secunda Secundae de Santo Tomás,
Edición preparada por el R. P. Vicente Beltrán de Heredia, O.P., Tomo III: De
Justitia (qq. 57/66), Salamanca, 1952, q. 57, a. 2, n. 5, p. 11: “nihil est de jure
naturali nisi quod naturaliter potest sciri ab homine”.
26
Francisco de Vitoria, ob. cit.,: “illud quod non causat in nobis cognitionem, non est
de jure naturali”.
27
Francisco de Vitoria, ob. cit., n. 5, p. 12: “Unde patet quod nihil est de jure naturali
nisi lumine naturali cognosci possit”.
28
Francisco de Vitoria, ob. cit., in art. 3, n. 1, p. 12.
579
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
la naturaleza de la cosa y en sí mima considerada”29 sino que “es establecido
y fijado por la razón de los hombres”30, orientado, no a sí mismos, sino ad
aliud, que en este caso sería a la conservación de la paz y la buena
convivencia, que son de derecho natural.
Más claramente, según él, siguiendo a santo Tomás: “El derecho natural
es bueno en sí mismo, sin orden a otro. Pero el derecho de gentes no es
bueno en sí mismo, esto es, se dice que el derecho de gentes no tiene equidad
en por su naturaleza, sino que está sancionado por la constitución de los
hombres”31.
Está claro que, para Vitoria, “el derecho de gentes es más derecho
positivo que natural”32. Es indudable que el ius gentium es establecido por
un pacto o acuerdo entre los hombres para mantener una buena convivencia.
Se vislumbra aquí el aspecto pragmático del derecho que gentes en Vitoria,
que en las relecciones Sobre los indios tendrá su mayor grado de
singularidad.
Ahora bien, el derecho de gentes, en cuanto es derecho positivo, puede
ser privado, por pacto o consenso entre partes, o bien público, que se da por
el común consenso de todos los pueblos y naciones33. De acuerdo con esta
última modalidad entonces es que no se permite dar muerte a un legado de
Francisco de Vitoria, ob. cit: “ex natura rei et in se”. Traducción propia.
Id., ob. cit.: “ius statuto humano in ratione fixo”. Traducción propia.
31
Francisco de Vitoria, ob. cit., n. 2, p. 14: “Dicimus ergo cum sancto Thoma, quod
jus naturale est bonum de se sine ordine ad aliud. Jus vero gentium de se non est
bonum, id est jus gentium dicitur quod non habet in se aequitatem ex natura su, sed
ex condicto hominum sancitum est”. Traducción propia.
32
“ius gentium est magis ius positivum quam naturale”. Francisco de Vitoria, De
iustitia, q. 64, a.1, n. 5. Citado por J. Cruz Cruz, “La soportable fragilidad de la ley
natural: consignación transitiva del ius gentium en Vitoria”, incluido en Cruz Cruz,
J., (Ed.), Ley y dominio en Francisco de Vitoria, Pamplona, EUNSA, 2008, p. 24.
33
Francisco de Vitoria, Comentarios a la Secunda Secundae de Santo Tomás, q. 57,
a. 3, n. 3, p. 15: “omnium gentes et nationes”
29
30
580
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
un país que es enemigo en una guerra. De esta manera, que podríamos llamar
dispositiva, el ius gentium permite a las naciones mantener la paz, que es de
derecho natural. Por lo cual, el derecho de gentes aparece aquí como aquello
que permite preservar el ius naturale.
Finalmente hay que preguntarse, junto a Vitoria: si el derecho de gentes
no es absolutamente necesario y es positivo, entonces este se podría abrogar,
como todo derecho establecido por los hombres. Pero, rápidamente, Vitoria
niega esta consecuencia, ya que una vez establecido el ius gentium por el
virtual consenso de todos los pueblos, resulta necesario que para abrogar este
derecho también se ponga de acuerdo todo el orbe, motivo por el cual
concluye que es imposible, ya que no hay posibilidad de que esto suceda34.
Aquí la introducción del virtuali consensu, le permite a Vitoria dotar de
cierta universalidad y convierte al derecho de gentes en inderogable, como si
fuera una especie del derecho natural.
Conclusiones
Habiendo realizado el desarrollo planteado al comienzo de esta ponencia,
nos resta aquí realizar algunas reflexiones en torno a los resultados obtenidos
en nuestro trabajo.
Consideramos que en santo Tomás el derecho de gentes se muestra
mucho más vital y profundo que en Vitoria, ya que, en el Angélico, la fuerza
le viene dada desde los principios metafísicos de las cosas y de esta manera
toma como fuente directa el derecho natural.
Por su parte, la razón humana se muestra como determinadora, ya que
mediante la derivación de los principios naturales a la praxis debe establecer
34
Ibíd., n. 5, p. 16: "quia quando semel ex virtuali consensu totius orbis aliquid
statuitur et admittitur, oportet quod ad abrogationem talis juris totus orbis conveniat,
quod tamen est impossibile, quia impossibile est quod consensus totius orbis
conveniat in abrogatione juris gentium".
581
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
la causa formal de las relaciones entre los pueblos, que en sí mismas son
indeterminadas.
Si reflexionamos sobre la interpretación de Francisco de Vitoria resulta
claro que la misma se aparta de la establecida por Santo Tomás. Lo llamativo
de esto es que los textos que conforman esta teoría del derecho de gentes
como positivo, son comentarios de las obras de santo Tomás.
Se ve claro que la noción de ius gentium en Vitoria, representa un desvío
respecto de la de santo Tomás. En principio, habría que destacar que la
universalidad de tal derecho no es dada por la naturaleza de las cosas, sino
por un pacto que debe regular las relaciones entre las diversas naciones que
conforman el orbe.
Sin embargo, no podemos negar que este autor representa una novedad en
el tema que tratamos. El punto más sobresaliente de su doctrina es
justamente aquel en el que se aparta de la doctrina tomista, y este es la
fundamentación del derecho de gentes en un convenio entre las naciones.
El convenio al que alude en la Relección Sobre la potestad civil, sin duda
alguna, determinará la positivización del ius gentium y marcará el rumbo de
la filosofía moderna del derecho que nos ocupa.
La positividad del ius gentium en Vitoria queda moderada de algún modo
por el mismo convenio de todo el orbe, que toma fuerza de ley. Es aquí, en el
concepto de ley, donde aparece más nítida la influencia de santo Tomás, en
virtud de que en dicha noción se apela al papel fundamental de la razón.
Por lo dicho, hay que rescatar que en la filosofía política de Vitoria el
derecho natural sigue teniendo una presencia importante. Luego, autores
posteriores, serán los encargados de ir dejándolo de lado paulatinamente.
Por lo expuesto, no podemos obviar la importancia e influencia de Vitoria
en el tema que tratamos aquí, pero si hemos de comparar su doctrina con la
de santo Tomás, debemos decir, que el maestro de Salamanca se aparta de la
582
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
enseñanza del Doctor Angélico, produciendo con esto un debilitamiento del
ius gentium y abriendo el campo teórico y práctico a posibles
manipulaciones.
583
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
584
El concepto de “pueblo” en Bartolomé de Las Casas
Emiliano Primiterra
UBA, Argentina
Introducción
Es ya sabida la disputa que Las Casas sostuvo con Juan Ginés de
Sepúlveda en torno a la conquista de los indígenas en América1. En esta
disputa dos argumentos fueron ponderados para resumir las posturas de cada
uno de los teóricos: la de que los indígenas debían ser esclavizados, tal la
tesis defendida por Sepúlveda y la de que los habitantes de América eran
personas libres con soberanía no solo sobre sus territorios sino, además,
sobre ellos mismos (tal la tesis defendida por Las Casas)2.
A tenor de ello, para Las Casas la evangelización debía llevarse de
manera pacífica, lo que significó un modo disruptivo (por novedoso y
polémico) para tratar la cuestión antropológica de los habitantes del Nuevo
Mundo. Esto constituyó una robusta defensa no ya únicamente de la
situación de libertad política de que gozaban los indioladinos, sino del (a su
vez) modo en que eran tratadas las almas de quienes habitaban estas nuevas
tierras.
El debate entre Las Casas y Sepúlveda, conocido como el “Debate de Valladolid”
se centró principalmente en la condición antropológica de los habitantes del Nuevo
Mundo. Así, Sepúlveda, cómo Las Casas, demostraron, tras una serie de
argumentos, posturas muy diversas. Para Sepúlveda, las libertades solo
correspondían a los habitantes europeos, siendo así que toda cultura extra-europea
debía ser catalogada cómo bárbara.
2
Cf Mauricio Beuchot, “Filosofos humanistas hispanos”, Ignacio Osorio Romero et.
al.(eds.), La tradición clásica en México, Ciudad Autonoma de México, Universidad
Nacional Autonoma de México, 1994: 109-148.
1
585
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Estas dos posturas lacasianas, la política y la espiritual, se
correspondieron en sus escritos de manera que ambas conformaron “dos
caras de la misma moneda”. No podía haber libertad política sin libertad
espiritual, ni viceversa. Esta relación necesaria entre la libertad política y la
espiritual se resumía en un principio canónico que Las Casas se esforzó en
utilizar en más de una oportunidad, el principio Quod omnes tangit, que
significa “aquello que toca a todos, debe ser aprobado por todos”. Claro que
en este sentido, “tocar” simboliza cualquier cosa que interviene en la vida de
los sujetos involucrados en algún tipo de relación. El principio se encuentra
por primera vez en De thesauris.
Este principio canónico es utilizado por Las Casas para determinar las
esferas de acción de los diversos poderes dentro de una (o todas) las
sociedades políticas. Kenneth Pennington sostiene que “los canonistas
primero utilizaron este principio para definir la relación legal entre un obispo
y su grupo de canonistas. Luego, ellos mismos introdujeron la máxima hacia
dentro del gobierno eclesial, en el cual [el principio] determinaba el derecho
de los miembros menores de la jerarquía eclesiástica a tener poder en la
administración de la iglesia”3-4.
Los conceptos de “pueblo” de Las Casas
La palabra “pueblo” aparece en diversas secciones de varios de los
escritos de Las Casas. Sin embargo, cómo todo concepto, el mismo deviene
diferentes significados en función de los sentidos que el filósofo desear
darle. Aun así, todos y cada uno de ellos se asemejan los unos a los otros, de
tal modo que podríamos reconstruir un sentido univoco y global (salvando
Kenneth Pennington, “Bartolome de las Casas and the Tradition of Medieval
Law”, Church History, 39, 2, 1970: 149-161 (p.157).
4
“The canonists first used this principle to define the legal relationship between a
bishop and his chapter of canons. Later, they introduced the maxim into
ecclesiastical government where it supported the rights of the lesser members of the
ecclesiastical hierarchy to have a hand in the governing of the church”.
3
586
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
las diferencias existentes en las traducciones realizadas del concepto de
“pueblo”.
“Pueblo” aparece, en la página 36 de Apología (APO) cómo significante
para aludir al conjunto de hombres que habitan un territorio. También se
encuentra la palabra “pueblo”, por ejemplo, en la página 67 del mismo texto,
donde se explicita que no existe pueblo alguno que no pueda vivir sin
ejercicio de culto a alguna divinidad. En este sentido, “pueblo” también se
predica de todo tipo de organización social en cuya existencia se dé la
convivencia de diversos hombres, sean ellos fieles al Dios cristiano o no.
También es posible encontrar la palabra en la página 217, donde se
homologa el concepto de “pueblo” al de “nación” y en cuyo seno existe la
igualdad entre todos los hombres. Igualdad que se justifica por la existencia
de un derecho (hoy diríamos de tipo) supererogatorio que es el de Derecho
Humano.
En este sentido, es importante destacar que el concepto al cual me refiero
se encuentra mejor expresado en De Regia Potestate (DRP) en donde se
indica que “la libertad es un derecho inherente al hombre necesariamente y
desde el principio de la naturaleza racional, y es por eso de derecho natural,
cómo dice en el decreto: existe idéntica libertad para todos” (p.17)5-6-7.
Las Casas viene a sostener, con su defensa de la soberanía amerindia que,
en contraposición a lo que creía Sepúlveda, ningún pueblo es superior a otro.
La relación de la(s) palabra(s) “pueblo(s)” con la teología se da, por ejemplo,
en la página 326 (APO) en donde se refiere que
5
B. D. L. Casas & L. Pereña, De regia potestate: o derecho de autodeterminación,
Madrid, Corpus Hispanorum de pace, 8, 1969, p. 17
6
“Nam libertas est ius insitum hominibus de necessitate et per se ab exordio
rationalis naturae, et sic de iure naturali, ut prima distinction, can. ius natural, ibi:
omnium una libertas”.
7
El subrayado aparece en el original.
587
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
“Dios se sirvió de los romanos, tanto para ordenar el mundo, como
para aquella parte de él en la que se produjo su agradable y dulce
venida, y también para dar a entender la unidad de la Iglesia o de su
santo Reino, con la unificación de los pueblos, que ocuparían todo el
mundo” 8-9.
Por último- aunque mi descripción de las veces que Las Casas hace gala
de esta palabra con sus diferentes acepciones terminológicas no intenta
acabar la discusión ni, menos aún, dar cuenta de todas las veces que el
filósofo le da un significado distinto a la palabra-hay que señalar que el
humanista refiere que
“[…] un pueblo que ama por naturaleza o casi por naturaleza a su
soberano- de acuerdo con el Filósofo y San Agustín-. […] aceptará
esto no con menos dificultad que la religión, sobre todo si, depuesto su
antiguo señor, el sustituto es extranjero, que suele ser odioso poco
grato al pueblo. Así, Dios omnipotente mandó a los israelitas que, si
elegían un rey, lo escogieran entre sus propios hermanos israelitas.
[…]”10 11
8
B. de Las Casas, Apología, o, Declaración y defensa universal de los derechos del
hombre y de los pueblos., Castilla, Junta de Castilla y León, Consejería de
Educación y Cultura, 2000, p. 326.
9
“Deus ergo usus est Romanis tam ad disponendum orbem, quantum ad illam
partem illius in gratiosum et dulcem aduentum suum, quam etiam ad significandum
unitatem Ecclesiae siue sancti regni sui per adunationem gentium, omnem orbem
occupaturi”.
10
“Equidem populus, natura vel quasi natura, diligit antiquum principem suum,
secundum Philosophum (8° Ethicorum, c. 7, et 3° Politicorum, c. 10°); et
Agustinimun (De Ciuitate Dei, Libro 19°, c. 16°). Ideo populous non minus
difficulter hoc admittat quam nouam religionem, presertim si, pro deposito vetere
domino substituatur exterus, quod populo ingratum et odiosum esse solet. Ideo Deus
omnipotens (Deuteronomii, 17°) precipit Judaeis ut, si regem electuri essent [235r.]
eligerent ex sua ipsorum. Cuius rei rationem assignat sanctus Thomas (1a 2ae, q.
105a, a.1, ad 2um)”.
588
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
La relación conceptual acaba siendo, en este extracto, una relación
teológica política mediante la cual un pueblo tiene plena libertad de elegir a
sus representantes de modo tal que se obligue a obedecerlos. Así, el pueblo
es quien funda el poder del rey, y no viceversa, de forma tal que, si muere el
rey sin descendencia, el pueblo es quien tiene la potestad de elegir nuevo
soberano.
Respecto de lo que vengo refiriendo hasta acá, creo necesario ilustrar que
“pueblo” también tiene su particular conceptualización dentro de los
márgenes de la obra De Regia Potestate. En ella, en la página 34, por
ejemplo, Las Casas refiere que la libertad es algo inherente al pueblo mismo.
Que, en su situación de soberano, ningún pueblo puede estar sometido a otro
sin su consentimiento. Así, por ejemplo,
“[…] si el pueblo fue la causa efectiva o eficiente y también la causa
final de los reyes y príncipes, de forma que tuvieron su origen en el
pueblo a través de elecciones libres, no pudieron desde el principio
imponer más tributo y servicios que los aceptados por el pueblo
mismo y a cuya imposición hubiera él consentido de buena voluntad.
La consecuencia es clara: cuando un pueblo elige sus príncipes o su
rey, no perdió su propia libertad ni renunció o concedió poder de
gravarle, coaccionarle, ordenarle o imponerle cargas en prejuicio de
todo el pueblo o comunidad política” (p. 34)12-13.
De este pasaje podemos extraer varias cosas: primero, que el poder real
de soberanía reside no ya en un rey (cómo se encuentra en autores cómo
Tomás de Aquino), sino en el pueblo, quien es quien decide quién será rey
11
B. de las Casas, & L. Pereña, De regia potestate: o derecho de autodeterminación,
Madrid, Corpus Hispanorum de pace, 8, 1969, p. 339.
12
Casas & Pereña, De regia potestate: cit., 8, 1969, p. 34
13
“[…] si populus fuir causa efectiva seu efficiens, et finalis regum et principum, ut
a populo per liberam electionem originem duxerunt, non poruerunt imponere populo
a principio nesi tributa et servitia quae ipsi populo grata essent, et quorum
impositioni libenter populus consensisset”.
589
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
para administrar un territorio. Esta relación substancial entre los electores y
quien es elegido aparece, también, en autores cómo Suarez y Vitoria; y Juan
Quidort de París.
Otra cuestión a destacar es que ningún rey puede imponer tributos que no
fueron anteriormente aceptados por el pueblo mismo. Aquí pueblo significa
no otra cosa más que el conjunto de hombres dispuestos a aceptar, rechazar,
o discutir una norma. Recordemos que el principio canónico que Las Casas
utiliza como fundamento de su teoría política es aquel explicitado en De
thesauris, Quod omnes tangit. Es así cómo ningún hombre puede verse
obligado a pagar tributo alguno que él mismo no aceptó o concedió. Así, la
sumatoria de, podríamos decir, voluntades individuales, constituye el
principio (teológico–político) para la creación de tributos pecuniarios o de
cualquier otro tipo.
Es por ello que Las Casas, quien fue (en palabras de Dussel)14 el primer
crítico de la modernidad, sostiene, según Jean Pierre Clément, que los
españoles “no tenían ningún derecho para maltratar a los indios (él escribe
´tiranizar´), para matarlos o para reducirlos a esclavitud, porque el rey de
Castilla no tenía ningún derecho sobre ellos, y porque ellos no lo habían
aceptado como soberano, ni habían firmado con él contrato ni tratado”15.
Es posible encontrar una simbolización de la palabra pueblo como
unidad política tal que la misma, en su total extensión y existencia, no debe
ser subsumida a ningún poder arbitrario.
Dussel sostiene que “Bartolomé de Las Casas es un crítico de la Modernidad, cuya
sombra cubre los cinco últimos siglos” (Cf. Enrique, Dussel, Origen de la filosofía
política moderna: Las Casas, Vitoria y Suárez (1514-1617), Caribbean Studies,
2005: 35-80 (p. 37).
15
Jean Pierre Clément, “De las ofensas contra los indios. La injusticia de la guerra y
otras violencias, según el Padre Las Casas”, G. Bataillon, G. Bienvenu & A. V.
Gômez, (dir.), Las teorías de la guerra justa en el siglo XVI y sus expresiones
contemporáneas. México, Centro de estudios mexicanos y centroamericanos,
2008:76-88; p. 80.
14
590
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Acá podría verse una compleja contradicción entre el principio Quod
omnes tangit y el entender al “pueblo” cómo unidad política. Si el pueblo es
la sumatoria de voluntades individuales que aceptan (o rechazan) los tributos
impuestos por el rey, o al rey en cuestión, Las Casas no explica cómo se da
el pasaje entre la sumatoria de voluntades individuales y la conformación de
la unidad de pueblo.
“Pueblo” se predica de diversos modos en los escritos de Las Casas. Tal
es así que no hay un modo univoco de significarlos a todos ellos en su
conjunto. Sin embargo, podríamos decir que “pueblo” es tanto el conjunto de
hombres que aceptan (o rechazan) a un soberano, cómo la unidad política, lo
que es lo mismo que comunidad.
Pueblo y soberanía
La relación entre los diferentes pueblos (entendidos cómo entidades
políticas reales en el mundo) y la soberanía, es sumamente robusta en Las
Casas. Sin ir más lejos, más allá del principio canónico de De thesauris, en
DRP, Las Casas refiere que por medio del derecho natural está prohibido el
hacer algo contra otro que uno mismo no autorizaría se haga contra él. El
principio, referido de modo distinto, vuelve a hacerse presente. En este
sentido, y considerando la condición natural de libertad de la cual es
poseedor todo hombre, ningún ser de este tipo tiene la obligación de hacer lo
que otra demanda sin su correcta concesión.
Esta relación también alcanza a los indios, quienes aún sin estar
bautizados no pueden ser alcanzados, ni incluso de manera voluntaria, por
los poderes del vicario. Esta situación se vería solo modificada tras el
bautismo de los habitantes del Nuevo Mundo. Las Casas refiere, respecto de
esto que:
“[…] a nadie se le puede exigir obediencia allí donde antes no ha
prometido obediencia, que es como se contrae la sumisión, según lo
591
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
dice el Apóstol: Estando prontos a castigar toda desobediencia
cuando vuestra obediencia sea perfecta. Ahora bien, los infieles no
han prometido obediencia a la Iglesia, de ahí que no se contrajo
sumisión a ella. Por lo tanto, nunca puede decirse que sean
desobedientes o rebeldes contra el Papa, pues nunca puede lamarse
desobediente a quien no ha prometido obediencia de acuerdo con el
Digesto y según señala Bartolo en su comentario a las Extravagantes”
(p. 137)16-17.
Tal es así que los jueces eclesiásticos no pueden aplicar ningún tipo de
pena en las tierras extranjeras en cuyas extensiones los habitantes no han
sido evangelizados. En estos territorios, Las Casas supone que los habitantes
“[…] viven tranquila y pacíficamente respecto a nosotros en sus reinos
y no han incurrido en afrentas o culpas especiales con nosotros. Luego
son incapaces para que se les imponga penas temporales por parte de
ningún juez eclesiástico o espiritual, según se ha probado” (p.143) 18 19
Es por esta razón que Las Casas sostiene que los indígenas americanos
poseen plena soberanía no solo ya sobre sus territorios y posesiones, sino
16
B. de las Casas, pología, o, Declaración y defensa universal de los derechos del
hombre y de los pueblos., Castilla, Junta de Castilla y León, Consejería de
Educación y Cultura, 2000, p.137
17
“[..]quia nullibi potest in obedientia reperiri ubi prius non fuit primissa obedientia
et sic contracta subiectio, secundum illud apostoli (2 ae Ad Corinthios, 10°): In
promptu habentes ulcisci omnem inobedientiam Ecclesiae; unde non fuit contracta
subiectio. Ergo numquam possunt dici inobedientes aut rebelles aduersus eun. Non
enim dici potest inobediens qui numquam obedientiam promisit (ut in L. Amissione,
§ Qui deficient, ff De Capite Minutis. Docet Bartholus (in Extravagan. Qui Sint
Rebelles, in principio et in §Tenore, in fine)”.
18
Ibid., p. 143
19
“Et etiam indirecte, quia supponimus quiete ac prcifice quoad nos in regnis suis
viuere nec aliquas speciales molestias siue culpas in non committere.
Ergo etiam temporalium poenarum infligendarum a quocumque judice Ecclesiastico
vel spirituali sunt incapaces, ut probatum est”.
592
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
también sobre sí mismos y la administración de sus reinos. De hecho, en
“Del único modo de atraer a todos los pueblos a la verdadera religión”, Las
Casas defiende la libertad que poseen los pueblos indígenas (cómo así todo
otro pueblo del mundo) de practicar la religión que desean (o que,
culturalmente, sostienen desde sus inicios).
Las Casas sostiene, en “Del único modo de atraer a todos los pueblos a la
verdadera religión”, que en la Tierra no hay pueblo que no sea libre, o que
no tenga la posibilidad de ello. Esta potencial libertad estaría cimentada en
que todos los pueblos del mundo, cómo- por tanto- todos los hombres que
los habitan, tienen la posibilidad de ser evangelizados20. Existe así, para Las
Casas, una tendencia natural a la evangelización.
Ahora bien, si los pueblos que viven “tranquila y pacíficamente” no han
incurrido en ninguna culpa especial con los europeos ello se debe
únicamente a que los pueblos del Nuevo Mundo no han iniciado la guerra a
estos últimos. En otras palabras, la guerra solo será justa una vez que la
misma sea en función de la defensa del ataque de otra nación. Lo mismo,
entonces, significa que los nuevos pueblos situados en el Nuevo Mundo no
incurren en falta toda vez que no ataquen a los pueblos europeos.
El aporte al debate por parte de Las Casas es aún mayor: dado que los
pueblos (todos) gozan de soberanía, cualquier pueblo que haga la guerra a
otro está incurriendo en una falta grave que permite hacer la guerra en razón
de defender la soberanía del inminente ataque de quien tiene afán de
conquista.
Así, por tanto, la jurisdicción de la Iglesia, a la vez que la anexión de un
territorio (en tanto que pueblo) a otro,
20
Bartolome de las Casas, Del único modo de atraer a todos los pueblos a la
verdadera religión, Colección popular, 13700, 1975, p. 63.
593
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
“se funda en la predicación de fe y en la conversión voluntaria de los
paganos al papa León I dice: San Pedro fue el único elegido entre
todo el mundo para dirigir la llamada de todas las gentes a la fe, para
estar al frente de todos los apóstoles y en todas las partes de la
Iglesia”21-22.
En este sentido, cabe resaltar que los indios son libres y soberanos. Los
indios son libres y soberanos no solo respecto de la Iglesia (a quienes no
decidieron someterse), sino también respecto de los reinos de Europa que
anclan sus barcos en los lindes costeros del Nuevo Mundo. La razón de ello
es que nadie puede imponer sometimiento a otro sin tener poder real sobre
él.
Conclusión
Las Casas, defensor de los derechos indígenas en el Nuevo Mundo lleva a
cabo una serie de estudios en pos de determinar la libertad y soberanía de los
pueblos que habitan el nuevo continente. Sin embargo, a lo largo de sus
obras se pueden leer diversos significados de la misma palabra. Esta
polivalencia de conceptos da cuenta, no de un problema en el estudio del
autor humanista, sino de la necesidad de una problematización por parte de
quienes nos adentramos en sus textos.
“Pueblo”, o “pueblos” es así un concepto mutable y mudable que da
cuenta de un sinfín de significados. Esto no es algo que deba ser
problemático (cómo ya he referido). Se puede ver esta polivalencia como
tendiente a demostrar que existen diversos pueblos soberanos, de modo tal
21
De Las Casas, B. Apología, o, Declaración y defensa universal de los derechos
del hombre y de los pueblos., Castilla, Junta de Castilla y León, Consejería de
Educación y Cultura, 2000, p. 260.
22
“Et de hac voluntaria jurisdictione, quae in fidei predicatione et gentium
voluntaria conuersione fundatur, Leo papa expressius in 22 Sermone 3 Ordinationis
Suae, inter caeteras Petri excellentias sic ait: De toto mundo unus Petrus eligitur qui
et uniuersarum gentium vocationi et ómnibus apostolis cunctisque Ecclesiae partibus
preponatur et caetera. Haec ille”.
594
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
que ningún de ellos (salvo consentimiento real de sus integrantes) pueda ser
oprimido por algún reino u alguna otra forma de poder político. Si los
integrantes de un pueblo deben dar su consentimiento expreso según el
principio canónico Quod omnes tangit, para verse sometidos a un poder
cualquiera sea, aquel pueblo supeditado al poder de algún reino pero que en
cuyo seno tal consentimiento no fue dado, estará atado a un poder arbitrario
ilegitimo.
La razón principal, esto es, el fundamento, de que los integrantes de un
pueblo deban dar su consentimiento para delegar la administración de lo
público a un regente no es otra más que el derecho natural que poseen todos
los hombres de ser libres y soberanos. Así, el que todos los hombres de un
pueblo deban prestar su consentimiento para la elección de un rey o príncipe
al cual someter sus vidas cobra existencia porque, previamente a aquel acto,
cada uno de los hombres, de manera independiente, poseen el derecho (que
para Las Casas es un “derecho humano”) de soberanía y libertad intrínseca.
No importa que los hombres que poseen este derecho fundamental básico
sean cristianos o hayan sido alcanzados por el evangelio. La mera condición
en la cual se encuentra todo hombre habitante de cualquier pueblo del
mundo lo hace merecedor de esta libertad.
595
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
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El vínculo entre el juez y la pena legal en la Escolástica Ibérica
del siglo XVII: El Curso Salmanticense Carmelitano
Alfredo de J. Flores
Estéfano Elias Risso
UFRGS/PUCRS, Brasil
1. Introducción
El “Cursus Theologiæ Moralis Colegii Salmanticensis” de la Orden
Carmelita Descalza, publicado en 7 volúmenes entre 1665 y 1764, con
diversas reediciones, fue un hito importante para el pensamiento de la escuela
carmelitana en los ámbitos de la teología y filosofía moral. Sus autores lo
escriben “ad mentem Divae Thomae”, de manera que también es una fuente
importante para el estudio de la recepción y el desarrollo del pensamiento de
Tomás de Aquino en los siglos XVII y XVIII, en la Escolástica
iberoamericana.
Eso se debe por el análisis del pensamiento de autores medievales en la
comprensión en su tiempo, es decir, los Carmelitas Descalzos del siglo XVII,
que se dicen parte de una escuela de pensamiento, se erigen como intérpretes
legítimos del pensamiento tomista. Varios censores que han evaluado a la
obra, como Didacus Ros De Medrano, catedrático de la disciplina de Santo
Tomás en Alcalá, reconocen esa característica del cursus: “atentamente
reconocí ]...] que todo allí se encontraba de acuerdo con la verdad de la fe
católica, con los mejores principios teológicos y con las doctrinas de mi
Maestro, el Preceptor Angélico”1.
Traducción de los autores: “... et non sine examine eorum quae legebam, attente
perlustravi, omniaque inueni Catholicae Fidei veritatibus, melioris Theologiae
principiis, Angelici Praeceptoris mei Magistri doctrinis…”. Andrea a Matre Dei,
Cursus Theologiae Moralis Tractatus Quatuor.... 1ª ed. Lugdunum, Arnaud., et Petri
Bordi, 1670, f.3b.
1
597
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
El período de consolidación de la Segunda Escolástica fue de proficua
producción cultural e intelectual, sobre la cual han estudiado en la actualidad
y con especial atención filósofos, juristas e historiadores, en razón de la
intersección entre la recepción de la tradición escolástica medieval y el
desarrollo del pensamiento moderno2. Recordemos que el giro de la filosofía
moderna no ocurre propiamente en oposición a los métodos y teorías
escolásticas tal como se entendían en la Edad Media, sino más bien con los
métodos de la Segunda Escolástica que estaban vigentes en los siglos XVI y
XVII. De esta manera, aunque fuesen sucesores de la filosofía escolástica,
tales métodos habían acogido las escuelas de pensamiento anteriores e
introducido en ellas diversas alteraciones, especialmente en entornos
universitarios como Salamanca3.
Es en este período, al menos entre los “escolásticos” de los siglos XVI y
XVII, donde el pensamiento de Tomás de Aquino adquiere una recepción
hegemónica en la tradición católica, y la Suma Teológica se convierte en un
libro-texto en varias cátedras de las facultades de Artes (Filosofía). Se puede
observar a finales del siglo XVI y durante el siglo XVII, por ejemplo, la
presencia de diversos comentarios sobre las cuestiones de la Suma Teológica,
como también la publicación de tratados y libros de texto “Ad mentem Divi
Thomae”, es decir, que se proponían seguir fielmente el pensamiento del
Doctor Angélico en su exposición4.
Es cierto que un ideario que se consideraba “tomista” se manifiesta en su
composición, pero es necesario preguntarse qué entendían los autores con este
2
Ver, por ejemplo: Alfredo Culleton - Roberto Pich (eds.). Right and Nature in the
First and Second Scholasticism: Acts of the XVIIth Annual Colloquium of the Société
Internationale pour l’Étude de la Philosophie Médiévale, Porto Alegre, Brazil, 15-18
September 2010, Turnhout/Belgium, Brepols, 2014.
3
Juan Belda Plans, La Escuela De Salamanca y la Renovación de la Teología en el
Siglo XVI, Madrid, BAC, 2000.
4
Marco Toste, “The Commentaries on Thomas Aquinas’ Summa Theologiae Ia.-IIae.
Qq. 90-108 in Sixteenth-Century Salamanca: a study of the Extant Manuscripts”,
Bulletin de Philosophie Médiévale, 55, 2013: 177-218.
598
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
termo. La exposición de la obra de Tomás iba más allá de una simple
repetición: de hecho, los autores solían presentar un desarrollo de lo que
consideraban sus principios. De esta manera, los comentarios y cursos “Ad
mentem Divi Thomae” no son homogéneos: al representar diferentes escuelas
y tradiciones en la recepción del Aquinate, muestran cómo textos transmitidos
en diversas comunidades de recepción formulan nuevas interpretaciones.
Tales escuelas de recepción, en la Segunda Escolástica, están representadas
especialmente por diversas órdenes religiosas, como la Dominicana, la Jesuita
y la Carmelita.
Entre los métodos posibles para el estudio de la Segunda Escolástica y la
recepción del pensamiento filosófico medieval, es relevante el estudio de la
circulación de un “género editorial” específico, el de los libros “pragmáticos”,
entre los cuales se encuentran libros de teología moral, así como de la
literatura pastoral y catequética. Ese género es llamado “pragmático”
precisamente porque fue utilizado como material de consulta y estudio por
sacerdotes y juristas en tal coyuntura histórica, y porque a menudo se
embarcaba en una amplia casuística al exponer las más diversas temáticas5.
Adoptando esta perspectiva, se analizará la recepción del pensamiento tomista
en uno de los Cursus de gran circulación en el período, el tratado “De Iustitia
et Iure”, tercer tomo del “Cursus Theologiæ Moralis Colegii Salmanticensis
FF. Discalceatorum B. Mariæ de Monte Carmeli Primitivæ Observantiæ.”. El
capítulo analizado, titulado “De obligatione iudicis ad applicandas poenas in
lege taxatas” (Sobre la obligación del juez de aplicar las penas prescritas en
la ley), es el Capítulo II, punto III, § 4 del tratado, que tras en particular su
desarrollo de la II-II, q.67, a.4.
Publicado en 7 volúmenes entre 1665 y 1753, con diversas reediciones, el
curso simbolizó el pensamiento de la escuela carmelitana en el ámbito de la
teología y la filosofía moral, y desde el principio se declaró rigurosamente
5
Thomas Duve - Otto Danwerth (eds.), Knowledge of the Pragmatici: Legal and
Moral Theological Literature and the Formation of Early Modern Ibero-America
Iberian Worlds, Leiden, Brill, 2020.
599
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
tomista, pretendiendo seguir en lo que fuera adecuado el pensamiento de
Tomás de Aquino. El presente trabajo analizará la recepción del pensamiento
del Aquinate en esa cuestión, y cómo los Carmelitas Descalzos del siglo XVII
presentan su teoría sobre la naturaleza moral del carácter vinculativo de la ley.
2. El Tratado De Iustitia Et Iure de los Salmanticenses Carmelitas
Una de las características más destacadas de las diversas escuelas de
pensamiento de la Segunda Escolástica es su actuación en instituciones
universitarias, repercutiendo incluso en el Nuevo Mundo, ya que religiosos y
antiguos estudiantes de las universidades ibéricas fundaron las universidades
en el Nuevo Mundo y comenzaron a enseñar allí6.
Entre los principales centros intelectuales del período está la Universidad
de Salamanca, alma mater de muchos de los filósofos, teólogos y juristas de
la época. Salamanca era, de hecho, un centro multicultural, donde tanto laicos
como clérigos (seglares y regulares) asistían a la universidad. En su entorno,
se encontraban los diversos Colegios, ya sean Menores o Mayores,
pertenecientes a órdenes religiosas, vinculados institucionalmente a la
universidad y recibiendo diversos privilegios jurídicos y reconocimiento
oficial de sus estructuras y capacidades7.
Uno de esos colegios fue el Colegio de Santo Elías de los Carmelitas
Descalzos, en el cual la orden proveniente del movimiento de la reforma
católica buscó brindar a sus estudiantes una formación sólida en sus estudios
de filosofía y teología, especialmente en teología dogmática y moral. La orden
6
Ver: Águeda Rodríguez Cruz, La universidad en la América hispánica. Madrid,
Fundación MAPFRE, 1992; Mariano Peset Reig, “La adaptación del modelo
salmantino en las fundaciones de Lima y México (1551)”, Rodríguez San Pedro
Bezares - Polo Rodríguez (eds.), La Universidad de Salamanca y sus confluencias
americanas. Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 2008: 37-61.
7
Dámaso de Lário, Escuelas de Imperio: La formación de una elite en los Colegios
Mayores (siglos XVI-XVII), Madrid, Dykinson, 2019.
600
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Carmelita Descalza organizó sus estudios en tres fases: primero, el estudio de
la filosofía por las artes liberales, con un enfoque especial en las obras
aristotélicas; luego, el estudio de la teología desde Santo Tomás; y finalmente,
con un carácter más práctico, el estudio de la Teología Moral, siguiendo la
misma orientación tomista8.
Surge en ese contexto histórico-filosófico del Carmelo Descalzo, en el
último cuarto del siglo XVII, el “Cursus Colegii Salmanticensis Theologia
Moralis”. Escrito con la intención de ser un manual práctico (“pragmático”)
para los miembros de la orden, también pretendía condensar y unificar la
visión interna de los Carmelitas Descalzos en cuanto a la teología moral,
adoptando una línea en principio “tomista”.9
El curso en general trató en varios puntos cuestiones jurídicas (civiles y
canónicas, como en el caso, por ejemplo, del tomo II sobre el sacramento del
matrimonio). Sin embargo, es en su tomo III, publicado en su primera edición
en 1670, en la ciudad de Lyon, donde se incluyeron específicamente cuatro
tratados eminentemente jurídicos: I) De Legibus; II) De Iustitia & Iure; III)
De Restitutione; IV) De Contractibus.
Ver: José de Santa Teresa, Reforma de los Descalzos… t. IV, 1.18, c.60, n.15,
Madrid, 1683; Silverio de Santa Teresa, O.C.D. Historia del Carmen Descalzo en
España, Portugal y América, Burgos, Ed. Monte Carmelo, 1935; Ángel Fernández de
Mendiola, El Carmelo Teresiano en la Historia. Una nueva forma de vida
contemplativa y apostólica, v. I. Roma, Istituto Storico Teresiano, 2008.
9
Teodoro do SS. Sacramento, O.C.D. El “Curso Moral Salmanticense”: estudio
histórico y contenido jurídico, Salamanca, Universidad Pontificia de Salamanca,
1963.
8
601
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Los Carmelitas Descalzos, pertenecientes al Colegio de San Elías de
Salamanca, iban a clases en la Universidad de Salamanca, y tenían un plan de
estudios interno en el propio Colegio, donde los miembros tenían disciplinas
de estudios. El Curso de Teología Moral, organizado por profesores a pedido
de los Superiores de la Orden, fue innovador en cuanto a su organización y
extensión. Es importante recordar que la obra fue publicada entre la segunda
mitad del siglo XVII y el siglo XVIII, ya que sus tomos no fueron escritos
simultáneamente, siendo la primera edición del primer tomo publicada en
1665 y la primera edición del séptimo tomo, inicialmente concebido como un
apéndice al Cursus, solo en 1753.
Seis fueron los autores del curso, entre los cuales algunos participaron en
la composición de un extenso comentario a la Suma Teológica ya publicado
por la Orden Carmelita Descalza: Fr. Francisco de Jesús María (1599-1677),
proponente y organizador principal del curso; Fr. Andrés de la Madre de Dios
(1622-1674), autor principal de los tomos II, III y IV; Fr. Sebastián de San
Joaquín (1672-1719); Fr. Ildefonso de los Ángeles (1664-1737); Fr. José de
Jesús María (1682-1737); y Fr. Antonio del Santísimo Sacramento (17071761).
Ya el tomo III fue escrito principalmente por Fr. Andrés de la Madre de
Dios, que lleva su nombre en el frontispicio del volumen. Como se mencionó
anteriormente, fue editado por primera vez en Lyon en el año 1670. En el siglo
XVII, se realizaron cuatro ediciones del tomo III. En el siglo XVIII, hubo 10
ediciones, siendo la última en 1764, cuando se realizó una última reedición de
todo el Curso Salmantino de Teología Moral en Venecia.
La mayoría de las ediciones de la obra es del siglo XVIII, y las
publicaciones son casi simultáneas en dos lugares: Madrid y Venecia. Esto se
explica debido a la estructura interna del Carmelo Descalzo: había la
necesidad de atender la demanda de las dos Congregaciones de la Orden, que
eran independientes (la española y la italiana), así como al público más amplio
602
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
que comenzó a interesarse por la obra, dada la amplitud de temas tratados y
su recepción del Aquinate10.
3. El vínculo entre el juez y la pena legal
Entrando en el tema, recordemos que Santo Tomás trata la cuestión del
vínculo entre el juez y la pena legal en la II-II, q.67, a.4, donde cuestiona si el
juez puede relajar la pena de la ley, es decir, no aplicarla, o absolver al
acusado, especialmente en casos de derecho penal. Antes, se debe considerar
el lugar de ese artículo en la Suma, para abordar desde su contexto las
diferencias y similitudes con la disposición del tema en el tratado carmelita.
La cuestión 67 es parte del conjunto de la II-II de las cuestiones sobre la virtud
de la justicia, posteriormente comentadas bajo el título “De Iustitia et Iure” en
la Segunda Escolástica11. Su título es “De las injusticias cometidas por el juez
al juzgar”, y se divide en cuatro artículos: 1) ¿Puede el juez juzgar a alguien
que no sea su súbdito sin injusticia? 2) ¿Puede el juez juzgar en contra de la
verdad que conoce, basándose en la información del proceso? 3) ¿Puede el
juez condenar sin injusticia a quien no está acusado? 4) ¿Puede el juez relajar
la pena?
En el tratado carmelita, el comentario sobre esta cuestión aparece en otro
contexto, en el Capítulo II, punct. III, § 4 del tratado. El capítulo II trata sobre
cómo, por su naturaleza, las leyes generan obligaciones. El tercer punto de
este capítulo trata entonces sobre una de las especies de obligación legal: la
obligación generada por la ley penal.
10
Ángel Fernández de Mendiola, El Carmelo Teresiano en la Historia: una nueva
forma de vida contemplativa y apostólica, v. III, Roma, Istituto Storico Teresiano,
2011; Anastasio Roggero, Genova e gli inizi della riforma teresiana in Italia (15841597), Roma, Istituto Storico Teresiano, 1994.
11
José Barrientos García, “Los Tratados ‘De Legibus’ y ‘De Iustitia et Iure’ en la
Escuela de Salamanca de los siglos XVI y XVII”, Salamanca: Revista de estudios,
47, 2001: 371-415.
603
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Igualmente, dividen el punto en cuatro cuestiones: a) Sobre la obligación
inmediata que impone la ley penal sobre la conciencia; b) Sobre la obligación
mediata que impone la ley penal a través de la aplicación de la pena; c) Sobre
la obligación del infractor de la ley penal frente a la sentencia condenatoria;
d) ¿El juez tiene la obligación de aplicar la pena establecida en la ley?12.
En la cuestión 67, Tomás afirma que el juez es el intérprete de la justicia y
su decisión es como si fuera una ley particular aplicada a un caso particular.
También sostiene que el juez no juzga para sí mismo, sino para otros, de
manera que siempre decide entre dos partes y no actúa investido de su propia
autoridad, sino de una autoridad pública13. Ese último punto es fuerte en su
argumentación: Tomás afirma expresamente que, si no hay pruebas públicas
suficientes en un proceso, el juez debe juzgar incluso en contra de la verdad
“In hoc puncto quatuor nobis circa legem poenalem examinanda sunt. Primum de
obligatione immediata, quam lex imponit in conscientia. Diximus multoties, legem
pure poenalem non imponere obligationem exercendi actum, quem sub poena
proponit; sed subeundi poenam, quam taxat. Hoc ergo in praesenti examinandum est,
an non solum ad poenam, sed immediate ad actu detur lex poenalis in conscientia
obligans, & quomodo id fiat? Secundum circa obligationem meditatam quam lex
poenalis imponit poenam subeundi; an hoc fiat ante sententiam iudicis, saltem
declaratoriam criminis? An ipsa expectata, non aliter? Tertium, quam obligationem
habeat transgressor poenalis legis ad poenam post sententiam legitimam iudicis
condemnatiuam illius? Quartum, quam obligationem habeat iudex applicandi poenam
in lege taxatam transgredientibus talem legem?”. Andrea a Matre Dei, Cursus
Theologiae Moralis Tractatus Quatuor.... 1ª ed, Lugdunum, Arnaud., et Petri Bordi,
1670, p. 36.
13
“Respondeo dicendum quod iudex est interpres iustitiae, unde sicut philosophus
dicit, in V Ethic., ad iudicem confugiunt sicut ad quandam iustitiam animatam. Iustitia
autem, sicut supra habitum est, non est ad seipsum, sed ad alterum.” S.T. II-IIe, q.67,
a.3. “Respondeo dicendum quod, sicut ex dictis patet, duo sunt, quantum ad
propositum pertinet, circa iudicem consideranda, quorum unum est quod ipse habet
iudicare inter accusatorem et reum; aliud autem est quod ipse non fert iudicii
sententiam quasi ex propria, sed quasi ex publica potestate”. S.T II-IIe, q.67, a.4.
12
604
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
que conoce, porque él juzga en función de lo que ha llegado a su conocimiento
como persona pública, no como persona privada14.
Así, hay dos razones por las cuales él niega la posibilidad de que el juez
relaje la pena de la ley: primero, muchas veces quien acusa tiene el derecho
de ver al acusado condenado, y absolverlo sería una injusticia para una de las
partes. La segunda razón es que la condena de un delito sería un bien para la
comunidad, a la cual el juez representa y por ella fue investido en su autoridad,
ya que la condena serviría como ejemplo, de modo a evitar nuevos delitos y
pecados.
Es a partir de este punto que Andrés de la Madre de Dios desarrolla el tema,
ampliando y desarrollando la argumentación de Tomás. El carmelita pretende
desarrollar sistemáticamente la cuestión del vínculo de obligación al que el
juez está sometido por la pena de la ley, de manera que no trató solo la
hipótesis de la absolución, sino también la hipótesis en la cual el juez podría
“Respondeo dicendum quod, sicut dictum est, iudicare pertinet ad iudicem
secundum quod fungitur publica potestate. Et ideo informari debet in iudicando non
secundum id quod ipse novit tanquam privata persona, sed secundum id quod sibi
innotescit tanquam personae publicae. Hoc autem innotescit sibi et in communi, et in
particulari. In communi quidem, per leges publicas vel divinas vel humanas, contra
quas nullas probationes admittere debet. In particulari autem negotio aliquo, per
instrumenta et testes et alia huiusmodi legitima documenta, quae debet sequi in
iudicando magis quam id quod ipse novit tanquam privata persona. Ex quo tamen
ad hoc adiuvari potest ut districtius discutiat probationes inductas, ut possit earum
defectum investigare. Quod si eas non possit de iure repellere, debet, sicut dictum est,
eas in iudicando sequi. [...]. Ad primum ergo dicendum quod ideo praemittitur in
verbis illis de quaestione iudicibus facienda, ut intelligatur quod iudices debent
veritatem iudicare secundum ea quae fuerunt sibi proposita […]. Et ideo in iudicando
informatur secundum veritatem quam ipse cognoscit, non secundum hoc quod ab aliis
accipit. […] Ad quartum dicendum quod homo in his quae ad propriam personam
pertinent, debet informare conscientiam suam ex propria scientia. Sed in his quae
pertinent ad publicam potestatem, debet informare conscientiam suam secundum ea
quae in publico iudicio sciri possunt, et cetera”. S.T. II-IIe, q.67, a.2.
14
605
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
disminuir o aumentar autónomamente la pena prevista en la ley en el caso
concreto.
