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Los griegos Palabra 21 agosto 2023

2023, Palabra

El pensamiento de los griegos y sus instituciones: su crisis SERGIO GÓMEZ MONTERO* A partir de un breve análisis histórico del pensamiento griego, se plantea cómo hoy dicho pensamiento, y las instituciones a las que dio origen, se encuentra en crisis y tiende a ser suplido por nuevas formas de pensar.

Palabra 21, agosto 2023 ENTRETELONES El pensamiento de los griegos y sus instituciones: su crisis SERGIO GÓMEZ MONTERO* Uno de los dilemas actuales de la vida contemporánea, que el pensamiento de hoy apenas comienza a plantearse es aquel que establece —más allá de la espontaneidad de los discursos— la crisis de las instituciones contemporáneas —muchas de ellas vinculadas al pensamiento de los griegos—, relevantes ellas por ende y por lo que, a raíz de ello, muchas son las dificultades que conlleva el comenzar a construir socialmente a unas nuevas. Como si los griegos fueran imprescindibles aún hoy. Una tarea en realidad dificultosa —levantar un nuevo pensamiento capaz de dar origen a nuevas instituciones— por todo lo que conlleva y que quizá, hasta hoy, aún no sabemos, también dentro de la sociedad, todas las implicaciones que ello representa. Se puede afirmar, al respecto, que nos encontramos pateando en la oscuridad. En tal sentido, este escrito breve lo que busca es aportar algunas ideas —hipótesis muchas de ellas— de determinadas cosas que conlleva esa tarea de una complejidad inmensa. Es decir, históricamente, hasta donde se sabe, hablar de cómo se construyeron entre los griegos sus primeras ideas relevantes es referirse a un tiempo remoto: entre los siglos IV y V antes de esta era y de cómo ese pensamiento, hasta la actualidad, no sólo está vigente sino que sigue siendo, hasta hoy, el referente ineludible para sustentar cualquier institución que la sociedad contemporánea busque construir (en menor medida el pensamiento de algunos romanos que se extendió y se expresó, luego, entre los fundadores de la iglesia católica). ¿Por qué esa persistencia? ¿Por qué sólo la heterodoxia marxista, con gran dificultad, hasta hoy intenta fundar otra manera de ver, percibir y transformar al mundo? Tarea nada sencilla la de esa heterodoxia, pero que, contra todo, poco a poco ha logrado grandes avances con todo y lo que ella misma debe al pensamiento griego tradicional (léase, si no, La ideología alemana y más que nada Los manuscritos) y a partir de ello, contradictoriamente, funda las bases para pensar diferente a la tradición griega y, sobre todo, abre la posibilidad de construir instituciones radicalmente diferentes a las que, hasta hoy, dominan la vida social de todas las naciones del mundo: república, poder, ley, justicia, sólo por mencionar algunas. Es decir, si bien, por un lado, el pensamiento marxista no niega sus vínculos con el pensamiento clásico de los griegos, es cierto, por el otro, que es el único pensamiento hasta hoy que plantea la crisis de ese pensamiento clásico de los griegos y la necesidad, por ende, de construir nuevas formas de pensar al mundo para así dar pie a la construcción de nuevas instituciones sociales. Pero también se reconoce que hoy, de manera paralela junto al marxismo corre también el pensamiento que se genera desde la robótica y la inteligencia artificial (IA) y que busca también imponer y generar una nueva forma de pensar que tenga fortaleza para fundar instituciones que den vida a otras formas sociales de convivir. Los vínculos de este pensamiento con la tradición griega son más complejos de determinar, generándose así un dilema que hasta hoy no se sabe cómo va a resolverse: o marxismo o “pensamiento robótico”. ¿O cuál sería una apuesta marginal a ese dilema, si se toma en consideración que el mundo planteado por la robótica y la IA no pareciera ser totalmente humano? Pero no es el objetivo de este escrito —cómo construir nuevas y diferentes instituciones—, sino sólo desarrollar algunas ideas en torno al por qué de la persistencia tan larga y contundente, históricamente hablando, del pensamiento de los griegos en lo que se pudiera denominar el mundo contemporáneo y occidental. Y, paralelamente, comenzar a indagar en torno a la lucha que se va a dar por levantar nuevas formas de pensar y nuevas instituciones, Véase, pues, a partir de aquí, de las ideas mencionadas, lo aquí esbozado. Los orígenes del pensamiento griego y el nuevo pensamiento Se parte aquí, en este escrito, de una idea básica, central: la validez epistemológica de una determinada idea o forma de pensar se establece a partir de las instituciones sociales a las que da origen, cuya génesis puede originarse, lo mismo, en grupos crípticos algunos (grupos de brujas o magos) o en instituciones tan conocidas como una forma de gobierno (una república) o en una iglesia establecida (la católica, por poner un ejemplo muy conocido). En ambas, diametralmente distintas opciones, hay en ellas un aparato conceptual, muy sólido, que las sustentan. Así, si una determinada idea (o un conjunto de ellas) no logra fundar una institución puede decirse que va a carecer de trascendencia. Así de simple y de sencillo. Por el contrario, desde luego, si esa idea o conjunto de ideas logran crear instituciones sólidas, su permanencia e influencia serán tan trascendentes como trascendentes sean las instituciones a las que dan origen. De la importancia que hoy siguen teniendo las ideas provenientes de la filosofía griega, toda vez, se insiste, parte del hecho de que ellas han dado origen a instituciones que hasta hoy trascienden. ¿Por qué esa permanencia tanto de pensamiento como de instituciones? Hagamos un repaso de la historia para ver cómo ha sido que ambos han permanecido