Estudios Atacameños (en línea) | vol. 69 (2023) | ANTROPOLOGÍA | e4899
10.22199/issn.0718-1043-2023-0004
“Se instaló el diablo en el Salar”. Organizaciones atacameñas, agua
y minería del litio en el Salar de Atacama
"The Devil has settled in the Salar". Atacameño Organizations, water and
lithium mining in the Atacama salt flat
Mauricio Lorca1 https://orcid.org/0000-0003-3490-8212
Manuel Olivera Andrade 2 https://orcid.org/0000-0003-3291-2488
Ingrid Garcés 3 https://orcid.org/0000-0002-8889-8374
1
Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales y Educación / Departamento de Ingeniería en Minas,
Facultad de Ingeniera, Universidad de Atacama, Copiapó, CHILE.
mauricio.lorca@uda.cl
2
Posgrado en Ciencias del Desarrollo (CIDES UMSA), Universidad Mayor de San Andrés, La Paz,
manuel.olivera@cides.edu.bo
BOLIVIA.
3
Departamento de Ingeniería Química y Procesamiento de Minerales, Universidad de Antofagasta,
ingrid.garces@uantof.cl
Antofagasta, CHILE.
Resumen
La acción del capital y la minería en la región de Antofagasta desde fines del siglo XIX ha significado
profundas transformaciones sociales y ambientales. Ese proceso de larga duración hoy encuentra continuidad
y amplificación en la minería del litio en el Salar de Atacama. Desde la década de 1990, la dimensión étnica
de la acción colectiva en ese territorio ha redefinido las relaciones interculturales posibilitando, en la segunda
década de este siglo, la firma de convenios entre mineras y organizaciones atacameñas que involucran la
transferencia directa de dinero como compensación a los impactos negativos que suponen sus operaciones,
especialmente, en el balance hídrico del lugar. Este artículo caracteriza esta nueva etapa de la organización y
movilización atacameña, a partir de las estrategias de negociación y gestión del territorio que están
implementando las comunidades y que han hecho emerger fuertes cuestionamientos al interior y entre las
organizaciones atacameñas trasladando el acostumbrado enfrentamiento entre empresas y comunidades al
interior de las organizaciones indígenas.
Palabras clave: acción colectiva, descarbonización, desigualdades, minería del agua.
Abstract
The capital and mining that has been in the Antofagasta region since the late 19th century brought profound
social and environmental transformation. The deep-rooted process finds continuity and expansion in today’s
lithium mining of the Atacama salt flats (Salar de Atacama). The ethnic dimension of collective action in this
territory since the 1990s has redefined intercultural relations. In the second decade of this century, mining
companies and Atacameño organizations agreed to direct money transfers as compensation for the negative
impacts of mining operations, especially on the water balance. The communities’ negotiation and territorial
management strategies have raised strong questioning within and among Atacameño organizations, shifting
the traditional communities vs. companies conflict to within the indigenous organizations. This article
describes this new stage of Atacameño organization and mobilization.
Keywords: collective action, decarbonisation, inequalities, water mining.
Recibido: 07 mayo 2021 | Aceptado: 18 mayo 2022
ESTUDIOS ATACAMEÑOS. Arqueología y antropología surandinas 2023, 69: e4899
1
Mauricio Lorca, Manuel Olivera Andrade e Ingrid Garcés
Introducción
Desde fines del siglo XIX, la actividad minero industrial en el desierto de la región de
Antofagasta, en Chile, ha implicado la expansión del capital, significativos impactos en el
medio ambiente y profundas alteraciones en las formas de vida y las relaciones sociales
tradicionales de las poblaciones vernáculas. Primero fue la extracción de nitratos en la franja
de desierto absoluto que se extiende, de oriente a poniente, entre la cordillera de Domeyko
y la vertiente oriental de la cordillera de la Costa. Luego, cuando los descubrimientos
realizados en el campo de la electricidad y la industria triplicaron la demanda mundial de
cobre, el mineral cuprífero de Chuquicamata dio continuidad a la expansión minera en el
desierto de Atacama, inaugurando la extracción a gran escala, agudizando la merma hídrica
en el territorio y, por ende, importantes efectos en el medio ambiente y la población local.
Hoy la obtención de litio en el Salar de Atacama –el depósito de mayor grado y
producción a nivel mundial de ese mineral, pero también un ecosistema de altísimo valor
ecológico, cultural y simbólico– se ha sumado a la matriz extractiva de la región de
Antofagasta, como insumo clave para la transición hacia el uso de energías renovables
mediante el uso de baterías ion-litio. El litio se ha convertido en un mineral estratégico y
una suerte de piedra filosofal capaz de revertir la dependencia de los combustibles fósiles. La
demanda mundial de este metal se multiplicará por cinco para 2050 y su precio seguirá
ascendiendo (Hund et al., 2020, pp.71-73).
La minería del litio en los salares requiere del bombeo y la evaporación de la
salmuera presente en su interior, afectando tanto al acuífero como al sistema de lagunas y
humedales asociados, que tienden a desaparecer ante la mirada impotente de las
comunidades locales y ambientalistas. En efecto, la minería del litio genera profundas
preocupaciones respecto al balance hídrico de los sistemas –que están constituidos en parte
importante, por aguas fósiles–, la diminución de las napas freáticas y la posibilidad de
salinización de las aguas dulces (Yáñez y Molina, 2008, 2011). Además, los modelos
hidrológicos propuestos para la modelación de impactos de esos enclaves extractivos no
están considerando la interconexión de las cuencas desde una perspectiva integral, ni
tampoco la extracción de las operaciones vecinas (Anlauf, 2015). En resumen, la minería
del litio se ha convertido en una poderosa fuerza de transformación territorial dadas las
grandes cantidades de agua que extrae para producir carbonato, cloruro e hidróxido de ese
metal.
A eso se suma que, hasta comienzos de la década de 2010, las explotaciones de litio
en el Salar de Atacama se ejecutaron sin consultar previamente a las comunidades locales, lo
que ha ido generando conflictos, pero también acomodos entre organizaciones indígenas y
empresas mineras mediante la firma de acuerdos y convenios. Esos contratos implican hoy
la transferencia directa de importantes sumas de dinero como compensación a los impactos
2
ESTUDIOS ATACAMEÑOS. Arqueología y antropología surandinas 2023, 69: e4899
“Se instaló el diablo en el Salar”. Organizaciones atacameñas, agua y minería del litio en el Salar de Atacama
negativos que suponen las operaciones mineras, como el convenio firmado entre Albemarle
y el Consejo de Pueblos Atacameños (CPA) (Albemarle, 2019) 1. Sin embargo, esto ha
hecho emerger fuertes cuestionamientos al interior y entre las organizaciones atacameñas.
En este artículo damos cuenta de algunas transformaciones en las organizaciones
indígenas de la cuenca del Salar de Atacama, tras los recientes acuerdos y convenios
firmados con empresas del litio como compensación a los efectos de esa actividad en el
balance hídrico del lugar. El artículo se estructura de la siguiente forma, en primer lugar,
proporcionamos un marco teórico conceptual que, desde la ecología política, da cuenta de
las desigualdades y conflictos que comporta la explotación de litio como parte del proceso
de descarbonización de la matriz energética mundial. Luego entregamos información sobre
el material con que trabajamos para, enseguida, presentar las relaciones existentes entre
minería y agua en el área de estudio, enfatizando en la fragilidad de este ecosistema. A
continuación, revisamos el proceso de organización atacameña para concentrarnos en las
actuales estrategias de negociación y gestión del territorio que están implementando las
comunidades. Nos enfocamos en las tensiones, fracturas e irrupción de nuevas
comunidades indígenas en el área y los efectos que los acercamiento con las empresas
mineras están generando al interior y entre esas organizaciones. Por último, a modo de
conclusión reflexionamos acerca de esas transformaciones como una muestra de las
desigualdades que viene imprimiendo el proceso de transición energética global en los
salares altoandinos en que opera la minería del litio.
Descarbonización, litio y desigualdades
El reciente súper ciclo de los commodities que vivió Latinoamérica entre 2000 y 2014,
significó el avance de las fronteras extractivas de la minería. Como consecuencia, se
incrementaron los conflictos sobre el acceso, extracción y usufructo de recursos, así como
las resistencias locales ante los efectos mineros en el medioambiente (Bebbington et al.,
2008; Conde, 2017; Svampa, 2019). Actualmente, la transición energética con la
consecuente alza en la demanda mundial de litio, profundiza esa conflictividad en
territorios de alta fragilidad ecológica, como son los salares altoandinos. Estos procesos
están siendo cuestionados por los impactos ambientales, desigualdades, injusticias y
vulnerabilidades que implican (Sharma y Manthiram, 2020; Sovacool, 2021).
En otras palabras, la construcción de un nuevo paradigma energético está asociada a
la profundización de las desigualdades entre las regiones que perciben los beneficios de esa
1
En 2016, Albemarle y 18 comunidades indígenas que componen el CPA firmaron un inédito “Acuerdo de
cooperación, sustentabilidad y beneficio mutuo”, mediante el cual la empresa se compromete a la entrega,
hasta 2043, del 3,5% del valor de sus ventas de carbonato de litio y cloruro de potasio de la producción de la
Planta Salar (en el Salar de Atacama) para las comunidades (3%) y 0,5% para I+D para el CPA (Albemarle,
2019).
ESTUDIOS ATACAMEÑOS. Arqueología y antropología surandinas, 2023 69: e4899
3
Mauricio Lorca, Manuel Olivera Andrade e Ingrid Garcés
transformación sociotecnológica y los territorios que soportan el deterioro ecosistémico y
social asociado a la acción extractivista. Esto deja al descubierto las “interdependencias
asimétricas” entre los países o, más bien, los territorios que proveen recursos estratégicos
para el desarrollo de tecnologías que colaboran a la reducción de dióxido de carbono, y los
países que se benefician del valor agregado y la distribución desigual de los costos y riesgos
asociados a la renovación de la matriz energética fósil, por una basada en energías
renovables (Göbel, 2013).
La distribución desigual de costos y beneficios y el consecuente crecimiento de la
conflictividad social a partir de componentes medioambientales ha sido estudiada
ampliamente. Por ejemplo, Homer-Dixon (1999), analizando variables físicas, el
crecimiento poblacional y la distribución de la riqueza y del poder, asocia la escasez de
recursos con el incremento de conflictos que están mediados no solo por la carencia, sino
que también por factores sociales, políticos y económicos. Por su parte, Martínez-Alier
(2004, p.81) ha propuesto la categoría de “conflictos ecológicos distributivos” para explicar
las desigualdades en la distribución social de costos y beneficios desde la perspectiva de los
grupos que sufren las primeras y que las expresan mediante lenguajes de valoración que no
necesariamente se reducen a la dimensión económica. Sin embargo, Folchi (2001, p. 91)
relativiza ese “ecologismo de los pobres” advirtiendo que las tensiones y conflictos de
contenido ambientales aparecen “cuando se tensiona la estabilidad histórica conseguida
entre una comunidad y su hábitat” y no necesariamente debido a preocupaciones de
carácter ecológico.