El párrafo §4, que trata la cuestión (d) – si el juez tiene la obligación de
aplicar la pena establecida en la ley – comienza con una cita de Agustín, en la
que afirma que no está permitido al juez juzgar las leyes, sino juzgar según las
leyes (Cum non liceat iudici de legibus iudicare, sed secundum ipsas).
También afirma: el juez pecaría mortalmente si no ejecutase la pena prevista
en la ley, según la gravedad de la materia, aunque pronto presenta excepciones
a tal situación15.
El vínculo de la ley, por lo tanto, se entiende como un vínculo moral: “Uno
de los efectos o propiedades de la ley es obligar a los súbditos a cumplirla, lo
que el propio nombre de ley indica, dado que su origen proviene de 'ligando',
ya que ata a los súbditos a un vínculo, no físico, sino moral”16. Así, el juez que
aumenta la pena establecida por ley tendría que restituir al acusado que fuera
condenado a una pena mayor de la que le correspondía, a menos que este
aumento de pena estuviera justificado por las circunstancias extraordinarias
del delito, como su atrocidad17.
“Cum non liceat iudici de legibus iudicare, sed secundum ipsas, ut inquit D.
Augustin. relatus in cap. in istis, dist. 4., hinc est, quod tenetur iudex poenas a lege
praescriptas reo applicare, & peccabit mortaliter iuxta gravitatem materiae, si poenam
latam, vel ferendam in lege taxatam, non exequatur; quia officium iudicis non est
ferre, aut mutare leges: sed eas executioni mandare: ergo delinquit contra legem
eas praetermittendo, grauiter, vel leviter, iuxta gravitatem materiae, sive per
execessum, si ultra poenam taxatam in lege maiorem applicaverit; sive per defectum,
poenam assignatam in lege praetermittendo” . Andrea a Matre Dei, Cursus Theologiae
Moralis Tractatus Quatuor.... 1ª ed. Lugdunum, Arnaud., et Petri Bordi, 1670, p. 43.
16
Traducción de los autores: “Unus ex effectibus, seu proprietatibus legis est obligare
subditos ad sui executionem, id quod ipsum nomen legis indigitat, quod
a ligando originatur, eo quod sit vinculum súbditos adstringens, non physice, sed
moraliter”. Andrea a Matre Dei, Cursus Theologiae Moralis Tractatus Quatuor.... 1ª
ed, Lugdunum, Arnaud., et Petri Bordi, 1670, p. 26.
17
“Unde si maiori poena reum afficiat ab illa quae est in lege ferendae, vel latae
sententiae, tenetur ad restitutionem excessus illi faciendam, quia reus solum debet
15
606
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
De igual modo, estaría prohibida la disminución de penas por parte del juez
(excepto en casos en que el juez pueda prudentemente justificar la
disminución), ya que eso sería en contra de la justicia legal y punitiva, que
exige el cumplimiento de la pena, con el fin de favorecer al bien común de la
sociedad y persuadir a las personas a no cometer nuevos delitos18.
4. Conclusión
Se percibe por esa lectura que los carmelitas, apropiándose de las
respuestas de Tomás de Aquino a la cuestión en la Summa, la glosan y
desarrollan, comentando casos y exponiendo su intelección de las reglas
morales, al modo de la literatura pragmática del siglo XVII. De hecho, a partir
de los principios que los carmelitas entienden que están por detrás de las
respuestas de la Summa, incluso desarrollan excepciones a la respuesta dada
inicialmente por el Aquinate, como en el caso de la posibilidad de una
absolución por el juez, aunque esa solo podría darse en casos excepcionales y
debidamente justificados.
poenam in lege positam a iudice applicandam, sed qui ab alio exigit plusquam debet,
peccat, & ad restitutionem excessus tenetur [...] quod est intelligendum, nisi delictum
cum extraordinariis circumstantiiis commitatur, quae illud gravius, & atrocius
efficiant, quia tunc iudicis est poenam augere, & arbitrariam applicare: sic enim
Reipublicae expedit, cuius bono incumbere tenetur”. Andrea a Matre Dei, Cursus
Theologiae Moralis Tractatus Quatuor.... 1ª ed, Lugdunum, Arnaud., et Petri Bordi,
1670, p. 43.
18
“Peccat similiter iudex iuxta grauitatem materiae, si poenam in lege positam minuat;
eo quod praebet occasionem ad frequentiam delictorum; & quia est contra iustitiam
legalem, & punitivam, quod delicta non sint sufficienter punita; & quia iudex leges
iustas tenetur observare, quia cum leges poenales non obligent immediate
delinquentem, nec mediate, nisi supposita sententia iudicis; si nunc non obligarent
poenas in lege taxatas per sententiam applicare, nullus his legibus obligatus manebit.
Poterit tamem tam superior, quam inferior iudex poenas legis minuere ex iusta causa,
quantum par fuerit, & ipsa causa permiserit, arbitrio prudentum, ut de Superiore docet
D. Th. 2.2. q.67 art.4”. Andrea a Matre Dei, Cursus Theologiae Moralis Tractatus
Quatuor.... 1ª ed, Lugdunum, Arnaud., et Petri Bordi, 1670, p. 44.
607
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Las referencias a cuestiones de la Summa presentan otras citas a autores
contemporáneos al tiempo del tratado, especialmente dominicos y jesuitas, de
donde los carmelitas son conscientes que el texto y las ideas de Tomás habían
pasado por un largo proceso de recepción y desarrollo. Además, la
comprensión de la fuerza de la ley como una fuerza moral primaria sobre los
súbditos es lo que justifica el tratamiento de cuestiones jurídicas, muchas
veces de manera minuciosa, por parte de la teología y la filosofía moral, ya
que el derecho no era visto como una disciplina completamente autónoma.
El centro de la exposición, por lo tanto, es que normalmente el juez está
sujeto a aplicar la pena prevista en la ley, que lo vincula moralmente; pero,
excepcionalmente, puede decidir que un caso particular es excepcional y
requiere una pena mayor o menor, de donde se aplica otra pena en su
sentencia, desde que justifique. Además, se reconoce el derecho del acusado
a que se le aplique la pena prevista en ley, y un derecho de restitución ante el
juez y el reino, si se ve perjudicado por sentencia contra legis que se le aplica.
608
Elementos filónicos en el tratamiento de los sueños
en De anima de Tertuliano
Ignacio Pérez Constanzó
RLFM, Argentina
La presencia de Filón de Alejandría es indiscutida en muchísimos
autores de la Patrística. Bajo la hipótesis de que puede trazarse cierta
influencia filoniana en el breve pasaje sobre los sueños del De anima de
Tertuliano (¿160-220?; en el rango 150-250), se estudiarán algunos puntos
de coincidencia que parecen señalarlo, y de algunas cuestiones contextuales
para valorarlas.
Tertualiano fue un apologista cristiano que según parece siempre se
mantuvo dentro de los confines de Cartago, su tierra natal en la que murió.
Sabemos muy poco de él, casi todo por sus propios escritos; de cultura y
lengua latina, hay algunas semejanzas con Filón a pesar de sus diferencias de
lengua, geografía (unos 2.000 kms. por mar), siglo y religión.
El De anima es una obra apropiada para estudiar su filonismo (si acaso lo
hay) por los temas coincidentes en general, de entre los que se estudiará el de
los sueños. La obra está datada entre los años 208-2121, lo que nos permite
redondear su factura en 150 años desde la muerte de Filón, tiempo suficiente
para que doctrinas e ideas pudieran haber llegado a Tertuliano. En todo el De
anima no se menciona a Filón, lo que permite su análisis en pos de esta
vinculación mediante coincidencias temáticas.
Algunas similitudes entre los autores son: a) ambos son de una gran
cultura, b) ambos son autores con gran contenido y cultura filosófica, aunque
no se considerasen a sí mismos filósofos, c) ambos cuentan con obras que
J. Javier Ramos Pasalodos, “Introducción”, en Tertuliano, Acerca del alma, edición
de J. J. Ramos Pasalodos, Madrid, Akal, 2001, p. 21.
1
609
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
han resultado difíciles de analizar por su carácter fragmentario y por lo poco
conocida que nos resulta su época y contexto, d) se destaca que son autores
por los que conocemos a otros autores o corrientes de la época. No
trataremos de ellas, sino del tema de los sueños, tema que necesariamente
quedará incompleto pues merece un estudio mayor.
Contexto
Si bien desde el sitio de Jerusalén y la caída del templo hubo un creciente
alejamiento y al fin ruptura entre las comunidades de los judíos y los
judeocristianos 2 , el contacto con las doctrinas filónicas, de haberse dado,
pudo haber sido por fuera de la tradición judía o la judeocristiana (si acaso
son diferentes) sino en algún ambiente de corte griego, pues Filón vivió en
ese ambiente y en esa lengua escribió. No sabemos si Tertualiano viajó,
aunque se conjetura que si lo hizo, es más probable que lo hiciera hacia
Roma o algún sitio de la península Itálica; pero los textos y sus contenidos
viajan con gran facilidad. En Cartago había en tiempos de Tertualiano una
importante presencia judía 3 , atestiguada por la tradición rabínica (cuyos
escritos son posteriores a esta época) y por restos arqueológicos4. G. Resch
señaló en 1905 que en Cartago (así como también en Lyon) el
vegetarianismo entre los cristianos seguía en esta época a una interpretación
respecto a normas alimentarias de corte judío tradicional (o de
judeocristianismo) y no de una versión más acorde al mundo gentil, a pesar
de que el primer concilio ecuménico había declarado prescindibles y
superadas tales normativas. Conservar este rasgo, cabe destacarlo, era a esta
altura algo excepcional5. También en esa época las vírgenes judías utilizaban
2
Francisco García Bazán, El gnosticismo: esencia, origen y trayectoria, Buenos
Aires, Guadalquivir, 2009, pp. 131-132.
3
W. H. C. Frend, The donatist church. A movement of protest in Roman North
Africa, Clarendon Press, Oxford, 1952, p. 87.
4
David T. Runia, Philo in Early Christian Literature. A survey, Assen, Van
Gorcum, 1993, p. 278.
5
W. H. C. Frend, “The gnostic sects and the Roman Empire”, The Journal of
Ecclesiastical History, 5, 1, 1954: 25-37; p. 27.
610
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
velo en Cartago, al modo judío (entendiendo por esto, los judíos de tradición
hierosolimitana)6, lo que confirma el dato anterior. La relación de Tertuliano
con los judíos no es suficientemente clara, pues, como se ha dicho “el
problema de la relación entre judíos y cristianos en el siglo II es un asunto
complicado e importante”7, en lo que la presencia en Cartago de exiliados de
Jerusalén de modos de vida tradicionales debe considerarse como de
hipotética existencia, pues no se registra que fuese uno de sus destinos
preferentes.
Respecto a Tertuliano se ha argumentado que los judíos contemporáneos
fueron sus aliados contra otras posturas, como los gnósticos o los paganos,
pero él también escribió Contra Iudaeos contra ellos, por lo que hay en él
una posición ambivalente frente a los judíos o al menos no uniforme o
constante en todos los temas8. Se registra en él un fuerte rechazo a los judíos
ya en el 197 por el modo en que algunos de ellos se burlaban de las creencias
cristiana 9 , aunque este motivo puede considerarse circunstancial o
anecdótico y o doctrinal.
Tertuliano estaba muy versado en doctrinas anteriores de muchos
orígenes y corrientes, pero hay poca certeza respecto a qué obras leyó. Es un
autor reacio a mencionar obras, pero no tanto respecto a la mención de
autores o escuelas. Se considera que su conocimiento era más bien
doxográfico, pero sin que esto implique deformidad en las doctrinas que
describe. Es decir que, tanto respecto a Filón (si fuera el caso) como a otros
autores, podemos considerar como muy probable que el conocimiento fuera
indirecto, mediante algún resumen, extracto u otro tipo de material de
estudio recopilatorio.
W. H. C. Frend, “A note on Tertullian and the Jews”, Studia patristica, 10 (1970),
pp. 291-296; p. 292.
7
Ibíd., p. 291.
8
Ibíd., pp. 292-294.
9
W. H. C. Frend, pp. 294-295; Apol., 7.3: “Tot hostes eius quod extranei et quidem
proprie ex aemulatione Iudaei, ex concussione milites...”.
6
611
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
De anima sobre los sueños y sus coincidencias filónicas
Tertuliano trata en esta obra muchos temas, y entre ellos el tema de los
sueños después de hablar del pecado original y de la muerte. Llama a los
sueños “speculo mortis” en los §§ XLII.3 y L.1, es decir inmediatamente
antes y después del tratamiento sobre el sueño, que abarca los §§ XLIII y
XLIX por completo.
Una primera cuestión es la de la división de los sueños. Filón había
hecho una división tripartita basada en la de los estoicos10, según el criterio
divisivo del origen de los sueños. Tertualiano sigue también una división en
tres. El primer tipo de sueños es que denomina visio y que proviene de Dios
(De anima, XLII.2); es sin duda bueno en cuanto a sus contenidos y efectos.
Dios otorga estos sueños tanto a los paganos como a los cristianos. En
segundo lugar está el sueño que llama somnium y que procede del demonio
en la mayor parte de los casos (De anima, XLII.1); se trata de un tipo de
sueños que inducen a engaño pues “son mentirosos y de falsa apariencia y
tanto más vanos, ilusorios, desordenados e inmundos. No es digno de
admiración que los sueños sean imágenes de lo que existe en la realidad”.
Estos sueños “pueden ser de vez en cuando verídicos y favorables”; y
pueden ser simbólicos o alegóricos. El tercer tipo de sueño es aquél que
denomina oraculum; es producto de la propia alma (De anima, XLII.3)
quizás también con colaboración del cuerpo.
Tertuliano agrega otro tipo de sueños, que son los que no provienen de
ninguno de estos tres orígenes –Dios, los demonios en la mayor parte de los
casos, y el alma misma– y que quedan fuera o a salvo de la opinión, de la
interpretación e incluso quedan fuera de la mera narración (De anima,
XLII.4); se asocian al éxtasis o a la disposición. El criterio sigue siendo
triple pues los orígenes son tres, simplemente aquí se incluyen otros casos
anómalos como a modo de cajón de sastre: sueños por malestar o
Sofía Torrallas Tovar, “Sobre la clasificación de los sueños en Filón de
Alejandría y sus implicaciones posteriores”, Cuadernos de Filología Clásica:
Estudios griegos e indoeuropeos, 9, 1999: 191-212; p. 193.
10
612
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
enfermedad, por haber visto o vivido una acción violenta antes de dormir o
por exceso en la ingesta de alimentos. Todos estos casos son, por así decir,
de origen orgánico o corporal, pero en cualquier caso se mantiene siempre
ajeno a los tres orígenes antes mencionados.
En De somiis 11 de Filón esta división triple es clara, y el visio
corresponde en Filón a ὅραμα, tratada en la primera parte de la obra, que no
ha llegado a nosotros y de la que pocas noticias tenemos sobre su contenido.
El somnium es el tipo de sueño que podemos asociar al filónico ὅνειρος y al
que le dedica el libro I. El tercer tipo de sueño es el oraculum y su
correspondiente en Filón es χρηματισμός, al que dedica el libro II.
Me detendré en el segundo tipo de sueño, ὅνειρος, de los ángeles, bajo la
interpretación de la escala de Jacob (Gen. 28, 11-15) por la que en un sueño
ve que ellos acceden a Dios. El alma misma es la escalera, según Filón, por
la que los ángeles suben y bajan del orden celeste, de Dios mismo (De
somniis I, 146). Estos sueños, los de esta escala, están producidos por el
λόγος, es decir, por los ángeles o demonios, que según el mismo Filón son
llamados δαίμονας por los filósofos y ἀγγέλους por la Sagrada Escritura (De
somniis I, 141; De gigantibus, II12). Es decir, por creaturas intermediadoras.
Estas son instancias o creaturas puestas para nuestro provecho y para la
glorificación de Dios; lo que no obsta a que a veces no cumplan su función.
Recuerda Filón que la escala puede hacer que el λόγος ascienda o descienda,
mostrándonos así lo sublime o lo terreno (De somniis I, 149), lo que tiene
una innegable similitud platónica, además de la integración de ambas
tradiciones de personajes.
11
Las referencias a Filón de Alejandría correspoden a Philo, Vol. 5: On Flight and
Finding. On the Change of Names. On Dreams y a Vol. 2: On the Cherubim. The
Sacrifices of Abel and Cain. The Worse Attacks the Better. On the Posterity and
Exile of Cain, On the Giants, traducción de F. H. Colson & G. H. Whintaker,
Cambridge, Harvard University Press, 1968 [1934] y 1994 [1929].
12
En De gigantibus II incluso hay una asimilación de esta idea a la de los seres
invisibles que vivifican el universo, tal como los ríos, los cielos y las estrellas. La
vinculación de esto con el orden cosmológico típicamente platónico es evidente.
613
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Filón hace hincapié en el carácter interpretativo del hombre, mediante su
inteligencia y su integridad ética, para interpretar los sueños. Estos dos
aspectos son importantes tanto por su novedad al comentar un texto bíblico,
al menos por nuestro escaso conocimiento de cómo se interpretaba Génesis
en aquella época, como por la integración de dos aspectos como son el rol de
la inteligencia, de gran importancia para todo el pensamiento griego, como
por la relevancia del carácter ético del hombre. Esto último fue de enorme
raigambre en las tradiciones platónica y estoica. Ambos aspectos fueron
mencionados por Tertuliano, aunque con un corte diferente pues destaca el
tema de la inteligencia por su encendida defensa de la inmaterialidad del
alma en su corte platónico, con su eterno movimiento y su inmortalidad,
pero regido por su concepción cristiana de la resurrección de los muertos.
El primer aspecto –la racionalidad– es un rasgo identitario del alma para
Tertuliano. También lo es para Filón, que considera que nadie está puro
hasta la tarde, pues antes predominan los elementos de la sensibilidad13, es
decir, los elementos propios de lo corporal. En Filón la vinculación al mal
está por la preferencia de lo más alejado de Dios por sobre lo más cercano a
él, es decir, por lo corporal. En Tertuliano esto se da de modo análogo, con
la diferencia, quizás, de que Tertuliano parece ser menos creativo o
innovador (ante nuestros ojos) que lo que es Filón, pero es claro que ambos
tenían sólidos conocimientos filosóficos. Ambos autores tienen una
preferencia clara por lo divino por sobre lo material, y por el alma frente al
cuerpo, por así decirlo.
El segundo aspecto –el carácter ético del hombre que interpreta los
sueños– también tiene una contracara a destacar: allí está la explicación de
porqué Dios no es responsable de la acción de los demonios en el mal. Es
una exaltación de la impronta de la libertad humana, o de su responsabilidad,
en la que Dios queda exento del mal. Este tema Filón apenas lo perfila, pero
no está ausente. La contracara del tema de la libertad humana está en el
De somiis, I, 81: “ού χάριν άγνεύειν ούδένα προ εσπέρας φησιν ο ιερός λόγος
δύνασθαι, τής διανοίας ύπό τών κατ’ αΐσθησιν κινήσεων έτι παρευημερουμένης”.
13
614
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
desarrollo de virtudes, en el mérito ético del hombre para lograr ser un buen
intérprete, que tiene no sólo semejanzas con Platón mismo, sino en el
platonismo medio14 y que se encuentra vinculado al esfuerzo en pos del bien.
La importancia del hombre virtuoso está en vinculación a los sueños, en
su carácter misterioso, aspecto sin duda central. Filón es muy explícito
respecto al carácter de sombra, misterio, clave, arcano, no ya de los sueños,
dado que de ellos su inescrutabilidad es esperable, sino de la realidad misma
(De somiis, I, 14; 79; 81-82; 86; 95; passim).
Una imagen bíblica que Filón destaca es la del sol. Esta imagen está
asociada a Dios mismo, pues él hace visible todo lo que estaba oculto, pero
él además es el artesano y creador de todas ellas, que antes de su acción no
existían (De somiis, I, 76). El sol también es imagen de la inteligencia del
hombre (De somiis, I, 77), que es intérprete mediante el cual el hombre
virtuoso puede discernir y entender lo que se le presenta en clave, de modo
misterioso u oculto. Así como Filón explícitamente rechaza la interpretación
literal de la Escritura (De somiis, I, 102), podría decirse que algo afín
concibe respecto de los sueños. En Tertuliano no hay relación del campo
ético con la interpretación de los sueños; es decir, no trata cómo el desarrollo
ético del hombre puede propiciar buenas interpretaciones oníricas o cómo
evitar las malas.
De somiis se centra en la interpretación bíblica, y el apartado sobre los
sueños de Tertuliano está enmarcado en un tratado que versa sobre el alma, y
por ello hace hincapié en lo que remite a ella o a temas que no son de estricta
interpretación bíblica. El tratamiento de los sueños que hace Tertuliano es
mucho menos extenso del de Filón –en varias obras, como De Iosepho, De
specialibus legibus, etc.–, aun cuando se conserva de modo parcial. Además,
Tertuliano está en discusión con una tradición latina y griega que trata in
14
Aun teniendo en cuenta dificultades en esta comparación. Cf. David T. Runia,
“Redrawing the map of early Middle Platonism: some comments on the Philonic
evidence”, en A. Caquot, M. Hadas-Lebel, & J. Riaud, Hellenica et Judaica:
hommage à Valentin Nikiprowerzsky, Leuven, Peeters, 1986: 85-104; passim.
615
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
extenso; no así Filón, al menos en De somniis. Eso explica la insistencia de
Tertuliano en el carácter inmortal del alma o del pormenorizado análisis de
las tradiciones mánticas latinas o griegas, así como a gran parte de la
literatura, aunque sea sólo de relatos al respecto.
En el tipo de providencia que Filón aplica al segundo tipo de sueños se
concilian varios aspectos. Por un lado, una providencia atenta a lo particular,
dedicada y no ciega, al modo de la naturaleza inmodificable o según el modo
farisaico-legalista. Es claro que el rol de la providencia es similar o antecesor
al del cristianismo, aunque tenga raíces estoicas y platónicas15, con lo que
aquí hay otra coincidencia con Tertuliano.
Una diferencia entre ambos tratamientos se halla respecto a los ángeles.
Si bien según Filón los intermediarios son ángeles, no hay una distinción
entre buenos y malos, entre fieles y díscolos o rebeldes. Es decir, el mal es el
alejamiento de Dios, desde ya, y no proviene de él, pero no se atribuye a las
realidades angélicas. Algunos han indicado que Filón ha buscado eludir
esto16. En el caso de Tertuliano, en cambio, hay una distinción muy clara
entre ángeles y demonios; en definitiva, se trata ya de una angelología
cristiana, en la que en este punto parece haber una singular diferencia.
Cabe agregar, por último, que Tertuliano combatió con fuerza el
gnosticismo, que no se sabe desde cuándo estuvo presente en el norte de
África, pero por el empeño que puso en refutarlo parece haber sido fuerte17.
Tertuliano fue un gran crítico de Marción, un gnóstico que floreció entre 140
y 160 y que consideró que Dios era una instancia superior al Demiurgo, que
era el Dios de los judíos según él había juzgado después de haber estudiado
el asunto. Marción rechazó el Antiguo Testamento por ser incompatible con
Marta Alesso, “Qué significa la divina providencia en la teología de Filón de
Alejandría” Circe, 20, 2, 2016: 113-129; p. 119.
16
Massimo Cacciari, L’angelo necessario, Milano, Adelphi, 72008 [1992], pp. 44-45
17
W. H. C. Frend, “The Gnostic-Manichaean Tradition in Roman North Africa”,
The Journal of Ecclesiastical History, 4, 1, 1953: 13-26; p. 15.
15
616
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
el Evangelio y por insostenible en sí mismo tras su examen en muchos
puntos. Filón le dedicó su atención en Ad Marcionem.
Los gnósticos tenían dificultades para conciliar las interpretaciones duras
del Antiguo Testamento18, por lo que se podría conjeturar que Tertualiano
utilizara el método filónico para interpretar el AT, además de la conciliación
con el platonismo o con otras doctrinas (claramente presentes) en la medida
en que coincidieran con él. La cuestión aquí, entonces, está en porqué no
hubo mención a Filón, si es que lo conoció de doctrina y nombre. Aunque
Tertuliano hizo mención a numerosísimos personajes de la tradición literaria
y filosófica, no mencionó a Filón. Si lo conoció, lo que sigue siendo una
conjetura verosímil, surge la obvia cuestión de porqué.
Una entre las tantas hipótesis que podrían plantearse sería el judaísmo de
Filón, con el que algún contemporáneo de Tertuliano podría asociar a los
judíos, aunque Filón hubera sido alejandrino. Pero en esta construcción hay
varios ladrillos hipotéticos: poco sabemos de esta época como para
conjeturar cómo sería percibido Filón, y menos aún cómo Tertuliano pudo
haber considerado sobre esto. En cualquier caso, da igual conjeturar por qué
vía es que Tertuliano pudo haber llegado a las doctrinas de Filón. Debe
tenerse en cuenta que incluso la representatividad de Filón como judío o
como griego deben considerarse hipotéticas, dados los pocos datos que
tenemos19.
Colofón
Es impropio dar una conclusión sobre el tema, en primer lugar por otros
puntos de comparación no mencionados entre Tertuliano y Filón, incluso
solo en De somniis. No obstante, y a pesar de los intereses diversos entre los
públicos a los que estas dos obras están dirigidas y a las diferencias
W. H. C. Frend, “Old Testament in the Age of the Greek Apologists”, Scotish
Journal of Theology, 1973: 129-150; p. 137.
19
Rodrigo Laham Cohen, “La literatura rabínica a la luz de Filón de Alejandría”,
Circe, 22, 2, 2018: 11-26; pp. 14-16.
18
617
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
temáticas y contextuales, hay un significativo número de coincidencias que
permiten esbozar como de alta probabilidad el conocimiento de Filón por
parte de Tertuliano. Desde ya, este conocimiento pudo haberse dado por
muchas vías (a través de qué tradición y mediante qué juicio sobre Filón) y
de diferentes formas (lectura directa o indirecta, parcial o total, etc.).
Es claro, además, por los pocos datos que tenemos del propio contexto
de Filón, de la comunidad de Jerusalén después del exilio, y de Cartago en
esta época, que poco más que aventurar hipótesis explicativas es lo que
podemos hacer. Sobre este asunto y sobre ambos autores vale lo que escribió
Erwin Goodenough sobre Filón:
“Por importantes que estas ideas puedan parecernos a nosotros en una
forma sistemática, Filón nunca se tomó la molestia de organizar su
pensamiento, o de presentarlo de una manera organizada, sobre ninguna de
estas ideas. Si queremos saber cómo consideró sobre cualquiera de estos
asuntos debemos recolectar entre los dispersos pasajes en los que se
refiere a tales ideas”20.
20
Erwin R. Goodenough, An Introduction to Philo Judaeus, Blackwell, Oxford,
1962, p. 20: “Important as these ideas in systematic form may seem to us, Philo
never bothered to organize his thinking, or to present his thinking in organized form,
on any of them. He did not think that way. If we want to know how he felt on any of
these matters we must collect the scattered passages from all his writings where he
refers to them”.
2
618
Filosofia e Religião na perspectiva de Al-Fārābī
Maykel Honney Souza Lobo
UFC, Brasil
Introdução
Antes de al-Fārābī (260 - 339 H / 871 - 950 d.C.), não havia um pensamento
filosófico sistematizado na Filosofia Árabe, também conhecida como Falsafa.
Al-Fārābī é considerado o primeiro filósofo árabe a desenvolver um sistema
filosófico abrangente, englobando Metafísica, Epistemologia, Política e Ética.
Ele é conhecido por sua metafísica inspirada no aristotelismo e no
neoplatonismo. Na obra Da Política, al-Fārābī apresenta um modelo
ontológico emanacionista, partindo da descrição do Ser Primeiro, passando
pelo Universo até chegar à natureza e à alma humana.
A escolha de iniciar uma obra política com uma análise metafísica se deve
à compreensão de que não há uma separação verdadeira entre Metafísica e
Política. Após essa análise ontológica, ele busca descrever o melhor modelo
de cidade, seguindo a tese platônica de que a Cidade Ideal é governada por
um rei-filósofo. Dentro desse contexto, al-Fārābī destaca o papel da filosofia
e da religião na construção da sociedade.
Por conseguinte, este trabalho pretende analisar principalmente a relação
entre filosofia e religião, explorando a distinção entre os métodos essencial e
da representação na busca pela verdade. Ele começa com a análise do modelo
de Cidade Virtuosa delineado por al-Fārābī.
O lugar da Filosofia no pensamento de al-Fārābī
No que concerne à realidade humana e as suas associações, al-Fārābī
destaca que o ser humano é naturalmente um ser social. Para ele, as
619
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
associações humanas são necessárias, pois, por meio delas, o ser humano
consegue realizar suas funções e se aperfeiçoar. Por conseguinte, se as
associações são naturais e necessárias, surge uma questão fundamental para o
filósofo: Qual seria a melhor forma de associação? Para se pensar nessa
questão, é preciso levar em conta os princípios que geram as associações
humanas – se, por meio delas, os seres humanos podem sobreviver e se
aperfeiçoar, então qual é o melhor modelo de associação para conduzir os
cidadãos ao aperfeiçoamento humano?
Influenciado pela política platônica1, al-Fārābī pensa em um modelo de
associação governado pela virtude e pelo saber filosófico. A necessidade do
saber filosófico na autoridade máxima da Cidade Virtuosa está associada
precisamente com a questão do aperfeiçoamento humano. Na concepção de
al-Fārābī, a perfeição humana e a sua felicidade estão associadas ao
conhecimento metafísico, isto é, ao conhecer a Causa Primeira, a ordenação
do Universo, a ordenação dos seres na estrutura do cosmos, o ser humano pode
conhecer o seu papel dentro do universo. Nesse sentido, obter o conhecimento
dos Inteligíveis é o mesmo que alcançar a felicidade humana.
Para a obtenção da felicidade, segundo o filósofo, é preciso considerar a
questão do conhecimento teorético e do conhecimento prático. Para al-Farabi,
há um duplo movimento que necessariamente deve ser realizado quando se
busca alcançar a felicidade absoluta. O primeiro movimento refere-se ao
processo de ascensão aos inteligíveis, ocorrendo quando o indivíduo conhece
os princípios inteligíveis e compreende o conhecimento metafísico; trata-se,
portanto, de um processo epistemológico-ontológico2 e, por meio desse
processo, o indivíduo alcança a felicidade.
1
Cf., Platão, República, Tradução de Carlos Alberto Nunes, 3, Ed. Belém, EDUFPA,
2000, 473d.
2
Epistemológico, porque é um processo que ocorre a partir da apreensão dos
inteligíveis; ontológico, porque, durante o processo de conhecimento, a natureza do
ser que conhece se modifica, assemelhando-se ao ser conhecido. Portanto, o processo
de conhecimento da realidade implica, para além da ampliação do conhecimento
620
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Contudo, conforme exposto acima, o conhecimento da verdadeira
felicidade não é suficiente. É preciso realizar o movimento descendente, isto
é, após obter o conhecimento teorético, deve-se colocar o novo saber em
prática, transformando os hábitos morais em hábitos virtuosos. A dimensão
prática deve ser levada em consideração por aquele que governa a cidade.
Logo, o governante não deve apenas buscar a virtude para si, mas também
deve liderar os cidadãos, conduzindo-os em direção à virtude. Nesse sentido,
o governante primeiro, segundo al-Fārābī, para alcançar verdadeiramente a
felicidade, deve ir além do movimento de ascensão, ou seja, deve voltar-se
para o campo social, buscando auxiliar os cidadãos no processo de
conhecimento da verdade e da felicidade e estimular os hábitos morais
virtuosos.
Dentro dessa lógica, assim como o Universo está estruturado de modo
ordenado, a Cidade Virtuosa deveria seguir uma estrutura análoga de
ordenação, cuja finalidade é a obtenção da felicidade. Para al-Fārābī, a
felicidade é um bem absoluto3 e tudo aquilo que é útil para a obtenção da
felicidade é igualmente um bem, pois sua utilidade está associada à realização
da felicidade. Desse modo, toda ação que não visa a felicidade é, para alFārābī, um mal. Trata-se de um mal, pois, se a associação humana não visa a
felicidade, então significa que esta associação não está bem ordenada e,
consequentemente, não atinge o que é fundamental: o aperfeiçoamento
humano.
Ademais, é considerada uma cidade mal ordenada porque na própria
constituição da cidade, não se encontra a verdadeira felicidade como o
princípio e a finalidade, as ações humanas serão destinadas ao cultivo de
outros hábitos e costumes, negando, assim, a prática da virtude. Por
conseguinte, a Filosofia desempenha um papel fundamental na construção da
humano, uma alteração na própria natureza humana, visto que o sujeito cognoscente
se aperfeiçoa ao conhecer os seres inteligíveis.
3
Nesse ponto, encontra-se uma clara influência do pensamento aristotélico: “A
felicidade, portanto, mostra-se como alguma coisa completa e autossuficiente, a
finalidade de todas as ações”. Cf., Aristóteles, Et. Nic., I, 7, 1097b20
621
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Cidade Virtuosa. Por meio do estudo e da reflexão filosófica, o Governante
tem a capacidade de adquirir um entendimento mais aprofundado sobre o
conceito de felicidade, bem como alcançar a sua própria perfeição como
indivíduo virtuoso. A Filosofia proporciona ao governante uma visão
ampliada do mundo, permitindo que ele desenvolva uma compreensão
holística e aprofundada da existência humana e das questões éticas e morais
que permeiam a sociedade. Por meio dessa reflexão, o governante é capaz de
estabelecer princípios e valores fundamentais que guiarão suas ações e
decisões em benefício do bem-estar coletivo.
O lugar da Religião na Cidade Virtuosa
Conforme a seção anterior, a função do Governante Primeiro é legitimada
por dois elementos principais: o seu conhecimento filosófico e a sua
capacidade de transmitir esse conhecimento aos cidadãos da Cidade. Contudo,
al-Fārābī argumenta que nem todo cidadão é capaz de compreender o
conhecimento filosófico expresso na linguagem filosófica porque, devido às
distintas capacidades naturais dos cidadãos, alguns possuem uma maior
facilidade para compreender a metafísica, enquanto outros não compartilham
dessa mesma condição.
Acerca dessas distinções, al-Fārābī afirma que os seres humanos se
diferenciam nas suas disposições naturais: os indivíduos diferem em sua
habilidade natural para executar determinadas tarefas, sendo que alguns
demonstram uma destreza inata mais destacada em comparação a outros ao
desempenhar atividades específicas. Na visão do filósofo, essa diferenciação
é fundamental para determinar qual função será desempenhada por cada
cidadão. As distintas disposições naturais também podem ser percebidas na
questão do conhecimento: uns possuem uma maior facilidade para adquirir o
conhecimento metafísico, enquanto que outros não possuem essa mesma
facilidade.
Por conseguinte, considerando que nem todo cidadão possui a habilidade
intrínseca de apreender o conhecimento filosófico por meio da linguagem
622
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
filosófica, torna-se necessário buscar novas abordagens para a disseminação
desse saber. Nesse contexto, surge a premente necessidade de adaptar o
conhecimento filosófico de maneira mais apropriada à realidade dos cidadãos,
destacando a importância de desenvolver meios de transmissão que se alinhem
eficazmente às capacidades e compreensões individuais.
Para tratar dos novos meios de abordagem, al-Fārābī destaca que há duas
possibilidades de se conhecer os princípios dos seres e os seus graus: 1) por
meio da compreensão e 2) por meio da imaginação. A primeira via é mais
restrita, pois diz respeito ao conhecimento filosófico concebido
essencialmente, ou seja, é a compreensão dos princípios metafísicos tal como
realmente são. Por estar situado no campo da linguagem filosófica, trata-se de
uma forma de conhecimento mais restrita. Em contrapartida, a segunda via,
por sua natureza imaginativa, fornece uma forma mais ampla e acessível para
o conhecimento, visto que se trata da compreensão do discurso filosófico a
partir de um meio indireto: o discurso alegórico. Por ser um discurso de
natureza distinta do discurso filosófico, a compreensão dos princípios é
prejudicada. O discurso alegórico utiliza-se de imagens e símbolos para
representar os princípios da filosofia. Logo, não se trata de um discurso acerca
daquilo que é, mas acerca da representação daquilo que é.
Contudo, apesar de não haver uma compreensão essencial dos princípios,
tem-se uma compreensão aproximativa desses princípios, isto é, a via da
imaginação não demonstra o que é a verdade mesma, mas se aproxima dessa
verdade. Para ilustrar a distinção, al-Fārābī destaca o seguinte exemplo,
“Isto é semelhante ao que ocorre nas coisas visíveis, como por exemplo
o homem: o vemos a ele mesmo, ou vemos uma representação sua, ou
vemos sua imagem na água, ou vemos a imagem da sua representação
refletida na água ou em outras classes de espelhos. Ver ele mesmo é
como conceber ao intelecto os princípios do ser, a felicidade e os
demais. Ver o reflexo do homem na água ou vê-lo em representação
623
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
assemelha-se à imaginação, porque vê-lo em representação ou refletido
no espelho é ver aquilo que imita o homem”4.
Conforme exposto acima, pode-se chegar à conclusão de que, apesar de
haver uma dificuldade de compreensão dos princípios por parte dos cidadãos,
estes princípios podem ser compreendidos por meio de representações,
metáforas, alegorias e outras formas de imitação. A via da representação,
segundo al-Fārābī, possui infinitas formas de representar os princípios
verdadeiros. Estes, contudo, são únicos e imutáveis, pois se trata de um saber
verdadeiro e, enquanto tal, não poderiam mudar. Assim, apesar das verdades
essenciais serem unas e imutáveis, as formas de representá-las por meio das
imitações são múltiplas e variadas. Além disso, estas representações podem
estar mais próximas ou mais distantes da Verdade, pois depende do modo
como a representação é elaborada.
Dentro do contexto das representações, está situado o lugar da religião. AlFārābī argumenta que a Religião é uma representação simbólica da verdade,
ou seja, a religião imita os princípios da Filosofia, tornando-os mais
compreensíveis para a maioria dos cidadãos. Por conseguinte, para atuar como
uma imitação da Verdade, a Religião, nesse contexto, precisa estar
fundamentada na Filosofia e precisa traduzir o discurso filosófico por meio da
utilização de imagens, símbolos, persuasão, retórica e a imaginação. A razão
da tradução do discurso filosófico é a sua função social. Segundo al-Fārābī,
“E se a religião é uma religião humana, há de ser posterior no tempo à
filosofia. Já que, em geral, só mediante esta religião se procura instruir
o povo nos assuntos teóricos e práticos, que foram descobertos pela
filosofia, através de métodos que produzem no público o entendimento
destas coisas, mediante a persuasão, a imaginação ou por meio de
ambas”5.
Al-Fārābī, De la política, In: Al-Fārābī: Obras filosóficas y políticas, Madrid,
Editorial Trotta, 2008, p. 110. Tradução nossa.
5
Al-Fārābī, El Libro de las Letras, Trad. Introd. e not. de José Antonio Paredes
Gandía, Madrid, Trotta, 2004. p. 57
4
624
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Em virtude da sua função de instruir, a religião é fundamental para a
compreensão da felicidade. Nesse sentido, al-Fārābī vê a Religião como um
instrumento político, pois o governante pode utilizá-la a fim de disseminar o
conhecimento da verdade e da virtude. Por esse motivo, além de Filósofo-Rei,
o Governante também tem de ser um profeta. Excedendo, portanto, a
influência platônica, al-Fārābī destaca esta terceira qualidade como um fator
essencial para o Governante da cidade, pois a religião atua como um
instrumento de persuasão para desenvolver a compreensão do conhecimento
filosófico.
O filósofo argumenta que a diversidade presente entre as várias tradições
religiosas podem ser atribuídas, primordialmente, à multiplicidade de
representações possíveis da verdade. Ainda que as religiões possuam
características distintas entre si, al-Fārābī argumenta que todas elas são
concebidas com o propósito comum de buscar a felicidade. Em outras
palavras, a criação e diversificação dessas religiões são orientadas para
estabelecer diferentes manifestações da verdade, refletindo assim a variedade
de interpretações e expressões que buscam alcançar o objetivo unificador de
promover a felicidade.
Pode-se concluir, portanto, que é possível que existam cidades virtuosas
que abracem diferentes religiões. O filósofo defende que uma Cidade Virtuosa
é aquela que se baseia nos princípios da filosofia. Portanto, se a religião é vista
meramente como uma ferramenta auxiliar para abordar questões filosóficas,
traduzindo-as para uma linguagem simbólica que facilite a compreensão da
verdade pelos cidadãos, então a coexistência de várias religiões verdadeiras,
ou seja, religiões que se fundamentam na filosofia demonstrativa, é
inteiramente plausível.
“[...] poderão existir nações e cidades virtuosas cujas religiões sejam
diferentes, embora todas elas caminhem em direção a uma mesma
felicidade. A religião consiste nas impressões dessas coisas ou nas
impressões de suas imagens nas almas. Como é difícil para as pessoas
comuns compreenderem essas coisas como elas são, deve-se fazer uma
625
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
tentativa de torná-las conhecidas por outros meios, e isso é a imitação.
Estas coisas, então, devem ser imitadas por cada grupo ou nação através
daquelas coisas que lhes são mais conhecidas”6.
Consequentemente, pode-se depreender que o fenômeno religioso é uma
pauta secundária no que diz respeito à constituição da Cidade Virtuosa. Na
visão do filósofo, não há um tipo específico de religião para o
desenvolvimento da Cidade Virtuosa. Atuando como instrumento político, o
objetivo principal da elaboração de uma religião dentro de um regime virtuoso
é o seu uso político, ou seja, a sua capacidade de persuadir os cidadãos a
assentirem aos princípios filosóficos a partir de uma linguagem não-filosófica.
Nas palavras de Farjeat e Gutiérrez
“O governante virtuoso, portanto, deve ter a capacidade filosófica de
traduzir a verdade obtida por meio de demonstrações, em símbolos e
imagens para transmiti-las aos cidadãos. Em vários lugares, mas
especialmente no Livro das Letras, al-Fārābī mantém a superioridade
das demonstrações filosóficas. Aqueles que concordam com a verdade
através dos símbolos e imagens da religião acedem-na de modo
indireto, ao contrário daqueles que têm a capacidade de alcançá-la
através de argumentos demonstrativos. E al-Fārābī vai ainda mais longe
ao afirmar que a religião está subordinada à filosofia. Para que uma
religião seja verdadeira, ela deve depender de uma filosofia perfeita,
isto é, demonstrativa”7.
A Filosofia, no que concerne à verdade, está acima da Religião. Logo, a
Religião está subordinada à Filosofia, sendo responsável pelo processo de
tradução das demonstrações filosóficas em símbolos e imagens. Se a religião
só é verdadeira quando se fundamenta em uma filosofia demonstrativa, então,
se uma religião se fundamenta em argumentos sofísticos, dialéticos e
6
Al-Fārābī, De la política, ob. cit., p. 110. Tradução nossa.
Luis Xavier López Farjeat - José Alfonso Ganem Gutiérrez, “Religión y Território
en la Filosofía Política de al-Farabi”, Estudios de Asia y África, Vol. 58, Núm. 2 (181),
2023: 315-341 (p. 329). Tradução nossa.
7
626
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
retóricos, ela será uma religião imperfeita ou até mesmo falsa. Dessa forma,
há dois modos de aparição do fenômeno religioso,
“Porque a religião só aparece das duas formas que temos descrito depois
da filosofia, ou depois de uma filosofia apodítica, que é a que está na
verdade, ou depois de uma filosofia duvidosa, que se toma por filosofia,
porém que é uma filosofia distinta da filosofia que está na verdade”8.
Na parte primeira do livro De la Política, quando al-Fārābī destaca os seis
princípios dos seres – os princípios que constituem os corpos e os acidentes
presentes nos corpos –, é possível observar a presença de alguns elementos
próprios do fenômeno religioso. Primeiramente, ao descrever a Causa
Primeira, al-Fārābī destaca o elemento da crença: “O Primeiro é aquele que se
deve crer que é Deus e a causa próxima da existência das causas segundas e
do intelecto agente”9.
Conforme exposto acima, al-Fārābī não afirma o Primeiro como Deus, mas
como aquele que deve ser acreditado como Deus. Logo, não há uma igualdade
absoluta entre o Ser Primeiro –princípio próprio da filosofia demonstrativa– e
Deus, há uma crença. O nome Deus, portanto, se configura como um símbolo
religioso utilizado para representar aquele princípio filosófico e, enquanto
representação, não é idêntico ao Primeiro, mas se aproxima dele.
Com relação aos outros princípios, é possível observar a utilização de
termos religiosos para falar acerca de conceitos filosóficos. As Causas
Segundas, por exemplo, são denominadas da seguinte maneira: “As causas
segundas são aquelas das quais se deve dizer que são os 'seres espirituais', os
'anjos' e outros termos semelhantes”10. O Filósofo também denomina o
intelecto agente a partir de termos religiosos: “O intelecto agente é aquele do
8
Al-Fārābī, El Libro de las letras, ob. cit., p. 90
Al-Fārābī, De la política, ob. cit., p. 54. Tradução nossa.
10
Al-Fārābī, De la política, ob. cit., p. 55. Tradução nossa.
9
627
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
qual se deve dizer que é o 'Espírito Fiel', o 'Espírito Santo' e outros nomes
semelhantes”11.
A partir das citações acima, pode-se concluir que o filósofo compreende
que as imagens, os símbolos e as crenças presentes na religião são traduções
dos conceitos filosóficos. Logo, pode-se admitir que, para cada tipo de ser e
para cada tipo de princípio, há um termo religioso que o representa. Desse
modo, é possível determinar que a filosofia está acima da religião no que diz
respeito à verdade, sendo a religião apenas um meio de tradução das verdades
filosóficas.
No Livro das Letras, al-Fārābī destaca o problema que decorre da
incompreensão do fenômeno religioso como ferramenta auxiliar da filosofia.
Segundo o filósofo, aqueles que não compreendem a religião dessa forma,
acabam tornando-a algo absoluto e verdadeiro por si mesmo. Esse problema
decorre, principalmente, do surgimento de uma religião a partir de uma
filosofia enganosa. Por se tratar de uma religião desenvolvida a partir de uma
filosofia imperfeita, o conjunto de crenças, imagens e símbolos religiosos
contém em si imperfeições,
“E se depois disso for criada uma religião subordinada a esta filosofia,
nela aparecerá uma infinidade de opiniões falsas. E se muitas dessas
ideias falsas forem adotadas e seus exemplos forem atribuídos à
categoria de ensinamentos religiosos naquilo que é difícil de conceber
pelo povo, esta religião estará muito distante da verdade e será uma
religião falsa, porém essa falsidade não seria notada”12.
Conforme exposto acima, dificilmente seria possível perceber a falsidade
da religião criada. A dificuldade em compreender a razão da falsidade da
religião decorre da compreensão dela como algo verdadeiro e absoluto por
parte dos que creem nela. Essa interpretação religiosa pode entrar em conflitos
11
12
Al-Fārābī, De la política, ob. cit. Tradução nossa.
Al-Fārābī, El Libro de las letras, ob. cit., p. 89
628
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
com a filosofia. Al-Fārābī argumenta que a filosofia apodítica, se entrasse em
contato com uma nação fundada em uma falsa religião, seria totalmente
contrária aos princípios que fundam essa nação,
“Mas se a religião for posterior a uma falsa filosofia e uma filosofia
correta e demonstrativa for posteriormente transmitida a essa nação, a
filosofia se oporá a essa religião em todos os sentidos, e a religião se
oporá completamente à filosofia. Pois bem, cada um dos dois desejará
a abolição do outro e aquele que sair vitorioso e se consolidar entre os
habitantes, revogará o outro e governará aquela nação”13.
Assim, quando a religião se autoproclama detentora da verdade, ela entra
em conflito com a filosofia. Consequentemente, uma nação fundada em uma
religião imperfeita – religião que não está fundamentada na filosofia
demonstrativa – necessariamente é uma nação incapaz de alcançar o
aperfeiçoamento humano, a felicidade e a virtude.
