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IV Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XIX Jornadas de Investigación VIII Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2012. Lo propio del nombre propio en la identificación. Fernandez Garbin, Nicolas Ezequiel. Cita: Fernandez Garbin, Nicolas Ezequiel (2012). Lo propio del nombre propio en la identificación. IV Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XIX Jornadas de Investigación VIII Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires. Dirección estable: https://www.aacademica.org/000-072/783 ARK: https://n2t.net/ark:/13683/emcu/N92 Acta Académica es un proyecto académico sin fines de lucro enmarcado en la iniciativa de acceso abierto. Acta Académica fue creado para facilitar a investigadores de todo el mundo el compartir su producción académica. Para crear un perfil gratuitamente o acceder a otros trabajos visite: https://www.aacademica.org. LO PROPIO DEL NOMBRE PROPIO EN LA IDENTIFICACIÓN Fernandez Garbin, Nicolas Ezequiel UBACyT, Universidad de Buenos Aires Resumen A través del presente recorrido intento hallar si existe una homología entre la función que cumple el nombre propio para el hablante, con la función del nombre del padre a nivel de la estructura, buscando esto a partir de los giros presentes en la obra de Lacan, y tomando como referencia la diacronía de dos puntos de anclaje teóricos que considero relevantes en relación al desarrollo que realiza sobre el sujeto, propio del psicoanálisis. Los puntos que tomo en cuestión son: 1- sujeto como efecto de lenguaje, arribado en el seminario 9, lo que le permitió conceptualizar el estatuto que toma el objeto en los orígenes de la estructuración psíquica; 2- el planteo desde la lógica pura que de cada uno de los discursos realiza Lacan formalizando en el seminario 19 el origen de la estructura. Palabras Clave Nombre propio, Nombre del padre, Origen, Discursos Abstract THE IDENTIFICATION WITH THE FEATURES OF THE PERSONAL NAME In the current study I am trying to determine if the function of the personal name is equivalent to the function of the Name-ofthe-father in the unconscious structure. For this, I am taking into account the turns present in Lacan´s work. As reference I am using the diachrony between two specific theoretical points of the psychoanalysis subject: 1- Subject- effect of language, as from Seminar 9 and the concept of object in the origin of the structure; 2- The proposal of the 4 discourses where he formalizes the origin of the unconscious structure at the beginning of Seminar 19. Key Words Personal name, Name of the father, Beginning, Discourses La marca en el origen Lo propio que el nombre del padre inaugura es una marca, al modo de un registro que no podrá luego más que imbricarse con los otros nombres. La función de esta marca surge como primera nominación, la del lenguaje. No por primera entiéndase en el tiempo, sino en su dimensión de primaria. Aquello que está en el origen. Marca original que por efecto de lenguaje nombra las sucesivas nominaciones, haciéndose signo a la vez que significándose. ¿Qué significa el nombre propio? Problematizamos la pregunta apuntando al equívoco que ésta marca. Por un lado remitiendo a la pregunta por el significado del nombre propio, acerca de qué nos referimos cuando hablamos de nombre propio; por el otro pensamos, qué es lo que toma el nombre propio para significar, sobre qué hace signo, convocando algo donde el nombre era, dejando su marca. ¿De qué marca estamos hablando? Hablamos de lenguaje. El recorrido nos lleva a abordarlo desde la lógica misma del significante, donde lo que se enuncia en la pregunta queda ligado, aunque escindido en una posición enunciativa que la posibilita. ¿Será lo posible de este equívoco lo que nos haga pensar lógicamente el problema? Recibimos un nombre apenas nacemos, incluso generalmente nos preexiste para luego acompañarnos durante toda la vida… o no. ¿Cuál será el recorrido que hace el sujeto para apropiarse de su nombre?, y en todo caso, ¿por qué habría de hacerlo? El planteo abre a lo posible, pudiendo llegar a existir que como sujeto no se apropie del nombre. ¡Vaya paradoja! No es sin un nombre que nacemos y será razón de lo contingente que uno vaya a por su nombre y se haga de él, en el mejor de los casos. Nuevos enunciados se abren a la pregunta inicial. “¿Qué significa el nombre propio?”