Desde la década de 1980 la discusión teórica sobre movimientos y conflictos sociales
vinculados al medio ambiente en los Estados Unidos ha recurrido al concepto de justicia
ambiental para advertir que la exposición a la contaminación y otros riesgos ambientales
son distribuidos desigualmente según criterios étnicos y de clase (Schlosberg, 2004, 2007;
Bullard et al., 2007; Lerner, 2010). Desde la década 2000 el uso del término se extendió
fuera de ese país –adquiriendo distintas formas según el contexto–, para articular los
intereses medioambientales con los de justicia social, equidad y ciudadanía (Mohai et al.,
2009). En ocasiones la justicia ambiental brega por los problemas éticos y políticos que
impone la crisis climática para grupos que sufren las consecuencias del trastorno de los
patrones climáticos pero que, paradójicamente, son los menos responsables de ese
fenómeno (Pettit, 2004; Innerarity, 2012). En otras, la lucha se centra en la distribución
justa de los beneficios y los costos de los servicios energéticos (Bond y Dorsey, 2010;
Dawson, 2010) y, en ocasiones, se orienta a descolonizar y emancipar epistémicamente las
experiencias y las relaciones entre saber y poder (Souza Santos, 2009). Por su parte la
justicia hídrica, se enfoca en los procesos de acumulación, despojo y distribución desigual
del agua considerándolos como problemas que arraigados a contextos históricos y
4
ESTUDIOS ATACAMEÑOS. Arqueología y antropología surandinas 2023, 69: e4899
“Se instaló el diablo en el Salar”. Organizaciones atacameñas, agua y minería del litio en el Salar de Atacama
socioculturales específicos que incluyen el reconocimiento cultural, la participación política
y la integridad de los ecosistemas (Boelens et al., 2011; Zwarteveen y Boelens, 2014).
La relación entre conflictos, territorios y extractivismo, especialmente minero,
demuestra estar dentro de las preocupaciones centrales de la producción académica y de
organizaciones no gubernamentales y sociales (Maillet et al., 2021). En el caso de Chile,
como demuestra Akchurin (2020), el avance de la minería y sus externalidades son objeto
de oposición, sobre todo cuando afectan la tierra y los recursos hídricos de sociedades
agrarias y comunidades indígenas. Esto ha dado por resultado una serie de desigualdades
sociales y ambientales en que la variable étnica, como eje de poder, resulta fundamental
para comprender los conflictos y resistencias que tienen lugar en el área y que se articulan
en torno al trato justo y la participación significativa de la población atacameña en
decisiones que competen su sustentabilidad (Castillo, 2016). La minería industrial después
de extenderse por el desierto de Atacama, sobre explotando el agua superficial, se ha
aproximado a las áreas en que se encuentran los depósitos subterráneos, la biodiversidad y
las tierras del pueblo atacameño (Romero et al., 2012). En el caso del acceso al agua en la
región de Antofagasta, la actividad minero-industrial ha creado importantes desigualdades
que están siendo agudizadas por la expansión de la minería del litio, generando y
actualizando nuevas formas de relacionamiento interétnico en el lugar (Prieto, 2017;
Bolados y Babidge, 2017; Gundermann y Göbel, 2018; Blair, 2021; Jerez et al., 2021).
Materiales y métodos
Este documento es abordado desde un enfoque histórico y etnográfico. La información
primaria con que se trabajó fue recogida mediante entrevistas semiestructuradas y no
directivas con sujetos que adscribieran a la etnia atacameña y que residen en la cuenca del
Salar de Atacama; que tuviesen la capacidad de entregar información no solo general sino
puntual, y que pudieran relacionar al investigador con otros informantes relevantes para la
comprensión en profundidad de la temática de estudio. El trabajo de campo se desarrolló
durante marzo 2020 y el mismo mes del 2021. La selección de las personas entrevistadas
tuvo un carácter continuo, secuencial y dinámico que se acomodó a la emergencia global
asociada a la Covid-19. En total se realizaron 22 entrevistas a hombres (15) y mujeres (7)
de distintas comunidades indígenas (Tabla 1), que han desempeñado o no, cargos de
dirigencia en sus organizaciones y/o que participan en asociaciones ambientales, turísticas u
otras. Esos discursos dieron acceso a un espectro de las visiones y percepciones sobre la
relación entre minería del litio, recursos hídricos y el posicionamiento que adoptan muchos
comuneros respecto a los acuerdos que han entablado algunas comunidades atacameñas de
la cuenca del Salar de Atacama con las empresas mineras que explotan litio. Cabe señalar
que para apoyar nuestros argumentos, insertamos citas seleccionadas de diferentes
entrevistas a lo largo del artículo.
ESTUDIOS ATACAMEÑOS. Arqueología y antropología surandinas, 2023 69: e4899
5
Mauricio Lorca, Manuel Olivera Andrade e Ingrid Garcés
Tabla 1. Participantes de la investigación (Fuente: Elaboración propia).
Nº
1
2
Código de entrevista
20200302_hombre_Beter y Tulor
20200303_mujer_SPA
Edad
57 años
66 años
3
20200303_hombre_Toconao
53 años
4
5
20200305_hombre_Toconao
20200306_hombre_Beter y Tulor
28 años
33 años
6
20200310_hombre_Toconao
69 años
7
8
9
10
20200310_mujer_Toconao
20200314_hombre_Sequitor y Checar
20200314_mujer_Sequitor y Checar
20200316_hombre_Quitor
54 años
23 años
47 años
65 años
11
20200316_hombre_Salar de Tara
57 años
12
13
14
15
20200317_hombre_Beter y Tulor
20200317_hombre_Beter y Tulor
20200319_hombre_Toconao
20210311_hombre_Salar de Tara
40 años
65 años
47 años
52 años
16
17
20210312_hombre_Solcor
20210312_mujer_Sequitor y Checar
41 años
47 años
18
20210314_ mujer_
Séquitor y Checar
20210315_mujer_SPA
20210317_ mujer_SPA
20210320_hombre_Toconao
20210325_hombre UMA-CPA
56 años
19
20
21
22
42 años
68 años
48 años
47 años
Comunidad y/u organización
Comunidad Atacameña de Beter y Tulor
Comunidad Atacameña de San Pedro de
Atacama (SPA)
Presidente de la Comunidad Atacameña de
Toconao y sindicalista del mineral de
Chuquicamata
Comunidad Atacameña de Toconao
Presidente de la Comunidad Atacameña de Beter
y Tulor
Ex dirigente de la Comunidad Atacameña de
Toconao
Comunidad Atacameña de Toconao
Comunidad Atacameña de Sequitor y Checar
Comunidad Atacameña de Sequitor y Checar
Habitante del ayllu de Quitor y miembro de la
Fundación Ayllu sin Fronteras
Comunidad Atacameña del Salar de Tara (en
formación) y miembro de la organización
Atacama Somos Todos.
Comunidad Atacameña de Beter y Tulor
Comunidad Atacameña de Beter y Tulor
Comunidad Atacameña de Toconao
Comunidad Atacameña del Salar de Tara (en
formación)
Comunidad Atacameña Ayllu de Solcor
Comunidad Atacameña de Séquitor y Checar. Ex
Presidenta del Comité de Agua Potable Rural
(CAPRA) de SPA
Comunidad Atacameña de Sequitor y Checar
Comunidad Atacameña de SPA
Comunidad Atacameña de SPA
Comunidad Atacameña de Toconao
Unidad Medioambiental del Consejo de Pueblos
Atacameños (CPU)
Los datos de las entrevistas se recogieron utilizando una guía basada en cinco
categorías temáticas: 1. Medios de vida en torno al Salar: es decir, cómo se relacionan las
personas con el territorio en términos socioculturales, económicos y simbólicos. 2. Litio y
desarrollo: apunta al papel que los participantes otorgan a la minería del litio en el
desarrollo local y el rol que el litio puede desempeñar en el futuro. 3. Relaciones entre
comunidades, empresas mineras y Estado: incluye las experiencias de negociaciones
pasadas, los acuerdos y las relaciones con las empresas y el Estado y las expectativas sobre las
funciones y el proceder de esos actores en el territorio. 4. Impactos socioambientales: se
refiere a los efectos percibidos de la extracción de litio y las reflexiones de los participantes
6
ESTUDIOS ATACAMEÑOS. Arqueología y antropología surandinas 2023, 69: e4899
“Se instaló el diablo en el Salar”. Organizaciones atacameñas, agua y minería del litio en el Salar de Atacama
sobre cómo mitigar o compensar esos impactos. 5. Organización local: se dirige a
identificar cómo se organiza la población local y cómo esas estructuras organizativas han
cambiado o no, por la extracción de litio. Asimismo, indaga en los conflictos de intereses,
tensiones internas y procesos de reflexión que la minería del litio ha provocado en el
territorio.
Minería y agua en el Salar de Atacama
El Salar de Atacama es parte de una cuenca endorreica de aproximadamente 15.620 km2
que se alimenta del flujo de agua y sales que escurren desde los niveles cordilleranos para
alimentar el depósito central del sistema hidrológico del Salar (Marquet et al., 1998;
Martínez-Tilleria et al., 2017; entre otros). La salmuera corresponde a un cuerpo de agua
salina o salobre resultante de un largo proceso histórico de evaporación (Margaleff, 1983),
que no es considerada como agua por la ley chilena y, por tanto, no está regulada por el
Código de Aguas (1981) 2. Actualmente, el balance hídrico en el lugar se explica, primero,
por las pérdidas de agua asociadas a la alta evaporación y la actividad antrópica,
principalmente por el uso del recurso que hace la minería y, segundo, por la reposición
aportada por los flujos de agua subterránea y superficiales resultantes de las lluvias de
invierno y verano (Houston y Harley, 2003; Houston, 2006; Ward, 2009).