Conclusão
Conforme exposto nos parágrafos acima, a Filosofia possui um papel
fundamental dentro da Cidade Virtuosa, pois é por meio dela que o ReiFilósofo-Profeta pode compreender o que é a verdade, a virtude e a felicidade.
Para além de obter a compreensão para si, este Governante deve guiar os
cidadãos da cidade em direção a essa mesma felicidade, o que inclui
proporcionar instrução filosófica para a população da Cidade. Contudo,
segundo al-Fārābī, nem todos possuem a capacidade de compreender a
Filosofia por si mesma, não conseguindo, portanto, alcançar o grau do
Intelecto Agente. Nesse sentido, a Religião é utilizada como um meio para
tornar o discurso filosófico mais aceitável para aqueles que não o
compreendem. Para transformar o discurso, a Religião se utiliza de símbolos,
de representações, de imagens, da retórica e da persuasão para instruir o povo.
Por conseguinte, a Religião não se encontra no âmbito da verdade, visto que
13
Al-Fārābī, El Libro de las letras, ob. cit., p. 92
629
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
esse âmbito pertence à Filosofia, mas no âmbito das representações da
verdade. Além disso, a criação das religiões pode emergir de duas vertentes
distintas: 1) oriunda de uma filosofia demonstrativa, baseada em princípios
demonstráveis; ou 2) originada de uma filosofia enganosa. No segundo
cenário, essa religião passa a ser interpretada como uma verdade absoluta,
dando origem a associações fundamentadas na ignorância. Essas associações,
ao se desenvolverem a partir dessa interpretação, tornam-se incapazes de
capturar a verdade essencial e a felicidade absoluta.
630
“La ley universal” entre razón ( )العقلy la tradición ()النقل
en la Falsafah, según Ibn Taymīyah
Julio César Cárdenas Arenas
UCM, España
Introducción
Se presentan las propuestas epistemológicas y filosóficas musulmanas
que, desde la terminología árabe, buscan resolver la posible contradicción
entre la razón y la revelación al interior de la cultura islámica, para esto se
traducen y confrontan las opiniones de atores pertenecientes a la filosofía
musulmana medieval (falsafah): Al-Rāzī, Ibn Sīnā, Al-Jūaīnī, Al-Gazālī e
Ibn Rushd con las del teólogo y jurista Ibn Taymīyah. Desde este último
autor se presentan los criterios y principios para encontrar la armonía entre
lo revelado en la Tradición y lo presentado por la razón, especialmente en el
caso de una aparente contradicción entre razón y revelación.
Al-Rāzī
El médico y filósofo persa al-Rāzī (250-311 AH / 865-925 EC) explicaba
las cuatro posibilidades epistemológicas frente a la contradicción entre la
razón y la revelación en su libro La base de la santificación en la teología
heterodoxa (Asās al-taqdīs fī ‘ilm al-kalām)1:
1. La aceptación de las pruebas de la razón y de la revelación conjuntamente.
2. Aceptar las de la revelación y rechazar las de la razón.
3. Rechazar las pruebas de la razón y por ende las de la revelación.
4. Interpretar alegóricamente (al-ta’ūīl) las pruebas mediante la razón.
Cf. Fakhr al-Dīn Al-Rāzī, Asās al-taqdīs fī ‘ilm al-kalām [La base de la
santificación en la teología], Beirut, Mū’asasah al-kutub al-thaqāfīah, 1995, p. 130.
Todas las traducciones y paráfrasis del árabe son del autor.
1
631
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Las tres primeras opciones son todas incorrectas y por ello debe
recurrirse, según al-Rāzī, a la ley universal propuesta en la cuarta opción
para así delegar el conocimiento a Dios desde la revelación a partir de la
interpretación racional alegórica. Así mismo expresa estas cuatro opciones,
en su enciclopedia de teología heterodoxa, donde busca probar la existencia
de Dios: Las exigencias más altas del conocimiento teológico (al-Maṭālib al‘ālīah min al-‘ilm al-ilahī) y plantea el principio epistemológico de la ley
universal, a saber, la razón como fundamento precedente de la revelación,
dice:
“Las aleyas [del Corán] que poseen varios significados (āīāt almutashābihāt) son muchas, pero cuando son contradictorias
(mu‘āriḍah) con las pruebas racionales no está prohibido (lā jaram)
descartar sus significados aparentes (dhaūāhiruhā), [...] Y [por otra
parte] no es posible anteponer la transmisión encima de las [pruebas]
definitivas racionales, ya que la transmisión no puede afirmarse sin las
pruebas racionales, así es que anteponer la transmisión sobre la razón
conllevaría a difamar (al-ṭa‘an) a la razón. [...] Por ello no queda más
que el cuarto tipo [o Ley universal], es decir el tipo definitivo (alqaṭi‘) [para resolver la contradicción entre la razón y la revelación]
que conlleva a [obtener] las pruebas racionales definitivas y los
significados aparentes trasmitidos por la interpretación alegórica [de
los filósofos]”2.
Al-Rāzī en su libro Colección de las ideas de los sabios, jueces y
teólogos antiguos y modernos (Maḥsāl afkār al-mutaqadimīn ūal-lmutā’khirīn min al-‘ulamā’ ua-l-ḥukamā’ ūa-l-mutakalimīn) expone que la
prueba verbal (al-dalīl al-lafthī) brindada por la revelación no contradice la
Fakhr al-Dīn al-Rāzī, Al-Maṭālib al-‘ālīah min al-‘ilm al-ilahī [Las altas
exigencias del conocimiento divino], Aḥmad Hijāzī al-Saqā’ (Ed.), Dār al-kitāb al‘arabī, 1987, v. 9, pp. 116-117.
2
632
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
razón y que se debe anteponer la razón a la revelación en caso de una
supuesta contradicción entre ambas3.
En su libro El final de los intelectos (Nihāīīah al-‘uqūl) este médico persa
presentaba con más claridad la ley universal y decía:
“Si existe la posibilidad de tener una prueba racional definitiva
diferente de lo que se percibe (ash‘ar) [en el significado] aparente de
la prueba de la revelación (al-dalīl al-sam‘ī), entonces no hay duda
entre los sabios (ahl al-taḥqīq) en que es necesario (īajib) interpretar
alegóricamente (tā’ūīl) la prueba de la revelación”4.
En síntesis, para al-Rāzī la razón es el fundamento previo para la validez
epistemológica de la revelación y, en caso de contradicción entre la razón y
la revelación, debe interpretarse la revelación alegóricamente desde la razón,
pero aun así recurriendo a la revelación.
Ibn Sīnā
El persa Ibn Sīnā o Avicena (370-427 AH / 980-1037 EC), polímata,
médico y filósofo, planteó en su Tratado al-aḍuḥūīah sobre el asunto de la
Resurrección (Risālah al-aḍuḥūīah fī Amr al-mi‘ād) que el monoteísmo (altaūḥīd), centro de la teología islámica, depende de la razón para ser
comprendido y que su explicación no debe ser de conocimiento general de
los fieles de las religiones, por ello, según este autor, existe una sola ley
(qānūn ūāḥid) que diferencia entre la revelación (al-shar‘), propia para las
Cf. Fakhr al-Dīn al-Rāzī, Maḥṣal afkār al-mutaqadimīn ūa-l-muta’khirīn min al‘ulamā’ ūa-l-ḥukamā’ ūa-l-mutakalimīn [La síntesis del pensamiento de eruditos,
sabios y oradores avanzados y tardíos], Cairo, Impresora al-Huṣaīnīah al-Miṣrīah,
1323 AH, p. 51.
4
Fakhr al-Dīn al-Rāzī, Nihāīah al-‘uqūl fī dirāīah al-uṣūl [El fin de las mentes en el
conocimiento de los orígenes], Beirut, Dār al-Dhakhā’in, Sa‘īd ‘Abd al-Laṭīf Fūdah
(Ed.), 2015 / 1436, p. 13 (v), manuscrito en Dār al-Kutub, #748.
3
633
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
masas de la ley universal limitada a la investigación exclusiva de los
filósofos:
“La revelación (al-shar‘) y las religiones (al-milal) que provienen de
los Profetas pretenden (īurām) dirigirse (khitāb) a todas las personas
(kāfah) en general (al-jumhūr), además, es sabido (ma‘lūm) con
claridad que la investigación (al-taḥqīq) pertinente a la que debe
remitirse (īarji‘) para [determinar] la validez (ṣiḥah) del monoteísmo
islámico (al-taūḥīd) […] no puede ser compartida con las personas
comunes y corrientes (al-jumhūr)”5.
Por lo tanto, la ley universal, según este médico persa, consiste en limitar
la explicación racional de la teología islámica a los filósofos, quienes
poseerían una interpretación alegórica exclusiva de ellos.
Al-Jūaīnī
El también persa al-Jūaīnī (419-478 AH/ 1028-1085 EC), jurista y
teólogo heterodoxo (mutakal-lim), en su libro Guía de las pruebas
definitivas en los principios de la creencia (al-Irshād ilá qaāūṭi‘al-adilah fī
uṣūl al-i‘tiqād) divide los fundamentos de las creencias (uṣūl al-‘aqā’id) en
tres tipos (aqsām), que llevan, en definitiva, a la interpretación alegórica
propuesta por la ley universal de al-Rāzī:
1. Lo que se conoce (iudriku) mediante el intelecto (‘aqlan) y no es posible
apreciarlo por la revelación (al-sam‘).
2. Lo que se conoce por la revelación y la razón no tiene capacidad
(iataqadar) de conocerlo.
3. Lo que no se puede (mā īajūz) conocerse ni por la razón ni por la
revelación6.
Abū ʿAlī al-Ḥusaīn Ibn Sīnā, Risālah Aḍḥūīah fī Amr al-mi‘ād [Tratado Aḍḥūīah
sobre el asunto de la Resurrección], Beirut, edición de Sulaīmān Dunīā, Dār al-fikr
al-‘arabī, 1949, p. 44.
6
Cf. 'Abd al-Malik ibn Yūsuf al-Jūuaīnī, al-Irshād ilá qaūaṭi‘al-adilah fī uṣūl ali‘tiqād [Orientación sobre las pruebas convincentes en los fundamentos de la
5
634
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Según Al-Jūaīnī, basándose en estos tres tipos de fundamentos cualquier
persona cuidadosa de su religión (mu‘tan al-dīn) que confíe en su razón
(ūāthiq bi-´aqlihi) debe examinar en qué se han fundamentado las pruebas de
la revelación (al-adilah al-sami‘īah), y si le llegan (ṣādafahu) pruebas de la
revelación definitivas (qāti‘īah) en formas (ṭuruq) imposibles de comprender
(gaīr mustaḥil) por la razón, en tal caso:
“No hay posibilidad de afirmar sus fundamentos (uṣūl) ni de
interpretar [las pruebas de la revelación] alegóricamente, así es que la
única manera (lā sabīl) de afirmar algo es mediante lo que es
definitivo, pero si no se afirman las pruebas de la revelación mediante
maneras definitivas (bi-ṭuruq qaṭi‘īah) y sus contenidos son algo
imposible para la razón pero sí se afirmaron sus fundamentos de
manera definitiva, entonces no queda más que el camino de la
interpretación alegórica; la persona religiosa (al-mutadaīn) cree
(dhan) en la confirmación (thubūt) de lo indicado por la prueba de la
relevación, aun cuando no sea una prueba definitiva y aun cuando el
contenido de la revelación (madhmūun al-shar‘) no esté de acuerdo
(mukhālifan) con la razón, por lo cual es rechazado (mardūd)
definitivamente que la revelación contradiga (iukhālif) la razón, y por
ello en este tipo no se concibe (lā iataṣaūar) la confirmación de la
revelación de manera definitiva”7.
En síntesis, como tal como en al-Rāzī cualquier creencia que no pueda ser
conocida o comprendida por la razón necesita una interpretación alegórica,
y, a la vez, se entiende que la revelación no puede contradecir la razón.
creencia], Cairo, Muḥammad Īūsuf Mūsá y ‘Alī ‘Abd al-Man‘am ‘Abd al-Ḥamīd,
Maktabah al-Khānajī, 1950, p. 358, t. al-Khanijī, 1369 1950.
7
Cf. al-Jūuaīnī, al-Irshād, pp. 359-360, al-Khanijī, 1369, 1950.
635
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Al-Gazālī
El persa al-Gazālī o Algacel (450-515 AH / 1057-1111 EC), teólogo,
místico y filósofo afirmaba en su tratado La ley de la interpretación
alegórica (Qānūn al-ta’ūīl) que:
“No puede desmentirse (ikdh-hab) una prueba de la razón (burhān al‘aql) de ninguna manera (aṣlan), puesto que la razón no se desmiente,
pues si la razón es desmentida, posiblemente esto lleve a desmentir la
afirmación (ithbāt) de la revelación (al-shar‘) ya que gracias a la
razón conocemos (‘arafnā) la revelación”8.
Es decir, la razón no puede desmentirse ya que es la fuente epistémica de
la revelación, siendo pues que la razón es precedente temporalmente pero
posterior epistemológicamente, según la ley de la interpretación alegórica
propuesta por al-Gazālī y por al-Rāzī.
De allí que al-Gazālī aconseje suspender (iakif) la designación (ta‘īīn) de
una interpretación alegórica (tā’ūīl) ante la posible contradicción entre
diversas posibilidades (iḥtimālāt), pues el veredicto (al-ḥukm) legal o
filosófico sobre el significado (murād) de lo que Dios y Su Mensajero
(rasūlihi) quieren expresar a partir de la suposición (dhann) y la
especulación (takhmīn) es un peligro (khaṭar), ya que tal interpretación
conlleva a emitir juicios que tienen consecuencias, incluso legales
islámicamente. Así pues, cuando existen varias posibilidades en un asunto
contradictorio debe usarse la interpretación alegórica, ya que, si se escoge un
significado entre ellas, éste debe ser manifiesto (idh-hār) por parte de quien
habla (al-mutakal-lim) limitándose (tanḥaṣir) a una de tales posibilidades, y
esto no es posible en la lengua árabe ya que las posibilidades semánticas de
cada expresión son múltiples, por ello, según al-Gazālī, es más seguro
8
Abu Hāmid Muhammad al-Ghazālī, Qānūn al-tā’ūīl [La Ley de Interpretación],
Cairo, ‘Azat al-Husaīnī, 1945, p. 4.
636
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
(aslam) detenerse (al-taūaquf) en la interpretación alegórica que permite
interpretar varios significados para el mismo asunto9.
Ibn Rushd
El médico, filósofo y jurista andalusí Ibn Rushd o Averroes (520-595 AH
/ 1126-1198 EC), escribía en su libro La exposición de las metodologías de
las pruebas en las creencias de la religión (al-Kashf ‘an manāhij al-adil-lah
fī ‘aqā’id al-mil-lah) la diferencia entre los musulmanes, según su relación
con las pruebas de la revelación:
“La legislación islámica (al-shari‘ah) es de dos tipos (qismān):
aparente (dhāhir) y alegórica (mū’ūal), por ello su parte aparente es
obligación (farḍ) de la gente común y corriente (al-jumhūr), mientras
que la parte alegórica es obligación de los sabios musulmanes (al‘ulamā’), la gente común debe quedarse (ḥaml) con lo aparente y
abandonar (tark) su interpretación alegórica (tā’ūīluhu), además no
está permitido (lā iaḥilu) a los sabios aclarar (īafṣaḥū) a la gente
común tal interpretación alegórica”10.
En el caso del andalusí, la ley universal se presenta cuando el
conocimiento (ma‘rifah) de un ser (maūjūd), presentado por la revelación
(al-shar‘), o bien tal está de acuerdo (mūafiqan) con las pruebas (al-burhān)
y en tal caso no hay nada que decir (lā qaūl) o bien está en desacuerdo
(mukhālifan) con tales pruebas y en ese caso se debe buscar (ṭalab) su
interpretación alegórica (tā’uīlihi), pues, según Ibn Rushd, toda prueba
racional que contradiga (khālafa) la revelación puede recibir (iaqbalu) una
interpretación a partir de la ley de la interpretación alegórica en lengua árabe
(qānūn al-tā’ūīl al-‘arabī)11 que le permite ser comprendida por todos.
9
Cf. al-Ghazālī, ob. cit., p. 11.
Muḥammad Ibn ‘Aḥmad Ibn Rushd, Minhāj al-adilah fī ‘aqā’id al-mil-lah
[Metodología de Pruebas sobre las doctrinas de la religión], Maḥmūd Qāsim (Ed.),
al-Anjalū, 1964, pp. 132-133.
11
Ibn Rushd, ob. cit., pp. 15-16.
10
637
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Ibn Taymīyah
El polímata Ibn Taymīyah (661-728 AH / 1263-1328 EC) al inicio de su
libro La refutación de la contradicción entre la razón y la revelación
(Dar‘ta‘ārud al-‘aql wa al-naql) cita las cuatro posibilidades propuestas por
al-Rāzī y menciona su ley universal, luego dedica varios volúmenes de esta
obra a refutarla, dice:
“Si las pruebas reveladas (al-adilah al-sami‘īah) se contradicen con
las pruebas racionales (al-‘aqlīah), la revelación (al-sam‘) se
contradice con la razón o la transmisión con la razón, los
[significados] aparentes revelados (al-dhaūāhir al-naqlīah) con los
[significados] definitivos racionales (al-qaūāṭi‘ al-‘aqlīah), o alguna
de estas expresiones (al-‘ibārāt) semejantes, entonces [primero] debe
reunirse [una opinión] entre ellas lo cual es imposible (maḥāl) porque
sería [reunir] entre dos contrarios, o [segundo] bien [debe] rechazarse
ambos o bien poner delante [de la razón a] la revelación (al-sam‘), y
esto es imposible, o [tercero debe considerarse que] la razón es el
fundamento (al-aṣl) de la transmisión (al-naql) ya que si ponemos
delante la revelación sería una acusación (qadḥ) para la razón, en tanto
es el fundamento de la transmisión y la acusación en el fundamento de
algo es una acusación también para ello; así es que el anteponer
(taqdīm) la transmisión [a la razón] es una acusación tanto a la
transmisión como la razón en conjunto y, entonces, es necesario
(ūajaba) o bien poner primero la razón y luego la transmisión, o
[cuarto] realizar una interpretación alegórica (īuta’ūal) y confiar su
significado (īufaūaḍ) [a Dios] o si se contradicen tal como se
contradicen dos contrarios se prohíbe (imtana‘) la unión entre ambos
pero no se prohíbe el levantamiento de ambos (irtifā‘ihimā)”12.
Aḥmad ibn ‘Abd al-Ḥalīm Ibn Taymīyah, Dar‘ta‘ārud al-‘aql wa al-naql [La
refutación de la contradicción entre la razón y la revelación], Yiḍah, Muḥammad
Rashād Sālim (Ed.), Dār al-Faḍilah, 2008, v. 1, p. 4.
12
638
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Ibn Taymīyah presenta las cuatro opciones citadas previamente y critica
que al-Rāzī y sus seguidores (atbā‘ihi) quieran convertir esto en una ley
universal (qānūnan kulīan) y en un criterio para buscar las pruebas en los
libros de Dios (kutub Allah) mientras que han rechazado (rad-dū) lo que los
profetas y los mensajeros transmitieron, creyendo (dhanū) que la razón
contradice lo que transmitieron, “inclusive algunos creen que las pruebas de
la revelación (al-adilah al-sami‘īah) no conllevan (lā tufīd) a la certeza”13, es
decir esta ley universal presenta la supremacía de la razón como criterio de
verdad filosófica y presupone la falibilidad de la revelación, transmitida por
los profetas, como criterio de certeza epistémica.
Ibn Taymīyah realiza una crítica epistemológica a la ley universal de la
interpretación alegórica puesto que, si bien los profetas solamente querían
expresar la verdad:
“[La verdad] es aquello que hemos conocido con nuestros intelectos
(‘uqulunā) y luego [quienes siguen esa ley universal] se esfuerzan
(ijtahidūn) intelectualmente en la interpretación alegórica (tā’ūīl) de lo
que han dicho (aqūāl) [los profetas] hacia lo que concuerde con sus
opiniones (ra’ihim) a partir de los diferentes tipos de interpretación
alegórica que usan como pruebas (iaḥtājūn fīhā)”14.
Y muestra la razón de acudir a tal interpretación alegórica cuando se
presenta una contradicción entre la razón y la revelación, por ello dice:
“Y ellos realizan constantemente la interpretación alegórica con el fin
de acabar con la contradicción (al-ma‘āriḍ), así es que quieren llevar
(iaqṣidūn) lo que alguien podría haber dicho mediante su expresión
(al-lafdh) y no quieren buscar (ṭalab) el significado del hablante (almutakalim) si no [que buscan] lo que les es pertinente (īunāsibu)
según sus circunstancias, pero cualquier interpretación alegórica en la
13
14
Ibn Taymīyah, Dar‘, v. 1, p. 5.
Ibn Taymīyah, Dar‘ , v. 1, p. 12.
639
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
cual no se esté buscando clarificar el significado que busca el hablante
(baīān murād al-mutakalim) ni la interpretación de sus palabras (tafsīr
kalāmihi) a partir del contenido (bimā) y la forma (al-ūajh) que ha
permitido conocer de tales significados [muestra] entonces [esa
persona] está mintiendo en torno a la interpretación alegórica de tales
palabras”15.
Ibn Taymīyah define la interpretación alegórica desde la opinión de la
primera generación histórica de musulmanes y al interior de la interpretación
coránica (tafsīr), a diferencia de la definición y uso de los filósofos
musulmanes previamente citados, para Ibn Taymīyah la interpretación (alta’ūīl) es “la interpretación de lo que se dice (tafsīr al-kalām) y la
clarificación de su significado (baīān ma‘nāhu)”16, mas no una presentación
alegórica de la revelación que no recurre a los criterios, fundamentos y
metodologías de las ciencias islámicas tradicionales como la interpretación
coránica.
Para concluir su crítica, Ibn Taymīyah divide a los musulmanes en dos
grupos según sea su relación con la razón y la revelación:
“Las pruebas (al-adilah) son de dos tipos (naū‘ān): [las pruebas] de la
revelación (shari‘īah) y las racionales (‘aqlīah), así es que quienes
están llamados (mad-du‘ūn) al conocimiento (ma‘rifah) de los asuntos
teológicos (al-ilahīāt) mediante sus intelectos (‘uqūlihim), entre
quienes se adscriben (al-muntasibīn) a la sabiduría (al-ḥikmah), a la
teología heterodoxa (al-kalām) y a los razonamientos (al-‘aqlīāt) y
quienes contradicen (īukhālif) los textos (nuṣūs) de los profetas [todos
ellos] opinan que los profetas no conocían la verdad que ellos conocen
o expresan la conocieron pero no la explicaron a las personas como
ellos las explican […].
15
16
Ibn Taymīyah, Dar‘ , v. 1, p. 12.
Ibn Taymīyah, Dar‘ , v. 1, p. 14.
640
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Mientras que quienes se adscriben a la tradición profética (al-sunnah),
a la legislación islámica (al-shari‘ah) y los seguidores de las primeras
generaciones (al-salaf) ignorarían los significados de los textos de los
profetas y dicen: [...] los profetas no sabían sus significados
(ma‘āniha) y no explicaron sus sentidos (murāduhā) a las personas
(al-nās), así es pues que estos grupos han dicho que se conoce la
verdad mediante nuestros intelectos (‘uqūlina), luego nos esforzamos
en llevar la palabra (kalām) de los profetas a aquello que está de
acuerdo con lo que indica (madlūl) la razón.
Y el beneficio [epistemológico] de explicar estos asuntos confusos
(mutashabihāt) y problemáticos lleva a que las personas realicen un
esfuerzo (ijtihād) en conocer la verdad (al-ḥaqq) mediante sus
intelectos”17.
Criterios y principios
En el caso de la metodología (al-manhaj) de la gente de la tradición
profética y la congregación (ahl al-sunnah ūa-l-jama‘h) a la que se adscribe
Ibn Taymīyah, es clara su búsqueda por la armonía (al-taūāfuq) entre las
pruebas correctas (al-adil-lah al-ṣaḥīḥah), independientemente de su fuente
(maṣdar) epistémica, y su afirmación de la imposibilidad (imtinā‘) de la
contradicción (al-ta‘āruḍ) entre ellas en un mismo asunto, según principios
legales, éticos y epistemológicos.
El primer principio, propuesto por Ibn Taymīyah, es la aceptación
(taslīm) de los textos (nuṣūṣ) del Corán y de la tradición profética correcta
(ṣaḥīḥah) sin restricción (qaīd) o condición (sharṭ) alguna, pues son
consideradas como las fuentes para la legislación y la teología islámicas por
excelencia.
17
Ibn Taymīyah, Dar‘ , v. 1, pp. 19-20.
641
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
El segundo principio indica que las pruebas racionales correctas (aladilah al-‘aqlīaḥ al-ṣaḥīḥah) corresponden a las pruebas legales islámicas
(al-adilah al’shari‘īah) sin contradicción alguna18.
El tercer principio indica que no existe una contradicción entre las
pruebas legales racionales y las pruebas legales reveladas en los asuntos
teológicos, según Ibn Taymīyah:
“[La prueba] legal [islámica] puede ser revelada (sami‘īan) o puede
ser racional (‘aqlīan), así es que si es [considerada] una prueba legal
quiere decir que la legislación [islámica] la ha afirmado e indicado
(athbatahu ūa dal-la ‘alaīhi), así como la ha revelado (abāḥahu) y la
ha permitido (adhina fīhi). Así es que [una prueba] legal (shari‘ī) es la
que ha confirmado la ley islámica y es, primero, algo conocido
(ma‘lūm) también por la razón, pero ha sido presentada e indicada por
la legislación [islámica], entonces es una prueba legal racional
(shari‘īan ‘aqlīah), y esto es tal cual lo que sucede con las pruebas
(adilah) que ha presentado Allah, exaltado sea, en su amado libro [del
Corán]”19.
Ibn Taymīyah busca la armonía entre la razón y la revelación, al
considerarlas ambas fuentes válidas para las pruebas islámicas, a diferencia
de los teólogos musulmanes heterodoxos (arbāb ‘ilm al-kalām) quienes, para
él, han exagerado (galaū) hasta convertir la razón en la única (uaḥdahu)
fuente (aṣl) de sus conocimientos (‘ilmihim), y a diferencia de los seudo
místicos musulmanes (al-mutaṣaūfah) quienes han desmeritado (dhamaū) la
razón y opinan que los estados (aḥūāl) espirituales elevados (al-‘alīah) no
suceden sino a partir de la ausencia (‘adam) de la razón, aun cuando esto
18
19
Cf. Ibn Taymīyah, Dar‘, v. 9, p. 39.
Rechazada por filósofos como Ibn Sīnā.
642
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
incluya aceptar la mentira (al-takdhīb), la embriaguez (al-sukr), la locura
(al-junūn) o los cantos (al-ualah) místicos20.
De hecho, Ibn Taymīyah opina que “no es imaginable (iutaṣaūaru) que lo
que se conoce a través de la razón clara (ṣarīḥ al-‘aql) contradiga la
legislación [islámica] en algo sino que de hecho la transmisión correcta
(almanqūl al-ṣaḥīḥ) no es contradicha con lo razonablemente claro (ma‘qūl
ṣarīḥ) en ningún caso”21.
Según Ibn Taymīyah, las cuestiones (al-masā’il) en las que se dice que
hay una contradicción entre la razón y la revelación (al-sam‘) no pertenecen
a aquellas cuestiones claras conocidas por la razón, tales como las
matemáticas (al-ḥisāb), la ingeniería (al-handsah), las ciencias naturales (alṭabī‘īāt) y la teología (al-ilahīāt) ni pertenecen a las fuentes islámicas22. Por
ello, según Ibn Taymīyah, cualquiera que hable de la contradicción entre la
razón y la revelación se fundamenta en:
1. Una transmisión no auténtica.
2. Una comprensión incorrecta.
3. Una transmisión correcta junto a una comprensión incorrecta.
Así es que la solución a la supuesta contradicción entre razón y
revelación estaría en tomar la revelación como lo primordial y primero
(taqdīm al-naql) y poner en tela de juicio la razón (itihām al-‘aql)23, por ello
Ibn Taymīyah, presenta dos criterios epistemológicos al respecto, el primero
referente a la imposibilidad de que la sana razón se contradiga con la
legislación revelada, y dice:
Aḥmad bin ‘Abd al-Ḥalīm Ibn Taymīyah, 1432 AH / 2011 EC. Majmua‘ al-fatāūa
[Compilación de veredictos legales], ‘Āmir al-Yizān y Anūar al-Bāz (Ed.), alManṣurah, Dār bin Ḥazm, v. 3, p. 338.
21
Ibn Taymīyah, Dar‘ , v. 1, p. 147.
22
Cf. Ibn Taymīyah, Dar‘ , v. 1, p. 148.
23
Cf. Ibn Taymīyah, Dar‘ , v. 1, p. 170.
20
643
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
“De todos aquellos razonamientos (al-‘aqlīat) que contradigan
(‘āraḍa) la legislación (al-shar‘) la razón conoce su falsedad
(fasāduhu) y aunque no contradigan la razón y ésta no conozca su
falsedad no es posible (lā īajūz) que contradigan ni la razón ni la
legislación (al-shar‘) […]. Y quien reflexione sobre esto encontrará en
los razonamientos asuntos por los que se conoce su falsedad y
contradicción [tan amplias] que sólo Dios las conoce”24.
Y presenta el mensaje transmitido por los profetas como criterio de
verdad en los asuntos teológicos, tales como en los atributos divinos,
rechazados por algunos teólogos heterodoxos y en el Retorno (al-mi‘ād)
luego de la vida terrenal, rechazado por algunos filósofos, así pues:
“Estos [dos] asuntos se conocen por necesidad ya que el Mensajero, la
paz y las bendiciones de Dios sean con él, las transmitió y lo que es
conocido de la religión islámica, por necesidad, no es posible que sea
falso, puesto que el Mensajero es en verdad el Mensajero de Dios, así
es que quién rechace esto y pretenda que el Mensajero no lo
transmitió, entonces lo que dice es notoriamente falso por necesidad
según la religión de los musulmanes”25.
Conclusiones
La posición racionalista de al-Rāzī en su ley universal y su propuesta de
la precedencia, exclusividad y superioridad de la razón se enfrenta a la
posición legal de Ibn Taymīyah que reconoce la precedencia de la revelación
sobre la razón, sin postular la superioridad de una sobre la otra, más
reconociendo los límites epistemológicos propios de cada una.
24
25
Ibn Taymīyah, Dar‘ , v. 1, p. 194.
Ibn Taymīyah, Dar‘ , v. 1, p. 194.
644
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Ibn Taymīyah realiza una búsqueda de armonía que no solo recurre a la
razón para entender la revelación, sino que propone una interpretación
racional y religiosa de la revelación que además de la razón recurre a la
tradición islámica de interpretación mas no a la interpretación alegórica que
conlleva con su comprensión a la alteración de la revelación.
Desde lo metodológico, investigar las controversias islámicas en su
propio contexto histórico, lingüístico y epistemológico permite una
comprensión de las disputas teológicas y filosóficas.
Se han presentado criterios y principios epistemológicos islámicos para
entender la relación entre la revelación y la razón, así como entre la
revelación recibida por el Profeta y la racionalidad del filósofo para entender
la religión y sus fundamentos, lejos de una lectura eurocentrista, cristiana u
orientalista, pero debe cuidarse de separar o condenar las propuestas
filosófica, teológica y mística musulmanas para comprender las relaciones
entre ellas en la cultura islámica.
645
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
646
Leonardo da Vinci y Avicena:
intertextualidad y paralelismo en sus filosofías de la mente
Diana Elizabeth Reyes Zepeda
UJED, México
Introducción
El presente ensayo explora la posible recepción e intertextualidad entre
Leonardo da Vinci e Ib Sina conocido como Avicena, en particular en sus
acercamientos sobre el cerebro y la mente. Para ello se analizará las
contribuciones de Avicena al funcionamiento de la mente. También se
recurrirá a la propuesta de ventrículos cerebrales realizada por Leonardo, la
que tenía antes y a la que llegó después de sus experimentos con cera vertida
dentro de un cerebro de buey. A pesar de que Leonardo rechaza mucho de lo
planteado por Avicena en el campo de la anatomía, este ensayo se propone
mostrar dónde sí hay convergencias entre estos autores, en especial en el
ámbito de sus especulaciones sobre la mente y su funcionamiento.
Avicena: su filosofía de la mente
Al intentar dilucidar sobre el funcionamiento de la mente del ser humano
en la Edad Media y en el Renacimiento se habla sobre capacidades internas
que son ubicadas en la cabeza. También se les ha nombrado capacidades
psíquicas o sentidos internos. Los nombres propuestos para las diferentes
facultades son diversos, entre ellos se encuentra: sentido común, imaginación,
fantasía, memoria, etc. En este aspecto, López Farjeat menciona que Avicena
continúa con lo propuesto por Galeno en cuanto a la teoría de los sentidos
internos. Es decir, que estos se ubican en el cerebro y no el corazón, como lo
propuso Aristóteles. El filósofo medieval propone que el sentido común se
encuentra en el ventrículo delantero del cerebro. La imaginación se ubica en
la parte posterior de este ventrículo. Sobre esta función, Avicena la divide en
647
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
retentiva1 y compositiva. Finalmente, cerca de la imaginación se encuentra
la memoria y lo que denomina estimativa. Esta última función es aquella que,
según Avicena, permite a los animales saber las intenciones de otros animales
hacia ellos, como la intención de un lobo de dañar a una oveja2.
De acuerdo con la previa paráfrasis, Avicena propone cinco sentidos internos,
sin embargo, parece ser que la cantidad de ventrículos es diferente:
“El sentido común se forma en la primera parte del cerebro cuando el
aliento (espíritu) llena el ventrículo […] El pensamiento (cogitativo) y
la memoria tienen lugar en los otros dos ventrículos, pero el lugar de
la memoria es posterior, de modo que el pensamiento está en el medio,
es decir, entre las formas3 y la estimativa”4.
Con esta cita se puede intuir que son tres los ventrículos propuestos por
Avicena. En el primero está el sentido común, en el segundo el pensamiento
y en el tercero la memoria y la intención o estimativa. Esta propuesta de
funciones mentales generó una gran recepción durante la Edad Media y el
Renacimiento. Según Nancy Saraisi Avicena fue una autoridad en psicología,
aunque su reputación se debió más a su comentario del De Anima, que por el
Canon. Sin embargo, en este último texto, también sopesó la validez las
“Retener lo que el sentido común aprehende pertenece a ese poder que se llama
imaginación, y se llama formal, y se llama imaginativo”. Retinere ea quae haec
apprehendit est illius virtutis quae vocatur imaginatio et vocatur formalis et vocatur
imaginativa (todas las traducciones son responsabilidad de la autora). Avicena, Liber
de anima seu sextus de naturalibus IV-V, Leuven, Editions Peeters, 1972, IV, 1, 6065, p. 5.
2
Luis Xavier López Farjeat, Avicena. Roma, Universidad Pontificia de la Santa Cruz.
http://www.philosophica.info/archivo/2009/voces/avicena/Avicena.html
3
Aprehensión de formas sensibles.
4
Sensus communis fiunt in prima parte cerebri spiritu replente ipsum ventriculum […]
Cogitatio vero et memoria fiunt in aliis duobus ventriculis, sed memoriae locus est
posterior ideo ut spiritus cogitationis sit in medio, scilicet inter thesaurum formarum
et thesaurum intentionum. Avicena, Liber de anima seu sextus de naturalibus IV-V.
S, Van Riet (Ed.), Leuven, Editions Peeters, 1972, V, 8, 80-90, p. 182.
1
648
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
clasificaciones de las funciones cerebrales, tales como sentido común,
fantasía, imaginativa, cogitativa, estimativa y las capacidades racionales (estas
últimas asociadas exclusivamente al ser humano5. Además, Saraisi en su texto
Medieval & earli Renaissance medicine muestra una ilustración (revisar
figura 1) contenida en un manuscrito alemán de 1470, del que sostiene que la
división quíntuple que se ve en el dibujo fue introducida por Avicena en su
comentario a De Anima de Aristóteles. Los cinco pequeños círculos dentro del
cerebro representan ventrículos, leyendo de izquierda a derecha, del sentido
común (un poder que reúne las entradas de los sentidos), la imaginación, la
fantasía, el poder cogitativo (no es lo mismo que la razón) y la memoria6.
La ilustración mencionada fue realizada por Peter Gerticz se encuentra en el
manuscrito Parvulus philosophiae naturalis de Johann Lindner de
Mönchburg. El porqué en la ilustración se adaptan los sentidos internos en
cinco círculos se debe a que la intención era hablar en términos de función y
no de fisiología. En esta ilustración también hay cambio en los nombres de los
sentidos internos, separan fantasía de imaginación, y es esto quizá una alusión
a los dos tipos de imaginaciones de Avicena. La cogitativa podría
corresponder a la estimativa.
5
Avicenna was of course a leading authority on psychology, although his reputation
in this field was chiefly based on his De anima rather than the Canon. Nonetheless, in
the latter work, too, he weighed the validity of such classifications of brain function
as sensus communis, phantasia, and imaginative, cogitative, estimative, and rational
powers (the last of these being associated with the rational soul and reserved for
humankind alone). Nancy Saraisi, Avicenna in Renaissance Italy. New Jersey,
Princeton University press, 1987, p. 29.
6
The five small circles within the brain represent ventricles that are supposedly the
sites, reading from left to right, of common sense (a power bringing together the input
of the senses), imagination, fantasy, cogitative power (not the same thing as reason),
and memory […] The fivefold division seen here seems to have been introduced by
Avicenna in his commentary on Aristotle's On the Soul. Nancy Saraisi, Medieval &
earli Renaissance medicine. Chicago, The University of Chicago press, 1990, p. 82,
fig. 13.
649
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Respecto a los nombres de cada sentido interno y su localización es
importante hacer una aclaración. El filosofo medieval iguala al sentido común
con la fantasía. En el De Anima, también conocido como Sextus de
naturalibus, Avicena menciona:
“Pero el primero de los poderes de captación de los sentidos internos es
la fantasía, que es sentido común; el cual se encuentra en la primera
concavidad del cerebro. Es el que recibe todas las formas que se
imprimen de los cinco sentidos. En seguida del sentido común esta la
imaginación o la formación7, que es también una fuerza encontrada en
la concavidad anterior del cerebro, la cual retiene lo que el sentido
común ha tomado de los cinco sentidos y permanece en él después de
la eliminación de los sensibles”8.
Esta idea de imprimir (imprimuntur) se retoma en la teoría de los sentidos
internos de Leonardo.
7
Es en esta parte donde puede encontrarse lo propuesto por López Farjeat, de dos
tipos de imaginación, por un lado, la retentiva y por otro lado la compositiva. Se podría
interpretar como que la imaginación retentiva es formal, es aquella que aprehende o
retiene las formas de lo sensibles del sentido común, mientras que la compositiva es
imaginativa, aquella que continúa con las formas una vez que los estímulos sensibles
han desaparecido.
8
Virium autem apprehendentium occultarum vitalium prima est fantasia quae est
sensus communs; quae est vis ordinata in prima concavitate cerebri, recipiens per
seipsam omnes formas quae imprimuntur quinque sensibus et redduntur ei . Post hanc
est imaginatio vel formans, quae est etiam vis ordinata in extremo anterioris
concavitatis cerebri, retinens quod recepit sensus communs a quinque sensibus et
remanet in ea post remotionem illorum sensibilium. Avicena, Liber de anima seu
sextus de naturalibus I-II-III, S. Van Riet (Ed.), Leuven, Editions Peeters, 1972, I, 5,
20-30, p. 88.
650
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Acceso a Avicena y sentidos internos de Leonardo
De Leonardo y Avicena se ha escrito que el artista renacentista reacciona
en contra del filósofo/médico medieval: “Leonardo da Vinci rechaza ya la
anatomía enseñada por Avicena. Pero, como le faltaba un vocabulario
adecuado, no tenía más remedio que seguir utilizando los términos árabes”9.
Respecto a los conceptos, Leonardo tiene una propuesta triple de ventrículos
o cavidades internas como se ve en un dibujo temprano de 1489.
“Su concepción del cerebro reelaboró las ideas tradicionales, sobre todo
la de que se tomaban los ventrículos o las cavidades como lugares de
actividad mental. A cada uno de los tres ventrículos se le asignaron
funciones localizadas de la manera tradicional. La disposición preferida
de Leonardo identificaba al primero como el ‘receptor de
impresiones’, que recibía datos de todos los sentidos. En el segundo
ventrículo estaba el senso comune (el sentido colectivo), donde se
correlacionaba la información de todos los sentidos, en compañía de las
facultades clave de la imaginación, el intelecto y el movimiento
voluntario e involuntario. Al final del sistema, el tercer ventrículo
actuaba como un matraz para almacenar recuerdos. El alma, que era
servida por otras facultades, reside en el centro de este reino
neurológico”10.
Salvador Gómez Nogales, “Como Ibn Sina se convirtió en Avicena. A través de la
España musulmana, su obra influyó poderosamente en el pensamiento de Occidente”,
El correo de la UNESCO, vol. XXXIII, n. 10, 1980: 32-40; p. 39.
10
“His conception of the brain reworked traditional ideas, most notably tan the
ventricles or cavities were taken as the sites of mental activity. Without modern
microscopy, the “gray matter” seemed unpromising and was thought to be no more
than protection of the ventricles. The three ventricles were each assigned localized
functions in the tradicional manner. leonardo´s preferred arrangement identified the
first as the ‘receptor of impressions’, which took in data from all senses. In the second
ventricle was the senso comune (the collective sense), where information from all
senses was correlated, in company with the key faculties of imagination, intellect, and
voluntary and involuntary motion. At the end of the system, the third ventricle acted
9
651
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Lo que Kemp sostiene es que Leonardo trabajó sobre las ideas tradicionales
que se encontraban en las fuentes que circulaban en su entorno. En su
biblioteca también se en encuentra un libro de filosofía de Albert Magno, es
probable que ese texto sea Philosophia naturalis (línea 12, columna B de la
figura 4), en el cual se habla de los ventrículos de una manera que recuerda la
descripción de Avicena, con espacios divididos entre los sentidos internos
(revisar figura 3).
Aunque el grabado está fechado en 1506, el texto de Alberto Magno estaba
disponible desde tiempo antes. Otra de las fuentes médicas de la fecha son el
Canon y el De Anima de Avicena. No obstante, en la biblioteca personal del
artista no se encuentra algún texto del médico medieval. Sin embargo, según
Pevsner la colección de libros del artista contenía diversos tratados
anatómicos, incluyendo el de Mondino, quien siguió siendo muy influyente
durante varios siglos, y cuya principal fuente médica árabe fue probablemente
el canónigo de Ibn Sina11.
En la figura 4 se puede observar el listado de libros que fue descubierto en
1964 en la Biblioteca Nacional de Madrid. En la columna A del listado se
encuentra en cuarto lugar un título que se ha transcrito como Guidone in
Cerusia, y que traducen como Guido, de Cirugía12. Este título puede referirse
a Chirugia magna (Gran Cirugía), publicado en 1363 en Montpellier por Guy
de Chuliac, también conocido como Guido de Chuliac en España13, nombre
as flask to store memories. The soul, whisch was served by al faculties, resides at the
center of this neurological kingdom”, Martin Kemp, Leonardo da Vinci. The 100
milestones, New York, Sterling, 2019, p. 75.
11
Jonathan Pevsner, “Leonardo da Vinci’s contributions to neuroscience”, TRENDS
in Neurosciences, Vol. 25, N. 4, 2002, p. 217.
12
Ladislao Reti, The Madrid Codices, Vol. 2,3 y 5, Rugby, McGraw-Hill Book Co,
1974, p. 6, y Elisa Ruiz García, “Un retrato auténtico de Leonardo: sus libros”, Elisa
Ruiz García (ed.), El imaginario de Leonardo Códices Madrid de la BNE, Madrid,
Biblioteca Nacional de España, 2012: 85-103; pp. 88-92.
13
Juan Riera Palmero y Guadalupe Albi Romero, “El avicenismo renacentista en la
Universidad de Salamanca” ILUIL, vol. 27, 2004: 705-745; p. 743.
652
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
con el que probablemente también se le conocería en Italia. Guido de Chuliac
fue asiduo de la Facultad de Medicina de Monpellier.
“El Qanun de Avicena se fue convirtiendo paulatinamente en la base de
la enseñanza médica en todas las universidades. Figura en el programa
más antiguo que se conoce de la docencia en la Escuela de Medicina de
Montpellier, en una Bula de Clemente V fechada en 1309, y en todos
los programas posteriores hasta el año 1557”14.
En el Chirugia magna de Guy de Chuliac se habla sobre los sentidos
internos. Esta puede ser otra de las fuentes de Leonardo a las ideas medievales
sobre los ventrículos cerebrales.
“El cerebro tiene tres ventrículos según su longitud, y cada ventrículo
tiene dos partes, y en cada parte se organiza una virtud. En la primera
parte del ventrículo anterior se asigna el sentido común, en la segunda
la virtud imaginativa; en el ventrículo medio está la parte pensante y
racional, y en la parte posterior está la parte conservadora y de
memoria. Y que entre estos ventrículos el anterior es el más grande, el
medio el más pequeño y el posterior el de tamaño medio. Y de uno a
otro son los caminos por los que pasa el espíritu”15.
Algo interesante del texto de Chuliac es la propuesta de los tamaños
específicos de los ventrículos internos, vinculando así de manera más cercana
lo fisiológico con lo funcional. Leonardo terminaría de hacer esta relación
gracias a su experimento de verter cera en lo que se cree pudo ser el cerebro
de un buey16. La fecha aproximada de estos experimentos es 1505: “Después
de 1505, Leonardo realizó disecciones cerebrales y descubrió métodos para
14
Gómez Nogales, ob. cit., p. 39.
Guy de Chauliac, Inventarium sive cirugía magna. Volume One. Leiden, E. J. Brill,
1997, p. 34.
16
J. Pevsner, ob. cit., p. 217. M. Kemp, ob. cit., p. 169.
15
653
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
verter cera en los ventrículos cerebrales; esto dio lugar a una serie de notables
dibujos”17.
En la figura 5 se puede observar un dibujo del resultado de su experimento,
fechado entre 1507-1510, y encontrados actualmente en la Windsor Royal
Library. Aunque Leonardo haya entendido cómo son los ventrículos internos
con este ingenioso invento proveniente de sus conocimientos en escultura, el
artista deja las mismas funciones psíquicas. “Su radical reformación de los
ventrículos no afecta cómo funcionan. El ventrículo anterior esta etiquetado
como impressiva, el central actúa como el senso comune, y el compartimento
del final contiene la memoria18.
Imaginación/fantasía
Fantasía es un término que se ha relacionado a lo largo de la Edad Media
con sentido común. Hubo una etapa en la que incluso se consideraron que eran
lo mismo, como ocurre en esta cita. Según Méndez en el Liber de Anima, el
médico medieval sostiene una equivalencia total, traslada phantasia como
equivalente de sensus communis19. Esta equivalencia puede ser otro punto de
confluencia de Leonardo y Avicena, dado que, aunque el artista ubica de
manera diferente el senso commune, lo relaciona con imaginación. “En el
ventrículo del centro está el sentido común, aquí se encuentra la facultad de la
imaginación, intelecto y movimiento voluntario e involuntario, y en el
ventrículo posterior está la memoria”20. Aquí cabe una aclaración sobre lo que
el término imaginación refería para Leonardo. El artista usaba el término de
Mary Pardo, “Memory, imagination, figuration: Leonardo da Vinci and the
Painter’s mind", S. Küchler & W. Melion (ed.), Images of memory. On remembering
and representation, Washington D. C., Smithsonian Institutions press, 1991: 47-73;
p. 69.