vigentes. Lo primero a tomar en consideración es cómo lo racional, entre los griegos, dejó a sus espaldas el pensamiento religioso (no hago citas bibliográficas sino las imprescindibles, pues de otra manera tendría que citar casi una mitad de la biblioteca de casa, casi diez mil volúmenes, más algunos otros) y transitó, a pie firme, por el camino de contar y medir como base del saber, diferenciándose por esa vía del pensamiento mágico y religioso que lo antecedió. El que en la actualidad ese primitivo saber se haya transformado de una manera radical tecnológicamente por la robótica y la inteligencia artificial anuncia ya la construcción de nuevas instituciones sociales que aún no se logran imaginar con precisión. Lo que sí parece estar ya claro es el fin, al fin, del racionalismo griego y de las instituciones a las que dio origen, tales como justicia, ley, república, polis, democracia, entre otras, cuya validez social es cada vez más endeble. Tanto el racionalismo griego como sus instituciones, tropiezan continua y estrepitosamente en el mundo contemporáneo, al margen de que existan o no, consolidados, un nuevo pensamiento y nuevas instituciones sociales. Más adelante, ya en la época de las revoluciones burguesas, éstas logran consolidar al pensamiento y las instituciones que devienen desde los griegos y son las que van a regir hasta los tiempos contemporáneos (piénsese, por ejemplo, en el republicanismo que predominó en la Revolución Francesa y que todavía, hasta hoy, deja sentir su influencia). Construir el nuevo pensamiento y las nuevas instituciones Pero si bien es visible y sensible la crisis del racionalismo, sobre lo que aún no hay claridad es ¿y luego qué? ¿Por qué? Es decir —pensando desde el marxismo—, se dificulta mucho pasar de una construcción de grupos reducidos a una que opta por el pensamiento grupal como base de construcción de nuevos paradigmas. Por igual, el levantamiento de las nuevas instituciones deben ser tarea colectiva, poco practicada con anterioridad. Porque ese rompimiento con el racionalismo no ha sido resultado —en la gran mayoría de los casos— de una revolución sino de un proceso de transición complejo y ambiguo que no deja ver aún con claridad cuáles serán las aristas más sensibles del cambio. En otras palabras, la no revolución y el predominio de los procesos de transición no dejan ver aún con claridad cuáles serán las nuevas instituciones en que se sustentará el pensamiento que dará origen a las nuevas instituciones en la vía marxista. Transiciones, pues, que no permiten dibujar con claridad el futuro, sino que parecen quedarse estacionadas en un futuro que no es claro ni preciso; un futuro en el cual el pensamiento es difuso, por la presencia del pasado, lo que provoca el que las instituciones que busca fundar no logren delinearse con claridad, toda vez que si bien persiste el pensar para saber, los paradigmas en que ese nuevo pensamiento se sustenta no están definidos con claridad y de ahí entonces que las transiciones sean difusas en muchos sentidos, por lo que ni nuevos paradigmas ni nuevas instituciones quedan definidas hasta hoy. En esa claridad opaca en que se fundan las transiciones, las viejas ideas (el racionalismo a todo fulgor o neoliberalismo) y las instituciones (democracia, ley, justicia, entre otras) se mantienen tambaleantes, pues en la vía de los hechos, muestran su marcada inoperancia. Esa dura lucha entre transición y nueva realidad genera una batalla persistente entre un racionalismo en decadencia y un pensamiento nuevo que construye poco a poco sus nuevos paradigmas y que a la vez combate —también con muchas dificultades— por abrir paso a nuevas instituciones sociales que poco a poco se delinean: partido revolucionario, consejos partidarios, gobiernos colegiados, entre otras. Pero no sólo eso. Es decir, se trata hoy no sólo de disputar a fondo por una batalla entre el racionalismo y un nuevo pensamiento fundado en nuevos paradigmas sociales desde el marxismo, sino, lo que parece ser más arduo, una batalla radical entre viejo racionalismo y aquella realidad que apenas estamos vislumbrando y que surge de la robótica e inteligencia artificial —descomposición, reconocimiento de patrones, abstracción y algoritmos—, cuyos paradigmas en proceso de construcción, están ya, en la actualidad, causando verdadero estupor, pues sus paradigmas desplazan con facilidad las viejas formas de pensar fundadas en el viejo racionalismo (véanse la película Terminator y la serie Are you human que nos enseñan a vislumbrar el futuro, cuando un pensamiento dominado por la robótica y la IA nos domine), pero no logran desplazar aún, ni con mucho, el racionalismo todavía dominante. Es decir, pues, dentro del marxismo lo que hoy se disputa, en concreto, respecto a nuevas formas de pensar y nuevas instituciones parece depender de en qué términos, en lo inmediato, se va a dar la transición. Lo que decida, finalmente, será el futuro, sin duda, que nos tocará vivir. El problema es que la transición, hasta hoy, domina y es, en su accionar, aún difusa, indecisa, carente de definición, lo que obliga a navegar en un mar de indefiniciones que pintan a un futuro que nadie sabe, con precisión, en qué consiste o va a consistir. Así de indeciso es nuestro futuro dentro de la transición. Más complejo aún es pensar el futuro que deparan robótica e inteligencia artificial, por los componentes tecnológicos allí comprometidos. Complejo es aún saber, si pronto, un marxismo revolucionario podrá vencer en la transición y abrir, además, un camino que domine al pensamiento robótico y de IA. Dilemas que sólo el futuro podrá despejar. gomeboka@yahoo.com.mx *Sólo estructurador de historias cotidianas. Profesor jubilado de la UPN/Ensenada