La creciente escasez de agua en la cuenca del Salar de Atacama es un fenómeno de
carácter multifactorial y sistémico que, desde un enfoque dinámico, responde a una
formación histórica y social específica: la articulación desde fines del siglo XIX de capital y
minería en un medio desértico. Ese anclaje histórico y espacial del fenómeno implica la
unión de dos procesos de cambio ambiental que se yuxtaponen permanentemente en el
Salar. Por un lado, están las transformaciones a escala evolutiva de los rasgos biogeográficos
del desierto de Atacama como conjunto de ecosistemas áridos y semiáridos y, por ende, de
alta fragilidad, en que se han desarrollado poblaciones humanas desde hace unos 13.000
años (Llagostera, 2011). Vale decir, la escasez de agua en Atacama es ante todo un
fenómeno inherente a ese espacio geográfico e involucra la adaptación a condiciones de
estrés hídrico de sociedades y biodiversidad, en que el conocimiento generado durante
miles de años está en el centro de las estrategias de adaptación de las sociedades locales. Por
otro lado, el capital minero ha generado un quiebre en esas estrategias, provocando cambios
permanentes, fluctuantes e irreversibles en las condiciones socioecológicas del lugar. Los
factores exógenos que contribuyen a ello pueden denominarse detonantes históricos de la
escasez de agua y corresponden, primero, al uso extra intensivo del recurso hídrico desde la
expansión de la minería industrial en el siglo XIX, que significó el reemplazo del modelo
2
Las salmueras tienen composición variable de sales de sodio, calcio, potasio, magnesio, azufre y litio, entre
otras, que se precipitan y se redisuelven periódicamente en cuencas endorreicas. Estas sales se encuentran en
forma de minerales solubles, conocidos genéricamente como evaporitas o recursos evaporíticos (Margaleff,
1983).
ESTUDIOS ATACAMEÑOS. Arqueología y antropología surandinas, 2023 69: e4899
7
Mauricio Lorca, Manuel Olivera Andrade e Ingrid Garcés
local de gestión del agua y el deterioro ambiental a lo largo del siglo XX. Luego, el
vertiginoso crecimiento turístico que, desde la década de 1980, convirtió a San Pedro de
Atacama en un destino de alta demanda, sumando ese rubro a las disputas locales por el
agua. Por último, el paulatino colapso de los patrones climáticos planetarios por efecto de la
concentración de gases de efecto invernadero (Campos-Ortega y Jorquera-Jaramillo, 2008;
Morales y Azócar, 2015; Wurtsbaugh et al., 2017; Videla, 2021).
Los fenómenos asociados a la actual escasez hídrica, comienzan a identificarse
durante la década de 1980 y se incrementan en los años noventa, cuando la región de
Antofagasta enfrentó “una modernización de segunda generación” en la explotación de
recursos minerales sinónimo de inversión de capitales privados y estatales (Gundermann,
2003, p. 56). Es decir, no es posible analizar esta escasez sin dar cuenta de los antecedentes
de la actividad minera en la cuenca del Salar de Atacama y el uso de sus acuíferos. Las
primeras referencias de la minería del litio se remiten a 1962, cuando la empresa Anaconda
exploró por primera vez el Salar de Atacama en busca de agua para los procesos industriales
de Chuquicamata y, al analizar el contenido químico de la salmuera, surgieron las primeras
evidencias de altas concentraciones de litio, potasio, magnesio y boro. A partir de 1975, la
Corporación del Fomento a la Producción (CORFO) encabezó las prospecciones y estudios
de factibilidad de los recursos minerales del Salar. En 1984, la Sociedad Chilena de Litio
Ltda., hoy Albemarle, comenzó la producción de carbonato de litio y 12 años después lo
hizo la Sociedad Minera Salar de Atacama S.A. (Minsal), actual SQM (Pavlovic, 2014).
Desde la década de 1990, se intensificó el consumo de agua por las compañías
mineras que operan al interior y alrededor del Salar de Atacama, con la incorporación de la
gran minería cuprífera convencional. De hecho, el 89% del agua dulce es consumido por la
minería del cobre. Esto inaugura un ciclo de escasez de agua sin precedentes históricos en el
área, ya que la actividad minera está consumiendo 379.041 m3/día, de los cuales el 49% es
extraído por la minería del litio (Tabla 2). Esta cifra es la sumatoria del volumen bombeado
de salmuera y el agua dulce para uso industrial declarado por las empresas. Vale decir, sin
innovación tecnológica, el sistema de bombeo y evaporación de salmuera acelera la escasez
de agua en la cuenca, a lo que se suma la proyección de incremento de uso de agua dulce de
las mineras de cobre hasta el año 2025. Asimismo, además del uso minero, hay que
considerar que las necesidades asociadas a la actividad turística y hotelera también van
mermando las disponibilidades hídricas del área, complejizando el panorama.
8
ESTUDIOS ATACAMEÑOS. Arqueología y antropología surandinas 2023, 69: e4899
“Se instaló el diablo en el Salar”. Organizaciones atacameñas, agua y minería del litio en el Salar de Atacama
Tabla 2: Derechos de agua vigentes de las principales empresas mineras en el Salar de Atacama (Fuente:
Elaboración propia basada en información oficial de las empresas, Cochilco e instituciones reguladoras).
Compañía
Casa Matriz
Inicio de
Producto
Fuente de
Ubicación de
Resolución
minera
operaciones (volumen
agua
pozos
de
y fin de
2020 en
(volumen
Calificación
concesión
miles
2021 en l/s)
Ambiental
t/año)
(RCA)
Compañía
Antofagasta
1995 – 2029
Cobre
Agua dulce
6 pozos aguas
574 (1993)
Minera
Minerals
96,5 t/año
212,75 l/s
abajo de las
Zaldívar
(50%) y
(500 l/s
operaciones
(CMZ)
Barrick Gold
autorizados
MEL,
acuífero
(50%)
hasta 2025)
Negrillar, sector
sur de la
cuenca.
Minera
BHP Billiton
1991- 2048
Cobre
Agua dulce
24 pozos en
1/97 (2001)
Escondida
(57,5%); Rio
1.187
1.985,8 l/s
acuífero
Ltda.
Tinto PLC
t/año
Monturaqui–
(MEL)
(30%) y
Negrillar–
JECO 2
Tilopozo,
Corp.
sector sur de la
(12,5%).
cuenca del Salar
de Atacama.
SQM Salar
Sociedad
1996 - 2030
Litio
Agua dulce
Agua
226 (2006)
S.A.
Quimica y
70 t/año,
117 l/s
subterránea de
de 240 l/s
(SQM)
Minera de
potasio y
5 pozos al este
autorizados.
Chile S.A.
sales
del Salar:
Salmuera
derivadas
Mullay-1,
1.600 l/s.
Allana, Camar2, P-2 y
Socaire-5.
Albemarle
Albemarle
1984 – 2043
Litio
Agua dulce
Agua
21 (2016)
Ltda.
Corporation
42 t/año,
29,5 l/s.
subterránea de
Salmuera
(Planta
potasio y
3 pozos en el
442 l/s
Salar)
sales
sureste del
derivadas
núcleo del
Salar: Tilopozo,
Tucúcaro y
Peine.
En la figura 1 se puede ver la ubicación de pozos de bombeo con derechos de
caudales de agua subterránea autorizados. A ese escenario se añade que el área de
operaciones de SQM y Albemarle en el Salar se ha cuadruplicado durante las últimas dos
décadas, pasando de los 20,54 km2, en 1997, a 80,53 km2 en 2017 (Liu et al., 2019) y el
área de las pozas en que se realiza la concentración de salmueras pasó de 129,02 ha, en
1985, a 9.093 ha en 2017 (Prieto y Sandoval, 2018). Es decir, en 32 años, el área de pozas
aumentó en alrededor de 7.000%. Asimismo, durante el proceso de concentración de las
salmueras, para alcanzar el 6% en litio en las pozas y producir una tonelada de carbonato de
litio, se pierden dos millones de litros de agua y se generan miles de toneladas de desechos
salinos (Garcés y Álvarez, 2020). Se estima que en 2017 la pérdida de agua por extracción
ESTUDIOS ATACAMEÑOS. Arqueología y antropología surandinas, 2023 69: e4899
9
Mauricio Lorca, Manuel Olivera Andrade e Ingrid Garcés
de litio en el Salar de interés fue al menos 50 veces mayor que la totalidad del consumo
doméstico de la comuna de San Pedro de Atacama y cientos de veces mayor que el
consumo del sector turístico (Liu y Agusdinata, 2020).
Figura 1: Mapa en que se identifican los salares existentes en el norte de Chile. En detalle, el Salar de
Atacama. En puntos grises las extracciones por bombeo que ocurren principalmente en la zona norte del Salar
para riego y consumo doméstico u hotelero. En el margen oriental, se extrae agua para consumo y
abastecimiento de empresas mineras. En el sector sur, extracciones de agua de MEL y CMZ. En el núcleo
salino, hacia el sur, en blanco la ubicación de las empresas mineras SQM y Albemarle. En el sector oriental y
sur, los cuerpos de agua del Salar. (Fuente: Elaboración propia en base a Gajardo y Redón, 2019).
La suma de este conjunto de factores, en el que la minería tiene rol fundamental, ha
hecho que la demanda de agua en el desierto de Atacama hoy exceda a la oferta de los
recursos disponibles, detectándose un déficit de 15.000 l/s en 2016 (Comisión Económica
para América Latina y el Caribe – Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos, 2016). En efecto, las comunidades atacameñas perciben una diversidad de
impactos y cambios ambientales que asocian a la actividad minera, particularmente, con la
10
ESTUDIOS ATACAMEÑOS. Arqueología y antropología surandinas 2023, 69: e4899
“Se instaló el diablo en el Salar”. Organizaciones atacameñas, agua y minería del litio en el Salar de Atacama
extracción de litio. Aseguran que el Salar se degrada y que cada vez está más seco y que, por
ende, el impacto de la minería a lo largo del tiempo es arriesgado e incompatible con el
medio ambiente y el desarrollo agrícola y pastoril que han desarrollado desde tiempos
inmemoriales.
…porque con la extracción de miles de litros de agua que tenemos nosotros en el
desierto, si no llueve, no hay recargas, hay un caos y los animalitos, los guanacos,
empezaron a abortar y si parían, botaban sus crías porque no había alimentos, no
había agua. Eso nadie lo decía porque aquí nosotros tenemos grandes transnacionales y
todo es bonito, pero los que vivimos acá, sabemos lo que está pasando.
(20200303_mujer_SPA)
Esto ha significado la emergencia de conflictos asimétricos que ponen en evidencia
los distintos lenguajes de valoración y significados que adquiere el agua para los actores
sociales en pugna (Morales y Azócar, 2015; Calderón et al., 2016; Romero y Opazo, 2019).
En esta diversidad de ideas respecto al agua, actores como el sector minero empresarial y las
entidades gubernamentales tienen una lectura mercantil sobre el recurso que habría
promovido la acumulación de derechos de agua por agentes foráneos en toda la región
(Cuadra, 2000). En las comunidades locales también ha existido cierta mirada de
rentabilidad sobre el recurso agua que coexisten con valoraciones diferentes que se
relacionan con una mirada integral del territorio que se asocia a prácticas agrícolas y
manifestaciones culturales y religiosas que ocurren durante el año. Desde esa perspectiva, el
agua es vista como mecanismo de cohesión comunitaria y elemento sagrado (Romero y
Opazo, 2019). Así, el agua, en todas sus manifestaciones, constituye una espacialidad
indivisible –en el sentido propuesto por Fernandes (2005)–, conformada por distintos usos
y fuentes.