18
M. Kemp, ob. cit., p. 169.
19
Sigmund Méndez, “Reflexiones teóricas de Leonardo Da Vinci sobre la fantasía”,
Anales del instituto de investigaciones estéticas, vol. 35, n. 103, 2013: 35-88; p. 58.
20
M. Kemp, ob. cit., p.75, § 40.
17
654
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
manera muy similar a Aristóteles, igualando imaginación, con fantasía. Esta
teoría parece respaldada por Thereza Wells:
“Una imaginación profunda y fértil, lo que él denomino fantasía. La
fantasía también era requerida por el pintor. Para triunfar el pintor
necesitaba establecer una unión entre intelecto, comprensión racional,
y la fantasía, es decir composición imaginativa. Sólo a través de esta
conjunción el artista puede reproducir la naturaleza”21.
Esta composición imaginativa mencionada por Wells se puede ligar con la
imaginación compositiva de Avicena. También es interesante notar la palabra
que usa el médico medieval en su texto al hablar de cómo las formas se fijan
es decir, se imprimen (imprimuntur). Este puede ser un punto de
intertextualidad entre ambos, dado que se le atribuye a Leonardo crear el
término impressiva.
“El sentido común se mueve mediante la impressiva que está colocada
en medio entre él y los sentidos (…) Las semejanzas de las cosas
circunstantes mandan sus semejanzas a los sentidos, y los sentidos las
transfieren a la impressiva, la impressiva las manda al sentido común,
y por él son establecidas en la memoria, y allí son más o menos
retenidas, según la importancia o fuerza de la cosa dada”22.
En esta cita se puede apreciar la ubicación que da Leonardo a la función
impressiva, es decir, la primera función entre los sentidos y el sentido común.
Este término “es prácticamente exclusivo de Leonardo, proviene de
aprehender (apprensiva), y se refiere a enfatizar la función receptiva. Esta
“A deep and fertile imagination—what he termed fantasia… Fantasia was also
required for the painter. To succeed, the painter needed to establish a union between
the intelletto, rational understanding, and fantasia, imaginative composition. Only
through this combination could an artist remake nature”. Leonardo Da Vinci,
Leonardo da Vinci Notebooks. Thereza Wells (ed.). New York, Oxford University
Press, 2008, p. XXV.
22
Leonardo da Vinci, citado por S. Méndez, ob. cit., p. 55.
21
655
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
“potencia aprehensiva” es un término con diversos significados que se
entiende como facultades o “sentidos interiores”23. Aunque Méndez sostiene
que la palabra impressiva proviene de aprehender, también cobra sentido
pensar en una transición de imprimuntur a impressiva.
“En todo caso, que Leonardo sostuviese durante años la búsqueda de un
esquema “personal” de las potencias interiores, a pesar de que debió
manejar las obras de Galeno, Avicena, san Alberto Magno, Mondino y
Benedetti (además de su vínculo con el profesor de anatomía en Pavia,
Marcantonio della Torre), permiten sustentar que tanto la teoría sobre
la impressiva como la subrayada principalía del sensus communis
obedecen no a la “ignorancia” del artista, sino a un intento
auténticamente “original” que –partiendo del esquema tripartito de la
tradición “galénica”– buscó sus propias soluciones para explicar los
procesos biopsicológicos de la cognición”24.
Conclusión
Leonardo continúa con algunas de las etiquetas usadas por Avicena para
los sentidos internos, como el sentido común, y la memoria. Si bien son
etiquetas que provienen desde Aristóteles, la impressiva propuesta por el
artista parece adecuarse a lo propuesto por el médico medieval. Debido
principalmente a la función de esta, la cual la contemplaba Avicena
ajustándola al sentido común. Además, para Leonardo fantasía iba unido al
sentido común, similar a lo propuesto por Avicena y luego rescatado por
Guido de Chuliac.
23
24
S. Méndez, ob. cit., p. 42.
S. Méndez, ob. cit., p. 61.
656
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Ventrículos
Primero o
anterior
Avicena
- Sentido común.
Medio
- Imaginación
retentiva/formal.
- Imaginación
compositiva/imaginativa.
- Pensamiento (cogitativo).
Posterior o
tercero.
- Memoria
- Estimativa
Leonardo
Impressiva (captura sensibles,
se le puede relacionar tanto con
la función del sentido común
como con la imaginación
retentiva)
- Fantasía/imaginación
(compositiva).
- Sentido común.
- Intelecto.
- Movimiento voluntario e
involuntario.
- Memoria
Para Leonardo el sentido común se encuentra en el ventrículo central, junto
con la imaginación la cual él iguala a fantasía, y también en esta zona el artista
ubica al intelecto. Para Avicena, la imaginación y el pensamiento también
están en el ventrículo central. No hay duda que en los dos autores la memoria
está en el tercer ventrículo. Con el primer ventrículo ocurre algo interesante,
ambos autores hablan de la función de recepción de sensibles, y ambos
colocan a esta tarea en el primer ventrículo, aunque le nombren diferente.
Como se puede observar, existe una relación entre la ubicación de las
funciones, y en la descripción de la función en sí misma en las filosofías de la
mente de Leonardo da Vinci y Avicena.
657
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
658
... “Nisi fuerit intellectum quod significatur per verbum...”
Vestigios platónicos en la determinación aviceniana
de las primeras nociones del intelecto
Hernán Esteban Guerrero Troncoso
Univ. Gabriela Mistral, Chile
1. Introducción
Una visión panorámica de los intentos de reformular o fundamentar la
metafísica, permite interpretar su historia a partir de la sucesión de dichos
intentos. Sin embargo, este modo de entender la metafísica sería vacío si
consistiera en una mera crónica de la sucesión periódica de figuras decisivas,
precedidas por otras que preparan su camino y otras que, siguiendo sus
postulados, llevan al declive esa posición dominante, la cual luego será
reemplazada por otra, y así sucesivamente. Por el contrario, es más fructífero
centrarse en las discusiones que, tomadas en su conjunto, revelan una
concepción de la realidad común a una serie de pensadores, quienes, sobre
todo en aquellos puntos de disenso, permiten advertir la vastedad y
profundidad de dicha concepción. En este sentido, el estudio de los asuntos
sobre los cuales Aristóteles critica a Platón, por nombrar el ejemplo más
célebre, cobra mayor valor, pues ilumina desde diversos puntos de vista la
concepción común que ambos poseen de la realidad y que precisamente
anima dicha discusión.
Bajo este presupuesto, la propuesta relativamente reciente de un
“segundo inicio” de la metafísica, entendido como el momento en el cual
junto a la “metafísica del ser primero (Metaphysik des Ersten)” surge una
“metafísica de lo (re)conocido en primer lugar (Metaphysik des
Ersterkannten)”, no vendría sino a constatar el carácter mutable de dicha
ciencia, especialmente en una época –a saber, durante los siglos XIII y XIV–
659
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
en que la determinación del primer objeto de la metafísica constituyó un
problema clave1.
Dentro de esta historia de fundamentación y exposición de la metafísica,
en particular en el Occidente latino, el Libro de la Filosofía primera o
ciencia divina de Avicena juega un papel clave. Si bien el filósofo persa no
fue el primero en interpretar la Metafísica de Aristóteles desde un punto de
vista teológico, sus escritos fueron conocidos por gran parte de los doctores
de la Escolástica, muchos de los cuales la adoptaron en sus propias
doctrinas, tanto así, que no solo se ha sostenido que el “segundo inicio” de la
metafísica se encontraría en germen ya en Avicena, sino que una corriente de
pensamiento de la segunda mitad del siglo XIII, uno de cuyos representantes
más relevantes es Enrique de Gante, ha sido llamada “agustinismo
avicenizante”2. Esto ya era evidente para los doctores de la Escolástica,
quienes, a pesar de que en principio consideraron a Avicena como otro
comentarista de Aristóteles, junto con Averroes, poco después repararon en
la independencia en el tratamiento que hace el filósofo persa de los
problemas filosóficos, de manera que ya desde inicios del siglo XIII se le
Cf. Ludger Honnefelder, “Metaphysik des Ersten oder Metaphysik des
Ersterkannten? Überlegungen zum Konzept der Metaphysik bei Thomas von
Aquin”, Philosophisches Jahrbuch, 153, 2, 2016: 443-457; id., La métaphysique
comme science transcendentale entre le Moyen Âge et les Temps Modernes, Paris,
Presses Universitaires de France, 2002; Albert Zimmermann, Ontologie oder
Metaphysik? Die Diskussion über den Gegenstand der Metaphysik im. 13. und 14.
Jahrhundert. Texte und Untersuchungen, Leuven, Peeters, 1998.
2
Cf. Amos Bertolacci, The Reception of Aristotle’s Metaphysics in Avicenna’s Kitāb
Al-Šifā’. A Milestone of Western Metaphysical Thought, Leiden - Boston, Brill,
2006: 113-116; Jan A. Aertsen, Medieval philosophy as transcendental thought:
from Philip the Chancellor (ca. 1225) to Francisco Suárez, Boston – Leiden, Brill,
2012: 75-100; Étienne Gilson, “Avicenne et le point de départ de Duns Scot”,
Archives d’Histoire Doctrinale et Littéraire du Moyen-Âge, 2, 1927: 89-149;
Francisco O’Reilly, “La definición y el objeto de la metafísica en la Philosophia
Prima del Avicena Latino”, Anales del Seminario de Historia de la Filosofía, 38, 3,
2021: 441-451 (pp. 442-445).
1
660
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
consideró como un pensador independiente, con una autoridad similar a la de
Aristóteles3. Como consecuencia de ello, a través de Avicena fueron
validadas posiciones alternativas a las del Filósofo, tales como ciertas
posiciones platónicas o neoplatónicas, que reaparecieron luego en las
discusiones sobre el rol de las ideas en la mente divina o sobre los niveles de
perfección de las criaturas.
En dicho contexto de revalidación del platonismo que Avicena ayudó a
suscitar en el Occidente latino, este trabajo se concentra en las dos primeras
alusiones al Sofista de Platón que se hallan en el capítulo sobre las primeras
nociones del intelecto, al inicio de la Filosofía primera. Ambas se
encuentran en la sección donde Avicena explica en qué consiste la primacía
de dichas nociones. La primera es una alusión a la definición de “ser” en
tanto “capacidad” (δύναμις), mientras que la segunda se remite al análisis de
la relación entre ser y verdad, que ocupa la parte final del diálogo de Platón.
En este trabajo se mostrará que, mediante dichas alusiones, Avicena plantea
la discusión sobre las primeras nociones en un contexto más amplio, que no
se limita a repetir la posición aristotélica ni a fundamentar un principio
lógico, como el de contradicción, sino que se sitúa en los confines de la
realidad. Esto permite apreciar más claramente los elementos comunes a
todo lo que compone la realidad y al conocimiento que es posible adquirir de
ella.
El trabajo se estructura de la siguiente manera. Primero, se hará una
lectura comparada de la primera sección de la Filosofía primera I c. 5, en
donde Avicena expone en qué consiste la primacía de las primeras nociones
del intelecto, con los pasajes paralelos de la Metafísica de Aristóteles, para
así presentar el contexto en el cual se encuentran las alusiones al Sofista de
Platón. Luego, se expondrá la primera alusión a Platón, para mostrar cómo
Cf. Amos Bertolacci, “On the Latin Reception of Avicenna’s Metaphysics before
Albertus Magnus: An Attempt at Periodization”, en D. N. Hasse – A. Bertolacci
(eds.), The Arabic, Hebrew and Latin Reception of Avicenna’s Metaphysics, Berlin –
Boston, De Gruyter, 2012: 197-223.
3
661
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Avicena, contra el filósofo ateniense, distingue el modo en que se deben
concebir las nociones primeras del modo en que se conciben las demás
nociones. Por último, se hará una comparación entre la segunda alusión a
Platón y el análisis de la relación entre las dos primeras nociones, “cosa” y
“ser”. Allí se podrá apreciar la influencia que Platón ejerce en la posición de
Avicena.
2. Las nociones primeras del intelecto en tanto inicio absoluto
del conocimiento (y) de la realidad
Después de haber dedicado los cuatro primeros capítulos de la Filosofía
primera a determinar en qué consiste el primer objeto de la metafísica,
Avicena comienza el estudio de dicha ciencia enumerando algunas de las
nociones primeras, a partir de las cuales se estructura el conocimiento de la
realidad. Estas nociones se caracterizan, en primer lugar, porque no
presuponen ninguna noción anterior para ser conocidas cabalmente y
reconocidas como el fundamento de todo conocimiento posterior de la
realidad y, en segundo lugar, porque son las más comunes en absoluto a
todas las demás nociones4.
Avicena explica la primera de estas características a partir del hecho de
que, para entender cualquier palabra o representación, es necesario conocer
de antemano su significado, ya que por sí solas, en tanto mera voz o imagen,
no son capaces de producir un conocimiento. Para que dicho conocimiento
se adquiera, es necesario un tránsito de lo menos evidente a lo más evidente,
es decir, que se pase de una noción o imagen cuyo significado puede ser
incluso más amplio o vago, a una noción o imagen más clara y concreta. Así,
4
Avicena, Liber de Philosophia prima sive Scientia divina I c. 5, ed. S. van Riet,
Avicenna Latinus 3, Louvain – Leiden, Peeters – Brill, 1977, pp. 31-32: “Dicemus
igitur quod res et ens et necesse talia sunt quod statim imprimuntur in anima prima
impressione, quae non acquiritur ex aliis notioribus se, sicut credulitas quae habet
prima principia, ex quibus ipsa provenit per se, et est alia ab eis, sed propter ea”.
662
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
dado que, si toda palabra o imagen presupusiera un conocimiento anterior,
habría una remisión al infinito o todo discurso sería circular, el conocimiento
de las nociones primeras ha de ser inmediato, completo y suficiente para sí
mismo, es decir, que quien capta esas nociones lo hace sin que se deba
remitir a una noción anterior, las conoce en su totalidad y no requiere de una
confirmación para estar seguro de su verdad5.
Esta exposición se remite a dos pasajes de la Metafísica de Aristóteles. El
más extenso y relevante se halla al inicio de la exposición del principio de
contradicción (Metaph. IV c. 3-4), pero dicho pasaje presupone la discusión
que cierra el libro IX. En esta sección, Aristóteles examina uno de los
sentidos en que se concibe la noción de ser, en tanto verdadero, y distingue
entre cosas compuestas y cosas que no lo son, dado que el modo de ser de
cada una es distinto y, por ello, también es distinto el modo en que se oponen
a la verdad. En las primeras, la verdad consiste en afirmar la unión de las
partes que se encuentran unidas en la cosa, o la división de lo que está
dividido, y a la verdad se opone la falsedad, que consiste en afirmar lo
contrario de cómo está constituida la cosa, es decir, que lo dividido está
unido o que lo unido está dividido6. En las cosas no compuestas, en cambio,
no es la falsedad, sino la ignorancia la que se opone a la verdad. Aquí, la
verdad consiste en captar y poner la cosa en evidencia (τὸ μὲν ϑιγεῖν καὶ
φάναι ἀληϑές), mientras que la ignorancia quiere decir simplemente que no
se capta la cosa. Por ende, estas cosas o se conocen por completo, o bien se
ignoran, y el error en relación con ellas es solo accidental, pues se toma una
cosa por otra. Asimismo, Aristóteles sostiene que todas estas cosas no
compuestas son en acto, sobre todo el ser mismo, ya que, de no ser así, se
generarían y corromperían, pero el ser mismo no puede ser generado a partir
de otro7.
5
Ibíd., pp. 32-33.
Cf. Aristóteles, Metaphysica IX c. 10, 1051b 1-17, ed. W. D. Ross, Oxford,
Clarendon Press, 1924 (sin indicación de página en el texto griego).
7
Ibíd., 1051b 17-1052a 4.
6
663
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
El segundo pasaje paralelo a la exposición de Avicena se halla en la
primera parte de la exposición del principio de contradicción. Ya al enunciar
el principio, Aristóteles deja en claro que se trata de una noción primera,
cuyo conocimiento es inmediato y completo, pues no solo es imposible errar
respecto a él, sino también su verdad es evidente por sí sola, por lo que no es
necesario demostrar su validez y, más aún, quien se niega a aceptarlo, se
comporta como una planta8. Asimismo, dado que este principio no solo es
indemostrable, sino que es la base de toda demostración, cualquier intento
por comprobar su validez incurriría en un círculo9. Esto es así, porque el
principio de contradicción es el fundamento de toda proposición y de toda
comprensión de las cosas, ya que cada término contiene en sí aquello que lo
determina en cuanto tal y, con ello, lo que es lícito afirmar o negar de él en
una proposición10.
Ahora bien, a pesar de que es imposible demostrar este principio,
Aristóteles muestra las consecuencias absurdas que se siguen de la negación
del principio. Así, en el caso de los términos simples, cada uno reúne en sí
una serie de determinaciones que dan a conocer la cosa que enuncian en
tanto eso que ella es, y esa unidad da sentido a todo término y permite que se
predique de las cosas a las que corresponde y que, a su vez, se predique de él
lo que le es adecuado. Por ende, si se niega el principio de contradicción, se
anula toda predicación y todo discurso es en vano, porque al negar la unidad
que reúne las determinaciones de la cosa bajo el nombre que la señala,
Ibíd., IV c. 3, 1005b 11-14: “βεβαιοτάτη δ’ ἀϱχὴ πασῶν πεϱὶ ἣν διαψευσϑῆναι
ἀδύνατον· γνωϱιμωτάτην τε γὰϱ ἀναγκαῖον εἶναι τὴν τοιαύτην (πεϱὶ γὰϱ ἃ μὴ
γνωϱίζουσιν ἀπατῶνται πάντες) καὶ ἀνυπόϑετον”; ibíd., c. 4, 1006a 5-15: “ἀξιοῦσι
δὴ καὶ τοῦτο ἀποδεικνύναι τινὲς δι’ ἀπαιδευσίαν ... γελοῖον τὸ ζητεῖν λόγον πϱὸς τὸν
μηϑενὸς ἔχοντα λόγον, ᾗ μὴ ἔχει· ὅμοιος γὰϱ φυτῷ ὁ τοιοῦτος ᾗ τοιοῦτος ἤδη”; cf.
ibid., 1008b 10-12: “εἰ δὲ μηϑὲν ὑπολαμβάνει ἀλλ’ ὁμοίως οἴεται καὶ οὐκ οἴεται, τί
ἂν διαφεϱόντως ἔχοι τῶν γε φυτῶν;”.
9
Ibíd., 1006a 5-26.
10
Aristóteles analiza las consecuencias de negar el principio de contradicción en las
proposiciones en la sección final del c. 4 (ibíd., 1007b 19-1009a 5).
8
664
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
cualquier cosa puede ser asociada a cualquier nombre, y ningún nombre
sería más verdadero que su contrario ni señalaría algo que no pudiera ser
indicado por cualquier otro, por lo que es necesario presuponer dicha
unidad11. Además, si faltara dicha unidad, toda predicación sería accidental,
ya que la unidad que reúne las determinaciones de la cosa corresponde a la
esencia de esta última; sin embargo, Aristóteles hace notar que no es lícito
que un accidente se predique de otro, sino solo cuando concurren en algo
tercero, por lo que es imposible que haya una remisión al infinito en la
predicación accidental12.
3. Avicena contra Platón.
Sobre el modo en que se conciben las nociones primeras
El fundamento que permite a Avicena hacer extensiva la estructura
aristotélica de la primacía del principio de contradicción a las primeras
nociones se encuentra en su segunda característica, a saber, en su
universalidad, esto es, en el hecho de que dichas nociones pueden ser
concebidas a partir de sí mismas de modo más inmediato (“proptiora sunt ad
imaginandum per seipsa”)13. Aquí, aludiendo a la imposibilidad que señala
Aristóteles de demostrar el principio de contradicción, el filósofo persa dice
que cualquier intento por demostrar la validez de las primeras nociones
termina en una demostración circular, ya que pretende poner en evidencia en
qué consisten a partir de algo que sería más evidente que ellas. Aquí,
Avicena presenta el siguiente ejemplo de predicación circular:
“Y, por ende, de ninguna manera se puede poner de manifiesto algo
[propio] de ellas [a saber, de las nociones primeras] mediante una
demostración que no sea circular, o por algo que sea más evidente que
11
Ibíd., 1006a 29-1007a 20.
Ibíd., 1007a 21-1007b 18.
13
Avicena, ob. cit., p. 33: “Quae autem promptiora sunt ad imaginandum per seipsa,
sunt ea quae communia sunt omnibus rebus, sicut res et ens et unum, et cetera”.
12
665
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
ellas. Por lo que quien quisiera discutir sobre ellas incurriría en un
círculo, tal como aquel que dijo que la determinación propia
[certitudo] del ser es que es agente o paciente. Aunque esta división
sea propia del ser, el ser es, en cambio, más evidente que lo agente y
lo paciente. En efecto, todos los hombres conciben la determinación
propia del ser, pero ignoran acaso debe ser agente o paciente, y para
mí hasta ahora esto no era evidente sino solo mediante una
argumentación. ¿Qué clase [de filósofo] es aquel, entonces, que se
esfuerza por poner en evidencia eso que es manifiesto mediante una
propiedad que incluso es necesario demostrar para que quede claro
que es [propia] de aquello [que es evidente por sí solo]?”14.
Como se señaló en la sección anterior, Aristóteles presenta un ejemplo de
predicación circular cuando se refiere a la imposibilidad de que un accidente
se predique de otro, a menos que ambos tengan lugar en la misma sustancia,
pues todo accidente presupone la sustancia15. Sin embargo, Avicena prefiere
presentar la definición de ser que propone Platón en el Sofista como ejemplo
de predicación circular pues, en efecto, la actividad y la pasividad son menos
evidentes que la noción de ser y la presuponen, ya que no se entienden sin
una referencia al ser o, al menos, a un sujeto.
Ibíd.: “Et ideo nullo modo potest manifestari aliquid horum probatione quae non
sit circularis, vel per aliquid quod sit notius illis. Unde quisquis voluerit discurrere
de illis incidet in involucrum, sicut ille qui dixit quod certitudo entis est quod vel est
agens vel patiens: quamvis haec divisio sit entis, sed tamen ens notius est quam
agens vel patiens. Omnes enim homines imaginant certitudinem entis, sed ignorant
an debeat esse agens vel patiens; et mihi quousque nunc non patuit hoc nisi
argumentatione tantum. Qualis est ergo iste qui id quod est manifestum laborat
facere notum per proprietatem quam adhuc opus est probari ut constet esse illius?”
(traducción propia).
15
Cf. Aristóteles, Physica I c. 2, 185a 31-32, ed. W. D. Ross, Oxford, Clarendon
Press, 1936, s. p.: “οὐϑὲν γὰϱ τῶν ἄλλων [κατηγοϱιῶν] χωϱιστόν ἐστι παϱὰ τὴν
οὐσίαν· πάντα γὰρ καϑ’ ὑποκειμένου λέγεται τῆς οὐσίας”.
14
666
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Ahora bien, Platón propone esta definición en el contexto de la
determinación de lo que él llama “los géneros más altos”, en medio de la
discusión con Parménides en torno a la posibilidad de concebir y afirmar el
no-ser. Ya al inicio de esta sección, el extranjero de Elea y Teeteto, los
personajes que llevan adelante el diálogo, habían convenido en que el
absoluto no-ser, lo “ni-uno” (τὸ μηδέν), se encuentra excluido de la esfera del
ser16. Sin embargo, mientras intentan convencer a quienes afirman que el ser
consiste solo en aquello que posee materia de que hay seres inmateriales de
los cuales es necesario afirmar que son, el extranjero propone identificar el
ser con la capacidad en los siguientes términos:
“Digo, pues, que cualquier cosa que posee una capacidad, sea para
producir cualquier otra cosa que pueda ser producido, sea para
padecer incluso lo más mínimo por algo más imperfecto, incluso una
sola vez para siempre, todo esto realmente es; y propongo que <es
necesario> definir con esta definición, que lo que es no es otra [cosa]
sino capacidad”17.
A primera vista, uno puede observar que Platón no afirma que la
determinación propia de la noción de ser consista en ser agente o paciente,
como sostiene Avicena, sino más bien que se debe identificar con la
capacidad, la cual sí se distingue en agente y paciente. Luego, si ser y
capacidad son lo mismo, es lícito concluir que el ser también se divide en
16
Platón, Sophistes, 236 d- 239 c, en E. A. Duke et al. (eds.), Platonis opera, vol. 1,
Oxford, Clarendon Press, 1995, pp. 385-471 (p. 417-421); cf. Hernán GuerreroTroncoso, “τ’ἐὸν ἔμμεναι πολλαχῶς. Apuntes sobre la ambigüedad del concepto
aristotélico de ser y su relación con el ‘segundo inicio’ de la metafísica”,
Thaumazein, 11, 22, 2018, pp. 43-62 (pp. 50-51).
17
Platón, ibíd., 247 d-e, p. 436: “Λέγω δὴ τὸ καὶ ὁποιανοῦν τινα κεκτημένον
δύναμιν εἴτ’ εἰς τὸ ποιεῖν ἕτερον ὁτιοῦν πεφυκὸς εἴτ’ εἰς τὸ παϑεῖν καὶ σμικρότατον
ὑπὸ τοῦ φαυλοτάτου, κἂν εἰ μόνον εἰς ἅπαξ, πᾶν τοῦτο ὄντως εἶναι· τίϑεμαι γὰϱ
ὅϱον ὁϱίζειν <δεῖν>, τὰ ὄντα ὡς ἔστιν οὐκ ἄλλο τι πλὴν δύναμις” (traducción
propia).
667
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
agente y paciente. Asimismo, dado que el extranjero de Elea intenta
convencer a sus interlocutores que la esfera del ser no se reduce a lo
material, sino que es más amplia, uno puede estar de acuerdo con Avicena,
en el sentido de que Platón pretende explicar el ser a partir de otras nociones
que son menos evidentes y que, además, lo presuponen. Sin embargo, en el
contexto más amplio de la discusión con Parménides en torno a la
posibilidad de afirmar el no-ser, esta definición juega un papel crucial, pues
a partir de ella el extranjero y Teeteto comenzarán a determinar los demás
géneros más altos, que son mutuamente excluyentes (movimiento y reposo)
o compatibles con su contrario (lo mismo y lo otro)18. En este sentido, se
trata de una definición funcional, que no pretende comprender el ser en su
totalidad, sino más bien delimitar los términos en que se debe concebir todo
aquello que cabe dentro de su esfera, en particular las nociones más
universales, comunes a todo cuanto es.
Con todo, es posible suponer que la crítica de Avicena no se reduce a un
mero desacuerdo con los términos con los cuales Platón concibe el ser, sino
que apunta al modo en que plantea dicha comprensión, a saber, como una
definición. Por ende, la crítica de Avicena radicaría en que no es lícito
concebir las nociones primeras del mismo modo en que se concibe cualquier
otra noción, esto es, a partir de una noción anterior, que puede ser menos
evidente por sí misma, sino que se conciben por completo a partir de ellas
mismas. En otras palabras, no es lícito concebir nociones como “cosa”, “ser”
y “necesario” del mismo modo en que se concibe todo lo demás que se
conoce a partir de ellas, porque ellas constituyen el fundamento último y, en
tanto común a todo lo que es, inagotable e irreductible del conocimiento de
la realidad, Por ello, no corresponde definirlas tal como se definen las demás
nociones, pues, como afirma Aristóteles, la definición se basa sobre algo
anterior y más conocido, a saber, el género y la diferencia específica19, y las
nociones primeras se conocen a partir de sí mismas.
18
Ibíd., 254 b-259 b, pp. 447-456; cf. H. Guerrero-Troncoso, ob. cit., pp. 51-54.
Cf. Aristóteles, Topica VI c. 4, 141a 23-31, ed. W. D. Ross, Oxford, Clarendon
Press, 1958, pp. 1-189 (p. 120): “... δῆλον γὰρ ὅτι καὶ ὁ διὰ πϱοτέϱων καὶ
19
668
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
4. Avicena, seguidor de Platón. Sobre la posibilidad de concebir el no-ser
Ahora bien, a pesar de que Avicena critica el modo en que Platón define
el ser a partir de la capacidad de llevar a cabo y de recibir una acción, eso no
quiere decir que descarte por completo esa noción de ser. En efecto, después
de criticar la definición de ser en tanto agente o paciente, Avicena se refiere a
otro pasaje del Sofista, donde Platón identifica el ser con lo verdadero y el
no-ser con lo falso20. Sin embargo, a diferencia del primer ejemplo, aún
cuando la afirmación sería circular, Avicena advierte que en esa tautología
hay una indicación (innuitio) que designa la noción de “cosa” y, con ello,
permite que se comprenda de mejor manera21. Así, incluso si Platón parece
estar tratando otra vez de explicar una noción primera a partir de otras
nociones posteriores que la presuponen, esa redundancia permite advertir
cómo la noción de “ser” coincide con la de “cosa”, en la medida en que la
determinación propia de una cosa, su certitudo, corresponde al ser propio de
la cosa, a pesar de que ambas nociones sean concebidas cada una como algo
distinto22. Así, si la verdad corresponde a uno de los sentidos de “ser”, este
γνωϱιμωτέϱων βέλτιον ὥϱισται”; ibíd., 141b 24-28, p. 122: “ἐὰν μὴ τυγχάνῃ ταὐτὸν
ἡμῖν τε γνωϱιμώτερον ὂν καὶ ἁπλῶς γνωϱιμώτερον, εἴπεϱ δεῖ μὲν διὰ τοῦ γένους καὶ
τῶν διαφοϱῶν ὁϱίζεσϑαι τὸν καλῶς ὁϱιζόμενον, ταῦτα δὲ τῶν ἁπλῶς γνωϱιμωτέρων
καὶ πϱοτέϱων τοῦ εἴδους ἐστίν”.
20
Platón, ob. cit., 260 a-264 b, pp. 457-464.
21
Cf. Avicena, ob. cit., p. 34: “Sed fortasse hoc et consimile erit innuitio aliqua.
Nam cum dicis quod res est id de quo vere potest aliquid enuntiari, idem est quasi
diceres quod res est res de qua vere potest aliquid enuntiari; nam id et illud et res
eiusdem sensus sunt. Iam igitur posuisti rem in definitione rei, quamvis nos non
negamus quod haec et consimilia, cum sint vitiosa, tamen aliqua designatio rei
sunt”.
22
Cf. ibíd., pp. 34-35: “Dico ergo quod intentio entis et intentio rei imaginantur in
animabus duae intentiones ... unaquaeque enim res habet certitudinem qua est id
quod est ... et hoc est quod fortasse appellamus esse proprium, nec intendimus per
illud nisi intentionem esse affirmativi, quia verbum ‘ens’ significat etiam multas
intentiones, ex quibus est certitudo qua est unaquaeque res, et est sicut esse
proprium rei”; Francisco O’Reilly, “Del ente como primum cognitum a los multivoca
669
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
ha de ser entendido como equivalente a “cosa”, ya que la verdad no
corresponde sino a la quiditas, a aquello que determina una cosa como tal23.
Más importante aún para ver la relación entre Avicena y Platón es el
examen del no-ser que el filósofo persa lleva a cabo después de determinar
cómo la noción de “ser” equivale a la de “cosa”. Si bien un examen en
profundidad supera los límites de este trabajo, es importante señalar que el
principio que se desprende del examen del no-ser, a saber, el fundamento de
la distinción entre las nociones de “cosa” y “ser”, permite advertir que la
primera referencia al Sofista de Platón, y el diálogo en general, sí juegan un
papel clave en la posición de Avicena. Al inicio del examen, el filósofo persa
sostiene que solo si se entiende que una cosa que está en el intelecto no sea
en la realidad, es lícito hablar de no-ser, pero no lo es si se pretende afirmar
algo del no-ser absoluto, ya que es imposible enunciar o concebir algo de él,
ni en términos afirmativos ni negativos, pues es totalmente incompatible con
la noción de “cosa” y, por ello, no corresponde con nada que de cualquier
modo sea algo24. Sin embargo, si se enuncia algo en términos negativos se da
a entender que esa determinación “adviene en el no-ser” y, en este sentido,
“no hay diferencia entre advenir y ser; y por ende es casi lo mismo que
dijéramos que esta propiedad tiene su ser en el no ser”25.
Una comparación con el Sofista permite observar la cercanía de Avicena
con Platón. Al comienzo de la discusión con Parménides, el extranjero de
Elea caracteriza al absoluto no-ser como aquello que queda excluido de la
esfera del ser, que no puede ser ni enunciado ni concebido ni percibido de
en el Avicena latino. Un comentario a Philosophia Prima I, 5”, Scripta Mediaevalia,
12, 1, 2019, pp. 31-52 (pp. 41-45).
23
Cf. ibíd., p. 35: “Redeamus igitur et dicamus quod, de his quae manifesta sunt, est
hoc quod unaquaeque res habet certitudinem propriam quae est eius quiditas”.
24
Ibíd., p. 36-37; O’Reilly, ob. cit., pp. 46-49.
25
Avicena, ob. cit., p. 37: “Sensus enim nostrae dictionis, quod non esse est tale, est
quod talis dispositio advenit in non esse; nec est differentia inter advenire et esse; et
ideo idem est quasi diceremus quod haec proprietas habet esse in non esse”.
670
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
ninguna manera26. Luego, al final de esa sección, el extranjero identifica al
género de “lo otro” con el no-ser dentro de la esfera del ser, en la medida en
que lo que se puede decir que no es, es siempre algo, pero que es algo otro,
que no corresponde con la cosa que se pretende poner en evidencia27. Así,
Avicena muestra que la noción de “ser” es diversa de la de “cosa”, en tanto
que es más amplia, pues cada cosa es solo ese “algo” que es28, mientras que
el “ser” es común a toda “cosa”, tal como en el Sofista el género del “ser”
contiene en sí el de “lo otro”. Con todo, queda por indagar si es lícito
proponer que la identidad entre “advenir” y “ser” que observa Avicena sea
equivalente a la que propone Platón entre “capacidad” y “ser”.
A partir de lo anterior, espero haber puesto de manifiesto que el principal
interlocutor de Avicena en la determinación de las nociones de “cosa” y
“ser” no es Aristóteles, sino Platón, y que su actitud en relación con este
último, si bien es crítica, permite observar una cercanía que tendrá más tarde,
cuando los textos de Avicena sean recibidos en el Occidente latino,
importantes consecuencias para el desarrollo del pensamiento cristiano.
26
Cf. nota 16.
Platón, ob. cit., 256 e-257 a, p. 452: “... κατὰ πάντα γὰϱ ἡ ϑατέϱου φύσις ἕτεϱον
ἀπεϱγαζομένη τοῦ ὄντος ἕκαστον οὐκ ὂν ποιεῖ, καὶ σύμπαντα δὴ κατὰ ταὐτὰ οὕτως
οὐκ ὄντα ὀϱϑῶς ἐϱοῦμεν, καὶ πάλιν, ὅτι μετέχει τοῦ ὄντος, εἶναί τε καὶ ὄντα. –
Κινδυνεύει. –Πεϱὶ ἕκαστον ἄϱα τῶν εἰδῶν πολὺ μέν ἐστι τὸ ὄν, ἄπειϱον δὲ πλήϑει
τὸ μὴ ὄν. –Ἔοικεν”; cf. nota 18.
28
Cf. Avicena, ob. cit. V c. 1, ed. S. van Riet, Avicenna Latinus 4, Louvain – Leiden,
Peeters - Brill, 1981, p. 229: “Equinitas ergo, ex hoc quod in definitione eius
conveniunt multa, est communis, sed ex hoc quod accipitur cum proprietatibus et
accidentibus signatis, est singularis. Equinitas ergo in se est equinitas tantum”.
27
671
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
672
ALUMNOS AVANZADOS
La Trinidad y la naturaleza divina de Jesús
en la Summa totius haeresis sarracenorum de Pedro el Venerable
Juan José Bentancor Benítez
FHCE-UdelaR, Uruguay
Contexto
El siglo XII supuso una serie de cambios sociales, intelectuales, políticos
y religiosos que modificaron la vida de cristianos, judíos y musulmanes en la
Península Ibérica. Concretamente, las distintas campañas de reconquista
contra estos últimos determinaron que, en el año 1142, Alfonso VI se
impusiera y venciera a los Almorávides en un duro asedio a la ciudad de
Coria1. Los pueblos comprendidos dentro de la misma, en el reino de Aragón,
fueron testigos de la destrucción del patrimonio arquitectónico, así como de
su población musulmana. Durante el mismo año, el abad Pierre Maurice
(conocido como Pedro el Venerable) llegó a los pueblos del reino con el deseo
de estudiar y recopilar todos los textos que pudiera sobre el islam.
Para esta tarea el abad reclutó a traductores como Robert de Ketton y
Herman de Carintia, mientras que Pedro de Poitiers ofició como secretario de
Cluny. Tanto Robert como Herman eran monjes conocedores del latín
eclesiástico, pero carecían de conocimientos científicos; algo que encontraron
en una gran cantidad de manuscritos árabes2. El encargo, pagado a expensas
del abad, consistió en una traducción del Corán árabe al latín, una obra
1
James Kritzeck, Peter the Venerable and Islam, New Jersey, Princeton University
Press, 1964, p. 12.
2
Autores como Agustín o Jerónimo posibilitaron que el latín fuera más avanzado en
teología que en ciencia. El interés particular por la astronomía fue uno de los motivos
por el que en 1136 Robert de Ketton se encontraba en la Península. Bruce Lawrence,
La Historia del Corán, Barcelona, Editorial Debate, 2007, p. 69.
675
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
conocida como Contra sectam Saracenorum y una summa titulada Summa
totius haeresis Saracenorum3.
La “intención” del abad era lograr el triunfo del cristianismo y sus Sagradas
Escrituras al analizar la religión de Mahoma mediante una traducción
“fidedigna” del Corán y recabando toda la información más certera sobre sus
enseñanzas. Todo lo que se sabía sobre el Profeta o el islam estaba basado en
fábulas y relatos populares, siendo algunos producidos durante las Cruzadas.
Con respecto a este último evento, había probado no ser del todo efectivo para
erradicar el dogma coránico, por lo que la idea de un nuevo enfrentamiento
había surgido en el abad. Por tanto, esta empresa que surgió como iniciativa
personal se propuso vencer a su adversario mediante la razón y la fe. Debemos
considerar esto último en función de que la summa formó parte de una
colección de textos cuya finalidad era destruir el islam y exponerlo como
herejía. El denominado Corpus Tolletanum (denominado así erróneamente,
pues ninguno de sus textos fue producido en Toledo) se planteó como un
esfuerzo intelectual para vencer a la religión islámica, como podemos apreciar
en uno de los pasajes de la obra:
“Una vez que pude percibir con seriedad y después de varias ocasiones
de qué modo y en qué medida tu espíritu, dedicado única y
completamente al bien, ha estado sediento no sólo de tornar fértil el
estéril y despreciable pantano de la secta sarracena, sino de desecar su
pozo y de destruir completamente sus fortalezas, yo, desempeñando
únicamente la labor del soldado de infantería que va a la vanguardia, he
abierto, poniendo todo mi esfuerzo en ello, las rutas de acceso [hacia
allá]4”.
3
Bajo la identificación 11r del ms. lat. Arsenal 1162, se encuentra el que es
considerado el códex más antiguo elaborado en el propio scriptorium de Cluny. José
Luis Rivera Luque, El Corán latino de Robert de Ketton (s.XII). Análisis comparativo
árabe-latín de la traducción de la sura XII. Tesis de grado, Universidad Autónoma
de México, 2015, p. 11.
4
“Ubi sepius atque serio percepi qualiter quantumve tuus animus solius et totius boni
studiosus sitivit sterilem paludem Sarracene secte nondum vise fertilem efficere,
676
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Estructura
La summa fue elaborada por el abad mismo como podemos verificar en el
corpus del texto. Consta de 18 puntos que se centran en cuestiones
fundamentales para el diálogo entre el cristianismo y el islam. En la summa se
hace foco en dos problemáticas: la negación de la Trinidad por parte del islam
y la cuestión sobre la naturaleza divina de Jesús. Si bien el abad concede
únicamente como dos puntos en común entre ambas religiones que Jesús es el
mesías y que regresará el Día del Juicio, condena enfáticamente la negativa
de los sarracenos a reconocer que Jesús es Dios y que forma parte de la
Trinidad. El argumento principal para la negación de los sarracenos, de
acuerdo al autor, reside en la afirmación de que Dios es único y sin asociados;
elemento fundamental para el islam5.
Por otra parte, el texto trata de realizar un relato detallado sobre la vida de
Mahoma. Los diversos detalles aportados por el abad sobre el Profeta y su
estilo de enunciación nos permiten apreciar una intención difamatoria sobre el
mismo. El autor afirma la necesidad de conocer sobre la vida de Mahoma en
virtud de entender la herejía que constituye su religión, como el siguiente
fragmento enuncia:
“él era uno quien era de la nación árabe, de baja condición, al principio
un adorador de la antigua idolatría, justo como los otros árabes lo eran
en ese tiempo, iletrado, casi analfabeto, activo en los asuntos de
negocios, y, siendo muy perspicaz, avanzó de clase humilde y la
pobreza a la riqueza y la fama”6.
suumque puteum exhaurire propugnaculaque prorsus diruere, ego peditis tantum
officio prævii functus vias et aditus diligentissime patefeci”. José Luis Rivera Luque,
ob. cit., p. 38
5
Parte del testimonio de fe, o shahada, se basa en reconocer la unicidad divina de
Allah, que se recoge de la sura 112 (1:4).
6
“Arabs natione, uilis genere, antiquae primum idololatriae cultor, sicut et alii Arabes
tunc adhuc erant, ineruditus, nullarum pene literarum. Strenuus in secularibus, et
calliditate multa de ignobili et egeno in diuitem et famosum prouectus”, Irven M.
677
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
La obra del abad no está estructurada de manera que abordemos las
cuestiones relacionadas a refutar el dogma coránico, por un lado, y los datos
sobre la vida de Mahoma por otro. Si bien comienza con una declaración sobre
su intención de demostrar cuáles son los errores teológicos del islam,
rápidamente utiliza información sobre la biografía de su Profeta para así
“demostrar” la herejía. La relación entre el contenido del mensaje coránico y
su autor es muy estrecha para el abad. La vida de Mahoma es utilizada como
reflejo de su mensaje y si partimos del fragmento recién mencionado
entendemos perfectamente una de las razones por las cuales el abad considera
como herejía al islam.
Contenido
La summa se divide en dos tópicos centrales en el aspecto teológico: el
primero, como dijimos, la confrontación con el islam al respecto de la
negación de la Trinidad. El segundo, la negativa de los sarracenos a admitir
que Jesús es el Hijo de Dios. La cuestión trinitaria fue abordada por el abad
en el siguiente fragmento:
“Primero y principal, su primer y más grande error de ser maldecido es
que niegan la Trinidad (de personas) en la unidad de Dios; y así,
evitando el número en la unidad, no creen que existe en la misma
esencia de la deidad el número de tres personas. Mientras no la aceptan,
como dije, una Trinidad, el principio y fin de todas las formas, y
consecuentemente la causa, origen y fin de todas las cosas hechas,
puede que se confiesen a Dios con sus bocas, (pero) no lo conocen a Él
realmente”7.
Resnick, The Fathers of the Church. Medieaeval Continuation Volume 16. Peter the
Venerable. Writings Against the Sarracens, Washington D.C, The Catholic University
of America Press, 2016, pp. 37-38.
7
“In primis primus et maximus ipsorum execrandus est error, quod trinitatem in
unitate deitatis negant. Sicque dum in una diuinitatis essentia trium personarum
numerum non credunt, in unitate numerum euitantes, dum ternarium numerum
678
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Aquí debemos realizar un aporte contextual para entender la afirmación del
abad. En primer lugar, el Corán establece que Mahoma era iletrado. Sumado
a esto, debe tenerse en cuenta que el texto sagrado de los musulmanes contiene
tan solo dos menciones a la Trinidad de manera directa, mientras que
predomina en el resto del texto la afirmación de que Dios “es único y sin
asociados”8. La negación del elemento trinitario obedece a que se piensa que
el primo de la primera esposa del Profeta le enseñó ciertos postulados judeocristianos de manera oral. Sin embargo, desconocemos cuáles pudieron ser
esas enseñanzas sobre el cristianismo pudiendo no ser la Trinidad uno de
ellos9. De hecho, se maneja la posibilidad de que Mahoma podría no haber
comprendido su significado10
El segundo tópico sobre teología es la naturaleza de Jesús. Como dijimos
anteriormente, el abad coincide con los sarracenos en que la consideración de
este como profeta y mesías es correcta. La divergencia surge al contrastar que
la religión de los ismaelitas, como el abad los denomina, niega que Jesús es el
Verbo, el Hijo y la Palabra de Dios. Así está expresado en varios fragmentos:
“Además, estos ciegos niegan que Dios el Creador es el Padre, porque,
de acuerdo a ellos, nadie se convierte en padre sin relaciones sexuales.
inquam omnium formarum principium atque finem, sicque rerum formatarum causam
et originem atque terminum non recipiun”. Irven M. Resnick, ob. cit., pp. 34-35
8
Las suras específicas, donde se menciona el elemento trinitario, corresponden a
4:175: ¡Oh, Gente del Libro! No se extralimiten en las creencias de su religión. No
digan acerca de Dios sino la verdad: Porque el Mesías, Jesús hijo de María, es un
Mensajero de Dios y Su palabra [¡Sé!] que depositó en María; un espíritu creado por
Él. Crean en [la unicidad de] Dios y en Sus Mensajeros. No digan que [Dios] es una
parte de la trinidad, abandonen esa idea, es lo mejor para ustedes. Dios es una única
divinidad. […] y 5:73: Quienes dicen: “Dios es una de las tres personas de la
trinidad”, niegan la verdad, porque no hay más que una sola divinidad. Si no desisten
de sus palabras, un castigo doloroso azotará a quienes se obstinan en negar la
verdad.
9
W. Montgomery Watt. Muhammad, Prophet and Statesman. Great Britain, Oxford
University Press, 1961, p. 40
10
James Kritzeck, Op. cit. p.117
679
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Y aunque ellos aceptan que Cristo fue concebido de un espíritu divino,
no creen que sea el hijo de Dios ni, tampoco, que él es Dios, sino más
que un buen y verdadero profeta, libre de todo engaño y pecado, el hijo
de María, engendrado sin padre; él nunca murió, porque no merecía la
muerte, en su lugar, aunque los judíos lo querían matar, se les escabulló
de las manos, ascendiendo a las estrellas, y vive ahí ahora en carne y
hueso en la presencia del Creador, hasta el advenimiento del
Anticristo”11.
Como podemos ver la lógica de la afirmación reside en que, de acuerdo al
islam, Jesús es creado y no increado como el abad afirma. Sumado a ello
encontramos la negativa a su muerte y resurrección puesto que, como
mensajero de Dios, jamás se permitió su destrucción como se aprecia en el
texto coránico que dice:
“Y dijeron: “Hemos matado al Mesías, [Jesús] hijo de María, el
Mensajero de Dios.” Pero, aunque así lo creyeron, no lo mataron ni lo
crucificaron. Quienes discrepan sobre él [Jesús] tienen dudas al
respecto. No tienen conocimiento certero sino que siguen suposiciones,
pero en la realidad no lo mataron. Dios lo ascendió al cielo [en cuerpo
y alma]. Dios es Poderoso, Sabio”12.
La descripción sobre la naturaleza de Jesús continúa en otro fragmento
donde el islam proclama, de acuerdo al abad, cuál es el propósito de Jesús para
con la humanidad:
“Illi autem caeci Deum creatorem patrem esse negant: quia secundum eos nullus fit
pater sine coitu. Christum itaque licet ex diuino spiritu conceptum, Dei filium esse
non credunt, nec etiam Deum, sed prophetam bonum, ueracissimum, omnis mendacii
atque peccati immunem, Mariae filium sine patre, genitum, nunquam mortuum: quia
morte non est dignus. Imo cum illum Iudaei interficere uellent, de manibus
eorumelapsum ascendisse ad astra: ibique nunc in carne uiuere in praesentia creatoris,
usque ad aduentum Antichristi”. Irven M. Resnick, ob. cit., pp. 35-36.