¿Es apropiado para quién, o apropiado por quién? ¿Es lo propio del nombre propio significar? Como supuesto irá en esa vía, siempre y cuando sea de sujeto que hablamos. En el seminario 12[i] Lacan recurre al análisis de la raíz de la palabra significar, tomando una de sus acepciones, la de convocar a. El signo convoca a la significación, siendo algo para alguien; a diferencia de la definición del significante que lo acompaña en toda su enseñanza, donde siempre significa algo para otro significante. ¿Cómo se abre el juego de significantes para que, precisamente, pueda ir a significar algo para otro significante? Dicho de otro modo, ¿Qué permitirá que un sujeto sea convocado entre dos significantes? De la identificación estructural como primera nominación del sujeto de lenguaje, al nombre propio, como nombre arrancado de lo simbólico, y como nombre, asemántico, para ir a significar algo para alguien. La angustia también es signo, de lo real, de lo imposible de tramitar de la estructura. Signo de la presencia de la ausencia. Signo de que lo simbólico no puede asirlo todo. Eso que escapa, hace signo. Es la estructura identificada en un primer tiempo lógico por ese resto inaprehensible (ese real que no cesa de no nombrarse pese a todos los intentos, de darle sentido) que hacen a la ficción de lo abordable, colmando esa falta que da cuenta de que en la lengua no hay los significantes que nombren al objeto. “Es el nombre propio el que presenta del modo más manifiesto ese trazo, que hace de toda institución fonemática del nombre, del acto fundador del nombre, en su función de designación, ese algo que tiene siempre en sí esta dimensión, esta propiedad de ser un pegamento, de dejar velado algo esencial en la estructura del nombre propio”.[ii] Esta función de pegamento, en su función clasificatoria enmascara, dice Lacan, un agujero del sujeto, una falta. Con esto separa dos funciones bien diferenciadas en torno a la nominación. Por un lado un momento mítico, un tiempo cero, donde el “artífice del nombre” será quien inaugure, nombrando, un sujeto hablante; y siendo “en un tiempo segundo que el sujeto se identifique allí como aquél que 291 habla”[iii]. ¿Cuál es el operador que nombra? La función del nombre del padre, como inscripción primordial, es la que permite al sujeto hilvanarse entre significantes. Es con la definición del nombre del padre como operador de la metáfora paterna que plantea una diferenciación entre la identificación como operación de lenguaje, y la identificación como causa del deseo del Otro. Por un lado la ley que abre al equívoco significante; por el otro la ley como instauración de la prohibición que sitúa ahí al deseante. El enunciado de la ley y su más allá, la enunciación que la hace posible. ¿Qué es lo que permite tomar esta diferencia? El cambio de marcha que hace en el seminario (casi)inexistente donde pluraliza al nombre del padre en su función. Es a través de la formulación del conjunto vacío, tomado de la aritmética de Frege, de la función del cero inscribiendo todos los números naturales, donde se inaugura la hiancia en que cada uno de esos significantes irá a nombrar algo de eso que queda por fuera de la operación del cero armando el conjunto. Qué son los números sino los significantes que se repiten haciendo de la estructura un texto, con su lógica determinada. Pasa así de hablar del nombre del padre a los nombres del padre. Del un padre freudiano, dios primitivo todo gozador; a la función que posibilita, que origina la tela donde las significaciones advendrán. Este seminario parece clave al abrir