Empezamos a investigar cómo nuestros ancestros mantenían el tema de la lluvia en el
desierto y eso nos llevó como hace dos o tres años a transitarlo. […] Ignorantemente
desde un comienzo, pero empezamos a hacer un trabajo enorme por la memoria del
agua. Iniciamos ese trabajo y fuimos ampliando nuestra mente y entendimos que era
algo macro […] buscando las montañas, los lugares exactos y ahora le puedo hablar de
la geografía del agua, porque llevo años en este tema […]. Y se habla de cambio
climático, ¡qué bien! Lo entendemos también desde esa perspectiva, pero también
sabemos que el hombre tiene una afinidad tal con el agua o esta con el hombre, que ni
los científicos le encuentran una explicación. Ella tiene memoria y es un ser muy
inteligente. Entonces, cuando usted aprende esta fórmula ancestral, estos saberes, estos
conocimientos, no existe sistema que a usted lo pueda hacer desaparecer.
(20200303_mujer_SPA)
ESTUDIOS ATACAMEÑOS. Arqueología y antropología surandinas, 2023 69: e4899
11
Mauricio Lorca, Manuel Olivera Andrade e Ingrid Garcés
Acuerdos y resistencias frente a la minería en el Salar de
Atacama
El Salar de Atacama se encuentra en el Área de Desarrollo Indígena Atacama La Grande. El
Decreto N° 70 que la creó en 1997, advierte que
…la estrecha vinculación de las comunidades atacameñas con el medio ambiente está
dada por actividades agropecuarias, el aprovechamiento racional del recurso hídrico,
las actividades de pastoreo en zonas de vegas y bofedales y, en general, por el uso del
territorio en la forma de ocupación de pisos ecológicos complementarios, basado en el
sistema trashumancia entre la invernada y la veranada. (Decreto N° 70, 1997, cons. 5)
Vale decir, las comunidades atacameñas del área son “portadoras de una cultura de
sorprendente tecnología, adecuada a la aridez del medio, […] al punto de ser catalogadas
como ‘sociedades hidráulicas’” (Cuadra, 2000, p. 95).
De acuerdo con Morales (2014), el itinerario de construcción y organización étnica
atacameña se compone de tres etapas. La primera se desarrolla entre las décadas de 1960 y
1980, cuando se detectan los primeros indicios de coordinación y movilización colectiva
local alrededor de las categorías de “vecinos” o “pueblos del interior”. Es decir, en ese
momento la condición indígena no era un factor de cohesión grupal. La organización se
produce en torno a estructuras sociales, productivas y vecinales como clubes deportivos,
agrupaciones de riego, juntas de vecinos, etc. y, durante la dictadura (1973-1990),
alrededor de la institucionalidad católica. En la década de 1980 comienzan las primeras
operaciones para obtener litio del Salar aunque, en ese momento, para la población local,
no despertaban mayor atención.
No, en esa época [fines de la década de 1970], los pueblos no tenían interés, no sabían
de qué se trataba ese proyecto. Después, con el tiempo, ahora poco recién se está
sabiendo, se están dando cuenta que a la gente les pertenece el Salar y recién están
reclamando, cuando ya están instaladas las industrias, que necesitan agua… Ahora
recién, todos los pueblos están pidiendo un beneficio para cada pueblo.
(20200317_hombre_Beter y Tulor)
La segunda etapa en la organización social atacameña ocurre en la década de 1990,
con la conformación de un gobierno local en el municipio de San Pedro de Atacama que
había sido creado en 1980. A partir de 1991, la elección de alcaldes y concejales se
democratizó, impregnando esos espacios y en las acciones de las autoridades y
organizaciones sociales, una dimensión étnica que redefinió la relación entre localidad,
etnicidad y política (Gundermann, 2003). En esa misma época, la promulgación en 1993
de la Ley 19.253, inició el proceso de promoción de la etnicidad por parte del Estado y la
inscripción legal de los pueblos y las localidades del área como comunidades indígenas
atacameñas en un proceso que continúa hasta hoy. En 1992 surgió el CPA como una
plataforma asociativa que reúne y coordina a los presidentes de las comunidades del Salar,
12
ESTUDIOS ATACAMEÑOS. Arqueología y antropología surandinas 2023, 69: e4899
“Se instaló el diablo en el Salar”. Organizaciones atacameñas, agua y minería del litio en el Salar de Atacama
la puna y la cuenca alta del río Loa. En 1994, el CPA se convirtió en una asociación
indígena que en un comienzo proporcionó afinidad política y cultural a las reivindicaciones
atacameñas, transformándose en una organización territorial centralizada que,
neutralizando las diferencia internas, logró articular las comunidades y representar las
demandas atacameñas ante actores públicos y privados.
Desde esa década, las poblaciones indígenas del lugar iniciaron un proceso de
reetnificación y organización que implicó la construcción de unidad cultural y política. Sin
embargo, como señalan Benavides y Sinclaire (2014, p. 35), debe considerarse que “la
‘comunidad’ es una figura jurídica organizacional definida por y para el Estado, que no
necesariamente coincide social y territorialmente con la comunidad tradicional”. Es decir, a
veces se conforman organizaciones indígenas que coinciden con asentamientos territoriales,
y otras más bien, responden a estructuras con personalidad jurídica reconocidas y
constituidas de acuerdo a la Ley Indígena, que se organizan en torno a un tronco familiar
común. Eso ha hecho que no sea raro que emerjan tensiones entre organizaciones que
compiten por reivindicaciones territoriales que se superponen en torno a lugares en los
cuales, con anterioridad, no existían demandas.
Sí, estamos peleando entre nosotros […] ‘Esto es mío, mío, mío’, como el del Señor
de los Anillos. […] Por eso te digo que no se han respetado los lugares comunes.
¡Están desesperados!… Está todo el mundo que si puede inscribir el valle de la
Paciencia […], lo van a inscribir en algún rato y eso es ambición. […] Entonces no sé
si nadie les ha dicho o ya la ambición se escapó de las manos, pero las lagunas tienen
que ser comunitarias. (20210312_mujer_Sequitor y Checar)
La definición de las tierras y territorios indígenas atacameños se realizaron a fines de
los años noventa por consultoras que recibieron ese encargo de instituciones como la
Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI) y el Ministerio de Bienes
Nacionales (MBN). Esto porque la titulación de tierras y el saneamiento de aguas
atacameñas fue una de las medidas iniciales impulsadas por la Ley 19.253. Sin embargo, a
pesar de que el Estado chileno se comprometió a restituir y sanear las tierras comunitarias y
el territorio patrimonial atacameño en un plazo de tres años, posterior a la entrada en vigor
de esa Ley, a la fecha, aún no se concretan en su totalidad. Mientras que, por su parte, para
impedir su venta y enajenación e, indirectamente, conservar el estilo de vida tradicional,
entre 1995 y 1998, las organizaciones inscribieron comunitariamente las aguas superficiales
de la cuenca del Salar de Atacama y el Loa. Sin embargo, las subterráneas quedaron sin
resguardo y, por tanto, a disposición de la minería.
Ahora bien, la reetnificación y la reterritorialización atacameña se han basado, entre
otros mecanismos y estrategias, en el progresivo reconocimiento y apropiación del
patrimonio como referente simbólico. Así, desde mediados de la década de 1990, varias
comunidades atacameñas lograron que el Estado les cediera la tuición, administración y
ESTUDIOS ATACAMEÑOS. Arqueología y antropología surandinas, 2023 69: e4899
13
Mauricio Lorca, Manuel Olivera Andrade e Ingrid Garcés
gestión de sitios patrimoniales de gran potencial turístico como la Reserva Nacional Los
Flamencos que, desde el año 2000, coadministran junto a la Corporación Nacional Forestal
(CONAF) (Bustos, 2011). El establecimiento de la Reserva y su coadministración con
comunidades indígenas resulta un poderoso reforzamiento del poder político de estas
gracias a una valoración simbólica que articula los intereses indígenas con los
conservacionistas y turísticos en el territorio.
Nosotros conseguimos esa laguna, porque la administraba CONAF, estaba la laguna
Chaxa ya, pero la administraba CONAF, nosotros empezamos a gestionar, dijimos:
‘¿Por qué no puede administrar la comunidad?’ CONAF no está hecho para
administrar turismo, CONAF es un servicio para proteger las aves, las aguas, todo ese
cuento. Hemos hecho como ochenta reuniones, para poder hacer entender a la gente
de Toconao que sí podemos administrar la laguna, hasta que hicimos un convenio.
(20200310_hombre_Toconao)
En ese contexto, el patrimonio y la memoria asociada a antiguas prácticas que se
realizaban alrededor del Salar, hoy representan formas de reapropiación del territorio que
emergen a partir de la percepción de las amenazas que representa la minería del litio para la
continuidad del grupo en un contexto de temores, descontentos e incertidumbres. Es decir,
actualmente, la patrimonialización como estrategia de territorialización se constituye en
operador estratégico de transformaciones políticas, sociales y culturales mediante
interpretaciones que articulan el pasado con el presente y el futuro (Angé y Berliner, 2015,
p. 8). En efecto, dentro de las costumbres y tradiciones atacameñas que se recuerdan,
actualmente destacan aquellas relacionadas al uso de carne y huevos para alimentación y
plumas de flamencos (parinas) y suris en actividades rituales. Esas prácticas fueron
fuertemente reguladas y casi eliminadas durante la década de 1990 por la normatividad
vigente en materia de protección de especies silvestres y al trabajo mancomunado de las
comunidades atacameñas con instituciones como CONAF y el Servicio Agrícola Ganadero
(SAG) (Rodríguez, 2006, pp. 64-65).
Sí, el Salar de Atacama es importante para nosotros porque significa vida, porque allá
están viviendo nuestros flamencos, nuestros zorros, nuestros burros también que están
ahí afuera… Sí, en el Salar de Atacama hay vida, nuestros abuelos antiguamente iban a
buscar los huevos de parina al Salar y se hacían sus rituales con respecto al
apareamiento… Ellos retiraban los huevos de parina pero a la vez hacían su ritualidad
con respecto a su agradecimiento a la tierra también… porque el Salar también es
vida, te da agua, o sea, da agua a otras partes… es parte de
nosotros…(20200319_hombre_Toconao)
En efecto, en los catastros encargados por el Estado a fines de la década de 1990, el
Salar estaba presente en las demandas territoriales atacameñas basándose en los usos
históricos y actuales que reconocían las comunidades atacameñas constituidas en esa época
(CINPRO Consultores, 1997; DATURA Consultores, 1998). Sin embargo, la
patrimonialización del Salar es más bien reciente y concomitante al avance de la minería del
14
ESTUDIOS ATACAMEÑOS. Arqueología y antropología surandinas 2023, 69: e4899
“Se instaló el diablo en el Salar”. Organizaciones atacameñas, agua y minería del litio en el Salar de Atacama
litio y la firma de acuerdos entre comunidades y empresas, como factor promotor de las
mismas. En tal sentido, esas dinámicas de valoración han permitido redefinir el territorio de
una forma más integral para entenderlo como espacio de relacionamiento socioecológico
que, finalmente, se concreta a escala de cuenca hidrográfica. No obstante, algunos
entrevistados cuestionan la reciente inclusión del Salar como parte de los territorios
reclamados por algunas organizaciones en la actualidad:
Yo creo que las empresas no tendrían que pagar, empezando porque las comunidades
no son dueñas del Salar, no tienen ningún… nadie tiene un documento que diga: ‘Yo
soy dueño de este pedazo acá, si la empresa entra acá, me tiene que pagar, porque yo
soy dueño’. Acá no es así, el Salar es fiscal, la comunidad tiene pertenencia, hasta el
borde del Salar, todas tienen hasta el borde del Salar. (20200310_hombre_Toconao)
En 1998, se organizó el Primer Congreso Atacameño del que surge un Plan de Desarrollo del
Pueblo Atacameño que, entre otras cosas, identifica a la minería y al turismo como actividades
negativas, reconociendo que el agua representa “un gran problema, puesto que este es un recurso
básico tanto para las comunidades como para la actividad industrial minera” (Morales,
2014,p.123).