12
Corán 4:157-158. Traducción Isa García, Bogotá, 2013.
11
680
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
“Cuando el Anticristo venga, este mismo Cristo lo asesinará con la
espada de su virtud, y él convertirá a los remanentes judíos a su ley.
Además, él les enseñará su ley perfectamente a los cristianos, quien
mucho tiempo atrás perdieron su propia ley y Evangelio, por un lado, a
su partida, y, por otra parte, debido a la muerte de los apóstoles y
discípulos, por la cual todos los cristianos en aquel tiempo serán salvos,
justo como sus primeros discípulos”13.
Otro fragmento de la summa contrasta con la enseñanza cristiana al
considerar el propósito de Jesús como creación de Dios al afirmar que:
“La aspiración más alta de esta herejía es tener a Cristo el Señor, no
como Dios ni el Hijo de Dios, sino como un gran hombre amado por
Dios, sin embargo, un mero hombre, y ciertamente uno sabio y un gran
profeta”14.
Problemas teológico-filosóficos
A través de algunos fragmentos de la summa podemos apreciar el planteo
realizado por el abad en cuanto a los dos elementos teológicos fundamentales
para él. Los tópicos giran alrededor de cuestiones que el cristianismo había
planteado y resuelto hace algunos siglos antes. Primeramente, la cuestión de
la Trinidad fue tratada por autores como San Agustín en su obra De Trinitate
donde menciona que:
“Quem, dum uenerit, Christus idem gladio suo uirtutis interficiet, et Iudaeos
residuos ad legem suam conuertet: Christianos autem, qui iam a longo tempore legem
eius atque euangelium perdiderunt, tum propter eiusdem discessum, tum etiam propter
Apostolorum atque discipulorum mortem, legem suam perfecte docebit. In qua omnes
Christiani, sicut et illi primi sui discipuli saluabuntur”. Irven M. Resnick, ob. cit., p.
36.
14
“Summa uero huius haeresis intentio est, ut Christus dominus, neque Deus, neque
Dei filius esse credatur: Sed licet magnus, Deoque dilectus, homo tamen purus, et uir
quidem sapiens, et propheta maximus”. Irven M. Resnick, ob. cit., p. 46.
13
681
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
“Los que dijeron que nuestro Señor Jesucristo no era Dios, o que no era
Dios verdadero, o que no era un Dios con él Padre, o que por ser
mudable no era inmortal, pueden ser convencidos por el testimonio
acordado y unánime de los libros divinos, de donde están tomadas estas
palabras: En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y
el Verbo era Dios. Es manifiesto que nosotros reconocemos en el Verbo
de Dios al Hijo único de Dios, del cual dice luego: Y el Verbo se hizo
carne y habitó entre nosotros, a causa del nacimiento de su encarnación,
acaecido, en el tiempo, de una Virgen”15.
El abad retoma a este autor al mencionar que Agustín discutió con los
planteos filosóficos de Porfirio (m. ca. 305) autor neoplatónico del escrito
“Contra los cristianos”. La postura del abad sobre este escritor es clara al
afirmar:
“Para estar seguro, el bendito Agustín dice que el filósofo Porfirio,
después que se había miserablemente vuelto un apóstata del
cristianismo, reportó que en los libros que había producido contra los
cristianos: con ingenio, que había consultado los oráculos de los dioses
él preguntó, en lo concerniente a Cristo, qué era él”16.
“Qui dixerunt Dominum nostrum Iesum Christum non esse Deum, aut non esse
verum Deum, aut non cum Patre unum et solum Deum, aut non veré immortalem, quia
mutabilem, manifestissima divinorum testimoniorum et consona voce convicti sunt;
unde sunt illa: In principio erat Verbum, et Verbum erat apud Deum. et Deus erat
Verbum. Manifestum est enim quod Verbum Dei, Filium Dei unicum accipimus, de
quo post di-cit: Et Verbum caro factum est, et habitavit in nóbis, propter nativitatem
incarnationis eius, quae facta est in tempore ex Virgine”. Obras de San Agustín Tomo
V, Tratado de la Santísima Trinidad, Edición Bilingüe, Biblioteca de Autores
Cristianos, Madrid, 1956, p. 140.
16
“Dicit etiam beatus Augustinus: Porphyrium philosophum, postquam a
Christianitate miserabiliter apostatauit, hoc in libris suis, quos aduersus Christianos
edidit, retulisse, quod scilicet oracula deorum consuluerit, et de Christo quid esset,
interrogauerit”. Irven M. Resnick, ob. cit., p. 48.
15
682
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
También es notorio las menciones a Arrio, los nicolaítas o los nestorianos
como influyentes en la herejía sarracena. El abad plantea que las visiones no
canónicas del cristianismo fueron las que produjeron el islam, aunque no la
reconoce como religión en sí misma sino como una fábula o herejía. Como
summa, su principal argumento radica en que la convergencia de las diversas
herejías cristianas llevó a que Mahoma, según el abad, concibiera la existencia
de un solo Dios y a Jesús como un hombre. Podemos apreciar entonces el
problema de naturaleza teológico-filosófica al contraponer las diferentes
visiones de Dios y Jesús que se manifiestan entre el cristianismo y el islam. El
primero es un dogma surgido de las Sagradas Escrituras con múltiples aportes
de la patrística, mientras que el segundo es una concepción desviada, según el
autor, de las enseñanzas de Jesús y el Evangelio.
Otro problema se desprende de la concepción planteada por el abad de que
el islam considera que las Sagradas Escrituras fueron corrompidas por los
discípulos de Jesús quienes modificaron el mensaje del mesías, como
podemos ver en el fragmento17:
“La respuesta a él fue, de hecho, de los demonios, que Cristo era de
hecho un buen hombre, pero que sus discípulos habían pecado
gravemente cuando, adscribiéndole divinidad a él, habían inventado
algo que nunca había dicho sobre sí mismo”18.
17
El islam afirma que Jesús nunca se atribuyó ningún tipo de cualidad divina lo que
llevaría a la negación sobre la cercanía entre Dios y Jesús como la misma sustancia,
tal como podemos encontrar el pasaje bíblico donde Jesús pregunta a los discípulos
quién es él, según ellos, y Simón Pedro responde: “Tú, eres el Cristo, el Hijo del Dios
vivo”. Mateo 16:13-19. Biblia de Jerusalén, Editorial Española Desclée de Brower,
Bilbao, 1975.
18
“Responsum uero a daemonibus fuisse, quod Christus quidem bonus uir fuerit, sed
discipulos eius grauiter peccasse, qui ei diuinitatem adscribentes, rem quam ipse de
se non dixerat, confinxissent. Quae sententia pene iisdem uerbis in istis fabulis
inuenitur saepissime”. Irven M. Resnick, ob. cit., p. 48.
683
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Resulta sumamente interesante este argumento pues el núcleo central
radica en la inmutabilidad del texto coránico frente al cristiano. La
preservación, según el islam, del Corán como fue recitado durante los tiempos
de Mahoma le daría veracidad y legitimidad ante el cristianismo y sus
escrituras pues diversos autores realizaron modificaciones de tipo conceptual
y temático. La cronología de los distintos evangelios hace suponer al islam,
que no fueron escritos por los discípulos de Jesús mientras vivía. Por lo tanto,
la Summa totius haeresis sarracenorum no solo plantea las diferencias entre
las distintas concepciones de la divinidad y Jesús, sino en la legitimidad y
autenticidad de los textos revelados a sus diferentes profetas.
684
Locutio Angelica desde el Proceso Comunicativo
en la Obra de Tomás de Aquino
Eduardo Viglioni
FHCE-UdelaR, Uruguay
Presentación
Para Tomás de Aquino, la comunicación, entendida como la acción de
participar a alguien de algo en común, posibilita, entre otras cosas, la
recepción del conocimiento divino.
En este contexto, comunicar, implica una afectación mutua entre ángeles y
seres humanos, por cuanto también “el ángel puede recibir un cierto
conocimiento por el habla, de parte del hombre, de aquello que está sometido
al libre albedrío del hombre”1.
Por otra parte, teniendo en cuenta que Dios existe como “principio y fin de
las cosas”2 y que el ser humano “marcha hacia Dios”3, los ángeles participan
de la causa que guía a la humanidad hacia Él4.
Surge entonces la locutio angelica o comunicación angelical, la que se
distingue de la comunicación entre humanos por su naturaleza trascendente,
es decir, que va más allá de los límites del mundo físico.
Tomás de Aquino, Comentario a las Sentencias de Pedro Lombardo, Volumen II/1,
Navarra, EUNSA, 2015, p. 405.
2
Tomás de Aquino, Suma Teológica, Tomo I, Madrid, BAC, 2001, p. 814.
3
Tomás de Aquino, 2001, ob. cit., p. 107.
4
Id.,, ob. cit. pp. 937-938.
1
685
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Las revelaciones proporcionaron elementos sobre la locutio angelica,
fundamentando así la legitimidad y la naturaleza de la comunicación entre
ángeles y humanos. La utilización de textos bíblicos como auctoritas, en el
contexto filosófico de la comunicación, se justifica como una fuente para la
obra de Aquino.
De acuerdo con estas fuentes, el autor manifiesta que existe una “acción de
los ángeles sobre los hombres”5 y debido a que “comunicarse es propio del
bien”6 pretendo realizar un acercamiento, desde el enfoque del autor, al
proceso de comunicación mencionado.
Esto lo haré incorporando la Teoría de la Comunicación de ShannonWeaver, haciendo énfasis en el concepto de ruido en el marco de la locutio
angelica, entendiendo este, como cualquier factor que introduce
incertidumbre en un canal de comunicación, con relación al conocimiento que
conduce al hombre hacia lo divino.
En este caso, las citas a Shannon y Weaver hacen referencia a la
“información” como un concepto técnico-matemático dentro de su teoría,
centrado en el código y el proceso de transmisión, mientras que el presente
trabajo utiliza el concepto de “comunicación” en un sentido amplio, que
implica la relevancia del contenido como la intención, el significado y su
entendimiento por parte del ser humano.
Breve reseña biográfica
Santo Tomás fue un destacado representante de la filosofía escolástica.
Nació en 1225 en las proximidades del pequeño pueblo de Aquino, en el
castillo de Roccasecca. Su familia fue de origen lombardo y pertenecía a la
nobleza del sur de Italia, en un contexto de divisiones territoriales como
feudos y reinos.
5
6
Id., ob. cit. p. 937.
Id., ob. cit. p. 910.
686
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Muy joven fue enviado a la abadía de Monte Cassino, donde recibió la
primera instrucción, para más tarde llegar a París y Colonia entre los años
1248 y 1252, al convento dominico de San Andrés, donde estudió teología
bajo la tutela de su maestro, San Alberto Magno. Allí profundizó en las ideas
aristotélicas, lo que tuvo una gran influencia en su pensamiento y lo llevó a
desarrollar su propia síntesis entre la filosofía clásica y la teología cristiana7.
Tomás de Aquino falleció en 1274, y tres años después, algunas de sus
ideas fueron incluidas en la lista condenatoria de tesis averroístas o filosóficas
hasta la tercera década del siguiente siglo8.
Importancia de la Comunicación Angélica en el Pensamiento de Aquino
Santo Tomás elabora una teoría sobre la comunicación de los ángeles al
emplear una analogía con la comunicación humana, en el sentido de que
ambas implican la transmisión de conocimiento que provoca el
entendimiento.9
La importancia de este tema en el pensamiento de Santo Tomás radica en
varios aspectos, entre ellos destaco los siguientes:
- La forma en que los ángeles afectan al ser humano en su camino hacia Dios10.
- La custodia de ángeles buenos11 para proteger y guiar por el buen camino, y
la oposición de los ángeles malos, quienes enfrentan al hombre para que,
finalmente, este se esfuerce en alcanzar el bien12.
Cornelio Fabro, Introducción al tomismo, Madrid, Rialp, 1999.
Frederick Charles Copleston, El pensamiento de Santo Tomás, Buenos Aires, FCE,
1960, pp. 7-13.
9
T. Aquino, Suma T., T. I., pp. 527-528.
10
Id., ob. cit. pp. 940-942.
11
Id., ob. cit. pp. 947-955.
12
Id., ob. cit. p. 937.
7
8
687
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
- Los ángeles están más cerca de la divinidad y del propósito divino, actuando
como ayudantes en el plan salvífico de Dios, por esto desempeñan un rol
ministerial13.
Ángeles: Caracterización y Papel con Relación al Hombre
Tomás de Aquino sostuvo que los ángeles no están unidos a cuerpos de
manera natural14.
Los ángeles son entidades inmaculadas, sustancias intelectuales con
conocimiento puro, separadas15 y jerarquizadas16, compuestas únicamente de
ser y esencia. Poseen voluntad libre, lo que los coloca por encima del hombre,
pero por debajo de Dios.
En virtud de su naturaleza, Aquino distingue a los ángeles como
designados a cumplir un rol protector y de guías de los hombres, influyendo
en sus vidas y asistiéndolos en su búsqueda de la virtud, siempre en
conformidad con el libre albedrío humano17.
En este marco, dado que no cuentan con un conocimiento total de la
existencia y poseen una incidencia limitada en la humanidad, necesariamente
deben comunicarse18.
A pesar de lo mencionado antes, “Dios es el custodio primero y principal,
en el cual está la suma Providencia. Y hace su Providencia para con los
hombres por medio de los ángeles, no por insuficiencia, sino por el orden de
su sabiduría”19.
Tomás de Aquino, ob. cit. p. 943.
Id., ob. cit. pp. 510-511.
15
Id., ob. cit. pp. 499-509.
16
Tomás de Aquino, ob. cit. p. 915.
17
Id., ob. cit. pp. 942-943.
18
Id., ob. cit. pp. 909-910.
19
Tomás de Aquino, Com. a las Sent. de P. L cit., p. 381.
13
14
688
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Comunicación entre lo divino y humano.
Concepto de Locutio Angelica en el contexto
Aquino reflexionó sobre la comunicación angélica estableciendo un
equivalente con la comunicación humana, donde el concepto de locutio
angelica se utiliza para explicar el proceso comunicativo que conduce a la
comprensión de algo particular.
Aquino afirmó que los ángeles utilizan el lenguaje interior para
comunicarse entre sí; sin embargo, extiende el concepto más allá del dominio
angélico de orden espiritual, al dominio humano de orden material diciendo
que, “se llama metafóricamente lengua de los ángeles a la virtud misma del
ángel para manifestar sus conceptos”20.
¿Cómo es posible una locutio angelica entre un ángel y un ser humano?
Para responder a la pregunta, partiremos de la base de que tal comunicación
es posible21.
Por otra parte, habilitados por la analogía que el propio Tomás realiza entre
la comunicación de ángeles con la de humanos, diremos que los elementos
que establecen el proceso comunicativo entre un ángel y un ser humano son
similares, indistintamente de quien sea el receptor o el transmisor. Estos son:
- Fuente: Dios como fuente suprema del conocimiento que los ángeles
trasmiten al hombre.
- Un contexto que involucra el canal: El plano en el cual se manifiesta el
proceso comunicativo –espiritual o material– contiene al emisor y al receptor.
- Un código. En este caso, entendido en el marco de la locutio angelica.
- Ruido. De orden multifactorial.
20
21
Tomás de Aquino, Suma T., T. I., p. 912.
Lucas Reina-Valera 1960, 1:26-38.
689
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
- Fuente: Los ángeles, como mensajeros de Dios como fuente, pueden
transmitir conocimiento, guía o algún mensaje relevante para el desarrollo
espiritual del hombre con relación al plan de salvación humana.
A pesar de esto, los ángeles poseen una voluntad libre22, por lo tanto, para
que la comunicación entre un ángel y un ser humano tenga lugar, es
fundamental que el ángel tenga la voluntad de comunicar lo que Dios designe.
Tal comunicación puede conducir a iluminar al hombre, afectar su voluntad,
su imaginación o sus sentidos23, al mismo tiempo, “el ángel puede recibir un
cierto conocimiento por el habla, de parte del hombre, de aquello que está
sometido al libre albedrío del hombre”24.
Así, la comunicación angélica se ejecuta por estar orientada hacia el otro,
pero debe existir la intención explícita del emisor a comunicar, y del receptor
a ser comunicado.
- Canal y contexto. Aquí el canal estaría incluido en el plano material o
espiritual, lo que tendría una incidencia directa en el proceso comunicativo.
Por lo tanto, la naturaleza de esta comunicación está constituida por dos
elementos fundamentales:
A) Afinidad en la naturaleza intelectiva.
B) Plano de manifestación del proceso comunicativo: material o inmaterial.
A) Tomás de Aquino expuso que el acto de entender no es algo que se
realice a través del cuerpo o de las facultades corporales del ser humano.
En el ser humano, la unión del alma y el cuerpo es una condición necesaria
para alcanzar el conocimiento debido a la naturaleza imperfecta del alma
humana. Esta imperfección se manifiesta en la necesidad de adquirir
conocimiento a través de los sentidos corporales, un proceso que no es
T. Aquino, Suma T., T. I., pp. 554-555.
Id., ob. cit. pp. 940-942.
24
T. Aquino, Com. a las Sent. de P. L., p. 405.
22
23
690
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
necesario para los ángeles, cuya naturaleza espiritual les permite acceder a un
conocimiento intuitivo e inmediato.
Santo Tomás manifiesta citando a Gregorio en la homilía de la Ascensión:
“El hombre entiende como los ángeles”25.
Entonces, el alma humana, en su capacidad de entender y conocer, se
asemeja a la naturaleza de los ángeles, quienes son seres puramente
intelectivos. Esta semejanza se basa en que la mente y el entendimiento no son
solo potencias del alma, sino que son su esencia.
Debido a que hay cualidades similares en cuanto a la naturaleza intelectual
del ser humano y los ángeles, es factible el proceso comunicativo, de lo
contrario, sería como intentar relacionar elementos de distinta naturaleza
como el agua y el aceite.
En cuanto a los ángeles en el rol de transmisor, tienen la facultad de
decodificar la voluntad divina para que sea comprensible para los humanos.
De esta manera, Dios “hace su Providencia para con los hombres por medio
de los ángeles, no por insuficiencia, sino por el orden de su sabiduría”26.
B) El contexto de la comunicación entre un ángel y un ser humano se
amplía, además de lo material27, a lo inmaterial, por ejemplo, en el plano de
los sueños28.
En cuanto a esto último Tomás de Aquino manifiesta:
T. Aquino, Suma T., T. I., p. 721.
T. Aquino, Com. a las Sent. de P. L., p. 381.
27
Reina-Valera 1960, Juan 20:11-18.
28
Reina-Valera, ob. cit.., Mateo 1:18-25.
25
26
691
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
“Otro modo es aquél por el que el alma recibe el conocimiento por
medio de la luz de otra sustancia separada –de Dios o del ángel–. El
alma se une a esa luz en la medida en que más cesa de la ocupación del
cuerpo; y a causa de esto las revelaciones ocurren en sueños, sobre todo
en aquellos casos en los que el alma no está sometida a las afecciones
del cuerpo”29.
Entonces, se alcanza el conocimiento por medio de la luz de otra sustancia
separada, pero, en la medida en que el cuerpo deja de ser un obstáculo para la
comunicación, lo que ocurre en el plano de los sueños de acuerdo con Tomás
de Aquino.
Por otra parte, en el plano material, los ángeles deben expresarse por medio
de un cuerpo que sea percibido por el ser humano en vigilia30 ¿Cómo es esto
posible?
Para comprender a las jerarquías celestes, no basta con pensar, necesitamos
también la experiencia que nos proporcionan los medios materiales31. Tomás
de Aquino exploró la posibilidad de si los ángeles tienen o no tienen cuerpos
unidos a sí naturalmente, si toman o no toman cuerpos, y si los cuerpos que
asumen ejercen o no ejercen funciones vitales32.
Concluyó entonces, entre otras cosas, que el vínculo entre el alma y el
organismo que se manifiesta accidentalmente en el ser humano, no se expresa
universalmente.
En cambio, sí es posible que los ángeles adquieran cuerpos para el
cumplimiento de misiones específicas. A pesar de esto, tal manifestación
física del ángel no es esencial para su existencia, aunque sí, para determinados
procesos de la nuestra.
T. Aquino, Com. a las Sent. de P. L., p. 286.
Reina-Valera 1960, Hechos 12:5-11.
31
Pseudo Dionisio Areopagita, La jerarquía celeste, Madrid, BAC, 2007.
32
T. Aquino, Suma T., T. I., p. 509.
29
30
692
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Entendiendo que los ángeles pueden tomar cuerpos para cumplir
determinados propósitos en relación con el hombre, Santo Tomás planteó la
cuestión de si los ángeles, al asumir cuerpos, estos podrían realizar actividades
biológicas y funciones relacionadas con el medioambiente.
Tomás de Aquino asintió a la posibilidad de que los ángeles tomen cuerpos
y ejecuten funciones biológicas, por ejemplo, hablar, aunque estas están
enmarcadas en un propósito significativo hacia el ser humano, no como
funciones vitales para el propio ángel.
Por lo tanto, los cuerpos que toman los ángeles no son más que
instrumentos para significar, es decir, una forma en que los ángeles expresan
sus características y acciones espirituales33.
Así, la comunicación entre el ser humano y los ángeles puede darse en dos
dimensiones de la existencia, la inmaterial, por ejemplo, por medio de los
sueños, y el material, por medio de la asunción de cuerpos con un propósito
significativo hacia el ser humano.
La manifestación de conceptos de la mente
En el código, el signo se define como la unidad básica. Cuando nos
referimos al signo, consideramos el resultado total de la asociación de un
significante con un significado:
Al explorar el habla en relación con la definición de signo, este se revela
como un acto individual de voluntad e inteligencia. Aquí es crucial distinguir
dos aspectos: primero, las combinaciones mediante las cuales el sujeto
hablante utiliza el código de la lengua para expresar su pensamiento; segundo,
el mecanismo psicofísico que le permite exteriorizar esas combinaciones.
33
Tomás de Aquino, ob. cit., p. 512.
693
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Entonces, el habla se convierte en el vehículo por el cual los signos, en su
forma lingüística, se manifiestan y transmiten, conectando la expresión
individual con el código compartido del habla34.
Tomás de Aquino desarrolla una noción de signo desde un enfoque lógico,
heredada de sus lecturas aristotélicas35. Sin embargo, en sus obras teológicofilosóficas se encuentran desarrollos sobre dicha significación, que amplían el
alcance de la noción de signo, como es el caso de la locutio angelica, como
vemos en la siguiente cita:
“Sólo se puede llamar propiamente signo a algo a partir de lo cual se
llega al conocimiento de otra cosa como discurriendo. Y según esto no
hay signo en los ángeles ya que su ciencia no es discursiva, […] Sin
embargo, comúnmente podemos llamar signo a cualquier cosa conocida
en la que se conoce algo; y en consonancia con esto la forma inteligible
puede llamarse signo de la cosa que es conocida mediante ella. De este
modo, los ángeles conocen las cosas mediante signos; y así un ángel
habla a otro mediante un signo, es decir, a través de una especie en cuyo
acto su entendimiento deviene perfectamente en orden a otro”36.
En lo anterior se argumenta que, en un sentido propio, un signo es algo que
produce el conocimiento mediante el discurrir. Aquino sostiene que los
ángeles no emplean signos en este sentido, ya que su intelección no es
discursiva y no depende de un proceso de razonamiento secuencial, a
diferencia del ser humano. Sin embargo, Aquino sugiere que podríamos llamar
signo a cualquier cosa que sirva para conocer algo.
Ferdinand De Saussure, Curso de lingüística general, Buenos Aires, Losada,
1945.
35
T. Aquino, Suma T., T. I., p. 181
36
T. Aquino, Com. a las Sent. de P. L., p. 547.
34
694
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
En este contexto, por ejemplo, podríamos incluir la visión de Daniel y
como fue asistido para comprender la visión que estaba teniendo; en este
sentido, la esencia o la realidad conceptual manifestada en acto, puede
considerarse un signo de la cosa que se conoce a través de ella. De este modo,
se acepta que los ángeles conocen y pueden dar a conocer las cosas mediante
signos37.
El ángel no llega al conocimiento por medio de un proceso intelectivo
como consecuencia de un discurrir, en cambio el ser humano, necesita de más
elementos para inteligir, entre estos, Tomás de Aquino destaca el tiempo
suficiente para la deliberación.
Ruido: “En el proceso de transmisión, lamentablemente es característico
que se agreguen a la señal ciertos elementos que no estaban previstos por la
fuente de información”38 a esto le llamamos ruido.
Debido al contexto comunicativo de múltiples planos, el ruido, tiene un
origen multifactorial: puede surgir de factores internos (causado durante el
tiempo necesario para el discurrir del ser humano, la falta de capacidad
humana para comprender lo comunicado) o externos (como la influencia de
ángeles malos). –Ver imagen 1–.
Por lo tanto, extendemos la definición de ruido a cualquier factor que
introduce incertidumbre en un canal de comunicación, con relación al
conocimiento que conduce al hombre hacia lo divino.
Ahora debemos realizar algunas observaciones con relación al ruido en
este contexto:
Reina-Valera 1960, Daniel 7:16.
“In the process of being transmitted, it is unfortunately characteristicnthat certain
thmgs are added to the signal which were not intended by the information source”.
Claude Shannon - Warren Weaver, The Mathematical Theory of Communication,
Illinois, Urbana University Press, 1949, p. 8.
37
38
695
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
- Aquí, la fuente de la comunicación, por ser Dios, tiene todo previsto por su
carácter omnisapiente. De igual manera, prima ante todo la voluntad libre del
ser humano y los ángeles: “Y no tememos hacer por eso sin voluntad lo que
voluntariamente hacemos, porque presabe El, cuya presciencia no puede
engañarse, lo que hemos de hacer”39.
- El ruido no solo se caracteriza por su capacidad degenerativa de lo que se
intenta comunicar, también puede estimular al hombre para fortalecerse y
persistir en su camino hacia Dios. Apreciamos aquí una ambivalencia
temporal del ruido, degenerativo en primera instancia, como elemento que
interfiere en lo comunicado, y constructivo en segunda instancia, por cuanto
obedece finalmente al propósito divino.
Aquí presento cuatro posibles componentes de ruido.
1) La falla del proceso intelectivo debido a una interpretación errónea de
lo que perciben los sentidos del hombre. Tengamos en cuenta que, los sentidos
son la base de nuestro conocimiento natural, que se limita a lo que podemos
percibir a través de ellos40.
En virtud de que las cosas pueden ser sensibles en acto, pero no inteligibles
en acto41 y teniendo en cuenta la aparente paridad entre el sentido y el
entendimiento, esto podría inducirnos al error.
En efecto, lo que creemos percibir por medio de los sentidos, como el
ejemplo de correr hacia un oasis en el desierto para salvar nuestra vida al beber
agua, puede llevarnos a engaño hasta que nos topamos de frente con la realidad
al chocar con la arena.
Agustín de Hipona, La ciudad de Dios, Tomo XVI, Madrid, BAC, 1958, p. 349.
T. Aquino, Suma T., T. I., p. 178.
41
Tomás de Aquino, ob. cit. p. 765
39
40
696
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Aunque los ángeles pueden transmitir mensajes significativos en diferentes
contextos, estos pueden ser malinterpretados o entendidos de manera
imperfecta debido a nuestras limitaciones sensitivas para comprender
plenamente el significado de la comunicación.
De todas maneras, siempre es posible la iluminación para lograr un
entendimiento mayor en el ser humano, por esto Tomás de Aquino cita a
Dionicio Areopagita en la Suma Teológica de la siguiente manera: “En la
jerarquía celeste la purificación de las sustancias inferiores es a modo de
iluminación de cosas desconocidas, conduciéndolas a una ciencia más
perfecta”42.
2) El ser humano no siempre procesa internamente de forma correcta lo
escuchado, (o como el interlocutor lo pretende) esto se debe al ruido causado
por las propias interpretaciones y emociones.
Según lo expresado en la obra de Aquino43, solo Dios posee la capacidad
de mover la voluntad de manera eficaz, mientras que tanto los ángeles como
los humanos deben recurrir a la persuasión. Aquí, las propias interpretaciones,
influenciadas por la adquisición de “falsos conceptos”44, pueden dificultar la
tarea de la persuasión, la que no siempre logra los resultados deseados45.
Para lograr una audición correcta, Maturana destaca la importancia de
escuchar con apertura y sin prejuicios, reconociendo como las propias
emociones pueden influir en el acto de escuchar para comprender. Sin
embargo, señala que el amor es la única emoción que no restringe el
entendimiento, sino que lo expande46.
Tomás de Aquino, ob. cit. p. 908.
I., ob. cit. p. 939.
44
David Ausubel, Psicología Educativa, México, Trillas, 1980, p. 593.
45
Reina-Valera 1960, Daniel 10:10-14.
46
Humberto Maturana, Del ser al hacer, Buenos Aires, Granica, 2015, p. 135.
42
43
697
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
3) Las limitaciones de la naturaleza intelectual humana, por ejemplo, en
cuanto al proceso necesario para poder inteligir una comunicación
determinada: Recordemos que las decisiones y acciones de los ángeles son
instantáneas, mientras que el ser humano requiere tiempo para procesarse47.
Por lo tanto, esta idea se relaciona con la noción de una analogía del ser en la
filosofía de Tomás de Aquino, la que sostiene que, aunque los seres humanos
pueden conocer aspectos de Dios a través de la razón y la revelación, su
comprensión será limitada y parcial debido a la diferencia ontológica entre
Dios y las criaturas finitas48.
4) Aquino reconoció la existencia de fuerzas malévolas que buscan
interferir el camino espiritual de los seres humanos influyendo en su
percepción mediante la ilusión.49 En nuestra analogía la ilusión es el ruido que
perturba la comunicación pura y directa que conduce al hombre a la divinidad
y su conocimiento.
Los elementos mencionados anteriormente intervienen en el nivel C, a la
hora de considerar el problema de la comunicación de acuerdo con la teoría
de Shannon y Weaver, allí se cuestiona con qué eficacia el significado incide
en la conducta de la forma deseada50.
Así, la incidencia del significado será inversamente proporcional a la
atenuación51, entendida como una pérdida de potencia en la señal emitida, –
ver imagen 1– que internalizada, puede causar un cambio en el
comportamiento humano en su acercamiento a Dios.
T. Aquino, Suma T., T. I., p. 549.
Tomás de Aquino, ob. cit. p. 165.
49
Id., ob. cit. p. 959.
50
Claude Shannon – Warren Weaver, The Mathematical Theory of Communication,
Illinois, Urbana University Press, 1949, p. 24.
51
El concepto de relación señal-ruido (SNR) se remonta a los inicios de la teoría de
la comunicación, a finales del siglo XIX y principios del XX involucrando a Lord
Rayleigh, Harry Nyquist ya Claude Shannon en 1948 quien publica la teoría de la
información.
47
48
698
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
𝑃𝑜𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎𝑅𝑒𝑐𝑖𝑏𝑖𝑑𝑎 < 𝑃𝑜𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎𝐸𝑚𝑖𝑡𝑖𝑑𝑎
Conclusión. Mucho Para Explorar
Partiendo de la analogía entre la comunicación angelical y la humana
propuesta por Santo Tomás de Aquino, este escrito ha intentado un
acercamiento a los elementos esenciales del proceso comunicativo. Se ha
resaltado la similitud de este proceso tanto en el ámbito espiritual como en el
terrenal.
La Teoría de la Comunicación de Shannon y Weaver ha sido integrada para
profundizar en la comprensión del intrincado tejido comunicacional de
múltiples dimensiones que se configura en este contexto.
Esta perspectiva nos permite comprender la obra de Aquino en relación
con la comunicación angélica desde un espacio que puede admitir lo
interdisciplinario, lo que me da a pensar que el presente trabajo no está
acabado.
699
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Imagen 1
700
Comunicación, analogía y la (no) presencia de la ideología
en Tomás de Aquino y Manuel Asensi Pérez
Valentín Davoine Morales
FHCE-UdelaR, Uruguay
En este trabajo, intentaré mostrar cómo la teoría semiótica de Tomás de
Aquino anticipa algunas de las ideas sobre discursividad y comunicación de
Manuel Asensi Pérez, configuradas por este autor español en un campo de
batalla ideológica para su propuesta de una crítica como sabotaje. Mi intención
es comparar las conceptualizaciones acerca de la comunicación de ambos
autores, con el fin de señalar cómo, en términos generales, a modo de resquicio
entre ambas resta la ideología; este concepto, ausente en el Aquinate, le impide
proyectarse en la dimensión política que importa tanto a Asensi Pérez.
Las ideas de Tomás sobre la comunicación no tienen en su obra un
tratamiento orgánico. De aquí que, en ocasiones, las cuestiones semióticas
deban desprenderse de discusiones de orden más bien teológico; esto ocurre
con su teoría de los signos, algunas de cuyas características son desarrolladas
en su discusión sobre los sacramentos en la Summa Theologiae, en la
sexagécima quaestio de su tercera parte, donde trata de ellos tanto en general
(en cuanto a su definición, causas, etcétera) como en particular.
Integradas a estas disquisiciones teológicas, encontramos reflexiones
acerca de los sacramentos en tanto signos, lo que le da lugar a plantear algunas
características de estos, de entre las cuales me quedaré, por ahora, con su
funcionamiento a la vez performativo y analógico y, asimismo, su
institucionalidad. Estos son algunos de los aspectos que acercan esta
teorización con la que discutiremos a continuación.
En el año 2007, el investigador español Manuel Asensi Pérez publicó
“Crítica, sabotaje y subalternidad”, artículo inaugural donde presenta su
701
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
propuesta de una crítica literaria como sabotaje; cuatro años después, alumbró
el libro Crítica y sabotaje, expansión argumentativa de sus ideas.
Sintéticamente, Asensi Pérez brinda “una definición de la textualidad como
fuerza performativa real que modeliza la visión del mundo de los receptores y
les incita a llevar a cabo actos y discursos”1.
“Por ‘acción modeladora’ hay que entender la acción consistente en
crear sujetos (cuerpos, gestos, acciones, discursos, subjetividades) que
se representan, perciben y conciben el mundo y a sí mismos según
modelos previamente codificados, esto es, ideológicos, cuya finalidad
es la práctica de una política normativa y obligatoria, y cuya estrategia
consiste en presentarse como ‘naturales’”2.
Más adelante, aclara que “[l]a modelización funciona silogísticamente, y
en la medida en que ello induce a la acción podemos decir que el silogismo es
lo que abre la dimensión incitativa y performativa de la literatura”3. En
consecuencia, postula dos tipos de textos: los téticos, que ocultan “su carácter
ideológico o sus fisuras y ejerce[n] el silogismo”, y los atéticos, que “dan a
ver la ideología y ponen en crisis la posibilidad del silogismo”4. El tipo de
crítica que Asensi Pérez preconiza tiene una vocación política disidente,
resistente y transformadora, y consiste en sabotear los textos téticos,
exponiendo la ideología que vehiculizan, y en cartografiar los textos atéticos,
ya que ellos mismos sabotean la ideología5. Vale aclarar que Asensi Pérez
considera, bajo la denominación de “texto” o “textualidad”, todo género
discursivo6.
Manuel Asensi Pérez, “Crítica, sabotaje y subalternidad”, Lectora, 13, 2007: 133153 (p. 133).
2
Íbid., p. 136.
3
Íbid., p. 139.
4
Íbid., p, 142.
5
Íbid., pp. 133-135.
6
El propio autor enumera algunos de los géneros que incluye bajo la etiqueta “texto”:
“El cine, la televisión, las páginas web, los periódicos, las revistas, la radio, las
diferentes formas de publicidad, las exposiciones de los museos y de las diferentes
1
702
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Dejemos de lado las operaciones que un sujeto crítico puede realizar sobre
un texto y concentrémonos en las que tienen lugar en el propio texto. Según
Asensi Pérez, los diferentes géneros discursivos “son medios a través de los
cuales se cumple la acción modeladora de los aparatos ideológicos
heterogéneos y plurales del Estado, de los grupos de presión o del Imperio”7.
La modelación se realiza “ejerciendo el silogismo”, lo que implica una
operación analógica, desde la premisa de que
“la literatura [...] emplea un discurso no referencial como forma de
expresión, o lo que es lo mismo: la metáfora. Lo simile, como la
metáfora, está fundamentada en la analogía. Y la analogía, como bien
sabía el pensamiento árabe en torno al siglo XIII (Al-Farabi, Averroes)
es una estructura lógica del pensamiento que emplea el silogismo. [...]
El símil es lo que permite transitar al lector o receptor desde lo
particular a lo general y desde lo particular a lo particular. [...] La
modelización funciona silogísticamente, y en la medida en que ello
induce a la acción podemos decir que el silogismo es lo que abre la
dimensión incitativa y performativa de la literatura8.
Entonces, según Asensi Pérez, la comunicación consiste en un proceso de
modelización cosmovisiva realizada mediante procedimientos analógicos a
través de medios discursivos verbales y no verbales; esta modelización tiene
poder performativo e incitativo y produce “efectos de realidad” (también habla
de “efectos de sujeto”), pues crea sujetos que “no existía[n] previamente, sino
que [son] producto[s] de la modelización misma”9.
La operación central en este proceso es, pues, el silogismo: quien
experimenta la recepción de un texto realiza un ejercicio de analogía que lleva
instituciones, los libros de textos escolares y los discursos de los maestros de los
distintos niveles de enseñanza, los ensayos, el teatro, la música y, por supuesto, lo que
llamamos ‘literatura’” (ibíd., p. 135).
7
Ibíd., p. 136.
8
Ibíd., p. 138.
9
Ibíd., p. 136.
703
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
una determinada configuración ideológica del nivel textual al fenoménico; a
este respecto, Asensi Pérez cita a Frantz Fanon, quien en Peau noire, masques
blancs (1952) escribe que, “hasta 1940, ningún antillano era capaz de pensarse
negro”10, en referencia a la entrada en escena del poeta martinicano Aimé
Césaire y su reivindicación de la negritud. Podría decirse que entendemos el
mundo en función de la interpretación que de él nos otorgan los discursos en
que estamos inmersos. Por lo tanto, la analogía es el motor en la construcción
de las subjetividades que habitan nuestros respectivos marcos ideológicos; su
dimensión performativa radica en la naturalización de estas subjetividades
adquiridas.
También para Tomás de Aquino, la analogía ocupa un lugar destacado,
aunque descentrado en su producción11. De acuerdo a Zagal Arreguín, “[l]a
metáfora analógica es muy apreciada en la teología tomista, pues permite la
traslación de cualidades sensibles a Dios”12, en la línea de una elaboración
teórica orientada, en general, “al problema de la divinidad”13. El propio
10
Frantz Fanon, Piel negra, máscaras blancas, Madrid, Akal, 2009, p. 140. Esta cita
lapidaria se complementa (se explica, se ejemplifica) con una anécdota que Fanon
incluye en la misma obra (p. 137):
“En las Antillas, el joven negro, que en la escuela no deja de repetir ‘nuestros
ancestros, los galos’ se identifica con el explorador, el civilizador, el blanco que lleva
la verdad a los salvajes, una verdad toda blanca. Hay identificación, es decir, que el
joven negro adopta subjetivamente una actitud de blanco.
Recordemos que el discurso escolar es uno de los géneros que Asensi Pérez releva en
su definición operativa de “literatura” (ob. cit., p. 135).
11
Leo J. Elders, “La analogía en la filosofía y en la teología de santo Tomás de
Aquino”, Sapientia, 51, 199, 1996: 41-57 (p. 42).
12
Héctor Zagal Arreguín, “Metáfora y analogía en santo Tomás”, Medievalia, juniodiciembre 1999, 29-30: 109-120 (p. 111).
13
José Adolfo Arias-Muñoz, “Una teoría del lenguaje en San Agustín y en Santo
Tomás”, Millars, 2, 1975: 69-82 (p. 74).
704
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
concepto de “sacramento” está tomado en sentido analógico, indica Tomás,
“o sea, según las diversas relaciones a una misma cosa”14.
Explica el Aquinate que los sacramentos pueden ser considerados como
signos debido a que “[l]os signos son connaturales al hombre, porque es
propio del hombre llegar a lo desconocido a través de las cosas conocidas. Y
por eso se llama propiamente sacramento a lo que es signo de una realidad
sagrada destinada a los hombres”15. Asimismo, además del valor indicial
entrañado en la cita anterior, el concepto de signo implica no solo proferir sino
también la exteriorización de un cierto entendimiento, por lo que “lo que es
del orden de conocer es, propiamente hablando, del orden del decir”16.
La relación entre el signo y lo que significa es metafórica:
“A las cosas visibles utilizadas en los sacramentos se les denomina
palabras en sentido metafórico, o sea, en cuanto participan de un cierto
poder de significación que principalmente se encuentra en las palabras,
como se ha dicho ya. Por eso, la adición de palabras a las cosas sensibles
no se ha de considerar como una superflua repetición de palabras, ya
que unas precisan el significado de las otras”17.
“scilicet secundum diversam habitudinem ad aliquid unum”. Tomás de Aquino, S.
Th. III q. 60 a. 1 ad 3. Traducción de Jesús Espeja Pardo, Suma de teología V, Madrid,
Biblioteca de Autores Cristianos, 1994.
15
“signa dantur hominibus, quorum est per nota ad ignota pervenire. Et ideo proprie
dicitur sacramentum quod est signum alicuius rei sacrae ad homines pertinentis, ut
scilicet proprie dicatur sacramentum, secundum quod nunc de sacramentis loquimur,
quod est signum rei sacrae inquantum est sanctificans homines”. Tomás de Aquino,
S. Th. III q. 60 a. 2 co.
16
Tomás de Aquino, De ver. q. 4 a. 2 ad 5. Traducción de María Jesús Soto-Bruna,
en Cuestiones disputadas sobre la verdad, tomo 1, Pamplona, EUNSA, 2016.
17
“Ad primum ergo dicendum quod res visibiles sacramentorum dicuntur verba per
similitudinem quandam, inquantum scilicet participant quandam vim significandi,
quae principaliter est in ipsis verbis, ut dictum est. Et ideo non est superflua
ingeminatio verborum cum in sacramentis rebus visibilibus verba adduntur, quia
14
705
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Un poco antes en el mismo texto, Tomás plantea, siguiendo a Agustín de
Hipona, “que el primado de significación entre los hombres lo tienen las
palabras”18, en tanto los elementos sensibles del sacramento refieren
metafóricamente al concepto mental. Para esto, Tomás pone como ejemplo el
del bautismo: “cuando se dice yo te bautizo se da a entender que en el bautismo
empleamos el agua para significar una purificación espiritual”19. Incluso hay
una consideración analógica de la configuración del sacramento, en tanto
unión de palabras (en el sentido de sustanciación de conceptos mentales) y
objetos o acciones sensibles, como un ente sensible:
“[...] en los sacramentos las palabras son como la forma, y las cosas
sensibles como la materia. Ahora bien, en todos los compuestos de
materia y forma, el principio de determinación viene de la forma, que
es en cierto modo el fin y el término al que tiende la materia. Por eso,
para la constitución de una realidad es más necesaria una forma
determinada que una materia determinada: si se requiere una materia
determinada, es para que sea proporcionada a una forma determinada.
Y puesto que en los sacramentos se requieren determinadas cosas
sensibles, que en ellos son como la materia, con mayor razón se requiere
también en ellos una forma verbal determinada”20.
unum eorum determinatur per aliud, ut dictum est”. Tomás de Aquino, S. Th. III q. 60
a. 6 ad 1
18
“quod verba inter homines obtinuerunt principatum significandi”. Tomás de
Aquino, S. Th. III q. 60 a. 6 co.
19
“sed cum dicitur, ego te baptizo, manifestatur quod aqua utimur in Baptismo ad
significandam emundationem spiritualem”. Tomás de Aquino, S. Th. III q. 60 a. 6 co.
20
“in sacramentis verba se habent per modum formae, res autem sensibiles per modum
materiae. In omnibus autem compositis ex materia et forma principium
determinationis est ex parte formae, quae est quodammodo finis et terminus materiae.
Et ideo principalius requiritur ad esse rei determinata forma quam determinata
materia, materia enim determinata quaeritur ut sit proportionata determinatae formae.
Cum igitur in sacramentis requirantur determinatae res sensibiles, quae se habent in
sacramentis sicut materia, multo magis requiritur in eis determinata forma verborum”.
Tomás de Aquino, S. Th. III q. 60 a. 7 co.
706
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Otra característica de los sacramentos es su performatividad, que ya viene
asumida por su definición, puesto que son causantes de la gracia: “es necesario
afirmar que los sacramentos de la nueva ley causan en cierto modo la gracia”21.
A este respecto, Jesús Sancho indica que “los sacramentos cristianos son, a la
vez, signos y causas: significan lo que causan y causan que significan”22.
Sin embargo, estas características se ven neutralizadas ante la ausencia de
una sanción institucional. Un sacramento es administrado de manera correcta
si se sigue la preceptiva eclesiástica; de lo contrario, es un signo fallido:
“Quien al pronunciar corrompe las palabras, si lo hace voluntariamente, no
manifiesta intención de hacer lo que hace la Iglesia, en cuyo caso no parece
que se realice el sacramento”23. La Iglesia es la garante de la eficacia del
sacramento, puesto que lo instituye. De la misma manera, un discurso en
general apunta a su creador (persona, institución); de ahí la desconfianza hacia
lo anónimo. La contraposición Estado-familia, que actualmente algunos
espacios políticos traen al debate, pone en el centro la cuestión de quién tiene
la potestad de articular un discurso válido; de la mano de este tema,
consideremos al ámbito escolar: un video educativo sobre sexualidad,
profilaxis, conocimiento del sistema sexo-genital, pierde prestigio cuando el
argumento en alza es que este tipo de educación ha de provenir del hogar
familiar. Aquí, la escuela, a pesar de ser por definición una institución, deja
de serlo a los efectos discursivos; la relación jerárquica entre ambos aparatos
ideológicos del Estado (escuela versus familia) oscila en función de cómo la
ideología dominante pondera sus respectivas funciones, aunque no siempre
“necesse est dicere sacramenta novae legis per aliquem modum gratiam causare”.
Tomás de Aquino, S. Th. III q. 62 a. 1 co.
22
Jesús Sancho, “Significación y causalidad de los sacramentos (Sacramenta novae
legis efficiunt quod significant)”, Pedro Rodríguez (ed.), Sacramentalidad de la
Iglesia y Sacramentos: IV Simposio Internacional de Teología de la Universidad de
Navarra, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, 1983: 637-649, p.
646.
23
“ille qui corrupte profert verba sacramentalia, si hoc ex industria facit, non videtur
intendere facere quod facit Ecclesia, et ita non videtur perfici sacramentum”. Tomás
de Aquino, S. Th. III q. 60 a. 7 ad 3.
21
707
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
hay un solapamiento entre ellas (de donde la metáfora de la maestra como una
segunda madre).
Vemos, si esta exposición fragmentaria ha logrado manifestarlo, que las
elaboraciones respectivas de Tomás de Aquino y Manuel Asensi Pérez
intersectan en un mapa conceptual que, a su vez, ampara la propuesta del
segundo de la crítica como sabotaje. No obstante, esta posibilidad no es tal en
el caso del monje dominico. Por un lado, existen diversos resquicios entre
ambos modelos, pues la distancia temporal entre ambos pensadores engendra
otros distanciamientos, como de los horizontes de expectativas respectivos.