la transmisión de la lógica propia lacaniana, posibilitándole luego formalizar el entramado de su desarrollo teórico, construyendo en esa lógica las fórmulas de los 3 discursos y del discurso análitico en sus seminarios posteriores. Un signo de lo real La angustia signo, antes mencionada, signo de eso que falta en la estructura. Sujeto efecto de lenguaje articulado a esa falta. Qué significa entonces la falta. ¿El nombre como signo designa esa falta? El designio del nombre del padre; el destino del nombre propio, siendo que “toda nominación es memorial del acto de nominación, pues este acto no se hace nunca al azar”[iv]. ¿Condena o posición a asumir en la estructura a través de la experiencia analítica? Resuena a partir de esto el modo en que opera la metáfora paterna en la neurosis. Como operación lógica, por el hecho de ser de lenguaje, separa al hablante de su alienación en la que se encuentra cooptado como puro objeto del deseo de la madre, siendo la operación la que significa fálicamente al deseo como causa, y limita su estrago para hacer soporte al resto de las significaciones. El inconsciente lenguaje no deja de escribir su texto. Como inconsciente creador, le es permitido su trabajo de escribiente en función de nombrar la cosa, aquél agujero del sujeto mencionado previamente. No cesa de escribirse eso que no puede más que nombrarse mal. Pensando con esto que no hay el nombre apropiado, y quizá sea en la apropiación del nombre que esté la clave. A la vez que el sujeto lo apropie, se hará apropiado para aunque sea se aproxime a lo propio del nombre. Hacerse un nombre lo apropió a Joyce de no quedar por fuera de la relación del inconsciente al saber, que letra a letra escribe sobre el goce, o no. No es metáfora. Si la operación del nombre del padre no logra instituirse como metáfora, la producción inconsciente de la psicosis no puede escribir acerca del goce, quedando éste pregnado a la letra. Burocrático en su institución, el complejo paterno queda deslindado de la cuestión, y su efecto de lenguaje no corta la alienación originaria. No hay separación, eximiéndose la lógica psicótica de la significación fálica y su universal. La trama responde a otra lógica diferente. ¿No hay lenguaje en la psicosis? Suponemos que hay sujeto, de lenguaje, sólo que en su creatividad, el trabajo inconsciente no está puesto en suplir de todas las formas posibles aquello sobre lo cual nada quiere saber el neurótico. Falta la falta en la psicosis, dando total consistencia al Otro, abocando su producción inconsciente a liberarse de él. Pensando con esto otra versión lógica de hacer propio el nombre, de apropiarse de él. Un nombre, unos nombres, propios de toda lógica significante operada por él mismo en función del entramado con el que se construirá la estructura, de lenguaje. Ya sea en su operación, siempre fallida, hablando de neurosis, ya sea en su no operación trátese de psicosis. Un nombre, propio de la inauguración de un edificio significante. El nombre del padre inscripto en la trama simbólica dará lugar para que el sujeto pueda apropiarse de su nombre. Nombrando sus modos de gozar y abriendo la posibilidad de las distintas identificaciones a los ideales del sujeto. ¿Es en la apropiación del nombre que el recorrido analítico se orienta como un camino posible de cura? Hay uno, el mito En cada uno de los giros que formula Lacan dentro del psicoanálisis puede percibirse algo de la estofa de un mismo interrogante que repite, siendo el entramado del discurso analítico y la emergencia de los otros 3 que de éste se articulan, uno de aquellos ejemplos. El interrogante que conduce tanto a un sujeto en análisis como así también a la formación de un analista, no es sino el mismo que se viene presentando a lo largo de toda la elaboración de la historia del pensamiento, siendo ésta la pregunta por el origen. Es en relación a esto que presenta al discurso analítico como el paso a otra cosa. Vehiculizando este interrogante presenta Lacan en el seminario 