A partir del año 2000 en adelante, se inicia un tercera fase organizativa atacameña que
corresponde al desarrollo programático atacameño (Morales, 2014). En 2008, en el marco del
Segundo Congreso Atacameño, surgen nuevas reivindicaciones y estrategias políticas que dan
cuenta de disputas internas al interior del movimiento atacameño. Ese mismo año, Chile ratifica el
Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que, junto a los conflictos
socioambientales de Pampa Colorada 3 y El Tatio 4, terminan por confirmar las transformaciones
etnopolíticas ocurridas al interior de las organizaciones atacameñas. De hecho, las tensiones internas
dentro del CPA durante el conflicto de El Tatio, hicieron que las comunidades del Alto Loa salieran
de la organización “rompiendo la idea de pueblos atacameños que hasta entonces venía
conduciendo parte de la lógica de los acuerdos y colaboraciones entre comunidades indígenas al
interior del Consejo de Pueblos Atacameños” (Bolados, 2014, p. 244).
Nosotros hace 10 años atrás, tuvimos acá un tema de energía geotérmica en El Tatio.
Quien habla caminó por El Tatio en una actitud de llegar al nacimiento de nuestras
cuencas hacia Atacama La Grande, porque veíamos ya una muerte, con el tiempo,
hacia los que estamos abajo. Entonces, nos tuvimos que confrontar entre hermanos,
porque unos quieren ese sistema occidental, la economía y el desarrollo del que ellos
3
En 2007 MEL presentó el proyecto Suministro de Agua Pampa Colorada al Sistema de Evaluación de
Impacto Ambiental (SEIA). El proyecto suponía obtener aguas subterráneas para las actividades productivas
de la minera por casi 1.027 l/s y una inversión de USD 300 millones para un período de construcción de dos
años y una duración de 20 años. Además, suponía la construcción de una tubería de agua de 190 km desde el
área de Pampa Colorada hasta la mina, desde una zona de bofedales y vegas asociadas a pastoreo ubicada a
unos 50 km al noroeste de Socaire.
4
En 2009 se inician los trabajos de Perforación Geotérmica Profunda El Tatio Fase I que suponían la
exploración y evaluación geotérmica de los geiseres de ese nombre por la Empresa Nacional de Petróleo
(ENAP), CODELCO y ENEL. El proyecto pretendía construir cuatro pozos en menos de un año con un
costo de USD 20 millones. Ante la amenaza de uno de los principales puntos turísticos del lugar el conflicto
significó el enfrentamiento judicial directo entre la minería y el turismo local y las comunidades atacameñas.
ESTUDIOS ATACAMEÑOS. Arqueología y antropología surandinas, 2023 69: e4899
15
Mauricio Lorca, Manuel Olivera Andrade e Ingrid Garcés
hablan, y nosotros hablábamos desde el turismo, no en lo personal, sino que el
turismo apoyó en ese momento, de sobrevivencia, porque había una economía más
abajo que también tenía derecho a sobrevivir. Se enfrentan dos fuerzas, son escenarios
muy complejos, no es fácil…(20200303_mujer_SPA)
Esos conflictos inauguraron la judicialización de las disputas por el control de los
recursos naturales territoriales entre comunidades y proyectos de inversión. Así, desde fines
de la primera década de este siglo, las comunidades atacameñas no volvieron a negociar con
las empresas sin consulta, negociaciones, ni compensaciones económicas asociadas a planes
de desarrollo comunitarios. Mientras que, por su lado, las empresas mineras sumaron a su
discurso y acciones la lógica de los “valores compartidos” (Bolados, 2014; Gundermann y
Göbel, 2018; Morales y Azócar, 2015). Así por ejemplo, bajo los principios del Convenio
169, Albemarle –ex Rockwood Lithium– firmó en 2012 un Convenio con la comunidad
de Peine, y en 2016 la misma empresa firmó un Acuerdo con el CPA. Según Gundermann
y Göbel (2018), esta nueva forma de relacionamiento se inscribe dentro de la concepción
empresarial de valores compartidos que incluye la participación de las organizaciones
indígenas en los beneficios económicos como una forma de disminuir los enfrentamientos
entre ambos actores desde una lógica de adversarios. Desde esa óptica, las comunidades y
las empresas pasarían a convertirse en “socios” del desarrollo social y económico local.
Ahora bien, desde nuestra perspectiva, las negociaciones y los acuerdos entre
organizaciones indígenas y empresas mineras sobre el uso de los recursos evaporíticos del
Salar de Atacama, han abierto una nueva fase en el derrotero organizativo atacameño. Es un
período de tensiones, fracturas e irrupción de nuevas comunidades indígenas que surgen a
partir de la Ley 19.253 para, entre otros objetivos, entablar estrategias de acercamiento con
las empresas mineras. Es decir, los recientes convenios, como estrategia empresarial para
obtener la licencia social, han transformado los modos de relacionarse en el territorio
desplazando el habitual enfrentamiento entre comunidades y empresas al interior de las
organizaciones indígenas. Sin embargo, esto no quiere decir que la vida colectiva atacameña
haya estado exenta de conflictos, tensiones o asimetrías de poder, sino que la presencia y
expansión de la minería del litio representa un nuevo eslabón de la cadena colonial
extractivista que reproduce, renovando, las formas de relacionarse entre empresas y
comunidades atacameñas, descomprimiendo las relaciones entre esos actores, pero
tensionando la articulación entre y dentro de las organizaciones étnicas. Esto porque, en
primer lugar, no existe consenso al interior de las organizaciones con respecto a los
objetivos que persiguen esos convenios, detectándose una clara tendencia a la negociación
directa y pragmática de acuerdos extrajudiciales entre las compañías y las comunidades que
se ven afectadas por sus operaciones, ignorando las posturas de las organizaciones que
aspiran a un posicionamiento y una representación monolítica atacameña.
Por ejemplo, en febrero de 2019, las comunidades de Camar, Peine y el CPA
presentaron una reclamación ante el Tribunal Ambiental de Antofagasta (TAA) por la
16
ESTUDIOS ATACAMEÑOS. Arqueología y antropología surandinas 2023, 69: e4899
“Se instaló el diablo en el Salar”. Organizaciones atacameñas, agua y minería del litio en el Salar de Atacama
aprobación de la Superintendencia de Medio Ambiente (SMA) del Plan de Cumplimiento
(PdC) propuesto por SQM Salar para compensar las infracciones ambientales derivadas del
proceso sancionatorio en su contra, pues la empresa había modificado sin autorización las
variables que permiten la activación del Plan de Contingencia, para prevenir impactos
ambientales por las actividades mineras. Las comunidades solicitaron entonces la
revocación de la RCA, pues un acuerdo firmado entre SQM y CORFO en 2018 indica que
el organismo estatal puede poner término al contrato si la empresa recibe cualquier sanción
ambiental. Además, las organizaciones reclamaban que el PdC debió ser sometido a
consulta indígena. En diciembre de 2019, el TAA anuló el PdC de SQM Salar, pero
señalando que la consulta indígena no procedía dentro de un proceso sancionatorio. Por su
parte, Camar emprendió acercamientos con la minera, tensionando las relaciones con Peine
y el CPA, que le reclamaron haber contradicho un acuerdo expreso, decidiendo no desistir
de las acciones judiciales sancionatorias contra SQM Salar y presentar una demanda contra
el Estado por la forma del contrato entre CORFO y esa empresa ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). En agosto de 2020, la SMA desistió del
proceso sancionatorio contra SQM Salar porque estimó que esta había desarrollado un
amplio trabajo de gestión territorial de la cuenca del Salar. En tanto, la comunidad de
Camar suscribió con SQM Salar un Convenio Extrajudicial de Debida Diligencia,
Cooperación y Sustentabilidad en Beneficio Mutuo para una Nueva Etapa de
Relacionamiento Comunitario que, por un monto que alcanzaría los CLP 1.700 millones,
desistirían de continuar con el proceso judicial que habían interpuesto junto a Peine y el
CPA en 2019, por el uso de agua y el impacto de sus operaciones en la zona (Carrère,
2019; Azócar y Cárdenas, 2020a, 2020b).
En los últimos años, en torno al CPA se han ido generando resistencias que, aunque
no son nuevas, han agudizado las tensiones entre las organizaciones que son parte del
Consejo y las comunidades de reciente creación que aspiran a formar parte de él. Además,
en términos prácticos, según los entrevistados, las nuevas comunidades son rechazadas
mediante, por ejemplo, la dilatación de los requerimientos de ingreso. Esto ha terminado
por generar fuertes cuestionamientos a la representatividad del CPA entorpeciendo, por
ende, la articulación política entre las organizaciones.
Claro, una de las razones por la que nos constituimos es, justamente, para que otras
personas no alcen la voz por nosotros, porque se ha hecho costumbre que, al menos, el
Consejo de Pueblos habla bien bonito, habla de las comunidades de Atacama… por
todos los atacameños, claro, pero después cuando tienen que decidir algo, dicen: ‘No,
aquí es el Consejo de Pueblos y las 18 Comunidades [que lo componen]’. Entonces
son de cierta manera exclusivos… Ese es otro motivo por el cual nos constituimos,
para tomar decisiones por nosotros mismos y porque también nos sentimos afectados.
Obviamente, si va un tipo el día de mañana, ahora que están viendo el tema con
SQM, que lo más probable es que negocien con ellos… Entonces nuevamente va a
pasar lo mismo, que van a decidir por nosotros… Eso es lo que queremos evitar.
ESTUDIOS ATACAMEÑOS. Arqueología y antropología surandinas, 2023 69: e4899
17
Mauricio Lorca, Manuel Olivera Andrade e Ingrid Garcés
E: Y al Consejo, ustedes que están constituidos legalmente, ¿no pueden sumarse?