Consideremos, por ejemplo, el concepto de “sujeto”, central en la propuesta
de Asensi Pérez y que en tiempos del Aquinate aún no había cristalizado, sino
que atravesaba una larga germinación hasta fines del período medieval24;
asimismo, el de “ideología”, particularmente en el sentido marxista
(podríamos invocar la definición de Louis Althusser, donde es una
“representación de la relación imaginaria del individuo con sus condiciones
reales de existencia”25), también focal, es propiamente extemporáneo para
Tomás, en tanto tuvo su primer desarrollo como modo sistemático de
pensamiento recién en tiempos ilustrados26 y su formulación marxista mucho
después; su carencia en el horizonte de expectativas tomista le coarta la
posibilidad de entablar una batalla sobre este mapa común. Por otro lado, la
epistemología marxista del investigador español, tensa y vigilante, asume en
los textos la potencialidad de impactar en los sujetos y transformarlos (o bien,
por el contrario, reafirmar sus presuntas identidades subjetivas); en cambio,
situado en una ontología causacionista, Tomás ve el ser realizado en
proporciones más o menos inmediatas al Ser pleno que es Dios y entiende la
comunicación como una propiedad inherente del ser humano, por lo que no se
Georges Duby & Philippe Braunstein, “The Emergence of the Individual”, Georges
Duby (ed.), A History of Private Life II: Revelations of the Medieval World,
Cambridge, The Belknap Press of Harvard University Press, 1988: 508-630.
25
Louis Althusser, Ideología y aparatos ideológicos de Estado. Freud y Lacan,
Buenos Aires, Nueva Visión, 2005, pp. 43-47.
26
Joseph S. Roucek & Ángela Muller Montiel, “Historia del Concepto de Ideología”,
Revista Mexicana de Sociología, 25, 2, mayo-agosto 1963: 665-694 (p. 668).
24
708
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
detiene a escudriñar en las posibilidades fermentales de la significación ni en
su impacto en quienes participan en el acto comunicacional.
El Aquinate toma en cuenta al sujeto como artífice de la efectividad del
sacramento; para que el signo signifique, es necesario, no solo que haya una
institución que avale su efectividad, sino que esta sea consensuada: “Como
dice San Agustín en Super lo., la palabra tiene efecto en los sacramentos no
porque se pronuncia, o sea, no por el sonido exterior de la voz, sino porque se
cree, según el sentido admitido por la fe”27. Esta creencia aproxima la teoría
tomista al concepto de modelización de Asensi Pérez; en efecto, Tomás
plantea que “[l]a costumbre, y sobre todo la que arranca de la niñez, adquiere
fuerza de naturaleza; por esto sucede que admitimos como connaturales y
evidentes las ideas de que estamos imbuidos desde la infancia”28. Esas ideas
“connaturales y evidentes”, dice Tomás, no lo son, sino que, en palabras de
Asensi Pérez, constituyen “‘efectos de realidad’ [...] [mediante las cuales] el
espectador o lector adquiere una percepción del mundo que en muchos casos
le conducirá a actuar de un modo determinado en el mundo empírico. Y es
claro que la actuación queda automáticamente ligada a la dimensión ética y
política”29. La preocupación por las percepciones del mundo adquiridas y su
influencia en el actuar de los sujetos otorga al planteo asensiano la dimensión
política que mencionamos al inicio.
“sicut Augustinus dicit, super Ioan., verbum operatur in sacramentis, non quia
dicitur, idest, non secundum exteriorem sonum vocis, sed quia creditur, secundum
sensum verborum qui fide tenetur”. Tomás de Aquino, S. Th. III q. 60 a. 7 ad 1.
28
“Consuetudo autem, et praeccipue quae est a puero, vim naturae obtinct: ex quo
contingit ut ea quibus a pueritia animus imbuitur, ita firmiter teneat ac si essent
naturaliter et per se nota”. Tomás de Aquino, S. c. G. I, XI. Traducción de Jesús M.
Pla Castellano, Suma contra los gentiles I, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos,
1952.
29
Asensi Pérez, ob. cit., p. 141.
27
709
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
710
Averroes, o sobre el pensar como copulación
Alberto García Tovar
UNAM, México
El intelecto material o sobre la naturaleza del medio
La naturaleza del intelecto material fue un tema amplia y extensamente
discutido por la gran mayoría de los intérpretes y comentadores de Aristóteles,
y de hecho siempre ocupó un lugar muy importante en el conjunto de sus
reflexiones en torno a la psicología del estagirita. Al menos durante quince
siglos de tradición filosófica el debate se vio enriquecido y se mantuvo
vívidamente encendido por las distintas aportaciones teóricas y conceptuales
de quienes en él participaron, aun cuando éstas hayan sido de la más diversa
índole y hayan derivado, en muchas ocasiones, en intensas y acaloradas
confrontaciones. Pues en efecto, tal y como lo demuestran Temistio, Teofrasto,
Alejandro de Afrodisia, Avempace, Averroes y muchos otros, con todo y sus
respectivas variaciones, la apremiante necesidad de comprender la naturaleza
del intelecto material siempre estuvo sujeta a la premura por intentar clarificar
algunos de los pasajes más oscuros y controvertidos de la noética aristotélica,
al mismo tiempo que se pretendía explicar cómo es que el pensamiento tiene
lugar como la manifestación más elevada de la vida humana y como rasgo
distintivo del hombre con respecto a otros seres vivos.
En el caso concreto de Averroes, la pregunta por la naturaleza del intelecto
material siempre coincidió en su búsqueda con la pregunta por el sustrato del
pensamiento, es decir, por aquello que primeramente lo hace real en tanto que
mera posibilidad. Cuando Averroes se pregunta qué es el intelecto material
debemos entender que la pregunta que queda igualmente planteada, aunque de
manera implícita, es aquella que indaga por la primera instancia o condición
de posibilidad del pensamiento. Es por este motivo que las reflexiones del
filósofo cordobés en torno a este intelecto nos obligan a retroceder un paso
711
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
antes de preguntarnos cómo es que pensamos para preguntarnos, antes bien,
cómo es que resulta posible que pensemos y que, por otra parte, el
pensamiento tenga lugar en nosotros- y si esto es así, de qué manera ocurre.
He ahí donde primeramente debemos situarnos: en el acontecer del
pensamiento como algo posible, y he justamente ahí en donde el intelecto
material funge como el enclave noético que nos permite comprender cómo es
que esto ocurre.
En primer lugar, para Averroes es muy importante dejar en claro que el
intelecto material debe comprenderse como aquello que es en potencia todas
las formas materiales en su ser universal, sin ser en acto ninguno de los entes
antes de concebirlos. Para ello es necesario que este intelecto, por una parte,
dado su estatus ontológico potencial, se encuentre libre de toda determinación
material y formal, pues al ser la sustancia que recibe todas las formas
materiales, debe encontrarse despojado de la naturaleza misma de lo recibido.
Y por otra parte, dada la singularidad de su potencialidad, es igualmente
necesario que el intelecto material sea impasible, esto es, que no padezca
afección alguna cuando recibe alguno de los inteligibles materiales, ya que
esto implicaría un cierto grado de privación en el seno de su receptividad y no
podría acoger otras formas universales. En este sentido, el intelecto material
acoge en potencia todas las formas universales sin verse afecto por ellas y
éstas subsisten en él en tanto que meras cognoscibilidades. De ahí que todo
cuanto el hombre puede conocer subsiste en la potencia absoluta del
pensamiento en tanto que pura posibilidad.
Ahora bien, si bien es cierto que la pureza potencial parece ser el rasgo
distintivo del intelecto material, ello no basta para decir que estamos ya en
condiciones de comprender la naturaleza de este intelecto. Pues en efecto, si
analizamos con mayor cuidado la anterior premisa averroísta en torno al
intelecto material rápidamente caemos en cuenta de la siguiente dificultad: si
el intelecto material no es nunca ya un algo determinado, puesto que de hecho
carece de una determinación tanto material como formal, ¿cómo es posible
que sea un algo que, a pesar de todo, puede acoger las formas universales sin
verse afectado por ellas? ¿Cómo debemos comprender, entonces, una potencia
712
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
que se define por ser absoluta y que nos conduce a una aporía ontológica que
parece irresoluble? La respuesta a estas incómodas interrogantes la
encontramos en E. Coccia, quien opina que la tesis averroísta de la potencia
absoluta del intelecto coincide de manera exacta con una doctrina del medio:
“Un medio es el espacio, el lugar metafísico que hace existir las formas
en tanto puras cognoscibilidades. […] El intelecto es el ente capaz de
recibir una forma en su solo ser de cognoscibilidad, es el medio en el
cual esta forma puede subsistir en tanto cognoscibilidad absoluta. Si el
pensamiento es la afectividad en su forma más pura, toda doctrina del
conocimiento deberá coincidir con una teoría de la recepción: si el
intelecto no tiene otra naturaleza que la de una potencia absoluta, la
noesis necesariamente deberá resolverse en una doctrina del medio”1.
Se trata, pues, de comprender la naturaleza del intelecto material en
términos de su ser medial, es decir, en tanto que se constituye como el espacio
o el lugar metafísico en donde las formas materiales son acogidas y subsisten
en dicho medio en tanto que puras cognoscibilidades.
Pensar imágenes
La naturaleza medial del intelecto material es, pues, lo que determina la
pensabilidad de las formas universales, es decir, su capacidad de ser
conocidas. Sin embargo, cabe aquí hacer la precisión de que la singularidad
medial del intelecto en cuestión no es como la de cualquier otro ente, sino que
es más bien parecida a la del medio diáfano o transparente que posibilita la
visión actual de los colores. De hecho, por medio de una analogía de
raigambre aristotélica, aunque planteada con variaciones significativas,
Averroes explica que el intelecto material es al intelecto agente lo que la
transparencia es a la luz, del mismo modo en el que los colores son
Emanuele Coccia, Filosofía de la imaginación. Averroes y el averroísmo, Córdoba,
Adriana Hidalgo editora, 2008, p. 210
1
713
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
equiparables con las intenciones imaginativas. El filósofo cordobés dice, en
efecto:
“Es más, debes saber que la relación del intelecto agente con este
intelecto [material] es la relación de la luz con lo diáfano, y que la
relación de las formas materiales con él es como la del color con lo
diáfano. En efecto, lo mismo que la luz es la perfección de lo diáfano,
así el intelecto agente es la perfección del [intelecto] material. Y lo
mismo que lo diáfano no es movido por el color ni lo recibe sino cuando
luce, así este intelecto no recibe los inteligibles que están aquí sino
cuando es perfeccionado por aquel intelecto e iluminado por él. Y así
como la luz hace que el color en potencia lo sea en acto, de modo que
pueda mover lo diáfano, así también el intelecto agente hace que las
intenciones inteligibles en potencia lo sean en acto para que el intelecto
material las reciba. De este modo, pues, hay que concebir el intelecto
material y el [intelecto] agente”2.
De acuerdo con la analogía anterior, entonces, debemos tener claros los
siguientes tres puntos, a saber: a) que el intelecto agente es la perfección del
intelecto material, del mismo modo en el que la luz es la perfección de lo
diáfano; b) que la medialidad absoluta del pensamiento, es decir, el intelecto
material, es a las formas materiales lo que lo diáfano es a los colores; y c) que
los inteligibles en acto son recibidos y relucidos en el medio del pensamiento
cuando el intelecto agente hace pasar de la potencia al acto a las intenciones
imaginativas del hombre, las cuales subsisten en la transparencia absoluta del
pensamiento en tanto que puras cognoscibilidades, o bien, en tanto que
esbozos formales de los inteligibles universales.
Ahora bien, es justo en este punto de la noética averroísta en donde la
facultad imaginativa desempeña un rol decisivo, pues no es sino gracias a ella
que el hombre, por medio de sus intenciones imaginativas -corruptibles y
perecederas, precisamente por hallarse vinculadas a la singularidad material y
2
Averroes, Sobre el intelecto, Madrid, Trotta, 2004, p. 132.
714
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
corporal de éste-, logra vincularse con la potencia absoluta del pensamiento,
es decir, con el intelecto material. En cierto sentido, Averroes sugiere que la
imaginación debe pensarse como una fuerza que abre y conduce al hombre
hacia una exterioridad en la que sus imágenes quedan depositadas y son
dispuestas para la intelección y el conocimiento actual de las formas
universales. Pues en efecto, siguiendo la analogía anteriormente planteada, del
mismo modo en el que la luz hace pasar de la potencia al acto a los colores
para que éstos sean actualmente visibles para quien los percibe, el intelecto
agente ejerce su acción lumínica sobre la transparencia absoluta del
pensamiento para que las intenciones imaginativas del hombre sean relucidas
o reflejadas sobra ésta en tanto que inteligibles en acto pertenecientes ya un
sujeto.
En este orden de ideas, la génesis del acto intelectivo coincide
simultáneamente con el de la determinación subjetiva y objetiva del
pensamiento. Es justamente en este punto en el que Averroes reconoce, de
hecho, que dicha determinación constituye uno de los problemas más arduos
de resolver dentro su teoría sobre el intelecto. En palabras del filósofo
cordobés este problema queda planteado de la siguiente manera:
“El segundo problema, a saber, cómo el intelecto material es uno en
número en todos los individuos humanos, inengendrable e
incorruptible, mientras que los inteligibles que existen en acto en él (y
es el intelecto especulativo) se cuentan por el número de los individuos
humanos y son generables y corruptibles por la generación y la
corrupción de los individuos, este problema ciertamente es muy difícil
y tiene una máxima ambigüedad”3.
Dicho en otras palabras, la pregunta fundamental a la que Averroes intenta
dar respuesta podemos formularla de la siguiente forma: ¿cómo es posible que
el pensamiento sea múltiple y numerable por el número de sujetos siendo que
3
Ibíd., p. 131.
715
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
su principio –por lo demás, único y eterno– es decir, el intelecto material, se
encuentra separado de estos?
La respuesta a la anterior pregunta la encontramos, precisamente, en la
unión del hombre con el inteligible en acto, pero esta vez el filósofo cordobés
explica que dicha unión acaece “por la conjunción [copeletur] de la intención
inteligible con nosotros (y son las intenciones imaginativas) o sea, de la parte
de ellas que está en nosotros en cierto modo como forma”4. Es aquí en donde,
nuevamente, las imágenes vuelven a desempeñar un rol fundamental para que
dicha unión logre llevarse a cabo. Pues en efecto, no es sino gracias a las
imágenes que el hombre logra copular con la transparencia absoluta del
pensamiento, de tal forma que cuando el intelecto agente perfecciona al
intelecto material, del mismo modo en el que la luz perfecciona la
transparencia para hacer actualmente visibles a los colores que se encontraban
en potencia, dichas imágenes, al encontrarse en el medio, logran devenir
inteligibles en acto pertenecientes ya a un sujeto.
La copulación intelectiva del hombre, así pues, se ve plenamente realizada
cuando el intelecto agente ejerce su acción lumínica sobre la transparencia
absoluta del pensamiento, esto es, cuando las intenciones imaginativas
devienen inteligibles en acto y éstos son adquiridos por el hombre. No
obstante, es en este mismo punto de la copulatio en donde Averroes aclara lo
siguiente respecto a dichos inteligibles:
“…es necesario también que los inteligibles en acto tengan dos sujetos,
el primero de los cuales es el sujeto mediante el cual son verdaderos, es
decir, las formas que son imágenes verdaderas, mientras que el segundo
[sujeto] es aquel mediante el cual los inteligibles son un ente en el
mundo, y éste es el intelecto material”5.
4
5
Ibíd., p. 133.
Ibíd., p. 129-130.
716
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
El planteamiento de la existencia de un doble sujeto de los inteligibles en
acto viene a decirnos que en el punto más elevado de la copulatio el
pensamiento ocurre sobre un trasfondo noético en el que el hombre se
encuentra inserto, inicialmente, vía sus imágenes. Sin embargo, cuando los
inteligibles en acto son producidos, éstos no son nunca adquiridos por el
hombre sino dentro del mismo medio que les otorga entidad y existencia, es
decir, el intelecto material, que es como la transparencia en la que los
inteligibles son relucidos para ser adquiridos por un sujeto, del mismo modo
en el que los colores son relucidos por el medio que posibilita su visión en
acto para quien los ve.
Así pues, lo que particularmente define la copulatio averroísta no es
solamente la relación del hombre con el intelecto material por medio de sus
imágenes, sino también la producción de los inteligibles en acto por medio de
la acción del intelecto agente sobre la transparencia absoluta del pensamiento.
Pues en efecto, como ya lo hemos visto, cuando el inteligible en acto es
producido, éste es adquirido por el hombre en tanto que logra unirse con él, y
de esta manera le otorga al pensamiento una ulterior determinación. No
obstante, para que dicha determinación ocurra es necesario que, en primer
lugar, las intenciones imaginativas del hombre subsistan en la medialidad
absoluta del pensamiento en tanto que puras cognoscibilidades, o bien, en
tanto que cuasi formas; y en segundo lugar, es igualmente necesario que la
forma inteligible sea abstraída de dichas intenciones toda vez que el intelecto
agente haga efectiva su agencia al ejercer su acción lumínica sobre el medio
absoluto del pensamiento. Pues en efecto, del mismo modo en el que la visión
se produce sólo cuando los colores son actualmente visibles, todo acto
intelectivo mediante el cual el hombre adquiere el inteligible que piensa no
ocurre sino cuando las intenciones imaginativas devienen inteligibles en acto
que logran ser reflejados en el medio, y por lo tanto, de igual manera, por el
sujeto que piensa, así como cuando los colores son relucidos en el medio
transparente o diáfano y son vistos por un sujeto.
717
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Un pensamiento sin sujeto
Dice Jean-Baptiste Brenet:
“He ahí a lo que somos conducidos, a lo que lleva la doctrina de la unión
[jonction] a un pensamiento sin ‘sujeto’. […] Si bien los procesos
individuales de adquisición del saber se realizan, paradojalmente,
llevan al mismo tiempo a un acto universal y permanente en el que el
yo no juega ya ningún rol, en el que la intervención personal, via las
imágenes, es abolida6.
Demos un paso más lejos en la noética de Averroes para evaluar
brevemente sus implicaciones: la unión del hombre con el intelecto, tras haber
adquirido el inteligible en acto, implica la pérdida de la singularidad y la
individualidad imaginativa del hombre y sus imágenes. Éstas dejan de ser lo
que son en cuanto tal cuando se produce la copulación intelectiva o la unión
del hombre con el inteligible universal y eterno por medio de las imágenes.
Éstas, en efecto, sufren una transformación ontológica radical cuando la luz
del intelecto agente perfecciona la transparencia absoluta del pensamiento y
hace efectivo su tránsito de la potencia al acto. Mas es en dicho tránsito, es
decir, en la actualidad misma del pensamiento, en donde las imágenes
devienen formas inteligibles, las cuales, al igual que los colores, son reflejadas
en el medio que posibilita su adquisición por parte del sujeto inteligente.
Es justo por el anterior motivo que el hombre no piensa o no entiende nada
en acto si no es por la unión con él del inteligible en acto. El hombre refleja la
forma adquirida sólo en tanto que ésta es reflejada en la transparencia absoluta
del pensamiento y en tanto que él mismo se encuentra vinculado con el medio
en virtud de sus imágenes. El hombre no piensa porque el pensar le
pertenezca o porque el pensar se dé en él como un atributo o una actividad que
le sea esencial. El hombre es sólo una instancia en la que pensamiento tiene
Jean-Baptiste Brenet, Averroes el inquietante, Santiago, Metales pesados, 2018, p.
106.
6
718
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
lugar, pero al mismo tiempo es capaz de acceder a él porque ha logrado abolir
la dimensión subjetiva que le impedía la unión plena con el inteligible en acto,
y al mismo tiempo, por medio del mismo acto intelectivo, con el intelecto
agente. Las intenciones imaginativas, en efecto, no son nunca el sujeto propio
de la intelección, pero son el paso previo a la adquisición de los inteligibles
en acto y la unión con el intelecto. No obstante, para que dicho paso logre
llevarse a cabo, el hombre debe disponer su singularidad imaginativa hacia la
intelección, es decir, hacia la agencia lumínica del intelecto agente para que
de este modo sus imágenes logren devenir inteligibles en acto. Pero al hacerlo,
la singularidad imaginativa del hombre queda por completo suprimida, y por
lo tanto el pensamiento prescinde de toda determinación subjetiva.
El pensamiento no responde a ningún nombre, pues no es nunca,
propiamente, de este o aquel individuo, de tal o cual sujeto. El pensar, en su
expresión más pura y elevada, no es más que el anonimato de los sujetos
pensantes, esto es, su nulidad intelectiva. El cuadro final al que nos conduce
la copulación averroísta no consiste en otra cosa más que en su propia
perfección y superación. Pues en efecto, si bien es cierto que la unión del
hombre con el inteligible en acto se produce por medio de las intenciones
imaginativas, la copulación se ve estimulada y logra alcanzar su plena
realización cuando en el medio absoluto del pensamiento tiene lugar la
operación lumínica del intelecto agente para producir los inteligibles en acto
a los que el hombre queda unido. Éstos, si bien es cierto se corrompen y
perecen con la aniquilación o la muerte del individuo, en sentido absoluto se
dice que son eternos, pues su existencia no depende de su unión con tal o cual
sujeto, puesto que estos inteligibles constituyen el fundamento ontológico de
todo cuanto existe y es real y puede ser pensado.
Por este motivo, Brenet señala, en la dirección anterior, que no es sino en
la unión del hombre con el inteligible en acto y con el intelecto agente, es
decir, en el momento en el que el pensar alcanza su punto más alto en el
anonimato, que el hombre logra alcanzar su perfección y determinación
última. Y en este sentido, el filósofo francés apunta que “el hombre perfecto,
el filósofo, es parecido a Dios. Esto significa que [su] intelecto, ya sin
719
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
potencialidades, no es más que la inteligibilidad total del mundo. Es en este
sentido que [él] es todos los seres, y en este sentido también que <<él>> los
conoce a todos”7. La divinización del hombre es la nota más alta de la noética
averroísta, es el final del cursus teorético por el que somos conducidos. El
hombre-Dios, es decir, el filósofo, es aquel que reconoce la nulidad de su
singularidad pensante y se ve a sí mismo, por una parte, como un nadie en
donde el pensamiento mismo tiene lugar, y por otra, por su carácter divino,
como un ser capaz de penetrar en la inteligibilidad total del mundo.
7
Ibíd.
720
El arca mística y el problema de la concupiscencia
desde Hugo de San Víctor
Maximiliano Calderón Gómez
UNAM, México
Introducción
El Arca mística de Hugo de San Víctor es un texto cuya complejidad ha
sido pasada por alto en varios textos de historia de la filosofía, ya sea por falta
de traducción de sus textos o por reducirlo a un simple místico. Este libro, al
igual que otros del victorino, parten del problema de la naturaleza material del
humano; por ende, el autor nos muestra argumentos para combatir la
concupiscencia del cuerpo, porque son una distracción que nos alejan de la
contemplación y semejanza de Dios; para ello se recurre a analogías
arquitectónicas reales y espirituales como un medio para librarnos de las
inclinaciones carnales, propias del estado de pecado, con la finalidad de
elevarnos al entendimiento de Dios. La función principal de las iglesias reales
y las espirituales consiste en restablecer la naturaleza humana, es decir, la
plenitud del bien y erradicar la corrupción, esto sólo se logra a través del
ejercicio de las virtudes; en este sentido, cada arca o templo es un itinerario
moral y anagógico que simboliza la escala de perfeccionamiento del alma en
dicho ejercicio; sin embargo, como veremos, no todos pueden alcanzar esta
perfección, sólo unos cuantos. Este escrito se propone mostrar la
argumentación de Hugo de San Víctor.
En este texto abordaré la metáfora arquitectónica del texto El Arca mística
de Hugo de San Víctor como un medio para erradicar el problema de la
concupiscencia y llegar a la contemplación de Dios. Este trabajo pretende
mostrar dos objetivos: primero, la relación entre la arquitectura física de la
Casa de Dios y la edificación del templo en el alma permite controlar el deseo
carnal; segundo, el arca sirve como un medio para contemplar a Dios, el autor
721
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
ofrece cuatro interpretaciones del Arca: histórica, alegórica, anagógica y
moral, no obstante, yo me centraré en las últimas dos.
El orden del trabajo es el siguiente: en el primer capítulo abordaré los
motivos de la escritura que Hugo de San Víctor expone en el Arca mística,
cuál es la naturaleza humana y su lugar dentro de la jerarquía del ser. En el
segundo capítulo, el arca mística como iglesia y morada de Dios, los tipos de
iglesia y su papel moral y anagógico. Por último, si todos pueden acceder a la
salvación.
Hugo de San Víctor fue un autor prolífico; lamentablemente, en la
comunidad filosófica solo algunos filósofos lo han retomado en sus historias
de la filosofía medieval, por lo que, en muchos casos, es un autor que queda
olvídalo o al margen; una posible causa es la casi nula traducción de obras.
Sin embargo, encontramos autores contemporáneos que sí lo abordan, como:
Rafael Ramón Guerrero, quien en su Historia de la filosofía medieval rescata
la importancia que tuvo Hugo en el siglo Xll, por su clasificación de las
disciplinas de estudio en el Didascalicon (el arte de leer) y también por su
teoría ontológica de la causalidad dentro de la naturaleza1. Por otro lado, Alain
de Libera en su obra La filosofía medieval aborda la relevancia filosófica del
victorino en la noción de justicia sacramental que desarrolla en De
sacramentis2. Este pequeño trabajo pretende complementar el estudio sobre
Hugo en la filosofía, pero desde el enfoque de otra obra: El arca mística de
Noé, ya que es un texto que no se suele mencionar en las Historias de la
filosofía.
1. Motivos del arca mística
y el estado de corrupción en la naturaleza humana
En este capítulo abordaré tres cosas con base en la problemática que
vislumbra Hugo de San Víctor respecto a la naturaleza humana, lo cual le
1
2
Cf. Rafael Ramon Guerrero, Historia de la filosofía, España, Ediciones Akal, 1996.
Cf. Alain de Libera, La filosofía medieval, Buenos Aires, Editorial Docencia, 2000.
722
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
motiva a escribir el Arca mística de Noé. Las preocupaciones del filósofo son
esencialmente morales, lo que lo lleva a desarrollar el problema de nuestras
pasiones mundanas.
1.1. Los motivos de la escritura del Arca mística
Dentro de tres escritos de Hugo de San Víctor: El arca mística, De
sacramentis y Didascalicon encontramos una preocupación común que es la
médula de sus teorías: ¿cómo lograr que el alma humana, con sus
imperfecciones, pueda mantenerse en el conocimiento y en la contemplación
de Dios’ Parece que el humano, al tener cuerpo no logra quedarse en un estado
de quietud, sino que siempre se ve arrebatado por la concupiscencia, que son
los deseos corporales o mundanos. Dentro del contexto del texto a estudiar,
Hugo hace referencia a la siguiente experiencia.
“Un día, mientras estaba sentado con los hermanos reunidos [...] la
conversación fue dirigida que comenzamos unánimemente a
maravillarnos de la inestabilidad e inquietud del corazón humano, y a
suspirar por ello. Y los hermanos rogaron fervientemente que se les
mostrara la causa de estos movimientos inestables en el corazón del
hombre”3.
Todo conocimiento de las cosas elevadas tiene que ir acompañado de la
acción virtuosa. En el caso del Arca mística, Hugo se cuestiona por la
impasibilidad de nuestra alma que se ve jalada por las pasiones carnales del
cuerpo; somos proclives al amor del mundo por los placeres corporales, sin
embargo, tenemos que amar a Dios porque ahí están los bienes espirituales
“When I was one day sitting with the assembled brethren, and replying to the
questions which they asked, many matters came up for discussion. Finally, the
conversation was so directed that we began with one accord to marvel at the instability
and restlessness of the human heart, and to sigh over it. And the brethren earnestly
entreated that they might be shown the cause of these unstable movements in man's
heart”. Hugh Of Saint Victor, Noah´s ark (De arca noe morali) Alred Squire, Joan
Mercyn Hyssey, Selected spiritual writings, Nueva york, Harper & row, 1962, p. 45.
3
723
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
más excelsos. Por lo tanto, el autor considera que elementos visuales, como la
construcción de un templo, nos servirán para que el alma logre moldearse y
perfeccionarse con inspiración en la casa de Dios, que es la iglesia.
1.2. La naturaleza humana y el estado de corrupción.
El humano tiene una naturaleza compuesta, está conformado por un
elemento inmortal e incorporal que le acerca a Dios, sin embargo, el tener
cuerpo hace que se vea arrebatado por los placeres carnales. El humano tiene
carne porque pecó, por eso se ve corrompido por el mal; el bien es naturaleza,
en cambio, el mal es deficiente4. El deseo del Arca mística es lograr el
restablecimiento de la naturaleza humana, es decir, asemejarse a Dios a través
de la contemplación y el ejercicio de las acciones virtuosas. Por lo tanto, la
concupiscencia pertenece al cuerpo. La relación entre alma y cuerpo debe de
llevar un orden: la primera debe de gobernar a la segunda; sin embargo, sucede
lo contrario.
1.3. El lugar del humano dentro de la jerarquía del ser
La jerarquía del ser está distribuida de tal manera que primero encontramos
a Dios, que es una entidad simple y su esencia es la existencia. Segundo
encontramos entidades creadas, pero eternas, que son los ángeles; por último,
entidades del mundo sublunar, que están sometidas a perecer, a los sentidos,
ahí están los humanos, que, por tener materia nos encontramos en el grado
más bajo del ser5. Según la forma de la jerarquía que Hugo describe en
Didascalicon, nosotros estamos bastante lejos de Dios y nuestra existencia
pasa por toda la mediación de los ángeles, por lo mismo, es importante
entender el papel escatológico y moral del arca mística. Lo que nos aleja de
Dios es nuestra naturaleza material y ser entidades que tienen afecciones
4
Cf. Hugo de San Víctor, Didascalicon (El arte de leer), Ciudad de México, Editorial
Diecisiete, 200. p. 23.
5
Cf. Ibid., p. 24.
724
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
carnales. Todo ser humano, hasta los santos, pasan por el deseo carnal, pero
hay quienes lo saben moderar y refrenar.
2. El arca mística como la morada de Dios: la iglesia
Para el teólogo, Dios habita de tres formas distintas en tres regiones
diferentes: el alma, la iglesia y el mundo. El papel de la iglesia es anagógico
ya que, contemplado el templo, imitamos las virtudes, y la sabiduría para guiar
al alma a su salvación. La iglesia comenzó a existir con la misma creación del
mundo, es el tiempo encarnado en lo material, es la encarnación de Cristo.
Hugo considera que el Arca de Noé es la iglesia, cuando es atacada por los
herejes, debe de entenderse que el arca resiste a las olas tempestuosas; por otro
lado, la iglesia del alma resiste a las pasiones carnales. El arca será guiada por
Dios hasta el fin del tiempo.
2.1. Sobre las arcas visibles
Como se vio en el apartado anterior, hay un par de moradas de Dios que
son visibles y otro par invisibles. Según Hugo de San Víctor, está la morada
del Arca de Noé, la morada de la iglesia, que es la institución fundada por
Cristo y Pedro, la iglesia invisible del corazón que se eleva a la contemplación
divina y la morada de la gracia divina, que es la ayuda de Dios contra las
pasiones. Podemos considerar que cada una es un itinerario que es el camino
del perfeccionamiento humano.
La primera es el arca de Noé, la cual está distribuida en varios niveles: el
más bajo alberga excremento, el segundo, comida para la sobrevivencia de los
animales; en el tercero, animales salvajes, en el último humanos y aves; son
los pasos que recorre todo humano en su actuar, que puede ser lo más bajo,
arrastrado por lo carnal, o puede liberarse, llegando a la virtud y al
conocimiento de Dios, como el ave. Como segundo, está el arca de la iglesia;
esta arca tiene una longitud que refleja “denota esta edad presente, que se
extiende a lo largo de tres períodos, a saber, el período de la ley natural, el
725
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
período de la ley escrita y el período de gracia”6; por otro lado, el ancho refleja
la cantidad de fieles de todo el mundo que están bajo el mando de Dios; por
último, los treinta codos de altura denotan la fe en las sagradas escrituras. El
arca se va estrechando conforme progresa su altura, porque muestra que:
primero, hay más hombres mundanos que entregados al amor de Dios. Todo
el orden de lo real parte de Dios, de lo Uno a la multiplicidad.
El arca de la iglesia se divide en cinco pisos verticales y estados: tres
mundanos y dos de salvación. Los primeros refieren a lo carnal, como
sensitivo que es moderación fallida; el tercero es el espiritual, el alma se
impone al cuerpo; el cuarto es el paso del alma despojada del cuerpo, se aleja
de la concupiscencia; el último, los que se elevan en cuerpo y alma a la
contemplación de Dios, el alma gobierna al cuerpo con la gracia de Dios. Este
movimiento que va padeciendo el alma implica una unión interior con Dios,
sin embargo, todavía en este punto necesita de una iglesia física para hacer el
ejercicio de la meditación. Por lo tanto, hay dos arcas visibles que sirven como
modelo para el alma: arca de Noé y el arca de la iglesia.
2.2. Sobre las dos arcas invisibles
Con las características previas, al contemplar los significados materiales
de este hogar de Dios, ahora el alma debe de imitar tal construcción a través
del conocimiento y la fe, que sus cimientos sean reforzados con las virtudes.
2.3. Sobre el arca de la sabiduría
El arca de la sabiduría es el primer paso de la edificación en el alma. Si las
primeras arcas físicas suponían lo material, ésta es espiritual, Hugo comienza
con el argumento de que nuestro pensamiento es común con el de Dios, es una
.6 “
The length of three hundred cubits denotes this present age, which extends over
three periods namely, the period of natural law, the period of the written law, and the
period of grace through which holy Church is from the world's beginning to its end
advancing from this present life towards the future glory”,, Hugo de San Víctor. ob.
cit., p. 64.
726
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
forma de hacernos semejantes con él. Esta edificación espiritual supone el
desprendimiento de los deseos mundanos y pasajeros. El arca de la sabiduría
se construye como un edificio de estos materiales: pensamientos puros,
desligados de la carne. En este nivel el alma desarrolla la virtud del temor a
Dios, imitando el modo de vida de los santos.
Igual que la iglesia se compone de ventanas donde entra la luz y las puertas
que permiten la entrada y la salida; análogamente, nuestro templo espiritual lo
contiene. Para Hugo puerta y ventana refieren a lo siguiente: “La puerta está
abajo, la ventana arriba, porque las acciones pertenecen al cuerpo y los
pensamientos al alma”7.
De ser así, la ventana permite la semejanza con Dios por medio de la luz
que atraviesa al templo, es decir, la luz del pensamiento puro de Dios ilumina
nuestro pensamiento imperfecto que intenta contemplar y despojarse del
cuerpo. La puerta del templo del alma debe servir para lo necesario, para
actuar frente a las necesidades del cuerpo. Según Hugo de San Víctor, con la
luz de la ventana, podemos contemplar cuatro pasos: que todas las cosas de
este mundo son pasajeras y creadas. El segundo modo de contemplación es
para darnos cuenta de las causas invisibles del mundo. El tercero, meditamos
sobre como Dios administra su creación, tanto para el beneficio humano,
como para su castigo8. Por último, contemplamos las cosas del mundo, ya no
como un amor por lo mundano, sino como un regalo de Dios para la
subsistencia. Estas meditaciones implican la revelación del conocimiento de
Dios.
“The door is below, the window above, because actions pertain to the body and
thoughts to the soul”. Hugo de San Víctor, ob. cit., p- 75.
8
El fuego puede servir para la subsistencia humana, pero también para su castigo en
el infierno. El fuego sirve para la iluminación del corazón, pero también puede ser el
sometimiento del alma frente al cuerpo.
7
727
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
3. El templo en el corazón
A este nivel, el alma ya no necesita de la construcción física de templos,
porque reconoce, mediante la reflexión de sí, que puede llegar a Dios desde el
interior, Ya no habrá construcciones en localidades, el único espacio requerido
será el corazón ejercitado. Así como Dios fue la causa de todo, él será el
artesano del templo en el corazón; el artesano no trabaja con tablas concretas,
como en el Arca de Noé, sino con la fe y los pensamientos puros del creyente.
Los templos físicos tienen proporción, orden y belleza en sus materiales y
diseños, de forma análoga, en el alma debe de haber estas tres características,
pero ahora con la moral, ya que, de no ser así, no habría una buena disposición
para la creación del templo de Dios en nuestro corazón.
3.1. Medidas, orden y proporción del templo espiritual
Cuando el alma no contempla a Dios está sometida al desorden de sus
voliciones carnales, por lo que, de cada edificación del templo, hay una mayor
ordenación que nuestra razón impone sobre nuestras inclinaciones corporales.
Paradójicamente, pareciera que, si Dios habita el corazón, y él es infinito,
entonces no hay posibilidad de armonía alguna. No obstante, el desorden tiene
como causa el deseo corporal “Porque, puesto que las cosas mundanas que
deseamos con tanta insistencia son infinitas, los pensamientos que
concebimos cuando los recordamos no pueden ser finitos”9. Dado que la
voluntad racional aquí lleva el comando del alma, la ordenación es la
capacidad de controlar la concupiscencia.
Lo anterior nos regresa a los primeros motivos de la escritura del texto, por
lo que el autor reconoce que es casi imposible llegar a un estado de plena
quietud, pero podemos tender al deseo de conseguirla en el ejercicio de la
virtud y la fe. Tal contemplación sólo es propia de los ángeles o de Dios, pero
“For, since the worldly things that we desire so uaresttainedly are infinite, the
thoughts that we conceive when we remember them cannot be finite”. Hugo de San
Víctor, ob. cit., p. 126
9
728
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
el ser humano estará en una constante lucha sobre su cuerpo y sus apetitos,
por lo que hay que entender el perfeccionamiento como algo gradual. Esto
sugiere que no todos pueden llegar, por lo mismo, no todos llegan a ser santos.
3.2. Disposición simbólica del arca espiritual.
Teniendo en cuenta que la disposición de la iglesia es gradual y que
comienza siendo ancha hasta terminar en una punta, Hugo establece el
siguiente papel anagógico: la parte inferior del templo la ocupa el mundo, en
donde se mueven nuestras pasiones; en segundo nivel está el alma que se ha
despojado del mundo, por eso ya no requiere un templo físico; por último, se
encuentra Dios, el humano tiende en esos dos polos. El ejercicio del domar al
corazón implica dejar la multiplicidad del mundo sensible, para alzarlos a la
unidad con Dios.
3.3. No todos pueden alcanzar el papel de la contemplación
Dado que para Hugo la mayoría de los humanos son arrastrados por su
amor a los placeres mundanos, no todos pueden acceder a la contemplación
directa de Dios la mayoría no puede crear sobre sí un arca que le permite
refugiarse de las olas embravecidas. Esto siguiere que sólo unos pocos pueden
acceder a la elevación, es decir, a comprender los misterios de Dios. Esos
pocos tienen la obligación de guiar y convertir a los que están en una escala
inferior, así como a los humanos carnales y a los herejes. En este sentido, las
arcas visibles sirven para convertir y asistir a los hombres carnales y herejes
en su conversión, sólo el hombre espiritual ya no requiere de tal ayuda. Tal
argumento asegura la existencia de iglesias físicas que sirvan, de forma
anagógica, para la instrucción del alma.
Conclusión
Como podemos ver, las arcas visibles e invisibles sirven para combatir la
concupiscencia, la cual es parte de nuestra naturaleza por estar compuestos de
729
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
cuerpo. La lucha constante contra el cuerpo es importante, sólo así alcanzamos
la sabiduría, cada arca implica un ejercicio espiritual en el cual el alma se va
elevando hasta regresar a sí misma y construir, con Dios, un templo espiritual
en su corazón. La lucha no cesa, la edificación debe de perfeccionarse con el
pensamiento puro, la virtud y la fe. Las iglesias físicas sirven para guiar y
convertir a los de espíritu más débil, mientras que las invisibles son para
elevarse a la unión con Dios y asegurar la salvación a través de la lucha con
las inclinaciones y el amor mundano. Por lo tanto, la función de la iglesia es,
esencialmente moral, pero recurre a sus funciones anagógicas para restablecer
la naturaleza humana, que es el bien.
730
PRESENTACIÓN DE LIBROS
Actas del XIX Congreso de la Red Latinoamericana de Filosofía
Medieval, “Ámbitos de libertad en el pensamiento medieval. Expresiones e
imágenes”, Celina Lértora Mendoza e Ignacio Pérez Constanzó (editores),
Ediciones RLFM, Buenos Aires, 2023, 1258 pp. ISBN 978-631-00-1832-4
Este volumen presenta las Actas del XIX Congreso Latinoamericano de
Filosofía Medieval, organizado por la Red Latinoamericana de Filosofía
Medieval (RLFM). El mismo se llevó a cabo entre los días 3 y 6 de octubre
de 2023.
La sede del Congreso fue en la Universidad Católica Argentina (Buenos
Aires) donde se distribuyeron ponencias, mesas y simposios en tres aulas
(presenciales y virtuales) simultáneas permitiendo una actividad académica de
hasta 85 hs entre los cuatro días del evento. En estas Actas se da cuenta
claramente de la cantidad de exposiciones, autores y temáticas abordadas.
El Congreso dio inicio con las palabras de apertura de la Decana de la
Facultad de Filosofía y Letras de la UCA, Olga Larre, el Coordinador del
Congreso, Ignacio Pérez Constanzó, y de la Coordinadora General de la
RLFM, Celina Lértora Mendoza.
A continuación, en la sesión de Homenajes, se presentan los
correspondientes homenajes y agradecimientos a Francisco García Bazán por
parte de Juan Carlos Alby, a Esteve Jaulent por José Higuera Rubio, a Joao
Lupi por Silvia Contaldo, a Gregorio Piaia por Mariano Pérez Carrasco, a
Walter Redmond por Celina Lértora Mendoza, y a José Ignacio Saranyana por
María Jesús Soto-Bruna.
Seguidamente, la sección Simposios contiene cuatro subsecciones: El
Pensamiento Antiguo y la Libertad en la Filosofía Patrística, coordinado por
Julián Barenstein; Natura et Voluntas, coordinado por Laura Corso de Estrada;
Intellectus et Voluntas, coordinado por Laura Corso de Estrada; y Scholastica
Colonialis Americana. Aportes a la categoría historiográfica, coordinado por
733
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Celina Lértora Mendoza. El primer simposio presenta los trabajos “El
demonio del mediodía. Notas sobre la acedia en los padres del desierto” de
Alejandro Peña Arroyave, “La idea de autoridad y libertad espiritual en la
perspectiva cosmológico-antropológica de Orígenes” de Marcos Ruffa, “La
noción de lógos (λόγος) en Justino el Filósofo” de Julián Barenstein, “Santo
Agostinho: Sobre o ofício do orador. Necessário saber sobre o quê se fala” de
Silvia Contaldo, “El sentido ético en la Regla a los siervos de Dios, de San
Agustín” de Lucas Diel, y “O Tratado da Predestinação de João Escoto
Eriúgena e a recepção da argumentação de Agostinho” de Joao Lupi.
El segundo simposio presenta los trabajos “Querer “por naturaleza” o “por
decisión”: antecedentes helénicos de la discusión tardoantigua y medieval
sobre la voluntas”de Francisco Bastitta Harriet, “Cuerpo y voluntad en la
imagen divina del De opificio hominis de Gregorio de Nisa” de Nicolás
Avellaneda, “Armonía y libertad en Escoto Eriúgena” de María Jesús SotoBruna, “El binomio natura – voluntas en la teoría de la acción de Pedro
Lombardo” de Laura Corso de Estrada, “Voluntas ut Natura La inserción del
concepto de voluntad como naturaleza en los primeros comentarios latinos del
libro III de la Ética Nicomaquea” de Valeria Buffon, “El lugar central de la
libertad en la Summa Theologiae de Tomás de Aquino” de Juan José Herrera,
“Sentidos de ut natura en la noción tomasiana de voluntas” de Beatriz Reyes
Oribe, y “Naturaleza humana y Voluntad divina en la espiritualidad del
hesicasmo y su presencia en la iconografía” de Marisa Mosto.
El tercer simposio contiene los trabajos “El gobierno del Logos: libertad
de acción en el planteo ético de Filón de Alejandría” de María Elisa Acevedo
Sosa, “Legitimidad e ilegitimidad de las vías del conocer en las críticas
agustinianas al escepticismo en Confessiones y Contra academicos” de
Claudio Martínez, “Intelecto y voluntad: la razón como sujeto de la voluntad
en Alberto Magno” de Juan Manuel Ferreyra, “Naturaleza y voluntad en la
teoría cognitiva de Pedro de Juan Olivi” de Juan Antonio Castello Dubra e
Ignacio Miguel Anchepe, y “Naturaleza y Voluntad: Las Fuentes del Derecho
Natural y del Derecho Positivo en Tomás de Aquino” de Alfredo Storck.
734
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Finalmente, el cuarto simposio presenta “La Seconda Scolastica:
sopravvivenza o metamorfosi?” de Gregorio Piaia, “La silogística difusa de
Juan Caramuel” de J. Martín Castro-Manzano, “La discusión novohispana
sobre las proposiciones modales: Alonso y los moderni” de Juan Manuel
Campos Benítez, “Un octágono de proposiciones exponibles de Alonso de
Peñafiel” de José David García Cruz, “Mateo de Mimbela sobre la
omnipotencia divina” de Celina A. Lértora Mendoza, “Solórzano y Pereyra:
la medida entre rigorismo y probabilismo moral frente al problema indiano”
de Nicolás Moreira Alaniz, y “La Logica Mexicana de Rubio y la lógica” de
Walter Redmond.
En la sección Mesas hay cuatro subsecciones: una primera mesa
denominada Cuestiones actuales sobre el gnosticismo que contiene las
ponencias de Francisco García Bazán (coord. de la mesa): “El Gnosticismo y
la filosofía”, de Juan Carlos Alby: “Los aportes del Gnosticismo a la
metafísica del Primer Principio”, y de Juan Bautista García Bazán: “Porfirio
y los gnósticos”; una segunda mesa Miradas sobre Anselmo, con las ponencias
de Enrique C. Corti: “Reflexión trinitaria y modelo proposicional en Nicolás
de Cusa y Anselmo de Canterbury”, de Paulo R. Martines (coord. de la mesa):
“Liberdade e servidão da vontade humana em Anselmo de Cantuária”, y de
Érika Márjory Huamani-Rimachi y Joseph Hernán Peña-Echevarría:
“Fundamentos Ontoteológicos de la existencia de Dios en Anselmo de
Canterbury”; la tercera mesa fue una Sesion Luliana en homenaje a Esteve
Jaulent, con las ponencias de Julia Butiñá Jiménez: “Dos grandes autores de
la Corona de Aragón, l íderes en libertad de conciencia: Ramón Llull y Bernat
Metge”, de José Higuera Rubio (coord. de la mesa): “Ramon Llull y la
Diagramática medieval”, de Alessandro Tessari: “Ramon Llull: da un Tardo
Medioevo ricco di curiosità scientifiche ad un Rinascimento ancora troppo
pieno di suggestioni magiche e terrori inquisitoriali”, y de Esteve Jaulent:
“Ramon Llull y la Libertad. Reflexiones”; finalmente, la cuarta mesa Tres
aspectos heterogéneos en el pensamiento medieval presenta los trabajos de
Laura Carolina Durán: “La metáfora solar en Margarita Porete”, de Mariano
Gabriel Pacheco Busch: “¿Hay una historia de la sexualidad medieval?”, y de
735
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Susana B. Violante (coord. de la mesa): “Los ámbitos de libertad que mujeres
y varones han podido procurarse”.
A continuación, se presentan las comunicaciones individuales, un total de
veintisiete, donde se exponen diversas temáticas y autores, como Juan Duns
Escoto, Ricardo de San Víctor, Alfarabi, Pedro Abelardo, Maimónides, Tomás
de Aquino, Agustín de Hipona, Margarita Porete, Girolamo Savonarola, o Ibn
Taymiyah.