19 una necesidad lógica propia del discurso analítico, la cual apunta a producir un determinado discurso ahí donde hay un saber. Veinte años antes, allá por los 50, Heidegger dicta su seminario “¿Qué significa pensar?”, realizando un recorrido hacia los orígenes del pensamiento filosófico. Toma como punto de partida una de las aserciones del Parménides donde, en su traducción ordinaria (sic) dice: “Es menester decir y pensar que el ente es”[v]. A partir de aquí problematiza qué es lo que nos convoca a los mortales a pensar (misma acepción del término significar que utiliza Lacan para definir al signo), y diferencia claramente al pensar del discurso de las ciencias, sosteniendo que hasta el momento todavía no pensamos. ¿A qué refiere cuando dice que todavía no pensamos? Hace hincapié en la diferenciación del ser del decir, del representar, esfumándose en los significados; del ser de lenguaje, éste último en relación al ente que sub-yace al ser que dice. Sitúa en el origen a los títulos más sublimes de la filosofía, entendiendo al ser del ente, siendo precisamente lo que nos convoca a pensar, estos cuerpos extraños dentro del lenguaje[vi], los cuales convocan a decir sobre eso de lo que escapa a toda simbolización. Es a partir de esto que me lleva a pensar cierta analogía entre eso que hace signo en el origen, ubicándose como causa del pensamiento, aquello que nos convoca a pensar; y “El arte de producir una necesidad de discurso” que sitúa Lacan en el seminario 19. Necesidad lógica que ubica como resto inaprehensible, como un real que en el origen del sujeto se encuentra perdido por el mismo hecho de habitar el lenguaje, operando como un goce inexistente, vacío, volviendo con esto al tiempo cero que planteaba antes. Tiempo primario que posibilita la producción significante, tiempo mítico que inaugura la producción 292 del inconsciente, y no es sino a través del discurso analítico que se establece, en relación al mito de origen de la estructura la articulación entre el saber de esa producción del inconsciente que busca decir sobre la verdad armando la ficción que vaya a suplir que en el origen hay una falta, lo que lleva a Lacan afirmar que en el origen de la estructura hay uno[vii], que en su repetición construirá el edificio significante propio del hablante. Conclusión En cada nuevo giro que plantea Lacan en el recorrido de su enseñanza, se lee algo que se enuncia más allá del recorrido teórico que plantea, por lo menos en relación a los distintos conceptos que van surgiendo en su homología lógica, en función. Es entonces que se me presenta que no sólo es el camino que toma el inconsciente, nombrado por efecto de lenguaje, el que va a suplir lo que en la estructura aparece como un agujero, como falta de significantes, sino también es el propio Lacan quien se ve convocado a pensar en relación a ese real inaprehensible, que se va escurriendo en la misma medida que se lo intenta apresar, y en todas las vueltas de coordenadas que presenta, a mi entender homólogas y solidarias de la lógica del significante, muestra cómo va abordando, o abordeando ese real que no deja de no nombrarse. Notas [i] Lacan, J. (1964-65), Seminario 12, “Problemas cruciales para el psicoanálisis”, inédito. Clase 4 del 06/01/1965 [ii] Op. cit. clase 13 del 07/04/1965 [iii] Op. cit. clase del 03/03/1965 [iv] Op. cit. clase 13 del 07/04/1965 [v] Heidegger, M. (1951-52) Seminario “¿Qué significa pensar?”, Terramar Ediciones, La Plata, 2005. p161. [vi] Op. cit. p. 206 [vii] Lacan, J. (1971-72) Seminario 19 “…ou pire” Versión íntegra. Clase del 19/01/1972. p 41 Bibliografía Heidegger, M. (1951-52) Seminario “¿Qué significa pensar?”, Terramar Ediciones, La Plata, 2005. Lacan, J. (1961-62), Seminario 9, “La identificación”, inédito. Lacan, J. (1963), Seminario “Los nombres del padre”, del 20/11/1963, inédito. Lacan, J. (1964-65), Seminario 12, “Problemas cruciales para el psicoanálisis”, inédito. Lacan, J. (1971-72) Seminario 19 “…ou pire” Versión íntegra. 293