Lo intentamos… nada, no hay respuesta… puertas cerradas, sí pues. Lo que pasa es
que eso fue el 2018 y llevamos más de un año, casi dos años esperando respuestas y
nada… (20200306_hombre_Beter y Tulor).
En segundo lugar, el permanente ajuste y negociación entre los actores sociales que
operan en el Salar de Atacama posiciona a la etnicidad atacameña como un mecanismo de
transformaciones políticas y sociales que, si bien persigue el bienestar de las comunidades
mediante la inyección de recursos económicos, no está considerando el riesgo que involucra
la maximización de las ganancias asociadas a los acuerdos con las empresas. En ese sentido,
la compensación monetaria por los daños reales o eventuales de las operaciones mineras no
estarían considerando la valoración ecológica, paisajística y cultural que muchos comuneros
tienen sobre el territorio, incrementando así las desigualdades en la distribución de riesgos
asociados a esta actividad minera.
Esto no va a parar, el Estado no se va a preocupar ni nadie lo va a frenar, si pueden
dejar seco el Salar, lo harán. Entonces, el costo por secar el Salar tiene que significar
para el lado nuestro estrujar lo que más podamos con esa misma mirada fría. […] Yo
comparto la reivindicación y la formación, pero ¿qué hacemos? Nos quedamos
mirando cómo se explota y nosotros seguimos agonizando […]. Ahí es cuando saco
esta figura y digo que este es el costo de oportunidad y si tengo que ir a estrujar a la
minería sin asco y ser igual que ellos… de igual a igual. […] No sé, si es un basural el
día de mañana, ellos públicamente tendrán que dar las explicaciones. […] Claro, mi
gran característica es que yo me formé y tengo conocimientos de la minería del cobre
[…] eso me ha llevado a tener este discurso duro y técnico, que es lo peor para ellos,
porque
se
enfrentaron
a
alguien
que
maneja
los
números.
(20200303_hombre_Toconao).
Justamente, por una parte, si bien esos acuerdos son vistos como una estrategia de
resguardo, defensa, regulación y monitoreo de las faenas mineras por parte de las
organizaciones locales, también están siendo fuertemente criticados al interior de las
comunidades porque son percibidos como el intercambio de recursos por dinero y como
una forma de alineamiento de los dirigentes comunitarios con los intereses empresariales,
en un escenario de fuerte asimetría. Pues, en esos convenios, bajo una “lógica de falsa
horizontalidad” (Argento et al., 2022, p.453), las comunidades indígenas son “socios”
menores y quienes más arriesgan, pues lo que está en juego es la sustentabilidad del entorno
y la proyección en el tiempo de las mismas comunidades (Babidge, 2013).
Claro, lo que pasa es que hay una situación ahí de que las empresas que entregan estos
recursos a las comunidades la entregan en base a un porcentaje de sus ventas.
Entonces, si tú le pones eso a alguien lo haces partícipe… haces socios directos a las
comunidades: si yo soy comunidad y una empresa me entrega recursos en base al
porcentaje de sus ganancias, no voy a querer que la empresa tenga que bajar su
producción. Entonces las comunidades dicen: ‘Está bien, nosotros vamos a hacer el
18
ESTUDIOS ATACAMEÑOS. Arqueología y antropología surandinas 2023, 69: e4899
“Se instaló el diablo en el Salar”. Organizaciones atacameñas, agua y minería del litio en el Salar de Atacama
monitoreo’. Pero ¿qué confianza te da eso cuando está basado en un porcentaje? Si los
montos fueran fijos, sería distinto, a lo mejor… (20203016_mujer_SPA)
Además, internamente, la estrategia de los acuerdos está siendo reprobada dentro de
las organizaciones, pues –además de los riesgos ambientales y a la sustentabilidad que
involucra la acción minera– es vista como una forma de colonialismo interno que tensiona
las relaciones entre los comuneros que nacieron en la ciudad y que hoy regresan a los
lugares de origen de sus padres versus las familias que permanecieron en ellos. Ahora, si
bien es cierto que las tensiones asociadas a la proveniencia urbana o tradicional de los
sujetos no son nuevas en el área, lo que se plantea es que los actuales convenios actualizan y,
probablemente, amplifican viejas desconfianzas internas basadas en la evaluación positiva de
relacionarse directa y cotidianamente con el campo. Esto porque muchas veces las
negociaciones apuntan a la compensación económica más que a la defensa de los recursos
territoriales y la búsqueda de justicia. En ese sentido, no hay que perder de vista que la
distinción entre indígenas urbanos y rurales, producto de la inserción laboral de población
atacameña a la gran minería durante el siglo XX, relocalizó la cotidianeidad atacameña en la
ciudad, especialmente en Calama, añadiendo una “cultura sindical y poblacional” al acervo
étnico de esos sujetos redefiniendo la relación entre etnicidad y territorio (Rivera, 1994:
195).
Se perdió el sentido de la comunidad [los valores campesinos]. Ahora hay un montón
de gente de Calama que está inscrita acá, que sí, son licanantai pero viven en Calama
[…] y descubrieron que San Pedro de Atacama era una mina de oro en este rato y por
eso me vengo. […] Acuérdate que la gente que está volviendo, los licanantai, vienen de
ciudades de mucho consumo... Ahí te dan bonos de gratificación de $20 millones a fin
de año y todos compran el mismo auto en oferta… No sé, estaba la película de los 101
dálmatas de moda y habían dálmatas por Chuqui. Después pasó la moda y andaban
todos esos dálmatas botados y así… Entonces, si vienes de allá, ese es el ejemplo que
traes para acá. […] Entonces, ¿qué esperas de estos licanantai? Ese licanantai quiere ver
mall, ese licanantai quiere tener una camioneta gigante porque así te demuestra que…
No estamos hablando de gente pobre de Calama que se vino, estamos hablando de
harta gente que trabajó en minería y no solamente Codelco, estamos hablando de
Zaldívar, El Abra, entonces esa gente quiere el mismo consumo.
(20210312_mujer_Sequitor)
En tercer lugar, esta nueva etapa correspondería a un momento de ambivalencias –de
“lógicas culturales contrapuestas” (Kopytoff, 1988 en Carrasco, 2016) o “dualismo
funcional” en el sentido de Janvry (1981)– sobre el agua, el rol que tiene la minería en el
territorio y cómo relacionarse con ella. Para algunos el agua es sagrada y un elemento clave
de producción agropastoril e identidad que hay que defender; para otros, no obstante lo
anterior, en algunos momentos, puede ser vista como una mercancía transable (Carrasco,
2016). Asimismo, los acuerdos con las mineras, para algunos, son vistos como una
oportunidad de cogestionar medidas de prevención y mitigación de daños. Para otros, esos
acuerdos y los beneficios económicos asociados, son comprendidos como la justa
ESTUDIOS ATACAMEÑOS. Arqueología y antropología surandinas, 2023 69: e4899
19
Mauricio Lorca, Manuel Olivera Andrade e Ingrid Garcés
compensación ante los daños ambientales causados por la actividad minera. Mientras que,
para otro grupo, las operaciones mineras, los acuerdos y compensaciones son indeseables,
pues son vistas como una forma de cooptación de las comunidades por parte de las
empresas. Son justamente esas ambivalencias las que han generado, dentro de un contexto
territorial complejo en que coexisten diferentes valoraciones, miradas, contradicciones y
expectativas, un escenario de disensos y tensiones que, a nuestro modo de ver, pone en
riesgo la cohesión de las comunidades atacameñas de la cuenca del Salar de Atacama.
Los atacameños están cansados, no pueden creer lo que está pasando, yo hablo con
hartos abuelos… gente como yo… y el resto está súper confundido y lo que veo yo, de
verdad, es que… ¿te acuerdas de la orquesta de Los Pitufos? ¿Que todo el mundo
tocaba por su lado? Sonaba horrible… Eso es lo que está pasando. Entonces yo apoyo
a la minera y toco en do; tú, tocas La Marsellesa porque tú apoyas el turismo… todo
esto junto hace un ruido mental que, al igual que los viejos, a mí, me tiene hasta acá.
Poner de acuerdo a cada persona, en tiempos de individualismo puro… es imposible
hacer una armonía porque no quieren armonizar. Uno defiende el turismo, el otro la
minera, el otro quiere que todo el mundo se vaya, los viejos no quieren saber nada.
[…] Nunca vas a armonizar, si todos tocan su propia canción, se va a perder el sentido
comunitario. ¡Si para ese tema tenemos que estar todos!… […] Por eso dicen que se
instaló el diablo en el Salar, los viejos más antiguos no querían el royalty [los acuerdos
con la mineras], dijeron que se iba a prestar para pura pelea y división y se está
cumpliendo la profecía. […] ‘Se instaló el diablo’, ellos hablan de que se instaló el
diablo en el Salar. (20210312_mujer_Sequitor y Checar)
Como se aprecia, la lucha por la justicia y el reconocimiento de las demandas
políticas, sociales y culturales atacameñas se centran hoy en el agua y los derechos
territoriales, en un escenario en que el Estado históricamente ha estado ausente, dándole a
la minería un rol central como fuerza económica y (des)ordenadora de los territorios en que
opera. En tal sentido, los acuerdos con las mineras pueden ser vistos como una estrategia de
acción colectiva que, no sin peligros, persigue revertir las complejas desigualdades que se
han ido urdiendo a través del proceso de larga duración que hoy articula al Salar de
Atacama con el capital y la minería.
Conclusiones
La minería hoy no solo se acota a la extracción de minerales de forma convencional –es
decir, de la roca mineral–, pues la extracción de litio en los Salares altoandinos inauguró
una minería del agua. Las operaciones de la minería del litio en el Salar de Atacama, han
amplificado procesos acumulativos que hoy se reflejan en impactos medioambientales
estimulados por la percepción –basada en la visualización de las comunidades a través del
tiempo y las fiscalizaciones efectuadas a las empresas– de profundos cambios ambientales y
su vinculación directa con la creciente merma hídrica en el área. Esto también ha
significado la aparición de reclamos que han extendido las demandas indígenas por el
20
ESTUDIOS ATACAMEÑOS. Arqueología y antropología surandinas 2023, 69: e4899
“Se instaló el diablo en el Salar”. Organizaciones atacameñas, agua y minería del litio en el Salar de Atacama
control territorial y las operaciones mineras del litio en el Salar. En tal sentido, la etnicidad
atacameña es vista como una oportunidad política altamente valorada como forma de
legitimación de acceso y reivindicación del territorio y sus recursos naturales. Vale decir, la
etnicidad no es entendida solo de forma descriptiva, culturalista, sino también como una
categoría general de comprensión de las relaciones interculturales contemporáneas en el
área.