La tradicional Sessio Latina presenta cinco trabajos escritos y leídos en
latín: “De regula Sancti Benedicti in institutione familiari Romana” de Marcos
Alexis Vedia, “De regum et imperatorum faciebus in Ottonis Frisingensis
Historia de duabus Civitatibus apud Codicem Ienensem (s. XII)” de Rodrigo
Álvarez Greco, “De septem artibus liberalibus et eius notissima pictura apud
Herradem Landsbergensem et opus quod Hortus deliciarum vocatur” de
Rodrigo Álvarez Greco y Marcos Alexis Vedia, “De incarnatione verbi
secundum Divum Thomam Aquinatem, Doctorem Angelicum, ordinis
praedicatorum” de Vidzu Morales Huitzil, y “Philosophia Aristotelis et
Avicenae, secundum Ibn Taymīyah” de Julio César Cárdenas Arenas.
A partir de este Congreso se incorpora una mesa de estudiantes avanzados
en formación de grado en Filosofía -sumamente importante como forma de
difundir el interés por el medievalismo entre los más jóvenes y conocer los
estudios que en esta área se están desarrollando entre quienes están próximos
a obtener el título de grado. En esta mesa de Ponencias de alumnos se
presentan los trabajos de Alexis Marcus: “Sobre las fuentes para la
reconstrucción del pensamiento político de Juan Filopón”, de Damiana Raquel
Madarieta: “El concepto participatio en la obra Periphyseon de Escoto
Eriúgena. Una indagación en el marco de la tradición platónica”, y de Santiago
García Sosa: “La subordinación de las Virtudes a Amor desde la historia y
antropología de los sentidos en el Espejo de las almas simples de Margarita
Porete”.
736
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
En Informes de Comisiones de la Red se presentaron los informes de la
Comisión de Patrística por parte de Joao Lupi y Julián Barenstein, y de la
Comisión Mujeres medievales filósofas, poetas, artistas, científicas por parte
de Susana B. Violante.
Hubo cuatro Presentaciones Especiales en formato escrito y audiovisual.
Las mismas fueron: “Sectio latina Cursillo De consolatione Philosophiae.
Informe” por parte de Vidzu Morales Huitzil, quien estuvo a cargo de dirigir
las dos sesiones del citado cursillo durante el Congreso; “Peregrinos y
navegantes. Experiencias desde una biblioteca” de Pablo René Etchebehere,
“Trabajos Creativos” de César Ibarra, mostrando las diferentes experiencias
creativas de algunos de sus alumnos en Filosofía Medieval, y “Otro Cielo o el
libro de las almas simples” de Ivo Kravic, quien escribió el libreto que dio
vida a una obra de teatro sobre la experiencia espiritual y los últimos
momentos de vida de Margarita Porete.
En la sesión de Presentación de Libros hay una interesante y variada
propuesta con las siguientes presentaciones: Isabel M. León Sanz, El arte
creador en S. Buenaventura. Fundamentos para una Teología de la belleza,
presentado por María Jesús Soto-Bruna; María Jesús Soto-Bruna, Causality
and Resemblance: Medieval aproaches to the explanation of nature,
presentado por Javier Ormazabal Echeverría; Virginia Aspe Armella,
Aristóteles y Nueva España, presentado por la misma autora; Celina A. Lértora
Mendoza, Los comentarios bíblicos de Roberto Grosseteste. Propuestas para
una nueva exégesis, presentado por la misma autora; María José Zegers
Correa, Sabiduría y Caridad: de la contemplación a la Trinidad en Ricardo
de San Víctor, presentado por la misma autora; María Jesús Soto-Bruna, El
Renacimiento. De Nicolás de Cusa a Giordano Bruno. Libertad y tragedia de
la razón, presentado por Javier Ormazabal Echeverría; Virginia Aspe Armella
y Laura Corso de Estrada, Compiladoras, Naturaleza y Teoría Política en el
Pensamiento Medieval y Renacentista De Iustitia et Iure 2019 y 2020,
presentado por Virginia Aspe Armella y Celina A. Lértora Mendoza; Susana
B. Violante, Coordinadora, Lo agonal: expresiones medievales sobre el amor,
737
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
el juego y la guerra, Actas Coloquio Argentino 2022, presentado por la misma
autora.
Hay una interesante sesión de Homenaje a Santo Tomás en el Séptimo
Centenario de su Canonización 1323-2023 que en las distintas ponencias se
busca reflejar el impacto y vigencia de las reflexiones sobre el pensamiento
del Aquinate. Las ponencias son: “La derivación de res a partir de ens en
Tomás de Aquino: una aproximación a su estudio” de Fernanda Ocampo; “Os
quatro modos como os filósofos antigos chegaram ao conhecimento de Deus
segundo Santo Tomás de Aquino. Uma reorganização das “cincos vias” no
Prólogo do Comentário ao Evangelho de São João” de Wilson Coimbra
Lemke; “El fundamento de la libertad divina según S. Tomás. En diálogo con
Avicena y Averroes” de María Elisa Ladrón de Guevara; “Discusión sobre el
‘pasaje clave’ en el De aeternitate mundi de Santo Tomás de Aquino” de José
Luis Irarrázaval Mainguyague; “Lumen intelligibile et verbum: la naturaleza
luminosa del verbum en el pensamiento de Tomás de Aquino” de Jorge
Eduardo Arbeláez Orejuela; “La unión del alma y el cuerpo en el Comentario
a las Sentencias de Santo Tomás de Aquino” de Rafael Cúnsulo; “Entre el
decir y el conocer: la noción de signo en Tomás de Aquino” de Laura
Sandoval; “A lei natural concebida por santo Tomás de Aquino como a melhor
resposta ao desacordo moral contemporâneo segundo Macintyre” de Ricardo
Eugênio Lima; “La pasión y el vicio en el juicio de la conciencia. Análisis del
De veritate qq. 16-17 de santo Tomás” de Diego Barrios Andrade; y
“Francisco Suárez: metafísica, ciência e sabedoria” de Anselmo Tadeu
Ferreira.
Una sección de Informes con los correspondientes sobre Jubileos de Santo
Tomás en la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino, por Rafael
Cúnsulo, y Los comentarios de Aquino al corpus paulino, como fuente
privilegiada para conocer al último Tomás, por Josep-Ignasi Saranyana.
Una Sectio Latina con las intervenciones de Vidzu Morales Huitzil, “De
modo scribendi in libro, qui Summa contra gentiles nominatus, Divi Thomae
738
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Aquinatis”, y de Walter Redmond, “Transitus in alterum sexum: Thomas
aquinas quidamque thomistae”.
Finalmente, las palabras de clausura del Congreso por parte de Olga Larre
y de Celina Lértora Mendoza.
Los textos presentes en estas Actas del XIX Congreso de la RLFM llevado
a cabo en Buenos Aires en 2023 son una muestra de la variedad y fuerza de
los estudios medievalistas y en filosofia medieval en las diversas instituciones
terciarias de América Latina (Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, Perú,
Colombia, México), así como de otros países representados (Estados Unidos,
España, Italia, Rep. Checa).
Nicolás Moreira Alaniz
Laura Sandoval
739
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
740
CELINA AL LÉRTORA MENDOZA, Newton en el Río de la Plata: sus teorías en
la enseñanza colonial, Buenos Aires, ed. FEPAI, 2023. Libro digital, PDF,
848 pp.
Este libro es producto de muchos años de trabajo con manuscritos
coloniales, abarcando aspectos de filosofía y de historia de la ciencia. Con
ocasión del proyecto internacional “Mundialización de la ciencia”, que
comenzó en la última década del siglo pasado y que tiene como objetivo
estudiar el proceso histórico que llevó a la ciencia europea a constituirse en
ciencia universal, se propiciaron muchas investigaciones sobre la circulación
de saberes científicos entre Europa y América. La época colonial, en este
aspecto, es decisiva. Muchas investigaciones se orientaron a investigar cómo
fue la recepción americana de los grados científicos europeos de la
Modernidad. Entre ellos Newton, desde luego, tiene un lugar principal; en los
congresos de historia de la ciencia latinoamericana se realizaron sesiones,
simposios y mesas sobre la recepción newtoniana en América.
Por mi parte, ya había relevado todos los manuscritos de la enseñanza
colonial existentes en Argentina, con documentos de la Universidad de
Córdoba, del Colegio de San Carlos y de los Conventos con facultad de
conferir grados. En algunos de ellos se trataba a Newton. Es así que comencé
un relevamiento puntual de los casos más interesantes, y presenté los
resultados.
Al realizar ese trabajo aparecieron dos problemas historiográficos que
consideré importantes y merecedores de un análisis más detenido. El primero,
tratándose de textos dictados en el trienio o bienio filosófico y po profesores
de filosofía, la pregunta pertinente, más allá de los textos mismos que en
general son correctos (es decir, no contienen gruesos errores), es ¿cuál pudo
ser el nivel de comprensión del profesor (no sólo del alumno) de un
pensamiento tan complejo y especializado como el de Newton, en particular
741
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
su teoría de la gravedad, que era la gran discusión académica europea en el
siglo XVIII. La segunda pregunta es ¿cuál pudo ser el interés en la selección
de teorías newtonianas, es decir, optar por la gravedad, los colores o las dos?
Las respuestas a este tipo de cuestiones problemáticas no pueden nunca
darse por definitivas, pero sí es necesario presentar hipótesis hermenéuticas
plausibles. Con relación a la primera y más importante pregunta, consideré
necesario establecer y fundamentar un parámetro objetivo (que se aprecia
directamente en los textos sin un gran aparato hermenéutico que puede resultar
sesgado) y que permita comparaciones. Por esta razón se dedica el primer
capítulo a este marco histórico-metodológico.
Un primer recuento documental da por resultado un panorama de la
recepción académica y los textos citados por nuestros profesores, que pueden
nuclearse en dos grupos: los manuales generales y obras más específicas que
tratan teorías newtonianas. Con este material inicial se hace una descripción
del contenido específico, de sus fuentes (citas y contextos, textos de uso
principal y su tratamiento).
Como complemento documental se presenta la traducción (sobre mi propia
transcripción) de las teorías newtonianas en los cursos de Benito Riva SJ:
Physica; José Rufo SJ: Tripartitae Philosophiae tertia Pars; Pantaleón
Rivarola: Tertia Philosophiae Pars: Metaphysica; Cayetano Rodríguez OFM:
Tertia Philosophiae Pars - Nimirum Physica; Elías del Carmen Pereyra OFM:
Physica Generalis nostri Philosophici Cursus pars tertia; Mariano Medrano:
Tertia Philosophiae pars scilicet Physica generalis; Diego Estanislao de
Zavaleta: Elementa Philosophiae Universae Secunda pars seu Physica
Generalis; Fernando Braco OFM: Pars tertia Philosophiae scilicet
metaphysica. Todos ellos son de la segunda mitad del siglo XVIII y comienzos
del XIX, última etapa colonial que culmina en 1810.
Como conclusiones de todo el trabajo, pueden señalarse que la
investigación muestra la necesidad de encarar los estudios de recepción
teniendo en cuenta al menos tres aspectos. El primero, las cuestiones histórico-
742
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
críticas de esta translatio newtoniana americana, que tiene sus propias
características. En segundo lugar la necesidad de investigar los aspectos
histórico-sociales; y en tercero, analizar las relaciones entre la difusión de la
“nueva física” (y la ciencia moderna en general) como una característica del
criollismo pro-independiente y las apelaciones políticas a una incipiente
“ciencia nacional” que comenzará a desarrollarse en nuestros países a partir
de la tercera década del siglo XUIX. En ese sentido este trabajo puede aportar
un modelo inicial para dicha tarea.
Celina A. Lértora Mendoza
743
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
744
HOMENAJE
A LAURA CORSO
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Homenaje a la Dra. Laura Corso de Estrada
In memoriam
(1956- 2024)
Susana B. Violante
RLFM, Argentina
En el IV Coloquio Intercongresos auspiciado por la RLFM.
conmemoramos a una querida colega y amiga como ha sido la Dra. Laura
Corso de Estrada, cuyo fallecimiento acaeció el día 2 de mayo en la ciudad de
Guayaquil, Ecuador, donde se encontraba dictando un curso académico.
La noticia de su muerte, ocasionada por un fulminante infarto, causó un
conmovedor impacto en las personas que la conocimos y que hemos
compartido con ella no solo encuentros académicos sino informales. Al
momento de enterarnos, nos llamamos entre sus colegas para verificar la
certeza de la fatídica noticia. Y aquí estamos, hablando en pretérito, de tan
preciada persona, amante de la Filosofía Medieval.
Reitero lo que dije con pesar en el homenaje a la querida Silvana Filippi,
también fallecida prematuramente: “la pena de estar reunidos para hablar de
Laura, sin ella. Lamentablemente, comenzó a ser un recuerdo, sumamente
valioso en lo personal y académico, pero un ‘recuerdo’…”.
Laura se doctoró en 2004 en la Universidad de Navarra con la tesis:
Naturaleza y Vida Moral. Marco Tulio Cicerón y Tomás de Aquino.
Ha sido miembro de la Carrera de Investigación Científica de CONICET,
categorizada como Investigadora Independiente.
Se interiorizó en el pensamiento clásico en tanto indagación de los
antecedentes greco-romanos que influyeron en la Filosofía Medieval. Fue una
749
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
reconocida especialista en la traducción y análisis exegético-crítico del cuerpo
de escritos ciceronianos y sus proyecciones tanto en el Medioevo como en la
Segunda Escolástica. Ha sido autora de reconocidos artículos, publicaciones
colectivas y libros. Analizó autores de la talla de M. Terencio Varrón; La Stoa,
Cicerón y los maestros parisinos del siglo XIII; la mediación de M. Tulio
Cicerón en la lectura de Tomás de Aquino; la tradición estoica en Rabano
Mauro, Felipe Canciller y Tomás de Aquino; Guillermo de Auxerre; Alberto
Magno; Domingo de Soto, entre otros.
Ha dirigido tesis de grado y posgrado preocupada siempre por las
relaciones entre el conocimiento clásico y medieval con las problemáticas
contemporáneas.
Se desempeñó como Profesora en la carrera de Filosofía en la Universidad
Católica Argentina, (UCA). Directora del Instituto de investigación en
Filosofía y Humanidades de la Facultad de Humanidades de la Universidad
Católica de La Plata (UCALP) y Profesora, en ella, de la asignatura Historia
de la Filosofía Medieval en la Lic. en Filosofía.
Ha asistido como Profesora invitada en las Universidades de Navarra;
Salamanca; Porto; Universidad de la Sabana; Universidad de Los Andes;
Universidad Panamericana; Universidad Católica del Uruguay; Universidad
de Eichstätt; Universidad Austral; Universidad del Norte Santo Tomás de
Aquino y Universidad de Guayaquil, donde tristemente falleció.
Organizó y participó de las Jornadas De Iustitia et Iure, cuya última edición
tuve el beneplácito de reseñar y comparto aquí algunos detalles: el evento tuvo
por título convocador: Del Universo Prepolítico al Político en el Pensar
Medieval y Renacentista, correspondiente a las XV Jornadas De Iustitia et
Iure, publicadas por la Facultad de Filosofía de la Universidad Panamericana
de México, Colección Filosófica. Si bien el encuentro se llevó a cabo en 2020
las Actas se publicaron en 2023. La obra fue compilada por Virginia Aspe
Armella, directora de la mentada Colección, y Laura Corso de Estrada en tanto
directora del “Programa de Filosofía Práctica medieval” radicado en la
750
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica Argentina. El
evento se realizó conjuntamente –no sólo con la nombrada Institución
mexicana–, sino también con el Instituto de Filosofía de la Universidad de Los
Andes, de Santiago de Chile; el Instituto de Estudios Medievales de la
Universidad de Navarra, España; que han coincidido en llevar adelante un
valioso espacio histórico-filosófico interdisciplinar con proyección en la
Segunda Escolástica y América Hispana.
El volumen consta de una Introducción, realizada por Laura y contiene su
artículo “Estado de naturaleza y conocimiento de sí en la concepción
ciceroniana de ‘populus’”. En él, Laura, analiza la frase de Cicerón “todo lo
honorable es de un solo modo” (p. 44), frase relacionada al finalismo de la
naturaleza “en el desenvolvimiento de la vida perfectiva humana”, que le
permite –al ser humano–, gracias a la posesión de la racionalidad, discernir
sobre el bien moral. Detalla cómo se pasa del sí mismo al otro y de lo prepolítico a lo político y concluye que el estado de naturaleza que Cicerón
describe “constituye una manifestación pre-política de la que no se deriva el
populus” ya que le exige un tipo de vida perfectiva, basada en “virtud” (p. 60).
Coincide con C. Lévy (p. 60) en que Cicerón parece haber “aspirado a un
arquetipo humano en el que se despliega la búsqueda de una unidad entre vida
contemplativa y vida práctica” y que, solo quienes hayan tenido ese tipo de
vida, podrán realizar el ‘populus’.
Solo realizaré una breve mención de su participación en el XIX Congreso
Latinoamericano de Filosofía Medieval de la RLFM, Ámbitos de libertad en
el pensamiento medieval: expresiones e imágenes, celebrado en Buenos Aires
en octubre de 2023, dado que, sobre los Simposios que ella organizó, su texto
se reproduce en estas Actas. De su comunicación “El binomio natura-voluntas
en la teoría de la acción de Pedro Lombardo” (pp. 211-220), un escrito al que
no podemos dejar de visitar, solo me queda agregar que coincidimos en la
relevancia que le otorgara Laura al seguimiento de las fuentes, en toda
indagación, que: “permiten documentar una rica línea de autores que persisten
en la especulación sobre la naturaleza de la virtud […] que procuran
751
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
desarrollar la psicología del acto humano que supone el acto de virtud en el
orden de las aptitudes de la condición de la naturaleza”.
En ese escrito dejó inconcluso –para un próximo evento–, el análisis de la
aportación de Aristóteles que consideró: “un componente teórico significativo
en la analítica del acto humano virtuoso, como hicieron tempranamente
presentes entre otros maestros Pedro Abelardo y Felipe Canciller en su
tratamiento sobre las diversas definiciones de virtud y las aportaciones de
Aristóteles y de Cicerón sobre la virtus ut habitus, conforme a una aretología
que desarrollaron más tarde Alberto Magno y Tomás de Aquino en una línea
conceptual de concordancia pero de distinción entre virtus y gratia”.
Muchas gracias querida y echada de menos Laura, in memoriam, por
darnos sobre qué filosofar con tu voz y tu cadencia al hablar, hondamente
extrañable.
752
In Memoriam
Laura Corso de Estrada
1956-2024
Olga Larre
Fac. Filosofía UCA, Argentina
Laura Corso de Estrada ha sido uno de los referentes más destacados de
habla española en el pensamiento ético del estoicismo ciceroniano y sus
relaciones con la teoría moral de Tomás de Aquino. Ha desarrollado un trabajo
ejemplar sobre cómo rastrear y establecer las fuentes clásicas de las obras
medievales, lo que no es tarea sencilla y lo ha podido desarrollar de forma
rigurosa y con calidad científica.
Ha sido profesora titular de Historia de la Filosofía Medieval en la Facultad
de Filosofía y Letras de la Universidad Católica Argentina desde 2016.
Entre sus trabajos mencionamos la traducción del De legibus de Cicerón
(Colihue, 2007) y la Cuestión disputada sobre las virtudes en general del
Aquinate (Eunsa, 2000). En un tercer trabajo: Naturaleza y vida moral. Marco
Tulio Cicerón y Tomás de Aquino (Eunsa, 2008). amalgama estos trabajos
previos en un esfuerzo de erudición y de reflexión filosófica de notable
calidad.
Supo rastrear los elementos del pensamiento ciceroniano que se encuentran
presentes en la obra de Tomás de Aquino, y se detiene en las significativas
mediaciones sufridas en ese lento proceso de transmisión y reinterpretación
de las fuentes tardo antiguas.
En su trayecto académico, Corso ha realizado un examen minucioso y
orgánico de estas fuentes. Ha estudiado los conceptos de naturaleza y vida
moral en los escritos ciceronianos, y lo ha hecho teniendo el cuidado de
753
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
abordarlos de un modo progresivo, y ajustándose al contexto histórico de su
elaboración.
Esto le permitió determinar cómo las antiguas querellas helenísticas
ciertamente revisadas en un contexto metafísico diverso, se proyectan en el
estado de la cuestión medieval que debate acerca del espacio que conviene a
la autodeterminación del hombre como causa eficiente inmediata de su obrar
y, en particular, de su obrar virtuoso ante la Bondad gratuita de Dios, que se
revela en su Providencia sobre el mundo en su conjunto y los seres que lo
componen, y de modo particular en la Gracia que eleva la condición de esta
naturaleza.
Las disputaciones que preceden a la elaboración de Tomás de Aquino
también fueron objeto de su análisis y revelan la persistencia de un problema
que –desde un punto de vista teórico– se proyecta en la constitución misma
de la ciencia moral. Su vigencia en el tiempo se manifiesta expresamente en
la compleja problemática que suscita la definición de virtud que, sobre la
autoridad de Agustín, Pedro Lombardo vuelve doctrina en los centros de
enseñanza parisinos.
En rigor, el maestro de las Sentencias se hace cargo de esta problemática
cuando delimita los distintos planos del obrar humano y aduce expresamente
que no hay mérito alguno en el hombre, que no sea por el libre albedrío. No
obstante lo cual, reconoce que la causa principal del mérito corresponde a la
Gracia, pues la Gracia auxilia y sana el libre albedrío para que el hombre sea
capaz de llevar a cabo una vida virtuosa. Propone así, una sinergia de los
planos natural y sobrenatural del obrar humano; y en conformidad con la
enseñanza agustiniana, afirma la debilidad de la naturaleza a menos que la
Gracia la auxilie, para que eficazmente quiera el bien.
La doctrina de Tomás de Aquino en torno a la naturaleza del obrar
propiamente humano fue objeto de su particular análisis. Tal como señalamos,
luego de establecer el estatus particular de Cicerón como fuente en la obra del
Angélico, examinó minuciosamente el modo en que el concepto de virtud
754
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
moral, el origen de la virtud y la noción de ley natural de tradición ciceroniana,
se encuentran presente en los textos tomasianos. Esto le permitió determinar
los núcleos temáticos centrales que manifiestan esta influencia: la
denominación de virtud cardinal, la noción de parte en las virtudes cardinales
y las partes de la prudencia, de la templanza, de la fortaleza y de la justicia.
Por lo que se detuvo en establecer lo que Tomás de Aquino recibe de
Cicerón y en el estatus natural de la razón moral y en la naturalidad de las
virtudes. En este último caso, no solo en la perspectiva general, sino en el
aspecto concreto de la división de las diferentes virtudes.
Ha detallado, asimismo, aquellos aspectos en los que ambos autores
difieren profundamente: en su In Sententias y en su Summa Theologiae,
Tomás de Aquino evoca las críticas agustinianas a Cicerón quien en su De
civitate Dei ha sostenido que lo que es necesario no es voluntario, en
concordancia con la exposición del Lombardo, pero donde asimismo se opone
al propósito ciceroniano de negar la presciencia divina para refutar la
adivinación y, con ello, la sentencia estoica conforme a la cual todo acontece
por necesidad.
Quiero señalar, finalmente, la virtud que ha tenido Corso para sortear las
múltiples dificultades que implica el trabajo comparativo entre autores. Esta
tarea exige poseer un conocimiento acabado de los mismos, lo cual no es
común ni fácil de adquirir y, además, el cultivo de habilidades metodológicas
que han sido fruto de años de labor y dedicación.
Desde nuestra Facultad expreso el reconocimiento a su tarea como
profesora con incansables propuestas que entusiasmaban a los estudiantes y
desarrollaban el gusto por la Filosofía Medieval.
Para ella, nuestro recuerdo agradecido.
755
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
756
Palabras para Laura Corso
Pedro Mantas España
Fac. FFLL, Univ. de Córdoba, SOFIME, España
Queridos colegas, buenos días desde España.
Hay eventos que uno no desea sucedan nunca, pues evidencian el hecho
irreversible de la desaparición de un ser muy apreciado.
Apesadumbrado por la noticia del fallecimiento de la Profesora Laura
Corso de Estrada, por la enorme pérdida personal y profesional que ello
supone, es un honor poder compartir con Vds. unas palabras de homenaje
dedicadas a nuestra compañera y amiga.
Desearía en primer lugar agradecer la invitación a participar en este
homenaje cursada por la Profesora Celina Lértora. Ella, como Laura, es
miembro de la Sociedad de Filosofía Medieval (SOFIME), colega y amiga
desde hace mucho tiempo.
Como Presidente de la Sociedad, y dirigiéndome a Vds. tanto en mi
nombre, como en el de los miembros de la Junta ‒Laura era parte activa de
SOFIME‒, y de los socios que la conocían personalmente o a través de su
trabajo académico e investigador, he de decir que nuestra estima por Laura no
sólo estaba motivada por su colaboración académica con SOFIME sino
también por la calidad humana de la que siempre hizo gala.
Conocí personalmente a Laura en el Congreso Internacional que el
entonces Presidente de SOFIME (el Profesor José Luis Fuertes) organizó en
Salamanca hace ya unos cuantos años. Desde aquel encuentro y en coloquios
y congresos posteriores ‒el último, en Porto en el Congreso Internacional
757
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
organizado por el Profesor José Meirinhos‒, nuestra relación y colaboración
se ha ido incrementando ininterrumpidamente.
Actualmente, Laura estaba coordinando un volumen extraordinario para la
Revista Española de Filosofía Medieval (editada por SOFIME), una
publicación con cuyos editores ella también mantenía una estrecha relación.
No quisiera terminar estas brevísimas palabras sin aludir a la estrecha
relación de Laura con algunos miembros de la Sociedad. De entre ellos, quizás
sea nuestra compañera, la Profesora María Jesús Soto, quien a lo largo de los
años ha mantenido una estrechísima relación de amistad con Laura Corso.
Laura era, me decía hace unos días María Jesús, “una amiga de las de toda
la vida”. Entre sus recuerdos, ella destacaba sus muy fecundas conversaciones
personales y académicas y sus encuentros en Buenos Aires y Pamplona. Como
persona y filósofa, me decía María Jesús, Laura vivió según la máxima
ciceroniana: quien no reconoce su naturaleza y lo que de divino hay en ella,
es como si huyera de sí mismo.
Pues bien, con el recuerdo de Laura muy presente, deseo expresar mis más
sentidas condolencias a sus familiares, colegas y amigos. Descanse en paz.
Muchas gracias.
758
Momento de oración para Laura Corso de Estrada
24 de mayo 2024
Fr. Rafael Cúnsulo, OP
Mi alma se consume,
deseando continuamente tus mandamientos.
Salmo 118
Estimados colegas
En esta ocasión nos hemos reunido para despedir a una amiga. Una amiga
que nos enseñó el camino de la búsqueda intensa de la verdad. Una amiga
que nos enseñó que esa búsqueda significa ir siempre a las fuentes para
descubrir las novedades de las cuestiones que cada día los autores,
especialmente, como ella decía, que los autores del mal llamado medioevo,
nos enseñaban a hacernos.
Nosotros hemos compartido, muchos de nosotros, congresos, muchas
clases, hemos compartido algún café con ella y con su esposo. No solo
hemos compartido la búsqueda de la verdad, hemos compartido la vida de fe.
Laura ha sido una gran mujer de fe, una gran creyente. También nos enseñó
a buscar esa fe con la razón. En mi caso particular, encontramos una gran
afinidad en un autor, Felipe, el Canciller, que estudiábamos cada uno por su
lado, pero con algunas intuiciones comunes. Ella veía en Felipe, el Canciller,
a alguien que había traído, de alguna manera, a Cicerón hacia los siglos XII
y XIII. Y ese espíritu ciceroneano transformado por esta nueva luz de la fe.
Una mujer que nunca dejó de trabajar en esa búsqueda de la verdad y en
ese compartir con generosidad lo que ella iba encontrando. Estos hechos nos
759
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
ponen ciertamente tristes, porque se trata de una despedida a la distancia. Se
trata de una despedida sin poder decir una oración junto a ella, pero al
mismo tiempo tenemos la certeza de que el Señor ya la tiene consigo, que
ella está gozando de esa presencia y de esa verdad que buscó. Porque no era
una verdad teórica, sino una persona, la persona de Jesús. Ese es nuestro
consuelo. Por eso propongo que ahora todos juntos recemos con aquella
misma oración por la cual nos reconocemos como verdaderos hermanos.
Dale Señor el descanso eterno y brille para ella la Luz que no tiene fin.
760
El binomio natura – voluntas
en la teoría de la acción de Pedro Lombardo
Laura Corso de Estrada
CONICET – UCA / UBA, Argentina
1. Consideraciones antecedentes
Es un hecho que fuentes significativas del s. XIII, como las que proceden
de los primeros maestros de París, hacen presente en el status quaestionis de
su tiempo el peso de la definición agustiniana de virtud que, en rigor, es fruto
de la composición teórica de Pedro Lombardo en su Liber Sententiarum.
Locus donde, en la distinctio XXVII del Liber II , Pedro Lombardo atribuye a
la autoridad de Agustín: “ut ait Augustinus”, que “la virtud es una buena
cualidad de la mente por la cual se vive con rectitud y de la que nadie hace
mal uso, la que sólo Dios obra en el hombre”1.
La analítica de los diversos componentes de esta definición y de la
predicación de sus principales formulaciones aún es tema de discusión durante
la segunda mitad del s. XIII. Como revelan los desarrollos de Alberto Magno
en Summa Theologiae II q.103 o en De bono I q.5; en Tomás de Aquino en su
In Liber Sententiarum II distinctio 27; III distinctio 33, en su Summa
Theologiae I-II q.55, a.4, e incluso en la tardía Quaestio Disputata de
virtutibus in communi a.22. Pero asimismo y, en los inicios del s. XIII, en los
Pedro Lombardo, Liber Sententiarum II, dis. 27: “virtus est bona qualitas mentis
que recte vivitur, el qua nullus male utitur: quam Deus solus in homine operatur”.
En el presente estudio y, en todos los casos, sigo mi propia versión directa del texto
latino de la versión crítica del Liber Sententiarum, esto es: Magistri Petri Lombardi,
Parisiensis Episcopi, Sententiae in IV Libris Distinctae, Grottafferata, Editiones
Collegii S. Bonaventurae Ad Claras Aquas, 1971.
2
Sobre la proyección de la definición lombardiana de virtud en el maduro estudio de
Tomás de Aquino de la Q.D. De virtutibus in communi, he desarrollado algunos
1
761
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
esfuerzos especulativos del maestro Felipe Canciller, en su extensa
recopilación “De definitionibus diversis virtutis” de la pars posterior de su
Summa de bono, donde la “definitio” que también él –como quienes lo
siguieron en el tratamiento del tema– atribuye a la autoría de “Augustinus”,
ocupa el primer lugar del listado3 junto a sentencias ciceronianas y
aristotélicas. En este sentido, el “status quaestionis” que al respecto propone
el maestro Felipe revela la complejidad que aún persiste en torno a la
ponderación “de virtute, quid sit, et quid sit actus eius” conforme a la
“quaestio” que en su tiempo enunciara Pedro Lombardo.
Constituye el propósito de mi estudio tan sólo aproximarme a una de las
razones que, según entiendo, genera la complejidad aún vigente. Esto es: que
la predicación del término “virtus”, en el contexto de una “definitio” que
comprehenda su esencia (“quid sit”), supone haber desarrollado una teoría de
la acción humana que pueda aportar sustento a tal predicación y,
consecuentemente, en la que se discierna el alcance de la condición de la
naturaleza humana en su desenvolvimiento perfectivo. Y bajo este respecto
considero que la definición de virtud de autoridad agustiniana que Pedro
Lombardo transmite en su Liber Sententiarum, manifiesta una fase expresiva
de la búsqueda de elaboración de los supuestos mencionados y, a la vez, de
sus limitaciones histórico-teóricas. De allí, mi propósito de detenerme en la
exégesis de uno de los núcleos claramente problemáticos de la definición
lombardiana: “virtus-voluntas” que, en rigor, conlleva el análisis de un
supuesto: “natura-voluntas”. Temática que abordaré considerando algunos de
los pasajes significativos del Liber Sententiarum del mismo locus en el que
figura la definición y en otros loci precedentes, con el objeto de bosquejar la
reconstrucción histórico-filosófica del tratamiento de la “quaestio” en un
período probablemente consciente de la necesidad de delimitación del objeto
componentes del tema en L. Corso de Estrada, “Estudio Preliminar” a Tomás de
Aquino. Cuestión Disputada Sobre las virtudes en general, Pamplona, EUNSA, 2000,
p. 34 y ss.
3
Cf. Felipe Canciller, Summa de bono II/II q.1; 525, 2-4. En este caso sigo la edición
crítica de N. Wicki, Philippi Cancellari Parisiensis Summa de Bono, Berna, Ed.
Francke,1985.
762
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
moral en la teoría de la acción propiamente humana, pero estimo que aún
lejano a la constitución de la ciencia moral.
2.- Problemas antropológicos
Como ya he expresado, Pedro Lombardo sostiene que, conforme a
Agustín4, “virtus est bona qualitas mentis”: “la virtud es una buena cualidad
de la mente”, “qua recte vivitur”: “por la que se vive con rectitud”, “et qua
nullus male utitur”: “y de la que nadie hace mal uso”, “quam Deus solus in
homine operatur”: “la que sólo Dios obra en el hombre”. Y ante ella tal vez
sea posible ponderar, ya en una primera lectura, si la última formulación de la
misma, la que O. Lottin calificó con delicadeza conceptual como poco
precisa5, supone una psicología del acto humano que el maestro de las
Sentencias tiene en mente, dado que como el enunciado de dicha formulación
expresa de modo neto: la causa de la virtud humana es obra divina.
La lectura completa de la distinctio 27 puede conducir a ponderar que, tal
vez, Pedro Lombardo tuvo por objeto delimitar planos del obrar humano, más
allá del alcance directo del enunciado de la definición expuesta. Dado que allí,
expresamente afirma, tras enunciar la definición de virtud que nos ocupa, que
“no es excluido /en ella/ el libre albedrío”6. Y a continuación ofrece una razón
de peso a favor de una concepción de la vida moral de supuestos netamente
afirmativos de la aptitud humana para la autodeterminación en la realización
de operaciones virtuosas, cuando dice: “no hay mérito alguno en el hombre,
que no sea por el libre albedrío”7. Si bien añade, ya con rigor teológico que:
“la causa principal” (“principalis causa”) del mérito corresponde a la Gracia,
4
Cf. Pedro Lombardo, Liber Sententiarum II dist. 27.
Cf. O. Lottin, Psychologie et morale aux XIIº et XIIIº siècles. Problèmes de morale;
seconde partie, Louvain-Gembloux, Abbaye Du Mont César-J. Ducculot, 1940, vol.
I, p. 393.
6
Cf. Pedro Lombardo, Liber Sententiarum II dist. 27: “non excluditur liberum
arbitrium”.
7
Cf. Pedro Lombardo, Liber Sententiarum II dist. 27: “quia nullum meritum est in
homine, quod non sit per liberum arbitrium”.
5
763
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
pues la Gracia auxilia y sana el libre albedrío para que el hombre sea capaz de
llevar a cabo una vida virtuosa8. De allí, que según M. Colish interpreta en su
propia exégesis de la definición, el Lombardo habría propuesto una cierta
sinergia de los planos natural y sobrenatural del obrar humano, en un contexto
afín a teólogos de su tiempo, abocados a ponderar los efectos del primer
pecado y, consecuentemente, la interacción entre el obrar humano y la bondad
operativa de la Gracia9. Lectura que podría apoyarse en otra sentencia del
Lombardo, la que Colish también subraya calificando como “theándrica”,
donde el maestro medieval precisa su postura manifestando –en su
recapitulación de la cuestión– que advierte la dificultad antropológica que su
definición de virtud comporta, a propósito de lo cual dice: “el bien es por la
gracia y por el libre albedrío”10.
Me permito sostener que el texto de Pedro Lombardo en la distinctio 27
sobre esta “quaestio” revela, como mencioné supra, que tiene en mente una
elaboración acerca de la naturaleza del acto propiamente humano que una
definición de virtud conlleva. De hecho el Liber Sententiarum contiene
desarrollos sobre el tema en cuestiones que preceden a la distinctio 27. Se trata
de loci del Liber II, al menos desde la distinctio 22 y ss. –relativos a cuestiones
que de un modo directo o próximo exponen desarrollos sobre el acto humano
que consiste en el “libre albedrío”; formulación que expresamente nuestro
autor emplea, y a la que dedica una sección particular de la distinctio 24 y que
denomina “De libero arbitrio”. Atendiendo a estos pasajes previos a la
definición de virtud de la distinctio 27, podemos recoger tesis significativas
de valor histórico-filosófico para reconstruir la determinación magistral del
Lombardo sobre el binomio “natura-voluntas”.
Cf. Pedro Lombardo, Liber Sententiarum II dist. 27: “principalis causa bonorum
meritorum est ipsa gratia, qua excitatur liberum et sanatur, atque iuvatur voluntas
hominis ut sit bona”.
9
Cf. M. Colish, Peter Lombard, Leiden, Brill, 1994, II, pp. 489-491.
10
Cf. Pedro Lombardo, Liber Sententiarum II dist. 27: “bonum ex gratia est et libero
arbitrio”.
8
764
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Selecciono a continuación algunas tesis. En su análisis sobre el origen del
pecado original, el Lombardo afirma la causalidad de la “voluntas” humana
respecto del acto de libre albedrío que “consiente” (“consensit”) la tentación11:
“por la misma voluntad fue la iniquidad”12. Y en relación con ello asimismo
precisa que el primer hombre y la primera mujer se hallaban “en potestad de
querer no consentir” la tentación, “con el auxilio de Dios”13. En este sentido,
desarrolla con detenimiento, en el contexto de la concepción ya recogida y
reelaborada en la patrología latina sobre la ley y el orden de la naturaleza, las
aptitudes ínsitas en el hombre para el conocimiento del Creador, para el
conocimiento de las cosas creadas y de sí mismo, y sobre la permanencia de
éstas tras aquel pecado. Por ello dice que el primer hombre “recibió”
(“accepit”) “la ciencia y los preceptos de aquellas cosas que deben hacerse”,
aún cuando en el primer hombre todo ello fue recibido conforme a aquel
primer estado de su condición natural14.
En la distinctio 24 del Liber Sententiarum II, Pedro Lombardo define
“liberum arbitrium”: como “la facultad de la razón y de la voluntad por la que
se elige el bien, con la asistencia de la Gracia o el mal desistiendo de ella”15.
Y analiza la convergencia de las potencias que participan en la realización del
acto de libre albedrío, sosteniendo que éste se dice:
- “Liberum”: en cuanto al papel que en él cabe a la “voluntas”, pues tiene de
suyo el poder de dirigirse “a uno u otro lado” (“quantum ad voluntatem … ad
utumlibet flecti potest”).
Cf. Pedro Lombardo, Liber Sententiarum II dist. 22: “In ipso, quia voluntate liberi
arbitrio consensit, et cum liberum arbitrium sit bonum, ex re utique bona mallus ille
consensus provenit”.
12
Cf. Pedro Lombardo, Liber Sententiarum II dist. 22: “et ipsa voluntas iniquitas fuit”.
13
Cf. Pedro Lombardo, Liber Sententiarum II dist. 23: “cum in natura posse, et in
potestate habere vellet non consentire suadenti, Deo iuvante”.
14
Cf. Pedro Lombardo, Liber Sententiarum II dist. 23: “Accepit enim scientiam et
praeceptum forum quae facienda fuerant”.
15
Cf. Pedro Lombardo, Liber Sententiarum II dist. 24: “est facultas rationis et
voluntatis, qua bono eligitur gratia asistente, vel malum eadem desistente”.
11
765
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
- “Arbitrium”: en cuanto al papel de la “ratio”, “a la que pertenece la facultad
o la potencia de la que es propio discernir entre el bien y el mal” (“quantum
ad rationem, cuius est facultas vel potentia illa, cuius etiam est discernere inter
bonum et malum”).
Pero en este mismo locus Pedro Lombardo también define (en
concordancia con su desarrollo posterior sobre la naturaleza de la virtud en la
distinctio 27) el alcance de la condición natural del hombre para la realización
del bien que conviene a la “virtus” y, en relación con ello, dice aquí que: “el
bien no se da a no ser que se elija adjunta la gracia”16, mientras que “el mal
se elige de suyo” (“malum per se”).
¿Ello supone entonces la afirmación de una naturaleza investida de una
debilidad constitutiva respecto del mal moral? La respuesta ante la cuestión es
abordada en el Liber Sententiarum. El Lombardo concede al hombre,
conforme a su condición específica (aún tras la pérdida del estado original) la
inclinación natural al bien perfectivo, en la naturaleza misma de las potencias
que convergen en un acto de libre albredrío. A diferencia del bruto, que carece
de razón, hay en el alma racional del hombre: “voluntas naturalis”, “por la
que naturalmente quiere el bien” (“naturaliter vult bonum”), y la “ratio”, que
es matriz de aquella inclinación, en cuanto puede naturalmente discernirlo.
Esto es, y sin ingresar ahora en la complejidad del análisis que tales
formulaciones comportan: Pedro Lombardo afirma la inclinación perfectiva
constitutiva de los poderes operativos que convergen en el “liberum
arbitrium”: “ratio et voluntas”, de la que no cabe pérdida como efecto del
primer pecado.
Mas en conformidad con la enseñanza agustiniana, se detiene en la
debilidad consecuente de la naturaleza “a no ser que la Gracia la auxilie” (“nisi
gratia iuvet”), para que “eficazmente quiera el bien, porque de suyo puede
Cf. Pedro Lombardo, Liber Sententiarum II dist. 24: “bonum est nisi gratia adjunta
non eligit”.
16
766
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
querer eficazmente el mal”17. Temática que, desde una mirada netamente
especulativa en relación con la predestinación y la presciencia, aborda en el
Liber I, distinctio 40, donde afirma que “la praedestinatio” es “praeparatio
gratiae”, en la predisposición de la naturaleza humana con respecto a la
Gracia18.
En la distinctio 25 Pedro Lombardo se detiene en la noción de “liberum
arbitrium” que consideraron los filósofos, y a propósito de su análisis de los
actos sólo procedentes de una voluntad deliberada, hallamos tal vez uno de los
pasajes de mayor peso del Liber Sententiarum en el desarrollo de los
fundamentos metafísicos de la psicología del acto humano. De modo conciso
señalo ahora que Pedro Lombardo expresa de modo neto que el “liberum
arbitrium est bonum naturale”, pero en el dominio de la vida humana su
naturaleza propia es la que conviene a aquello que, en cuanto: “liber” es,
consecuentemente, “ad utrumlibet” (“con respecto a uno o a otro”), “porque
el que es libre –precisa el Lombardo– puede moverse con respecto a esto o a
aquello. Por tanto se dice libre albedrío en cuanto a la voluntad, porque
voluntariamente puede moverse y el apetito puede ser llevado de modo
espontáneo a estas cosas que juzga buenas o malas, o que tiene el poder de
juzgar”19. En este sentido el dominio objetivo del libre albedrío es el de los
“futuros contingentes” (“ad futura contingentia”). A saber:
“lo que, en efecto, es en el presente, está determinado, y tampoco está en
nuestra potestad que esto se realice o no cuando es; pues puede no ser, o ser
de modo diferente, [pero] después. Mas no puede no ser en tanto que es, o ser
Cf. Pedro Lombardo, Liber Sententiarum II dist. 24: “per se autem potest velle
malum efficaciter”.
18
Cf. el tratamiento de este tema en M. Colish, Peter Lombard, II pp. 724,726; I pp.
285, 290 y ss.
19
Cf. Pedro Lombardo, Liber Sententiarum II dist 25: “libera est ad utrumlibet: quia
libere postest moveri ad hoc, vel ad illud. Liberum ergo dicitur arbitrium, quantum ad
voluntatem: quia voluntarie moveri et spontaneo appetitu ferri potest ad ea qua bona
vel mala iudicat, vel iudicare valet”.
17
767
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
de modo diferente mientras es, es decir: es lo que es. Pero si en el futuro algo
es esto o aquello, conviene a la potestad del libre albedrío”20.
Con todo, el Lombardo observa con penetración que “no todas las cosas
futuras caen bajo la potestad del libre albedrío, sino solamente estas que
pueden realizarse o no realizarse a través del libre albedrío”21; lo que bajo este
respecto delimita el ámbito de su objeto y, en definitiva, ciñe su materia de
determinación.
Pero además, la aptitud para la libertad, es decir: para determinarse “ad
utrumlibet” expresa de modo neto debilidad, desde el momento en que la
voluntad puede mutar y, lo que es mutable carece de suyo del poder sobre el
querer mismo. Y esto es lo que el Lombardo describe como la debilidad hacia
lo que es el bien que ha de elegirse, lo que puede darse por factores que
espontánea y/o azarosamente afectan el ejercicio del libre albedrío en tanto
que ostenta dicha mutabilidad conforme a la naturaleza propia de su causa. De
allí, que “la libertad de arbitrio” (“libertas arbitrii”), como la enseñanza
agustiniana ha asentado en De civitate Dei 19; 22, passim, si bien se ordena a
la felicidad y huye de la infelicidad, no siempre “no quiere la iniquidad”22. Por
ello, según define el Lombardo en la distinctio 26, la Gracia “prepara la
voluntad del hombre” (“praeparat hominis voluntatem”), “para que quiera el
Cf. Pedro Lombardo, Liber Sententiarum II dist 25: “Quod enim in praesenti est,
determinatum est, nec in potestate nostra est ut tunc fit vel non fit quando est, potest
enim non esse, vel aliud esse postea: sed non potest non ese dum est, vel aliud esse
dum est, id est quod est: sed in futuro an hoc fit, vel illud, ad potestamen liberi arbitrii
spectat”.
21
Cf. Pedro Lombardo, Liber Sententiarum II dist 25: “Nec tamen omnia futura sub
potestate liberi arbitrii veniunt, sed ea tantum quae per liberum arbitrium possunt fieri
vel non fieri”.
22
Cf. Pedro Lombardo, Liber Sententiarum II dist. 25: “Sicut ergo anima nostra nunc
haber nolle infelicitatem, ita nolle iniquitatem semper habitura est”. Cf. en el mismo
locus, el análisis acerca de los factores que afectan la rectitud del libre albedrío y,
asimismo, la clasificación de los modos de libertad: de necesidad, del pecado y de la
miseria.
20
768
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
bien” (“ut velit bonum”). Esto es: la “bona voluntas” es “adjunta a la Gracia”
(“commito ad gratiam”); por ello: “bonus ex gratia et libero arbitrio, malus
vero ex libero arbitri tantum”23.
Así, conforme a la postura magistral del Lombardo, “gratia”: “virtus non
incongrue nominatur” (”de un modo no incongruente se denomina virtud”),
“porque sana y ayuda a la voluntad enferma del hombre”24, como queda
expresado en la definición que el Lombardo atribuye a Agustín en su Liber
Sententiarum. La que, en rigor, como sostuve al inicio de este estudio,
constituye una composición teórica de autoría de Pedro Lombardo, a partir de
pasajes agustinianos del De libero arbitrio y de Enarrationes In psalmos. De
hecho, Pedro Lombardo mismo remite a la doctrina agustiniana de De libero
arbitrio II, 19, 50 (que más tarde también retoma Tomás de Aquino en su
Summa Theologiae25) donde se afirma –como se enuncia en la definición del
Liber Sententiarum distinctio 27– que por las virtudes “recte vivitur” y,
asimismo, que de las virtudes “nemo male utitur” (en el contexto de la
distinción agustiniana entre los “bona magna, minima et media”, y de la
calificación de las virtudes entre los que son “magna”). Pero además y, con
respecto a la formulación de la definición del Liber Sententiarum que sostiene
que la virtud es obra de Dios en el hombre, Pedro Lombardo remite al pasaje
de Enarrationes in Psalmos 118, 26, donde Agustín describe esencialmente la
justicia como: “opus gratiae”26.
23
Como expresa Agustín cuando sostiene en De Spiritu et Littera, que no somos
justificados por la voluntad libre, sino por la Gracia de Cristo.
