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RESEÑA EN CONTRA DE LA MÚSICA: HERRAMIENTAS PARA PENSAR, COMPRENDER Y VIVIR LAS MÚSICAS Mgr. Juan Sebastián Ochoa Escobar Maestro en música, Magíster en estudios culturales. Área de desempeño académico: investigación musical. Afiliación institucional: Universidad de Antioquia. 21 ARTES LA REVISTA “En contra de la música” es el más reciente libro del etnomusicólogo y charanguista peruano Julio Mendívil. En él se reúnen 30 textos cortos, de fácil comprensión, escritos bajo la lógica y forma de los textos de divulgación científica en los que aborda, de manera profunda, amena y clara a la vez, distintos temas relevantes para una reflexión crítica sobre la música como práctica cultural. Los textos fueron escritos entre 2010 y 2015, y la mayoría vieron la luz previamente en su columna periodística “Hablemos de música” publicada en la revista en línea Suburbano (www. suburbano.net).1 Julio, radicado desde hace varios años en Alemania, es sin duda uno de los referentes latinoamericanos más importantes actualmente en la investigación musical entendida en un sentido amplio, es decir, abarcando la etnomusicología, la musicología y los estudios de música popular. Hasta el año pasado fue el presidente de la Asociación Internacional para el Estudio de la Música Popular, rama latinoamericana (IASPM-Al, por sus siglas en inglés), y desde esta posición se caracterizó por promover una aproximación crítica y democrática (no dogmática) al estudio de las diferentes manifestaciones musicales en la región. El asunto de fondo en muchos de los textos aquí reunidos, así como en el pensamiento de Julio en términos generales, es la desontologizacion de la música. Esto quiere decir, la intención de desmarcar a la música de cualquier intento de adscribirse un tipo de naturaleza, esencia, condición o cualidad específica. Fiel representante del pensamiento crítico más actual, se niega a pensar la música como necesariamente algo bueno o una expresión “elevada” (sea lo que sea que esto signifique). Por esto, el título del libro parece tan desconcertante como acertado: en un principio parece sugerir una diatriba contra la música (algo políticamente incorrecto en cualquier contexto y época), pero una vez inmersos en su lectura queda claro que su crítica va en contra de la música entendida desde posturas esenciales y dogmáticas. El mismo Julio lo expresa así en la introducción: “me propongo ofrecer a los lectores elementos de juicio que les permitan extender sus horizontes musicales, de manera que puedan relativizar sus premisas y evitar actitudes discriminatorias al momento de enfrentar la alteridad musical”. Desde otra perspectiva, se trata de ir en contra de la música entendida como una entidad en singular, universal y dogmática, y más bien hacerlo “a favor de las músicas (en plural), sin distinciones valorativas de ningún tipo.” 1. En esta misma revista se encuentran varios otros textos no incluidos en esta compilación. 201 EN CONTRA DE LA MÚSICA: HERRAMIENTAS PARA PENSAR, COMPRENDER Y VIVIR LAS MÚSICAS Parte de lo que evidencia ese afán crítico, desestabilizador y provocador se encuentra en los títulos de la mayoría de los textos aquí reunidos, algunos de los cuales están redactados en forma de interrogación. “Sobre el origen de la música”, “Un lenguaje no tan universal”, “¿Tiene sentido hablar de música?”, ¿Qué significa saber de música?”, “¿Qué es la música clásica?”, “¿Son biológicas o naturales las facultades musicales?”, “Sobre el gusto musical”, “La música como mercancía”, son algunos de los títulos. Todas son preguntas y temáticas del sentido común que Julio aborda con una claridad y agudeza difíciles de aunar en un mismo texto. Por ejemplo, para comenzar lanza la pregunta ¿qué es la música? y la contesta de una manera que puede parecer obvia y común dentro de los circuitos académicos actuales pero que para la mayoría de melómanos o aficionados puede sonar a sacrilegio: “qué cosa sea la música no es sino mera convención social”. Esto muestra el tenor desesencializador que atraviesa todas las reflexiones del texto. Pero Julio no cuestiona solo por el placer de cuestionar (actitud con la que sí suelen disfrutar muchos intelectuales). Su posición crítica es ante todo una posición política. A lo largo del texto, poco a poco nos va dando puntadas acerca de su concepción de la etnomusicología como disciplina, pero es en los últimos escritos donde se hace más explícita su postura, la cual ve a la etnomusicología como una ciencia humanista que debe promulgar por reconocer y valorar las diferencias culturales y, a partir de ello, desnaturalizar los lugares comunes, desenmascarar las jerarquías y denunciar toda forma de discriminación y etnocentrismo. Estudiar las músicas deja de ser un asunto de simple erudición, de gozo o de curiosidad intelectual, para pasar a ser una actitud explícitamente política en búsqueda de la transformación social. 202 Es difícil no encontrar semejanzas entre “En contra de la música” y los aportes del crítico musical argentino Diego Fischerman en su libro “Efecto Beethoven, complejidad y valor en la música de tradición popular” (Paidós, 2005) en cuanto a que ambos abordan, con un lenguaje ameno y accesible, algunos de los problemas conceptuales más relevantes para acercarse a un pensamiento crítico y no ingenuo de las culturas musicales, y por eso mismo resulta un libro altamente recomendable. Al igual que Fischerman, Mendívil en sus argumentaciones toma ejemplos de muy amplias y diversas tradiciones musicales, de tal manera que podemos encontrar mencionados cantos de la China, melodías de los aborígenes australianos, de las fiestas populares en los andes peruanos, de los indígenas sikuni en los llanos colombianos, de la música sacra del medioevo europeo, de las tradiciones rurales de Nigeria o Rusia, de compositores eruditos como Mozart o Beethoven, o de expresiones tan masivas como la chicha peruana o el rock inglés, abordaje amplio y ecléctico que resulta necesario 21 ARTES LA REVISTA al afrontar una aproximación crítica y no etnocentrica a las músicas (así, en plural). También, muestra Julio una erudición quizás un poco abrumadora en cuanto a la inmensa cantidad de fuentes y autores de los que se alimenta. Y en este punto el escritor peruano nos ofrece algo que el argentino no: mientras las interesantes argumentaciones de Fischerman parecen sacadas de la nada, pues no suele referenciar sus fuentes ni recomendar bibliografía (lo cual lo deja a uno con la desazón de no saber qué otras fuentes consultar o cómo profundizar en las temáticas, y hace percibir al escritor como una especie de genio –algo que disfrutan los argentinos- que resuelve todo con frotar su varita mágica), Mendívil discute permanentemente con otros autores y al final de cada texto nos sugiere unas lecturas complementarias. Así, el libro se constituye en un abrebocas, una especie de ABC o síntesis de las principales preguntas que debe abordar cualquier lectura crítica a la música como hecho social, sea desde la musicología, la etnomusicología, los estudios de música popular, la crítica musical, o incluso aproximaciones más cotidianas como el coleccionismo o la afición. Una lectura juiciosa de “En contra de la música” debe servirnos para “contar” mejor las músicas y dejar de replicar de forma acrítica las valoraciones asentadas en el sentido común. Las reflexiones aquí presentes son tan amplias, variadas y profundas que el libro amerita más de una lectura para poder ser decantado, y se convierte así en un libro de consulta. Estoy seguro que una difusión amplia de este libro dejaría huella en círculos más amplios que los estrechos campos académicos de la musicología y etnomusicología. Especialmente podría impactar dentro en los mismos músicos para poder poner en perspectiva su propio oficio, así como en los círculos de periodismo cultural latinoamericano, tan necesitados de ese diálogo entre la comunicación y la academia, entre la transmisión de información y la reflexión crítica de fenómenos culturales. 203