A partir de la segunda década de este siglo, la firma de convenios entre organizaciones
atacameñas y empresas, ha ampliado el control social de la minería y ha aportado pingües
recursos económicos al desarrollo comunitario en un escenario de consenso y preocupación
ante la percepción de escasez hídrica, la sustentabilidad de los acuíferos y las comunidades
bióticas de la cuenca del Salar. No obstante, la transferencia directa de dinero está
generando tensiones y desavenencias al interior de organizaciones que se posicionan
ambivalente o contradictoriamente respecto, primero, al progresivo cuestionamiento a la
representatividad de algunas asociaciones para llegar a acuerdos con las empresas mineras y
la falta de una estrategia atacameña consensuada frente a las mismas. Segundo, dudas sobre
cuán acertados, coherentes y consecuentes son esos convenios en cuanto a la protección del
medio ambiente y la cultura vernácula y, tercero, si esos convenios representan
efectivamente un aporte a un desarrollo territorial representativo y convocante, pues
atentan contra la articulación política de las organizaciones atacameñas.
El proceso de reetnificación emprendido por las poblaciones atacameñas desde la
década de 1990 les ha provisto de herramientas de acción y negociación con agentes
externos –como las empresas mineras y otros como el proyecto radioastronómico Atacama
Large Millimeter/Submillimeter Array (ALMA)– que han involucrado transformaciones en
las connotaciones de etnicidad y territorialidad. En primer lugar, porque actualmente esa
etnicidad se ajusta a lógicas y representaciones distintas a las estructuras tradicionales
propias al mundo andino y, segundo, porque desde hace alrededor de 150 años los pueblos
indígenas del área son actores de procesos económicos, políticos, sociales y culturales que se
articulan con el capital y la minería. Es decir, el posicionamiento indígena surge y adquiere
significado mediante la negociación y la lucha en contextos históricos, geográficos y
relacionales específicos.
En este escenario, las promesas de sustentabilidad asociadas al litio tienden a
desvanecerse ante los efectos que su extracción está causando en los salares altoandinos,
dando cuenta de importantes desigualdades en la ruta global a la descarbonización. De lo
que se trata entonces, es si los costos y riesgos asociados a la extracción de litio en el Salar –
en concreto, aquellos que promueven el mayor desecamiento de la cuenca– de alguna
manera son compensados con los acuerdos y convenios firmados con las empresas. Dicho
de otro modo, en este artículo mostramos que existen indicios de que la compensación
mercantil de las externalidades generadas por la descarbonización en el área de estudio no
ESTUDIOS ATACAMEÑOS. Arqueología y antropología surandinas, 2023 69: e4899
21
Mauricio Lorca, Manuel Olivera Andrade e Ingrid Garcés
genera de forma instantánea beneficios para las poblaciones locales. Sino que, al contrario,
la compensación monetaria podría ser el detonante de una mayor conflictividad al interior
de las organizaciones étnicas locales.
Por otro lado, el litio como insumo clave del proceso de descarbonización, está
actuando como mecanismo de territorialización de nuevos espacios energéticos que, como
la cuenca del Salar de Atacama, se ven afectados social y medioambientalmente producto
del aumento de la presión extractivista sobre recursos hídricos que ya son sobreexplotados.
En ese sentido, la transición energética hacia energías más limpias debe procurar promover
lógicas centradas en una justicia ambiental y social, equitativa y sincera respecto a los costos
que acarrea para lugares como el estudiado, reconociendo las identidades, el territorio, la
distintas formas de valoración de los actores involucrados, la memoria histórica
socioambiental y la gestión vernácula de bienes comunes como el agua.
Agradecimientos
Este trabajo es resultado de las investigaciones “La función política del patrimonio:
Dinámicas de patrimonialización y conflictos de proximidad en Chile”, Fondecyt
Iniciación Nº11180429 y "The global political ecology of lithium commodity chain
(LITHIUM)", Swiss National Fund for Science Nº172698. Aprovechamos también de
agradecer la ayuda del Dr. (c) Javier Carmona durante la recopilación de la información
primaria en terreno y las observaciones aportadas por los evaluadores del artículo, sus
sugerencias ayudaron a mejorarlo de forma ostensible.
Referencias citadas
Albemarle. (16 de septiembre de 2019). Albemarle y Consejo de Pueblos Atacameños exponen en
Sustainable Mining 2019. https://bit.ly/3HKQY5H
Anlauf, A. (2015). ¿Secar la tierra para sacar litio? Conflictos socio-ambientales en la minería del
litio. En F. Nacif y M. Lacabana (Coord.), ABC del litio sudamericano. Soberanía, ambiente,
tecnología e industria (pp. 171-191). Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini –
Universidad Nacional de Quilmes.
Angé, O. y Berliner, D. (2015). Introduction: Anthropology of Nostalgia – Anthropology as
Nostalgia. (2015). En O. Angé y D. Berliner (Eds.), Anthropology and Nostalgia (pp. 1-16).
Berghahn.
Akchurin. M. (2020). Mining and Defensive Mobilization: Explaining Opposition to Extractive
Industries in Chile. Sociology of Development, 6(1), 1-29. https://doi.org/j8q2
Argento, M., Slipak, A. y Puente, F. (2022). Litio, transición energética, economía política y
comunidad en América Latina. En L. Sablich (Coord.), Ambiente, cambio climático y buen
vivir en América Latina y el Caribe (pp. 441-520). CLACSO. https://bit.ly/44usLu5
22
ESTUDIOS ATACAMEÑOS. Arqueología y antropología surandinas 2023, 69: e4899
“Se instaló el diablo en el Salar”. Organizaciones atacameñas, agua y minería del litio en el Salar de Atacama
Azócar, V. y Cárdenas, L. (21 de agosto de 2020a,). $1.700 millones por la paz en el Salar de
Atacama: SQM llega a acuerdo con comunidad indígena en proceso por uso de aguas. La
Tercera. https://bit.ly/3HIMlco
Azócar, V. y Cárdenas, L. (26 de agosto de 2020b). Acuerdo de SQM con Camar tensiona a
comunidades: Peine y Consejo de Pueblos Atacameños no negociarán con la firma. La
Tercera. https://bit.ly/417NaSL
Babidge, S. (2013). “Socios”: The Contested Morality of “Partnerships” in Indigenous
Community–Mining Company Relations, Northern Chile. The Journal of Latin American
and Caribbean Anthropology, 18(2), 274-313. https://doi.org/10.1111/jlca.12020
Bebbington A., Humphreys Bebbington D., Bury, J., Lingan, J., Muñoz, J.P. y Scurrah, M.
(2008). Mining and Social Movements: Struggles Over Livelihood and Rural Territorial
Development
in
the
Andes.
World
Development,
36(12),
2888-2905.
https://doi.org/10.1016/j.worlddev.2007.11.016
Benavides, C. y Sinclaire, D. (2014). El convenio minero en tierras indias el oasis de Peine y la gran
minería en la cuenca del Salar de Atacama. Revista rufián, (19), 31-39.
https://bit.ly/3nBEtCM
Blair, J. (2021). Extractivismo del litio y el problema de la escala: Acción climática global y justicia
ambiental local. En Observatorio Plurinacional de Salares Andinos. Salares Andinos. Ecologías
de saberes por la protección de nuestros salares y humedales (pp. 83-95). Fundación Tantí –
OPSAL.
Boelens, R., Cremers, L. y Zwarteveen, M. (2011). Justicia Hídrica. Acumulación, Conflicto y Acción
Social. Instituto de Estudios Peruanos.
Bolados, P. (2014). Los conflictos etnoambientales de ‘Pampa Colorada’ y ‘El Tatio’ en el Salar de
Atacama, norte de Chile. Procesos étnicos en un contexto minero y turístico transnacional.
Estudios Atacameños, (48), 229-248. https://doi.org/j8q6
Bolados, P. y Babidge, S. (2017). Ritualidad y extractivismo: La limpia de canales y las disputas por
el agua en el Salar de Atacama-norte de Chile. Estudios Atacameños, (54), 201-216.
https://bit.ly/3VD13ap
Bond, P. y Dorsey, M.K. (2010). Anatomies of environmental knowledge y resistance: Diverse
climate justice movements and waning eco-neoliberalism. Journal of Australian Political
Economy, (66), 286-316. https://bit.ly/3M0ECsw
Bullard, R., Mohai, P., Saha, R. y Wright, B. (2007). Toxic Wastes and Race at Twenty 1987-2007.
United Church of Christ.
Bustos, C. (2011). Grupos originarios, patrimonio cultural y turismo indígena en el desierto de
Atacama (Chile). En L. Prats y A. Santana (Coord.), Turismo y patrimonio, entramados
narrativos (pp. 49-62). Asociación Canaria de Antropología.
Calderón, M., Benavides, C., Carmona, J., Gálvez, D., Malebrán, N., Rodríguez, M., Sinclaire, D.
y Urzúa, J. (2016). Gran minería y localidades agrícolas en el norte de Chile: Comparación
exploratoria de tres casos. Chungará (Arica), 48(2), 295-305. https://doi.org/j8q9
ESTUDIOS ATACAMEÑOS. Arqueología y antropología surandinas, 2023 69: e4899
23
Mauricio Lorca, Manuel Olivera Andrade e Ingrid Garcés
Campos-Ortega, C. y Jorquera-Jaramillo, C. (2008). Minería y conservación en Atacama. En F.
Squeo; G. Arancio y J. R. Gutiérrez (Eds.), Libro rojo de la flora nativa y de los sitios
prioritarios para su conservación: Región de Atacama (pp. 323-338). Universidad de La Serena.
Carrasco, A. (2016). A Biography of Water in Atacama, Chile: Two Indigenous Community
Responses to the Extractive Encroachments of Mining. The Journal of Latin American and
Caribbean Anthropology, 21(1), 130-150. https://doi.org/10.1111/jlca.12175
Carrère, Michelle (22 de enero de 2019) Chile: detienen proceso sancionatorio de SQM acusada de
graves infracciones ambientales. Mongabay. https://bit.ly/3HF4APS
Castillo, M. (2016). Socio-Ecological Inequality and Water Crisis: Views of Indigenous
Communities in the Alto Loa Area. Environmental Justice, 9(1), 9-14. https://doi.org/gk6jd7
CINPRO Consultores. (1997). Ordenamiento catastral de las comunidades indígenas del altiplano de
la II Región, Provincia de El Loa (Informe final). CONADI – Ministerio de Bienes
Nacionales.
Comisión Económica para América Latina y el Caribe y Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos. (2016). Evaluaciones del desempeño ambiental: Chile 2016. CEPAL.
Conde, M. (2017). Resistance to mining: A review. Ecological Economics, (132), 80-90.
https://doi.org/10.1016/j.ecolecon.2016.08.025
Cuadra, M. (2000). Teoría y práctica de los derechos ancestrales de agua de las comunidades
atacameñas. Estudios Atacameños, (19), 93-112. https://doi.org/gm545f
DATURA Consultores. (1998). Delimitación de los territorios comunitarios y patrimoniales de las
comunidades indígenas de la Provincia de El Loa y patrones de ocupación. CONADI –
Ministerio de Bienes Nacionales.
Dawson, A. (2010). Climate justice: the emerging movement against green capitalism. South
Atlantic Quarterly, 109(2), 313-338. https://doi.org/10.1215/00382876-2009-036
Decreto Ley N° 70. Declara área de desarrollo indígena la zona que indica. Diario Oficial de la
República de Chile, Santiago, 23 de abril de 1997. http://bcn.cl/2h4pe
Fernandes, B.M. (2005). Movimentos socioterritoriais e movimentos socioespaciais. Observatorio
Social de América Latina, 6(16), 273-284. https://bit.ly/41aTxVE
Folchi, M. (2001). Conflictos de contenido ambiental y ecologismo de los pobres: no siempre
pobres, ni siempre ecologistas. Ecología Política, (22), 79-100. https://bit.ly/3HIttKs
Gajardo, G. y Redón, S. (2019). Andean hypersaline lakes in the Atacama Desert, northern Chile:
Between lithium exploitation and unique biodiversity conservation. Conservation Science and
Practice, 1(19); e94. https://doi.org/10.1111/csp2.94
Garcés, I. y Alvarez, G. (2020). Water mining and extractivism of the Salar de Atacama, Chile.
WIT Transactions on Ecology and the Environment, (245), 189-199. https://doi.org/gjp9ww
Göbel, B. (2013). La minería del litio en la Puna de Atacama: Interdependencias transregionales y
disputas locales. Iberoamericana, 13(49), 135-149. https://doi.org/h5ht
24
ESTUDIOS ATACAMEÑOS. Arqueología y antropología surandinas 2023, 69: e4899
“Se instaló el diablo en el Salar”. Organizaciones atacameñas, agua y minería del litio en el Salar de Atacama
Gundermann, H. (2003). Sociedades indígenas, municipio y etnicidad: La transformación de los
espacios políticos locales andinos en Chile. Estudios Atacameños, (25), 55-77.
https://dx.doi.org/10.4067/S0718-10432003002500004
Gundermann, H. y Göbel, B. (2018). Comunidades indígenas, empresas del litio y sus relaciones
en el Salar de Atacama. Chungará (Arica), 50(3), 471-486. https://doi.org/h5hv
Homer-Dixon, T. F. (1999). Environment, Scarcity and Violence. Princeton University.
Houston, J. (2006). Variability of precipitation in the Atacama Desert: Its causes and hydrological
impact. International Journal of Climatology, (26), 2181-2198. https://doi.org/fkrb4j
Houston, J. y Hartley, A. J. (2003). The central Andean west-slope rainshadow and its potential
contribution to the origin of hyper-aridity in the Atacama Desert. International Journal of
Climatology, (23), 1453-1464. https://doi.org/10.1002/joc.938
Hund, K., La Porta, D., Fabregas, T.P., Laing, T. y Drexhage, J. (2020). Minerals for Climate
Action: The Mineral Intensity of the Clean Energy Transition. World Bank Group.
https://bit.ly/42v6lHd
Innerarity, D. (2012). Justicia climática. Dilemata, (9), 175–191. https://bit.ly/415yt2F
Janvry de, A. (1981). The Agrarian Question and Reformism in Latin America. John Hopkins
University.
Jerez, B., Garcés, I. y Torres, R. (2021). Lithium extractivism and water injustices in the Salar de
Atacama, Chile: The colonial shadow of green electromobility. Political Geography, (87).
https://doi.org/10.1016/j.polgeo.2021.102382
Lerner, S. (2010). Sacrifice Zones: The Front Lines of Toxic Chemical Exposure in the United States.
The MIT.
Liu, W. y Agusdinata, D. (2020). Interdependencies of lithium mining and communities
sustainability in Salar de Atacama, Chile. Journal of Cleaner Production, 260: 120838.
https://doi.org/10.1016/j.jclepro.2020.120838
Liu, W., Agusdinata, D. y Myint, S. (2019). Spatiotemporal patterns of lithium mining and
environmental degradation in the Atacama Salt Flat, Chile. International Journal of Applied
Earth Observation and Geoinformation, 80, 145-156. https://doi.org/gnpxwk
Llagostera, A. (2011). Los antiguos habitantes del Salar de Atacama. Pehuen.
Maillet, A., Allain, M., Delamaza, G., Irarrazabal, F., Rivas, R., Stamm, C. y Viveros, K. (2021).
Conflicto, territorio y extractivismo en Chile. Aportes y límites de la producción académica
reciente. Revista de geografía Norte Grande, (80), 59-80. https://doi.org/jgsc
Margaleff, R. (1983). Limnología. Omega.
Marquet, P., Bozinovic, F., Bradshaw, G., Cornelius, C., González, H., Gutiérrez, J., Hajek, E.,
Lagos, J., López-Cortés, F., Núñez, L., Rosello, E., Santoro, C., Samaniego, H., Standen, V.,
Torres-Mura. J. y Jaksic, F. (1998). Los ecosistemas del desierto de Atacama y área andina
adyacente en el norte de Chile. Revista Chilena de Historia Natural, 71(4), 593-617.
https://bit.ly/42adv41
ESTUDIOS ATACAMEÑOS. Arqueología y antropología surandinas, 2023 69: e4899
25
Mauricio Lorca, Manuel Olivera Andrade e Ingrid Garcés
Martínez-Alier, J. (2004). El ecologismo de los pobres. Conflictos ambientales y lenguajes de valoración.
Icaria.
Martínez-Tilleria, K.; Núñez-Ávila, M.; León, C.; Pliscoff, P.; Squeo, F. y Armesto, J. (2017). A
framework for the classification Chilean terrestrial ecosystems as a tool for achieving global
conservation
targets.
Biodiversity
and
Conservation,
26(12),
2857–2876.
https://doi.org/10.1007/s10531-017-1393-x
Mohai, P., Pellow, D. y Roberts, J.T. (2009). Environmental Justice. Annual Review of
Environment and Resources, 34(1), 405-430. https://doi.org/d8cqwx
Morales, H. (2014). Génesis, formación y desarrollo del movimiento atacameño (norte de Chile).
Estudios Atacameños, (49), 11-128. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-10432014000300007
Morales, H. y Azócar, R. (2015). Minería y relaciones interétnicas en Atacama. Estudios
Atacameños, (51), 49-63. https://bit.ly/417wtqH
Pavlovic, P. (2014). La industria del litio en Chile. Ingenieros (Santiago), (209), 30-35.
https://bit.ly/429nUgu
Pettit, J. (2004). Climate justice: A new social movement for atmospheric rights”. IDS Bulletin,
35(3), 102-106. https://doi.org/10.1111/j.1759-5436.2004.tb00142.x
Prieto, M. (2017). La ecología (a) política del modelo de aguas chileno. En B. Bustos, M. Prieto y J.
Barton (Eds.), Ecología política en Chile. Naturaleza, propiedad, conocimiento y poder (pp.
143-166). Universitaria.
Prieto, M. y Sandoval, G. (2018). Expansión de la extracción de salmuera en el Salar de Atacama. San
Pedro de Atacama (Informe). Resarchgate. https://doi.org/j8rc
Rivera, F. (1994). Identidad en el laberinto: La búsqueda del sentido étnico en San Pedro de
Atacama. Estudios Atacameños, (11), 187-196. https://doi.org/j7kj
Rodríguez, E. (Ed.). (2006). Conservación de flamencos altoandinos en el Norte de Chile: Estado actual
y plan de conservación. Corporación Nacional Forestal. https://bit.ly/42wn3Gv
Romero, H., Méndez, M. y Smith, P. (2012). Mining Development and Environmental Injustice
in the Atacama Desert of Northern Chile. Environmental Justice, 5(2), 70-76.
https://doi.org/10.1089/env.2011.0017
Romero, H. y Opazo, D. (2019). El ayllu como territorio de vida en las comunidades altoandinas y
su relación con la configuración espacial de la minería en el desierto y Salar de Atacama,
Norte de Chile. Ambientes (Francisco Beltrão), 1(1), 38-78. https://doi.org/j8rf
Schlosberg, D. (2004). Reconceiving Environmental Justice: Global Movements and Political
Theories. Environmental Politics, 13(3), 517-540. https://doi.org/dv3kpd
Schlosberg, D. (2007). Defining environmental justice: theories, movements and nature. Oxford
University. https://doi.org/10.1093/acprof:oso/9780199286294.001.0001
Sharma, S. y Manthiram, A. (2020). Towards more environmentally and socially responsible
batteries. Energy & Environmental Science, 13(11), 4087-4097. https://doi.org/gpm59b
26
ESTUDIOS ATACAMEÑOS. Arqueología y antropología surandinas 2023, 69: e4899
“Se instaló el diablo en el Salar”. Organizaciones atacameñas, agua y minería del litio en el Salar de Atacama
Souza Santos, B. de (2009). Una epistemología del sur. La reinvención del conocimiento y la
emancipación social. Siglo XXI – CLACSO.
Sovacool, B. (2021). Who are the victims of low-carbon transitions? Towards a political ecology of
climate change mitigation. Energy Research & Social Science, 73: 101916.
https://doi.org/10.1016/j.erss.2021.101916
Svampa, M. (2019). Las fronteras del neoextractivismo en América Latina: Conflictos socioambientales,
giro ecoterritorial y nuevas dependencias. CALAS.
Videla, S. (2021) Historia del agua en el Norte Grande. Siglo XIX. Universidad de Concepción.
Ward, D. (2009). The Biology of Deserts. Oxford University.
Wurtsbaugh, W., Miller, C., Null, S., Justin DeRose, R., Wilcock, P., Hahnenberger, M., Howe,
F. y Moore, J. (2017). Decline of the World's Saline Lakes. Nature Geoscience, 10(11), 816821. https://doi.org/10.1038/ngeo3052
Yáñez, N. y Molina, R. (2008). La gran minería y los derechos indígenas en el norte de Chile. LOM.
Yáñez, N. y Molina, R. (Comp.). (2011). Las aguas indígenas en Chile. LOM.
Zwarteveen, M.Z. y Boelens, R. (2014). Defining, researching and struggling for water justice:
some conceptual building blocks for research and action. Water International, 39(2), 143158. https://doi.org.10.1080/02508060.2014.891168
Lorca, M., Olivera Andrade, M. y Garcés, I. (2023). “Se instaló el diablo en el
Salar”. Organizaciones atacameñas, agua y minería del litio en el Salar
de Atacama. Estudios Atacameños (En línea), 69, e4899.
https://doi.org/10.22199/issn.0718-1043-2023-0004
ESTUDIOS
Arqueología
y antropología
2023 69:BY
e4899
EsteATACAMEÑOS.
es un artículo de acceso
abierto,
bajo licencia surandinas,
Creative Commons
4.0.
AUTORES, 2023
27