24
Cf. Pedro Lombardo, Liber Sententiarum II dist. 27: “quia voluntatem hominis
infirmam sanam et adiuvat”.
25
Cf. Tomás de Aquino, Summa Theologiae I-II q.55, a.4, sc.
26
Cf. también Contra Iulianum IV, 3,15. Sobre la ponderación de las fases de la
concepción agustiniana de virtud y su propiedad en la configuración de la definición
de Pedro Lombardo, he abordado otros aspectos de la cuestión en: L. Corso de
Estrada, “Teleología y virtud desde la perspectiva del L. XIX del De Civitate Dei”,
Diadoché I, 1/2 1998: 95-108.
769
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
El seguimiento de fuentes permite documentar una rica línea de autores que
persisten en la especulación sobre la naturaleza de la virtud, entre los que O.
Lottin identifica a maestros que procuran desarrollar la psicología del acto
humano que supone el acto de virtud en el orden de las aptitudes de la
condición de la naturaleza. Lottin indica con propiedad27 que este movimiento
pone especial énfasis en la recepción y desarrollo de la tesis aristotélica de la
virtud como “héxis” (“habitus”) de Categoríae cap.8; 8b27 y ss., la que
ciertamente ya tuvo en mente Agustín. Tal vez, podría decirse que Pedro
Lombardo la hizo presente por vía del género no inmediato de la “virtus”
definida como “qualitas”28, mas incorporada en una exégesis teológica que
por cierto no corresponde a la tesis de Categoriae, según se expresa en la
definición en la que nos detuvimos29. Mas no será mi objeto ahora detenerme
en el examen de esta aportación aristotélica entonces conocida, y que
constituyó un componente teórico significativo en la analítica del acto humano
virtuoso, como hicieron tempranamente presente entre otros maestros Pedro
Abelardo y Felipe Canciller en su tratamiento sobre las diversas definiciones
de virtud y las aportaciones de Aristoteles y de Cicerón sobre la “virtus” “ut
habitus”30, conforme a una aretología que desarrollaron más tarde Alberto
Magno y Tomás de Aquino en una línea conceptual de concordancia pero de
distinción entre “virtus” y “gratia”.
Publicado en Celina A. Lértora Mendoza, Ignacio Pérez Constanzó (Eds.), XIX
Congreso Latinoamericano de Filosofía Medieval. Ámbitos de libertad en el
pensamiento medieval Expresiones e Imágenes, Actas, Buenos Aires, Ed. RLFM,
2023, pp. 211-221.
27
Cf. O. Lottin, Psychologie et morale aux XIIº et XIIIº siècles. Problèmes de morale,
vol. III, p. 100 y ss.
28
Cf. entre otros maestros escolásticos esta interpretación en Tomás de Aquino, De
virtutibus in communi, a.2, c., passim.
29
En este sentido analiza el tema Felipe Canciller en Summa de bono, II/II, q.1, sol.
30
Cf. Felipe Canciller, Summa de bono II/II, q. 1. He desarrollado componentes de
este tema en otros estudios, entre ellos: L. Corso de Estrada, Naturaleza y vida moral.
Marco Tulio Cicerón y Tomás de Aquino, Pamplona, EUNSA, 2018: 175-182.
770
ACTO DE CLAUSURA
Palabras de cierre
Nicolás Moreira Alaniz
Laura Sandoval
En el cierre de IV Coloquio –Intercongresos– Latinoamericano de
Filosofía Medieval, queremos expresar nuestro más amplio agradecimiento a
la Red Latinoamericana de Filosofía Medieval por elegirnos como sede para
este fructífero evento.
Además, agradecemos la generosidad de la Facultad de Humanidades y
Ciencias de la Educación de la Universidad de la República y a la Casa de
Posgrados Prof. José Pedro Barrán por el apoyo recibido en la gestión y
medios técnicos para la realización.
Asimismo, queremos agradecer el apoyo de los miembros de la Comisión
académica, Jorge Ayala (España); Rafael Ramón Guerrero (España), María
Leonor Xavier (Portugal), Carlos Arthur R. do Nascimento (Brasil), Silvia
Contaldo (Brasil), Joao Lupi (Brasil) y la Comisión institucional, Ignacio
Pérez Constanzó (Argentina), Silvia Contaldo (Brasil), Joao Lupi (Brasil),
César Ibarra (Colombia), Juan M. Campos Benítez (México) y Nicolás
Moreira Alaniz (Uruguay).
El IV Coloquio ha culminado y entendemos que fue una experiencia
enriquecedora y de valiosos intercambios con todos los expositores y
asistentes. Queremos destacar que, en la coyuntura actual, sin las posibilidades
tecnológicas que propiciaron este encuentro no hubiésemos podido realizar un
evento de tal magnitud, por lo que evaluamos positivamente la decisión, un
tanto intempestiva, de realizarlo mayormente en modalidad “virtual”.
¡Muchísimas gracias a todas las personas que participaron!
773
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
774
Palabras de cierre
Celina A. Lértora Mendoza
Hemos llegado al final. Han sido dos días muy densos, sin un minuto de
descanso, pero con un esfuerzo largamente compensado por los resultados.
Tal como dije al comienzo y ahora se ratifica, este Coloquio es prácticamente
un Congreso. Con el sistema implementado de entregar los trabajos
previamente y ser evaluados antes de su inclusión en el programa, ya tenemos
completo el material de las Actas con su referato, lo que permitirá que en unos
dos meses tengamos la nueva publicación.
Quiero agradecer una vez más a UdelaR y a Laura y Nicolás por el trabajo
realizado en estos días, en que estuvieron atentos a los más mínimos detalles
organizativos. A pesar de algunos problemas de conexión (que suelen suceder,
porque Internet es a veces imprevisible) todos han podido participar, ya que
al estar los textos, cuando hubo algún problema conectivo, se pudo leer el
trabajo.
Agradezco a todos los participantes, por sus trabajos y por su
disponibilidad de presentarlos y corregirlos; a los oyentes, colegas y alumnos
interesados, esperando sumar más vocaciones.
Y a todos los convoco al próximo congreso, que tendrá lugar en 2025,
previa postulación y votación en Asamblea, tarea que nos ocuparé los
próximos meses.
Un afectuoso saludo a todos.
775
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
776
AUTORES
Autores
IV Coloquio –Intercongresos– Latinoamericano de Filosofía Medieval
.
Abel Agüero
Director del Instituto de Historia de la Medicina. Facultad de Ciencias
Médicas, Universidad de Buenos Aires
Tiago Alcóver Sala
Graduando em Bacharelado e Licenciatura em Filosofia pelo Instituto de
Filosofia e Ciências Humanas da Universidade Estadual de Campinas –
IFCH/UNICAMP e bolsista de Iniciação Científica pelo Conselho Nacional
de Desenvolvimento Científico e Tecnológico (CNPq) com o projeto O bem
e seu aspecto transcendental relacional, concluído em 2023 e orientado pelo
Prof. Dr. Márcio Augusto Damin Custódio. Membro do Grupo de Pesquisa
em Metafísica e Política (GPMP), coordenado pelo Prof. Dr. Márcio Augusto
Damin Custódio, onde desenvolve uma pesquisa na área de história da
filosofia, com ênfase em filosofia medieval, focada na doutrina medieval
dos transcendentais em Tomás de Aquino.
Rodrigo Álvarez Greco
Rodrigo Álvarez Greco es licenciado en Historia por la Universidad
Católica de La Plata (2020) y doctorando por la Universidad Nacional de Cuyo
(2023). Se especializó en Lenguas y Cultura Clásicas en la Accademia
Vivarium Novum de Roma, Italia (2013). Ha dictado clases y conferencias en
distintos lugares de la Argentina. Recientemente (2024), publicó en el número
30/2 de la Revista Española de Filosofía Medieval el artículo “Nuevos aportes
al problema del agustinismo político y los orígenes teóricos de la estatalidad
moderna”. El tema de su tesis doctoral, actualmente en desarrollo, es: “El
concepto del rex et sacerdos como clave interpretativa de la Historia de
duabus Civitatibus de Otón de Freising”. Reside en San Rafael, Mendoza, y
es padre de cinco niños pequeños.
779
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Klédson Tiago Alves de Souza
Es actualmente estudiante de doctorado en el Departamento de Filosofía,
Comunicación e Información de la Universidad de Coimbra y miembro
colaborador de la Unidad de Investigación Instituto de Estudios Filosóficos
(IEF). Dentro de sus actividades en el IEF, su investigación se centra en el
área estratégica de "Cuidado, Política y Ética". Es miembro del Núcleo de
Estudios en Fenomenología, Hermenéutica y mística (NEFHEM).
Valentina Amorosino
La doctora Valentina Amorosino obtuvo en 2017 su maestría en Ciencias
Filosóficas en la Universidad de Palermo (Italia) con una tesis sobre Bernardo
de Claraval. Desde 2018 es doctoranda en Filosofía en la Universidad de
Bohemia del Sur (República Checa) con una tesis sobre la humildad y la
relación hombre-Dios en Bernardo de Claraval. Entre sus publicaciones La
fatica mistica di Michele Federico Sciacca. Un travaglio che procede da
lontano, Doctor Virtualis 15/2019 y La esperanza es una semilla guardada en
el vientre. Bernardo de Claraval y los secretos del amor madre-hijo, Vorágine
2-3/2019. Ha participado en varias conferencias internacionales en Italia,
España y República Checa.
Jean Luis Arana Alencastre
Licenciado y Magíster en filosofía por la Pontificia Universidad Católica
del Perú. Docente de Filosofía en la Universidad de Lima. Docente e
investigador de la Universidad de Ciencias y Artes de América Latina y de la
Universidad Tecnológica del Perú (UTP). Investigador miembro de la
Sociedad para el Estudio de la Filosofía Medieval (SIEPM), de la Red
Latinoamericana de Filosofía Medieval (RLFM) y del grupo Scholastica
Colonialis de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha realizado
artículos en torno a la filosofía clásica, medieval y barroca. Editor en jefe de
las revistas RCA de UCAL y Bitácora Journal de Toulouse Lautrec.
Asimismo, ha participado en distintos congresos y simposios en Perú,
Argentina, Brasil, Colombia y México.
780
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Jorge Arbeláez Orejuela
Filiación institucional: Universidad de la Sabana (profesor), Pontificia
Universidad Javeriana (estudiante doctoral en régimen de cotutela),
Universidad de Navarra (estudiante doctoral en régimen de cotutela). Como
profesor, pertenezco a la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas, en donde
presto mis servicios tanto en el Departamento de Teología, como en el de
Filosofía y en Core Currículum. Como estudiante doctoral, estudio el
pensamiento de Tomás de Aquino a la luz del tema de la luz; mi tesis doctoral
se titula: “Luz, ser y verdad en el pensamiento de Tomás de Aquino”. Mis
intereses actuales de investigación son: el problema de la luz en la historia de
la filosofía y figuras lingüísticas en metafísica, en concreto, estudio la
naturaleza de la analogía y de la metáfora.
Julián Barenstein
Iulianus Electrum est Professor, Licentiatus et Doctor in Philosophia ab
Universitate Buenos Aires (UBA), Asociatus Professor Linguae Latinae I et
II, Litterarum Classicarum et Ethicae apud Universitatem Salvatori (USAL)
et Adiunctus Professor Lingua et Cultura Latinae I et II apud Universitas
nationalis Sancti Martini (UNSAM). Idem operatur ut indagator apud
Consilium Nationale Investigationis Scientifici et Technicae (CONICET) in
topicibus Antiquitatis, Medievalis et Renascimenti Philosophiae et Cultura et
Lingua Latina.
Gabriel Brasileiro
Acadêmico em filosofia, Universidade Federal do Ceará (UFC), Área
temática: Do século XIV à Segunda Escolástic: século XIV; Renascimento;
Escolástica Americana; segunda escolástica europeia.
Marcone Felipe Bezerra de Lima
Doutorando em Ciências da Religião. Mestre em filosofia - Universidade
Católica de Pernambuco (UNICAP - bolsista da capes). Especialista no ensino
da filosofia; docência no ensino de Letras-Português; Ciências da Religião.
Graduado em letras-inglês. Graduado em Teologia (FATIN). Pesquisa o
Pensamento do filósofo Agostinho de Hipona (com ênfase nos conceitos de
781
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
graça, livre-arbítrio, antropologia, razão, iluminação, trindade, fé e
linguagem). Participa, desde 2018, do grupo de estudos em filosofia medieval
sob orientação do professor Marcos Roberto Nunes Costa. Tem interesse pelas
seguintes linhas de pesquisa: patrística, hermenêutica, psicologia da educação,
antropologia teológica e filosófica, epistemologia, teologia, filosofia da
linguagem, ciência e filosofia da religião, história do cristianismo e da
filosofia, ética, felicidade, natureza humana, conceito filosófico-teológico de
mal.
Juan José Bentancor Benitez
Estudiante de la Licenciatura en Historia, en Facultad de Humanidades y
Ciencias de la Educación
Fernando Martín de Blassi
Profesor Titular efectivo de Historia de la Filosofía Medieval en el
Departamento de Humanidades de la Pontificia Universidad Católica del Perú
(Lima) y Prof. Titular de Griego I y de Griego II en la Universidad Gabriela
Mistral (Santiago de Chile). Es Doctor en Filosofía, cuya tesis sobre la
metafísica de Plotino obtuvo en 2020 el premio de Posgrado de la Universidad
Nacional de Cuyo (Mendoza, Argentina).
Jaime Bortz
Escuela de Formación Continua y Departamento de Ciencias de la Salud,
UNLaM. Facultad de Medicina, UBA.
Maximiliano Calderón Gómez
Licenciatura en filosofía en Universidad Nacional Autónoma de México,
Facultad de Estudios Superiores Acatlán.
Juan Manuel Campos Benítez
Licenciado en Filosofía por la Universidad Autónoma de Puebla, Maestro
en Artes por la State University of New York y Doctor en Filosofía por la
Universidad Nacional Autónoma de México. Ha impartido cursos de Lógica
y Filosofía en México (en las universidades estatales de Puebla, Tlaxcala,
782
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Sinaloa y Zacatecas; en universidades privadas: Universidad Iberoamericana,
Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, Universidad de las
Américas) y Bolivia (en Santa Cruz y La Paz) durante 28 años. Ha participado
en congresos nacionales e internacionales: Congreso Nacional de
Investigadores del Pensamiento Novohispano, Congreso Nacional sobre la
Enseñanza de la Filosofía, Congreso de la Asociación Filosófica de México,
Congreso Interamericano de Filosofía, Congreso Mundial sobre el Cuadrado
de Oposición, Congreso de Logica Universalis, Congreso de Dialogo
Filosófico, Congreso del Instituto de Pensamiento Iberoamericano entre otros.
Ha publicado alrededor de 50 artículos en diversas revistas: Revista Española
de Filosofía Medieval, Analogía Filosófica, La lámpara de Diógenes, Tópicos
Revista de Filosofía. Autor de dos libros: Ensayos de filosofía y lógica
novohispana del siglo XVI y La traición de la abuela. Ensayos y evocaciones
sobre lectura y escritura.
Julio César Cárdenas
El Profesor Julio César habla y escribe en libros en inglés, francés,
portugués, italiano, catalán, árabe y latín; estudió en Latinoamérica, Medio
Oriente y España tres pregrados (Filosofía, Teología islámica y Filología
árabe), dos maestrías (Teología católica y Cultura islámica), actualmente es
Candidato doctorado en Ciencias de las religiones en la Universidad
Complutense de Madrid. polyglottas.com
María Cecilia Colombani
Doctora en Filosofía por la Universidad de Morón. Profesora Titular
Regular de Problemas Filosóficos y de Antropología Filosófica (Universidad
de Morón). Ex directora de la carrera de Filosofía (Universidad de Morón).
Profesora Titular de Filosofía Antigua y Problemas Especiales de Filosofía
Antigua (Universidad Nacional de Mar del Plata). Investigadora principal por
la Universidad de Morón. Codirectora del Proyecto de Investigación “Mundo
Antiguo y Cultura Histórica; formas de dominación, dependencia y
resistencia”. Facultad de Humanidades. Universidad Nacional de Mar del
Plata.
783
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Juliana das Neves Correa Marques
Aluna do Mestrado no Programa de Pós-Graduação em Filosofia pela
Universidade Federal do Espírito Santo no Brasil.
Marcone Costa Cerqueira
Bacharel em teologia; Licenciado em Filosofia; Licenciado em História;
Licenciado em Pedagogia. Mestre em Filosofia, pela Faculdade Jesuíta de
Filosofia e Teologia (FAJE); Doutor em Filosofia, pela Universidade Federal
de Santa Catarina (UFSC), com período de pesquisa na Radboud University
(Holanda). É membro da The Society for Italian Studies. É membro da
Sociedade Brasileira para o Estudo da Filosofia Medieval. Pesquisador
associado ao NÉFIPO (Núcleo de Ética e Filosofia Política da UFSC).
Juan Cruz Montesino
Profesor en Filosofía. Facultad de Humanidades. Universidad Nacional del
Comahue (UNCo). Inscripto al Doctorado en Filosofía, Universidad Nacional
de Córdoba (UNC).
Rafael Cúnsulo OP
Licenciado en Filosofía. U.N.S.T.A. Buenos Aires. Bachiller Universitario
en Teología. U.C.A. Buenos Aires. Licenciado en Filosofía y Doctor en
Filosofía. P.U.S.T. Roma. Profesor de UNSTA, Miembro de la RLFM.
Valentín Davoine
Estudiante de la Licenciatura en Letras (Udelar). Participa en el curso de
Historia Medieval (FHCE-Udelar). Integra el Grupo de Estudios sobre la
Iberia Medieval (GEIMed), radicado en la FHCE, y Mateando con Snorri,
grupo estudiantil de estudios medievales.
Marcio Augusto Damín
Professor do Departamento de Filosofia da Universidade Estadual de
Campinas (Unicamp) desde 2010. Atualmente investiga transcendentais em
Felipe Chanceler e Tomás de Aquino. Também pesquisa a influência do Liber
784
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
de causis em Tomás de Aquino, bem como trata da recepção da metafísica da
escolástica e a oposição ao hilemorfismo no início da modernidade.
Jorge Augusto Da Silva Santos
Professor Titular no Departamento de Filosofia da UFES. Possuo
bacharelado em Teologia pelo Pontifício Ateneo de S. Anselmo (Roma Itália) (1990), mestrado em Teologia pela Pontifícia Universidade Gregoriana
de Roma (Itália) (1993), mestrado (1998) e doutorado (2001) em Filosofia
pela Pontifícia Universidade Católica do Rio de Janeiro. Desde 2009 sou
bolsista de Produtividade em Pesquisa, nível 02, do CNPq. Ex-coordenador
do Programa de Pós-Graduação em Filosofia (Mestrado/Doutorado) (20172021) da Universidade Federal do Espírito Santo (ES/Vitória - Brasil). Tenho
experiência nas áreas de Filosofia e Teologia, com ênfase em Filosofia
Medieval, atuando principalmente nos seguintes temas: Metafísica; Mística
medieval, Fenomenologia e Hermenêutica no pensamento de Martin
Heidegger.
Cecilia Devia
Doctora en Historia por la Universidad de Buenos Aires (Facultad de
Filosofía y Letras). Posdoctorado en Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias
Sociales (UBA). Magíster en Filosofía Política y licenciada en Historia,
Facultad de Filosofía y Letras (UBA). Sus principales temas de investigación
son la violencia y el derecho de resistencia en la Baja Edad Media castellana,
el pecado original y su relación con el dominio político en la obra de John
Wyclif y la angelología cristiana occidental. Ha publicado cinco libros y
cuenta con diversas colaboraciones en obras colectivas y revistas en medios
académicos nacionales e internacionales.
Alfredo de J. Flores
Doctor en Derecho y Filosofía por la Universitat de València (España).
Profesor Titular de Metodología Jurídica (Universidade Federal do Rio
Grande do Sul – UFRGS, Porto Alegre, Brasil). Profesor Permanente del
Programa de Posgrado stricto sensu en Derecho (Maestría y Doctorado,
UFRGS). Miembro Correspondiente del Instituto de Investigaciones de
785
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Historia del Derecho (INHIDE – Argentina). Miembro de la Sociedade
Brasileira para o Estudo da Filosofia Medieval (SBEFM).
Alberto García Tovar
Tesista en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán. Actualmente, bajo
la supervisión del doctor Alonzo Loza, desarrollo un proyecto de
investigación que versa sobre la noética averroísta y el rechazo de sus
principales tesis por parte de Santo Tomás de Aquino, dando como resultado
la emergencia del sujeto racional del derecho y la racionalidad de la ley. A lo
largo de mi trayectoria académica he participado en diferentes cursos
relacionados con la filosofía medieval, tales como “Mujeres místicas del siglo
XIII parte II”, impartido por el Seminario de Investigación Religiosidad y
Cultura de la UNAM y los cursos “Interpretaciones al ‘De anima’ de
Aristóteles” y “Aristóteles y su recepción medieval”, impartidos por el
Seminario de Filosofía Medieval de la FES Acatlán.
Carlos Andrés Gómez Rodas
Doctor en Filosofía y Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad
Pontificia Bolivariana. Es docente investigador del programa de Humanidades
de la Universidad del Sinú-Elías Bechara Zainúm (Cartagena, Colombia) y
pertenece al grupo de investigación GIPSINÚ. Es miembro pleno de la Red
Latinoamericana de Filosofía Medieval, del Centro de Estudios Clásicos y
Medievales Gonzalo Soto Posada (CESCLAM-GSP), del Grupo de
Investigación Filosofía posmetafísica y escepticismo (Universidad
Tecnológica de Pereira) y del Grupo de Investigación Social Solidaridad, del
cual es director.
Guillermo Gomila
Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de
Aquino (Argentina). Doctorando en la Universidad Nacional de Cuyo.
Actualmente es profesor adjunto de las materias Metafísica y Teología
Filosófica en las carreras de Filosofía y Teología del CEOP (Buenos Aires),
perteneciente a la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino. En el
presente es parte integrante como investigador del Proyecto PIUNSTA 2023-
786
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
2025: “Precisiones sobre las nociones de voluntad natural y deliberativa entre
los siglos XII y XIII”.
Hernán Guerrero Troncoso
Doctor en Filosofía por la P. Università Antonianum (Roma), Magíster en
Filosofía, con mención en Metafísica y Licenciado en Filosofía por la
Universidad de Chile. Ha sido profesor en la Universidad Católica del Maule
(Talca, Chile, 2014-2022) y visiting professor en la P. Universidad Juan Pablo
II de Cracovia (Polonia, 2022-2023). Actualmente es profesor en la
Universidad Gabriela Mistral (Santiago, Chile). Ha sido investigador principal
y asociado en proyectos de investigación nacionales e internacionales. Ha
publicado numerosos artículos en revistas de Latinoamérica y Europa y
dictado conferencias y charlas en Alemania, Brasil, Chile, Francia, Italia y
Polonia. Es miembro de la SIEPM, del Centro Latinoamericano de Estudios
Escotistas y Tardomedievales (CLEET) y del Towarzystwo Naukowe w
Toruniu (Polonia), entre otras sociedades científicas.
Clemente Huneeus
Académico en Universidad Gabriela Mistral, Estudiante de doctorado en
la Universidad de los Andes (Chile), Magíster en Filosofía Universidad de los
Andes (Chile), Abogado y Licenciado en Filosofía por la Pontificia
Universidad Católica de (Chile).
César Ibarra
Licenciado en Filosofía y Ciencias Religiosas de la Universidad Santo
Tomás de Aquino, Especialista en Educación, Cultura y Política de la UNAD
y Magíster en Educación de la Pontificia Universidad Javeriana.
Emanuele Lacca
Graduado en Bachillerato y Máster en Historia de la Filosofía por la
Università degli Studi di Palermo (Italia, 2009 y 2011), Doctor en Filosofía
por la Universidad de Salamanca (USAL) y la Università degli Studi di
Cagliari (2016), Investigador Post-Doc en Filosofía Renacentista en la
Universidad de la Bohemia del Sur (2017 y 2018). Actualmente es assistant
787
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
professor de Filosofía Renacentista y Moderna y de Ética Social en la
Universidad de la Bohemia del Sur (Rep. Checa).
Celina Lértora Mendoza
Profesora de Filosofía, Facultad de Filosofía, Universidad Católica
Argentina, 1966. Licenciada en Filosofía, Facultad de Filosofía, Universidad
Católica Argentina, 1968. Licenciada en Filosofía, Facultad de Filosofía y
Letras, Universidad Complutense, Madrid, 1974. Doctora en Filosofía,
Facultad de Filosofía, Universidad Católica Argentina, 1979. Licenciada en
Teología, Especialidad Sagrada Escritura, Universidad Pontifica Comillas,
Madrid, 1980. Doctora en Filosofía, Facultad de Filosofía, Universidad
Complutense, Madrid, 1981. Doctora en Teología, Facultad de Teología,
Universidad Pontificia Comillas, Madrid, 2000. Investigadora del CONICET.
Alonzo Loza Baltazar
Profesor en la FESA de la UNAM. Doctor en Filosofía por la Universidad
Iberoamericana con una investigación sobre la retórica sermovisual en el
proyecto de conquista espiritual católica del siglo XVI novohispano según se
presenta en Diego Valadés. Maestro (U. Iberoamericana) y licenciado
(FFyL/UNAM) en la misma disciplina con tesis sobre Agustín de Hipona.
Actualmente es investigador posdoctoral en el Instituto de Investigaciones
Estéticas de la UNAM con una investigación sobre el uso del espejo de
Tezcatlipoca por parte del matemático y consejero isabelino John Dee.
Carlos Eduardo Maculan
Bacharel em direito pela Universidade do Estado de Minas Gerais
(UEMG) campus de Passos, mestrando do programa de pós-gradução do
IFCH-UNICAMP sob orientação do Prof. Doutor Márcio Augusto Damin
Custódio, membro do Grupo de Pesquisa Metafísica e Política da UNICAMP,
bolsista CAPES.
Juan Pablo Maggiotti
Profesor de filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino,
con estudios de doctorado en la Universidad de Navarra y terminando un
788
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
máster en Humanidades en la Universitat Oberta de Catalunya. Sus áreas de
investigación son la metafísica y la estética en el neoplatonismo medieval, en
especial en Marsilio Ficino. Es docente de la Universidad de Montevideo.
José María Felipe Mendoza
Doctor en Filosofía por la Universidad Nacional de Cuyo, Argentina.
Actualmente se desempeña bajo la categoría de Investigador Asistente en
CONICET. Desde el año 2022 cursa una Maestría en historia de la ciencia y
epistemología en la Universidad Nacional Tres de Febrero, Argentina. Ha
publicado numerosos artículos y capítulos de libro sobre ciencia en Tomás de
Aquino y Francisco Suárez en revistas de filosofía nacionales y extranjeras.
Es miembro de diferentes centros de investigación en filosofía, entre los cuales
destaca la Red latinoamericana de filosofía medieval (RLFM).
Vidzu Morales Huitzil
Maestría en Historia (BUAP) - Doctorado en Literatura Hispanoamericana
(FFYL – BUAP) – Posdoctorado en Teoría y Filosofía de la Historia (ICSYH)
[estancia posdoctoral en la Fundación Gustavo Bueno / Oviedo-España]. Ha
sido profesor de historia, literatura, griego antiguo y latín en Studium
Angelopolitanum, la UNACH, la BUAP, la UATX, el posgrado en Historia
(Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades), el Archivo General del
Estado de Puebla, la Universidad Católica de Argentina y la Biblioteca
Nacional de Costa Rica. Becario por parte de la Vicerrectoría de Investigación
y Estudios De Posgrado, la Academia Mexicana de Ciencias, el CONCYTEP,
el CONACYT, The British Library y el Proyecto FOMIX. Condiscípulo en
letras clásicas en Vivarium Novum (Italia) y Caelum (España). Miembro
pleno de la Red Latinoamericana de Filosofía Medieval (Argentina), del
Sistema Nacional de Investigadores, del Seminario de Filosofía de la Ciencia
(Elí de Gortari) y del Seminario de Investigación: Ontologías y Metafísicas
Multidisciplinarias (SIOM).
Nicolás Moreira Alaniz
Es docente de Filosofía en Educación Secundaria, Profesor efectivo de
Historia de la Filosofía Medieval en Formación Docente (Instituto de
789
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Profesores Artigas) y Profesor Adjunto de Filosofía Medieval en Facultad de
Humanidades (Universidad de la República, UdelaR). Magister en Filosofía
(FHCE-UdelaR) y doctorando en Filosofía (UCA, Arg). Ha escrito en revistas
de Filosofía de Sudamérica y España. Es integrante de AFU y SFU (Uruguay),
SIEPM y RLFM.
Mariana Paolozzi
Professora Doutora do Departamento de Filosofia da Universidade Federal
de Santa Catarina (UFSC). Pós-Doutorado em Filosofia realizado na
Universidade de Lisboa (22/05/2022- 30/09/22 e na Universidade Federal de
São Paulo (01/09/22-21/05/2023). Doutorado em Filosofia pela Universidade
Estadual de Campinas (UNICAMP). Tese intitulada “Perspectivas da vontade
em Santo Agostinho”: 2000. Bacharelado em Filosofia pela Faculdade de
Filosofia, Letras e Ciências Humanas da Universidade de São Paulo
(USP):1990. Autora do livro: “O movimento da alma. A invenção por
Agostinho do conceito de vontade”. Porto Alegre: EDIPUCRS, 2001.
Matheus Pazos
É Professor Adjunto do Curso de Filosofia da Universidade Federal do
Recôncavo da Bahia (UFRB). Doutor em filosofia pela Universidade
Estadual de Campinas - Unicamp (2017). De modo geral, tem interesse em
pesquisas relacionadas ao pensamento filosófico medieval, sobretudo nos
séculos XIII e XIV. Atualmente, tem por enfoques de pesquisa a doutrina
medieval dos transcendentais; teorias da cognição e seus
pressupostos metafísicos.
Ignacio Pérez Constanzó
Estudió Filosofía en la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino
(Argentina) y en la Universidad de Navarra (España), con estancias de estudio
en la Universitat de Barcelona (España) y en la Ruprecht-Karls-Universität
Heidelberg (Alemania). Fue profesor en universidades de Argentina, España
y Uruguay.
790
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Maíra Pouey Bragos
Licenciada en Filosofía (UNR) y doctoranda de Epistemología e Historia
de la Ciencia (UNTREF). Ha participado y organizado eventos académicos
cuyo tema principal de interés son las observaciones astronómicas y las
reflexiones filosóficas de Leonardo da Vinci.
Emiliano Primiterra
Es doctorando en filosofía por la Universidad de Buenos Aires. Licenciado
y profesor de enseñanza media y superior en filosofía, también por la
Universidad de Buenos Aires. Su área de investigación es la relación del
pensamiento de Las Casas con el de John Locke. Es miembro pleno de la Red
Latinoamericana de Filosofía Medieval (RLFM). Es titular de cátedra de la
materia “Elementos de filosofía” de la Universidad de Madres (UNMa),
adjunto de cátedra de la materia “Epistemología social”, de la Universidad de
San Isidro, y adscripto de cátedra de “Filosofía política” de la carrera de
filosofía de la Universidad de Buenos Aires.
Walter Redmond
Ha enseñado filosofía y materias afines en universidades en EEUU,
Alemania, España, México y otros países de Latinoamérica. Sus
especialidades son: la lógica y su historia, la filosofía teológica, filosofía
analítica, la fenomenología temprana y la filosofía del Siglo de Oro en Iberia
y Latinoamérica. Ha publicado libros y artículos sobre estos y otros tópicos
en inglés, castellano, alemán y latín, y ha traducido tres libros de Edith Stein
al inglés y varios textos filosóficos del período colonial latinoamericano al
castellano. En su actividad docente y literaria ha deseado ubicar una filosofía
perenne señalando cómo intuiciones clásicas y tradicionales se reflejan en la
filosofía actual, tanto fenomenológica como analítica.
Beatriz Reyes Oribe
Magister en Filosofía, Ética y Política por la U. de Barcelona, licenciada,
profesora y doctoranda en Filosofía por la U. Católica Argentina. Actualmente
es Profesora asociada a cargo de Historia de la Filosofía Medieval y del
Departamento de Formación Humanística en la Universidad del Norte Santo
791
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Tomás de Aquino. Es Coordinadora del Consejo de Investigación de la
Facultad de Humanidades UNSTA y directora de los proyectos de
investigación PIUNSTA “Voluntad natural y deliberativa en maestros de
teología de París del S. XIII” 2018- 2025. Es investigadora doctoral del
Programa de investigación de la cátedra de Historia de la Filosofía Medieval
del Centro de Estudios Filosóficos de la Facultad de Filosofía y Letras (UCA).
Fue becaria doctoral de CONICET, profesora titular de Ética en la UFASTA
y asociada de la misma materia en la UNSTA. Asimismo, fue profesora
asociada en el departamento de Formación humanística de UFASTA; adjunta
en la U. del Salvador, y la UCALP, docente en UCA y Museo social. Autora
del libro La voluntad del fin en Tomás de Aquino, y de más de 20
publicaciones científicas sobre Filosofía Medieval y Filosofía del Derecho,
aparecidas en España, América y Argentina.
Diana Elizabeth Reyes Zepeda
Licenciada en Artes Visuales por la Universidad Juárez del Estado
Durango (UJED) en México. Maestra en Ciencias y Humanidades en el área
de filosofía, por la UJED, con la tesis titulada “Aristóteles y la pintura del
Renacimiento italiano”. Ha realizado una estancia académica en la
Universidad Nacional Autónoma de México. Cuenta con una publicación en
el libro de actas del XIX Congreso Latinoamericano de Filosofía Medieval,
por parte de la Editorial de la Red Latinoamericana de Filosofía Medieval. Ha
participado en congresos nacionales e internacionales. Participó en seminarios
de neoplatonismo moderno y de Aristóteles y su recepción medieval,
impartidos por la UNAM. Sus intereses son filosofía clásica, intersección
entre el arte y la filosofía, la Historia de la filosofía y la Historia del arte.
Estéfano Risso
Doctorando en Filosofia Medieval por la Pontifícia Universidade Católica do
Rio Grande do Sul (PUCRS, Brasil). Maestro en Historia del Derecho por el
Programa de Posgrado en Derecho de la Universidade Federal do Rio Grande
do Sul (UFRGS, Brasil). Miembro de la Sociedade Brasileira para o Estudo
da Filosofia Medieval (SBEFM).
792
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Pablo Rojas Olmedo
Licenciado en Filosofía (Universidad Nacional de Rosario.) Miembro del
Centro de Estudio e Investigación en Literatura y Filosofía de la
Tardoantigüedad, al Medievo y el Renacimiento “Studium” (FHumyAr,
UNR). Ha participado y organizado en congresos relacionados a la Filosofía
Medieval y Renacentista; y ha publicado artículos en temas de filosofía
política principalmente.
Laura Sandoval
Magíster en Ciencias Humanas - Filosofía por la Facultad de Humanidades
y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República Uruguay. Cursa
la maestría en Estudios Medievales en la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad de Buenos Aires y la Especialización en Pensamiento Medieval
en la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA). Se desempeña
como docente de Historia de la Filosofía Medieval en FHCE, Udelar.
Laura Alicia Soto Rangel
Profesor UNAM Facultad de Filosofía y Letras y Facultad de Estudios
Superiores Acatlán. Doctora en Filosofía por la UNAM con la tesis
“Estructura de las Disputaciones Metafísicas de Francisco Suárez”. Miembro
del Sistema Nacional de Investigadores. Maestra y Licenciada en Filosofía por
la UNAM. Ha realizado estancias de investigación sobre temas dedicados a la
filosofía medieval y la escuela de Salamanca en la Universidad Pontificia de
Salamanca, España. Actualmente es profesor de asignatura en la Facultad de
Estudios Superiores Acatlán y en la Facultad de Filosofía y Letras de la
UNAM, donde ha impartido cursos de filosofía mexicana, ontología, filosofía
medieval y del renacimiento, así como seminarios de investigación. Ha
laborado en el Centro Nacional para la Evaluación de la Educación y en el
Instituto Nacional de Antropología e Historia. Ha participado en diversos
congresos nacionales e internacionales, de los cuales ha sido co-organizadora
de Simposios en congresos de la Asociación Filosófica de México. Participa
en proyectos de investigación como “Reflexiones filosóficas EspañaMéxico”. Entre sus publicaciones académicas se encuentran “Poema Heroico
de Diego Abad, metafísica y teología”, “Luis de Molina y Santo Tomás de
793
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Aquino frente a la ciencia de Dios”, “Principio y causa en las Disputaciones
Metafísicasde Francisco Suárez” y “Fundamento de la definición unívoca de
alma en De anima de Francisco Suárez”. Ha sido co-coordinadora de libros
como “Nociones filosóficas y prácticas de la justicia”. Co-Coordinadora del
Seminario de Filosofía Medieval de la Facultad de Estudios Superiores
Acatlán de la UNAM y Miembro de la Mesa Directiva de la AFM.
Estefanía Sottocorno
Profesora y Licenciada en Filosofía por la UNMdP, Doctora en Historia
por Untref/Ca’Foscari, con especialización en Ecdótica latina en el Institut des
Sources Chrétiennes de Lyon. Profesora titular de Historia del Pensamiento
en la Untref; Directora del proyecto de investigación Editar el Mediterráneo,
radicado en el Instituto de Estudios históricos de Untref; Investigadora del
Instituto de Historia Antigua y Medieval de la UBA.
Maykel Souza Lobo
Mestrando em Filosofia - Universidade Federal do Ceará (UFC). Graduado
em Licenciatura em Filosofia plena na Universidade Federal do Ceará (UFC).
Foi bolsista de Iniciação Científica (PIBIC-UFC); pesquisador do projeto
intitulado: A relação entre Unidade e Multiplicidade: acerca do debate
ontológico na filosofia árabe sob a influência da filosofia grega. É membro do
Grupo de Estudos em Filosofia Medieval (GEFIM-UFC/CNPq). Foi bolsista
do Projeto: Conversações da Filosofia com a Arte e a Ciência (UFC - PAIP).
Einer Tocto Oblitas
Bachiller en Sagrada Teología por el Instituto Patristicum Augustinianum
de Roma. Maestro en Psicología de la Educación: Facultad de Teología
Pontificia y Civil de Lima. Doctorando, tiempo completo, Filosofía Medieval,
Universitat Autònoma de Barcelona-España.
José Antonio Valdivia Fuenzalida
Es Doctor en Filosofía, Sorbonne Université, Francia. Profesor en el
Departamento de Filosofía de la Facultad de Artes Liberales, Universidad
Adolfo Ibáñez, Chile
794
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Joao Antonio Veiga Bizerra
Mestrando do Curso de Pós-Graduação em Filosofia da Universidade
Estadual Paulista (Unesp), Marília-SP-Brasil. Pós Graduação (Lato sensu),
Docência no Ensino Superior – Universidade de Marília (Unimar), MaríliaSP-Brasil. Licenciatura em História – Universidade do Norte do Paraná
(Unopar), Londrina-PR-Brasil.
Eduardo Viglioni
Estudiante de la Licenciatura en Filosofía, Facultad de Humanidades y
Ciencias de la Educación, Universidad de la República.
795
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
796
ÍNDICE
Presentación
5
Apertura
Palabras de Nicolás Moreira Alanizy Laura Coordinadores
del Coloquio
Palabras de Celina A. Lértora Mendoza. Coordinadora General
de la RLFM
9
13
Sesiones del Coloquio
17
Sesión Homenaje 800 años del nacimiento de Tomás de Aquino
La participación como horizonte de la predicación metafísica
de Dios en el pensamiento de Tomás de Aquino
Jorge Arbeláez Orejuela
Vínculos epistémicos entre la gnoseología de Tomás de Aquino
y la teoría de la significación negativa saussureana
Laura Sandoval
La inteligencia y la voluntad en el desarrollo dinámico del libero
arbitrio en Santo Tomás
Rafael Cúnsulo
Status quaestionis sobre la influencia y la recepción doctrinales
de la filosofía platónica en la obra de Tomás de Aquino
Fernando Martín de Blassi
Breve análisis sobre el tacto en el Comentario a De anima
de Tomás de Aquino
Laura Alicia Soto Rangel
Sobre la simplicidad divina y la teología del ser perfecto
Clemente Huneeus
19
11
21
31
41
53
63
77
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
La paz en Santo Tomás de Aquino: Una luz para el mundo político
contemporáneo
Carlos Andrés Gómez Rodas
Actualidad del De Magistro de Tomás de Aquino
César O. Ibarra
101
Mesas temáticas
113
Mesa Historia de la Ciencia
Notas sobre las fuentes del conocimiento farmacológico
de Maimónides (1138-1204)
Jaime Bortz
Un proyecto de regla monástica femenina en el siglo XII.
Análisis médico y social de la carta sexta de Eloísa a Abelardo
Abel Agüero
Dos modelos de análisis para la interpretación del tiempo
de Leonardo da Vinci
Pablo Rojas Olmedo; Maíra Pouey Bragos
115
89
117
125
139
Mesa Scholastica colonialis
Analogía y suposición en Tomás de Mercado y Alonso
de la Veracruz
Juan Manuel Campos Benitez
El “mutuum obsequium” en Fray Alonso de la Veracruz
Jorge Medina Delgadillo
Consideraciones sobre la naturaleza y origen del indio según José
de Acosta
Nicolás Moreira Alaniz
Mateo de Mimbela sobre la incomprehensibilidad divina
Celina A. Lértora Mendoza
155
Mesa Doutrinas medievais dos trascendentais
Atributos divinos e transcendentais em Tomás de Aquino
Matheus Pazos
215
157
167
187
201
217
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
A distinção entre appropriatur e communiter na predicação
dos termos transcendentais
Marcio Augusto Damín
As primeiras concepções do intelecto: de Rolando de Cremona
a Tomás de Aquino
Carlos Eduardo Maculan
Sobre o que é primeiro na ordem cognitiva e da influência
de Avicena
Tiago Alcóver Sala
229
239
249
Sessio Latina Agitata
Methodi electionum Raimundi Lulli
Julián Barenstein
Hunain ben Ishaq ( )ܐܝܣܚܩ ܒܪ ܚܘܢܝܢsecundum arabici fontes
medii aevi
Julio César Cárdenas Arenas
De quidditate Dei in prima parte libri, qui Summa adversus Gentiles
nominatus, Divi Thomae Aquinatis
Vidzu Morales Huitzil
Brevis meditatio de praedicatione scholastica et fregeana
Walter Redmond
259
Ponencias Individuales
Cielo y tierra se espejan: el papel de los ángeles en la guerra
cósmica y su correlato terrenal según John Wyclif
Cecilia Devia
El locus hereticorum: profanación, desarraigo y captura
Alonzo Loza Baltazar
Algunas notas sobre las voluntades de Cristo en los comienzos
del s. XIII
Beatriz Reyes Oribe
297
261
269
283
289
299
313
325
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
Cícero e Agostinho na República de Florença. Aproximações
e distensões entre o republicanismo de Coluccio Salutati e Niccolò
Machiavelli
Marcone Costa Cerqueira
Arquetipos ejemplares e inspiración: perspectivas para la recepción
cristiana del creacionismo filónico
Juan Pablo Maggiotti
Sobre a noçāo de sociedade universal e suas metamorfoses
Mariana Paolozzi
O Palácio da Memória no Livro X das Confissões de Santo
Agostinho
João Antonio Veiga Bizerra
O Tratado do Tempo em Santo Agostinho
Juliana das Neves Correa Marques
Poética y filosofía en Agustín de Hipona: la influencia de Virgilio
Jean Luis Arana Alencastre
Vicente de Beauvais y las definiciones de la filosofía.
Una aproximación a su historia
José María Felipe Mendoza
¿Hay una ética de la creencia en la filosofía medieval?
El problema de la fe en Pedro Olivi
José Antonio Valdivia Fuenzalida
Un caso complejo de transmisión y atribución: los Statuta ecclesiae
antiqua
Estefanía Sottocorno
Otón de Freising y su preponderancia en la recepción y difusión del
aristotelismo en el ámbito germano meridional durante el siglo XII
Rodrigo Álvarez Greco
Ética y metafísica. De Filón de Alejandría a San Agustín.
La intersección antropológica en torno al cuidado de sí
María Cecilia Colombani
Numerus veritatis index en San Agustín
Einer Tocto Oblitas
339
353
365
377
389
401
413
425
439
453
467
477
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
El problema del amor al prójimo en San Agustín: una lectura
desde Hannah Arendt
Juan Cruz Montesino
A hermenêutica das tipologias de Adão e Melquisedec no texto ii,
xxviii, 33 da obra De Gratia Christi et de Peccato Originali
de santo Agostinho
Marcone Felipe Bezerra de Lima
Una ética de Las Conjecturas en Nicolás De Cusa
Klédson Tiago Alves de Souza
Bernardo e Pascal. La vicinanza del pensare
Valentina Amorosino
A noção de notitia evidens como demarcação entre notitia intuitiva
e notitia abstractiva na primeira questão do Prologus da Ordinatio
de Guilherme de Ockham. Contribuição para a problemática
do assentimento a uma proposição a partir do conhecimento intuitivo
Jorge Augusto da Silva Santos
Democrazia e società nel De Regno ad Regem Cypri
Emanuele Lacca
Os nomes divinos na metafísica: uma visitação crítica à analogia
dos nomes em Caetano
Gabriel Brasileiro
El Derecho de Gentes en Santo Tomás de Aquino y su recepción
en Francisco de Vitoria
Guillermo Gomila
El concepto de “pueblo” en Bartolomé de Las Casas
Emiliano Primiterra
El vínculo entre el juez y la pena legal en la Escolástica Ibérica del
siglo XVII: El Curso Salmanticense Carmelitano
Estéfano Risso - Alfredo de J. Flores
Elementos filónicos en el tratamiento de los sueños en De anima
de Tertuliano
Ignacio Pérez Constanzó
Filosofia e Religião na perspectiva de Al-Fārābī
Maykel Souza Lobo
468
501
513
525
535
549
559
571
585
597
609
619
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL
La ley universal entre razón ( )العقلy la tradición ()النقل
en la Falsafah, según Ibn Taymīyah
Julio César Cárdenas Arenas
Leonardo da Vinci y Avicena: intertextualidad y paralelismo
en sus filosofías de la mente
Diana Elizabeth Reyes Zepeda
Nisi fuerit intellectum quod significatur per verbum. Vestigios
platónicos en la determinación aviceniana de las primeras nociones
del intelecto
Hernán Guerrero Troncoso
Ponencias de alumnos avanzados
La Trinidad y la naturaleza divina de Jesús en la Summa totius
haeresis sarracenorum de Pedro el Venerable
Juan José Bentancor Benitez
Locutio Angelica desde el proceso comunicativo en la obra
de Tomás de Aquino
Eduardo Viglioni
Comunicación, analogía y la (no) presencia de la ideología
en Tomás de Aquino y Manuel Asensi Pérez
Valentín Davoine
Averroes, o sobre el pensar como copulación
Alberto García Tovar
El arca mística y el problema de la concupiscencia desde Hugo
de San Víctor
Maximiliano Calderón Gómez
Presentación de Libros
Actas de XIX Congreso de la RLFM 2023
Nicolás Moreira Alaniz - Laura Sandoval
Newton en el Río de la Plata de C.A. Lértora Mendoza
Celina A. Lértora Mendoza
631
647
659
673
675
685
701
711
721
731
733
741
PRESENCIA Y TRAYECTOS DE LA FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA
Homenaje a Laura Corso de Estrada
Palabras de Susana B. Violante
Palabras de Olga Larre
Palabras de Pedro Mantas
Oración, por Fr. Rafael Cúnsulo OP
Texto de Laura Corso
745
749
753
757
759
761
Acto de Clausura
Palabras de Nicolás Moreira Alaniz Coordinador del Coloquio
Palabras de Celina A. Lértora Mendoza, Coordinadora General de la
RLFM
771
773
Los autores
777
775
RLFM - IV COLOQUIO –INTERCONGRESOS– LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL